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Helmut Schindler
Museum Five continents (Museum für Völkerkunde) Munich, Germany
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All content following this page was uploaded by Helmut Schindler on 15 November 2015.
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN 7
EINLEITUNG 8
Introducción 11
Lumaco y sus alrededores 12
La Piedra Santa en 1983 13
Relatos sobre la Piedra Santa 17
Nombres y nociones 19
A) El 'dueño' de la Piedra Santa 21
B) Las celebraciones de enero de 1983 30
C) Don Arturo en el año 1992 44
D) El 19. y 20. enero de 2005 46
E) Ngürüfilu 46
F) Wekufü kullin 47
G) Material comparativo de la región Mapuche 48
H) Las raíces de un culto sincrético 65
Introducción 69
Primera Parte: Encuentros con don Elías 69
Segunda Parte: Relato de Elías Troncoso 73
Tercera Parte: Análisis del relato 93
A) Biografía de don Elías 93
B) Las visiones 106
C) Más sobre la biografía de don Elías 120
Introducción 127
Shumpall en los primeros decenios del siglo 20 128
Shumpall después de la mitad del siglo 20 132
Más transformaciones de Shumpall 136
Conclusión 138
BIBLIOGRAFÍA 147
5
Introducción
INTRODUCCIÓN
Esta publicación contiene cuatro estudios sobre distintos aspectos de la
religiosidad de los Mapuche de Chile, aproximaciones a la cosmología y la fe
de este pueblo. Estos ensayos informan, a base de casos concretos, sobre
cambios en la cultura de estos autóctonos, es decir sobre procesos de
sincretismo o hibridación, y se dirigen por ende a antropólogos e interesados
en estudios sobre las religiones.
El primer ensayo, sobre la Piedra Santa de Lumaco ubicada en la 9. región
de Chile, un lugar de peregrinación, describe detalladamente las ceremonias
que los creyentes efectuaron en los días del 19 y 20 de enero de 1983 en ese
santuario. Los participantes vinieron de diferentes regiones del país y eran
personas tanto de estirpe Mapuche como chilenos cristianos.
El segundo ensayo relata las vivencias místicas de un profeta actual quien
recibió revelaciones divinas a través de visiones y sueños. Esto le llevó tanto a
conflictos con los autoridades rituales en su comunidad como a una crisis de
identidad y a una nueva reflexión sobre su orígen y su relación con la cultura
Mapuche. Este profeta conoció en sus visiones diferentes deidades y viajó por
el cielo, el infierno y por otras regiones del cosmos. El análisis del relato trata
de dilucir las diferentes influencias contenidas en la cosmología presentada.
Los ensayos tres y cuatro se dedican a aclaraciones sobre los términos
shumpall y pillan, los que pertenecen a la esfera religiosa de los Mapuche.
Como este libro se publica en Alemania presenta, aparte del texto en
español, además, una introducción en idioma alemán que describe en resú-
menes muy breves el contenido de los cuatro ensayos y que contiene mis
agradecimientos a las personas que apoyaron este trabajo.
Quiero advertir que me he permitido dos libertades frente a la ortografía
española. Por su importancia, escribo la palabra Mapuche con mayúscula y
además, anoto los siglos con cifras árabes, una manera más accesible y menos
elitista.
7
Introducción
EINLEITUNG
Die Untersuchungen dieses Bandes über die Religiosität der Mapuche Chiles
sind Fallstudien, die Annäherungen an die Glaubenswelt, die Kosmologie
dieses Volkes darstellen. Die ersten zwei Essays lassen einzelne
Persönlichkeiten der Mapuche ausführlich zu Wort kommen und fügen dann
diese Stimmen in ein größeres Panorama ein.
Der erste Beitrag handelt von einem Kultort, dessen Zentrum ein so
genannter "heiliger Stein" bildet, der als Pilgerstätte von überregionaler
Bedeutung ist. Am 19. und am 20. Januar finden sich dort zahlreiche Gläubige
ein, Mapuche ebenso wie Nicht-Mapuche, die zum Teil von weither in Chile
anreisen, um am Stein Gebete zu verrichten und Opfer darbringen. Die
Zeremonien zu Beginn des Jahres 1983 sind anhand vieler Einzelheiten
beschrieben und der damalige Verwalter dieser Stätte kommt ausführlich zu
Wort. An diese Schilderung schließen sich Angaben über andere Felsen im
Wohngebiet der ländlichen Mapuche an, die ebenfalls als Lokalgottheiten
verehrt werden.
Der zweite Beitrag enthält den autobiographischen Bericht von Elías
Troncoso, der nach seiner Lebensmitte wiederholt von Visionen heimgesucht
wurde. Dies führte zu einer Identitätskrise und einer Neubestimmung seines
Zugehörigkeitsgefühls zum Volk der Mapuche. Die Götter bestimmten Don
Elías zum Propheten und Heiler, in seinen Träumen und Visionen bereiste er
unter anderem den Himmel, die Unterwelt und die Hölle. Sein Bericht stellt
ein Weltbild vor Augen, das lokale, überregionale und christliche Einflüsse
zusammenführt und auch rein persönliche Eingebungen enthält, wie die
Analyse zeigt. Die Berufung von Don Elías scheitert schließlich aus mehreren
Gründen, nicht zuletzt aufgrund de Konflikts mit den lokalen Leitern des
Gemeinde-Kultes.
Die folgenden beiden Studien behandeln religiöse Konzepte der Mapuche:
Der dritte Beitrag geht auf die Wassergottheit shumpall(we) und ihre
Transformationen im 20. Jahrhundert ein. Dieses Numen war zu Beginn des
20. Jahrhunderts bestenfalls im Umkreis des Sees Panguipulli bekannt, zu
Ende dieses Jahrhunderts jedoch in vielen Teilen des Wohngebiets der
Mapuche. Diese Entwicklung dürfte auf der Ausbreitung der Schulbildung
und damit der chilenischen Schriftkultur beruhen. Derartige Entwicklungen
lassen sich weltweit zu beobachten.
Der vierte Beitrag über den religiösen Begriff pillan nimmt zu den
Diskussionen über den Sinn dieses Wortes Stellung, das im Laufe der Jahr-
hunderte auf sehr unterschiedliche Weise erklärt wurde.
Alle vier Beiträge berichten von Prozessen, die in den Religionswis-
senschaften unter Stichworten wie Glaubenswandel, Synkretismus, Hybri-
disierung oder Kreolisation behandelt werden.
8
Introducción
Meine Studien zur Kultur und Geschichte der Mapuche wurden über
Jahrzehnte hinweg von der Deutschen Forschungsgemeinschaft gefördert,
wofür ich mich auch an dieser Stelle auf das Beste bedanken möchte.
Mehrere Freunde haben sich wiederholt viel Mühe gegeben, meine
spanischen Fassungen dieser Aufsätze zu korrigieren. Zu ihnen zählen
Patricia Cerda, María Susanna Cipolletti, Antonio Díaz-Fernández, Mónica
Gudemos, Grace Keller, Lily Moreno, Pablo Diener und Gilberto Sánchez.
Mit dem Linguisten Gilberto Sánchez konnte ich überdies verschiedene
Einzelheiten der Texte besprechen.
Gegenüber der spanischen Rechtschreibung habe ich mir zwei Freiheiten
erlaubt: Zum einen habe ich das Wort `Mapuche´, gleichgültig ob Substantiv
oder Adjektiv, durchgängig mit einem großen Anfangsbuchstaben versehen,
zum anderen die Jahrhunderte mit arabischen Ziffern geschrieben.
Bei der Aufbereitung der Fotos und Zeichnungen für die Publikation haben
mich Marianne Franke, Paul Hempel, Anka Krämer, Alexey Krivoborov,
Mirco Lomoth, Dorothea Schäfer und Martin Schindler unterstützt. All diesen
Personen gilt mein herzlichster Dank.
Die ersten spanischen Fassungen der Aufsätze hat durchwegs meine Gattin
Minerva Schindler Yáñez erarbeitet. Wenn ich an den Aufsätzen wieder und
wieder Veränderungen vornahm, hat sie mit nie versagender Geduld erneut
Korrektur gelesen. Ihr gegenüber bin ich in höherem Maße zu Dank
verpflichtet, als sich hier angeben läßt.
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La Piedra Santa del Río Lumaco
Introducción
Los Mapuche de Chile y Argentina adoran durante sus ceremonias religiosas a
diferentes divinidades, tanto a deidades del cielo como a dioses terrenales y lo-
cales. El presente ensayo trata sobre una de estas deidades locales, cuyo culto
muestra rasgos de un sincretismo reciente. En este caso, se puede observar no
sólo cómo el catolicismo popular ha influenciado a la religión Mapuche, sino
también la influencia que la religión Mapuche ha ejercido en el catolicismo po-
pular. Cabe señalar además, que a fines del siglo 20, las ceremonias en honor
de esta deidad sufrieron un cierto cambio por motivos económicos y políticos.
Este cambio tuvo su origen, nada menos, que en la aparición de una persona-
lidad carismática que legitimó sus acciones mediante revelaciones recibidas en
visiones y sueños. Además, se ofrecerá también informaciones comparables
de otras regiones de la Araucanía, la región de los Mapuche de Chile, y mate-
rial comparativo con otras áreas de Sudamérica para ensartar así la espirituali-
dad Mapuche en el pensamiento andino.
La primera persona que nos mencionó la Piedra Santa del Río Lumaco fue
la machi Juana Trango (véase Schindler 1990: foto 93), que vive en la provin-
cia de Arauco, a más de cincuenta kilómetros al noroeste del lugar donde se
encuentra la referida piedra. Como 'machi' se designa a curanderos y videntes
Mapuche, en su mayoría mujeres. 'Machi' es un término del idioma Mapuche,
muy corriente en el español chileno, y por eso no lo escribiré en letra cursiva.
Doña Juana nos habló de su peregrinación anual a la Piedra Santa, el día antes
de la fiesta de San Sebastián, en enero, para estar presente en la noche del 19
al 20. En esa fecha se celebran rituales religiosos en los que participan nume-
rosos Mapuche, así como también el día 20 muchos blancos no Mapuche. Los
Mapuche califican a los no Mapuche a menudo con el término wingka, que se
escribe en español 'huinca'; me referiré a ellos con el calificativo de 'blancos'.
En enero de 1983 participamos en las ceremonias de la Piedra Santa y procu-
ramos documentarlas de la manera más detallada posible. Durante estadías
cortas en los años 1992 y 1993 se recogieron informaciones adicionales que
registran algunos cambios ocurridos durante ese decenio en las ceremonias de
la Piedra Santa.
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Santuario de la Piedra Santa de Lumaco con techo de zinc, cerco y bancas, 1987.
Foto: G.D. Moos, Martin Thomas.
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Desde el camino que bordea el río, un sendero conduce a la parte norte del
santuario, el que consiste en un techo de planchas de hojalata corrugada –
'zinc' en Chile - sostenidas por postes de madera. Alrededor de los postes se
había construído una reja, de más o menos un metro de altura; en su lado inte-
rior se encontraban unas bancas. De esta manera, la piedra se puede ver desde
afuera. El santuario tenía tres entradas ubicadas una en la mitad del lado norte,
otra en la mitad del lado sur y la otra en el lado este, hacia el fondo de la hon-
donada. En nuestra primera visita a la Piedra Santa, en diciembre de 1982, ha-
bía ramas secas de canelo amarradas a ambos lados de esta entrada. - El cane-
lo (Drymis Winteri) es el árbol ritual de los Mapuche, en la literatura pertinen-
te calificado a veces como árbol sagrado.-
La Piedra Santa se eleva como un espolón de 1,90 m de alto, con una longi-
tud de 2,60 m y una anchura de 2,20 m. Al entrar desde el norte en el santua-
rio, uno se encuentra con tres escalinatas estrechas de cemento que apenas
dan cabida a dos personas juntas. Las escalinatas llevan delante de una horna-
cina semicircular de cemento construída arriba de la piedra que sirve de ofer-
torio y tiene por encima una cruz, también de cemento. En el zócalo de la
hornacina se habían colocado placas con inscripciones como: "Recuerdo -
Talcahuano - R.H.M.V. - XII 1980". A la izquierda de la hornacina se encuen-
tra una alcancía de metal para ofrendas de dinero.
Al lado este de la piedra, en el suelo, se encuentra un nicho de cemento, de
un metro de ancho por 90 centímetros de alto, que está orientado hacia el fon-
do de la hondonada y sirve para encender velas. Entre un lado de este nicho y
el peldaño superior de la escalinata ya descrita, se ha construído una platafor-
ma de madera, para que varias personas puedan rezar al mismo tiempo frente
a la hornacina. En el lado sur la piedra desciende oblicua, mientras la parte oc-
cidental que mira al río, cae más bien verticalmente.
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Hornacina para ofrendas y placas de devoción, lado norte de la Piedra Santa, 1987.
Foto: G.D. Moos, Martin Thomas.
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Nicho, que da hacia la parte posterior de la hondonada, lado este de la Piedra Santa. Delan-
te de este nicho se quemaron muchas velas en la fiesta del 19 al 20 del enero, en 1983. De-
recha, plataforma de madera que une el techo del nicho con el peldaño superior de la esca-
linata,.en diciembre de 1982.
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Nombres y nociones
Varios Mapuche aseguraron que el nombre de la piedra es María Guacolda. Al
parecer, esta idea está difundida sobre todo en Arauco. Una mujer de esta re-
gión, que también nos informó sobre este nombre, opinó al mismo tiempo
que la piedra está constituida por un matrimonio de dos personas, con un bra-
zo debajo de la escalera y con la cabeza en la punta de la piedra. Esta interlo-
cutora Mapuche era un miembro de la familia de Pedro Wenuyan, ambos
oriundos de los alrededores de Huape entre los lagos Lanalhue y Lleulleu en
Arauco.
No se sabe de qué manera la Piedra Santa recibió este nombre de mujer. Es
posible que ella misma revelase el nombre a una machi en sueños o en trance.
Guacolda es el nombre de la esposa de Lautaro, un líder de la resistencia au-
tóctona contra los españoles; él los derrotó en varias ocasiones hasta 1557,
cuando murió en la batalla de Mataquito a la edad de 22 años. En cuanto al
primer nombre, María, hay dos posibles explicaciones, ambas pueden ser váli-
das. Primero, en América Latina se acostumbra agregar a los nombres femeni-
nos el nombre de la madre de Dios; y segundo, que se quiso establecer una re-
lación con la patrona del país, la 'Virgen del Carmen'.
¿Cómo hemos de entender la referencia a Guacolda, un personaje del siglo
16? Hoy en día se encuentran, cada vez más, Mapuche educados en los cáno-
nes nacionales y por esto, ellos suelen mencionar a los héroes autóctonos de la
época de la conquista en sus conversaciones, cantos y poemas. Esta práctica
se puede rastrear aún en el siglo 19, como lo demuestran los siguientes ejem-
plos: por una parte, el cacique Coliqueo, que vivía en la pampa Argentina, se
presentaba como descendiente de Caupolicán (Hux 1966; 1972; 1992); por
otra, el cacique Jancolican, en un parlamento de autóctonos celebrado en 1847
al sur del Río Bíobío, echó pestes contra la bandera chilena de la siguiente ma-
nera: "No queremos nada de Chile. Somos Araucanos libres e independientes,
descendientes de Lautaro, Caupolicán y Colo-Colo" (Maas 1950:29). Estas pa-
labras no se basaban en un conocimiento histórico del pueblo Mapuche trans-
mitido de padres a hijos, de generación en generación. Al contrario, el cacique
Jancolican se refirió a conocimientos adquiridos de los mismos blancos. Du-
rante las guerras de la independencia, a principios del siglo 19, los chilenos
comprendieron la lucha de los autóctonos del país contra los españoles duran-
te la conquista, como ejemplo a imitar en la lucha en favor de la propia libera-
ción. Al respecto, el historiador Bengoa (1985: 139-140) señala con razón:
"Este discurso 'araucanista' de los 'primeros padres de la patria' se mantendrá
hasta hoy en la tradición patriótica chilena, pasando a ser parte integrante del
discurso oficial. Se trata de refo[r]zar la idea libertaria, independiente, indómi-
ta, valiente, etc... de este pueblo, y para ello se echa mano de Caupolicanes y
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Lautaros (Téllez 1944; Toro 1979). Es una concepción racial de las virtudes,
especialmente de la valentía, como característica esencial al pueblo."
