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Resumen: Este artículo toma por objeto la formación haciendo un planteo crítico que considera
como puntos de referencia lo social-histórico en el tiempo presente y las dimensiones psicosocial
y personal. Desarrolla un modo de pensar la formación desde la complejidad y presenta
herramientas para ello. Lo hace desde dos planos.
Desde el plano del análisis de la formación sostenemos que:
- La formación y la educación son actos de transmisión socio-cultural
- Hay diferencias entre los “mundos” de la enseñanza, de la formación y de la profesión
- La formación es un proceso de desarrollo de la persona adulta, proceso que se da siempre con
otros.
- Los saberes de la formación son a la vez saberes plurales y singulares.
- La formación busca transformaciones en el sujeto.
- Los grupos de formación tienen características peculiares dadas por la situación misma de
formación.
Desde el plano de las acciones de formación, desarrollaré que:
- Las acciones de formación se inician y continúan con el trabajo sobre la demanda.
- La noción de dispositivo permite atender desde la acción a la complejidad
- El análisis es una herramienta central en la formación.
- La organización de la formación es la regulación necesaria desde el sistema para favorecer
caminos y procesos de formación
Palabras clave: formación, transformación, análisis, demanda, relación con el saber, herramienta.
Introducción
La formación está ligada a un modelo de sociedad y a momentos socio-históricos que le otorgan
sentido. La intencionalidad política de instituir la educación para los ciudadanos planteó la
necesidad de organizar administrativa y pedagógicamente la formación de los docentes para los
distintos niveles del sistema educativo. Esos modelos persisten aún hoy, más allá de haber sido
objeto de algunas modificaciones parciales. En el momento actual cabe preguntarnos acerca de
esos modelos, interrogación que cobra mayor sentido y urgencia dada la vertiginosidad y la
profundidad de los cambios que están día a día mostrándonos un mundo distinto. La búsqueda de
nuevos sentidos está atravesada por la diversidad cultural, por la fragmentación social, por el
desequilibrio económico cada vez más marcado entre países y regiones pobres y ricas, es decir,
por el acrecentamiento de las diferencias que coexisten con las políticas de globalización, que
1
buscan la integración política en unidades más amplias que las naciones y los estados sin
renunciar a ideales hegemónicos. Tendencias diferentes que sólo pueden ser comprendidas
desde el principio dialógico que permite pensar desde la coexistencia de opuestos y diferentes.
¿Qué sentidos a develar y a construir hoy para el porvenir? ¿reproducir el pasado? ¿transformar?
¿Cuánto de lo anterior, de ese mundo de la modernidad, ahora en desconstrucción, conservar
para la continuidad generacional a través de la historia? ¿Cómo dar lectura e interpretar los
acontecimientos actuales cuando nuestra propia relación con el conocimiento queda afectada en
la profundidad de la crisis?
¿Qué respuestas dar a las desigualdades, a la diversidad, a la exclusión social, a la
desvalorización del trabajo, a la violencia, a las nuevas lógicas de poder en el mundo? ¿Cómo
interpretar las formas de des-subjetivación del sujeto social para ver en ellas nuevas formas de
subjetivación propias del presente? ¿Cómo tolerar los indicadores de deshumanización del
hombre, en el mundo de hoy?
Es necesario reformular la educación y la formación en los contextos y tiempos actuales, plantear
una formación amplia, interesada por los problemas actuales y futuros del hombre, la cultura y la
sociedad.
Este artículo expondrá un conjunto de ideas a modo de hipótesis que sostienen que la formación
docente para los distintos niveles y modalidades del sistema, tanto inicial como continua debe
abarcar la problematización acerca del momento socio-histórico actual, abrir a la comprensión de
los sentidos diversos que circulan, contribuir a la tolerancia de la incertidumbre así como de lo
heterogéneo y aún contradictorio, para lograr docentes y formadores comprometidos con la
sociedad y la cultura propias, con lo socio-histórico y abiertos a los devenires posibles de la
sociedad mundial. Lo local y lo universal; lo pasado, lo presente y lo futuro; lo social y lo individual;
lo pensable y lo aún no pensado; lo imaginario, lo simbólico y lo real constituirán, entre otros,
aspectos a ser incluidos en sus atravesamientos desde una lógica de conjunción más que de
disyunción.
