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Tesis 16
El matrimonio: sacramento de la alianza de amor de Cristo a su Iglesia. Fundamentos y reflexión
teológica. Los planteos de los papas: San Juan Pablo II y Francisco.
Los sacramentos del NT, instituidos por Cristo y encomendados a la Iglesia, en cuanto son acciones de
Cristo y de la Iglesia, son signos sensibles y comunicativos de la gracia que nos hace partícipes de la vida de Dios. Se
desarrollan en las diversas etapas, situaciones y tareas de nuestra existencia cristiana.
Dos de ellos son de misión: el matrimonio y el orden sagrado. Ambos se ordenan a surtir
espiritualmente a los cristianos para las misiones especiales y tareas específicas que, según el llamado de Dios, deben
cumplir en la Iglesia. El tema del que nos ocuparemos es el matrimonio.

I. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA


¿Por qué se afirma que Cristo lo instituyó? ¿cuándo existe como hecho sacramental? ¿Se identifican matrimonio y
sacramento? ¿Cuáles son las propiedades esenciales y fines de este sacramento?.

II. RELACIONAMIENTO
El tema está dentro de la sacramentología que forma parte de la dogmática. El matrimonio es una realidad compleja
porque es una realidad pluridimensional abordada desde distintas perspectivas. Se relaciona con la doctrina de la
creación, gracia, escatología, cristología, pneumatología, Eclesiología, moral sexual y matrimonial, Derecho canónico y
con la pastoral. Así también con el Derecho civil y otras ciencias humanas y sociales.

III.- CLARIFICACION DE TERMINOS


Alianza matrimonial: es expresión de un amor generoso, capaz de donación y entrega, deseoso de participar del bien
y del amor del otro, de vivir en comunión con el otro, dispuesto a formar un hogar y una familia. No es un contrato
bilateral en el que se ajustan unos bienes que los contratantes se comunican entre sí, sino una alianza entre dos
personas, establecida sobre la base de un amor recíproco y de la confianza plena de uno en el otro.

Consentimiento matrimonial: es el acto de la voluntad por el cual el varón y la mujer se entregan y aceptan
mutuamente en alianza irrevocable para constituir el matrimonio.

Indisolubilidad: aquella propiedad esencial del matrimonio en virtud de la cual el vínculo conyugal válidamente
constituido no puede disolverse ni extinguirse por la propia voluntad de los contrayentes. Se opone al divorcio.

Matrimonio rato: se quiere designar la sacramentalidad del matrimonio válido entre dos bautizados que aún no ha
sido consumado.

Matrimonio consumado: se dice que ha sido consumado cuando, después de su válida constitución, ha tenido lugar
entre los cónyuges, modo humano, el acto conyugal apto de por sí para engendrar la prole y por el que los cónyuges
se hacen una sola carne.

Unidad: es la propiedad esencial del matrimonio que consiste en que no puede haber unión matrimonial si no es de un
solo varón con una sola mujer. Se opone a la poligamia.

IV.- CALIFICACION TEOLOGICA


Doctrina de fe divina católica
El Concilio de Lyón (DH 860) proclamó la sacramentalidad del matrimonio y también lo hizo el C. de Florencia (DS
1310).

C. Trento (1545-1563) Sesión VII, DS 1601 es en donde se definió la sacramentalidad del matrimonio al definir el
septenario sacramental.
2

V. DESARROLLO DEL TEMA

A. FUNDAMENTOS BIBLICOS1
El matrimonio tiene su origen en Dios mismo. Es un don de la creación, por tanto, es de institución divina y no de una
cuestión de simple orden natural, sino una forma con que Dios bendice a su creación (Cf. Gn 2, 18-24; 1, 26-28). Así el
matrimonio expresaba la unidad originaria de naturaleza y gracia, de creación y alianza.

EZ 16,8…AP 19,7

*ef 5, 33

Cristo y el matrimonio
Cristo mismo remite al Génesis cuando dice: en el principio no fue así. Concretamente, en el Génesis se acentúan seis
puntos fundamentales del matrimonio: la referencia personal, la igualdad de condiciones, la complementariedad, la
unidad, la indisolubilidad y la fecundidad.

Con Cristo lo que tenemos es la elevación del matrimonio a la categoría de Sacramento.

El matrimonio en el NT está marcado por la nueva alianza de Dios con su pueblo. La Iglesia como nuevo pueblo de la
alianza tiene su origen en la autoentrega de Jesús en la Iglesia. Él es el esposo. El amor del varón y la mujer, por el que
existe el matrimonio, tiene, por tanto, su origen en aquella autoentrega de Jesús por la Iglesia.

a.- Mt 19, 11: Jesús resalta los siguientes aspectos: el aspecto creacional, la indisolubilidad y el aspecto vocacional (si
uno no está vocacionado, no lo haga vv 11). Para Jesucristo, la fidelidad incondicional entra en el orden creacional del
matrimonio prohibiendo el despido de un cónyuge: “lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre”.

El NT ni afirma explícitamente que el matrimonio es un sacramento, no pone en boca de Jesús una doctrina completa
y sistemática sobre el matrimonio. Los evangelios hablan relativamente poco del matrimonio, aunque lo suficiente
como para comprender la voluntad fundamental de Cristo sobre el matrimonio.

