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INTRODUCCIÓN
1
Con este nombre se denomina en España y países iberoamericanos, a la ciencia de las finanzas
públicas. Bolivia, tradicionalmente no sólo dio el nombre de Ministerio de Hacienda a esta cartera
del Poder Ejecutivo (que en un tiempo por influencias extranjerizantes se llamó de 'Finanzas'), sino
que las disposiciones legales y escasa bibliografía sobre el tema, adoptaron la terminología de
"leyes hacendarias.
2
Para este financista - profesor de la Universidad de Harvard que enmarca su estudio de la economía
pública en el campo del capitalismo actual, las operaciones del Tesoro, representadas por el flujo
monetario de ingresos y gastos, sólo reflejan políticas presupuestarias de una planificación con tres
objetivos definidos: 1° Lograr una eficiente asignación de recursos; 2° imponer correctivos en la
distribución de la riqueza y 3° asegurar la estabilidad económica. RICHARD A. MUSGRAVE,
"Teoría de la Hacienda Pública". Edit. Aguilar, Madrid. 1967. En 1976, el financista norteamericano
presidió una numerosa misión en Bolivia con el objetivo de estudiar una reforma fiscal comprensiva
de los aspectos del gasto público, del Presupuesto General de la Nación y la tributación; el informe
final del trabajo fue presentado a las autoridades de gobierno en marzo de 1977, informe que nunca
fue considerado con la importancia que merecía.
comunidad política; como es la llamada Hacienda Local que corresponde a los
gobiernos municipales y regionales.
Hasta aquí se puede ver que la actividad financiera del Estado comprende -entre
otras- una variedad de funciones: la que impone y recauda tributos (impuesto, tasas
y contribuciones especiales); la que administra los bienes de su propiedad o bienes
dominicales (bosques, salares, aguas, fuentes termales minas, hidrocarburos, etc.);
la que regula y dispone el objeto de gasto y su cuantía Se apreciará que esta
actividad, es de por si múltiple y heterogénea y de un contenido marcadamente
económico, pero que requiere inexcusablemente de una normativa jurídica.
LIONEL ROBBINS nos dice que “La nota de economicidad de los bienes respecto
al hombre como sujeto económico se da cuando: 1° Los fines buscados son
diversos. 2° El tiempo y los medios para lograrlos son limitados. 3° Los medios son
de aplicación alternativa. 4° Los fines tienen valor diferente. Es decir, que los bienes
económicos, al ser escasos y limitados imponen una conducta de elección del
individuo entre alternativas diferentes para decidir a) Qué bienes y en qué
cantidades han de producirse y b) Cómo, con qué medios y para qué o para quienes
se van a producir. Añade este economista que el hombre tiene un comportamiento
o una forma de conducta económica condicionada e impuesta por el principio de
escasez, pero en la que está ausente una valoración jerárquica de los bienes que
alternativamente debe elegir el “homo economicus”5.
5
ROBBINS LIONEL, “Un ensayo sobre la naturaleza y significado de la ciencia económica", Fondo
de cultura económica, México, 1944.
económica en general y adscribirla, más bien, al grupo de las disciplinas
sociopolíticas con contenido económico.
6
Las necesidades individuales no se reducen a las necesidades biológicas del ser humano tales
como las de alimentación, vivienda, salud, etc., ya que con el aumento del nivel de vida de la
sociedad moderna, los individuos sienten también la necesidad de libros, televisión, automóviles y
cuanta oferta de bienes ofrece esta sociedad pero individualmente, y su satisfacción está
condicionada por el principio de escasez, ya que los recursos son limitados o lo que es lo mismo,
los bienes limitados son bienes económicos por oposición a otros bienes ilimitados como p.ej., el
aire que es un bien libre.
instrumento típico de la actividad financiera para satisfacer las necesidades
públicas. En este punto es preciso tener en cuenta que la distinción entre
“necesidades públicas” y “necesidades individuales”, no radica en la generalidad de
las primeras en contraposición a la exclusividad de las segundas, ya que existen
necesidades individuales de carácter general, como por ej., la necesidad de
alimentación, vestido, educación y salud.
7
EINAUDI, "Principios de Hacienda Pública", págs. 84-85, Edit. Aguilar, Madrid, 1958. La obra de
EINAUDI, profesor en Ciencia de las Finanzas en la Universidad de Turín, Gobernador del Banco
de Italia, Diputado y Senador de la República, Gobernador para Italia del Fondo Monetario
Internacional y presidente de la República hasta 1955, constituye en su conjunto, uno de los
estudios más fecundos sobre los problemas de la ciencia de las finanzas.
satisfacción no es susceptible de reparto entre los ciudadanos en razón a la ventaja
o goce individual que obtienen cada uno de estos.
Esto que se suele afirmar, no es, sin embargo, en todos los casos, rigurosamente
cierto, puesto que los gastos del Estado no pueden menos de condicionarse en
cierta forma a los ingresos que se estiman obtener por concepto de impuestos,
empréstitos públicos o medios artificiosos como devaluaciones monetarias y otros.
Existe siempre un riesgo en la ejecución presupuestaria, ya que si la recaudación
de ingresos resulta menor a la previsión o cálculo financiero, ¿Qué pasa?; si bien
es evidente que el Estado, utilizando políticas monetarias determinadas (emisión de
billetes, empréstitos públicos), está siempre en mejor situación que el individuo para
obtener ingresos mayores -que aunque éstos no sean reales ni respondan a una
mayor producción de riqueza- generarán inevitablemente efectos financieros
negativos tales como un proceso inflacionario o el crecimiento de la deuda.
8
GIULIANI FONROUGE, Carlos M. destaca que por influencias británicas el carácter anual del
Presupuesto llegó a constituir un principio de las finanzas clásicas. Si bien existen algunos países
en los que el Presupuesto se confecciona por periodos mayores a un año, la regla general es la de
anualidad; sin embargo, anualidad no significa necesariamente que deba coincidir con el año
calendario sino con un periodo de doce meses. “Derecho Financiero”, vol.1, pág. 154 Edit.
Depalma, Bs. As. 1970.
Estado obtiene recursos económicos a través de la deuda pública, la gestión de los
bienes dominicales, la explotación de empresas estatales, etc., el ámbito de nuestra
materia se circunscribe a dar una visión general de la actividad de la Hacienda
Pública, que si bien tiene indudablemente un contenido económico, es susceptible
de una normatividad jurídica que en su expresión doctrinal y legal constituye una
rama del derecho público: el derecho financiero.
9
El nombre viene de la voz “cámara” del Príncipe, es decir del ambiente palaciego y cortesano o,
estamento de funcionarios de las Cortes reales en las que éstos exponían sus ideas y desarrollaban
su actividad como consejeros.
empleando los mismos mecanismos de la oferta y la demanda que utiliza la empresa
privada.
b) Teoría del consumo. Con el transcurrir del tiempo, las doctrinas económicas
de los mercantilistas fueron sustituidas por la de los fisiócratas quienes, al destacar
la importancia de la agricultura y el papel secundario de la industria y el comercio,
provocaron un cambio de orientación en la actividad financiera negándose a esta
trascendencia económica, aunque reconociéndole un papel importante en el orden
político. Paralelamente a este hecho, los primeros tratadistas clásicos del S. XVI
empezaron a destacar las siguientes diferencias de carácter subjetivo entre la
ciencia de la economía y la ciencia de las finanzas, considerando que la primera
analizaba la actividad económica del individuo y la segunda, la actividad económica
del Estado:
1°. Que en tanto la actividad económica enfoca y trata de resolver los problemas
de las necesidades individuales, la actividad financiera enfoca los problemas de las
necesidades públicas y su satisfacción.
2°. Por la forma de obtención de los recursos o medios para satisfacer las
necesidades, ya que, al precio como forma normal de la actividad económica, se
contrapone el impuesto como medio específico, en general, de la actividad
financiera. El libro de ADAM SMITH10 contiene la fiel expresión de esta teoría del
consumo que resume -en lo que atañe a la deuda pública y a los impuestos- la tesis
de que los gobiernos carecen de espíritu de ahorro y propenden al despilfarro de
los recursos de la comunidad y que serían mejor empleados por los particulares si
el Estado no les privase de aquéllos por el camino de la imposición. En cuanto a sus
ideas sobre las condiciones deseables de un sistema tributario, el escritor escocés
decía, que el mismo debía basarse en cuatro principios, conocidos en la literatura
financiera como las cuatro reglas de oro de la imposición.
10
SMITH, ADAM “Indagación a cerca de la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones", vol. II,
Edit. Aguilar, Madrid, 1961.
10 alto o desproporcionado de los impuestos, no deben inducir o alentar a los
ciudadanos a abandonar determinadas actividades económicas que generan
trabajo a la comunidad11.
c) Teoría del cambio. Esta teoría, que con algunos matices podría ser
considerada como una variante del liberalismo financiero de A. SMITH, concibe la
actividad financiera como un amplio proceso de cambio entre el Estado y los
particulares, sustentando la idea de que el Estado, al exigir a los ciudadanos parte
de sus recursos económicos individuales, ellos reciben su contraprestación a través
de la satisfacción de las necesidades públicas. El fundamento de la teoría radica en
la apreciación subjetiva, cuando en la práctica, dos personas, al realizar un cambio
o trueque, las dos estiman que ganan y se benefician con la operación. Al
transportar esta idea del campo privado al campo de las finanzas públicas, se
comprueba, en efecto, que existe cierta relación entre lo que el Estado detrae
globalmente a los ciudadanos en forma de tributos y lo que les proporciona o
retribuye también en forma general a través de ciertos servicios públicos; empero,
al aplicarse esta tesis sobre situaciones concretas ella entra en crisis ya que es
imposible establecer individualmente, en el ciudadano en particular, el valor o la
cuantía de la contraprestación; en otras palabras, no es posible realizar una exacta
11
La paternidad de estos principios por A. SMITH ha sido puesta en duda por autores como F. K.
MANN quien los atribuye a LORD KAMES, mientras que otros historiadores de la Hacienda Pública
hacen referencia a MONTESQUIEU por sus similares ideas en su obra “El espíritu de las leyes”.
12
También GARNIER, FERRARA y JEAN BAPTISTE SAY quienes, entre otros discípulos,
exageraron el carácter pasivo que SMITH, asignaba a la función del Estado. “Recherches sur la
nature et les causes de la richesse des nations par Adam Smith” 1802.
valoración cuantitativa entre los tributos que pagan los particulares y su beneficio
individual al proveer el Estado con la satisfacción de las necesidades públicas.
Para ilustrar mejor esta idea de WAGNER y tomando su propio ejemplo: una
industria siderúrgica que ha transformado bienes primarios como el hierro y carbón
para producir acero, vende éste a otra industria fabricante de armamento; aquí
llegamos a la fase final de la actividad económica, es decir, a la producción de
armas, pero en la teoría wagneriana no puede afirmarse que hubiera terminado el
proceso productivo, al contrario, el Estado, en posesión de las armas convertirá este
bien material en otros inmateriales e intangibles representados por los servicios de
defensa nacional, seguridad interior, etc.
13
MARIANO SEBASTIAN, Hacienda Pública I, “Apuntes de cátedra”, Edic. SEU, págs. 13 a 16,
Facultad de Derecho, Madrid, 1960.
propugnar que la distribución de los gastos, o carga presupuestaria, entre los
contribuyentes, debiera realizarse aplicando impuestos progresivos con la finalidad,
no sólo de cubrir dichos gastos, sino también de redistribuir el ingreso.
ANTONIO DE VITI de MARCO fue quien -mucho tiempo después- dio a la teoría
de la producción su mayor perfección. Para este financista italiano, el Estado es un
factor de producción como lo son el trabajo o el capital, y así, los efectos de
transportar al campo de la-ciencia de las finanzas los conceptos elaborados en la
ciencia económica -particularmente el referido a la utilidad marginal- se manifiestan
en la insistencia por afirmar la naturaleza económica de la actividad financiera. Para
el autor, el proceso productivo a cargo de los individuos, es un proceso que se
extiende y se dilata en el tiempo en la medida del crecimiento económico, ya que la
producción de un bien va seguida de su empleo y consumo por la colectividad, y
todo proceso productivo necesita de un ambiente favorable de seguridad que sólo
el Estado puede proporcionar; consecuentemente, si el precio del producto debe
distribuirse entre todos los factores de la producción, se justifica la actividad
financiera del Estado quien, bajo la forma del impuesto debe obtener la retribución
o contraprestación por su aporte en el proceso productivo. Es por eso, que, en
relación al fenómeno de la tributación, DE VITI de MARCO, formuló los siguientes
supuestos sobre los que aspiró a fundamentar la tesis de que el impuesto es el
resultado de la productividad marginal del Estado como factor de producción de
bienes y servicios:
15
Como dice PAUL SAMUELSON en su obra clásica “Curso de economía moderna”: Tal como están
las cosas en el mundo, aun los niños pequeños aprenden que cuando se les pregunta ¿Cuál de
estas dos cosas quieres? No vale contestar las dos, págs. 5 y 6, Edit. Aguilar, 1967.
de afirmación de los individuos, las necesidades colectivas son asimismo, otra forma
de manifestación de las necesidades individuales en su relación con las finanzas
públicas”
La teoría de SAX tuvo una gran influencia en los trabajos de economistas como
el sueco KNUT WICKSELL y CECIL PIGOU17, profesores en la Universidad de
Upsala y Cambridge, respectivamente; ambos intentaron resolver el problema
planteado por SAX, de que sean las leyes y categorías económicas las llamadas a
explicar y dar respuesta a la interrogante sobre la naturaleza de la actividad
financiera.
16
Años después el mismo SAX discutía de forma menos ortodoxa respecto a las tesis hedonistas
admitiendo que el costo de financiamiento de las prestaciones públicas, es fruto de decisiones
sociales y su jerarquización es resultado también de una decisión Estatal. Es muy difícil aceptar
que a la hora de satisfacer las necesidades públicas y siendo imposible establecer una
correlación económica mensurable de la ventaja o beneficio individual de cada uno de los
ciudadanos o integrantes de la comunidad política, puedan estos realizar una graduación
económica de tales necesidades.
17
PIGOU es el creador de la llamada “Economía del bienestar” que propone fundamentos para el
desarrollo de una economía de tipo colectivo que, por tener esta naturaleza o magnitud de grupo,
permite estudiar a la ciencia de la Hacienda como una realidad económica y por tanto valedera
para la comprensión de la actividad financiera. WICKSELL, sostenía que los gastos efectuados
por el Estado en ocasión de los diversos servicios que presta a la sociedad, producían también
diversas utilidades o beneficios al conjunto de los ciudadanos que pueden ser objeto de cálculo
económico, lo cual permite que la actividad financiera debe ser considerada como actividad de
naturaleza económica.
o clases sociales que de hecho detentan el poder político y son quienes adoptan las
decisiones en punto a los fines y medios de la Hacienda pública.
18
Fue LORENZO VON STEIN el iniciador de esta teoría que alcanzó su mayor difusión un siglo más
tarde con el nacionalsocialismo alemán. La base de la teoría se funda en que la ciencia de la
Hacienda Pública es parte de la ciencia política ya que la realización de las actividades financieras
debe ordenarse en consonancia con los principios del derecho público y constitucional de la nación.
Sobre el tema tributario y el sistema impositivo en concreto, los partidarios de las teorías de VON
STEIN si bien reconocen tibiamente, la naturaleza económica de la actividad financiera, estiman
que ésta debe ser subordinada completamente a los objetivos y criterios políticos de los
conductores de la nación.
técnicos y administrativos del propio Estado, así como la presencia de la corrupción
en los diferentes niveles de las instituciones públicas, se observará con mayor
evidencia que no se puede caracterizar la actividad financiera dentro de la ciencia
económica, disciplina, lógica por excelencia.
‘’Los elementos esenciales de esta organización son los individuos o los agentes
públicos quienes administran los asuntos y las cosas comunes; entre estas cosas
están los bienes inmuebles (caminos, carreteras, calles, lagos y lagunas interiores,
bosques y demás bienes de dominio público); los bienes mobiliarios (navíos de
guerra, armas, municiones, libros históricos, etc.) y muy especial, el dinero. Sin
estas cosas, los agentes públicos no podrían cumplir con sus funciones en las
tareas públicas o estatales”.
19
VILFREDO PARETO, “Manual de Sociología”. La influencia de este tratadista en los hacendistas
italianos fue enorme; sus ideas aceptadas por unos e impugnadas por otros, constituyen el aporte
más importante al estudio de las finanzas públicas en la primera mitad del siglo XX. Uno de sus
seguidores, el financista BORGATTA, acentuó el carácter sociológico y político de la obra de su
maestro al demostrar que los contribuyentes en su mayoría, ni siquiera comprenden los
fundamentos económicos y técnicos de la imposición.
“Cuando se trata de dinero, son tres las funciones esenciales de las finanzas
públicas: el gasto público (su determinación en cuanto al objeto, o sea, en qué debe
gastar el Gobierno y la fijación de su cuantía); el ingreso (determinación de sus
fuentes y estimación del monto a recaudarse); aplicación de los ingresos al gasto
(es decir, la ejecución del Presupuesto).
20
LORIA, AQUILES, “Hacia la justicia social”, vol. I. citado por L. Einaudi en, “Principios...", págs.
305 y 466.
21
EDWIN SELIGMAN, “Teoría social de la ciencia de la Hacienda", cita de SAINZ DE BUJANDA
en “Sistema..." págs. 52 - 57.
grupo es la manifestación del modo en que las necesidades individuales se
transforman en necesidades comunes”.
Su esencialidad; referida esta nota, a que una función o actividad desplegada por
el Estado, se considera en un momento histórico, debe ser cumplida por éste por
estar substancialmente ligada a su concepción, contexto y objetivos
fundamentalmente políticos.
Su coactividad; esta nota, también derivada del concepto de soberanía, que exige
la aplicación y cumplimiento obligatorio de las normas financieras a todos los
miembros del grupo social.
2.4. Teoría sincretista o la Escuela de Pavía. Esta teoría conocida con este
nombre por haber profesado en esta Universidad otro de los más esclarecidos
hacendistas italianos, BENVENUTO GRIZIOTTI, su meta ha sido conciliar las
distintas teorías sobre la naturaleza de la actividad financiera. El desarrollo de esta
doctrina expuesta en su obra más importante, parte de la consideración de que la
actividad financiera no es una disciplina exclusivamente económica, sino que se
caracteriza por los siguientes elementos:
Si bien la obra del tratadista italiano tuvo un gran impacto en los medios
intelectuales de su tiempo dedicados al estudio de las finanzas públicas, las
reacciones a su posición sincretista no se hicieron esperar; en especial las lideradas
por hacendistas de la talla de GIANNINI y CARNELUTTI. Sus ideas sobre los cuatro
elementos señalados como constitutivos y coesenciales al fenómeno financiero, no
satisficieron las aspiraciones de quienes buscaban fijar la naturaleza de las finanzas
públicas sobre conceptos rigurosamente científicos y es por esta causa, que pese
al esfuerzo y grandiosidad de su obra, ésta no significó para muchos hacendistas
una superación doctrinal, sino -al decir de MARIANO SEBASTIAN HERRADOR-
una yuxtaposición de elementos diversos; de este último, quien también fuera
profesor en la cátedra de Hacienda Pública I en la Universidad Complutense,
recuerdo su opinión sobre el tema en estos apuntes de clase:
22
GRIZIOTTI, “Principios de la ciencia de las Finanzas”, Edit. Depalma, Bs. As.1948.
“Es de destacar el fundamento económico de la ciencia de la Hacienda pública
pese a las dificultades que su exteriorización puede plantear para caracterizar su
naturaleza económica; las dificultades técnicas no deben ser obstáculos para
rechazar tal caracterización y lo mismo puede decirse de las exigencias políticas,
pues el adecuar un sistema económico a unas ideas no significa que el contenido y
la naturaleza económica de la ciencia de la Hacienda Pública no existan o se
desconozcan. Es preciso la utilización de técnicas y principios económicos para la
interpretación y validez del sistema fiscal, cualquiera que sea el signo político que
lo presida. La formación o exteriorización de las actividades financieras se tiene que
construir con arreglo a un sistema de derecho, pero esto tampoco es lo que
verdaderamente caracteriza a la ciencia de la Hacienda23.
Es por ello que la presente INTRODUCCIÓN, tiene por única finalidad destacar
la íntima vinculación que existe entre el fenómeno exclusivamente económico de
las finanzas públicas en sus aspectos macroeconómicos, políticos y sociales, con
el fenómeno tributario. Respecto a establecer cuál es la doctrina actual sobre la
naturaleza de la actividad financiera, sólo puedo recomendar a los estudiantes
echen una ojeada a algunas obras de los investigadores y estudiosos más
destacados en las últimas décadas:
23
SEBASTIAN HERRADOR, Apuntes de cátedra de “Hacienda Pública”, Edic. Seu, Madrid, 1954.
características sociológicas y políticas, estaría representado por PARETO,
SELIGMAN, SAINZ DE BUJANDA, DEHOVE.
Las necesidades sociales- para este autor- son aquellas que se satisfacen
mediante la provisión de servicios que son consumidos en cantidades iguales por
todos los ciudadanos y como no pueden ser satisfechas por el sector privado deben
ser incluidas en el Presupuesto Nacional de gastos y exigir su prestación
coercitivamente a través del impuesto.
“Las necesidades preferentes (merit wants) son aquellas que se atienden por
servicios sujetos al principio de exclusión satisfaciéndose por el mercado conforme
a los límites de la demanda efectiva, pero si estas necesidades fueran consideradas
por el poder público como dignas de protección y de ser atendidas preferentemente,
pueden convertirse en necesidades públicas y satisfacerse también mediante la
programación presupuestaria”. MUSGRAVE cita como ejemplos de estas
necesidades los almuerzos escolares en las escuelas públicas, la subvención de la
vivienda barata y la educación gratuita.
24
Este resumen es extractado del Capítulo I “SISTEMA DE DERECHO FINANCIERO”, de SAINZ
DE BUJANDA, págs. 83 y sgts. Edit. Facultad de Derecho de la Universidad Complutense,
Madrid, 1977.
necesidades públicas y alimentar en parte la renta privada a través del Presupuesto,
al ejecutar gastos como sueldos a los funcionarios públicos o pago a proveedores.
Por mi parte, quiero referirme a un breve libro del economista OTTO ECKSTEIN
de la Universidad de HARVARD en el que se ofrece una visión muy comprensiva
sobre la actividad financiera de nuestro tiempo en el sistema capitalista. De su
lectura reproducimos literalmente líneas suyas que nos inclinan a afiliarlo dentro del
segundo grupo mencionado páginas atrás:
25
ECKSTEIN OTTO, “Finanzas públicas, “La urna electoral frente al mercado”, Edit. Uthea, México,
1965.
reafirmó la tesis de la naturaleza política y social de la actividad financiera. De inicio,
el hacendista francés plantea dos puntos:
Al finalizar esta Introducción, vale la pena sugerir a los lectores, una reflexión
sobre las siguientes ideas de SAINZ DE BUJANDA, ya que podría ser que -de entre
ellos- surjan los futuros responsables de la política fiscal y hacendaría de nuestro
país;" El Estado -cada Estado - es un producto histórico y como tal, tiene un pasado
y se proyecta hacia el futuro que condiciona sus múltiples fines, sin que éstos
puedan llegar a identificarse con los que son propios de los individuos, aisladamente
considerados, ni con los que animan a las clases sociales o estamentos de su
población. La razón última y decisiva que impide que la actividad financiera, en
cualesquiera de sus aspectos, pueda ser subsumida en los esquemas del
comportamiento económico de los individuos radica en que -ni siquiera por
hipótesis- las decisiones que jalonan el desenvolvimiento de aquella pueden ser
explicadas por puros criterios de economicidad. He aquí el por qué la concepción
política de la actividad financiera, no sólo no está reñida con la existencia de una
pluralidad de conocimientos en torno a la Hacienda, sino que, al contrario, los
necesita como complemento inexcusable"26.
26
SAINZ DE BUJANDA, “Sistema de Derecho financiero”, págs. 117 a 122, Madrid, 1977.
CAPÍTULO I
EL DERECHO FINANCIERO
“...la ciencia de las finanzas considera al Estado como unidad agente en el campo
económico, o sea, como actividad que provoca fenómenos económicos con
designios políticos, mientras que el derecho financiero lo considera como unidad
imperante en el campo jurídico, o sea, como actividad que provoca fenómenos
jurídicos con propósitos económicos”27.
27
Citado por A. D. GIANNINI en “Instituciones de Derecho tributario", pág.10 Edit. de derecho
financiero, Madrid, 1957.
El tratadista italiano MARIO PUGLIESE, definía el derecho financiero como “...la
disciplina que tiene por objeto el estudio sistemático del conjunto de normas que
regulan la recaudación, gestión y erogación de los medios económicos
pertenecientes al Estado y a las demás entidades públicas, para el desarrollo de su
actividad y estudio de las relaciones jurídicas entre los poderes y los órganos del
Estado y entre éste y los ciudadanos, derivadas de la aplicación de tales normas”28.
La segunda interrogante radica, en que dentro de cada una de estas esferas del
derecho financiero estatal o local, que reitero, dependen del tipo de organización
constitucional del Estado o del ente que originariamente o por delegación, detenta
el poder financiero se distinguen, a su vez, en razón de la materia, varias ramas de
ese derecho entre las cuales resalta, por su especial importancia, el derecho
tributario.
Las normas jurídicas financieras exigen una formulación clara y definida, tanto
técnica como legal, de las decisiones políticas del Estado; consecuentemente, al
considerar al derecho financiero no sólo como legislación (lex) sino como derecho
científico (ius), haremos mención al pensamiento de FERNANDO SAINZ DE
28
PUGLIESE, M. “Instituciones de derecho financiero", Versión española de José Silva, Méjico,
1939.
BUJANDA quien ya desde sus clases impartidas en la Facultad de Derecho de la
Universidad Complutense de Madrid, señalaba la presencia de tres elementos en
el derecho financiero:
d) El derecho que regula los bienes dominicales del Estado, o sea aquellos
inalienables e imprescriptibles por ser necesarios para el desarrollo de la
comunidad, tales como los bosques, salares, ríos y sus playas, canteras, aguas
termales, lagos, etc.
29
ASOREY, “El derecho tributario dentro del derecho financiero" en Tratado de tributación, vol. 1 pág.
27, Edit. Astrea, Bs. As. 2003.
medios antepuesta a la función administrativa de fines" fue la idea sobre la cual
MARIO PUGLIESE construyó su tesis autonómica del derecho financiero,
influyendo decisivamente en el pensamiento doctrinal, particularmente desarrollado
en las aulas universitarias. Según relieva RUBÉN O. ASOREY, el tratadista italiano
citado afirmaba “que...el derecho financiero es una disciplina autónoma por razones
puramente científicas y no por motivos prácticos argumentando, además, que tal
autonomía se da por la necesidad de contar con criterios jurídicos que, a su vez,
presuponen criterios base económicos, financieros que otras disciplinas, tales como
los derechos constitucional, administrativo y privado, por lo general omiten en sus
respectivos ordenamientos30”.
Hasta fines del s. XIX, el derecho financiero formaba parte del derecho
administrativo, y fue a partir de los estudios del profesor EZIO VANONI que surgió
la reacción frente a las posiciones negadoras de su existencia, afirmándose el
contenido jurídico, y autónomo de las normas financieras. En cuanto al contenido
30
ASOREY, “El derecho tributario dentro del derecho financiero" en Tratado de tributación, vol.1.
pág. 25.
31
Cita de JARACH en “Curso superior de Derecho tributario”, pág. 158, Liceo Profesional CIMA, Bs.
As. 1969. Ver ideas coincidentes de PLAZAS VEGA en “Derecho de la Hacienda Pública y
Derecho tributario”, pág. 393. Edit. Temis S.A. Bogotá, 2000
jurídico y tomando siempre como ejemplo la ley tributaria, este autor sostenía, que
cuando el legislador desea someter a imposición alguna manifestación económica,
lo hace abstrayendo de dicha manifestación una presunción de hecho ideal y
creando, en forma de hipótesis, unos supuestos -que de ocurrir en la realidad -
derivan en una obligación: la obligación de contribuir o tributar. Esto nos lleva -decía
VANONI- a reconocer en las leyes y normas financieras la existencia de elementos
de abstracción que son característicos y propios de la norma jurídica en
cualesquiera ramas del derecho.
Dos de los tratadistas -que a mi criterio- nos dan un concepto muy claro de qué
se entiende por autonomía de una disciplina científica son, EUGENIO SIMÓN
ACOSTA cuando nos dice “...una rama del saber es científicamente autónoma
cuando tiene un objeto formal de conocimiento que este bien diferenciado y que
tenga en sí mismo potencia creativa de nuevas conclusiones y descubrimientos
sobre él34 y RAFAEL CALVO ORTEGA, para quien la autonomía de una rama del
derecho consiste en “...un conjunto de relaciones sociales que demanden un
32
SAINZ DE BUJANDA, “Sistema de Derecho financiero", vol. I. pág. 152, Facultad de Derecho de
la Universidad Complutense, Madrid, 1977.
33
ZUBIRIX, “Que es el saber?”, Citas de SAINZ DE BUJANDA en “Sistema de Derecho…”, págs.
145 a 153
34
Cita de GARCIA BELSUNCE en “Autonomía del derecho tributario, Edit. Depalma, 1996, Bs.As.
ordenamiento jurídico propio y principios jurídicos propios que informen las normas
de la rama jurídica en cuestión”35.
Pedagogía
financiera Pedagog Normativ Ideales y métodos de la educación financiera
ía a de los individuos y de las colectividades.
35
Cita de RUBÉN O. ASOREY, “Derecho tributario dentro del derecho financiero”, en Tratado de
tributación 1.1 vol. 1 pág. 30.
36
SAINZ DE BUJANDA, “Sistema de Derecho financiero", vol. I. pág. 925, Facultad de Derecho de
la Universidad Complutense, Madrid, 1957.
de la actividad financiera traducido en disposiciones o preceptos legales que
constituyen el derecho positivo financiero como una rama del derecho público y,
obviamente que, desde este punto de vista, el derecho financiero goza de una
autonomía científica frente a las demás disciplinas enunciadas en el cuadro
precedente.
38
PLAZAS VEGA, “Derecho de la Hacienda Pública...” pág. 257.
39
PLAZAS VEGA, ob. cit. pág. 258.
40
Durante el s. XIX predominó en la enseñanza de las finanzas públicas una exposición descriptiva,
debatiéndose el conflicto de las competencias territoriales a las que correspondía desarrollar la
actividad financiera; si se recuerda que en ese siglo, llegan a su auge las polémicas relativas al
derecho constitucional y organización del poder político, no es extraño que la Hacienda Pública se
viese influenciada por esta preocupación, destacándose dos tendencias muy claras: una, que se
empeña por dar a esta ciencia el rigor propio de la teoría económica, y otra, que por el contrario,
se desentiende de los aspectos económicos, para fortalecer sus manifestaciones estrictamente
jurídicas. A partir de 1930 aparecen las primeras obras ya citadas de PUGLIESE, D'ALESIO y de
otros juristas, quienes no sólo postulan la autonomía científica del derecho financiero o de algunas
de sus ramas como propugna GIANNINI, sino que lo llevan a las aulas universitarias proclamando
su autonomía didáctica. En Alemania, el movimiento autonómico fue impulsado principalmente por
HENSEL, VON PISTORIUS y KURT BALL.
financiera del Estado, particularmente los efectos económicos de los tributos, la
deuda y el gasto públicos, los bienes dominicales del Estado, etc. La asignatura
tiene por objetivo dotar a los alumnos de la Carrera de Derecho que ya cursaron en
el primer curso "Economía política”, de los conocimientos básicos vinculados a la
actividad financiera del Estado -actividad que por otra parte- necesariamente está
sujeta a normas jurídicas; así, p.ej., en el caso del empréstito o deuda pública del
Estado o de entidades estatales con facultades de gestión financiera como sujetos
de crédito, el hecho económico del empréstito (actividad financiera), está normado,
en cuanto a las condiciones de emisión del préstamo, tales como plazo de
amortización, intereses a devengarse, etc., por cláusulas explícitas de naturaleza
no contractual privada sino pública.
Para los civilistas, incluso la formación del derecho administrativo no ha sido otra
cosa que la lucha entre el reconocimiento de la peculiar naturaleza del Estado,
investido del poder de imperium y el interés de someterlo en sus relaciones con los
ciudadanos a los mandatos y esquemas del derecho privado. El corolario de esta
discrepancia fue la negación de conceptos jurídicos autónomos, afirmándose que
la regulación jurídica de la actividad financiera del Estado debería estar
subordinada al derecho civil. Esta posición de los civilistas tuvo sus principales
defensores en Francia, con la casi excepción de TROTABAS quien puso de relieve,
cómo en el derecho y la jurisdicción administrativa aparecen una serie de conceptos
e institutos jurídicos autónomos no coincidentes con los del derecho civil.
41
Entre sus obras conviene recordar “Nociones preliminares de Derecho fiscal” y “Derecho
administrativo" 4 tomos. Bs. As.
42
“Curso de Derecho administrativo”, Edit. Letras, La Paz, 1960.
43
Es la posición de GUIDO ZANOBINI en “Curso de Derecho administrativo”, Edic. Arayú, Bs. As,
1954.
con autonomía científica "...por cuanto este derecho agrupa un conjunto de normas
de diversa naturaleza que regulan hechos de muy diferentes características siendo
el único elemento jurídico común a tales normas, la presencia del Estado como
sujeto activo de las relaciones financieras con los particulares”. Vemos, por tanto,
que el ilustre tratadista uruguayo reconocía en el derecho financiero una unidad
conceptual sólo en cuanto “a sus fines”, entre los cuales destacaba el de someter
al derecho toda la actividad financiera del Estado, como instrumento legal idóneo
para el cumplimiento de sus metas políticas en materia económica y social44. “La
unidad conceptual” a que hace alusión VALDÉS COSTA tiene como “único
elemento jurídico común” el elemento funcional, comprensivo de las normas legales
destinadas a regular las dispares actividades financieras del Estado y de entes
públicos, así como el elemento teleológico que persigue objetivos de política fiscal
y social.
46
H. VILLEGAS, "Curso de finanzas, derecho financiero y tributario”, pág. 87. Edit. Astrea 8a edic.
Bs. As. 2002.
47
H. VILLEGAS “Curso de finanzas...", pág. 88.
riqueza, sólo son posibles de lograr a través de la instrumentación y coordinación
de las normas tributarias y presupuestarias.
Las premiosas necesidades de dinero de los reyes y monarcas, para hacer frente
a gastos militares en las guerras de conquista, obligaron a éstos a buscar fórmulas
que les hicieran posible una mayor recaudación de recursos en armas, soldados,
cereales, caballos y dinero, ya que las cargas tributarias recaían exclusivamente
sobre los siervos de la tierra y, los impuestos personales para los hombres libres
tenían carácter voluntario.
Con el correr del tiempo, sin embargo, los integrantes de las Cortes no se
contentaron con sólo dar su consentimiento (consentir) o aprobar los impuestos,
sino que exigieron participar en la fiscalización del gasto realizado por el Príncipe.
Este es el remoto antecedente histórico de la institución del Presupuesto como
instrumento fundamental que representa la actividad financiera en el Estado de
Derecho moderno, pero que tuvo todavía que atravesar otras etapas históricas
como la del absolutismo monárquico de los siglos XVI al XVIII, la del
constitucionalismo demo liberal de los siglos XIX y XX y, la del totalitarismo de
Estado, del cual han sido ejemplos los regímenes financieros del
nacionalsocialismo alemán, el soviético y otros regímenes absolutistas subsistentes
todavía en varios países.
La expresión “Estado de Derecho”, utilizada por primera vez por VON MOHL en
su obra “Ciencia de la Policía” (1832), de la que se hizo eco la ciencia política
alemana, significó la sujeción de los poderes del Príncipe a la ley, vale decir, de la
primacía del Parlamento sobre el Príncipe. Basándose en la antigua doctrina
medieval que sostenía que el tributo no era exigido a los súbditos, sino más bien
pedido por el monarca, y consentido por éstos, es que los Parlamentos lograron
conocer y aprobar previamente el establecimiento de impuestos, gabelas y otras
contribuciones a ser exigidas a los súbditos del reino.
48
MARIANO S. HERRADOR, “Apuntes de cátedra", edic. SEU, MADRID, 1956.
secreto para los ciudadanos. En este punto, cabe considerar que los Estados, por
razones de seguridad, pueden consignaren el Presupuesto de algunas instituciones
p. ej.: Fuerzas Armadas y Ministerio de Gobierno, los llamados “Gastos
reservados”, para cubrir erogaciones que por su carácter necesariamente
reservado, justifica no darlos a conocer públicamente p.ej.: sueldos a funcionarios
de Inteligencia, informantes en la lucha contra el narcotráfico, contraespionaje,
terrorismo u otras actividades que de una forma u otra ponen en peligro la seguridad
pública.
Que la distinción entre ley formal y ley material es totalmente artificiosa, ya que
la ley se diferencia de un acto administrativo porque nace del seno del Poder
Legislativo en función de las atribuciones específicas que le otorga la Constitución
y la facultad de poder modificar cualquier disposición vigente del ordenamiento
jurídico financiero50.
49
DUGUIT en “Tratado de derecho constitucional" opinaba que en el Presupuesto se debe distinguir
entre el presupuesto de ingresos y el de gastos. En lo referente al de gastos, el presupuesto es un
"acto administrativo1 estando subordinado a leyes preexistentes que no puede modificar. Respecto
al de ingresos, particularmente por impuestos, tampoco ese presupuesto tiene el valor de ley
material, excepto si esos impuestos se votan para cada año. Tratado de Derecho constitucional.
Cita de PLAZAS VEGA, en "Derecho de la Hacienda pública...", p. 398.
50
EUSEBIO GONZÁLEZ GARCÍA, “Introducción al Derecho presupuestario" pág. 250, Edit. de
derecho financiero, Madrid, 1973.
del gasto” se realiza por medio de la ley en forma directa o indirecta. La
“apropiación”, es la asignación en el Presupuesto de una partida de autorización
del gasto que sólo es factible respecto de erogaciones “decretadas”. El decreto
“indirecto” se presenta cuando la ley implica el gasto público, aunque no alude a la
erogación a efectuar”51.
51
Cita de PLAZAS VEGA en “Derecho de la Hacienda Pública y Derecho financiero’, pág. 402.
52
Es la posición de JARACH. “Temas de Derecho tributario”, edic. Facultad de Ciencias Económicas
de la Universidad de Buenos Aires; 1967.
régimen que adopte cada país. Ya en 1988 escribí que en el derecho financiero
boliviano, la Ley General de Presupuesto es una ley, tanto en sentido formal como
material, puesto que en nuestro régimen constitucional se prevé que el Parlamento
está facultado a introducir las modificaciones que estimare convenientes en el
Proyecto presentado por el Poder Ejecutivo y, además, porque las disposiciones de
carácter preventivo y cautelar, que generalmente preceden al plan financiero, v.gr.,
las referidas al procesamiento de los comprobantes de egresos, traspaso de
partidas, prohibiciones de sobregiros, reconocimiento de créditos, etc., tienen un
contenido jurídico normativo que exige su cumplimiento bajo pena de sanciones
penales y administrativas.53 El significado político y económico del Presupuesto ha
ido adquiriendo mayor relevancia a medida del crecimiento de la participación social
de la ciudadanía y de las regiones, y su consideración como instrumento
importantísimo de la política económica de la Nación54.
Patiño, La Paz.
57
JARACH, “Clases de derecho tributario’, pág.1 y sgts., Centro Interamericano de Estudios
Tributarios (CIET) Bs. As. 1970
58
La idea de “fiscum" frente a la de “erarium”, tuvo su origen en el derecho romano imperial. El
Erario era el tesoro o patrimonio del Estado romano en tanto que el Fisco, era el tesoro o patrimonio
del emperador; la aparente semejanza y confusión de ambos términos empieza cuando el Fiscum”
o caja particular del emperador, absorbe y se apodera del “erarium”. Siglos más adelante, la
evolución del derecho administrativo y la desaparición de los bienes patrimoniales de los reyes en
la Europa occidental, condujeron a que se designe con la palabra “Fisco” a la persona jurídica del
Estado como sujeto de la actividad financiera. ADOLFO ATCHABAIAN, también observa que, en
cuanto a la terminología, hay que advertir que el uso de la palabra “fiscal” en obras y trabajos de
algunos autores, debe entenderse únicamente en lo tributario, ya que la precisión conceptual
aconseja atribuir a lo fiscal un alcance comprensivo, tanto de los tributos como de los gastos
públicos, en “Tratado de tributación” 1.1. vol. 2 pág. 523.
entre otros- los primeros en atribuir autonomía científica solamente al derecho
tributario con el argumento de que las demás ramas del derecho financiero, no
constituyen un todo orgánico ni dogmático entre sus relaciones, por cuanto cada
una de dichas ramas trata de materias totalmente disímiles y heterogéneas.
Autonomía frente al derecho civil. Todo lo desarrollado en los parágrafos
3.1.
3.2.1 y 3.2.2 del Cap. I sobre las posiciones contrarias a la autonomía científica del
derecho financiero, es aplicable cuando se trata de plantear la autonomía de sólo
el derecho tributario frente a otras disciplinas jurídicas. Sin embargo, añadiremos
algunas otras referencias más explícitas a autores o pronunciamientos de
instituciones sobre la autonomía científica del derecho tributario.
En Francia se hizo famosa la casi interminable polémica entre LOUIS
TROTABAS y FRANÇOIS GÉNY, ambos eminentes juristas que mantuvieron
contrapuestas posiciones sobre las relaciones entre el derecho civil y el derecho
fiscal, y naturalmente, sobre la autonomía del derecho tributario frente al derecho
civil y administrativo. Ya he mencionado que fue TROTABAS quien en su país guio
el movimiento autonomista del derecho tributario, en contra de una corriente
mayoritariamente opuesta; argumentaba el tratadista galo que es un error
considerar al derecho fiscal como una disciplina jurídica dependiente y sujeta a los
institutos y conceptos propios del derecho civil. Este autor sostuvo que la doctrina
autonómica del derecho tributario como rama del derecho público, se nutre dé
principios e institutos jurídicos propios que lo diferencian, en algunos casos, del
derecho civil y en otros, coincide con este último.
En España se destacan como sostenedores de la dirección autonómica del
derecho tributario, GONZÁLEZ GARCÍA, PÉREZ DE AYALA.AMORÓS RICA Y
FERREIRO LAPATZA, éste último con algunos reparos respecto a la ubicación que
tengan las normas jurídicas en el derecho tributario sustantivo o, alternativamente,
en el derecho tributario formal.
En Brasil participan de la posición autonomista, AMÍLCAR ARAÚJO FALQAO59,
ALIOMAR BALEEIRO60 y la mayoría de sus actuales tributaristas.
En Uruguay VALDÉS COSTA, PEIRANO FACIO y GIAMPIETRO BORRÁS,
habiendo presentando estos dos últimos sendas relatorías sobre el tema en las I
Jornadas del ILADT de Montevideo en 1956.
Muy particularmente, interesa hacer mención al hecho que, en algunos países
del área latinoamericana, la tesis de la autonomía científica del derecho tributario
tuvo una gran acogida en los círculos académicos vinculados a la permanente
elaboración de esta disciplina, hecho que trascendió paulatinamente a los
ordenamientos jurídicos tributarios de esos países. Ya en las mencionadas I
Jornadas Latinoamericanas de Derecho Tributario (ILADT) se adoptó la siguiente
Resolución al tratar el tema de la “AUTONOMÍA DEL DERECHO TRIBUTARIO”:
59
ARAUJO FALÇAO, “Introduçâo do diretto tributàrio", Parte generai, edit. Financeras, SA, 1959.
60
“Uma Introduçâo à ciencia das finanças”, pág. 50.
“1o. El derecho tributario tiene autonomía dentro de la unidad general del
derecho por cuanto se rige por principios propios y posee institutos, conceptos y
objeto también propios.
2o. Por consiguiente, la norma tributaria debe precisar sus conceptos propios
señalando los elementos de hecho contenidos en ellos y cuando utilice los de otras
disciplinas precisará el alcance que asigne a los mismos.
7°. En los centros de estudios jurídicos deben existir cursos de derecho tributario
donde se imparta exclusivamente la enseñanza de las normas concernientes a
esta disciplina’’.
opción
b) Que el derecho tributario adopte un término del derecho civil, pero se aparte
del concepto jurídico elaborado por éste, dándole un significado y efectos legales
diferentes. Esto último es lo que también se entiende por autonomía científica del
derecho tributario y para su mejor comprensión es útil recurrir a los siguientes
ejemplos:
Cuando la Ley 843, al gravar con el IVA las compraventas de bienes muebles,
-
dispone en el art. 2o que: “A los fines de esta Ley se considera venta toda
transferencia a título oneroso que importe la transmisión del dominio de
cosas muebles (venta} permuta, dación en pago, expropiación, adjudicación
por disolución de sociedades y cualquier otro acto que conduzca al mismo
fin)”, es indiscutible que ni en el derecho privado -fueren el civil o el comercial-
ninguno de los actos mencionados en el artículo entre paréntesis constituye
conceptualmente, una venta en sentido jurídico. Tampoco constituyen ventas varias
otras situaciones mencionadas en el citado artículo, tales p.ej., cuando “...el único
dueño o socios de una sociedad de personas, dedicada a la venta de
mercaderías, retiran para su uso o consumo personal algunos trajes y camisas
que son parte de la mercadería destinada a la venta al público; no obstante, esos
retiros se consideran ventas a los fines de la ley sobre el IVA.
- Los domicilios que, a efectos tributarios, están previstos en los arts. 38 al 40 del
CTB o en leyes impositivas específicas, pueden o no coincidir con el domicilio del
contribuyente según el Código Civil.
- El art. 15 del CTB dispone que: “La obligación tributaria no será afectada
por ninguna circunstancia relativa a la validez o nulidad de los actos, la
naturaleza del contrato celebrado, la causa, el objeto perseguido por las
partes, ni por los efectos que los hechos o actos gravados tengan en otras
ramas jurídicas”. Esto quiere decir que, para el derecho tributario, los actos
declarados nulos para el derecho civil, son objeto de imposición y también lo son
61
VALDÉS COSTA, “Instituciones de derecho tributario", págs. 5, 36, a 38. Edit. Depalma, 1992, Bs.
As.
los actos ilícitos, ya que el fundamento de la imposición es el hecho económico,
independientemente de la validez o ilicitud de los actos gravados. Podría parecer
contradictorio o absurdo el aplicar impuestos a hechos, conductas o negocios que
están prohibidos por las leyes, pero si estos hechos o negocios ilícitos producen
rentas, lo que grava la ley tributaria es el hecho económico de percibir rentas, y no
la conducta ilícita que deberá ser sancionada por la ley penal. Lo que realmente
sería absurdo e inadmisible es que si una persona gana honestamente Bs. 500.000
al año y deba pagar x impuestos, otra gane la misma suma dedicándose al
contrabando o el tráfico de drogas y no esté sujeto a imposición. (Remisión al Cap.
IX: La causa de la obligación tributaria. Imposición de las actividades ilícitas,
criminosas e inmorales).
c) Que la ley o norma tributaria, al contrario de lo expuesto en el anterior inc. b)
no se aparte ni se remita expresamente del concepto jurídico construido por el
derecho civil, en estos casos, la norma se interpretará atendiendo al fin de la misma
y a su significación económica y este es el mandato del apartado II del art. 8 o del
CTB.
Sobre este punto, es decir, cuando el derecho tributario emplea los conceptos y
términos del derecho privado o de otras ramas, sin darles ningún otro significado
específico, el tratadista H. VILLEGAS discrepa abiertamente con su colega
GARCIA BELSUNCE. VILLEGAS dice textualmente: “si la ley tributaria emplea las
instituciones y conceptos del derecho privado sin darles contenido particularizado,
éstos no tienen otro significado que el que les asigna su rama de origen, y no
pueden ser interpretados en forma diferente de como ésta lo hace. Si la ley
tributaria cree insuficiente una solución de otro sector del derecho positivo debe
alterarla normativamente, pero de lo contrario, debe aplicarla tal cual es, sin
creación artificial de supuestas pautas interpretativas62. De no ser así, queda
abierta la puerta a interpretaciones que quitan firmeza al derecho y provocan una
peligrosa inseguridad”63. Con la publicación en septiembre de 1967 -doce años
después- de las I Jornadas de Derecho Tributario Latinoamericano para América
Latina, la mayoría de los países de la región incluida Bolivia, incorporaron en sus
respectivos códigos tributarios, la doctrina de la autonomía científica del derecho
tributario.
En Argentina, se debe a GARCÍA BELSUNCE, la publicación de un breve pero
sustancioso texto; en el que se hace una relación sobre los debates suscitados
tanto en Europa como en Latinoamérica sobre el alcance del concepto de
“autonomía" en el ámbito del derecho en general y de las disciplinas jurídicas que
lo integran, partiendo del principio incuestionable del “uno universo iure”. Para el
autor, existirá autonomía científica en una rama del derecho, cuando
conjuntamente concurran los siguientes tres elementos:
“Una autonomía teleológica, vale decir; en los fines propios y exclusivos que
1.
persiga la disciplina en concreto, y ello se da en el derecho tributario la creación y
62
VILLEGAS, “Curso de finanzas, derecho financiero...”, pág. 225, edit. Astrea, 8a edición, 2002.
Bs.As.
63
VILLEGAS, pág. 225 Cita a ANDREOZZI “Derecho tributario argentino", 11M pág. 36.
aplicación de los tributos.
2. Una autonomía estructural u orgánica que supone que el contenido normativo
(de derecho público) y los institutos que la integran, son de una naturaleza jurídica
propia y distinta a la de otras ramas del derecho.
3. Una
autonomía dogmática o conceptual que se da cuando esa rama del
derecho tiene -en el caso del derecho tributario- conceptos y métodos propios para
su aplicación e interpretación normativa no ateniéndose al derecho privado”64.
Afirma, además, el tratadista argentino que no es suficiente que una serie de
relaciones jurídicas sean reguladas por normas particulares para sostener una
autonomía, sino que se requiere de la existencia de principios generales rectores
de la disciplina en cuestión, de forma que estos principios -diferentes a los que
informan otras ramas jurídicas- determinen la existencia de instituciones distintas y
uniformes entre sí en su naturaleza jurídica.
Siempre sobre la misma cuestión -este autor- al reafirmar en otra obra suya,65
que el derecho tributario tiene autonomía frente al derecho civil y administrativo, lo
hace en consideración a que: “...las instituciones que integran el derecho tributario
(impuestos, tasas y contribuciones especiales) responden a una naturaleza jurídica
o fundamento que no deriva de otra rama del derecho y que es el mismo para todas
ellas: el poder tributario, poder éste que es atribución exclusiva del Poder
Legislativo en ejercicio de su función legislativa y no administrativa”
Algo muy importante, añade GARCÍA BELSUNCE al puntualizar que: “... el
derecho tributario al tener métodos propios de interpretación que deben atender al
fin de la ley y a su significación económica, debe prescindir de la calificación jurídica
que las partes les hayan dado inadecuadamente al negocio que las vincula,
prevaleciendo la intención o la realidad económica del acto verdadero, querido y
perseguido por las partes, encubierto en una forma jurídica manifiestamente
improcedente lo que Jarach llama la prevalencia de la intentio facti sobre la intentio
iuris”66. Esta cuestión es tratada en el Cap. IV sobre la interpretación de las normas
tributarias según la realidad económica de los hechos gravados. Además del
tratadista citado precedentemente, recordamos como sostenedores de la tesis
autonómica a JUAN C. LUQUI67, DE JUANO, GARCÍA VIZCAÍNO68.
Por el contrario, en el mismo país, entre los estudiosos del derecho tributario
que niegan particularmente su autonomía científica, aunque algunos admitan, por
razones prácticas, su autonomía didáctica, figuran NORBERTO GODOY y
HÉCTOR B. VILLEGAS. Frente a estas doctrinas opuestas de autonomistas y anti
autonomistas, representadas idóneamente por representantes de unas y otras,
surgen -como siempre ocurre- terceras posiciones; una de ellas, muy digna de
64
GARCÍA BELSUNCE “La autonomía del derecho tributario". (A cuarenta años de mi primera clase
universitaria), Edit. Depalma, Bs.As. 1996.
65
GARCÍA BELSUNCE, “Temas de derecho tributario", págs. 40 y sgts. Edic. Abeledo-
66
GARCÍA BELSUNCE, “La autonomía del derecho..." gág.64.
67
“La obligación tributaria”, edit. Depalma, 1989. Bs.As.
68
GARCIA VIZCAÍNO. “Derecho tributario", pág. 147,1.1. 2a Edit. Depalma, 1999, Bs. As.
destacar es la de OSVALDO H. SOLER, quien asume -según sus palabras- "un
punto intermedio entre las dos teorías extremas" Los párrafos siguientes en
cursiva, son una transcripción abreviada de uno de sus artículos intitulado
“Autonomía del derecho tributario. Su alcance.”69.
Inicia SOLER su análisis mencionando los siguientes supuestos que
fundamentan la autonomía del derecho tributario:
La autonomía didáctica, que se revela por la gran cantidad de bibliografía
a)
existente en la materia que ha conducido al requerimiento de facilitar el estudio
particularizado de esta disciplina en las Universidades.
69
Artículo incluido en “Abusos del Estado en el ejercicio de la potestad tributaria. Análisis de
situaciones conflictivas”. Capítulo I. págs. 1 a 16, La Ley, Bs.As.
70
O. SOLER “Derecho tributario”, pág. 70, 2a edición actualizada y ampliada, La Ley. Bs. As. 2005.
71
O. SOLER, ob. cit., pág. 70.
“El derecho tributario aglutina y sistematiza a un conjunto de normas que
permiten organizar al tributo como instituto jurídico, pero, para ello no necesita
crear todas las normas que apuntan a tal objetivo, pues puede servirse de muchos
preceptos que aparecen ubicados en otros sectores del ordenamiento jurídico y
que pueden pasar a integrar el ordenamiento tributario en función del principio de
universalidad y unidad del derecho72.
El tratadista, al dar el ejemplo del impuesto a las ventas de mercaderías y a otros
negocios jurídicos cuya naturaleza difiere de la compraventa, dice: “...no es
menester describir al hecho imponible a partir de una definición de “venta” distinta
a la que el derecho privado le ha dado extendiendo el alcance de la imposición,
utilizando una definición atípica comprensiva de múltiples actos jurídicos sino, en
cambio, basta con efectuar una descripción detallada del “nomen iuris” con el cual
son reconocidos los diferentes actos sometidos al gravamen.73
“No es susceptible de reproche que sobre un mismo hecho jurídico el derecho
tributario produzca consecuencias jurídicas distintas a las que derivan del derecho
privado, en razón de que en este último, la libre determinación de la voluntad, da
nacimiento a hechos que originan vínculos obligatorios, mientras que en el primero
es la ley fiscal la que asocia esos hechos al nacimiento de otra obligación: la
tributaria, y por tanto, las distintas consecuencias jurídicas están legitimadas en
base a los diferentes fines y peculiaridades sustanciales de cada materia jurídica.
Pero ello, no da fundamento, en nuestra opinión, a reconocerle al derecho tributario
-por ese solo motivo- una autonomía dogmática con un alcance que admita el
apartamiento de los conceptos y definiciones del derecho privado sin cortapisa
alguna”74
En cuanto a la utilización del llamado método de interpretación de la realidad
económica de los hechos gravados, SOLER argumenta que: "...tal método no es
privativo del derecho tributario y que en esos hechos deben ser interpretados
teniendo en cuenta la normativa del derecho privado aplicable a las figuras de
simulación y el fraude que prevén los Códigos civiles”.
Al igual que en la ciencia de la física se reconoce como verdad irrefutable que
en el mundo de la dinámica existen fuerzas centrípetas (que aglutinan en un sólo
centro de atracción el movimiento de cuerpos y energías) también es verdad que
en el mundo de las ciencias jurídicas, existen fuerzas centrífugas (que dispersan y
alejan del centro) generadas por cada jurista, tratadista o legista, que en ejercicio
de su legítima e irreprochable aspiración e interés científico y académico, elaboran
diversas doctrinas o interpretan, según sus propios criterios, institutos y conceptos
jurídicos de la ciencia del derecho, hasta llegar al caso del tributarista brasilero
ALFREDO AUGUSTO BECKER, quien en su obra; sobre derecho tributario75
encabeza con ironía ácida varios capítulos con las siguientes frases: “Manicomio
jurídico tributario “Efectos de la demencia”; “Diagnósticos de la demencia y
72
O. SOLER, ob. cit., pág. 73.
73
O. SOLER, ob. cit., pág. 85.
74
O. SOLER, ob. Cit. Pág. 80.
75
“Teoría geral do direito tributario", Sáo Paulo, 1963.
terapéutica. La posición de este tratadista a quien los tributaristas reconocen
importantes trabajos en el derecho tributario, es decididamente crítica a la
autonomía de esta rama del derecho financiero; entre las razones que invoca en
favor de su* tesis mencionamos las siguientes:
a) "Que el pretender interpretar una ley desconociendo el hecho económico y
social constituido jurídicamente significa destruirla autoridad del derecho
b) “Los cuatro elementos constitutivos del acto financiero de Griziotti son los
cuatro jinetes del Apocalipsis que se coordinan en una síntesis- final: la destrucción
del derecho tributario (destrucción precisamente de lo que hay de jurídico en el
derecho tributario), quedando únicamente lo tributario”
“Las leyes tributarias son reglas jurídicas con estructura lógica y actuación
c)
dinámica idénticas a las demás reglas jurídicas y, por tanto, se interpretan como
cualquier otra ley que admiten todos los métodos de interpretación jurídica
reconocidos por el derecho no existiendo ningún particular principio de
interpretación de las leyes tributarias".
d) “La doctrina de la interpretación del derecho tributario según la realidad"
económica es hija del mayor equívoco que impide al derecho tributario evolucionar
como ciencia jurídica. Esta doctrina, inconscientemente niega la utilidad del
derecho, por cuanto destruye precisamente lo que hay efe' jurídico en el derecho
tributario".
La obra de BECKER es un ataque frontal a las doctrinas de BLUMENSTEIN,
ARAUJO FALCAO, JARACH, GIULIANI FONROUGE, doctrinas que, con distintos
matices, son compartidas por la mayoría de los tratadistas y recogidas por
legislaciones y jurisprudencia de muchos; países como la suiza, alemana,
argentina, etc. y pronunciamientos de; instituciones -entre otras- el ILADT76.
76
Las referencias transcritas han sido tomadas de: “Clases de derecho tributario” de DIÑO JARACH,
impartidas en el Primer Curso Básico Interamericano de Tributación (CIET) realizado en Buenos
Aires, entre mayo y septiembre de 1970. Asimismo, de la versión “Clases de derecho tributario
sustantivo y represivo” del Dr. ROQUE GARCÍA MULLIN dictadas en el Curso de derecho tributario
panameño, realizado del 20 de noviembre al 14 de diciembre de 1973, auspiciado por el Centro
de Estudios Tributarios (O.E.A.)
77
VILLEGAS, “Curso de finanzas, derecho financiero y tributario’, pág. 224, Edit. Astrea, 8a edic. Bs.
As. 2002-
irreductibles de aquellos administrativistas que consideraban al derecho tributario
como parte del derecho administrativo. Un ejemplo es de ALBERT HENSEL, para
quien se debe entender la autonomía del derecho tributario frente al derecho
administrativo, considerando la función legislativa por la cual se crea la obligación
tributaria de satisfacer una suma de dinero al Fisco (obligación de dar), en
oposición a la función administrativa mediante la cual se aplica el derecho tributario
formal o administrativo para hacer posible la recaudación. El derecho al cobro justo
del impuesto está basado en principios del Estado de derecho que conducen -en
su caso- al acto de determinación del impuesto, por la Administración tributaria, y
los medios técnicos jurídicos idóneos para lograr ese cobro, corresponden al
ámbito de los órganos de dicha Administración, que en la estructura general de la
división de poderes está inserta en el Poder Ejecutivo. De ahí, que el derecho
tributario administrativo o formal, está subordinado teleológicamente -es decir en
cuanto a sus fines- al derecho tributario sustantivo o material.
Resumiendo, las ideas generales de HENSEL, el derecho tributario material o
sustantivo, regula las normas concernientes al nacimiento de la obligación tributaria
(hecho generador, sujetos pasivos, responsables tributarios, base imponible y
alícuota aplicable a la base, exenciones tributarias, causas de extinción de la
obligación tributaria, etc.). Por el contrario, el derecho tributario administrativo,
instituye, mediante disposiciones expresamente establecidas en el CTB o en leyes
específicas de los impuestos, facultades regladas en favor de la Administración
tributaria que le permitan realizar funciones de investigación, control y fiscalización,
dirigidas a determinar obligaciones tributarias de los contribuyentes.78
78
Citas de GARCÍA BELSUNCE en "La autonomía del derecho..." págs. 35-37, Edit. Depalma,
1996, Bs. As.
79
Es la posición de ZANOBINI, “Curso de derecho administrativo”, Edit. Arayú, Bs. As. 1954.
puede identificar la actividad financiera con la administrativa; la Administración se
funda en el principio de autoridad, mientras que, en la actividad financiera, no sólo
se manifiesta este principio sino también el de soberanía. Concluye este autor
apoyando la idea de. PUGLIESE al considerar la actividad financiera como: “...una
actividad de medios antepuesta a la función administrativa de fines” - señalando
que- “...para que los entes públicos puedan administrar, primero necesitan estar
dotados de recursos económicos que les permitan el desarrollo de sus- actividades
administrativas".80
Siguiendo el pensamiento de otros juristas, conviene cuestionarse a uno mismo
sobre el significado, alcance y concepto rigurosamente científico del término
“autonomía” de una determinada rama jurídica y en; particular la del derecho
financiero; como un examen exhaustivo del tema rebasaría las limitaciones del
programa, sólo anotaremos las siguientes ideas recogidas de la doctrina de
nuestros días:
Cuando se habla de “autonomía” de una disciplina jurídica -y en esto tampoco
existe total acuerdo en la doctrina- no se desconoce la; interdependencia de esa
disciplina con las demás ramas jurídicas puesto que el mundo del derecho es uno
solo: “uno universo iure”.
81
JARACH, “Curso Superior de Derecho Tributario", pág. 15, Edit. Liceo Profesional CIMA, Bs. As.
1969.
