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Las 15 mejores historias cortas (para aprender leyendo)

Narraciones sencillas que transmiten mensajes con los que se aprenden


valores y principios de vida.

A lo largo de la historia y desde la invención de la escritura, han sido


múltiples los ejemplos de autores que a través de esta han dado rienda
suelta a su imaginación con el fin de expresar sus sentimientos,
emociones y pensamientos. Muchos de ellos han plasmado diferentes
creencias, valores y maneras de hacer o vivir, algunos incluso en un
corto espacio.

Se trata de historias cortas, de gran valor, de las cuales a lo largo de


este artículo os ofrecemos una quincena para aprender leyendo.

15 historias cortas con las que aprender

A continuación os dejamos con un total de quince ejemplos de historias


cortas y microrrelatos, muchos de los cuales han sido elaborados por
grandes autores de diferentes épocas, y que tratan gran diversidad de
temáticas.

1. El cuento de la lechera

“Érase una vez una joven lechera que llevaba un cubo de leche en la
cabeza, camino al mercado para venderla. Durante el camino, la soñadora
joven iba imaginando lo que podría lograr conseguir con la leche. Pensó
que en primer lugar y con el dinero de la venta compraría un canasto de
huevos, los cuales una vez eclosionaran le permitiría montar una pequeña
granja de pollos. Una vez estos crecieran podría venderlos, lo que le
daría dinero para comprarse un lechón.

Una vez este creciera la venta del animal bastaría para comprarse una
ternera, con la leche de la cual seguiría obteniendo beneficios y a su
vez podría tener terneros. Sin embargo, mientras iba pensando todas estas
cosas la joven tropezó, lo que provocó que el cántaro cayera el suelo y
se rompiera. Y con él, sus expectativas hacia lo que podría haber hecho
con ella.”

Este cuento, que cuenta con versiones de Esopo y La Fontaine (siendo este
último el que hemos reflejado), nos enseña la necesidad de vivir en el
presente y que a pesar de que soñar es necesario también debemos tener en
cuenta que ello no basta para lograr nuestros propósitos. Inicialmente,
es una pequeña historia que nos avisa de tener cuidado con que la
ambición no nos haga perder el sentido.

Asimismo, en algunas adaptaciones se incluye también un diálogo posterior


entre la lechera y su madre, quien le cuenta que gracias a tener
fantasías parecidas pudo lograr montar una granja: en este caso es una
reflexión de que necesitamos soñar y ambicionar, pero cuidando lo que
hacemos para llegar a cumplir los objetivos, además de no rendirnos ante
el primer tropiezo u obstáculo.
2. La sospecha

“Érase una vez un leñador el cual un día se dio cuenta que no tenía su
hacha. Sorprendido y con lágrimas en los ojos, se encontró cerca de su
casa al vecino, quien como siempre lo hacía le saludó sonriente y
amablemente.

Mientras éste entraba en su casa, el leñador de repente empezó a


sospechar y pensar que tal vez hubiese sido el vecino quien le había
robado el hacha. De hecho, ahora que lo pensaba bien su sonrisa parecía
nerviosa, tenía una mirada extraña e incluso hubiese dicho que le
temblaban las manos. Bien pensado, el vecino tenía la misma expresión que
un ladrón, caminaba como un ladrón y hablaba como un ladrón.

Todo ello iba pensando el leñador, cada vez más convencido de haber
encontrado al culpable del hurto, cuando de repente se dió cuenta de que
sus pasos le habían llevado de nuevo al bosque donde había estado la
noche anterior.

De pronto, tropezó con algo duro y cayó. Cuando miró al suelo...encontró


su hacha! El leñador volvió de nuevo a su hogar con el hacha, arrepentido
de sus sospechas, y cuando vio de nuevo a su vecino vio que su expresión,
andar y manera de hablar eran (y habían sido en todo momento) las de
siempre.”

Esta historia corta, la cual forma parte de muchas tradiciones pero al


parecer tiene su origen en China, nos sirve para aprender que a veces
nuestros pensamientos y sospechas nos hacen tener percepciones
distorsionadas de la realidad, pudiendo llegar a malinterpretar
situaciones y personas con gran facilidad. También nos enseña a no acusar
a alguien gratuitamente hasta tener pruebas reales de aquello de lo que
le acusamos.

3. La gallina de los huevos de oro

“Érase una vez una pareja de granjeros que, un día, descubrieron en uno
de los nidos en los que criaban gallinas un huevo de oro macizo. La
pareja fue observando que el ave producía tal prodigio día tras día,
obteniendo cada día un huevo de oro.

