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Fortalecimiento de las prácticas de las y los integrantes

de los Equipos de Orientación Escolar (EOE) desde un


enfoque socioeducativo
2021

Módulo 5
¿Cómo nos pensamos en las diversidades? La inclusión
educativa como derecho

Néstor Artiñano

Para pensar las diversidades en la escuela, en clave de inclusión educativa como


derecho, creemos que es necesario hacer mención a algunos puntos que pueden dar
elementos para fortalecer las prácticas de los Equipos de Orientación Escolar.
Estos temas o puntos a considerar o reflexionar, serían entonces la cuestión del respeto,
la reacción ante lo inesperado, la creencia en “la normalidad”, la importancia de la
empatía.
En una investigación llevada a cabo por Freytes Frey (2008) identifica tres estrategias
que les docentes expresan en cuanto a la relación con sus estudiantes en una escuela
secundaria del conurbano bonaerense. Por un lado, la figura del docente “héroe” que
entiende que lleva “civilización” a una institución, a un barrio al que considera ligado a
la “barbarie”; en segundo lugar, relatos ligados a “adaptarse” al contexto, dado que el
alumnado se considera difícil, y aquí las estrategias serían las de bajar las expectativas,
disminuir los contenidos, por ende, bajar la calidad de la enseñanza; por último, también
en el marco de la “adaptación” pero diferenciándose del punto anterior, aparecen
relatos de profesores que buscan establecer un vínculo pedagógico eficaz a través de
nuevas propuestas, actividades, lenguajes.
Estas formas de relacionarse de docentes para con estudiantes, nos permite especular
en la dificultad de establecer un vínculo de respeto, en los dos primeros relatos.
Entender que el docente es el civilizado, dará cuenta que se señala como bárbaro a la
comunidad, a les estudiantes de esa escuela, lo que es fácil de suponer el conflicto que
allí aparecerá por la falta de consideración de esas personas adultas que ejercen la
docencia, sobre quienes considera en forma negativa a ese estudiantado. Por otro lado,
similar en el segundo grupo de respuestas, dado que les estudiantes, no respetarán a
quienes entienden que no lo respetan, si son testigo de una baja de la calidad de la
enseñanza debido a las características sociales a las que pertenecen. Aquí podríamos
encontrar también, la figura de les docentes que por buscar un nivel básico de empatía,
generan situaciones dentro del aula, donde en post de esa adaptación, pone en juego
su lugar de autoridad docente. Por último, los discursos que reflejan un trabajo del
personal docente para no bajar el nivel educativo, pero sí generar nuevas alternativas
en su vínculo con les estudiantes, serán también aquelles docentes que encontrarán el
respeto de sus estudiantes, dado que el vínculo se fortalece a partir de la
responsabilidad adulta y el compromiso con su tarea, teniendo en cuenta también, que
ese respeto significa no posicionar en un lugar de jerarquía o de menosprecio por el
otro, sino conjugar la jeraquía que es inmanente al lugar del docente en el aula con sus
estudiantes, con el lugar de igualdad o paridad que consiste en reconocer a les
estudianes como sujetos de derecho, por ende, también con derecho a ser respetados
como personas, sin ningun tipo de consideración negativa sobre elles, mucho menos,
vinculado al lugar que ocupan socioeconómicamente en la sociedad.
Por otro lado, nos parece importante pensar qué hacemos ante lo inesperado, lo
disruptivo que nos aparece en nuestras escuelas. Respecto a ello, coincidimos con
García Canal (1997) quien plantea que ante situaciones así, las personas acudimos a lo
que sabemos, y lo que sabemos está impregnado por el saber social. Podríamos decir,
que la respuesta que daremos, será la del sentido común, orientado por el discurso
hegemónico sobre ese tema, cuestión que deslegitima nuestra intervención. La salida
para que ello no suceda, tiene que estar ligada a la formación permanente, a la reflexión
de las prácticas que ejercemos desde nuestros lugares de trabajo, al intercambio con
colegas, etc. Aquí podemos enlazar con la idea de “normalidad”, y preguntarnos ¿qué
es lo normal en una institución educativa? ¿Lo normal es el estado de situación donde
todo lo que sucede está en el marco de “lo esperable”?, ¿“lo esperable” es bueno por sí
mismo?, ¿la idea de normalidad, no puede llevar a naturalizar relaciones de desigualdad,
discriminación, conflictos, e invisibilizar situaciones que generan padecimientos en
actores fundamentales de la escuela, sea cual fuere el lugar que ocupan?
Entonces, si apelamos a la normalidad, ¿qué hacemos con lo disruptivo? Entendemos
que aquí lo que puede generarse, es que se activen mecanismos propios defensores de
la “normalidad” y lo disruptivo termine siendo expulsado de la escuela. Traigamos como
ejemplo, pensar cómo cambia la vida de las instituciones tres leyes que se han aprobado
en lo que va de este siglo: ESI, matrimonio igualitario, identidad de género. Sobre la
implementación de la ESI sabemos que hubo instituciones que pudieron implementarla
sin dificultades, mientras que en otras escuelas, no resultó tan fácil. Pensemos en la ley
de matrimonio igualitario: ¿es lo mismo vivir el “noviazgo igualitario” -entendiéndolo
como aquel no heterosexual-, que el noviazgo heterosexual, en el marco de la escuela?
Y respecto a la ley de identidad de género ¿la ley garantizó este derecho en las escuelas,
para que estudiantes que opten por una identidad distinta a la reconocida
institucionalmente, puedan ejercer su derecho sin dilaciones ni obstáculos?
Seguramente, en algunas escuelas pueden tener rasgos de disruptivo aún, mientras que
en otras, quizá ya forma parte de cierta “normalidad” que le otorga esos
reconocimientos, y por lo tanto evita la sanción acusatoria de “lo normal” a “lo
diferente”. Una de las claves para lograr este acercamiento de leyes nacionales a la
realidad de les estudiantes, será desarticular la lógica de la “presunción de
heterosexualidad”, de la heteronormatividad, que puedan aún existir en cada escuela,
en cada integrante del EOE, en cada docente, en cada protagonista de la realidad
escolar.
Por último, consideramos que toda intervención debe estar sostenida por un nivel de
empatía, legítima y necesaria, que recupere la confianza y fortalezca el vínculo entre
estudiantes e integrantes de los EOE en particular, y de la comunidad educativa en
general. Es imposible comprender la realidad de las personas con las que trabajamos si
estamos anclados a principios que pueden ser legítimos para nuestra propia vida,
creencias religiosas, posiciones políticas, etc. La realidad de les estudiantes debe ser
comprendida en base a un marco propio de las ciencias sociales y humanas, amparado
en los derechos humanos, y considerando la realidad de las personas con las que
trabajamos, como parte de un proceso social que nos involucra a cada uno en diferentes
lugares y con responsabilidades distintas.

Bibliografía citada:
-García Canal, María Inés. El señor de las uvas. Cultura y género. Colección ensayos.
México, Universidad Autónoma Metropolitana, 1997.
-Freytes Frey, Ada Cora (2008). “Discursos docentes y resistencias juveniles
Vinculaciones entre profesores y alumnos en Escuelas Secundarias Básicas del Area
Reconquista”. Ponencia presentada en las V Jornadas de Sociología, Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación, UNLP, La Plata, 10 al 12 de diciembre de 2008.
Versión digital en: http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/99909

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