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Versión 2020

Semana 10: El Matrimonio y Orden Sagrado: Sacramentos al servicio de la


comunidad
“El sacramento del matrimonio, centro y corazón de la civilización del amor”
(Juan Pablo II)
Objetivo de aprendizaje: Identificar en el sacramento del Orden Sagrado y en el
matrimonio el llamado de Dios para servir a la Iglesia y a la comunidad.
Conceptos claves: sacramentos del Orden, matrimonio, servicio.

El matrimonio: sacramento de amor (Mt 19, 4-6)


(…) Y Jesús respondió: ¿No habéis oído que al principio el Creador los hizo hombre y
mujer, y que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer,
y serán los dos una sola carne? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Por
tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

1. El llamado de Dios al servicio de la comunidad


La semana anterior estudiamos los sacramentos de sanación: el sacramento de la
Reconciliación y el de la Unión de los enfermos. Esta semana estudiaremos los
sacramentos que están al servicio de la comunidad, y que existen como respuesta a la
vocación principal e innata que tiene el ser humano al amor1. Ese anhelo de amor no es
un amor egoísta, sino que es un amor de entrega, de donación. Desde este llamado
principal nacen estos sacramentos: uno orientado a un amor exclusivo y comprometido,
llamado a la complementación y fecundidad, y el otro orientado al servicio y entrega a
todos, tal como lo hizo Jesús. Es importante aclarar la existencia de otras vocaciones
diversas2 que existen dentro de la Iglesia, teniendo también como origen el llamado al
amor y al servicio.

1 Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, N°1604.


2 Como por ejemplo, la vida religiosa, la vida contemplativa, la vida monacal (monjes), laicos consagrados,

institutos seculares, entre muchos otros.


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2. El Matrimonio: una institución inscrita en la Ley Natural


Para comenzar a explicar este sacramento resulta interesante hacernos la siguiente
pregunta: ¿es el matrimonio una institución puramente cristiana? Lo más probable es
que alguna vez hayas visto, participado o escuchado hablar de personas que, practicando
diversas religiones han contraído matrimonio. Este hecho resulta de gran importancia
cuando buscamos comprender la profundidad y trascendencia que tiene la institución
del matrimonio: “El matrimonio no es una institución puramente humana a pesar de las
numerosas variaciones que ha podido sufrir a lo largo de los siglos en las diferentes
culturas, estructuras sociales y actitudes espirituales. Estas diversidades no deben hacer
olvidar sus rasgos comunes y permanentes (…) existe en todas las culturas un cierto
sentido de grandeza de la unión matrimonial”3. De este modo, el matrimonio aparece de
manera clara y explícita en todas las épocas de la historia bajo el amparo de diversas
manifestaciones religiosas y espirituales, entregándole un lugar especial en la
conformación de las sociedades. Así, este anhelo de unión conyugal inscrita en el corazón
del ser humano tiene su comprensión desde la misma Ley Natural4, como una institución
natural, que ha sido puesta por Dios en el corazón de toda persona.

2.a. El sacramento del Matrimonio: vocación de amor y complementación


Desde la teología cristiana, Dios ha creado al hombre y a la mujer por amor, y los ha
llamado también al amor. Comprender este anhelo profundo resulta significativo para
captar el trasfondo del llamado que los cónyuges tienen cuando contraen matrimonio;
en donde su amor es, desde el punto de vista de la fe, reflejo del amor de Dios al ser
creados a su “imagen y semejanza” (Gn 1, 27). Así, la Sagrada Escritura afirma que
hombre y mujer fueron creados para complementarse, siendo iguales en dignidad pero
diferentes en su modo de ser que, a su vez, resultan complementarios5. De este modo,
para la fe toda relación de dominio, discordia, infidelidad, celos, conflictos diversos que
pueden conducir al odio y la ruptura entre un matrimonio; son reflejo de un desorden

