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Tema 12: JESUCRISTO MODELO DE ORACIÓN

Y DE SACRIFICIO

JESUCRISTO ENTRA EN EL MUNDO ORANDO


 Hb 10, 5-7: 5Por eso, al entrar en este mundo, dice: Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado
un cuerpo. 6Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron. 7Entonces dije: ¡He aquí que vengo - pues de mí es-
tá escrito en el rollo del libro - a hacer, oh Dios, tu voluntad!
Como verdadero hombre tenía necesidad y debía hacer oración. Consta en el Evangelio
que efectivamente oraba mucho. Ya en el primer instante de la Encarnación, en virtud de su
ciencia infusa, hace esta oración ofreciéndose a su Padre por la Redención del mundo. Esta
primera oración de Cristo nos indica que el fruto de la oración bien hecha es capacitarnos para
cumplir la voluntad de Dios.

ORA DURANTE SU VIDA OCULTA


Aunque el Evangelio no habla de la oración de Jesús en su vida oculta, evidentemente ora-
ba. Consta que la Sagrada Familia observaba la ley mosaica; por consiguiente, como todo buen is-
raelita recitaba por la mañana y por la noche la oración llamada “Shema Israel” (por la primera pa-
labra que comienza) tomada de Deut 6, 4-9 (4Escucha, Israel: Yahveh nuestro Dios es el único Yahveh. 5Ama-
rás a Yahveh tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. 6Queden en tu corazón estas palabras
que yo te dicto hoy. 7Se la repetirás a tus hijos, les hablarás de ellas tanto si estás en casa como si vas de viaje, así acos -
tado como levantado; 8las atarás a tu mano como una señal, y serán como una insignia entre tus ojos; 9las escribirás en
las jambas de tu casa y en tus puertas.)
Por la misma razón, recitaría los Salmos, sobre todo con ocasión de las fiestas litúrgicas.
Hay una alusión a ello en Mt 26, 30 (Y cantados los himnos, salie-
ron hacia el monte de los Olivos ). Sabemos que, hasta el día de
hoy, antes de comer el cordero pascual se canta o recita la
primera parte del “Hallel” (Salmo 113 y 114) y al terminar la
cena, en acción de gracias, la segunda parte (Sal 115 a 118).
Por consiguiente, los Salmos que recitamos en la liturgia ya
pasaron por los labios y el corazón de Cristo.

ORA EN SU VIDA PÚBLICA


En los Evangelios hay numerosos textos que hablan
de la oración de Cristo durante su vida pública.
 Lc 3, 21: Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bau-
tizándose, bautizado también Jesús y puesto en oración, se abrió el cielo.
Está en oración mientras es bautizado por San Juan Bautista,
por consiguiente la inicia orando.
 Lc 5, 16: Pero él se retiraba a los lugares solitarios, don-
de oraba. Atención: No dice que Jesús se retiró en una ocasión, sino que se retiraba. Esto indica algo
que habitualmente hacía.
 Lc 6, 12-13: 12Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de
Dios. 13Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles.
Antes de la elección de los doce “pasó la noche orando a Dios”. Podríamos preguntarnos por qué la
noche. Sencillamente porque durante el día no le dejaban tiempo. Es una gran lección: la oración
nunca se debe dejar. Si no puede hacerse a una hora debe hacerse a otra, pero nunca dejarla.
Y su oración era prolongada. Podemos saber cuantas horas duró, al menos en alguna oca-
sión.
 Mt 14, 22-25: 22Inmediatamente obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de él a la otra
orilla, mientras él despedía a la gente. 23Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer
estaba solo allí.24La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era
contrario.25Y a la cuarta vigilia de la noche vino él hacia ellos, caminando sobre el mar.
Nótese que al atardecer despide a la muchedumbre y se retira a orar es la cuarta vigilia
de la noche cuando se acerca a los Apóstoles andando sobre el mar. En tiempos de Cristo se divi-
día la noche en cuatro vigilias de tres horas cada una. La noche comenzaba a las seis de la tarde.
Eso significa que Jesús, pasadas las tres de la madrugada, se acercaba a los discípulos. Luego, en
esta ocasión, fueron por lo menos nueve horas las que estuvo de continuo coloquio íntimo con el
Padre, en las que se abismaría en la contemplación de la Santísima Trinidad. Además, como Cabe-
za del Cuerpo Místico y Sumo y Eterno Sacerdote nuestro, oraría por toda la humanidad dando
gracias a Dios, suplicándole que nos perdone, que nos salve, etc.
 Lc 9, 28-29: 28Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y San-
tiago, y subió al monte a orar. 29Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de
una blancura fulgurante. Es interesante observar que Jesucristo se transfigura mientras ora. También
a nosotros la oración debe transfigurarnos espiritual y moralmente.
 Lc 11, 1: Y sucedió que, estando él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos:
«Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos.». Aquí encontramos un detalle interesante: los
Apóstoles ven a Jesús orar y cuando ha acabado, le piden que les enseñe. Esto indica que su acti-
tud externa debía ser tal que despertaba en quienes le veían deseos de orar.