Las ideas que se expondrán aquí hacen referencia a dos planos o niveles de abordaje: uno aporta
herramientas para el análisis teórico, el otro plantea algunas posibilidades para la acción en este
campo. Pero antes se harán algunas aclaraciones acerca del modo de pensar la formación que
enmarcarán epistemológicamente el resto del artículo.
2
problemáticas teóricas y prácticas que requiere de una actitud de elucidación crítica para su
conocimiento. Pensar la formación no es buscar una unidad, es trabajar desde la lógica de lo
complejo para abarcar, contener y sostener desde el pensamiento la diversidad, lo heterogéneo, lo
paradójico.
Desde una mirada de extensión, el campo de la formación tiene una amplitud que se prolonga,
más allá de la formación de docentes, a la de todos los roles profesionales que requieren una
preparación, un desarrollo de capacidades y una actualización. Los ámbitos del trabajo
socio-cultural, de la salud, de la capacitación para el trabajo en sus ramificaciones, otorgan rasgos
de particularidad a la formación en tanto obedecen a realidades, dinámicas y lógicas de trabajo y
de producción diferentes. La formación docente debe ser comprendida desde la interacción con
estas otras lógicas y no desde la exclusión de lo diferente. Ello renueva y enriquece los modos
tradicionales de entender la formación y por ello parece conveniente abrir el campo a los
problemas de estos otros ámbitos desde un sentido de continuidad y no de límite o frontera.
Desde un criterio de comprensión, la complejidad del campo habla en especial de la necesidad de
poner en juego otras formas de pensar vinculadas a “abrazar”, abarcar la diversidad manteniendo
las relaciones, las interacciones, las complementariedades y los acoplamientos. Es decir, pensar
el campo desde las relaciones implica hacerlo desde principios lógicos que enuncien la
conjunción, lo dialógico, las relaciones de retroactividad y de recursividad, las inclusiones
simultáneas de las partes en el todo y del todo en las partes, sin reducir unos a otros y superando
la causalidad lógica como única forma de explicación. La profundidad en el pensamiento, el
establecimiento de las relaciones sin pretender transformar lo heterogéneo en homogéneo, la
utilización de lecturas plurales para comprender la complejidad son instrumentos necesarios en
este modo de pensar.
Desde una mirada dinámica, el sentido de transformación es imprescindible. La formación no es
estática, es cambio permanente por su misma etimología y definición. Desde una epistemología
de la complejidad las nociones de temporalidad, de historicidad y de transformación son
imprescindibles. La formación debe ser comprendida desde el movimiento, (interactivo,
retroactivo, recursivo), donde lo distinto coexiste, donde presente, pasado y futuro se ligan en
formas diversas, donde el azar se incluye y el acontecimiento tiene un lugar.
Comprender la formación como un campo de problemáticas desde la complejidad implica incluir
los atravesamientos de lo socio-histórico, lo político-ideológico, lo socio-institucional, lo ético, lo
subjetivo, lo inconsciente, lo consciente, lo imaginario, lo simbólico como constitutivos del mismo.
La formación no puede quedar encerrada en el mundo de lo pedagógico sino que debe
alimentarse de las problemáticas que el mundo actual plantea, conociéndolas, reconociéndolas,
reflexionando acerca de ellas y del impacto que ellas tienen en la identidad de los sujetos.
Formar desde la complejidad implica comprender los procesos y las prácticas desde esa
multiplicidad, dando lugar a la singularidad, a la construcción de subjetividad (social y psíquica), al
3
desarrollo de la identidad (pre-profesional y profesional), a la construcción de caminos de
formación con sentido de temporalidad. La formación de un sujeto adulto es un camino que se
construye desde la singularidad a través de la comunicación y relación con otros, camino que
significa un desarrollo, una dinámica personal. No es una trayectoria establecida desde lo externo,
prefijada, es decir no es desde la hétero-determinación sino desde la auto-gestión que la
formación es posible.
1
Sarlo, Beatriz, “Escuelas”, Página 12, 10 de setiembre de 2002.
2
Enriquez, Eugène, La institución y las organizaciones en la educación y la formación, Formación de formadores,
Co-edición. Facultad de Filosofía y Letras- Ediciones Novedades Educativas, 2002.