- Jesús reconoce el valor del acontecimiento matrimonial: Jesús vivió, participó y compartió de alguna manera
todas las situaciones fundamentales por las que suele pasar la vida del hombre. La forma como se describe la presencia
e intervención de Jesús indica que el “signo” tiene un valor profético, mesiánico, y sacramental; que por él viene a
anunciarse las nuevas nupcias de Cristo con la Iglesia.
- Jesús hereda la imagen matrimonial en sus enseñanzas: Jesús no duda en aceptar el simbolismo profético,
iluminando su misión con la imagen de la boda, donde él juega el papel del esposo.
- Jesús defiende la indisolubilidad del matrimonio:
. Jesús adopta una actitud claramente antidivorcista

. La vinculación matrimonial es mutua, y ambos tienen iguales derechos en el matrimonio. Jesús defiende la igualdad.

. El matrimonio crea entre marido y mujer una unidad tal, que no puede ser suprimida por la ley de los hombres.

. Y esto es así porque, por encima de la ley, está la voluntad original del Creador, quien mandó que fueran “una sola
carne”.
. Esta doctrina sólo pueden comprenderla y vivirla aquellos a quienes “les ha sido dado”, cuentan con la gracia de Dios,
y están dispuestos a vivir el matrimonio desde la fe.

1
Cf. NOCKE, F.-J., «Matrimonio» en: SCHNEIDER, T. (dir), Manual de Teología dogmática, Herder, Barcelona 1996, 997-1000.
MÜLLER, G., Dogmática, Herder, Barcelona 1998, 774-776. BOROBIO, D. (dir), La Celebración en la Iglesia II. Sacramentos,
Sígueme, Salamanca 1988, 554-556.
3
. Más que una ley taxativa, Jesús propone un ideal absoluto, válido para todos los hombres, que tenemos que
esforzarnos por realizar.

. El hombre alcanza este ideal con grandes dificultades, dada su fragilidad.

- Jesús supera la ley y une el orden creatural y el orden de la alianza


- Jesús “eleva” el matrimonio a sacramento: La Iglesia siempre reconoció la unión-relación del
matrimonio con el misterio de Cristo. Cristo no instituyó el matrimonio, lo cual tuvo lugar ya en la creación, sino
que lo “elevó” a la dignidad de sacramento. ¿Cómo explicar, pues, la institución? Depende de cómo entendamos el
concepto de “institución” para que podamos decir que Cristo instituyó o no el sacramento:

- Si por institución entendemos un acto de Cristo “legislador”, una disposición positiva e históricamente
demostrable, una determinación concreta de la materia y la forma, entonces hay que decir que Cristo no instituyó
el sacramento del matrimonio.
- Pero si por institución entendemos que en Cristo encuentra el sacramento su fundamentación básica,
que es Cristo quien da pleno sentido al matrimonio, que en él cobra una dimensión especial, que él lo ha llenado
de una realidad nueva y que de él procede la gracia del sacramento, entonces hay que decir que Cristo, y sólo Cristo,
ha podido instituir el matrimonio como sacramento, aunque la determinación de su forma externa haya
correspondido a la Iglesia. Por eso dirán los Padres que en Cristo se pasa del orden de la “penumbra” (sacramento
natural), al orden de la “sombra” (sacramento de la Alianza), y al orden de la “realidad” (sacramento cristiano).
Finalmente, notamos que en Cristo se cumple todo aquello que permite considerarlo como la última y definitiva causa,
sentido y novedad del matrimonio. Ahora bien ¿en qué consiste precisamente este sentido y novedad?:

- Que los cristianos se casan como todos los hombres, pero “en el Señor” (1Cor 7,39).
- Que el matrimonio cristiano es un símbolo del amor de Cristo a la Iglesia (Ef 5, 21-33).
Por eso los fundamentos escriturísticos de la sacramentalidad se basan en 1Cor 7, 1-40 y Ef 5, 21-33.
b.- Los cristianos se casan como todos los hombres, pero “en el Señor” (1Cor 7, 1-40): La enseñanza que más nos
interesa se desprende del vv 39: la mujer viuda queda libre para casarse con quien quiera, pero en el Señor. Pablo no
pone la novedad del matrimonio en cambios rituales, en normas diversas, sino en el “casarse en el Señor”, es decir, en
el nuevo sentido recibido de Cristo, aceptado por la fe, celebrado por el bautismo y expresado por la vida.

c.- El matrimonio entre cristianos como imagen del amor de Cristo: Ef 5, 21-33: Se explica el matrimonio de la unión
existente entre Cristo y su Iglesia. La unión entre Cristo y su Iglesia es lo primero y la relación del hombre y mujer debe
explicarse, entenderse y vivirse a partir de este misterio. El modelo matrimonial es Cristo y la Iglesia. La base de esa
unión Cristo-Iglesia es el AMOR desde una opción personal y la LIBERTAD que conduce a una relación interpersonal y
a una donación total. El amor conyugal es imagen y participación de la unión entre Cristo y su Iglesia.