CONTENIDO DE LA ORACIÓN DE JESÚS

 Jn 17. Es una larga oración de Jesús en voz alta. Por ella podemos intuir qué diría al
padre en sus largas horas de oración. Analizando brevemente este texto vemos que pide para sí
mismo la glorificación:
1. Versículos 1-5: 1Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a
tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. 2Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida
eterna a todos los que tú le has dado. 3Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú
has enviado, Jesucristo. 4Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. 5Ahora,
Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese.
La suprema glorificación del Padre es la Pasión de
Cristo, seguida de la Resurrección, y Él la desea para que el
Padre sea glorificado en su obra Redentora. No pide para sí
una gloria barata, sino el cumplimiento perfecto en Él de la
voluntad del Padre.
2. Versículos 9-11: 9Por ellos ruego; no ruego por el mundo,
sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; 10y todo lo mío es tuyo
y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. 11Yo ya no estoy en
el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida
en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. La
unión de los miembros del Cuerpo Místico se basa en la vida
de la gracia; por tanto pide que sean uno en Dios, en Cristo,
por cuanto estén en posesión de la vida de la gracia, insepa-
rable de la caridad, del amor que busca siempre y en todo el
bien de los demás. El grado de esta caridad sobrenatural da
la medida de gracia que tiene un alma. Este amor establece
entre los miembros del Cuerpo Místico esa profunda unidad
en Dios Uno y Trino.
3. Versículos 20-24: 20No ruego sólo por éstos, sino también
por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, 21para que todos
sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en
nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. 22Yo les he dado
la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: 23yo
en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca
que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a
mí. 24Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que contemplan mi gloria,
la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo. Lo mismo pide para todos los que, a
través de los siglos, creeríamos en Él. Debemos hacer notar que Cristo tiene la gloria de ser Hijo
de Dios y con su obra redentora nos la comunica Cfr. Jn 1, 12: Pero a todos los que la recibieron les dio po-
der de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre ). Ahora bien, si somos hijos, hemos de vivir como
vivió el Hijo y tener perfecta unión de caridad, a imagen de la unidad trinitaria. Debiéramos
ahondar en estas verdades en la oración. Finalmente pide que los suyos estén donde Él está, pide
para nosotros la vida eterna.

JESÚS INTENSIFICA LA ORACIÓN EN LA PASIÓN


En los momentos difíciles muchas veces no se tiene ganas de
hacer oración. Cristo, en esos momentos, la intensifica y encuentra en
ella, como verdadero hombre, la fuerza para cumplir la voluntad de
Dios. Experimenta toda la repugnancia que humanamente se siente
ante el sacrificio, sobre todo ante un sacrificio como el de la muerte de
cruz, pero es la oración la que le da fuerzas para aceptarlo:
 Mt 26, 39: Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba
así: «Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero,
sino como quieras tú.» “Padre mío –dice- si es posible, pase de mí este cá-
liz”, pero inmediatamente rectifica: “no se haga mi voluntad sino la
tuya” ( Cfr. Mt 26, 42-44). Así nosotros, en los momentos difíciles no debemos aflojar en la ora-
ción, sino, por el contrario, intensificarla.

ORA EN LA CRUZ
De las siete palabras que Cristo pronunció en la cruz, tres son una oración.
1. Lc 23, 34: Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.» Se repartieron sus vestidos,
echando a suertes. El texto indica que Jesús decía; no dijo, luego se puede pensar que repetía una y
otra vez.
2. Mt 27, 46: Y alrededor de la hora nona clamó Jesús con fuerte voz: «¡Elí, Elí! ¿lemá
sabactaní?», esto es: «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?» Así, con estas mis-
mas palabras, da comienzo el Salmo 22, que es una profecía de la Pasión. Segura-
mente seguiría recitándolo en voz baja y al pronunciar las primeras palabras en
voz alta quiso llamar la atención de los que allí se encontraban para que se dieran
cuenta de que se estaba cumpliendo la profecía de ese Salmo. Los Salmos se
enunciaban por las primeras palabras, que no por números como lo hacemos no-
sotros ahora.
3. Lc 23, 46: y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: «Padre, en tus manos pongo mi espíri-
tu» y, dicho esto, expiró. Jesús, que entró en este mundo orando, muere orando dán-
donos ejemplo de cómo debemos nosotros orar hasta en la hora de nuestra muer-
te. Toda su vida fue una vida de oración. Es lo que debiera ser la vida del cristiano.

JESÚS NOS RECOMIENDA LA ORACIÓN


Si Cristo, que es el modelo que debemos imitar, hacía tanta oración, no es posible ser ver-
dadero cristiano sin que forme parte vital de nuestra vida la oración.
 Lc 18, 1: Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer. Debemos
orar insistentemente. Se trata de la parábola de la viuda que una y otra vez pide al juez inicuo
que le haga justicia y, a fuerza de pedírselo, lo consigue.
 Lc 11, 9-13: 9Yo os digo: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. 10Porque todo el
que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá . 11¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide
un pez, en lugar de un pez le da una culebra; 12o, si pide un huevo, le da un escorpión? 13Si, pues, vosotros, siendo ma-
los, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pi-
dan!» Debemos hacerlo con insistencia.
 Mt 26, 41: Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la
carne es débil.» Quien no ora, cae con facilidad.
Necesitamos establecer en nuestra vida un equilibrio entre oración y acción, así estaremos
centrados en Dios y encontraremos luz, fuerza, etc... En la oración nos capacitamos para ver las
cosas desde el punto de vista de Dios, muy diferente del que podemos tener con la sola razón hu -
mana. Solo a la luz de la razón iluminada por la fe podemos juzgar las cosas rectamente.

LOS APÓSTOLES INSISTEN EN LA NECESIDAD DE LA ORACIÓN


También los Apóstoles insisten en la necesidad de la oración. San Pablo nos dice que
seamos:
 Rom 12, 12: con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración...
 I Tes 5, 17: Orad constantemente.
Deberíamos estar en constante diálogo con Dios, aún en medio del trabajo elevar nues-
tro pensamiento a Dios.
 Hb 13, 15: Ofrezcamos sin cesar, por medio de él, a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de
los labios que celebran su nombre.
Si todo ser humano debe dirigirse a Dios en la oración, el cristiano más, pues en virtud
del carácter bautismal que es una participación del sacerdocio de Cristo, es un consagrado al culto
de Dios y, por consiguiente, tiene una obligación especialísima de orar.
 Rom 12, 1: Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos
como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual.
 I Pd 2, 5: también vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual, para
un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de Jesucristo.

LA ORACIÓN
Orar es hablar con Dios, Nuestro Padre Celestial, para alabarle, darle gracias y pedirle
toda clase de bienes. San Juan Damasceno decía que “la oración es la elevación del alma a Dios”, “la
petición a Dios de las cosas convenientes”. Santo Tomás, recogiendo las dos definiciones anteriores,
enseña que “la oración es la elevación de la mente a Dios para alabarle y pedirle cosas convenientes a la
eterna salvación”.
Como la oración es una elevación de la mente a Dios, el que está completamente distraído,
el que no cae en la cuenta de que está hablando con Dios, en realidad no hace oración.
La Iglesia ha enseñado siempre a orar. No para cambiar la providencia divina, que es
absolutamente inmutable, sino para obtener de Dios lo que desde toda la eternidad ha
determinado conceder a la oración. Como si el Señor hubiera dicho desde toda la eternidad:
“Concederé tal cosa si se me pide, y si no, no”.
La oración eleva y engrandece nuestra dignidad de personas humanas. Nunca es más
grande el hombre que cuando está de rodillas orando. El trato humilde, amoroso y confiado con
Dios proporciona al alma gozo y consuelo espiritual.