3 Catecismo de la Iglesia Católica, N°1603.


4 La Ley Natural es la luz de la inteligencia puesta en nosotros por Dios; por ella conocemos lo que es
preciso hacer y lo que es preciso evitar. Esta luz o esta Ley, Dios la ha dado al ser humano en la creación.
5 Cfr. Juan Pablo II, Varón y mujer: Teología del Cuerpo (I), Editorial Palabra, 2017, pp. 78.
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que no se origina en la propia naturaleza del hombre ni de la mujer, sino que en el pecado
que fue introducido en el mundo6.
Quizás te estés preguntando, pero si ya existía el Matrimonio desde hace siglos, ¿qué
novedad trajo entonces Cristo con respecto al matrimonio? Pues bien, si bien el
Matrimonio ya existía como tal, la novedad de Jesús será en que le concederá un carácter
sacramental, ya que Él mismo entrega la gracia divina para vivir el matrimonio en la
dimensión nueva del Reino de Dios. La Sagrada Escritura nos cuenta que Jesús fue
invitado junto con su madre María y sus apóstoles a un banquete de bodas, llamadas
Bodas de Caná. Ahí, Jesús realizó su primer milagro (convierte en agua en vino), con el
cual iniciará su vida pública. La Iglesia ha visto su presencia en ella una “confirmación de
la bondad del matrimonio y el anuncio de que en adelante el matrimonio será un signo
eficaz de la presencia de Cristo”7.

2.b. Características del Matrimonio cristiano


Por un lado, el matrimonio cristiano es Indisoluble: significa que el compromiso
realizado entre los cónyuges posee un elemento unitivo y eterno: “Lo que Dios unió, que
no lo separe el hombre” (Mt 19, 6). Esta realidad del sacramento no fue comprendida del
todo por los mismos judíos que escucharon predicar a Jesús, ya que la Ley que Moisés les
había entregado, permitía el divorcio. No obstante, Jesús fue muy enfático al explicar por
qué Moisés aceptó esta realidad: la autorización dada por Moisés era una concesión a la
“dureza del corazón de los hombres” (Mt 19, 8). Así, Jesús reorientará el sentido original
del matrimonio, afirmando su indisolubilidad y entregando la ayuda divina necesaria
(Gracia) para vivirlo plenamente.
Además, el matrimonio cristiano está llamado a un amor fecundo, responsable y
comprometido: significa que los cónyuges están llamados a amarse mutuamente y a
hacer fecundo su amor por medio de la procreación de modo responsable, siendo ambos
fines inseparables y complementarios, asumiendo la educación de los hijos: “Sed
fecundos y multiplicaos” (Gn 1, 28). Resulta interesante comprender que la Iglesia utiliza
el término procreación y no mera reproducción para explicar la profundidad que conlleva

6 Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, nº1607.


7 Catecismo de la Iglesia Católica, N°1613.
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la sexualidad humana: el ser humano no solo puede reproducirse como los demás
animales, sino que está llamado a ser co-creador con Dios, quien le permite participar de
la creación. Es por esta razón que la fe entiende la sexualidad humana como un don, un
bien que Dios ha regalado al ser humano, con la cual no solo está llamado a la unión
corporal, sino que total, de cuerpo y alma: “La donación mutua crea la comunión de las
personas. Por esto, se trata de acoger al otro ser humano y de aceptarlo porque en esta
relación mutua (…) el varón y la mujer se convierten en don el uno para el otro”8. El otro
es amado por lo que es, en su dignidad de persona, rechazando todo trato utilitario del
otro que conlleve un menosprecio de la persona y sea tratada como medio o cosa. De este
modo, la sexualidad humana vista desde la fe, compromete a la persona en su totalidad:
“De manera que ya no son dos sino una sola carne” (Mt 19, 6), por lo que están llamados
a amarse desde un amor de donación, no de posesión ni dominio, sino de entrega y
profundo respeto.
También el matrimonio cristiano, está llamado a ser un amor fiel, lo que significa
que los cónyuges están llamados a cuidarse mutuamente y proteger su amor por medio
de la fidelidad. Hay que tener en cuenta que la fidelidad es uno de los rasgos
característicos del Dios cristiano9: Dios es fiel y al crear al ser humano a imagen y
semejanza suya, le otorga el anhelo del amor fiel, amor seguro y verdadero, a pesar de
las dificultades que implica buscarlo y perpetuarlo. Es aquí donde el creyente busca la
ayuda de Dios por medio de su Gracia para que lo ayude a vivir el matrimonio de manera
plena y feliz.

