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Reg.: A y S t 232 p 336-351.

En la ciudad de Santa Fe, a los cinco días del mes de agosto del año dos mil nueve, se
reunieron en acuerdo los señores Ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia,
doctores Daniel Aníbal Erbetta, María Angélica Gastaldi, Rafael Francisco Gutiérrez, Mario Luis
Netri y Eduardo Guillermo Spuler, con la presidencia del titular doctor Roberto Héctor Falistocco, a
fin de dictar sentencia en autos "BERNARD, María Esther -Hurto Calificado- (Expte. 140/05) sobre
REVISIÓN PENAL" (Expte. C.S.J. N° 21, año 2007). Se resolvió someter a sorteo el estudio de la
causa, resultando el siguiente orden: doctores Gutiérrez, Spuler, Erbetta, Netri, Gastaldi y
Falistocco. Asimismo las cuestiones a resolver son PRIMERA: ¿es admisible el recurso
interpuesto? SEGUNDA: en su caso, ¿es procedente? TERCERA: en consecuencia, ¿qué
resolución corresponde dictar?
A la primera cuestión, el señor Ministro doctor Gutiérrez dijo:
1. María Ester Bernard, con el patrocinio letrado del abogado Claudio Villasboas, inicia ante
esta Corte acción de revisión contra la sentencia emitida el 24 de agosto de 2006 por la Cámara
de Apelación en lo Penal de la ciudad de Vera, por la cual se confirma la resolución del inferior
que la condena a la pena de cuatro años de prisión como autora del delito de abigeato agravado,
con costas (Arts. 26 contrario sensu, inc. 1°; 29 inc. 3°; 40; 41 y 167 quater incs. 1°, 2° y 4° del
Cód. Penal texto ordenado por ley 25890); solicitando -además- la suspensión de la ejecución de
la pena hasta tanto se resuelva la acción impetrada (fs. 77/80).
Manifiesta que demanda la revisión atento a que se la condena partiendo de una
suposición y sin que exista certeza acerca de su participación en el hecho.
Relata que el tribunal sostuvo que un animal bovino grande y uno chico se apartaron del
rodeo de Moschen e ingresaron -por el esquinero roto- al predio bajo su custodia; y como en ese
campo aparece un animal que se afirma es de aquél, se concluye que es el animal con cría que
se sustrajo. Se pregunta qué pruebas hay de que fue ella quien ingresó al predio.
Considera que igual apreciación merece la conclusión del A quo de que -junto con su hijo
menor- ingresó a caballo al campo de Moschen -tras romper el alambrado perimetral- y separó la
vaca y el ternero para conducirlos a su predio.
Plantea que el tribunal se apartó del hecho atribuido en la indagatoria y el procesamiento y
que no se le permitió defenderse en la indagatoria, imponiéndosele una pena excesiva sin una
sola prueba que acredite su participación en el hecho.
Sostiene que su situación encuadra en la norma del artículo 489 inciso 4, pues no cometió
el hecho ni se dan las agravantes.
Asevera que no existe una sola prueba de la rotura del alambrado ni que fuera ella
personalmente quien lo hiciera.
Entiende que cuando el legislador previó como agravante el truncar las señales para
apropiarse de ganado, lo hizo teniendo en cuenta animales vivos, pero en el caso -si se aceptara
que se cortaron las orejas del animal- se lo hizo post morten.
Se pregunta en base a qué prueba se le agrava la pena por su condición de ganadera,
pues el informe de la prevención determina que su actividad es la de ama de casa, lo que se
reitera en el simple interrogatorio sumario, la indagatoria y la planilla prontuarial.
Y agrega que, en tanto no hay una prueba clara de su autoría, la favorece el beneficio de la
duda.
2. Por Presidencia se juzgó prima facie admisible el recurso (f. 81) y se le imprimió el
trámite de rigor, sustanciándose la causa con el Titular del Ministerio Público quien, al evacuar la
vista corrida al efecto (fs. 82/84), solicitó que se declare inadmisible la acción interpuesta.
3. El artículo 490 del Código Procesal Penal establece que la acción de revisión penal
deberá concretarse a demostrar, bajo sanción de inadmisibilidad, la inexistencia del hecho
delictuoso o de una circunstancia que contribuyó a agravar la pena, la no comisión por el
condenado o la falta de la prueba en que se basó la condena, fundada en cualquiera de los
incisos del artículo anterior.
La introducción de planteos encuadrados en alguna de las causales taxativamente
enunciadas en el artículo 489 del mismo digesto resulta, entonces, condición para la admisión
formal de la demanda impugnativa, pues sabido es que "[l]os motivos de revisión penal son
específicos e inextensibles" (Clariá Olmedo, Jorge A. Derecho Procesal Penal. T. III. Córdoba,
Marcos Lerner, 1985, pág. 302).
Tampoco puede soslayarse que la acción intentada constituye un remedio extraordinario
que reconoce como objeto impugnable a la sentencia condenatoria firme -pasada en autoridad de
cosa juzgada-; todo lo cual hace que el juicio de admisibilidad adquiera, en la materia, una
significación especial -téngase en cuenta lo expuesto en la causa "Arias" (A. y S. T. 149, pág.
138)-.
En el caso bajo examen, la impugnante demanda la revisión de la condena invocando lo
dispuesto en el inciso 4 del artículo 489 del Código Procesal Penal. Tal norma contempla la
circunstancia de que "después de la condena sobrevengan nuevos hechos o elementos de
prueba que, solos o unidos a los ya examinados en el proceso, hagan evidente que el hecho
delictuoso no existió, que el condenado no lo cometió, o no se dieron las circunstancias
agravantes típicas que el Juez o Tribunal tuvo en cuenta al pronunciar aquélla".
Con referencia a tal supuesto -"la hipótesis más frecuente de remisión, y (que) constituye
también el corazón del instituto" (Leone, Giovanni. Tratado de Derecho Procesal Penal. T. III.
Buenos Aires, E.U.E.A., 1963, pág. 268)-, este Tribunal ha sostenido, en reiterados
pronunciamientos, que la acción no tiene el propósito de corregir la equivocada valoración de los
elementos que obraban en el proceso, sino el de permitir ponderar los que, por no haber estado
presentes entonces, no pudieron influir para poder arribar a una sentencia más benigna (A. y S.,
T. 47, pág. 438; T. 97, pág. 102; T. 139, pág. 490; T. 216, pág. 400, entre otros).
Vale decir, son necesarios hechos o pruebas sobrevinientes y, en ese orden, se ha dicho
que el hipotético error judicial que se pretende eliminar no puede fluir "del material histórico que
tuvo o debió tener en cuenta el juzgador para su crítica, como elementos de autos" (Clariá
Olmedo, Jorge A., op. cit., pág. 302) y que "el iter lógico recorrido por el juez, y con él todo el
material sometido a su examen, ... no pueden ser objeto de revalorización, porque se destruiría la
certeza jurídica que está en la base del fallo" (Leone, Giovanni, op. cit., pág. 269).