Reflexionando sobre qué era lo que hacía que la gallina en cuestión


tuviese esa habilidad, sospecharon que que ésta poseía oro en su
interior. Para comprobarlo y obtener todo el oro de una vez, mataron a la
gallina y la abrieron, descubriendo para su sorpresa que por dentro la
prodigiosa ave era igual a las demás. Y también se dieron cuenta que, en
su ambición, habían acabado con aquello que les había estado
enriqueciendo.”

Esta fábula, asociada a Esopo aunque también versionada por autores como
Samariaga o La Fontaine y que en ocasiones nos habla de una gallina y en
otras de un ganso, nos enseña la importancia de dejar de lado la codicia,
ya que nos puede conducir a perder lo que tenemos.

4. El maestro zen

“Érase una vez, durante una guerra civil en la época feudal, un pequeño
poblado en el que vivía un maestro zen. Un día, llegó a ellos la noticia
de que un temible general se dirigía en su dirección para invadir y tomar
la zona. El día anterior a la llegada del ejército toda la aldea huyó,
con la excepción del anciano maestro. Cuando llegó el general, tras
encontrar la aldea prácticamente desierta y sabiendo de la existencia del
anciano, ordenó que el maestro zen se personase ante él, pero este no lo
hizo.

El general se dirigió rápidamente hacia el templo donde el maestro


descansaba. Furioso, el general sacó su espada y se la acercó a la cara,
gritándole que si no se daba cuenta de que estaba simplemente parado
delante de quien podría atravesarle en un instante. Con total
tranquilidad, el anciano maestro le contestó que precisamente el general
estaba ante alguien que podía ser atravesado en un instante. El general,
sorprendido y confuso, terminó haciéndole una reverencia y marchándose
del lugar.”

Esta historia corta refleja la cualidad del autocontrol emocional y el


valor de tener la capacidad de mantenerse sereno en cualquier
circunstancia. La cuestión es que cualquier cosa puede pasarnos en
cualquier momento, y perturbarnos ante ello no nos conduce a nada.

5. El zorro y las uvas

“Había una vez un zorro que caminaba, sediento, por el bosque. Mientras
lo hacía vio en lo alto de la rama de un árbol un racimo de uvas, las
cuales deseó al instante al servirle para refrescarse y apagar su sed. El
zorro se acercó al árbol e intentó alcanzar las uvas, pero estaban
demasiado altas. Tras intentarlo una y otra vez sin conseguirlo, el zorro
finalmente se rindió y se alejó. Viendo que un pájaro había visto todo el
proceso se dijo en voz alta que en realidad no quería las uvas, dado aún
no estaban maduras, y que en realidad había cesado el intento de
alcanzarlas al comprobarlo.”

Otra interesante historia corta en forma de fábula que nos enseña que a
menudo nos intentamos convencer a nosotros mismos de no querer algo e
incluso llegamos a despreciar dicho algo por el hecho de que encontramos
difícil llegar a alcanzarlo.

6. El lobo y la grulla

“Érase una vez un lobo el cual, comiendo carne, sufrió el atasco de un


hueso en su garganta. Esta empezó a hinchársele y a generarla gran dolor,
corriendo el lobo desesperado intentando sacárselo o encontrar ayuda.
Durante su camino encontró una grulla, a la cual tras explicarle la
situación suplicó ayuda prometiéndole darle lo que le pidiera. A pesar de
que desconfiaba, la grulla aceptó con la condición de que el lobo
cumpliera lo pactado. El ave procedió a introducir su cabeza por su
garganta, consiguiendo que el hueso se desprendiera. Se retiró y observó
como el lobo se recuperaba, pudiendo ahora respirar con normalidad, tras
lo cual le pidió que cumpliera con lo prometido. Sin embargo el lobo
contestó que suficiente recompensa era no haberla devorado pese a haberla
tenido entre sus dientes.”

Esta fábula de Esopo (si bien también se encuentra una versión en la


tradición de la India en que en vez de un lobo el animal en apuros es un
león), nos enseña que no siempre podemos fiarnos de lo que nos dicen y
prometen los demás, dado que habrá quien nos será ingrato o incluso quien
nos mentirá y manipulará para lograr sus propósitos sin valorar el propio
esfuerzo.

