Está en la página 1de 9

Tema 9: LAS PROFECÍAS MESIÁNICAS

PROFECÍA es una revelación especial de Dios, pues solamente Él puede conocer el futuro.
Un eclipse de sol, por ejemplo, se puede calcular y científicamente se puede predecir porque está
sujeto a las leyes de la naturaleza. Pero cuando se trata de hechos en los que interviene la libertad
humana la cosa resulta más ardua, porque el hombre, ante una situación, puede obrar de muy
distintas maneras. Es bien difícil predecir lo que sucederá a tal persona dentro de 10 años, porque
depende de muchas decisiones que esa persona tendrá que tomar. Mucho menos de 100 y mucho
más difícil asegurar qué va a pasar entre los hombres dentro de 700 o 1000 años. Eso solamente
Dios puede conocerlo. Por tanto podemos afirmar que profecía es la predicción cierta de un he-
cho futuro y libre, que actualmente no se puede prever, porque depende de la exclusiva volun-
tad de Dios y de la libertad de los hombres.
Las profecías solo pueden venir del verdadero Dios
 Is 46, 9-10: 9Recordad lo pasado desde antiguo, pues yo soy Dios y no hay ningún otro, yo soy Dios, no
hay otro como yo. 10Yo anuncio desde el principio lo que viene después y desde el comienzo lo que aún no ha sucedido.
Yo digo: Mis planes se realizarán y todos mis deseos llevaré a cabo.
 Is 48, 3: Yo anuncié desde hace tiempo las cosas pasadas, salieron de mi boca y las di a conocer; de pronto,
las hice y se cumplieron.
Podríamos decir que las profecías son milagros de orden intelectual. Sólo Dios puede
conocer el futuro libre y sólo Él puede dar a conocer al profeta un acontecimiento futuro
naturalmente imprevisible. La profecía es, por tanto, clara señal de la intervención de Dios y
garantía absoluta de profesar la verdadera religión. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento se anuncian hechos futuros y libres, científicamente comprobados posteriormente.
Hay quien se ha atrevido a afirmar que las profecías mesiánicas no fueron tales, sino que
se escribieron después de pasados los hechos. Se sabe de cierto que cuando Cristo vino al mundo
ya estaba traducida la Biblia al Griego (la llamada versión de los LXX, la cual se había hecho en
Alejandría entre los años 250 y 100 a. Cristo) y, por tanto, esas profecías eran conocidas en el
mundo greco-romano, que, por entonces, consideraba como lengua culta el griego. Ahí palpamos
de modo directo, una intervención especial de Dios.
En las Sagradas Escrituras hay muchas profecías acerca de Jesucristo. Vamos a ir analizán-
dolas poco a poco y vamos a descubrir todo lo que estaba anunciado acerca del Mesías que tenía
que venir.
La primera profecía se encuentra en las primeras páginas del Génesis. Se trata del pasaje
que muchos escrituristas han denominado: PROTOEVANGELIO.
 Gn 3, 14-15: 14Entonces Yahveh Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre todas
las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.
14
Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calca -
ñar.
Apenas cae la Humanidad en el pecado ya promete Dios un Redentor, hijo de una mujer
enemiga absoluta del demonio, que aplastará la cabeza de la serpiente.
Pasarán milenios y Dios anuncia una bendición para el género humano.
 Gn 12, 2-3: 2De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; y sé tú una bendi-
ción. 3Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan. Por ti se bendecirán todos los linajes de la
tierra.
Esta bendición se refiere a la redención (Cfr. Gal 3, 16: Pues bien, las promesas fueron dirigidas a
Abraham y a su descendencia. No dice: «y a los descendientes», como si fueran muchos, sino a uno solo, a tu descen -
dencia, es decir, a Cristo.). Por tanto se predice que el Mesías será descendiente de Abraham. Precisa-
mente Dios elige a Abraham y su descendencia para preparar el camino al Mesías y darlo al mun-
do.
 Gn 22, 17-18: 17yo te colmaré de bendiciones y acrecentaré muchísimo tu descendencia como las estrellas
del cielo y como las arenas de la playa, y se adueñará tu descendencia de la puerta de sus enemigos. 18Por tu descenden-
cia se bendecirán todas las naciones de la tierra, en pago de haber obedecido tú mi voz.

De Abraham pasa la promesa mesiánica a Isaac y a Jacob.