Pues bien, el análisis del escrito impugnativo bajo los lineamientos precedentemente
apuntados permite apreciar, sin dificultad, que los planteos de la accionante en modo alguno
refieren a hechos posteriores al fallo.
En efecto, en ninguna parte del breve memorial se menciona algún medio de prueba que
pueda ser considerado como novedoso, resumiéndose todas las postulaciones en un mero intento
de que se reconsidere la versión defensiva en torno del hecho -oportunamente desechada por los
juzgadores en la primera y la segunda instancias- en base a elementos que ya estaban
disponibles para los sujetos del proceso durante su desarrollo.
A mayor abundamiento, puede señalarse que el Juez de Sentencia mencionó -entre otras
cuestiones- que se había verificado el faenamiento de una vaca de pelaje "máscara negra" en el
campo de propiedad de Bernard; que la inspección ocular llevada adelante en los primeros
momentos de la investigación constató rastros de dos equinos y de un bovino grande y otro
pequeño que se apartaban del rodeo dentro del campo del denunciante, rastros que luego de
atravesar el alambrado perimetral cuyo poste esquinero estaba quebrado, se internaban en el
predio del esposo de Bernard; que luego se encontró en el campo de ésta la cabeza de una vaca
que fue reconocida por el peón de Moschen; que la pericial veterinaria determinó que era una
vaca de nueve años de edad, que el tronchado de la oreja fue post morten y que la carne de los
costillares fue extraída a cuchillo y no comida por cerdos o perros -dando de bruces los
argumentos de la procesada-. Sostuvo también que concurrían las agravantes desde que se
constató que se ejerció fuerza sobre el alambrado perimetral, se suprimió la señal mediante el
"tronchado" de la oreja y, finalmente, porque la acusada era persona dedicada a la crianza de
ganado, "conforme surge de su propia declaración". Y la lectura de la declaración indagatoria
acompañada permite observar que la imputada expresó: "tengo desde hace tres o cuatro meses
marca y señal a mi nombre" -además de que Carrizo le había despachado 54 animales, entre
otros conceptos-.
Los fundamentos de la primera sentencia condenatoria fueron, luego, respaldados por el
Tribunal de Alzada en su resolución.
Frente a ello, la impugnante alega en la acción de revisión que no hay certeza de su
participación en el hecho ni pruebas que la involucren, que la agravante supone truncar las
señales de un animal vivo, y que no es ganadera sino ama de casa -conforme surgiría de los
informes de la prevención, el simple interrogatorio sumario, la declaración indagatoria y su planilla
prontuarial, los que referencia con un número de foja-. En otros términos, la acción se sustenta en
la mención de eventos o documentos que no se advierte que hubiesen ocurrido o descubierto con
posterioridad al pronunciamiento atacado -ello, en verdad, ni siquiera ha sido invocado-.
Por ello, entiendo que los planteos distan de reunir las condiciones exigidas para encuadrar
el remedio impetrado dentro de la causal contemplada en el inciso 4º del artículo 489, con lo que
no corresponde superar el valladar formal a la revisión de la cosa juzgada.
Voto, entonces, por la negativa.
A la misma cuestión, el señor Ministro doctor Spuler expresó idénticos fundamentos a los
expuestos por el señor Ministro doctor Gutiérrez y votó en igual sentido.
A la misma cuestión, el señor Ministro doctor Erbetta dijo:
1. Varios son las consideraciones que estimo oportuno efectuar antes de analizar el núcleo
central del presente caso, cual es el cuestionamiento a la sanción penal que fuera impuesta a
Bernard tras ser considerada autora penalmente responsable de la figura delictual prevista en
el artículo 167 quater del Código Penal.
En tal sentido, no se me escapan diversos aspectos que se desprenden de las particulares
circunstancias de la causa -en especial, por la naturaleza de la acción recursiva intentada-, y que
podrían conspirar contra la posibilidad del tratamiento de la referida cuestión central.
2. Uno de los ápices formales que cabe analizar refiere a que según las constancias de la
causa, al momento de interponer el presente remedio, la recurrente se encontraba en rebeldía,
con directa incidencia en lo regulado sobre el particular en el Código Procesal Penal.
El artículo 81 del referido Código estipula: "Ni el imputado rebelde ni su defensor podrán
hacer peticiones en el proceso mientras aquél se mantenga ausente".
En primer lugar, estimo que no puede sostenerse válidamente que una disposición de neto
carácter procesal impida la posibilidad de rever una presentación de naturaleza extraordinaria si
se tiene en cuenta que constituye un criterio afincado en el más Alto Tribunal de la Nación que en
materia de juicios de naturaleza penal se han morigerado la rigurosidad de algunos principios
procesales (Fallos:317:1642; 327:3802).
En tal sentido, en el voto del Ministro Zaffaroni en la causa "Cáceres" (fallada por la Corte
nacional en fecha 27.11.2007) se rescató el hecho de que "la razón de ser de impedir la
prosecución del juicio en contumacia radicaría en garantizar o hacer efectivo el principio del
derecho a la defensa y a la regla de que nadie puede ser penado sin haber sido oído" y que "los
efectos que se desprenden de dicha norma refieren a las etapas de instrucción y juicio, pero no
así en la ulterior de los recursos". Pero -concluyó- "esta omisión no habilita a que se complete el
texto legal mediante una analogía "in malam partem".
Si a lo expuesto, se lo confronta con las constancias de la causa, se advierte que durante
todo el desarrollo del proceso penal, Bernard estuvo siempre a disposición del Tribunal actuante
(vid. fs. 52 y 60 de autos), librándose orden de detención recién luego de dictada la resolución de
Cámara que confirmó la condena impuesta en primera instancia (f. 52), con lo cual se desvanece
la finalidad que perseguiría la norma dirigida a asegurar la defensa del imputado evitando la
tramitación de un juicio penal en rebeldía.
