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Segundo Parcial de

Psicopatología General

“SOBRE LA FOBIA: DESDE LA MIRADA


Y LA ESCUCHA”

María Lucía Guarnieri

Profesores:
Manuel Rubio y Andrea Cepeda

3° Psicología

Universidad Austral

15 de Junio 2018
La Fobia desde dos Posturas
Al hablar de lo psicopatológico en el ser humano, se pueden realizar múltiples
abordajes. En el presente informe se tomarán en cuenta dos campos epistemológicos: el de la
mirada y el de la escucha. La mirada parte de un paradigma psiquiátrico naturalista, que
realiza un estudio topográfico (descriptivo, amplio pero superficial) de las patologías de lo
psíquico. En este campo se tomarán los aportes del psiquiatra Henry Ey y los criterios
diagnósticos del DSM V. Por otro lado, se hará un abordaje desde el campo de la escucha,
más topológico (que analiza las relaciones entre los elementos de una estructura) a partir del
paradigma psicoanalítico, tomando las lecturas de Freud y Lacan.

En el Campo de la Mirada

Según los criterios diagnósticos del DSM V, las fobias se encuentran tipificadas
dentro de los trastornos de ansiedad. En este capítulo además de las fobias específicas se
mencionan los trastornos de ansiedad por separación, el mutismo selectivo, el trastorno de
ansiedad social (fobia social), trastorno de pánico, agorafobia, trastorno de ansiedad
generalizada, el trastorno de ansiedad inducido por sustancias/medicamentos y el trastorno de
ansiedad no especificado.

