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ESCUELA DE DERECHO

ASIGNATURA:
DERECHO PENAL ECONOMICO

“DELITOS DE CORRUPCIÓN EN EL ÁMBITO


PRIVADO”

Docente: Dr. Francisco Josué Castañeda Ramos

Chiclayo - Perú
2020

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INTRODUCCION

En los últimos años, el Estado peruano viene realizando una lucha frontal contra todas
las formas y ámbitos en los que se manifiesta la corrupción. Prueba de ello, es la
adopción de políticas mediante las cuales se definen objetivos, estrategias y acciones
para prevenir y luchar contra la corrupción en nuestro país.

Hasta hace poco tiempo, solo se sancionaba la corrupción en el ámbito público,


específicamente en lo referente a los delitos contra la administración pública; no
obstante, el 3 de septiembre de 2018 se publicó el Decreto Legislativo N° 1385,
mediante el cual se incorporan al Código Penal dos nuevos delitos destinados a
sancionar la corrupción en el ámbito privado; tal es el caso de los artículos 241º-A
“corrupción en el ámbito privado” y 241º-B “corrupción al interior de entes privados”.
Con estas nuevas tipificaciones se busca sancionar actos de corrupción cometidos entre
privados que afecten el normal desarrollo de las relaciones comerciales y la
competencia leal entre empresas.

Es importante señalar que, con estas nuevas tipificaciones nuestro país se suma a países
como España, Alemania y Colombia, quienes ya tienen una normativa para la lucha
contra la corrupción en el ámbito privado.

Así pues, el bien jurídico que se protege en estos dos nuevos delitos es la competencia
leal, entendida como el correcto funcionamiento del mercado, en términos de igualdad
de oportunidad para los competidores; rescatándose un bien jurídico adicional para el
delito de corrupción al interior de entes privados (Art. 241° – B), en el cual también se
protege los intereses de la persona jurídica.

Ahora bien, teniendo en consideración el primer párrafo del Art. 241º-A (delito de
corrupción en el ámbito privado) se advierte que serán considerados autores del delito a
aquellas personas naturales vinculadas a una persona jurídica, desde el socio o
accionista, hasta los empleados e incluso los asesores, que acepten, reciban o soliciten
(corrupción pasiva) un beneficio indebido de cualquier naturaleza -no solo pecuniaria-,
para ellos mismos o un tercero -persona natural o jurídica- en la adquisición o
comercialización de bienes o prestación de un servicio para la empresa que representan.
Por su parte, de la descripción literal del segundo párrafo respecto a la modalidad de
corrupción activa, se desprende que el autor del delito puede ser cualquier persona que

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promete, ofrece o concede el beneficio indebido, no siendo necesaria su vinculación a
una persona jurídica.

DELITOS DE CORRUPCIÓN EN EL ÁMBITO PRIVADO

El cuatro de setiembre se publicó en El Peruano, el Decreto Legislativo N° 1385,


“Decreto Legislativo que sanciona la corrupción en el ámbito privado”. Este decreto se
promulga en virtud de la Ley N° 30823, que delegó en el Poder Ejecutivo la facultad de
legislar en materia de integridad y lucha contra la corrupción. En ese contexto, el
Ejecutivo fue facultado para “incorporar en el Código Penal los delitos de corrupción
en el sector privado que atenten contra la libre y leal competencia empresarial”. De
esta manera, este D.L. busca sancionar aquellas conductas que “afectan el normal
desarrollo de las relaciones comerciales y la competencia leal de las empresas”. 

Corrupción, corrupción privada y afectación de la libre y leal competencia


empresarial

Según Transparencia Internacional, la corrupción puede ser entendida como “el abuso


del poder encomendado para obtener beneficios privados”. Ello supone que la
corrupción no solo implica el abuso de poderes públicos (función pública) sino que
también puede abarcar la corrupción que cometen los particulares (empresarios).