"La necesidad de articular un discurso emancipador, conduce a la idealiza-
ción del Arauco indómito. Se eleva a los antiguos héroes al Olimpo criollo, y
se relega a sus descendientes al olvido." Hasta hoy, los niños chilenos apren-
den en las escuelas historias sobre los actos heroicos de los indígenas de me-
diados del siglo 16, pero saben poco o nada de los cambios operados en la so-
ciedad Mapuche desde entonces hasta ahora.
En sus oraciones, los Mapuche se dirigen a la piedra como 'Piedra Santa' o
'Santita Piedra', también como 'santita domo' (domo = mujer en mapudungun).
En el relato sobre la migración de la Piedra Santa arriba presentado, uno de
los relatores calificó a la roca como 'virtud'. Esta expresión se usaba ya en el
siglo 17 para designar fenómenos milagrosos y maravillosos, como se deduce
de una cita de D. Rosales en Zapater (1992: 98). Entre los Mapuche de la zona
de Lumaco se utiliza también la expresión wekufü kura para la roca. La palabra
kura significa 'piedra' y el atributo wekufü califica a la piedra como un numen.
Como en el discurso religioso de los Mapuche se habla de wekufü sobre
todo en relación a accidentes y desgracias, wekufü se traduce demasiado a me-
nudo como diablo, satanás o demonio maligno (Waag 1992). Sin embargo,
esta traducción es demasiado unilateral (Schindler 1989). Existe una serie de
evidencias que demuestran que, para los Mapuche, los wekufü no sólo hacen
daño a los hombres sino que también les pueden ser de utilidad. Así lo sostie-
nen los estudios etnohistóricos de Zapater (1992: 97-98) y las investigaciones
de campo de Sánchez (2002) en el Río Queuco, afluente del Bíobío (comp.
Kuramochi/Nass 1991: 131).
En su orígen, el concepto wekufü no sólo posee connotaciones negativas. Es
evidente que ha sido 'satanizado' por la necesidad del cristianismo de clasificar
a todos los númina de acuerdo con las categorías del bien y el mal. Cambios
semejantes han ocurrido con muchos otros conceptos de otras religiones en el
enfrentamiento con las religiones occidentales. Así, para tomar otro ejemplo
del pensamiento andino, la palabra quichua supay se traduce a menudo como
'demonio'. Duviols (1971: 37) por ejemplo escribía: "...entre los zupay, hapu-
ñuñu, visscocho, humapurick y otros muchos, los españoles debían conservar
únicamente al Zupay y consagrarlo demonio. Esta elección fue sin duda más o
menos arbitraria, si se cree en la más antigua definición del Zupay, la que da
Domingo de Santo Tomás en su Léxico (1560): '1.ángel bueno o malo; 2. de-
monio o trasgo de la casa' (fol. 131). He aquí lo importante: es claro que el
Zupay no era exclusivamente un espíritu malo. Llegó a serlo por obra de los
evangelizadores."
Entre otros es Ina Rösing (1990: 353-354; 375-377) quien trata este tema
con mucha elocuencia. Ella retoma la expresión irónica de Irene Silverblatt
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succeed in their fight with the municipality" - "...la piedra le dijo que las cosas
iban a cambiar, que los abusos que se estaban cometiendo contra los Mapuche
terminarían, pero que debía estar alerta. En su calidad de jefe, convocó una
reunión e informó a la comunidad sobre los mensajes que había recibido
durante los sueños. Estas nuevas convencieron a los Mapuche de ir a la piedra
para rezar, sin pagar el ingreso al municipio. Lo hicieron en cuatro ocasiones y
no fueron detenidos o golpeados por la policía. Durante la cuarta visita,
mientras rezaban, aseguraron haber escuchado que caían monedas cerca de la
piedra. [A.C.] y los demás fieles interpretaron esto como una señal de Dios de
que tendrían éxito en su lucha con el municipio." (Nakashima 1989: 154/155)
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dieron que les hiciera un gran favor por el niño. Recordando el silencio que
había logrado, don Arturo pidió con todas sus fuerzas por la salud de la criatu-
ra. Luego dijo a esa familia: "Tráiganlo el próximo año a la misma hora, para
entonces estará hablando y caminando". Y les preguntó: "¿Creen en esto?".
"Si tú lo dices, así será", le respondieron. "Tengan mucha fe en mí y en nues-
tras palabras", añadió don Arturo. ¡Qué bonito fué al año siguiente! Tal como
estaba previsto, el niño vino caminando por su propia cuenta y saludó a don
Arturo. Todos los familiares del chico vinieron llenos de alegría hacia él, lo
abrazaron y le trajeron regalos. Así se convenció de que tenía una fuerza extra-
ordinaria. Su palabra era la palabra de Dios.
Según Nakashima, don Arturo siguió recibiendo instrucciones: "He has re-
peated dreams in which the rock gives him specific instructions on how to
pray, how to organize the rituals and how to dispatch his task as the rock kee-
per. The rock also advises him in matters related to his political and religious
offices" –"Él tiene sueños repetidas veces donde la piedra le da instrucciones
específicas sobre la manera de orar, cómo organizar los rituales y cómo hacer
su oficio como cuidador de la piedra. Además la piedra le da consejos acerca
de sus cargos políticos y religiosos" (Nakashima 1989: 155/156).
En 1983 don Arturo nos contó: "Fíjese, se me ocurrió el año pasado poner-
le canelo y una machi dijo: 'Esto es lo que quería el Señor y en este poder [de
un Mapuche o de los Mapuche] tiene que estar y no en el poder de los huincas
y la piedra quiere un baño porque esta hedionda por los huincas, los huincas
estaban haciendo un salteo en contra del dueño de la tierra'. Yo bañé toda la
piedra en la mañana, bien de albita."
"Fíjese, que aquí tuve que pedirle a toda esta gente que me ayudaran, [ya
que los númina] me dijeron: 'Oiga, usted tiene que ir a rogar, usted tiene que
cumplir esto, [así los otros Mapuche] le obedezcan o no le obedezcan'. Enton-
ces yo tuve que decirles [esta orden] y la gente se fue. Entonces, sí, esto es
muy lindo, el Mapuche tiene [el palo para el juego de] la chueca, que en Mapu-
che se llama wüño, esto es una arma del Mapuche, donde anda, donde sea. Yo
sabía [por los númina] que teníamos que ir junto con la chueca y hacer estas
oraciones donde la piedra. Nosotros lo hicimos en la víspera de la mañana del
día 19 [de este año 1983]".
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de [iba a salir]. Entonces esa piedra estuvo en el río y después se salió para
afuera, estuvo un tiempo ahí afuera, después salió a un camino viejo que va
haciendo la vueltecita ahí."
Según esta versión de don Arturo, la piedra se movilizó una distancia bas-
tante mayor que la indicada por los otros relatores. Probablemente, con esto
se quiere subrayar la capacidad de la piedra de cambiar de lugar; tal vez, tam-
bién, tiene que ver con su nombre, pues Lautaro y su mujer Guacolda vivían
en Arauco, es decir, cerca del Pacífico; y quizás, esta afirmación, que la piedra
vino del mar, trata de explicar la veneración que le profesan los habitantes del
Arauco.
El relato de don Arturo continúa así: "He conversado con otro hombre,
ahora ya muerto, que dijo, que le consta, cuando vivía por Chanco abajo, ve-
nía a comprar trigo aquí a Lumaco. Dice que pasaban y el eje de la rueda toca-
ba la piedra en el camino, cuando estaba a la orillita del camino; tenía que to-
mar a la orilla [del camino], porque sino, chocaban [con la piedra]."
"Ese caballero se murió, él era huinca. Entonces me conversaba a mí: 'No
sé cómo los Mapuches sabían, cuando pasaban dejaban triguito, arvejitas, hari-
na, lo que fuera y le pasaban a dejar un poquito'. Entonces, un caballero, otro
huinca, dijo: 'estás más tonto tú que le andas dejando cosas ahí a esa piedra?'.
Entonces 'no importa que sea tonto yo, pero yo creo que algo te va a suceder
porque si tú no crees, no debes hablar'."
En la versión de don Arturo de 1992, la que no se repite aquí en su totali-
dad, no aparecen dos blancos, un creyente y un no creyente, sino un blanco
no creyente se enfrenta a dos Mapuche creyentes. - En 1983, don Arturo si-
guió: "Entonces, cuando iban en el río Chanco, dicen que por ir a tomar agua,
y el río estaba bajito, dicen que se cae el buey y se le murió el buey. Ahí dijo [el
creyente al otro]: 'Ahí tienes, para que sepas. Yo te dije que algo te iba a suce-
der'. Ya se le murió el buey al hombre. Entonces, ahí creyó el hombre y empe-
zó a decir después de esto: 'Hay una piedra, y yo fuí a hablar esa cosa allá y me
ha castigado! Inútil, inútil, que se me haya muerto mi buey.' " Y el hombre
prometió hacer una manda a la piedra de ahí en adelante (1983; 1992).
"Un Mapuche había soñado que esa piedra venía caminando. Y [cuando sa-
lió a la superficie] justamente, un Mapuche la vio otra vez. Porque no tienen
nunca creencia en la piedra los huincas. Hay unos pocos que creen, claro. Por
eso llega una alta mayoría de Mapuches."
Luego don Arturo narró la historia bíblica de la creación en versión Mapu-
che: "El Señor está muy, está más cerca de los Mapuches, porque el Mapuche
era el primer hombre que hizo. De ahí salió el resto [de la humanidad]. Mi fi-
nada abuelita decía, que el Señor hizo [al Mapuche de] una masa y después
dijo: 'Te hice, tú eres de la tierra que se llama mapu y te vas a llamar Mapuche.
La tierra te va a criar y en la tierra te vas a terminar porque tú eres de la tierra'
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Así es, le pegaron un soplido y salió la persona. Por eso es que el Señor está
más del Mapuche antes que las otras razas porque fue el primer hombre que
hizo. Eso contaban esos. Entonces un Mapuche vio la piedra cuando se con-
virtió igual que en un vehículo y la vio cuando se asentó ahí."
"Otro huinca soñó que la piedra le había dicho que ella tenía mucha rique-
za, que estaba encima de ocho almud de oro. El almud tiene, como Uds. sa-
brán, siete kilos. Eso [del oro] es verdad, está debajo de la tierra! Es el poder
que tiene el Señor! Entonces ese huinca, era harto mineador, dijo: 'Chuta, esto
es una pura piedra, [nada más]'. Tampoco creyó el huinca [en la piedra] 'Yo la
voy a dar vuelta, qué vamos a perder el oro, tanta plata'. El caballero vivía en
esta misma casa, sí, aquí."
"Entonces llevó un balón [recipiente de gas licuado] para poner un tiro de
dinamita, para reventar la piedra. Pero le alcanzó a meter un poquito no más,
le había bajado la mecha, cuando, dice, que [la piedra ] vertió sangre. Ahí, dice,
que creyó, dijo: 'Chuta, qué maldad estoy haciendo'. Y el hombre se enfermó.
Estuvo harto mal. Y él rogó mucho [a la piedra], le pidió mucho perdón, y que
él la asistiría hasta el resto de su vida. Y se mejoró. Ya, después la cuidó hasta
la última hora. O sea, él empezó a hacerla más limpia, a hacerle más arreglos,
llevó trabajadores a ordenarla bien, a asistirla como le había prometido (1983;
1992)."
Cuando don Arturo repite siempre de nuevo el verbo "decir", por ejemplo,
"dice, que vertió mucha sangre", él está substituyendo una forma verbal del
mapudungun, presente también en otras lenguas indígenas. Esta forma verbal
indica que él no fue testigo ocular de los hechos sino que los ha escuchado de
boca de otro, o sea, que los conoce "de oídas". Esto no implica, sin embargo,
que dude de la veracidad de la afirmación.
"Se juntaba un gentío muy grande el día de Pascua [es decir Navidad] y el
20 de Enero. Ahora no se juntan esos, porque según dijeron ese, le dijo el Se-
ñor que era mucho sacrificio y si no, se encantarían. Encantar se llama, se que-
daría toda la gente ahí. Ahora, la persona mía, que yo estoy a cargo ahora, el
Señor dice, que tiene que ser Mapuche el que tiene que estar mandando en la
piedra. Porque la piedra es un Mapuche. Es una mujer, la Guacolda. Así es,
por eso que yo ruego."
Le preguntamos a don Arturo por qué razón la piedra había abandonado el
camino donde se hallaba antes. Su respuesta es un ejemplo de cómo se elabo-
ran las ideas mientras se habla: "La Piedra se quiso ir más para arriba, pero yo
no sé por qué se quiso retirar. Yo ahora mismo he visto, que, - claro, como él
[Señor] sabe, dijo, algún día va a haber problemas, entonces [a nosotros los
Mapuche] andan peleando los otros, [los blancos,] si estuviera en el camino
público no la mandaría el Mapuche, no estaría en poder del Mapuche. Por eso
es que mi Dios lo dejaría mujer. Le dijo !Retírate! porque ellos sabían lo que
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iba a suceder. Ellos saben. Sí, el Señor en este momento está escuchando todo
lo que estamos conversando."
Aquí don Arturo alterna entre el singular y plural, entre 'él' y 'ellos', porque
se refiere primero en español al 'Señor' y a 'Dios', y luego, al pensar en mapu-
dungun, a los dioses celestiales según la espiritualidad Mapuche; de ellos habla-
remos en su momento.
Don Arturo mostraba consideración hacia sus respectivos interlocutores, y
esto llevó a algunos cambios en sus diálogos con nosotros: así, por ejemplo,
en lugar de hablar de varios dioses del cielo, prefería hablar con nosotros del
Dios Padre o del Señor. Además, relacionó a la Piedra Santa más estrecha-
mente con Dios. Por ejemplo, en 1992, dijo que él le había pedido a la piedra
darle mucho más poder, porque la piedra estaba - y en este momento se corri-
gió – el Señor estaba con los Mapuche, "con nosotros, no era tanto el poder
de la piedra sino el poder de Dios; [la piedra] era la casa a la que volvía su po-
der una vez al año"
1. La tarde
Al visitar la Piedra Santa antes del mediodía del 19 de enero, encontramos allí
a algunos hombres, con martillos y clavos, enterrando estacas dentro del cerco
y sobre éstas colocaban tablones preparando así sencillas mesas y bancas para
los peregrinos.
Antes de las 17 horas volvimos al santuario; la afluencia de fieles aún era
poca. En el interior ya había alrededor de una docena de personas. Más y más
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Vista desde la Piedra Santa de Lumaco hacia el rio y el camino, 19. enero de 1983.
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Vista desde la Piedra Santa de Lumaco hacia el camino con los carretas de los Mapuche
peregrinos, 19. enero de 1983.
La mayoría de las velas estaban en el suelo frente al nicho del lado este. Los
fieles seguían colocando más y más velas, y no una ni dos, sino varias al mis-
mo tiempo. Las encendían, se arrodillaban frente a ellas y rezaban en voz alta.
Algunos traían incluso paquetes enteros de velas y los amontonaban sobre la
piedra para ser encendidas en días venideros. Otros peregrinos vertían vino al-
rededor de las velas, no sin antes tomar un par de tragos de la botella. Se pue-
de suponer que se trataba de una libación conjunta entre el peregrino y la Pie-
dra Santa, tanto así que ésta se había vuelto de color rosado en algunas partes.
Si un hombre encontraba a un pariente o a un conocido, se ofrecían mutua-
mente unos tragos de sus botellas. En otros casos, el vino servía para iniciar
conversación con algún desconocido.
Años atrás se produjo un incendio a causa de las muchas velas. Al avanzar
la noche no era difícil imaginarse por qué ocurrió esto. El suelo estaba cubier-
to al lado este con una gruesa capa de cera derretida y sobre ella se seguían co-
locando velas encendidas. Si una mecha se quemaba hasta abajo, existía el peli-
gro de que esta capa prendiera fuego y asi se extendiera una llama, capaz de
producir una antorcha. Bastaría una ráfaga de aire para propagar tanto la llama
que podía desatar un incendio del santuario.
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La Piedra Santa con ofrendas de flores, lado sur, 19. enero de 1983.
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La Piedra Santa con ofrendas de velas, lado oeste, 19. enero de 1983.
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Por esta razón, uno o dos familiares de don Arturo debían vigilar que no se
colocaran las velas muy juntas y que no se consumieran hasta el final. Ayuda-
dos de una vara con un pedazo de latón en un extremo, apagaban las velas que
se caían o las que estaban consumidas hasta la mitad. A veces, incluso apaga-
ban velas recién encendidas, aplastándolas en la capa de cera (ver también Lo-
moth 2005: Abb. 6, 7, 8).