Si tomamos por ejemplo los criterios para diagnosticar una fobia específica (pág.
130), se describen los siguientes:
“A. Miedo o ansiedad intensa por un objeto o situación específica (p. ej., volar, alturas,
animales, administración de una inyección, ver sangre).
B. El objeto o la situación fóbica casi siempre provoca miedo o ansiedad inmediata.
C. El objeto o la situación fóbica se evita o resiste activamente con miedo o ansiedad intensa.
D. El miedo o la ansiedad es desproporcionado al peligro real que plantea el objeto o
situación específica y al contexto sociocultural.
E. El miedo, la ansiedad o la evitación es persistente, y dura típicamente seis o más meses.
F. El miedo, la ansiedad o la evitación causa malestar clínicamente significativo o deterioro
en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
G. La alteración no se explica mejor por los síntomas de otro trastorno mental, como el
miedo, la ansiedad y la evitación de situaciones asociadas a síntomas tipo pánico (ataques de
pánico) u otros síntomas incapacitantes (como en la agorafobia); objetos o situaciones
relacionados con obsesiones, trastornos por estrés post traumáticos, trastornos de ansiedad
por separación, fobias sociales (...)” El caso de Juanito, un niño de 5 años con una fobia a los
caballos analizada por Freud, podría clasificarse dentro de la “Fobia específica de tipo
animal”.
Tomamos ahora el aporte de Henry Ey, en su tratado de psiquiatría, donde al
clasificar distingue la neurosis indiferenciada (neurosis de angustia) de las tres neurosis
“fuertemente estructuradas” (fóbica, histérica y obsesiva). Por lo tanto, concede un capítulo
aparte a la neurosis fóbica, a diferencia del DSM V que la agrupa junto con otros trastornos
de ansiedad (p.388).
La neurosis fóbica según H. Ey está caracterizada por la “sistematización de la
angustia sobre personas, cosas, situaciones o actos, que se convierten en el objeto de un terror
paralizador”. Al contrario de la neurosis de angustia en la que la angustia es flotante, difusa,
inespecífica, en la fobia se recurre al mecanismo de desplazamiento, que “tiende a reemplazar
la angustia de un peligro interno por el miedo a un peligro externo” (p.407).
Para su estudio clínico de las fobias, H. Ey plantea las situaciones fóbicas y luego las
conductas ligadas a ellas. Lo que la clínica muestra según él es que “al simbolismo del objeto
de la fobia se mezcla un complejo afectivo particular del sujeto”. Por este simbolismo común
es que las situaciones fóbicas se reducen a un puñado de temas fóbicos típicos:
Uno es el miedo al espacio. Incluye el miedo a salir (agorafobia) o a los espacios
cerrados (claustrofobia); el gran vértigo fóbico (alturas, montañas, ascensores, etc); miedo a
la oscuridad (espacio amenazador), miedo a los medios de transporte (como le sucedía a
Freud) y el miedo de la muchedumbre (a hablar en público, “pánico escénico”) (408). Otra
categoría refiere a la fobia social (miedo al contacto), fobia al enrojecimiento (eritrofobia).
Finalmente también refiere de fobias que persisten en adultos como restos de experiencias
infantiles. Citando a Mallet, describe por un lado restos de fobias de la primera infancia que
conciernen a los grandes animales, (caballo, perro, lobo, etc). Estos son imaginados como
perseguidores o devoradores (tal como el caso de Juanito si no hubiera sido analizado por
Freud). Por otro lado, sugiere restos de fobias de segunda infancia, que conciernen a animales
pequeños (ratas, bichos) y que incluyen una horrible repulsión a los mismos (p. 409).
En este punto H. Ey hace notar que todos los temas fóbicos tienen que ver con algo
visual. El peligro está bien definido: es “buscado, descubierto, sospechado o incluso
alucinado para justificar la evitación y tranquilizarse” (p. 409).
Continúa describiendo las conductas fóbicas ligadas a estas situaciones:
-Conductas de Evitación: Si los objetos fóbicos se perciben en la situación, el enfermo puede
tener una gran crisis de angustia con sus manifestaciones psicológicas y fisiológicas.
Intentará “evitar el objeto tabú con conductas de fuga muy diversas, según la intensidad de su
angustia subyacente. (...)” (p. 409).
-Conductas de tranquilización: “...Se trata sobre todo de no estar solo”, con un personaje
escogido o uno anónimo. También puede ser una habitación (los “refugios”) o un objeto con
función aseguradora o protectora.
Esto está ligado a conductas supersticiosas que pueden ser fragmentos de fobias o
contrafobias (evitar el numero 13 por ej., o al contrario buscar tréboles de 4 hojas, tocar
madera, etc.)
Otro punto a considerar es el carácter fóbico, es decir los rasgos comportamentales
que hacen a la armazón caracterial del neurótico fóbico. H. Ey considera principalmente dos:
-Constante estado de alerta: El fóbico se alarma de todo lo que surge de sí mismo, de sus
tendencias, apetencias del instinto, toda su oscuridad subjetiva. “El fóbico manifiesta horror
ante situaciones mal definidas y mal percibidas, en las que presiente la cercanía de un peligro
interno”. Pero este drama lo proyecta, y teme el mundo exterior mientras el interior le parece
simple y a-conflictivo, “y va hasta una verdadera negación del mundo imaginario del que es
prisionero. Quiere parecer seguro, pero su ´quién vive´ perpetuo no cesa de traicionar su
desequilibrio interior” (p. 411).
-Actitud de huída, que tiene dos caras: una actitud pasiva y su contraria de desafío. La pasiva
consiste en inhibición, sea parcial (timidez o indecisión sexual) o total (timidez social,
rechazo del contacto con otros en general) (p. 411). La vida sexual siempre se ve alterada en
los fóbicos, en los que el deseo sexual es sentido como un peligro de destrucción (p. 412).
La contracara de la inhibición es el desafío, como una huída “hacia adelante”. Los
fóbicos muestran un carácter altivo y comportamientos de superocupaciones (son adictos al
trabajo, por ejemplo). Otra salida posible es la evasión del compromiso, una necesidad de
tener siempre una puerta de salida, como a veces se ve en las claustrofobias (p. 412).
En resumen, desde el campo de la mirada se puede decir que la fobia manifiesta un
miedo excesivo y desproporcionado frente a un objeto, persona, situación o acto que genera
ansiedad, malestar y angustia según la intensidad de la misma en su aspecto latente y que es
desconocida por el sujeto consciente. Esto lleva a progresivas evitaciones, estados de alerta y
a consecuentes inhibiciones y conductas tranquilizadoras o protectoras que limitan y
restringen la actividad normal del sujeto.