2.c. El rito del sacramento del matrimonio


Generalmente, la celebración del matrimonio cristiano tiene lugar ordinariamente
dentro de la Misa o celebración Eucarística. Resulta muy importante comprender que, en
el rito del matrimonio, son los esposos quienes realizan el sacramento por medio de sus
votos, con los cuales dan su consentimiento libre ante la Iglesia. ¿A qué se refiere la Iglesia
con consentimiento? El consentimiento es el acto humano por el cual los esposos se dan

8Juan Pablo II, Varón y mujer (…), pp. 120.


9Cfr. Manual de Teología, Misterio de Dios, capítulo nº2: el Dios Único y Trascendente en la Sagrada
Escritura, pp. 15 y 16.
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y se reciben mutuamente, siendo la libertad de ese acto esencial para que el matrimonio
sea válido. Son los esposos quienes se confieren mutuamente el sacramento, siendo
el sacerdote (o diácono) testigo de esa unión, bendiciendo e invocando la acción de Dios.
Así, el Espíritu Santo es el sello de la alianza de los esposos 10.

2.d. Los efectos o frutos del sacramento del Matrimonio


Del consentimiento libre de los esposos, nace (1) un vínculo perpetuo y exclusivo por
su misma naturaleza, siendo consagrados por medio del sacramento. Este vínculo que
es bendecido y establecido por Dios al momento de que los esposos dan su
consentimiento, es que vuelve indisoluble al sacramento. Otro efecto es (2) la Gracia
divina que éste entrega a los esposos, destinada a perfeccionar el amor y fortalecer su
unidad siendo Cristo la fuente de esta gracia que entrega el sacramento11.

3. El Sacramento del Orden Sagrado: vocación apostólica querida por Cristo.

El lavatorio de los pies (Jn 13, 1-15)


[Jesús] se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó,
Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos
con la toalla con que estaba ceñido (…) Ustedes me llaman el maestro y el Señor, y decís
bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, ustedes también
deben lavarse los pies los unos con los otros. Porque les he dado ejemplo, para que
también ustedes hagan como yo he hecho con ustedes.

Este sacramento hace referencia a la misión confiada por Cristo a sus apóstoles que
sigue siendo ejercida en la Iglesia. El sacramento del Orden12 es el sacramento del

10 Cfr. Catecismo de la Iglesia, nº1621-1632.


11 Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, N°1638-1642.
12 Para el mundo romano, la palabra orden estaba relacionada a designar los cuerpos constituidos en

sentido civil, o sea, sobre los cuerpos de los que gobernaban. De este modo, en la Iglesia la palabra orden
permite también designar a otros grupos de fieles, como los catecúmenos, los esposos, las viudas, etc. La
integración de un fiel a uno de esos cuerpos de la Iglesia se realizaba por medio de un rito religioso
llamado ordinatio, que involucraba una consagración, una bendición. En la actualidad, la palabra
ordinatio se reserva al rito sacramental de obispos, presbíteros y diáconos por el cual, por la acción del
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ministerio apostólico. Es importante comprender que, la idea de que un grupo de


personas sean consagradas por su vocación al servicio de la comunidad es también
continuidad del modo en que el pueblo de Israel llevó a cabo su misión: en la religión
hebrea, Dios escogió del pueblo a doce tribus para que realizaran posteriormente el
servicio divino. Así, un rito propio del mundo hebreo consagró los orígenes del
sacerdocio de la Antigua Alianza. En aquella consagración, los sacerdotes fueron
establecidos para “intervenir en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios” (Hb 5,
1). Este sacerdocio de la Antigua Alianza fue instituido para anunciar la Palabra de Dios
y para restablecer la comunión con Él mediante los sacrificios y la oración. No obstante,
con la Nueva Alianza que trajo Cristo, este sacerdocio llegará a su culminación, ya que
ahora es Cristo mismo quien se ofrece como sacrificio, logrando para la fe cristiana, la
salvación definitiva. 13 Así, aparecerá el llamado sacerdocio ministerial14 que se le es
conferido a los obispos, presbíteros y diáconos: “Esta función (…), que el Señor confió a
los pastores de su pueblo, es un verdadero servicio”15, por lo que es también una real
vocación, un llamado. Así, la misión de los obispos, presbíteros y diáconos está
totalmente orientada a Cristo y a la humanidad.