Uno que otro peregrino - al parecer sobre todo blancos - reclamaba dicien-
do: "Pero qué clase de manda va uno a hacer, si le están apagando las velas."
Cuando uno de estos se dirigió malhumorado a don Arturo, éste trató de sose-
garlo con palabras como: "Si Ud. cuida su vela no hay ningún inconveniente."
En el lado que da al río, lado no descrito todavía, está el espacio más am-
plio del estrecho santuario, aunque tiene apenas cuatro o seis metros cuadra-
dos. Allí se encontraban también velas encendidas, flores en tarros de latón y
ramas de canelo apoyadas en la piedra misma. Aquí se ubicaban las machis
para ejecutar sus cantos y sus danzas, ya que al dirigirse a la piedra desde este
lugar, miraban hacia el este, dirección cardinal para las oraciones de los Mapu-
che y otros pueblos de los Andes.
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La Piedra Santa del Río Lumaco
4. Después de medianoche
Aún pasada la medianoche, el desfile de los devotos con sus oraciones conti-
nuaba. Algunos peregrinos trajeron niños pequeños para presentarlos a la Pie-
dra Santa y rogar por su bienestar. Esa noche, muchos rezaron por lluvias,
pues ese verano había sido más seco que otros años y las siembras estaban
marchitándose. Nos habían dicho, en repetidas ocasiones, que al día siguiente
de la fiesta suele llover y, efectivamente, el día 21 se juntaron nubes y el 22 y
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La Piedra Santa del Río Lumaco
5. Participantes extraños
Fuera de nosotros dos etnógrafos, había algunas otras personas que resaltaban
entre los visitantes. Así, por ejemplo, una media docena de alemanes que se
habían enterado por un libro, una guía de turismo, de esta fiesta aún sin des-
cribir en detalle en la literatura antropológica. Entre ellos, algunos trota-
mundos europeos, sobre todo médicos jóvenes, personas que se habían toma-
do un año de vacaciones y viajaban por toda América Latina en grandes buses
a gasóleo o diesel, adaptados para acampar.
Además, había un escritor de viajes, que llevaba varias cámaras fotográficas
colgadas al cuello.
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La Piedra Santa del Río Lumaco
Anciana: Voy a ver la santa piedrita milagrosa, a rogarle, para que me dé suer-
te*.
A.C.: Tienes para el ngillatun?
Anciana: Tengo una gallina para el ngillatun, santa piedrita.
A.C.: Yo voy a hacer el ngillatun para ti.
Anciana: Yo soy desamparada, por eso te pido que me ayudes a pasar bien el
tiempo. Esto es mi pensamiento, yo vengo de lejos, santa piedrita, a pedirte
suerte*.
A.C.: De todas partes vienen los Mapuche a ver la piedra. Yo estoy aquí como
Mapuche para pasar las peticiones a la wekufü piedra, y mandar* a la piedra que
te haga el favor.
Anciana: Así como vino toda la gente también llegué yo.
A.C.: Así es, mamita. Yo uso el canelo como lo hacen los machis de los Mapu-
che.
Anciana: Piedrita santa, dénos fuerza a nosotros los Mapuche, dénos suerte*,
protégenos, piedrita santa, porque yo vine desde lejos a verte.
A.C.: Así está bien.
Anciana: En una aparición vi una mujer, una mujer joven, por eso vine, santa
piedrita, ayúdame, yo soy una mujer desamparada.
A.C.: Confíe no más, porque la piedra tiene poder*, que le ha dado chaw dios.
Anciana: El otro día salí al amanecer a causa de la visión. Yo pido la fuerza de
arriba para mí, santita kura, te traje de regalo una gallina, te traje un papel*,
para que me hagas el ngillatun correctamente, chaw.
A.C.: Confía en mí, yo te voy a hacer lo que me pides, ya que saliste de tan le-
jos, está bien mamita.
Terminada la conversación, la anciana besó la mano de don Arturo.
En el lado este del santuario, un hombre mayor se arrodilló frente a las ve-
las y rezó: "Cómo estás domo [mujer], cómo estás santita. Yo vine de lejos, a
rogarte, te traje algunas cosas para este ngillatun, yo vine a rogarte, porque el
trigo está muy chico, dame suerte, dame bienes, dame kullin [kullin significa
tanto ganado como dinero], domo santita, dame salud, para que no esté enfer-
mo. Da esto a tu hijo, santita, cúmpleme mis deseos, santita, yo te traje algu-
nas cosas". (Traducción de Gastón Sepúlveda)
Este hombre repitió varias veces esta clase de oraciones, típicas de las peti-
ciones que hacen los Mapuche. Cuando se dió cuenta que estábamos interesa-
dos en él, nos dijo, entre otras cosas, lo siguiente: "Nosotros venimos de muy
allá, del Guindo Grande; somos netamente de la tierra. Yo vengo a pagar la
manda, conforme como lo debo, así, hincado en todas mis rodillas. ¿Cómo lo
halla [que le parece a] Ud., señor? Es una santa. Es una piedra que se aposentó
aquí hace muchos años. Mire, señor, para que sepa Ud. lo que esta piedra me
ayudó. Yo era un hombre muy pobre. Jamás me dijeron: 'Ud. va a ser un buen
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hombre [i.e. en buena situación], pero gracias a Dios, rogando aquí desde hace
muchos años esta santa nos ha dado la bendición. Nosotros le pedimos bendi-
ción para las aves y para los animales. Ahora tengo tres yuntas de bueyes. Pero
me falta la tierra para trabajar. Mire, señor, yo pido la bendición de la piedreci-
ta, pido más arriba, de que no me falte la comida y que esté bien con los traba-
jos. ¿Como lo halla Ud., señor? Yo confío aquí, en el Señor, confío en la pie-
drecita e hincado de rodillas le ruego. Yo le pido a la santa que yo tenga que
estar bien."
"Yo soy muy Mapuche, pero si Ud. dice que no puedo hacer rogamiento a
la santa, Ud. tiene que dejarme, ni aunque Ud. sea el rey del cielo. Nosotros
rogamos aquí, porque aquí nos viene la bendición. Mire, señor, yo no le voy a
decir que soy lo uno o lo otro, yo sólo vengo a pagar la manda porque lo
debo! No es cierto? Yo soy un hombre muy sincero, por eso yo ruego. Mire,
señor, por qué estoy bien? Es por la santita, es porque trabajo, porque tengo
hijos. Hay tres en Santiago y dos trabajando en mi casa. Yo ando aquí con mi
hijo correspondiente, que me cuida. Yo le dije: 'Aquí estamos con comida,
hijo, atendidos [es decir: nos va bien]. Estoy con bendición de Dios, con ben-
dición del Señor.' Yo soy un hombre sincero que viene a pagar la manda, pa-
garla e irme, porque yo sé que la santa me escucha. Tengo caballos, tengo de
todo, qué es lo que me falta a mí? Yo no diría que me falta la comida, igual
ando trayendo aquí. A lo mejor Ud. dirá: 'Este Mapuche anda por puro gusto'.
Fíjese, señor, aquí ando trayendo una bolsita de trigo, para que me rinda. Este
trigo está chupado. Mire, aquí le pido a la santita que me dé cien sacos de tri-
go! Dios nos ha bendecido a la santita y nos está ayudando. Tenemos que ha-
blar y conversar con la santita; tengo mi velita prendida aquí, mire Ud.!"
Poco después, un hombre joven aprovechó la oportunidad para emitir jui-
cios de carácter político; en voz alta y tono enfático dijo: "Yo soy descendien-
te de la sangre araucana. A nosotros nos engañan aquí en esta comuna y en
esta piedrecita, nos engañan los carabineros y todas las autoridades chilenas.
Aquí, en este campo, nos han estado engañando. Pero, le voy a decir clara-
mente, aquí no nos engañan a nosotros como nos han estado engañando toda
una vida. Los derechos legales hay que reclamarlos y batallar y triunfar por la
defensa de la Araucanía, que somos nosotros. Como Mapuches, no queremos
que nos dejen atrás en ninguna oportunidad, ni en ninguna parte."
"Y eso es bonito. Aquí se paga una manda y quienes pagan la manda son
netamente araucanos. Vienen también huincas pero, esto es lo legal, que la
mayoría de las personas que vienen a pagar una manda aquí, son netamente
los araucanos. Aquí, legalmente, esta piedrecita hace milagros. Por eso, el día
20 de Enero toda la gente de la Araucanía viene a pagar una manda, pero la
autoridad española quiere burlarse de los araucanos y eso no puede ser! ¡No
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puede ser!" - No hay que olvidarse que en el año 1983 el general A. Pinochet
estaba en el poder, de manera que emitir juicios políticos podía ser peligroso.
7. La madrugada
La ceremonia matinal empezó a las 5.30 horas, antes de la aurora, y cuando
terminó cerca de las 7.00, ya había aclarado.
A las 5.30 AM, como obedeciendo órdenes, los Mapuche se dirigieron al
santuario desde todos los lados. El recinto se llenó en un momento, de mane-
ra que estaban aglomerados, hombro a hombro, mientras otros peregrinos lu-
chaban aún por entrar. Otros se ubicaron afuera, alrededor del santuario, para
participar así en la ceremonia. Dos hombres de distintas edades, tal vez padre
e hijo, subieron por la pendiente de rodillas hasta el cerco exterior. Una Mapu-
che conocida nos pidió algunos cigarrillos para orar frente a la Piedra Santa.
Aunque el regreso de ella a su hogar estaba fijado recién para las 9:00 AM.,
nos explicó que ahora debía despedirse de la piedra.
De nuevo se escuchaban las oraciones de numerosas personas en voz alta, y
el sonido del kultrung. Unos encendían velas, otros esparcieron vino, otros se
restregaban las manos y la cabeza contra la piedra. Todos oraban por separa-
do, incluso los familiares lo hacían cada uno por su parte. En la parte oblicua
de la piedra, en el lado sur de la piedra, hasta hace poco lleno de ramos de flo-
res, se sacrificaron ahora animales. Varios fieles trajeron gallinas y las coloca-
ban con la cabeza hacia abajo y las alas abiertas sobre la piedra para degollarlas
con un cuchillo; las aves se sacudían todavía un par de veces mientras la san-
gre corría por la piedra. Otros habían sacrificado sus animales en otro lado y
recogido su sangre en recipientes para verterla sobre la piedra. Se mencionó
que en otros años se sacrificó cabras y ovejas, pero en esta ocasión esto no se
observó, aunque es posible que la sangre que algunos peregrinos vertían sobre
la piedra proviniera de estos animales.
Mientras tanto, las machis se reunieron nuevamente en el lado occidental
que da al río. Fueron las únicas que lograron reservarse un pequeño espacio
para sus rituales y reunir a varias personas para una ceremonia. Allí se escu-
chaba el sonido de las cascahuillas y los kultrung y los kurüche bailaban con sus
caballos de madera. Una machi, acompañada de dos mujeres jóvenes, tocó la
piedra varias veces con la mano, la que luego colocó sobre la cabeza y en el
pecho de las jóvenes. Otra machi, hizo que varias personas se arrodillaran, una
después de la otra, en dirección a la piedra y vertió sobre su cabeza inclinada
un líquido de una botella. Aunque don Arturo no observó esta ceremonia, nos
aseguró más tarde que, en cuanto al líquido, sólo se podía tratar de agua del
arroyo. Pese a la estrechez del espacio, una machi bailó alrededor de la piedra
mientras sostenía con las manos dos ramas de canelo sobre su cabeza. Un
hombre con un cuchillo en cada mano bailaba delante de ella y le abría el pa-
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8. La mañana
Más o menos hasta las 7.00 de la mañana se escuchaba casi exclusivamente
mapudungun en el santuario. Entonces el ambiente empezó a cambiar poco a
poco; cada vez llegaron más blancos. Un primer autobús apareció con nuevos
fieles y uno se preguntó cómo podría dar la vuelta para el regreso en un cami-
no tan estrecho. Pero un poco más adelante había un tramo más ancho del ca-
mino en donde ese y los siguientes vehículos podían retroceder. Hacia las 9:00
hrs. ya había más blancos que Mapuche.
Don Arturo seguía ocupado y ayudaba en los rezos, cada vez que la gente
se dirigió a él. Se arrodilló junto a los peregrinos y formuló con palabras esco-
gidas la plegaria en español. Para que escucharan todos los presentes, aclaraba
con voz fuerte: "mire, mi hija, esta piedra es muy santa", y añadía que los fieles
que pagan la manda, verán multiplicar su ganado y tendrán abundantes cose-
chas. Bien perceptible para los huincas presentes afirmaba que había "un
papito dios y una mamita dios". En nuestro primer encuentro días antes don
Arturo no había respondido nuestras preguntas sobre este tema. En sus ora-
ciones invocaba ahora también a la Santísima Trinidad, a los santos y, sobre
todo, a la Virgen María.
Don Arturo escuchaba los problemas de las personas que se dirigían a él,
les preguntaba el nombre y oraba, en el sentido: "Tu hija Ana María Sánchez
se dirige a ti porque su madre está enferma ya desde meses...". Luego colocaba
la mano sobre el hombro de la mujer y le decía: "Vaya tranquila mi hija".
Días después don Arturo nos explicó que no todos tienen la sabiduría de
rezar como es debido. Hay gente que sólo pronuncia unas cuantas palabras,
por eso termina pronto y se va. Una oración debe ser "completa", es decir
exhaustiva, y por eso una persona con mayor conocimiento debe apoyar a la
gente que sabe poco. Así como en la iglesia también el sacerdote dice las ora-
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ciones porque él sabe mucho sobre la Biblia. La fe de los Mapuche es más sa-
grada todavía, añadió, porque sin recurrir a una Biblia que les aconseje, todo
brota del propio pensamiento, del propio corazón.
Esta explicación de don Arturo concuerda con la apreciación de los Mapu-
che de que sabiduría y conocimiento están ligados con el don de la palabra.
Algunos Mapuche señalaron también que su religión tiene mayor valor que el
cristianismo ya que sus conocimientos religiosos no se basan en libros sino en
revelaciones divinas, en inspiraciones. Así lo escuchamos de varias personas,
por ejemplo, en enero de 1992, durante un ngillatun realizado en Reigolil, un
valle de los Andes al este de Pucón, cerca de la frontera argentina.
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Croquis de los alrededores de la Piedra Santa, 19/20.1.05. 1. Pista para bailes tradicionales
Mapuche; 2. Templo o santuario de la Piedra Santa; 3. Puestos de venta; 4. Pistas para bai-
les modernos. Zaun = cerco; Quelle = vertiente. Dibujo: Mirco Lomoth.
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E)Ngürüfilu
Félizmente, en el año 1983, el peligroso animal 'ngürüfilu' del río Lumaco no
cobró la vida de ninguno de los participantes a la fiesta, mientras en años ante-
riores había matado por lo menos a uno de ellos. Según la creencia popular, el
animal arrastra a la fuerza a sus víctimas al agua y les chupa hasta la última
gota de sangre, de modo que se vuelven completamente pálidos.
Este animal recibe el nombre ngürüfilu en mapudungun, que significa 'zorro-
culebra' o tal vez mejor 'zorro-dragón'. Se le describe como animal de cuerpo
alargado, parecido a un zorro pero de pelo más grueso, como un gato angora.
Tiene patas de perro y la cola larga llena de púas. A veces se le puede observar
tomando el sol en la orilla, con la mitad del cuerpo dentro del agua. Si se le
disturba lanzando una piedra o pegando un tiro, se zambulle en el agua. Según
algunos, forma un remolino al lanzarse al río, según otros, el monstruo nada
hacia el remolino y ahí desaparece. El informante Lorenzo Flores dijo que el
ogro es inmortal y tiene hijos de ambos sexos. Don Lorenzo aconsejó bañarse
sólo en las aguas poco profundas del río, y dijo que la orilla frente a la Piedra
Santa es muy peligrosa. En realidad, en este lugar, el curso del río da un giro y
el lecho es angosto y profundo, de modo que la corriente bien puede formar
remolinos, lo que no pudimos inspeccionar por la espesa vegetación de la ori-
lla (véase Alonqueo 1985: 100; Alvarado 1988: 148; Erize 1960: 297; Sierra
1992: 81; 111).