Mientras que por un lado la corrupción puede afectar el correcto funcionamiento de la


Administración Pública (corrupción pública), por el otro nos encontramos
ante “comportamientos desviados de los centros de poder y de decisión en las empresas
en beneficio de los administradores, empleados o personas cercanas a ellos, en
detrimento de los intereses privados y colectivos de la empresa y en contra de las reglas
que amparan el sistema de libre competencia”. En ese sentido, la corrupción privada
tratará de sancionar a “todo aquel que en una decisión con consecuencias para terceros
no se atiene a las reglas [de la libre competencia] y por ello solicita, se hace prometer, o
acepta una ventaja para sí o para otro”

Sobre los delitos previstos en el D.L. N° 1385

El legislador ha visto conveniente incorporar al Código Penal, a través del D.L. N°


1385, los artículos 241-A (corrupción en el ámbito privado) y 241-B (corrupción al
interior de entes privados). Ambos artículos están ubicados sistemáticamente en el
Título IX del Código Penal (Delitos contra el orden económico) y se encontrarían

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vinculados al artículo 241 del Código Penal relacionado con el fraude en remates,
licitaciones y concursos públicos. Consideramos que el fraude en remates públicos no
refleja el injusto que se pretende sancionar en los delitos de corrupción privada. No
existe una relación, como sí ocurre, por ejemplo, con el delito de lesiones (121y 121-A
del CP) o el delito de violación sexual de menor de edad (173 y 173-A del CP), en los
cuales se aprecia la relación y concordancia en su naturaleza y protección de los mismos
bienes jurídicos. Asimismo, con relación al bien jurídico, es cuestionable que se
tipificaran ambos delitos dentro del título “De otros delitos económicos”, puesto que
una de las funciones del bien jurídico es su función sistemática. Ello implica que en el
Código Penal se parte de los diversos bienes jurídicos protegidos en cada delito para su
clasificación. Lo ideal hubiese sido crear un título denominado “Delitos contra la
competencia”, aunque, como veremos más adelante, el artículo 241-B no protege la bien
jurídica competencia leal.

Sobre el delito del artículo 241-A

El precepto penal del artículo 241-A del Código Penal señala lo siguiente:

Artículo 241-A.- Corrupción en el ámbito privado El socio, accionista, gerente,


director, administrador, representante legal, apoderado, empleado o asesor de una
persona jurídica de derecho privado, organización no gubernamental, asociación,
fundación, comité, incluidos los entes no inscritos o sociedades irregulares, que directa
o indirectamente acepta, reciba o solicita donativo, promesa o cualquier otra ventaja o
beneficio indebido de cualquier naturaleza, para sí o para un tercero para realizar u
omitir un acto que permita favorecer a otro en la adquisición o comercialización de
bienes o mercancías, en la contratación de servicios comerciales o en las relaciones
comerciales, será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de cuatro años e
inhabilitación conforme al inciso 4 del artículo 36 del Código Penal y con ciento
ochenta a trescientos sesenta y cinco días-multa. Será reprimido con las mismas penas
previstas en el párrafo anterior quien, directa o indirectamente, prometa, ofrezca o
conceda a accionistas, gerentes, directores, administradores, representantes legales,
apoderados, empleados o asesores de una persona jurídica de derecho privado,
organización no gubernamental, asociación, fundación, comité, incluidos los entes no
inscritos o sociedades irregulares, una ventaja o beneficio indebido de cualquier
naturaleza, para ellos o para un tercero, como contraprestación para realizar u omitir un

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acto que permita favorecer a éste u otro en la adquisición o comercialización de bienes o
mercancías, en la contratación de servicios comerciales o en las relaciones
comerciales».