NECESIDAD DE LA ORACIÓN
La oración no sólo es conveniente para el hombre, sino que es absolutamente necesaria. La
oración es como la respiración y alimento del alma.
El mandato divino consta expresa y repetidamente en la Sagrada Escritura: “Vigilad y
orad” (Mt 26, 41); “pedid y recibiréis” (Mt 7, 7); “orad sin intermisión” (I Tim 5, 17); “permaneced
vigilantes en la oración” (Col 4, 2).
Es doctrina común y absolutamente cierta en teología que la oración es necesaria para la
salvación de los adultos. San Alfonso María de Ligorio,
dice: “El que reza, se salva ciertamente, y el que no reza,
ciertamente se condena. Si dejamos a un lado los niños, todos los
demás bienaventurados se salvaron porque rezaron, y los
condenados se condenaron porque no rezaron. Y ninguna otra
cosa les producirá en el infierno más espantosa desesperación que
pensar que les hubiera sido cosa muy fácil el salvarse, pues lo
hubieran conseguido pidiendo a Dios sus gracias, y que ya serán
eternamente desgraciados porque pasó el tiempo de la oración”.
“Dios no manda imposibles, y al mandar-nos una cosa,
nos avisa que hagamos lo que podamos y pidamos lo que no podamos y nos ayuda para que podamos” (San
Agustín).
La oración más excelente es el Padrenuestro; también podemos hacer oración a la Virgen,
a los ángeles y a los santos, para que intercedan por nosotros ante Dios. Las principales oraciones
a la Virgen María son el Avemaría y la Salve.

EFICACIA DE LA ORACIÓN
Si oramos conseguiremos de Dios todo lo que necesitamos para ser santos y salvarnos. La
oración es de eficacia infalible, como afirma Cristo Nuestro Señor: “Pedid y se os dará, buscad y
hallaréis, llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama se le
abrirá. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le da una piedra, o si le pide un
pescado le da una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos,
¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!” (Mt 7, 7-11).
“Todo cuanto con fe pidiereis en la oración yo lo haré” (Mt 21, 22). “Cualquier cosa que pidiereis en mi
nombre, eso haré, para que sea glorificado el Padre en el Hijo. Si algo me pidiereis en mi nombre, Yo lo
haré” (Jn 14, 13 y 14).
Para que nuestra oración tenga eficacia infalible se requiere que uno pida algo para sí
mismo, que lo que pida sea necesario o conveniente para la salvación y que lo pida en nombre de
Jesucristo.
Podemos y debemos orar también por todas las personas capaces de alcanzar la gloria
eterna, sin excluir ni a herejes ni a excomulgados, ni a nuestros enemigos. La caridad cristiana -y a
veces la justicia- nos urge esta obligación: “Orad unos por otros para que os salvéis” (Sant 5, 16).
Para que nuestra oración sea agradable a Dios hemos de orar con la reverente atención
que se debe a la Majestad divina; con la humildad del pobre pecador necesitado; con la confianza
del hijo para con el Padre y con la perseverancia que tanto inculcó Nuestro Señor Jesucristo.

Voy por aquí-> 16/10/2019

CRISTO MODELO DE SACRIFICIO


A la oración de Cristo une un espíritu de renuncia y sacrificio:
1. POBREZA: II Cor 8, 9 (Pues conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo,
el cual, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobre-
za.) Dice San Pablo que Cristo siendo rico se hizo pobre para enriquecer-
nos con su pobreza. Como Hijo de Dios, aun como hombre, tenía derecho
a todos los bienes, es dueño y señor de todo, pero nace pobre, vive pobre
y muere pobre, para enriquecernos espiritualmente y enseñarnos la ver-
dadera jerarquía de valores y el desapego de los bienes de la tierra... Por
eso puede decir que “las zorras tiene cuevas y las aves del cielo...” ( Mat 8,
20). A esto debemos añadir también las privaciones en el desierto cuando
ayunó cuarenta días y cuarenta noches (Mt 4, 2).

2. TRABAJO ABRUMADOR: Mc 3, 20 (Vuelve a casa. Se aglomera otra vez la


muchedumbre de modo que no podían comer ). Cristo no tenía tiempo ni para comer. Hoy sabemos bien o
que significa esto. Él ya lo pasó durante su vida pública y como no tenía tiempo para nada, tenía
que hacer la oración por la noche.

3. INCOMPRENSIÓN DE LOS SUYOS: Mc 3, 21 (Se enteraron


sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues decían: «Está fuera de sí.» ) Sus
parientes le toman por loco. Esta incomprensión se repite en Jn 7,
5 (hermanos significa en la Biblia cualquier grado de parentesco en
línea colateral: hermanos, tíos, primos, sobrinos...) Pero Cristo se-
guramente tenía un corazón sensible y podemos imaginarnos qué
sentiría ante tamaña incomprensión. Santo Tomás de Aquino se
plantea la pregunta de si la sensibilidad de Cristo fue igual, menor o mayor que la nuestra y llega
a la conclusión de que fue muchísimo mayor, ya que era más perfecto y, además, porque viene
como víctima por todos los pecados del género humano y, para poder sufrir y expiarlos, tuvo que
tener una gran sensibilidad. Por tanto, no debiéramos quejarnos nunca si somos incomprendidos.