En el Campo de la Escucha
Para realizar este abordaje tomaremos los aportes de Freud, en especial en relación a
su análisis de una fobia infantil (el caso Juanito) y la lectura lacaniana del tema.
Desde el paradigma psicoanalítico, en toda neurosis actúa el mecanismo defensivo de
la represión, con el objetivo de desalojar ciertas representaciones intolerables de la
conciencia, siguiendo el principio básico de buscar el placer y evitar el displacer. En la fobia,
según Freud la represión es “radicalmente fracasada”, porque logra solo “eliminar y sustituir
la representación” pero no se ahorra ningún displacer. “ Por eso el trabajo de la neurosis no
descansa, sino que se continúa en un segundo tempo (...). Así llega a la formación de un
intento de huída, la fobia en sentido estricto: una cantidad de evitaciones destinadas a excluir
el desprendimiento de angustia”.
El tema de la angustia, un concepto central para entender la fobia, ha sido largamente
estudiado por Freud. En su texto “Inhibición, síntoma y angustia” de 1926, define al síntoma
como “indicio y sustituto de una satisfacción pulsional interceptada, [que] es un resultado del
proceso represivo”. No había dudas para él de que la represión lograra coartar la conciencia,
pero sí las había sobre cuál era el destino de la moción pulsional “interceptada” en su
búsqueda de satisfacción. En su primera teoría de la angustia, planteaba que luego de la
represión, la parte cuantitativa (el afecto) no desaparecía, sino que era traspuesta o
transmudada en angustia directamente. (La represión, p. 150.) En esta misma página, Freud
puntualiza sobre las fobias que “La moción pulsional sometida a la represión es una actitud
libidinosa hacia el padre, apareada con la angustia frente a él. Después de la represión, esta
moción ha desaparecido de la conciencia y el padre no se presenta en ella como objeto de la
libido…”, (ya que es sustituido por el objeto fobígeno, que en el caso de Juanito fueron los
caballos).
Sin embargo, más tarde corrigió parte de su teoría. Por diversas investigaciones llegó
a distinguir una angustia automática de una angustia señal. (Inhibición, síntoma y angustia, p.
76). En efecto, para él la angustia automática es determinada por una situación traumática,
“una vivencia de desvalimiento del yo frente a una acumulación de excitación, sea de origen
externo o interno, que aquel no puede tramitar”, mientras que la angustia señal “es la
respuesta del yo a la amenaza de una situación traumática, amenaza que constituye una
situación de peligro”. Y más adelante en el mismo texto, Freud concluye que:
“La angustia es la reacción frente a la situación de peligro; se la ahorra si el yo
hace algo para evitar la situación o sustraerse de ella. Ahora se podría decir que los
síntomas son creados para evitar el desarrollo de angustia, pero ello no nos procura una
mirada muy honda. Es más correcto decir que los síntomas son creados para evitar la
situación de peligro que es señalada mediante el desarrollo de angustia” (El subrayado es
propio. Pág.122).
Pero aún en este punto, Freud necesitó profundizar más sobre cuáles peligros
causarían la angustia, para determinar su origen. Para eso tomó el ejemplo de Juanito, un niño
de 5 años con una “zoofobia histérica infantil”, quién fue analizado indirectamente por Freud,
ya que el padre del paciente era principalmente quien se encontraba y comunicaba con él.
Resumidamente, describe: “La incomprensible angustia frente al caballo es el
síntoma; la incapacidad para andar por la calle, un fenómeno de inhibición, una limitación
que el yo se impone para no provocar el síntoma-angustia” (p. 97).
Un dato fundamental para el caso es el interés exacerbado de Juanito por “la cosita de
hacer pipí” (que representa al falo tanto para Freud como para Lacan, como veremos)
mediante la cual diferenciaba los seres vivos de los inanimados, y la cual suponía de gran
tamaño tanto en su padre como en su madre (ver pág. 10 del caso por ejemplo), siendo ellos
“grandes” al igual que los caballos y otros animales del zoológico (como jirafas, ver p. 14)
que él solía observar. Pero antes de profundizar este punto avancemos con el caso.
Inicialmente los padres interpretaron que la angustia era consecuencia de la
masturbación que Juanito manifestaba, e intentaron deshabituarlo de ella. Freud enfatizó que
se “destaque ante él la ternura hacia la madre, que él querría permutar por la angustia a los
caballos”1 (p. 97). Mediante las comunicaciones del Padre de Juanito y algunas orientaciones
de Freud, se llega a interpretar también que “[Juanito] sentía angustia ante el padre a causa de
sus deseos celosos y hostiles contra este. Con ello le había interpretado parcialmente la
angustia frente a los caballos; el padre debía ser el caballo a quien, con buen fundamento
interior, le tenía miedo” (Análisis de… “el pequeño Hans”. Epicrisis, p. 100).
Esto, desde el psicoanálisis, refiere ya al complejo de Edipo, que se da normalmente
en los niños como una fase de su desarrollo psicosexual decisiva para la consolidación del
aparato psíquico, la identificación con el tipo ideal del propio sexo, y la introyección de la
norma en la constitución de la tercera instancia de la psique, el super yo. En Juanito, se ve
claramente: está presente la corriente tierna-erótica hacia la madre en quién aún supone la
existencia de “la cosita de hacer pipí” (falo) y la corriente pulsional hostil y celosa hacia el
padre, que a pesar de todo convive con el amor y admiración tiernas hacia el mismo. Queda
ya planteada la ambivalencia que la fobia intentará resolver (Inhibición, S. y A., p. 98). Lo
esperable sería, prosigue Freud, que la corriente tierna se refuerce en detrimento de la pulsión