7. El viejo, el niño y el burro

“Érase una vez un abuelo y un nieto que decidieron emprender un viaje


junto con un burro. Inicialmente el anciano hizo que el niño montara en
el animal, con el fin de que no se cansara. Sin embargo, al llegar a una
aldea, los lugareños empezaron a comentar y criticar que el anciano
tuviera que ir al pie mientras que el niño, más joven y vital, fuera
montado. Las críticas hicieron que finalmente abuelo y nieto cambiaran
posiciones, yendo ahora el anciano montado sobre el burro y el niño
caminando al lado.

Sin embargo, al pasar por una segunda aldea, los lugareños pusieron el
grito en el cielo de que el pobre niño fuera caminando mientras el hombre
mayor lo hacía cómodamente montado. Ambos decidieron entonces montar en
el animal. Pero al llegar a un tercer poblado los aldeanos criticaron
durante a ambos, acusándoles de cargar en exceso al pobre burro.

Ante esto, el anciano y su nieto decidieron ir ambos a pie, caminando al


lado del animal. Pero en un cuarto pueblo se rieron de ellos, dado que
disponían de una montura y ninguno de ellos viajaba en ella. El abuelo
aprovechó la situación para hacer ver a su nieto el hecho de que,
hicieran lo que hicieran, siempre habría alguien a quien le parecería mal
y que lo importante no era lo que otros dijeran, sino lo que creyera una
mismo.”

Este cuento tradicional nos enseña a tener en cuenta que debemos ser
fieles a nosotros mismos, y que hagamos lo que hagamos habrá alguien a
quien no le guste y nos critique: no podemos gustarle a todo el mundo, y
no debemos obsesionarnos con agradar al prójimo.

8. La felicidad escondida

“En el inicio de los tiempos, antes de que la humanidad poblara la


Tierra, los distintos dioses se reunieron con el fin de preparar la
creación del ser humano, a su imagen y semejanza. Sin embargo uno de
ellos se dió cuenta de que si los hacían exactamente iguales a ellos, en
realidad estarían creando nuevos dioses, con lo que deberían quitarle
algo de tal manera que se diferenciara de ellos. Tras pensarlo
detenidamente, otro de los presentes propuso quitarles la felicidad y
esconderla en un lugar donde no pudieran encontrarla nunca.

Otro de ellos propuso esconderla en el monte más alto, pero se dieron


cuenta de que al tener fuerza, la humanidad podría llegar a subir y
hallarla. Otro propuso que la ocultaran debajo del mar, pero dado que la
humanidad poseería curiosidad podría llegar a construir algo para llegar
a las profundidades marinas y encontrarla. Un tercero propuso llevar la
felicidad a un planeta lejano, pero otros concluyeron que dado que el ser
humano tendrá inteligencia podrá construir naves espaciales que puedan
llegar a alcanzarla.

El último de los dioses, que había permanecido en silencio hasta


entonces, tomó la palabra para indicar que sabía un lugar donde no la
encontrarían: propuso que escondieran la felicidad dentro del propio ser
humano, de tal modo que este estaría tan ocupado buscando fuera que jamás
la hallaría. Estando todos de acuerdo con ello, así lo hicieron. Este el
motivo por el cual el ser humano se pasa la vida buscando la felicidad,
sin saber que en realidad está en sí mismo.”

Esta hermosa historia en forma de cuento refleja algo que está muy
presente en la sociedad actual: solemos buscar la felicidad
constantemente como si fuera algo externo que podemos alcanzar, cuando en
realidad la encontramos precisamente cuando no la estamos buscando sino
disfrutando del aquí y el ahora.

9. El pájaro víctima de la bondad

“Hubo una vez una gaviota, la cual descendió volando a uno de los
suburbios de la capital de Lu. El marqués de la zona se afanó en
agasajarla y darle la bienvenida en el templo, preparando para ella la
mejor música y grandes sacrificios. Sin embargo, el ave estaba aturdida y
triste, no probando la carne o el vino. Tres días después murió. El
marqués de Lu agasajó a la gaviota tal y como a él le hubiese gustado
serlo, no como al ave le hubiese gustado”

Esta historia corta nos cuenta algo muy importante: a menudo no tenemos
en cuenta que nuestras necesidades y gustos no tienen porqué ser los
mismos que los de los demás (y de hecho pueden ser directamente opuestos
a los propios), siendo necesario que prestemos atención a lo que el otro
necesita por tal de poder ayudarle o agasajarle de verdad.

