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Fortalecimiento de las prácticas de las y los integrantes de los Equipos de

Orientación Escolar (EOE) desde un enfoque socioeducativo


Módulo 5
¿Cómo nos pensamos en las diversidades?
La inclusión educativa como derecho

Reflexiones, preguntas e interpelaciones

Por Verónica Cruz

Este texto contiene algunas reflexiones acerca de la inclusión educativa que


procuran ampliar las intervenciones compartidas en el Conversatorio junto a la Dra.
Paula Fainsod y al Dr. Néstor Artiñano, a partir de la invitación a participar del
trayecto formativo que nos hiciera la Directora de la Modalidad, Lic Eliana Vasquez.

Recordamos que el propósito del módulo en que se inscribe el mencionado


Conversatorio es pensar cómo sustentar prácticas socio-profesionales que
garanticen el derecho a la inclusión educativa, a partir de preguntarnos ¿Cómo nos
pensamos en las diversidades? Las respuestas a esta pregunta no son unívocas ni
simples; requieren de un esfuerzo de reflexión teórico-política y metodológica en
torno de nuestro quehacer y principalmente de las representaciones que lo
sustentan.

Siendo esto así, es necesario reconocer que la diversidad es un eje que


transversaliza la política educativa y que requiere ser trabajada desde un sentido
critico, imbricado a la perspectiva de derechos humanos que enmarca la definición y
realización de la educación como derecho social y del conocimiento como bien
público. Ahora bien, interesa detenernos a pensar esta cuestión pues en toda
conceptualización se juegan construcciones de sentido nunca neutras que
direccionan nuestras prácticas, en este caso respecto del reconocimiento de las
personas involucradas en los procesos de escolarización.

En esta clave de análisis resulta estratégico desplegar un ejercicio de


problematización, revisando las representaciones y las categorías a las que
recurrimos para comprender, explicar e intervenir ante una determinada realidad,
ya que los actos de nominación involucran la construcción de aquello que se
nombra, y por tanto habilita u obtura el encuentro respetuoso entre quienes
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cotidianamente construimos las experiencias educativas.

Dicho esto cabe preguntarnos ¿cómo problematizamos, cómo


desnaturalizamos las representaciones sociales que hegemonizan los sentidos
movilizados en nuestras prácticas con las diversidades en el espacio escolar?

Cuando la apuesta es producir condiciones que alojen, sostengan, cuiden y


reconozcan, es imprescindible desnaturalizar los supuestos acerca del
ordenamiento social general y del espacio escolar en particular, así como del lugar
ocupado por quienes lo habitamos. En este sentido, problematizar el trabajo que
desplegamos como EOE, exige dar cuenta de los contextos de producción y de
reproducción de las situaciones a fin de comprender cómo y por qué se constituyen
como problema, dificultando la construcción de itinerarios de inclusión y el ejercicio
pleno de derechos.

Si analizamos de manera situada la problemática que nos ocupa, es


ineludible referenciar los efectos que la expansión global de las ideas y políticas
neoliberales producen en el mundo y particularmente en nuestra región,
agudizando los procesos de desigualdad, vulnerabilidad y pobreza de los sectores
que viven del trabajo. Las lógicas de individuación y competitividad propias de la
sociedad de mercado, lejos de propiciar la inclusión, resquebrajan el lazo social y
refuerzan recorridos en los que las diferencias deliberadamente devienen en
desigualdad.

Vivimos un momento de crisis donde la pandemia, como suceso


extraordinario, abre la posibilidad de debatir sobre el tiempo por venir, y de
reflexionar críticamente acerca de las dinámicas económicas y sociales –capitalistas
y patriarcales- que anudan dispositivos de desigualación que atraviesan y
reconfiguran el ámbito escolar. Frente a esta realidad, el pensamiento crítico y la
mirada interseccional son un recurso de inestimable valor para cuestionar
instituidos y promover transformaciones cotidianas en clave de inclusión.