 Gn 26, 2-5: 2Yahveh se le apareció y le dijo: «No bajes a Egipto. Quédate en la tierra que yo te indique.
3
Reside en esta tierra, y yo te asistiré y bendeciré; porque a ti y a tu descendencia he de dar todas estas tierras, y man -
tendré el juramento que hice a tu padre Abraham. 4Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu
descendencia todas estas tierras. Y por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, 5en pago de que
Abraham me obedeció y guardó mis observancias, mis mandamientos, mis preceptos y mis instrucciones.»
 Gn 28, 13-14: 13Y vio que Yahveh estaba sobre ella, y que le dijo: «Yo soy Yahveh, el Dios de tu padre
Abraham y el Dios de Isaac. La tierra en que estás acostado te la doy para ti y tu descendencia. 14Tu descendencia será
como el polvo de la tierra y te extenderás al poniente y al oriente, al norte y al mediodía; y por ti se bendecirán todos los
linajes de la tierra; y por tu descendencia.

De Jacob, a Judá.
 Gn 49, 10: No se irá de Judá el báculo, el bastón de mando de entre tus piernas. hasta tanto que se le trai-
ga el tributo y a quien rindan homenaje las naciones
En esta última profecía además Dios anuncia que de la tribu de Judá saldrán reyes que
conservarán el cetro hasta que venga el Mesías, es decir que cuando éste venga los descendientes
de Judá, habrán perdido el cetro y entonces vendrá “Aquel a quien pertenece de derecho la realeza y a
quien deben obediencia las naciones”, es decir, el Mesías.
Aún concreta Dios más y anuncia que pertenecerá a la familia de David.
 II Sam. 7, 15-16: 15pero no apartaré de él mi amor, como lo aparté de Saúl a quien quité de delante de
mí. 16Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí; tu trono estará firme, eternamente.
El reino de David es estable para siempre gracias al Mesías, tal como dice el ángel a la Vir-
gen: Lc 1, 32-33: 32El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su pa-
dre. 33Reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin. También los evangelios llaman a
Cristo “hijo de David”: Mc 10, 46-48: 46Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos
y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. 47Al ente-
rarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!» 48Muchos le increpa-
ban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mi!
Es importante que destaquemos el detalle: en la Biblia se llaman padres e hijos a cualquier
grado de parentesco, en línea ascendente o descendente. Al parentesco en línea colateral –tíos, so-
brinos, primos, etc.- se llaman hermanos.
Los profetas incluso llegan a llamar a David al Mesías:
 Ez 34, 23-24: 23Yo suscitaré para ponérselo al frente un solo pastor que las apacentará, mi siervo David:
él las apacentará y será su pastor. 24Yo, Yahveh, seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellos. Yo,
Yahveh, he hablado.
 Ez 37, 24: Mi siervo David reinará sobre ellos, y será para todos ellos el único pastor; obedecerán mis
normas, observarán mis preceptos y los pondrán en práctica.
Y eso que el rey David había muerto unos cinco siglos antes que el profeta Ezequiel. Si éste
promete que el pueblo será gobernado por David es porque David, además de ser padre del Me-
sías, es tipo y figura de él.
Será interesante leer también las genealogías de Cristo
 Mt 1, 1-16: 1Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: 2Abraham engendró a
Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, 3Judá engrendró, de Tamar, a Fares y a Zara,
Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, 4Aram engendró a Aminadab, Aminadab engrendró a Naassón,
Naassón engendró a Salmón, 5Salmón engendró, de Rajab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a
Jesé, 6Jesé engendró al rey David. David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón, 7Salomón engendró a Ro-
boam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf, 8Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram en-
gendró a Ozías, 9Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, 10Ezequías engendró a
Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, 11Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos,
cuando la deportación a Babilonia.12Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engen-
dró a Zorobabel, 13Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a Azor, 14
Azor en-
gendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a
15

Mattán, Mattán engendró a Jacob, 16y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo.
 Lc 3, 23-38: 23Tenía Jesús, al comenzar, unos treinta años, y era según se creía hijo de José, hijo de He-
lí, hijo de Mattat, hijo de Leví, hijo de Melkí, hijo de Jannái, hijo de José, 25hijo de Mattatías, hijo de Amós, hijo de
24

Naúm, hijo de Eslí, hijo de Nangay,26hijo de Maaz, hijo de Mattatías, hijo de Semeín, hijo de Josec, hijo de Jodá, 27 hijo
de Joanán, hijo de Resá, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de Nerí, 28 hijo de Melkí, hijo de Addí, hijo de Co-
sam, hijo de Elmadam, hijo de Er, 29hijo de Jesús, hijo de Eliezer, hijo de Jorim, hijo de Mattat, hijo de Leví, 30hijo de Si-
meón, hijo de Judá, hijo de José, hijo de Jonam, hijo de Eliaquim, 31hijo de Meleá, hijo de Menná, hijo de Mattatá, hijo de
Natán, hijo de David,32 hijo de Jesé, hijo de Obed, hijo de Booz, hijo de Sala, hijo de Naassón, 33hijo de Aminadab,
hijo de Admín, hijo de Arní, hijo de Esrom, hijo de Fares, hijo de Judá, 34hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham,
hijo de Tara, hijo de Najor,35hijo de Serug, hijo de Ragáu, hijo de Fálek, hijo de Eber, hijo de Sala, 36hijo de Cainam, hijo
de Arfaxad, hijo de Sem, hijo de Noé, hijo de Lámek, 37hijo de Matusalén, hijo de Henoc, hijo de Járet, hijo de Maleleel,
hijo de Cainam,38hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adam, hijo de Dios.