10. El caballo perdido del anciano sabio

“Érase una vez un anciano campesino de gran sabiduría, el cual vivía con
su hijo y que poseía un caballo. Un día el corcel escapó del lugar, algo
que hizo que los vecinos fueran a consolarles ante su mala suerte. Pero
ante sus palabras de consuelo, el anciano campesino les respondió que lo
único verdadero es que el caballo había escapado, y si eso era buena o
mala suerte sería el tiempo lo que lo dictaminaría.

Poco después el caballo regresó con sus dueños, acompañado de una hermosa
yegua. Los vecinos corrieron a felicitarle por su buena suerte. Sin
embargo, el anciano les respondió que en realidad lo único que sí era
cierto era que el caballo había regresado con la yegua, y si esto era
malo o bueno el tiempo lo diría.

Tiempo después el hijo del campesino intentó montar a la yegua, aún


salvaje, de tal manera que se cayó de la montura y se rompió la pierna.
Según el médico, la rutpura le provocaría una cojera permanente. Los
vecinos volvieron a consolar a ambos, pero también en esta ocasión el
anciano campesino dictaminaría que lo único que se sabía en verdad era
que su hijo se había roto una pierna, y que si ello era bueno o malo aún
estaba por verse.

Finalmente, llegó un día en que se inició una sangrienta guerra en la


región. Se empezó a reclutar a todos los jóvenes, pero al ver la cojera
del hijo del campesino los soldados que fueron a reclutarle decidieron
que no era apto para el combate, algo que provocó que no fuera reclutado
y pudiera permanecer sin combatir.

La reflexión que el anciano le hizo ver a su hijo en base a todo lo


ocurrido es que los hechos no son buenos o malos en sí mismos, sino que
lo son nuestras expectativas y percepción de ellos: la huida del caballo
trajo a la yegua, lo que a su vez supuso la rotura de su pierna y
asimismo ello condujo a una cojera permanente era lo que ahora le salvaba
la vida.”

Esta conocida historia, bastante autoexplicativa, nos narra cómo nuestra


consideración y valoración de lo que nos ocurre a veces puede estar
sesgada, ya que el propio suceso no es ni bueno ni malo per se, y cómo lo
que a veces vemos como algo positivo o negativo puede llevarnos a lugares
insospechados.

11. El cojo y el ciego

“Hubo una vez un cojo y un ciego que iban paseando juntos cuando se
encontraron un río, el cual ambos debían cruzar. El cojo le dijo al ciego
que él no podría llegar a la otra orilla, a lo que el ciego respondió que
él sí podría pasar pero ante su falta de visión podría resbalar.

Ante ello, se les ocurrió una gran idea: el hombre ciego sería quien
llevaría la marcha y sostendría a ambos con sus piernas, mientras que el
hombre cojo sería los ojos de ambos y podría guiar a ambos durante el
cruce. Subiendo el cojo encima del ciego, ambos procedieron a cruzar
cuidadosamente el río, lográndolo con éxito y consiguiendo alcanzar la
otra orilla sin dificultades.”

Esta pequeña historia, que cuenta con otras variantes (como por ejemplo
que en vez de cruzar un río ambos tienen que escapar de un incendio), nos
sirve para entender la importancia de colaborar y cooperar con los demás,
algo que permite aunar las habilidades de todos para alcanzar un proyecto
común.

12. La leyenda de Toro Bravo y Nube Azul

“Cuenta una leyenda de los Sioux que hubo una vez una joven pareja
formada por Toro Bravo y Nube Azul, que se amaban profundamente.
Queriendo permanecer unidos por siempre, ambos acudieron al anciano de la
tribu con el fin de que les proporcionara un talismán por tal de estar
siempre juntos.

El anciano indicó a la joven Nube Azul que acudiera sola a la montaña del
norte y capturase con una red al mejor halcón que allí viviese, mientras
que a Toro Bravo le dirigió a la montaña del sur para atrapar al águila
más poderosa. Ambos jóvenes se esforzaron duramente y lograron capturar
cada uno a la mejor ave de cada una de las montañas.

Hecho esto, el anciano les indicó que ataran las patas del halcón y el
águila entre sí y luego las dejaran volar en libertad. Así lo hicieron,
pero al estar atadas ambas aves cayeron al suelo sin poder volar con
normalidad. Tras varios intentos, ambas empezaron a agredirse entre sí.
El anciano hizo a la pareja ver esto, y les indicó que el talismán era el
aprendizaje de que debían volar juntos, pero nunca atados si no querían
terminar dañándose el uno al otro.”