La fórmula planteada por el artículo 241-A tiene el mismo tenor de los delitos de
cohecho pasivo y cohecho activo en el ámbito de los delitos contra la Administración
Pública. En particular, se sanciona la aceptación y entrega de algún beneficio a cambio
de que una persona vinculada a la persona jurídica realice u omita un acto que favorezca
a otro en una relación comercial (adquisición, comercialización, contratación de bienes
o servicios). Las relaciones comerciales “son aquellas actividades productivas que
realizan los agentes involucrados (comprador y vendedor), con el fin de mantener su
producto o servicio dentro del mercado y satisfacer sus necesidades respectivamente”.
En este caso el sujeto activo no es un funcionario público, sino una persona inmersa en
la estructura empresarial; ya sea en el plano dirigencial (socio, accionista, gerente,
director, administrador), legal (representante legal, apoderado), e incluso un empleado o
asesor de la persona jurídica. Lo importante será que el sujeto activo pueda vincular a la
persona jurídica con sus actos en el plano de sus relaciones comerciales, por lo que nos
encontramos ante un delito especial, en el cual se requiere que el sujeto activo cumpla
con alguna de las cualidades especiales antes mencionadas. Por otro lado, el tipo penal
señala que este delito puede cometerse en el marco de las actividades de personas
jurídicas de derecho privado como ONG´S, asociaciones, fundaciones, comités, entes no
inscritos o sociedades irregulares. Habrá que entender la conducta típica en el contexto
de aquellas actividades comerciales (bienes, servicios) que realicen para la consecución
de sus fines y objetivos. Junto a ello, conforme al primer párrafo del artículo 241-A, el
sujeto activo de este delito va a aceptar, recibir o solicitar un beneficio. Dada la
similitud con el delito de cohecho pasivo, no será indispensable que la ventaja tenga una
naturaleza patrimonial o económica. Asimismo, la recepción o solicitud del beneficio se
realiza a cambio de una conducta (activa u omisiva) dirigida a favorecer a otra persona
en una relación comercial con la persona jurídica. El tipo penal señala que el acto
corrupto debe tener la finalidad de realizar u omitir un acto que permita favorecer a otro
en la adquisición o comercialización de bienes o mercancías o en la contratación de
servicios comerciales o en las relaciones comerciales, siempre que se afecte la
competencia leal entre empresas. Siendo esto así, se debe verificar si la conducta ha ido
en contra de las normas que protegen la competencia reguladas en el Decreto

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Legislativo 1044, en cuyo artículo número uno se señala que la finalidad de la ley es
reprimir todo acto o conducta de competencia desleal que tenga por efecto, real o
potencial, afectar o impedir el adecuado funcionamiento del proceso competitivo. En
este tipo penal no queda claro si el “favorecer a otro” implica que la persona jurídica se
vea perjudicada con la decisión tomada por alguno de los sujetos activos mencionados
en el tipo. Desde nuestro punto de vista, resulta indistinto si la conducta es a favor o en
contra de la persona jurídica, ya que lo importante es la protección de la leal
competencia y no el patrimonio de la persona jurídica. De igual manera, en el segundo
párrafo del artículo 241-A se tipifica lo que podríamos denominar “corrupción privada
activa”, en el cual se sanciona al particular sin cualidad especial que promete, ofrece o
concede un beneficio al sujeto activo con cualidad especial. En este caso, el autor de
esta modalidad será reprimido con las mismas penas del primer párrafo. Si ello es así, a
efectos del Derecho Penal, tanto la conducta de quien acepta o solicita el beneficio
como de aquel que lo entrega son valorativamente equiparables. Por lo tanto, tener la
capacidad de vincular las actividades comerciales de la persona jurídica y tergiversarlas
en favor de un tercero no supondría mayor desvalor penal (en términos de pena
abstracta). Las consecuencias jurídico-penales aplicables serán las siguientes:

1. Pena privativa de libertad no mayor de cuatro años


2. Inhabilitación conforme al inciso 4 del artículo 36 del Código Penal:
“Incapacidad para ejercer por cuenta propia o por intermedio de tercero
profesión, comercio, arte o industria, que deben especificarse en la sentencia”
3. Ciento ochenta a trescientos sesenta y cinco días-multa.