Una mujer opinaba que los borrachos se vuelven presa fácil de este animal,
mientras un señor atribuía a su gran fe el que nunca le hubiese pasado nada, ni
siquiera durante los 18 años que vivió en Santiago y sostuvo que a los ahoga-
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dos les faltan creencias y por eso son víctimas del animal. Es decir, ambos
atribuían los accidentes a la conducta equivocada de las víctimas.
Datos sobre ceremonias religiosas de la región andina central sugieren la
sospecha, que se considera a los ahogados como víctimas propiciatorias de la
Piedra Santa. Sin embargo, hasta la fecha no tenemos informaciones que apo-
yen esta suposición.
El ngürüfilu antropófago se menciona a veces en la literatura etnográfica,
donde se le considera más bien como un ser fantástico (véase Saunière 1918:
135). Revisando las diferentes descripciones parece probable que el ngürüfilu es
una elaboración mítica basada en la nutria, como ya lo supuso Lehmann-Nits-
che (1906).
F) Wekufü kullin
Hacia mediodía del día 20 de enero de 1983 la mayoría de los peregrinos em-
prendió el viaje de regreso. Los que habían venido en buses u otros vehículos
motorizados, tuvieron que seguir el camino a la orilla del río hasta Lumaco
para llegar a la carretera. Durante media hora, por lo menos, el tráfico avanzó
apenas en esa dirección, y en el camino se levantó una espesa nube de polvo
rojizo. Varios policías estaban ocupados en dirigir a los vehículos que se rein-
tegraban en esta columna que avanzaba lentamente.
Los que vinieron en carretas, en cambio , podían también seguir hacia el sur
río abajo. En esta ruta, unos pocos cientos de metros más adelante, debían
atravesar un vado del río Lumaco porque el camino continúa por la orilla del
otro lado. Una de las sendas pasa por 'laguna seca', cerca de Purén. Allí algu-
nos suelen tomar un primer descanso para comer algo.
En esta laguna vive o vivía un novillo negro muy bello, con cuernos muy
blancos, como nos contó el señor Rain, esposo de la machi María Cayupe, de
Chanco. Algunos días salía del agua y se recostaba en un árbol a la orilla. Pero
sólo se le podía ver desde lejos porque, si un ser humano se acercaba o si el
animal se percataba de su presencia, se tiraba a la laguna y se sumergía. El se-
ñor Rain se refirió al animal tanto como wekufü kullin como kullin wekufü. El
cambio en el orden de las palabras puede ser una adaptación al castellano,
donde el adjetivo se pospone al sustantivo.
Según el señor Rain, este novillo era uno de esos animales encantados que
viven todavía en los ríos, por ejemplo en el río Lumaco. Antiguamente, ade-
más de los animales encantados, había personas encantadas, porque todos
eran paganos. El wekufü kullin no era ni peligroso para los seres humanos, ni
ayudaba a ellos. Es posible que nuestro interlocutor haya querido ofrecer, con
la palabra 'encantado', una traducción para wekufü. Según el señor Rain, ahora
la laguna se llena de agua sólo durante la época de lluvias.
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La gente asegura que en el fondo de la laguna hay un tesoro y hace años al-
gunos hombres quisieron sacarlo haciendo explotar dinamita, "por debajo en-
traron a trabajar, como hacer un hornillo". De repente la tierra se estremeció
como en un terremoto y todos allí murieron. Esto ocurrió antes de su naci-
miento, hace más de 30 años, aclaró el señor Rain. Este cuento demuestra de
nuevo que es mortalmente peligroso saciar la codicia del oro desenterrándolo,
cuando se trata de un fenómeno con virtud.
1. Retrikura.
La piedra más conocida de este tipo se llama Retrikura; se encuentra en el na-
cimiento del río Cautín, en el lado norte de la carretera que va de la ciudad Cu-
racautín al pueblo Lonquimay. En un entorno cubierto por una espesa vegeta-
ción la roca lisa salta a la vista en toda su desnudez. Su altura debe ser de unos
15 o 20 metros.
A nuestro saber, Smith (1855: 275) fue el primero que mencionó esta roca.
A finales del siglo 19, Lenz (1897: 423-430) dio a conocer datos importantes
sobre este peñon, los cuales le sirvieron de base a Verniory (1975: 341) para su
informe. Algunos años después, Guevara (1911: 214-215) se refirió a esta
roca, al igual que Knoche (1914; comp. Plath 1983: 266-267). Por su parte,
Oyarzún (1924) publicó en su ensayo la primera fotografía de la piedra. La eti-
mología de 'retrikura' es discutida: Lenz opina que 'retrikura' proviene de rütri-
kura, es decir de 'piedra trabajada'. En cambio, Oyarzún y Alonqueo (1979;
1985) sostienen que retrükura significa 'bastón-piedra'. Según el criterio del lin-
guista Gilberto Sánchez (mail, nov. 2005), retrükura significa 'piedra vertical',
'piedra en posición vertical'. Sánchez sigue, retrü significa también, desde lue-
go, 'bastón', pero 'bastón-piedra' no tiene sentido. Si el nombre era original-
mente rütrikura – lo cual es posible -, significaría 'piedra pulida' (comp. Febrés
1764: 629; Havestadt 1777; 1883/II: 775).
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Parte inferior de la piedra Retricura con el nicho para ofrendas, vista desde el oeste, en el
año 2004.
Los viajeros creyentes en la piedra, al pasar por el lugar, dirigían una oración al
padre Retrikura y dejaban una ofrenda, por ejemplo una moneda, algo de ta-
baco o harina tostada, a fin de que no les ocurra ninguna desgracia en el resto
del recorrido (Lenz 1897: 424-426; Saunière 1918: 188-193). Lenz presenta las
palabras del Mapuche Calvun quien califica a Retrikura como füta ngünechen.
Un narrador Mapuche le dijo a Saunière: "Muy poderoso, dicen, como un dios
del cielo está el padre Retricura." En tiempos recientes esta piedra sigue te-
niendo adoradores. En marzo de 1983 constatamos que en el lado oeste se en-
cuentra una hornacina en forma de arco y debajo de ella una plancha de pie-
dra. La hornacina estaba pintada de color verde alrededor del arco, y un poco
más arriba se encontraba una cruz también de color verde sobre una mancha
de color blanco. Sobre la plancha descansaban dos piedras lisas talladas por la
acción del agua y, en el interior de la hornacina había piñones de Araucaria así
como algunas piedras que al parecer eran para sostener velas, ya que todavía
se veía restos de cera.
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La grieta de la piedra Retricura con la piedra adentro, en el lado este, en el año 2004.
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ella. Apenas había avanzado unos cincuenta metros cuando su caballo se es-
pantó y lo lanzó al suelo; la caída fue tan fuerte que se rompió la pierna y se le
salieron hasta los huesos. El arquitecto, que para ese entonces construía la
escuela de la comunidad de Cauñicú, ordenó a sus trabajadores llevar al herido
al hospital del pueblo Santa Bárbara.
Si una persona tiene apuros económicos puede pedirle incluso un préstamo
a la piedra, siempre y cuando prometa devolver más tarde el dinero con intere-
ses (véase Knoche 1914). Uno de los nietos del arquitecto contó de un señor
que perdió su dinero durante su viaje a Argentina, por lo que tomó la cantidad
necesaria de la piedra para comprar las provisiones que requería, llamadas 'fal-
tas' o 'vicios' en esta zona rural de Chile. Tiempo después vendió un vacuno
para saldar la deuda con la piedra. Cuando preguntamos qué ocurría si no se
devolvía el dinero, los tres opinaron que, en ese caso, pasaba de seguro alguna
desgracia, aunque no se conocía ningún caso semejante.
4. Curalhue.
Cañas (1906: 25) describe otra piedra más de esta índole llamada Curalhue,
ubicada en la región limítrofe al este del volcán Copahue, en una planicie al
norte del lago Agrio en el lado argentino. Tiene alrededor de un metro de altu-
ra y al menos dos metros de diámetro y en algunas partes de su superficie se
encuentran tazas u hoyos. Álvarez (1981: 106-107) la llama 'Piedra de Cavia-
hue'; es de granito rojo y tiene una veta color naranja; su forma es más bien
cónica. "Los indios dicen que esta piedra tiene su calcu, que es, según ellos, un
espíritu invisible, capaz de hacer bien y mal, que nosotros hemos traducido
impropiamente por brujo [se refiere a la expresión kalku]. Cuantos viajan... pa-
gan tributo a esta piedra, de adoración primero, en especie luego."
"Consiste el primero, rendido por solo los indios, en dar vueltas alrededor
de la piedra, en uno u otro sentido, pronunciando palabras suplicatorias o pe-
ticiones para que la piedra les procure un viaje feliz".
"Viene enseguida lo que los indios llaman el marimari, o el depósito en los
hoyos de las ofrendas, que consisten en carne, pan, harina, dinero, cigarros,
etc., y si el viajero no tuviese de estas especies, debe depositar en las excava-
ciones un pedazo de cuero de su montura". - La expresión marimari, lit. diez-
diez, se utiliza como saludo.
"La falta de tributo hace el viaje desgraciado, pues la piedra se enoja y el cal-
cu que la custodia no protege al viajero mezquino".
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5. Guanecura.
Mayo Calvo informa de la ceremonia de un ngillatun que se realizó con motivo
de la erupción del volcán Villarrica, cerca del lago Calafquén. En esta ocasión,
una piedra jugó un papel importante: "Por la tarde los Mapuches están todos
reunidos otra vez en la pampa para realizar el nguillatún. Primero saludan a la
piedra guanecura que tiene virtud; adelante va la machi golpeando el cultrún
acompañada de un par de niñas que llevan cascabeles en las manos. La siguen
los caciques principales. En la piedra milagrosa, que es como un verdadero al-
tar, la machi hace nacer la luz de cada hueco labrado que semeja una tacita;
luego esparce muday y habla al volcán."
"Los antiguos decían que esta piedra tiene virtud, es como una estrella y
puede dar luces, tanto en invierno como en verano. Cuando daba luces era un
año bueno y sin plagas. Hoy día ya no alumbra y ahora la llamamos guanecura,
igual como la llamaban los antiguos" (Calvo 1980: 143-144; 1990: 117-118).
La referencia a una estrella sugiere que el nombre de la piedra proviene de
wangülen y kura, que significa estrella-piedra o piedra de estrella. Por las luces
que emitía antiguamente, los Mapuche la asociaron con el volcán en erupción.
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La Piedra Santa del Río Lumaco
sobre todo en las noches del invierno se oye a lo lejos el ruido del viento y del
mar, muchas personas distinguen entre ellos los gemidos y lamentos del joven;
en cambio, en otras oportunidades destacan el privilegio otorgado a Mankián
de haber sido transformado en un ser sobrenatural, dueños de grandes 'tierras'
o posesiones marinas, casado en el fondo del mar con una mujer buena y rica,
y con el poder de anunciar las tempestades, entre otras cosas" (H. Carrasco
1988: 117).
Según el texto de H. Carrasco, Mankian habita en la piedra, según Alon-
queo (1985: 96-99), la piedra Mankian era un joven Mapuche que fue seducido
por una roca blanca del mar en forma de mujer; una vez atrapado, el joven se
convirtió en piedra. En sueños el joven reveló a una machi que se había casa-
do con la dueña del mar y que sus familiares debían pagar el precio por la no-
via celebrando un ngillatun y rociando la sangre de un caballo sobre la piedra.
Una vez terminado el ritual, la familia del joven recibió como recompensa una
gran cantidad de frutos del mar.
Una versión dice, cuando el joven se estaba petrificando, los padres trata-
ron de sacar a su hijo de la piedra con una barreta, pero le causaron un gran
dolor y la piedra empezó a sangrar. "Entonces golpearon la piedra, la rompie-
ron, más gritó [el joven]. Entonces sangró la piedra, ahí donde le plantaban la
barreta,..." (Escobar/Painequeo/Pedreros 1981; 1987: 39-40; Sánchez 1987:
41-42).
Esta peña se halla en el mar frente al campo ritual de la comuna de Piedra
Alta. A este lugar llegamos a inicios de 1983 en compañía del señor Miguel
Colihuinca, que declaró que esa piedra tiene la forma de un gran vacuno pero
sin cabeza, según opinión de los autóctonos. Durante las fiestas del ngillatun se
hacen ofrendas a esta piedra.
Course (2005: 266) ofrece la descripción más detallada de este rito: "Once
the four circuits of the sacrificial and principal altars have been completed, the
entire party heads to the cliff top, wentelil, high above the Pacific Ocean and
facing the immense Panku emerging from the crashing sea. The mütrüm [obli-
gatory guests] and hosts form blocks facing each other identical to those for-
med at the llangi-llangi sacrificial altar at the opposite end of the ceremonial
field. The orators, however, this time face due West and direct their prayers to
Ngen Lafken, the 'master of the sea', and Ngen Panku, 'the master of the rewe
of Panku' embodied by the rock bearing the same name. The format of the
prayers in the wentelil llelipun is identical to that of the prayers in the llelipun ca-
rried out previously at the llangi-llangi, although they tend to be much shorter
in length. The oration is made with mudai and with blood from the lamb killed
previously."
En el terremoto de 1960, la costa se hundió en este lugar, por lo que hoy en
día los Mapuche no pueden acercarcarse a la piedra misma como en tiempos
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La Piedra Santa del Río Lumaco
anteriores. En las palabras de Course (2005: 266-267): "Up until the great tidal
wave and earthquake of 1960 it was possible to clamber down the cliff face,
walk over to Panku, and climb the giant rock. A small party comprising of ñi-
dol ngenpin and machi would do this, while the main body of the party remained
dancing at the cliff top. The blood and mudai would be thrown into the sea
from the top of Panku itself. In 1960, however, the outline of the coast was
dramatically changed. Panku now stood fifty yards into the ocean and could
no longer be accessed by foot. Furthermore, it was no longer possible to des-
cend the cliff face. The current llellipun therefore terminates in throwing the
remaining blood and mudai directly from the cliff top into the ocean. Many in-
formants state that the sea can still be seen to pull back upon receipt of this
offering and once again leaves the land between Panku and cliff top bare. As
the offering is thrown into the sea, the dancers form ranks facing the west and
dance backwards and forwards in imitation of the push and pull of the Pacific
Ocean."
Según Course, los Mapuche dirigen sus oraciones tanto al ngen lafken, el
dueño o sea dios del mar, como al ngen pangku, el dueño pangku, mientras H.
Carrasco afirma que la peña es el mismo ngen ko, el dueño del agua. Estas di-
vergencias bien podrían derivarse de diferencias de opiniones de los Mapuche
consultados.
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La Piedra Santa del Río Lumaco
arriba, 1896: 425). Todos los que atribuyen a los Mapuche la creencia antigua
en un dios superior basando su argumento en el término ngünechen, deben to-
mar en cuenta estos datos. En su diccionario, Augusta (1966: 66) traduce ngü-
nechen literalmente por "dominador de los hombres", con la aclaración de que
puede ser "cualquier ser sobrenatural (imaginario); Dios."
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La Piedra Santa del Río Lumaco
decir pobre huérfano. Como pichi wentru en la vida diaria tiene el sentido de
niño, se lo traduce a veces como indiecito o niño. Según nuestra opinión, en
estos cuentos mitológicos la expresión pichi wentru se refiere a un joven de
unos 12 a 15 años y así destaca la falta de renombre del héroe al comienzo de
las aventuras o la acción del relato.
El docto Mapuche Martín Alonqueo llegó a la conclusión, que el mito de
mangkian sí se basa en la vida de un personaje histórico, el antaño famoso caci-
que de Mariquina, Juan Manqueante, que tuvo su apogeo en la mitad del siglo
17. Evidentemente, esta idea le ocurrió a don Martín después de leer la obra
del historiador y jesuíta Diego de Rosales (1877/78), que terminó sus libros en
1764. Alonqueo no se preocupó de apuntar su conclusión a la manera de una
tésis académica, sino prefirió la forma de un relato legendario. Según esto,
Manqueante mismo se trasformó en piedra al final de su vida terrenal (Foers-
ter/Montecino 1990: 112-113). Esta suposición de Alonqueo sobre el orígen
del mito de mangkian es sugerente pero difícil de comprobar.