NACERÁ DE UNA VIRGEN


EN BELÉN
 Is. 7,14: el Señor mismo os dará una señal: he
aquí una Virgen que concibe y da a luz un hijo, y el nombre de
ENMANUEL (Dios con nosotros).
El Evangelio de San Mateo nos dice que esta
profecía se cumplió en la concepción virginal de
Cristo. Eso quiere decir que Dios anunció, con ocho
siglos de antelación, la concepción y el nacimiento
virginal de Cristo. NOTESE que es el mismo sujeto
(la Virgen) quien concibe y da a luz. (Mt 1, 20-22:
20
Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apare-
ció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es
del Espíritu Santo.21Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus peca-
dos.» 22Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta. )
 Miq 5, 1-6: 1Mas tú, Belén Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir
aquel que ha de dominar en Israel, y cuyos orígenes son de antigüedad, desde los días de antaño. 2Por eso él los abando-
nará hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de sus hermanos volverá a los hijos de Is -
rael. 3El se alzará y pastoreará con el poder de Yahveh, con la majestad del nombre de Yahveh su Dios. Se asentarán
bien, porque entonces se hará él grande hasta los confines de la tierra. 4El será la Paz. Si Asur invade nuestra tierra, y
huella nuestro suelo, suscitaremos contra él siete pastores, y ocho príncipes de hombres. 5Ellos pastorearán el país de
Asur con espada, y el país de Nemrod con acero. El nos librará de Asur, si invade nuestra tierra, y huella nuestro tér -
mino. 6Y será el Resto de Jacob, en medio de pueblos numerosos, como rocío que viene de Yahveh, como lluvia sobre la
hierba, él, que no espera en el hombre ni aguarda nada de los hijos de hombre.
Contemporáneo de Isaías es Miqueas. Éste predice que el que ha de ser el rey de Israel,
es decir, el Mesías, nacerá en Belén. Cuando los Magos de Oriente llegan a Jerusalén se acercan
hasta el palacio del rey Herodes para preguntarle que dónde estaba anunciado que nacería el Me-
sías. Los sabios de Israel consultan las profecías y encuentran este pasaje de Miqueas, dándoles
como lugar seguro del nacimiento del Salvador en Belén y hacia ese lugar se dirigen los Magos.
Allí encuentran a Jesús en los brazos de su Madre y, postrándose, le adoran. (Cfr. Mt 2, 1-6: 1Nacido
Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusa-
lén,2diciendo: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a
adorarle.»3En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. 4Convocó a todos los sumos sacerdotes y es-
cribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. 5Ellos le dijeron: «En Belén
de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: 6 Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los prin-
cipales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel.» ) Los judíos habían en-
tendido muy bien esta profecía.

Anunciará su nacimiento una estrella: Números: 24, 2-7; 15-17. 2Y al alzar los ojos,
vio Balaam a Israel acampado por tribus. Y le invadió el espíritu de Dios. 3Entonó su trova y dijo: «Oráculo de Balaam,
hijo de Beor, oráculo del varón clarividente. 4Oráculo del que oye los dichos de Dios, del que ve la visión de Sadday del
que obtiene respuesta, y se le abren los ojos. 5¡Qué hermosas son tus tiendas, Jacob, y tus moradas, Israel! 6Como valles
espaciosos, como jardines a la vera del río, como áloes que plantó Yahveh, como cedros a la orilla de las aguas. 7Sale un
héroe de su descendencia, domina sobre pueblos numerosos. Se alza su rey por encima de Agag, se alza su reina -
do….15Entonó su trova y dijo: «Oráculo de Balaam, hijo de Beor, oráculo del varón clarividente. 16oráculo del que escu-
cha los dichos de Dios, del que conoce la ciencia del Altísimo; del que ve lo que le hace ver Sadday, del que obtiene la
respuesta, y se le abren los ojos. 17Lo veo, aunque no para ahora, lo diviso, pero no de cerca: de Jacob avanza una estre-
lla, un cetro surge de Israel. Aplasta las sienes de Moab, el cráneo de todos los hijos de Set. Balaam, del que nos
habla el Libro de los Números, es un profeta contratado por los enemigos de Israel para que mal -
diga a este pueblo, y así poder vencerlo. Balaam en la Historia Sagrada representa el fruto del cál -
culo de los hombres para que no se realicen los planes de Dios. Pero, al mismo tiempo, Balaam es
el triunfo de Dios sobre los cálculos de los hombres, sobre el modo en el cual los seres humanos
consideramos las cosas.
Nos narra la Escritura que cuando Balaam maldice al pueblo de Israel, un ángel se le apa-
rece, pero sólo el burro en el que él va montado lo puede ver. Y aunque el profeta intenta que el
burro siga caminando, no lo logra pues el burro está muy asustado. De pronto Baalam también ve
al ángel y dice: ¡Cómo es posible que un animal haya visto lo que yo no veía! Esto hace que él re -
flexione y cambie. Y en vez de hacer una profecía de maldición, hace una profecía de bendición:
"Qué hermosas son tus tiendas, son como extensos valles, como jardines junto al río".
Al ver que Balaam sin pertenecer al pueblo de Israel y sin ser profeta ungido en Israel es
capaz de verse a sí mismo como vocero de la Palabra de Dios al pueblo de Israel, nosotros ten -
dríamos que ser capaces de preguntarnos si ante Cristo que viene estamos poniendo una especie
de barrera con nuestros cálculos, o si por el contrario, nuestra vida se abre a lo que Jesucristo nos
pide. Si la mayoría de las veces vemos perfectamente lo que Cristo nos está pidiendo, ¿por qué ra-
zón no lo hacemos? La profecía se cumple en Mateo 2, 1-2 y 9-11: 1Nacido Jesús en Belén de Judea, en
tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, 2diciendo: «¿Dónde está el Rey
de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle.»…. 9 Ellos, des-
pués de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos,
hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. 10Al ver la estrella se llenaron de inmensa aleg-
ría.11Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le
ofrecieron dones de oro, incienso y mirra.