4.2 El derecho tributario formal o administrativo. Creo que es pertinente,
como introducción a esta cuestión, mencionar por ilustrativas, las primeras palabras
de VILLEGAS al decir que este derecho tributario formal “...es el complemento
indispensable e inseparable del derecho tributario material y que esa
inseparabilidad es la misma de todo derecho sustantivo que no puede ser aplicado
a los casos concretos sin la existencia de un derecho adjetivo que proporcione las
reglas de aplicación como ocurre p.ej. con los delitos que están en el Código
Penal, pero carecerían de aplicación sin las normas de un Código de Procedimiento
penal. De la misma manera -añade el maestro de la Universidad de Córdoba- el
derecho tributario formal contiene las regulaciones en que se puntualiza cuáles son
las vías de acción para el organismo fiscal y las reglas de cómo debe procederse
para que el tributo legislativamente creado se transforme en tributo fiscalmente
percibido”82.
82 VILLEGAS, “Curso de finanzas, derecho financiero...’, pág. 393, 8a edic. Astrea, Bs. As. 2002.
83 JARACH, “Curso superior...” pág. 10, edic. Liceo Profesional CIMA, Bs.As. 1969.
facultades discrecionales de la Administración, para exigir a los administrados el
cumplimiento de determinados deberes formales establecidos por las leyes.
Para concluir con la mención a la división expuesta, se puede decir -acudiendo
a conceptos propios del derecho público- que el derecho tributario material o
sustantivo, se caracteriza por la materialización de los actos “iure imperio”, mientras
que el derecho tributario formal o administrativo es la materialización de los actos
"iure gestionis", distinción ésta que permite diferenciar la naturaleza, funciones y
alcance de distintas clases de relaciones jurídicas entre el Estado y los
contribuyentes, aunque todas éstas están encaminadas a un mismo objetivo: la
satisfacción o pago de los tributos.
4.2. Derecho tributario procesal. Abarca el conjunto de normas que tienen por
finalidad, regular la función jurisdiccional de aquellos órganos a los cuales la ley
atribuye la competencia de dirimir las controversias en materia tributaria. La acción
o demanda incoada por el contribuyente impugnando el acto de determinación de
la Administración tributaria, o cualesquiera otros susceptibles de someterse a la
tutela de órgano jurisdiccional, da origen a una controversia reglada: el
contencioso- tributario, que se nutre de los principios generales propios del derecho
procesal común, pero que tiene también características propias de acuerdo al
ordenamiento procesal de cada país y, a la naturaleza del interés protegido que no
es sólo el del contribuyente sino también el del Fisco, a la percepción legítima del
tributo.
4.3. Derecho tributario penal. Esta rama del derecho tributario agrupa en un
solo texto (Código Penal) o en leyes separadas, normas esencialmente
sancionatorias a los contribuyentes, responsables o terceras personas, imputables
por infracciones tributarias materiales a dichas normas. En el Cap. XIII, se aborda
no sólo la discutida controversia acerca de la naturaleza jurídica de los delitos
tributarios y, en consecuencia, de las sanciones respectivas. También es
importante establecer si los principios generales del derecho penal son o no*
aplicables a los delitos tributarios.
4.4. Derecho constitucional tributario. Referirse a un derecho constitucional
tributario en Bolivia, significa limitarse a enunciar cinco artículos de la CPE
abrogada de los cuales, sólo tres (8o, 26 y 27) tienen rango de principios jurídicos
fundamentales que legitiman la creación de tributos: el de legalidad, de capacidad
contributiva, el de igualdad y generalidad.
Como expone RODOLFO SPISSO, hay que diferenciar los términos “poder
tributario”, “potestad tributaria”, “función tributaria” y “potestad reglamentaria". Para
el autor: “...el término poder tributario responde a resabios de concepciones
superadas autoritarias cuando al legislar en materia tributaria se sigue hablando de
poder tributario, mientas no se habla de poder civil, poder administrativo o poder
penal. La concepción del poder tributario como un poder singular, limita el derecho
a la creación por la norma, de derechos o deberes directamente vinculantes para
el ciudadano, colocando al Estado en una situación de superioridad en su calidad
de fuente de todo derecho. Ello acarrea consecuencias incompatibles con el Estado
de Derecho”84.
En el Cap. XV veremos cuáles son aquellos principios jurídicos constitucionales
simplemente enunciados en la CPE vigente pero que merecen ser mínimamente
comentados a la luz de la doctrina jurídica de esta rama del derecho público.
(Remisión al capítulo señalado).
4.5. Derecho tributario internacional. Esta rama del derecho tributario es la
que día a día va adquiriendo una gran importancia y complejidad, tanto técnica
como jurídica, emergente de los procesos de globalización de la economía que
requieren adoptar mecanismos legales de armonización fiscal para evitar
situaciones de doble tributación internacional, y de otros problemas vinculados a
los llamados “paraísos fiscales”; a la movilización de capitales y transferencia de
tecnología de las empresas a sus filiales en el extranjero; la manipulación de los
precios de transferencia entre sociedades vinculadas, etc. Todo esto ha dado lugar
a un desarrollo extraordinario de esta rama del derecho tributario, como lo prueba
la abundante bibliografía sobre la materia y la suscripción hasta la fecha, de casi
dos mil tratados bilaterales y multilaterales entre los Estados, cuyo objetivo es dar
soluciones prácticas a esos complejos problemas que plantea la globalización de
la economía y, consecuente la internacionalización del capital. En el Cap. XVI, se
hacen algunas referencias a las cuestiones tributarias emergentes de la doble
tributación internacional.
5. LA CODIFICACIÓN TRIBUTARIA. Inicialmente, la codificación de las normas
legales de las distintas disciplinas del derecho, ha respondido a exigencias técnico-
legales, pero sólo ha sido posible históricamente, por el impulso y decisión de
gobernantes que veían en la obra codificadora, la expresión, civilizadora por
excelencia, de una comunidad política, así tenemos el Código Civil francés,
ejemplo de una legislación que irradió a varios países europeos y a casi todos los
latinoamericanos.85
Sin embargo, en el campo del derecho tributario, se cuestionó en algún
momento la conveniencia de codificar las leyes tributarias, alegando que esta clase
de normas son permanentemente modificadas o derogadas, y que esa mutabilidad
hace impracticable, o al menos desaconsejable su codificación. Este
cuestionamiento no obtuvo eco alguno ya que es evidente, que, frente a una
dispersión legislativa, la codificación ofrece a ciudadanos y a funcionarios de las
Administraciones tributarias, un mejor acceso al conocimiento de las normas
impositivas.
SAINZ DE BUJANDA, al referirse a la tarea de iniciar una codificación tributaria
o su reforma, decía que, para lograr un mayor perfeccionamiento en el
ordenamiento de las leyes tributarias, esa tarea debe actuar en una triple dirección:
Una, en la sistematización formal de los instrumentos de imposición; dos, en la
84
SPISSO, “Derecho constitucional tributario” en Tratado de tributación, T. I. vol. 2., págs. 4 y sgts.
85
DE CASTRO, “La gran fuerza histórica que ha nutrido el movimiento codificador ha sido la
naciente doctrina de las nacionalidades”: Derecho Civil, 3° edición Madrid, 1955
coordinación de los distintos impuestos en vigencia, y tres, en la refundición
periódica en un solo texto de las normas que regulan cada tipo de impuesto86.
La primera, es decir la tarea de sistematización, tendría por objeto, reducir a un
texto orgánico y unitario, los principios jurídicos comunes al fenómeno impositivo,
tales como fijar quiénes son los sujetos de la relación jurídica tributaria en su
condición de contribuyentes, sustitutos o responsables; señalar las normas que
establecen el domicilio tributario; el cómputo de plazos y términos administrativos;
las formas de extinción de la obligación tributaria; la tipificación de los ilícitos
tributarios y su sanción; los recursos administrativos y jurisdiccionales como medios
de impugnación de los actos de la Administración tributaria, etc.
La segunda tarea, la de coordinación, emprendería la armonización de las
normas dictadas sobre diversos impuestos, de forma que cualesquiera
modificaciones hechas en determinada categoría o tipo de tributo, tengan
coherencia con el resto del sistema.
Finalmente, la tercera, la recopilación periódica y sistematizada de las normas
tributarias dispersas en la legislación positiva en los ya llamados Textos Refundidos
o Textos Ordenados, que facilita el conocimiento de las leyes vigentes.
Esta tarea de recopilación periódica y sistematizada realizada en los países por
las autoridades al frente de los Ministerios de Hacienda o Finanzas públicas,
facilitando de esta manera a los ciudadanos contribuyentes el conocimiento de las
leyes tributarias, está muy vinculada -a lo que el tributarista argentino EDUARDO
BAISTROCCHI -escribe en su trabajo con el fenómeno de la reducción del costo
de información, que es aquel que en materia del derecho tributario debe afrontar el
contribuyente para determinar cuáles son y cómo funcionan las normas a las que
debe adecuar su conducta sin riesgos ni contingencias tributarias; BAISTROCCHI
nos da como ejemplo el tiempo y dinero que debe invertir ese contribuyente en
asesoramiento profesional, para poder conocer cuáles son y cómo funcionan
dichas normas. Destaca -el mismo tributarista- que, si el costo de información en
materia tributaria de un país es relativamente alto, puede desalentar inversiones
directas internacionales, citando, por el contrario, el caso de Chile, cuyo gobierno
señaló la relación de causalidad entre la reducción del costo de información del
derecho tributario y la promoción favorable de inversiones en ese país87.
Uno de los fines que persigue la codificación, es el de procurar la mayor
estabilidad en el tiempo de las leyes impositivas; como escribió FONROUGE,
“Codificar normas tributarias no significa únicamente depurar y aglutinar textos
dispersos, pues esto, con ser conveniente, no satisface exigencias racionales.
Codificar importa, en esencia, crear un cuerpo orgánico y homogéneo de principios
generales regulatorios de la materia tributaría en su aspecto sustancial, en lo
86
SAINZ DE BUJANDA, “Hacienda y Derecho”, 1.1. págs. 55 a 67 Edic. Instituto de Ciencias
Políticas, Madrid, 1975.
87
BAISTROCCHI, “Codificación del derecho tributario” en Tratado de tributación, t.1. vol. 1, págs.
184 y 185
ordinario y en lo sancionatorio, inspirado en la especificidad de los conceptos y que
debe servir de base para la aplicación e interpretación de las normas"88.
Sistemas de codificación. Los sistemas de codificación que se conocen en
5.1.
la legislación comparada se reducen a dos: a) Una codificación especial que se
limita a un tipo de impuestos en particular y, b) Una codificación que recoge los
institutos y principios básicos contenidos en disposiciones jurídicas comunes a
todos los tributos regulándose los procedimientos para su establecimiento y
cobranza, devolución de pagos indebidos, inspección de los tributos y
procedimientos de gestión, además de los medios de impugnación en vía
administrativa y medios de reclamación contra los actos de la Administración, etc.
Al primer sistema de codificación corresponden los códigos especiales
italianos89; la codificación francesa y algunos europeos y americanos. Al segundo,
la Ordenanza Tributaria Alemana de 1919 (AO) que tuvo y tiene actualmente, una
gran influencia en la dogmática del derecho tributario moderno90; también, la Ley
General Tributaria de España de 28 de diciembre de 1963 que ha sido objeto de
varias reformas; el Código Fiscal de la Federación Mexicana de 30 de diciembre
de 196691 y el Modelo de Código Tributario para América Latina (MCTAL)
redactado en 1967 bajo los auspicios conjuntos de la Organización de Estados
Americanos (OEA) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)92 y adoptado en
la mayoría de los países latinoamericanos, con excepción de Argentina, Brasil,
Chile y México.
Vale la pena hacer una referencia -así fuera muy resumida- a un trabajo muy
ilustrativo sobre las experiencias y evaluación de la codificación del derecho
tributario, no solo en su país- la Argentina- sino en algunos países europeos, donde
el emprendimiento en esta materia ha tenido influencia en la codificación tributaria
de Latinoamérica. Me refiero al tributarista argentino EDUARDO BAISTROCCHI,
de cuya obra resumimos las siguientes ideas y opiniones sobre los intentos -
algunos fallidos y otros exitosos- de la codificación tributaria:
A los dos sistemas de codificación generalmente reconocidos, a que he aludido
párrafos atrás, BAISTROCCHI menciona otros tres sistemas de codificación del
derecho tributario: la codificación limitada, circunscrita a los principios generales del
derecho tributario, excluyendo las normas referentes a cada impuesto en particular;
la codificación amplia, que incluye la parte general del derecho tributario y la parte
88
FONROUGE, “Realidad y perspectivas de la codificación tributaria”, Revista de Derecho
Financiero y Hacienda Pública, pág. 242. 1964
89
Los italianos delimitaron la materia codificada según la clasificación económica de los impuestos,
también la codificación de sanciones por violación de leyes financieras.
90
Su redactor fue el jurista ENNO BECKER. La versión española que conocemos es de JOSÉ M.
EYZAGUIRRE. edic. Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, 1967.
91
Con la particularidad de que, en este país, el Código Fiscal de la Federación, abarca no sólo los
tributos, sino incluye los ingresos públicos no tributarios, p.ej.: las rentas dominicales y otras.
92
Fue en la Conferencia de Cancilleres de Punta del Este en 1967, que se planteó políticamente la
conveniencia de unificar criterios que: "contribuyan al fortalecimiento de los sistemas tributarios de
América Latina y a mejorar la administración y los procedimientos tributarios de los países del
área".
especial de cada impuesto, con la sola exclusión de las alícuotas aplicables a ellos
(sistema aplicado en las provincias argentinas en base al llamado “Código Jarach”);
La codificación total, adoptada en los Estados Unidos desde el año 1939
(actualizada permanentemente) que agrupa en un solo texto, llamado Internal
Revenue Code (IRC), todas las disposiciones tributarias de la normativa federal
vigentes en la jurisdicción del Estado respectivo de la Unión, con la excepción de
los tributos aduaneros. El IRC contiene 9722 artículos, incluidos los que regulan el
procedimiento fiscal.
Se destaca en el trabajo del tratadista BAISTROCCHI cuando dice que: “La
convicción imperante en América Latina durante los años 1940/70 en sentido que
la codificación del derecho tributario era un elemento central para simplificarlo, ha
sido mayoritariamente abandonada en la actualidad en el mundo desarrollado
inclusive en Alemania. Posteriormente, surgió con nitidez que el modo de resolver
el problema de la complejidad del derecho tributario está en función de elementos
más relevantes que el de su codificación.
Tales como: a) que la estructura fiscal de un país minimice su costo de
cumplimiento; b) que los subsidios a sectores que lo merezcan, a juicio del
Congreso, no se implementen principalmente mediante el sistema tributario sino a
través de la Ley de Presupuesto pues tales subsidios complican injustificadamente
el sistema tributario y c) que la estructura y lenguaje de la normativa sea tal que
pueda ser comprendida por un lego inteligente93.
En 1997, el Centro Interamericano de Administradores Tributarios (CIAT),
elaboró un modelo de Código Tributario con el propósito de que fuera adoptado por
los países latinoamericanos. En tanto que la orientación del MCTAL es la
protección de los contribuyentes contra las inveteradas arbitrariedades de las
Administraciones tributarias, el modelo del CIAT planteaba abiertamente en las
Consideraciones Generales:
“...que
como en muchos de los países de América Latina, la insuficiencia de
facultades legales de la Administración tributaria para controlar y exigir el
cumplimiento de las obligaciones de los administrados, constituye una de las
principales causas de la evasión tributaria..." -y en consecuencia- los dos principios
de igualdad y el de seguridad jurídica que deben tener existencia plena en el
derecho tributario de cualquier país, sin embargo, de presentarse algún conflicto,
encuadrándose este derecho en el derecho público, es evidente, que en la relación
fisco-contribuyente domina el principio de la comunidad sobre el principio de la
personalidad privada94.
En conclusión, el modelo del CIAT privilegiaba el interés de los órganos
recaudadores y con excepción del Perú, donde se adoptaron algunos de sus
artículos, mereció un total rechazo-en los países de la región y justificadas críticas
en las XX Jornadas Latinoamericanas de Derecho Tributario celebradas en
Salvador de Bahía en 2000.
93 BAISTROCCHl, Codificación del derecho tributario “en Tratado de tributación 1.1. vol. 1. Edit.-Astrea, Bs. As. 2003.
94 “Secretaria Ejecutiva del CIAT, 1a edic. abril 1997, pág. 3.
La Resolución de dichas Jornadas fue la siguiente:
"CONSIDERANDO:
Que es objeto primordial del ILADT procurar que las legislaciones de los países
de la Región en materia tributaria se dicten con acatamiento a los principios de
legalidad, igualdad entre las partes de la relación jurídica tributaria, capacidad
contributiva, segundad jurídica, debido proceso en las actuaciones de la
Administración y tutela judicial efectiva y especialmente en el ámbito sancionados
de presunción de inocencia, culpabilidad y doble instancia, todo ello en
concordancia con las Resoluciones de las diversas Jornadas del Instituto.
Que las facultades de la Administración tributaria deben estar fijadas en la ley,
sin perjuicio de que ella autorice a la Administración para establecer
determinadas pautas de actuación de los contribuyentes, de manera general y
pública, dentro del espíritu de la Resolución adoptadas sobre este tema en las
XVlll Jornadas celebradas en Montevideo en 1996.
Que el estudio del Modelo de Código Tributario del CIA, revela que varias de
sus disposiciones no concuerdan con los principios señalados en los
Considerandos anteriores.
Que el MCTAL constituye un instrumento de alta calidad jurídica, respetuoso
de los aludidos principios, con suficiente amplitud para adaptarlo a las
legislaciones de los países de la Región, y para introducir en su texto las
innovaciones que se consideren necesarias, tal como quedó reconocido en las
Jornadas celebradas en Montevideo en 1970, según la Resolución allí adoptada,
y en los Códigos de varios países de América Latina.
RESUELVEN:
1. Recomiendan
a los países de la Región mantener el MCTAL como base de
sus códigos y leyes relativos a la materia tributaría, en todos los niveles de
gobierno, sin perjuicio de efectuar las adaptaciones y actualizaciones que se
consideren necesarias, pero preservando la orientación de este Modelo, en
resguardo de los aludidos principios de tributación
2. Que el ILADT y los Institutos y Asociaciones miembros comuniquen esta
Resolución a los poderes Ejecutivo y Legislativo, y en especial, a las
Administraciones Tributarías de sus respectivos países, incluyendo los trabajos
presentados en estas Jornadas sobre el tema de los Modelos de Codificación"95
95
La Resolución fue aprobada por unanimidad de los integrantes, entre ellos: Ferreiro Lapatza
(Relator General); Dr. Alberto Tarsitano (presidente) Agustín Torres (Argentina); Alfredo Benítez
Rivas y Jaime Rodrigo Machicao (Bolivia); Dr. Andrea Amatucci (Italia); Dr. Eusebio González
(España); Marco Antonio Elizeche (Paraguay).
dicha Resolución sino también copias de los relatos nacionales y Comunicaciones
técnicas sobre el tema de la Codificación Tributaria. Jamás llegó siquiera un aviso
de recepción.
5.2. El Código Tributario Boliviano.
a) Antecedentes. En 1968 se constituyó una Comisión de Reforma y Código
Tributario dependiente del Ministerio de Hacienda, con el doble propósito de llevar
a cabo la reforma impositiva del país y elaborar un Proyecto de Código tributario96.
Excepto los Títulos V y VI que regulaban la creación en el país por primera vez, de
una jurisdicción contencioso tributaria, la Comisión recogió -salvo pocas
modificaciones- el texto del MCTAL redactado en 1967 por los eminentes juristas
GIULIANI FONROUGE (Argentina), RUBEN GOMES DE SOUSA (Brasil) y
RAMON VALDÉS COSTA (Uruguay) reconocidos todos ellos por tributaristas
europeos y latinoamericanos como juristas eximios en el estudio del derecho
financiero y tributario. Los tres, apoyados por una pléyade de doctrinarios en la
materia de Universidades de Argentina, Brasil, Colombia, Uruguay, entre otras,
iniciaron la construcción de una sólida doctrina latinoamericana del derecho
tributario.
El aspecto indudablemente positivo del CTB radicó en la incorporación, a la
inexistente historia del derecho tributario nacional, de instituciones y principios
jurídicos tributarios que por primera vez irían a regir las relaciones entre el Fisco y
los contribuyentes, interpretadas hasta entonces, por la óptica subjetiva y no pocas
veces arbitraria de los funcionarios de la Administración. Asimismo, la creación del
ex-Tribunal Fiscal de la Nación; órgano de la jurisdicción contencioso tributaria,
significó un avance indiscutible al abrir al contribuyente la posibilidad de someter a
una jurisdicción independiente del poder administrador, la legalidad o ilegalidad de
los actos de éste, en su pretensión de determinar tributos, aplicar sanciones o exigir
el cumplimiento de otras obligaciones emergentes de la relación jurídica
tributaria97.
96
La Comisión fue creada en octubre de 1968 y hasta su disolución en 1971, trabajó con la
colaboración de varios expertos del Programa Conjunto de tributación OEAJ BID, entre ellos, el
Dr. ADOLFO ATCHABAIAN. La contraparte boliviana estuvo integrada por los Lics. JORGE
FERNÁNDEZ ARROYO, GONZALO RUIZ BALIVIAN, y los abogados ALFREDO BENÍTEZ RIVAS,
OSCAR GARCÍA CANSECO y el señor JUAN HURTADO CUÉLLAR cuyo trabajo de recopilación
legal fue de inestimable valor para la Comisión.
97
Como miembro de la Comisión tuve la satisfacción de emprender la redacción del Título VI del
CTB, relativo al procedimiento contencioso tributario y la decidida defensa de la creación del
Tribunal Fiscal de la Nación en contra de una corriente de opinión adversa al establecimiento de
esta jurisdicción. Sin embargo, el texto original fue objeto de modificaciones inapropiadas
introducidas por abogados del Ministerio de Finanzas, quienes añadieron, suprimieron y alteraron,
varios artículos, tiñendo el procedimiento de caracteres civilistas inapropiados a la naturaleza de
la relación jurídica procesal tributaria.
disciplina en base al estudio de sus elementos autónomos como rama del derecho
financiero, ha sido suplida por un empirismo legal pobre en la determinación
conceptual de las relaciones tributarias...” y fue por ello que se acogieron en el CTB,
aquellos artículos sustentadores de la doctrina autonómica de nuestra disciplina,
cuyo corolario más relevante es el de dar cabida al método de la interpretación
económica de los hechos imponibles (art. 8o) y el reconocimiento de la existencia
de la obligación tributaria, independientemente de la juridicidad que los actos
gravados tuvieren en el derecho civil (arts. 14, 15); de igual manera, el art. 23 de
cuya normativa se desprende que la capacidad jurídica tributaria no coincide con la
capacidad jurídica que el derecho privado otorga a las personas naturales, e
incluso, que entidades colectivas carentes de capacidad jurídica son considerados
contribuyentes y sujetos a obligaciones tributarias en los casos previstos por las
leyes impositivas.
98
DE CASTRO. “Derecho civil de España", t. 1. pág. 366 a 367.
Los Decretos Supremos
5.
Resoluciones Supremas
6.
7. Las demás disposiciones de carácter general dictadas por los órganos
administrativos facultados al efecto con las limitaciones y requisitos de
formulación establecidos en este Código.
También constituyen fuente del Derecho Tributario las Ordenanzas
Municipales de tasas y patentes, probadas por el Honorable Senado Nacional,
en el ámbito de su jurisdicción y competencia.
II. Tendrán carácter supletorio a este Código, cuando exista vacío en el
mismo, los principios generales del derecho tributario y en su defecto los de
otras ramas jurídicas que correspondan a la naturaleza y fines del caso
particular.
Comentando este párrafo II del presente artículo, en cuanto al carácter supletorio
de los principios generales del derecho tributario, debemos decir que, en el
ordenamiento legal de esta disciplina, varias legislaciones reconocen en sus textos
la coexistencia del derecho positivo expresado en leyes escritas y otras normas que
constituyen el fundamento filosófico moral de las primeras, llamadas estas últimas,
“principios generales”. Este reconocimiento o incorporación en los textos legales de
dichos principios, se hizo inicialmente, con la finalidad de suplir la Insuficiencia y
lagunas de las leyes, otorgando a los jueces la posibilidad de acudir a unas reglas
no escritas, en casos no previstos en la ley. Fue así, que se recurrió a ideas tales
como la ley natural, la razón natural, la equidad, la conciencia social, el espíritu del
pueblo, la ética, la moral, etc.
La aceptación o rechazo de la existencia de los principios generales del derecho
ha dado lugar a teorías opuestas: unas positivas y otras negativas.
Teorías positivas
a) Las “ius naturalistas", que invocan el derecho natural, como derecho
directamente proveniente del derecho divino según la escuela ius naturalista del
catolicismo.
b)Como normas jurídicas independientes de las legales a las que se llega
mediante la progresiva abstracción de las distintas leyes contenidas en el derecho
positivo hasta llegar a los presupuestos lógicos necesarios de todo el ordenamiento
jurídico, de manera que los principios generales deben ser aplicados por los jueces
en todas sus instancias a falta de ley aplicable al caso que se debe dirimir, ya que
la ley -como se enuncia en la Constitución de España- no es todo el derecho sino
que éste, está compuesto por principios generales que deben ser respetados por el
legislador y por el Poder Ejecutivo99. En la República Argentina, la Corte Suprema
ha considerado que "los principios generales son normas legales perfectas, cuya
99
El tribunal Constitucional español ha dictaminado que los principios generales del derecho son
“valores normativos” dotados de aplicabilidad que no pueden ser considerados meras
“invocaciones ornamentales”. Cita de GARCIA NOVOA transcrita por ROBERTO MORDEGLIA en
Tratado de Tributación. T. I. vol. 1. Pág. 121.
violación importa una sanción, además de la posibilidad de que la norma que los
contraría sea declarada inválida”.
Teorías negativas o defensoras del “derecho libre”. Prácticamente desechadas
por la doctrina y las legislaciones en los Estados de Derecho.
a) Niegan la existencia de principios del derecho argumentando que los jueces
tienen la libertad de decidir los casos judiciales conforme a su propio criterio y
conciencia.
b) Que los principios generales carecen de fuerza jurídica creadora, teniendo
carácter de simples interpretaciones e integradoras de las disposiciones legales,
negándose el reconocimiento a aquellos, como fuentes del derecho.
Ahora bien, en el ámbito del derecho constitucional tributario boliviano,
concretamente, la abrogada Constitución Política del Estado de 1967, recogía en
los arts. 8o y 26 sólo los principios de legalidad, capacidad contributiva, igualdad,
generalidad y los de progresividad y proporcionalidad (elaborados estos dos últimos
por la economía financiera). La nueva Constitución Política del Estado proclama en
el art. 323.I num. 6: “La política fiscal, se basa en los principios de capacidad
económica, igualdad, progresividad, proporcionalidad, transparencia,
universalidad, control, sencillez administrativa y capacidad recaudatoria”.
Nota: Al respecto, no se puede pasar por alto la deficiente y promiscua
formulación legal del art. 323.I. ya que el “control”, la "sencillez administrativa” y “la
capacidad recaudatoria” no son principios tributarios. Atendiendo a que la cuestión
atañe al estudio del derecho constitucional tributario, este tema es tratado en el
Capítulo XV en el cual se mencionan otros principios no recogidos en el nuevo texto
constitucional pero sí, en las Constituciones de otros países.
Actualmente, la doctrina al tratar el tema de las fuentes de creación y
conocimiento del derecho tributario, distingue entre fuentes inmediatas y fuentes
mediatas, siendo de consenso general, que entre las primeras están la Constitución
y las leyes en sentido formal y material; y entre las segundas, aquellas normas
administrativas de alcance general mediante las cuales el Poder Ejecutivo -en
sujeción al mandado legal estrictamente delimitado- las aplica para el mejor
cumplimiento de éste.
Se debe entender, entonces, que cuando se habla de fuentes del derecho
tributario, nos referimos exclusivamente a las normas enunciadas en el artículo 5o
del CTB, teniendo en cuenta su prelación normativa, representando las normas
constitucionales las de más alto rango por su carácter fundamental y principista del
ordenamiento jurídico del país, acorde con el art. 410 I de la CPE vigente.
Consecuentemente, en el ordenamiento jurídico tributario boliviano, no se
reconocen como fuente a la costumbre, a la jurisprudencia, ni a la doctrina de los
autores.
En cuanto a la costumbre. Varias han sido las posiciones y argumentaciones
de los tratadistas, que a lo largo del tiempo se han esgrimido sobre el
reconocimiento o rechazo de la costumbre como fuente del derecho, pero como esta
cuestión -dijimos al inicio- es propia de la teoría general del derecho, nos
limitaremos a recordar, que ha sido cuando nace el derecho administrativo en el
Estado moderno, que se impone el principio político de estatalidad en sentido de
hacer prevalecer la ley escrita sobre la costumbre, excepto en aquellos casos en
que la propia ley reconozca excepcionalmente su aplicación. En el ámbito tributario,
su exclusión es totalmente comprensible por la vigencia absoluta del principio de
legalidad que atribuye a las Cámaras Legislativas, la competencia y legitimación en
la creación de normas tributarias que afecten a la propiedad y a la libertad de los
ciudadanos de disponer de sus ingresos y patrimonio. Aun cuando en nuestra
legislación no existe disposición expresa, es incuestionable que la admisión de la
costumbre como fuente del derecho tributario quebraría los principios de reserva de
ley respecto a la creación de tributos y sus elementos esenciales.
Si bien en el derecho público, los usos y la costumbre han sido y son todavía
reconocidos en muchos países desde siglos atrás, otorgando privilegios a
determinadas regiones y a entidades territoriales locales, también en el derecho
privado son reconocidos como fuentes legítimas de creación de normas reguladoras
de conductas y acuerdos entre los hombres, por cuanto en este ordenamiento se
da una cierta autonomía de negociación a los particulares, como sucede p.ej., en el
comercio y las actividades agrícolas. En lo que respecta al derecho tributario es
incuestionable que admitir la costumbre como fuente del derecho tributario,
significaría dar prevalencia a los contribuyentes sobre el Fisco, con quebranto de la
potestad tributaria del Estado como expresión de su soberanía. Se puede añadir la
frase de KELSEN para quien: “...La suprema fuente del derecho y la base de su
conocimiento, es en sí mismo y a la vez, una norma con validez jurídica y no un
hecho como es la costumbre”.
En relación a la jurisprudencia. Cabe hacer una prevención, ya que es
frecuente en nuestro medio que incluso legisladores y profesionales del derecho
(abogados, fiscales y no pocos jueces), llaman "jurisprudencia” a cualquiera clase
de resoluciones judiciales o administrativas emanadas de los órganos
jurisdiccionales o de la Administración pública, respectivamente. Tales decisiones
constituyen solo “precedentes" judiciales o administrativas, ya que el privilegio y
prerrogativa de crear jurisprudencia está reservado -según la denominación que
tengan en cada país- a los Tribunales Constitucionales y Cortes Supremas. La
trascendencia de esta prerrogativa reside y está vinculada al recurso de casación,
de forma que el uso de éste por el recurrente, no obedezca a su personal criterio de
los alcances de las leyes, sino a lo que vaya estableciendo la jurisprudencia de
dichos Tribunales a través de sucesivos y uniformes fallos en el tiempo y en relación
a la materia. Es a partir de estas ideas que los tratadistas concuerdan en que la
jurisprudencia, al emanar de tan altos tribunales, no reconoce valor de doctrina legal
ni calidad de fuente del derecho a ninguna de las siguientes circunstancias y
disposiciones:
A las opiniones de los autores, tratadistas y jurisconsultos por muy respetables
que sean, si no están admitidas en tal concepto por la propia jurisprudencia.
A las sentencias de los tribunales inferiores.
A las órdenes del Poder Ejecutivo y las circulares e instrucciones dictadas por la
Administración pública en general.
Reitero, que una sola sentencia o fallo del más alto Tribunal no constituye
jurisprudencia, ya que es exigible que sobre la misma materia se dicten reiterados
e idénticos fallos; una sola sentencia sólo tiene valor como precedente, que por la
autoridad del tribunal que la pronunció, podrá ser tenida en cuenta a tiempo de
resolver cuestiones semejantes o análogas100.
El ordenamiento jurídico boliviano responde a lo que se conoce como “Régimen
administrativo" o sistema "continental”, por haber tenido éste su origen en Francia y
ser adoptado primero, por la mayoría de los países del continente europeo y luego,
por los latinoamericanos; en este sistema se reconoce a la jurisprudencia un simple
valor casuístico, es decir, que la sentencia del Tribunal Supremo sólo tiene eficacia
jurídica para el caso resuelto, pero no puede crear derecho o una norma jurídica
nueva. La misión del juzgador, conforme al criterio político de la división de poderes
adoptado por el constitucionalismo, tal como se entiende en el sistema continental,
es la de aplicar el fallo sólo al caso concreto.
Por el contrario, en el sistema anglosajón o "Common Law”, su ordenamiento
jurídico no está estructurado como un sistema cerrado sino como un conjunto
abierto de relaciones jurídicas, de manera que los jueces pueden crear normas
aplicables al caso concreto (Case law), así cuando se establece por decisión
jurisprudencial un nuevo criterio (Leading case), el mismo se aplica en adelante a
todos los supuestos idénticos, reservándose su efecto vinculante sólo a las
sentencias dictadas por el Tribunal Supremo (High Court), el Tribunal de Apelación
(Court of Appeal) o la Cámara de los Lores (House of Lords).
En relación a la doctrina de los autores. Tradicionalmente, los autores y
tratadistas de derecho siempre han gozado -en todas las disciplinas- de una gran
influencia y predicamento a la hora de decidir los jueces, las controversias
judiciales101; sin embargo, uno de los argumentos más contundentes que contribuyó
a no aceptar la autoridad de la doctrina de los autores, fue el que ésta no tiene como
origen la potestad del Estado sino la ciencia y juicio personal del jurista. En España,
p.ej., está prohibido a los jueces alegar en sus resoluciones judiciales la doctrina de
los jurisconsultos, y sólo es admisible mencionarla o recurrir a ella como
“fundamento de su razonamiento’1 y no como alegato, apoyo o justificación de sus
sentencias.
La constitución como fuente del derecho tributario. La historia de la
2.1.
tributación hasta llegar al derecho tributario de nuestro tiempo, es el resultado de un
largo proceso cuyos antecedentes remotos son suficientemente conocidos, entre
ellos, el triunfo de los barones ingleses al arrancar a Juan sin Tierra, en 1215, a
través de la Carta Magna su sometimiento y aceptación de que toda imposición de
tributos requería' del consentimiento de sus súbditos (A/o tax without
100
DE CASTRO, ob. cit. 1.1. pág. 562 y sgts.
101
DE CASTRO ob. cit. 1.1. pág. 575.
representaron), hecho que se reafirma en la Declaración de Derechos de 1688, al
imponer los ingleses al rey Jacobo, respetar el principio de “Que es ilegal todo cobro
de impuesto para uso de la Corona sin el concurso del Parlamento, o en época y
modo diferente de los señalados por el mismo”. Lo mismo ocurrió en Francia durante
los años en que convocados por la monarquía, se reunían los Estados Generales,
cuyos representantes pertenecientes a estamentos de la nobleza, el alto clero y la
burguesía, “consentían" los tributos requeridos por la Corona y “aprobaban" el
presupuesto de gastos del Reino102.
Hasta antes del advenimiento del Estado constitucional, la facultad de fijar el
monto de los ingresos y gastos del Estado monárquico, estaba reservada a las
Cortes con la finalidad de frenar el poder real en materia financiera. Ha sido en el
siglo XIX que las normas financieras fueron revistiendo la forma de ley, no
permitiendo a la Administración el ejercicio de actos y mandatos discrecionales, a
través de los cuales se impusiese a los súbditos el pago de tributos y contribuciones;
finalmente, el Estado constitucional decimonónico elevó a la categoría de dogma el
principio de legalidad tributaria, afirmándose que los impuestos, por representar un
ataque a la propiedad y libertad individual, protegidos por el orden económico y
social del liberalismo, requieren -para ser exigidos- del consentimiento y aprobación
de los ciudadanos a través de sus representantes en el Parlamento 103.
Al decir de SAINZ DE BUJANDA, “La ley se colocó por encima de cualesquiera
otras fuentes del derecho financiero, no sólo por razones de seguridad jurídica, sino,
además, porque se pensaba que ella constituía la mejor garantía contra cualquier
designio de reforma fiscal o económica que se intentare llevar a cabo por la vía
fiscal".
Atendiendo a que este capítulo se refiere únicamente a la identificación de las
fuentes del derecho tributario, la referencia a los principios tributarios
constitucionales se encuentra como se advierte en la nota anterior, en el capítulo
XV correspondiente al derecho constitucional tributario.
2.2. Los convenios o tratados internacionales. Los tratados internacionales
sobre materia tributaria, forman parte del derecho internacional tributario (DIT).
Dichos tratados, en nuestro ordenamiento constitucional, al ser aprobados por el
Congreso tal como disponía el art. 59 de la CPE abrogada y ahorra el art. 410. II.
numeral 2 de la CPE vigente, tienen aplicación en todo el territorio nacional y,
obviamente, en •las entidades locales menores como los departamentos y
102
Un estudio interesantísimo sobre la vinculación histórica entre las organizaciones políticas y el
derecho financiero desde el período helenístico, el imperio romano, los reinos medievales, los
estados nacionales europeos y la Hacienda Pública de los estados totalitarios, representados por
el nacional-socialismo alemán y la Italia fascista hasta el examen del sistema financiero de la ex-
URSS, se recoge en el tomo I de la obra “Hacienda y Derecho” de F. SAINZ DE BUJANDA. Instituto
de Estudios Políticos Madrid, 1967. También en SCHMOLDERS, “Teoría general del impuesto".
Edit. de Derecho financiero, Madrid, 1962.
103
Demás está recordar aquí aspectos políticos que conducen a la conclusión de que la
“representatividad" parlamentaria de los ciudadanos, en muchos países no era otra cosa que el
encumbramiento de una clase social y económicamente más favorecida en la conducción del
Estado.
municipios, es decir, que su normativa se incorpora al ordenamiento jurídico interno
boliviano.
Los redactores del CTB vigente suprimieron innecesariamente el art. 12 del
abrogado que disponía: “Las normas tributarias contenidas en los Convenios
internacionales después de su ratificación por el Estado boliviano, tendrán vigencia
en todo el territorio boliviano debiendo sujetarse a ellas las potestades tributarias
locales”. Esa disposición significaba la adopción expresa de la teoría monista para
la cual, el solo hecho de la ratificación del tratado por el Congreso implica por sí
misma, la recepción en el derecho interno de cada uno de los países contratantes
de las normas en aquél. La teoría opuesta, la dualista, afirma que no es suficiente
la ratificación, sino que la normativa de los acuerdos debe ser recepcionada en la
legislación específica interna de los países contratantes.
Considerando que la primacía de los tratados sobre la legislación interna del país
no es un precepto puntualmente establecido en la Constitución Política boliviana,
como sí lo es, p.ej., en la Constitución argentina, en la cual, las entidades locales
(Provincias, Municipios) tienen reconocido constitucionalmente un régimen
tributario, si bien limitado a tasas, patentes y contribuciones, podrían oponer al
tratado la inaplicabilidad en sus respectivas jurisdicciones con el argumento que en
la legislación específica interna (CTB) no se explícita la recepción.
Nota: Esta materia se desarrolla en el Capítulo XVI sobre derecho tributario
internacional.
2.3. El presente Código tributario. El texto vigente promulgado por Ley 2492,
modificando parcialmente el Código anterior, contiene algunas disposiciones
acertadas; mis observaciones y críticas al mismo, someramente señaladas en el
capítulo II de esta obra, responden a: que varias de sus normas en el ámbito del
derecho tributario material o sustantivo y en el derecho tributario formal o
administrativo, así como en el penal tributario, transgreden abiertamente la
juridicidad de dichos ordenamientos. Dichas observaciones o reparos, son
expuestos explícitamente al tratar los respectivos capítulos.
2.4. LAS LEYES. Las leyes son la fuente por excelencia del derecho tributario,
con una primacía sobre las demás normas del ordenamiento jurídico fiscal propio
del Estado de Derecho. La teoría política del constitucionalismo con la división de
poderes y la doctrina de la imposición, exigen que todas las disposiciones tributarias
sustantivas -en especial las que crean tributos- respondan, en su expresión
normativa, a las características de la ley, tanto en sentido material como formal, es
decir, que aparte de su contenido como regla general de derecho, su nacimiento
obedezca a un acto del Poder Legislativo.
Es en función de: estos conceptos que la ley tributaria sólo puede ser derogada
por otra: ley posterior, y que vincula a todos los poderes del Estado y a todas las
personas e instituciones que habitan su territorio, con excepción del Tribunal
Constitucional, cuya función es determinar si una ley en cuestión contradice los
principios constitucionales tributarios.
Después de la Revolución Francesa y consolidado el régimen político y
administrativo de Francia, surge la escuela del positivismo jurídico que coloca a la
ley como la fuente primaria del derecho y manifestación de la voluntad del Estado.
La codificación francesa y las sucesivas codificaciones en Alemania, y en menor
grado en España, afianzaron la vigencia del normativismo jurídico que tuvo su cuna
en la escuela vienesa liderada por el gran jurista austríaco HANS KELSEN,
eliminándose del derecho todo elemento extrajurídico y reduciéndolo a un conjunto
de normas abstractas piramidalmente establecidas a partir de una ley fundamental:
la Constitución. Se impuso así, en el mundo jurídico, la expresión latina “quod non
est in Códice non est in mundo” (Lo que no está en los códigos no está en el mundo
del derecho)104.
2.4.1. (Principio de legalidad o reserva de Ley) (art. 6 o) El principio de
legalidad tributaria que, a semejanza del principio del derecho penal "Nullum crimen
sine lege", puede parafrasearse con el de “Nullum tributum sine lege”, tiene un
alcance de aplicación acotado en los siguientes numerales de este artículo.
Sólo la Ley puede:
I.
Crear, modificar, suprimir tributos, definir el hecho generador de la
1.
obligación tributaria; fijar la base imponible y alícuota o el límite máximo o
mínimo de la misma; y designar el sujeto pasivo.
2. Excluir hechos económicos gravables del objeto de un tributo.
3. Otorgar y suprimir exenciones, reducciones o beneficios.
4. Condonar total o parcialmente el pago de tributos, intereses y
sanciones.
5. Establecerlos procedimientos jurisdiccionales.
6. Tipificar los ilícitos tributarios y establecer las respectivas sanciones.
7. Establecer privilegios o preferencias para el cobro de las obligaciones
tributarias.
8. Establecer regímenes suspensivos en materia aduanera.
II. Las tasas o patentes municipales, se crearán, modificarán,
exencionarán, condonarán y suprimirán mediante Ordenanza Municipal
aprobada por el Honorable Senado Nacional.
104
Ilustre jurista austríaco nacido en 1881. Profesor en las Universidades de Viena, Praga, Ginebra
y autor de la Constitución austríaca, Tras ser perseguido por el nazismo emigró a EE. UU., donde
dictó cátedra en las Universidades de Harvard y Berkeley. Sus obras, entre ellas “El socialismo y
el Estado”, "Teoría general del Estado" y “Teoría del Derecho puro", constituyen el pilar de la
escuela del formalismo jurídico.
ley” del “principio de legalidad”; al respecto, transcribimos las palabras de uno
de los tratadistas más respetables en materia constitucional y tributaria, nos
referimos a ROBERTO MARIO MORDEGLIA, de nacionalidad argentina y fallecido
hacen pocos años. Decía el ilustre jurista:
“Aunque se trata de un tema elemental, cabe señalar que el principio de reserva
consiste en una regla relativa a la competencia y legitimación para intervenir en los
procedimientos de producción normativa; no es igual al principio de imperio de la
ley (legalidad) como última fuente de obligaciones y al de que la Administración
también se ciña a la ley. El principio de reserva tiene un precedente en el auto
consentimiento del Poder Legislativo para las cargas y contribuciones, pero de todos
modos es más genérico, pues opera como prohibición de interferir en la libertad y
en la propiedad”.105
Entre varias opiniones de autores sobre el principio de reserva en el derecho
tributario, MORDEGLIA, se detiene en la de SIMÓN ACOSTA, quien alega que: “...
el principio de legalidad suele estar más bien referido a las relaciones entre la norma
general o el ordenamiento y el acto singular, por el contrario, el principio de reserva
consiste en la necesidad del debate democrático de las normas tributarias, debate
a través del cual se garantiza el derecho fundamental a la propiedad y el derecho a
una contribución justa"106. Es también de particular relieve la aplicación del principio
de reserva de ley, a la tipificación de infracciones tributarias y sus sanciones, así
como el establecimiento de los procedimientos jurisdiccionales que regulan la
contención entre el Fisco y los contribuyentes.
La ley, como fuente del derecho tributario representa en primer lugar seguridad
jurídica, ya que, como expone SIMON ACOSTA: “...la complejidad del
procedimiento de elaboración de las leyes tributarias asegura la estabilidad de las
mismas, que sólo pueden modificarse por el mismo procedimiento, y asegura el
debate parlamentario, pero también asegura la seguridad económica la cual es un
elemento esencial de cualquier acción política coordinada y planificada en este
campo”107.
La ley, al crear un tributo debe definir con la mayor precisión el hecho generador
de la obligación tributaria. Hay algo más: formulado constitucionalmente el principio
de legalidad para la creación de los tributos, es obvio que la exención tributaria o
dispensa legal del pago de los mismos, deba también otorgarse por ley, ya que la
exclusión de determinadas personas, situaciones o bienes, de la normatividad
general, al favorecerlas liberándolas del tributo sin justificación alguna, significaría
quebrar el principio constitucional de generalidad de los tributos. Igual sucede con
las condonaciones, rebajas y otros beneficios a los que se refieren los numerales 3
y 4, que sólo deben ser otorgados por ley y de ningún modo por actos discrecionales
de la Administración.
105
MORDEGLIA, “Fuentes del derecho tributario" en Tratado de tributación, ti. vol. 1. pág. 89
106
Cita tomada de GONZALES GARCIA, Principios constitucionales tributarios. Pág. 159.
107
SIMON ACOSTA, “La ley tributaria” en “Tratado de Derecho Tributario. El derecho tributario y sus
fuentes” dirigido por ANDREA AMATUCCI. T. I. PÁG. 541. Edit. Temis S.A. Bogotá. 2000.
GARCíA MULLIN opinaba que el principio de legalidad que constituye el
fundamento del derecho tributario tiene una doble formulación y aplicación en la
práctica: por un lado, en la existencia de un campo de “reserva de ley”, es decir, en
la prohibición de delegación del Poder Legislativo al Ejecutivo en toda materia
exclusiva de dicho campo; y por otro, que los elementos básicos del tributo (hecho
generador, sujeto pasivo, base imponible y alícuota), deben ser establecidos por la
ley en sentido formal108.
Aún existe otra situación que tiene gran importancia a la hora de delimitar el
campo de reserva de ley y es, la no admisibilidad de aplicar la analogía en el
derecho tributario, por cuanto sólo es el legislador y no el intérprete quien debe
llenar las lagunas que se presenten en el campo de reserva de ley. Este tema, tiene
relación con la prohibición de aplicar la analogía en el derecho tributario, excepto en
los casos previstos en el parágrafo III del art. 8o del CTB. Debemos recordar que la
analogía no es un método de interpretación en el derecho tributario sino un método
de integración de las normas.
Con el transcurso del tiempo, y como consecuencia de los cambios en la
estructura política y administrativa de los Estados, y aspectos económicos que no
son del caso exponer, la distinción entre principio de reserva y de legalidad, han
perdido el significado que tenían durante las Monarquías Constitucionales,
fundiéndose en un sólo principio: el de legalidad. No obstante, se puede afirmar que
el principio de reserva de ley está enunciado en la nueva CPE vigente, con la
siguiente redacción:
a) Art. 12.1. III. “Las funciones de los órganos públicos no pueden ser
reunidas en un solo órgano ni son delegables entre sí”. Con esta disposición,
queda excluida consiguientemente, la posibilidad de que la Asamblea Legislativa
Plurinacional delegue o autorice mediante una ley a la Administración la creación,
modificación o supresión de tributos que sea ésta por sí, quien establezca los
presupuestos de hecho y otros elementos de la obligación tributaria. Asimismo,
queda excluida mediante Interpretación lógica, la posibilidad que sea mediante
acuerdos convencionales entre la Administración y los contribuyentes que se llegue
a la misma situación.
b) Art. 108.7. “Tributar en proporción a su capacidad económica, conforme
con la ley.”.
c) Art. 202.4. “Es atribución del Tribunal Constitucional, conocer y
resolver los recursos contra tributos, impuestos, tasas, patentes, derechos o
contribuciones creados, modificados, o suprimidos en contravención a lo
dispuesto en esta Constitución."
3. LOS DECRETOS SUPREMOS. La ley no puede describir detalladamente
todas las situaciones que se pueden originar a tiempo de su aplicación. Como bien
108
GARCÍA MULLIN, “Clases de derecho tributario, sustantivo y represivo", pág.53. edic. Ministerio
de Hacienda y Tesoro, dirección General de Ingresos de Panamá y Centro Interamericano de
Estudios Tributarios (CIET) 1973 CIET, Bs. As.
apuntaba RAFAEL BIELSA, el legislador, al redactar una ley, se limita a formular las
reglas generales que traducen la voluntad del Estado y el fin que éste se propone,
dejando al Poder Ejecutivo ejercitar sus facultades reglamentarias, conocidas
dentro del régimen administrativo como el “poder discrecional" para hacer cumplir y
ejecutar las leyes. En el ordenamiento jurídico boliviano, la potestad reglamentaria
de la Administración en general, viene acordada en la CPE vigente por los arts. 172
num. 8 y 175 num. 4 y, en materia tributaria se ejerce por el Ministerio de Economía
y Finanzas Públicas, en concordancia a la asignación a este Ministerio de la
competencia, facultades y atribuciones otorgadas por el Decreto Supremo 29894 de
Estructura Organizativa del Órgano Ejecutivo del Estado plurinacional.
4. RESOLUCIONES SUPREMAS. Constituyen normas de carácter
reglamentario, con la particularidad que, en el caso de disposiciones en materia
tributaria, son emitidas con las firmas del presidente de la República conjuntamente
con la del Ministro de Economía y Finanzas Públicas no requiriendo el conocimiento
y firmas del Gabinete Ministerial como ratifica el Decreto Supremo 25350.
109
GARCÍA DE ENTERRIA- FERNÁNDEZ G., “Curso de derecho administrativo”. 1.1. pág. 113.
éstas o aplicando la analogía, la Corte Suprema de Justicia ha declarado, en varios
fallos, la inconstitucionalidad de tales Decretos110.
El derecho administrativo, al tratar la facultad reglamentaria en general de los
órganos de la Administración, recoge lo que la doctrina distingue entre “reglamentos
de ejecución y “reglamentos delegados”. Los primeros tienen un carácter operativo
y complementario a la ley, vale decir, que al tener un rango inferior y sometido a la
ley, su función se limita a dictar disposiciones que hagan cumplir lo dispuesto por
aquella en aplicación del art. 96, al establecer explícitamente que entre las
atribuciones del Presidente de la República está la de “ejecutar y hacer cumplir
las leyes expidiendo los decretos y órdenes convenientes sin definir
privativamente derechos, alterar los definidos por Ley ni contrariar sus
disposiciones, guardando las restricciones consignadas en esta
Constitución”.
Los segundos, son normas generales emitidas por la Administración, con
autorización expresa mediante ley formal, para regular materias de competencia del
Poder Legislativo, que indiscutiblemente no están previstas en nuestro
ordenamiento constitucional.
AGUSTÍN GORDILLO bien interpreta la potestad reglamentaria al decir que: “.al
referirse la Constitución al "espíritu" y no a la “letra" de la ley, aunque el reglamento
no aparezca como contradicción al texto de la ley, sería igualmente ilegítimo si
transgrede su espíritu, esto es, la finalidad que surge del contenido de la ley” 111. El
art. 64 transcrito responde -con excepción de aquellas materias reservadas a la ley
que están expresamente señaladas en el art. 6 del CTB - a estos últimos; esas
normas administrativas de carácter general constituyen fuentes de derecho
tributario formal o administrativo, en las que se hacen conocer, p.ej.: los plazos y
formas de presentación de declaraciones juradas, inscripción de contribuyentes y
responsables, pagos a cuenta de tributos, etc.
5.2 Las Resoluciones Administrativas. (Art. 64 CTB) La Administración
tributaria, conforme a este Código y leyes especiales, podrá dictar normas
administrativas de carácter general a los efectos de la aplicación de las
normas tributarias, las que no podrá modificar, ampliar o suprimir el alcance
del tributo ni sus elementos constitutivos.
Entre estas clases de resoluciones, dictadas con carácter general y que tienen
carácter vinculante respecto a los contribuyentes están las denominadas
“Resoluciones Normativas de Directorio” (RND) atribuidas en el art. 10 inc. i) de
la Ley N° 2166 de 14/12/2000 del Servicio de Impuestos Nacionales que
textualmente dispone:
110
“El Poder Ejecutivo, al dictar decretos que limitan los beneficios de la ley o aumentan el porcentaje
fijado sin tener facultad para ello, infringe el art. 93 inc. 1 de la CPE, e incurre en la nulidad
prevista por el art. 27. Los impuestos pagados en tales condiciones deben ser devueltos”. G.J.
1279,1280; pág. 84; y 1282 pág. 75.
111
GORDILLO “Tratado de Derecho administrativo”, t1. pág. VII-38.
“Resoluciones Normativas de Directorio. Se dictarán, cuando se trate de
disposiciones aprobando normas administrativas reglamentarias de carácter
general a los efectos de la aplicación de las leyes y demás disposiciones en
materia tributaria y entrarán en vigencia a partir de su publicación”.
“Resoluciones Administrativas de Directorio. Serán dictadas cuando se
trate de normas administrativas internas, que no son de observancia
obligatoria para los contribuyentes y responsables y estén relacionadas con
las atribuciones conferidas por el art. 9 de la ley 2166. Entrarán en vigencia,
una vez firmadas. Serán puestas en conocimiento de los niveles ejecutivos y
operativos de la institución, a través de circulares o los medios más
apropiados para el efecto”.
¿Qué ocurre con las Resoluciones Administrativas que no tienen carácter general
y que son emitidas por la máxima autoridad tributaria definiendo una petición
individual del contribuyente o declarando un derecho subjetivo de éste? Esta clase
de pronunciamientos de la Administración, responden a solicitudes p.ej., de
concesión de plazos, moratorias, cancelación de registros, declaración de extinción
de obligaciones u otros actos declarativos en pro o en contra del derecho o “petitum”
de los contribuyentes. Este segundo tipo de Resoluciones no son, en rigor, fuente
de derecho en el sentido técnico a que se hace referencia en el parágrafo de este
Capítulo, sino actos declarativos de la voluntad o criterio legal de la Administración.
5.3 LAS INSTRUCCIONES Y CIRCULARES INTERNAS. Normalmente los
instructivos y circulares contienen directrices, preceptos administrativos formales
unos, o lineamientos técnicos otros, especialmente dirigidos a las unidades
liquidadoras o recaudadoras, para una mejor percepción de los tributos.
El nuevo Código suprimió un artículo que el abrogado recogía con muy buen
criterio, en sentido de que estas disposiciones, que en nuestro país tienen el nombre
de “instructivos” o “circulares”, emitidas por funcionarios directivos de la
Administración tributaria con destino al personal dependiente, carecían de valor
vinculante respecto a los contribuyentes. Lo negativo de la supresión residía en que
daba lugar a que funcionarios de menor jerarquía pretendan- -aunque sin
fundamento jurídico alguno- escudarse en esta clase de órdenes administrativas,
para exigir del ciudadano desinformado o desprevenido, el cumplimiento de una
disposición que el Código abrogado disponía expresamente su carácter no
vinculante para el contribuyente. Dicha supresión ha sido corregida oportunamente
a través de la disposición citada en el parágrafo 5.2 sobre Resoluciones
Administrativas de Directorio.
Para finalizar este tema, reproduzco la traducción de lo escrito por un tratadista
alemán:
“Teniendo en cuenta que el derecho tributario es un derecho de masas y por un
puro motivo de economía procesal de la administración financiera, sería ilógico que
cada sujeto perteneciente a ésta (léase el funcionario) para cada cuestión tributaria
verificase e interpretase por sí mismo la ley. Por ello, la Administración financiera
dicta disposiciones dirigidas a sus propios funcionarios con la finalidad de indicar la
metodología de aplicación de las leyes tributarias. De esta forma se garantiza la
aplicación de la ley. La diferencia entre esta o el Decreto ministerial y la disposición
administrativa, se puede delinear así: la ley regula las relaciones jurídicas entre el
Estado, como sujeto activo del impuesto, y el ciudadano como contribuyente
potencial, mientras que la disposición administrativa de la Administración financiera
organiza la aplicación de la ley tributaria"112.
Ya en 1988 escribí -siguiendo la orientación del MCTAL- que “Los destinatarios
de estos “instructivos" y “circulares" son los funcionarios y no los contribuyentes y,
por tanto, carecen de valor vinculante respecto a estos últimos. Estas disposiciones
forman parte del derecho administrativo y no constituyen en consecuencia, fuente
del derecho tributario material o sustantivo”113.
112
CHRISTOPH TRZASKALIK Catedrático de Derecho Tributario de la Universidad de Mainz
(República Federal de Alemania) “Disposiciones Administrativas y Derecho Tributario”
113
BENÍTEZ RIVAS “Compendio de derecho financiero y tributario, t. I. pág. 64, Sigla editores, La
Paz, 1988.
CAPÍTULO IV
Sin embargo, ante la discrepancia que pueda surgir entre la Administración fiscal
y los contribuyentes por causa de vacíos legales, terminología confusa,
contradicciones reales o aparentes y dudas sobre el verdadero alcance de las
disposiciones tributarias, hace falta acudir a los métodos interpretativos que el
derecho ofrece para conocer cuál es el verdadero mandato contenido en dichas
disposiciones.
114
La nota responde a que algunos autores como LINARES QUINTANA estiman que “es un error
confundir interpretación con hermenéutica incurriendo en el equívoco de que serían vocablos
sinónimos”. El Diccionario Enciclopédico Abreviado “Espasa Calpe S.A.” define la hermenéutica
como “El arte de interpretar los textos para fijar su verdadero sentido”
115
DE CASTRO, “Derecho civil de España”, t. 1 págs. 495, 513 a 528. Instituto de estudios
políticos, Madrid, 1969
también es recomendable y adecuado aplicar el sistema de iniciar la interpretación
de las normas tributarias a través de las tres siguientes etapas:
Ahora bien, ello no quiere decir que la norma jurídica deba interpretarse
psicológicamente indagando las causas que indujeron a dictarla, y menos,
abstractamente, separándola de la realidad. Como la norma no es un fin en sí
misma, sino parte del proyecto jurídico de la comunidad a través de los legisladores,
el único procedimiento interpretativo adecuado a su naturaleza es el finalista o
teleológico: la “interpretatio legis" supone, la “interpretatio iuris", o sea que la
interpretación de la ley supone, la interpretación del derecho.
a) “Interpretatio pro fiscum" o "In dubio pro fiscum” (en la duda en favor
del Fisco). Según algunos autores, está fórmula se justificaba porque era el método
de interpretación más justo para impedir que algunos contribuyentes se
beneficiaran, según el criterio del juzgador, con fallos favorables unos, y otros no.
Para otros investigadores del derecho público romano, esta fórmula interpretativa,
desfavorable a los contribuyentes, ha respondido a la evolución de las ideas
políticas después del agotamiento del liberalismo; primaban entonces, el concepto
político de la soberanía consecuente con el poder de imperio del Estado sobre los
ciudadanos, y el objetivo de vigorizar la supremacía del interés público sobre el
privado, afirmándose que la función judicial debe pronunciarse con criterio favorable
al Fisco.
Las dos opiniones me parecían aceptables, hasta hace muy poco tiempo, pero la
lectura del trabajo de ANDREA AMATUCCI “La interpretación de la ley
tributaria116”, revela que el axioma legal latino: “in dubio pro fiscum”, figuraba ya en
un rescripto, de un emperador romano, que imponía al juez considerar con especial
favor y condescendencia la posición del Fisco romano, documento que desvirtúa
que tal método de interpretación surgió en épocas centenarias posteriores. Por
tanto, es de toda lógica, avalada por la historia, que el método de interpretación
contrario al Fisco haya sido sólo resucitado en tiempos del naciente liberalismo.
Sobre esta cuestión de las exenciones, son ilustrativas las siguientes palabras de
los maestros de Salamanca EUSEBIO GONZÁLEZ y ERNESTO LEJEUNE:
“Afirmar hoy que la norma tributaria tiene carácter material e imperativo, que forma
parte del derecho común, que está situada dentro del derecho público, dejando por
ello mismo de pertenecer al ámbito de las leyes meramente penales, excepcionales,
onerosas y limitativas de la libertad, afirmar todo esto, es muy poco original y resultar
hasta reiterativo. Pero no es raro, sobre todo en materia de exenciones, encontrarse
con afirmaciones como la siguiente: “Las exenciones deben ser aplicadas con
rigurosa sujeción a sus términos literales, sin apreciaciones extensivas ni restrictivas
que no estén taxativamente autorizadas. La consecuencia lógica de la anterior
afirmación viene correctamente recogida por el numeral 1 del art. 23 de la LGT, al
establecer que “las normas tributarias se interpretarán con arreglo a los criterios
admitidos en derecho". Es decir, frente a los brocardos “in dubio pro o contra
físcum”, o las más recientes corrientes que postulan una interpretación restrictiva,
estricta o exclusivamente literal de las normas tributarias, el art. 23.1 de la LGT, es
terminante, al reconducir la interpretación de estas normas a la teoría general del
derecho”118.
118
GONZALES GARCÍA y ERNESTO LEJEUNE, “Derecho tributario”, pág. 110 y sgts. Plaza
Universitaria ediciones, Salamanca, 1997.
en algunos casos a decir menos de lo que la misma ley dice (interpretación
restrictiva), y en otros, a decir más de lo dice (interpretación extensiva):
119
TARSITANO, “Interpretación de la ley tributaria” en Tratado de Tributación, t. 1. Vol. I, pág. 430, Edic.
Astrea 2003. Bs. As.
considerando además que el legislador no es un técnico ni que la ley está dirigida a
los técnicos, se debe interpretar que el legislador ha empleado una palabra en su
sentido usual y no técnico120 . TARSITANO, al comentar este artículo, dice que la
elección del término empleado dependerá de la clase de impuesto, ya que el sentido
de las palabras puede variar según la clase de impuesto, como p.ej., en aquellos
que gravan el consumo selectivo de ciertos bienes y al patrimonio, se pueden dar
ciertas dudas.