4
¿Qué hacer como gente de la educación y de la formación que somos? ¿Cómo generar
conciencia en nosotros y en los otros?
La escuela tiene que retomar su función educadora o profundizarla donde no la haya perdido. La
educación apunta a formar a los niños y jóvenes en su integridad psíquica, ética, social; implica
procesos de construcción, de apropiación y de transformación profunda que apuntan a lograr
sujetos sociales portadores de la cultura, con conocimiento, valores y compromiso, capaces de
utilizar sus saberes en la vida social con autonomía y sentido crítico. Se educa en la familia, se
educa en la escuela.
En la línea generacional el educador reconoce en sus educandos a sus descendientes, como
descendientes culturales y los educandos reconocen por la educación que forman parte de un
linaje, de una continuidad cultural que les da seguridad, (E Enriquez). Cabría preguntarnos cuáles
son los resultados de una ruptura en ese linaje, en esa descendencia. ¿En qué linajes se
reconocen quienes quedan afuera de la educación? ¿Qué institución social brinda la seguridad
que la educación deja de dar? ¿Qué se puede esperar de una generación que no se reconozca en
la tradición? ¿Qué poder de transformar, innovar, crear si no se reconocen lazos con la tradición?
A través de la escuela se crean y sostienen lazos de filiación para constituirse en sujetos de la
cultura y en protagonistas de la vida social, para eslabonar generaciones en la historia. Frente a
una dinámica social descendente se van perdiendo lazos y filiaciones sociales y el sujeto va
quedando desprovisto de vínculos para sostener su identidad. Diversas formas de
des-subjetivación van apareciendo por la falta de valores sociales, la ausencia o la
desacreditación de figuras identitarias a nivel socio-político, la ruptura de lazos sociales. Nuevas
formas de subjetivación a la vez van surgiendo. La firmeza necesaria para sostener la escuela y
su función de educar surge como respuesta antes estos interrogantes. Firmeza y sostén que no
implican repetir sino comprometerse en la búsqueda de soluciones creativas que respondan a
nuestro tiempo.
La formación mantiene con la educación una relación retroactiva, donde causa y efecto se
confunden. Ella genera cambios, replanteos, reubicaciones a la educación a la vez que ésta le
ofrece e impone una matriz ya dada. Las relaciones entre ambas han sido entendidas
históricamente desde la causalidad lineal ya sea que se piense a la formación a partir de las
reformas de la educación, o que se postule la fuerza de cambio de la formación sobre la escuela.
Desde un pensamiento complejo las relaciones son retroactivas, una revierte sobre la otra
generándose cambios en ambas y estando ambas situadas en un campo de problemáticas donde
lo social, lo cultural,
lo personal realimentan estas relaciones retroactivas.
Formación y educación constituyen actos de transmisión. A través de ellos la herencia cultural
pasa de generación en generación, asegurando su duración en el tiempo a la vez que su
transformación. Transmisión social de la cultura, de los bienes y creaciones, que aseguran la
5
continuidad de la humanidad en la memoria y en la historia. Transmisión psíquica
intergeneracional que se expresa en esta frase de Freud “si los procesos psíquicos de una
generación no se transmitieran a otra, no prosiguieran desarrollándose en la siguiente, cada una
de ellas se vería obligada a comenzar desde un principio el aprendizaje de la vida, lo cual excluiría
toda posibilidad de progreso en este terreno” (Freud, S, 1975, pág. 204). La educación y la
formación tienen como función la transmisión, constituyen actos de transmisión que la sociedad
instituye para garantizar ese pasaje intergeneracional y así atender la doble finalidad de socializar
a los individuos y de dar continuidad, duración en el tiempo a la cultura humana. Dice Legendre al
considerar la dimensión jurídica y antropológica de la transmisión “el fondo mismo de la
transmisión en la humanidad, puesto en evidencia por las culturas más diversamente estilizadas,
es el acto de transmitir” (…) y agrega que “una transmisión no se funda en un contenido, sino ante
todo en el acto de transmitir” (citado por Käes, R, 1996, pág. 213)
3
Käes, R, Transmisión de la vida psíquica entre generaciones, Amorrortu,, Buenos Aires, 1996.