¿SERÁ UN HOMBRE COMO LOS DEMÁS?


 Is 9, 5-7: 5Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Estará el señorío sobre su hombro,
y se llamará su nombre «Maravilla de Consejero», «Dios Fuerte», «Siempre Padre», «Príncipe de Paz». 6Grande es su
señorío y la paz no tendrá fin sobre el trono de David y sobre su reino, para restaurarlo y consolidarlo por la equidad y
la justicia, desde ahora y hasta siempre, el celo de Yahveh Sebaot hará eso. 7Una palabra ha proferido el Señor en Jacob,
y ha caído en Israel.
Isaías, en esta profecía, atribuye a este Niño que va a nacer virginalmente, atributos divi-
nos: Lleva en sus hombros el señorío, en el sentido mesiánico de la palabra, desde ahora y hasta siempre;
es decir, eternamente. Es Dios y reina sobre el trono de David... ¿Qué ser humano puede hacer esto?
Sólo Dios es eterno. Por consiguiente ese Niño que ha de nacer es Dios.

SERÁ SACERDOTE
 Salmo 110, 4: Lo ha jurado Yahveh y no ha de retractarse: «Tú eres por siempre sacerdote, según el or -
den de Melquisedec.»
Parece que de por sí este texto no dice nada. Debemos tener en cuenta que se está refirien-
do al Mesías, como lo refieren los primeros versículos del Salmo. Pero también debemos ahondar
en la escritura porque Ella misma nos autentifica la verdad de esta profecía. En Hb 5, 1-6 (1Porque
todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y está puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios
para ofrecer dones y sacrificios por los pecados; 2y puede sentir compasión hacia los ignorantes y extraviados, por estar
también él envuelto en flaqueza. 3Y a causa de esa misma flaqueza debe ofrecer por los pecados propios igual que por los
del pueblo.4Y nadie se arroga tal dignidad, sino el llamado por Dios, lo mismo que Aarón. 5De igual modo, tampoco
Cristo se apropió la gloria del Sumo Sacerdocio, sino que la tuvo de quien le dijo: = Hijo mío eres tú; yo te he engen -
drado hoy. 6Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, a semejanza de Melquisedec. ) se refie-
re a este texto claramente para expresar que Cristo es el único sacerdote que,
como Hijo de Dios hecho hombre, ofrece el sacrificio de sí mismo para reden-
ción del mundo. Ampliaremos este punto cuando estudiemos el tema del sacri-
ficio de la Santa Misa