B. TRADICION- PATRISTICA2
En los primeros cuatro siglos el matrimonio es considerado por los cristianos como una realidad terrena (humana)
vivida sí en el Señor, pero celebrada según las costumbres de los pueblos y sometido al ordenamiento jurídico de la
sociedad civil. No se vio la necesidad de adoptar nuevas ceremonias sagradas, sino que se insistió en la necesidad de
vivirlas desde el discernimiento y la fe. No se plantea la cuestión de que el matrimonio es un sacramento ni tampoco
se pone un ordenamiento jurídico especial para el matrimonio.

Desde la época de los padres y a comienzo del siglo XII, están definitivamente asentados ciertos puntos de la doctrina
sobre el matrimonio: valor moral, indisolubilidad, unidad del matrimonio, licitud de las segundas nupcias, superioridad
del estado de virginidad y celibato.

2
Cf. ADNÉS, P., El misterio cristiano. El matrimonio, Herder, Barcelona 1973, 65-134. BOROBIO, D., o.c., 536-543. NOCKE,
F.-J….o.c. (manual), 1000-1005. MÜLLER, G., o.c., 776-783.
4
Los apologistas Atenágoras y San Justino oponen la conducta de los cristianos a la voluptuosidad de los gentiles. Los
cristianos se casan como todo el mundo, pero es solamente con el fin de tener hijos y para educarlos. Ireneo refuta a
los gnósticos: prohibir el matrimonio es en cierto modo injuriar al creador que ha hecho los sexos diferentes para la
propagación del género humano.

Clemente de Alejandría enseña que el matrimonio según la sana razón no es pecado. Es cosa buena y santa que viene
de Dios. La procreación es el fin principal; y el fin secundario es la ayuda que la mujer procura al hombre en el cuidado
de la casa, las diversas necesidades de la vida, la enfermedad y la vejez.

Orígenes por su parte afirma que la grandeza del matrimonio le viene de la unión de Cristo y de la Iglesia.
Entre los siglos IV-X surgen dos fenómenos:

- La liturgización del matrimonio: por la que se da una progresiva intervención de la Iglesia (persona del Obispo,
sacerdotes) en la celebración, los ritos profanos entran a formar parte de una liturgia naciente el matrimonio (velatio,
anillo, besos de los novios, unión con fiesta familiar), y comienza a tomar cuerpo de verdadera ceremonia litúrgica la
bendición de los esposos (a la que pronto se unirán otros formularios y oraciones).
- La eclesialización del matrimonio: por la que la Iglesia comienza a ejercer un control normativo del
matrimonio, regula un ordenamiento jurídico para el mismo, juzgando sobre los impedimentos, velando sobre los
matrimonios clandestinos, exigiendo que se celebre públicamente “in facie ecclesiae”, valorando la presencia del
sacerdote.
San Agustín enseña que el matrimonio es bueno, instituido y bendecido por Dios al comienzo del mundo, y levantado
luego por Cristo a la función sublime de representar su propia unión con la Iglesia. Al matrimonio le viene su bondad
por entrañar tres bienes: proles (la generación y educación de los hijos), fides (la fidelidad de los esposos en la castidad
que excluye todo adulterio, en el amor mutuo, en la condescendencia recíproca, por la que se pone un dique al instinto
sexual) y sacreamentum (el valor simbólico del matrimonio respecto de la unión de Cristo y de la Iglesia, simbolismo
que implica la unidad e indisolubilidad).

A partir del siglo VI la iglesia griega (oriente) ha admitido oficialmente el divorcio, por la influencia del código de
Justiniano. En todo caso ha profesado que el vínculo conyugal puede declararse roto en ciertas circunstancias, de
suerte que es posible un nuevo matrimonio aun en vida de uno de los cónyuges.

3. Teología medieval y escolástica3


Entre los siglos XI-XIII el problema más importante que se plantea es el de la sacramentalidad del matrimonio: ¿Qué
es lo que hace e implica que el matrimonio sea un sacramento? Ya no se duda de que el matrimonio sea un sacramento
-y en este sentido San Buenaventura enseña que el matrimonio no sólo conserva la gracia, sino que da también cierta
gracia, siquiera de orden puramente medicinal. Esta gracia constituye un remedio contra el triple desorden de la
concupiscencia (infidelidad, lujuria, inestabilidad), directamente contrario a los tres bienes del matrimonio (fides,
proles, sacramentum)-, pero sí se discute el elemento decisivo o sobre los elementos integrantes de esta
sacramentalidad: ¿en el consentimiento o en la unión carnal?

La legislación romana de Justiniano se inclinaba a ver el elemento esencial en el consentimiento (teoría


contractualista). La judía, que a través de la patrística y de San Agustín en particular, se inclinaba a ver dicho elemento
esencial en la unión carnal y la procreación (teoría copulista).
Los teólogos se inclinan por la primera concepción (“matrimonium ratum tantum”). Los canonistas tienden a apoyar la
segunda (“matrimonium ratum et consummatum”).

Con la escolástica (Decreto de Graciano, Pedro Lombardo), y sobre todo con los grandes papas juristas (Alejandro
III, Gregorio IX), se llegará, a partir del siglo XIII, a una síntesis: el matrimonio es un sacramento verdadero y válido sólo
y formalmente en virtud del consentimiento; pero, mientras este sacramento no haya sido consumado por el acto
carnal, puede disolverse.