4. ES CALUMNIADO: Cristo sufre el ser calumniado y criticado.


 Mt 11, 18-19 18Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Demonio tiene." 19Vino el Hijo del
hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores." Y la Sabi -
duría se ha acreditado por sus obras. » Le llaman comilón, bebedor, amigo de publicanos, es decir de pe-
cadores.
 Mt 9, 34: Pero los fariseos decían: «Por el Príncipe de los demonios expulsa a los demonios.» Cuando
echa a los demonios dicen que lo hace en virtud del Príncipe de los Demonios
 Jn 8, 48: Los judíos le respondieron: «¿No decimos, con razón, que eres samaritano y que tienes un demo-
nio?» Le llaman samaritano, o sea, enemigo del pueblo y endemoniado, o loco.
Se ve cada vez más incomprendido. Si leemos atentamente los Evangelios vemos que hay
todo un proceso, que va en aumento, en que las almas se van alejando de Él debido a las intrigas
de escribas y fariseos. Incluso muchos discípulos dejaron de andar con Él después del discurso so -
bre el pan de vida (Cfr. Jn 6. 66: Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban
con él.). Cristo se ve abandonado. Esto resalta también Mt 21, 17: Y cuando ellos estaban reunidos, les dijo
Pilato: « ¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, el llamado Cristo?». Y comparado con ladrones y
hombres de mal vivir. El Domingo de Ramos, a pesar del entusiasmo de la mañana, al atardecer,
nadie le ha ofrecido hospedaje y sale sólo con sus discípulos... a Betania.
En el plan de Dios debemos reproducir la imagen de Dios (Rom 8, 29 y 17). Así se explica
que Cristo nos exhorte a llevar nuestra cruz (Mt 10, 38 y 16, 24). Sentido profundo de la mortifica-
ción cristiana, que tiene por objeto hacer morir al hombre viejo para que sea Cristo quien viva en
nosotros (Rom 6, 11). Además, nuestros sufrimientos, ofrecidos a Dios en unión con el sacrificio
de Cristo, siempre que nos hallemos en estado de gracia, contribuyen a que se apliquen, en forma
más abundante, la redención de Cristo a otras almas (Cfr. Col 1, 24; II Tim 2, 10). Por tanto, la
oración y el sacrificio desempeñan un papel importantísimo en nuestra vida personal y para toda
la Iglesia. De ahí la decisiva importancia de aspirar seriamente ala santidad, a la imitación de
Cristo, hasta poder decir con San Pablo “ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí”. (Gal 2, 20).

"¡NO ES POSIBLE QUEDAR INDIFERENTESANTE EL SACRIFICIO DE CRISTO!"


Intervención de Juan Pablo II durante la audiencia general del miércoles
CIUDAD DEL VATICANO, 19 abril (ZENIT.org).- En vísperas de los tres
días "santos" que conmemoran el culmen de la vida de Jesús, su pasión, muerte y
resurrección, Juan Pablo II se detuvo durante la audiencia general a profundizar
en su hondo significado. Las palabras del Santo Padre se convierten de este modo
en una guía única para los cristianos para vivir de manera más intensa el triduo
santo. Esta fue la intervención del Papa.
El itinerario cuaresmal que hemos comenzado el Miércoles de Ceniza llega a su
culmen en esta Semana llamada oportunamente "Santa". Nos preparamos para revivir en
los próximos días los acontecimientos más sagrados de nuestra salvación: la pasión, la
muerte y la resurrección de Cristo.
¿Abandono de Dios?
La Cruz, se nos presenta en estos días como símbolo elocuente del amor de Dios por la humanidad.
Resuena, al mismo tiempo, en la liturgia, la invocación del Redentor en la hora de la muerte: "Dios mío,
Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Mateo 27, 46; Marcos 15, 34). Muchas veces sentimos este grito
como "nuestro" en las situaciones difíciles de la existencia, que pueden causar un desconsuelo íntimo, gene -
rar preocupaciones o incertidumbres. En los momentos de soledad y de turbación, frecuentes en la vida del
hombre, puede surgir en el espíritu del creyente la exclamación: ¡el Señor me ha abandonado!
La pasión de Cristo, sin embargo, y su glorificación en el árbol de la Cruz ofrecen otra clave de lec-
tura para estos momentos. En el Gólgota, el Padre, en el colmo del sacrificio de su Hijo unigénito, no le
abandona, es más, lleva a plenitud el designio de la salvación para toda la humanidad. En su pasión, muerte
y resurrección, nos revela que la última palabra de la existencia humana no es la muerte, sino la victoria de
Dios sobre la muerte. El amor divino, manifestado en plenitud en el misterio pascual, vence a la muerte y al
pecado, que es su causa (cf. Romanos 5,12).
Un Dios crucificado
En estos días de la Semana Santa entramos en el corazón del plan salvífico de Dios. La Iglesia, de
manera particular, durante este año jubilar, quiere recordar a todos que Cristo ha muerto por cada uno de
los hombres y por cada una de las mujeres, pues el don de la salvación es universal. La Iglesia muestra el
rostro de un Dios crucificado, que no suscita miedo, sino que comunica sólo amor y misericordia.
¡No es posible quedar indiferentes ante el sacrificio de Cristo! En el espíritu de quien se detiene a
contemplar la pasión del Señor surgen espontáneamente sentimientos de profunda gratitud. Al subir espiri-
tualmente con Él al Calvario, se llega a experimentar en cierto sentido la luz y la alegría que emana de la re -
surrección.
Volveremos a vivir esto, con la ayuda de Dios, en el Triduo Pascual. A través de la elocuencia de los
ritos de la Semana Santa, la liturgia nos mostrará la inseparable continuidad que existe entre la pasión y la
resurrección. La muerte de Cristo lleva en sí el germen de la resurrección.
Tres días santos
La celebración de la Santa Misa crismal será el preludio del Triduo Pascual, en la mañana del Jue -
ves Santo, que reunirá en la catedrales diocesanas a los presbíteros en torno a sus respectivos pastores. Se -
rán bendecidos los óleos de los enfermos, el de los catecúmenos y el crisma para la administración de los sa -
cramentos. Un rito denso de significado, acompañado por el gesto también significativo de la renovación de
los compromisos y de las promesas sacerdotales por parte de los presbíteros. Es el día de los sacerdotes, que
todos los años nos lleva a nosotros, ministros de la Iglesia, a redescubrir el valor y el sentido de nuestro
sacerdocio, don y misterio de amor.
En la noche, volveremos a vivir el memorial de la institución de la Eucaristía, sacramento de amor
infinito de Dios por la humanidad. Judas traiciona a Jesús; Pedro, a pesar de todas sus afirmaciones, reniega
de él; los demás apóstoles, en el momento de la pasión, desaparecen. Pocos se quedan a su lado. Y, sin embar-
go, el Señor confía a estos hombres frágiles su testamento, ofreciéndose a sí mismo en el cuerpo entregado y
en la sangre derramada por la vida del mundo (cf. Juan 6, 51). ¡Misterio inconmensurable de condescenden -
cia y de bondad!
En el Viernes Santo resonará la narración de la Pasión y se nos invitará a venerar la Cruz, símbo-
lo extraordinario de la misericordia divina. El Crucifijo indica al hombre, a menudo confuso a la hora
de distinguir entre el bien y el mal, el único camino que da sentido a la existencia humana. Es el camino de
la acogida total de la voluntad de Dios y de la generosa entrega de sí mismo a los hermanos.
El Sábado Santo, en una jornada de gran silencio litúrgico, nos detendremos a reflexionar en el sen -
tido de estos acontecimientos. Vigilará solícitamente la Iglesia con María, la Madre dolorosa, y con ella, es -
perará a que surja la aurora de la resurrección. De hecho, al asomarse del "primer día después del sábado",
el alegre anuncio pascual, proclamado por el festivo canto del "Exultet", durante la solemne liturgia de la
Vigilia de Pascua, romperá el silencio. El triunfo de Cristo sobre la muerte vendrá para sacudir, junto a la
piedra del sepulcro, los corazones y las mentes de los fieles y a inundarlos con el mismo gozo experimentado
por la Magdalena, por las santas mujeres, por los apóstoles y por quienes se manifestó el resucitado el día de
Pascua.
Queridos hermanos y hermanas, preparemos nuestro corazón para vivir intensamente este Triduo
Santo. Dejémonos invadir por la gracia de estos días santos y, como exhortaba el santo obispo Atanasio, "si-
gamos también nosotros al Señor, imitándolo, así celebraremos la fiesta no sólo exteriormente, sino de la
manera más real, es decir, no sólo con palabras, sino también con las obras" (Cartas pascuales, 14, 2).
Con estos sentimientos, os deseo a todos vosotros y a vuestros seres queridos un provechoso Triduo
Santo y una alegre Pascua de resurrección.