120
J.L. PEREZ DE AYALA y EUSEBIO GONZALE, “Curso de Derecho Tributario”, t. I. pág., 90.
Edit. De Derecho Financiero, Madrid, 1978
Algunas veces, la ley tributaria define y confiere a un término jurídico empleado
en ella, un significado diferente al que tiene en el derecho Civil o en otras disciplinas
del derecho privado, utilizando la frase “A los fines de esta ley se considerará...”; sin
entrar en el examen de puntos de vista doctrinales opuestos, personalmente yo
hago un salto en esta cuestión, diciendo que el significado propio del término
empleado en la especifica ley tributaria será el que debe aplicarse, no sólo cuando
la propia norma impositiva lo defina, sino Cuando su concepto en el derecho privado
u otra disciplina jurídica, esté en abierta oposición a los fines del ordenamiento
tributario.
Nota: Advertirá el lector, que el concepto de venta en la Ley 843 es más amplio,
abarcando institutos jurídicos del derecho privado -e incluso del derecho público
como es la expropiación- que no constituyen ''venta” para el derecho civil o el
mercantil.
121
TARATELLO, “L’interpretazione della legge”, cita de A. AMATUCCI en pie de página, en “Tratado
de tributación”, t. I. pág. 573.
relación hecha de los métodos expuestos no impone que ellos se manejen ni por
ese orden, ni se excluyan otros que ayuden a la interpretación de la norma tributaria
en armonía al conjunto de las leyes vigentes o, a la armonía del sistema tributario
global.
122
Fallo de la Corte Suprema de Justicia de Argentina, citado éste -entre otros- por ALBERTO
TARSITANO en “Interpretación de la ley tributaría” en Tratado de Tributación, t. I. vol. 1 pág. 438
generales del ordenamiento legal impositivo al que pertenece el tributo en
cuestión123. Por tanto, para interpretar un precepto tributario concreto apoyándose
en el dato teleológico, hay que tomar en cuenta, al menos, los siguientes elementos:
1. Los principios generales del ordenamiento tributario positivo; 2. Los fines del
tributo concreto cuya normativa pertenece al precepto que se quiere interpretar.
Veamos:
Respecto al numeral uno, sabemos que entre los principios generales del
ordenamiento tributario nacional enunciados en la CPE, están los de legalidad,
igualdad, generalidad y capacidad contributiva. En relación al numeral dos, el
intérprete tendrá que plantearse el por qué, el legislador ha elegido un hecho
imponible “x” en lugar de otro “y”, para exigir un tributo (p. ej.: el por qué se crea
un impuesto a ciertos bienes como joyas, perfumes, automóviles de lujo y otros
artículos suntuarios, eximiendo del mismo a los alimentos o medicinas). La doctrina
ha respondido a esta pregunta invocando unas veces, la teoría de la causa de la
obligación tributaria, tal el caso de JARACH para quien la creación de cada tributo,
o sea la elección por el legislador de un determinado hecho imponible, obedece a
la existencia de un objeto económico o hecho económico que se quiere someter a
gravamen o eximirlo de éste por razones extrafiscales; el objeto económico, es
pues, uno de los elementos integrantes del dato teleológico que el intérprete puede
y debe utilizar.
123
PEREZ DE AYALA y GONZALES GARCIA. “Curso de Derecho Tributario” t. I. pág. 93, 2° edición,
Edit. De derecho Financiero, 1978.
a) Interpretación auténtica: es la dada por el propio legislador; se entendería
que siendo éste el autor de la norma no habría duda sobre el alcance de su
aplicación; sin embargo, actualmente, hay una tendencia contraria a no otorgar al
legislador un monopolio interpretativo en toda clase de normas (leyes, sentencias,
tratados, actos administrativos). Lo que importa establecer expresamente es que, si
la interpretación dada por el legislador completa o aclara la norma interpretada
confirmando su alcance y contenido, ésta última, entra en vigencia desde el
momento en que fue promulgada no existiendo retroactividad alguna. En materia
tributaria, la interpretación auténtica debe estar reservada al órgano legislativo que
dictó la ley tributaria. La interpretación de una ley tributaria por parte del Ministerio
de Hacienda tiene valor simplemente orientador, pero nunca vinculante ya que como
sostiene unánimemente la doctrina, la interpretación dada por una autoridad del
Poder Ejecutivo, no puede estimarse interpretación auténtica del Poder Legislativo,
ya que es este órgano del Estado el “autor” de la ley.
124
DE CASTRO ob. cit. T. 1 págs. 518-520.
125
El Tribunal de Finanzas Alemán llegó a aplicar la llamada “teoría de los tipos”, en un intento de
tipificar los negocios jurídicos de manera de poder distinguir los efectos “atípicos” o “inapropiados”
que se producirían al elegir el contribuyente la utilización de formas contractuales propias de tales
negocios.
plasmó legislativamente en el Ordenamiento Tributario Alemán (AO) de 1919
redactado por el jurista ENNO BECKER y cuyo art. 4 prescribía que: “En la
interpretación de las leyes tributarias debe tenerse en cuenta su finalidad, su
significado económico y el desarrollo de las circunstancias”.
Podría ocurrir que una persona que no tiene herederos, dispone en su testamento
que su casa (bien inmueble sujeto a registro) pase a propiedad de un primo
hermano; en tal caso, la ley tributaria en materia de sucesiones, establece que la
transmisión a un pariente colateral de segundo grado, debe pagar el impuesto del
20% sobre el valor de dicha propiedad, más el 3% del impuesto a las transacciones
(IT), sobre la misma base imponible; la incidencia de ambos tributos por la
transmisión alcanza al 23%. De precederse con el pago correspondiente, se da
plena coincidencia entre la ‘‘intención o voluntad táctica o empírica” de la persona
de transmitir el bien inmueble, con la “intención jurídica” de someter tal acto al
régimen tributario establecido por la Ley de Sucesiones y Transmisiones gratuitas.
“En todo negocio jurídico que realizan las partes que en él intervienen, deben
coincidir dos elementos: por un lado, la manifestación de voluntad o verdadera
intención de las partes (intentio facti) de concluir dicho negocio (compraventa,
arrendamiento, donación, sociedad, etc.) y por otro, la adopción de la forma jurídica
típica (intentio iurís) prevista en el ordenamiento jurídico para dar validez legal
absoluta al negocio pactado. Es decir, que, en el mundo de las transacciones
económicas, a cada uno de los propósitos e interés de las partes corresponde
suscribir una particular fórmula o documento legal típico que exprese y acredite la
verdadera voluntad negocial de las partes”.
“En virtud de la autonomía dogmática del derecho tributario y siendo el tributo una
prestación coactiva dispuesta por la ley en virtud del poder de imperio del Estado,
126
JARACH. “Finanzas Públicas”, 3° edición pág. 396-397, Abeledo Perrot, 1996. Bs.As.
sólo ésta constituye fuente de la obligación de pago de cualquiera clase de
impuestos si se produce el hecho generador o imponible. Para el derecho tributario
sólo tiene relevancia jurídica la “intentio facti” ya que, si se atribuyera relevancia a
la “intentio iurís", ello significarla reconocer a la voluntad de los contribuyentes como
fuente de la obligación impositiva127”.
FONROUGE. –No obstante a las críticas que hizo este autor a la aplicación de la
doctrina de la realidad económica por parte de la jurisprudencia argentina,
calificándola de discriminatoria y simplista, participaba de la opinión mayoritaria, de
ser un medio útil para que los jueces apliquen una correcta interpretación de las
leyes tributarias con dos condiciones: una, que el concepto económico sea un
criterio de interpretación, pero no el único; dos, que se aplique a favor o en contra
del contribuyente, y no únicamente en su contra, como suele hacer la Administración
tributaria129. En la misma posición está VILLEGAS para quien “...la aceptación de la
interpretación basada en la realidad económica por casi todos los países,
proporciona a los intérpretes un medio idóneo para combatir el fraude aunque
previene que si no se la aplica cuidadosamente, significa un peligro para la
seguridad jurídica, transformándose en una herramienta al servicio de abusos
fiscales Para que tal método de interpretación sea de estricta justicia, éste debe
aplicarse aunque el propio Fisco salga perjudicado130".
127
JARACH “El hecho imponible", págs. 80-81 y 126-127, 3a. edición Abeledo-Perrot, Bs.As.
128
ARAUJO FALQAO “El hecho generador de la obligación tributaria". Edil Depalma, Bs.As. 1964.
129
FONROUGE “Derecho financiero” t. 1. págs. 80 y sgts. Edic. Depalma, 1970.
130
VILLEGAS “Curso de finanzas...”, pág. 249.
En resumen, el método de la interpretación de la realidad económica de las
normas tributarias, se basa en la idea que en la aplicación de dichas normas se
debe prescindir del formalismo jurídico propio de los conceptos civiles de manera
que sean las realidades económicas subyacentes bajo esas formas utilizadas en los
negocios jurídicos, las que revelen la finalidad normativa de la ley tributaria. Algo
más que es importante considerar, es que, para la correcta interpretación de este
método, el mismo debe aplicarse a favor o en contra del contribuyente y no
solamente en su contra como actúa erróneamente la Administración tributaria de
nuestro país.
131
GONZALES GARCIA, “La interpretación jurídica”, pág. 67.
más frecuencia que con propiedad extendiendo sus consecuencias inclusive al
ámbito del penal tributario132”.
Son muy pertinentes las observaciones de Catalina García Vizcaíno quien dice
que, en rigor, “...el llamado método de interpretación de la realidad económica, no
es sino un instrumento jurídico que permite investigar sobre los hechos reales de la
operación gravada" -añade la autora- “...la utilización de este instrumento, no quiere
decir que las leyes se interpretan económicamente, ya que toda interpretación es
siempre jurídica, no importando el nomen iuris que le den a las instituciones
jurídicas, los otorgantes de un acto o el legislador, sino su verdadera esencia
jurídica.134”
132
TARSITANO, “Interpretación de la ley Tributaria” en Tratado de tributación t. I. vol. 1. Pág. 471.
133
TARSITANO, ob. Cit. Pág. 476-477.
134
GARCÍA VIZCAINO, “Derecho tributario, Consideraciones económicas y jurídicas”, Depalma 2°
edic. pág. 182.
económicamente sino jurídicamente. Hay que tener presente que las leyes siempre
se interpretan jurídicamente lo contrario sería una aberración.
135
GONZALES GARCÍA, “Derecho Tributario”, t. I, pág. 111.
136
DE CASTRO ob. Cit. Pág. 607.
137
DE CASTRO, “El negocio jurídico”, Pág. 369.
GONZÁLEZ GARCÍA, al tratar el fraude de ley en materia impositiva, señala
textualmente las siguientes notas: 1° Quien obra en fraude de ley, no realiza el
hecho imponible previsto en la norma tributaria; 2° Aun así, se llega a los mismos
resultados económicos que esta última se proponía gravar; 3° Bajo la apariencia de
legalidad subyace una intención fraudulenta. El autor da estos ejemplos:
-Una persona quiere vender un galpón y otra comprarlo para instalar una fábrica;
para evitar el pago de impuestos a la transferencia de dicho bien, constituyen una
sociedad en la cual, la primera aporta el galpón y la segunda, una suma de dinero.
Tiempo después, disuelven la sociedad, adjudicándose el galpón el socio que aportó
dinero (en realidad el precio de compra) y el otro, quedándose con éste. Queda claro
que la operación ha sido en realidad una compraventa, pero las partes, con el fin de
eludir los impuestos a la transferencia, se acogen a otra ley (ley de cobertura),
aplicable a la constitución y disolución de sociedades prevista en el Código de
Comercio. Esta operación es un negocio en fraude de ley.
-Si para evitar pagar el impuesto a los dividendos (rentas de capital), que
normalmente son gravados con un impuesto mayor que los honorarios (rentas del
trabajo), una sociedad anónima distribuyera los dividendos bajo- la forma de
honorarios. En este ejemplo, no se está frente a un caso de fraude de ley sino a una
típica maniobra de engaño y “ardid’’ abiertamente fraudulentos138.
138
VILLEGAS, “Curso…”, pág. 545.
139
Fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación citado en “Manual de Derecho tributario de
MARIO AUGUSTO SACCONE.
-En otro caso relacionado con el impuesto al IVA, se adoptó el criterio de
descorrer el velo societario y, en aplicación de la doctrina del abuso de derecho, se
estableció que una sociedad dominada casi íntegramente por otra, no autoriza a
reconocer la existencia de contratos entre ellas, por cuanto debe prevalecer la razón
del derecho sobre el ritualismo jurídico formal, aprehendiéndola realidad jurídica
objetiva que indica que, tampoco en esta situación pueden aceptarse operaciones
que aparentemente significan traslado de mercaderías entre ambos elementos de
un mismo conjunto económico140.
Art. 83 de la Ley 843 (ICE). Cuando el sujeto pasivo del impuesto efectúe
sus ventas por intermedio de personas o sociedades que económicamente
puedan considerarse vinculadas con aquél en razón de origen de sus
capitales o de la dirección efectivas del negocio o del reparto de utilidades, el
impuesto será liquidado sobre el mayor precio de venta obtenido, pudiendo el
encargado de la aplicación de este gravamen exigir también su pago de esas
otras personas o sociedades y sujetaras al cumplimiento de todas las
disposiciones de la presente normal legal.
140
Fallo también citado por M.A. SACCONE.
Arts. 3 y 4 del D.S. 24053 (ICE). Contienen, asimismo, disposiciones en las que
se considera los casos en que existe vinculación económica.
141
LEROUGE, citado por H. VILLEGAS en “Régimen Penal…” pág. 105.
142
“Teoría geral do direito”, Sao Paulo, 1963. Pág. 122.
es más conveniente tratar de bloquear o impedir su ejecución que aplicar sanciones
y esto, ¿por qué? Sencillamente por las dificultades probatorias que se presentan
para establecer fehacientemente, por parte de la Administración tributaria, la
intención fraudulenta en la figura del fraude de ley.
143
VICENTE O. DIAZ, “Ilícitos tributarios”, pág. 135. Edit. Astrea 2006, Bs. As.
144
Cita de TARSITANO en “Tratado de tributación”, t. I. vol. 1 pág. 480.
145
TARSITANO, “Interpretación de la ley tributaria” en Tratado de tributación, pág. 481 y citas de
CASADO OLLERO – FALCÓN Y TELLA - LOZANO SERRANO – SIMON ACOSTA, EN
“Cuestiones tributarias prácticas”, pág. 108.
b) Licitud de los hechos. Los hechos realizados han de ser lícitos. En eso, se
distingue el fraude de ley de la defraudación o infracción violenta (directa), de la
norma. Debemos aclarar, que la licitud deriva de la adopción de una forma que no
desnaturaliza su causa típica de raíz civil, aunque si termina obedeciendo a una
motivación propia, como lograr un mismo resultado con diferente costo fiscal, puede
existir ilicitud.
146
Sólo a efectos que ilustran mejor las reformas introducidas en la LGT de España sobre
interpretación de las normas tributarias se transcriben arte de los siguientes artículos:
Art. 12.2. En tanto no se definan por la normativa tributaria, los términos empleados en sus
normas se entenderán conforme a su sentido jurídico, técnico o usual, según proceda.
Art. 13. Calificación.
Las obligaciones tributarias se exigirán con arreglo a la naturaleza jurídica del hecho, acto o negocio
realizado, cualquiera que sea la forma o denominación que los interesados le hubieran dado, y
prescindiendo de los defectos que pudieran afectar a su validez.
Artículo 14. Prohibición de la analogía.
No se admitirá la analogía para extender más allá de sus términos estrictos el ámbito del hecho
imponible, de las exenciones y demás beneficios o incentivos fiscales.
Artículo 15. Conflicto en la aplicación de la norma tributaria.
9. SOBRE LA ELUSIÓN FISCAL. El significado preciso del término “elusión”,
no ha encontrado todavía una acepción general y uniforme en el derecho tributario,
y tal figura no está explícitamente regulada en el CTB. Partiendo del concepto -no
gramatical- sino específicamente desde el técnico tributario que se debe dar al
término “eludir”, es decir, “evitar el pago de los impuestos”, haré referencia a algunos
de los criterios dispares de la doctrina comparada, que nos darán idea del caos
conceptual que existe sobre este término, que en palabras de EUSEBIO
GONZÁLEZ GARCÍA, “...aparece precedido de una larga historia de equívocos, ya
que para la gran mayoría de autores la elusión constituye una actitud lícita y para
otros es ilícita cuando no confusa y no faltando posiciones que identifican la elusión
con el fraude a la ley".
1. Se entenderá que existe conflicto en la aplicación de la norma tributaria cuando se evite total o
parcialmente la realización del hecho imponible o se minore la base o la deuda tributaria mediante
actos o negocios en los que concurran las siguientes circunstancias:
a) Que, individualmente considerados o en su conjunto, sean notoriamente artificiosos o impropios
para la consecución del resultado obtenido.
b) Que de su utilización no resulten efectos jurídicos o económicos relevantes, distintos del ahorro
fiscal y de los efectos que se hubieran obtenido con los actos o negocios usuales o propios.
2. Para que la Administración tributaria pueda declarar el conflicto en la aplicación de la norma
tributaria será necesario el previo informe favorable de la Comisión consultiva a que se refiere el
artículo 159 de esta ley.
3. En las liquidaciones que se realicen como resultado de lo dispuesto en este artículo se exigirá el
tributo aplicando la norma que hubiera correspondido a los actos o negocios usuales o propios o
eliminando las ventajas fiscales obtenidas, y se liquidarán intereses de demora.
Artículo 16. Simulación.
1. En los actos o negocios en los que exista simulación, el hecho imponible gravado será el
efectivamente realizado por las partes.
2. La existencia de simulación será declarada por la Administración tributaria en el correspondiente
acto de liquidación, sin que dicha calificación produzca otros efectos que los exclusivamente
tributarios.
3. En la regularización que proceda como consecuencia de la existencia de simulación se exigirán
los intereses de demora y, en su caso, la sanción pertinente.
sobre la sociedad colectiva, deciden adoptar la primera forma jurídica.(en este caso,
los socios han elegido una de las formas asociativas legítimas que el derecho
privado prevé, no existiendo discordancia entre la forma jurídica adoptada o “intentio
iurís", y la realidad querida por los futuros socios. “intentio facti". Pero si se recurre
a formas manifiestamente inadecuadas con el deliberado propósito de evadir el
legítimo gravamen, es evidente que existe una conducta ilícita, aun cuando esa
forma jurídica no sea en sí misma prohibida por el derecho privado y ello ocurre por
ejemplo, cuando; se da forma jurídica de honorarios por retribución de servicios a lo
que en realidad son utilidades de capital (dividendos) de los socios de la sociedad-
anónima, ante la evidencia de que los honorarios están menos gravados que los
dividendos. En este caso, estamos ante clásicas maniobras de “ardid" o “engaño",
que son fraudulentas. Concluye el profesor VILLEGAS -rectificando doctrina- en que
“...la elusión fiscal es siempre fraudulenta y es una conducta antijurídica,
concibiendo la antijuridicidad como algo único que tiene como característica común
la circunstancia de estar desaprobada por el derecho sin distinción de ramas”147.
“La destrucción culposa (sin dolo) de un bien, es una acción antijurídica; sin
embargo, no tiene consecuencias penales para el Código Penal que no tipifica como
delito tal acción, que solo tiene consecuencias civiles sancionadas con la obligación
de reparar el daño. De igual forma, quien evade un impuesto recurriendo
engañosamente a una forma atípica que distorsiona el hecho imponible, puede no
ser pasible de sanciones civiles si el Código Civil no las contempla, pero si, tiene
consecuencias para la ley represiva tributaria”148.
“La diferencia entre elusión y evasión fiscal, consiste en que en esta última se da
un comportamiento ilegal del contribuyente, por haberse realizado el hecho
imponible”150.
147
HÉCTOR VILLEGAS, “Curso de finanzas, derecho financiero…” pág. 543 y sgts.
148
VILLEGAS, “Curso de finanzas, derecho financiero...” pág. 543 y sgts.
149
HENSEL, Cita de TULIO ROSEMBUJ “El fraude de ley y el abuso de las formas en el Derecho
tributario” pág. 49, Madrid, Marcial Pons, Edic. jurídicas, SA 1994.
150
BLUMENSTEIN. Cita de TULIO ROSEMBUJ en Tratado de tributación” pág. 182 y sgts.
forma parte el principio de la libertad contractual, en cuanto la licitud de tales medios
y negocios. Evitar la realización del hecho imponible no puede reputarse ilegítimo".
11. SIMULACIÓN. El inc. b) del art. 8 del CTB, reproduce literalmente el art. 25
del modelo español (que ya fue modificado por el art. 16 en la nueva LGT): “En los
actos o negocios en los que se produzca simulación, el hecho generador
gravado será el efectivamente realizado por las partes con independencia de
las formas o denominaciones jurídicas utilizadas por los interesados”. Y a
renglón seguido, el art. 8 añade: “El negocio simulado será irrelevante a efectos
tributarios”. Este añadido no podía ser más claro, menos para aquellos
funcionarios de la Administración tributaria que por afán recaudatorio,
desconocimiento de derecho o ignorancia idiomática (no conocer el significado del
término irrelevante) provocaron la emisión arbitraria y jurídicamente inconsistentes
de resoluciones determinativas de obligaciones tributarias, a la empresa ENTEL
actualmente nacionalizada. Ya es parte consensuada de la doctrina e incluso de la
legislación tributaria, que la simulación del derecho civil es absolutamente
inaplicable al ámbito fiscal. ¿Cuándo se da la conducía de simulación? A falta de un
concepto más específico en el derecho tributario, la respuesta debiera hallarse en
el Código Civil, tal como se da en otras legislaciones151; sin embargo, el párrafo l
del art. 543 del Código Civil boliviano, al regular la simulación absoluta, sólo declara
que ella no produce ningún efecto entre las partes; en el párrafo II, al referirse a la
simulación relativa, sí, se da un concepto jurídico al decir que en ésta, el verdadero
contrato se oculta con la formalidad de otro aparente pero la normativa del Código
Civil boliviano es inaplicable a efectos tributarios, porque bien advierte ROSEMBUJ
151
El Art. 955 del Código Civil argentino reza: “La simulación tiene lugar cuando se encubre el
carácter jurídico de un acto bajo la apariencia de otro, o cuando el acto contiene cláusulas que no
son sinceras, o fechas que no son verdaderas, o cuando por él se constituyen o transmiten
derechos a personas interpuestas, que no son aquellas para quienes en realidad se constituyen o
transmiten”. El Art. 956 “La simulación es absoluta cuando se celebra un acto jurídico que nada
tiene de real, y relativa cuando se emplea para dar a un acto jurídico una apariencia que oculta su
verdadero carácter”. El Art. 957: “La simulación no es reprobada por la ley cuando a nadie
perjudica ni tiene un fin ilícito”.
“que...para el derecho tributarlo, la simulación tiene por características, en primer
lugar, que ella se realiza al tratarse exclusivamente de actos o negocios jurídicos,
excluyéndose a los hechos jurídicos ya que, frente a estos últimos, se podrían
utilizar las figuras del abuso de derecho o del fraude de ley y, en segundo término,
que en el negocio simulado, los contribuyentes hacen una declaración voluntaria
con fines de engañar al fisco creando la apariencia de un negocio jurídico distinto
de aquel que realmente llevaron a cabo”152.
Para concluir con esta cuestión, me remito a lo dicho por TARSITANO, en sentido
que una de las formas más frecuentes de engaño tributario, es la simulación
subjetiva que consiste en la interposición de personas ajenas al negocio jurídico
privado o testaferros a quienes, ficticiamente, se imputan utilidades, beneficios
fiscales o patrimonios, perjudicando así al Fisco. Sin embargo, el autor hace la
salvedad que no se puede confundir la interposición ficticia con los casos de
interposición real, como son: el mandato sin representación; en las que el mandante
actúa en nombre propio, pero por cuenta ajena; igualmente con los negocios
fiduciarios153.
152
TULIO ROSENBUJ, “La simulación y el fraude”. Pág. 27.
153
A. TARSITANO, “Interpretación de la ley tributaria” págs. 492 y 493. En tratado de tributación t. I.
vol. 1.
no interpretarla154. Se interpreta la ley cuando ésta existe y hablamos de integración
cuando la ley o norma no existe, es decir, cuando no hay ley o norma jurídica que
regule el caso o hecho concreto, o sea cuando se está frente a lo que técnicamente
se conoce como un vacío legal o laguna de la ley155.
154
Sobre esta cuestión, autores de renombre, entre ellos, A. AMATUCCI, argumentan que “La
aplicación de la analogía tiene una función de interpretación de la ley y no solo integradora”. En
“Tratado de Derecho tributario”, t. I. pág. 566.
155
Aquí no ponemos en discusión la posición de autores del positivismo formal en sentido que, en el
derecho, al proclamarse “como permitido todo lo que no está prohibido”, no existe ni puede hablarse
de vacíos de la ley gozando, por tanto, el derecho positivo de “plenitud hermenéutica”.
156
DE CASTRO, ob. Cit. Págs. 535 y sgts.
157
WINDSCHEID decía que “La analogía consiste, en que la cuestión no resuelta por falta de
precepto exactamente aplicable, se decide por lo dispuesto expresamente para un caso semejante,
en cuanto haya semejanza de fundamento”.
158
Al difundirse el método dogmático en la dirección positiva, esta escuela cifró el significado
teórico de la analogía como el “…medio interpretativo por excelencia, por el cual el derecho
legislado crece, alimentándose solo de su propia sustancia mediante su desarrollo lógico o
dialectico”.
conocer lo que el legislador ha pensado; la analogía, para conocer lo que habría
pensado”. El procedimiento analógico, presupone entonces, la falta de una
regulación para el caso concreto en la propia institución jurídica, y por esta razón,
se inquiere y se busca semejanza en las reglas jurídicas de otras instituciones.
12.2. La analogía en el CTB. El apartado III del art. 8 del CTB establece que:
“La analogía será admitida para llenar los vacíos legales, pero en virtud de
ella no se podrán crear tributos, establecer exclusiones ni exenciones,
tipificar delitos y definir contravenciones, aplicar sanciones, ni modificar
leyes existentes”. De este precepto, puede concluirse que, salvo las limitaciones
en él señaladas, es permitido acudir a la integración analógica para extender a
casos no expresamente previstos en la ley, las consecuencias jurídicas que otra
norma determinada prevé.
JARACH cita un ejemplo sobre la integración analógica que, por llegar en sus
resultados a la determinación de un nuevo hecho imponible, fue rechazado por la
Cámara de Apelaciones de la Provincia de Buenos Aires: al crearse un impuesto
sobre el monto de la factura por distribución eléctrica, la Administración impositiva
pretendió aplicar por analogía el impuesto a un hecho no previsto por la ley, como
era el consumo de energía producida por generadores propios. En este ejemplo,
hay evidente analogía jurídica entre ambos supuestos de hecho: la producción de
energía, empero, el principio de la reserva legal, por el que se afirma que sólo la
ley puede crear y determinar un tributo, impidió el cobro del impuesto a la energía
producida por generadores propios.
En otro ejemplo, también citado por JARACH, pero esta vez admitiéndose la
aplicación de la analogía por el intérprete, se refiere al caso de la fusión de dos
sociedades y a la admisibilidad de deducir como quebranto de la nueva sociedad
fusionada, las pérdidas sufridas por cada una de aquéllas antes de la fusión. El
intérprete, admitió la deducción, con el fundamento de que, si ella era posible en el
impuesto a la transmisión gratuita de bienes, en la que se permite al heredero
deducir el pasivo del causante, por analogía, debía aceptarse qué la nueva
sociedad no es otra cosa que una persona sucesora, una persona jurídica nueva y
sucesora de las fusionadas.
Los dos ejemplos transcritos nos muestran dos situaciones en las que se
acepta, en un caso, como reza el CTB en el art. 8, “...para llenar los vacíos
legales”, y se la rechaza en otro, ya que “en virtud de ella no podrán crearse
tributos, exclusiones ni exenciones, tipificar ilícitos, aplicarse sanciones, ni
modificar normas preexistentes”.
159
“Ubi eadem ratio est, ibi eadem iuris disposio esse debet".
160
“La inclusión de un caso supone la exclusión de los demás”
161
“lo que la ley afirmas de uno, niega de los otros”
162
SALVAT, “Tratado de Derecho civil” t. i. 2° edic. pág. 146.
163
“El que no puede lo más, puede lo menos’.
164
“Quien no puede lo menos, tampoco puede lo más”
jurídicamente el desprendimiento del derecho de propiedad del inmueble, se exige
el pago del impuesto catastral, con mayor razón debe exigirse la acreditación de tal
impuesto en el caso de una compraventa, a través de la cual se produce una
transmisión patrimonial.
Para cerrar este tema, hay que tener presente que la analogía, como medio de
integración del derecho, no es aplicable en el ordenamiento jurídico tributario
boliviano a las materias reservadas a la ley por el art. 6 del CTB. Este principio de
reserva de ley, rige absolutamente en el campo del derecho tributario sustantivo o
material, salvo el caso de que sea la propia ley la que admita a la analogía como
método aplicable para la determinación de ciertos hechos objeto de imposición; p.
ej.: en materia aduanera, donde las partidas arancelarias son susceptibles de
divisiones en sub partidas de otros bienes importados, cuya imposición no está
expresamente establecida, pero que pagan por analogía a la naturaleza del bien
identificado en la partida principal el mismo impuesto165.
165
GARCIA MULLIN, “Clases de Derecho Tributario sustantivo y represivo” pág. 107. CIET, Min. De Hacienda
y Tesoro y Dirección General de Ingresos. Panamá, 1973
CAPÍTULO V
1. EL
PODER TRIBUTARIO. Es casi unánime en la dogmática jurídico-
financiera, que el concepto del poder financiero deriva del concepto político de
soberanía y existe también coincidencia en distinguir entre un poder financiero
originario, y otro derivado según su titular esté investido del mismo en virtud de una
norma jurídica constitucional o por una ley ordinaria. Habíamos visto en la
INTRODUCCIÓN que el poder financiero (actividad financiera), se desplegaba en
dos aspectos: el referente a la formulación de los gastos y el referente a los
ingresos. En el campo de los ingresos, los más importantes son los tributarios.
El poder tributario es una de las manifestaciones del poder financiero del Estado;
su ejercicio por éste y la pluralidad de organismos, cuerpos intermedios, entidades,
e instituciones que tienen una existencia reconocida dentro de aquél, plantea una
serie de problemas que generalmente se identifican con la concurrencia y
superposición de actividades. Se hace imperioso, por tanto, lograr el equilibrio entre
los poderes tributarios, para evitar formas de doble imposición sobre los mismos
hechos imponibles, por el riesgo de crear situaciones económicas y políticas
perjudiciales e indeseables. Cuando se habla de poder tributario, no se alude a un
poder distinto del Legislativo, Ejecutivo y Judicial, sino simplemente que la
soberanía o el poder político, se manifiesta con caracteres propios en materia
tributaria, e incluso, la idea de imposición coactiva sobre la voluntad de los demás,
adquiere fuerza y vivencia indiscutible, cuando mediante ella se establecen tributos.
LA FORMULACIÓN DEL ART. 2o del CTB. La formulación del art. 2o del CTB,
1.
en sentido que: “Las normas tributarias tienen vigencia en el ámbito territorial
sometido a la facultad normativa del órgano competente para dictarlas, salvo
que en ellas se establezcan límites territoriales más restringidos 166, alcanza
su significado a tiempo de delimitar la potestad tributaria de un Estado frente a la
de otro u otros países, así como al momento de delimitar las distintas potestades y
competencias tributarias asignadas por la ley al gobierno central, a los gobiernos
locales y a otras entidades que comparten o se dividen el poder tributario dentro de
un mismo Estado.
166
Los redactores del CTB cambiaron el término de “potestad" por el de “facultad normativa”, término
impropio en la materia que tratamos, en particular referida al derecho tributario material o
sustantivo. La potestad deviene del poder de imperio del Estado para crear tributos; la facultad
normativa, implica el ejercicio de funciones administrativas. El término potestad, puede estar bien
utilizado en el caso del art. 201 de la CPE, que otorga al Concejo Municipal potestad normativa y
fiscalizadora para crear tasas o patentes, negándole potestad para crear tributos.
que se realizan en él, con algunas excepciones que impone el derecho
internacional, p.ej.: la exención del impuesto a los inmuebles de propiedad de
gobiernos extranjeros sede de sus representaciones diplomáticas, o a algunas
situaciones reguladas por los tratados internacionales en materia de tributación
para evitar la doble imposición, cuestión que trataremos en el Capítulo XVI sobre
derecho tributario internacional.
Los problemas que plantea la doble imposición, tanto desde el punto de vista
jurídico como financiero, se manifiestan en el campo económico de los Estados
unitarios y en los de organización federal; ya URSULA HICKS, estudiosa
norteamericana del tema expresaba: "...a pesar de la diferencia constitucional
básica en ambas clases de organizaciones políticas, dichos problemas en las
Haciendas centrales y locales en el Estado unitario y en los federales, difieren más
bien en grado que en especie”167.
Por el contrario, en nuestro país, los caminos del centralismo político a tiempo
de converger en el unitarismo como forma de gobierno, fortificaron, en lo financiero,
el reconocimiento exclusivo del gobierno central como fuente del poder de
imposición en desmedro de los departamentos y demás entidades locales menores
Ni los departamentos, ni las municipalidades, tienen potestad tributaria originaria,
sino que ésta, les es conferida por la Constitución. De acuerdo al art. 300 de la
nueva Constitución, “Son competencias exclusivas de los gobiernos
departamentales autónomos, en su jurisdicción:
Idéntico tratamiento está previsto en los arts. 302 (núm. 19 y 20) para los
gobiernos municipales autónomos, y en el art. 304 (núm. 12 y 13) para las
autonomías indígena originario campesinas.
Estas líneas fueron escritas días después de haberse convocado en Bolivia a las
167
URSULA HICKS, “Hacienda pública", pág. 243. edic. Aguilar, Madrid, 1960.
fuerzas políticas y sociales a la realización de una Asamblea Constituyente a
celebrarse en la ciudad de Sucre. Naturalmente, que el tipo de organización política
y su respectivo ropaje jurídico e institucional que adopte la Constitución, tendrá que
establecer ineludiblemente -entre otros temas- la asignación y forma de distribución
de recursos -especialmente de los tributarios- entre el Gobierno central, los
Departamentos, los Municipios y seguramente, en otras entidades territoriales
indígenas.
¿Dónde o en qué lugar se gravarán los bienes del activo fijo de las empresas?;
¿Y los vehículos de propiedad de las personas, en el lugar donde se patentaron o
en el que habitualmente circulan?; ¿Los impuestos sobre fletes de carga y tarifas
de pasajes cobrados por empresas de transporte interdepartamental o provincial?;
¿Los bienes del activo circulante, dónde deben ser gravados?; ¿Y los demás
bienes de activos exigibles, disponibles, pasivos, etc., se pueden asignar a distintas
jurisdicciones?
La distribución del poder tributario del Estado y los entes locales menores, tiene
que ser consensuada pero apoyada en instrumentos coercitivos eficaces y, la base
fundamental para su aplicabilidad debe cimentarse, como decía el ilustre
hacendista argentino citado, en el concepto de solidaridad nacional.
168
MAURICE DUVERGER, “Hacienda Pública", págs. 16 y 421. edic. Bosch, Barcelona, 1968.
CAPÍTULO VI
169
Cita de Gustavo J. Naveira de Casanova en “Aplicación de las normas tributarias en el tiempo”
en Tratado de Tributación. T. I. vol. 1. Pág. 268
tributaria170.
P.ej.: El IVA es un impuesto que resulta de una operación o hecho concreto que
se realiza en un momento pre establecido en la ley; cada una de las ventas que
hace diariamente un comerciante significa un hecho imponible Independiente que
origina una obligación tributaria también independiente, autónoma, con la
particularidad que la obligación de pagarla se difiere - por razones de comodidad
recaudatoria- a una fecha posterior en la que se acumulan el total del monto de los
impuestos generados en el período fiscal anterior. Otro ejemplo, sería el impuesto
aduanero a la importación de mercaderías del exterior.
170
CATALINA GARCÍA VIZCAÍNO “Derecho tributario", 11.2a edic. pág. 314. Edit. Depalma, 1999.
171
ARAU JO FALCÁO, Este tratadista, utiliza también los términos “conjuntivos” y “complexivos"; “El
hecho generador de la obligación tributaria”, pág. 98. Edit. Depalma, Bs. As. 1964.
Sistema de la aplicación simultánea o inmediata. El art. 3o del CTB dispone
a)
que: “Las normas tributarias regirán a partir de su publicación oficial o desde
la fecha que ellas determinen, siempre que hubiera publicación previa”. La
característica de simultaneidad está referida en realidad, no al hecho de coincidir
en el tiempo la promulgación de la ley por el Poder Ejecutivo con la de su aplicación,
sino con su vigencia inmediata en todo el territorio del país, una vez publicada la
ley. Este sistema que tiene las ventajas de la simplicidad y rapidez de difusión de
las decisiones políticas y administrativas de un Estado gracias a los modernos
medios de comunicación, entra en crisis en nuestro país porque la Gaceta Oficial
no sólo llega varios días o semanas después de su publicación a ciudades
importantes, sino que no llega nunca a regiones alejadas del país.
Nota: Si la voz oficial del Estado boliviano respecto a sus decisiones legales y
administrativas se conoce a través de su publicación oficial, que no es otra que la
Gaceta Oficial, cuando el Servicio Nacional de Impuestos disponga de un órgano
propio de difusión de las normas tributarias, ¿cuál de los dos medios de difusión
será el que establezca la fecha de vigencia de las normas tributarias si ambas
publicaciones tienen fechas diferentes?
172
La ley 843 al normar cada categoría tributaria, señala las respectivas fechas en las que entra en
vigencia cada impuesto postergándose así la aplicación de la ley ya promulgada.
día del año calendario siguiente, se evitaba así eventuales reformas imprevistas
que al modificar bases imponibles o alícuotas, podrían incidir negativamente en la
planificación económica de sus actividades en el inmediato año fiscal siguiente en
vez de transcurrido un año calendario.
Esta última disposición dio lugar a que se hubiera interpuesto un recurso directo
o incidental de inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional y sobre el que
se hace un comentario más adelante en el numeral 6 al tratar los casos específicos
de retroactividad de las normas tributarias en el art. 150 del CTB.
El principio citado no es otra cosa, que la afirmación que las leyes, cualesquiera
fuere la rama del derecho de que se traten, sólo rigen para el futuro y no pueden
ser aplicadas retroactivamente a los actos, hechos o situaciones realizados con
anterioridad a la fecha en que fueren promulgadas. Sin embargo, factores sociales,
económicos y jurídicos ligados a la necesidad de aplicar una verdadera justicia que
considere el criterio de la equidad en determinadas ocasiones, ha conducido a que
la doctrina jurídica y el derecho positivo, adopten en casos excepcionales, la
aplicación retroactiva de ciertas leyes, convirtiéndose así el principio de no
retroactividad de absoluto, en relativo. De lo dicho, se desprende que las leyes
pueden ser retroactivas cuando se apliquen a actos, o hechos acaecidos con
anterioridad a la fecha de su entrada en vigencia, o irretroactivas, cuando se
apliquen sólo a partir de la fecha de su promulgación o de la fecha que la propia
ley promulgada señale.
174
Citados por NAVEIRA DE CASANOVA en “Tratado de tributación", 1.1. vol. 1 pág. 672.
175
GARCÍA NOVOA “El principio de seguridad jurídica”, pág. 167. El autor dictó clases en la
Universidad Andina Simón Bolívar en el curso de Maestría en Derecho Tributario correspondiente al
año 2005 – 2006.
176
PÉREZ DE AYALA y GONZÁLEZ GARCÍA “Derecho tributario I", pág. 86, Plaza Universitaria
Ediciones, Salamanca, 1994.
deben permanecer inalterables aun cuando leyes posteriores, los regulen de otra
forma o -aún más- los desconozcan; pero, ¿Qué son derechos adquiridos? Muchos
han sido los trabajos e intentos de la doctrina para fijar el concepto de “derecho
adquirido” diferenciándolo de otras situaciones jurídicas como p.ej., las simples
facultades, las expectativas de derecho, las meras facultades, etc., que sí -se
admite- podrían ser alteradas por la ley nueva. No es fácil precisar qué se entiende
por “derecho adquirido”, pero siguiendo a GABBA, uno de los progenitores de
esta teoría, derechos adquiridos serían todos aquellos que son consecuencia de
un hecho legalmente idóneo, realizados al amparo o bajo la vigencia de una ley
determinada y que han entrado a formar parte del patrimonio) de una persona, aun
cuando la ocasión de hacerlos valer se presente sólo) bajo la ley nueva. Esta teoría,
mayormente rechazada en la actualidad por la dificultad -como hemos dicho- de
fijar el concepto de derecho adquirido) y de diferenciarlo de las facultades o simples
expectativas, se hace más insostenible porque al concebirse el derecho adquirido
como un derecho- privado patrimonial, se excluye del ámbito de su aplicación a los
derechos y relaciones propias del derecho público (entre ellas las tributarias) frente,
a las cuales no existen derechos adquiridos177.
Decía líneas arriba que no es fácil precisar qué se entiende por derechos
adquiridos, pero DE CASTRO aclara este concepto cuando dice; '£/ principio de
irretroactividad indicando que la ley se aplicará al futuro y no al pasado exceptuando
las que supriman ilícitos penales, establezcan sanciones más leves y términos de
prescripción más breves, es regla de buena política, máxima prudencia y exigencia
de la equidad. Como regla de buen gobierno, ha de plegarse al consejo de la
ocasión. Equitativo es no condenar como ilegales, derechos adquiridos bajo el
amparo y confianza de disposiciones que los protegían como legales pero la justicia
reclama también que no se ponga sanción jurídica al servicio de situaciones injustas
y odiosas. No ha de olvidar el legislador que toda disposición retroactiva, si no está
inspirada por rigurosa y urgente necesidad, será grieta abierta al respeto del pueblo
en sus leyes y un quebranto de la base social de la organización jurídica"178
Al disponer la CPE abrogada en el art. 33 que: “La ley sólo dispone para lo
venidero y no tiene efecto retroactivo, excepto en materia social cuando lo
determine expresamente, y en materia penal cuando beneficie al delincuente”,
excepto en las materias señaladas, el principio genera! de irretroactividad
alcanzaba rango absoluto y consecuentemente, se descartaba que cualesquiera
otras normas tributarias que no fueren precisamente punitivas puedan ser
aplicadas retroactivamente y menos aquellas que “de cualquier manera
beneficien al sujeto pasivo o tercero responsable”.
Es así, que, si una ley establecía una base imponible o una alícuota aplicables
a hechos generadores realizados en determinado período fiscal, de ninguna
manera otra ley posterior, que redujera dicha base o alícuota, podía tener carácter
retroactivo, aunque esta última favoreciera a ciertos contribuyentes. De procederse
así, se daría un trato inequitativo en relación a los contribuyentes que hubieran
cumplido con el pago durante la vigencia de la ley anterior.
179
“Crítica de la Reforma Tributaria”. Edit. La Paz.
cuatro, tal reducción pudo obedecer a criterios de diversa naturaleza, v.gr.,
disminución del nivel de evasión, fortalecimiento de medios tecnológicos y
humanos de fiscalización y control sobre los contribuyentes y otros factores que
conduzcan a abreviar el término prescriptorio que habrá aplicarse hacia el futuro.
180
Tributarista mexicano fallecido varios años atrás.
CAPÍTULO VII
LA RELACIÓN JURÍDICA-TRIBUTARIA
181
GIANNINI emplea la expresión “relación jurídico-impositiva” en lugar de relación jurídica tributaria
porque para él, los elementos constitutivos de la relación tributaria, no son completamente idénticos
ni comunes en el impuesto, la tasa y la contribución especial. De ahí, que su obra ha sido calificada
como una elaboración de la teoría general del impuesto y no de las otras categorías tributarias.
JARACH resume su teoría sobre la naturaleza de esta relación en las siguientes
conclusiones:
¿Por qué se dice, además, que la relación jurídica tributaria es una relación
personal? Simplemente, porque la conocida clasificación en impuestos reales y
personales, jurídicamente no tiene un sentido inequívoco y sería un error pensar
que en el caso de los impuestos que recaen sobre manifestaciones objetivas de
riqueza, v.gr., el impuesto catastro o el aplicado a la importación de mercaderías en
recintos aduaneros, el derecho a la percepción del tributo nace de la naturaleza
física del hecho imponible, y no de la relación jurídica nacida entre el Fisco y el
sujeto pasivo por el acaecimiento del hecho generador previsto en la ley.
Indudablemente el vínculo jurídico entre ambos sujetos desplaza cualquier otro tipo
de relación de carácter real.
182
“Curso Superior de Derecho Tributario”, pág. 157 y sgts. Edit. CIMA, Bs. As.
de la relación no son los bienes sino los propietarios de los inmuebles y los
importadores del algodón. La prueba está en que ni siquiera el abandono de estos
bienes por sus dueños o importadores, les libera de la obligación personal de
satisfacer el impuesto. Esta relación personal se afirma en el art. 13 del CTB donde
se lee: “La obligación tributaria constituye un vínculo de carácter personal,
aunque su cumplimiento se asegure mediante garantía real con privilegios
especiales”.
183
Las obligaciones “meramente legales”, es decir aquellas que la ley instituye como obligaciones
concretas y no abstractas, ofrecen escaso interés práctico en el derecho positivo boliviano;
podemos señalar como ejemplo, el derogado impuesto de “prestación vial”, en el cual el hecho
imponible no tiene ninguna vinculación con el patrimonio, la renta, ni con acto jurídico alguno, sino
tan sólo con la existencia de la persona al alcanzar la mayoría de edad.
obligacional. La relación de poder es sustituida por una relación de derecho, y la
obligación tributaria no diferirá -sólo en lo estructural- de las obligaciones del
derecho privado.
184
PUGLIESE, "La obligación tributaria por ser “obligatio ex lege" de derecho público, no puede nacer
sino por la reunión de las dos condiciones necesarias para que cualquiera obligación de ese género
se origine: la ley y el hecho indicado como condición objetiva, necesaria y suficiente para que nazca
la obligación”.
desde el momento en que el crédito nace a favor del sujeto activo de la relación
jurídico-impositiva, puede y debe considerarse el obligado, deudor, con todas las
consecuencias derivadas de esta situación obligacional, y que sólo a partir de su
nacimiento comienza a contarse el plazo de prescripción del crédito impositivo185.
2° La ley o norma aplicable, que puede ser distinta en el momento del hecho
imponible a la vigente, a tiempo de practicarse el acto de determinación del tributo.
185
“Consideraciones sobre el hecho imponible”, Revista de Derecho Financiero y Hacienda Pública,
Madrid,
186
FERREIRO LAPATZA, “Curso de derecho financiero español", pág. 329.Edit. Marcial Pons,
Madrid, 1997.
H. VILLEGAS: "El vínculo jurídico ex lege que se entabla entre el fisco como
sujeto activo titular de una pretensión a título de tributo (acreedor) y el sujeto pasivo,
obligado a esa prestación dineraria (deudor)”187.
La base imponible
Elementos cuantitativos
La alícuota
187
VILLEGAS, “Curso de finanzas...", Edic. Astrea, 8a edic. pág. 318.
188
BOCCHIARDO, "Derecho tributario sustantivo o material", en “Tratado de tributación", 11, vol. 2.
tributario, y de JARACH, FONROUGE, ARAUJO FALCAO, entre los americanos y
HENSEL y GIANNINI, como representantes del pensamiento europeo resumiremos
más adelante los aspectos salientes del tema, no sin antes decir algo en pie de nota
sobre la figura de DINO JARACH189.
189
Nacido en Italia, emigra a la Argentina por su desacuerdo con el régimen fascista de Mussolini.
En su patria adoptiva encamina sus dotes de jurista en la elaboración científica del derecho
tributario, publicando en 1943, su obra más representativa: ‘EL HECHO IMPONIBLE o TEORÍA
GENERAL DEL DERECHO TRIBUTARIO SUSTANTIVO”. A él se debe la paternidad del concepto
“hecho imponible”, que adquirió con el tiempo carta de naturaleza no sólo en la doctrina sino
también en la legislación de casi todos los países. Sus estudios del derecho tributario comparado,
iniciados ya desde cuando era discípulo de los maestros italianos B. GRIZIOTTI y A. D GIANNINI
en su patria de origen. Su investigación sobre la jurisprudencia en el derecho tributario e inquietud
por los problemas prácticos del fenómeno impositivo en las relaciones económicas y negocios
jurídicos, el tema de la defraudación tributaria, la actividad de la Administración, la teoría del abuso
de derecho, su participación activa en la redacción de códigos tributarios en las provincias
argentinas, la defensa intransigente de los principios constitucionales tributarios y el contenido de
sus lecciones magistrales de cátedra, llevaron a reconocer en la persona de JARACH, a uno de los
más eximios forjadores del derecho tributario latinoamericano, con trascendencia, incluso, en el
actual desarrollo del derecho financiero y tributario europeo.
de la voluntad que es propio de los actos o negocios jurídicos, no tiene relevancia
en el nacimiento de la obligación tributaria.
La significación fáctica del hecho generador, aun en el caso de que éste consista
en un negocio jurídico, es de tal naturaleza, que el nacimiento de la obligación
tributaria no es un efecto de la manifestación de la voluntad de las partes en ese
negocio jurídico, sino de la voluntad legislativa contenida en la ley de gravar con un
impuesto tal negocio.
3.3 Definición legal del hecho imponible. El art. 16 del CTB, al definir el
hecho generador o imponible como: “...el presupuesto de naturaleza jurídica o
económica expresamente establecido por Ley para configurar cada tributo, cuyo
acaecimiento origina el nacimiento de la obligación tributaria”, da cabida a los dos
términos alternativamente aceptados por la doctrina y la legislación de varios
países: “hecho generador” o “hecho imponible”. Fue el administrativista francés
GASTON JÉZE, quien acuñó por primera vez el primero de los términos,190 siendo
adoptado rápidamente en varios países, entre ellos Brasil, a través de sus
tratadistas ARAUJO FALCAO191 y GOMES DE SOUSA. El segundo término lo
acuñó JARACH, quien lo justificaba diciendo: “La ley tributaria debe elegir un
determinado hecho como punto de referencia para que surja la obligación y que el
adjetivo imponible da idea que, si bien el hecho está gravado abstractamente en la
norma, en la vida real tributaria, sólo es susceptible de imposición al verificarse el
mismo”192.
190
“Le fait générateur de l’impot”, París, 1937.
191
“El hecho generador de la obligación tributaria”, Edic. Depalma, Bs. As. 1964.
192
“El hecho imponible”, Revista de jurisprudencia argentina. Bs. As., 1943
193
Cód. Civil, art. 497 “Los efectos de la condición suspensiva cumplida se retrotraen al momento en
que se celebró el contrato, salvo voluntad contraria manifestadas por las partes, o que resulte otra
cosa por la naturaleza de la relación jurídica”.
Si una persona, transfiere a otra a título gratuito una casa, bajo la condición de
que el beneficiario de la donación no la enajene hasta que el hijo de este alcance la
mayoría de edad, el hecho generador del impuesto a la transmisión se perfecciona
al cumplirse la condición suspensiva. En el supuesto del acto jurídico sujeto a
condición resolutoria, la solución del CTB no difiere de la que adopta el art. 501 del
Código Civil, es decir, que, al cumplirse la condición resolutoria, el hecho generador
del tributo se considerará perfeccionado en el momento de celebración del acto;
esto significa retrotraer la exigibilidad del impuesto a la fecha en que las partes
convinieron el negocio jurídico.
Esta condición establecida por la ley, no puede ser más absurda en el caso de
cierto tipo de asociaciones, como las que no tienen carácter lucrativo sino una
finalidad puramente administrativa v.gr., las asociaciones de copropietarios de
bienes inmuebles que si llegasen a disolverse por desavenencias de los dueños de
departamentos u otras razones, quería decir, que el escaso patrimonio de un edificio
en propiedad horizontal consistente en algunos locales dados en alquiler para cubrir
los gastos de administración, debiera transferirse a otro inmueble en propiedad
horizontal. Ni que decir, de instituciones deportivas, políticas, sindicales y demás
mencionadas en el artículo citado.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que el titular de la relación jurídico –
tributaria o sujeto activo, puede ser distinto del beneficiario del tributo; era el caso
de los impuestos destinados o con afectación especial, que fueron tan frecuentes
en nuestro sistema hasta su acertada supresión por la LRT 843194.
194
El propósito encomiable de la supresión tuvo éxito. El problema de la excesiva cantidad de tributos
de insignificante recaudación, estaba ligado al de la gran variedad de impuestos afectados a entes
e instituciones cuya participación en el producto recaudado, era a veces, tan escasa que no
ayudaba financieramente a éstas. AI concentrar los ingresos, se logró, ciertamente, un mayor
control del gasto público y se disminuyó en algo la evasión.
No comparto en absoluto, que las legítimas facultades de la Administración
tributaria -salvo la de recaudación confiada a las entidades bancarias- puedan ser
objeto de concesión a empresas o sociedades privadas. La recaudación de los
tributos a través del sistema bancario, es sólo un medio de llevar a la práctica los
principios de eficiencia administrativa y comodidad en el cumplimiento de los
contribuyentes a la hora de pagar sus impuestos, independientemente de que tal
facultad es factible de ser fiscalizada oportunamente por la Administración. Los
impulsores de esta disposición no tienen idea clara, ni del concepto gramatical y
semántico del término “inherente” que expresa algo que por su naturaleza está de
tal manera unido a una cosa, sustancia que no se puede separar y menos, del
fundamento Ineludible e imperioso que la ciencia de la política y el derecho
administrativo reconocen como elemento consustancial a la existencia de cualquier
Estado.
En el impuesto a las ventas y servicios (IVA), los hechos imponibles (art. 1o), y la
individualización de los sujetos pasivos (art. 3o), están señalados por separado y no
hay posibilidad de confusión alguna respecto al propósito legal de establecer
claramente ambos elementos. Por tanto, resulta innecesario resulta por tanto el
último párrafo del art. 3o cuando dispone que: “Adquirido el carácter de sujeto
pasivo del impuesto, serán objeto del gravamen todas las ventas de bienes
muebles relacionadas con la actividad determinante de la condición del sujeto
pasivo cualquiera fuera el carácter, la naturaleza o el uso de dichos bienes195.
El art. 22 del CTB establece que “Es sujeto pasivo la persona obligada al
cumplimiento de las prestaciones tributarias, sea en calidad de contribuyente
o de sustituto”. Empecemos por individualizar a quien se considera contribuyente;
en la literatura financiera, contribuyente es el deudor por cuenta propia, vale decir,
el sujeto pasivo principal, llamado en la doctrina tributaria “contribuyente de
derecho”198, definido en el art. 23 como “...el sujeto pasivo respecto del cual se
195
En realidad, se dice redundantemente que si la ley manda al comerciante en camisas cancelar
el impuesto al IVA por las camisas que vende, todas las camisas vendidas por ser comerciante en
camisas están sujetas al impuesto...
196
“Con el objeto de complementar el régimen del impuesto al valor agregado, créase un impuesto
sobre los ingresos de las personas naturales y sucesiones indivisas, provenientes de la inversión
de capital, del trabajo o de la aplicación conjunta de ambos factores”.
197
GIANNINI, “Instituciones...” pág. 84.
198
Es frecuente hallar en trabajos de los tratadistas la distinción entre contribuyente de “iure” y
contribuyente de “facto”. Al respecto, EUSEBIO GONZÁLEZ, sostiene que “... tal distinción es una
entelequia y una triquiñuela, puesto que, al ser el contribuyente una figura creada por la ley, sólo
hay un contribuyente de iure, que es la persona que realiza el hecho imponible; no existe -dice- el
contribuyente de “facto”.
verifica el hecho generador de la obligación tributaria. Dicha condición puede
recaer:
199
DE CASTRO, ob. cit. 1.1. Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1957.
plena capacidad jurídica según el derecho civil también la tienen en materia de
tributación, a la inversa, para el derecho tributario, dichas personas, carentes de
capacidad jurídica para obrar según el derecho civil, son consideradas sujetos de
obligaciones tributarias en los casos de tener capacidad económica.
En los supuestos del numeral 1 se está frente a los casos de los menores de
edad y personas incapacitadas, cuyas obligaciones tributarias deben ser cumplidas
por los padres o tutores en condición de responsables legales; en los supuestos del
numeral 3, caso de las herencias yacentes, comunidades de bienes y demás
entidades carentes de personalidad jurídica que constituyen una unidad económica
o un patrimonio separado y entidades sin personalidad jurídica, los mandatarios o
gestores voluntarios respecto a los bienes que administren o tengan la
disponibilidad de los bienes (art. 28).
VANONI se apoyaba en la legislación de casi todos los países que reconocen las
llamadas “asociaciones de hecho”, y en la tesis política de que, en el campo de las
finanzas públicas, la capacidad contributiva es la valoración del conjunto de
elementos subjetivos y objetivos de un sujeto, que el legislador toma en cuenta para
exigir un impuesto al ente colectivo no dotado de personalidad. Dicho ente colectivo
-concluía este autor- es representante de una pluralidad y de un complejo de fuerzas
económicas cuyos objetivos, funciones y su misma posición frente a la economía
de la sociedad, constituyen razones suficientes para ser sujeto de imposición.
200
VILLEGAS, “Curso de finanzas, derecho financiero y tributario”, pág. 336.
201
FERREIRO LAPATZA, “responsables por deuda ajena". Distintos supuestos", págs. 89 a 100
Conferencia en la Asociación Argentina de Estudios Fiscales, octubre 1994, Bs. As.
respecto a la que se realiza el hecho imponible, a repercutir el tributo sobre un
tercero.
202
FERREIRO LAPATZA, “Responsables por deuda ajena. Distintos supuestos”, págs. 89- a 100,
Conferencia en la Asociación Argentina de Estudios Fiscales, octubre, 1994. Bs. As.
En la sustitución no plena, ante el incumplimiento del sustituto de retener o no
depositar al Fisco el monto del impuesto, la Administración puede dirigir su acción
contra éste, y en caso de insolvencia, contra el contribuyente sustituido.
El sustituto es un sujeto pasivo que debe ser designado por la ley atendiendo a
cada clase de tributo, y no por Decretos, normas reglamentarias o administrativas
genéricas. Por otro lado, al ser el sustituto el obligado al pago de la cuota tributaria
y no siendo él la persona afectada en su capacidad económica, no es posible aplicar
el mecanismo de la sustitución prevista en el art. 25, por no existir norma alguna
que establezca la posibilidad de repercusión de lo pagado por el contribuyente,
puesto que -al decir de FERREIRO- el principio de capacidad no se satisface
solamente con el pago hecho por el sustituto, haya éste efectuado o no la retención.
Este principio requiere que sea el contribuyente quien soporte las consecuencias
económicas que le afectan por la realización del hecho imponible.
203
FERREIRO LAPATZA, “Responsables por deuda ajena. Distintos supuestos”, págs. 89- a 100,
Conferencia en la Asociación Argentina de Estudios Fiscales, octubre, 1994. Bs. As.
Ejemplificando lo dicho al final del párrafo precedente, el legislador decide crear
un impuesto sobre la producción de un bien, con la única finalidad de gravar su
consumo, y para ello, designa a un sujeto intermediario, entre determinados
contribuyentes y el Fisco, para que intervenga en la recaudación del tributo, pero no
adopta ninguna disposición por la cual se pretenda y asegure su traslación a otra
persona, lo cual ocurre cuando el impuesto grava actos o hechos ocasionales, como
ser sobre negocios jurídicos documentados, sin importarle si es trasladable o no. En
este supuesto, el sujeto designado será un simple agente de retención o percepción,
según el caso, y no un sustituto. (La LGT de España, al introducir el término de
obligados tributarios, tipifica catorce clases de figuras perfectamente diferenciadas,
entre ellas, la de contribuyentes, sustitutos, retenedores, obligados a repercutir, los
sucesores, herencias yacentes, y varias figuras más).
204
PEREZ DE AYALA - E. GONZALEZ, "Derecho tributario”, pág. 223, Plaza Universitaria Ediciones,
Salamanca, 1994.
4a. Si el agente no retiene, incumpliendo la norma, el numeral 4 del art. 25 CTB
declara la subsistencia de una responsabilidad solidaria entre el agente y el
contribuyente. El Fisco podrá exigir el pago a cualesquiera de ellos, sin perjuicio del
derecho de repetición que contra el contribuyente corresponda al agente, si la
Administración cobró a este último el monto del impuesto que debió retener. ¿En
qué queda la figura del sustituto como sujeto pasivo que, al actuar en lugar del
contribuyente, desplaza a éste de todo vínculo con el Fisco?
2. El pago total efectuado por uno de los deudores libera a todos los demás,
sin perjuicio de su derecho a repetir civilmente contra los demás.
(representación judicial).
Todas las personas mencionadas en este artículo, tienen en común que ninguna
de ellas está vinculada directamente con el hecho generador, vale decir, que, en rigor,
no son sujetos pasivos de la obligación tributaria, sino que resultan deudores por
disposición expresa de una ley, cuando tales personas actúan como representantes
legales de quienes son efectivamente los contribuyentes. Esta actuación y
responsabilidad de un tercero en la relación jurídico-tributaria, nacida entre la
Administración y el sujeto pasivo, responde, en líneas generales, a la figura de la
representación civil del derecho privado. Recordando que el Código Civil reconoce
tres clases de representación: la legal, voluntaria y la judicial, es necesario advertir
que como la ley tributaria no define la figura de la representación, habrá que acudir a
los instrumentos previstos por el derecho privado.
Si al tenor del art. 27 del CTB, los responsables deben cumplir por mandato
expreso de la ley, las obligaciones tributarias atribuidas a los sujetos pasivos, una
interpretación del precepto nos lleva a la conclusión que el responsable tiene que
cumplir, además de su deber de pagar el tributo (obligación material), realizar todos
aquellos actos u obligaciones de hacer, tales como presentar declaraciones, llenar
formularios, permitir 1a inspección de la documentación contable del contribuyente,
etc. (obligaciones formales).
205
“Curso de Derecho financiero español”, pág. 372. edic. Marcial Pons, Madrid, 1993.
Es así, que estos autores coinciden en que el responsable no queda obligado como
consecuencia de la realización del hecho imponible, que teóricamente debe
responder -además a la capacidad contributiva del contribuyente- sino por el
nacimiento de otra clase de presupuesto de hecho o norma legal que le asigna la
función de responsable. Esta asignación que hace el legislador a una persona ajena
a la realización del hecho imponible, responde a la necesidad de dotar a la
Administración) tributaria, de un mecanismo que posibilite la ágil y pronta recaudación
del impuesto y por ello, se crean las figuras del sustituto y del responsable.
