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1. El cuento de la lechera
“Érase una vez una joven lechera que llevaba un cubo de leche en la
cabeza, camino al mercado para venderla. Durante el camino, la soñadora
joven iba imaginando lo que podría lograr conseguir con la leche. Pensó
que en primer lugar y con el dinero de la venta compraría un canasto de
huevos, los cuales una vez eclosionaran le permitiría montar una pequeña
granja de pollos. Una vez estos crecieran podría venderlos, lo que le
daría dinero para comprarse un lechón.
Una vez este creciera la venta del animal bastaría para comprarse una
ternera, con la leche de la cual seguiría obteniendo beneficios y a su
vez podría tener terneros. Sin embargo, mientras iba pensando todas estas
cosas la joven tropezó, lo que provocó que el cántaro cayera el suelo y
se rompiera. Y con él, sus expectativas hacia lo que podría haber hecho
con ella.”
Este cuento, que cuenta con versiones de Esopo y La Fontaine (siendo este
último el que hemos reflejado), nos enseña la necesidad de vivir en el
presente y que a pesar de que soñar es necesario también debemos tener en
cuenta que ello no basta para lograr nuestros propósitos. Inicialmente,
es una pequeña historia que nos avisa de tener cuidado con que la
ambición no nos haga perder el sentido.
“Érase una vez un leñador el cual un día se dio cuenta que no tenía su
hacha. Sorprendido y con lágrimas en los ojos, se encontró cerca de su
casa al vecino, quien como siempre lo hacía le saludó sonriente y
amablemente.
Todo ello iba pensando el leñador, cada vez más convencido de haber
encontrado al culpable del hurto, cuando de repente se dió cuenta de que
sus pasos le habían llevado de nuevo al bosque donde había estado la
noche anterior.
“Érase una vez una pareja de granjeros que, un día, descubrieron en uno
de los nidos en los que criaban gallinas un huevo de oro macizo. La
pareja fue observando que el ave producía tal prodigio día tras día,
obteniendo cada día un huevo de oro.
Esta fábula, asociada a Esopo aunque también versionada por autores como
Samariaga o La Fontaine y que en ocasiones nos habla de una gallina y en
otras de un ganso, nos enseña la importancia de dejar de lado la codicia,
ya que nos puede conducir a perder lo que tenemos.
4. El maestro zen
“Érase una vez, durante una guerra civil en la época feudal, un pequeño
poblado en el que vivía un maestro zen. Un día, llegó a ellos la noticia
de que un temible general se dirigía en su dirección para invadir y tomar
la zona. El día anterior a la llegada del ejército toda la aldea huyó,
con la excepción del anciano maestro. Cuando llegó el general, tras
encontrar la aldea prácticamente desierta y sabiendo de la existencia del
anciano, ordenó que el maestro zen se personase ante él, pero este no lo
hizo.
“Había una vez un zorro que caminaba, sediento, por el bosque. Mientras
lo hacía vio en lo alto de la rama de un árbol un racimo de uvas, las
cuales deseó al instante al servirle para refrescarse y apagar su sed. El
zorro se acercó al árbol e intentó alcanzar las uvas, pero estaban
demasiado altas. Tras intentarlo una y otra vez sin conseguirlo, el zorro
finalmente se rindió y se alejó. Viendo que un pájaro había visto todo el
proceso se dijo en voz alta que en realidad no quería las uvas, dado aún
no estaban maduras, y que en realidad había cesado el intento de
alcanzarlas al comprobarlo.”
Otra interesante historia corta en forma de fábula que nos enseña que a
menudo nos intentamos convencer a nosotros mismos de no querer algo e
incluso llegamos a despreciar dicho algo por el hecho de que encontramos
difícil llegar a alcanzarlo.
6. El lobo y la grulla
Sin embargo, al pasar por una segunda aldea, los lugareños pusieron el
grito en el cielo de que el pobre niño fuera caminando mientras el hombre
mayor lo hacía cómodamente montado. Ambos decidieron entonces montar en
el animal. Pero al llegar a un tercer poblado los aldeanos criticaron
durante a ambos, acusándoles de cargar en exceso al pobre burro.
Este cuento tradicional nos enseña a tener en cuenta que debemos ser
fieles a nosotros mismos, y que hagamos lo que hagamos habrá alguien a
quien no le guste y nos critique: no podemos gustarle a todo el mundo, y
no debemos obsesionarnos con agradar al prójimo.
8. La felicidad escondida
Esta hermosa historia en forma de cuento refleja algo que está muy
presente en la sociedad actual: solemos buscar la felicidad
constantemente como si fuera algo externo que podemos alcanzar, cuando en
realidad la encontramos precisamente cuando no la estamos buscando sino
disfrutando del aquí y el ahora.
“Hubo una vez una gaviota, la cual descendió volando a uno de los
suburbios de la capital de Lu. El marqués de la zona se afanó en
agasajarla y darle la bienvenida en el templo, preparando para ella la
mejor música y grandes sacrificios. Sin embargo, el ave estaba aturdida y
triste, no probando la carne o el vino. Tres días después murió. El
marqués de Lu agasajó a la gaviota tal y como a él le hubiese gustado
serlo, no como al ave le hubiese gustado”
Esta historia corta nos cuenta algo muy importante: a menudo no tenemos
en cuenta que nuestras necesidades y gustos no tienen porqué ser los
mismos que los de los demás (y de hecho pueden ser directamente opuestos
a los propios), siendo necesario que prestemos atención a lo que el otro
necesita por tal de poder ayudarle o agasajarle de verdad.