3
Ibidem.
5
Esta influencia es la que llega a nuestra concepción actual: el consentimiento mutuo constituye el matrimonio; éste es
perfecto, existe en lo esencial desde el momento en que media el mutuo consentimiento. Sin embargo no es
absolutamente indisoluble. La indisolubilidad absoluta se la confiere la copula carnales, que no pertenece a su esencia,
pero sí, como se dice, a su integridad.

En esta época también se plantea el problema de la finalidad. Tanto teólogos como los canonistas hablan
generalmente de doble finalidad. Para Hugo de San Víctor y San Buenaventura el fin o causa principal es la unión de
los espíritus en el amor espiritual, por la que el hombre y la mujer aprenden y se ayudan mutuamente a crecer en el
amor de Dios. El otro fin que ha venido en cierto modo a sobreponerse al precedente, es la propagación del género
humano, al que se sobreañade aún, después de la caída, el remedio de la concupiscencia.

C. MAGISTERIAL4
Entre los siglos XIV-XVI no se da un avance real. Teólogos y juristas repiten la doctrina escolástica, dándose una
progresiva juridización (principalmente litúrgica; influyen los canonistas), objetivación (el fin del matrimonio es
procrear; prima lo ontológico sobre lo subjetivo) y eclesiastización (la Iglesia como institución es la que manda sobre
el matrimonio), que desembocará en la impugnación de los protestantes y en la defensa de Trento.

En el Concilio de Lyón de 1274, la profesión de fe impuesta por el papa Gregorio X al emperador Miguel Paleólogo
(DS 860) hace mención expresa de los siete sacramentos, y uno de ellos es el matrimonio.

En el Decreto para los armenios del Concilio de Florencia (1439), el matrimonio es declarado uno de los sacramentos
de la nueva ley, contienen la gracia y la comunican a los que dignamente los reciben (DS 1320). El último párrafo del
decreto (DS 1327) trata directamente del matrimonio, cuya causa eficiente es regularmente el consentimiento mutuo
expresado con palabras de presente.

Reacción de los reformadores:


- Valoran el estado matrimonial frente al estado celibatario y la virginidad
- rechazan que el matrimonio haya sido instituido como sacramento por Cristo, a la manera del bautismo y la
eucaristía
- defienden que el matrimonio es una realidad puramente secular y terrena
- su regulación jurídica pertenece totalmente al Estado y no a la Iglesia
- consideran que la ruptura matrimonial y el divorcio está justificado y puede concederse en algunos casos…
Trento:
- revaloriza el carácter sobrenatural del matrimonio como sacramento
- es un sacramento instituido por Cristo o elevado a la categoría de sacramento por Cristo
- defiende la legítima competencia de la Iglesia sobre el mismo. Por eso, en sus cánones proclama la
sacramentalidad
- defiende su derecho a determinar sobre impedimentos
- reafirma la praxis de la Iglesia sobre la indisolubilidad y divorcio
- valora la virginidad y el celibato
- reivindica su derecho a proponer unas formas litúrgicas para su celebración
- propone una exigencia de una forma jurídica para la validez del matrimonio, expuesta en el Decreto
“Tametsi”. Para la validez del matrimonio de los bautizados unas determinadas condiciones de publicidad: que sea
contraído en presencia del párroco o de otro sacerdote designado por el párroco o el Obispo, y de dos o tres testigos
al menos (DS 1813-1816).

4
Cf. ADNÉS, P., o.c., 117-127.
6
Después del concilio de Trento entre los siglos XVII-XX se dan los siguientes fenómenos:

- el avance de la teología del matrimonio es muy reducido, centrándose el progreso especialmente en la línea
jurídica
- se produce una secularización y subjetivación crecientes, debido a las nuevas corrientes filosóficas y a la
Ilustración, insistiéndose en el carácter natural y social de la institución del matrimonio en sus factores subjetivos y
psicológicos.
- se extiende una concepción más positiva sobre la sexualidad en línea personalista y se replantea la jerarquía
de los fines del matrimonio.

- la Iglesia tiene que defender su jurisdicción frente a las “reivindicaciones” del Estado, oponiéndose a corrientes
como el Galicanismo o el Absolutismo en los siglos XVII-XVIII.
- se defiende el poder jurisdiccional de la Iglesia sobre el matrimonio, apoyándose en la identidad e
inseparabilidad entre contrato y sacramento (Pío IX, León XIII), que posteriormente quedará recogida en Código de
Derecho Canónico de 1917.
Desde el siglo XX hasta el Vaticano II se dan los siguientes fenómenos:

- prioridad de la jurídico sobre lo teológico (en el pensamiento y la praxis de la Iglesia)


- acentuación de lo objetivo sobre lo subjetivo (con clara prevalencia de la ley y la institución desde el derecho
natural sobre las actitudes subjetivas y el amor)
- insistencia en lo ontológico sobre lo personal (con evidente predominio valorativo de la gracia en orden a unos
fines matrimoniales, y cierto olvido de la importancia de una respuesta de fe)

- la prevalencia de la “eclesiastización” o acento en el poder de la Iglesia sobre la institución matrimonial, sobre


la “eclesialización” o importancia de la dimensión eclesial y comunitaria del matrimonio.
La segunda mitad del siglo XX y concretamente el Concilio Vaticano II confieren a la reflexión teológica una orientación
más personalista. Si bien es cierto que los documentos del Vaticano II no nos ofrecen un tratado sistemático sobre el
matrimonio, es cierto que ofrece unas nuevas claves de interpretación, sobre todo GS 47-52. También mencionan: LG
11, 35, 41; AA 11; SC 77; GE 3, 6.