4
Barbier, Jean Marie. Prácticas de formación. Evaluación y análisis, Colección Formación de Formadores, Facultad de
Filosofía y Letras- Ed. Novedades Educativas, 1999
6
formación para la acción, o sea de anticipación para un futuro que espera la transferencia de esas
capacidades ya listas, en la puesta en acto que en la actividad profesional propiamente dicha se
producirá. Las capacidades se refieren a los sujetos y no ya a enunciados como los conocimientos
y saberes, hacen referencia a rasgos constitutivos del sujeto que éste requiere para la realización
de actividades. Las competencias están vinculadas a la organización de la producción y al mundo
del trabajo y a la vez implican un sentimiento o una representación identitaria que acompaña la
actividad del sujeto. Designan entonces a la vez un componente del sujeto y la actividad
profesional que lo provoca. La profesionalización actúa conjuntamente para transformar a los
sujetos y a las acciones y es allí donde la noción de competencia tiene un lugar central. A
diferencia de las capacidades siempre referidas a un futuro, las competencias surgen en el
compromiso del sujeto en una acción, en la interacción con otros, en la realización concreta y
singular de actividades y acciones, están siempre contextualizadas, en acto. Estas distinciones
constituyen herramientas de interés que ponen cierta claridad semántica en el campo, pero que
lejos de enclaustrar cada mundo en sí mismo y en su historia pueden permitir interacciones fértiles
si son cuidadosas de las distinciones semánticas señaladas. Hablar de competencias en la
enseñanza, por ejemplo, requiere de un trabajo sobre la noción utilizada, que no siempre se
realiza en los currículos actuales y que aumenta la imprecisión semántica y conceptual.
Ahora bien, para realizar ese trabajo formativo hay que prepararse. No es formador quien sabe
mucho de algo y lo transmite, allí se es docente, maestro, profesor, se enseña. Formar es algo
distinto, es generar en el otro, en los otros y en uno mismo una reciprocidad, en la que los
componentes de la relación puedan ser aceptados, tolerados, y analizados para dar lugar a que el
otro se transforme y para transformarse a uno mismo. Es ofrecerse como un tercero mediador en
los procesos de transformación de capacidades y actitudes de otro sujeto. La formación se centra
en el desarrollo de capacidades, ello no implica que la transmisión de conocimientos o aún las
competencias estén ausentes, pero es importante distinguir que en el mundo de la formación
predomina una lógica de anticipación de aquellos componentes que se requerirán a la hora de
desempeñarse profesionalmente.
El formador crea dispositivos, diseña situaciones, se ofrece en la relación con el otro para
apuntalar sus procesos de transformación y cambio. La formación se lleva a cabo en instituciones
específicas en las que los formadores ofrecen su propia experiencia, su reflexión sobre ella y la
ponen al servicio del desarrollo de los otros.
Formar es ayudar al otro a interrogarse sobre la realidad, sobre los otros y sobre sí mismo, a
construir subjetividad (psíquica y social) y es hacerlo desde una función de acompañamiento que
apuntale la elaboración de la identidad personal y profesional del otro (en la formación continua y
la capacitación) y de la identidad pre-profesional (en la formación inicial)
7
La formación acentúa el desarrollo de capacidades incluyendo la relación que ellas tienen con el
conocimiento. Es la “relación con el saber” (trabajada por J Beillerot5)
más que la adquisición de conocimientos lo que interesa a la formación. Ella ayuda al análisis del
vínculo singular que cada uno construye con el saber y para favorecer los aspectos creativos, no
dependientes ni enajenantes de la misma. La capacidad de pensar sobre la relación con el saber,
relación a la vez psíquica y social, de pensar no sólo sobre ideas sino sobre el propio pensar
permite estar en condiciones de ayudar al otro a pensar y a actuar.
5
Beillerot, Jacky y otros. Formes et formations du rapport au savoir, Paris, L´Harmattan, 2000.
6
Ferry Gilles. Pedagogía de la formación, Colección formación de formadores, Facultad de Filosofía y Letras- Ed
Novedades Educativas, 1997.
8
esto lo que permanece. Trabaja con lo imprevisible, lo incierto, lo por crear, incluyendo lo nuevo e
inesperado del acontecimiento humano.