9. Abuelito Huenteao
A la altura de Osorno, frente a la costa, en un lugar llamado Pucatrihue, sobre-
sale del mar una formación rocosa. Antes de un ngillatun, los Mapuche de los
alrededores peregrinan a este lugar para hacer ofrendas y oraciones. Incluso
los autóctonos de los alrededores del Lago Ranco, ubicado al pie de los An-
des, a 60 kilómetros de distancia del mar, solían o tal vez, incluso hoy en día
suelen peregrinar a Pucatrihue antes de un ritual religioso (Pérez 1980: 150).
Por lo tanto, se trata de una piedra de culto sobreregional. En su estudio sobre
la vida religiosa de los habitantes de San Juan de la Costa, un distrito a medio
camino entre Osorno y el Pacífico, Foerster (1985) presenta una descripción
detallada de esta roca llamada Abuelito Huenteao y el culto relacionado con
ella.
Según los Mapuche de San Juan de la Costa, hace mucho tiempo vivía un
personaje de nombre Canillo, que amenazó a la humanidad con una ola de ca-
lor. La gente acudió entonces a Huenteao y le pidió que diera su hija a Canillo
como esposa. La boda de Canillo fue al mismo tiempo el primer ngillatun
(Foerster 1985: 62-65).
También en este caso se narra sobre intentos fallidos de dinamitar la piedra.
Esta vez la infamia se atribuye a los alemanes, que llegaron a la región a partir
de mediados del siglo 19. Con acierto, Foerster (1985: 67) interpreta este rela-
to: "¿A qué apuntan todas estas leyendas de intentos de destrucción de la casa
del Abuelito Huenteao? Creemos que, por un lado, ponen de manifiesto el
enorme poder de esta divinidad y, por otro, que este poder benéfico para los
Mapuches triunfa sobre el poder maléfico de los huincas más connotados: los
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La Piedra Santa del Río Lumaco
Ya que los datos recogidos por Sonja Raschert (1985) complementan los
estudios de Foerster y además están sin publicar, los citamos a continuación.
Raschert escuchó sobre Huenteao en Pucatrihue y San Juan de la Costa varias
veces la siguiente narración: "Él era un anciano - según otros, un cacique - que
vivía sobre esta piedra. Antes del terremoto de 1960 había en el lugar agua
dulce, se dice. Un día el anciano desapareció. Se supone que fue encantado y
sigue viviendo en la piedra. Se dice que la piedra solía hablar, pero que desde
hace muchos años guarda silencio. Lo último que dijo fue que los machis de
hoy ya no son verdaderos machis y que por eso no volvería a hablar más. - En
la isla existe una pequeña cueva que era la habitación de Abuelito Huenteao.
Allí la gente hace todavía ofrendas de comida las que desaparecen a la media
hora."
Colipán (1999) entrega, en su libro sobre su comunidad natal Pulotre, más
informaciones sobre Agüelito Wenteyao, como él escribe el nombre de este
numen, y sobre otros fenómenos con virtud en esa región. Montecino (2003:
403) cita una historia de amor entre Abuelito Huenteao y un numen femenino
de las aguas.
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La Piedra Santa del Río Lumaco
cientes en este momento para no ahondar demasiado el tema (ver p. ej. Rei-
chel-Dolmatoff 1985/II: 147-149 sobre los Kogi en el Norte de Colombia;
Faust 1989: 122; 126-127 sobre los Coyaima y Natagaima de Tolima, Colom-
bia; Faust 1992: 50 sobre los Cococuno y Yanacona del macizo central del Sur
de Colombia; Arguedas 1956: 198; Gareis 1982: 41-44; Quijada 1957: 13; Skar
1985:90 sobre los Quechua o Runa de Perú.)
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La Piedra Santa del Río Lumaco
para la fiesta principal. ¿Esta fecha fue escogida por los Mapuche o por Aníbal
Méndez? En otras palabras, las semejanzas con la fiesta de Yumbel se deben a
los autóctonos o a los blancos?
Los intentos fallidos de Aníbal Méndez de destruir la piedra y la posterior
conversión de aquél, ayudaron sin duda significativamente a dar a conocer la
Piedra Santa. En sentido metafórico se puede decir que Aníbal Méndez se
transformó de Saulo en Pablo. La sangre brotó de la piedra a raíz de la explo-
sión; de manera similar sangró el joven Mankian cuando sus padres trataron
de sacarle de la piedra en la orilla del Pacífico. Parece que este topos o este de-
talle no se puede encontrar en otros relatos de los Mapuche, pero sí esta de
acuerdo con la cosmovisión cristiana. Dentro del catolicismo se habla de esta-
tuas que sangran y derraman lágrimas. Un ejemplo para muchos: "Un husita
partió en dos la cabeza de una escultura de madera de la Virgen María y de ella
brotó sangre. El husita se convirtió y Neukirchen, lugar donde ocurrió la ma-
ravilla, ubicado en el bosque de Baviera, cerca de la frontera con Bohemia,
creció hasta convertirse en un destino de peregrinación muy frecuentado, so-
bre todo en la región de Bohemia, por lo que ahora también se conoce como
'beim Heiligen Blut' [de la Sangre Santa]" (Die Zeit, 26. Feb. 93).– Los parale-
los son demasiado evidentes para no profundizar en el asunto.
Los numina de los Mapuche se suelen revelar a los creyentes menos con
sangre y lágrimas, como en el catolicismo, sino con otras formas de comunica-
ción como sueños y visiones. Tanto los sueños como las revelaciones son idó-
neos de los Mapuche, como se muestra siempre de nuevo, mientras en el
mundo católico ya no son tan frecuentes. No ocurre lo mismo con las visio-
nes: las apariciones de la Virgen tienen lugar casi a diario e incluso un Papa
proclamó un discutido dogma porque así le pidió la Virgen María cuando se le
apareció en su jardín. Otra forma de comunicación de los numina en ambas
religiones son castigos, a menudo muy duros, debido a la falta de observar re-
glas y preceptos. Así por ejemplo, se ahogó el buey del hombre que no pagó
su peaje a la piedra y Aníbal Méndez y sus ayudantes también fueron castiga-
dos con severidad por atacar la piedra.
Durante los años setenta y ochenta del siglo 20, el culto a la Piedra Santa
cobró fuerza para los Mapuche gracias a las acciones de una persona carismá-
tica. Don Arturo limpió la piedra por medio de lavados y dio a conocer las re-
velaciones de ésta. Además, construyó el santuario con la ayuda de algunos
colaboradores, añadió otra hornacina para las ofrendas y puso ramas de canelo
según las instrucciones de la piedra.
Los Mapuche celebran sus ceremonias más importantes a la piedra durante
la noche del 19 al 20 de enero y no en el día del 20 de enero. Sin pasar por alto
las vigilias de la iglesia católica, se debe recalcar que esta costumbre es usual en
las fiestas del ngillatun en el noroeste de la Araucanía. La explicación más pro-
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La Piedra Santa del Río Lumaco
bable para esta costumbre radica en el hecho de que en esta zona, tanto en
Arauco como en los alrededores de Lumaco y Angol, las machis suelen efec-
tuar sus ritos por la noche y que esto se refleja en las ceremonias de la Piedra
Santa.
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El profeta Elías
Introducción
Este ensayo se compone de tres partes: la primera explica las circunstancias
que permitieron conocer los datos aquí presentados; la segunda parte, presen-
ta la transcripción del relato de don Elías sobre sus visiones, grabado en cinta
magnetofónica. Dicha transcripción contiene sólo pequeñas modificaciones
en comparación con el original; éstas sirven, sobre todo, para hacer más com-
prensible el lenguaje hablado del entrevistado. Con el mismo fin, se han añadi-
do comentarios en paréntesis, aclarando y complementando el texto. En la
tercera parte del ensayo, se hace un análisis de varios temas mencionados en la
narración de don Elías, junto a más aclaraciones e interpretaciones. Esta sec-
ción analiza las ideas generales, locales, personales y cristianas que se encuen-
tran en las visiones de don Elias.
Primera parte
Encuentros con don Elías
No quiero dejar de mencionar la fuerte fascinación que las visiones de Elías
Troncoso ejercieron en mí desde el primer momento. Esto se debió a tres ra-
zones principales: la primera, por sus imágenes cosmológicas; la segunda, por
la mirada privilegiada que ofrecen sobre ciertos conceptos religiosos de los
Mapuche y sus mecanismos de transformación. Es decir, en este ensayo se
muestran características importantes de la espiritualidad y de la cosmología
Mapuche, y basándose en un caso concreto, se puede observar de qué manera
la religión se ha desarrollado y transformado en el transcurso de los siglos. La
tercera razón, se debe a las circunstancias en que llegué a conocer estas infor-
maciones. Se trata de un caso de serendipity, para decirlo en la jerga de los an-
tropólogos anglosajones a principios del siglo 21.
Durante mi primera visita a la casa de Elías Troncoso y su familia recogí,
sobre todo, datos genealógicos. Por su fenotipo, don Elías parecía ser más
bien un blanco que un Mapuche y, además, del tipo de personas algo nervio-
sas. Su apariencia poco indígena se explicó al enterarnos que su padre era un
blanco, A. Troncoso, como los otros maridos de su madre Rosa Queupumil,
una mujer Mapuche de Sahuelhue, un lugar que se encuentra cerca de Meli-
peuco, un pueblo al pie de los Andes, a la altura de Temuco.
Don Elías creció junto a su madre en una reducción Mapuche y por eso ob-
tuvo, sin duda, al menos conocimientos pasivos del mapudungun, la lengua Ma-
puche, que había escuchado desde temprana edad. Después, una vez crecido,
trabajó durante decenios como migrante estacional, o sea jornalero, en otras
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El profeta Elías
Segunda parte
Relato de Elías Troncoso (recogido el 1. de marzo de 1992)
Observaciones:
1) Se han eliminado algunas preguntas del autor en beneficio de la conti-
nuidad del texto.
2) Se han eliminado algunas repeticiones.
3) Palabras dichas con énfasis se escriben con letras oscuras.
4) Al principio del relato, don Elías se refiere a un cambio de casa dentro
de la misma comunidad. Su nuevo hogar quedó ubicado más cerca del
camino rural público, en un terreno con menos peligro de inun-
daciones.
Elias T.: Entonces Ud. quería saber nuevamente la conversa [el relato del otro día]. Hay
mucha conversa, tendríamos para toda la tarde. Yo tengo una historia, cuando recién llegué
en esta parte, [por donde vivo ahora] - haría medio año, más no era, que estuve aquí. Era
el día del año nuevo, el 1º de Enero, entonces almorzamos, tomamos vino, porqué nó, había
de todo; después salimos de paseo, a señalar los animalitos, a marcar. Cuando llegamos allá
a esa parte, eran las tres [de la tarde], y en eso se me mareó la cabeza, me empezó a dar
vuelta el suelo; y se me puso la vista azul - totalmente azul, yo veía la[s] persona[s] total-
mente azul, todo, el suelo, [y las yerbas].
Entonces ahí caí, no supe ninguna cosa más, sino que andaba fuera de la mente. Y todos
estos, mis hijas, mis hijos, se pusieron a llorar, y también la gente de ahí por donde fuimos:
"Qué pasó, qué pasó!" - Total que no se supo qué me había pasado.
Después me trajo esta [mi señora] para acá, para la casa, era tarde ya, como a las cinco, las
seis, -no, mas era antes, como a la una.
Francisca N.: Yo no sabía nada, [él] no me dijo nada [sobre su condición], si éste o éste;
[pero] ahí me decía, pásame [déme] esto, pásame esto, [el] ürkütuwe. - Yo no sabía qué
es lo que estaba pidiendo. Ésto era el asiento, [que me nombró tanto,] y yo me pregunté:
¿qué será ésto? Al final dije: "¿El asiento?" "¡Sí!", me dijo,"el asiento, ésto es lo que se
llama ürkütuwe."
Elias T.: Como para descansar, nosotros estamos descansando, entonces en mapuche
significa ürkütuwe. Entonces ella me siguió diciendo: "¿Qué te pasó? ¿Qué te pasó?" - o
sea, yo no sabía lo que ella me estaba diciendo. Yo estaba fuera del sentido.
Entonces ahí llegó el taitita de arriba, me trajo una bandera al tiro [= en seguida], esa me
plantó aquí, con el colihue que tengo ahí; yo pegué la mirada para arriba, así, el color, todo
que tenía [la bandera], quedó grabado en mi cabeza.
H.S.: ¿Qué color tenía?
Elias T.: Azul, ¡la bandera tengo aquí! - Y de ahí me empezaron a contar: "¡Ud. no va a
hablar más en castellano, en wingka, tiene que hablar en mapuche!" Entonces ahí le
dije a ésta [mi señora], que eso me había pasado - no sé qué me pasó, pero ahora yo no soy
wingka. - Yo no sabía hablar en mapuche, pero después sabía, le dije todo a ella [mi
esposa].
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El profeta Elías
Francisca N.: "Ahora no soy más wingka, soy mapuche", me dijo. Después me dijo
otra cosa más: "¡Pásame pillan! ¡Pásame pillan!" "¿Qué [es] lo que será pillan?"
decíamos nosotros, [yo]con mi hijo, solitos nosotros llorando, rodeando éste; yo dije: "¿A qué
hora será que va a morir?" Ahí me dijo: "No lloren, yo no voy a morir,” dijo, "sino que
vino a verme mi taitita, allí no más está mi papacito, mi mami, ahí están", dijo.
"¿Adónde?", [pregunté]. "¡Ahí está!", me decía. - ¡Nosotros no lo vimos, él no más [los
vió]!
Elias T.: Yo no más los veía. Por eso yo le dije, mi dios era grande! [El] ve todo el
mundo, el mundo entero. No voy a decir que este lugar [no más ve,] no, todo, todo [ve él].
Mi dios esta viejito, es abuelito ya. Por eso él me dijo esta vez en mapuche, que hablara
en mapuche, no más en wingka. Claro que yo empecé a conversar al tiro en mapuche.
Pero me apretaron fuerte! Todo el cuerpo! Claro, si yo no tenía valor. Después estuve como
15 días sin comer nada, nada.
Francisca N.: Ninguna cosa comía. Puro [= solamente] jugo de manzana. Y mate nomás.
Elias T.: Y de ahí me puse a conversar con ella [mi señora], ella supo después, cómo hacer
esto: "De ahí [=por ese asunto] te van a tratar de brujo, porque aquí no cree la gente", me
dijo ella. De ahí le dije: "¡No importa! Si mi dios me agarró, mi dios me dará esta
[buena] suerte, o será mala suerte, uno de los dos." Porque no era suerte, sino yo para
enseñarle al longko, al cacique, cuantos años más vamos a vivir en ese mundo; porque toda
la gente aquí en el país chileno - cuentan hasta por la radio, por la tele cuentan - que
nosotros vamos a llegar hasta [el año] 2015. ¡Pero no, no vamos a llegar! Sí llegamos al
2000, pero vamos a llegar con harto esfuerzo. Mi dios dijo: "Diga a su cacique, que
haiga ngillatun, [para] que haiga de comer nuevamente!" Porque se había perdido el
trigo; se volvió pasto esto [indicando a su alrededor]. Este trigo se volvió pasto.
Entonces para eso me agarraron [los dioses] a mí. Para contarle al cacique, para que
hiciera ngillatun todos los años, todos los años. Este año hizo, al otro año vuelve a
hacer ngillatun.
Y de ahí [= cuando hablé al longko, ése] me dijo: "¡No. Ud. no sabe nada, eso sabe mi
dios no más!" "Sí, mi dios sabe. Por eso le estoy contando", le dije, "para que ustedes
rueguen todos los años." Los mandé a buscar ellos, sí llegaron todos aquí, los dos caciques.
Uno llegó enojado, el otro de arriba no tanto.
Francisca N.: Ese papá de Carmelo no es gente. No voy a hablar mal, es justo [= cierto]
que vino a retarnos a nosotros. Todavía anda mal de nosotros, nunca nos pasa a visitar.
Elias T.: ¡De ahí no lo visitamos más! ¡Es mi cuñado, es mi compadre! sí que
tenemos de todo, y suegro más encima. [El 2. cacique es "cuñado" ya que está casado con
una hermana adoptiva de don Elias, y es "suegro” ya que Francisca, la esposa de don
Elias, es la hija (no reconocida por la ley) del 2. cacique; son "compadres", ya que doña
Inés y don Manuel son "padrinos" de la hija Dina Blanca de don Elías, la que es ahijada
de ellos.