Repárese, por lo demás, que de una hermenéutica de las normas del Código Procesal
Penal -que nunca puede efectuarse "in malam partem"- se desprende que la declaración de
rebeldía del imputado solo suspende la tramitación del juicio o plenario, impidiéndole a aquél
efectuar peticiones durante esta etapa mientras se mantenga ausente (cfr. arts. 80 y 81 C.P.P.).
Pero de ninguna manera, se extrae que de dichas normas, como así tampoco de los
artículos que regulan el recurso de revisión en materia penal, puede considerarse que este
remedio recursivo no pueda ser impetrado por una persona que se encuentra rebelde (cfr. arts.
489 y s.s. C.P.P.).
3. Decidida, entonces, la posibilidad de analizar la pretensión recursiva interpuesta por
Bernard, es dable advertir que el recurrente funda su presentación aludiendo que de las
circunstancias de la causa no se desprenden los componentes agravantes típicos que el Tribunal
tuvo en cuenta para considerar la conducta enrostrada dentro de la figura penal prevista en el
artículo 167 quater del Código Penal (art. 489, C.P.P.).
Atendiendo a los parámetros sobre los que gira la revisión intentada coincido con lo
señalado por los señores Ministros preopinantes respecto a la necesidad de que mediante la
acción incoada se pretenda demostrar que el hecho no existió, que la persona condenada no es
el autor, o que no se dieron las circunstancias agravantes típicas que el juez tuvo en cuenta al
pronunciar aquélla, razón por la cual el juicio de admisibilidad adquiere una significación especial
("Arias", A. y S. T. 149, pág. 138).
Y es sobre este último tópico donde quiero detenerme, pues en mi entendimiento le asiste
razón al impugnante respecto a que en la causa no luce debidamente acreditada la existencia de
las circunstancias agravantes que el Juez de grado, al momento de emitir la sentencia
condenatoria, como así también la Cámara al momento de su confirmación, han tenido por
probadas.
En efecto, un cotejo de las constancias del expediente deja entrever que durante todo el
desarrollo del proceso, a la recurrente se le enrostró la comisión del delito previsto en el artículo
167 ter del Código Penal (abigeato).
Adviértase que así se le intimó en la indagatoria (fs. 16/17), esa figura fue la tenida en
cuenta al momento de disponerse su libertad provisional (f. 18), al dictarse su procesamiento (fs.
20/21v.), como así también por el representante del Ministerio Público tanto en la oportunidad de
efectuar la requisitoria de elevación a juicio (fs. 26/31), como en sus conclusiones (fs. 35/38v.).
Sin embargo, el Magistrado de primera instancia, disintiendo con lo argüido por el titular de
la acción penal, modifica la calificación legal del hecho enrostrado a Bernard, considerando que
en el caso habían concurrido circunstancias que agravaban el mismo por lo que encuadró la
conducta en la figura prevista en el artículo 167 quater del Código Penal (abigeato agravado).
Esa decisión, en mi criterio, es la que no encuentra el sustento suficiente para tener por
acreditadas en la causa las circunstancias agravante típicas que califican una conducta
inicialmente considerada (tanto por el fiscal de la causa, como por el Juez de instrucción) como
abigeato , para pasar a considerarla como abigeato agravado.
Y en el mismo déficit incurre la Cámara que confirma el decisorio del Juez de grado, pues
de la mera lectura de la resolución emanada del órgano de Alzada se colige que el Sentenciante
sólo convalidó los argumentos expuestos en baja instancia, sin agregar o aportar elementos que
confluyeran a tener por acreditado los extremos exigidos por el artículo 167 quater.
4. Sumado a lo anterior, se impone además formular algunas consideraciones en torno a
las particulares circunstancias del caso, en especial, las características del hecho base de la
condena y el monto de la pena impuesta, cuya magnitud no guarda ninguna relación con la
conducta objeto de reproche penal y se aleja visiblemente de las directrices emanadas de
distintos principios de jerarquía constitucional (C.S.J.N., Fallos:296:729; 302:1611; 307:2027, y
más recientemente en la causa "Bravo", del 9.10.2007, disidencia del Dr. Zaffaroni).
Y lo dicho, no puede desvincularse del supuesto de hecho y de la sanción correspondiente
al tipo penal del delito de abigeato agravado (art. 167 quater C.P.).
En este sentido, entiendo que el análisis de razonabilidad de una norma, no solamente
debe comprender si la misma resulta coherente con los principios constitucionales, sino también
debe abarcar el exámen del contexto social en el cual la norma ha sido creada, en su correlación
con aquél en el cual deba ser aplicada, esto es, su relevancia fáctica.
Así las cosas, de la lectura tanto del mensaje de elevación del Proyecto enviado por el
Poder Ejecutivo, al Congreso de la Nación con motivo de la reforma al Código Penal respecto a
los delitos de hurto de ganado, que se plasmó en su oportunidad con la sanción de la ley 25890
un parámetro interesante para descifrar la finalidad que se perseguía con la reforma legislativa
alude a que "en los últimos años el problema del abigeato se ha venido transformando en un
fenómeno delictivo bastante complejo que progresivamente fue evolucionando desde el simple
hecho perpetrado con fines de consumo, pasando a modalidades de mucha mayor violencia en
las que se incluyen asaltos a vehículos y establecimientos rurales perpetrados por bandas que
actúan con inteligencia previa y que finaliza en la organización e una verdadera industria
clandestina que faena y comercializa el ganado de procedencia ilícita. Frente a este grave
panorama, las normas penales existentes se han mostrado incapaces para reprimir con energía
este nuevo tipo de delincuencia" (vid, Mensaje del Poder Ejecutivo nro. 1182/2003, en
www.hcdn.gov.ar).
Se señala en doctrina que, conforme se desprende de los motivos que impulsaron la
reforma legislativa "el fenómeno ha cambiado, el delito de abigeato ya no es cometido por
indigentes sino por sofisticados cuatreros..., antes se hacía para consumo -por hambre-, ahora se
hace para lucrar, con 'inteligencia previa', posterior comercialización y faena clandestina",
concluyendo que "Una regulación penal más severa, será "remedio a la falta de garantía de
calidad y sanidad de productos" (Donna, Edgardo "Delitos contra la propiedad", Rubinzal Culzoni,
Santa Fe, 2008, pág. 73; Franceschetti, Gustavo, "La reforma penal impuesta por la ley 25890.
Tipificación de afectaciones al proceso productivo y comercial ganadero. El abigeato y su proceso
de comercialización", en Revista de Derecho Agrario, Nova Tesis, Rosario, 2005, pág. 240).