Anexo 1
LA DISTRIBUCIÓN DEL TIEMPO
ENTRE LOS ROMANOS Y LOS JUDÍOS

El Calendario Romano estaba distribuido de la siguiente manera:


1) DIVISIÓN DEL AÑO: Primitivamente, el año romano constaba de 10 meses y comenzaba en
marzo. En el 153 a.C. se le añadieron los meses de enero y febrero.
NOMBRE DE LOS MESES.
Ianuarius Dedicado a Jano 31 días
Februarius Mes de las fiestas expiatorias 28 días
Martius Dedicado a Marte, dios de la guerra 31 días
Aprilis Mes en que se abre la vegetación 30 días
Maius Dedicado a la diosa Maya 31 días
Iunius Dedicado a Juno 30 días
Quinto mes del año antiguo, luego dedica-
Quintilis......Iulius 31 días
do a Julio César.
Sexto mes del año antiguo, luego llamado
Sextilis.......Augustus 31 días
Augustus en honor a Augusto.
September Séptimo mes del año antiguo 30 días
October Octavo mes del año antiguo 31 días
November Noveno mes del año antiguo 30 días
December Décimo mes del año antiguo 31 días
César organizó el calendario en el año 46 a.C., y fijó en 365 días, 5 horas y 52 minutos la
duración del año.

2) DIVISIÓN DE LOS MESES: Conforme a su origen lunar, el mes tenía tres fechas fundamenta-
les relacionadas con las fases de la luna y que servían de punto de partida para los otros días:
 Las Calendas...............................................el primer día de cada mes.
 Las Nonas...................................................el quinto día de cada mes.
 Las Idus......................................................el día trece de cada mes.
- Las Nonas y las Idus de marzo, julio y octubre eran, respectivamente, el 7 y el 15.
Para el día anterior y posterior a las tres fechas indicadas se emplean, respectivamente, los
adverbios pridie y postridie antepuestos al nombre del día en acusativo. Ejemplos:
Pridie Idus Iulii............................... Catorce de Julio.
Postridie Kalendas Iunii............. Dos de Junio.

3) INDICACIÓN DE LAS DEMÁS FECHAS: Para indicar cualquiera de las divisiones del mes se
usa el ablativo seguido del mes en genitivo:
Kalendis ianuarii.................................... El primero de Enero.
Nonis aprilis............................................ El cinco de abril.
Los días comprendidos entre esas fechas se citan a base de ellas. Se cuenta desde la fecha
de que se trata la inmediata de esas tres, incluyendo la de partida y la de término, y se pone en
ablativo ordinal seguido de la fecha que encontremos con ante. Así, para fechar en latín el 8 de
enero, diremos: de 8 a 13 hay 5, con la de partida, 6; tendremos, pues: (die) sexto ante Idus ianuarii.
Inversamente, para expresar en español una fecha latina, se resta el día que nos dan de la
fecha inmediata superior; al resultado se le añade una unidad, si se trata de Nonas e Idus, y dos,
tratándose de Kalendas.
19 de Julio; porque de 13 a 30 son 17, y 2 que se
Decimo tertio Kalendas iulii......................
le añaden, son 19.

4) DIVISIÓN DEL DÍA: El día entre los romanos constaba de 24 horas y comenzaba a mediano-
che. La hora era la doceava parte del tiempo transcurrido entre la salida y la puesta del sol. Por
eso en Diciembre la hora llegaba a no tener más que 45 minutos, y, en cambio, en junio era de 75
minutos.
Naturalmente, no tenían una noción exacta del tiempo. Las referencias a éste son expresio-
nes imprecisas. mane, por la mañana; ante meridiem, antes del medio día; post meridiem, después del
medio día. La sexta hora del día terminaba a las doce del día, y la sexta de la noche, a media no -
che. La noche estaba dividida en cuatro vigilias de tres horas cada una.