Cada docente, cada sujeto es reconocido en su cualidad humana en tanto sujeto que piensa,
conoce, crea y actúa. Es sujeto con libertad, sujeto que crea y produce sobre lo que sabe y así
transforma lo sabido en relación y acción de saber, siempre activa. Así forma, enseña y se forma
desde la fuerza viva del conocer, del pensar, del ser y del hacer que transforma el peso muerto de
lo “sabido” en creación.
El problema del Otro es central en la formación. Desde lo relacional aparece el otro como sostén,
como acompañante, como adversario, otro que enfrenta a la aceptación de lo distinto y de la
extranjeridad no sólo en el otro sino en uno mismo. Desde lo social, el sujeto en formación debe
comprender los problemas de la discriminación, la etnitización, la estigmatización, la humillación,
la violencia, problemas que constituyen eslabones de una misma cadena y que en el mundo
actual se presentan con nuevas formas. Aparecen frente a ellos principios como el diálogo y la
comprensión entre culturas, la toma de conciencia de la etnicidad, la educación intercultural que
constituyen caminos para la integración y la pluralidad. La formación no es ajena a esto, ni a los
movimientos de separación ni a los de articulación. Sólo un trabajo profundo de comprensión
sociológica, de reflexión ética y de toma de conciencia de las formas de discriminación y
segregación en las personas, los grupos y las instituciones puede facilitar un cambio, trabajo que
debe incluir especialmente lo relacional desde una perspectiva psicosociológica y psicoanalítica
para movilizar las motivaciones más profundas.
Desde la perspectiva antes nombrada de la relación con el saber (Beillerot, J), cada sujeto
construye sus saberes singulares al tener una relación creativa con el saber, elabora “su” saber
propio en una versión única y siempre parcial de los saberes plurales que existen en la cultura.
Ahora bien, para la construcción del saber singular es necesario un espacio psíquico y mental y
para ello se requiere la existencia de otro. Otro necesario para pensar, contener, permitir
ligazones, para autorizar el saber propio en la relación. O sea que para lograr el saber singular en
la formación es necesaria la función de sostén, en la doble vía que implica sostener al otro y ser
sostenido por el otro.
La relación con el saber es la modalidad propia con que cada uno se relaciona con el pensamiento
mismo. El sujeto según sean las características de su relación con el saber puede ubicar al
conjunto de saberes externos desde una relación de dependencia, como mera apropiación
enajenante, como algo de lo que se apodera, como saber cosificado, “ya sabido” o desde una
relación activa, creativa que logra una nueva construcción, y transforma al saber en materia prima
de sus pensamientos, en saber a ser pensado, trabajado, reflexionado, transformado. Como dice J
Beillerot la relación con el saber “se convierte en la creación permanente de saber sobre sí mismo
y sobre lo real; se convierte en un proceso creador de saber, mediante el cual un sujeto integra
todos los saberes disponibles y posibles de la época” (Beillerot, J et al, 1998, pág. 66)
9
Saberes y relación con el saber que suponen un doble cauce: una relación lógica, cognitiva,
epistémica y otra emocional, vincular. El problema del saber no es sólo maquinaria estratégica o
cognitiva. La formación debe tomar cabal cuenta de ello y proveer desde la relación con el otro el
espacio psíquico y social facilitador de esa relación creativa, de ese vínculo activo de conocer.
7
W .R. Bion construyó un modelo estructuralista para las transformaciones en la terapia psicoanalítica, según el cual
pensar cada transformación requiere de: un hecho, experiencia o situación original, o punto “0”; un proceso de
transformación realizado con determinada técnica y bajo ciertas condiciones; un producto resultado del proceso.
8
Ferry, Gilles, Pedagogía de la formación, Buenos Aires, Co-edición Facultad de Filosofía y Letras-Novedades
Educativas, 1997
10
infinitud del proceso de formación y de la variedad posible de transformaciones, lo
conocido/desconocido, lo sabido/ no sabido en uno mismo y en los otros.
Mencionaré algunos tipos de transformación que hemos encontrado en los docentes que
participaron de dispositivos de orientación clínica llevados a cabo en nuestras investigaciones9.
1. Con referencia al saber y la relación con el saber señalaremos tres tipos encontrados que
nos permiten comprender las transformaciones.