De todo lo reseñado, se desprende que el Poder Ejecutivo nacional, con el proyecto de
reforma, consideró que el "abigeato" es hoy un fenómeno diferente al que estaba contemplado en
el originario artículo 163 del Código Penal.
En función de lo expuesto, surge claramente que la conducta que se enrostra a Bernard no
se aproxima en modo alguno a las previsiones o circunstancias que se han tenido en cuenta para
impulsar la modificación a la norma originaria que regulaba el hurto de ganado en el Código
Penal.
5. La irracionalidad de la pena impuesta a Bernard se potencia si se atiende al grado de
lesividad ocasionado al bien jurídico que se intenta proteger con la norma en cuestión.
En tal sentido, cabe destacar que uno de los principios que emanan de la Carta Magna
nacional y que tienen directa incidencia en el derecho penal es el que refiere a la
"proporcionalidad de la pena".
En virtud del mismo, la afectación de los derechos que la imposición de la pena importa, no
puede ser groseramente desproporcionada con la magnitud de la lesividad del conflicto o con el
grado de la lesión provocado al bien jurídico.
Tal circunstancia obliga a jerarquizar las lesiones y a establecer un grado mínimo de
coherencia entre la magnitud de la pena conminada a cada hecho delictual, no pudiendo
tolerarse que las lesiones a la propiedad tenga mayor pena que las lesiones a la vida y que, ante
tales situaciones "...no resta otra solución que hacer uso de los criterios y límites señalados en el
art. 41 C.P., sin perjuicio de que, en los supuestos en que los mínimos legales resulten
desproporcionados respecto del grado de culpabilidad por el hecho, deba imponerse una pena por
debajo de ese mínimo, que siempre se ha de considerar indicativo, a efectos de acatar las leyes
de mayor jerarquía (constitucional e internacional) que prohíben la imposición de penas que
excedan la cuantía señalada por el grado de culpabilidad por el hecho" (Zaffaroni, Alagia, Slokar,
"Derecho Penal-Parte General", Ediar, Bs. As. 2000, págs. 123 y 698).
En el mismo sentido se manifiesta Luigi Ferrajoli cuando alude a la "pena mínima
necesaria" para quien en "el sentido genérico de reacción a la ofensa constituye el fin de la
minimización de la reacción violenta al delito" ("Derecho y Razón", Ed. Trotta, Madrid, 2005, págs.
330 y s.s.).
Por lo demás cabe resaltar que también acerca del principio de proporcionalidad se ha
expedido la Corte Suprema de Justicia de la Nación en oportunidad de fallar la causa "Martínez"
en donde se ponía en tela de juicio el monto de la pena prevista para el delito de robo de
automotores en la vía pública (Fallos:312:809), y más recientemente en la causa "Gramajo" (del
5.9.2006) -donde se declaró la inconstitucionalidad de la pena prevista en el art. 52 C.P.-
precisándose que "la pena y cualquier otra consecuencia jurídico penal del delito no puede ser
cruel, en el sentido que no debe ser desproporcionada respecto del contenido injusto del hecho.
Toda medida penal que se traduzca en una privación de derechos debe guardar proporcionalidad
con la magnitud del contenido ilícito del hecho, o sea, con la gravedad de la lesión al bien jurídico
concretamente afectado por el hecho, porque las previsiones legales expresan tales magnitudes a
través de las escalas penales".
Prosiguió señalando el Alto Cuerpo de Justicia que "la vida humana resulta más valiosa
que la propiedad es un dato que parte de la propia Constitución Nacional, pero la expresión penal
de ello debe concretarse estableciendo una pena más elevada respecto del delito de homicidio
que aquella fijada con relación al hurto o al robo".
Consideró el Máximo Tribunal nacional que "debe entenderse como una pena cruel aquella
que importa una evidente violación al principio de proporcionalidad de la reacción punitiva con el
contenido injusto del hecho", para concluir precisando que "frente a los valores protegidos por
nuestra Constitución, no es posible alterar la jerarquía de los bienes jurídicos de la ley penal
imponiendo privaciones de derecho punitivas no importa bajo qué título o nomen juris que
coloquen una lesión a la propiedad en un plano igual o superior a la lesión a la vida".
Y no otra consideración merece la circunstancia de que el hurto de una cabeza de ganado
que se le achaca a la imputada haber faenado, resulte sancionado con una pena de cuatro años
de prisión efectiva.
6. En síntesis, las consideraciones precedentes habilitan flexibilizar la interpretación de la
norma procesal en función de los principios de jerarquía superior y hacen procedente el planteo
recursivo en orden a que no se ha verificado en el caso las circunstancias agravantes típicas que
el juez tuviera en cuenta para modificar la configuración legal inicialmente atribuida a la encartada
(reitero, abigeato) por la figura calificada por la que la termina condenando (abigeato agravado).
Cabe tener en cuenta que las circunstancias que rodearon el caso y el grado de lesividad
irrogado al bien jurídico confluyen unívocamente para determinar la irrazonabilidad que se
desprende de la imposición de una pena de cuatro años de prisión por el delito enrostrado a
Bernard (Abigeato agravado), lo que constituye un fiel reflejo de la inconsecuencia del mínimo
previsto en el artículo 167 quater del Código Penal.
Y, ante supuestos como el presente, es que resulta de aplicación la doctrina según la cual
los mínimos previstos en cada uno de los tipos penales para enunciar las escalas de sanción
punitiva que corresponde por la comisión de determinado delito revisten naturaleza meramente
enunciativa (vid, al respecto, Zaffaroni, Alagia y Slokar, "Derecho Penal Parte General", Ediar, Bs.
As., 2000, págs. 951 y s.s.; Binder, Alberto "Introducción al Derecho Penal", págs. 251 y s.s.).
Por lo demás, no puede soslayarse que dicho criterio interpretativo fue recepcionado por
el Anteproyecto de Ley de Reforma y Actualización integral del Código Penal de la Nación,
elaborado por la Comisión constituida por resolución del Ministerio de Justicia de la Nación, en
cuyo artículo 9 se alude a que "El juez podrá determinar la pena por debajo de los mínimos
previstos e inclusive eximir de pena, cuando el peligro o daño causados sea de escasa
significación" (Ediar, Bs. As., 2007, pág. 105).
Por las razones expuestas, es que considero que debe hacerse lugar al planteo recursivo
del recurrente, correspondiendo anular la sentencia impugnada y disponer que, de conformidad
con lo previsto en el artículo 494 del Código Procesal Penal se remita la causa al tribunal que
corresponda a los efectos de que se sustancie un nuevo juicio en el cual y ante la posibilidad de
hallarse responsable penalmente a Bernard del tipo previsto en el artículo 167 quater del Código
Penal, se tenga en cuenta, al momento de determinar la sanción penal que corresponda, los
argumentos vertidos en precedencia.
