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Refranes

1. De tal palo, tal astilla.


Refrán que nos habla de la similitud entre dos familiares, normalmente padre e hijo o madre e
hija.
2. Al mal tiempo, buena cara.
Refrán que nos indica que ante las adversidades debemos tener una actitud positiva.
3. A llorar al valle.
Que vayan a contar sus penas a otro.
4. No es oro todo lo que reluce.
Algo que parece muy bueno puede no serlo si se conoce en profundidad.
5. Dinero llama dinero.
Tener cierto capital inicial nos hará más propensos a generar más riqueza.

POEMAS

'EL SALMÓN'
Detrás de un salmón
nada un tiburón,
lo caza en Alaska
cansados los dos.
 
Asustado grita:
¡Nooo!, por favor,
mi vida es muy corta
¡Muestra compasión!
 
Abriendo su boca
lo deja escapar
y corriente arriba
lo ha visto nadar.
 
EL GRILLO Y LA LUNA.

Un grillo cantaba
cri cri muy contento,
mirando a la luna
en el firmamento.
 
Cri cri le cantaba
«eres la más bella»
y la luna reía
junto a las estrellas.
 
Cri cri le cantaba
«eres tan hermosa»
y la luna brillaba
creyéndose diosa.
 
EL CONEJITO CON GAFAS
Han puesto gafas de ver
a un pequeño conejito
y brincando va a la escuela,
contento, dando saltitos.
 
¿Ves las letras con las gafas?
- Le pregunta el profesor -
y contestó el conejito:
¡Veo ahora mucho mejor!
 
TRISTE MARIPOSA LINDA. POESÍA DE ANIMALES PARA NIÑOS

Volando de flor en flor


la vieron en primavera,
envidiaron su hermosura
y no vieron su ceguera.
 
Sus grandes ojos oscuros
dejaban ver su tristeza,
aún siendo una mariposa
de extraordinaria belleza.
 
Triste mariposa linda
entre todas la más bella,
aunque sus ojos no vean
todos la miran a ella.
 
EL LEÓN CALVO. DIVERTIDA POESÍA PARA NIÑOS

Hubo un león en la selva


que se hizo famoso pronto,
porque nació sin melena
y sin un pelo de tonto
 
Y creían en la selva
que estaría acomplejado,
pero siempre estaba alegre
rugiendo de lado a lado.
 
Como el león era calvo
todos así lo llamaron
y por ser un gran ejemplo
como rey lo proclamaron.

Trabalenguas

1. Cuento cuentos,
cuenta cuentas.
¡Cuántos cuentos!
¿Cuántas cuentas?

2. Se me lenguó la traba
y palabróseme la yerra:
eso le pasa a cualquiera.
3. Si tú dices como yo
la lengua se te hace un nudo.
Tres pollos pelos peludos,
tres peludos pollos pelos.

4. Paco compró copas.


Como pocas copas compró,
pocas copas pagó.

5. Col, caracol y ajo;


ajo, caracol y col;
col, caracol y ajo;
ajo, caracol y col.