SERÁ PROFETA
Como estamos viendo, poco a poco, a través de los siglos, Dios fue
anunciando qué y quién sería el Mesías. Sobre todo la misión del Mesías. En Dt
18, 15-18 (15Yahveh tu Dios suscitará, de en medio de ti, entre tus hermanos, un profeta como
yo, a quien escucharéis. 16Es exactamente lo que tú pediste a Yahveh tu Dios en el Horeb, el día de la Asamblea, dicien-
do: «Para no morir, no volveré a escuchar la voz de Yahveh mi Dios, ni miraré más a este gran fuego». 17Y Yahveh me
dijo a mí: «Bien está lo que han dicho. 18Yo les suscitaré, de en medio de sus hermanos, un profeta semejante a ti, pon-
dré mis palabras en su boca, y él les dirá todo lo que yo le mande. ) se anuncia la institución del profetismo. Es
decir que el pueblo de Israel va a gozar por un privilegio especial de Dios, señalándole entre los
demás pueblos, y hasta la venida de Cristo, con una serie de hombres inspirados por Dios que se-
rá para ellos lo que es actualmente para nosotros el Magisterio de la Iglesia: una voz que les va
guiando por los caminos del Señor. Pero en Hc 3, 19-23 (19Arrepentíos, pues, y convertíos, para que vues-
tros pecados sean borrados, 20a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al Cristo que os había sido
destinado, a Jesús,21a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de que Dios habló por
boca de sus santos profetas.22Moisés efectivamente dijo: El Señor Dios os suscitará un profeta como yo de entre vues-
tros hermanos; escuchadle todo cuanto os diga. 23 Todo el que no escuche a ese profeta, sea exterminado del pueblo. ),
San Pedro cita este texto del Deuteronomio y lo aplica a Cristo. En Cristo culmina el profetismo.
Más claramente lo anuncia en Hb 1, 1-2: “1Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nues-
tros Padres por medio de los Profetas; 2en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó
heredero de todo, por quien también hizo los mundos”. El punto culminante del mensaje que Dios nos da lo
tenemos en Cristo y en su Evangelio.
Todo esto nos indica cuán en serio hay que tomar las palabras de Cristo. Cierta vez le pre-
guntaron a Juan el Bautista si Él era el Profeta, pero afirmó que venía detrás de Él (Cfr. Jn 1, 21-27:
21
Y le preguntaron: «¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?» El dijo: «No lo soy.» - «¿Eres tú el profeta?» Respondió: «No.»
22
Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mis -
mo?»23Dijo él: «Yo soy voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta
Isaías.»24Los enviados eran fariseos.25Y le preguntaron: «¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el
profeta?» 26Juan les respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, 27que
viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia.» ) Las palabras de Cristo no son
vanas, vienen del Padre (Cfr. Jn 12, 49-50: 49porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me
ha enviado me ha mandado lo que tengo que decir y hablar, 50 y yo sé que su mandato es vida eterna. Por eso, lo que yo
hablo lo hablo como el Padre me lo ha dicho a mí ) Para nosotros es absolutamente decisivo realizar todo lo
que Cristo nos dice en el Evangelio. No podemos acomodarlo a nuestra mezquina manera de ser,
sino que hemos de vivirlo tal cual, y eso es lo que más nos cuesta: asemejar nuestra voluntad a la
suya. No podemos acomodar el mensaje de Cristo ni tacharlo de exagerado. Es como es y como
Dios quiere y Él que nos ha creado nos quiere así. El Evangelio hay que vivirlo tal cual es y no hay
otro camino. Es una consecuencia que se desprende claramente del hecho de que Cristo es el úni-
co Maestro, el único que enseña con seguridad el camino que lleva a nuestra plena “realización”.
El que no lleva a la práctica las palabras de Cristo en el Evangelio, pues lamentablemente “la ira de
Dios pesa sobre él” (Cfr. Hb 10, 26-31: 26Porque si voluntariamente pecamos después de haber recibido el pleno
conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio por los pecados, 27sino la terrible espera del juicio y la furia del fuego
pronto a devorar a los rebeldes. 28Si alguno viola la Ley de Moisés es condenado a muerte sin compasión, por la declara -
ción de dos o tres testigos. 29¿Cuánto más grave castigo pensáis que merecerá el que pisoteó al Hijo de Dios, y tuvo
como profana la sangre de la Alianza que le santificó, y ultrajó al Espíritu de la gracia? 30Pues conocemos al que dijo:
Mía es la venganza; yo daré lo merecido. Y también: El Señor juzgará a su pueblo. 31¡Es tremendo caer en la manos de
Dios vivo!- Jn 3, 36: El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la
cólera de Dios permanece sobre él ). “La ira de Dios” en la Biblia es la condenación. Por tanto, según eso,
el que no se esfuerce por vivir según el Evangelio va por el camino de la condenación. No es que
esté ya condenado, puede hacer marchar atrás, pero va por el camino de la condenación eterna.