▪ Saber literal. Se trabajó a partir de una concepción propia de los docentes (punto 0) donde
conocer era “entender”, es decir, para ellos “fijar, repetir, reproducir con la mayor exactitud
posible”. El saber literal consiste en la repetición exacta, con intervención de la memoria del
sujeto de un conocimiento exterior. Ese tipo de saber implica una relación en la cual sujeto y
objeto de conocimiento están separados, con un vínculo de dependencia y de sumisión, que
lleva a un conocimiento de posesión, de dominio por parte del sujeto. Esta concepción
proviene de la formación previa de los docentes y suele tomar en la vida institucional un lugar
de creencia, formando parte de una ideología pedagógica compartida y de un modelo
institucional que refuerzan componentes identitarios en cada docente. Del saber literal (punto
O) se dieron transformaciones hacia el saber elaborado y el iluminador de la experiencia.
▪ Saber elaborado, “digerido” (como diría Bion) saber que ha podido ser metabolizado
cognitiva y emocionalmente por el sujeto. Es un saber pensado desde cada uno, a la vez
situado y significado socialmente y psíquicamente. La relación sujeto-objeto de conocimiento
ya no es una relación de separación, de aislamiento, ni dependencia sino de comunicación y
articulación. Es un saber en creación en el sentido de nueva elaboración psíquica y cognitiva,
saber singular desde el sujeto que implica una relación sujeto-objeto donde el sujeto está
implicado en la relación misma de conocimiento que establece. El sujeto está en una relación
creativa, comprehensiva, activa con el saber. Este segundo tipo incluye lo interior, lo singular,
pero también las dimensiones de lo histórico, de la ilusión y de lo imaginario en la
representación del saber.
9
Souto, Marta. Les transformations à partir d´une formation clinique. 6º Bienal de la Educación y la formación, París,
2002
11
Este tipo de saber se nos presenta como un saber distinto en la formación. Es un saber
comprendido, listo para ser puesto en uso e iluminar la experiencia pedagógica. Considero
relevante tener en cuenta este tipo de saber que seguramente se asocia más a los saberes de
acción que a los teóricos y que desde una epistemología clásica puede ser desvalorizado al
no coincidir con otras conceptualizaciones del conocimiento ni con sus formas de
procesamiento. En nuestra investigación se ha mostrado como un saber sumamente útil y que
tiene permanencia en los sujetos.
12
el movimiento permanente de subjetivación, objetivación, resubjetivación, al que el trabajo
grupal de formación con orientación clínica da lugar, se contribuye a formar y a transformar la
identidad, es decir a construir la subjetividad.
Hemos desarrollado el sentido de transformación desde una perspectiva clínica y hemos mostrado
en el análisis de los datos de un dispositivo de formación clínica las transformaciones posibles que
se dieron en los docentes. Creemos que el estudio de las transformaciones dentro de la formación
puede ayudar a conocer los procesos que en el sujeto se ponen en juego.
10
Souto, Marta. Las formaciones grupales, Buenos Aires, Paidós, 2000.
13
Hemos encontrado en las investigaciones algunas formaciones grupales que nos
parece de interés transmitir.
Algunas de ellas se refieren imaginariamente al lugar del saber, o surgen en torno a los
significados de la evaluación, o se conforman en torno a diferencias ideológicas. Los grupos se
debaten a nivel imaginario entre los componentes de amor necesarios para su constitución,
componentes ligados a la ilusión, al orden del ideal que sostiene su imagen y los fantasmas de
rotura, ligados a la desilusión también necesaria para poder crecer y devenir como grupo y como
sujetos de la formación y a veces oscilan entre puntos extremos de ilusión grupal, o de
desmembramiento poniendo en juego la continuidad del grupo.
Algunas formaciones grupales expresan:
El ataque al vínculo, como intento de destruir la capacidad creadora del formador origina
modalidades que atentan a la integración del grupo y que ocasionan situaciones de
violencia donde el propio formador puede quedar inhabilitado para la coordinación en la
medida en que se implique en el ataque y actúe defensivamente sin tomar la distancia
necesaria.