Sobre el delito del artículo 241-B

El delito regulado en el artículo 241-B del Código Penal señala lo siguiente:

Artículo 241-B.- Corrupción al interior de entes privados El socio, accionista, gerente,


director, administrador, representante legal, apoderado, empleado o asesor de una
persona jurídica de derecho privado, organización no gubernamental, asociación,
fundación, comité, incluidos los entes no inscritos o sociedades irregulares, que directa
o indirectamente acepta, recibe o solicita donativo, promesa o cualquier otra ventaja o
beneficio indebido de cualquier naturaleza para sí o para un tercero para realizar u
omitir un acto en perjuicio de la persona jurídica, será reprimido con pena privativa de
libertad no mayor de cuatro años e inhabilitación conforme al inciso 4 del artículo 36

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del Código Penal y con ciento ochenta a trescientos sesenta y cinco días-multa. Será
reprimido con las mismas penas previstas en el párrafo anterior quien, directa o
indirectamente, promete, ofrece o concede a accionistas, gerentes, directores,
administradores, representantes legales, apoderados, empleados o asesores de una
persona jurídica de derecho privado, organización no gubernamental, asociación,
fundación, comité, incluidos los entes no inscritos o sociedades irregulares, una ventaja
o beneficio indebido de cualquier naturaleza, para ellos o para un tercero, como
contraprestación para realizar u omitir un acto en perjuicio de la persona jurídica. En los
supuestos previstos en este artículo solo se procederá mediante ejercicio privado de la
acción penal.

Este delito sigue la fórmula del artículo 241-A, con una estructura de dos párrafos (es
decir, delito bilateral, de participación necesaria). Aquí se sanciona a aquella persona
vinculada a la estructura de la persona jurídica (delito especial) que recibe un beneficio
particular, y también sanciona a aquella que lo entrega o promete. En este caso, el
objetivo es que se realice u omita un acto en perjuicio de la persona jurídica. Cabe
anotar, en primer término, que en el tipo penal no se describe una conducta que se
relacione con actos vinculados con actividades comerciales, como sí fue establecido en
el artículo 241-A. En segundo lugar, la definición del elemento “acto en perjuicio de la
persona jurídica” debería responder al ámbito en el que se desenvuelve el sujeto activo
del primer párrafo. Es decir, de aquellas funciones que tiene el socio, accionista,
gerente, director, administrador, representante legal, apoderado, empleado o asesor de la
persona jurídica. Para definir dicho elemento habrá que identificar cuáles son aquellas
funciones que pueden determinar un perjuicio para la persona jurídica. Al igual que los
delitos de corrupción, entendemos que el perjuicio no solo puede ser de naturaleza
económica, sino que incluiría aquellos actos que puedan determinar el cierre o extinción
de la persona jurídica, por ejemplo. Ahora bien, el tipo penal no protege la competencia
leal como bien jurídico protegido, pues no involucra las relaciones comerciales y,
además, la conducta ocurre al interior de la persona jurídica. De ahí que podamos
afirmar que lo que en realidad se protege es el patrimonio de la empresa. Ello estaría en
concordancia con lo señalado en el último párrafo de dicho artículo, en el que se señala
que en estos casos “solo se procederá mediante ejercicio privado de la acción penal”. Al
encontrarnos ante un delito de acción privada, el legislador ha considerado que el bien
jurídico objeto de protección es de libre disposición por parte del titular, tal como