206
PALATO, “La subjetividad pasiva tributaria: Responsabilidad tributaria en la ley y la jurisprudencia
colombiana”, ALEKSAN OUNDJIAN BARROS -ANA MARIA ANGULO JIMÉNEZ. Revista N° 52
ICDT
favor de determinadas personas; si el objeto del legado o donación es p.ej., un
inmueble, son los beneficiarios -de acuerdo al artículo citado- los responsables
solidarios del pago de los impuestos catastrales devengados que afectan al inmueble
con anterioridad a la transmisión. En tal situación, se da una verdadera sucesión en
la deuda tributaria impaga y corresponderá a los beneficiarios, si aceptan el legado,
el pago del impuesto devengado, pero no es -como dice el art. 34o- que los donatarios
y legatarios son responsables solidarios con el sujeto pasivo. No puede existir
ninguna obligación solidaria entre los muertos y los vivos, salvo que los primeros
resuciten.
En aplicación del art. 26 del CTB, la deuda impositiva emergente del impuesto
sucesorio no es susceptible de división entre los coherederos por cuanto dicho
artículo señala expresamente que: “Están solidariamente obligados aquellos
sujetos pasivos respecto de los cuales se verifique un mismo hecho generador,
salvo que la ley especial dispusiere lo contrario”. Ni la Ley 843 ni el D.S.
reglamentario 21789 hacen mención alguna al respecto.
207
CONSTITUCIÓN ARGENTINA, En este país, la Constitución prevé que “...corresponde al Congreso
proveer lo conducente a la prosperidad de la Nación, al adelanto y bienestar de todas las provincias,
y al progreso de la ilustración promoviendo la introducción y establecimiento de nuevas industrias,
social absolutamente comprensibles y necesarias que aconsejan la adopción de este
tipo de beneficios fiscales.
la importación de capitales extranjeros con leyes protectoras de estos fines con concesiones
temporales de privilegios y recompensas de estímulo”.
se entiende la exclusión de quienes no están mencionados en tales normas; se
recurre así, a una técnica delimitadora que acota claramente la aplicación de la ley
tributaria.
Los arts. 19 y 20, por los cuales, el CTB previene al legislador sobre las condiciones
y requisitos que debe contener la norma que conceda exenciones, merecen un breve
comentario:
Es el caso de las leyes que declaran la exención total o parcial del impuesto
catastral a los beneméritos de la guerra del Chaco propietarios de inmuebles; la
Administración podrá exigir a cada uno, la documentación militar o administrativa que
certifique la condición de benemérito; la conclusión del trámite de la resolución
administrativa reconociendo tal condición debiera concluir con la declaratoria de
exención a partir de la iniciación de dicho trámite.
Cuando la ley establece que será de cuenta del vendedor del inmueble el pago del
impuesto de transferencia, nada impide que las partes convengan que el comprador
se hará cargo de la obligación. Ahora bien, esto podría llevar a pensar que la
obligación no nace -respecto al contratante que debe soportar el pago- por mandato
de la ley, es decir, por estar el sujeto contratante en la relación prevista por la norma,
sino por una manifestación de voluntad de las partes, y consecuentemente, de los
efectos del contrato. Frente a esa posible interpretación, se debe sostener que los
pactos y estipulaciones relativas a la determinación de las personas obligadas al pago
del tributo, conservan su eficacia en las relaciones jurídicas que ligan a los
contratantes entre sí, pero no alteran el régimen legal ni pueden atribuir la condición
de sujeto pasivo del impuesto a persona distinta de la señalada en la ley. Este es el
alcance del art. 14 del CTB cuando dispone que “Los convenios celebrados entre
particulares sobre materia tributaria, en ningún caso serán oponibles al Fisco”
sin perjuicio de su eficacia o validez en el ámbito civil, comercial u otras ramas
del derecho”. Obsérvese, que el texto legal, no declara la nulidad o anulabilidad del
convenio, sino simplemente, su “no oponibilidad” frente al Fisco208.
208 “Si bien en derecho civil una persona puede trasladar a otra la obligación de una deuda contraída,
no así dentro del derecho tributario por cuanto ello importaría la violación del principio de legalidad del
vínculo personal ya que la ley al contener los elementos objetivos y subjetivos de la obligación
tributaria, está determinando expresamente a los sujetos vinculados..." Contenc. tribut. Stambuk y
Mark contra Dirección General de la Renta. Sentencia del ex -Tribunal Fiscal de la Nación 20/72 Drs.
ROLLANO, COSULICH, ARANA
“Que con relación al acuerdo suscrito entre vendedores y compradores testimoniado a fs. 41-44 en
que se convino que Textiles Capinota se comprometía a pagar todos los impuestos emergentes de la
transferencia no puede considerarse dicho convenio ya que de conformidad al art. 14 del CTB todo
acuerdo entre particulares sobre materia tributaria no puede ser opuesto al Fisco...” Sent: 24/78. Drs.
SOLARES, TELLERlA y conjuez.
CAPÍTULO VIII
Si consideramos que la mayor parte de los ingresos del Estado están constituidos
por prestaciones pecuniarias de carácter coactivo que realizan las personas
naturales o jurídicas, el conjunto de normas legales reguladoras de estas
prestaciones, recibe el nombre de derecho tributario. Tributar significa, dar
satisfacción al pago de las prestaciones coactivas que imponen los entes públicos.
Estas prestaciones tributarias, pueden asumir varias formas: impuestos, tasas y
contribuciones especiales.
209
En Alemania, la formación del derecho tributario (Steuerrecht), ha tenido como eje de la
imposición a la categoría más importante: el impuesto (steuer). El art. 1o de la Ordenanza General
de contribuciones del Reicht, de 22 de mayo de 1931, definía los impuestos como: “...las
prestaciones monetarias efectuadas de una sola vez o fraccionadamente, que no representan una
contraprestación por algún servicio especial y establecidas por una entidad de derecho público para
la obtención de ingresos y que gravan a aquellas personas en las que se da el presupuesto de
hecho al que la ley vincula el deber de prestación".
210
ERNESTO BLUMENSTEIN, profesor en Berna durante treinta años, publicó en 1926 una obra
sobre derecho tributario, definiéndolo como aquella “...rama del derecho que expone los principios
y normas relativas al establecimiento de las formas de recaudación y relaciones jurídicas que por
esta causa se producen entre los entes públicos y los ciudadanos".
jurídico211.
Se podría dar una definición sencilla del derecho tributario diciendo que esta
disciplina jurídica, es aquella rama del derecho financiero que norma las relaciones
jurídicas entre los distintos entes públicos con potestad tributaria, y las personas
sujetas a ella, emergentes de la creación, aplicación y recaudación de tributos.
En América, países como Brasil, Uruguay, Argentina y México, que han sido
cunas de un destacado y sólido movimiento científico de esta disciplina, es que la
denominación “derecho tributario”, también engloba, dentro del concepto de tributo,
a las tasas y a las contribuciones especiales. En el terreno legislativo, idéntico
criterio siguió el primer CTB al abordar el tema de la clasificación jurídica de los
tributos.
211
GIANNINI, “Instituciones de Derecho tributario”, pág. 7, Edit. de Derecho financiero, Madrid, 1957.
tributarista suizo OTTMAR BÚHLER, sino que tal poder fiscal es solo la expresión
de la soberanía del Estado, estando, además, limitado por el ordenamiento jurídico
a través del cual esa relación de poder deviene y se manifiesta en una relación de
derecho.
212
“Derecho de la Hacienda pública…" pág. 776. Compartimos plenamente la afirmación del maestro
colombiano; la bibliografía tributaria nos ofrece obras, del mejor nivel intelectual en la materia, que
conjuncionan, en la producción total de algunos autores, la exposición de temas propios de la
ciencia de las finanzas con aquellos de esencia eminentemente jurídica. Podríamos citar varios
trabajos que abordan el estudio del fenómeno financiero y tributario en sus vertientes económicas
Hemos visto que, desde la óptica estrictamente jurídica, la doctrina y la
legislación clasifican los tributos en impuestos, tasas y contribuciones. El CTB
vigente, siguiendo la normativa del M.CTAL y del abrogado, también adopta, en el
art. 9o, esta clasificación tripartita; sin embargo, al decirse en el parágrafo II que
también son tributos “Las Patentes Municipales establecidas conforme a lo
previsto por la Constitución Política del Estado, cuyo hecho generador es el
uso o aprovechamiento de bienes de dominio público, así como la obtención
de autorizaciones para la realización de actividades económicas”, se provoca
cierta confusión: ¿Estamos frente a una clasificación tripartita o cuatripartita? ¿Son
las patentes municipales una categoría tributaria autónoma y diferenciada de las
tasas en general? ¿Y si no es así, por qué no lo son? Sobre esta cuestión en
particular, debemos atender al hecho histórico que señalo más adelante en el
numeral 2.2.2 en sentido que los términos “patentes”, "registros”, “licencias”,
“certificados”, propios de la administración española fueron utilizados en las
colonias americanas. Sin embargo, en la construcción doctrinal del derecho
tributario, se ha llegado a establecer que todos los términos citados, tienen
básicamente la misma naturaleza que se manifiesta en que su estructura jurídica
corresponde al grupo de los llamados tributos vinculados.
y jurídicas; Sólo para referirnos a los tratadistas más cercanos al área latinoamericana, tenemos
las “Finanzas públicas y Derecho tributario” de DIÑO JARACH; el “Curso de finanzas, derecho
financiero y tributario”, del profesor argentino de Córdoba HECTOR BELISARIO VILLEGAS, y muy
especialmente la obra de MAURICIO A. PLAZAS VEGA, nunca mejor calificada de “monumental”
por Juan Rafael Bravo Arteaga, pero no son muchos los profesionales, fueren abogados, auditores
financieros, economistas, jueces en lo contencioso tributario, contadores, o administradores de
empresas, versados en el conocimiento integral del fenómeno tributario.
En los programas de estudios de las facultades de Derecho en Bolivia, la asignatura “Derecho
financiero y tributario”, se enseña en escasas 120 horas, en comparación a las 480 horas
repartidas en dos cursos anuales, como se exige en las Universidades de países vecinos; el primer
año, el estudio (240 horas), se limita exclusivamente a las finanzas públicas (efectos económicos
de los impuestos, recursos públicos, gasto público, la deuda pública, etc.) y, el segundo (240
horas), a las instituciones estrictamente jurídicas del fenómeno tributario). Vemos entonces,
penosamente, la imposibilidad de dotar a los alumnos de un Programa con un contenido limitado
a un conocimiento siquiera elemental del derecho financiero y tributario, que permita a docente y
alumnos, alcanzar metas académicas mínimamente aceptables internacionalmente.
todos los ciudadanos la prestación pecuniaria, y así hacer posible la satisfacción de
tales necesidades.
Desde una perspectiva jurídica, las tres categorías de tributos que la doctrina ha
identificado, tienen su fundamento en la potestad tributaria del Estado o de los
entes públicos, y en las tres, la ley constituye la fuente inmediata de la obligación.
Sin embargo, los elementos que integran la relación jurídico-tributaria son distintos
en el caso del impuesto, la tasa y la contribución especial, atendiendo a los
diferentes presupuestos del hecho o hechos generadores, que condicionan el
nacimiento de cada uno de los tributos. Aceptada por tanto, esta clasificación
tripartita que -repito- ha sido trasvasada de la ciencia de las finanzas, analizaremos
cada una de las categorías tributarias según las definiciones que de ellas nos da el
CTB, advirtiendo que entre cualesquiera notas características que los tratadistas
atribuyan a los tributos, las que no pueden omitirse son: su obligatoriedad, fundada
en el poder de imperio del Estado que tiene sin embargo, como límite, el principio
de legalidad, expresado en el aforismo latino “nullum tríbutum sine lege” y la que
su pago es a título definitivo.
Será muy útil, a modo de introducción al estudio de los tributos, hacer un breve
comentario a la dirección doctrinal sobre la clasificación tripartita de los tributos en
impuestos, tasas y contribuciones especiales que -como señalamos líneas arriba-
ha sido adoptada unánimemente en los países americanos y algunos europeos,
con excepción de Alemania y Suiza donde no se reconoce a las tasas ni a las
contribuciones especiales como categorías tributarias autónomas.
2.1. Tributos
no vinculados. Para el profesor ATALIBA, son aquellos cuya
obligación de pago dispuesta en leyes tributarias específicas, nace por la
realización de hechos generadores que no tienen vinculación directa alguna entre
la actividad del Estado, u otros entes estatales, y los sujetos pasivos, de modo que
estos últimos - personas naturales, jurídicas o colectividades- no perciben
beneficio, ventaja o utilidad concreta, individualmente. Empezaremos el estudio de
los tributos no vinculados con la figura del impuesto.
Las definiciones de lo que es el impuesto son tantas como autores han existido,
existen y existirán, y ante tal variedad, es más importante el condensar y comprimir
en pocas palabras su concepto jurídico, objetivo que no impide -por razones
culturales e históricas- conocer las definiciones de quienes han contribuido
positivamente a la creación del derecho tributario. He aquí algunas de esas
definiciones dadas por tratadistas y por la legislación positiva de algunos países.
213
La tesis de ATALIBA fue publicada bajo el título de “Hipótesis de incidencia tributaria”, cuya
traducción castellana, editada por el Instituto Peruano de Derecho Tributario (1987), se debe al
tributarista uruguayo ROQUE GARCIA MULLIN. La clasificación realizada por ATALIBA ha sido
recogida por PLAZAS VEGA, quien, sin embargo, advierte una cierta discrepancia con el profesor
brasilero y con la doctrina mayoritaria latinoamericana, para quienes dicha clasificación se
fundamenta en el hecho de si la actividad estatal está o no, vinculada al contribuyente. Para el
tratadista colombiano, la diferencia entre tributos vinculados, y no vinculados radica en si los
mismos tienen o no, un destino específico.
GASTON JÉZE: "Impuesto es aquella prestación pecuniaria requerida a los
particulares por vía de autoridad a título definitivo y sin contrapartida, con el fin de
cubrirlas obligaciones públicas”214.
o no.
214
“Cours eléméntaire de science et législation financières (traducción propia) Paris, Girard, 1912.
215
“Derecho financiero", 1.1 pág. 273, edit. Depalma 1970 Bs. As.
216
“Código de normas tributarias”, LGT. 230/1963, edic. Lex Nova, 1976, Valladolid.
Así el contribuyente obligado al pago de una tasa a la Municipalidad para la
prestación del servicio de recojo de basura domiciliaria, debería exigir la devolución
del pago o rehusarse a éste, si el servicio no se presta realmente; a “contrario
sensu’\ el obligado al pago de un impuesto no podrá pedir su devolución, ni
oponerse a su pago, porque esta categoría tributaria no está adscrita
específicamente a un fin determinado, sino que es una forma de percepción de
recursos para proveer a los objetivos generales del Estado. Esta ausencia de
contraprestación determinada en el caso del impuesto, tiene un valor estrictamente
técnico-jurídico, y la doctrina de la causa, que como veremos en el Capítulo IX,
subordina la legitimidad del impuesto a otros fines o supuestos, en nada desvirtúa
el concepto del impuesto como una relación jurídica de derecho, en la que no existe
una contraprestación.
2.1. Tributos
vinculados. Al contrario de los anteriores, son aquellos cuya
obligación de pago nace cuando el Estado o los entes públicos, al prestar
determinados servicios o ejecutar obras públicas, en favor de personas
individualizadas que utilizan esos servicios o se benefician con la ejecución de esas
obras, percibe de los beneficiarios como contraprestación, una tasa o una
contribución especial. La formulación legal de estas clases de tributos está en los
arts. 11 y 12 del CTB, cuyo análisis lo realizaremos más adelante.
217
GIANNINI, “Instituciones..." pág. 50.
cubrirse a través de la tasa, ya que, en los segundos, la actividad del Estado no se
diferencia de la de los particulares, concurriendo con éstos en la explotación de un
servicio como un empresario más y percibiendo por ello un precio determinado.
Esta posición no satisfacía completamente, ya que no escapa al análisis crítico de
esta distinción, que el concepto de “servicio esencial”, tiene una connotación
política íntimamente ceñida al criterio que una sociedad o sus conductores (o sea
el poder político), tenga sobre cuáles deben ser los fines del Estado.
218
BIELSA, “Derecho administrativo” T. III. págs. 309 a 324 “Tasa es la cantidad de dinero que
percibe el Estado (Nación, provincia, comuna o entidad autárquica) en virtud de la prestación de
un determinado servicio o un uso público o de una ventaja diferencial proporcionada por ese
servicio o uso". 4a. ed. Buenos Aires, 1947.
Art. 11. (Tasa)
“I. Las tasas son tributos cuyo hecho imponible consiste en la prestación de
servicios o la realización de actividades sujetas a normas de derecho público
individualizadas en el sujeto pasivo cuando concurran las dos (2) siguientes
circunstancias:
1. Que dichos servicios y actividades sean de solicitud o de recepción obligatoria
por los administrados.”
Primera. Que los servicios o actividades no sean de solicitud voluntaria para los
administrados. A estos efectos no se considera voluntaria la solicitud por parte de
los administrados:
1. Cuando venga impuesta por disposiciones legales o reglamentarias.
2. Cuando los bienes, servicios o actividades requeridos sean imprescindibles
para la vida privada o social del solicitante.
Segunda. Que no se presten o realicen por el sector privado, esté o no
establecida su reserva a favor del sector público conforme a la normativa vigente.
Que, para los mismos, esté establecida su reserva a favor del sector público
3.
por referirse a la manifestación de autoridad.
219
FONROUGE, ob. cit. pág. 276.
actividades no pueden ser prestados por el sector privado esté o no establecida su
reserva a favor del sector público. La norma española no puede ser más clara en
sentido que, cuando los entes públicos desarrollan un servicio o actividad que el
ciudadano ha de solicitar o recibir necesariamente, con independencia de su
voluntad, y que tal servicio o actividad no puede ser prestado por el sector privado
por entrañar-corno lo dispone este numeral y el derecho público comparado- una
manifestación del ejercicio de autoridad reservada por ley al sector público, el pago
hecho por el afectado, usuario o beneficiario, tendrá la naturaleza de tasa 220.
Pareciera que los redactores del CTB, al eliminar la expresión “o no”, contenida
en su modelo (LGT), han pensado que la prohibición al sector privado de prestar
servicios inherentes al Estado, deja de ser tal prohibición por disponerlo así un
artículo de un código, sin atender al numeral 2 del propio art. 11 del CTB, en el que
se afirma el carácter eminente y exclusivamente público de la gestión del Estado.
221
“Les Temps Modernes. La John Birch Society: una extrema derecha apacible”, Cuadernos
Anagrama, París, 1964.
De igual forma, los poderes públicos pueden considerar actualmente esencial
prestar servicios contra la contaminación del medio ambiente, pero tal servicio no
es inherente al concepto jurídico de Estado, ya que el Estado existió antes, existe
ahora, y existirá en el futuro a pesar de la contaminación ambiental. Un servicio no
esencial al Estado, pero que puede ser asumido por éste, es P.ej., el transporte
público en líneas de autobuses prestado por los Municipios en concurrencia con el
transporte privado, como sucede en muchas ciudades del mundo, y se prestó
también, hace algunos años, en la ciudad de La Paz; el valor del pasaje que paga
el pasajero no es una tasa sino un precio por un servicio demandado, además,
voluntariamente.
GARCÍA MULLIN, “Clases de Derecho tributario sustantivo y represivo”, pág. 26, CIET,
222
Panamá 1973.
En este punto, es pertinente reproducir el criterio vertido por uno de los más
ilustres tratadistas colombianos, MAURICIO A. PLAZAS VEGA quien no comparte
con lo expuesto precedentemente -y obviamente- tampoco compartiría con el
enunciado del párrafo II del art. 11 del CTB. PLAZAS VEGA uno cree que la tasa
sólo es tal en cuanto el servicio o actividad desplegada deba ser concebida como
realizada exclusivamente por el Estado, menos aún en los tiempos actuales en que
la concurrencia de éste con los particulares en los fines del servicio y la función
pública es de común e indispensable participación”. El autor discrepa con
VILLEGAS y con la doctrina mayoritaria que adoptó el MCTAL, que afirman que
solo hay “tasa” cuando el servicio o actividad sea “inherente” al Estado, y no debe
ser prestado por los particulares. En las líneas siguientes, resumo brevemente las
razones argüidas por el autor en su extensa argumentación sobre este tema223.
Primera: “El vincular actualmente la tasa a una actividad estatal, como: lo hace
VILLEGAS y con él un amplio sector de la doctrina y el propio Modelo de Código
Tributario para América Latina, y llegar a afirmar que solo hay “tasa” cuando el
servicio o actividad sea inherente al Estado, en sentido que no pueda ser concebido
como prestado por los particulares, es a costa de desconocer los grandes cambios
que registra la interacción del “ente público” y del “sector privado”, para fines de la
actividad de tipo- público”.
Segunda: “La tasa no deja de ser tal por el hecho que su titular, como “acreedor
de la obligación tributaria ”, sea un particular; y así lo ha entendido la Corte
Constitucional de Colombia, cuando en sentencia relacionada a los “derechos” que
perciben las Cámaras de Comercio, organismos de naturaleza privada, pero
dedicadas en lo fundamental a funciones públicas: de interés o de servicio público
dice: “La circunstancia de que un servicia o función en los términos de la ley, se
desempeñe por un particular, no impide que el legislador sujete dicha actividad o
servicio a un sistema tributario de tasa, máxime si este resulta ser el único
adecuado e idóneo.' para ese propósito”.
224
PLAZAS VEGA, “Derecho de la Hacienda Pública págs. 867 a 902.
225
“Reforma Tributaria para América Latina. Modelo de Código Tributario. Programa Conjunto de
Pocas veces se da ocasión más favorable y oportuna que la de una reforma a
un código para introducir en su texto -en relación a los tributos- normas más
explícitas sobre las características de las tasas, como P.ej., aquella que las
legislaciones más modernas han adoptado, en relación a que las
contraprestaciones de los usuarios por los servicios prestados en concepto de
tasas, no significan una estricta adecuación al costo contable, que es un criterio ya
desechado en la actualidad.
Pareciera ser una osadía de mi parte, el manifestar mis discrepancias sobre esta
cuestión con los dos tratadistas mencionados e indiscutiblemente reconocidos, por
la comunidad intelectual de juristas y financistas, como renovadores y a la vez
artífices de un derecho tributario moderno, cuyos cimientos se remontan al período
clásico de elaboración de esta disciplina jurídica. La discrepancia responde más a
mis propias dudas que a mi convicción: ¿Es cómo afirma VILLEGAS, que el fin
y como tributo su creación solo es posible mediante una ley en sentido formal y
material227, aunque en el caso de las tasas municipales, éstas son aprobadas en
Ordenanzas específicas por el Senado.
227
Quien se interese en realizar un trabajo de investigación sobre este tema específico, puede
consultar la obra “Tasas y precios públicos” de ANGEL AGUALLO AVILES. Edic. Lex nova S.A.
Valladolid, 1992.
obligada a pagar la tasa. Este concepto de que al ser la tasa un tributo divisible
entre los usuarios, ha dado lugar al sostenimiento de dos tesis:
Ejemplos típicos son las tasas judiciales, las que se pagan por servicios
administrativos, como certificados expedidos por los registros públicos, tales, el
Registro Civil, de Derechos Reales, de Identificación Personal, legalización de
documentos, etc.)
FONROUGE, decía que: “Los servicios del Estado se organizan en función del
interés público y no solo del ciudadano en particular ya que cuando se inspeccionan
comercios, industrias o establecimientos en los que se realizan actividades
peligrosas o insalubres, se atiende a circunstancias de seguridad colectiva, de
salud pública e higiene o cuando se organizan servicios de alumbrado público,
limpieza de calles, alcantarillado, se tiene en cuenta el interés de la colectividad".
La historia inglesa registra, entre otros hechos sorprendentes, que Tomas Moro,
Canciller del Reino declarado traidor y ejecutado por orden de Enrique VIII, entregó
a su hija el monto de la tasa correspondiente a pagar al verdugo por el “servicio” al
Reino de cortarle la cabeza. Actualmente, podemos señalar como tasas que no
precisamente, benefician a quienes las pagan, las que se cobran en actuaciones
procesales durante los juicios penales, que a su conclusión condenan al perdedor.
Frente a quienes afirman que la tasa es exigible, siempre que el servicio sea real
y efectivamente prestado, otros tratadistas, entre ellos VALDES COSTA,
comparten la tesis de que la tasa también podía ser exigible cuando se da la
posibilidad física de realizar, en un futuro próximo, las obras públicas proyectadas,
cuya ejecución y financiamiento solo será posible gracias al pago anticipado de la
tasa, añadiendo que cuando el Estado o el ente público pone a disposición del
usuario el servicio de que se trate, la tasa es obligatoria, no importando si éste lo
utiliza o no. La posición del ilustre tratadista uruguayo es cuestionable en parte por
varias razones, entre ellas muy específicamente, por la dudosa credibilidad de que
gozan; los entes públicos estatales o locales (municipios, prefecturas), respecto a
la real ejecución de las obras financiadas con el pago anticipado de los: potenciales
usuarios. Las pretendidas tasas, serían en realidad impuestos “disfrazados” por
obras nunca realizadas o tardíamente ejecutadas» Por esta reiterada razón, la
reforma en el CTB debía haber mantenido- expresamente, en aplicación del
principio de certeza en la tipificación de los hechos imponibles, que las tasas son
contraprestaciones por servicios efectivamente prestados.
b) Que la prestación del servicio público se hace a favor de una persona física o
jurídica individualizada en el contribuyente.
d) Que su producto -es decir, el monto pagado por el contribuyente- no puede ser
destinado a cubrir otros gastos de la Administración que presta el servicio (p.ej.:
sueldos, gastos administrativos).
e) Que el servicio a prestarse, debe ser inherente al Estado por razones de
soberanía política y administrativa, no pudiendo ser prestado por personas o
instituciones privadas.
El parágrafo III del art. 9o del CTB establece que son tributos “Las Patentes
Municipales establecidas conforme a lo previsto por la Constitución Política del
Estado, cuyo hecho generador es el uso o aprovechamiento de bienes de dominio
público, así como la obtención de autorizaciones para la realización de actividades
económicas”.
Ateniéndonos a este artículo, son dos las situaciones que dan nacimiento a la
obligación de pagar la patente municipal:
228
PLAZAS VEGA en “Derecho de la Hacienda Pública y Derecho Tributario.” pág. 906 menciona
que un sector de la doctrina brasilera, MANUEL DE JUANO en Argentina, FRANCISCO DE LA
GARZA en México, LUIS BOTERO y CATALINA HOYOS en Colombia, participan del criterio que
la parafiscalidad es una cuarta categoría de tributo.
es el hecho generador de las contribuciones especiales, ya que existen varias
posiciones. Haremos referencia sólo a dos: una, a la sustentada por la LGT que
señala: “....son tributos cuyo hecho imponible consiste en la obtención por el sujeto
pasivo de un “beneficio’7 o de un “aumento de valor" de sus bienes, como
consecuencia de la realización de obras públicas o del establecimiento o ampliación
de servicios públicos", posición que es también la del MCTAL, el CTB y los códigos
latinoamericanos y otra: la asumida por algunos tratadistas, entre ellos PLAZAS
VEGA, para quienes el hecho generador es la realización de la obra o actividad
estatal o del ente público, y no el “beneficio”; arguyen estos últimos, que la
consideración del beneficio tiene relevancia sólo para fijar el monto que cada
contribuyente beneficiario de la obra debe pagar, pero lo que configura la obligación
de pagar la contribución, es la realización de la obra. Si así no fuera -añaden con
razón- no podría diferenciarse la “contribución especial” del “impuesto a la plusvalía
inmobiliaria”.
229
ALFREDO BENITEZ RIVAS, “Compendio de Derecho financiero y tributario”, pág. 129, Sigla
Editores, pág. 129, La Paz, 1988.
contribución de mejora, es que el monto recaudado no puede exceder el costo total
de la obra y, por supuesto, que el destino de los fondos, es precisamente su
financiamiento.
La reforma del CTB era la ocasión para que los redactores del CTB vigente,
reflexionasen sobre la necesidad, o no, de normar-independientemente de la
contribución a la seguridad social que está regulada por leyes específicas- otras
formas de contribuciones parafiscales cuya aplicación, como recuerdan varios
tratadistas, han tomado especial importancia en el desarrollo de las finanzas
públicas modernas, particularmente en los procesos de descentralización de
organismos que requieren de recursos económicos expeditos y un cierto grado de
autonomía231.
Las contribuciones parafiscales. PLAZAS VEGA nos recuerda que esta clase
b)
de tributos, han adquirido gran importancia mundial debido a la aparición de
instituciones que realizan ciertas actividades, que si bien son de interés general, al
distribuir beneficios a los miembros o integrantes de un sector determinado, dichos
beneficios no son equivalentes en relación a la contribución pagada por cada uno
de aquellos; es decir, que el producto total de la recaudación de este tributo, tiene
230
PLAZAS VEGA, “Derecho de la Hacienda Pública y Derecho Tributario.” pág. 766
231
FRANCISCO DE LA GARZA. Citas de M. PLAZAS VEGA en pie de págs. 906 y 915 en “Derecho
de la Hacienda...” págs. 906, 915. Edit. Ternis S.A. Bogotá, 2000.
un destino sectorial y no individual, al contrario de lo que ocurre en otras clases de
contribuciones especiales; a renglón seguido, el mismo autor define la contribución
parafiscal como: "Una prestación tributaria creada por ley o con fundamento en la
ley a favor del Estado, como destinatario directo o indirecto, y a cargo de quienes
integran un determinado y único grupo o sector, como instrumento financiero para
que se ejecute una actividad de interés colectivo que beneficia a ese determinado
grupo o sector, señalando que existen diversos tipos de parafiscalidad, aludiendo,
entre ellos, a la parafiscalidad “social”, “económica”, “educativa”, etc.
c) Las contribuciones por servicios impuestos PLAZAS VEGA las denomina así,
por considerar que las mismas tienen las siguientes características propias que las
diferencian de otras: una, que el hecho generador no tiene su origen en la
realización de obras públicas, sino en servicios que benefician a toda la
colectividad; otra, que tales servicios no se prestan a un sector determinado y,
tercero, que tienen el efecto de una relación inseparable entre su financiamiento y
la recaudación, con el añadido que esta última no ingresa al Tesoro Nacional, P.ej.,
las contribuciones que se exigen obligatoriamente por el Estado, que las
sociedades deben aportar a las entidades regulatorias que vigilan su
funcionamiento; tal los casos, en nuestro país, de los aportes a las
Superintendencias generales, En criterio del tratadista hasta ahora citado, la
contribución destinada a la cobertura de la seguridad social, no constituye un
recurso parafiscal sino una contribución por “servicios impuestos”.
Para concluir, vale la pena mencionar que uno de los trabajos más encomiables
sobre el tema que se ha mencionado superficialmente se debe a CATALINA
HOYOS, destacada hacendista y autora de “La fiscalidad en Colombia", quien
periódicamente ha dictado varios cursos de post grado y maestría en la Universidad
Andina Simón Bolívar con sede en La Paz.
232
Ver Plazas Vega: contribuciones, especiales en “Derecho de la Hacienda pública y Derecho
tributario” pág. 294 a 930.
233
GARCIA MULLIN, “Clases de Derecho tributario sustantivo y represivo” Ed. CIET, Proyecto 217 -
PCT, Panamá, 1973.
CAPÍTULO IX
LA CAUSA DE LA OBLIGACIÓN TRIBUTARIA
Esta teoría de la causa, que al decir de un escritor, es una de las materias más
discutibles e inseguras del derecho -y como apunta CARLOS MORALES GUILLÉN-
llegando a dividir a los civilistas en causalistas y anti causalistas234, influyó
inevitablemente en la dogmática del naciente derecho tributario que incorporó el
tema de la causa en la problemática de la obligación impositiva, dando origen a
doctrinas opuestas en sentido de establecer, cada una de éstas, cuál es -en el
ámbito tributario- el elemento jurídico que justifica la creación de los tributos. Lo que
nos interesa en este capítulo es preguntarnos, si, así como la causa es uno de los
elementos de la obligación en el negocio jurídico privado, lo es también en la
obligación tributaria.
234
“Código civil" 4a edic. t. I. edit. Gisbert, 1994. La Paz.
1. CAUSA Y OBLIGACIÓN TRIBUTARIA. ¿Es la causa un elemento esencial
de la obligación tributaria? En este punto, al igual que entre los civilistas, los
tributaristas están divididos entre causalistas y anti causalistas. Para los primeros,
la obligación de pago de un tributo, no nace sólo por el acaecimiento o realización
de la situación de hecho que constituye el presupuesto legal de la obligación, sino
que es necesaria la concurrencia de otro elemento esencial que justifique la
exacción impositiva, tal elemento es el de la causa de dicha obligación. La doctrina
financiera ha recogido criterios éticos unos, y políticos otros, que persiguen justificar,
a través del concepto de causa, la legitimidad de la obligación de contribuir al
Estado. Haré una primera referencia a la posición de BENVENUTO GRIZIOTTI, uno
de los investigadores más acuciosos de la Hacienda Pública, profesor en la
Universidad de Pavía, quien, al tratar el tema de la causa de la obligación tributaria,
distinguía entre una causa primera o remota y una causa última e inmediata,
razonando de la siguiente manera:
En el razonamiento del autor citado, hacen su aparición los dos principios básicos
de la imposición: el principio de “beneficio” y el de “capacidad contributiva”.
GRIZIOTTI, uno de los más fervorosos sostenedores de la teoría causalista, decía
consecuentemente, que hay que establecer un puente entre la causa primera
(principio de beneficio), y la causa última e inmediata (capacidad contributiva), que
nos ayudará a comprender la actividad financiera del Estado. Cuando éste, organiza
y pone a disposición de la sociedad los servicios públicos, beneficiándolos cuando
los utilizan (educación gratuita, hospitales y sanidad públicos, agentes de seguridad
ciudadana, etc.), se produce un incremento del poder adquisitivo del dinero que los
ciudadanos están en condiciones de gastar, ya que la riqueza y la capacidad
contributiva depende mucho de los servicios públicos, por constituir éstos, un
“indicio indirecto" de las ventajas generales y particulares, que para el contribuyente
derivan de su pertenencia a un Estado concreto. Asistimos entonces, al siguiente
proceso cíclico: El Estado lleva a cabo la exacción del impuesto a los
contribuyentes, y con el producto de las recaudaciones se alimenta el gasto, que, a
su vez, financia los servicios públicos, los cuales incrementan indirectamente la
235
GRIZIOTTI, "Principios de política, derecho y ciencia de la Hacienda”, edit. Reus, Madrid, 1958.
capacidad contributiva del ciudadano, creando el margen suficiente para iniciar de
nuevo el ciclo de exacción de los tributos.
“1a. La causa constituye la esencia de la ley y del acto financiero, de modo que
el Ingreso se reconoce por su función y no solamente por el procedimiento jurídico
formal de su realización; este procedimiento, responde a la pregunta de cómo se
obtiene un tributo, mientras que la causa responde al porqué de su creación.
2a. La causa distingue un tipo de ingreso de otro, ya que todo ingreso financiero
(tributario y no tributado) tiene una causa propia que le caracteriza: la causa del
precio público es la contraprestación de ciertos servicios públicos; la de la
contribución especial, el beneficio de determinados contribuyentes; la del impuesto,
la capacidad contributiva como indicio de los servicios generales que el Estado
ofrece a la sociedad etc., pero en todo caso, a la causa le es esencial el elemento
social, por cuya vía el criterio de solidaridad confiere un sentido humanista al poder
fiscal.
3a. La causa sirve para establecer los límites de cualquier ingreso y su específica
esfera de aplicación. En la tasa, p.ej., ésta conservará su carácter de tal si
corresponde al coste. En el impuesto progresivo, si la progresividad excediera los
límites de la capacidad contributiva, el impuesto se transformará en un tributo
extrafiscal, o en unos casos, en un tributo confiscatorio.
Los autores que se adhieren a las posiciones en favor de las tesis causalistas,
las han defendido con argumentos muy semejantes a los esgrimidos por
GRIZIOTTI, aunque no faltan entre ellos, quienes como M. PUGLIESE237 y R.
BIELSA238, ven en la causa un concepto ético y jurídico o un problema jurídico
constitucional, respectivamente. Entre los tributaristas latinoamericanos que
también consideran la causa como un elemento de la obligación tributaria, citaremos
236
GRIZIOTTI, “Principios..."
237
PUGLIESE, “Istituzioni di diritto finanziario. Diritto tributario”, cita de ADDY MAZZ, pág. 107.
238
BIELSA, “La noción de causa con particular referencia al Derecho financiero”. Depalma, Buenos
Aires, 1951.
-entre muchos otros- a JARACH, FONROUGE, LINARES QUINTANA, y al brasilero
GOMES DE SOUSA. Sin embargo, en el caso de JARACH, quien fue ferviente
discípulo y seguidor de las teorías hacendistas y tributarias de GRIZIOTTI, si bien
militó en el grupo de los causalistas, se apartó de ellos, en sentido de no aceptar lo
que este último, en un principio identificaba como causa primera o remota, o sea, la
participación de los ciudadanos en las ventajas derivadas de la actividad del Estado,
al proveer y satisfacer éste, distintas necesidades públicas.
JARACH, nos relata en su obra clásica “El hecho Imponible”, que GRIZIOTTI, “…
aceptando con la objetividad y la modestia del gran maestro, las críticas y las ideas
manifestadas por quien aquí escribe, entonces su discípulo y colaborador en el
Instituto de Finanzas de la Universidad de Pavía -obviamente DIÑO JARACH-
modificó su teoría introduciendo nuestro concepto de capacidad contributiva que él
mismo ya había profundizado desde el punto de vista de la ciencia de las finanzas,
en la definición de causa del impuesto”239. Pese a la estrecha vinculación y
coincidencia de ideas entre ambos insignes autores, GRIZIOTTI aceptó
parcialmente la tesis de su discípulo, pero insistiendo en que se debe tender un
puente lógico entre la capacidad contributiva, como causa última de la obligación
impositiva, con las ventajas derivadas de la actividad del Estado como causa
primera o remota del impuesto.
239
JARACH, “El hecho Imponible”, 3a edic. reimpresa, págs. 103 a 109, Abeledo Perrot, Bs. As.
necesariamente subjetivo de la más perfecta justicia. GIANNINI fundamentaba su
posición con los siguientes razonamientos:
v.gr., un contrato entre dos personas para comprar una niña y destinarla al
ejercicio de la prostitución, o un acuerdo para dividir el producto de un robo, no
serían contratos con causa lícita, y los jueces no podrían admitir en los tribunales
una demanda de incumplimiento por una de las partes.
JOSÉ CARLOS BOCCHIARDO, estima “...que las teorías anti causalistas no son
muy convincentes por dos razones: primera, porque al sostener que la única causa
de la obligación es la ley, confunden fuente del derecho, con causa de la obligación,
240
SAINZ DE BUJANDA, en “Hacienda y Derecho””, t.4. págs. 528 y sgts. hace un examen critico
extenso a la posición anti causalista de GIANNINI.
y segunda, porque una relación jurídica obligacional no nace por generación
espontánea, nada surge de la nada y siempre existe una razón de ser eficiente” 241.
Todas las tesis causalistas y anti causalistas, han sido resumidas en un cuadro
sinóptico elaborado por FONROUGE, que lo reproducimos a continuación por su
utilidad como referencia a ambas escuelas o posiciones, y que ha sido transcrito de
su obra principal242.
241
BOCCHIARDO, “Derecho tributario sustantivo o material”, en Tratado de tributación 1.1. vol. 2.
pág. 158.
242
FONROUGE, “Derecho financiero", v. I, 2a. ed. Depalma, Buenos Aires, I970.
2. IMPOSICIÓN DE LOS ACTOS NULOS O ANULABLES. Uno de los efectos
jurídicos resultantes de la concepción del hecho generador, que da origen a la
obligación tributaria, se manifiesta en la imposición de los actos declarados nulos o
anulables. Por la misma razón que en el derecho tributario lo que interesa es la
relación económica, no importa que la formación del hecho generador consista en
un acto o negocio jurídico afectado de nulidad o susceptible de anulabilidad, pero
que produzca los efectos económicos buscados por las partes.
En el art. 15 del CTB, que literalmente dice: “La obligación tributaria no será
afectada por circunstancias relativas a la validez de los actos o a la naturaleza del
objeto perseguido por las partes, ni por los efectos que los hechos o actos gravados
tengan en otras ramas jurídicas”, se recoge el pensamiento de la moderna doctrina
tributaria en favor del divorcio absoluto de la ineficacia del negocio jurídico en
general (obligaciones y contratos), respecto a los efectos imponibles del mismo.
Entre los actos declarados nulos por el Código Civil y que provocan un efecto
económico favorable a una de las partes, efecto o resultado económico que
independientemente de la nulidad de tales actos, es susceptible de imposición
podemos citar;
243
"En ocasión de la promulgación del D.S. 21148, que creó un empréstito obligatorio al patrimonio
inmobiliario y vehicular de las personas y empresas, un diputado del partido oficialista, bajo cuyo
gobierno se impuso este instrumento fiscal en las finanzas públicas de esos difíciles días, ha
expresado que no se puede gravar ni exigir impuesto o contribución alguna a ciertos grupos que
ilegalmente desarrollan actividades económicas, como p.ej., el contrabando de bienes y
mercaderías, con el argumento que ello significaría “el reconocimiento de su legalidad".
Esta insólita afirmación, asume en concreto la tesis de que las actividades ilícitas de un
contribuyente y, consecuentemente, las utilidades y ganancias que ellas generan, tales como la
explotación de juegos de azar, el contrabando, o aquellas otras provenientes de negocios
criminosos como la fabricación y comercialización de narcóticos, o aun de actividades, que, si bien
pueden estar permitidas legalmente, son reputadas inmorales, no deben ser gravadas por el
Estado.
Desde el año 1930, época en que los tratadistas del derecho financiero y particularmente del
tributario, elaboraron la doctrina autonómica de esta rama de la ciencia jurídica, todas las
legislaciones en la materia han recogido el principio de la irrelevancia, que para el derecho tributario
tiene la licitud o ilicitud civil o penal de los derechos y actos que generan rentas.; es decir, que el
hecho generador de los impuestos no constituye un hecho jurídico, sino un hecho esencialmente
económico.
La justicia norteamericana, en su enfrentamiento con Al Capone, logró su condena a reclusión no
por sus crímenes y asesinatos, sino, por haberse comprobado la evasión de millonarias sumas,
que, por impuestos federales no declarados, dejó de pagar el mafioso y que recaían sobre las
utilidades de hechos criminosos, unos, y simplemente ilícitos otros. Es desde esos tiempos que los
gobiernos fueron incorporando a su legislación positiva, los conceptos autonómicos del derecho
financiero, que hicieron posible, p.ej., que los actos jurídicos nulos o anulables civilmente, sean
imponibles, ya que para el derecho tributario no importa que la formación del hecho generador
consista en un acto o negocio jurídico afectado de nulidad o anulabilidad, sino la realidad
económica subyacente en ese negocio. Igualmente, respecto a los actos ilícitos o criminales, ya
que, de lo contrario, los contrabandistas, narcotraficantes, tahúres profesionales, proxenetas, etc.,
que obtienen lucro en sus operaciones, se beneficiarían con una exención de la cual no gozan los
contribuyentes y ciudadanos dedicados al ejercicio de actividades industriales, comerciales o
profesionales lícitas. El CTB en su art. 20 establece: “La obligación tributaria no será afectada por
circunstancias relativas a la validez de los actos o a la naturaleza del objeto perseguido por las
partes ni por los efectos que los hechos o actos gravados tengan en otras ramas jurídicas”,
disposición que cierra el paso a la opinión de los asesores mencionados, y cuya aplicación, en
ningún modo reconoce la legalidad de los actos ¡lícitos susceptibles de imposición.
“Aurum et paecunian non olet” (el dinero no tiene olor), fue la respuesta del emperador
VESPASIANO a su hijo y funcionarios de su corte, quienes pensaban poco honroso y digno para
el Imperio Romano, imponer contribuciones a los burdeles, cloacas y mingitorios públicos de Roma,
como medio de costear los trabajos de alcantarillado de la dudad. Casi dos milenios después, el
moderno derecho financiero recoge el pensamiento de VESPASIANO, y los tribunales
norteamericanos lo aplican, primero con AL CAPONE, y después con todas las mafias legalmente
marginadas de las economías modernas.
De seguir la opinión de quienes aconsejan al Ministro de Finanzas, dejar de lado del empréstito
forzoso a los grupos sociales dedicados a la explotaciones económicas prohibidas por la ley, con el
argumento de dificultades técnicas o que ello significaría el “reconocer su legalidad”, yo aconsejaría
-por mi parte- a quienes tienen un capital o trabajan en una profesión, abandonar sus empresas,
“colgar” sus títulos e incorporarse a ese mundo fascinante de los mercados negros y de la actividad
económica al margen de la ley; todos gozarían de triple beneficio: mayores utilidades, total impunidad
penal tributaria y completa exención impositiva o de contribuciones extraordinarias como aconsejaba
ese grupo de funcionarios del Gobierno”. (ALFREDO BENITEZ RIVAS, “Presencia", 1/1/86)
CAPÍTULO X
EL DOMICILIO TRIBUTARIO
244
Se decía que, así como una persona no puede tener dos personalidades, tampoco se podía tener
jurídicamente dos domicilios. Esta afirmación es cuestionable ya que se dan infinidad de personas
que viven en su casa de la ciudad durante los meses de otoño e invierno y los meses de primavera
y verano en el campo, o viceversa.
245
Código Civil de 1831. Art. 47. El domicilio de todo boliviano, en cuanto al ejercicio de sus derechos
civiles, está en el lugar donde tiene su principal establecimiento. Art. 48. La mudanza de domicilio
producirá su efecto por la mudanza de habitación real (habitatio) a otro lugar, junto con la intención
(animus) de fijar en él su principal establecimiento.
efectiva en el mismo. Consecuentemente, a diferencia de la legislación civil, la
tributaria establece la siguiente serie de presunciones legales, que, en realidad, no
constituyen presunciones, sino ficciones legales, de forma que cualesquiera
situaciones en las que se halle el sujeto pasivo, determinará el lugar de su domicilio,
evitándose así, las posibilidades de indeterminación del domicilio fiscal a todos sus
efectos tributarios.
3.1. Domicilio de las personas naturales. (Art. 38). Cuando la persona natural
no tuviera domicilio señalado o teniéndolo señalado, éste fuera inexistente, a todos
los efectos tributarios se presume que el domicilio en el país de las personas
naturales es:
¿Qué se entiende por residencia habitual? Una norma que disponga que el
domicilio de una persona natural es el de su residencia habitual, requiere,
inexcusablemente, fijar un tiempo determinado dentro de cada año natural en el que
dicha persona reside habitualmente; al no ser así en nuestra legislación, ¿cómo se
está procediendo respecto a contribuyentes nacionales y extranjeros
temporalmente residentes en Bolivia y en otro país?
Siendo una exigencia del art. 127 del Código de Comercio el señalamiento en la
escritura de constitución de un domicilio social, indudablemente que éste debe ser
el domicilio fiscal que preferentemente y, en primer lugar, se revele a la
Administración como el verdadero y real domicilio de la empresa, con la condición
que en el mismo esté efectivamente organizada su gestión administrativa y la
dirección de sus negocios. Así se disponía en el CTB abrogado.
4. El lugar donde ocurra el hecho generador, en caso de no existir domicilio en
los términos de los numerales precedentes.
En este caso, como del texto se deduce que los domicilios mencionados tienen
carácter subsidiario por no haber la persona jurídica señalado el suyo, se advierten
dos errores: uno, en cuanto a la imposibilidad de aplicar el numeral 3 a las
“Asociaciones de hecho y a las unidades económicas sin personalidad jurídica” por
carecer aquéllas precisamente de esta última, y el otro -como decía líneas arriba-
que tratándose de personas jurídicas mercantiles, el domicilio señalado en la
escritura de constitución es el que debe merecer en primer lugar la atención de la
Administración tributaria y sólo cuando éste fuera realmente inexistente, acudir a los
domicilios señalados por el CTB como subsidiarios.
Se advertirá que al transcribir los arts. 38 y 39, se han resaltado en letra cursiva
las palabras se presume; es que tratándose de indicios, presunciones, y ficciones,
existen diferencias conceptuales entre estos términos, que han sido expuestas por
la doctrina con diferentes criterios como, p.ej.: para AMORÓS RICA, el indicio sirve
para probar indirectamente un hecho, mientras que la presunción tiene el carácter
lógico deductivo, distinto del lógico inductivo propio del indicio247 y para FENECH,
es al juez tributario a quien corresponde la apreciación del indicio en relación a
determinar la capacidad contributiva del contribuyente.
247
AMOROS RICA, cita de SUSANA NAVARRINI y RUBÉN ASOREY en “Presunciones y ficciones
en el Derecho tributario”. Edit. Depalma, 1985, Bs. As.
248
PEREZ de AYALA, “Las ficciones en el Derecho Tributario” en Memoria de la Asociación Española
de Derecho Financiero, pág. 192. Madrid, 1968
de ciertas empresas extranjeras, y al domicilio de su representante, en caso de que
las empresas extranjeras no ejercieran actividades mercantiles a través de
establecimiento permanente, figura domiciliaria vinculada al derecho internacional
tributario y de la cual se trata en el Capítulo XVI.
La Sección VII del Capítulo III del CTB trata el régimen de extinción de las deudas
tributarias en general incluyendo la deuda obligacional aduanera. Iniciaré algunos
comentarios sobre las citadas formas de extinción comenzando con el pago de la
obligación.
249
Ver los arts. 306 y 307 del Código. Civil, en los que la prestación de dar implica un negocio de
disposición y consecuentemente, la capacidad de disposición, de parte del deudor.
3. La subrogación del tercero, pero con la limitación del art. 52, es decir,
únicamente en el derecho de crédito, garantías, preferencias y privilegios
sustanciales.
Aquí estamos frente a la formulación legal que el pago por terceros produce de
pleno derecho su subrogación frente al deudor, situación reconocida en el inc. 5 o
del art. 324 del Código Civil, no siendo aplicable, este último, en el que se exige la
declaración expresa del subrogante250.
1. Que el pago no puede exigirse antes de que el impuesto haya sido liquidado,
por ser inciertas su existencia y su cuantía
250
En caso de ejecución de los bienes del contribuyente o responsable, el crédito del Fisco goza de
privilegio y prelación sobre otros; consecuentemente, el pago por el tercero tendrá efecto
subrogatorio en el mismo orden que tenga el Fisco. Algunas legislaciones, como la italiana, limitan
la subrogación al crédito, pero no a los privilegios que correspondieren a la Administración.
251
Liquidación y vencimiento se pueden dar simultáneamente v.gr., en los impuestos de registro y
timbres; estos últimos han sido prácticamente suprimidos hacen varios años, aunque siguen siendo
utilizados tal como lo dispone el art. 8 del D.S. N° 24053 en la fiscalización de determinados
productos como son los alcoholes y cigarrillos.
algunas veces, exigiendo la constitución de una garantía estableciendo las
condiciones a que se sujetarán los abonos posteriores.
252
FONROUGE, cita un trabajo del doctor FREYTES en el derecho argentino sobre “La exigencia de
anticipos a cuenta del impuesto y su constitucionalidad", publicada en el tomo XIV de la revista da
Derecho Fiscal”, Bs. As. 1966.
Tiempo después, en ocasión de haberse tratado esta cuestión de los anticipos
por parte de abogados especialistas en nuestro país- entre ellos- ELBIO PÉREZ,
GABRIELADEL BARCO y responder así a algunas consultas de empresas, se llegó
a coincidir en las siguientes conclusiones sostenidas por la doctrina y legislación
comparada mayoritariamente aceptada:
Para VILLEGAS, “...el pago que se efectúa como anticipo está siempre
subordinado a la liquidación final a realizarse con la declaración jurada anual y
consecuentemente, los anticipos no revisten el carácter de un pago definitivo, sino
de ingresos que deben imputarse a cuenta del impuesto que pueda
corresponder"253.
Nota: El inc. b) del art. 36 del D.S. 29577 reglamentario a la ley 3787 establece:
“Si el importe de anticipo consolidado al final de la gestión fuere mayor al de
la liquidación de la Alícuota Adicional del IUE, la diferencia podrá ser utilizada
como pago a cuenta del IUE de la misma gestión o de la Alícuota Adicional del
IUE de la siguiente gestión”.
5. Los anticipos deben ser expresamente dispuestos por las normas legales que
regulan cada categoría de impuestos respetando el principio de legalidad que
dispone que no hay tributo sin ley previa que lo establezca.
253
VILLEGAS, “Curso de Finanzas, Derecho Financiero y Tributario", págs. 378-379. También
MOLTENI, CARLOS. "La actualización de los anticipos", Derecho fiscal, t. XLVI, pág. 194.
pueda determinar la verdadera capacidad contributiva atendiéndose al parámetro
previsto en el art. 102 del Código de Minería y la ley 3787, según el cual, dicha
capacidad se mide en función de los precios eventualmente favorables de
mercado de minerales y metales y en base a un régimen de pagos mensuales
anticipados.
Esta expresión latina puede ser traducida como "los acuerdos deben ser
cumplidos tal como están pactados”. En materia de contratos, particularmente
de aquellos de tracto sucesivo, su vigencia está condicionada a la
permanencia esencial de las causas y circunstancias que originaron el
254
Esta expresión latina puede ser traducida como “los acuerdos deben ser cumplidos tal como están
pactados” En materia de contratos, particularmente de aquellos de tracto sucesivo, su vigencia está
condicionada a la permanencia esencial de las causas y circunstancias que originaron el contrato.
Sin embargo, la alteración sustancial de dichas circunstancias, puede dar lugar a la modificación de los
acuerdos y estipulaciones originarias.
contrato. Sin embargo, la alteración sustancial de dichas circunstancias,
puede dar lugar a la modificación de los acuerdos y estipulaciones originarias.
2o) Que materia de compensación, son, por un lado, los créditos del contribuyente
por tributos pagados en demasía y sus intereses, y por otro con las deudas
liquidadas por el mismo o las practicadas de oficio referentes a períodos no
prescritos.
255
CASTÁN, ob. Cit. T. III, pág. 296
256
La autorización a ceder los créditos líquidos y exigibles del contribuyente a otros contribuyentes
que puedan compensarlos, a su vez, con deudas que éstos tuvieran en la misma administración
una deuda por tributos aduaneros sea compensada con créditos que el
contribuyente tenga por tributos recaudados por el SIN.
257
“Instituta de JUSTINIANO”. “Nadie puede ser deudor de sí mismo”
258
No es lo mismo el caso de una persona que haga donación al Estado de un inmueble con destino
al funcionamiento de una escuela estatal; si sobre ese inmueble pesaren tributos catastrales
devengados, el donante no queda liberado del pago, ni el sujeto activo asume la calidad de deudor
por el solo hecho de la transmisión. En el caso de la expropiación forzosa, creo que sí, podría darse
la figura de la confusión.
259
Entre nosotros, han sido frecuentes las pródigas condonaciones en favor de empresas privadas,
gremios, sindicatos, etc.
260
En Bolivia, sucesivos gobiernos han dictado tres “amnistías” a partir de la década de 1960,
incluyendo en ellas la confusa ley de 13 de diciembre de 1967.
5. LA PRESCRIPCIÓN. (Art. 59). Entre los hechos naturales que tienen
influencia y producen efectos jurídicos en las relaciones de derecho que se dan
entre los hombres, está el tiempo; ya preceptuaba el aforismo romano: “tempus regit
actum"261. Advierto que en relación a esta materia sólo consideraré aspectos muy
generales vinculados a la teoría general del derecho privado en materia de
prescripción, cuyo conocimiento se presume por parte de estudiantes y
profesionales de la ciencia jurídica, para finalmente, fijar ciertas conclusiones que
configuran el derecho positivo tributario vigente en el país.
261
DE CASTRO, “El tiempo que todo lo muda, no podría dejar de afectar al nacimiento y a la pérdida
de los derechos”, ob. cit. 1.1. Edit. Reus, Madrid, 1955.
262
MORALES GUILLÉN, Cita en Código Civil concordado y anotado 4* edic. t. I. Edit. Gisbert & Cfa,
1994. La Paz. “La usucapión es la prescripción adquisitiva del régimen anterior, o modo de adquirir
la propiedad de una cosa por la posesión de la misma durante un tiempo prolongado (Planiol y
Ripert), o de otro derecho real sobre esa cosa (Mazeaud), por ejemplo, el usufructo”.
En rigor, la razón de ser o finalidad de este instituto jurídico reside en la necesidad
de preservar la paz y el orden en la sociedad ya que, de no poner un límite temporal
a las exigencias de las personas o instituciones a reclamar extemporáneamente el
pago de deudas o consolidación de sus derechos no satisfechos por negligencia
propias, se desataría la violencia general durante generaciones entre acreedores y
deudores. En otras palabras, el transcurso del tiempo, elemento puramente objetivo
de la prescripción liberatoria debe concurrir conjuntamente con el elemento
subjetivo cual es la inactividad del titular de la acción, tal como se desprende del art.
1492 del Código civil: “Los derechos se extinguen por la prescripción cuando
su titular no los ejerce durante el tiempo que la ley establece”.
263
FONROUGE, Citas en " Derecho financiero” vol. I. Edit. Depalma, 1970, Bs. As. “En el antiguo
derecho austríaco, el crédito por tributos era reputado imprescriptible, pero este concepto fue
considerado injusto e insostenible por la doctrina y luego modificado por la legislación". Ver
igualmente la doctrina brasileña criticada por GOMES DE SOUSA (Trabalhos da Comissao).
264
MORALES GUILLEN, “Código civil", concord. y anot. 4a edic. t. II. Edit. Gisbert, 1944.
textualmente que “...La omisión del aviso de fallecimiento por los
causahabientes amparándose en las normas sobre prescripción, constituía
una infracción tributaria que ocasionaba serios perjuicios al Estado...”. La
inconsistencia del fundamento del D.S. mencionado se revela, en la singularidad de
la imprescriptibilidad, referida a una sola clase de tributo; en primer lugar, desde un
punto de vista económico, la recaudación del impuesto sucesorio ha sido siempre
de una cuantía insignificante265; en segundo lugar, si se trataba de proteger -como
fundamentaba el citado Decreto- “el interés económico de Estado" ¿Por qué no se
dispuso, la imprescriptibilidad de todos los tributos del sistema impositivo nacional?
¿Cuál es la razón jurídica para dar a unos tributos el carácter de imprescriptibles y
a otros, ¿no?
JARACH opinaba que “...es un error conceptual que ambas acciones (la de
determinación y la que exige el pago), tengan el mismo tratamiento bajó la
institución prescriptoria, y así, sostenía: “...que si bien es cierto que el acto de
265
Históricamente, el impuesto sucesorio representaba en esos años alrededor del 0.4% de los
ingresos tributarios del gobierno central y el 1% de lo recaudado por la Administración tributaria
con destino al gobierno municipal.
266
La fuente de este precepto en la ley boliviana la podemos hallar en la legislación argentina sobre
el impuesto a los réditos (Ley 11683 arts. 53 y sgts.).
determinación es interruptivo del curso de la prescripción, en muchos casos la
determinación tiene la misma eficacia que el nacimiento de la obligación tributaria
porque renueva la exigibilidad del impuesto y renueva los términos, pero a mi
entender -sigue este tributarista- la determinación del impuesto es un derecho que
la ley establece a favor del Fisco, al vencimiento de cuyo derecho, la facultad de
determinación cesa, y por tanto, según la literatura comparada, correspondería más
hablar de caducidad de la acción que de una verdadera prescripción. En cambio,
respecto a la acción para reclamar el pago de un impuesto ya determinado o
declarado por el contribuyente, la acción es simplemente de cobranza de la
prestación y en este aspecto, es una verdadera prescripción que implica la
oponibilidad de la excepción sin poder invocarse de oficio”267.
267
JARACH, “Clases de derecho tributario” en Primer Curso Básico Interamericano en Tributación,
pág. 105, CIET, Bs. As. mayo a septiembre 1970.
268
Como también se dispone expresamente en el art 99. III. del Código tributario boliviano al contrario
de parte de la doctrina italiana y el código brasileño. FONROUGE, “Derecho financiero” t. 1. Pág.
565 y sgts. Edit. Depalma, Bs. As. 1970.
distintos tipos de impuestos. Consultando a PÉREZ DE AYALA y EUSEBIO
GONZÁLEZ, los aspectos más destacables sobre la prescripción extintiva en ese
país, son:
1°. La prescripción se aplica de oficio, sin necesidad de que la invoque o
excepcione el sujeto pasivo. En este primer atributo, la prescripción tributaria se
diferencia netamente de la prescripción civil, y se asemeja a la llamada “caducidad"
(si bien sólo en este punto).
269
PÉREZ DE AYALA-EUSEBIO GONZÁLEZ, “Derecho tributario” I. pág. 272
270
FONROUGE, ob. cit. El término empleado, sin embargo, no es el de “caducidad” sino el de
“extintivo”. pág. 565-566.
271
FONROUGE, ob. cit. pág. 566.
Personalmente, considero que esta distinción entre caducidad y prescripción
propiamente dicha, es irrelevante en nuestro ordenamiento tributario, en el cual,
este instituto jurídico tiene un tratamiento unitario por demás justificado por las
razones expuestas parágrafos atrás, particularmente a la que hacía referencia
FONROUGE, al decir que: "... tal distinción sería aceptable en un ordenamiento
legal que atribuya efecto constitutivo a la determinación impositiva pero no donde -
como se dispone en nuestro CTB- sólo reviste carácter declarativo y en aquellas
legislaciones que gozan de un régimen jurídico administrativo autónomo, regulado,
además material y procesalmente...”
2a.) Por reconocimiento expreso o tácito de la obligación por parte del sujeto
pasivo o tercero responsable o por la solicitud de facilidades de pago.
272
“Consideraciones sobre el hecho imponible’, Revista de Derecho Financiero y Hacienda Pública,
Madrid, 1960.
273
En el Código Civil no hay una norma expresa al respecto.
haga para evitar sanciones pecuniarias o el cierre temporal de su establecimiento.
Por otro lado, el reconocimiento expreso no siempre requiere de formalidades
especiales, sino que puede manifestarse por otras conductas del obligado, como
p.ej., cuando durante la inspección de libros o fiscalización de hechos imponibles,
el deudor admite, extrajudicialmente, la existencia de la obligación.