Las horas en el calendario Romano

Inicio del día 12 m.n.


Tercera vigilia (o del canto del gallo) 12 m.n a 3 a.m
Cuarta vigilia (o de la mañana) 3 a 6 a.m.
Día (dividido en 12 horas): 6 a.m. a 6 p.m.
Primera vigilia (o del anochecer): 6 a 9 p.m.
Segunda vigilia (o medianoche): 9 p.m. a 12 m.n
.

CALENDARIO HEBREO

DIVISIÓN DEL DÍA


Inicio del día; sacrificio de la tarde (en el AT) 6 p.m.
Primera vigilia 6 a 10 p.m.
Segunda vigilia (de la mañana o última) 10 p.m. a 2 a.m.
Tercera vigilia (de la mañana o última) 2 a 6 a.m.
Sacrificio de la mañana 6 a.m.
Hora primera 7 a.m.
Hora tercera (tercia) 9 a.m.
Hora sexta 12 m.d.
Hora novena (nona) 3 p.m.
Hora de la oración; sacrificio de la tarde (en el NT) 3 p.m.

EL CALENDARIO SOLAR JUDÍO.

Los descubrimientos de manuscritos en la costa occidental del mar Muerto han ofrecido al
mundo científico de hoy dos posibilidades verdaderamente transcendentales. Primera, un acervo
de documentos, valiosísimos, múltiples y antes insospechados. Segunda, sólidos fundamentos
para replantear problemas antiguos y formular otros nuevos.
Consecuencia importante del segundo punto, es la revalorización de noticias, fragmenta-
rias e inseguras, ya de antiguo conocidas, y su reelaboración, por la accesión de nuevos datos, en
síntesis mucho más fundadas.
Un caso ejemplar de este fenómeno es el cuidadoso estudio, llevado a cabo actualmente,
de los sistemas judíos de calendario. Se daba por supuesto que, en torno al comienzo de nuestra
era, estaba en vigor exclusivamente el calendario lunar. Por otra parte, varios pasajes bíblicos, so-
bre todo neotestamentarios, se encuadraban difícilmente en los esquemas conocidos de la medi-
ción del tiempo. Aun recurriendo al uso griego o romano. El mundo semita antiguo va revelando
sus secretos, si bien con lentitud y parsimonia. En las hondas corrientes de su cultura y su menta-
lidad hay que buscar las soluciones a muchos problemas bíblicos.
Sin duda no carecerá de utilidad presentar esbozado, a título puramente informativo, lo
que hasta hoy se ha dicho acerca del calendario solar judío antiguo.

I. NUESTRO CALENDARIO DE HOY


Actualmente nos regimos por el calendario solar gregoriano. Su unidad fundamental es el
año solar. El año solar es el intervalo de tiempo que tarda la tierra en dar una vuelta completa al -
rededor del Sol. Este lapso de tiempo es de 365 días y un cuarto. (Exactamente 365 días, 5 horas,
48 minutos, 46 segundos). Como esta cifra excede un número exacto de días solares medios, es ne-
cesario, en nuestro cómputo práctico, prescindir de la fracción. Pero, si la despreciáramos total-
mente, nos quedaría un día sobrante cada cuatro años con respecto al tiempo real empleado por la
tierra en sus vueltas alrededor del Sol. En este caso las estaciones se desplazarían lentamente has-
ta llegar a pleno invierno los meses y las fiestas que teóricamente tendrían que corresponder al
verano. Se impone un sabio reajuste. Para evitar los errores a largo plazo, se observa la siguiente
regla: Todo año se considera de 365 días, excepto cuando el número formado por sus dos últimas cifras es
divisible por 4. En este caso tiene 366 (año bisiesto). Sin embargo, los años que expresan número exacto de
siglos no se consideran bisiestos (1900), a no ser que el número de siglos sea divisible por cuatro (2000).
Esta fórmula, puesta en vigor en la reforma de Gregorio XIII (s. XVI), necesitará corrección dentro
de unos 3.500 años; es decir, hacia el 5.050 de nuestra era, en que la acumulación de pequeños
errores representará aproximadamente un desplazamiento del tiempo oficial con respecto a la si-
tuación de la tierra en torno al sol. Estamos, pues, dentro de un sistema prácticamente inalterable.
Las estaciones computadas coinciden exactamente cada año con la misma posición de la tierra en
su camino alrededor del Sol.