SERÁ REY
 Salmo 110, 1: De David. Salmo. Oráculo de Yahveh a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que yo
haga de tus enemigos el estrado de tus pies.
Comparando lo que dice este Salmo con I Cor 15, 25 (Porque debe él reinar hasta que ponga a to-
dos sus enemigos bajo sus pies), vemos que efectivamente Dios predice que el Mesías será Rey.
Cristo mismo se proclama Rey (Cfr. Jn 18, 33-37: 33Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y lla-
mó a Jesús y le dijo: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» 34Respondió Jesús: «¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo
han dicho de mí?»35Pilato respondió: «¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí.
¿Qué has hecho?»36Respondió Jesús: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría
combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí.» 37Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú
eres Rey?» Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar
testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.» )
Por esta razón por la que a Cristo se le llama el primogénito. Tengamos presente que Cris-
to es el primogénito del Padre celestial.
1. Hb 1, 6: “Y nuevamente al introducir a su Primogénito en el mundo dice: Y adórenle todos los ángeles
de Dios”. Es el primogénito el Padre.
2. Ex 13, 1-2: 1Habló Yahveh a Moisés, diciendo: 2«Conságrame todo primogénito, todo lo que abre el seno
materno entre los israelitas. Ya sean hombres o animales, míos son todos.»
3. Nm 8, 17–18: 17Porque míos son todos los primogénitos entre los israelitas, igual de hombres que de ga-
nados: me los consagré el día que herí a todos los primogénitos en Egipto. 18Y tomé a los levitas para sustituir a todos
los primogénitos de los israelitas. De donde deducimos que es el primogénito de la Virgen María.
Como primogénito del Padre comparte en todo la autoridad del Padre (Cfr. Col 1, 18: El es
también la Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia: El es el Principio, el Primogénito de entre los muertos, para que sea él el
primero en todo) Y como Primogénito de la Virgen es el Sumo Sacerdote que se inmola para reden-
ción del mundo (Cfr. Hb 10, 4-10: 4pues es imposible que sangre de toros y machos cabríos borre pecados. 5Por
eso, al entrar en este mundo, dice: Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado un cuerpo. 6 Holocaustos y sa-
crificios por el pecado no te agradaron. 7 Entonces dije: ¡He aquí que vengo -pues de mí está escrito en el rollo del libro -
a hacer, oh Dios, tu voluntad! 8Dice primero: Sacrificios y oblaciones y holocaustos y sacrificios por el pecado no los
quisiste ni te agradaron - cosas todas ofrecidas conforme a la Ley - 9 entonces - añade -: He aquí que vengo a hacer tu
voluntad. Abroga lo primero para establecer el segundo. 10Y en virtud de esta voluntad somos santificados, merced a la
oblación de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo. ). Por tanto consta claramente en el Antiguo Tes-
tamento que el Mesías será SACERDOTE, PROFETA Y REY.

PREDICACIÓN Y MILAGROS
 Is 8, 23 – 9, 2: 23Pues, ¿no hay lobreguez para quien tiene apretura? Como el tiempo primero ultrajó a la
tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí, así el postrero honró el camino del mar, allende el Jordán, el distrito de los
Gentiles. 9 1El pueblo que andaba a oscuras 2vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló so-
bre ellos. Acrecentaste el regocijo, hiciste grande la alegría. Alegría por tu presencia, cual la alegría en la siega, como se
regocijan repartiendo botín.
Es obligado corroborar esta profecía de Isaías con Mt 4, 13-16: 13Y dejando Nazará, vino a residir
en Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí; 14para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías:
15
¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles! 16 El pueblo que habi-
taba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido.

 Is 35, 5-6: 5Entonces se despegarán los ojos de los ciegos, y las orejas de los sordos se abrirán. 6Entonces
saltará el cojo como ciervo, y la lengua del mudo lanzará gritos
de júbilo. Pues serán alumbradas en el desierto aguas, y torren-
tes en la estepa.
Para entender este texto debemos acudir a
otro: Mt 11, 2-5: 2Juan, que en la cárcel había oído hablar de
las obras de Cristo, envió a sus discípulos a decirle: 3«¿Eres tú
el que ha de venir, o debemos esperar a otro?» 4Jesús les respon-
dió: «Id y contad a Juan lo que oís y veis:5los ciegos ven y los
cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los
muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva.
Juan el Bautista, desde la cárcel, tiene un momento
de duda y manda a sus discípulos para que averi-
güen si Jesús es el Mesías que ha de venir. Jesús no
le responde afirmativamente, sino con algo que ga-
rantiza su venida: con la verificación de la profecía de Isaías que en Él se cumple.
Por otra parte, el mismo Cristo comenta el texto de Is 61, 1-2 (1El espíritu del Señor Yahveh
está sobre mí, por cuanto que me ha ungido Yahveh. A anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado,
a vendar los corazones rotos; 2a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad; a pregonar
año de gracia de Yahveh, día de venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los que lloran ) y se lo
aplica a sí mismo (Cfr. Lc 4, 16-21: 16Vino a Nazará, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la si-
nagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. 17Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando
el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: 18El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a
los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la li -
bertad a los oprimidos 19 y proclamar un año de gracia del Señor. 20Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se
sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. 21Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acabáis de oír,
se ha cumplido hoy.»).