1
Nótese que al escribir este texto (1909) Freud aún mantenía su primera teoría de la angustia
como transmudación de libido insatisfecha.
agresiva, hasta manifestarse compulsiva y exagerada, en un mecanismo defensivo llamado
formación reactiva. Pero no es el caso de Juanito, por lo que intuye que hay algo más.
Además de presentar angustia hacia el objeto “caballos”, esta angustia era
determinada, especificada, ya que refería en un principio al miedo concreto de que “el caballo
lo muerda”. Más adelante se descubre que el miedo es a que “el caballo entre en la pieza”, a
“los caballos que tienen algo negro en la boca” (bozales, ver p. 42), a “que se caiga y haga
jaleo con los pies (...) y que lo muerda” (ver p. 43); y más tarde el miedo se extiende a
cualquier animal grande, a los carruajes, y en especial los de carga pesada. Su inhibición
crece hasta obligarlo a quedarse dentro de la casa (agorafobia). A pesar de las primeras
interpretaciones, no se produce suficiente progreso.
Estas representaciones diversas que fue tomando el síntoma se fueron aclarando en su
significado simbólico a lo largo del tratamiento. Por lo pronto se confirmó la relación de la
angustia ante los caballos y la angustia ante el padre. Juanito teme al padre (quien lo
“morderá” y también teme sus propias mociones hostiles de hacer que el “caballo” (padre) se
“caiga”. También esto último significa que cae muerto, lo que confirma el deseo prohibido
del parricidio. El que “haga jaleo con los pies” se aclaró con la fantasía edípica de las dos
jirafas en la que la jirafa “grande” (padre) “ha gritado porque yo le he quitado la arrugada
(madre). Luego dejó de gritar y yo me he sentado encima de la jirafa arrugada”(p. 32)
Aquí tenemos suficientes elementos para introducir el aporte de Jacques Lacan. Desde
su lectura de Freud, la fobia adquiere las siguientes características esenciales:
1. En la fobia se tiene una constitución subjetiva particular, que se desarrolla a partir del
complejo de castración en primer lugar y del complejo de Edipo en segundo lugar,
que gira en torno a una pregunta existencial fundamental: la pregunta por el lugar del
padre.
2. El deseo interdicto del incesto toma distintas modalidades, y en particular en las
fobias es prevenido.
3. El drama y la queja típicamente neuróticas toma forma de relatos que en el caso de la
fobia serán de riesgos.
4. En relación a esta queja por el destino, el fóbico sostendrá su relato de riesgos desde
un mundo fantasmático amenazante.
5. La fobia más que una estructura específica dentro de las neurosis constituye una
“placa giratoria” entre las neurosis y las perversiones.