Así voto.
A la misma cuestión, el señor Ministro doctor Netri expresó idénticos fundamentos a los
expuestos por el señor Ministro doctor Gutiérrez y votó en igual sentido.
A la misma cuestión, la señora Ministra doctora Gastaldi dijo:
Siempre se ha señalado que el presente remedio tiene carácter extraordinario, que el
objeto impugnable recae sobre una sentencia firme, por lo cual el juicio de admisibilidad reviste
especial significación.
Desde esta perspectiva, de inicio cabe formular las siguientes consideraciones. Según
consta en autos, la sentencia por la cual se confirmara la condena de la justiciable, se notificó a la
defensa oficial el 5.9.2006 (f.127) y a Bernard el 6.9.2006 (f. 131), quien designó abogado
defensor el 11.9..2006, solicitando éste prórroga para la presentación del recurso de
inconstitucionalidad, a la cual no se hizo lugar (fs. 133/134); luego dedujo una sustitución de
prisión (fs. 53/59) a la que se tuvo presente para su oportunidad, impetrando luego el recurso de
revisión ahora en examen (fs. 77/80).
En principio, entiendo que no obstante encontrarse prófuga la justiciable, esta circunstancia
no puede ser considerada como un obstáculo para efectuar el examen de la causa atento su falta
de declaración de rebeldía (cfr. arts. 80 y 81 en relación con el 489 y s.s. C.P.P.), normativa que no
podría aplicarse "in malam partem" (en tal sentido, Fallos: 330:4879 voto del doctor Zaffaroni en
disidencia). Es del caso señalar inicialmente que el recurso de revisión, se justifica en
situaciones que evidencien iniquidad manifiesta y cuando, en definitiva, se demuestra que el
mantenimiento de la condena vendría a sustentarse en la vulneración de elementales principios
relativos al juicio, que el artículo 18 de la Constitución nacional exige como condición inexcusable
de su validez. Estas vulneraciones sucedidas en el caso fueron inadvertidas por la defensa oficial
y por falta de insistencia oportuna y eficaz de la defensa particular, lo que determinó que la
justiciable se viera privada de la instancia recursiva extraordinaria con menoscabo en sus
derechos y garantías.
En la presente causa, una prolija lectura de los antecedentes, pone al descubierto una
transgresión a las exigencias del juicio que más allá de cualquier imperfección en la habilitación
en la competencia de esta Corte para conocer de las motivaciones recursivas, impondrían que se
superen. Pues, nítidamente se advierte que la validez misma del pronunciamiento se encuentra
seriamente afectada. Y en ese sentido, como se ha dicho, es un pre requisito propio a su función
jurisdiccional el control, aún de oficio, del desarrollo del procedimiento, cuando se encuentren
involucrados aspectos que atañen al orden público relativos a la libertad personal. Sobre la cual
podemos decir que pivotea todo el orden jurídico. Así, se ha entendido que la excepcionalidad y
los alcances restrictivos de este remedio, no pueden desnaturalizar su finalidad de "instrumento
garantizador de la posibilidad de abrogar secuelas irreparables para libertad humana" (E.D., T.
101-965/972).
En torno a las causales de admisibilidad y en la apreciación de la literalidad del artículo 489
inciso 4 del Código Procesal Penal, considero necesario señalar que resultaría contrario a la
estructuración lógica del pensamiento exigir la prueba de hechos nuevos respecto de lo que no
podría considerarse existente. Y ello ocurre, cuando como en el caso, a estarse a las constancias
relevadas no logra evidenciarse concurrencia alguna de las materialidades del tipo penal
agravado por el cual se condena a la justiciable.
En ese sentido, y conforme con lo que seguidamente se fundamentará, lleva razón el
peticionante de revisión de la condena al invocar la previsión procesal que contempla cuando
resultare evidente que "el hecho no se cometió" (art. 489, inc.4, C.P.P.). Por cuanto, desestimar el
recurso sosteniendo que no se trajeron nuevos hechos o prueba, importaría a mi entender,
convalidar la exigencia de lo que se conoce como "prueba diabólica". Así en estos particulares
casos, como dijera un perito de peritos: "es completamente absurdo discutir acerca de la
refutación [prueba] sin hacerlo antes acerca del razonamiento, pues la refutación es un
razonamiento, de modo que es conveniente tratar acerca del razonamiento antes que de la falsa
refutación: pues tal tipo de refutación es un aparente razonamiento de la contradicción". Y tal es el
razonamiento que el caso impone y que se muestra claramente con un ejemplo que se conoce
como "falacia ad ignoratiam". Por lo cual, podría sostenerse que los fantasmas existen porque
nadie ha podido demostrar lo contrario. Sin sentido de tal tipo de aserto, y trasladable al caso, si
se exigieran nuevos hechos o pruebas de lo que no pudiera tenerse como material y
jurídicamente existente.
En fundamentación de lo que afirmo, echa de verse que las materialidades (el suceso) que
da cuenta el sumario policial refiere a que fueron encontrados en dependencias de propiedad de
la inculpada "el esqueleto de una vaca faenada", "despulpada", "por la cabeza que se encuentra
con cuero es pelaje máscara negro con guampas y sus orejas tronchadas a la mitad", "se hallan
las patas, bostas de mondongo y rastros de personas (ver acta de allanamiento f. 3). Detalla el
acta que "se secuestró preventivamente el esqueleto" y en especial su cabeza donde sus señales
fueron cortadas a la mitad, por no constar con un veterinario en el lugar (f. 3v.).
Ahora bien, en el expediente se agregó un informe policial (f. 4) y el informe de un
veterinario a la preventora (fs. 12/13) que dice haber analizado el esqueleto, la cabeza, más un
trozo de oreja, consignando que por los huesos era una vaca de 450 kilos, que la carne fue
extraída a cuchillo y haciendo constar que la oreja -cortada post mortem- presenta una señal.
Luego a foja 19 este mismo médico veterinario dice que la señal de la oreja es de Moschen, que
el corte fue hecho "pos mortem" -ya que no presentaba ningún signo inflamatorio ni cicatrizante-
(f. 19).