Estas coordenadas contextuales movilizan la preocupación de sectores


estatales y de la sociedad civil, dando lugar a construcciones discursivas que pugnan
por erradicar la discriminación y las violencias por razones de género, de clase,
étnicas, religiosas, etarias, entre otras; y por instituir prácticas de respeto y de
igualación. No obstante ese proceso requiere ser comprendido de manera situada,
reconociendo las paradojas de este tiempo histórico donde vemos cómo a la vez
que cobra fuerza la retórica del reconocimiento de las múltiples alteridades, del
pluralismo cultural y del combate de la pobreza y la exclusión social; se incrementan
y multiplican los mecanismos de diferenciación y subalternidad social, se precariza la
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vida humana y se refuerzan prácticas racistas y xenófobas.

Es indispensable complejizar el análisis de este proceso pues estas


construcciones hegemónicas de sentido permean nuestras prácticas, nuestros
modos de pensar, sentir y hacer como Equipos de Orientación Escolar. Es decir,
vuelven la problematización una operatoria ineludible para clarificar a qué nos
referimos cuando hablamos de diversidad e inclusión educativa, evitando
reproducir estos términos sólo en el plano declamativo.

Reafirmamos que la inclusión y la diversidad son dimensiones constitutivas


de la humanidad, y dan lugar a experiencias históricas y subjetivas diferentes pero
negadas e invisibilizadas en la larga tradición de nuestras sociedades occidentales.
Pensemos por ejemplo que la conformación de los Estados nacionales, la
organización de las burocracias modernas y sus formas de hegemonía y
dominación, han sido posibles por el entrecruzamiento de lógicas homogéneas y
clasificatorias de diferentes grupos sociales, cuyos efectos son demarcatorios y
habilitan inclusiones y exclusiones que exigen ser puestas en tensión.

Ahora bien, contribuir a transformar este estado de situación implica


reconocer que las diferencias son una construcción socio-cultural atravesada por el
poder -que también moldea nuestras representaciones.- Es decir, son producidas en
el marco de tramas relacionales socio-históricamente construidas, complejas y en
permanente movimiento, sostenidas y disputadas por nosotrxs desde posiciones
desiguales en la estructura social.

Recapitulando, puntualizamos en la relevancia de fortalecer la mirada crítica


sobre nuestras intervenciones en el espacio escolar, a fin de propiciar estrategias
que permitan:

- Reconocer y remover prejuicios y estereotipos valorativamente connotados,


nunca neutros, cuyos efectos tensionan toda práctica inclusiva y por tanto se
expresan en el campo educativo, generando discriminación, violencia y
exclusión.
- Problematizar, complejizar y repolitizar la diversidad en tanto categoría analítica,
tomando en cuenta las relaciones de poder que entrelazan a los diferentes
grupos sociales, cuya naturalización esencializa las diferencias y homogeneiza a
las personas, invisibilizando sus intercambios, luchas y resistencias.
- Producir un movimiento de interpelación a partir de lo que la experiencia de la
diversidad nos genera al confrontarnos con las propias biografías y formas
culturales heterogéneas.
- Producir desplazamientos de construcciones de sentido moralizantes que generan
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el mandato de “aceptar al diferente” sin dar cuenta de la lógica implícita en esas
operatorias que convierten tal condición en una diferencia jerarquizada
reforzada por discursos retóricos.

En un intento de cierre provisorio de estas ideas que sin dudas serán


enriquecidas con muchas otras, quisiéramos destacar que el objetivo de las mismas
es señalar la relevancia de la diversidad y la inclusión, visualizándolas en una doble
dimensión. Por un lado, como conceptos que permiten andamiar nuestras prácticas
educativas potenciando su eficacia simbólica y material para generar
transformaciones sustantivas en la vida de las personas. Y por otro, como
problemáticas que posibilitan analizar el procesamiento que cada sociedad les da, y
que muestra las significaciones que la misma construye respecto de sí misma y de
quienes la hacen ser en cada momento histórico.

Producir este movimiento práxico desde una mirada interseccional, inclusiva


e intercultural, que ponga en tensión los contenidos discriminatorios del arbitrario
cultural y del formato homogeneizador es un desafío a recorrer desde nuestros
espacios de trabajo en pos de avanzar en la construcción de proyectos educativos
inclusivos que reconozcan el carácter diverso de las instituciones escolares. A esto
invita el recorrido que hemos compartido de modo abreviado en el marco de este
trayecto formativo.

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