Los aspectos más resaltantes son los siguientes5:

- El punto de partida es más realista: se asume la realidad de la unión de dos personas desde la cual hay que
asumir y vivir el matrimonio (GS 46-47).
- concepción más personalista: el matrimonio es realización de dos personas. Hay un claro predominio de lo
antropológico sobre lo jurídico. El matrimonio es opción libre de dos personas (GS 47-48).
- centralidad del amor conyugal: el matrimonio es opción libre por amor (GS 48-49).
- la sexualidad como elemento positivo del matrimonio: tanto para la procreación como para la realización de
la persona (GS 49).
- el misterio de la relación Cristo-Iglesia esencia del sacramento. La imagen Cristo-Iglesia no es sólo una imagen
ilustrativa, sino una realidad ejemplar, un modelo arquetípico del matrimonio cristiano (unión inefable, amor fidelísimo
= cualidades del matrimonio).
- el sacramento de matrimonio, continuación de la historia salutis: los tres hitos más importantes son la creación,
la alianza con su explicación profética, los esponsales de Cristo con la Iglesia (GS 48.50)
- el matrimonio como alianza y oblación de amor: es el entregarse del uno al otro y del uno por el otro

5
Apunte de clase de sacramentos, año 2007.
7
- el matrimonio, sacramento y liturgia permanente: se recibe la gracia y se enfatiza su aspecto dinámico. Se le
quita su aspecto meramente actual y cultual. Su función santificadora y cultual permanecen.
8
-
el matrimonio, lugar privilegiado de realización de la persona y de la Iglesia: la Iglesia hace el
sacramento y este hace la Iglesia porque en él nace y se fundamenta la iglesia doméstica.

VI. REFLEXION SISTEMATICA


- Gerhard Ludwig Müller: Se entiende por matrimonio cristiano la comunión y comunidad de vida total, exclusiva
y personal, libremente asumida de un varón bautizado y una mujer bautizada en la que se refleja la alianza de Cristo
con su Iglesia y por la que le matrimonio se convierte en señal eficaz de la comunicación de la gracia santificante.
- Dionisio Borobio: El matrimonio es un misterio interpersonal cuya riqueza sólo podemos percibirla desde el
diálogo y reflexión sobre los distintos “personajes” a los que el sacramento hace referencia: el hombre, en cuanto
establece en la fe una nueva relación yo-tú, que es personal y totalizante (Desde el hombre: acontecimiento
antropológico-salvífico), Dios, en cuanto fuente originaria del matrimonio y fundamento último de todo amor, en
Cristo y el Espíritu (Desde Dios: acontecimiento teológico-cristológico), y la Iglesia, en cuanto comunidad de creyentes,
que hace posible la realización cristiana del matrimonio (Desde la Iglesia: acontecimiento eclesiológico). No se trata
solo de mirar el matrimonio a través de estos “personajes”, sino también de mirar estos “personajes” a través del
matrimonio6:
Lugar sacramental: sacramento orientado al ejercicio de una misión específica en la Iglesia.

Noción: Sacramento por el que Cristo santifica a los esposos y les otorga su gracia para que constituyan, en un proyecto
de fe, la comunidad conyugal por el amor y el complemento mutuo; y la comunidad familiar por la transmisión de la
vida y educación cristiana de los hijos.

Signo sacramental: la donación y aceptación mutuas que se expresan públicamente los contrayentes.

Sujetos y ministros: los contrayentes en acción recíproca (pero el ministro principal es siempre Cristo). El sacerdote
(o el diácono) que asiste a la celebración, recibe el consentimiento de los esposos en nombre de la Iglesia y da la
bendición de la Iglesia.

Materia y forma: es el consentimiento mutuo de los esposos, que a su vez son los ministros.

Propiedades esenciales: la unidad (consiste en que no puede haber unión matrimonial si no es de un solo varón con
una sola mujer) y la indisolubilidad (el vínculo conyugal válidamente constituido no puede disolverse ni extinguirse por
la propia voluntad de los contrayentes. Se opone al divorcio).

Fines: bien de los cónyuges (complementación mutua), procreación y educación de los hijos.

Efectos del sacramento:


Del matrimonio válido se origina entre los cónyuges un vínculo perpetuo y exclusivo por su misma naturaleza; además,
en el matrimonio cristiano los cónyuges son fortalecidos y quedan como consagrados por un sacramento peculiar para
los deberes y a la dignidad de su estado (CIC can. 1134).