Así las cosas, se indagó a Bernard por "sustraer una vaca con cría al pie, propiedad de
Ángel Moschen, previo "desatar tres hilos de alambre del campo" (fs. 16/17). La inculpada negó la
imputación y afirmó que la vaca les pertenecía, tenía la marca y señal de su marido y que por
enfermedad hubieron de sacrificarla con uno de sus hijos, tirándoles los cuartos a los chanchos y
el resto se lo comieron los perros. Obra declaración en la policía en igual sentido del hijo de la
inculpada explicando que le cortaron las orejas porque creían que tenía garrapatas.
El Juez de instrucción procesó a Bernard por el delito de abigeato simple -art. 167 ter C.P.-
(fs. 20/21v.). Al abigeato simple refirieron el requerimiento de elevación a juicio y las conclusiones
del fiscal, quien solicitó pena condicional (fs. 26/31 y 35/38). Mas, en primera instancia se
condenó por el delito de abigeato agravado (art. 167 quater, incs. 1, 2 y 4 del C.P.). Pues, el
Juzgador desestimando las explicaciones de la justiciable, tuvo por acreditado que "Bernard junto
a su vástago menor de edad, tras romper el alambrado perimetral del campo de Moschen, se
introdujeron en sendos caballos y apartaron del rodeo la vaca y el ternero, dándole muerte a la
primera", considerando la concurrencia de las agravantes del 167 quater, a saber: fuerza sobre el
alambrado perimetral (inciso 1), supresión de señal mediante el tronchado de la oreja (inciso 2) y
tratándose de una persona dedicada a la crianza de ganado (inciso 4). Imponiendo a la justiciable
la pena de cuatro años de prisión efectiva (fs. 41/43).
La defensa oficial tan solo se agravió, al apelar, invocando la insuficiencia de elementos
criminosos y abogando por el principio de "in dubio pro reo" (fs. 44/45). La Cámara, a su hora,
desestimó el recurso de apelación y confirmó el pronunciamiento condenatorio por el tipo
agravado (fs. 48/50).
Pues bien, a estarse a las materialidades que surgen de las constancias fácticas del
expediente surge con evidencia que asiste razón a la defensa cuando argumenta el apartamiento
del Juzgador respecto del hecho enrostrado a Bernard, y cuando se la condenara sin "una sola
prueba que acredite su participación en el hecho"(f. 78).
Por ello, se impone una apreciación de los presupuestos del hecho delictivo y del
razonamiento condenatorio. Todo, a los fines de emitir pronunciamiento que adelanto habrá ser
por la nulidad y absolutorio.
En tal cometido, cabe partir de la elemental caracterización del abigeato el cual supone el
"apoderamiento ilegítimo" de una o más cabezas de ganado total o parcialmente ajenas (art. 167
ter, C.P.).
Respecto a este extremo esencial, los jueces asumieron que los restos encontrados no
pertenecían a Bernard. Apoyándose en que la cabeza del vacuno fue reconocida por el peón de
Moschen. El Sentenciante descartó aquello conocido de que: "todas las vacas se parecen"
diciendo "los peones avezados conocen la hacienda" (ver f. 42v.).
Ahora bien, la conexión decisiva desde la cual tuvieron por acreditado tanto la "propiedad
ajena" -de los restos- como el "apoderamiento" gira en torno a la cuestión de la oreja. En tal
sentido, llamando "pericia" al "informe veterinario", a foja 49, la Cámara explicita directamente:
"las pericias efectuadas sobre los restos del animal y la oreja tronchada donde se pudo establecer
la señal de Moschen propietario del vacuno".
Es del caso señalar -de inicio- la contradicción y el apartamiento que se advierte con las
evidencias de la causa. Pues, en cuanto a la aparición misma de la oreja no se corresponde con
las materialidades de la misma. Desde que, ni siquiera consta como hallada en el acta de
allanamiento que circunscribe como "hallado": al "esqueleto de una vaca" y una "cabeza con las
orejas tronchadas". Y consignando la existencia de "solo" rastros de sangre de animal "sin otro
detalle o elemento", fuera de ello "otro rastro no se encontró". Más aún, se dice que "se secuestra
el esqueleto para determinar las causas de la muerte y en especial su cabeza donde sus señales
fueron cortadas a la mitad" (f. 3v.). En el caso, los Jueces prescindiendo de analizar críticamente
esas constancias y, sin explicitación o indagación, de facto se apoyaron en el informe policial
agregado, el cual "inconvincentemente" -si vale la expresión- y en contradicción con el acta de
allanamiento hace referencia al hallazgo de "unos pedazos de orejas esparcidos a unos metros
de los restos" (fs. 4/5). Digo más, inconvincentemente pues vista la relevancia que se le dio, se
contrapone con la única actuación que contara con la aquiescencia de la justiciable. Pero, ese
"hallazgo" de la oreja tronchada y con señal, a la que aludiera el "informe veterinario" (fs. 12/13 y
19) dio apoyo a la condena de Bernard por el tipo agravado de "supresión de marca" (art. 167
quater inc. 2, C.P.).
En el caso, en contrario a lo sustentado, elementales principios del juicio probatorio
debieron descalificar cualquier apoyo convictivo al referido "hallazgo" de la oreja. No solo por falta
absoluta de individualización de la misma, ya que no constaba ni el acta ni el secuestro que
releva, sino también por razones de sentido común, pues tampoco parece muy entendible que a
quien se le adjudique suprimir la señal identificatoria, en ese mismo intento, la hubiera dejado
justamente en las adyacencias. Cuando, ni siquiera se hallaron vísceras, cueros, etc.(f. 3v.).
Todo lo cual, guarda correlato con las vistas fotográficas que se acompañan en el principal, de las
cuales no podría distinguirse la existencia o no de los trozos de orejas y mucho menos reflejar
signos distintivos o de individualización de la propiedad de las mismas (fs. 45/49).
Sin embargo, el juez se apoyó en el invocado "hallazgo" no solo para adjudicar la
propiedad ajena del vacuno faenado en cabeza de Moschen, sino para calificar la conducta por el
inciso 2 del 167 quater del Código Penal.
Y en este aspecto, el inexcusable yerro de los Juzgadores se manifiesta con evidencia, por
cuanto desde la misma tesitura que partieron -que la oreja fue tronchada "post mortem"- le
indicaba inexcusablemente la imposibilidad material y jurídica de entender "la supresión" como
modo agravado del apoderamiento. Arremetiendo así, con elementales reglas de la dogmática y
del razonamiento jurídico.