1. El cuento de la lechera
“Érase una vez una joven lechera que llevaba un cubo de leche en la cabeza, camino al
mercado para venderla. Durante el camino, la soñadora joven iba imaginando lo que podría
lograr conseguir con la leche. Pensó que en primer lugar y con el dinero de la venta compraría
un canasto de huevos, los cuales una vez eclosionaran le permitiría montar una pequeña
granja de pollos. Una vez estos crecieran podría venderlos, lo que le daría dinero para
comprarse un lechón.
Una vez este creciera la venta del animal bastaría para comprarse una ternera, con la leche de
la cual seguiría obteniendo beneficios y a su vez podría tener terneros. Sin embargo, mientras
iba pensando todas estas cosas la joven tropezó, lo que provocó que el cántaro cayera el suelo
y se rompiera. Y con él, sus expectativas hacia lo que podría haber hecho con ella.”
Este cuento, que cuenta con versiones de Esopo y La Fontaine (siendo este último el que
hemos reflejado), nos enseña la necesidad de vivir en el presente y que a pesar de que soñar
es necesario también debemos tener en cuenta que ello no basta para lograr nuestros
propósitos. Inicialmente, es una pequeña historia que nos avisa de tener cuidado con que la
ambición no nos haga perder el sentido.
Asimismo, en algunas adaptaciones se incluye también un diálogo posterior entre la lechera
y su madre, quien le cuenta que gracias a tener fantasías parecidas pudo lograr montar una
granja: en este caso es una reflexión de que necesitamos soñar y ambicionar, pero cuidando lo
que hacemos para llegar a cumplir los objetivos, además de no rendirnos ante el primer
tropiezo u obstáculo.
2. La sospecha
“Érase una vez un leñador el cual un día se dio cuenta que no tenía su hacha. Sorprendido y
con lágrimas en los ojos, se encontró cerca de su casa al vecino, quien como siempre lo hacía le
saludó sonriente y amablemente.
Mientras éste entraba en su casa, el leñador de repente empezó a sospechar y pensar que tal
vez hubiese sido el vecino quien le había robado el hacha. De hecho, ahora que lo pensaba
bien su sonrisa parecía nerviosa, tenía una mirada extraña e incluso hubiese dicho que le
temblaban las manos. Bien pensado, el vecino tenía la misma expresión que un ladrón,
caminaba como un ladrón y hablaba como un ladrón.
Todo ello iba pensando el leñador, cada vez más convencido de haber encontrado al culpable
del hurto, cuando de repente se dió cuenta de que sus pasos le habían llevado de nuevo al
bosque donde había estado la noche anterior.
De pronto, tropezó con algo duro y cayó. Cuando miró al suelo...encontró su hacha! El leñador
volvió de nuevo a su hogar con el hacha, arrepentido de sus sospechas, y cuando vio de nuevo
a su vecino vio que su expresión, andar y manera de hablar eran (y habían sido en todo
momento) las de siempre.”
Esta historia corta, la cual forma parte de muchas tradiciones pero al parecer tiene su origen
en China, nos sirve para aprender que a veces nuestros pensamientos y sospechas nos hacen
tener percepciones distorsionadas de la realidad, pudiendo llegar a malinterpretar situaciones
y personas con gran facilidad. También nos enseña a no acusar a alguien gratuitamente hasta
tener pruebas reales de aquello de lo que le acusamos.
3. La gallina de los huevos de oro
“Érase una vez una pareja de granjeros que, un día, descubrieron en uno de los nidos en los
que criaban gallinas un huevo de oro macizo. La pareja fue observando que el ave producía tal
prodigio día tras día, obteniendo cada día un huevo de oro.
Reflexionando sobre qué era lo que hacía que la gallina en cuestión tuviese esa habilidad,
sospecharon que que ésta poseía oro en su interior. Para comprobarlo y obtener todo el oro
de una vez, mataron a la gallina y la abrieron, descubriendo para su sorpresa que por dentro la
prodigiosa ave era igual a las demás. Y también se dieron cuenta que, en su ambición, habían
acabado con aquello que les había estado enriqueciendo.”
Esta fábula, asociada a Esopo aunque también versionada por autores como Samariaga o La
Fontaine y que en ocasiones nos habla de una gallina y en otras de un ganso, nos enseña la
importancia de dejar de lado la codicia, ya que nos puede conducir a perder lo que tenemos.
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4. El maestro zen
“Érase una vez, durante una guerra civil en la época feudal, un pequeño poblado en el que
vivía un maestro zen. Un día, llegó a ellos la noticia de que un temible general se dirigía en su
dirección para invadir y tomar la zona. El día anterior a la llegada del ejército toda la aldea
huyó, con la excepción del anciano maestro. Cuando llegó el general, tras encontrar la aldea