Esta gracia propia del sacramento está destinada a perfeccionar el amor de los cónyuges, a fortalecer su unidad
indisoluble. Por medio de esta gracia se ayudan mutuamente a santificarse con la vida matrimonial conyugal y en la
acogida y educación de los hijos (cf. LG 11, 41).

Cristo es la fuente de esta gracia. De ahí que: concretamente los efectos son los siguientes:

- La indisolubilidad
- La unidad

6
Cf. NOCKE, F.-J., o.c. (manual), 1006-1011. FLÓREZ, G., Matrimonio y familia, BAC, Madrid 20012, 167-188. VALLA, H.,
Mensaje cristiano, e.d.b., Buenos Aires 200118, 295-303.
9
-
- La gracia sacramental del matrimonio en su sentido más propio es la presencia actuante de Cristo a través del
Espíritu Santo en la eficacia simbólica del matrimonio de amor y unidad de Cristo con la Iglesia.
- La gracia salvadora para una adecuada integración de las dos personas en orden a la realización personal, la
creatividad y la procreación.
La gracia para ser-a-dos en comunidad de amor y fidelidad.

- La gracia santificante (que santifica a los dos) y es para la vida matrimonial y no para la vida privada. Es una
gracia para el estado y la vida matrimonial.
Dimensión antropológica del matrimonio:
1.- Relación interpersonal a un nuevo nivel: el estado matrimonial es un diálogo entre el yo-tú; relacionamiento de
complementación y búsqueda de seguridad y confianza. Tiene que hacerme más persona, más realizada.

2.- Amor que abarca al hombre total: el amor es la expresión de la persona, de todo su ser. es la entrega total de la
persona. Debe ser permanente y opción fundamental. El hombre hecho por amor tiene la capacidad de amar.
3.- Mutua e incondicional aceptación: no tiene que haber “pero” en el matrimonio. Si existe eso es ya condicionante.

4.- Unión permanente y fidelidad en la esperanza: implica trabajo constante sobre eso. Cuidar y expresar para que sea
permanente. Fidelidad implica conciencia madura y no pueril. Promoción permanente del uno por el otro. Implica
dinamicidad, es decir, se lucha a pesar de... porque la unión permanente implica altibajos.

5.- Creatividad y procreación: hacer frente a lo rutinario, indiferencia y la ausencia porque matan la creatividad. Tiene
que haber motivación, incentivación; no tiene que faltar pasión. Los detalles valen, tienen su importancia.

Dimensión eclesiológica del matrimonio:


La comunidad de bautizados en matrimonio debe vivir en la pequeña comunidad que es la familia y que por extensión
es la comunidad eclesial. El bautizado necesita vivir su opción en una determinada comunidad eclesial para alimentar
y fortalecer la propia fe.

Diferencia con el matrimonio civil


Lo que le cualifica al matrimonio cristiano es que es de bautizados que viven su compromiso bautismal; ese
compromiso conlleva conversión continua para la santidad de los esposos. Además está la fe como opción personal,
es decir, el matrimonio cristiano es libre. Implica seguimiento y actuación consecuente. Es la respuesta humana del
don recibido. El matrimonio es una opción responsable, libre y amorosa por la otra persona para vivir la fe. Es una
opción definitiva, por tanto, una respuesta total.

Identidad entre matrimonio y sacramento:


En el matrimonio, partimos de una realidad humana (la unión matrimonial), que se asume como signo de una realidad
de orden cristológico y eclesial (la unión de Cristo con la Iglesia), sin abandonar la realidad de su natural condición.

En el matrimonio, el significado del sacramento (la unión de Cristo con la Iglesia) revierte sobre el propio signo (la unión
matrimonial) y viene a iluminar y fortalecer la realidad que constituye el signo y que afecta a la vida humana y a la
santidad de los esposos.

En el matrimonio, el signo no se limita a cumplir la función de significar una realidad nueva de orden salvífico, sino que
se ve revestido en su propia realidad natural de la gracia derivada de su significado, esto es, de la unión entre Cristo y
la Iglesia.

La sacramentalidad del matrimonio va referida a la propia realidad humana del matrimonio y a la condición de
bautizados de los contrayentes. Los bautizados celebran el sacramento del matrimonio al mismo tiempo que contraen
el matrimonio. El signo sacramental del matrimonio se identifica con la forma mediante la cual los contrayentes
expresan su voluntad de ser esposos.
10
-
Ahora bien, debemos preguntarnos todavía ¿qué otros elementos diferenciantes existen entre matrimonio y
sacramento del matrimonio? ¿Qué añade el sacramento cristiano del matrimonio, que no tenga éste ya por sí mismo?
Nos preguntamos pues de los elementos específicos del sacramento cristiano del matrimonio, que podemos
concretizarlos en los siguientes puntos:

Cualificación ontológica: bautismo. Por el bautismo se participa de modo explícito en el misterio de Cristo, se
pasa a ser miembro de la Iglesia, se comienza a vivir la vida nueva en el Espíritu. El bautismo es necesario
para la sacramentalidad cristiana y plena del matrimonio. Pero se trata de bautizados que asumen su fe.

