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que no se origina en la propia naturaleza del hombre ni de la mujer, sino que en el pecado
que fue introducido en el mundo6.
Quizás te estés preguntando, pero si ya existía el Matrimonio desde hace siglos, ¿qué
novedad trajo entonces Cristo con respecto al matrimonio? Pues bien, si bien el
Matrimonio ya existía como tal, la novedad de Jesús será en que le concederá un carácter
sacramental, ya que Él mismo entrega la gracia divina para vivir el matrimonio en la
dimensión nueva del Reino de Dios. La Sagrada Escritura nos cuenta que Jesús fue
invitado junto con su madre María y sus apóstoles a un banquete de bodas, llamadas
Bodas de Caná. Ahí, Jesús realizó su primer milagro (convierte en agua en vino), con el
cual iniciará su vida pública. La Iglesia ha visto su presencia en ella una “confirmación de
la bondad del matrimonio y el anuncio de que en adelante el matrimonio será un signo
eficaz de la presencia de Cristo”7.
la sexualidad humana: el ser humano no solo puede reproducirse como los demás
animales, sino que está llamado a ser co-creador con Dios, quien le permite participar de
la creación. Es por esta razón que la fe entiende la sexualidad humana como un don, un
bien que Dios ha regalado al ser humano, con la cual no solo está llamado a la unión
corporal, sino que total, de cuerpo y alma: “La donación mutua crea la comunión de las
personas. Por esto, se trata de acoger al otro ser humano y de aceptarlo porque en esta
relación mutua (…) el varón y la mujer se convierten en don el uno para el otro”8. El otro
es amado por lo que es, en su dignidad de persona, rechazando todo trato utilitario del
otro que conlleve un menosprecio de la persona y sea tratada como medio o cosa. De este
modo, la sexualidad humana vista desde la fe, compromete a la persona en su totalidad:
“De manera que ya no son dos sino una sola carne” (Mt 19, 6), por lo que están llamados
a amarse desde un amor de donación, no de posesión ni dominio, sino de entrega y
profundo respeto.
También el matrimonio cristiano, está llamado a ser un amor fiel, lo que significa
que los cónyuges están llamados a cuidarse mutuamente y proteger su amor por medio
de la fidelidad. Hay que tener en cuenta que la fidelidad es uno de los rasgos
característicos del Dios cristiano9: Dios es fiel y al crear al ser humano a imagen y
semejanza suya, le otorga el anhelo del amor fiel, amor seguro y verdadero, a pesar de
las dificultades que implica buscarlo y perpetuarlo. Es aquí donde el creyente busca la
ayuda de Dios por medio de su Gracia para que lo ayude a vivir el matrimonio de manera
plena y feliz.
y se reciben mutuamente, siendo la libertad de ese acto esencial para que el matrimonio
sea válido. Son los esposos quienes se confieren mutuamente el sacramento, siendo
el sacerdote (o diácono) testigo de esa unión, bendiciendo e invocando la acción de Dios.
Así, el Espíritu Santo es el sello de la alianza de los esposos 10.
Este sacramento hace referencia a la misión confiada por Cristo a sus apóstoles que
sigue siendo ejercida en la Iglesia. El sacramento del Orden12 es el sacramento del
sentido civil, o sea, sobre los cuerpos de los que gobernaban. De este modo, en la Iglesia la palabra orden
permite también designar a otros grupos de fieles, como los catecúmenos, los esposos, las viudas, etc. La
integración de un fiel a uno de esos cuerpos de la Iglesia se realizaba por medio de un rito religioso
llamado ordinatio, que involucraba una consagración, una bendición. En la actualidad, la palabra
ordinatio se reserva al rito sacramental de obispos, presbíteros y diáconos por el cual, por la acción del
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Espíritu Santo, se le es conferido el poder de administrar los sacramentos de modo total o parcial. Cfr.
Catecismo de la Iglesia Católica, N°1537 y 1538.
13 Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, nº1539-1543.
14 Es importante comprender que existen dos modos de participar en el único sacerdocio instaurado por
Cristo: el primer modo, es el que posee todo bautizado a quien se le es conferido un sacerdocio bautismal,
el cual es ejercido por medio de la propia vocación personal, participando en la misión de Cristo en la
Iglesia como Pueblo de Dios y Cuerpo Místico de Cristo. El otro modo, es el que se relaciona con el
sacramento que estamos estudiando, llamado sacerdocio ministerial.
15 Concilio Vaticano II, Const. Dogm. Lumen Gentium, 24.
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caso de los presbíteros, están como colaboradores del Orden episcopal para realizar de
la mejor manera posible la misión apostólica confiada por Cristo16. Así, pueden dispensar
todos los sacramentos menos el del Orden y solo de manera excepcional, el de la
Confirmación. En el caso de los diáconos, (casados) poseen un grado de servicio, o sea de
ayuda al episcopado y presbiterado, surgidos en las primeras comunidades cristianas
como signo de caridad y amor a Dios ayudando en la celebración de los sacramentos, en
la proclamación y predicación del Evangelio, entre otros. Por lo tanto, si bien los diáconos
no poseen el ministerio sacerdotal como tal, reciben al igual que obispos y presbíteros su
ministerio diaconal por medio de un acto sacramental llamado ordenación, razón por la
cual son parte del sacramento del Orden.
El rito por el cual se ordenan obispos, presbíteros y diáconos está constituido por la
imposición de manos del obispo sobre la cabeza del candidato. De modo simultáneo, se
realiza una oración específica que pide a Dios la presencia del Espíritu Santo y la entrega
de sus dones. Este rito esencial acontece en la celebración Eucarística, y existen diversos
ritos complementarios que rodean a la celebración. Por ejemplo, la unción con santo
crisma (oleo bendito) en los obispos y presbíteros como signo de la unción especial del
Espíritu Santo; la entrega al presbítero de la patena y el cáliz, el rezo de las letanías de
los santos, la entrega del libro de los Evangelios, del anillo y báculo al obispo en señal de
su misión apostólica; entre otros17. Este sacramento se puede recibir una sola vez en la
vida, debido a su carácter indeleble.