14
una cualidad especial que es valorada por todos. Esta formación tiene un efecto inhibidor
del aprendizaje para el conjunto, se produce una escisión que tienen efectos sociales
discriminatorios y que reedita sentimientos de envidia y celos entre los pares. Son
herederas a su vez de organizadores socio-culturales de diferenciación donde en en
relación con el lugar representado se ubican jerárquicamente estableciendo escalones
diferenciados, jerarquías que la cultura escolar y la docencia reeditan con frecuencia. No
es fácil para un adulto formado aceptar el mínimo de disponibilidad y de cierta sumisión
que requiere el aprender y el formarse, disponibilidad necesaria para recibir de los otros,
para reconocer en ellos capacidades que los legitimen en su lugar de formadores. Esa
dificultad se expresa como resistencias, tanto en quienes ocupan el lugar de supuesto-
saber como en quienes viven la impotencia y la negación de saber, esta fantasmática debe
ser trabajada en niveles implícitos y manifiestos en el grupo para permitir una
transformación favorable a la formación.
Valga esta enumeración para plantear que en los grupos de formación surgen formaciones
grupales específicas que es necesario conocer en sus aspectos manifiestos y latentes y en sus
formas cambiantes para poder ayudar desde la coordinación a que la formación tenga lugar.
Hemos hasta aquí presentado algunas nociones que consideramos fértiles como herramientas
para el análisis de la formación. Creemos que desde ellas es posible repensar la formación
incluyendo nuevas ópticas.
15
Esa demanda es para cada uno individual, pero en los grupos y en las instituciones se
transforman en demanda social. Ello requiere la presencia de espacios intersubjetivos, de trabajo
institucional, grupal, interpersonal para construir en conjunto el sentido requerido desde los sujetos
a la formación, recuperando los deseos de innovar, de abrir un camino de progresión social
compartido aún en una situación social difícil o regresiva. Demanda que debe ser leída y
analizada en sus aspectos explícitos e implícitos y que debe funcionar como modo de
reivindicación social de los docentes, de sus necesidades y proyectos profesionales.
La formación pensada a partir del trabajo sobre la demanda reconoce un lugar instituyente a los
colectivos y revaloriza al sujeto docente.
11
Souto, Marta y otros. Grupos y dispositivos de formación, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras- Ed.
Novedades Educativas, 2000.
16
- la práctica de la escritura y de la expresión oral para asegurar un manejo adecuado de la
lengua, herramienta privilegiada para la comunicación.
- trabajar grupalmente las relaciones con otros docentes, con los estudiantes, con el saber;
- la reflexión y la toma de conciencia acerca de los problemas propios de la profesión y para
la búsqueda de soluciones;
- trabajar desde un enfoque clínico sobre el sí mismo del docente, sus sufrimientos y
placeres, sus componentes identitarios, las formas de relación, los conflictos, las
ansiedades y las defensas puestas en juego.
12
Ferry,Gilles, El trayecto de la formación. Los enseñantes entre la teoría y la práctica, Buenos Aires, Paidos, 1991)
17
● al hacer, al actuar en tanto significa una búsqueda reflexiva de acciones posibles a partir del
análisis. Descarta la acción por la acción misma y aún la acción como mera técnica y plantea
una relación práctica -teoría- práctica donde se genera una teorización de tipo praxiológico
donde la referencia a la teoría es imprescindible a propósito de la práctica y donde una nueva
práctica surge como producción y transformación desde el análisis.
● al interactuar, en tanto la formación como análisis surge como una práctica grupal realizada en
el seno de colectivos (grupos de docentes)
18
Se tendrá que pensar una organización firme, que esté ahí con su presencia y su voluntad política
ejerciendo la responsabilidad y el deber del Estado hacia la educación y la formación. Pero una
organización flexible, abierta, que se ofrezca como mediadora para dar respuesta a las demandas
y abrir trayectos diversificados según las elecciones de los docentes.
La organización no puede partir de lo que se dispone como oferta externa, ni tampoco de lo que
se supone necesario externamente, debe pensarse como resultado de un trabajo inicial que ya es
en si mismo formativo, tal es el análisis de situación y la elaboración de una demanda a partir de
las necesidades de formación.