ENTRADA TRIUNFAL EN JERUSALÉN


También se predice la entrada de Jesús en Jerusalén.
 Zac 9, 9: ¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey:
justo él y victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de asna.
Profecía que se cumplió el Domingo de Ramos: (Cfr. Mt 21, 1-5: 1Cuando se aproximaron a Jeru-
salén, al llegar a Betfagé, junto al monte de los Olivos, entonces envió Jesús a dos discípulos, 2diciéndoles: «Id al pue-
blo que está enfrente de vosotros, y enseguida encontraréis un asna atada y un pollino con ella; desatadlos y traédme-
los. 3Y si alguien os dice algo, diréis: El Señor los necesita, pero enseguida los devolverá.» 4Esto sucedió para que se
cumpliese el oráculo del profeta: 5 Decid a la hija de Sión: He aquí que tu Rey viene a ti, manso y montado en un asna y
un pollino, hijo de animal de yugo.)

LA PASIÓN
El anuncio de la Pasión se halla ci-
frado en el Salmo 22. Su lectura pausada nos des-
cribe la muerte de un crucificado. Conviene leerlo
despacito a la luz de los relatos de la Pasión de
Cristo. Lo primero que vemos es que sus prime-
ras palabras sin las que pronunció Jesucristo en la
cruz. Si tenemos en cuenta que los judíos no cita-
ban los salmos con los números, éstos se pusieron
después, sino diciendo el primer versículo, com-
probamos que Cristo en la cruz cita en voz alta
este Salmo. Lo reza, sin duda para llamar la aten-
ción a los presentes hacia la realización en su persona de la profecía contenida en el mismo.

Salmo 22 Evangelio
2
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¡Le- Mt 27, 46: Y alrededor de la hora nona clamó Jesús con
jos de mi salvación la voz de mis rugidos! fuerte voz: «¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?», esto es: «¡Dios
mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?»
8
todos los que me ven de mí se mofan, tuercen los labios, Mt 27, 39; Mc 15, 29-32; Lc 23, 35-37
menean la cabeza:
9
«Se confió a Yahveh, ¡pues que él le libre, que le salve, Mt 27, 43: Ha puesto su confianza en Dios; que le salve
puesto que le ama!» ahora, si es que de verdad le quiere; ya que dijo: "Soy Hijo
de Dios."»
19
repártense entre sí mis vestiduras y se sortean mi túni- Mt 27, 35; Jn 19, 24: Por eso se dijeron: «No la rompamos;
ca. sino echemos a suertes a ver a quién le toca.» Para que se
cumpliera la Escritura: Se han repartido mis vestidos, han
echado a suertes mi túnica. Y esto es lo que hicieron los sol-
dados.

En los versículos 7-9 de este Salmo hay una alusión clara a los insultos de los judíos a Cris-
to en la cruz. Por su parte los vv. 10-19 son una descripción exacta de la crucifixión: es clásica la
traducción que hace la versión latina de San Jerónimo, llamada Vulgata: “han taladrado mis ma-
nos y mis pies y se pueden contar todos mis huesos”. Hemos de tener en cuenta que el suplicio de
la cruz no es propio del pueblo judío, mas del romano. Por esa razón, como es algo nuevo y esta -
mos en tiempos de los Salmos (unos mil años antes de Cristo), no hay expresiones hebreas que
puedan hablar claramente de una crucifixión. Así pues, el autor del Salmo (atribuido a David) no
tenía otra manera de expresar ese suplicio tan terrible.
El Capítulo 53 de Isaías también nos habla en su totalidad de la Pasión del Señor. Vamos a
ver ciertas concordancias interesantes para el estudio que nos proponemos.