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ocurre, por ejemplo, en los delitos contra el honor. En consecuencia, asumir que nos
encontramos ante un tipo penal que protege un bien jurídico supraindividual, como es la
competencia leal, implicaría que nos encontramos ante un delito de acción pública,
donde el Ministerio Público puede perseguir la acción penal de oficio o a instancia de
parte, lo cual el legislador no ha tipificado. Por ese motivo, al encontrarnos ante la
protección del bien jurídico patrimonio de la persona jurídica y considerando que nos
encontramos ante un delito de acción privada, resultaría incorrecta la sanción del mero
“aceptar” o “solicitar”, que son conductas de peligro. Esto es así porque este tipo de
delitos adelantan las barreras punitivas con el fin de proteger la puesta en peligro de
bienes jurídicos supraindividuales (medio ambiente, competencia leal, correcto
funcionamiento de la administración pública, entre otros) con la finalidad de que se
evite una lesión al mismo. Adelantar las barreras punitivas para que una persona jurídica
no se vea perjudicada por el “solicitar” o “aceptar”, implicaría ir en contra de los
principios de lesividad y fragmentariedad del derecho penal. En nuestra opinión, la
ubicación sistemática del tipo penal recogido en el artículo 241-B no tiene correlación
con el bien jurídico que pretende proteger el artículo 241 del Código Penal. Asimismo,
al no proteger la competencia leal, sino el patrimonio de la empresa, este tipo penal
debía haberse incorporado al artículo 198 del Código penal: administración fraudulenta,
como un inciso más. También pudo haberse incorporado como si fuese el delito del
artículo 198-A, en el cual se sancionaba una modalidad de peligro del delito de
administración fraudulenta, donde sí guardaba relación con la función sistemática del
bien jurídico.

Las consecuencias jurídicas del primer y segundo párrafo del artículo 241-B son las
siguientes:

1. Pena privativa de libertad no mayor de cuatro años

2. Inhabilitación conforme al inciso 4 del artículo 36 del Código Penal:


“Incapacidad para ejercer por cuenta propia o por intermedio de tercero
profesión, comercio, arte o industria, que deben especificarse en la sentencia”

3. Ciento ochenta a trescientos sesenta y cinco días-multa.

Hemos sostenido que, en realidad, el artículo 241-B protege el patrimonio de la


persona jurídica y no la competencia leal. Siendo esto así, lo que en realidad se trató

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de sancionar es una nueva modalidad de peligro del delito de administración
fraudulenta. En consecuencia, no se entendería por qué esta modalidad de peligro
contiene consecuencias jurídicas más graves que conductas de resultado reguladas
en el artículo 198 del Código Penal. En el caso del delito de administración
fraudulenta, solo se prevé una pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor
de cuatro años; mientras que en el delito regulado en el artículo 241-B, se sanciona
con una pena no mayor de cuatro años y, además, con las penas de inhabilitación y
multa.

CONCLUSIONES

1. Los delitos 241-A y 241-B del Código Penal no se encuentran vinculados por el
mismo injusto del artículo 241 del Código Penal, puesto que no se protegen los
mismos bienes jurídicos.
2. Según la redacción del artículo 241-A, no es necesario que la conducta del sujeto
activo genere un perjuicio o beneficio a la persona jurídica, debido a que se
protege el bien jurídico supraindividual “competencia leal”.
3. Según la redacción del artículo 241-B, se sanciona un “acto en perjuicio de la
persona jurídica”, por lo que se está protegiendo el patrimonio de la empresa y
no a la competencia leal. Asimismo, este tipo penal ha sido configurado como de
acción privada, lo cual denota que el legislador ha considerado que el patrimonio
de la empresa es un bien jurídico disponible por parte del sujeto pasivo. Siendo
esto así, resulta contradictorio que se sancione el delito como conducta de
peligro, debido a que no se está protegiendo un bien jurídico supraindividual.
4. Finalmente, el artículo 241-B debe cambiar de ubicación en el Código Penal, en
armonía con la función sistemática del bien jurídico. En consecuencia, deberá
ubicarse dentro del Título V “Delitos contra el patrimonio”, en específico, en el
Capítulo VI “Fraude a la administración de las personas jurídicas.

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LINKOGRAFIA

1. Daniel Quispe Meza1 y David Torres Pachas. A propósito del decreto legislativo
N° 1385 que sanciona la corrupción en el ámbito privado.
https://cdn01.pucp.education/idehpucp/wp-
content/uploads/2018/10/26225722/boletin-ned_n_3.pdf

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