Este leyenda de los Sioux pretende hacernos ver que el amor no implica
estar siempre y en todo momento juntos hasta el punto de depender el uno
del otro, sino que debemos aprender a compartir nuestra vida pero
conservando nuestra individualidad y no fomentar actitudes de dependencia
o codependencia.

13. La Arena y la Piedra

“Había una vez dos amigos que caminaban por el desierto, tras haber
perdido a sus camellos y habiendo pasado días sin probar bocado. Un día,
surgió una discusión entre ellos en el que uno de los dos increpó al otro
por haber elegido la ruta equivocada (si bien la decisión había sido
conjunta) y en un arrebato de ira le dió una bofetada. El agredido no
dijo nada, pero escribió en la arena que en ese día su mejor amigo le
había pegado una bofetada (una reacción que sorprendió al primero).

Posteriormente ambos llegaron a un oasis, en el cual decidieron bañarse.


En ello estaban cuando el anteriormente agredido empezó a ahogarse, a lo
que el otro respondió rescatándole. El joven le agradeció la ayuda y
posteriormente, con un cuchillo, escribió sobre una piedra que su mejor
amigo le había salvado la vida.

El primero, curioso, le preguntó a su compañero por qué cuando le había


pegado el había escrito en la arena y ahora lo hacía en una piedra. El
segundo le sonrió y le contestó que cuando alguien le hacía algo malo
intentaba escribirlo sobre la arena por tal de que la marca fuera borrada
por el viento, mientras que cuando alguien hacía algo bueno prefería
dejarlo grabado en piedra, donde permanecerá por siempre.”

Esta hermosa leyenda de origen árabe nos indica que lo que debemos
valorar y mantener frescas en nuestra memoria son las cosas buenas que
los demás hacen, mientras que las marcas que nos dejan las malas debemos
intentar desdibujarlas y perdonarlas con el tiempo.

14. El zorro y el tigre

“ Había una vez un enorme tigre que cazaba en los bosques de China. El
poderoso animal se topó y empezó a atacar a un pequeño zorro, el cual
ante el peligro únicamente tuvo como opción recurrir a la astucia. Así,
el zorro le increpó y le indicó que no sabía hacerle daño puesto que él
era el rey de los animales por designio del emperador del cielo.

Asimismo le indicó que si no le creía le acompañara: así vería como todos


los animales huían atemorizados al verle llegar. El tigre así lo hizo,
observando en efecto como a su paso los animales escapaban. Lo que no
sabía era que esto no era debido a que estuvieran confirmando las
palabras del zorro (algo que el tigre acabó por creer), sino que de hecho
huían de la presencia del felino.”

Esta fábula de origen chino nos enseña que la inteligencia y la astucia


resultan mucho más útiles que el mero poderío físico o la fuerza.

15. Los dos halcones

“Había una vez un rey el cual amaba los animales, que un día recibió como
regalo dos hermosas crías de halcón. El rey los entregó a un maestro
cetrero para que los alimentara, cuidara y entrenara. Pasó el tiempo y
después de unos meses en los que los halcones crecieron el cetrero pidió
una audiencia con el rey para explicarle que si bien uno de los halcones
había alzado ya el vuelo con normalidad, el otro había permanecido en la
misma rama desde que llegó, no emprendiendo el vuelo en ningún momento.
Ello preocupó en gran medida al rey, que mandó llamar a múltiples
expertos para solucionar el problema del ave. Sin éxito.

Desesperado, decidió ofrecer una recompensa a quien lograra que el ave


consiguiera volar. Al día siguiente el rey pudo ver cómo el ave ya no
estaba en su rama, sino que volaba libremente por la región. El soberano
mandó llamar al autor de tal prodigio, encontrándose con que quien lo
había logrado era un joven campesino. Poco antes de entregarle su
recompensa, el rey le preguntó cómo lo había logrado. El campesino le
contestó que simplemente había partido la rama, no quedándole otra opción
al halcón que echar a volar.”

Una breve historia que nos sirve para entender que a veces nos creemos
incapaces de hacer las cosas por miedo, a pesar de que la experiencia
demuestra más que a menudo que en el fondo sí tenemos la capacidad para
conseguir realizarlas: el ave no confiaba en sus posibilidades para volar
pero una vez se puso a prueba no le quedó más remedio que intentarlo,
algo que le condujo al éxito.

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