- Cualificación personal: fe. El matrimonio es el “sí” comprometido de dos bautizados, pero de dos
bautizados creyentes (comprometido y testimonial). La fe, al ser el elemento constitutivo del sacramento,
es también el elemento condicionante par la validez del mismo.
- Cualificación eclesial: es consecuente con el bautismo y la fe. El bautizado creyente tiene conciencia de
que ser cristiano es vivir en cristiano con los demás, lo que significa sentir y compartir en comunidad; creer
no es asunto privado sino un asunto comunitario. Es justamente por esta eclesialidad de la fe y del
sacramento por la que se justifica la intervención de la Iglesia en su celebración.
En síntesis, el sacramento en sentido pleno no es el simple matrimonio natural, ni el mero matrimonio religioso, sino
el matrimonio de los bautizados creyentes. Bautismo, fe y partencia de la Iglesia no sólo son presupuestos externos
para la sacramentalidad plena del matrimonio, sino fundamento de su verdadera cualificación cristiana.

El matrimonio como sacramento cristiano


Para el creyente el matrimonio cristiano es el grado más perfecto de realización matrimonial, al que debe tender como
ideal evangélico, y como exigencia de su propia fe y pertenencia a la Iglesia. Sólo hay un verdadero y pleno sacramento
del matrimonio, en sentido propio y estricto: el de los cristianos bautizados y creyentes.

• Los planteos del papa san Juan Pablo II


La carta apostólica Familiaris consortio del papa san Juan Pablo II, en 1981 (DH 4700-4716), que lleva adelante el tema
de Humanae vitae, y con la Carta de los derechos de la familia, con particular insistencia en el matrimonio como fuente
de la humanidad y camino hacia la santidad y la plenitud del hombre en Dios.
Fragmento de la carta Familiaris consortio en donde se refiere explícitamente al matrimonio:

EL... DESIGNIO DE DIOS SOBRE EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA


11.- El hombre imagen de Dios Amor
Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza llamándolo a la existencia por amor, lo ha llamado al mismo tiempo
al amor. El amor es por tanto la vocación fundamental e innata de todo ser humano. El amor abarca también el cuerpo
humano y el cuerpo se hace participe del amor espiritual.
12. Matrimonio y comunión entre Dios y los hombres
Contenido fundamental de la Revelación y de la experiencia de fe de Israel, la infidelidad de Israel no destruye la
fidelidad eterna del Señor, el amor siempre fiel de Dios, es decir las relaciones de amor fiel que deben existir entre los
esposos.
13. Jesucristo esposo de la Iglesia, y el sacramento del matrimonio
El Espíritu que infunde el señor renueva el corazón y hace al hombre y a la mujer capaces de amarse como Cristo nos
amo.
14. Los hijos don preciosísimo del matrimonio
11
-
El matrimonio es el fundamento de la comunidad más amplia de la familia, el amor conyugal está ordenada a la
procreación y educación de la prole, al amor paterno está llamado a ser para los hijos el signo visible del mismo amor
de Dios del que proviene toda paternidad en el cielo v tierra7

7
http://www.mscperu.org/biblioteca/1pastoral/resumen/rfamilConsortio.htm
12

• Los planteos del papa Francisco en Amoris laetitia (La alegría del amor)

Capítulo tercero: “La mirada puesta en Jesús: la vocación de la familia”

El tercer capítulo está dedicado a algunos elementos esenciales de la enseñanza de la Iglesia a cerca del matrimonio y
la familia. La presencia de este capítulo es importante porque ilustra de manera sintética en 30 párrafos la vocación
de la familia según el Evangelio, así como fue entendida por la Iglesia en el tiempo, sobre todo sobre el tema de la
indisolubilidad, de la sacramentalidad del matrimonio, de la transmisión de la vida y de la educación de los hijos. Son
ampliamente citadas la Gaudium et spes del Vaticano II, la Humanae vitae de Pablo VI, la Familiares consortio de Juan
Pablo II.

La mirada es amplia e incluye también las “situaciones imperfectas”. Leemos de hecho: “El discernimiento de la
presencia de las ‘semina Verbi’’ en otras culturas puede ser aplicado también a la realidad matrimonial y familiar. Fuera
del verdadero matrimonio natural también hay elementos positivos presentes en las formas matrimoniales de otras
tradiciones religiosas’, aunque tampoco falten las sombras” . La reflexión incluye también a las “familias heridas” frente
a las cuales el Papa afirma –citando la Relatio finalis del Sínodo 2015- “siempre es necesario recordar un principio
general: “Sepan los pastores que, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones”. El grado de
responsabilidad no es igual en todos los casos, y puede haber factores que limitan la capacidad de decisión. Por lo
tanto, al mismo tiempo que la doctrina debe expresarse con claridad, hay que evitar los juicios que no toman en cuenta
la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa
de su condición”.

Capítulo cuarto: “El amor en el matrimonio”

El cuarto capítulo trata del amor en el matrimonio, y lo ilustra a partir del “himno al amor” de san Pablo en 1 Cor 13,4-
7. El capítulo es una verdadera y propia exégesis atenta, puntual, inspirada y poética del texto paulino. Podríamos decir
que se trata de una colección de fragmentos de un discurso amoroso que está atento a describir el amor humano en
términos absolutamente concretos. Uno se queda impresionado por la capacidad de introspección psicológica que
sella esta exégesis. La profundización psicológica entra en el mundo de las emociones de los conyugues –positivas y
negativas- y en la dimensión erótica del amor. Se trata de una contribución extremamente rica y preciosa para la vida
cristiana de los conyugues, que no tiene hasta ahora parangón en precedentes documentos papales.