274
En Derecho, locuciones latinas que significan igualmente, “por disposición de la ley”. GARCÍA
VIZCAINO, “Derecho tributario’ citando a Joaquín Llambías transcribe lo siguiente. "Llambías
destaca que muchos autores, con fundamento en la prohibición para el juez de declarar de oficio
la prescripción, afirman que ésta no opera de pleno derecho porque la expresión “ipso iure" es
ambigua, de modo que ello explica que algunos autores afirmen esa eficacia con respecto a la
prescripción y otros la nieguen, no obstante, la falta de discrepancia acerca del efectivo
funcionamiento del Instituto. “Es que cuando unos dicen que la prescripción no actúa de pleno
derecho, piensan en que requiere la alegación del interesado, pues no es declarable de oficio. Y
cuando los otros afirman que, si actúa de pleno derecho, no contradicen la necesidad de que sea
alegada por el interesado, ni la imposibilidad de que se la declare de oficio, sino que atribuyen a la
expresión “ipso iure" otro sentido: a saber, el de que la eficiencia de la prescripción no reside en la
sentencia que la declara, sino en los hechos que, según la ley, tienen la virtud de producir el efecto
desgastador inherente a la prescripción”, ti. 2 edic. pág. 379. (Jorge Joaquín Llampías,
Obligaciones... t. III, Edit. Perrot, Bs.As., 1977).
y desde el punto de vista procesal, sólo a ésta correspondería la utilización de una
excepción, cualquiera fuere su clase.
Respecto a la normatividad del art. 1498 en el Código Civil en sentido que “Los
jueces no pueden aplicar de oficio la prescripción que no ha sido opuesta o
invocada por quien o quienes podían valerse de ella” tal norma, que
teleológicamente es de interés público -como muchas otras del Código Civil- es de
exclusivo dominio de aplicación en el ámbito del derecho privado por la sencilla y
lógica razón que en los procesos civiles al disputarse diferencias entre personas o
instituciones con intereses privados contrapuestos, son éstas quienes no sólo deben
aportar las pruebas que acrediten su mejor derecho sino atender diligentemente las
actuaciones legales previstas en cada etapa del procedimiento para impedir,
precisamente, la caducidad de plazos procesales o la prescripción de sus acciones
o derechos.
En el proceso civil ordinario, las partes gozan de toda libertad para encaminar las
sucesivas etapas y actuaciones procesales según su propio interés y conveniencia.
En el derecho boliviano, la concepción tradicional -que nos fue transmitida por la
legislación española- está dominada por el llamado principio “dispositivo” o de
"justicia rogada”, vale decir, por las solicitudes (petitum) que el litigante realiza
expresamente al juez en relación al proceso.
275
“No hay juez si no hay parte”; “el Juez no actúa de oficio”
(Da mihi factum dabo tibi ius; Iudex iudicat secundum allegata et probata partium
non secundum conscientiam suam)276.
2a. Porque si paga con desconocimiento del mismo hecho, ese elemento
subjetivo del “conocimiento” por parte del contribuyente, es irrelevante para la
Administración, por la imposibilidad de su prueba. Una interpretación contraria
conduciría al absurdo de que la Administración diese curso a la acción de repetición,
276
Dame a conocer los hechos yo te daré el derecho”; “El juez juzga según alegan y prueban las
partes, no según su conciencia”. Estos dos aforismos latinos son las expresiones más comunes del
principio dispositivo o de justicia rogada plasmado en disposiciones del Cód. de Proced. Civil que
imponen p.ej., que “Los hechos no alegados y probados por las partes no pueden acogerse en la
sentencia”. (Cód. de Proced. Civil, arts. 190 al 192).
277
FREYTES, “La prueba en el proceso tributario", Sesión plenaria IV JORNADAS
LATINOAMERICANAS DE DERECHO TRIBUTARIO” pág. 464.
a la sola manifestación del contribuyente con la argumentación de haber pagado
una obligación tributaria ignorando que había prescrito.
278
“Crítica y comentario al código tributario”, publicación de circulación limitada, La Paz, 1979
CAPÍTULO XII
279
BOCCHIARDO, “Derecho tributario sustantivo o material" en Tratado de tributación, 1.1. vol. 2,
edic. Astrea, 2003, Bs. As.
Son muy ilustrativas y claras las ideas de HÉCTOR B. VILLEGAS, cuando al
desarrollar el concepto y ubicación del derecho tributario administrativo o formal
dentro del ámbito más amplio del derecho tributario, nos transmite aquéllas cori las
siguientes palabras que transcribo -además- por su valor didáctico: “El derecho
tributario administrativo o formal es el complemento indispensable e inseparable del
derecho tributario material. Esa inseparabilidad es la misma de todo derecho
sustantivo que no puede ser aplicado a los casos concretos sin la existencia de un
derecho adjetivo que proporcione las reglas de aplicación, v-gr., los delitos penales
están en el Código Penal sustantivo, pero carecen de aplicabilidad sin las normas
procesales penales adjetivas280.
280
VILLEGAS, “Curso de Finanzas, Derecho Financiero y Tributario", pág. 393, 8va. Edic. Astrea,
2002, Bs.As.
281
VILLEGAS, "Curso de finanzas, derecho financiero y tributario", pág. 393, 8a edic. Astrea, 2002,
Bs.As.
podrán modificar, ampliar o suprimir el alcance del tributo ni sus elementos
constitutivos.
282
En la legislación comparada, este acto tiene distintos nombres: en Argentina, Perú, Costa Rica,
y otros países caribeños "determinación"; en España, “liquidación”; en Brasil “lanfamento".
283
GIANNINI, “Instituciones de Derecho tributario", pág. 170. Editorial de Derecho financiero, Madrid,
1970.
-durante un corto tiempo- lo contrario, pretendiendo dar efecto jurídico determinativo
a preliquidaciones y Vistas de Cargo. El nuevo CTB, corrige esa arbitrariedad como
se desprende del examen secuencial de los arts. 92 y 95 al 99 que haremos un poco
más adelante.
La ley argentina 11.683 (arts. 11,13,16) recoge esta diferencia señalando: que la
percepción de los tributos se hace sobre la base de declaraciones juradas
presentadas por los contribuyentes y responsables del pago de los tributos en la
forma y plazos establecidos por la Administración quedando dichas declaraciones
sujetas a verificación de la autoridad fiscal. Por el contrario, sólo se llamará
“determinación’’ en sentido estricto, a la efectuada por la Administración como
consecuencia de la no presentación de declaraciones o impugnación de aquéllas.
284
HORACIO ZICCARDI, “Derecho tributario formal o administrativo”, en Tratado de tributación,
1.1. Derecho tributario, vol. 2 pág. 223.
285
JARACH, “Curso superior de derecho tributario” pág. 401, Liceo profesional Cima, Bs. A. 1969.
parcial", es de toda lógica que si el pago ha sido parcial, es cuestionable y contrario
al principio de economía de gestión, que la Administración proceda a su ejecución
sin previa intimación ni determinación administrativa, atendiendo -entre otras
razones- a que la diferencia entre la suma declarada y la efectivamente cancelada
puede obedecer a un error aritmético e incluso de derecho. Por otro lado, este
párrafo, contradice lo dispuesto en el art. 97 que prevé que en el caso que la
declaración jurada consigne un menor valora pagar, la Administración tributaria
efectuará de oficio los ajustes que correspondan y no deberá elaborar Vista de
Cargo emitiendo directamente la Resolución Determinativa. Sin embargo, son
todavía más contradictorias respecto al parágrafo II del art. 94 mencionado, todas
las disposiciones del art. 97 y las previstas en el art. 34 del D.S. reglamentario N°
27310 una de las cuales, prevé que “...si la diferencia genera un saldo a favor
del sujeto pasivo mayor al que le corresponde, la Administración emitirá una
conminatoria para que presente una Declaración Jurada Rectificatoria”.
Enfocando esta pregunta desde el punto de vista de la teoría general del derecho
sobre la naturaleza jurídica y efectos de los actos jurisdiccionales en general y de
los actos administrativos en particular, sabemos que tanto las sentencias judiciales
como las resoluciones administrativas suelen clasificarse en declarativas y
constitutivas286. Tratándose de una Resolución Determinativa referida a la
existencia de tributos, ¿cuál es la naturaleza jurídica del acto de determinación?
¿Será simplemente un acto declarativo de un derecho del Fisco a percibir un crédito
tributario surgido de un hecho generador realizado anteriormente, o bien, su
naturaleza jurídica y efectos son de carácter constitutivo de la obligación tributaria?
Antes de dar respuesta a esta interrogante, conviene atender a las dos teorías
extremas que la doctrina del derecho tributario ha elaborado sobre el tema y la
diferente posición de la legislación de distintos países.
286
MYRBACH-RHEINFELD, “Précis de droitfinancier” Cita de G. FONROUGE en “Derecho
financiero”, 1.1. pág. 482.
establezca su existencia y cuantía para que sea posible exigir su pago. Las
conclusiones de este criterio son que el impuesto ni siquiera puede pagarse
voluntariamente hasta que la Administración no practique la determinación y que el
cómputo del término de la prescripción debiera comenzar a partir de la notificación
al contribuyente con dicha determinación.
El párrafo III del art. 99, al establecer que “La Resolución Determinativa tiene
carácter declarativo y no constitutivo”, y los arts. 16, 59 y 92, del CTB no ofrecen
dudas, en cuanto a su aplicación sobre la naturaleza jurídica del acto de
determinación y sus efectos o eficacia, particularmente respecto al inicio del
cómputo de la prescripción y consecuente extinción de la obligación tributaria.
Veamos:
287
ALBERT HENSEL, “Derecho tributario”, traducción de D. JARACH.
288
FLORES ZABALA, “Elementos de finanzas públicas mexicanas”. También DE LAGAFIZA en
“Derecho financiero mexicano”.
289
SAINZ DE BUJANDA, ob. cit.
290
GIANNINI, "Instituciones...”
291
VICENTE O. DIAZ, “Informe a la Asociación Española de Derecho Financiero”. “Memoria de las
VII Jomadas Luso-Hispano-Americanas de Estudios Tributarios”, t III, pág. 61. También
FONROUGE en “Derecho financiero", vol. I, pág. 539 y JARACH, “Curso superior...”, 1.1, pág. 403.
b) El carácter declarativo es aplicable tanto a la determinación del impuesto que
realiza el sujeto pasivo mediante declaración jurada, como a la determinación
tributaria realizada por la Administración, y ambas cumplen el objetivo de reconocer
formalmente que la obligación de pagar la deuda tributaria nació al producirse el
hecho generador o imponible292.
c) En relación a la extinción de la deuda tributaria por prescripción en todas las
clases de impuestos, la inactividad de la Administración en el periodo a partir de la
realización del hecho generador hasta la fecha de prescripción fijada en el CTB -
según los casos en cuatro o siete años- tiene como efecto, la extinción de la deuda.
Consecuente, es de toda lógica que el cómputo de la prescripción no se cuente
desde la fecha de emisión de la RD sino desde el 1o de enero del año calendario
siguiente a aquel en que se produjo el hecho generador, pero -utilizando una ficción
jurídica- dispone que “se entiende que el hecho generador se produce al
vencimiento del período de pago".
292
HORACIO ZICCARDI, “Derecho tributario administrativo o formal", pág. 225 en Tratado de
Tributación, Derecho tributario. I. vol. 2.
c) El legislador es libre de establecer un término de caducidad del derecho a la
determinación del tributo (caducidad propiamente dicha) o de prescripción de su
exigibilidad si la obligación hubiera sido previamente determinada.
Desde los últimos treinta años, las leyes impositivas de todos los países, han
recurrido, en mayor o menor grado, a la utilización de presunciones que la doctrina
tributaria ha elaborado y construido en base a la normas sobre presunciones y
ficciones creadas por el derecho civil, pero en nuestro medio, la experiencia ha
demostrado la utilización errónea por parte de la Administración tributaria de los
elementos de las presunciones, ignorando que el proceso tributario administrativo
se aparta de las regulaciones del proceso ordinario por la sencilla razón que en el
primero, rige el principio de oficialidad o inquisitivo procediendo la Administración
Tributaria a realizar la determinación de oficio presunta en base a indicios y
presunciones legítimamente previstas en el art. 44 del CTB. Por el contrario, el
proceso ordinario se caracteriza por el principio dispositivo en el que son las partes
que al defender sus derechos privados tienen son libres de utilizar o no, los medios
de prueba que hagan a sus intereses.
La formulación legal del parágrafo I del art. 80 del CTB al imponer que “Las
presunciones establecidas por leyes tributarias no admiten prueba en
contrario, salvo en los casos en que aquellas lo determinen expresamente”,
es absolutamente condenable ya que al ser el proceso tributario -a semejanza del
derecho penal- definitivamente inquisitivo, el régimen de la prueba por presunciones
legales, se aparta de las reglas propias del proceso civil ordinario caracterizadas
por el principio dispositivo. El principio jurídico general en la aplicación de
presunciones legales tratándose de normas propias del derecho público como son
las leyes tributarias -al contrario de lo dispuesto absurdamente en dicho artículo- es
el que sí, admitan la prueba en contrario, salvo en los casos que aquellas
establezcan explícitamente una presunción “iuris et de iure". Por ello, - reitero- que
el parágrafo comentado debiera formularse en sentido que “Las presunciones
establecidas por leyes tributarias admiten prueba en contrario, salvo en los casos
en que éstas no lo admitan expresamente”.
293
NAVARRINI - ASOREY, "Presunciones y ficciones en el Derecho tributario. Doctrina, legislación
y jurisprudencia", Depalma 1985, Bs.As.
sería que la ley penal presuma que todos los encausados según el sumario criminal
son culpables salvo que la propia ley determine en qué casos pueden aportar
prueba de su inocencia.
a) En el IVA, el numeral 2 del art. 160 del CTB clasifica la no emisión de factura,
nota fiscal o documento equivalente, como contravención, no obstante, la Ley 843
en el art. 12 y el D.S. reglamentario 21530 la tipifican contradictoriamente, como
delito de defraudación tributaria; (Ver D.S. 27190).
j) En el ICE. Los arts. 80 de la Ley 843 y el art. 82 del D.S. 24053, establecen
explícitamente una presunción “iurís et de iure" de que constituyen venta toda salida
de fábrica o de depósito fiscal de los productos gravados; dicha presunción es
extensiva lógicamente en el art. 83 cuando las ventas se efectúen por intermedio de
determinadas personas o sociedades. Asimismo, el art. 5 del Rgto. presumiendo sin
admitir prueba en contrario, una deducción del 10% por roturas y pérdidas por
manipuleo en el proceso de producción). Obviamente, el resto de las normas
tributarias previstas en dicha Ley y sus reglamentos que tienen relación con
situaciones y actos asimismo imperativos en las relaciones entre Fisco y
contribuyentes, son susceptibles de presunciones relativas que admiten pruebas
iurís tantum en cuanto a su realización o no.
294
DUSI en “Instituciones” t. I. pág. 186, las define como “El juicio lógico por el cual, argumentando
según el vínculo de causalidad, que liga unos con otros los acaecimientos naturales y humanos,
podemos inducir la subsistencia o el modo de ser de un determinado hecho que nos es
desconocido, en consecuencia, de otro hecho o hechos que nos son conocidos”.
convicción, según la naturaleza del juicio, de conformidad con las reglas de la sana
crítica"295
Entre las disposiciones arbitrarias del art. 70 podemos mencionar la del numeral
5 que exige demostrar la procedencia y cuantía de los créditos impositivos que
el contribuyente considere le correspondan, aunque los mismos se refieran a
períodos fiscales prescritos, desconociéndose así, la eficacia extintiva de la
prescripción; la salvedad del propio artículo de que en este caso, la Administración
no podrá determinar deudas tributarias que oportunamente no las hubiere
determinado y cobrado, es irrelevante para el contribuyente por haberse operado la
prescripción a todos los efectos tributarios. El efecto extintivo que tiene el término
prescriptorio previsto en el art. 59 alcanza no solo a la obligación de dar sino a
cualesquiera otros deberes formales vinculados al tiempo en el que se produjo el
hecho generador. Otra arbitrariedad, la del numeral 8 que exige que en tanto no
prescriba el tributo incluso la ampliación del plazo, hasta siete años
conservaren el domicilio tributario los libros de contabilidad, registros
especiales, declaraciones, comprobantes, información computarizada y
documentos de respaldo de sus actividades, etc., constituye un abuso de
autoridad. La ampliación del término de prescripción de cuatro años a siete es
aplicable de acuerdo al art. 59 solamente a sujetos pasivos o responsables que no
han cumplido con la obligación expresa de inscribirse en los registros
correspondientes o lo hicieran en un régimen tributario que no les corresponda.
295
Ob. cit. pág. 95a y sgts
296
PEIRANO FACIO, “Estudios en memoria de Ramón Valdés Costa", t. II, editado por la Fundación
de Cultura Universitaria del Uruguay.
297
RODRÍGUEZ VILLALBA G., “La consulta tributaria” en Revista tributaria.
cuanto tema tributario sea posible, que, en este capítulo, se trata de la consulta
tributaria298.
8.2.1 Legitimidad (art. 115). “I. Quien tuviera un interés personal y directo
podrá consultar sobre la aplicación y alcance de la disposición normativa
correspondiente a una situación de hecho concreta, siempre que se trate de
temas tributarios confusos y/o controvertibles”. Se reconoce así, la legitimidad
para consultar sólo a las personas que acrediten interés “personal” y “directo”; es
decir, que interesado es únicamente el obligado al pago de un tributo fuere una
persona natural o una persona jurídica. Sin embargo, tal limitación es
injustificadamente restrictiva, al contrario de otras legislaciones que reconocen un
interés legítimo a personas que sin ser contribuyentes, sus consultas versen sobre
la aplicación de una ley impositiva a una actividad económica concreta, pero
eventual que les interesa realizar en un futuro próximo (Piénsese p.ej., en aquellas
empresas inversionistas extranjeras interesadas en realizar en el país determinadas
actividades sobre cuyo tratamiento tributario requieren aclaraciones y certidumbre).
La RND citada añade en su inc. d) del art. 1 que también está habilitado quien
tenga un interés legítimo, interpretando con buen criterio, que el derecho a la
consulta no está limitado al sujeto obligado a pagar el tributo, sino que incluye a
cualquier persona que deba cumplir otros deberes formales.
300
Costa Rica (art. 114), Ecuador (art. 129), Guatemala (art. 102) Paraguay (art. 241), República
Dominicana (art. 39) Uruguay (art. 71), Venezuela (art. 157).
procedimientos para la presentación, admisión y respuesta a las consultas.
Ante esta disposición tan insólita de imprevistos y futuros requisitos en cascada,
exigidos por distintas Administraciones, que sólo pueden provocar una disparidad
de exigencias formales, es aconsejable que el consultante tome en cuenta la RND
que “reglamenta” el D.S. 27310 que, a su vez, es reglamentario del CTB, así como
la diversidad de requisitos y procedimientos según fuere la Administración ante la
que se formule la consulta.
Nada dice el texto vigente sobre si transcurridos los sesenta días para absolverla,
la Administración no se pronunciare dando lugar a la aplicación del silencio negativo,
impropio en la materia tributaria. VALDÉS COSTA con el rigor lógico que lo
caracterizaba, la doctrina avalada por los juristas más renombrados y el derecho
tributario positivo de nuestro tiempo, consideran como axioma incuestionable que el
mandato legal que pesa sobre la Administración de pronunciarse frente a una
consulta, es incompatible con el silencio de aquélla.
Se suprimen los artículos del abrogado que preveían, que si con posterioridad al
vencimiento de los plazos previstos, se reiterase la consulta, y, aun así, si ésta no
era absuelta por la Administración en los plazos establecidos, se entendía aceptada
provisionalmente la interpretación del consultante debiendo éste elevar, un
memorial al Ministerio de Hacienda, con copia textual de la conducta reiterada. Es
más; el Ministerio de Hacienda debía pronunciarse dentro de treinta días, bajo
alternativa de dar por definitiva la aceptación provisional de la interpretación del
consultante, aplicando al mismo tiempo sanciones a los funcionarios de la
Administración consultada.
301
Resolución de las “VII Jornadas Luso-Hispano-Americanas", Pamplona, 1976.
302
La legislación de Ecuador es la única que admite esta clase de consultas.
doctrina “considera la respuesta a la consulta como una “opinión técnica" de la
Administración que por no causar agravio ni lesionar derecho alguno del consultante
ni ser de cumplimiento obligatorio para éste, es sólo un “acto preparatorio" de una
eventual determinación mediante un acto administrativo que sí, puede ser
posteriormente objeto de interposición de demanda o recursos administrativos o
judiciales"303. Esta es la solución que adopta el CTB.
Otra posición doctrinal recogida por la legislación de varios países304 hizo que se
regule expresamente, que las resoluciones sobre consultas tributarias son
susceptibles de ser recurridas directamente en la vía administrativa o en el
contencioso tributario. El argumento invocado por quienes asumen este punto de
vista, es que la consulta es un verdadero acto administrativo que se pronuncia sobre
la aplicación de la norma tributaria a una situación concreta e incide directamente
en los derechos del contribuyente; y consecuentemente, al obligar legalmente a la
Administración a emitir su criterio legal, sobre cuál debe ser el tratamiento impositivo
a la cuestión consultada, para después impugnar el acto por el cual se aplica el
criterio de la propia Administración mediante una Resolución Determinativa,
significa desconocer el efecto jurídico y finalidades propios de la consulta.
Concluyen los tratadistas citados en que “...la sana crítica no consiste en una
valoración arbitraria y discrecional sino en su aplicación lógica y racional
apartándose de todo dogmatismo".
305
J- M. MARTÍN- RODRÍGUEZ USÉ, “Derecho tributario procesal” pág. 173, Edit. Depalma, Buenos
Aires 1987.
Para rematar el enfoque de este tema, reproduzco los conceptos vertidos por el
profesor JARACH en la sesión plenaria sobre el tema III (La prueba en el proceso
tributario) de las IV JORNADAS LATINOAMERICANAS DE DERECHO
TRIBUTARIO celebradas en Buenos Aires (1964), resumiendo sus palabras y
pensamiento cuando decía, que precisamente, el derecho tributario, al adoptar el
principio de que en los procedimientos administrativos y jurisdiccionales, el fin
fundamental radica en establecer la existencia o no de la obligación crediticia, este
derecho *impone al contribuyente el cumplimiento de los denominados deberes
formales que de por sí, significa que se ha trasladado a su persona la carga de la
prueba, que en principio, en orden al derecho de exigir el crédito, debería incumbir
a la Administración pública306. En otras palabras, el contribuyente está obligado a
cumplir todos los deberes formales a que se refiere el art. 70 del CTB y los que
exijan las leyes especiales, de forma que tal obligación se asemejarla a la de aportar
pruebas que acrediten la veracidad de su liquidación y de los hechos imponibles por
él declarados.
306
“IV JORNADAS LATINOAMERICANAS DE DERECHO TRIBUTARIO”, pág. 470. Edic.
Contabilidad moderna, Buenos Aires, 1966.
Otra consideración acerca del procedimiento administrativo tiene relación con la
publicidad del mismo. Los propios contribuyentes, sus representantes y abogados
gozan del derecho de intervenir y conocer el curso de todas las diligencias y
actuaciones de la Administración. Este derecho, reconocido expresamente, tiene
como finalidad garantizar la defensa del contribuyente contra la arbitrariedad de los
funcionarios. En nuestro sistema, como el procedimiento ante la administración
tributaria se caracteriza por la primacía del principio de la escritura, la seguridad del
contribuyente en lo que hace al “debido proceso legal”307 u oportunidad de aquél a
ofrecer sus pruebas de descargo, excepciones o alegatos, está garantizada por la
apertura de un expediente en el que obran todas las diligencias y actuaciones de la
Administración (notificaciones, providencias, requerimientos, etc.). Por otro lado,
armonizando el derecho de acceso a las actuaciones reconocido en el art. 75 del
CTB con el principio de confidencialidad a que hacen referencia -repetitivamente los
arts. 67 y numeral 4 del 68o- es que los procesos administrativos de determinación
de tributos y los sumarios por delitos o contravenciones, sólo deben ser conocidos
por el contribuyente, sus representantes y los abogados patrocinadores de las
causas. Se excluye, consiguientemente, la publicidad general respetándose la
privacidad de los involucrados en dichos procesos.
La comparecencia. Sobre este punto el CTB suprimió las pocas reglas que
a)
establecía el abrogado; generalmente, la comparecencia del contribuyente ante la
Administración responde a una citación o convocatoria de ésta, aunque tampoco es
infrecuente que sea aquél quien ponga en marcha un trámite administrativo
haciendo uso de un derecho de petición, reclamación o de impugnación a un acto
del órgano recaudador. En cualesquiera de ambos casos, la tramitación requiere de
la comparecencia del contribuyente o de su representante legal. Si una persona no
compareciere habiendo sido citada legalmente, nada se dice sobre si la
Administración podrá seguir el procedimiento en rebeldía. La comparecencia del
contribuyente obliga, además, a cumplir con otro requisito: indicar -o según la
terminología legal- “constituir domicilio" en el primer escrito siempre que no tuviere
domicilio fiscal registrado en el lugar donde opera la Administración.
307
El “due process of law” contenido en la V Enmienda a la Constitución norteamericana de 1791 y
que expresa que “Nadie será privado de su vida, libertad o propiedad sin el debido proceso legal",
ha sido recogido por casi todas las leyes fundamentales o constitucionales. En la Constitución
boliviana, se lo encuentra en el art. 16: “El derecho de defensa de la persona en juicio es inviolable.
Nadie puede ser condenado a pena alguna sin haber sido oído y juzgado previamente en proceso
legal…” Para COUTURE, el “debido proceso legal", es algo más que la simple garantía de un
proceso; es la garantía misma del Derecho “...ya que garantiza la opción y probabilidad de
demostrar sobre la verdad de su pretensión.
b) El acto de notificación. La notificación administrativa al igual que la procesal,
no es un acto-independiente sino derivado de otro destinado a comunicar al
contribuyente los actos y resoluciones de la Administración (audiatur et altera pars)
y su especial importancia reside en que dicho acto constituye la referencia para
iniciar el cómputo del tiempo para realizar ciertos actos como la impugnación o
interposición de recursos. El CTB (art. 83) enumera siete formas de notificación que
no merecen mayor comentario por ser similares a las conocidas en la práctica
forense. De todo lo dicho hasta ahora en cuanto a la gestión y aplicación de los
tributos conviene recapitular lo siguiente:
308
Como se sabe, la doctrina de las prerrogativas nace de la consideración de la Administración
como autoridad jurídica y sirvió de fundamento a la construcción científica del Derecho
administrativo francés o "Régimen Administrativo” que se impuso luego en varios países europeos
y americanos frente al "Rule of Law” del Derecho anglosajón. Al emanar un acto administrativo, se
presume válido mientras no se pruebe lo contrario. Además, la Administración puede ejecutar el
acto administrativo por medio de sus propios agentes sin necesidad de recurrir a la autoridad
judicial. Esto hace posible que, ante la omisión en el pago de un tributo o multa, el órgano tributario
ponga en marcha el “apremio administrativo” que es un procedimiento similar del civil ejecutivo,
pero sin intervención judicial.
Que, en nuestro régimen tributario administrativo, la liquidación es el resultado
de los cargos o reparos practicados por el auditor o inspector y es en base a tal
liquidación que se elabora la Vista de Cargo, documento -en el que a su vez- se
basa la Resolución Determinativa como acto final del Fisco en el que se invoca un
derecho de crédito frente al sujeto pasivo de la obligación, “siempre que cumpla con
los requisitos mínimos exigidos por el art. 99 cuyo contenido será expresamente
desarrollado en la reglamentación que al efecto se dicte... mandato
frecuentemente incumplido hasta la fecha. Es en el art. 99 que se aprecia -como en
varios otros- la vocación o tendencia fiscalista del nuevo CTB al eliminar ciertos
requisitos de carácter sustantivo que el texto abrogado incluía y que de ninguna
manera deben obviarse en una Resolución Determinativa a riesgo de ser
susceptibles de una acción de nulidad. Se eliminaron los siguientes requisitos,
hecho que significa un atentado a la seguridad jurídica:
309
P.ej., el penalista español JIMÉNEZ DE ASÚA, exiliado durante la dictadura de Franco y acogido
en Bolivia, ejerció algún tiempo la cátedra de derecho penal en la Universidad Mayor de San Andrés
de La Paz.
como por la mayoría de los tributaristas de nuestro tiempo, entre los cuales
podemos mencionar a TESORO310, SAINZ DE BUJANDA311, BARRERA DE IRIMO,
CORTES ROSA en Portugal. Y entre los latinoamericanos JARACH en Argentina,
y MARGARITA LOLEMÍ CEREZO312 y HERNÁNDEZ ESPARZA en México313.
Partiendo de las ideas de JARACH, quien, según sus propias palabras, se apoya
en las construcciones modernas del derecho penal y en la tradicional doctrina
penalista argentina, el ilícito tributario es cualquier infracción a la ley tributaria que
sea castigada con una pena; existe o se aplica una pena, cuando la sanción prevista
para esa infracción, es algo más que el simple resarcimiento del daño o la simple
coacción al cumplimiento de la obligación tributaria. En su razonamiento, JARACH
decía que: “No es el ilícito el que caracteriza la pena, sino que es la pena la que
caracteriza el ilícito, en el sentido de que no hay ilícitos que por su propio contenido
sean penales, sino que hay ilícitos tributarios que por estar sancionados con una
pena, son ilícitos penales -aclarando luego- “...que existen otros ilícitos
contravencionales también tributarios que no son sancionados con penas y que
integran categorías de ilícitos civiles o administrativos".
La tributarista uruguaya ADDY MAZZ, disiente con la afirmación de JARACH
quien decía “...es la pena que caracteriza al ilícito” y considera errónea toda
distinción de las infracciones o ilícitos tributarios dependiendo de la pena que se les
aplique. Razona la estudiosa del derecho tributario en sentido que “la sanción no
pertenece a la esencia del hecho, sino que es algo exterior a éste, ya que pueden
existir contravenciones castigadas con penas privativas de libertad y delitos
sancionados con multas leves"314.
Evidentemente que una mirada al proceso histórico de formación del derecho
penal, nos demuestra que esta disciplina jurídica ha ido incorporando
paulatinamente en los códigos penales de todos los países, normas sancionatorias
que desde tiempos antiguos formaban parte de los diferentes ordenamientos
jurídicos sobre las personas, el patrimonio, los bienes del Estado y los bienes
comunes o sociales. Este proceso de integración no se ha completado totalmente,
es por ello -decía JARACH- que aún subsisten, dentro de cada rama del derecho,
normas penales que no siempre se han incorporado al derecho penal, o más
propiamente, al Código Penal.
Un ejemplo lo hallamos en el art. 1009 de nuestro Código Civil, en el cual -entre
otros casos similares- se dispone: “...la exclusión de sucesión por indignidad del
heredero que fuere condenado por haber dado voluntariamente muerte o
310
“Principios de derecho tributario". Bari, 1938.
311
“Notas sobre la naturaleza jurídica de la infracción tributaria”. IX Semana de Estudios de Derecho
Financiero”, Madrid, 1961. También puede verse “En torno al concepto y contenido del Derecho
penal tributario”, I Jornadas Luso-hispanoamericanas, transcrito en “Hacienda y Derecho", t. V.
Madrid, 1967.
312
“El poder sancionador de la Administración pública en materia fiscal”. Cía. Edit. Continental S. A.
México, 1961.
313
“El delito de defraudación fiscal", Edic. Botas, México, 1962.
314
ADDY MAZZ, ‘Curso de Derecho Financiero y Finanzas”. 1.1. vol.2 pág. 223,3* edición.
intentado matar al de cujus, a su cónyuge, ascendientes o descendientes o a
uno cualquiera de sus hermanos o sobrinos consanguíneos”.
En resumen, concluye JARACH, el derecho sancionatorio tributario, tendría una
naturaleza penal con cierto matiz de especialidad, justificada por el hecho de que,
en la mayoría de las legislaciones, la tipificación y las sanciones por infracciones
tributarias no se recogen en los códigos penales, sino en normas especiales
(códigos tributarios) y es por ello, que “el derecho tributario penal, es derecho penal
que no se ha separado todavía del derecho tributario”315.
En este punto conviene recordar que los tratadistas de derecho penal, a tiempo
de fijar el concepto y contenido de esta disciplina jurídica, suelen distinguir entre
aquellos actos o hechos de carácter punitivo que no son, en rigor, derecho penal;
es el caso del derecho disciplinario en el seno de instituciones privadas, y cuyo
ámbito de aplicación se reduce al mundo civil, doméstico, escolar, estatutario o
corporativo. Con esta distinción, se quiere diferenciar “a priorí”, cuáles hechos son
ilícitos civiles y cuáles otros son ilícitos propiamente penales, diciéndose que los
primeros están sancionados con medidas de carácter privado (indemnizaciones
pecuniarias por daño a las personas, nulidad de actos civiles, expulsión del escolar
o del alumno de la entidad académica, y del socio o miembro de la institución por
mala conducta, etc., mientras que los segundos son sancionados con medidas
propiamente penales, es decir, más aflictivas (prisión, inhabilitación para ejercer
cargos públicos, multas sobre el monto del impuesto defraudado, comisos,
inhabilitación para ejercer el comercio por cierto tiempo, cancelación en registros
públicos y otras). Acotado entonces el concepto de ilícito penal por los tratadistas
del derecho penal, los sustentadores de las doctrinas penalistas del ilícito tributario
justifican su posición con los siguientes argumentos:
1o) Que hay una identidad sustancial entre el ilícito penal y el ilícito tributario,
cuando éste se tipifica como tal en el Código Tributario y en leyes tributarias
especiales, o cuando también aparece tipificado en el Código Penal 316
2o) Que, frente a la infracción cometida, tanto en el ilícito penal común como en
el ilícito tributario, la sanción tiene la misma función de intimidación (prevención
general), y de represión (prevención especial).
3o) Que finalmente, es cuestión de oportunidad y valoración del legislador, la
“criminalización” o “descriminalización” de las infracciones tributarias, y nada impide
que éste tipifique un día como ilícito penal lo que antes era considerado un ilícito
administrativo o viceversa317.
318
SAINZ DE BUJANDA, “Hacienda y Derecho”, t. 2. Pág. 213.
319
La mejor referencia que se puede obtener sobre la exposición de las ideas de SÁINZ DE
BUJANDA sobre la naturaleza del ilícito tributario, está en la lectura del Apéndice II “En tomo al
concepto y al contenido del derecho penal tributario”, en Hacienda y Derecho, t. V.
punitiva; con ellas, se “castiga” la conducta del contribuyente. Son sanciones
(prisión, multa, comiso, etc.), que constituyen verdaderas “penas”.
Como corolario de la exposición de SAINZ DE BUJANDA, las conclusiones de
dichas Jornadas de Curia, redactadas por un Comité compuesto por los profesores
VALDES COSTA (Uruguay), CAETANO Y RODRIGUEZ QUEIRO (Portugal), el
propio SAINZ DE BUJANDA, MARTIN OVIEDO (España) y CORTES ROSA
(Portugal), fueron las siguientes:
“1a. Son infracciones tributarias cuantas modalidades de comportamiento de los
sujetos pasivos de la tributación conducen, por acción u omisión, a transgredir las
normas jurídicas de las que derivan obligaciones sustantivas de realizar
prestaciones tributarías, o deberes formales de colaboración con la Administración
financiera para dar efectividad a los créditos fiscales.
“2a. En el ordenamiento jurídico existe un repertorio de sanciones que se dirigen
a destruir los efectos nocivos de las infracciones. Abandonando las que tienen por
objeto compeler al deudor a cumplir la prestación debida, o el deber omitido, o a
decretar a favor del Fisco acreedor pagos indemnizatorios por los daños sufridos,
estas conclusiones se refieren exclusivamente a las sanciones penales destinadas
a punir y a prevenir, especial o genéricamente, la infracción de la norma.
“3a. Con las premisas lógicas antedichas, es posible, en el plano doctrinal,
considerar que son penas fiscales cuantas sanciones tipifica el ordenamiento para
punir y prevenir la transgresión de las normas reguladoras de la tributación, tanto si
dichas sanciones aparecen formalmente' insertas en leyes tributarias como si están
reguladas en los códigos penales.
“4a. En sentido amplio, puede emplearse la denominación de derecho penal
tributario para aludir al cuerpo de normas y de principios que regulan las sanciones
tributarias de carácter punitivo o preventivo, con independencia del texto legal en
que aparezcan insertas. No obstante, se juzga útil, por efectos didácticos y
orientadores, hacer referencia al derecho tributario penal para designar
exclusivamente aquella parte del derecho penal tributario integrada por los ilícitos y
las sanciones tipificados en las leyes tributarias y no en las que el propio
ordenamiento jurídico califica como penales.
5a Se comprueba la existencia de una identidad sustancial entre las infracciones
y las penas reguladas en el Código Penal y las tipificadas por las leyes tributarias.
No obstante, se reconoce, asimismo, la existencia de diferencias notables en su
respectivo régimen legal de aplicación, en cuanto las primeras deben ser siempre
aplicadas por la autoridad judicial, en mérito al principio “nulla poena sine iudicio” y
las segundas pueden ser impuestas por la Administración, mediante procedimientos
legales administrativos especiales.
6a Formuladas las anteriores diferencias y matizaciones, en cuanto se refiere al
concepto y a las clases de las infracciones, se estima que todas aquellas que
ofrecen naturaleza punitiva, tanto si se aplican inmediatamente por la
Administración, como si se aplican por los órganos judiciales, deben inspirarse
básicamente en los principios de tipicidad, antijuridicidad, y culpabilidad elaborados
en el seno de la dogmática jurídico-penal.
7a Analizando con particular detenimiento el elemento de culpabilidad, se estima
que ella constituye, en todo caso, una nota definitoria de la infracción a la que se
asocia una sanción punitiva. No es aconsejable la formulación de presunciones
legales con carácter excepcional. Se reputa, no obstante, posible, e incluso
necesario que se formulen presunciones legales respecto a determinadas
infracciones, sin que en ningún caso se elimine la posibilidad de prueba en contrario
por el contribuyente.
8a En las infracciones tributarias que se agotan en la mera inobservancia de un
deber, con independencia de cualquier evento, el dolo o la negligencia se refieren
exclusivamente a aquella inobservancia.
9a Puede haber negligencia punible incluso en el supuesto de que el agente, al
cometer la infracción, no sabe que la está cometiendo; No obstante, la negligencia
debe ser apreciada en función de las posibilidades concretas de que el inculpado
dispuso para evitar la infracción que le sea imputada".
Doctrinas administrativistas. Para otro sector de la doctrina -originada en
1.2.
Alemania y guiada principalmente por JAMES GOLDSCHMIDT- hay que distinguir,
por un lado, entre un orden jurídico que tutela y protege los derechos de los
individuos, y por otro, el orden administrativo, que tutela el orden de la sociedad
organizada colectivamente o el bien común; la tesis de los administrativistas es que
hay dos clases de ilícitos: los que atentan directamente a los derechos individuales
y; los que vulneran las normas que rigen el orden social. Por tanto, el ilícito tributario
es de naturaleza administrativa, ya que el bien jurídico tutelado es el bien común de
la sociedad organizada administrativamente. El ataque a este bien jurídico con la
consiguiente violación de la ley tributaria, representa el quebrantamiento del orden
administrativo del Estado; sin embargo, los seguidores de la tesis administrativista,
no han podido menos que reconocer en este punto, la presencia de problemas de
“lege ferenda”320, en sentido de admitir la posibilidad legítima del legislador, de
criminalizar algunas infracciones de los contribuyentes que constituyan un daño
económico altamente significativo para el Estado, aunque manteniendo siempre su
posición contraria a la aplicación de sanciones penales.
320
Al tratar cualesquiera temas jurídicos, particularmente las leyes que integran el derecho positivo,
es importante considerar el contenido y alcance de una norma jurídica en concreto; lo que en latín
se llama (“lege data”), es decir, lo que la ley escrita es, o dice, en oposición a lo que creemos que
debiera ser o decir (lege ferenda). GARCÍA MULLIN, al tratar esta cuestión, llamaba la atención
sobre la confusión en que puede incurrir un tratadista o autor, cuando al comentar un norma jurídica
introduce argumentos y razonamientos de “lege ferenda’; llevando el tema al campo tributario;
decía el estudioso uruguayo, que el doctrinario ve las cosas con mayor conocimiento técnico y
conocimiento jurídico que el legislador, pero éste apreciará mejor que el doctrinario, las condiciones
políticas y sociológicas que permitan aplicar o no, un determinado impuesto a los ciudadanos.
H. VILLEGAS es uno de los tratadistas más representativos de esta dirección, al
sustentar que existe una diferencia cualitativa entre delito y contravención. Dice el
profesor de la Universidad de Córdoba:
“El delito es la infracción que ataca directa y de forma inmediata la seguridad de
los derechos naturales y sociales de los individuos correspondiendo su estudio al
derecho penal común”. En cuanto al ataque a los derechos naturales, como ser las
agresiones que culminan con la muerte de las personas o su integridad física, y las
que atentan contra la propiedad, etc., las sanciones no pueden ser menos que de
carácter penal. Lo mismo ocurre, cuando el ataque violenta los derechos sociales
de los miembros de la comunidad tutelados por el ordenamiento jurídico penal del
Estado, como p.ej., los delitos contra la seguridad del Estado, contra la fe pública,
falsificación de moneda, alteración de datos en registros públicos, el desacato a las
autoridades constituidas, y todas aquellas conductas tipificadas en el Código Penal
boliviano.
La contravención -por el contrario, argumenta VILLEGAS- es una falta de
colaboración u omisión de ayuda al Estado, en cuyo campo los derechos del
individuo no están en juego de manera directa e inmediata sino de forma mediata.
El objeto que se protege contravencionalmente, no está representado por los
individuos ni por sus derechos naturales o sociales en sí, sino por la acción estatal
en todo el campo de la Administración pública.
El corolario de lo afirmado precedentemente, lo hallamos en el propio VILLEGAS,
cuando estima que la infracción tributaria no es una conducta que ataca
directamente los derechos de los ciudadanos, sino que, al omitir éstos
injustificadamente, los tributos requeridos por el Estado para cumplir con la
prestación de innumerables servicios que la sociedad necesita, se está incurriendo
en actos contravencionales ilícitos, que impiden o dificultan la función financiera del
Estado, pero que no tienen naturaleza delictual321.
La teoría del derecho penal contravencional o administrativo, que he perfilado
muy brevemente, ha sido defendida en España por QUINTANO RIPOLLÉS322 y
ALVAREZ JARDÍN,323 quienes participan de la posición que el ilícito tributario, por
constituir un ilícito administrativo y no penal, debe ser sancionado por los tribunales
de lo contencioso-administrativo.
321
VILLEGAS, “Curso de finanzas, derecho financiero y tributario", págs. 529 a 533. En la República
Argentina, la Ley 24.769 sustituyó la ley 23.771, modificando sustantivamente esta última, al
tipificar distintos ilícitos tributarios como delitos dolosos sancionables con penas de prisión, y
mantener la categoría de contravenciones fiscales prevista en el régimen general tributario
nacional regulado por la Ley 11.683. Se estableció así, simultáneamente, un derecho penal
tributario delictual, y un derecho penal contravencional, pudiéndose aplicar a ambos las
instituciones previstas en la ley penal. Este cambio, en el derecho positivo argentino, es un ejemplo
más, de la tendencia predominante en la legislación de los países de criminalizar algunos tipos de
ilícitos fiscales, como medio de combatir prácticas evasivas o defraudatorias.
322
“Naturaleza y calificación de la infracción tributaria". X Semana de Estudios de derecho financiero,
Madrid, 1962.
323
“Nota sobre la naturaleza de la infracción tributaria”. X Semana de Estudios...
1.3. Posiciones dualistas. Como frecuentemente ha sucedido y aún sucede en
nuestros días, ocurre que, en el desarrollo doctrinal de las disciplinas jurídicas,
estudiosos y doctrinarios del derecho tributario, todos ellos juristas, también
profundamente conocedores de otras ramas del derecho, emprenden la tarea de
crear terceras posiciones. Surgen así las posiciones dualistas, que se inclinan por
aceptar la posibilidad que determinadas infracciones tributarias, además de estar
tipificadas como ilícitos administrativos, pueden por decisión del legislador,
constituir un ilícito penal (delito). La consecuencia lógica de esta premisa, será la
existencia de sanciones penales, por un lado, y civiles o administrativas por otro; las
primeras, aplicables a los delitos y contravenciones tributarias tipificadas y penadas
por el Código Penal, y las segundas, a infracciones de menor gravedad
generalmente sancionadas con penas pecuniarias o típicamente administrativas
(suspensión de licencias, clausuras, etc.).
1.4. Doctrinas autonomistas. Así se llaman aquellas posiciones doctrinales que
proclaman y defienden el carácter unitario del ilícito tributario, exigiendo su estudio
y tratamiento jurídico dentro del propio derecho tributario. Ha sido GIULIANI
FONROUGE, quien partiendo de la tesis de que las sanciones fiscales derivan del
propio poder tributario del Estado, sostuvo que dichas sanciones no pertenecen al
derecho penal común, ni al derecho administrativo o al derecho económico, ni
tampoco al derecho penal administrativo, ni que deban constituir una disciplina,
como sería un derecho penal tributario sino que las sanciones fiscales, constituyen
un capítulo del derecho tributario, disciplina ésta que integra el derecho
financiero”324.
Puntualizando algo más respecto al rechazo de los partidarios de las doctrinas
autonomistas al encasillamiento científico del ilícito tributario en el derecho penal y
en el derecho administrativo, es necesario decir que FONROUGE y otros autores,
fundamentan su posición autonomista en la imposibilidad de aplicar totalmente al
fenómeno del ilícito tributario las notas características y propias del ilícito penal,
afirmando que si bien algunas de estas notas conservan sustancialmente su
vigencia en el ilícito tributario, hay otras, como la de la culpabilidad, que tiene una
escasa valoración de la persona del infractor, por la dificultad de probar su
intencionalidad en la comisión u omisión en un ilícito tributario. Por esto, las
posiciones autonomistas (objetivistas), afirman que en el ilícito fiscal no se puede
indagar sobre la intencionalidad del sujeto infractor, porque ello conduciría -dicen-
a que la Administración se enfrente a valorar situaciones que en cada caso,
provocarían dificultades insalvables respecto a la prueba; infracciones como el
contrabando, la omisión del impuesto por parte del agente de retención y, la omisión
de otorgar facturas fiscales en ocasión de la venta de mercaderías, constituyen
ilícitos tributarios de realización objetiva, y ante su materialización evidente, está por
demás -reiteran- el tratar de averiguar sobre los propósitos e intenciones íntimas del
sujeto pasivo en relación a los hechos.
Sin embargo, tenemos que convenir que la nota de la culpabilidad en la comisión
u omisión de las infracciones tributarias, y su admisión como un elemento de
324
FONROUGE, “Derecho financiero”, t. 2. pág. 636.
imputabilidad del acto, ha recorrido una evolución dentro del propio derecho
tributario, a partir del concepto estrictamente objetivo de la infracción, hasta valorar
el elemento subjetivo de la culpabilidad del acto y aplicarlo, con rango de principio
jurídico, en todos los casos de infracciones tributarias incluidas las culposas por
razón de negligencia, impericia, imprudencia o violación directa y llana a las leyes
tributarias. Así ocurrió al promulgarse el primer CTB cuyo art. 71 disponía:
“Los delitos y contravenciones tributarias para su constitución requieren la
presencia de dolo o culpa. Las presunciones establecidas al respecto en este
Código o en leyes especiales admiten prueba en contrario y presuponen el
conocimiento por parte del imputado de los hechos que le sirven de base”.
El nuevo CTB (Ley 2492), suprimió por razones incomprensibles, el artículo
citado, cuyo contenido normativo resumía también los siguientes principios
jurídicos: primero, que el infractor sea evidentemente culpable por haber actuado
con dolo o culpa; segundo, que la carga de la prueba pertenece al Fisco (salvo que
las leyes impositivas específicas, establecieran infracciones claramente objetivas).
En lo que se refería a la carga de la prueba, el artículo suprimido seguía la solución
dada en la legislación comparada, en sentido que el objeto de la prueba no es probar
si hubo o no intención infraccional, es decir, penetrar y descubrir si en la mente o
psiquis del sujeto, nació esa intención, lo cual, como dijimos parágrafos
precedentes, constituye una prueba imposible de lograr. Lo que hay que entender
es que el dolo y la culpa -como sustentaban los redactores del MCTAL- son
conceptos jurídicos vinculados lógicamente a hechos objetivos, que de acuerdo a lo
que normalmente sucede en la sociedad, revelan conductas dolosas o culposas en
que incurren los contribuyentes.
Los mismos redactores del MCTAL, aclaraban que la prueba debe versar
únicamente respecto al hecho tipificado como infracción y no a los resultados
económicos que afecten al Fisco; un ejemplo sería el caso que, ante la
inobservancia del contribuyente de cumplir con ciertas obligaciones formales es
suficiente la comprobación del no cumplimiento, no importando si éste tuvo o no,
intención de perjudicar al Fisco.
Para finalizar con el examen de las doctrinas autonomistas, haré mención a otro
de los fundamentos, sobre los que sus seguidores basan su posición negativa a
aplicar a los ilícitos tributarios las notas y características propias del derecho penal;
dicho fundamento es el siguiente: si bien existen algunas notas características y
propias del derecho penal que son aplicables a los ilícitos tributarios, hay otras que
pueden estar ausentes a la hora de su aplicación en el derecho tributario, como
p.ej.:, el elemento de la tipicidad de la infracción, ya que, junto a las infracciones
fiscales específicas y claramente tipificadas en las leyes penales, existe una
infracción no tipificada y muy corriente en el mundo de los negocios mercantiles y
civiles: el fraude de ley. La pregunta es: ¿Además del comportamiento antijurídico,
cabe admitir la punibilidad no sólo de las conductas elusivas que no estén
expresamente tipificadas en las leyes tributarias, como p.ej., el sancionar
penalmente la figura del fraude de ley? Cualesquiera respuestas que se den a esta
pregunta, estarán condicionadas a las distintas concepciones que se tenga sobre el
derecho; así, p.ej., hay que recordar que las escuelas y doctrinas positivistas, en
aplicación del principio “nullum crimen sine lege”, niegan la posibilidad de castigar
penalmente las conductas infractoras que no estén expresamente tipificadas en las
leyes; las mismas escuelas rechazan la condena y penalización del fraude de ley,
con el argumento de que las partes son libres de elegir el negocio jurídico o la ley
que mejor convenga a sus intereses y, por sobre todo, porque esa condena
atentaría contra la seguridad jurídica.
Para el penalista germano BELING, la acción ha de ser típica y antijurídica
(contraria a derecho); para MEZGER, típicamente antijurídica, distinguiendo ésta
como injusto objetivo de la antijuridicidad del injusto típico. La acción será
antijurídica por contradecir las normas objetivas del derecho, pero ha de ser,
además, típicamente antijurídica, o sea, que ha de referirse al tipo descrito
concretamente por la ley en sus diversos artículos, y a cuya realización va ligada la
sanción penal.
La figura del “fraude de ley", que indiscutiblemente constituye un ilícito tributario
pero que no es sancionada penalmente, ha sido estudiada en el Capítulo IV relativo
a la Interpretación jurídica de las normas tributarias, y por esta razón, al no
constituir un ilícito propiamente penal, no es materia del presente capítulo. No
obstante, considerando que la doctrina en general, no es ajena a plantear la
vinculación que existe - dentro de la teoría de la interpretación de la ley tributaria-
del llamado; "fraude de ley” con el ilícito tributario no sancionado penalmente, creo
que es conveniente, a riesgo de reiterar algunas ideas que se expusieron en el
citado Capítulo, recalcar su trato especial por la doctrina en el campo del derecho
en general y del tributario en particular.
En el derecho moderno, los ordenamientos jurídicos se construyeran bajo la
perspectiva de integrar un sistema, que tiene por finalidad la- unidad conceptual y
lógica de las materias sujetas a regulación, y evitar así, contradicción en sus
normas. Para lograr este objetivo, es que los Tribunales Supremos de los países -
aún en los casos en los que la ley es muy clara- tienden a enriquecer sus sentencias
con otros datos o elementos de interpretación, como son la opinión de los autores,
la legislación comparada, la doctrina predominante, etc. Sin embargo, las leyes no
siempre se cumplen, siendo por el contrario objeto de transgresiones y maniobras
que tratan de impedir su correcta aplicación; el incumplimiento de las normas puede
ser directo (transgresión), o a través de medios lícitos; (indirecto), como es el
llamado fraude de ley.
2. FRAUDE DE LEY Y ECONOMÍA DE OPCIÓN. En realidad, la teoría del
fraude de ley (concilium fraudem), ya fue acuñada en el siglo XVII, evolucionando
hasta el concepto técnico moderno que tiene en nuestros días, es decir, como una
figura utilizada en el ordenamiento jurídico en general, y específicamente en el
derecho tributario. El fraude de ley no debe confundirse con otras figuras delictivas
(dolo, fraude de acreedores, simulación, abuso de derecho, etc.). La doctrina y la
jurisprudencia, han definido el concepto de fraude de ley, en sentido rigurosamente
técnico, como: “uno o varios actos productores de un resultado contrario a una ley,
que aparece amparado en otra disposición emitida (en realidad) con una finalidad
diferente325.
Los requisitos que tienen en cuenta los juristas y legislaciones para entender que
existe la figura del fraude de ley son: 1) Que el admitir la validez del acto suponga
la violación efectiva de la ley defraudada; 2) Que la ley en que se ampare el acto
(ley de cobertura), no tenga la finalidad de protegerlo; si la tuviere, no habría fraude
de ley, sino choque o colisión de leyes que habrá de dirimirse según su jerarquía326.
Por tanto, el fraude de ley no es defraudación en los alcances del derecho en
general, ni del derecho penal tributario en particular.
TARSITANO, al tratar el fraude de ley dice que éste “...constituye una categoría
tendiente a sancionar aquellas conductas que sin ejercer violencia en la naturaleza
y en la forma de los actos y negocios jurídicos que le sirven de apoyo terminan por
producir un resultado práctico contrarío a los fines que protege el derecho”327. El
tratadista que citamos, a tiempo de recordar que la noción de fraude de ley, de ser
creada en el derecho civil pasa al derecho tributario, nos dice que, en este ámbito,
dicha noción se vuelve más escurridiza.
La condena del fraude de ley. No obstante, lo dicho anteriormente no
2.1
significa aceptar el fraude de ley como medio de eludir la aplicación de la ley
tributaria, ya que debemos considerar, que al no ser requisito del fraude de ley la
intención del contribuyente de evadir la ley tributaria, lo que persigue la acción de
su condena, no es la intención de defraudar sino la inaplicabilidad de la ley de
cobertura y, consecuentemente, la sanción o efecto de dicha condena, no puede ir
más allá de la declaración de la nulidad y no aplicación de las penales, que la ley
tributaria específica previese en su caso. Al respecto, la LGT de España establecía
textualmente:
1. “Para evitar el fraude de ley se entenderá que no existe extensión del hecho
imponible cuando se graven hechos, actos o negocios jurídicos realizados con el
propósito de eludir el pago del tributo, amparándose en el texto de normas dictadas
con finalidad diferente, siempre que produzcan un resultado equivalente al
derivado del hecho imponible. El fraude de ley tributaría deberá ser declarado en
expediente especial en el cual se dé audiencia al interesado.
2. Los hechos, actos o negocios jurídicos ejecutados en fraude de ley tributaría
no impedirán la aplicación de la norma tributaría eludida ni darán lugar al
nacimiento de las ventajas fiscales que se pretendía obtener mediante ellos.
3. En las liquidaciones que se realicen como resultado del expediente especial
de fraude de ley, se aplicará la norma tributaria eludida y se liquidarán los intereses
325
De Castro, “Compendio de Derecho Civil”, pág. 104 y sgts. Instituto de Estudios Políticos, Madrid,
1957.
326
De Castro, ob. Cit. T.I. pág. 610.
327
TARSITANO, “Interpretación de la ley tributaria” en Tratado de tributación, t. I. vol. 1 Cap. V pág.
477-478.
de demora que correspondan, sin que a estos solos efectos proceda la imposición
de sanciones”.
EUSEBIO GONZÁLEZ y PÉREZ DE AYALA, después de prevenir en una de sus
obras328, sobre las dificultades metodológicas y conceptuales que plantea la
institución del fraude de ley, y no confundirla con la doctrina del abuso de derecho,
estos tratadistas, al estudiar y delimitar las notas del fraude de ley señalan las
siguientes:
“1a) Quien obra en fraude de ley no realiza el hecho imponible contemplado por
la norma; 2a) aun así, se llega a los mismos resultados económicos que la norma
tributaría se proponía gravar; 3a) bajo la anterior apariencia de legalidad subyace
una intención fraudulenta”. Esta última nota, destacada por ambos autores, contraria
a la no intencionalidad defraudatoria del contribuyente -que alguna doctrina y
legislación, le atribuyen como requisito- ponen de relieve el problema procesal de
establecer los aspectos subjetivos, que difícilmente conducen a la Administración
tributaria probar la existencia de intención maliciosa del contribuyente, concluyendo
los autores citados: "Desde nuestro punto de vista, y una vez reconducido el tema
de la infracción encubierta de las normas al fraude de ley, es preciso afirmar que
dentro de la concepción formalista del derecho no hay lugar para una teoría del
fraude a la ley tributaria".
3. EL ILÍCITO TRIBUTARIO EN LA LEGISLACIÓN BOLIVIANA.
3.1 Antecedentes. En nuestro país, las sanciones por infracciones a las leyes
tributarias, han tenido históricamente un acentuado carácter penal, no sólo por la
propia naturaleza de la sanción establecida en leyes específicas administrativas,
sino por la generalizada remisión al Código Penal como ordenamiento punitivo a
esas infracciones. El primer CTB seguía la orientación doctrinal del MCTAL, en
sentido que las infracciones y sanciones tributarias debían integrar un conjunto de
normas adscritas al derecho tributario y no al derecho penal común. Esa orientación
respondía a los siguientes principios jurídicos elaborados por la doctrina, y a
factores sociológicos, políticos y económicos, comunes a la mayoría de los países
latinoamericanos:
a) En cuanto a los principios jurídicos elaborados por la doctrina
tributaria, tenemos los siguientes:
1. El ineludible principio de legalidad establecido en el num. 6 del art. 4 o del
propio CTB. (Transgredido en el art. 151, al añadir que los delitos también pueden
“tipificarse” o ser previstos en disposiciones reglamentarias).
2. El principio del debido proceso y tutela judicial efectiva. La garantía
jurisdiccional a través de jueces especializados en materia tributaria e integrantes
de tribunales colegiados, (garantía venida a menos inicialmente con la supresión
328
GONZÁLEZ GARCÍA- PÉREZ DE AYALA “Curso de derecho tributario” 1.1, pág. 356 y sgts.
2a edic. Madrid, 1958.
del Tribunal Fiscal de la Nación, e inexistente desde la creación de Tribunales de
Sentencia compuesta por dos jueces técnicos,
“especializados" en materia tributaria y tres jueces ciudadanos profanos en ésta).
3. El requerimiento o existencia del elemento subjetivo que involucra que las
infracciones tributarias requieren la existencia de dolo o culpa. El concepto de culpa
comprende todas las formas reconocidas en el derecho común, tales como la
negligencia, impericia e imprudencia.
4. Excepto en el caso que la ley establezca infracciones objetivas, la carga de
la prueba corresponde al Fisco.
5. El principio de proporcionalidad y adecuación de la sanción respecto a la
infracción.
b) En cuanto a los factores sociológicos, políticos y económicos: En
aquellos países en los que el alto índice de analfabetismo, el bajísimo nivel de
ingreso per cápita de la mayoría de la población, la baja capacidad de ahorro aún
en sus clases medias urbanas, y la imposibilidad de impedir la creciente economía
informal, son factores que no permiten la aplicación de medidas represivas, de
carácter penal, a la evasión tributaria. Los redactores del MCTAL, valoraron
acertadamente la realidad que, en los países del área latinoamericana, las penas
privativas de libertad no tienen una aplicación efectiva en la población del universo
mayoritario de defraudadores, por las presiones políticas de grupos de poder,
debilidad de la justicia fiscal, e ineficacia de la administración tributaria. Por ello se
recomendaba, en cuanto a las sanciones, el que éstas fueren sólo pecuniarias o
limitadas a clausuras y suspensión temporal de actividades económicas,
reservándose las penas privativas de libertad y aquellas que afectan a derechos
ciudadanos, sólo para casos graves de defraudación y contrabando.
4. EL ILÍCITO TRIBUTARIO EN EL CÓDIGO PENAL. En la materia que
estamos tratando, la realidad legislativa boliviana nos ofrecía - como la cabeza de
Jano- dos rostros, ya que, además de las normas insuficientemente tipificadas como
delitos tributarios y sus sanciones en el CTB, el Código Penal boliviano tipificaba
indistinta como confusamente, la evasión, la defraudación y la elusión en los
siguientes términos: Art. 231. (‘‘Evasión de impuestos). El que obligado
legalmente o requerido para el pago de impuestos no los satisficiere u ocultare,
no declarare o disminuyere el valor real de sus bienes o ingresos con el fin de
eludir dicho pago o defraudar al Fisco, será sancionado con prestación de
trabajo de un mes a un año y multa de veinte a cincuenta días”. Ignoraron, los
redactores del citado Código Penal, que los cinco términos transcritos en cursiva,
tienen una conceptualización jurídica distinta en el derecho tributario.
Esta tipificación promiscuamente paralela del ilícito penal tributario, es una triste
prueba de la irresponsabilidad en la que suelen incurrir algunos proyectistas de
leyes y los legisladores llamados a aprobarlas, muy especialmente, cuando se trata
de sanciones aflictivas e irreparables, que tienen que ver con la privación de la
libertad e imposición de otras penas que no están en proporción al daño ocasionado
al Fisco, y que por otro lado, constituyen “leyes en blanco”, contradiciendo el
principio constitucional básico de legalidad; tal era el art. 231 del Código Penal y lo
es actualmente el 177 del CTB, que al tipificar el delito de defraudación tributaria,
constituye el paradigma de una imprecisa e irracional política represiva de
conductas delictivas tributarias, que comentamos más adelante.