II. CALENDARIO LUNAR JUDÍO.


El calendario lunar judío se llama también oficial, legal, civil, mixto (solar-lunar), mitiga-
do (con respecto al solar) y de días festivos móviles.
Los judíos, después del destierrote babilónico (a. 537 a. C.), precisaron y perfeccionaron el
calendario lunar. Estaba en vigor en tiempo de Jesucristo y pervive entre ellos hasta nuestros días.
El año lunar se basa en el mes lunar. De luna nueva a luna nueva van 29 días y 12 horas
(con más precisión 29 días, 12 horas, 44 minutos, 3 segundos). Concretamente, el año lunar judío
es de 354 días, divididos en doce meses (Los meses judíos son los siguientes: tisri (cuyo día 1º es el
Prinjesvan o jesvan, kisleu, tebet, sebat, adar ( a veces otro, llamado adar sení), nisán, iyar, siván,
tammuz, ab y elul. El mes de tisri es el primero del año civil: el de nisán, del religioso. Tisri em -
pieza aproximadamente a mediados de nuestro septiembre.) Estos meses tienen alternativamente,
comenzando por Tisri, 30 y 29 días. Sin embargo, el año lunar difiere por 11 días y un cuarto en
menos con respecto al solar real. Esto haría que las estaciones oficiales se desplazaran rápidamen-
te de la reales en la sucesión de los años. Las fiestas religiosas judías y el mismo calendario anual
se regían por la recolección. Como ésta, en el fondo, depende del año solar, por estar en función
de las estaciones, el año lunar judío tenía que ajustarse drásticamente con el solar para que no se
desplazara desmesuradamente. Solía hacerse por medios empíricos. De consiguiente, el calenda-
rio lunar es un sistema más primitivo y espontáneo. Tiene la ventaja de señalar intuitivamente los
meses y las semanas por las fases de la luna; la desventaja de apartarse considerablemente del año
solar real y de las estaciones.
Para obtener el ajuste indispensable en este calendario lunar con respecto al solar real, se
añade cada tres años otro mes, que se llama veadar, adar sení o adar batra. Pero, por otra parte, por
exigencia religiosas tiene que evitarse que el Primero de año y el Kippur caigan inmediatamente an-
tes o después de sábado (en viernes o en domingo de nuestra nomenclatura). Para ello se le añade
o se le quita un día. Si el año no tiene alteración alguna se llama ordinario; si lleva un día añadido
(siempre en desván), se denomina año perfecto o cumplido; si se le quita un día (que ha de ser en
kisleu), recibe el nombre de defectivo. De donde, el año lunar judío, según tenga doce o trece me-
ses, y, en ambos casos, según sea regular, perfecto o defectivo, pueden ser de 353, 354, 355 o bien
de 383, 384, 385 días. De todos modos, van siempre 177 días del 1º de Nisán al 1º de Tisri. En un
ciclo de 19 años ocurren 7 años prolongados, el 3º, 6º, 8º, 11º, 14º, 17º y 19º. En estos casos se quedó
un día más al mes de adar y al año un segundo mes de adar antes de nisán.
Los judíos siguen actualmente este sistema para sus festividades religiosas. Véase, por
ejemplo, la correspondencia de sus meses con los nuestros para el año próximo. Las cifras que en -
cabezar las listas son años de la Guerra judía, que se llama de la creación del mundo.
El año hebreo se calcula sumando al año que corresponde en el calendario gregoriano
más 3761. Por ejemplo, al año Gregoriano de 2008, le corresponde al año hebreo 5769.

EL CALENDARIO JUDÍO COMPARADO CON EL CALENDARIO GREGORIANO


1. NISAN Marzo-abril
2. IYAR Abril-mayo
3. SIVAN Mayo-junio
4. TAMMUZ Junio-julio
5. AV Julio-agosto
6. ELUT Agosto-septiembre
7. TISBRI Septiembre-octubre
8. CHESHRRAM Octubre-noviembre
9. KISLEV Noviembre-diciembre
10. TEVET Diciembre-enero
11. SHEVAT Enero-febrero
12. ADAR Febrero-marzo

Año Hebreo = Año Gregoriano + 3761

Enero 2008   Tevet 5768 / Shevat 5768


Dom Lun Mar Mie Jue Vie Shabbat

1 23 2 24 3 25 4 26 5 27

6 28 7 29 8 1 9 2 10 3 11 4 12 5

13 6 14 7 15 8 16 9 17 10 18 11 19 12

20 13 21 14 22 15 23 16 24 17 25 18 26 19
Tu biShe-
vat
27 20 28 21 29 22 30 23 31 24

Abril 2008   Adar II 5768 / Nisan 5768


Dom Lun Mar Mie Jue Vie Shabbat

1 25 2 26 3 27 4 28 5 29

6 1 7 2 8 3 9 4 10 5 11 6 12 7
13 8 14 9 15 10 16 11 17 12 18 13 19 14
Taanit
Bejorot
20 15 21 16 22 17 23 18 24 19 25 20 26 21
Pesaj Pesaj Pesaj Pesaj Pesaj Pesaj Pesaj
27 22 28 23 29 24 30 25
Pesaj (d)

III. CALENDARIO SOLAR HEBREO.


El calendario solar hebreo se denomina también judío antiguo, levítico, litúrgico, sacro o
sagrado, perpetuo, de días festivos fijos; del libro de los Jubileos, del Documento de Damasco, de
Qumrán, de Enoc eslavo; de los magariya1 , de los saduceos, de los boetusianos, de los sadoquitas,
de los samaritanos. Es anterior al lunar. Persistió con éste de algún modo, incluso en tiempos del
Nuevo Testamento.
Según él, el año tiene 364 días; es decir, exactamente 53 semanas. Se divide en cuatro esta-
ciones, de 13 semanas cada una. Los meses tienen 30 días, pero hay que poner al final de cada tri-
mestre un día intercalar. Así se obtienen los 91 días de las 13 semanas trimestrales (91 x 4= 364 de
días).
Esta división es la más próxima al ciclo anual del verdadero año solar, y tiene notables
ventajas sobre el año lunar. Sin embargo, incluso este calendario solar hebreo antiguo tenía que
corregirse, porque llevaba cada año una diferencia de un día y un cuarto con respecto al año solar
1 Los magariya, cuyo nombre puede traducirse aproximadamente por "hombres de las cuevas", son tal vez los qumra-
nitas. Para ellos empezaba el ajuste verdadero de fiestas litúrgicas en su calendario, cuando el primero de año coincidía
con luna llena en la noche del martes al miércoles
real. Este margen diferencial daba un desplazamiento de 61 días y un cuarto entre dos jubileos,
que comprenden un período de 49 años. Era, pues, necesaria una corrección. Teóricamente toda
corrección es fácil en este sistema, por estar en función de los solsticios y equinoccios. Esto no su-
cede en el calendario lunar. Puede hacerse de varias maneras. Por ejemplo, intercalando días
blancos en cada estación. Pero como esto rompe las semanas, es posible que en realidad se hubie -
ra preferido otro modo. El más obvio consiste en añadir semanas enteras después de cada sábado
de años. En este sistema los meses, las semanas y los días de la semana, excepto el sábado, no te -
nían nombres propios. Se indicaban por números.
La importancia de este calendario solar judío está en que los días de la semana coinciden
siempre con las mismas fechas del mes, y las fiestas litúrgicas caen siempre en el mismo día de la
semana. El año empieza inalterablemente en miércoles (día 4º), porque "los astros fueron forma-
dos el día 4º de la creación" (Gn 1, 14). El día se cuenta de puesta a puesta de sol. Entre semana
hay días especialmente significados para fiestas litúrgicas. Son el 4º, el 6º y el 1º, que correspon-
den a nuestro miércoles, viernes y domingo. Aplicando ese esquema al Antiguo Testamento, par-
ticularmente a las narraciones de la época patriarcal, se descubre que los hechos más célebres tras -
cendentales para la historia de Israel suceden insistentemente en esos o parecidos días fijos. Esto
puede indicar que la cronología histórica de algunos pasajes del Antiguo Testamento se ha escrito
en función de un esquema litúrgico, y en este caso se tendría una historia "cualificada". Sin embar-
go, pudo muy bien haber sucedido lo contrario, que los hechos históricos fueran fundamento,
más o menos bien interpretado, para los días litúrgicos o festivos especiales.
En el cuadro anejo aparece claramente la utilidad práctica de este calendario. Un mismo
módulo no se repite exactamente los cuatro períodos del año.
El calendario solar hebreo antiguo es base indispensable para el planteamiento y discusión
de algunas cuestiones exegéticas que actualmente se debaten.
P. Sebastián Bartina, SJ
Cuando se crearon el sol y la luna fue escrito en la Torá: "Y sirvan como signos para las esta-
ciones, los días y los años" (Gn 1, 14). Y en el libro de los Salmos está escrito: "Eres el que constituyó la
luna para fijar los tiempos" (104, 19). El sol y la luna son el parámetro para dividir los días, semanas
y meses del año.