[Acerca de los detalles vea las páginas 76 y 77]
74
El profeta Elías
Entonces me dijo mi taitita dios, ¡en mapuche! - ¡yo no hablaba en castellano como
estamos hablando! - entonces él me dijo: "Mire ve, si no le hacen caso, pero yo te voy a
trincar fuerte; Háblale a la gente, dígale!" "¡Y qué saco con decirles, si ellos no me escuchan!
Si escucharan algo de lo que yo le digo, estaría bien."
Vinieron a verme gente de otra parte, de aquí del otro lugar por el lado de Alpehue. Esos
me escucharon. Anduvieron creyendo algo - pero no creen mucho; [sino] poquito. Pero
cualquier día, dije yo, van a creer. - Cuando aparezca esa cuestión - ¡por lo menos ahora
está apareciendo! ¡Ya el trigo volvió! Porque en todas partes hicieron ngillatun todos los
años, déle, déle ngillatun, y de ahí volvió nuevamente la tierra a enverdecer. ¡Esta tierra
estaba negra total! Ya venía mucha sequía. Pasto no había. Ahora tenemos pasto verde.
Antes, cuando caí enfermo, no había pasto.
Francisca N.: Por eso él me decía, arriba dijeron: "Este es kurümapu."
Elias T.: Esto quiere decir, 'el campo negro'. [Había sequía,] porque no había más
rogativa [= ngillatun]. Por lo menos el cacique de nosotros, el longko, fíjese, no hace
más que cada tres, cuatro, cinco, seis años un ngillatun. ¿Cómo vamos a estar bien?
¡Entonces mi dios dijo, que la gente, los mapuche, se volvieron wingka! Eso me dijo:
"Yo no veo cuál es mi hijo." Cuando hacen ngillatun, dicen, que llega arriba la voz de
ellos [los mapuche]. Nosotros estamos conversando aquí, esa voz llega, escucha todo mi
taitita - mi taitita esta aquí presente entre nosotros. Él lo está viendo. Así que él está
viendo cualquier cosa que estamos haciendo. [A]caso estamos trabajando, o [a]caso estamos
peleando, o [a]caso estamos retando el uno con otro, o [a]caso estoy matando a otro. Eso
lo está viendo. Un bichito, un pajarito, lo más pequeño, él lo ve todo. Y eso me mostró
todo, todo.
El taitita tiene la pera aquí, un infinidad, un metro tiene, por la vejez, esto le cuelga para
abajo. [La doble pera se observa más en los blancos que en los mapuche!] Y los ojos, vaya a
saber, que porte es, grandes, grandes; la cara, la cabeza, más grande que - debe ser todo el
mundo.
El vestido es pura ropa de hoja ancha. De aquí [la cintura] para abajo. Lo mismo que una
minifalda, una chiripa, de hoja, no ropa género.
H.S.: ¿Y arriba de la cintura?
Elias T.: No tiene nada [de ropa].
H.S.: ¿Y en las piernas?
Elias T.: Tampoco. No tienen más que puro pelo, es peludo el taitita dios! Igual que
un animal. La señora, los hijos igual, igual, todo, todo. Eso[s hijos] se llaman mandados
de dios, ése que andan aquí. Se vuelve pájaro, se vuelve-- de todo, viento, nube. Ese
anda mirando la gente, mandado de [dios]. El no se mueve de allá. Él mira todo, -
observa.
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El profeta Elías
AÑO DE NACIMIENTO
de personas relacionadas con don Elías
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El mandado - si Ud. quiere hacerle alguna cosa - puede darse vuelta el vehículo, o se le
salta una rueda -. Por alguna cosa podía pasar algo, o protesta alguno - entonces mi dios
esta viendo y manda el werken, como dicen en mapuche, manda la persona, un pájaro, [o
algo] así.
Si de repente Ud. lo ve atravesar así, entonces Ud. se para y hágale un rezo - cualquier
rezo. Porque mi dios escucha el rezo de wingka - también, evangélico y católico, esos
[rezos] todos llegan arriba. Todo lo escucha. Por algo que los wingka tienen su
ngillatun, eso es rezar, con el cura, [el] padrecito. Igual el evangélico - es lo mismo. Igual
llegan, pero no es tanto como católico.
¡No! El católico y el mapuche llegan arriba, el evangélico no llega. Yo no sé porqué.
¿Porque tal vez Ud. es evangélico? Yo no voy contra ninguna religión. Pero más me gusta
la religión mapuche. Como yo soy wingka.- Pero me gusta ahora.
H.S.: Ud quiere decir, que parece wingka.
Elias T.: No, soy wingka.
H.S.: Pero en su corazón parece mapuche.
Elias T.: ¡Si! [Riéndose] A lo mejor. Ahora yo soy mapuche. Yo hablo a cualquier
viejito correctamente en mapuche. Antes no podía hablar. ¡Me daba vergüenza! O se me
enredaba la lengua. Y así también, yo no soy educado, como le dije la vez pasada, alcancé el
segundo año de estudios.
Y de ahí mi dios dio ese orden, que hicieran ngillatun y todo, y en seguida dice: "El que
no me cree, Ud. no lo va a castigar. Ud. no lo va a pegar con palo, con varilla, con rebenque
- con ninguna cosa lo vaya a pegar!" El [dios] manda al mandado, al werken - ese lo
castiga. Yo no puedo castigar una persona. ¡Ni retarlo, ni insultarlo! ¡Nada! Eso me
encargó. Que no pegara a la señora, ni a los hijos. "Dále un consejo, un palabrazo, y listo.
Nada más. [Con esto] Ud. está libre [de responsabilidad]. Si Ud. empieza a pegar o
matar alguna persona [conocida] o mata otro extraño," dice, "Ud. va a ser castigado
inmediatamente, le voy a buscar." ¡Pero yo estaba arriba en el cielo! No aquí.
En el cielo está igual que aquí. Allá estaba lindo el pasto. Y aquí no había agua, estaba
seco. Él [dios] iba a secar el estero, el río.
Y dijo, cuando va a finalizar el mundo - el mundo no se va terminar, va a quedar igual, la
gente se va a terminar. Dice mi dios: "Lo voy a terminar con agua, pienso [= lo estoy
pensando todavía], con viento, tormenta, o - terremoto." Entonces la gente empieza a
sacudirlo - o bien se parte la tierra y empiezan a caer. - Pero el mundo va a estar igual.
H.S.: ¿Qué es lo que Ud. llama pillan?
Elias T.: Pillan era un cuchillo, es para defenderse uno, para defender la fuerza de uno.
Pero yo tenía una inmensa fuerza, sabe, así como le conté que en ese día tocaba marcar los
animalitos, entonces yo agarraba un animal vacuno así del hocico aquí y le daba la vuelta
solo, a [la] tierra.
Francisca N.: Volteaba al tiro.
Elias T.: Yo no tengo fuerza [normalmente], pero en ese día, qué fuerza tenía. Es la
fuerza de mi dios. Ese era el que vino de arriba y yo lo agarraba eso [los animales]. Y
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El profeta Elías
Francisca N.: Yo le decía: "Para qué fuiste así, hombre, como puede ser así, cómo será,
te castigó mi diosito.”
Elias T.: ¡La culpa no es mía! Es de mi diosito.
Francisca N.: "Ud. es wingka. Cuándo [es] Ud. mapuche!" le decía [yo]. Ahora
habladero la gente, qué no te dicen. Nosotros también sufrimos harto, cuando uno oye una
cosa [= crítica], duele el alma. "A mi me parece que no vamos a estar más aquí," yo le
decía, "por qué no salimos, mejor vamos para Argentina!"
Elias T.: Es que no me dejan salir.
Francisca N.: Y después, cuando él me dice: "Vamos a salir para Argentina", yo dije a mi
hija: "Cómo vamos a dejar sola, si falta algo, si pasa algo, [y nosotros] lejos."
Elias T.: Claro, sentía la hija casada.
Francisca N.: Cómo vamos a dejar de verla, cómo voy a saber yo [lo que pasa aquí]. Un
nietecito parece hijo no más, cuando lo mira - tantos nietecitos que tengo.
H.S.: ¿Dios le mandó quedarse aquí!?
Elias T.: Claro, quedar para siempre.
Francisca N.: No salir, eso será.
Elias T.: Tengo que cuidar la gente, en caso [de que] algo pasa, de repente, haiga un
movimiento de suelo, o haiga una tormenta, yo tengo que cuidar la gente. Entonces - ahí
empiezo a juntar gente, podemos ir a rogar a la cruz [= las figuras en el campo ritual], - y
si me hacen caso, vamos, y si no, no [vamos]. Porque aquí la gente no cree. Igual le pasó a
la señora de Juan Neipan, [Andrea Huaiquio]. A ella le pasó lo mismo que a mí.
Tampoco lo creyeron, al final la mataron, a la pobre mujer.
H.S.: ¿Cómo la mataron?
Elias T.: Le harían mal. Algún daño le hicieron y se murió.
M.Y.: ¿Estaba joven?
Elias T.: Joven. ¡Igual que yo estaba!
Francisca N.: Lo que por aquí la gente...
Elias T.: Y de ahí, para poder aliviar, tuve que ir a Icalma a un ngillatun - o sea, me
vinieron a invitar. Cuando llegó la persona a invitarme, le dije: "Tengo bandera, ¿la
llevaré?" "Como quieran nomás; si quieren llevan su bandera a presentar allá." Lo llevé.
Como cuatro, cinco años [atrás] anduvimos [a Icalma] -
Francisca N.: ¡Más pues!
Elias T.: Como seis años anduvimos todos los años a rogar. Para seguir bien. Como aquí
ya no me admitieron. Así obligado salí a otra parte. - Una suerte, por si solo tampoco no
fuí para allá.
Francisca N.: Cuando mueran los dos caciques viejos, si hay más ngillatun, nosotros
vamos a entrar.
Elias T.: Vamos a volver a entrar. Y eso lo tiene dicho mi dios: "Ya que lo echaron,
déjales no más. Pero, cuando haiga otra vez, cuando se vayan [= mueran] los caciques."
Tienen nombrados todos los caciques nuevos ya. Claro, hay dos caciques nuevos. Así esos
tienen que entrar y después - quizá cómo se las van a arreglar. Eso nombró mi taitita
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El profeta Elías
dios, que va haber dos caciques nuevos. Estos dos ya no llegan al cielo azul arriba. No
llegan.
H.S.: ¿Cuántos cielos hay?
Elias T.: ¡Uj! - aquí hay comoooo - doce partes para llegar adonde esta mi taitita dios.
Se sube - lo lleva caballo, puede ser caballo que tiene alas, y ese cóndor. Esos son los
aviones. Que llevan los que no han subido nunca, tal como yo. Me llevó un caballo blanco
primero, claro, con alas. Van dando vueltas como un caracol para arriba. Igual a los
pájaros, empiezan a dar vuelta - a veces suben arriba, no se ven más. Hasta que [uno los]
pierda [de] vista. Y así lo llevan.
Y para ir a este infierno, que le dije el otro día, ahí sí que se va a pie uno - va en forma de
caracol también. Pero ése es una parte piedrero. Pura piedra. O sea tal como ese cerro, que
estamos mirando, podría ser redondo. Un cerro redondo - pero que no tiene fin! Eso se
llama infierno. Eso me dijo el dios.
H.S. ¿Cómo se dice en mapuche al infierno?
Elias T. ¿Cómo que le dicen ahí? Me dijo mi taitita - parece que le conté la vez pasada...
[dirigiéndose a su esposa].
Francisca N.: ...
Elias T.: Eso, infierno se llama, me dice [ella], kurümapu. El que comete pecado, ése va en
eso [= hacia allá]. No va arriba [al cielo], sino que se va al volcán - supongamos que sea el
volcán - el trangüle ¡Ya! Y ahí para subir, para llegar a la punta arriba - cuesta
mucho!
H.S.: Ud. me contó de piedras y hielo.
Elias T.: ¡Hielo! Totalmente helado, helado.
Francisca N.: [El] estaba soñando y dijo: "Casi llegué a la puntita arriba."
Elias T.: Yo no alcancé llegar [para] arriba.
Francisca N.: Y después de que le atajaron, le dijeron dos personas: "¿Qué tiene que hacer
aquí?."
Elias T.:"¡Qué viene a hacer aquí, vuelve para atrás!" Una señora y un caballero,
mandados de dios, me atajaron arriba. Esos eran vestidos así negro, también chiripa.
¡Negro! Esa parte ahí -
Francisca N.: [El] todavía no va a morir tan luego. Si él tiene pecado, puede ir allá al in-
fierno también.
Elias T.: Claro, casi alcancé, pues. A lo mejor iba a cometer algo por ahí, pero no alcancé.
Me hicieron volver. "A Ud. no le conviene aquí, no venga para aquí," dijo. "Vaya al otro,
arriba, [el] azul wenu." Claro, en el cielo azul arriba. Y de ahí me hicieron volver. ¡Pero
me costó para llegar abajo! Venía perdido, no sé cómo. Me endilgaron un poco - como 50,
60 vueltas más o menos, y de ahí me largaron. "No mire para atrás, ¡váyase!" Ya venía
como a la mitad cuando miré esto. Verdecito abajo. Pero miraba para arriba, esto era un
piedrero negro, negro total. Parece que estaba atizanado. Color de éste [Elias T. tocó la
grabadora]. ¡La piedra! Va una huellita así tan ancha, más de medio metro no era. Así va
pegando la vuelta; ese caracol.
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El profeta Elías
Y de aquí para subir al cielo, eso lo llevan los pájaros; a veces [uno] va con dos señoras,
señoritas, agarran uno, pero ésas van vestidas de chamal. Chapado con plata. Hasta la
mano, hasta los pies tienen plata. Esos son las riquezas que hay arriba. [El] asiento [es]
esto! [Elias T. muestra al suelo.] Allá no hay wanku, hay puro suelo no más. Pasto. Y la
pata de la gente allá es torcida, así están.
H.S.: ¿Torcidas para adentro?
Elias T.: Claro, todo torcido. Mujer y hombre. Así está mi dios allá.
H.S.: ¿Y la gente también que se va por allá?
Elias T.: También va; o sea vi gente arriba, que yo alcancé a conocer antes, los viejos
antiguos. A veces quedan gente de esos - que alcancé a conocer cuando tenía 10 o 12 años.
Esos no tienen pecados, por eso pueden ir al cielo. Y los que hacen ngillatun están todos
arriba - todos los viejos de antes están allá . Esos tienen su ramada, tienen su cruz allá,
todo. Así como esta aquí, allá está igual. En todo el mundo está así.
H.S.: ¿Los doce cielos tienen nombres?
Elias T.: ¡Nombres! Por lo menos el primer nombre se llama kallfü wenu, después
awaw wenu, quiere decir rosado, medio sulfurin, ese color hay arriba [wenu = arriba,
capa del cielo]. Entonces después está wiril wenu, es una raya no más, después nükü,
nükü quiere decir colorado.
Francisca N.: No, karü [verde], nükü es otra cosa.
Elias T.:¡Karü - eso es! Y después está - cómo se llama el otro? - hay tantos nombres para
arriba, se me olvidaron [riéndose]. - - Todo color que hay en el mundo, hay [en los cielos].
Francisca N.: Kalfau [verde claro] wenu, rangi [en el medio] wenu, azul wenu.
Elias T.: Wiril wenu, azul wenu esta arriba! El último. - - Y después sigue, antes de
llegar al azul - - - pülan wenu tambien hay arriba, pülan es blanco, ése es el color que
hay aquí. No ve que hay tanto distinto color de ropa, tinta por lo menos, eso dejó mi
dios. Porque [hace] tiempo yo anduve por allá para Pedregoso, ahí pasé a conocer toda
clase de tinta, están en una cordillera, estuve de paseo allá, - hace un año. Pedregoso queda
por allá por Galletué. No está lejos.
Y después de eso me contó el taitita que los animales no teníamos que castigarles mucho,
[ni] apalearlos. Para criar un animal, una vaca, un caballo, un chancho, una oveja, todos
esos no podemos castigar. Eso también lo aconsejó.
H.S.: ¿Cómo se llama dios?
Elias T.: Dios es dios nomás, un solo nombre, sí, puede decirle abuelo dios, abuela
dios, lamngen dios puede ser también, -
H.S.: Esos son los hijos
Elias T.: Los hijos - y peñi dios - hay tanto nombre de dios, y todo eso tiene que
nombrar en mapuche también.
Y ngünechen roba a los cristianos, claro, les roban a mi dios. Claro, [los]
ngünechen van a robar - cualquier nada [momento] le puede volcar el vehículo, o puede
caer en un pozo - se muere uno. Eso está robado.