Nota: El primero de estos artículos, ha sido en buena hora erradicado del Código
Penal, por la disposición final segunda de la Ley 2492 que textualmente dispone:
“Sustituyese el artículo 231 del Código Penal, por el siguiente texto: Son
delitos tributarios los tipificados en el Código Tributario y la Ley General de
Aduanas, los que serán sancionados y procesados conforme a lo dispuesto
por el Título IV del presente Código”.
La legislación comparada, nos demuestra que, en el caso de ramas jurídicas muy
vinculadas, como son el derecho penal tributario y el derecho penal común, pueden
existir diferencias en el tratamiento a determinadas conductas o institutos jurídicos;
así p.ej.: en relación a la reincidencia, los códigos penales adoptan la reincidencia
genérica (art. 41 del Código Penal), y algunos códigos tributarios la reincidencia
específica (art. 155 CTB). En cuanto al principio de personalidad previsto en el
Código Penal boliviano, el derecho penal tributario se aparta del mismo, imputando
responsabilidad a terceros y dependientes. Igualmente ocurre en ciertos casos con
la imputación de responsabilidad a las personas jurídicas.
5. LOS ILÍCITOS TRIBUTARIOS EN EL CTB VIGENTE. El comentario que se
hace de los ilícitos tributarios en el CTB vigente, es una tarea que la hacemos de
forma exegética, es decir, explicando y comentando sucesivamente, a partir del
Título IV, los siguientes artículos que requieran un análisis más detenido.
5.1. Art. 148 (Definición y clasificación). El artículo, al definir los ilícitos
tributarios como aquellas acciones u omisiones que violan normas tributarias
materiales o formales tipificadas y sancionadas en disposiciones legales, clasifica
dichos ilícitos en contravenciones y delitos. Etimológicamente, por contravención
se entiende, con carácter general, el obrar de una persona en contra de lo mandado.
Hemos dicho en el numeral 1.2. al mencionar las doctrinas administrativistas, que
la contravención tributaria consiste en una falta de colaboración u omisión de ayuda
de los ciudadanos a la acción financiera del Estado, omisión, que, a diferencia del
delito, no constituye un ataque directo e inmediato a los derechos individuales y
sociales de los ciudadanos. Añadimos en este punto que, para VILLEGAS es un
error fundar las diferencias entre contravenciones y delitos tributarios, en las
siguientes consideraciones:
a) En el elemento intencional, aseverando que las contravenciones son
simplemente culposas o responden a actitudes negligentes, en oposición a los
delitos que se caracterizan por ser conductas dolosas e intencionalmente
defraudatorias. (El argumento es sólido ya que se pueden dar contravenciones
dolosas y delitos culposos).
b) En basar la diferencia en la gravedad de la sanción, en cuanto a la cuantía o
a su cualidad represiva, como ser privación de libertad, prohibición de celebrar
contratos con el Estado, ejercicio de cargos públicos, etc., a diferencia de
contravenciones de menor importancia, p.ej., el incumplimiento a deberes formales.
Entre otros penalistas que comparten esta opinión de la falta de fundamento
científico, en la diferenciación cualitativa entre delito y contravención como no sea
sólo la importancia práctica que ambas infracciones tengan para el legislador-
figuran OCTAVIO GONZÁLEZ ROURA329 y ROBERTO MORENO330
Art. 149. (Normativa aplicable). I. El procedimiento para establecer y
5.2.
sancionar las contravenciones tributarias se rige sólo por las normas del
presente Código, disposiciones normativas tributarías y subsidiariamente por
la Ley de Procedimiento Administrativo.
La investigación y juzgamiento de los delitos tributarios se rigen por las
II.
normas de este Código por otras leyes tributarias, por el Código de
Procedimiento penal y el Código Penal en su parte general con las
particularidades establecidas en la presente norma.
Podemos afirmar que los párrafos I y II del artículo precedente, recogen y se
adscriben a las posiciones dualistas, mencionadas al inicio del presente capítulo, al
sostener que todo ilícito tributario, encierra en sí, una infracción administrativa, pero
que determinadas conductas de los contribuyentes, además de ser ilícitos
administrativos, pueden, por decisión del legislador, constituir un ilícito penal
(delito). La consecuencia lógica de esta normativa es la existencia de sanciones
civiles y administrativas por un lado o penales por otro; las primeras, aplicables a
las contravenciones de menor gravedad, generalmente sancionadas con multas
pecuniarias menores, suspensión de licencias, clausuras, etc.; y las segundas, a los
delitos mencionados, pero no siempre claramente tipificados en el CTB.
Tal como se da en la legislación comparada, el CTB abrogado, disponía en el art.
71 que: Tos delitos y contravenciones tributarias para su constitución requieren la
presencia de dolo o culpa". Dicho precepto, ha sido ignorado en el CTB vigente, y
las consecuencias de su incomprensible supresión, implica un agravio a principios
jurídicos fundamentales del derecho penal tributario y del derecho penal común. A
partir de este agravio, se podría entender -erróneamente- que las seis clases de
infracciones contravencionales tipificadas en el art. 160 del CTB constituirían ilícitos
de realización objetiva que dispensan a la Administración tributaria, de probar la
intencionalidad del sujeto pasivo, o que impiden al contribuyente a probar que la
infracción fue simplemente culposa.
5.3. Art. 150. (Retroactividad). “Las normas tributarias no tendrán carácter
retroactivo, salvo aquellas que supriman ilícitos tributarios, establezcan
sanciones más benignas o términos de prescripción más breves o de
cualquier manera beneficien al sujeto pasivo o responsable”.
329
“Derecho penal”, t. I. Explica este autor que: “tanto el delito como la contravención son hechos del
hombre que vive en sociedad, nocivos e inconvenientes para los intereses colectivos; para su
realización se emplea la misma fuerza física, son prohibidos bajo pena de no ser posible evitarlos
de otro modo; son incriminados a condición de ser voluntarios, y en ambos la pena desempeña
sustancialmente la misma función preventiva". Citado por HÉCTOR B. VILLEGAS en “Régimen
penal argentino”, edic. Depalma, Bs. As. 1995.
330
“El Código penal y sus antecedentes”. 1.1. Citado también en la obra de VILLEGAS.
El incluirse como retroactivas las normas tributarias “... que establezcan
términos de prescripción más breves o de cualquier manera beneficien al
sujeto pasivo o tercero responsable”, conlleva un componente de confusión por
referirse, todo el artículo, a tres situaciones objetivas diferentes, dos de las cuales,
se dan dentro del ámbito del derecho penal común:
Una primera situación es la del infractor tributario de cualquier ilícito
(contravencional o delictual), que puede beneficiarse por el hecho que la nueva ley
suprima del ordenamiento jurídico el tipo de ilícito en que incurrió anteriormente el
infractor; y obviamente, el legislador, al descriminalizar y despenalizar ese tipo de
delito o contravención, se justifica plenamente la aplicación retroactiva de la ley.
Una segunda situación, se da cuando la nueva ley reduce la sanción,
justificándose también su retroactividad en aplicación de principios universales del
derecho penal.
La tercera situación, cual es, la aplicación retroactiva del acortamiento del término
de prescripción de la obligación tributaria nacida durante la vigencia de una ley
anterior, por ser más favorable al encausado. Muy diferente es aplicar la
retroactividad de las normas tributarias al sujeto pasivo o tercero responsable, cuyas
situaciones jurídicas respecto al Fisco son infraccionales penales, de aquellas otras
simplemente obligacionales, vale decir, fuera del campo penal; así p.ej.: si la norma
tributaria establecía alícuotas del IVA o del IUE en el 13% y el 25% respectivamente,
en determinados períodos fiscales, y una ley posterior, redujera las mismas al 10%
y 23%, dichas reducciones no pueden ser aplicables, en ningún modo, a favor de
sujetos pasivos o terceros responsables por los impuestos devengados y no
pagados por los contribuyentes. El Fisco deberá proceder al cobro de esos
impuestos, aplicando las alícuotas vigentes en el tiempo que se realizaron los
hechos generadores de esas obligaciones. El que la nueva ley impositiva rebaje el
impuesto vigente durante la ley derogada, no otorga derecho al contribuyente a
reintegro monetario alguno, pese a que dicho reintegro indudablemente le beneficia.
El otorgar carácter retroactivo de manera general a las normas que supriman
ilícitos tributarios, extiende indebidamente la retroactividad a las contravenciones,
infracciones éstas, que no tienen naturaleza penal, contradiciendo el art. 33 de la
Constitución abrogada que circunscribía la aplicación de la retroactividad sólo a los
delitos, conforme al principio penal universal de “favorabilia pro reo”, y en materia
social, cuando la ley lo disponga expresamente.
Lo que sorprende en el artículo 150, es que el texto que señala pródigamente,
que tendrán carácter retroactivo las normas tributarias que de cualquier manera
beneficien al sujeto pasivo o responsable”, era ya contrario al art. 33 de la
Constitución de 1967 abrogada que establecía que la irretroactividad es sólo
aplicable en materia laboral y, en su caso, en materia penal conforme al principio
universal de “favorabilia pro reo”. Al disponer que las normas tributarias serán
retroactivas cuando de cualquier manera" beneficien al sujeto pasivo, éstas serían
siempre retroactivas.
Art. 151. (Responsabilidad por ilícitos tributarios). “Son responsables
5.4.
directos del ilícito tributario, las personas naturales o jurídicas que cometan
las contravenciones o delitos previstos en este Código, disposiciones legales
tributarias especiales o disposiciones reglamentarias”. En primer lugar, la
disposición es violatoria del principio de reserva de ley que impone: que sólo la ley
en sentido formal y material puede tipificar los delitos tributarios y establecer las
respectivas sanciones, estando vedado que esa tipificación se haga a través de
reglamentos. (CTB: art. 6o); independientemente de esta observación, que no deja
de tener trascendencia en orden a la jerarquía constitucional de las leyes en general,
y de las normas tributarias en especial, es necesario hacer las siguientes
reflexiones:
a) sobre la Imputabilidad de las personas físicas- Partiendo del presupuesto
incontrastable, que el delito es una acción propia de los hombres, y que revela un
comportamiento contrario a lo que dispone una norma jurídica, habremos de
concluir en que esa acción responde a condiciones anímicas, bio-psíquicas,
espirituales, morales y mentales, propias de cada ser humano, que al contravenir
una ley o norma implantada por el legislador, tiene el efecto o consecuencia de sufrir
sanciones aflictivas de naturaleza penal.
Reiterando lo dicho, el concepto jurídico del delito, no puede ser estructurado sin
ser entendido como una conducta del ser humano que el derecho penal la llama
“acción”, que objetivamente es lesiva, vale decir, que ataca, lesiona y hiere,
determinados bienes protegidos por normas jurídicas. Ya desde mucho tiempo
atrás, la dogmática penal se funda en los hechos protagonizados por los humanos.
En estos tiempos, autores como el alemán CLAUS ROXIN331, BERNARD
SCHÜNEMANN332 y legión de penalistas, han construido la estructura fundamental
del concepto de delito, identificando siempre la acción en los códigos penales como
la conducta típica, antijurídica, culpable y punible.
Esta calificación o delimitación conceptualmente jurídica de lo que es delito, ha
sido suprimida en el Código Penal vigente, y en su lugar, el Titulo
bajo el epígrafe de “Fundamentos de la punibilidad y el delincuente”
II,
agrupa figuras disímiles como la tentativa, el desistimiento, arrepentimiento eficaz,
delito imposible, legítima defensa, estado de necesidad y otras circunstancias,
ajenas al concepto estrictamente jurídico de delito.
b) sobre la imputabilidad penal de las personas jurídicas. El artículo en cuestión,
nos dice que además de las personas naturales, son responsables directos (!) las
personas jurídicas que cometan las contravenciones o delitos previstos en las
normas legales tributarias. Si partimos de las primeras ideas filosóficas que
331
“Culpabilidad y prevención en el derecho penal”. “ROXIN dice que la acción liga las diferentes
categorías del delito entre ellas; primero fija la acción como tal y luego se la califica como típica,
antijurídica, culpable y punible. Cita de V.O. DÍAZ en “Ensayos de derecho penal tributario”, pág.30.
Edic. ERREPAR S.A. Bs. As. 1995.
332
“El sistema moderno del derecho penal”. El autor, hace la siguiente crítica afirmando que "... en
este tiempo, se advierte un cierto abandono del principio de culpabilidad por parte de los jueces sin
ningún justificativo válido, sin más razón aparente que aumentar la dosis de dolo” Cita de V. O. Díaz
en “Ilícitos tributarios", pág. 228. Edit. Astrea, Bs. As. 2006.
contribuyeron a la elaboración, particularmente doctrinal, de la figura jurídica del
delito, veremos que en la primera etapa de esa elaboración, la concepción de lo que
es delito se funda radicalmente, en que éste, es un hecho o conducta de los
humanos que ataca y lesiona el patrimonio, derechos o la integridad física de las
personas, bienes éstos, amparados por leyes y normas establecidas por la
comunidad social; en esta primera etapa, el derecho penal es esencialmente
objetivo, vale decir que la sanción (pena), responde al siguiente razonamiento: quien
ocasiona un daño debe ser sancionado, no importando si lo hizo involuntariamente,
por descuido, o cualquier otra causa ajena o no a su voluntad.
En una segunda etapa, como consecuencia del reconocimiento del derecho de
la personalidad jurídica, no sólo a las personas naturales sino también a
organizaciones o entidades conformadas por grupos de personas,' es que estos
últimos gozan de aptitud jurídica para ser titulares de relaciones jurídicas.
En el ordenamiento del derecho privado boliviano, el Código Civil al referirse a
las personas colectivas, señala en el art. 54 que éstas, “... tienen capacidad
jurídica y capacidad de obrar dentro de los límites fijados por los fines que
determinaron su constitución”; añadiendo en el art. 57 que las mismas “...son
responsables por el daño que sus representantes causen a terceros con un
hecho ilícito siempre que dichos representantes hayan actuado en tal
calidad”. Adviértase que el “daño” al que se refiere el artículo, es el daño civil, ya
que los hechos ilícitos penales, causados por los representantes de las personas
colectivas, están regulados en el art. 13 del Código Penal con el siguiente texto: “El
que actúe como administrador de hecho o de derecho de una persona jurídica,
o en nombre o representación legal o voluntaria de otro, responderá
personalmente siempre que en la entidad o persona en cuyo nombre o
representación obre concurran las especiales relaciones, cualidades y
circunstancias personales que el correspondiente tipo penal requiere para el
agente”. Ya en el ámbito tributario, la responsabilidad penal por delitos tributarios
está normada insuficientemente en el Cap. IV del Título IV del CTB.
En Argentina, en aplicación del aforismo “societas delinquere non potest”, la
legislación no responsabiliza penalmente a las personas jurídicas, por el hecho que
éstas carecen de aquellos elementos biopsíquicos, espirituales e intencionales;
como el dolo y la culpa propios de las acciones de las personas físicas. Esta posición
es la más lógica y justa, por cuanto respeta el principio fundamental de la
personalización de la pena proclamado en los arts. 13,13 ter. y 15 del Código Penal
boliviano, y en el segundo párrafo del propio art. 151 del CTB que prescribe: “De la
comisión de un delito tributario, que tiene carácter personal, surgen dos
responsabilidades: una penal y otra civil”. Es también justa porque -al contrario
de aquellas legislaciones que sancionan penalmente a la persona jurídica (p.ej., con
su disolución)- esas sanciones no se revierten en los accionistas, socios o
integrantes de una entidad colectiva, totalmente ajenos a los actos dolosos de sus
mandatarios, gestores, directores y gerentes que son de su exclusiva y personal
responsabilidad. Al decir de VICENTE. O. DÍAZ, si bien en principio una sociedad
aparece como autora del ilícito tributario, la realidad es que aquélla sólo puede
expresar su voluntad a través de sus órganos de decisión y gerencia, y de sus
representantes; y la acción tipificada delito es llevada a cabo y materializada por las
personas físicas, integrantes de tales órganos, y sus representantes legales333.
c) En cuanto al delito tributario, se puede afirmar rotundamente, que es contrario
a toda lógica, cualquier pronunciamiento judicial que no considere y analice con
profundidad, la realidad tributaria subyacente en el tipo penal en el que se basa la
acusación delictiva. Para comprender y tratar idónea e inteligentemente la
dogmática del delito tributario en sus verdaderos alcances (preventivos y
represivos), lo primero que se debe tener en mente, es que este tipo de ilícito, no
se caracteriza sólo por el incumplimiento de pago del tributo, sino en especificar, lo
más acertadamente posible, aquellas maniobras dolosas, tramposas y
evidentemente engañosas, que utilizó el contribuyente para encubrir o reducir el
valor de las bases imponibles, puesto que si no existe por parte del sujeto pasivo
intención de engañar al Fisco, no existe delito tributario.
El delito tributario no constituye un delito de peligro, sino que está tipificado en el
art. 152 del CTB, como un delito de resultado, cuyo elemento objetivo radica en el
incumplimiento de pago del impuesto mediante una conducta dolosa del sujeto
obligado tributariamente, y el elemento subjetivo de este tipo de delito, reside en la
voluntad del contribuyente que sé exterioriza por el propósito de evadir el pago del
tributo, a sabiendas y conocimiento de la ley tributaria. La presencia de ambos
elementos, legitima la aplicación de la sanción penal. De ahí que la conducta
defraudatoria implica causar un daño patrimonial concreto al Fisco, utilizando
cualquier artimaña o ardid, que induzca a la Administración tributaria a aceptar como
verdaderas las declaraciones o liquidaciones impositivas practicadas por los sujetos
pasivos.
5.5. Art. 152. (Responsabilidad solidaria por daño económico). Si del
resultado del ilícito tributario emerge daño económico en perjuicio del Estado,
los servidores públicos y quienes hubieren participado en el mismo, así como
los que se beneficien con su resultado, serán responsables solidarios e
indivisibles para resarcir al Estado el daño ocasionado. A los efectos de este
Código, los tributos omitidos y las sanciones emergentes del delito
constituyen parte principal del daño económico al Estado.
Es un error establecer que las sanciones pecuniarias consistentes en multas son
autónomas, y no todas pueden ser consideradas como parte principal del daño
económico al Estado, puesto que algunas de ellas, al tener naturaleza penal
(preventiva y represiva), no tienen una finalidad retributiva económicamente, sino
que se aplican como un castigo por la violación de la norma tributaria.
En el supuesto de los contribuyentes que no pagan un impuesto por simple
omisión, al no presentar la declaración jurada correspondiente, no existe delito;
éstos incurren en una contravención tipificada como omisión de pago, tipificada en
el numeral 3 del art. 160 del CTB, que no responde a una intención de engañar a la
Administración, excepto si el contribuyente, después de ser requerido por ésta a
presentar la declaración omitida, se resiste al requerimiento o pone obstáculos a la
333
VICENTE O. DIAZ, “Ensayos de Derecho Penal Tributario’, pág. 36.
determinación del impuesto. En este punto, es recomendable al lector acucioso,
comparar el numeral ' citado con el art. 177.
5.6. Art. 153 (Causales de exclusión de responsabilidad).1. Sólo son
causales de exclusión de responsabilidad en materia tributaria las siguientes:
a) La fuerza mayor. Los casos de fuerza mayor o casos fortuitos en su sentido
técnico y específico, como acontecimientos imprevisibles y extraños al
contribuyente, y a la actividad habitual de éste y producidos, ya sea por fuerzas
naturales o actos de terceras personas, constituyen una excepción a la
responsabilidad legal. El caso fortuito (casus) es todo suceso no culposo.
p. ej.: inundación, incendio o el atraco al cajero de una empresa en momentos de
pagar el impuesto, haciendo imposible cumplir con la obligación a la fecha de su
vencimiento; igualmente se está frente a una causal de exclusión de responsabilidad
tributaria, en el caso de imposibilidad de acceso a entidades recaudadoras por
causa de bloqueos o conmoción pública.
b) El error de tipo o error de prohibición. Siempre que el sujeto pasivo o
tercero responsable hubiera presentado una declaración veraz y completa
antes de cualquier actuación de la Administración Tributaria. Este numeral
explícita como exclusión de responsabilidad, el error de tipo o error de prohibición;
si nos atenemos a la palabra “error” (que significa lo opuesto a exacto; cierto,
inequívoco, fehaciente, verdadero, indiscutible, indubitable, etc.), lo que sorprende
es el error en que incurre el legislador, quien en este numeral condiciona la
exclusión de responsabilidad del contribuyente por “error, a la presentación de una
declaración “veraz”(!) y completa, antes de cualquier actuación de la
Administración Tributaria.
Si la declaración se reputa veraz, se entiende que es cierta e incontrastable, lo
cual excluye el error. Además, es absurdo que se condicione la exclusión de
responsabilidad a una declaración del propio contribuyente, lo que hace suponer
que es éste quien se da cuenta de haber cometido un error, y no es la Administración
la que lo detecta en un proceso de fiscalización, debiendo imponer su rectificación,
pero sin responsabilidad por delito u omisión alguna. El CTB abrogado (arts. 79 y
80), disponía simplemente y en lógica aplicación de los efectos jurídicos de
exclusión de responsabilidad por errores de hecho o de derecho “... Excluye de
responsabilidad el error excusable de hecho o derecho cuando el
contribuyente hubiera considerado lícita la acción u omisión”.
El concepto jurídico de error elaborado por la doctrina, es similar al emitido por
las Academias nacionales del lenguaje, y no deja mayores dudas en cuanto a su
cabal concepto y entendimiento; así, en el llamado error de derecho, se manifiesta
la ignorancia de cualesquiera leyes y normas en general, así como también la
interpretación equivocada de éstas. Otra manifestación del error, es el error de
hecho, consistente en que la ignorancia radica en el hecho real en sí mismo, que es
objeto de aplicación de una norma.
Ya desde el derecho romano los códigos civiles de occidente en general,
adoptaron rígidamente el principio que la ignorancia de las leyes no excusa de su
cumplimiento (ignorantia legis non excusat). Hay que distinguir el principio
“ignorantia legis non excusat" del error de derecho o “error iuris", puesto que son
conceptos distintos. El primero, se limita a declarar que la ignorancia jurídica de una
persona no puede constituir un obstáculo para el cumplimiento de las leyes, ya que
sería inadmisible dejar a la voluntad de los ciudadanos, a su ignorancia, descuido o
negligencia en el conocimiento de las normas jurídicas, que se cumpla o no el
mandato de esas leyes. En el derecho moderno, entonces, el primer concepto
quiere decir que una ley -una vez que entra en vigencia- es obligatoria para todos,
incluyendo a quienes ignoran sus disposiciones; este deber de cumplir con las leyes,
nace de la necesidad social que las mismas tengan aplicación general en la
comunidad a partir de su promulgación y publicación en la Gaceta (medio oficial),
para su divulgación y conocimiento.
Si se aceptase la equivocada premisa de que el ineludible cumplimiento de la ley
se funda en el deber de conocer el derecho (inexcusabilidad de conocimiento), se
llegaría a la inaceptable e injusta conclusión de que todo error de derecho es
culpable e inexcusable, incluso aquel error ocasionado o sugerido por otras
personas (error iuris non excusat). En cambio, el error de derecho o “error iuris"
tiene otro significado y ámbito de aplicación: en aquellos hechos de los que la ley
hace derivar consecuencias y efectos jurídicos, el error puede ser, y es excusable;
así, p.ej.: en el Código Civil, es excusable el error del poseedor de buena fe, cuando
cree haber adquirido del verdadero propietario o titular la cosa o el derecho (art. 93);
asimismo, el poseedor de buena fe sobre los frutos naturales percibidos (art. 94), o
el pago al acreedor aparente (art. 298), y varios otros casos. GARCIA BELSUNCE,
razona con toda lógica al decir que: “la discusión sobre si el error de derecho excusa
o no el delito, debiera ceder al examen de si el error en el que ha incurrido es de
hecho o de derecho, según las circunstancias del objeto, de la persona sobre la que
recae y las particularidades del autor”334.
En materia tributaria, es evidente que los contribuyentes suelen incurrir en error
debido a las siguientes causales: 1) Por el frecuente cambio y escasa publicidad de
las leyes impositivas; 2) Por la distinta interpretación de los funcionarios de la
Administración tributaria; 3) Por las diferencias de criterios entre la Administración
tributaria y los sujetos pasivos, particularmente en los casos de disposiciones
legales tributarias que al ser reglamentadas, resultan contradictorias o poco claras
por el uso de términos gramaticales inapropiados. Es obvio que, en estos casos, y
en aquellos otros también frecuentes, en los que la Administración, rechaza como
improcedentes algunos gastos contabilizados por el contribuyente como deducibles
del impuesto a las utilidades, por considerar -según su criterio- razonablemente no
vinculados a la actividad empresarial, no existe, forzosamente, una intención
defraudatoria del sujeto pasivo al no hacer éste, maniobra, ocultamiento u otra forma
abiertamente dolosa de ocultar el hecho imponible.
334
GARCIA BELSUNCE, “Derecho Tributario Penal”, pág. 251.
c) En los supuestos de decisión colectiva, el haber salvado el voto o no
haber asistido a la reunión en que se tomó la decisión, siempre y cuando este
hecho conste expresamente en el acta correspondiente.
II. Las causales de exclusión sólo liberan de la aplicación de sanciones y
no así de los demás componentes de la deuda tributaria.
Advertimos que, en este artículo, los redactores del CTB, al señalar (usando el
adverbio) que sólo son causales de exclusión de; responsabilidad las mencionadas
en sus cuatro numerales, eliminan la incapacidad absoluta de quien, por
enfermedad mental, perturbación de la conciencia o insuficiencia de la inteligencia,
no pueda comprender la antijuridicidad de la acción, a que se refiere el art. 17 del
Código Penal y preveía el CTB abrogado. Asimismo, elimina causales admitidas en
otros ordenamientos jurídicos, tales como el estado de necesidad y la obediencia
debida. Curiosamente, el art. 149 señala que: “...la investigación y el juzgamiento
de los delitos tributarios se rigen por las normas de este Código, por otras
leyes tributarias, por el Código de Procedimiento» Penal y el Código Penal en
su parte general con las particularidades establecidas en la presente norma”,
y una particularidad es la que; en aplicación del artículo, los incapaces, y menores
son responsables penalmente en materia tributaria.
6. ART. 154. (PRESCRIPCIÓN INTERRUPCIÓN Y SUSPENSIÓN). En
concordancia con el art. 59, la acción de la Administración para imponer- sanciones
en materia de contravenciones tributarias prescribe, a los cuatro 1 o siete años
(según los casos) y a los dos para ejecutarlas. Tratándose de delitos se aplican las
disposiciones del Código de Procedimiento Penal: (Remisión al Cap. XI, numeral 5
y sgts.)
7. ART. 155 (AGRAVANTES). El artículo menciona doce circunstancias
agravantes de los ilícitos tributarios en general. De acuerdo a la doctrina jurídica en
materia sancionatoria, los ilícitos tributarios, fueren delitos o contravenciones,
deben estar claramente tipificados en las leyes en: cuanto, a sus presupuestos
objetivos y subjetivos, y en cuanto a la clase de sanciones que les correspondan.
Personalmente, no entiendo la razón de haberse incluido como» circunstancias
agravantes de ilícitos tributarios los numerales 8 y 11; “el tráfico internacional
ilegal de bienes que formen parte del patrimonio histórico, cultural, turístico,
biológico, arqueológico, tecnológico, patente y científico de la Nación”, ya que
tales hechos, no constituyen en sí mismo, ilícitos tributarios sino unos delitos
sancionados por leyes y disposiciones especiales. El interés del Estado
jurídicamente tutelado es aquél que resulta de la relación jurídica tributaria entre el
Fisco, acreedor éste de una suma de dinero del contribuyente, nacida por la
realización fáctica de un hecho generador explícitamente tipificado en la ley
tributaria.
Las circunstancias mencionadas en el art. 8o, atañen a violaciones de normas
administrativas o de derecho penal común. Menos aún, se entiende el alcance del
art. 11 que con carácter de generalidad considera como agravante “los actos que
ponen en peligro la salud pública”. Un acto dañoso a la salud pública, sería p.ej.,
aquel en el que una persona envenene una fuente pública de agua o mezcle
arsénico en la elaboración de harina con la intención de matar a la población del
lugar. ¿Podrían estos actos ser agravantes de un delito tributario...?
8. ART. 156. (REDUCCIÓN DE SANCIONES). Una inicial política de incentivos
a contribuyentes remisos al pago de impuestos, consistió en conceder incentivos
siempre que aquéllos realizaren el pago antes de dictarse la respectiva Resolución
Determinativa. El CTB adoptó un nuevo sistema: en el art. 156 aplicable a los ilícitos
tributarios con excepción de los de contrabando, se estableció la reducción de las
sanciones conforme a las siguientes situaciones:
Si el pago de la deuda tributaria se realiza antes de emitida la Resolución
Determinativa o sancionatoria, la rebaja es del 80%; si se realiza antes impugnarla
ante la Superintendencia Tributaria Regional, la reducción es del 60% y si el pago
se efectúa después de notificada la Resolución de dicha Superintendencia y antes
de presentar curso a la Superintendencia Tributaria General, la rebaja sólo es del
40%.
JAIME RODRIGO considera que "...la modificación refleja un importante cambio
de mentalidad represiva de la funcionalidad de la sanción, especialmente en lo que
toca al papel disuasivo porque antes estaba limitado hasta la finalización del trabajo
de fiscalización del ente administrativo, como si el interés se redujera a facilitar solo
dicho trabajo, cuando en realidad, el interés de fondo es auspiciar el pago. Bajo esa
lógica, es un cambio positivo de la nueva legislación”. Sin embargo, el propio
comentarista, advierte que en la práctica se presentan dificultades por cuanto el
concepto de la deuda tributaria, integra al tributo actualizado, intereses y multas,
pudiendo comprender la fiscalización a más de un tributo y/o más de un período. La
dificultad podría radicar en que siendo previsible que el contribuyente admita no
todos sino determinados reparos, quede pendiente parte de la deuda tributaria; en
este caso, no falta alguna tendencia a interpretar que al no haberse regularizado
totalmente la deuda, no se aplicaría la reducción de sanciones. Añade RODRIGO,
que esta interpretación suena a "Si quieres beneficiarte con la reducción, debes
reconocer todo”, siendo esta interpretación inadmisible técnica y jurídicamente, por
cuanto todo tributo se constituye en una entidad cuya vigencia y aplicación es
autónoma y, además, porque como efecto de lo anterior, cada infracción se
constituye en unidad de acto o, de hecho.
El tributarista citado argumenta con toda lógica:
1) Que en cuanto a las sanciones que componen la deuda tributaria no deben
conceptualizarse como un todo indivisible ya que la reducción de sanciones
contempla fases anteriores a la determinación de la deuda, dígase reducción del
80% o arrepentimiento eficaz, queda claro que no es necesaria la determinación
previa para la aplicación de estos regímenes de incentivos.
2) Así el contribuyente hubiese regularizado solamente parte de la deuda
tributaria, debe aplicarse la reducción de sanciones ya que, sin apartarse del
concepto integral de la deuda tributaria, se llegaría al mismo resultado puesto que
dicha reducción debe alcanzar proporcionalmente al monto de la sanción
atendiendo la oportunidad del pago parcial del tributo.
3) La mención al pago de la deuda tributaria en el art. 156 del CTB no exige que
sea total, y, por otro lado, la Resolución Normativa de Directorio que se ocupa del
tema tampoco hace mención a tal requisito.
9. ART. 157 (ARREPENTIMIENTO EFICAZ). Cuando el sujeto pasivo o
tercero responsable pague la totalidad de la deuda tributaria antes de
cualquier actuación de la administración tributaria, quedará automáticamente
extinguida la sanción pecuniaria por el ilícito tributario, salvando aquellas
provenientes de la falta de presentación de declaraciones juradas. En caso de
delito de contrabando, se extingue la sanción pecuniaria cuando antes del
comiso se entregue voluntariamente a la administración tributaria la
mercancía ilegalmente introducida al país. En ambos casos se extingue la
acción penal.
Este artículo recogido del nuevo Código Penal español, que a su vez lo adoptó
de la Ordenanza Tributaria Alemana, fue ampliamente debatido en las XIX
JORNADAS LATINOAMERICANAS DE DERECHO TRIBUTARIO celebradas en
Lisboa el año 1998 al tratarse la ponencia de “Criminalización de las infracciones
tributarias”, expresándose en los Relatos nacionales y Comunicaciones técnicas
que: “Se reconoce como doctrina en el campo de la reprimenda penal tributaria, que
la extinción de la causa penal por arrepentimiento espontáneo del presunto infractor
es una decisión de política criminal condición de que las conductas relevantes de
espontaneidad no hayan sido forzadas por las circunstancias”.
Dentro del conjunto, desordenado e insuficientemente normativo, de las
disposiciones punitivas sobre los ilícitos tributarios contenidas en el nuevo CTB, hay
que destacar, como uno de los contados aciertos, la incorporación de esta figura
del arrepentimiento eficaz, que tiene su fundamento en la distinción entre delitos
comunes o convencionales (delitos de sangre, terrorismo, narcotráfico, robo a mano
armada, secuestro, etc.), de los delitos no convencionales o especiales, como los
tributarios, que responden a conductas delictivas cuya reparación por el daño
realizado al Fisco, puede ser reparado mediante el pago del impuesto omitido por
el contribuyente arrepentido. Aparte del efecto principal, cual es la extinción de la
acción penal, se da la extinción automática de la sanción pecuniaria por multa.
A diferencia de legislación de algunos países y posiciones de penalistas,
doctrinalmente irreductibles, que no comparten con la figura del arrepentimiento
post delictual del contribuyente como causa de extinción del delito, sino a lo sumo,
un atenuante para reducir la pena, la política criminal de represión a los delitos
tributarios, aun en países más severos en el castigo a la evasión y con una
Administración altamente eficiente en la fiscalización de los contribuyentes, el
arrepentimiento espontáneo del infractor como forma de extinción de la acción
penal, obedece a esa política sancionatoria cuyo objetivo -en la ponencia del relator
de España, Fernando Pérez Royo en las IX Jornadas Latinoamericanas de Derecho
Tributario de Lisboa- “es dotar al sistema punitivo de válvulas de escape en materia
de delitos tributarios, armónicas con los intereses tutelados del Fisco, por medio de
una fórmula de equilibrio que intenta satisfacer las necesidades recaudatorias de la
Administración, evitando que el derecho penal se convierta en puro instrumento de
recaudación fiscal".
En las XIX Jornadas de Lisboa, al tratarse el Tema I: “Críminalización de las
infracciones tributarias”, el Instituto Boliviano de Estudios Tributarios (IBET),
mediante su relator nacional Jaime Araujo Camacho, participó en la votación de la
Resolución del ILADT aprobada por dos tercios de los Institutos miembros,
Resolución que por su trascendencia transcribo a continuación:
CONSIDERANDO
“Que el análisis de toda política criminal requiere indagar en los presupuestos
básicos de racionalidad en que aquella se inserta.
Que la interpretación del derecho penal tributario se encuentra vinculada a
decisiones valorativas contenidas en el ordenamiento constitucional.
Que los problemas que ocupan la criminalización de las infracciones tributarias
se basan en la difícil e inexcusable integración del sector jurídico tributario y del
penal respectivamente, y de cuya interdependencia se derivan los propios tipos
penales.
Que la complejidad de la materia penal tributaría -en la que convergen elementos
de dos disciplinas jurídicas, el derecho penal y el derecho tributario - requiere
necesariamente, para comprender en su integridad el ilícito tributario, el análisis de
los aspectos tribútanos de los hechos sometidos a su juzgamiento.
Que la críminalización tributaria no se puede ofrecer a la sociedad como elemento
de mera recaudación, es decir, que para definir el alcance de la misma deben existir
razones de fundada identidad.
Que la característica singular del delito fiscal debe ser considerada a la luz de las
principales implicaciones de la técnica tributaría y complementada con el análisis de
las causales en la formación del hecho imponible de cada tributo.
Que, en la persecución del delito fiscal en especial, para la obtención de la notitia
criminis y de la opinio delicti el poder de la Administración no es absoluto.
Que se reconoce como doctrina en el campo de la reprimenda penal tributaria,
que la extinción de la causa penal por arrepentimiento espontáneo del presunto
infractor es una decisión de política criminal a condición de que las conductas
relevantes de la espontaneidad no hayan sido forzadas por las circunstancias”
RECOMIENDAN
I. La sanción penal tendrá carácter de último recurso del Estado cuando éste
asegure a través de una legislación clara y precisa un control igualitario y general,
así como la correcta gestión del gasto público.
II. Su fin no debe apartarse de los fines represivos y preventivos del derecho
penal común sin caer en un objetivo directamente recaudador.
III. La descripción de los tipos penales debe ajustarse al principio de reserva y
sólo podrán incriminarse conductas dirigidas por un dolo específico que produzcan
daño al bien jurídico protegido.
IV. La regularización espontánea de la situación fiscal, antes de que la
Administración haya iniciado formalmente la investigación, impide el ejercicio de la
acción penal.
V. La mera elusión como forma de no realizar el hecho imponible, para
minimizar dentro de las opciones legales el costo tributario, no puede ser
sancionada.
VI. El error en la aplicación de las normas fiscales excluye el elemento subjetivo
del delito. La frecuencia del error en este campo tiene su origen en la excesiva
complejidad y en la falta de cuidado con que se redactan las normas fiscales y por
ello debe ser especialmente tenido en cuenta como factor de exculpación.
VII. Se postula la especialización de los jueces encargados de la aplicación del
derecho penal tributario.
VIII. La determinación administrativa del tributo deberá tener carácter previo a
cualquier iniciativa de la Administración dirigida a abrir el proceso penal. La
inactividad de la Administración en ningún caso permitirá prescindir de este
requisito.
IX. La aplicación sin restricciones al ámbito tributario de los principios generales
del derecho penal sustantivo y procesal. Particularmente, la afirmación de la
vigencia en el ámbito administrativo y judicial del principio de no declarar contra sí
mismo".
10. ART. 158 (RESPONSABILIDAD POR ACTOS Y HECHOS DE
REPRESENTANTES Y TERCEROS). Cuando el tercero responsable, un
mandatario, representante, dependiente, administrador o encargado,
incurriera en una contravención tributaria, sus representados serán
responsables de las sanciones que correspondieran, previa, comprobación,
sin perjuicio del derecho de éstos a repetir contra aquellos. Se entiende por
dependiente al encargado, a cualquier título, de negocio o actividad comercial.
Las figuras jurídicas mencionadas (mandato, representación, administración pura y
simple), conllevan la responsabilidad pecuniaria de los mandantes, representantes,
administradores y encargados, por los ilícitos contravencionales cometidos por sus
mandatarios o representantes. Personalmente, creo que la responsabilidad así
generalmente imputada, es algo excesiva, ya que las figuras jurídicas en cuestión
son diferentes unas de otras. Veamos:
En la representación, cabe distinguir entre la representación necesaria (legal), y
la representación voluntaria, según tengan su origen en la ley o en un acto de
voluntad del representado, respectivamente; p.ej.: si atendemos a que la
representación legal tiene como finalidad la de suplir la falta de capacidad de obrar
en el caso de menores, deficientes mentales, sordomudos e incapacitados
especiales, considerados inimputables, y que, de acuerdo al art. 28 II del CTB, sus
representantes, no sólo son responsables del cumplimiento de las obligaciones
tributarias de sus representados sino que su responsabilidad alcanza también a las
sanciones derivadas por incumplimiento, agravándose además, la situación de los
susodichos incapacitados, por cuanto la ejecución tributaria (art. 29), se realiza
siempre sobre el patrimonio del sujeto pasivo.
En la representación voluntaria -por el contrario- todas las atribuciones y
facultades otorgadas al representante tienen su fuente en la voluntad del
representado y, como es aquél quien realiza los actos administrativos y tributarios
cuyos efectos afectan o recaen sobre el representado, es natural que la
responsabilidad tributaria emergente de dichos actos, sea atribuible a este último,
ya que representante, es quien actúa en nombre o por cuenta de otro.
La doctrina tradicional, identificaba la representación con el mandato.
Actualmente, las corrientes civilísticas ven en ambos, dos institutos jurídicos
distintos335. El Código Civil boliviano sigue también esta dirección. En el mandato
se origina una relación obligatoria personal entre el mandante y el mandatario, en
tanto que el apoderamiento otorga un poder jurídico de obraren nombre y por cuenta
del poderdante; otra diferencia radica en que el apoderamiento, tiene forzosamente
como finalidad la representación, mientras que ésta puede faltar en el mandato,
como se establece en el art. 826 del Código Civil al prescribir: “Cuando el
mandatario en el ejercicio del cargo obra en su propio nombre, se obliga
directamente con quien contrató como si fuera asunto personal suyo; no obliga al
mandante respecto a terceros” Finalmente, el mandato, por ser un contrato, exige
la aceptación expresa o tácita del mandatario, en tanto que el poder de
representación, es un acto jurídico unilateral que únicamente requiere la declaración
del poderdante; el apoderamiento, en palabras de un connotado civilista “trasciende
lo externo y tiene como efecto ligar al representado con terceros, siempre que el
representante actúe dentro del poder que se le haya conferido”336.
Nota: Se da una contradicción evidente de lo dispuesto en los arts. 28 y 29 con
el art. 158; los dos primeros, señalan que las personas mencionadas en el art. 28,
como responsables del cumplimiento de las obligaciones tributarias por la
administración de patrimonio ajeno, su responsabilidad alcanza también a las
sanciones que deriven del incumplimiento. Por el contrario, el art. 158, refiriéndose
a la responsabilidad por contravenciones tributarias -prácticamente de las mismas
personas señaladas en el art. 28o- dispone que sean los representados y no los
representantes los responsables de las sanciones que correspondieren.
11. ART. 160 (CLASIFICACIÓN DE LAS CONTRAVENCIONES
TRIBUTARIAS). Son contravenciones tributarias:
1. Omisión de inscripción en los registros tributarios.
2. No emisión de factura, nota fiscal o documento equivalente.
3. Omisión de pago.
4. Contrabando cuando se refiera al último párrafo del art. 181.
5. Incumplimiento de otros deberes formales.
6. Las establecidas en leyes especiales.
335
Se atribuye a LABAND, el haber sido el primero en distinguir conceptualmente el mandato del
poder de representación.
336
CASTÁN TOBEÑAS, “Derecho civil" 1.1. vol. II. pág. 626 y sgts.
Cada una de las contravenciones mencionadas está tipificada en los arts. 162 al
165 bis. Siendo finalidad de la presente obra en general, la exposición de los temas
tributarios desde el punto de vista doctrinal y la dogmática jurídica, es que se
prescinde de exponer -salvo excepciones- la legislación pertinente contenida en el
derecho positivo, es decir, sólo cuando el artículo en cuestión, merezca un
cuestionamiento adverso o una crítica favorable de la doctrina, respectivamente,
como sucede en el art. 162 siguiente.
12. ART. 162 (INCUMPLIMIENTO DE DEBERES FORMALES). Este artículo
sanciona el incumplimiento de los deberes formales con una multa que oscila entre
las cincuenta (50-UFV's) y cinco mil (5.000 UFV's), señalando que esta sanción se
aplicará a cada una de las conductas contraventoras de acuerdo a lo dispuesto en
la norma reglamentaria. JAIME RODRIGO, advierte que el CTB al clasificar las
clases de contravenciones en el art. 160, incluye erróneamente entre éstas, el
incumplimiento de los deberes formales. El error radica -dice- en que el
incumplimiento de deberes formales en el numeral 5 no tiene la misma gravedad de
las contravenciones previstas en los numerales 1 al 4. Su razonamiento se funda
en la normativa del art. 6o del CTB que dispone que sólo la ley puede tipificar ilícitos
tributarios, en tanto que el incumplimiento de dichos deberes se regula a través de
normas reglamentarias de las conductas explícitamente señaladas en el art. 162 del
CTB.
13. ART. 175. (CLASIFICACIÓN DE LOS DELITOS TRIBUTARIOS).
Son delitos tributarios:
1. Defraudación tributaria.
2. Defraudación aduanera.
3. Instigación pública a no pagar tributos.
4. Violación de precintos y otros controles tributarios.
5. Contrabando.
6. Otros delitos aduaneros tipificados en leyes especiales.
337
V.O. DÍAZ, “Ilícitos tributarios”, pág. 181, Edit. Astrea, Bs. As. 2006.
338
"Ensayos de derecho penal tributario", pág. 40, Edic. Errepar S.A. Bs. As. 1995.
Induzca en error a la Administración Tributaria, de los cuales (debiera
c)
decir, del cual) resulte un pago incorrecto de los tributos de importación;
d) Utilice o invoque indebidamente documentos relativos a inmunidades,
privilegios o concesión de exenciones.
Al respecto, MERCEDES ALBA BRAUN, al definir el término “defraudación” en
sentido tributario como “sustracción o abstención dolosa” del pago de impuestos, o
sea eludir su pago fuere en forma total o parcial, observa pertinentemente: "que la
figura de defraudación cuyo concepto jurídico se basaba en el Código Tributario Ley
1340 y en la Ley General de Aduanas de 1999 en la sustracción o abstención dolosa
del pago de impuestos sea en forma total o parcial, se refiere en el actual Código
Tributario a una cuantía mayor o igual a 50.000 UFV's del valor de los tributos
omitidos por cada operación de despacho aduanero, lo que nos permite -añade la
autora- a deducir que el delito se castiga en función de la cuantía (quantum)
defraudada y consecuentemente, si el monto establecido en el artículo mencionado
es menor, entramos en el ámbito de la contravención por omisión de pago,
infracción que tiene las mismas características que el delito”339.
13.3.ART.
181. (Contrabando). Se han dado muchas definiciones sobre el
significado del término contrabando. Dos de ellas son recogidas por ALBA BRAUN,
la primera citando a ANABALÓN RAMÍREZ quien define el contrabando como “El
hecho de introducir o extraer del territorio nacional mercancías, eludiendo el pago
de los derechos, impuestos, tasas y demás gravámenes que pudiera corresponderle
o el ejercicio de la potestad que sobre ella tiene la aduana, con arreglo a las
ordenanzas o reglamentos". La segunda, la emitida en la Convención de Nairobi de
1877: “El término “contrabando" se refiere al fraude aduanero que consiste en el
tráfico de bienes que cruza la frontera aduanera, por medio de cualquier modalidad
clandestina'’340.
El CTB en casual concordancia con la Convención de Nairobi, menciona en siete
incisos del art. 181 las conductas que dan lugar al delito de contrabando por medio
de cualquier modalidad clandestina.
En opinión de la doctora ALBA BRAUN -que creo es compartida por la
generalidad de la ciudadanía- el tratamiento jurídico sobre la cuestión del
contrabando en la legislación boliviana pareciera no tomar en serio su peligrosidad,
ya que la forma de extinción del delito -contrariamente a la mayoría de la legislación
comparada - admiten su extinción ni bien se proceda a la “recaudación” del tributo
omitido antes que la intimación por el crimen sancionado, aspecto que demuestra
que los efectos reales que genera la comisión de este delito se asumen
superfluamente, como si se tratase de una simple contravención, redimible siempre
y cuando se abonen las multas previstas por la codificación para el tributo
escamoteado.
339
“La Ley General de Aduanas con el enfoque del Código Tributario”, págs. 145-146, Edit. jurídica
Temis, La Paz, 2009.
340
Ob. citada, pág. 147-148.
La calificación de contravención tributaria cuando de acuerdo al último párrafo
del art. 181 “...el valor de los tributos omitidos sobre la mercancía objeto de
contrabando, sea igual o menor a UFV's 10.000 (Diez mil Unidades de Fomento
de la Vivienda), la conducta se considerará contravención tributaria debiendo
aplicarse el procedimiento establecido en el Capítulo III del Título IV del
presente Código”. (Procedimiento para sancionar contravenciones tributarias),
dicha calificación no puede ser más desacertada por cuanto -al decir de ALBA
BRAUN- bajo la figura de contrabando contravencional, propende a efectuar una
disgregación de cuantía, competencia y discrimina la misma conducta delictiva en
razón del monto atentando, además, a la economía del Estado.
14. ART. 184 (JURISDICCIÓN PENAL TRIBUTARIA). En cumplimiento de lo
establecido en el art. 43 del Código de Procedimiento penal, los tribunales de
sentencia en materia tributaria estarán compuestos por dos jueces técnicos
especializados en materia tributaria y tres jueces ciudadanos.
No se puede menos de prevenir las terribles injusticias que habrán de darse en
las sentencias de los juzgados ciudadanos, cuando a la hora de dictar sus fallos en
sentido de si un contribuyente (persona natural o empresa), sea declarado
imputable o no, según haya incurrido en error de derecho o en error de hecho.
¿Acaso los jueces ciudadanos tienen el mínimo conocimiento del derecho penal
tributario, para valorar si la conducta errada del contribuyente responde a un error
de tipo o a un error de prohibición? Sobre la aberrante disposición que confía el
ejercicio de la jurisdicción penal tributaria a los jueces ciudadanos, así esta función
recayere en un profesional del derecho, se debe hacer las siguientes reflexiones:
La formación jurídica tributaria de los jueces que habrán de dictar sus fallos en
materia delictual tributaria, no puede limitarse al conocimiento superfluo de las leyes
impositivas y algunos elementos básicos de contabilidad. La garantía de un
verdadero debido proceso penal tributario, tiene sus raíces en la tesis incuestionable
que, en el examen del delito tributario, convergen elementos multidisciplinarios no
sólo de naturaleza jurídica, propios del derecho tributario sustantivo, internacional
tributario, administrativo, mercantil y penal sino de otras disciplinas científicas
indispensables tales como la economía en cuanto a los efectos económicos de los
tributos, y la contabilidad. De todo ello surge la institucionalización de tribunales
penales especializados, cuyos fallos constituyan precedentes judiciales, hecho que
es imposible lograr con “Tribunales de Sentencia Tributaria” cuyas decisiones de
ciudadanos convertidos en ocasionales jueces y absolutamente neófitos en el tema
-pese a contar con dos técnicos especializados- son decisiones que no emanan de
miembros del poder judicial. No solo la indefensión del contribuyente puede ser más
absoluta, sino que también el interés legítimo del Fisco a la percepción de un
impuesto indiscutiblemente legítimo pero evadido por el contribuyente puede ser
burlado por una decisión equivocada.
No puede haber debido proceso sin tribunales penales especializados en la
dogmática del ilícito delictual tributario, abarcando -obviamente- al delito aduanero.
No pueden ser más evidentes las palabras de VICENTE
O. DIAZ cuando afirma que: “Tiene tanta peligrosidad social la existencia de
evasores fiscales como el juzgamiento de éstos por normas procesales
inadecuadas o ajenas a la especialidad penal-tributaria”341.
15. ART. 185. (VINCULADO CON LA PREJUDICIALIDAD). Carece de toda
lógica y fundamento analizar la conducta tipificada como penal tributaria, sin
considerar previamente las circunstancias en que se realiza el fenómeno impositivo
subyacente, en sus elementos materiales, personales, espaciales y temporales, que
dan origen a la relación jurídica tributaria. En el delito tributario, es impensable
afirmar una infracción penal sin la previa y simultánea violación de la ley impositiva
específica. En otras palabras, la tipicidad tributaria presupone la tipicidad del
fenómeno económico y jurídico previsto en la ley tributaria. No se puede dejar de
apreciar el que la complejidad de la materia penal tributaria, requiere para
comprender el ilícito penal, entender los aspectos vinculados a los hechos
imponibles sometidos a juicio.
Lo dicho precedentemente, conduce a afirmar como axioma, la necesidad de
establecer los lazos o relaciones existentes entre las infracciones en el ámbito
administrativo y los ilícitos penales de forma de separar las diferencias objetivas
entre el derecho penal común y el derecho tributario. Es en este punto, que la
prejudicialidad implica la mejor conexión con la posterior etapa del juicio penal en la
cual, el juez penal tendrá la posibilidad de apreciar la legalidad de las actuaciones
de la Administración tributaria, así como la conducta del contribuyente. CÉSAR
LUNA VICTORIA Y LEÓN, expresaba que la determinación real de la deuda
tributaria, es condición necesaria para probar la existencia del delito tributario antes
del iniciarse el proceso penal ya que, de no ser así, se daría el caso de juzgar y
penalizar a un contribuyente, y tiempo después, establecerse por la Administración
que no debía el tributo indebidamente imputado342.
En lo que respecta al inicio del procedimiento penal, el art. 185 del CTB dispone
específicamente que: “Corresponde al Ministerio Público dirigir la
investigación de los delitos tributarios promoviendo la acción penal
respectiva ante los órganos jurisdiccionales con el auxilio de equipos
multidisciplinarios de investigación de la Administración Tributaria, de
acuerdo con las atribuciones, funciones y responsabilidades establecidas en
el presente Código, el Código de Procedimiento Penal y la Ley Orgánica del
Ministerio Público”. Añade el artículo que dichos equipos -por ser el órgano
técnico de investigación de la Administración, actuarán directamente o bajo
la dirección del Ministerio Público-, pudiendo además aquélla “solicitar la
colaboración de la Policía Nacional y del Instituto de Investigaciones
Forenses”.
341 VICENTE O. DIAZ, “Criminalización de las infracciones tributarias’, pág. 280. Depalma, Bs.
As. 1999.
342 CÉSAR LUNA VICTORIA Y LEÓN, fue relator del Perú en el tema 1 “Criminalización de las
infracciones tributarias’ en las XIX Jornadas Latinoamericanas de Derecho Tributario
Son los profesionales en contaduría pública y, además versados en derecho
tributario, los llamados a determinar y cuantificar, en su caso, las maniobras dolosas
y fraudulentas de los contribuyentes, o, por el contrario, dar fe idóneamente de la
correcta observancia de los deberes especialmente sustantivos y materiales
exigidos por la legislación impositiva. Me refiero a aquellos funcionarios al servicio
de la Administración tributaria, por un lado, y a aquellos profesionales que están al
otro lado de la ventanilla recaudatoria, prestando su asesoramiento tributario a las
empresas y demás contribuyentes.
En Bolivia, tradicionalmente, desde los tiempos en que se instituyeron los
primeros órganos administrativos en materia fiscal (1884: Tribunal Nacional de
Cuentas; 1922: Comisión Fiscal Permanente; 1960: Comisión Nacional de la Renta
Fiscal; 1966: Tribunal de la Renta Fiscal), dichos órganos nunca se conformaron
como un cuerpo profesionalmente sólido de funcionarios técnicos y asesores
legales especializados en finanzas públicas, y menos en derecho tributario. Fue en
1970, en ocasión de la promulgación del primer Código Tributario en el país, que se
crea el Tribunal Fiscal de la Nación como Tribunal jurisdiccional tributario
especializado.
En palabras del Dr. OSCAR GARCÍA CANSECO, integrante de la conjunta
Comisión de Reforma y Código Tributario OEA/BID y el Ministerio de Hacienda, y
uno de los más fervientes impulsores del CTB, “...la creación de dicho organismo,
que, sin ser parte del Poder Judicial, asumía funciones que lo vinculaban a la tutela
judicial que ejercita el Poder jurisdiccional, no fue equivocada porque sus frutos
fueron positivos y, por el contrario, la supresión de ese Tribunal, fue un error'’.
16. APLICACIÓN DE LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO PENAL
COMUN AL DERECHO TRIBUTARIO PENAL. Decía un autor que, en el Estado
de Derecho, la finalidad del derecho penal, es la de proteger ciertos valores e
intereses comunes al orden social que comulgan los ciudadanos, y que no
corresponde al ordenamiento jurídico, estrictamente penal regular, otras conductas
suficientemente protegidas por otras ramas del derecho. En el ámbito del derecho
tributario, lo que caracteriza al delito fiscal es su conexión con los hechos imponibles
propios de cada clase de tributo. Sin embargo, lo dicho precedentemente, no
excluye la aplicación a los ilícitos delictivos y punibles tipificados en ley tributaria, de
los siguientes principios fundamentales del derecho penal común:
a) El principio de legalidad o reserva de ley (CTB: art. 6o). Respecto al
“nomen iuris" de este artículo, el mismo es de una ambivalencia equivocada puesto
que los tratadistas del derecho público se pronuncian en sentido que la expresión
de reserva de ley, está referida a la prohibición de delegación de facultades propias
del Poder Legislativo a otros órganos de la Administración (p.ej., la de crear
tributos), en tanto que el principio de legalidad impide a la Administración en
general, reglamentar a través de decretos y resoluciones administrativas, la
aplicación o interpretación de las leyes más allá de lo dispuesto por la ley. El
principio de legalidad propiamente dicho, en materia tributaria que tiene
implícitamente (y no explícitamente) rango constitucional (art. 323.ll CPE), está
recogido en el art. 6o del CTB; dicho principio, a semejanza del expresado en el
derecho penal con el aforismo latino “Nullum crimen et nullum poena sine lege”, se
enuncia también con el de “Nullum tributum et nullum poena sine lege’’.
b) El principio del “Non bis in ídem”. Desde la perspectiva del derecho penal,
está muy claro que dicho principio significa que una persona no puede ser juzgada
dos veces por un mismo hecho. Desde la misma perspectiva, el referido principio
se aplica cuando a una sola acción corresponde una imputación, aunque ella caiga
bajo más de una figura delictiva; en palabras de GARCÍA BELSUNCE: “...lo que se
imputa a un sujeto son sus acciones, por lo cual cuando no hay más que una acción
no puede haber más que una imputación343. En el ámbito tributario penal, se da la
concurrencia de la actuación de la Administración tributaria, cuando a la hora de
emitir la Resolución Determinativa en la que se contiene —entre otros requisitos- la
calificación de la conducta del contribuyente y la sanción en el caso de las
contravenciones; si en la Resolución Determinativa se precalificara dicha conducta
de defraudación, por existir pruebas o indicios objetivos (prejudicialidad), al iniciarse
la acción penal en la jurisdicción respectiva corresponde la valoración de las
imputaciones presuntamente delictivas.
CONSIDERACIONES SOBRE UNA POLÍTICA REPRESIVA DE LOS
17.
ILÍCITOS TRIBUTARIOS - Las causas de la evasión tributaria. Dos serán las
cuestiones que voy a plantear en relación a las causas de la evasión tributaria, y
obviamente, lo que vaya a decir, responde a criterios doctrinales de maestros del
derecho tributario, unos, más controvertibles que otros, pero todos irrenunciables
por sustentarse en las bases fundamentales del Estado de Derecho. Empezaré con
la debatida cuestión de las causas de la evasión fiscal para después terminar con
una relación resumida de sus efectos políticos y económicos.
Transcurridos muchos siglos y sin detenernos en los periodos históricos de la
Edad Media, o de los inicios de la Edad Moderna (1400), el hecho es que en muchos
países de Occidente hasta el siglo XVIII, los tributos en general y los impuestos en
especial, sobre el patrimonio, el consumo y los ingresos del trabajo personal,
recaían exclusivamente sobre las clases campesinas y el pueblo llano, en tanto que
la nobleza, la Iglesia y el alto clero, gozaban de total exención de tributos. De ahí,
que con el transcurrir del tiempo fue germinando en la conciencia colectiva de los
pueblos, el convencimiento que los impuestos eran la manifestación más reprobable
de la desigualdad social y de los privilegios de clase.
Ya en el siglo XVIII tomaron fuerza las ideas de ADAM SMITH, que denunciaban
que el Estado, al detraer de la economía de los súbditos, parte de su patrimonio y
de sus ingresos, empleaba estos recursos en actividades improductivas. Con tales
antecedentes, era natural que la evasión, o en su caso, Ja defraudación de los
tributos, no fuera vista en las sociedades políticas como un delito sino como una
práctica defensiva de los ciudadanos a su legítimo derecho a disfrutar plenamente,
sin detracciones por parte del Estado o de los grupos detentadores del poder
político, del fruto de sus esfuerzos, inteligencia y su trabajo.
343
GARCIA BELSUNCE, “Derecho tributario penal”, en Tratado de tributación t. I. vol. 2. pág. 485
Desde principios del siglo XX, apenas finalizada la 1a. Guerra Mundial, esa
pasividad, tolerancia, admiración y aplauso general de la sociedad por los evasores
de impuestos, ha cedido lugar-en los países desarrollados- tanto en lo moral como
en la doctrina tributaria, a juicios condenatorios a las personas naturales, entidades
económicas y sociedades mercantiles que acuden a prácticas evasoras o
defraudadoras de los tributos; es así, que en tales países, ya no se considera al
impuesto como un mal social, sino como un valioso instrumento de política fiscal
conducente a promover el desarrollo económico, la estabilidad social y la justa
distribución de la riqueza.
FONROUGE, anotaba que la conciencia pública es en la actualidad, más
sensible a las grandes defraudaciones tributarias de sociedades, y que los
ciudadanos al reaccionar y condenar las maniobras evasoras de determinadas
personas o grupos económicos poderosos, entienden socialmente que satisfacer
los impuestos es un deber cívico.
Para identificar mejor las causas de evasión y defraudación tributarias, voy a
remitirme a lo que hacen varios años atrás mi persona y el tributarista ROQUE
GARCÍA MULLIN, en ocasión de compartir como docentes un curso de capacitación
en La Paz a funcionarios de la entonces llamada Dirección General de la Renta
Interna, el tratadista uruguayo expuso las siguientes ideas:
“Todo derecho represivo tiene por fin proteger un bien jurídico y por eso, los
códigos penales clasifican los delitos en función de los bienes a los que agraden:
delitos contra las personas, delitos contra la propiedad, contra la fe pública, etc.
¿Cuál es el bien jurídico protegido por el penal tributario? Existe consenso en que
dicho bien consiste en el derecho del Estado a percibir los tributos establecidos por
ley en el monto y el tiempo realmente debido por los contribuyentes; el bien jurídico
protegido, es pues, la integridad financiera de la Hacienda Pública, y la evasión
tributaría pone en peligro la consecución de los objetivos financieros del Estado que
hagan posible la satisfacción de las necesidades públicas requeridas por la
sociedad.
Establecido entonces, el bien jurídico protegido, ¿Cuáles son las causas de la
evasión tributaria? Es en este punto, cuando debemos empezar a preguntarnos si
la política represiva de los ilícitos tributarios es realmente apropiada a la realidad
boliviana ya que las causas de evasión de impuestos no son las mismas en todos
los países.
Existen diversas causas y si el derecho como ciencia social no puede prescindir
de su base sociológica, tendremos que identificar como primera causa de la
evasión, la de tipo psicosociológico que caracteriza p. ej.: - a la mentalidad de los
pueblos latinoamericanos más proclives a la evasión que los pueblos anglosajones.