¿CÓMO NACIÓ EL CALENDARIO? El calendario anual es un sistema que divide al tiempo en


días, semanas, meses y años. El calendario hebreo aceptado por el pueblo de Israel, está basado en
la combinación de los sistemas lunar y solar en completa armonía entre un día completo, mes-lu -
nar y año solar.
La necesidad de utilizar este complejo método es porque la Torá nos obliga a considerar
tanto el mes anual como el mes solar. Los meses del año están santificados por la Torá: "Y el pri-
mer día de cada mes ofreceréis un sacrificio al Eterno... Tal será el holocausto del principio de cada mes, to-
dos los meses del año" (Nm 28, 11) También está escrito: "Este mes será para ustedes" (Ex 12, 2), nues-
tros sabios dijeron: "Le mostró la luna al renovarse y le dijo: cuando la luna se renueve será para ustedes
principio de mes". Por esa razón, los hebreos están obligados a fijar y santificar los meses según el
novilunio. Pero a todo esto debemos añadir otra indicación importante: festejar de manera meti-
culosa que el mes de Nisán sea siempre en la primavera, pues está escrito: "Guardarás el mes de
aviv (Nisán) y celebrarás la pascua al eterno" (Dt 15, 1), y esto hace que midan el año por el sistema
solar.
Para unir la diferencia entre el año lunar y el año solar, que provoca un desfase de aproxi -
madamente 11 días, los hebreos fijaron el "ibur" (bisiestos), que se adicionan de vez en cuando un
día en el mes, y un mes cada año (Adar II), según la necesidad.
Según el calendario hebreo, el año es a veces de doce meses, y se llama "año simple" y a
veces de trece meses (se agrega Adar II) y se lo llama "año bisiesto". En el ciclo de 19 años hay 12
años "simples" y 7 años "bisiestos" según una división parcialmente fija.
 
MESES "COMPLETOS" Y MESES "INCOMPLETOS. En el calendario hebreo hay meses "com-
pletos" de 30 días y meses "incompletos" de 29 días. Según esta regla: Tishrei siempre es completo,
Tevet siempre es incompleto, y de aquí en más un mes completo y uno incompleto, intercalada-
mente. Fuera de la regla están los meses de Jeshvan y Kislev que a veces son incompletos, enton -
ces el año es "incompleto" (353 días), a veces ambos son completos y el año es "completo" (355
días), a veces uno es completo y otro incompleto, entonces el año es "regular" (354 días). Esto con
respecto al año "simple", mientras que el año "bisiesto" los números difieren: un año "completo" -
385 días, un año "regular" - 384 días, un año "incompleto" 383 días.
Todos estos cálculos meticulosos no son sólo para corresponder los meses con las estacio-
nes del año, sino también los motivos están relacionados con el cuidado de los preceptos. Así se
fijó que Iom Kipur no puede coincidir, ni un día viernes ni un domingo, ya que no pueden haber
dos shabatot seguidos. De la misma manera Hoshana Raba no puede coincidir con Shabat, ya que
sino estaría prohibido golpear aravot. De acuerdo con esto Rosh Hashana no puede coincidir en
los días domingo, miércoles y viernes.
Esta es la regla que dictamina cuando un año es "incompleto", "completo" o "regular".
 
LOS NOMBRES DE LOS MESES. Los nombres de los meses en el calendario hebreo son babiló-
nicos, que trajeron los inmigrantes de Babel. De los nombres hebreos originales quedaron sola-
mente cuatro: el mes de Primavera (Nisán), el mes del Resplandor (Iaar), el mes del Fruto (Mar-
Jershan) y el mes de la Fuerza (Tishrei). En las excavaciones de "gezer" se encontró un calendario
de arcilla antigua, en el cual están tallados los meses hebreos antiguos, estos meses tiene un carác-
ter agrícola por excelencia: el mes de la cosecha, el mes de la de la siembra, el mes de la recolec -
ción, el mes de cosechar el lino, el mes de cosechar la cebada, el mes de la vendimia y el mes de
verano.
En la Biblia los meses son llamados según un orden numérico: el primer mes (Nisán), el
tercer mes (Sivan), el séptimo mes (Tishrei). También en el período del segundo templo llamaban
a los meses según el orden numérico de la Biblia.
 
LA CUENTA DE LOS AÑOS. El conteo de los años en el calendario hebreo comienza con la crea-
ción del mundo, o sea hace más de 5000 años. El año 5759, simboliza 5759 años desde la creación.
A diferencia de esto el calendario cristiano comienza desde el nacimiento de Jesús, que es
el año 3760 del calendario hebreo. Una manera de calcular el año hebreo en el calendario judío es
la de agregar 240 al año sin su milenio. Es decir, 779 y otros 240 daría 999, agregamos 1000 y sería
1999.

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