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CAMBIOS IDEOLOGICOS EN LA MUSICA DEL SIGLO XIX

Los procesos históricos acontecidos en Europa a lo largo del Siglo XIX, marcaron
el campo de acción en el que se iba a desarrollar la evolución de la música
contemporánea, principalmente su corriente occidental.

Mientras que de Inglaterra llegaron particularmente los adelantos técnicos


producto de su creciente poderío económico, de Francia sedujeron sus modos de
vida, deslumbraron sus progresos intelectuales y el refinamiento de sus industrias
de lujo y sobre todo sus patrones culturales.

De Estados Unidos se admiró su empuje y su vigor, sus grandes industrias y su


libertad y democracia, mientras que Alemania secularizando las soluciones
metafísicas del racionalismo y convirtiendo sus objetos en principios, culmino con
la consolidación de la Estética como disciplina autónoma derivada de la filosofía,
influenciando el pensamiento del Siglo.

Estos eran los ejemplos a seguir para alcanzar el tan ansiado desarrollo
económico, político, social y cultural de la época. La imagen de las potencias
industrializadas era la de grandes potencias, a las cuales se les consideraba como
el digno ejemplo a seguir para lograr la prosperidad, así la imagen jugó un papel
fundamental en la medida en que se convirtió en el objetivo principal de las
oligarquías del resto de naciones, particularmente de las colonias.

El ideal de progreso que se hizo más enfático a partir de la segunda mitad de siglo
XIX, migro sus postulados hasta la música.

En primera medida se acentúa la renovación acelerada y el proceso de


perfeccionamiento en la construcción de la mayoría de los instrumentos musicales
utilizados actualmente. Por ejemplo en 1822 gracias a Érard el piano conocido
hasta la época, alcanzó el punto de perfeccionamiento de la fabricación mediante
el invento de su mecanismo de doble escape, que estuvo buscando por espacio
de cuarenta años. A partir de aquel momento rivalizaron las manufacturas de
Pleyel y de Érard, y las casas de estos nombres figuran aún en la actualidad, entre
las primeras marcas del mundo.

Las reformas liberales de principio de Siglo no solo avivaron los intensos


nacionalismos en los Estados (también manifestados en el campo musical) sino
que despertaron una conciencia algo adormecida y relegada de la clase media
como consumidora de entretenimiento.

A la sombra de una corona que, por una antigua capacidad de transformación, no


había tardado en adquirir ella misma las características de los nuevos
protagonistas sociales, la clase media terminó superando su complejo de
inferioridad y sustituyendo a la aristocracia en la producción de modelos de
comportamiento y valores ideales.

Entre otros efectos se produjeron profundas transformaciones en las costumbres


colectivas del disfrute musical, donde se habían producido, con cierta anticipación
y en medida más relevante respecto a otros países, fenómenos de nivelación del
gusto y de extensión del consumo que se podrían definir en términos de cultura de
masas.

Otro punto de inflexión tiene que ver con el contacto directo que a partir de la
expansión imperialista tuvieron con las respectivas manifestaciones tanto
científicas como culturales de las colonias y a su vez el proceso de liberalización
del pensamiento de la época, que fue impulsado por las necesidades del
capitalismo mundial y de la revolución tecnológica abocada a la búsqueda de
nuevos mercados y recursos.

Un ejemplo de ello es la Gran Exhibición o Feria Internacional celebrada en


Londres, (posteriormente en todas las grandes ciudades Europeas y
norteamericanas) donde propiciada por la coyuntura favorable en el largo reinado
victoriano, se dieron cita en torno a una impresionante puesta en escena los
Estados Nacion de primer y segundo orden en el sistema occidental y sus
respectivas colonias.

Este tipo de Ferias no solo atraían dinero sino la concurrencia de millones de


visitantes (por ejemplo, la Feria de París celebrada el primer año del siglo XX, fue
visitada por cincuenta millones de personas) y se presentaron aun sin
proponérselo en un escenario público para exponer la riqueza cultural de tierras
tan remotas como India, China, Centro América o el Nepal.

Estas culturas con sus formas artísticas aparecieron ante el mundo occidental
como una vanguardia, que transformo la música durante el XIX y que culmino en
el uso cotidiano de los recursos de la música folklórica para lograr mayor
intensidad en los sonidos.

Por último la aparición del Romanticismo sustrajo para si en la mayoría de bellas


artes las emociones violentas del ser humano. Los compositores más innovadores
pronto sintieron que era esencial coordinar todos los elementos en su música, así
como mantener un esquema formal claro, sobre todo valorando el impulso y la
originalidad.

Por ejemplo en Alemania, Richard Wagner creó un estilo operístico llamado


drama musical en el que todos los aspectos de la obra contribuyen al propósito
dramático o filosófico central.

Wagner se interesó más por lo legendario y mitológico, así como por conceptos
como el de redención. Su estilo se caracteriza por la utilización de cortos
fragmentos melódicos y armónicos llamados leitmotivs para representar a ciertos
personajes, objetos o conceptos.

Estos fragmentos se repiten vocal e instrumentalmente siempre que los elementos


representados aparecen en la acción o en el pensamiento de los personajes. Esto
dio lugar no solamente a gran variedad de estilos de composición, sino también al
encumbramiento de los instrumentistas virtuosos y de los directores.

También hubo evolución en la forma y fabricación de instrumentos de viento y


percusión así como el auge de las bandas municipales y la notoriedad que alcanzo
la Opera y la Zarzuela como entretenimiento popular.

En síntesis, a partir de la segunda mitad del Siglo XIX cobran forma una serie de
transformaciones del pensamiento occidental euro-céntrico, que se manifiestan en
la composición y distribución de la música y posteriormente definen el curso de lo
que llamamos música contemporánea.

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