Ello así, desde que la estructura típica de la agravante exige que las acciones (alterar,
suprimir o falsificar) sean realizadas por el autor para conseguir el apoderamiento ilegítimo del
ganado. En ese sentido, al analizar el tipo ejemplifica Donna que "quien se apodera del ganado,
consumando así el injusto" "y tras ello procede a alterar, suprimir o falsificar las marcas o
señales que identifican a los animales desapoderados -obviamente con el fin de facilitar la
comercialización de lo mal habido evidentemente no tipifica la agravante" (ver Donna, Edgardo
A., Derecho Penal, Parte Especial, Tomo II-B, Editorial Rubinzal Culzoni Editores, pág. 88).
En el caso, con claro apartamiento de elementales reglas del razonamiento jurídico en la
apreciación del tipo se adjudicó al tronchado desde su facticidad mecánica el significado jurídico
de "supresión" contrapuesto a todo parámetro de razonabilidad legal respecto a la acción
contemplada. Pudiendo colegirse que no se reparó siquiera en el alcance explicitado en los
antecedentes parlamentarios. Que como no podría ser de otra forma agrava el tipo básico en
vinculación con la utilización desnaturalizada del sistema identificatorio, a través de conductas que
posibilitan la afectación de la fe pública, como ser: la alteración, supresión y falsificación de
marcas o señales.
No obstante ello, lo cual bastaría en demostración de la invalidez del pronunciamiento.
También es claro, el apartamiento de las constancias del expediente, por cuanto ninguna
evidencia vincula a la imputada con la violencia exigida en el tipo agravado en el inciso 1, desde
que no hay prueba ni rastro -que efectivamente pudiera haber sido individualizado- que
incriminase directamente a la justiciable.
Por lo demás, es a todas luces manifiesto que todos los restantes elementos obrantes en la
causa indican a las claras el sentido negativo a cualquier sospecha. Nótese, en tal sentido que las
múltiples órdenes de allanamientos libradas por el extravío de una vaca, tuvieron resultado
negativo y el ternero tampoco apareció. Con lo que a mí juicio, en esta causa, solo queda
indubitado un esqueleto y una cabeza de vaca. Lo cual por cierto, entiendo, no puede motivar la
condena de María Esther Bernard, debiéndose descalificar cualquier hipótesis condenatoria con
base a las materialidades relevadas en la causa.
Por todo ello, advirtiéndose deficiencias en la defensa, como así también vicios graves en
el decisorio sustentado en una irrazonable aprehensión de la base fáctica, desconocimiento
inexcusable del derecho, entiendo comprometido en el caso el valor justicia, básicamente ante el
convencimiento de la inexistencia material del hecho calificado, razón por la cual considero por
aplicación del principio "favor rei" deben flexibilizarse los recaudos del remedio impetrado,
haciéndose lugar al recurso de revisión, correspondiendo anular la sentencia recurrida y absolver
a la imputada por el delito de abigeato agravado que se le enrostra.
Así voto.
A la misma cuetión, el señor Presidente doctor Falistocco, dijo:
1. Comparto los argumentos expuestos en el voto del señor Ministro doctor Gutiérrez
respecto a la excepcionalidad del remedio recursivo impetrado por la defensa técnica de Bernard,
no obstante lo cual estimo oportuno efectuar las siguientes consideraciones.
Los planteos impugnativos refieren a cuestiones relativas a la irrazonabilidad de la decisión
impugnada con base no solo en la carencia de elementos de prueba que acreditaran las
circunstancias agravantes tenidas en cuenta por el Judicante para el dictado de la sentencia
condenatoria, sino también con apoyo en la ausencia de proporcionalidad entre la sanción
impuesta y el grado de culpabilidad de la conducta enrostrada.
Trátase, entonces, de postulaciones dirigidas a cuestionar la justicia del caso concreto en
torno a la solución a la que arribara el Sentenciante respecto a entender acreditada en la especie
la configuración de las causales agravantes previstas en el artículo 167 quater incisos 1, 2 y 4, por
sobre lo dispuesto por el Juez de Instrucción en el auto de procesamiento (f. 21), como por sobre
lo planteado por el representante del Ministerio Público Fiscal tanto en la requisitoria de elevación
a juicio (fs. 26/31), como en sus conclusiones en orden al encasillamiento de la conducta
enrostrada a Bernard en el tipo penal previsto en el artículo 167 ter del Código Penal (fs. 35/38v.).
Empero, estas críticas -y más allá de su verosimilitud- debían haber sido canalizadas por
vía de los remedios recursivos previstos en la ley 7055 (vgr. recurso de inconstitucionalidad, art. 1
inc. 3; y, en su caso, recurso de queja por denegación de aquél, art. 8), lo que no fue ejercido por
la defensa técnica de la imputada.
Tal omisión impide, en mi criterio, que por la vía del recurso de revisión se pretenda ahora
obtener el reexamen de una decisión pasada en autoridad de cosa juzgada con agravios que no
permiten ser encasillados en aquellos que enuncia la normativa específica para su admisibilidad
(art. 489 C.P.P.).
En tal sentido, este Tribunal ha dicho -entre otras tantas oportunidades, en las causas
"Roldán", "Casco" y "Gutiérrez" (A. y S., T. 185, pág. 312; T. 200, pág. 379; T. 201, pág. 105), que
el artículo 489 del Código Procesal Penal de Santa Fe reza que "la acción de revisión procederá,
en todo tiempo y en favor del condenado, para perseguir la anulación de la sentencia firme",
enunciando seguidamente los cuatro motivos específicos que taxativamente recepta para
autorizar interponerla: tales, la inconciliabilidad de la cosa juzgada; la demostración de falsedad
de la prueba que originó la condena; la demostración de conductas delictivas que provocaron la
condena; y la sobreviniencia de nuevos hechos o elementos de prueba. Tratándose, por cierto, de
una acción impugnativa que persigue la reapertura de la jurisdicción en un proceso ya cerrado por
sentencia condenatoria firme.
El juicio de admisibilidad, adquiere, pues, en la materia, una significación especial (ver lo
expuesto en la causa "Arias", A. y S. T. 149, pág. 138) dado que, además de tratarse de un
recurso extraordinario -lo que ya magnifica las condiciones de admisibilidad-, reconoce como
objeto impugnable a "la sentencia condenatoria que asume jerarquía de cosa juzgada" (Iturralde,
N.; Büsser, R.; Chiappini, J. "Código Procesal Penal Comentado", Tomo III, pág. 116; en el mismo
sentido, Leone, Giovanni, "Tratado de Derecho Procesal Penal", T. III, pág. 262, Ed. EJEA, Bs.