Isaías 53 Evangelio
1
¿Quién dio crédito a nuestra noticia? Y el brazo de Yah- Jn 12, 38: para que se cumpliera el oráculo pronunciado
veh ¿a quién se le reveló? 2 Creció como un retoño delante por el profeta Isaías: Señor, ¿quién dio crédito a nuestras
de él, como raíz de tierra árida. No tenía apariencia ni pre- palabras? Y el brazo del Señor, ¿a quién se le reveló?
sencia; (le vimos) y no tenía aspecto que pudiésemos esti-
mar.
4
¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y Mt 8, 17: para que se cumpliera el oráculo del profeta
nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos Isaías: El tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras
por azotado, herido de Dios y humillado. enfermedades
7
Fue oprimido, y él se humilló y no abrió la boca. Como un Mt 26, 63: Pero Jesús seguía callado. El Sumo Sacerdote
cordero al matadero era llevado, y como oveja que ante los le dijo: «Yo te conjuro por Dios vivo que nos digas si tú
que la trasquilan está muda, tampoco él abrió la boca. eres el Cristo, el Hijo de Dios.»
9
y se puso su sepultura entre los malvados y con los ricos Mt 27,38; Mt 27, 60
su tumba, por más que no hizo atropello ni hubo engaño Mc 15, 28; Lc 22, 37
en su boca.
Los apóstoles supieron ver en el Cuarto Cántico del Siervo de Yahvé pronunciado por
Isaías muchas alusiones a la Pasión y redención del Divino Maestro. Caso claro está en los evan-
gelios como hemos visto y todavía aún en Jn 1, 29 (Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí
el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.) donde hay una clara alusión de Is 53, 12 (Por eso le daré
su parte entre los grandes y con poderosos repartirá despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y con los rebeldes
fue contado, cuando él llevó el pecado de muchos, e intercedió por los rebeldes.).
Pero más claro aparece en la reflexión posterior de las Cartas de San Pablo y de San Pedro.
 Is 53, 5: “El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que
nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados”. Es un pasaje al que alude San Pablo varias veces
y en diversas cartas: II Cor 5, 21 (A quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a
ser justicia de Dios en él.); Gal 3, 13 (Cristo nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose él mismo maldición por
nosotros, pues dice la Escritura: Maldito todo el que está colgado de un madero ); Rom 4, 25 (quien fue entregado por
nuestros pecados, y fue resucitado para nuestra justificación).
 San Pedro en I Pd 2, 22-25 se refiere varias veces a Isaías: “El que no cometió pecado, y en cuya
boca no se halló engaño (-> Is 53, 9) ; el que, al ser insultado, no respondía con insultos; al padecer, no amenazaba,
sino que se ponía en manos de Aquel que juzga con justicia; el mismo que, sobre el madero, llevó nuestros pecados en
su cuerpo (-> Is 53, 12), a fin de que, muertos a nuestros pecados, viviéramos para la justicia; con cuyas heridas ha-
béis sido curados (-> Is 53, 5,6). Erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de
vuestras almas”.
 Es el Libro de los Hechos el que da una interpretación segura de Is 53,7-8. (Cfr. Hc 8,
32-35: 32El pasaje de la Escritura que iba leyendo era éste: «Fue llevado como una oveja al matadero; y como cordero,
mudo delante del que lo trasquila, así él no abre la boca. 33 En su humillación le fue negada la justicia; ¿quién podrá
contar su descendencia? Porque su vida fue arrancada de la tierra.» 34El eunuco preguntó a Felipe: «Te ruego me digas
de quién dice esto el profeta: ¿de sí mismo o de otro?» 35Felipe entonces, partiendo de este texto de la Escritura, se puso
a anunciarle la Buena Nueva de Jesús.

LA RESURRECCIÓN DE CRISTO
Especialmente está anunciada en el Salmo 16, 9-11 (9Por eso se me alegra el corazón, mis entrañas
retozan, y hasta mi carne en seguro descansa; 10pues no has de abandonar mi alma al seol, ni dejarás a tu amigo ver la
fosa. 11Me enseñarás el caminó de la vida, hartura de goces, delante de tu rostro, a tu derecha, delicias para siempre. ).
Pues el mismo San Pedro en el día de Pentecostés así lo supo anunciar a la gente que le escuchaba
Hc 2, 22-33 (22«Israelitas, escuchad estas palabras: A Jesús, el Nazoreo, hombre acreditado por Dios entre vosotros
con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, 23a éste, que
fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clavándole en la cruz
por mano de los impíos;24a éste, pues, Dios le resucitó librándole de los dolores del Hades, pues no era posible que que-
dase bajo su dominio;25porque dice de él David: Veía constantemente al Señor delante de mí, puesto que está a mi dere-
cha, para que no vacile. 26 Por eso se ha alegrado mi corazón y se ha alborozado mi lengua, y hasta mi carne reposará en
la esperanza 27 de que no abandonarás mi alma en el Hades ni permitirás que tu santo experimente la corrupción. 28 Me
has hecho conocer caminos de vida, me llenarás de gozo con tu rostro. 29«Hermanos, permitidme que os diga con toda li-
bertad cómo el patriarca David murió y fue sepultado y su tumba permanece entre nosotros hasta el presente. 30Pero
como él era profeta y sabía que Dios le había asegurado con juramento que se sentaría en su trono un descendiente de
su sangre, 31vio a lo lejos y habló de la resurrección de Cristo, que ni fue abandonado en el Hades ni su carne experi -
mentó la corrupción. 32A este Jesús Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros somos testigos. 33Y exaltado por la diestra
de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís .).

Se palpa claramente lo que dice San Agustín que en el Antiguo Testamento está oculto
el Nuevo y en el Nuevo manifiesto el Antiguo. Es realmente admirable la correspondencia en-
tre el Antiguo y el Nuevo Testamento.

También podría gustarte