Ya Santo Tomás de Aquino, fue el primero que justificó la resistencia civil al pago
de impuestos injustos sentenciando que el no pago del impuesto es el delito del
hombre justo y así, para el latinoamericano, el no pagar impuestos no es delito y si
fuese delito, finalmente no es tan grave ya que ni la sociedad lo reprueba
moralmente. La prueba de esta forma de pensares que incluso, en círculos
privilegiados económicamente, ejecutivos, administradores y gerentes de empresas
hacen conocer pública y orgullosamente sus maniobras fraudulentas como señal de
inteligencia financiera con el aplauso e interés de quienes, estando menos dotados
para dichas prácticas, solicitan ansiosamente a sus interlocutores la fórmula y
recetas de sus maniobras propias de magos y prestidigitadores que hacen
desaparecer las legítimas pero ilusorias expectativas recaudatorias del Fisco.
En las sociedades sajonas, por el contrario, la mentalidad y educación de sus
ciudadanos comparten plenamente la frase de un juez norteamericano que en
famosa sentencia dijo que “Los impuestos son el precio de la civilización”. En estas
sociedades, el evasor no es bien visto, y, al contrario, es repudiado social y
moralmente y no sólo porque su omisión de pagar el impuesto quiebra los valores
éticos de una comunidad solidariamente constituía y decididamente defensora de
sus derechos individuales sino porque sus ciudadanos tienen conciencia que la
evasión de un contribuyente aumenta la carga de los demás.
Una segunda causa de evasión no responde a conductas del contribuyente, sino
que tiene su origen en la propia Administración tributaria. GARCÍA MULLIN
comentaba “...que una característica de muchas -Administraciones tributarias
latinoamericanas era que pese a los frecuentes planes de reestructuración todos
con las misma recetas de asesores internacionales- no llegaban a cumplir los
criterios trazados en éstos; que los trámite de los contribuyentes sufrían refinadas
torturas desde la obligación de llenar decenas de formularios que jamás se
utilizaban, displicente o mal trato de los funcionarios, el peregrinaje entre escritorios
ocupados hasta por dos secretarias para conocer finalmente la pérdida de su
expediente, amén de otras corruptelas.
Como tercera causa íntimamente vinculada a la anterior, está el factor político; la
designación de funcionarios cuyo único mérito es la afiliación partidaria y su
habilidad para demandar a los contribuyentes sumas de dinero negociando la rebaja
del impuesto y entre otras causas, como las económicas, está la de una alta presión
fiscal y la percepción de los ciudadanos en sentido que no existe una correlación
entre lo que éstos aportan y el gasto improductivo y la ausencia o deficiencia de los
servicios públicos que el Estado debería proveer a la sociedad"344.
Las causas de evasión señaladas precedentemente por el autor citado, no son
las únicas. Otros tributaristas, entre ellos, VILLEGAS- han destacado otras causas
de tipo jurídico como son, p.ej., las deficiencias y errores de técnica legislativa en la
redacción de los textos legales tributarios: contradicciones normativas, innecesaria
redundancia y superposición de conceptos, una permanente emisión de normas
reglamentarias aclaratorias (decretos, resoluciones), caracterizadas por su
imprecisión en los términos utilizados por los redactores y sus asesores que en
resumen no aclaran nada, puesto que al poco tiempo, se emiten otras normas
también aclaratorias de las emitidas con anterioridad; en general, una falta de
técnica legislativa345.
344
GARCIA MULLIN, ob. dt. págs. 170 a 174.
345
VILLEGAS, “Derecho tributario penal”, en Tratado de tributación. 1.1. vol. 2, págs. 436-437.
Mencionadas precedentemente algunas de las causas de evasión tributaria,
¿Cuáles son sus consecuencias? El efecto más grave lo sufre el país, al impedir el
desarrollo de su economía, y para cualquier gobierno, las consecuencias graves en
lo político y en lo social son que a menor ingreso de recursos tributarios, no le queda
otra alternativa que la de reducir el gasto público o aumentar los impuestos; en este
último caso -como sucede siempre- la carga impositiva recaerá sobre el grupo
minoritario de los contribuyentes empadronados en la Administración tributaria, y
dentro de estos últimos, otra minoría se agrupa en la categoría de “Grandes
contribuyentes”, que pagan impuestos frente a competidores que los evaden.
Aumentar los impuestos tendría el efecto de aumentar la brecha de evasión,
favoreciendo este hecho a los evasores no descubiertos; pero como los hombres
no son tontos, particularmente quienes ejercen el comercio, la alternativa a seguir
por comerciantes, pequeños industriales, artesanos y profesionales, para no quedar
fuera del mercado al asumir costos mayores en sus ventas, procesos productivos o
servicios, como resultado de pagar impuestos, será la de evadir.
Si el contribuyente decide evadir, es porque ha ponderado muy bien una serie de
situaciones vinculadas al factor riesgo en caso de ser descubierto por la
Administración tributaria. Si estuviera seguro de ser detectado, pocos serían los
ciudadanos evasores: pero si ha decidido evadir, es porque ha calculado las
siguientes probabilidades que le indican cual es la tasa de riesgo por no pagar o
pagar de menos el impuesto y no ser descubierto, y así, el contribuyente se
preguntará: ¿Qué probabilidad tengo de no ser identificado como contribuyente? si
me identifican, ¿Qué probabilidad tengo de ser fiscalizado? si me fiscalizan, ¿Cuál
la probabilidad que descubran la evasión? Si finalmente detectan cuanto es el monto
del tributo evadido más el monto de recargos y multas, ¿Que probabilidades se dan
en la realidad para llegar a un arreglo con funcionarios venales y deshonestos?
finalmente, sí no hay tal arreglo, ¿Cuál la probabilidad de ganar un juicio, o al menos
dilatar por un largo tiempo el proceso?
Respondiendo a las preguntas que se haría el contribuyente, que entra en función
el carácter y formas del represivo tributario, ya que sólo cuando al estímulo de la
tasa de probabilidades de no ser descubierto, se le contrapone una sanción
importante y realmente efectiva, es que la tasa de riesgo tiende a equilibrarse. ¿Cuál
debe ser la política represiva más adecuada para combatir la evasión en Bolivia,
considerando la existencia o no, de las causas que hemos mencionado? En este
punto, tenemos que admitir que nos hallamos frente a una de las cuestiones más
conflictivas del derecho tributario. Desde la óptica de la fiscalización, por parte de la
Administración, la tasa de riesgo calculada por los contribuyentes tiene -
teóricamente- dos formas de ser aumentada: en primer lugar, con operativos de
fiscalización masiva, de forma que se haga evidente para la sociedad la probabilidad
de identificar a los evasores, y, en segundo lugar, descubierta la conducta evasora
del contribuyente, aplicarle, en el más breve tiempo, las sanciones que establezcan
las leyes respectivas.
¿Está la Administración tributaria capacitada y dotada con los medios suficientes,
para una fiscalización masiva en las ciudades con un mayor movimiento
económico? En mi criterio -que no es ningún descubrimiento- no lo está. Hay que
admitir que el altísimo índice de evasión en nuestro país, conduce a reprimir los
ilícitos tributarios de carácter contravencional, con sanciones pecuniarias y
administrativas y los ilícitos tipificados como delitos, con penas aflictivas de
privación de libertad que jamás se aplican.
Hasta el momento, siempre he utilizado el término “evasión” y ello por una razón:
porque me adhiero a la posición doctrinal del profesor HÉCTOR B. VILLEGAS, para
quien este término: “...es comprensivo de todas las conductas contrarias a derecho
que tengan como resultado la eliminación o la disminución de la carga tributaria, con
prescindencia de que la conducta sea fraudulenta o simplemente omisiva. No deben
confundirse los conceptos de “evasión fiscal’’ y “fraude fiscal”.
También me adhiero a quienes sostienen que la política represiva tributaria, debe
consistir principalmente en sanciones pecuniarias y aplicar las penas de privación
de libertad, sólo para casos de delitos de defraudación que signifiquen un daño
económico significativo al Estado, lo cual justifica la referencia del principio
irrefutable que: a mayor daño mayor pena. Si tuviera que aplicarse la pena de prisión
a todos los casos de defraudación detectados por la Administración -que no sería
pocos- la población penitenciaria más numerosa del país sería la de defraudadores,
pero habida cuenta que los procesos penales tendrían una duración de años, no se
llega a ver la eficacia intimidatoria y represiva, que se espera del sistema.
Se olvida -o mejor se ignora- que la obligación de emitir factura constituye el
elemento más importante en la estructuración técnica del IVA, y consecuentemente,
para lograr la recaudación del impuesto. VICENTE O. DlAZ, anota que: “...la factura
es el comprobante legal que acredita la realización de las operaciones alcanzadas
por el tributo y dado que la ley permite que a través de aquella se establezcan los
montos que acrediten el crédito fiscal Imputable a favor del contribuyente, o el débito
fiscal a favor del Fisco, es que la factura deberá ser emitida con todos los recaudos
exigidos en la especie por ello, añade este autor, que al ser la evasión del IVA
producida por operaciones inexistentes, para generar créditos fiscales u omitir,
asentar las que generan débitos, es que se persigue la sobrefacturación,
subfacturación, la omisión de facturar o de registrar, etc.
Entre otras consideraciones, DIAZ manifiesta: “...que la violación de la obligación
de emitir factura, en el marco del IVA, es el presupuesto básico de toda sanción.
Ello deviene en razón de que la factura es, en el juego de la ley del IVA, el soporte
de la operación La no emisión de factura conlleva por sí, la omisión de registro, y no
comporta una pluralidad de infracciones, ya que la obligación de contabilizar las
facturas tiene una configuración propia sólo cuando, existiendo la factura, ésta no
ha sido registrada. Por el contrario, la violación de la obligación de emitir factura no
determina la violación de su obligación de registro, porque no puede existir
obligación de contabilizar un documento inexistente. Distinto es el caso si las
facturas se numeran progresivamente, pero de modo mañoso, no se emiten
correlativamente346.
346 VICENTE DIAZ, “Ilícitos tributarios”, pág. 201 y sgts. Edic. Astrea, 2006.
Al concluir la exposición del presente capítulo, no puedo menos que compartir
con las conclusiones -aunque sumamente indulgentes- vertidas por GARCÍA
CANSECO cuando señala, en la última de sus siempre apreciables obras, que: “...el
Título IV del CTB relativo a los ilícitos debe ser con toda seguridad uno de los que
presenta mayor debilidad en el sistema normativo tributado, no obstante que el
Código Tributario vigente ha sido promulgado hace poco tiempo”347.
En materia jurídica penal, donde están pendientes la aplicación de sanciones
tremendamente aflictivas como la privación de libertad -añadido el 100% del
impuesto omitido- por jueces no versados en materia tributaria (aunque el CTB exija
que lo sean), y por jueces ciudadanos designados por sorteo, sería preferible que
la justicia tributaria sea aplicada leyendo la posición de las hojas de coca, el examen
de los interiores de animales sacrificados, o por el vuelo de las aves, o tal como se
hacía en las llamada ordalías, o juicios de Dios de las culturas primitivas, en las que
la prueba judicial, sobre la culpabilidad o inocencia, dependía de quien sobrevivía a
las pruebas del fuego, del veneno o del combate entre las partes.
347 GARCIA CANSECO, “Derecho tributario (Doctrina y legislación tributaria)”. pág. 153
CAPÍTULO XIV
IMPUGNACIÓN DE LOS ACTOS DE LA ADMINISTRACIÓN TRIBUTARIA
1. SISTEMAS DE IMPUGNACIÓN EN EL DERECHO COMPARADO.
ANTECEDENTES. La idea del control jurisdiccional sobre los actos de la
Administración tuvo sus orígenes remotos en el derecho romano imperial con la
teoría del Fisco, en virtud de la cual se sustentaba la idea e imagen que el Príncipe
(Emperador) representaba una doble persona (duplicem personara sostinet): por un
lado, la de persona pública personificando el patrimonio del Estado romano
(Erarium) y exenta de todo control jurisdiccional y, por otro, una persona privada con
contenido patrimonial (Fiscum) pero sujeta al control de la jurisdicción civil del pretor
romano.
Con el correr de los siglos, fue mucho tiempo después de surgido el
constitucionalismo, que se fortalece la idea que la Administración pública no es un
poder omnímodo e inmune, sino que debe estar sometida a un control
jurisdiccional348 cuyos efectos pueden ser tanto la anulación de sus actos ilegales
como la declaración de su responsabilidad económica por los mismos. La evolución
doctrinal y legislativa sobre el tema en el derecho comparado, nos lleva a la
conclusión que la creación de órganos de jurisdicción y su integración a la esfera
del Poder judicial, o, por el contrario, concebidos como tribunales vinculados a la
Administración, y más aún, totalmente independientes, es un asunto que depende
de las características políticas, sociales e históricas de cada país; de su régimen
constitucional y de la fuerza y prestigio que en cada sociedad hubieren ganado los
jueces y tribunales. No se puede, consiguientemente, construir y elaborar
idealmente un ordenamiento jurídico sobre tribunales u organismos con facultades
jurisdiccionales en los procesos contenciosos administrativos y contenciosos
tributarios en general. Fundamentalmente, es un problema de derecho
constitucional.
SISTEMAS DE CONTROL JURISDICCIONAL. Dos son los sistemas de
1.1.
control jurisdiccional sobre la Administración pública que se desarrollan en los
países de occidente: El Common Law y el Régimen Administrativo. A estos dos
sistemas haremos una breve referencia, en razón a que ambos, son los
antecedentes más próximos en la historia del control jurisdiccional sobre los actos
de la Administración y a los que podemos atribuir las ideas de nuestro tiempo, sobre
la conveniencia de que sean tribunales ordinarios o especiales quienes ejerzan el
control de legalidad sobre los actos de imposición de tributos por parte del Estado.
1.1.1. EL COMMON LAW. En el derecho común anglosajón o “Common
Law”, o “rule of law” (regla de derecho) representa el control jurisdiccional total de
la Administración y de sus actos, sean éstos de naturaleza patrimonial, de policía,
servicios, etc., correspondiendo a los tribunales ordinarios el conocimiento y
348
La doctrina de MONTESQUIEU que reflejaba la admiración de éste por el régimen político inglés
a la vez que una visión equivocada de su realidad, fue luego mal entendida por los ideólogos de la
Revolución Francesa quienes interpretaron la división de poderes como la inmunidad del Poder
Ejecutivo frente al Poder Judicial.
decisiones sobre dicho control. Entre las características de este sistema anglosajón,
está p.ej., el que las decisiones administrativas, por lo general, no tienen fuerza
ejecutoria y la Administración deberá acudir a los tribunales ordinarios, para que
previo examen de legalidad de dichas decisiones éstas adquieran fuerza ejecutoria;
es decir, que la Administración pública requiere del auxilio del Poder Judicial para
que sus decisiones sean obedecidas por los particulares; en el mismo sistema, se
destaca el que no existen una jerarquía funcionaría ni recursos administrativos y
menos aquellas prerrogativas exorbitantes frente a los particulares, como las que
son propias del Régimen Administrativo349 al que me refiero a continuación.
1.1.2. El Régimen Administrativo y la teoría de las prerrogativas
exorbitantes de la Administración. Una segunda forma de control de los actos de
la Administración, es la que inicialmente se crea en Francia a inicios del siglo XIX
durante el período napoleónico siendo adoptado posteriormente por España, Italia
y luego en algunos países latinoamericanos: Es el llamado Régimen Administrativo,
en el cual, la primera diferencia con el "rule of law" es que, si bien en principio, son
controlables todos los actos de la Administración, esta función contralora no es
competencia de los tribunales ordinarios, sino de jurisdicciones especiales de
naturaleza administrativa. La Administración pública dentro del Régimen
Administrativo se configura como un auténtico Poder jurídico350 totalmente distinto
de la jurisdicción civil y el contencioso tributario por las siguientes características:
1a. Por constituir una Administración fuertemente centralizada e integrada por un
escalafón de funcionarios jerárquicamente subordinados, de forma que, si el
ciudadano quiere interponer una queja o reclamar contra la decisión de un
funcionario, no puede acudir directamente ante un juez, sino ante el superior
inmediato jerárquico de la institución.
2a. Porque la Administración como Poder jurídico queda investida de las
siguientes prerrogativas que en nuestro ordenamiento jurídico están recogidas en
los arts. 4 y. 27 de la Ley de Procedimiento Administrativo N° 2341:
a) La presunción de legitimidad del acto administrativo. Al emitir la
Administración un acto administrativo, éste se presume que es válido “iuris tantum”,
vale decir, mientras no se pruebe lo contrario. Se permite a la Administración actuar
coactivamente pero como se expresa en el derecho francés: que ella actúe, pero
obedeciendo a la ley. (“Qu’elle fait, mais qu’elle obeisse a la lor).
b) La acción de oficio. Esta prerrogativa es consecuencia de la consideración
de la Administración como autoridad jurídica cuyos actos por presumirse legítimos,
son ejecutables sin necesidad de pedir auxilio al Poder judicial como se requiere en
el “rule of law”; que la Administración haga porque tiene “manos libres” pero si hace
algo de más, que pague (“Qu’elle fait mais qu’elle paie”).
349
En muchos textos llamado también “Régimen continental” o “Derecho continental” aludiendo a su
expansión en varios países de la Europa continental.
350
“Derecho Administrativo”, Apuntes de clase de VILLAR PALASÍ, Facultad de Derecho, Madrid,
1957.
En el campo del derecho administrativo, sería el caso de una resolución del
gobierno municipal disponiendo la demolición de un edificio que presenta inminente
peligro de derrumbamiento amenazando daño a personas o a otros inmuebles. La
Alcaldía emite la orden de demolición sin necesidad de intervención judicial y envía
sus propios agentes a cumplirla; pero si al cumplir la orden se causa daños a
terceros, la Administración incurre en responsabilidad económica.
c) El principio de autotutela. El control jurisdiccional de la Administración se
da con el constitucionalismo pero dentro del Régimen Administrativo,
configurándose como un auto control de la propia Administración, por el cual, ésta
ejecuta sus propios actos sin perjuicio de una revisión judicial posterior por
tribunales distintos a los que integran la jurisdicción ordinaria; por ello, el
jurisconsulto MAURICE HAURIOU decía que la Administración, en cuanto tal, es un
"personaje poderoso, una persona con poder exorbitante”351 como se confirma el
hecho que en el Régimen Administrativo, la Administración está exenta de
“interdictos” -que por el contrario- están previstos en los Códigos de Procedimiento
Civil.
Presunción de legitimidad. Crítica al art. 65 del CTB. La teoría de las
1.2.
prerrogativas de la Administración ha sido objeto de objeciones fundamentales en
la elaboración del derecho administrativo moderno. Ya en el año 2002, en ocasión
del estudio de un Proyecto de Ley de reforma al CTB, el Instituto Boliviano de
Estudios Tributarios (IBET) se pronunció críticamente en relación a unos artículos
introducidos en su texto sobre la presunción de legalidad de los actos de la
Administración. Se decía en dicho pronunciamiento:
"Es de general conocimiento que entre el período de transición de la Edad Media
hasta los comienzos de la Edad Moderna, surgió en los nacientes Estados
monárquicos, el llamado poder de Policía en el cual se fundamentaba inicial y
exclusivamente, el derecho del Príncipe a intervenir en la conservación de 7a paz y
del orden públicos sin embargo, ese derecho, limitado a la simple conservación de
la segundad y orden público se fue extendiendo al ejercicio de otros derechos
consolidando los poderes del Príncipe, fundados desde entonces ya no -en sus
títulos patrimoniales generados en tiempos feudales- sino en el concepto político de
soberanía circunscrito a un territorio determinado. En dicho período, la relación de
los administrados con la Administración, es decir, del súbdito con el Príncipe, tiene
un título jurídico y una fundamentación distinta de la que tendría tiempo después en
el Estado de Derecho; En la Edad Media, el Príncipe no tenía la soberanía abstracta
y genérica propia de la que gozaría posteriormente el Estado en la Edad Moderna
gracias a la creación de los ejércitos permanentes y una potestad tributaria pública
y general
En esa época, la potestad tributaria estaba basada en la estructura y estamentos
sociales, en la que el Príncipe, -como los demás señores feudales- podían pedir en
351
Entre las obras clásicas de este gran jurisconsulto francés y profesor de la Universidad de
Toulouse, fuentes de consulta imprescindibles, particularmente, por los estudiantes de derecho en
los países europeos, se destacan “Principios de Derecho Público” y “Manual de Derecho
administrativo”.
determinado -lugar”, un determinado “tributo” o “ayuda” o un determinado “servicio”
ya que él fundamento o causa del impuesto (causa impositionis) radicaba en el título
concreto de señorío feudal que ostentaba el Príncipe como tal y los señores
feudales (marqueses, condes, duques) como vasallos de aquél”. Al respecto, no
podemos menos que hacer unas citas de AGUSTÍN GORDILLO quien en su
extraordinaria obra”352, a tiempo de recordar que la doble noción de “policía” o
“poder de policía” eran de las más empleadas durante el siglo XVI con la finalidad
de consolidar y robustecer el poder del Príncipe, sin importar su carácter
generalmente abusivo y arbitrario, nos hace notar, que en la actualidad, la mayoría
de los administrativistas ya ni siquiera tratan el tema del derecho de policía 353. El
propio GORDILLO sugiere que sería mejor eliminar ambas nociones del vocablo
jurídico por ser anacrónicas en el Estado de Derecho.
Al referirnos al principio de legitimidad de los actos administrativos, he
mencionado en líneas más arriba que el mismo fue concebido históricamente
durante la elaboración del Régimen Administrativo. Posteriormente, siguiendo la
doctrina iniciada en Italia por O. RANELLETl y en Francia por JEAN RIVERO,
tributarista éste, ampliamente representativo de su país, la presunción de
legitimidad como fundamento de la ejecutividad y ejecutoriedad de los actos de la
Administración tributaria, ha sido desechada porque tales facultades o atributos, se
derivan solamente de la cualidad que tienen ciertos actos de autoridad o actos de
proveimiento administrativo llamados también de “iure gestionis”, y no de aquellos
que se pronuncian sobre derechos subjetivos o relaciones jurídicas nacidas entre la
Administración y los administrados.
GORDILLO, al comentar esta cuestión del principio de legitimidad de los actos
administrativos, escribe que “Hay un error político de gran persistencia: la tendencia
a creer ciegamente a quien ejerce el poder Ello es válido no solamente para lo
político sino también para lo jurídico. Se debe por lo tanto evitarse el error común
de creer que todo lo que la autoridad dice es cierto, por el solo hecho de que lo diga,
confundiendo entonces presunción de legitimidad con verdad lisa y llana, lo que
resulta no sólo lógicamente insostenible sino también un error político sustancial en
materia de derecho político y administrativo, que pagamos caro en una sociedad
perneada de autoritarismo”354. “Hay que evitar intoxicarse con las teorías del poder
y lo que desde allí se puede hacer en detrimento de las libertades; se debe ser fiel
a la premisa de qué es y para qué debe servir el derecho administrativo y no
consagrar en cambio un “derecho administrativo” al servicio de la autoridad y del
poder, como el "poder de policía”355.
En nuestro país, JAIME RODRIGO MACHICAO escribió que ".../a presunción de
.legitimidad de los actos de la Administración tributaria y su ejecutividad, atenían
contra la igualdad procesal de las partes, porque en un Estado de derecho, que
352
GORDILLO A. "Tratado de derecho administrativo”. “El poder de policía”, t. 2, Cap. V.
353
Entre ellos, E. GARCÍA DE ENTERRÍA y TOMÁS RAMÓN FERNÁNDEZ, "Curso de derecho
administrativo", 1.1. Madrid, 1999.También, BANDEIRADE MELLO “Elementos de Dereito
Administrativo”, 3a edic. Sao Paulo, 1992.
354
GORDILLO, “Tratado de derecho administrativo" 1.1. pág. 1-34.
355
GORDILLO, “Tratado de derecho administrativo" 1.1. pág. 1-34.
obliga incluso al propio Estado y convierte la relación jurídica tributaria en una
relación de derecho y ya no de poder como era antiguamente, la Administración -
así tenga a su cargo la protección de intereses públicos- debe cumplir su función en
el marco de principios que obligan por igual a todos”356; el profesor citado justifica -
además- su criterio en el hecho que la función pública en el país, está sujeta a
interferencias y presiones políticas a las que no son ajenas las Superintendencias
tributarias con el agravante de una imparcialidad comprometida al hacer depender
el financiamiento de éstas, de un porcentaje sobre las recaudaciones tributarias.
2. AUSENCIA DE LA JURISDICCIÓN ADMINISTRATIVA EN EL
ORDENAMIENTO DEL DERECHO PÚBLICO EN BOLIVIA. Lograda la
independencia del país, la producción jurídica más relevante se debe gracias a la
tarea codificadora del Mariscal Andrés de Santa Cruz con la promulgación del
Código Civil de 1831 y del Código de Comercio de 1834. En algunos Estados
latinoamericanos, especialmente en los vecinos, la actividad legisladora se
preocupó, además, de dotar a la sociedad de tribunales contenciosos
administrativos y su correspondiente normativa procedimental. En el caso boliviano,
fue el 26 de junio de 1858 que se dictó el D.S, por el cual se legislaba en 78 artículos
“...la organización, jurisdicción y modo de proceder en los negocios contencioso-
administrativos para suplir la omisión de la ley orgánica de los tribunales. Con este
Decreto Supremo se instituyeron los órganos jurisdiccionales de administrar justicia
en litigios exclusivamente administrativos. Este emprendimiento no duró mucho
tiempo ya que por Ley de 30 de septiembre de 1871 se dispuso: “Queda abolido
el fuero contencioso administrativo siendo los jueces y tribunales ordinarios
quienes conocerán de estas causas”. Fue así, que, desde esa fecha, las causas
administrativas fueron sustanciadas siguiendo los procesos ordinarios previstos en
el Código Civil357.131 años después, el 23 de abril de 2002 se promulga la Ley de
Procedimiento Administrativo cuyo objetivo general, es el de “Establecer las
normas que regulan la actividad administrativa y el procedimiento
administrativo del sector público”. En esta oportunidad, se comete un error
legislativo ya que no se puede concebir una jurisdicción Administrativa sin la
existencia de tribunales con jurisdicción exclusiva en lo contencioso administrativo
y de tribunales de conflictos ya que si se configura una Administración como Poder
jurídico, es necesario diferenciar entre el poder judicial y el poder administrativo
puesto que, al coexistir ambas clases de tribunales (ordinarios y especiales) es
imprescindible -además- que algún órgano resuelva los conflictos de jurisdicción en
sentido de si un acto de la Administración debe ser de conocimiento de una u otra
clase de tribunal.
Nota: En 2005 se conformó una Comisión de expertos auspiciada por el
Programa de Administración de Justicia / USAID BOLIVIA con la finalidad de
elaborar un Anteproyecto de “Ley de Jurisdicción contencioso- administrativa y
tributaria”. Mi participación en dicha Comisión fue a título de consultor para el diseño
356
RODRIGO, “La columna impuesta”, La Razón, 10/06/2003.
357
MORALES GUILLÉN, “Código Civil Concordado y Anotado”, págs. 746 a 768, 1a edic.1978,
Litografías e Imprentas Unidas S.A. La Paz. 1978.
de un procedimiento especial para el contencioso tributario a incluirse en el marco
del Anteproyecto mencionado. Ya desde el inicio, durante, y a tiempo de concluir el
trabajo de la Comisión, manifesté mi desacuerdo con el hecho de incorporar, en el
Título V bajo el subtítulo “Régimen Tributario” sólo dos artículos, totalmente
incongruentes con lo que significa una completa legislación sobre un régimen
tributario aplicable a un proceso tributario. Inútiles fueron los argumentos expuestos
fundados en la legislación comparada mayoritaria, la doctrina moderna y las
referencias a la realidad legislativa boliviana, demostrativos que la naturaleza de los
litigios entre el Fisco y los contribuyentes, por tener características propias, exigen
una ley de jurisdicción y procedimientos específicos sobre el contencioso tributario.
Los países occidentales europeos y particularmente los latinoamericanos, han
adoptado distintos tipos de tribunales en materia tributaria. Recogiendo palabras de
VALDES COSTA358 “...la justificación para la creación de tribunales tributarios ha
sido el general convencimiento de la falta de idoneidad de la jurisdicción ordinaria
por falta de especialización en una rama jurídica tan compleja por su vinculación
con la economía y la técnica fiscal, además de sus características diferenciadoras
de otras ramas del derecho privado El maestro uruguayo, enseñaba que el derecho
procesal tributario no debe ser incluido dentro del proceso contencioso
administrativo359 y JARACH, por su parte, sostuvo siempre que en el proceso
tributario, “...las relaciones procesales, los derechos y obligaciones, la conducta de
las partes y las atribuciones del juez deben adecuarse no sólo a los principios
generales del derecho procesal', sino también a las peculiaridades de la litis en
materia tributaria”.
También en la obra de HORACIO D. DÍAZ SIEIRO se lee con toda claridad -
aunque ella está referida a la legislación argentina- que "... antes de enfocar las
varias alternativas procesales que puedan darse para impugnar las resoluciones de
la Administración tributaria, lo que corresponde es establecer las características del
procedimiento tributario y deducir de ello, cuál es la naturaleza jurídica de los actos
de dicha Administración mediante los cuales, ésta -entre otros varios actos- adopta
decisiones, otorga derechos, impone sanciones a los contribuyentes”. En opinión
del citado autor, “...el derecho que regula el procedimiento en materia tributaria, es
el derecho administrativo formal o procesal, sin que las pocas particularidades del
procedimiento específicamente tributario, permita considerar dicha regulación como
un conjunto de normas autónomas y con principios propios que configuren una rama
autónoma del derecho”360.
En nuestro país, es relevante mencionar, por su reconocido prestigio y
conocimiento de la materia, al administrativista ERICK SAN MIGUEL RODRÍGUEZ,
quien al delimitar el concepto y contenido de la legislación administrativa, excluye
en su libro -entre otras- “a la legislación tributaría y aduanera que hoy en día
constituyen disciplinas próximas pero independientes del derecho administrativo y
358
VALDÉS COSTA, “El contencioso tributario en América Latina”, Estudio presentado, en el 1er.
Congreso Internacional de Justicia Fiscal y Administrativa celebrado en México. 1981.
359
VALDÉS COSTA, “Instituciones del derecho tributario”, pág. 17.
360
DÍAZ SIEIRO, “Derecho tributario procesal. El proceso contencioso tributario” en Tratado de
tributación 1.1 vol. 2. pág. 277.
la cuestión de los recursos y procedimientos administrativos, reiterando que "...con
excepción de los ámbitos tributario y aduanero (que en sentido estricto no se han
considerado como parte de la legislación administrativa, cuando hemos delimitado
este concepto) no existe uniformidad legislativa en materia de recursos y
procedimientos administrativos”361.
A mayor abundamiento que revela el imperdonable error de los reformadores del
CTB al haber incorporado el proceso contencioso administrativo como última
instancia en la resolución de los litigios tributarios, citamos el comentario de
MORALES GUILLÉN sobre el art. 781 del Cód. de Proc. Civil: "Aunque el trámite
sea el de un juicio ordinario civil, no se olvide que la esencia de la acción es
enteramente distinta. Una cosa es -dice Osorio - encausar al Estado cuando deja
de pagar una compra o derriba un edificio y otra cosa es someterlo a juicio cuando
al ejercer actos de autoridad se equivoca y perturba el derecho de un ciudadano.
Que el trámite del pleito sea más o menos igual a los demás, no afecta en nada
su diferencia que está en la esencia del derecho discutido y de la personalidad
demandada"362.
LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACTOS DE LA ADMINISTRACIÓN
3.
TRIBUTARIA EN LOS PAÍSES LATINOAMERICANOS. No entraré en
consideraciones puntuales alrededor de la eterna discusión en la doctrina sobre si
es correcto constitucionalmente, atribuir funciones jurisdiccionales a la
Administración porque ello, depende de la legislación de cada país363,
particularmente de lo que se establezca en su texto constitucional. El panorama
general de la legislación en los países latinoamericanos, ofrece cuatro grupos
ateniendo a las características y ubicación de los órganos llamados a dirimir las
controversias tributarias; ellos son:
1er. grupo. Argentina, Costa Rica, México, y Perú con tribunales fiscales
administrativos independientes de la Administración activa ejerciendo plenas
facultades jurisdiccionales.
2do. grupo. Brasil, Paraguay, Panamá y Venezuela -con algunas variables-
cuentan con órganos especializados en materia tributaria ejerciendo su función
jurisdiccional dentro de la estructura del Poder Judicial.
3er. grupo. En este grupo, entre los que VALDES COSTA mencionaba a Bolivia
y Ecuador, con tribunales especializados e independientes, el tratadista uruguayo,
a tiempo de hacer una relación resumida sobre la historia de dichos tribunales,
refiriéndose al ex -Tribunal Fiscal de la Nación de Bolivia y al Tribunal Fiscal del
361
SAN MIGUEL E. “Legislación administrativa en Bolivia” págs. 18 y 113. Universidad Andina simón
Bolívar, La Paz, 2004.
362
MORALES GUILLÉN, ob. cit.
363
Ya en la Exposición de Motivos del MCTAL se sugería: "Los sistemas tributarios de los países
latinoamericanos deben responder a sus características propias, tanto desde el punto de vista
económico social, como jurídico. Por lo tanto, las soluciones de otros países, aún las de aquellos
que cuentan doctrina, legislación y técnica administrativa más evolucionadas, no pueden ser
adoptadas sin una necesaria tarea previa de ajuste y armonización con dichas características".
Ecuador, expresaba que "...ambos merecen una especial consideración por su
moderna e independiente concepción, su especialización en materia tributaria, la
clara distinción entre funciones administrativas y jurisdiccionales y la adjudicación
de estas últimas a órganos fuera del Poder Ejecutivo Agregaba, además, el
tratadista que “el procedimiento contencioso-tributario está regulado en forma
amplia y con criterios propios, diferentes del procedimiento judicial ordinario,
reconociendo al Tribunal en materia de prueba, amplia facultad para cualesquiera
diligencias”.
Nota: En Bolivia, el Tribunal Fiscal de la Nación, fue disuelto después de más de
treinta años de ejercer una plausible función de administración de justicia tributaria.
La lamentable decisión tomada por la autoridad superior del Ministerio de Hacienda,
invocando un supuesto acto de corrupción en el seno del citado Tribunal, determinó
la disolución de éste, provocando lo que he llamado “El derrumbamiento de la
jurisdicción contencioso tributaria", con consecuencias desfavorables para el Fisco
nacional y perjuicios económicos irreparables a los contribuyentes por la
acumulación de expedientes del coactivo fiscal de la Contraloría General de la
República y subsiguiente paralización de los juzgados tributarios por acefalías de
jueces y ausencia de los técnicos tributarios durante más de dos años; como efecto
de lo anterior, pérdidas económicas para el Fisco durante ese tiempo por la
imposibilidad de cobrar adeudos tributarios.
4to. grupo. Integrado por Colombia y Uruguay caracterizándose por organizar
como tribunales jurisdiccionales de acuerdo a sus Constituciones o Cartas
fundamentales, al Consejo de Estado y Tribunal de lo Contencioso Administrativo,
respectivamente; su competencia en materia administrativa incluye la tributaria.
3.1. Impugnación de los actos de la Administración tributaria en el CTB. En
términos generales, uno de los hechos más trascendentales en las organizaciones
políticas y sociales, ha sido el sometimiento del Estado al orden jurídico haciendo
posible que sea susceptible de ser demandado y sometido a juicio cuando sus
actos, por comisión u omisión, afecten a derechos, patrimonio e intereses legítimos
de los ciudadanos. Se erigió así, el principio normativo más relevante en el Estado
de Derecho, imponiendo, la rectificación por parte de la misma Administración -a
través de recursos administrativos de revocatoria- de cualesquiera violaciones
formales y materiales de las leyes, o -alternativamente- la posibilidad de que sea el
ciudadano afectado quien impugne ante un tribunal independiente el acto lesivo a
sus derechos. Se debe distinguir, por un lado, entre impugnación de las normas
administrativas de carácter general dictadas por las Administraciones tributarias a
las que hago referencia a continuación y, por otro, los actos administrativos de
alcance particular que se trata en el numeral 3.1.2.
3.1.1. Impugnación de normas administrativas de carácter general (Art.
130). HORACIO D. DÍAZ SIEIRO recuerda que "...es legítimo el ejercicio por parte
de la Administración tributaria de impartir normas generales obligatorias para los
contribuyentes con el fin de facilitar la aplicación, fiscalización y percepción de los
impuestos. Dichas normas, que normalmente se emiten a través de “Resoluciones
administrativas" tienen una finalidad generalmente reglamentaría, pero también
podrían ser interpretativas de las leyes tributarias impartiendo criterios que faciliten
la correcta comprensión en la aplicación de los impuestos’'364. Como ejemplos de
esta clase de normas tenemos en el art, 130 las relativas a formas y plazos para la
presentación de declaraciones juradas; normas sobre registros y asientos contables
de determinadas operaciones con efectos tributarios, emisión de facturas y
documentos equivalentes, inscripción de responsables y sustitutos, etc. Del texto
del artículo citado se destacan:
Que dichas normas pueden ser impugnadas en única instancia dentro del
I.
término de 20 días por asociaciones o entidades representativas o por personas
naturales o jurídicas que carecen de una entidad representativa aplicando el
procedimiento establecido en el CTB.
II. Que la impugnación deberá presentarse debidamente fundamentada ante el
Ministro de Hacienda o ante la máxima autoridad ejecutiva de los Gobiernos
Municipales.
Que la impugnación no tiene efecto suspensivo debiendo la autoridad que
III.
conozca la impugnación pronunciarse dentro de los cuarenta días a partir de su
presentación, bajo responsabilidad y que la falta de pronunciamiento dentro del
término, equivale a silencio administrativo negativo.
Nota: Este efecto no suspensivo sería aceptable siempre que el Ministro de
Hacienda se pronuncie dentro de los cuarenta días siguientes a partir de la
presentación de la impugnación ya que, si esa autoridad no se pronunciase dentro
del término señalado, se aplica el silencio administrativo negativo. Y aunque el CTB
no lo precise en el párrafo IV del art. 130, es de toda lógica, que en aplicación del
art. 74 de este texto, se aplique supletoriamente la Ley de Procedimiento
Administrativo y demás normas en materia administrativa, previstas en el art. 17 de
esta Ley, que en relación al silencio administrativo negativo, dispone que
“...transcurrido el plazo previsto sin que la Administración Pública hubiera
dictado la resolución expresa, la persona (léase el contribuyente) podrá
considerar desestimada su solicitud, por silencio administrativo negativo,
pudiendo deducir el recurso administrativo que corresponda o, en su caso
jurisdiccional”.
Como escriben GARCÍA DE ENTERRÍA y RAMÓN FERNÁNDEZ, “En ocasiones,
ante la ausencia de una voluntad administrativa expresa, la ley sustituye por si
misma esa voluntad inexistente presumiendo que, a ciertos efectos, dicha voluntad
se ha producido con un contenido, bien negativo o desestimatorio, bien positivo o
afirmativo, lo cual da lugar a las dos modalidades señaladas: al silencio negativo o
positivo. De esta regulación se desprendía con toda claridad que el silencio negativo
o inactividad de la Administración no era un verdadero acto administrativo de sentido
desestimatorio, sino precisamente, lo contrario, es decir, la ausencia de toda
actividad volitiva de la Administración, ante lo cual no era admisible proceso
interpretativo alguno destinado a averiguar el sentido de una voluntad inexistente.
No siendo el silencio negativo propiamente un acto, sino la ausencia de acto alguno,
364
DÍAZ SIEIRO, ob. Cit. págs. 364 y sgts.
no era posible ligar a él ningún tipo de efectos jurídico-materiales, ni cabía tampoco
añadirle los adjetivos que se aplican a los actos propiamente administrativos para
decir que ha quedado firme o consentido o que ha sido posteriormente confirmado.
Es por ello, que, para los autores mencionados, el silencio negativo era, pues,
solamente una ficción legal a los efectos de poder interponer sin demora el
correspondiente recurso administrativo o jurisdiccional; vale decir, una simple ficción
de efectos estrictamente procesales, limitados, además, a abrirla vía de los
recursos”365.
Por el contrario, el silencio positivo al ser considerado efectivamente como un
auténtico acto administrativo, aunque presunto, equivale a todos los efectos a una
resolución expresa de sentido estimatorio una vez vencido el plazo establecido por
la norma regulatoria del procedimiento para dictarla respectiva resolución posterior”.
Nota: Es conveniente advertir que el parágrafo VII del art. 130 faculta a la
Administración tributaria a dictar normas generales que modifiquen o dejen sin
efecto la resolución impugnada; disposición ésta que merece ser destacada por
cuanto significa el reconocimiento de la propia autoridad tributaria que la norma
general dictada no es conveniente a las asociaciones o entidades afectadas.
3.1.2. Impugnación de los actos de la Administración tributaria de
alcance particular. (Art. 131). La legislación comparada nos ofrece diversas vías
o alternativas legales a las que los contribuyentes pueden recurrir para impugnar
todas o algunas de las resoluciones que emite la Administración tributaria afectando
supuestamente los derechos de los contribuyentes o imponiendo a éstos sanciones
por infracciones tributarias. Omitiendo toda reseña a la legislación extranjera, me
limitaré a resumir el régimen vigente en Bolivia de impugnación de determinados
actos de la Administración tributaria.
3.1.3. La Superintendencia tributaria. (Art. 132) V. Que el rechazo o
negación del recurso agota el procedimiento en sede administrativa. Es conveniente
advertir, que el párrafo VII del artículo 130 faculta a la Administración tributaria dictar
normas generales que 3.1.3 (Art “Créase la Superintendencia Tributaria como
parte del Poder Ejecutivo, bajo la tuición del Ministerio de Hacienda como
órgano autárquico de derecho público, con autonomía de gestión
administrativa,
3.1.3. La Superintendencia Tributaria. (Art. 132) “Créase la
Superintendencia Tributaria como parte del Poder Ejecutivo, bajo la tuición
del Ministerio de Hacienda, como órgano autárquico de derecho público, con
autonomía administrativa, funcional, técnica y financiera, con jurisdicción y
competencia en todo el territorio nacional y cuyo objeto es conocer y resolver
los recursos administrativos de alzada y jerárquico que se interpongan contra
los actos definitivos de la Administración tributaria”. Lo que interesa comentar
al respecto es lo siguiente:
365
GARCIA DE ENTERRÍA - RAMON FERNANDEZ, “Curso de Derecho Administrativo”. 1.1. pág.
592.10a edición, Civitas ediciones, s.r.l. Madrid, 2000.
Que inicialmente, la intención del legislador fue eliminar la jurisdicción
contencioso tributaria creando una sola vía de impugnación de los actos de la
Administración Tributaria (subordinada al Poder Ejecutivo). Como tal propósito
vulneraba el principio de una tutela judicial efectiva propia del Estado de derecho,
el Tribunal Constitucional declaró -como no podía ser de otra manera- la
inconstitucionalidad por omisión normativa del segundo párrafo del art. 131 y del
inciso c) el art. 139 además de los arts. 139, 141, 145, 146, 147 del CTB.
También hay que resaltar, y así lo manifiesta el Dr. RODRIGO al comentar el art.
133 del CTB, que el financiamiento de las Superintendencias con el 1% de las
recaudaciones tributarias de dominio nacional “...compromete la imparcialidad de
estas instituciones, ya que la Resolución de las causas tiene que ver precisamente
con dichas recaudaciones”366. Esta forma de financiar el funcionamiento de las
Superintendencias no sólo quiebra el principio de “Caja única” sino que significa el
pago de una contribución por la prestación de un servicio inherente al Estado cual
es la administración de justicia, servicio que por su naturaleza debe ser gratuito,
salvando el pago de tasas administrativas de mínimas cuantías a fijarse en un
arancel.
3.2. El Recurso de Alzada. (Art. 143). El Recurso de Alzada será admisible
sólo contra los siguientes actos definitivos:
Las resoluciones determinativas.
1.
Las resoluciones sancionatorias.
2.
3. Las resoluciones que denieguen solicitudes de exención,
compensación, repetición o devolución de impuestos.
4. Las resoluciones que exijan restitución de lo indebidamente devuelto
en los casos de devoluciones impositivas.
5. Los actos que declaren la responsabilidad de terceras personas en el
pago de obligaciones tributarias en defecto o en lugar del sujeto pasivo.
Este recurso deberá interponerse dentro del plazo perentorio de veinte (20)
días improrrogables, computables a partir de la notificación con el acto a ser
impugnado.
Posteriormente, la Ley 3092 de 07/07/05 incorporó al Título V del Código,
alrededor de una treintena de disposiciones de naturaleza reglamentaria bajo el
epígrafe “PROCEDIMIENTO PARA EL CONOCIMIENTO Y RESOLUCION DE
LOS RECURSOS DE ALZADA Y JERÁRQUICO, APLICABLES ANTE LA
SUPERINTENCIA TRIBUTARIA”. La misma Ley, en el artículo adicional 4 amplió
la admisión del recurso de Alzada ante la Superintendencia Tributaria contra los
siguientes actos:
1. Acto administrativo que rechaza la solicitud de presentación de
declaraciones juradas rectificatorias.
2. Acto administrativo que rechaza la solicitud de planes de facilidades de
pago.
366
RODRIGO, “La columna Impuesta”, La Razón,7 junio 2003.
Acto que rechaza la extinción de la obligación tributaria por
3.
prescripción, pago o condonación.
4. Todo acto administrativo definitivo de carácter particular emitido por la
Administración Tributaria.
Respecto a la limitación que imponía originalmente el art. 143 de admitir el
recurso de alzada sólo a los actos en él mencionados, ampliando después a otros
cuatro, bien vale la pena atender al tratadista argentino HORACIO D. D(AZ SIEIRO
quien -haciéndose eco de doctrina mayoritariamente aceptada- escribe: “...la
garantía de defensa en juicio se vería claramente vulnerada si se aceptase la
existencia de actos administrativos no impugnables, ya que esto implicaría un
concepto que destruye el principio de juridicidad y de legalidad administrativa y, por
ende, no existe acto administrativo de contenido tributario no impugnable -salvo
expresa y voluntaria renuncia del contribuyente a la impugnación de un acto
administrativo determinado- sea cual fuere el objeto del acto y lo que se pretenda
establecer, reglamentar o decidir mediante su dictado, siendo distintas las vías
procesales que puedan corresponder para su impugnación, según la naturaleza y
contenido del acto administrativo”367.
Es plausible la extensión de los actos administrativos enunciados en el artículo
adicional, particularmente el del numeral 4, que puntualiza como susceptibles de ser
admitidos en el recurso de Alzada sólo los actos administrativos definitivos,
independientemente de la previsión de los arts. 195 y 207 de la Ley 3092 que
excluyen de su admisión aquellos actos administrativos que no tengan carácter
definitivo ni aquellos otros como tercerías, excepciones, etc., que no siendo actos
administrativos, podrían utilizarse como incidentes puramente dilatorios.
3.3. Recurso Jerárquico. (Art. 144). Quien considere que la resolución que
resuelve el Recurso de Alzada lesione sus derechos, podrá interponer de manera
fundamentada, Recurso Jerárquico ante el Superintendente Tributario Regional que
resolvió el Recurso de Alzada, dentro del plazo de veinte (20) días improrrogables,
computables a partir de la notificación con la respectiva resolución.
Conviene tener en cuenta que si el recurso es observado por no cumplir con
requisitos formales su subsanación debe hacerse dentro de los cinco días
siguientes; si fuera presentado fuera del plazo de 20 días, será rechazado por su
carácter perentorio; las pruebas de reciente obtención sólo pueden presentarse
dentro del plazo máximo de 10 días siguientes a la fecha de admisión del recurso y
concluido el término de prueba y el de presentación de alegatos en audiencia, en
su caso, se dicta resolución dentro de los cuarenta días siguientes.
Proceso Contencioso Administrativo. (Art. 147). Reiterando lo que he
4.
expresado en la Nota al numeral 3. de este capítulo, al calificar la desaparición del
ex-Tribunal Fiscal de la Nación como “el derrumbamiento de la jurisdicción
contencioso tributaria”, el burdo intento de quienes propiciaron el maquillaje de dar
una imagen de “juridicidad” en la dirimición final de los conflictos entre la
367
H. DIAZ SIERO, “Derecho tributario procesal. El proceso contencioso tributario” en Tratado de
Tributación, págs. 276 a 279.
Administración tributaria y los contribuyentes, consistió en la redacción del art. 147
del CTB apelando al art. 118 de la CPE entonces vigente, en el cual, la atribución
7a de la Corte Suprema de Justicia era la de “Resolver las causas contenciosas que
resulten de los contratos, negociaciones y concesiones del Poder Ejecutivo y las
demandas contencioso-administrativas a las que dieren lugar las resoluciones del
mismo”.
Nota: Adviértase que los redactores del cuestionado artículo147 interpolaron en
su texto algo que no es cierto, al afirmar que: “Conforme a la atribución 7 a del
parágrafo I del art. 118 de la Constitución Política del Estado, el proceso contencioso
administrativo contra la “resolución que resuelva el recurso jerárquico será conocido
por la Corte Suprema de Justicia sujetándose al trámite contenido en el Código de
Procedimiento Civil y se resolverá por las siguientes causales”.
1. Cuando la autoridad que emitió la resolución que resuelve el recurso
Jerárquico carezca de competencia en razón de la materia o del territorio.'
2. Cuando en el trámite administrativo se hubiere omitido alguna formalidad
esencial dispuesta por Ley.
3. Cuando la Resolución impugnada contenga violación, interpretación errónea
o aplicación indebida de la Ley.
4. Cuando la Resolución contuviere disposiciones contradictorias.
5. Cuando en la apreciación de pruebas se hubiere incurrido en error de
derecho o en error de hecho, debiendo en este último caso evidenciarse el error por
documentos o actos auténticos que demostraren la equivocación manifiesta del
Superintendente Tributario General...”
Nota: Por recurso directo o abstracto de inconstitucionalidad interpuesto por
algunos diputados, el art. 147 fue declarado inconstitucional por contradicción en
Sentencia Constitucional 0009/2004 de 28 de enero de 2004. Como resultado de
esta declaración, se presentó un periodo durante el cual se paralizaron los procesos
contenciosos tributarios, provocándose un daño económico al Estado y a los
contribuyentes. Hubo que esperarse un tiempo más para que se restituya el proceso
contencioso tributario previsto en la legislación anterior; de todas formas, aún
restituido dicho proceso, su sustanciación en los diferentes juzgados en el territorio
nacional tuvo que someterse al procedimiento del Código Civil, texto este último
absolutamente inapropiado para regular los procesos contenciosos tributarios. Vale
decir, que a la derogatoria de las disposiciones relativas a los procesos tributarios
se añadió el error de no restablecer el procedimiento del contencioso tributario
establecido en la LOJ también vigente en ese tiempo.
Ya en su momento, el Instituto Boliviano de Estudios Tributarios (IBET) se
pronunció en sentido que el llamado “proceso contencioso administrativo” del art.
778 del Código de Procedimiento Civil, como medio de impugnación de la resolución
determinativa dictada por la Administración tributaria no pudo ser más
desafortunado por dos razones: la primera, por su desubicación legislativa impropia
de un Código Procesal Civil y, la segunda, por carecer totalmente de normas
sustantivas y formales propias de una jurisdicción contencioso administrativa. En
apoyo de nuestra opinión sobre la inaplicabilidad del minus valido proceso
contencioso administrativo formulado en el art. 778, nos remitimos a los siguientes
criterios expuestos por el Dr. Morales Guillén:
-Que de acuerdo al D.S. de 26 de junio de 1858 “...el objeto de este proceso es
declarar procedente la reclamación del particular contra el acto administrativo
cuando la misma se funda en un derecho perfecto y absoluto”.
-Todos los derechos vulnerados por actos del poder administrador son
susceptibles de acción contencioso administrativa, en tanto esos derechos sean
administrativos, esto es, regidos por el derecho administrativo y no por el derecho
político, civil, penal, etc. -y obviamente- el tributario.
“El contencioso administrativo nace de la violación por parte de la Administración
de las obligaciones a ésta impuestas por leyes, reglamentos que la rigen o de
contratos que ella suscribe".
En el citado pronunciamiento del IBET, decíamos, además, que no se entiende
cómo una Resolución Determinativa girada por la Administración tributaria e
impugnada, no siempre, por razones de legalidad sino en una o más cuestiones de
hecho, contables, técnicas o diferencias aritméticas, como son la mayoría de los
procesos tributarios, deba ser sustanciada como un juicio de puro derecho. ¿Cómo
habrá de apreciar la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia, reparos impositivos
tales como, la determinación de promedio de cuentas incobrables de las últimas
gestiones para el cálculo de la previsión deducible a los efectos del Impuesto a las
Utilidades de las Empresas? ¿O la determinación del porcentaje computable del
crédito fiscal IVA en el caso de entidades financieras? Y el cálculo de excedentes
no deducibles de depreciaciones que se calculan con métodos distintos al de línea
recta. Y así, infinidad de controversias que no son de puro derecho, es decir, que
no se fundan en un derecho perfecto y absoluto.
La Sentencia Constitucional, entre los fundamentos jurídicos del fallo que declaró
la inconstitucionalidad del art.147, expuso con precisión tanto los aspectos
doctrinales como las seis disposiciones legales cuestionadas del CTB y materia del
recurso de inconstitucionalidad, particularmente los arts. 131 y 147, demostrando
que el proceso contencioso administrativo previsto en ambos artículos, por su
naturaleza jurídica, su finalidad y objetivos, no reemplaza al proceso contencioso -
tributario difiriendo éste del primero, por su especial configuración y características
procesales; entre tanto aquél es una vía de control de legalidad, el contencioso
tributario es una vía de impugnación directa y controversial del acto de la
Administración tributaria; mientras aquél se tramita como un proceso de puro
derecho y en única instancia, éste se tramita como un proceso de hecho admitiendo
los recursos establecidos en el ordenamiento legal de impugnación de los actos de
la Administración tributaria.
Para concluir con las observaciones a los arts. 131 y 147, es de tomar en cuenta
la disposición del art. 131 -cuyos últimos dos párrafos no están incluidos en la
declaración de inconstitucionalidad del primero de aquellos. En dichos párrafos se
dispone que la interposición del recurso contencioso administrativo no inhibe la
ejecución de la resolución dictada en el recurso jerárquico, salvo que el
contribuyente solicite su suspensión, acompañando el ofrecimiento de garantías
suficientes y el compromiso de constituirlas dentro de los noventa días siguientes.
Si el proceso fuere rechazado o no se presentaren dichas garantías, la
Administración tributaria hará efectiva la ejecución tributaria. Esta disposición
merece el siguiente comentario: ¿Qué se entiende por suficiente garantía? Por
corresponder la sustanciación del recurso al Superintendente General conforme
dispone el art. 139, es de toda lógica entender que sea esta autoridad quien aprecie
las diversas circunstancias que rodean al caso en concreto que le permitan
establecer el monto de la garantía que, a su sano criterio, sea suficiente para
garantizar razonablemente la percepción del crédito fiscal. Sensiblemente, lo
frecuente en nuestro país, es que la Superintendencia General Tributaria, exija que
la garantía a ofrecer sea igual al monto del impuesto presuntamente debido lo cual,
en la práctica, nos encontramos esta vez -pero disfrazada- con la desterrada y
odiosa exigencia del “solve et repete”.
Nota: El requisito del “solve et repete" (primero paga y después reclamas) exigido
en el derecho romano por la autoridad de los pretores ha sido desechado en la
mayoría de los países
HÉCTOR B. VILLEGAS, después de realizar un estudio del derecho comparado
llega a la conclusión que es un error en creer que la regla “solve et repete” ha sido
aceptada mayoritariamente en la doctrina y legislaciones en general, como requisito
a cumplir por los contribuyentes, con el pago previo del tributo, para cuestionar la
legalidad de éstos ante las autoridades administrativas o judiciales. Pone como
ejemplos la legislación de Inglaterra en la que la simple oposición a la pretensión
fiscal suspende la ejecución del acto administrativo de determinación del impuesto
y en Alemania, Suiza y México ocurre lo mismo, sin perjuicio de exigir garantías o
determinadas cauciones de carácter hipotecario o prendario, depósito de dinero,
pero nunca el pago. En Estados Unidos, se discute la procedencia de la
determinación administrativa ante la Tax Court con efecto suspensivo permitiéndose
acudir al Poder Judicial sin pago previo, salvo que dicha instancia judicial exija el
pago o garantías cuando las circunstancias del caso lo aconsejen. Cita, asimismo,
el tratadista al que recurrimos, el MCTAL en cuya Exposición de Motivos se califica
“el odioso solve et repete como un medio usado para encubrirla arbitrariedad
administrativa y hacer ilusoria la defensa del contribuyente368.
5. CONCLUSIONES CRÍTICAS SOBRE LOS MEDIOS DE IMPUGNACIÓN DE
LOS ACTOS DE LA ADMINISTRACIÓN TRIBUTARIA.
Es muy fácil elaborar recetas jurídicas en materia de administración tributaria -
como las que frecuentemente recibimos de expertos de organismos internacionales-
elaboración que se traduce en normas administrativas inaplicables en el país por
razones sociológicas, culturales, insuficiente desarrollo del derecho administrativo,
etc. Atendiendo a esas razones diversas, es que los redactores del MCTAL, a
tiempo de redactar las disposiciones correspondientes a los medios de impugnación
de los actos administrativos, argumentaron inteligentemente en la Exposición de
368
VILLEGAS, “Curso de derecho financiero…”. pág.508 y sgts.
Motivos que “...frente a la diversidad de sistemas de derecho positivo y a las
diferencias doctrinales que incluso se manifestaron dentro de la Comisión, se
consideró más oportuno proyectar textos optativos, a los efectos de ofrecer
alternativas más fácilmente adaptables a los derechos positivos de los respectivos
países, dejando a estos últimos la decisión de soluciones que a su juicio eran
aconsejables en uno u otro caso”369.
En nuestro país, a raíz de la reforma del CTB abrogatoria de la Ley 1340, el 4 de
agosto de 2003 entró en vigencia el CTB con la promulgación de la Ley N° 2492.
En lo que se refiere a las vías de impugnación de los actos de la Administración
tributaria con alcance particular, y después de la declaración de inconstitucionalidad
de algunos de sus artículos y la reposición del contencioso tributario a sustanciarse
en los juzgados y tribunales ordinarios, dichas vías de impugnación de los actos de
la Administración tributaria que afecten a derechos subjetivos de los contribuyentes
son actualmente, dos:
La vía administrativa a través de la interposición de los recursos de Alzada y
a)
Jerárquico que se mencionan en los parágrafos 3.1.3, 3.2.1 y 3.2.2.
b) La llamada vía jurisdiccional, del contencioso tributario que se inicia por el
contribuyente presentando la demanda ante los Juzgados en lo contencioso
administrativo y tributario está muy lejos de reunir las condiciones mínimas que
requería el ex Tribunal Fiscal de la Nación, tales como la composición colegiada de
sus Salas y una idónea especialización de sus miembros en la materia, habida
cuenta que en el tiempo en que el citado Tribunal fue creado (1970) el estudio del
derecho tributario estuvo siempre ausente de las aulas universitarias bolivianas y
los litigios entre Fisco y contribuyentes se dirimían como si fueran conflictos civiles.
Con la supresión de la jurisdicción contencioso tributaria -hecho éste de infausta
memoria- por decisión de una ministra de Hacienda en ocasión de un supuesto acto
de corrupción, se dio un golpe mortal a un órgano jurisdiccional que en treinta años
fue forjando una judicatura con vocación de especialización y conocimiento del
fenómeno tributarios y materias conexas al mismo incluyendo al derecho tributario
penal. Las instituciones jurídicas, como el vino, se decantan con el tiempo y no se
destruyen las cepas por una mala cosecha.
A partir de dicha supresión, los litigios entre Fisco y contribuyentes que hasta
entonces, duraban -salvo casos problemáticos- alrededor de dos años, al ser
sustanciados en juzgados inactivos por acefalía permanente de cargos, tuvieron
que soportar, además, la acumulación de miles de juicios coactivos seguidos por la
Contraloría General de la República, terminando por el camino más fácil -respecto
a los procesos tributarios- por la anulación de obrados por vicios procedimentales,
afectándose así, la oportuna recaudación de tributos para el Estado y la economía
de los contribuyentes.
369
“Reforma Tributaria para América Latina. Modelo de Código Tributario", pág. 116 y 118.
Programa Conjunto de Tributación OEA/BID, Unión Panamericana, Washington, D.C. 1968.
Respecto a la vía administrativa indicada, el juicio que me merece
personalmente, y a la mayoría de los contribuyentes que han recurrido a la
Superintendencia Tributaria es que si bien sus decisiones en las causas en disputa
entre Fisco y contribuyente, se caracterizaron por la celeridad en su sustanciación,
respetándose los plazos fijados por el CTB, varias de sus decisiones negativas han
sido tomadas bajo presiones políticas, y han conducido a forzadas argumentaciones
contrarias a la correcta evaluación de los elementos jurídicos materiales, técnicos,
contables y legales de los hechos imponibles.
En nuestro país, varios han sido los profesionales del derecho que han abogado
públicamente por la reposición de la jurisdicción contencioso tributaria,
destacándose las personas del Dr. OSCAR GARCíA CANSECO y el Dr. LUIS
ANGEL WAYAR VALDA. Es el primero de los nombrados, quien en varios foros
recordaba insistentemente que “No puede haber ningún pronunciamiento de la
Administración del Estado en general ni de la Administración tributaria en particular
que no sea revisable por la Justicia. Esto se reconoce universalmente como el
derecho de los ciudadanos al debido proceso o tutela judicial efectiva cuya
expresión normativa está recogida en el art. 2 de la Constitución Política del Estado”.
Se busca, a través de esta garantía constitucional', que el tratamiento tributario
se ajuste a la normatividad vigente y sobre todo no se vulneren los principios
constitucionales en los que debe asentarse ese tratamiento..." Dice, además, el
reconocido tributarista, mucho tiempo antes de la vigencia del nuevo Código
Tributario, que "... el control jurisdiccional ha sido dejado de lado, con grave riesgo
para los contribuyentes. Los pronunciamientos efectuados al respecto por el
Instituto Boliviano de Estudios Tributarios (IBET) y el trabajo efectuado por mi
persona bajo el título "Reflexiones finales sobre el Proyecto de Código Tributario”,
no han sido suficientes para cambiar dicho proyecto que se halla en consideración
del Congreso Nacional370.