A su modo este capítulo constituye un tratado dentro del desarrollo más amplio, plenamente consciente de la
cotidianidad del amor que es enemiga de todo idealismo: “no hay que arrojar sobre dos personas limitadas – escribe
el Pontífice- el tremendo peso de tener que reproducir de manera perfecta la unión que existe entre
Cristo y su Iglesia, porque el matrimonio como signo implica “un proceso dinámico, que avanza gradualmente con la
progresiva integración de los dones de Dios”. Pero por otra parte el Papa insiste de manera fuerte y decidida sobre el
hecho de que “en la naturaleza misma del amor conyugal está la apertura a lo definitivo”, propiamente al interior de
esa “combinación de alegrías y de fatigas, de tensiones y de reposo, de sufrimientos y de liberación, de satisfacciones
y de búsquedas, de fastidios y de placeres” es, precisamente, el matrimonio.

El capítulo se concluye con una reflexión muy importante sobre la “transformación del amor” porque “la prolongación
de la vida hace que se produzca algo que no era común en otros tiempos: la relación íntima y la pertenencia mutua
deben conservarse por cuatro, cinco o seis décadas, y esto se convierte en una necesidad de volver a elegirse una y
otra vez” . El aspecto físico cambia y la atracción amorosa no disminuye pero cambia: el deseo sexual con el tiempo se
puede transformar en deseo de intimidad y “complicidad”. “No podemos prometernos tener los mismos sentimientos
durante toda la vida. En cambio, sí podemos tener un proyecto común estable, comprometernos a amarnos y a vivir
unidos hasta que la muerte nos separe, y vivir siempre una rica intimidad”.8

8
https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2016/04/08/resumen.html
13
VII. APLICACIÓN PASTORAL

- remota: pastoral de los novios. Esto no implica necesariamente el matrimonio; es para la madurez humana.
- inmediata: pastoral prematrimonial. Destinada a preparar a los novios a su matrimonio, conduciéndoles a la
madurez del amor y de la fe necesario para que, asumiendo su pleno sentido humano y cristiano, puedan
responsabilizarse libre y conscientemente de sus compromisos y consecuencias.
- liturgia – celebrativa: la celebración en sí del sacramento matrimonial. Los contrayentes deben conocer qué es
lo que se lee y qué es lo que dicen o tienen que decir. Es explicación del rito.
- pos-matrimonial: que implica seguimiento y constante acompañamiento en las distintas vicisitudes y
circunstancias de la vida matrimonial.
- pastoral de los divorciados (no vuelto a casar): para el acompañamiento y seguimiento, pues forman parte de
la vida eclesial.
- pastoral de los divorciados vueltos a casar: que es una realidad compleja y vidriosa. Acompañamiento con
claridad de principio eclesial. Excomulgado de la penitencia y de la Eucaristía.

Los criterios de actuación pastoral con los que piden el sacramento han de ser los siguientes:
- Sólo Dios puede juzgar: la fe es una realidad misteriosa, imposible de medir humanamente. La obligación de
discernir no debe confundirse con la imposición al juzgar.
- Acoger no es celebrar: nadie deber ser rechazado. Acoger es recibir, escuchar, ayudar, compartir, alegrarse,
valorar…
- Ni rigoristas ni laxistas: ni el “todo” ni el “nada”.
- El derecho a casarse en la libertad: nunca se debe coacción la libertad en orden a una determinada decisión.
Respetar el derecho a casarse en la libertad es posibilitar una opción libre y consecuente, más allá de autoengaños o
condicionamientos.
- Una opción evangelizadora: ante cualquier situación y que tiende o a suscitar la fe inexistente con la
conversión, o a perfeccionar y renovar una fe mediocre con la opción personal y la inserción en la vida de la comunidad.
- Mejorar la oferta: el objetivo de la pastoral no es aumentar las exigencias, sino mejorar las ofertas, promover
medios y servicios adecuados a la necesidad y sensibilidad de los sujetos y a la naturaleza de aquello que quiere
celebrarse. Así se evitará tanto el “fariseísmo” de los responsables como la “frustración” de los sujetos.

Bibliografía
 ADNÉS, P., El misterio cristiano. El matrimonio, Herder, Barcelona 1973
 BOROBIO, D. (dir), La Celebración en la Iglesia II. Sacramentos, Sígueme, Salamanca 1988.
 Catecismo de la Iglesia Católica
 Código de Derecho Canónico  Magisterio de la Iglesia.
 MÜLLER, G., Dogmática, Herder, Barcelona 1998.
 NOCKE, F.-J., «Matrimonio» en: SCHNEIDER, T. (dir), Manual de Teología dogmática, Herder, Barcelona
1996.
 VATICANO II. Documentos
 VALLA, H., Mensaje cristiano, Don Bosco, Buenos Aires 2001
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