As., 1963; Creus, Carlos, "Derecho Procesal Penal", pág. 172, Ed. Astrea, Bs. As. 1996).
De tal forma, resulta recaudo de admisibilidad del recurso de revisión penal, la articulación
de planteos encuadrados en alguna de las causales enunciadas en el citado artículo. Y en el
supuesto particular del regulado en el inciso 4 del artículo 489 del Código Procesal Penal, la
pretensión dirigida a poner de manifiesto que el hecho no existió, que el condenado no es el autor,
o que no se dieron las circunstancias típicas agravantes tenidas en cuenta, debe ser sustentada
en hechos o elementos de prueba distintos respecto a los que ya existían en el proceso
("Scatemburlo", A. y S. T. 215, pág. 191).
El hecho, ha de ser, pues, "nuevo", o sea que no haya podido ser alegado antes de la
sentencia definitiva y "nuevo" también el elemento de prueba, en cuanto "no haya podido ser
valorado por el tribunal que dictó aquélla, independientemente de la concurrencia de la voluntad
del sujeto que ahora lo hace valer a los efectos de la revisión" (Fenech, Miguel, "Derecho
Procesal Penal" vol. segundo, Barcelona, 1962, pág. 569, citado por Iturralde, Norberto, "La
revisión en el Código Procesal Penal de Santa Fe", Zeus, Boletín del 26.05.2001).
Es decir, son necesarios, pues, hechos o pruebas sobrevinientes, esto es, que ocurran o
sean descubiertos con posterioridad al pronunciamiento impugnado (vid, A. y S. T. 139, pág. 490),
aún cuando su existencia fuese anterior, de modo tal que no hubiesen integrado en su hora el
plexo probatorio tenido en cuenta por el Juez o el Tribunal, porque como se precisó en reiterados
pronunciamientos de este Tribunal, el remedio que se confía a la acción de revisión penal no tiene
el propósito de corregir la equivocada valoración de los elementos que estaban presentes en el
proceso, sino el de permitir ponderar los que por no haber estado presentes entonces, no
pudieron influir para poder arribar a una condenación más benigna (A. y S. T. 97, pág. 141, entre
otros).
En tal sentido, afirma Iturralde que "La eficiencia probatoria de los nuevos hechos o de los
nuevos elementos de prueba han de ser de una envergadura que produzca la evidencia de la no
subsistencia del suceso delictivo o la no comisión del hecho o la menor gravedad del delito frente
a la conminación de la pena, obviamente, según corresponda". Continúa diciendo que "...la
misma ley establece que el hecho o elemento de prueba nuevo debe ser de semejante naturaleza
que evidencie la pretensión. Por tanto manifiesta, citando en esto a Giovanni Brichetti que "si la
ley exige la evidencia, esto demuestra que el hecho nuevo, o los nuevos elementos de prueba,
deben poseer un valor decisivo; deben proporcionar, de modo rápido, y por eso fácil, la
demostración precisa, categórica del asunto de que se trate" (Iturralde, Norberto, "La revisión en
el Código Procesal Penal de Santa Fe", cit.).
Frente a las exigencias que se mencionan, de una detenida lectura del memorial recursivo
se advierte que el recurrente pretende la revisión de la sentencia condenatoria invocando lo
dispuesto en el artículo 489 inciso 4 del Código Procesal Penal.
Para ello, apoya su postulación en que el Sentenciante arribó a una conclusión
sancionatoria "sin la mínima prueba que fortalezca la presunción de autoría en cabeza de la
imputada", insistiendo en que durante todo el desarrollo del proceso ha "sostenido que Bernard no
cometió el hecho y que no hay prueba de ello", como que así tampoco puede considerarse
acreditado -dice- las agravantes en las que el Tribunal fundó su decisorio, esto es romper el
alambrado, truncar las orejas del animal, y por último la "condición de ganadera" de la imputada.
Es decir, si bien el impugnante sustenta su postulación recursiva en lo normado en el inciso
4 del artículo 489 del código de rito, ninguno de los argumentos que esboza refieren a "hechos
nuevos" o "prueba nueva" que se dirijan a demostrar que el hecho no existió o que la imputada
no lo cometió sino que, por el contrario, se limita a insistir con los mismos argumentos que
expusiera en las distintas etapas procesales en que ejerció su postulación defensista, que no
existen elementos de prueba que arrojen, con la certeza exigida, que Bernard fue la autora del
hecho que se le enrostra.
Por lo demás, el cotejo de las constancias de la causa, solicitadas como medida para mejor
proveer, permiten advertir que el discurso defensista expuesto en el recurso bajo análisis resulta
similar al mantenido durante el desarrollo del proceso tratando de desvirtuar los términos de la
imputación sostenida por el Fiscal en el entendimiento de que las pruebas colectadas no
resultaban suficientes para acreditar la comisión del ilícito endilgado a Bernard.
Las consideraciones expuestas resultan, en mi criterio, determinantes para decidir la
inadmisibilidad del recurso interpuesto.
Voto pues, por la negativa.
A la segunda cuestión, el señor Ministro doctor Gutiérrez dijo:
Atento al resultado obtenido al tratar la cuestión anterior, no cabe entrar a la consideración
de la procedencia del recurso.
A la misma cuestión, los señores Ministros doctores Spuler, Erbetta y Netri, la señora
Ministra doctora Gastaldi y el señor Presidente doctor Falistocco expresaron idénticas razones a
las expuestas por el señor Ministro doctor Gutiérrez y votaron en igual sentido.
A la tercera cuestión, el señor Ministro doctor Gutiérrez dijo:
Atento al resultado de las votaciones efectuadas al tratar las cuestiones anteriores,
corresponde juzgar inadmisible la acción de revisión penal interpuesta.
Así voto.
A la misma cuestión, los señores Ministros doctores Spuler, Erbetta y Netri, la señora
Ministra doctora Gastaldi y el señor Presidente doctor Falistocco dijeron que la resolución que
correspondía adoptar era la propuesta por el señor Ministro doctor Gutiérrez y votaron en igual
sentido.
En mérito de los fundamentos del acuerdo que antecede, la Corte Suprema de Justicia de
la Provincia RESOLVIÓ: Declarar inadmisible la acción interpuesta.
Registrarlo y hacerlo saber.
Con lo que concluyó el acto, firmando el señor Presidente y los señores Ministros por ante
mí, doy fe.
Fdo.: FALISTOCCO-ERBETTA-GASTALDI-GUTIÉRREZ-NETRI-SPULER- Fernandez
Riestra (Secretaria)

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