H.S.: ¿No llega al cielo? [La respuesta de Elias T. se refiere a ngünechen, al parecer:]
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Elias T.: Arriba, no, nooo! Arriba también hacen fiesta, pero no como hacemos acá. La
fiesta más grande que tienen es el ngillatun. [En] eso están todos los días arriba. Y mi
dios hace ngillatun arriba. Pero también junta gente, esos viejos que murieron antes
están arriba! El espíritu está arriba!
H.S.: ¿Como se dice espíritu?
Francisca N.: Püllü ...
Elias T.:Claro, va arriba.
Francisca N.: Yo estaba cansado ya de tanto conversar, pues. Ujj!
Elias T. [Dirigido a su esposa, riéndose] Ud. aprendió.
Francisca N.: Parece que hay harta persona. Él me conversa, yo lo escucho.
Elias T.: Ahora ya no conversamos mucho. No me dan tanto sueño como de primera.
Primero casi todos los días, todos. Cómo va a estar el mundo, aquí el lugar por donde
vivimos u otro lugar. Yo recorro, me lleva el cóndor, yo pego la vuelta así, y llego aquí
otra vez. Recorro el mundo.
H.S.: ¿También viaja a otros países?
Elias T.: Claro, otros países. [En] el mismo mundo nomás. Pero por donde va a haber
ngillatun, hay dos cruces [en] alguna parte, aquí hay dos [palos en forma de persona
llamado cruces]. En otra parte hay uno. En otra parte hay cruz - verdadero cruz - alto.
En otra parte hay un colihue, un palito no más plantado. En otra parte hacen un
monumento de tierra - para hacer el ngillatun. Vaya a saber [= yo no sé] qué país es
ése. Por aquí cercano eso me nombraron todo. Por lo menos Llaima aquí, Melipeuco.
Arriba para allá para Icalma. Todo eso - antes de haber un ngillatun, yo ya lo estoy
sabiendo. - En sueño.
Francisca N.: Cuando le están pelando [= criticando] me dice: "Me están pelando."
Elias T.: Claro, a mí me avisan. Si a mí me pelan por ahí, - así como estoy conversando
ahora - ellos pueden conversar contra mí, y en la noche me avisan, mi taitita manda un
werken, llega en mi cama, yo estoy soñando. Y ahí me dicen: "Cuídese! - Sino te van a
traicionar!" Y de ahí me cuido. - Yo no salgo más a pasear por ahí. Yo estoy en mi trabajo,
nomás, y en la tarde en la casa. Sino se me pasa igual que ésa la señora de Neipan, ésa
después salió a pasear en todas partes.
Francisca N.: Fue por donde su hermano.
Elias T.: Murió por ahí, o sea le harían mal! No la querían ni ver a esa mujer. Yo porque
soy hombre tengo más fuerza, por eso no son capaces [de hacerme mal].
Y yo tengo allá cuchillo, todo lo que me nombraron, tengo la bandera, tengo el awkinko
ese; el kultrung se llama awkinko en el azul wenu.
H.S.: ¿Y cómo se llama la bandera?
Elias T.: Bandera nomás. El único que no cambia.
H.S.: Y el cuchillo se llama pillan.
Francisca N.: La primera yo no sabía nada, pues. [El pidió:] "Pásame pillan, pásame
ürkütuwe [asiento]!" Aaj – que es lo que será, decíamos nosotros. Ahí me dijo:
"Amárrame el ojo."
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El profeta Elías
Elias T.: Hasta el pañuelo azul me dieron. Para ver que va a pasar a esa persona - o sea,
yo me amarro la cabeza aquí [con el pañuelo], y lo veo todo.
H.S.: ¡Como una machi!
Elias T.: ¡Como machi! - Después yo no quería agarrar, yo tenía la mano así [Elias T.
coloca las manos para atrás y las sostiene]. Cuatro años estuve así con las manos, [para no
agarrar] ni pañuelo, ni kultrung, ninguna cosa, ni remedio! Me mostraban unos paquetes
de remedios más alto que este árbol - un tremendo paquete. Todos estos pastos son remedios.
Eso me lo indicaron - esto para tal enfermedad, este para tal - yo no le hacía caso. Me
castigaban. Esa [Francisca N.] me decía: "¿Para qué agarrar remedio?" ¡Eso era para
ganar plata! ¡Pero no cobrar demás! Le medían el precio. Una chaucha, dos chauchas,
decían arriba. Antes nombraron 'chaucha', mi dios todavía nombra chaucha [moneda
antigua de plata del valor de veinte centavos]. En la verdad es chaucha, no dicen peso. Eso
nombra mi taitita dios.
No quise agarrar. Cuatro años estuve sin agarrar [remedios]. Ya me exigieron. Me venía
ver la machi. También mandada de dios - de arriba. Aquí yo no quise .... también me
agarraban. No quise ni por nada. Porque esto es parte del diablo abajo - yo agarré arriba.
Arriba esta mi dios. Ese que nos cuida a nosotros. Entonces al final ya mandaron machi,
vino aquí en mi patio, por ahí llegaba. Ya tenía que salir a encontrarla. En sueño, no en
verdad. De a dos machis venían. Las mismas personas de arriba. Nada más que llegaban y
se ganaban aquí, al lado mío. Traían el espejo, traían agua, traían kultrung, traían
cascabel - qué no traían! Así que me lo mostraron - es lo mismo que mostrar una
película.
Francisca N.: El awkinko casi del porte de la casa.
Elias T.: Más grande. Casi igual que este lugar aquí.
H.S.: ¿Y qué pinta tenía el kultrung?
Elias T.: Bueno, de todo. Lo que queda - o sea lo que va a agarrar, hay de distinto color -
son dos, tres colores mas o menos que hay. Tal como doce mandados de dios, o - doce
colores puede ser para ver la ropa - hasta humor [= urin] me tenían con vaso así para verlo.
Y después me mostraron un caballo y una vaca [para] que [yo les] mirara. Me amarraron
la cabeza. Pero yo tenía las manos así! [agarrados atrás.]
H.S.: Ud. no quiso todavía.
Elias T.: Ahí le contaba a ella [Francisca N.] "Me hicieron esto! Me están exigiendo para
agarrar remedio." Y los remedios primero. Eso estaba un paquete grande, amarrado,
con pasto, no sé con qué. Me lo tenían adelante. Y ahí los dos animales. Ahí le vi de todo
[= todas las vísceras]al animal - cuando amarré el paño aquí. "Te gustó este, siga este,"
[dijeron las machis]. No quise seguir. Después me mostraron espejo - pasaban la gente
así. Eso para ver qué es la enfermedad que tiene - es como un naturista o como una machi.
Después el humor [= urin]. Y después viene, - cómo se llama - ?
H.S.: ¿Le enseñaron las diferentes clases de humor?
Elias T.: Claro! Lo enseñan. Así sólo no aprende uno. No, mi dios tiene que darlo - o
el mapurey también da, también tiene machi.
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El profeta Elías
H.S.: ¿Cómo se sabe, si una persona es machi del mapurey o del taitita?
Elias T.: Ahí se ve después. Entonces de ahí vi primero el caballo, le falta una cosa, enton-
ces ése no lo vi. Pero lo demás [d]el cuerpo para adentro, la caja como estaba, el corazón,
todo eso lo vi, la tripa, todo, todo. No me gustó el caballo. Y de ahí miré la vaca, le vi todo
también. Todo lo que tiene una persona, el animal vacuno lo tiene. Ya - eso lo vi. Pero no -
no quise agarrar tampoco [= no quise aceptar la vocación de machi].
Después me bajaron ese kultrung - doce kultrung. Uno bien grande, el otro pequeño -
de mayor a menor, se va achicando "¿Cuál te gustó?" dicen. Entonces de ahí me empezaron
a dar eso, cuestiones para ver los enfermos. Yo alivié mucha persona, ya he hecho remedio a
la gente. Ninguno se me ha muerto, los que llegaban enfermos. A veces yo estoy como
hospital, aquí en la casa, a veces hay cuatro, cinco [enfermos].
Ahora no ha llegado más la gente. Ojalá que ni lleguen, digo yo. Mucho trabajo - o sea,
uno que tiene trabajo, pierde de trabajar.
Francisca N.: Y habla mucho la gente. Habla [=critica] mucho. Aquí a nosotros qué es lo
que no hicieron. Primero se ganaba harta plata, cuando llegaba gente - [lo siguiente trata
de brujería en contra de la familia] - y nos vinieron a dejar huevos, nos vinieron a dejar ...
Elias T.: Huevos donde estaban por nacer los pollitos. Los pollitos vinieron a dejar ahí, y
otro por aquí y ahí a la tranca otro. Eso para hacerme mal a mí.
H.S.: ¿Cómo se hace mal con un huevo?
Elias T.: Eso no lo sé. Eso no me enseñó mi dios! No me enseñó para hacerle mal a
otros. Cómo se hace no me dijo.
Francisca N.: De noche levántase éste [Elias T.], ahí había un paquete, ahí vinieron a
dejar pan, buen pan.
Elias T.: Qué no me hacían para voltearme, para que muera yo, para que no siga ganando
plata.
Francisca N.: Por eso no viene más gente.
Elias T.: Tienen envidia.
Francisca N.: Tienen mucha envidia la gente, son muy envidiosos.
Elias T.: Y cuando me dio esa casita el gobierno, uuy, casi me mataron. Me envidiaron
mucho.
Francisca N.: Y vinieron a dejar un perdiz muerto también ahí, ...
Elias T.: ...en toda la puerta ahí. Qué no me hicieron!
Francisca N.: Entonces la médica, la naturista le dijeron, que a nosotros los tienen
mucha envidia. Nos vinieron a dejar mucho mal.
Elias T.: Hemos ido ya en todas partes [para visitar machis], para el lado de Temuco, por
ahí, [la machi Berta] vino; la Juana también.
Francisca N.: Vino dos veces a hacer...
Elias T.: Claro, eso me dio mi taitita. Y después agarré, pues. Después con el kultrung
vi la ropa. Tal como esta ropa. Ud viene y yo veo todo lo que viene a pasar. O que
enfermedad tiene ése, se ve todo! Eso lo enseñó la machi de arriba, [de] mi dios. [Lo veo]
en la ropa o en el humor. En dos cosas. Eso agarré. El único! Después ya largué la mano,
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(riéndose). Y ahora hago prueba, no resulta. Y ahora hago prueba, no me resulta. Pero eso
es la fuerza de mi dios no más; no porque uno mismo tiene fuerza. Sí, estuve enfermo,
anduve en la médica. Pero no me dijeron que iba a pasar eso.
H.S.: ¿Y los médicos?
Elias T.: No me encontraron la enfermedad.
H.S.: ¿Y la médica [que hace sus curaciones sobre todo con hierbas]?
Elias T.: La médica menos. Me encuentra sano. Así que no--- Claro como mi dios no
[lo] ve [como] enfermedad, sino que es para conversarle a los mapuche en mi lengua
mapuche.
Francisca N.: Ese vivía enfermo no más! Vivía enfermo! Dolor de cabeza, dolor del
cuerpo. Y después entramos en una machi, allá para Temuco. Ahí le vieron la ropa, le
dijeron que tenía perimontun [= encuentro con un ser peligroso, vea 3. parte].
Elias T.: Eso era, que nos llevamos conversando con Ud. [en el viaje a Temuco], cuando
encontré ese shumpall [en el río], claro, cuando yo iba al anca con mi mamá; yo era un
cabro [niño] como aquel cabro [mostrando a un nieto]. Entonces esa vez quedé así
[marcado, enfermizo]!
Francisca N.: Pero dos veces hiciste perimontun, no dijiste que le rondó culebra?
Elias T.: Y otra vez encontré ese llepüfilu, se llama como esto donde aventan el trigo las
paisanas [mujeres mapuche]. Esas culebras vi yo. Hace cuenta [= imagínese] un cojín
laboreado, dibujado así, de toda clase de culebra. Por lo menos doce o catorce culebras o más
culebras había, de todo color, encima del pasto, en forma de cojín. Pero el nombre es
llepüfilu.
H.S.: ¿Hay otros que también han visto ese llepüfilu?
Elias T.: No, muy raro que encuentran eso. Como son los cabros [= niños], yo quise
sentarme encima, cuando ¡wring!! - hace cuenta sacar un rollo de cadena, así sonó. Y
pego la mirada y empiezan las culebras a correr a la siga mía [siguiéndome]. Yo me
enterraba en el barro y pasaban las culebras y yo pasaba encima hasta que salí en lo seco.
Ahí mismo por donde los Huaiquio, al lado abajo, había un alcadero grande, menuco, o
sea un barrial que había ahí. Ahí estaba el bicho ese. Esas dos cosas [= shumpall y
llepüfilu] encontraron, nada más! Y ése, dice, que me perseguía después - la machi decía
así. Pero yo no sé si será así o no. No puedo asegurarle.
H.S.: Ud. me contó que ngünechen vive en la cima de los cerros.
Elias T.: Sí, aquí arriba. Claro, en esos cerros anda. Andan rodeando así.
H.S.: ¿También es una pareja con doce hijos y doce hijas?
Elias T.: Claro, igual como está mi dios arriba. Todos son familiares. Lo mismo que
Ud. vive en otro país y tiene doce hijos allá. [Y yo] aquí en Chile puedo tener doce. [=
Cada familia de deidades vive en otro lugar y consiste en una pareja con 24 niños.] Así son
estos.
Y en seguida, de ahí me dijeron, que si no siguiera el ngillatun, nosotros habríamos
terminado ya. Claro! No ve que vino una sequía aquí que no se aguantaba el calor. Pero la
gente no hizo caso. Y después largaron esos fuegos, como fuego, aquí largaban también la
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tormenta - eso lo largaba mi dios, tanteadito [= como ensayo o prueba]. Y tiene una pileta
de agua hervida, que está hirviendo, yo he ido a ver[la] arriba, no le he contado
todavía. Tienen agua preparada para terminar la gente. Eso lo botan, eso se hace lluvia, y
empieza a quemar al gente, la gente muere. Así está mi dios arriba. Tiene preparado la
bomba ese, el lululwenu, que se llama la tormenta, ése está arriba. Eso mandan para
abajo y la nube empieza a cohetear. Y ahí andaran los hijos de dios largando el tiro ese.
H.S.: Ese trueno, el tralkan.
Elias T.: Tralkan no hay que nombrar, me dice, mi dios dice lululwenu! Entonces va
apaciguando, el werken tiene su nombre. Entonces ese lululwenu puede andar [como]
un pájaro, o puede andar [como] una nube, entonces ése, si [lo] quiere, en un rato nosotros
aquí podemos morir. Lo puede largar un tiro, puede venir una nube de allá, lo termina.
Podemos terminar la mitad, después le toca a la otra. Así va. Y ahí por donde está revuelto
la gente, mapuche con el wingka, entonces ahí no halla como apartar sus mapuches,
para dejarlo mi dios. Mi dios estima más el mapuche, no el wingka! Así dijo él,
así me contó en el sueño ése. Como sueño tenía yo - el cuerpo estaba aquí, pero yo estaba
arriba. El espíritu andaría arriba. Eso es lo que no me escucharon aquí los longkos,
caciques.
Francisca N.: Las niñas, las mujeres, no podían poner pantalón, tiene que ser con vestido
nomás, con delantal, que dicen. Ojalá con trarülongko [cadena de plata o faja que ciñe
la frente], pueden andar.
Elias T.: Puede ser trarülongko de hilo, de lana común, se amarran, así está toda la
gente arriba. Ése es el paño, ése es el sombrero que tienen. Y si no, tienen plumas. Se ponen
rodeaditos de plumas, para sombra. Eso tienen los mapuche [en el cielo], vestuario
mapuche.
H.S.: Dios está vestido de verde. ¿Y el mapurey?
Elias T.: También de hoja de pasto, pero es más negro.
H.S.: ¿Y el ngünechen?
Elias T.: Está igual [como el mapurey] también; creo que son parientes.
Francisca N.: En el volcán allá hay harto eso cherüfwe [sic! Con we al final]. ¿Ud. no
se ha fijado?
Elias T.: El cherüfwe es el ngünechen. Ese es el ngünechen. Nosotros antes,
cuando no me agarraron [todavía], yo rogaba ngünechen kushe, ngünechen
fücha. Nosotros rogábamos al ngünechen de aquí, de la misma tierra. No de arriba.
El de arriba se llama dios. Es dios!