El Dr. WAYAR VALDA por su parte, en su libro intitulado “La jurisdicción
contencioso - tributaria y sus vicisitudes”371 hace una relación meticulosa y
exacta de lo que fue y es, actualmente, dicha jurisdicción. La lectura de esta obra
es recomendable no solo a estudiosos y abogados tributaristas sino también a
legisladores y funcionarios de la Administración tributaria respectivamente, cuya
actuación en la creación y debida aplicación de las normas tributarias es
insoslayable y decisiva para lograr una buena legislación en la materia y eficiente
gestión administrativa a la hora de su ejecución. Por ahora, me permito resumir el
numeral 6.2.3.5 que trata el Contencioso Administrativo Tributario, en la óptica de
la Ley 2492 y el numeral 6.2.4 en el que el autor expone sus consideraciones finales:
"La ley 2492, intentó introducir una variedad del contencioso administrativo,
otorgándole a este proceso otra característica más, cual es la naturaleza tributaria.
¿Era correcta la idea? ¿Respondía a la naturaleza misma del contencioso
administrativo? Aparte de la inconstitucionalidad respecto a este procedimiento,
370
“Derecho Tributario. Incluye Análisis de la Legislación Tributaria Boliviana”, pág. 42, 1a edic.
UMSA, Facultad de Ciencias Económicas y Financieras. Marzo, 1993.
371
Talleres gráficos, “Gaviota del Sur” s.r.l. Sucre, 2008.
¿tenía sentido y sustento jurídico sólido? ¿Dónde o en qué momento puede
enmarcarse la controversia entre la Administración tributaria y el sujeto pasivo de la
relación jurídica tributaria, ya sea como un contrato, negociación o concesión?"
"Consideramos importante la creación de un tribunal especializado para la
tramitación de la controversia en materia tributaria, que tenga competencia para
conocerla misma respecto a tributos de toda naturaleza, municipales, aduaneros,
nacionales, etc., tribunal que, si bien tenga independencia, goce de jurisdicción para
conocería causa, lo que significa que tendrá que depender del Poder Judicial y cuya
presencia tiene que ser de carácter nacional en las nueve capitales de
departamento. Por la falibilidad del ser humano, siempre tiene que existir una última
instancia en casación ante la Corte Suprema de Justicia, a través del recurso de
casación. Consideramos que el tribunal encargado de conocer y resolver la
controversia, tiene que ser colegiado, para que de esa forma se evite la posibilidad
de corrupción; que se encuentre conformado por profesionales abogados y
contadores públicos o auditores, y no nos parece correcto que el técnico (profesional
auditor o contador público) tenga participación tan solo como perito, debido a que el
tema técnico en la controversia tributaría es tan importante como el jurídico"372.
Es imperioso que en un tiempo cercano se inicie la tarea de elaborar una ley que
regule un régimen procesal en materia tributaria que siga los lineamientos y
principios de tutela judicial efectiva y seguridad jurídica inherentes al Estado de
Derecho. No se puede concebir la existencia de una jurisdicción del contencioso
tributario integrada por jueces y magistrados especializados sin que sus funciones
no sean normadas por un procedimiento también especial, atendiendo a que su
naturaleza exige la aplicación de principios procesales que no siempre deben ser
los mismos que se aplican en el proceso civil.
Al decir de H. DÍAZ SIEIRO, “En una sociedad con una organización institucional
mínima, el Estado es imprescindible como ente encargado de asegurar la paz social
y, para ello, se le ha atribuido el monopolio de la fuerza. En una organización política
y social en donde el Estado no se encuentre sometido al orden jurídico, no existe
un Estado de derecho. Una de las manifestaciones básicas del sometimiento del
Estado al orden jurídico, es la posibilidad de que éste pueda ser demandado o, lo
que es lo mismo, ser llevado a juicio, cuando sus acciones u omisiones afectan a
los derechos o intereses legítimos de los ciudadanos”373.
Salvo lo expuesto a lo largo del capítulo, poco o nada más se puede decir sobre
la actual estructura del contencioso tributario que adolece de muchas carencias en
lo procesal, con lo cual concluyo el presente capítulo.
372
ob. citada pág. 161 y sgts.
373
DÍAZ SIEIRO, “Derecho tributario procesal” en Tratado de tributación, 1.1 vol. 2, pág. 250.
CAPÍTULO XV
DERECHO CONSTITUCIONAL TRIBUTARIO
1. LOS PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES DE LA TRIBUTACIÓN. Conocemos
que el derecho constitucional surge históricamente con el establecimiento del
Estado de derecho y que el fundamento de tal suceso histórico -como no podía ser
de otra manera- se basa en un hecho trascendental cuyo objetivo es la organización
política y administrativa de la comunidad política, y cuyo contenido normativo es
llamado "Constitución" o "Carta Magna". Entre las varias materias que regulan el
funcionamiento de las instituciones del Estado, figura -como ocurría en todas las
Constituciones de Bolivia- el régimen económico y financiero.
VALDÉS COSTA, al tratar este tema también coincidía en que "... desde el
momento en que los principios jurídicos fundamentales son incorporados a la
Constitución, quedan al margen aquellos principios y reglas económicas, técnicas y
administrativas en cuanto no hayan accedido al ámbito jurídico-constitucional, lo
374
MORDEGLIA, "Fuentes del derecho tributario" en Tratado de tributación" t l vol. 1. Pág.117.
375 OSVALDO CASAS, "Principios jurídicos de la tributación" en Tratado de Tributación, pág.220.
que no implica desconocer su importancia y valor y su posible utilización por el
legislador, el administrador y el juez en función de aplicar el derecho376.
Del citado artículo, se desprenden dos conceptos: uno, jurídico, es decir, que la
contribución, si bien es un deber exigido coactivamente por el Estado, constituye
una obligación jurídica; el otro concepto es de carácter económico, y atiende a un
elemento del fenómeno impositivo que ofrece grandes dificultades a la hora de
precisar en qué consiste, o cómo se determina y mide la capacidad económica del
contribuyente, ya que el legislador ha confundido capacidad económica con
capacidad contributiva. Veamos: El fundamento de la imposición radica, en realidad,
en la capacidad contributiva y no en la capacidad económica, no existiendo
identidad entre ambas, ya que como demuestra la ciencia financiera, la capacidad
contributiva es sólo la fuerza económica que supone un incremento de valor de las
fuentes productivas, y no la misma fuente productiva378.
376
VALDÉS COSTA, "Instituciones de derecho tributario", págs. 105 y sgts Edit. Depalma 1992.
377
La política fiscal constituye un instrumento financiero más extenso que el simplemente tributario
abarcando temas como el gasto público, la política monetaria, crediticia, balanza de pagos en el
comercio internacional, el manejo de la deuda pública, el derecho cambiario, etc.
378
El Derecho Tributario y sus fuentes" en Tratado de Derecho Tributario dirigido por
Amadeo Amatucci. T. I. Ed. Temis. SA Bogotá-Colombia, 2001.
Bs. 10.000 mensuales, es decir, que en su economía goza además de un
componente patrimonial como es la vivienda, que otra B, que sólo percibe como
ingresos por su trabajo, el mismo sueldo de Bs. 10.000, pero es casado con tres
hijos viviendo en casa alquilada.
Con el respeto que merece la gran obra jurídica de! profesor de Madrid, estimo
que la capacidad económica no es lo mismo que la capacidad contributiva, y esta
afirmación la asumo apoyándome en sus propias argumentaciones, y las de otros
connotados tratadistas; en rigor, la identidad entre ambas capacidades que
reconoce SAINZ DE BUJANDA, tiene su origen en dos textos constitucionales de
gran trascendencia en la historia de España: uno, en la Constitución de Cádiz de
1810, que establecía: "...la obligación de todos los españoles de contribuir en
proporción a sus haberes" y otro, en el Fuero de los Españoles, al proclamar que:
"...todos contribuirán al sostenimiento de las cargas públicas según su capacidad
económica". Ha sido en apego estricto a esos enunciados de rango constitucional,
que se desarrolla el principio de que todos los españoles tienen una aptitud
constitucional para ser sujetos del tributo (capacidad contributiva absoluta), y una
capacidad de pago individual (capacidad contributiva relativa).
En el lado contrario, para los tributaristas alineados en las escuelas del derecho
natural, la justicia tributaria, a través del reparto equitativo de las cargas públicas,
constituye la esencia del derecho tributario y un concepto jurídico positivo, máxime
en el caso de su reconocimiento en los textos constitucionales, que se hace
ineludible interpretar y aplicar correctamente. Se dirá así, que el criterio material de
justicia expresado en el principio de la capacidad económica vinculado al de
igualdad, tienen su manifestación final en la regulación legal del hecho imponible,
cuyos elementos objetivos deben responder a una relación socio-económica
verdaderamente representativa de dicha capacidad del sujeto pasivo. En otras
palabras, el hecho imponible sólo se justifica con la existencia de una capacidad
contributiva.
379 VALDÉS COSTA, "Instituciones de Derecho tributario". Edic. De palma, Bs. As., 1992.
380 VALDÉS COSTA, "Instituciones..." págs. 371 a 373.
381 "El principio de la igualdad ante la ley, en el derecho de algunos Estados de América Latina".
Rev. Facultad de Derecho" No. 3213,1971, Universidad de Zulia, Venezuela.
2)igualdad ante la ley, que significa que la norma debe ser aplicada con criterio
de estricta igualdad, a todos los afectados por ella;
3)igualdad por la ley, en el sentido de que ésta sería utilizada como instrumento
fiscal para lograr una igualdad de los individuos, corrigiendo las desigualdades
económicas imperantes;
4)igualdad de las partes, ínsito en la concepción de la obligación tributaria, como
una relación jurídica de crédito y débito, y no como una relación de poder.
Las dos primeras y la cuarta, se refieren al contenido de la ley; la tercera, a la
forma de interpretarla y aplicarla.
1.3.1. LA IGUALDAD EN LA LEY. El concepto puede hacer referencia tanto a la
igualdad jurídica como a la económica, entendiendo que, en materia tributaria, al
afirmarse que todos los ciudadanos son iguales, se quiere decir que la propia ley
impositiva no debe crear desigualdades al establecer cargas públicas. En la
República Argentina, desde 1875, el Tribunal Supremo interpretó en reiterados
fallos, que la igualdad no es un criterio matemático, ni preciso, ni absoluto, sino un
concepto relativo y que "...las leyes tributarias para ser iguales, no deben tratar a
todo el mundo de la misma manera, sino al contrario, que su aplicación debe ser
igual para quienes están en igualdad de condiciones, y en caso de desigualdad de
éstas, la igualdad consiste en que la ley dé un trato desigual a las situaciones
desiguales".
En la evolución de la propia jurisprudencia argentina, se concretó más aún el
principio, al afirmarse que no era violatorio de la Constitución el que la ley establezca
grupos o clases de contribuyentes, siempre que ella no tenga el propósito de
favorecer, o, por el contrario, hostilizar a algún grupo u otra categoría de
contribuyentes. Glosando la jurisprudencia norteamericana, el Tribunal Supremo
argentino declaró que: "...no respetan el criterio de igualdad, las diferencias
fundadas en el color, la raza, la nacionalidad, religión, opinión política y otras
circunstancias que no tengan relación posible con los deberes de los ciudadanos
como contribuyentes".
382
JARACH, "Clases de derecho tributario", Edic. CIET, Bs. As. 1970.
contributiva no es una medida objetiva y absoluta de riqueza, sino una apreciación
política del legislador y al ser esto así -concluía-que no existe control jurisdiccional
que pueda juzgar sobre la justicia o injusticia de la ley tributaria violada o por violar
el principio de equidad". Es más, admitió como "vaga" la solución por él dada en su
teoría, solución que uno de sus más fervientes seguidores, GARCIA MULLIN, la
calificó de "descorazonados", puesto que para JARACH, "...un impuesto será igual
cuando el poder judicial participe de la misma conciencia jurídica, social y política
del legislador, y si por el contrario, ese poder del Estado no comparte los propósitos
políticos de las medidas fiscales adoptadas por el legislador, el impuesto será
desigual y violatorio del principio de igualdad383. También HECTOR B. VILLEGAS,
califica de "desalentadora" la conclusión a la que llega JARACH384.
383
GARCÍA MULLIN, "Clases de derecho tributario sustantivo y represivo", Edic. CIET, Bs. As. 1973.
384
VILLEGAS, "Curso de Finanzas, derecho financiero..." pág. 271, Edit. Astrea, Bs. As. 2002.
fiscales se basaban en la proporcionalidad, y que posteriormente, se fueron
adoptando los impuestos progresivos como un medio de gravar aún más a los
sujetos que tengan una elevada capacidad contributiva, y así lograr una mejor
distribución de la riqueza; el autor menciona varios fallos de la Corte Suprema
Argentina que reconocen como legítimos los impuestos progresivos, por estar
fundados sobre la base de la solidaridad social, en cuanto exigen más a quienes
poseen mayor riqueza en relación a quienes poseen menos. Naturalmente, que la
progresividad tiene su límite: la garantía que las propias Constituciones suelen
establecer cuando aseguran la protección e inviolabilidad de la propiedad privada,
prohibiendo los impuestos confiscatorios. El determinar cuándo un impuesto llega a
ser confiscatorio, es una cuestión que no tiene respuestas absolutas385, sino que, al
contrario,' genera mayores dificultades.
385
La jurisprudencia argentina ha sido constante como ambigua al fallar que: "...los tributos son
confiscatorios cuando absorben una parte sustancial de la propiedad o de la renta". VILLEGAS al
respecto comenta que, la dificultad surge para determinar concretamente en qué debe entenderse
por "parte sustancial" y que no existe respuesta a ello en términos absolutos. "Curso de finanzas..."
pág. 276.
MAURICIO A. PLAZAS VEGA386 y LUCIA CRUZ QUIÑONES387, quienes al
discurrir en sendos trabajos sobre la formulación del principio de igualdad y su
aplicación a los impuestos directos e indirectos, y a la verdadera capacidad
contributiva del contribuyente, dan pautas muy significativas para la mejor
comprensión del principio en cuestión, que ofrece de por sí -reiteramos- muchos
problemas al momento de su aplicación a la realidad de los hechos imponibles.
Sin embargo, como recuerda JOSÉ O. CASAS, esta igualdad jurídica ante la ley,
si bien contribuyó a dar impulso a las ideas liberales, significando un valioso avance
legislativo en el Estado moderno, en la práctica, no pasó de ser una igualdad formal,
que perpetuó las diferencias económicas en las sociedades con clases sociales
marcadamente desiguales388. Por estas últimas razones, es que para VALDÉS
COSTA, se hace necesario atender también a otras situaciones o formas de
igualdad: el de igualdad en la ley.
"El más rico de los labradores, Morio, agregó como reparo a la anterior propuesta:
todos los ancianos del pueblo están dispuestos, como yo a sacrificar sus bienes, y
es preciso atender únicamente al interés público acordando lo más conveniente. Y
lo más conveniente no es pedir mucho a los que tienen mucho, porque entonces los
"Y, ¿Cómo sería posible fijar un impuesto proporcional a la riqueza? Ayer tenía
yo doscientos bueyes; hoy sólo tengo sesenta; mañana tendré ciento; Cluñic tiene
tres vacas enfermas y Nicciu tiene dos, robustas y gordas. ¿Quién es más rico? Las
señales de la opulencia son engañosas. Lo único cierto es que todo el mundo come
y bebe. Imponed impuestos a la gente con arreglo a lo que consume. Esto será
prudente y justo… Los ancianos aplaudían aun cuando Greatauk puesta la mano
sobre el puño de su espada, hizo esta breve declaración: Yo soy noble, y por lo
tanto no contribuiré. Admitir un impuesto es propio de gente plebeya. Que pague la
canalla. Pero nadie le replicó, y los ancianos desfilaron en silencio"390.
390
Cita en "Principios jurídicos de la tributación", pág. 327, en Tratado de tributación 1.1. vol. 1.
"...interponerlos recursos contra tributos, impuestos, tasas, patentes,
derechos, o contribuciones creados, modificados o suprimidos en
contravención a lo dispuesto en esta Constitución". Se reafirmaría así, el
principio fundamental de que el tributo sólo puede ser creado por ley, y que, si su
creación fuera ilegal, el mecanismo de defensa del ciudadano afectado, es la
interposición de recursos.
"3) La ley debe establecer todos los aspectos relativos a la existencia, estructura y
cuantía de la obligación tributaria (presupuesto de hecho, base de cálculo,
exoneraciones, alícuotas) así como los relativos a la responsabilidad tributaria, a
la tipificación de infracciones, imposición de sanciones y establecimiento de
limitaciones a los derechos y garantías individuales.
"4) Las exenciones a este principio deben limitarse al mínimo, estar consagradas
explícitamente en los textos constitucionales y en tales casos deben ser
temporarias, condicionadas y detalladamente circunstanciadas, exigiéndose en
todos los casos la ratificación parlamentaria.
391
Participantes: De Argentina: Horacio García Belsunce y Juan Carlos Luque; de México: Ernesto
Flores Zabala y Sergio Francisco de la Garza; de Uruguay Juan Carlos Peyrano y Ramón Valdés
Costa: de Brasil: Gerardo Ataliba y Alberto Xavier para sustituir a los fallecidos Aliomar Baleeiro y
Rubens Gomes de Sousa.
cuantitativo muy controvertible: ¿por qué 33% y no 20% o 40%? Es más, la Corte
estableció que el impuesto debía aumentar al 50%, si los herederos radicaban en
el exterior (impuesto al ausentismo). Posteriormente, la Corte dio paso atrás, fijando
como límite el 33%.
Nota: Es muy grato resaltar que el relato nacional del representante boliviano
mereció públicamente de parte de PASCUALE PISTONE (Italia) ponente general
en el tema 2 "Los principios tributarios ante las nuevas formas de imposición a la
renta", el reconocimiento por el excelente trabajo de nuestro compatriota.
392
Según cita de H. VILLEGAS en "Curso de Finanzas, Derecho financiero…" pág. 280.
de capacidad contributiva, constituye un instrumento de política fiscal de reparto de
la carga tributaria.
La razón para incorporar el tema del amparo en el presente capítulo en lugar del
concerniente al de "Impugnación de los actos de la Administración tributaria"
(Cap. XIV) como debiera ser, es que la acción de amparo necesita ser desarrollada
por una ley específica procesal que puntualice las medidas cautelares que son
propias de los llamados procesos urgentes como enuncia SUSANA CAMILA
NAVARRINE y que son parte de la tutela judicial efectiva394. En el derecho
comparado, tenemos numerosos ejemplos en sentido que, han sido la doctrina y la
jurisprudencia de los altos tribunales de justicia, la fuente que ha conducido a la
legislación o a los jueces, a adoptar las distintas variedades de medidas cautelares
que se dan en las acciones de amparo como por ej.:
393
DÍAZ SIEIRO, “Derecho tributario procesal”. “El proceso contencioso tributario” en Tratado de
tributación, t. I. vol. 2. Pág. 352 y sgts.
394
NAVARRINE SUSANA, “Medidas cautelares y amparo tributario”, en Tratado de tributación, t. 1.
Vol. 2. Págs. 401 y sgts.
6) Las medidas cautelares provisionales. Son aquellas de carácter instrumental y
accesorias del proceso principal al que garantizan.
Es pertinente señalar que los casos más frecuentes que se resuelven mediante
la acción de amparo, son -entre otros- los ocasionados por la mora o retardación de
la Administración, solicitudes de repetición de pagos indebidos o en exceso y
demoras en la expedición o despacho de trámites iniciados por los contribuyentes,
es decir, que el amparo en el ámbito tributario, es aplicable -tal como señala DÍAZ
SIEIRO respecto a los actos administrativos que conforman la relación jurídica
tributaria contribuyente- Administración tributaria396.
395
DlAZ SIEIRO, ob. citada, pág. 354. El propio autor, advierte que la demora excesiva, de por sí,
ocasiona perjuicios a las actividades y derechos de los administrados.
396
DlAZ SIEIRO, ob. citada, pág. 254, pág. 425.
a) "Que, interpuesto un recurso de amparo por demora, no hay necesidad
de demostrar que no existe otra vía procesal idónea para la protección del
derecho garantizado, como ser p.ej., la vía de repetición".
397
NAVARRINE S. ob. cit. págs. 421, 423, 425
CAPÍTULO XVI
DERECHO TRIBUTARIO INTERNACIONAL
398
Este autor ha sido reconocido como el representante más destacado de la escuela del llamado
realismo legal escandinavo, y estudioso del derecho internacional. Catedrático de derecho
constitucional en la Universidad de Copenhagen, publicó en 1953 otra de sus obras, "Del derecho
y la justicia" en la que, además de resaltar el contenido filosófico y moral del derecho, advirtiendo
que "...la norma legal no es ni verdadera ni falsa, sino que es una directiva dirigida más a los jueces
que a los ciudadanos", hace un severo cuestionamiento a los fundamentos del derecho natural.
399
Versión castellana de Fernando Cervera Torrejón, edit. de Derecho financiero, Madrid, 1968. La
obra de O. Buhler, significó un gran aporte al estudio y a la producción legislativa en los países
europeos en materias muy conflictivas abordadas en el terreno del derecho internacional tributario;
tales como los tratados sobre doble imposición; primacía del derecho internacional tributario sobre
los ordenamientos jurídicos nacionales; establecimientos permanentes; régimen fiscal de
sociedades matices y filiales; principios del derecho internacional relativos a los criterios de
imputación según el país de origen y del país de residencia, respecto a las rentas patrimoniales.
400
Quien quiera profundizar este tema puede acudir a la obra colectiva intitulada: "Fiscalidad
Internacional", Edic. Centro de Estudios Financieros, Madrid, 2001.
ramas que integran el derecho tributario, sino también, porque como bien discurre
ADOLFO ATCHABAHIAN, la totalidad de los hechos, derechos y obligaciones, y las
personas a quienes estos hechos afectan, son esencialmente de materia tributaria,
independientemente de que tengan por fuente el derecho tributario nacional, o
emanen de fuentes específicas propias del derecho internacional, como p.ej., los
tratados o convenios internacionales.
Reiterando esto último, veremos que las normas que conforman y son parte del
derecho tributario internacional tienen dos fuentes: una, el derecho tributario de
cada Estado, o sea, las leyes y disposiciones en materia impositiva que, además
de regir en su propio territorio, tienen trascendencia fuera de éste. La otra fuente,
radica en los convenios o tratados suscritos entre Estados soberanos; frente a esta
doble convergencia de normas jurídicas frente a un hecho tributario concreto, la
pregunta que siempre se han planteado los tratadistas del derecho constitucional y
del DIT ha sido: ¿Cuál de esas normas es de aplicación preferente: la creada por
la legislación nacional o la pactada entre los Estados en los convenios o tratados
internacionales? La respuesta a esta pregunta, tiene que ser dada siempre por el
ordenamiento jurídico constitucional, sea en sentido de adoptar la teoría monista o
al contrario, la teoría dualista, que sostienen -respectivamente- diversos criterios
sobre cuál de las normas debe primar frente a una situación concreta: si las del
derecho internacional, o las vigentes en la legislación interna de determinado país,
puesto que la norma o ley tributaria de origen internacional, puede enfocar de forma
distinta su aplicación al caso concreto, de la prevista en la ley nacional.
401
ATCHABAHIAN, "Derecho tributario internacional", en 'Tratado de Tributación" 1.1 vol. 2. A.
402
ATCHABAHIAN. ob. cit. 1.1. vol. 2. pág. 519.
propietario de bienes ubicados dentro de él, otorgaba a sus autoridades políticas el
derecho a gravar con impuestos no sólo esos bienes, sino también los incluidos en
otros Estados o territorios. Este derecho se fundaba en el vínculo político que ligaba
al propietario de esos bienes (ciudadano, súbdito, natural o vecino), con la unidad
política (país, reino, principado, territorio o comarca), en la cual residía. Ocurría, sin
embargo, que las autoridades políticas de otros países y territorios, en los que se
hallaban también algunos bienes del mismo propietario, ejercían potestad tributaria
exigiendo un impuesto sobre estos bienes, por estar vinculados económica y
territorialmente dentro del ámbito de su soberanía política, sin importar el lugar de
residencia de su propietario.
Fue a partir de la segunda mitad del siglo XX, y como respuesta a la necesidad
de dar solución a los frecuentes problemas y litigios originados por la doble
imposición, que los Estados europeos empezaron a suscribir los primeros tratados
en materia tributaria, pero en realidad, fue después de la Primera Guerra Mundial y
luego, con mayor impulso, finalizada la Segunda Guerra Mundial, que los estudios
para evitar la doble tributación internacional, merecieron una importante y especial
atención, dirigida a los impuestos sobre las rentas percibidas por las personas
físicas y las sociedades mercantiles.
2. LA DOBLE IMPOSICIÓN INTERNACIONAL. Al hablar de hechos tributarios
de carácter internacional, se incluyen en éstos, diversos fenómenos con
trascendencia tributaria vinculados, p.ej., con las siguientes actividades productivas,
industriales, comerciales, traslación de capitales, bienes y personas, a través de
diversos países del mundo:
"c) Identidad temporal. La imposición doble o múltiple debe ser simultánea, ya que,
si se grava el mismo hecho imponible en diferentes períodos fiscales, habrá
imposición sucesiva y no doble o múltiple imposición.
403
“Principios de Derecho Internacional Público. Pág. 44. Trad. de Fernando Cervera Torrejón,
Madrid, 1968.
404
ATCHABAHIAN “Derecho tributario internacional”, en Tratado de tributación, en: t. I. vol. 2, pág.
534.
405
HECTOR B. VILLEGAS "Curso de finanzas..." pág. 613, edit. Astrea, Bs. As. 2002.
Pese a que la imposición puede ser doble o multilateral, los fenómenos en estudio
se conocen con el nombre de "doble imposición internacional".
Sin embargo -recordaba el mismo tratadista- que, en la última reunión del citado
Comité, realizada en Londres en 1946, se impusieron las exigencias de los países
europeos y de los Estados Unidos, históricamente exportadores de capital que no
renunciaron a su objetivo de gravar las rentas repatriadas desde los países de la
inversión.407 De esta forma se consolidó la posición de los países desarrollados
adjudicándose la potestad de imposición en base al principio- de gravar rentas de
406
MONTANO GALARZA, "Derecho tributario internacional", pág. 119-120, Edit. Temis S. A.
407
Bogotá-Colombia, 2004.
fuente mundial percibidas por sus connacionales (personas físicas o jurídicas), o
extranjeros residentes y domiciliados en el país408.
Ahora bien, la adscripción de los hechos imponibles por parte de dos o más
países a sus respectivas jurisdicciones tributarias, es -como veremos- a través de
la adopción de diferentes conceptos jurídicos vinculados a la condición de las
personas (nacionalidad, domicilio, residencia); a la ubicación territorial de los bienes
económicos, o al lugar donde se encuentra la dirección de los negocios. En el
siguiente cuadro se muestran esos diferentes conceptos y criterios jurídicos
vinculados a la condición de las personas (nacionalidad, residencia, domicilio), o a
la ubicación territorial de los bienes económicos, o al lugar geográfico donde se
encuentra la dirección de sus negocios, criterios éstos, que los Estados de la
comunidad internacional invocan como principios atributivos de su potestad
tributaria, y a los que hice referencia parágrafos atrás:
410
UCKMAR, Tratados internacionales en materia tributaria”, Trad. de José María Aicega,
Universidad del país vasco.
En varios de los países latinoamericanos rige este principio de imposición en la
fuente; sin embargo, puede ocurrir que su aplicación no esté exenta de dificultades,
ya que podría darse el caso de dos países que acepten dicho principio, pero que
uno de ellos, el país A, sostenga, p.ej., que los servicios de asesoramiento y
asistencia que presta al país B, tienen su fuente en A, es decir, que es desde este
país donde se presta dichos servicios, y al contrario, sea el país B que afirme que
la fuente productora de la renta percibida está en este último, que es el lugar donde
efectivamente se prestan, se utilizan y se aprovechan los resultados de dicho
asesoramiento y asistencia.
El art. 21: "En general, son ingresos de fuente boliviana, aquellos que
provienen de bienes situados, colocados o utilizados económicamente en la
República, de la realización en el territorio nacional de cualquier acto o
actividad susceptible de producir ingresos, o de hechos ocurridos dentro del
límite de la misma, sin tener en cuenta la nacionalidad, domicilio o residencia
del titular, o de las partes que intervengan en las operaciones, ni el lugar de
celebración de los contratos".
En el mismo sentido, la Ley 843 en el art. 42, del Impuesto sobre las
Utilidades de las Empresas (IUE), prescribe: "En general y sin perjuicio de lo
dispuesto en los artículos siguientes, son utilidades de fuente boliviana
aquellas que provienen de bienes situados, colocados o utilizados
económicamente en la República; de la realización en el territorio nacional de
cualquier acto o actividad susceptible de producir utilidades; o de hechos
ocurridos dentro del límite de la misma, sin tener en cuenta la nacionalidad,
domicilio o residencia del titular o de las partes que intervengan en las
operaciones, ni el lugar de celebración de los contratos".
Asimismo, el art. 44: "Se consideran también de fuente boliviana los
ingresos en concepto de: a) Remuneraciones o sueldos que perciban los
miembros de directorios, consejos u órganos directivos por actividades que
efectúen en el exterior para empresas domiciliadas en Bolivia; y b) Honorarios,
retribuciones o remuneraciones por prestaciones de servicios de cualquier
naturaleza desde o en el exterior, cuando los mismos tengan relación con la
obtención de utilidades de fuente boliviana".
**Cambio radical en la Constitución boliviana sobre el principio de
imposición en la fuente.
¿Cuáles son las razones que han llevado a los redactores de la Constitución
a incorporar en ella (en sustitución del principio de la fuente llamado también
principio del país de origen o territorial) el principio de imposición de fuente
mundial a aplicarse por los gobiernos autónomos (departamentos, provincias,
municipios) sobre las rentas generadas por “sus ciudadanos” (!) o empresas
bolivianas en el exterior del país?
a)La aplicación del principio de fuente mundial de forma que se evite la doble
imposición, sólo es posible a través de tratados celebrados entre dos (o más)
Estados y ningún gobierno local o regional autónomo, puede ser sujeto de esta
clase de convenios. En esta materia, nos movemos en el ámbito del derecho
internacional.
b)Sin tratado, las rentas que se generen por sus "ciudadanos" o empresas en el
exterior del país, al ser remesadas al órgano local autónomo, serán gravadas en
éste, además de haber pagado el impuesto en el país de origen de tales rentas,
soportando una indeseable doble imposición.
Añade, el Dr. MARTINEZ BRAVO, con quien coincido totalmente, que “La
incorporación del principio de renta mundial en el ámbito autónomo departamental
y municipal resultaría equívoco, ya que los ciudadanos y las empresas lo son del
Estado Nacional y no de los departamentos o municipios autónomos, debiendo
aplicarse a las rentas que generen en el exterior los residentes y ciudadanos del
411
ATCHABAIAN, "Derecho tributario internacional" en Tratado de tributación pág. 544.
412
MARTÍNEZ BRAVO, "Abogado, especializado en Derecho Constitucional y Administrativo en la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Maestría en Derecho Tributario y profesor de
Derecho Administrativo y Tributario.
Estado Nacional Boliviano, independientemente si son o de un determinado
departamento autónomo”.
413
En el sistema tributario de los Estados Unidos, en aplicación del principio de renta mundial, el
ciudadano norteamericano y los extranjeros domiciliados o residentes en este país, están obligados
a pagar el impuesto por todas las rentas que obtengan dentro y fuera de los Estados Unidos.
Tanto en la doctrina como en la legislación comparada, el primero y el tercero
de los tres principios señalados, son los preferentemente utilizados, aunque el
segundo -basado en la nacionalidad- también es aplicable en los Estados Unidos
de América, México y otros países; pese a ello, es frecuente que la aplicación de
cualquiera de los principios señalados precedentemente, puede dar lugar a la
generación de conflictos entre dos o más Estados, emergentes de sus respectivas
pretensiones de atribuirse potestad tributaria en ocasión de haberse realizado un
mismo presupuesto de hecho. La solución de estos conflictos se busca
generalmente a través del arbitraje con la intervención de expertos en la materia,
independientes de las autoridades de los países involucrados.
Con relación a las rentas del comercio y la industria, la mayoría de los países
exportadores de capital aceptan la aplicación de este principio de la fuente, a
condición de que dichas rentas sean obtenidas a través de un "establecimiento
permanente", con lo cual, hechos económicos como p. ej., las exportaciones de
materias primas (minerales, productos agrícolas, etc.), que se realizan sin tales
establecimientos, escapan al impuesto. Respecto a los impuestos al consumo, la
solución generalmente aceptada es que deben ser soportados en el país de destino,
y en cuanto a los impuestos directos -con la salvedad de los que recaen sobre rentas
obtenidas a través de establecimientos no permanentes- es también principio ya
aceptado por el DTI, que se graven en el país de origen las rentas de inmuebles,
del trabajo personal, y algunas otras de evidente fuente en el país en que son
obtenidas.
Una vez expuestas las precedentes y elementales ideas sobre cuestiones del
derecho tributario internacional, ideas relacionadas específicamente con las
cuestiones sobre la doble imposición internacional, y los criterios atributivos de la
potestad tributaria que los Estados adoptan en sus ordenamientos jurídicos para
gravar o excluir determinados hechos económicos, acudo otra vez al
internacionalista OTTMAR BÜHLER, quien pone en el tapete de discusión, las
siguientes razones resumidas, la distinta posición de los países exportadores de
capitales, respecto a la que sustentan sus receptores.
414
BÚHLER ob. citada, pág. 241 y sgts.
generador de una obligación tributaria con la potestad de imposición de un país? He
expuesto en cuadro anterior que tales puntos de conexión y criterios jurisdiccionales
que permiten a un Estado imponer y exigir el pago del impuesto, están referidos a
los criterios de nacionalidad, domicilio o residencia, o al de la fuente. Precisamente,
la adopción por los Estados de cualesquiera de los mencionados criterios atributivos
de potestad tributaria, es la que da origen a los conflictos sobre doble imposición;
así, p.ej.: si un Estado A, en virtud de su poder de imperio, grava las utilidades de
una empresa extranjera generadas en su territorio, el Estado B, en el que tiene su
domicilio dicha empresa y a la cual se remitan todas o parte de esas utilidades, le
exigirá el pago de otro impuesto, en aplicación de la ley que le atribuye potestad
tributaria en razón de su nacionalidad, o estar domiciliada en dicho Estado.
415
ATCHABAIAN. "Derecho tributario internacional" en Tratado de tributación, t. 2., vol. 1. pág. 537.
c) En el caso de sociedades anónimas que actúen en el exterior a través de una
subsidiaria extranjera, puede utilizarse como crédito tanto el impuesto extranjero
pagado sobre los dividendos percibidos de ésta, como el que corresponda a las
propias utilidades de la subsidiaria. Para ello es suficiente que la sociedad anónima
norteamericana posea el 10 por ciento del capital social de la subsidiaria. Además,
si las utilidades de la subsidiaria provienen de dividendos recibidos por ella de otra
sociedad extranjera, también puede utilizarse como crédito el impuesto sobre
utilidades de la sociedad extranjera, siempre que la subsidiaria posea el 50 por
ciento o más del capital de aquélla.
En los dos sistemas precedentes (de la exoneración o del tax credit), el fisco del
país inversor recibe el total del impuesto correspondiente a las rentas obtenidas en
su país; pero en el caso del tax credit, recibe, además, la diferencia del impuesto si
el del país de la inversión es mayor. La diferencia será mayor, cuando el país de la
inversión exonere la renta en él obtenida, y en tal supuesto, por el sistema del tax
credit, el contribuyente no podrá realizar ninguna deducción, o sea, que pagará el
impuesto por la totalidad de sus rentas nacionales o extranjeras. Por ninguno de los
dos sistemas hay doble imposición, pero por el sistema de la exoneración, los
contribuyentes del país inversor, están gravados por distintos montos de impuestos
según el lugar o país donde realicen sus inversiones, en tanto que en el sistema del
tax credit, se paga siempre el mismo impuesto cualquiera sea el lugar de la
inversión.
En Bolivia, desde la década de los años treinta hasta la de los sesenta, algunos
de sus gobiernos, en un afán competitivo -especialmente con países
centroamericanos- de atraer inversionistas, concedieron exenciones impositivas al
416
VALDÉS COSTA. "Problemas tributarios entre países desarrollados y en vías de desarrollo"
publicado en Estudios de derecho tributario internacional, Edic. Rosgal Montevideo, 1978.
impuesto a sus utilidades sin ningún provecho para el país ni para las propias
empresas extranjeras, ya que éstas, al no pagar el impuesto al Fisco boliviano,
deben hacerlo al Estado del cual son nacionales, aplicando el principio de la fuente
mundial, gravando las utilidades que perciban de cualquier explotación en el resto
del mundo.
Finalmente, este sistema del fax credit, si bien evita la doble tributación, no
siempre funciona tan transparentemente como se lo formula, ya que el país
exportador suele aplicar sus propios mecanismos para calcular las utilidades
gravadas en el extranjero, que no siempre coinciden con el país fuente. Por otro
lado, el reparo más serio que se le puede hacer al sistema, es que impide a los
países subdesarrollados el utilizar incentivos o franquicias tributarias que puedan
beneficiar al inversionista, ya que, al no tener impuesto para acreditar ante el Fisco
del país inversor, o la incidencia del tributo en el país de la inversión sea menor,
tendrá que pagar el impuesto que éste le liquide. Lo que el país fuente no cobró, lo
cobra el país del que procede la inversión.
417
VALDES COSTA, "Problemas tributarios entre los países desarrollados y en vías de desarrollo" y
ELIZABETH A. OWENS, "The foreign tax credit". The law school of Harvard Universirty. Cambridge,
1961.
418
ATCHABAIAN. "Derecho tributario internacional" en Tratado de tributación, t. I., vol. 2. pág. 539.
remiten al exterior, que indudablemente, constituyen la materia imponible más
importante en los países en vías de desarrollo.
mismas y a evitar su aprovechamiento por el fisco del país inversor". "IV JORNADAS." Edic.
Contabilidad moderna, Buenos Aires, 1966.
421
VILLEGAS, HECTOR. "Curso de Finanzas, Derecho financiero y tributario", pág. 618, Astrea, 8a
edic. Bs.As. 2002.
tratados. Entre los Estados de la comunidad internacional, se han acordado hasta
ahora muchos tratados (la minoría de carácter multilateral), sobre doble tributación,
no sólo por la necesidad de normar sus relaciones mutuas representativas de
intereses de naturaleza económica, industrial, financiera y comercial de magnitudes
muy significativas, sino también para combatir la evasión fiscal. Los tratados tienen
un carácter contractual nacido del acuerdo entre los Estados que los suscriben, y
su validez se confirma generalmente después de ser ratificados por el Poder
Legislativo de cada uno éstos; el art. 59 de la CPE prescribe que es atribución de
dicho poder "Aprobar los tratados, concordatos y convenios internacionales".
En el capítulo III sobre fuentes del derecho, decía que en el derecho tributario no
se reconoce a la costumbre como fuente de esta disciplina, al contrario de lo que
ocurre en el derecho internacional público en el cual, tradicionalmente, se reconoce
a la costumbre como una de sus fuentes. Es así que el Estatuto de la Corte
Internacional de Justicia (CIJ), contempla la facultad de dicha Corte para decidir
sobre controversias entre los Estados aplicando los tratados internacionales
suscritos por éstos, además de la costumbre internacional, los principios generales
del derecho e incluso, los fallos judiciales y la doctrina elaborada por los juristas.
Este criterio no es compartido por la mayoría de los estudiosos y expertos en
derecho internacional en lo que concierne a los principios generales del derecho, a
la doctrina de los autores, e incluso a los fallos de tribunales internacionales; el
sustento de este criterio, se apoya en que los Estados sólo aceptan como fuentes
de normas jurídicas internacionales, a los tratados y convenios suscritos entre
países soberanos y, a las costumbres internacionales. Quienes sostienen esta
posición, aceptan -excepcionalmente- que los principios generales del derecho,
reconocidos por el ordenamiento jurídico de algunos países integrantes de la
comunidad internacional, sólo pueden considerarse como fuentes de derecho
internacional, cuando dichos principios sean incorporados expresamente en las
cláusulas de los respectivos tratados.
422
MONTANO GALARZA, ob. cit. pág. 34
normatividad del derecho interno, como efecto del continuo cambio y mutabilidad de
las leyes tributarias, y de las situaciones e intereses por ellas normadas423.
"El art. 228 no considera una cuestión que para la comunidad internacional
adquiere cada vez mayor significado: Se trata de la clasificación en la jerarquía
interna de normas de los contratos concluidos con carácter obligatorio a nivel
internacional. El contrato internacional está por encima de la Constitución o será
transformado mediante la conclusión o la realización de un acto jurídico adicional
eventualmente necesarios en un derecho interno, pero sometido a la Constitución.
Este debate apenas se ha llevado a cabo hasta ahora en Bolivia. Sin embargo, esta
problemática debería ser abordada en el marco de una futura reforma de la
Constitución. Además, debido a los esfuerzos crecientes en Latinoamérica por una
integración regional, esta cuestión adquiere una mayor significación"425.
423
Posición mantenida por el nombrado ENNO BECKER, según cita de O. BÜHLER, en "Principios
de Derecho internacional tributario".
424
"Los tratados y concordatos tienen jerarquía superior a las leyes".
425
"La Constitución Política del Estado. Comentario crítico", La Paz, Fundación Konrad Adenauer,
1998.
alterada por un tratado (que se aprueba por ley)". Añade ATCHABAHIAN: "En otras
palabras, la constitucionalidad exigida con referencia a las leyes sancionadas por el
Congreso también rige para los tratados internacionales: no podría ser aceptado -
de conformidad a la doctrina dominante- no obstante surgir de la voluntad soberana
de los Estados signatarios, que por vía de tales tratados tuviere vigencia en el país
una norma por encima de, y vulnerando, la Constitución nacional426.
También se debe tener en cuenta el art. 120 de la CPE de 1967 que otorgaba al
Tribunal Constitucional la atribución de conocer y resolver sobre "...la
constitucionalidad de tratados o convenios con gobiernos extranjeros u
organismos internacionales"; de esta norma se concluye, sin lugar a
interpretación contraria, que los tratados, concordatos y convenios internacionales,
están sometidos a un control de legalidad "a priori", que determine que el contenido
en general o un artículo en particular del texto del tratado, es o no, contrario a lo
expresamente establecido en la Constitución. Obviamente se entiende que este
control normativo debe efectuarse antes del canje de los instrumentos de
ratificación, control éste, que en palabras del destacado constitucionalista boliviano
JORGE ASBÚN "... garantiza la supremacía constitucional a través de una consulta
cuando exista una duda razonable sobre la constitucionalidad del tratado, estando
éste aún está pendiente de consideración en el Legislativo, evitándose así la
aprobación de una norma inconstitucional"427. Nuestro tratadista, añade en su obra
citada a pie de página: "También es importante este aspecto en áreas que hasta el
presente no tuvieron ningún tratamiento, pues a pesar que los tratados y
convenciones se integran al ordenamiento jurídico y por tanto tienen carácter
exigible, en el caso boliviano pocas veces se ha analizado si los mismos se
encuadran a los principios y presupuestos constitucionales, aspecto que resulta
clave cuando hay un proceso creciente de internacionalización del derecho y se
hace contar con garantías que ubiquen debidamente a los mismos".
426
ATCHABAIAN, "Derecho tributario internacional", en Tratado de tributación, t. I. vol. 2 pág. 525.
427
ASBUN, JORGE "El control de constitucionalidad en Bolivia: evolución y perspectivas", en
"Derecho procesal constitucional boliviano", Edit. El País, Santa Cruz, 2002.
impositivas de los gobiernos locales, en sentido de evitar así, situaciones de doble
tributación.
Por su parte, VÍCTOR BAZÁN tratadista argentino y autor de varias obras sobre
temas constitucionales, a tiempo de poner en evidencia las debilidades normativas
de la Constitución Política de 1967 y del propio Tribunal Constitucional, nos advertía
-entré otros- de los peligrosos precedentes que significan el ejercicio de un control
de constitucionalidad posterior o regresivo de los tratados o convenios
internacionales en vigencia, a través de un recurso indirecto o incidental de
inconstitucionalidad (arts. 59 a 67 de la Ley N° 1836), y el no menos peligroso "...por
la inexistencia de una normativa precisa en el texto constitucional relativa a la
recepción de la norma y costumbre internacionales en el sistema del derecho interno
y al rango que ocupan tales preceptos (convencionales y consuetudinarios) entre
las fuentes del ordenamiento jurídico interno428.
Ahora bien, Bolivia, por su escaso desarrollo económico, no fue parte hasta 1979
de ningún tratado internacional tributario, con excepción del Convenio sobre doble
tributación firmado con la República Argentina en materia de imposición a la renta,
ganancias o beneficios, capital y patrimonios generados o establecidos en ambos
países contratantes429. Dentro del marco de las relaciones de los países miembros
del Acuerdo de Integración Subregional Andina, la Comisión del Acuerdo de
Cartagena emitió la Decisión 40, en la cual se aprobaron dos clases de Convenios
tipos destinados a evitar la doble tributación. Uno de ellos, incluido en el Anexo í
de la Decisión 40, es aplicable "...a todas las personas domiciliadas en
428
BAZAN, VICTOR "Jurisdicción Constitucional y Control de Constitucionalidad de los Tratados y
Convenios Internacionales" en "Derecho Procesal Constitucional Boliviano" Academia Boliviana
de Estudios Constitucionales, Ed. El País, Santa Cruz, 2002.
429
De acuerdo a la cláusula 21 del Convenio, éste debía entrar en vigencia el 1o de enero de 1980,
pero la falta de aprobación congresal en ambos países gobernados en ese tiempo por regímenes
de facto, no fue posible cumplir con ese requisito formal; de todas maneras, la inexistencia de
inversiones bolivianas mínimamente significativas en Argentina, hizo absolutamente inoperante
dicho Convenio.
cualesquiera de los países miembros respecto a los impuestos sobre la renta
y el patrimonio", y en el Anexo II, el Convenio tiene por objeto evitar la doble
tributación entre los países miembros de la Subregión y otros Estados. La norma
de incorporación al ordenamiento jurídico interno boliviano de la Decisión 40, se
hizo a través del Decreto N° 10343 de 7 de julio de 1972.
7. TRATADOS Y CONVENIOS SOBRE DOBLE TRIBUTACIÓN SUSCRITOS
POR BOLIVIA CON PAÍSES EXTRANJEROS.
430
Estudios que condujeron, p.ej., a fijar los términos de la siguiente Resolución de la 10 Conferencia
de Buenos Aires: "Que, de modo general, el principio de la fuente por oposición al del domicilio o
Posteriormente, en la reunión de Panamá de 1963, la ponencia de la delegación
uruguaya, no sólo reafirmó el principio de la imposición en la fuente, sino la tesis de
que los países desarrollados deben conceder crédito a sus inversionistas por los
impuestos exonerados en los países de la inversión.
de la nacionalidad sea adoptado en las legislaciones internas de cada uno de los países o en los
tratados que eventualmente pudieran celebrar entre ellos, como criterio atributivo de exclusiva
potestad fiscal en el orden internacional”
431
ATCHABAHIAN ob. cit. pág. 537.
libre e independiente"432, en cualesquiera conflictos o divergencias en materia
tributaria que se susciten entre las Administraciones tributarias y un contribuyente,
tales p.ej.: en relación a los precios de transferencia (pricing transfer), entre
empresas multinacionales vinculadas, imputación de gastos y cuestionamientos
sobre la existencia o no de un establecimiento permanente, o interpretación de
convenios para evitar o atenuar la doble imposición.
432
"Arbitraje", pág. 49.
El eje de la elaboración del concepto de EP radica en fijar, a los efectos
tributarios, el domicilio de las personas jurídicas extranjeras y el de personas físicas.
De todos modos, el concepto ha obrado una importancia y función especial: la de
señalar específicamente el presupuesto material para la sujeción de la actividad
económica de una empresa extranjera en un país determinado. Las naciones
industrializadas siempre han procurado que los tratados del DIT, contengan un
concepto jurídico restringido del EP, con la finalidad de sustraer al poder tributario
del país en que tienen su fuente las rentas de capital que perciben.
Respecto a las rentas provenientes de la industria y el comercio, la posición de
los países desarrollados fue la de aceptar que las mismas se sometan al impuesto
establecido en el país donde se generan, siempre que se obtengan por intermedio
de un establecimiento permanente o estable433.
Sin referirnos a los antecedentes históricos del EP, que algunos autores
remontan al derecho alemán del siglo XIX, y al ordenamiento jurídico tributario de
Prusia, haremos una relación resumida de la elaboración actual del concepto de EP,
reiterando los siguientes hechos ya reseñados a la iniciación del presente capítulo.
Finalizada la primera guerra mundial, se creó en 1919, a raíz del Tratado de Paz
de Versalles, el organismo internacional de la Sociedad de las Naciones (SDN).
Dicho organismo, encomendó en 1923 a su Comité de Expertos, la elaboración de
un modelo de tratado sobre doble imposición, el mismo que después de ser
reelaborado varias veces, fue finalmente presentado en la Conferencia Regional de
México de 1943, ocasión en que los países latinoamericanos formularon y
defendieron el principio de la "imposición en la fuente", logrando que en dicho
modelo de tratado, se incorpore el citado principio, en sentido que la potestad
tributaria se atribuya al Estado en el que se generan los ingresos.
Tres años después, en la última reunión del propio Comité Fiscal de la Sociedad
de las Naciones, celebrada en Londres el año 1946 con la participación de una
mayoría de representantes de los países europeos, se abandonó la posición
anterior prevaleciendo los planteamientos de los países exportadores de capital,
que no renunciaron a su pretendido derecho de gravar las rentas provenientes de
los países productoras de éstas. El efecto del nuevo criterio, favorable a los
intereses de los países desarrollados, fue la adopción del principio del "domicilio o
residencia", como criterio atributivo de la potestad tributaria al Estado del cual
proviene la inversión434. El año de 1946, las potencias aliadas vencedoras en la 2a
guerra mundial, deciden la extinción de la SDN y se crea la Organización de las
Naciones Unidas (ONU), habiendo concurrido Bolivia al acto fundacional.
433
En rigor, la fórmula significa crear una nueva figura de domicilio para no quebrar el principio del
derecho de un país a gravar a las personas domiciliadas en él. De esta forma, se considera
domiciliada en el país a la empresa extranjera, siempre que exista el establecimiento con las
condiciones y características que generalmente se delimitan en el tratado específico.
434
VALDÉS COSTA. "Estudios de derecho tributario internacional", Montevideo, 1978.
Uno de los órganos de la ONU, el Consejo Económico y Social, que tenía entre
sus funciones el estudio de cuestiones económicas y asuntos internacionales,
presentó la Resolución N° 378, que establecía el derecho de gravar las rentas en el
país de la fuente, debiéndose adoptar medidas para evitar la doble imposición en el
país de residencia, como p.ej., un tratamiento tributario a través de deducciones
impositivas y además, la necesidad de que tales medidas sean adoptadas por
medio de tratados bilaterales, con el fin de que los países en vías de desarrollo no
sean afectados en su crecimiento económico. En líneas generales, el modelo de
convenio de la ONU aprobado en 1980, otorgaba mayores derechos fiscales sobre
los ingresos generados en los países en desarrollo. La cláusula general y la noción
del EP, como criterio paulatino de adscripción tributaria al Estado de la fuente en el
que se generan rentas provenientes de explotaciones industriales, agrícolas, del
comercio e incluso del ejercicio profesional, ha sido generalmente aceptada, al
mismo tiempo que ciertas restricciones al principio de imposición sobre las rentas
de fuente mundial por parte del Estado inversor involucrado. El tema no está exento
de dificultades, sino todo lo contrario. Expondré, inicialmente, sólo algunos aspectos
elementales sobre el instituto jurídico del EP, puntualizando después los alcances
tributarios que el mismo tiene en la legislación boliviana. En primer lugar, las
funciones del EP sirven:
435
MONTANO GALARZA. ob. cit., pág. 287.
armonización tributaria del Mercado Común Europeo, pese a algunos aspectos
criticables que se manifiestan en aquél436.
436
ALEGRÍA BORRAS. “La doble imposición: problemas jurídicos internacionales”, Madrid, Instituto de
Estudios Fiscales, 1974.
a condición de que el conjunto de la actividad del lugar fijo de negocios que resulte
de esa combinación conserve su carácter auxiliar o preparatorio.
La Ley 843, al crear el Impuesto sobre las Utilidades de las Empresas (IUE),
establece en los arts. 36 y 37 que "Son sujetos del impuesto todas las empresas
tanto públicas como privadas, incluyendo: sociedades anónimas, sociedades
anónimas mixtas, sociedades en comandita en acciones y en comandita
simples, sociedades cooperativas, sociedades de responsabilidad limitada,
437
MONTANO GALARZA, "Manual de derecho tributario internacional" pág. 324-325. Universidad
Andina Simón Bolívar-Corporación Editora Nacional, 2006.
sociedades colectivas, sociedades de hecho o irregulares, empresas
unipersonales sujetas a reglamentación, sucursales, agencias o
establecimientos permanentes de empresas constituidas o domiciliadas en el
exterior y cualquier otro tipo de empresas. Esta enumeración es enunciativa
y no limitativa".
Sobre los tratados firmados por Bolivia para evitar la doble imposición
internacional, MONTANO GALARZA, al referirse a la situación de Bolivia y Ecuador
frente a la cuestión tributaria internacional, comenta que ambos países en particular,
nunca han considerado con la importancia que se merece este tema, como medio
para atraer la inversión e incrementar su comercio con otros países.
Los tratados suscritos por Bolivia con Francia y Suecia, al tratar el EP tienen
algunas variantes; con Francia, el texto es el siguiente:
438
MONTAÑO GALARZA, "Derecho tributario internacional. El establecimiento permanente", pág.
89. Edic. Temis, 2004. ob. citada, págs. 86-89
"1. En el sentido del presente Convenio, la expresión Establecimiento permanente
significa un fugar fijo de negocios que sirva para el ejercicio que una actividad
empresarial y que tenga como objetivo la generación de rentas.
3.Una persona que actúe en un Estado por cuenta de una empresa del otro
Estado, se considerará que constituye establecimiento permanente en el Estado
primeramente mencionado si tiene y ejerce habitualmente en este Estado poderes
para concluir contratos en nombre de la empresa, a menos que sus actividades se
limiten a la compra de bienes o mercancías para la misma".
Lo que vendría a ser la "Lista negativa", vale decir, lo que no se considera EP es
la siguiente:
Caso del Perú; El principio general de la Ley del Impuesto a la Renta en este
país, establece que el mismo "...grava las rentas que provengan del capital, del
trabajo y de la aplicación conjunta de ambos factores, entendiéndose como tales
aquellas que provengan de una fuente durable y susceptible de generar ingresos
periódicos". Los sujetos pasivos son todos los domiciliados en el país, sin tener en
cuenta la nacionalidad de las personas naturales, el lugar de constitución de las
personas jurídicas, ni la ubicación de la fuente productora. En el caso de
contribuyentes no domiciliados en el Perú, de sus sucursales, agencias o
establecimientos permanentes, el impuesto recae solo sobre las rentas gravadas de
fuente peruana. Vemos entonces, que, en este país, rige el principio de la fuente o
de territorialidad.
Caso de Venezuela. La Ley del Impuesto sobre la Renta (28 de diciembre 2001),
establece, salvo disposición en contrario, que toda persona natural o jurídica,
residente o domiciliada en Venezuela, pagará impuestos sobre sus rentas de
cualquier origen, sea que la causa o fuente de ingresos esté situada dentro del país
o fuera de él. Las personas naturales o jurídicas no residentes o no domiciliadas en
439
ob. cit. pág. 101 y sgts.
el país, estarán sujetas al impuesto a la renta siempre que la fuente o la causa de
sus enriquecimientos estén u ocurran dentro del país, aun cuando no tengan
establecimiento permanente o base fija en Venezuela. Por otro lado, respecto a las
personas naturales o jurídicas domiciliadas o residentes en el extranjero, pero que
tengan un establecimiento permanente o una base fija en Venezuela, podrán
acreditar contra el impuesto sobre la renta que les corresponda pagar, el impuesto
sobre la renta pagada en el extranjero por los enriquecimientos de fuente
extraterritorial.
En este punto, creo oportuno resaltar que el prestigioso jurista argentino, recoge
profusamente en su obra mencionada en pie de página441 referencias al trabajo de
ZELADA CASTEDO sobre integración regional, referencias, que por proceder de
quien vienen, constituyen un testimonio que valora en alto grado la idoneidad y
conocimiento de ZELADA, sobre las relaciones internacionales de nuestro tiempo.
440
ZELADA CASTEDO, ALBERTO. "Derecho de la Integración Económica" Instituto para la
Integración de América Latina/BID-INTAL. Edit. Depalma, Bs. As. 1989.
441
TORRES, AGUSTIN. "Derecho tributario comunitario", en Tratado de tributación, 1.1. vol. 2.
Para CASADO OLLERO442, FALCÓN YTELLA443, SAINZ DE BUJANDA y otros
autores, una característica del derecho de la integración regional, es la de ser un
derecho supranacional] se coincide, por tanto, en que no es derecho interno, ni
extranjero, ni derecho internacional. Siguiendo siempre a TORRES, para quien, al
ser el derecho de la integración un derecho supranacional fueren sus normas -de
derecho originario o derivado- ellas prevalecen sobre las de los ordenamientos
nacionales, cualesquiera fuere su rango, y tienen aplicabilidad directa no
necesitando de acto alguno de recepción en el derecho interno, debiendo ser
aplicadas por los jueces nacionales con el consecuente efecto directo sobre los
particulares.
¿Qué ocurre con los procesos de integración en los países de América Latina?
Al decir del tratadista A. TORRES que comentamos, "...ninguna nota distintiva del
derecho comunitario está presente en la Asociación Latinoamericana de Libre
Comercio (ALALC) ni tampoco, en la Asociación Latinoamericana de la integración
(ALADÍ)444. Respecto a la creación del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) en
1991 entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay constituyendo un mercado
común (los acuerdos iniciales sobre rebajas arancelarias, eliminación de
restricciones no arancelarias (libre tránsito vial, etc.), no fueron más lejos por
causas -entre muchas otras- que el órgano integrante con capacidad decisoria que
corresponde al Consejo del Mercosur, era integrado por los ministros de Estado de
los países parte del mercado, así como por la falta de un órgano jurisdiccional
permanente, cuyas decisiones sean obligatorias para los Estados miembros e
impugnables por los particulares afectados".
442
CASADO OLLERO. "Ordenamiento comunitario y ordenamiento tributario interno", cita de A.
AMATUCCI "Tratado" 1.1, pág. 283.
443
FALCON y TELLA. "Introducción al derecho financiero y tributario", pág. 44.
444
TORRES A. "Derecho tributario comunitario", pág. 587, en Tratado de tributación.
445 Citado por A. TORRES en Tratado de tributación, pág. 588
He señalado parágrafos atrás, que las normas del derecho tributario originario
(tratados) y derivado de este (las dictadas por órganos comunitarios), deben ser
acatadas por el derecho tributario interno sin necesidad de ningún acto de
recepción. Ahora bien, en esta materia, cierta doctrina distingue dos tipos de
normas:
a) Aquellas que limitan y restringen los poderes de los Estados miembros v.gr.,
la prohibición de establecer cobranzas o exacciones pecuniarias con efecto similar
al arancel aduanero, o tributos internos sobre productos importados al momento de
la declaración por el importador. Tal prohibición: tiene la finalidad de hacer realidad
la libre circulación de los bienes una vez alcanzada la etapa de una unidad
aduanera. En el caso de Bolivia, al haber este país suscrito un acuerdo de libre
comercio con el MERCOSUR, se le acordó un "Programa de liberación comercial",
consistente en rebajas arancelarias progresivas durante un tiempo, pero añadiendo
cláusulas prohibitivas de crear todo tipo de restricciones o medidas no arancelarias,
que impidan llegar al "arancel cero".
b)Las normas que evitan la distorsión que sobre los precios provocan los
impuestos indirectos en función del origen de los bienes; la distorsión se produce al
trasladarse dichos impuestos en los precios hacia el consumidor, afectando la
competitividad en el mercado. Lo que se persigue es que, a raíz del intercambio de
bienes entre los Estados miembros, el país donde éstos sean producidos (país de
origen), debe separar de los precios los impuestos indirectos, devolviéndolos al
exportador después de realizada su exportación al otro Estado comunitario. En otras
palabras, se atribuye al país de origen de los bienes exportados, la potestad de
someterlos a tributo, negando tal potestad al país en el cual se utilizarán.
c)Aquellas otras por las cuales se crean o modifican tributos, v.gr., las que obligan
a corregir las desigualdades estructurales de los impuestos a través de un
tratamiento impositivo igualitario, llamado también de armonización tributaria, como
el previsto en el art. 7o del Tratado de Asunción en los siguientes términos: "...en
materia de impuestos, tasas y otros gravámenes internos, los productos originarios
de un Estado, gozarán en los otros Estados partes, del mismo tratamiento que se
aplique al producto nacional".
En cuanto a los impuestos directos, los problemas surgidos entre todos los dos
países miembros del MERCOSUR, particularmente entre Brasil y Argentina, se han
evidenciado las grandes asimetrías en lo que se refiere a los impuestos directos
con especial incidencia en el impuesto a la renta; p.ej.: en Uruguay no existe este
impuesto sobre las personas físicas, pero sí, las sociedades holdings con activos
en el extranjero están exentas, al igual que las operaciones financieras off shore, y
las llamadas SAFI (Sociedades Anónimas Financieras de Inversión); en Paraguay
sólo se gravan las rentas de sociedades, incluyendo en esta categoría a las
personales, según fuere su fuente; las asimetrías entre Brasil y Argentina respecto
a los sujetos pasivos, las diferentes alícuotas, las tasas efectivas sobre regalías,
intereses y asesoramiento técnico, los incentivos diferentes en zonas francas, y
muchas otras situaciones disímiles en los diferentes países integrantes del
MERCOSUR, han planteado hasta el día de hoy barreras que impiden una efectiva
supranacionalidad regional446.
En conclusión, se puede afirmar que todavía no existe un derecho comunitario
en el área latinoamericana; y todo lo dicho con referencia a esta cuestión, no pasa
de ser una breve e insuficiente relación informativa. No podemos, siquiera hacer
una comparación con los procesos de integración regional europea. Como dice
AGUSTÍN TORRES, citando a VICENTE O. DÍAZ, "...el derecho tributario
comunitario ha desbordado el cauce del derecho tributario sustantivo y se expande
ya en otras direcciones, particularmente en aquella materia en que se utiliza, para
ser operativo, reglas del derecho administrativo"447.
446
TORRES A. ob. Cit. págs. 592 a 627.
447
TORRES A. ob. Cit. pág. 628.
Bibliografía.
Referencias bibliográficas de los autores mencionados en el texto
ABREVIATURAS