3.a. El rito del Sacramento del Orden y sus diferentes grados


Este sacramento del ministerio apostólico está ejercido en la Iglesia Católica en
diversos órdenes o grados que poseen un mismo rito esencial de ordenación. Los tres
grados son: el Episcopado, (obispos, arzobispos y cardenales) Presbiterado (sacerdotes)
y Diaconado (diáconos). Los dos primeros, son los llamados ministerios sacerdotales
como tal, es por eso que el término sacerdote designa en la actualidad, solo a los obispos
y presbíteros. El episcopado, los sucesores directos de los apóstoles, poseen la plenitud
del sacramento del Orden, por lo que pueden administrar todos los sacramentos. En el

Espíritu Santo, se le es conferido el poder de administrar los sacramentos de modo total o parcial. Cfr.
Catecismo de la Iglesia Católica, N°1537 y 1538.
13 Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, nº1539-1543.
14 Es importante comprender que existen dos modos de participar en el único sacerdocio instaurado por

Cristo: el primer modo, es el que posee todo bautizado a quien se le es conferido un sacerdocio bautismal,
el cual es ejercido por medio de la propia vocación personal, participando en la misión de Cristo en la
Iglesia como Pueblo de Dios y Cuerpo Místico de Cristo. El otro modo, es el que se relaciona con el
sacramento que estamos estudiando, llamado sacerdocio ministerial.
15 Concilio Vaticano II, Const. Dogm. Lumen Gentium, 24.
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caso de los presbíteros, están como colaboradores del Orden episcopal para realizar de
la mejor manera posible la misión apostólica confiada por Cristo16. Así, pueden dispensar
todos los sacramentos menos el del Orden y solo de manera excepcional, el de la
Confirmación. En el caso de los diáconos, (casados) poseen un grado de servicio, o sea de
ayuda al episcopado y presbiterado, surgidos en las primeras comunidades cristianas
como signo de caridad y amor a Dios ayudando en la celebración de los sacramentos, en
la proclamación y predicación del Evangelio, entre otros. Por lo tanto, si bien los diáconos
no poseen el ministerio sacerdotal como tal, reciben al igual que obispos y presbíteros su
ministerio diaconal por medio de un acto sacramental llamado ordenación, razón por la
cual son parte del sacramento del Orden.

El rito por el cual se ordenan obispos, presbíteros y diáconos está constituido por la
imposición de manos del obispo sobre la cabeza del candidato. De modo simultáneo, se
realiza una oración específica que pide a Dios la presencia del Espíritu Santo y la entrega
de sus dones. Este rito esencial acontece en la celebración Eucarística, y existen diversos
ritos complementarios que rodean a la celebración. Por ejemplo, la unción con santo
crisma (oleo bendito) en los obispos y presbíteros como signo de la unción especial del
Espíritu Santo; la entrega al presbítero de la patena y el cáliz, el rezo de las letanías de
los santos, la entrega del libro de los Evangelios, del anillo y báculo al obispo en señal de
su misión apostólica; entre otros17. Este sacramento se puede recibir una sola vez en la
vida, debido a su carácter indeleble.

3.b. Los efectos o frutos del sacramento del Orden


Este sacramento entrega al candidato la posibilidad de (1) configurarse con Cristo
mediante una gracia especial del Espíritu Santo, con el objetivo de servir como
instrumento de Cristo, recibiendo la capacidad de actuar como representante, como
instrumento. Esta participación se concede una vez en la vida y es para siempre, o sea
tiene (2) un carácter espiritual indeleble, por lo que si aquel ministro, debido a alguna

16 Cfr. Concilio Vaticano II, Decr. Presbyterurum ordinis, 2.


17 Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, N°1572-1574.
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circunstancia no puede ejercer nunca más su ministerio; el carácter de la ordenación


sigue siendo indeleble, o sea, es para siempre.

Resumamos lo visto en esta clase. El sacramento del Matrimonio y el del Orden


son sacramentos puestos al servicio, a la ayuda y al amor fraterno hacia la comunidad.
Ambos nacen de un llamado, una vocación, ya sea al servicio a la comunidad por medio
del ministerio sacerdotal y diaconal, así como como a la familia y al amor conyugal.

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