El síntoma.
El objeto de la fobia de Juanito, el caballo, sería el síntoma según Freud. El síntoma
para Lacan se puede definir como el “significante inconsciente, la palabra que representa al
sujeto” y es lo que permite al neurótico captarse, analista mediante, en el modo de su
implicación subjetiva, o sea preguntarse en su ser (Inhibición y Síntoma, Rubio M. p. 4).

En el caso se ve cómo se genera una cadena de significantes, que se combinan en un


movimiento diacrónico propio de la metonimia (el-caballo-me-morderá; entrará-a-la-pieza;
se-caerá, etc). Estas relaciones horizontales de contigüidad a su vez caracterizan al deseo, que
es metonímico, porque el deseo se refiere constantemente a otro, en un continuo diferimiento
al objeto deseado. Aún más, en las cadenas de significantes que Juanito desarrolla hay
también sustituciones metafóricas: “me morderá” refiere al significado simbólico del miedo a
la hostilidad del padre hacia él (que en realidad tiene su base en la amenaza de castración),
mientras que el “se caerá” da otro sentido, el del miedo a su propia hostilidad hacia el padre.
Aquí inevitablemente entramos en la segunda característica:
El deseo prevenido
El deseo interdicto del incesto toma la modalidad de ser prevenido. El deseo
incestuoso de Juanito, y su contracara, el deseo parricida, es prevenido, anticipado, temido.
La angustia es ante la posibilidad del cumplimiento del deseo prohibido, lo cual al ser
intolerable exige ser desalojado (reprimido) para evitar las consecuencias de semejante
delito: la castración. A esto se refería Freud al decir que la angustia es una reacción frente a
un peligro, y que los síntomas son creados para evitar la situación de peligro que es señalada
mediante el desarrollo de angustia” (Inhibición, S. y A., pág.122). Lo dijo Freud claramente:
“Por angustia de castración resigna el pequeño Hans la agresión hacia el padre; su angustia
de que el caballo lo muerda puede completarse, sin forzar las cosas: que el caballo le
arranque de un mordisco los genitales, lo castre” (Inhibición, S. y A.,p. 103).
En el complejo de castración hallamos la respuesta al enigma de la fobia. Lo que más
le preocupaba a Juanito, desde el principio, era la cosita de hacer pipí, es decir, el falo.
Y profundizando más aún: ¿falo de quién? es Juanito el falo de su madre. Lo que Juanito no
termina de aceptar es la castración materna. Juanito logra un primer pasaje de la posición
subjetiva de ser el falo materno, a considerar la posibilidad de tener o no tener el falo, la
cuestión que le queda por resolver es quién lo tiene.
Aquí es necesario introducir el concepto central: la pregunta de Juanito es sobre el
lugar, es decir, la posición subjetiva (ante el falo), del padre. Juanito no termina de
comprender a partir de su experiencia familiar la función paterna, ya que el padre le muestra
un ejemplo confuso: intenta explicarle que las mujeres no tienen falo, pero no demuestra en
su actuar ser lo suficientemente castrador. Esto se evidencia en las fantasías de delitos
cometidos por Juanito junto a su padre, quién tiene el lugar de cómplice, y no de portador de
la Ley. ¿Cuál es esta ley que el padre no termina de hacer cumplir? La ley de la castración,
sin duda.
Y aquí nos resulta útil recordar el carácter interdicto del deseo incestuoso. Queda
ejemplificado con claridad en la fantasía de las dos jirafas: la jirafa “grande” (padre) “ha
gritado porque yo le he quitado la arrugada (madre)”. ¿Qué relación tiene con la interdicción?