Es necesario romper el círculo vicioso de obligar a formarse sin una toma de conciencia respecto
de las necesidades, lo que lleva a un cumplimiento desde lo formal en horas, puntajes, es decir, a
una formación enajenante y no comprometida. Formarse no es cumplir una normativa, eso es
externo, es pensar, hacerse cargo en forma individual y colectiva del propio proyecto de formación
y recurrir a aquellas instancias de mediación que puedan ser útiles para llevarlo a cabo dentro de
pautas establecidas por el sistema.
Formación docente desde la demanda personal, grupal y colectiva; análisis de la situación y la
demanda desde los formadores con los docentes; construcción de un sistema abierto y flexible en
una regulación socialmente articulada. Con docentes que sean y sientan que son artífices de su
propio proyecto. Con formadores capaces de estar al servicio del otro, en una función de ayuda
especializada.
¿Cuáles son algunas de las formas posibles de mediación que un sistema de formación debiera
realizar? Señalaremos solo algunas:
● Lectura y análisis de la demanda de formación: demanda social, institucional, del sujeto. El
trabajo sobre la demanda, la búsqueda y la indagación acerca de ella y su análisis desde
perspectivas diversas y a lo largo de todo el proceso formativo es una tarea central de la
intermediación y formativa en sí misma para los participantes.
● Apoyo y asesoramiento para la formulación de proyectos de autoformación. La indagación
sobre la demanda facilita la formulación de proyectos en distintos niveles: del sujeto, de los
grupos de docentes, de las instituciones, del conjunto de las instituciones. Esta tarea de
formulación debe ser asistida en los casos necesarios por parte de formadores entrenados.
● Generar vías de institucionalización de la formación que surgen a partir de los proyectos de
formación autogestionados. Para poner en práctica los proyectos deben ser pensadas vías
posibles que respeten el valor instituyente de los mismos, proveyendo medios para su
realización y espacios de encuentro para el colectivo institucional. A ellos nos referimos cuando
hablamos de la mediación en tanto búsqueda de modos de institucionalización .
● Proveer medios materiales necesarios para la puesta en marcha, continuidad y modificación de
los proyectos.
● Generar modalidades de asesoramiento, supervisión y evaluación de los proyectos que faciliten
su flexibilidad y adecuación a las situaciones sociales reales a las que deben dar respuesta
19
incluyendo los cambios que la dinámica misma del trabajo signifique, cuidando el sentido
autogestivo de los proyectos y su significado social.
● Proveer cargos, dentro del sistema de formación, de formador de formadores que ocupen el
lugar de asesores, mediadores entre los sujetos, las instituciones escolares en las que ellos
trabajan, las instituciones de formación, las universidades, otras instituciones sociales. Estas
figuras de formación deben diversificarse para atender: al trabajo de formación mismo
ejerciendo una asesoría especializada en formación y por otro lado para atender a las
necesidades de gestión y administración del sistema. Actuarían como enlace entre distintas
instancias.
● Plantear modalidades específicas de formación para estos formadores que actuarían desde la
intermediación con docentes, grupos profesionales, instituciones, sistema.
● Plantear acciones que contemplen la especificidad según el ciclo de profesionalización de los
sujetos inicial, de iniciación profesional, de desarrollo profesional.
A modo de cierre
Hemos intentado dar cuenta de la concepción acerca de la formación que hemos construido
basándonos en la experiencia profesional y en la investigación. Desde nuestro punto de vista la
formación debe ser repensada en el momento actual, dado que las realizaciones en marcha
siguen respondiendo a una lógica de hétero-determinación, a una negación del sujeto en su
autonomía y en sus demandas y a una reproducción circular de las lógicas propias de los niveles
previos de la escolarización que se clausuran en sí mismos sin advertir ni elucidar los sentidos
que en la sociedad de hoy se están construyendo.
La formación tiene un lugar protagónico en el restablecimiento de los lazos de transmisión
intergeneracional que aseguran la continuidad cultural y social a través de la historia. Un cambio
en la formación y por relaciones retroactivas en la enseñanza y también en la cultura, parece
central para dar respuesta a los problemas del mundo actual que en la introducción hemos
señalado. Formación, en síntesis, con compromiso socio-político, orientada a finalidades y
valores, y con involucración del sujeto (individual y colectivo) desde su autonomía y con apertura a
los sentidos cambiantes que los tiempos actuales generan.
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