“Érase una vez un anciano campesino de gran sabiduría, el cual vivía con
su hijo y que poseía un caballo. Un día el corcel escapó del lugar, algo
que hizo que los vecinos fueran a consolarles ante su mala suerte. Pero
ante sus palabras de consuelo, el anciano campesino les respondió que lo
único verdadero es que el caballo había escapado, y si eso era buena o
mala suerte sería el tiempo lo que lo dictaminaría.
Poco después el caballo regresó con sus dueños, acompañado de una hermosa
yegua. Los vecinos corrieron a felicitarle por su buena suerte. Sin
embargo, el anciano les respondió que en realidad lo único que sí era
cierto era que el caballo había regresado con la yegua, y si esto era
malo o bueno el tiempo lo diría.
“Hubo una vez un cojo y un ciego que iban paseando juntos cuando se
encontraron un río, el cual ambos debían cruzar. El cojo le dijo al ciego
que él no podría llegar a la otra orilla, a lo que el ciego respondió que
él sí podría pasar pero ante su falta de visión podría resbalar.
Ante ello, se les ocurrió una gran idea: el hombre ciego sería quien
llevaría la marcha y sostendría a ambos con sus piernas, mientras que el
hombre cojo sería los ojos de ambos y podría guiar a ambos durante el
cruce. Subiendo el cojo encima del ciego, ambos procedieron a cruzar
cuidadosamente el río, lográndolo con éxito y consiguiendo alcanzar la
otra orilla sin dificultades.”
Esta pequeña historia, que cuenta con otras variantes (como por ejemplo
que en vez de cruzar un río ambos tienen que escapar de un incendio), nos
sirve para entender la importancia de colaborar y cooperar con los demás,
algo que permite aunar las habilidades de todos para alcanzar un proyecto
común.
“Cuenta una leyenda de los Sioux que hubo una vez una joven pareja
formada por Toro Bravo y Nube Azul, que se amaban profundamente.
Queriendo permanecer unidos por siempre, ambos acudieron al anciano de la
tribu con el fin de que les proporcionara un talismán por tal de estar
siempre juntos.
El anciano indicó a la joven Nube Azul que acudiera sola a la montaña del
norte y capturase con una red al mejor halcón que allí viviese, mientras
que a Toro Bravo le dirigió a la montaña del sur para atrapar al águila
más poderosa. Ambos jóvenes se esforzaron duramente y lograron capturar
cada uno a la mejor ave de cada una de las montañas.
Hecho esto, el anciano les indicó que ataran las patas del halcón y el
águila entre sí y luego las dejaran volar en libertad. Así lo hicieron,
pero al estar atadas ambas aves cayeron al suelo sin poder volar con
normalidad. Tras varios intentos, ambas empezaron a agredirse entre sí.
El anciano hizo a la pareja ver esto, y les indicó que el talismán era el
aprendizaje de que debían volar juntos, pero nunca atados si no querían
terminar dañándose el uno al otro.”
Este leyenda de los Sioux pretende hacernos ver que el amor no implica
estar siempre y en todo momento juntos hasta el punto de depender el uno
del otro, sino que debemos aprender a compartir nuestra vida pero
conservando nuestra individualidad y no fomentar actitudes de dependencia
o codependencia.
“Había una vez dos amigos que caminaban por el desierto, tras haber
perdido a sus camellos y habiendo pasado días sin probar bocado. Un día,
surgió una discusión entre ellos en el que uno de los dos increpó al otro
por haber elegido la ruta equivocada (si bien la decisión había sido
conjunta) y en un arrebato de ira le dió una bofetada. El agredido no
dijo nada, pero escribió en la arena que en ese día su mejor amigo le
había pegado una bofetada (una reacción que sorprendió al primero).
Esta hermosa leyenda de origen árabe nos indica que lo que debemos
valorar y mantener frescas en nuestra memoria son las cosas buenas que
los demás hacen, mientras que las marcas que nos dejan las malas debemos
intentar desdibujarlas y perdonarlas con el tiempo.
“ Había una vez un enorme tigre que cazaba en los bosques de China. El
poderoso animal se topó y empezó a atacar a un pequeño zorro, el cual
ante el peligro únicamente tuvo como opción recurrir a la astucia. Así,
el zorro le increpó y le indicó que no sabía hacerle daño puesto que él
era el rey de los animales por designio del emperador del cielo.
“Había una vez un rey el cual amaba los animales, que un día recibió como
regalo dos hermosas crías de halcón. El rey los entregó a un maestro
cetrero para que los alimentara, cuidara y entrenara. Pasó el tiempo y
después de unos meses en los que los halcones crecieron el cetrero pidió
una audiencia con el rey para explicarle que si bien uno de los halcones
había alzado ya el vuelo con normalidad, el otro había permanecido en la
misma rama desde que llegó, no emprendiendo el vuelo en ningún momento.
Ello preocupó en gran medida al rey, que mandó llamar a múltiples
expertos para solucionar el problema del ave. Sin éxito.
Una breve historia que nos sirve para entender que a veces nos creemos
incapaces de hacer las cosas por miedo, a pesar de que la experiencia
demuestra más que a menudo que en el fondo sí tenemos la capacidad para
conseguir realizarlas: el ave no confiaba en sus posibilidades para volar
pero una vez se puso a prueba no le quedó más remedio que intentarlo,
algo que le condujo al éxito.