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ORACIÓN A CRISTO REY

¡OH CRISTO JESÚS! , yo os reconozco por Rey


universal. Todo cuanto ha sido hecho, ha sido
creado para Vos. Ejerced sobre mí todos
vuestros derechos. Renuevo mis promesas del
Bautismo, renunciando a Satanás, a sus pompas
y a sus obras, y prometo vivir como buen
cristiano. Y particularmente me comprometo a
hacer triunfar, según mis medios, los derechos
de Dios y de vuestra Iglesia.

Corazón divino de Jesús, os ofrezco mis pobres acciones para


obtener que todos los corazones reconozcan vuestra sagrada
realeza, y así se establezca en todo el universo el reino de
vuestra paz. Así sea.
CONSAGRACIÓN DEL GÉNERO HUMANO
A CRISTO REY
S.S. Pío XI
¡Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano! Míranos
humildemente postrados delante de tu altar; tuyos somos y tuyos
queremos ser; y a fin de vivir más estrechamente unidos a Ti, todos y
cada uno espontáneamente nos consagramos en este día a tu
Sacratísimo Corazón.

Muchos, por desgracia, jamás te han conocido; muchos,


despreciando tus mandamientos, te han desechado. ¡Oh Jesús
benignísimo!, compadécete de los unos y de los otros, y atráelos a
todos a tu Corazón Santísimo.

Señor, sé Rey, no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado
de Ti, sino también de los pródigos que te han abandonado; haz que
vuelvan pronto a la casa paterna porque no perezcan de hambre y de
miseria. Sé Rey de aquellos que, por seducción del error o por espíritu
de discordia, viven separados de Ti; devuélvelos al puerto de la
verdad y a la unidad de la fe, para que en breve se forme un solo
rebaño bajo un solo Pastor. Sé Rey de los que permanecen todavía
envueltos en las tinieblas de la idolatría o del islamismo; dígnate
atraerlos a todos a la luz de tu reino. Mira finalmente con ojos de
misericordia a los hijos de aquel pueblo que en otro tiempo fue tu
predilecto; descienda también sobre ellos, bautismo de redención y de
vida, la sangre que un día contra sí reclamaron.

Concede, ¡oh Señor!, incolumidad y libertad segura a tu Iglesia;


otorga a todos los pueblos la tranquilidad en el orden, haz que del
uno al otro confín de la tierra no resuene sino esta voz: ¡Alabado sea
el Corazón divino, causa de nuestra salud! A Él entonen cánticos de
honor y de gloria por los siglos de los siglos. Amén.
ORACIÓN A CRISTO REY

¡OH CRISTO JESÚS! , yo os reconozco por Rey


universal. Todo cuanto ha sido hecho, ha sido
creado para Vos. Ejerced sobre mí todos
vuestros derechos. Renuevo mis promesas del
Bautismo, renunciando a Satanás, a sus pompas
y a sus obras, y prometo vivir como buen
cristiano. Y particularmente me comprometo a
hacer triunfar, según mis medios, los derechos
de Dios y de vuestra Iglesia.

Corazón divino de Jesús, os ofrezco mis pobres acciones para


obtener que todos los corazones reconozcan vuestra sagrada
realeza, y así se establezca en todo el universo el reino de
vuestra paz. Así sea.
CONSAGRACIÓN DEL GÉNERO HUMANO
A CRISTO REY
S.S. Pío XI
¡Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano! Míranos
humildemente postrados delante de tu altar; tuyos somos y tuyos
queremos ser; y a fin de vivir más estrechamente unidos a Ti, todos y
cada uno espontáneamente nos consagramos en este día a tu
Sacratísimo Corazón.

Muchos, por desgracia, jamás te han conocido; muchos,


despreciando tus mandamientos, te han desechado. ¡Oh Jesús
benignísimo!, compadécete de los unos y de los otros, y atráelos a
todos a tu Corazón Santísimo.

Señor, sé Rey, no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado
de Ti, sino también de los pródigos que te han abandonado; haz que
vuelvan pronto a la casa paterna porque no perezcan de hambre y de
miseria. Sé Rey de aquellos que, por seducción del error o por espíritu
de discordia, viven separados de Ti; devuélvelos al puerto de la
verdad y a la unidad de la fe, para que en breve se forme un solo
rebaño bajo un solo Pastor. Sé Rey de los que permanecen todavía
envueltos en las tinieblas de la idolatría o del islamismo; dígnate
atraerlos a todos a la luz de tu reino. Mira finalmente con ojos de
misericordia a los hijos de aquel pueblo que en otro tiempo fue tu
predilecto; descienda también sobre ellos, bautismo de redención y de
vida, la sangre que un día contra sí reclamaron.

Concede, ¡oh Señor!, incolumidad y libertad segura a tu Iglesia;


otorga a todos los pueblos la tranquilidad en el orden, haz que del
uno al otro confín de la tierra no resuene sino esta voz: ¡Alabado sea
el Corazón divino, causa de nuestra salud! A Él entonen cánticos de
honor y de gloria por los siglos de los siglos. Amén.

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