El padre que protesta, reclama su derecho a la posesión de la mujer, no como madre fálica,
sino como su esposa, su pareja, su mujer castrada y deseante del falo que tomará existencia
solo sí ella acepta atribuirle valor fálico al pene de su marido. El padre desea el deseo del
Otro, de su mujer en este caso. Ese es su reclamo de posesión que se ve perjudicado por la
relación de Juanito posicionado como falo de su madre. El problema fundamental, es que la
madre no atribuye suficiente valor fálico al pene de su marido, y él por tanto “ni pincha ni
corta” en el sentido más literal posible de la metáfora. Amar es dar de lo que no se tiene,
desde la lógica de la falta de Lacan. Por tanto si el padre ama a su mujer más de lo que ella lo
ama a él, es porque a él le “falta más valor fálico” que a ella. Este problema en la relación
conyugal determina la dificultad en Juanito de aceptar la castración de su madre para poder
identificarse a su padre como ideal de su sexo. Lo que concluye Lacan es que si bien gracias
al análisis Juanito superó su fobia, quedará en él una falla en el uso de su potencia
masculina. Ya que la potencia quedó del lado materno, Juanito será, dice Lacan, de los que
esperan la iniciativa de la mujer en la relación objetal.
Lo que no ocurrió en Juanito es el posicionamiento del título o la potencia de tener y
usar el falo en el padre que se lo dona con un “permiso de reserva” para luego de la latencia,
en la pubertad pueda “usarlo” y “donarlo” a otra mujer fuera de la endogamia (elección
normal exogámica de objeto).
Una vez comprendida la posición subjetiva del carácter fóbico, podemos proseguir a
explicar brevemente las demás características de la fobia según Lacan:
1- El drama y la queja típicamente neuróticas toma forma de relatos que en el caso de la fobia
serán de riesgos.
2- En relación a esta queja por el destino, el fóbico sostendrá su relato de riesgos desde un
mundo fantasmático amenazante.
De la afirmación de que el deseo en la fobia es prevenido, se comprende más
fácilmente que el drama relatado por el fóbico gire en torno a riesgos. En Juanito no es difícil
de entrever: sus miedos son a ciertos riesgos o peligros: que el caballo lo muerda, que el
caballo se caiga muerto, etc. O en su significado latente, que el padre lo muerda/castre, o que
Juanito provoque que su padre se “caiga y muera”
Pero este relato de riesgos y peligros tan angustiantes solo se puede sostener por un mundo
fantasmático particular, a saber, el “amenazante”.
Ya Freud decía en “Los fantasmas histéricos y su relación con la bisexualidad”
(pág.141) que "Estos fantasmas son unos cumplimientos de deseo engendrados por la
privación y la añoranza; llevan el nombre de ‘sueños diurnos’ con derecho, pues
proporcionan la clave para entender los sueños nocturnos…” (Por qué Freud no curó a Dora,
p. 70)
No profundizaremos este tema, pero sí podemos decir que en el caso de Juanito, se traduciría
la fórmula así: por privación real de su madre y añoranza de su anterior relación imperturbada
con ella (antes de que naciera su hermana Anna) Juanito formuló estos fantasmas, “sueños
diurnos” o fantasías inconscientes en el plano imaginario, que son cumplimiento de este
deseo incestuoso prohibido pero en forma de amenaza: si cumple su deseo, obtendrá el
castigo de la castración simbólica; por lo tanto el deseo ahora se trastoca en miedo, en
angustia, y ha de ser evitado a toda costa.