prácticamente desierta y sabiendo de la existencia del anciano, ordenó que el maestro zen se
personase ante él, pero este no lo hizo.
El general se dirigió rápidamente hacia el templo donde el maestro descansaba. Furioso, el
general sacó su espada y se la acercó a la cara, gritándole que si no se daba cuenta de que
estaba simplemente parado delante de quien podría atravesarle en un instante. Con total
tranquilidad, el anciano maestro le contestó que precisamente el general estaba ante alguien
que podía ser atravesado en un instante. El general, sorprendido y confuso, terminó
haciéndole una reverencia y marchándose del lugar.”
Esta historia corta refleja la cualidad del autocontrol emocional y el valor de tener la
capacidad de mantenerse sereno en cualquier circunstancia. La cuestión es que cualquier
cosa puede pasarnos en cualquier momento, y perturbarnos ante ello no nos conduce a nada.
5. El zorro y las uvas
“Había una vez un zorro que caminaba, sediento, por el bosque. Mientras lo hacía vio en lo
alto de la rama de un árbol un racimo de uvas, las cuales deseó al instante al servirle para
refrescarse y apagar su sed. El zorro se acercó al árbol e intentó alcanzar las uvas, pero estaban
demasiado altas. Tras intentarlo una y otra vez sin conseguirlo, el zorro finalmente se rindió y
se alejó. Viendo que un pájaro había visto todo el proceso se dijo en voz alta que en realidad
no quería las uvas, dado aún no estaban maduras, y que en realidad había cesado el intento de
alcanzarlas al comprobarlo.”
Otra interesante historia corta en forma de fábula que nos enseña que a menudo nos
intentamos convencer a nosotros mismos de no querer algo e incluso llegamos a despreciar
dicho algo por el hecho de que encontramos difícil llegar a alcanzarlo.
6. El lobo y la grulla
“Érase una vez un lobo el cual, comiendo carne, sufrió el atasco de un hueso en su garganta.
Esta empezó a hinchársele y a generarla gran dolor, corriendo el lobo desesperado intentando
sacárselo o encontrar ayuda. Durante su camino encontró una grulla, a la cual tras explicarle la
situación suplicó ayuda prometiéndole darle lo que le pidiera. A pesar de que desconfiaba, la
grulla aceptó con la condición de que el lobo cumpliera lo pactado. El ave procedió a introducir
su cabeza por su garganta, consiguiendo que el hueso se desprendiera. Se retiró y observó
como el lobo se recuperaba, pudiendo ahora respirar con normalidad, tras lo cual le pidió que
cumpliera con lo prometido. Sin embargo el lobo contestó que suficiente recompensa era no
haberla devorado pese a haberla tenido entre sus dientes.”
Esta fábula de Esopo (si bien también se encuentra una versión en la tradición de la India en
que en vez de un lobo el animal en apuros es un león), nos enseña que no siempre podemos
fiarnos de lo que nos dicen y prometen los demás, dado que habrá quien nos será ingrato o
incluso quien nos mentirá y manipulará para lograr sus propósitos sin valorar el propio
esfuerzo.
7. El viejo, el niño y el burro
“Érase una vez un abuelo y un nieto que decidieron emprender un viaje junto con un burro.
Inicialmente el anciano hizo que el niño montara en el animal, con el fin de que no se cansara.
Sin embargo, al llegar a una aldea, los lugareños empezaron a comentar y criticar que el
anciano tuviera que ir al pie mientras que el niño, más joven y vital, fuera montado. Las críticas
hicieron que finalmente abuelo y nieto cambiaran posiciones, yendo ahora el anciano
montado sobre el burro y el niño caminando al lado.
Sin embargo, al pasar por una segunda aldea, los lugareños pusieron el grito en el cielo de que
el pobre niño fuera caminando mientras el hombre mayor lo hacía cómodamente montado.
Ambos decidieron entonces montar en el animal. Pero al llegar a un tercer poblado los
aldeanos criticaron durante a ambos, acusándoles de cargar en exceso al pobre burro.
Ante esto, el anciano y su nieto decidieron ir ambos a pie, caminando al lado del animal. Pero
en un cuarto pueblo se rieron de ellos, dado que disponían de una montura y ninguno de ellos
viajaba en ella. El abuelo aprovechó la situación para hacer ver a su nieto el hecho de que,
hicieran lo que hicieran, siempre habría alguien a quien le parecería mal y que lo importante
no era lo que otros dijeran, sino lo que creyera una mismo.”
Este cuento tradicional nos enseña a tener en cuenta que debemos ser fieles a nosotros
mismos, y que hagamos lo que hagamos habrá alguien a quien no le guste y nos critique: no
podemos gustarle a todo el mundo, y no debemos obsesionarnos con agradar al prójimo.

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