La placa giratoria
Por último, Lacan ha dicho que la fobia más que una estructura específica dentro de las
neurosis constituye una “placa giratoria” entre las neurosis y las perversiones. Esto,
nuevamente, puede entenderse mejor desde el caso clínico de Juanito.
En un momento (“Análisis… del pequeño Hans”, p. 47-48), Juanito manifiesta asco
(uno de los tres diques morales junto con la vergüenza y la culpa) frente a unos calzones
deportivos de la madre tirados en el suelo , si bien los mismos calzones no producían asco
sino excitación cuando los llevaba puestos. En esta simple pero profunda escena, Juanito se
afirmó del lado neurótico del abismo psicopatológico, por así decir, ya que si le hubiera
bastado el calzón (objeto parcial) para reemplazar a la madre y excitarlo, habría cruzado la
línea que divide las neurosis de las perversiones, particularmente habría instalado para sí su
fetiche.

Finalmente, para concluir, haremos una recapitulación. En el ejemplo de Juanito se vislumbra


la esencia de las fobias y sus características principales, desde los autores citados. Presenta
una “zoofobia infantil” o una “fobia específica de tipo animal”(DSM V) hacia los caballos
(síntoma como significante para Lacan). La causa de esta fobia es el deseo interdicto
ambivalente del incesto y el parricidio, que por el posicionamiento subjetivo resultante de los
4 elementos del Complejo de Castración-Complejo de Edipo (Falo, Madre, Hijo y Padre),
resulta en la modalidad de la prevención. Esta prevención del cumplimiento del deseo
prohibido deriva en un fantasma amenazante, es decir, la fobia se sostiene en un relato de
riesgos, de “apronte angustiado” (Freud) hacia un peligro exterior que de realizarse sería
traumático, vale decir, angustiante: es la amenaza de castración en última instancia, la que
genera la angustia fóbica. Por lo tanto, la metáfora paterna cobra su legítima centralidad en la
pregunta existencial de la fobia: si el padre real al que se identificará todo neurótico no es lo
suficientemente castrador, no cumple del todo su función paterna, dejará por esta carencia
una falla en la posición de la potencia y de la falta que determinará una constitución subjetiva
particular: el modo de existir fóbico, centrado en las conductas defensivas de prevención,
evitación y protección/tranquilización y un constante estado de alerta y una actitud de huída
pasiva -inhibición- y/ o activa -desafío como escape hacia adelante- (H. Ey).
Bibliografía
Citada:
● DSM V, Sección Segunda: Los trastornos de ansiedad (págs. 129-144). Recopilado
de: http://elcajondekrusty.com/wp-content/uploads/2016/06/Gu%C3%ADa-criterios-
diagn%C3%B3sticos-DSM-V.pdf
● Ey, H. Bernard, P. Brisset, Ch., 1994. Tratado de Psiquiatría. Tercera parte, Capítulo
IV: Neurosis fóbica. (Págs. 407-416). Barcelona. Toray-Masson. 8° ed.
● Freud, S., 1909. Análisis de la fobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans)
Tomo X, Ed. Amorrortu.
● Freud, S., 1926. Inhibición, síntoma y angustia. Tomo XX, Ed. Amorrortu.
● Freud, S., 1915. La represión. Tomo XIV, Ed. Amorrortu.
● Rubio, M. Inhibición y Síntoma. (p. 4)
Consultada:
● Rubio, M. 2002. ¿Por qué Freud no curó a Dora? (Fragmentos. IV; V. Deseo y
Fantasma). Buenos Aires. EDUCA.
● Lacan, J. Las formaciones del inconsciente. Seminario 5. Buenos Aires. Paidós. 1998.
Cap. IX, X y XI.

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