Ta chaw, chaw dios, ñuke dios, mamá dios, antiku dios, abuelo dios, se
nombra todo. Peñi dios, lamngen dios, ése se nombra arriba. Igual el ngünechen.
Ngünechen dios. Así. Ngünechen fücha, dice uno. El ngünechen persigue a
nosotros - así dice mi dios arriba! Aquí no sé, no he conversado con él [con
ngünechen.] A mí no me gustó esa idea de mapurey, ni ngünechen. Eso es todo
parte del Satanás!, el diablo! [fücha = respetable señor; kushe = respetable señora;
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bandera, ahí es cuando me falta la corneta. Para presentarme allá. Yo iba como cacique
allá, yo llevaba harta gente.
H.S.: ¿A quién llevaba Ud.?
Elias T.: Aquí los más amigos.
H.S. ¿Quiénes son?
Elias T.: Aquí los puros cabros jóvenes nomás, [y además,] Juan Neipan, Francisco [Nei-
pan] con la señora fué. Este año no fuimos nada [a Icalma], porque no llegó el aviso [= la
invitación]. Nosotros no podemos ir así [no más] tampoco.
Francisca N.: Y esa vez no teníamos nada de plata para ir por allá en la micro.
Elias T.: En diciembre nos toca [viajar hacia] allá.
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Tercera parte
Análisis del relato
Esta parte contiene un análisis de contenidos y temas del relato de don Elías,
además de explicaciones y resúmenes. En sus sueños y visiones se pueden
identificar tanto ideas y conceptos generales como ideas y conceptos locales,
cristianos y personales. Estas diferencias me parecen importantes para enten-
der la espiritualidad de los Mapuche, por lo que volveré sobre ellas una y otra
vez.
Bajo una idea general se entienden conceptos difundidos en varios sectores
de la Araucanía y, en ciertos casos, hasta en otras culturas de la región andina
y de América. En el caso de ideas locales, se trata de imágenes o conceptos
cosmológicos conocidos sólo en el área de estudio o en una zona limitada de
los alrededores. Conceptos o ideas cristianos se remontan, por supuesto, a la
influencia de misioneros o de otras personas de la sociedad dominante. Ade-
más, hay ideas en el relato que, al parecer, se explican mejor por la propia per-
sonalidad y el carácter de don Elías. Antes de entrar en una discusión sobre las
visiones y revelaciones, se exponen datos biográficos de don Elías.
Como los otros pueblos originarios de América, los Mapuche de Chile y
Argentina viven en una sociedad dominada por gente inmigrada durante los
últimos 500 años. Los Mapuche clasifican a estas etnías, según situación y
contexto, como blancos, chilenos, argentinos o españoles, sin fijarse demasia-
do en el aspecto físico o el color de la piel. También se los tilda con el apelati-
vo injurioso de wingka, escrito 'huinca' en español. Los Mapuche utilizan tam-
bién la expresión ka mollfün, que significa 'otra sangre', para referirse a diferen-
cias entre ellos mismos y los otros, los extranjeros, a pesar de que ellos perte-
necen a los pueblos originarios de América con un alto grado de cruzamiento
con otras populaciones, como muestra, entre muchos otros, el caso mismo de
don Elías.
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Según la machi Carmela Romero del Valle Central, el llepü filu está relacio-
nado con el arco iris, relmu en idioma Mapuche: "Algunos aseveran que en los
extremos del arco iris está el Llepu Filu, la 'plata [el plato] de las culebras'. Se
trata de un tesoro oculto que cuando se logra descubrir es preciso lanzar un
pañuelo al final del Relmo [arco iris]. Sobre ese pañuelo aparecerán objetos, ya
sea pelos de liebre o de otro animal, que se deben guardar porque atraerán ri-
queza a quien los porte (Montecino 2003: 61)."
Juan Torre Trecaman, un Mapuche que entonces tenía unos 65 años y que
vive en Sahuelhue, contó en 2004, que un señor de la generación precedente
quemó un monte y el fuego se extendió sin control. Cerca de la casa de la
familia Huaiquio salió un llepü filu, que don Juan caracterizó como culebras
enganchadas por la cola. Los presentes corrieron detrás de las serpientes
movedizas para echarles un pañuelo encima, convencidos de que logrado esto
les traería buena suerte o plata. Dos mujeres tuvieron éxito, sus pañuelos
cayeron encima de los reptiles. Uno de los pañuelos se deslizó del cuerpo de
las culebras al suelo después de unos metros, mientras que el otro se lo
llevaron hasta un hueco en la tierra, debajo de un árbol. Pero ninguna de las
dos consiguió el bienestar deseado, ya que en el plazo de dos años ambas
cayeron enfermas y se murieron. Es evidente que esta historia ocurrió al final
del verano, en la primera mitad del año, porque esta es la temporada en que se
queman los árboles talados anteriormente.
2. El llamado divino
Alrededor de medio año antes de las primeras visiones, la familia Troncoso se
había mudado de casa. Su antiguo domicilio se localizaba en el centro del va-
lle, cerca del río, por lo que en tiempo de lluvias el lugar quedaba anegado. En
el año 1992 vivían en la propiedad de un yerno, en un terreno que da al cami-
no público que bordea el valle.
El 1 de enero de 1982, cuando don Elías tenía 48 años de edad, salió con su
familia a marcar ganado. De pronto, él notó en sí mismo una fuerza física ex-
traordinaria. En vez de atrapar a los animales con el lazo para derribarlos, lo
hacía con las manos, tomándolos por el hocico. Y esto a pesar de que, por lo
general, tenía poca energía. Doña Francisca le advirtió que tuviera cuidado,
que las reses podían matarlo. Pero él continuó derribando a los animales con
sus propias manos. Estas repentinas fuerzas sobrehumanas eran señal de dios,
él nos aseguró. De la misma manera, dos años atrás, en un ataque inusitado de
fuerza, durante una riña, había lanzado por los aires a su contendor de un pu-
ñetazo.
Después de marcar ganado, nuevamente tomaron vino en el almuerzo,
como en la noche anterior, y en seguida visitaron a unos conocidos. Ahí le so-
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3. Resistencia al llamado
Don Elías enfatiza en su relato que durante cuatro años se resistió al llama-
miento divino. Para él, su destino no fué de ninguna manera una decisión de
su libre albedrío, sino una forma de vida que trató de evitar con todos los me-
dios a su disposición.
En consecuencia, los poderes mayores mandaron duros castigos al profeta
reacio, quien se negaba a cumplir su misión y difundir las revelaciones: don
Elías sentía fuertes presiones físicas y pinchazos de agujas en todo el cuerpo.
Sin embargo, como él relata, durante cuatro años de visiones permaneció con
los brazos en la espalda. Con esta actitud se negaba a aceptar los conocimien-
tos, al igual que los instrumentos de culto que le iban a capacitar para efectuar
curaciones. Para su aprendizaje, en sus sueños le amarraron la cabeza, de ma-
nera que no pudiera dejar de mirar, por ejemplo, cuando le mostraban los ór-
ganos internos de los animales domésticos o las plantas medicinales para las
dolencias.
Esta resistencia llevó a don Elías incluso a una disputa con el dios del cielo.
Cuando éste le encargó que dejara de hacer caso a los blancos, don Elías
contraargumentó con razones de orden religioso y económico. El profeta
adujo que tanto los cristianos como los Mapuche se suelen arrodillar para los
rezos, y que los blancos tenían muchos víveres. Taitita dios aseguraba, sin
embargo, que los blancos disponían de trigo y pan sólo mientras él se los
daba. Dominus dedit, dominus abstulit. El primer argumento de don Elías, sobre la
genuflexión durante las oraciones, plantea incluso la pregunta si los Mapuche
no adoptaron con esto una costumbre cristiana.
Finalmente, don Elías confesó que nuestra conversación no habría tenido
lugar si él no hubiera hecho caso omiso a una orden divina. Dios ya le había
reprochado que durante el viaje a Temuco hubiese hablado de sus visiones.
Ahora de nuevo tenía que pedir perdón por haber relatado tantos
pormenores. Esta confesión repentina provocó en mí reacciones de diferente
índole. No era posible deshacer lo hecho. Pero de ahí en adelante se me hizo
difícil pedirle explicaciones sobre el texto. Tan sólo al final de la conversación
don Elías mencionó su nuevo desacato a las órdenes divinas, probablemente
por la razón de no dar una nota de gravidez al relato. En las semanas
siguientes, al preguntarle cómo había reaccionado taitita ante su nueva
desobediencia, don Elías sonrió y no se mostró dispuesto a profundizar en el
tema. Tal vez taitita le asegurase que cargaría el asunto a mi cuenta.
En total, la resistencia al llamamiento duró cuatro largos años. Cuatro años
con diversas formas de dolencias y achaques. ¿Por qué don Elías no estuvo
dispuesto antes a aceptar el llamamiento? Quizá porque la aceptación de igual
manera estaba asociada a inconvenientes, como él y su esposa bien lo previe-
ron (véase Yanai 1994: 76).
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posición del shamán es considerada un cargo heredado" (Lewis 1989: 59; cf.
20 168/169, 180.) Esta afirmación de Lewis está equivocada, porque el ejem-
plo de don Elías y otros Mapuche comprueba que personas sin cargo hereda-
do también se resisten al llamado.
4. Doña Francisca
Por lo visto, entre doña Francisca y don Elías existe una relación de armonía y
cariño. En entrevistas con varones Mapuche ocurre raras veces que las muje-
res presentes tomen la palabra a menudo – si no se trata de una machi o una
blanca. En cambio, don Elías no puso reparos a las observaciones de su espo-
sa, sino que por lo general la dejó hablar y después él retomó la palabra. Ade-
más, los poderes de arriba le habían dado la orden de informarla con detalles
acerca de sus visiones. Durante la conversación se hizo evidente que doña
Francisca tenía que pronunciar al oído de su esposo algunas palabras en mapu-
dungun, ya que él no las tenía presente, a pesar de las órdenes divinas de apren-
der mejor ese idioma. Así ocurrió, por ejemplo, con los términos para los doce
estratos o niveles celestiales. Los hijos de don Elías, por otro lado, no supie-
ron mucho de sus revelaciones, como quedó en evidencia al preguntarles so-
bre un detalle en ausencia de sus padres.
A diferencia de su enjuto esposo, que por su constitución física siempre me
pareció más alto de lo que era en realidad, doña Francisca tiende más bien a
ser regordeta. Ambos me recuerdan a don Quijote y Sancho Panza, sin pre-
tender ahondar demasiado en esta comparación. En todo caso, los pensamien-
tos de doña Francisca estaban más orientados a los problemas de la vida coti-
diana, como demuestran sus comentarios. Así, por ejemplo, mientras don Elí-
as habló de su participación en el kamarikun en la región del Alto Biobío, ella
mencionó el intercambio de los piñones de la Araucaria por trigo, que se efec-
túa en esta ocasión con los habitantes de esa región.
Cuando don Elías empezó a hablar sobre su disputa con los dos caciques,
fue doña Francisca quien expresó su disgusto con más énfasis. El segundo
cacique no es un hombre, dijo, por su comportamiento rabioso en aquel
entonces. Con esto, ella juzgó a su propio padre, sabiendo que nosotros
teníamos buenas relaciones con él. Cuando don Elías aseveró que, a través de
sus visiones se enteraba de antemano de la realización de un kamarikun o un
ngillatun, doña Francisca insistió que por la misma razón don Elías tenía
noticias de comentarios maliciosos sobre él pronunciados en otro lugar.
Ambos compartían el sentimiento de ser difamados. Era evidente que estas
acusaciones pesaban más sobre el ánimo de doña Francisca, ya que ella
retomó el tema más adelante en la conversación. Así, mencionó algunos
alimentos que aparecieron cerca de la casa - huevos, pan y finalmente una
perdiz -, que según ella servían para hacerles daño por brujería.
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Gracias a las machis celestiales, don Elías aprendió varios métodos de diag-
nóstico; entre otros, leer el 'humor', es decir la orina, práctica difundida en
toda la región Andina y en Centroamérica. Es probable que este método pro-
venga de Europa y haya sido introducido en América en tiempos poscolombi-
nos (Faust/Schindler 1990: 531; Foster 1976; 1978). Como otro método, las
machis enseñaron a don Elías, la manera de determinar la causa de una dolen-
cia a través de las prendas de vestir usadas de una persona enferma. Además,
él era capaz de ver la enfermedad de una persona en un espejo, un método de
diagnóstico poco usual. No fue posible aclarar, si se trata de un método perso-
nal de don Elías. También en una visión, las machis celestiales le mostraron
las entrañas de un caballo y de una vaca para proporcionarle los conocimien-
tos necesarios sobre los órganos humanos.
Finalmente, don Elías empezó a trabajar como machi. Según sus palabras,
durante un tiempo, su hogar pareció un hospital, ya que muchos pacientes vi-
vían en su casa durante el tratamiento, que muchas veces era exitoso por las
plantas medicinales que él les proporcionaba a los enfermos. Si se puede con-
fiar en las fechas dadas, su trabajo como machi empezó en el año 1986, ya que
sólo después de cuatro años acabó con su rechazo al llamamiento.
Don Elías y su esposa estaban seguros de que el trabajo de curandero
despertaba la envidia de otros habitantes de la zona. Personas desconocidas
intentaron matarle por brujería, aseguró doña Francisca. En varias ocasiones
se encontraron en los alrededores de la casa alimentos para hacerles brujería,
entre ellos, huevos, pan y una perdiz. Como muestra este ejemplo, la envidia -
ütrir, en mapudungun - es la explicación típica para las tretas de los enemigos.
Durante los últimos años, antes de nuestro encuentro en 1992, don Elías casi
no ha tenido pacientes; supongo, por los problemas con el cacique, de los que
se tratará más adelante. Cuando llegué a la región, don Elías ya no curaba
enfermos, vivía tranquilo en su casa y proseguía con sus labores cotidianas.
Según nos dijo don Elías, en el tiempo que atendía enfermos, ganaba bien,
aunque taitita le ordenó que aceptara de los pacientes sólo pequeñas
contribuciones, es decir, una o dos 'chauchas', como decía dios en su antigua
forma de hablar. El dios celestial no sólo insistía en que se hablara mapudungun,
sino que también sus propias expresiones en español eran anticuadas. Si don
Elías realmente pedía poca remuneración por sus curaciones, se trata de una
modalidad personal, pues en general las machis cobran honorarios que bien
pueden compararse con los de un médico general.
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B) Las visiones
1. Taitita dios
Actualmente, la creencia en un 'Hochgott', en un dios central y preponderante
en las alturas, está bastante difundida entre los Mapuche. No se puede
determinar a partir de las fuentes disponibles, si ideas semejantes existieron ya
por los años de 1500 (Schindler 1999, pero véase también Sánchez 2002: 32).
En la región de don Elías, este dios y su familia reciben, entre otros, el
nombre de wenurey. Para muchos Mapuche, la palabra española 'rey' ha
adquirido desde hace tiempo, el significado de 'divinidad'. Algunos Mapuche
supieron sólo con la visita de los reyes de España a Chile en 1992, que la
palabra 'rey' tiene además otro significado. La primera parte del término
wenurey significa 'cielo' o 'arriba'. Siguiendo sus revelaciones, don Elías insiste
en que el nombre correcto para el dios del cielo no es wenurey sino taitita o
taitita dios, lo cual significa un rechazo a la tradición local por influencias
cristianas. Taitita es una palabra quechua castellanizada que significa 'padre'.
A diferencia del Dios cristiano, taitita dios tiene una familia grande. Por esta
razón, el nombre taitita dios se trata aquí como palabra Mapuche y se escribe
con minúsculas. La idea de familias divinas es común entre la mayoría de los
Mapuche. En muchos lugares de la Araucanía, los Mapuche también nombran
a las esposas de los dioses en sus oraciones, e incluso, en la región de don
Elías como en otras partes, se menciona además a los hijos (Schindler 1999).
Según el profeta, taitita dios tiene doce hijos y doce hijas, al igual que los dioses
mapurey y ngünechen. Estos datos forman parte de un conocimiento personal de
don Elías y son desconocidos a otros Mapuche.
El cristianismo subraya la omnisciencia, el poder y la grandeza de Dios.
Características parecidas han sido experimentadas por don Elías y aplicadas a
varias imágenes de taitita: según el profeta, dios posee ojos enormes y sólo su
cabeza es tan grande como el mundo entero. El profeta habla de la aplastante
presencia del dios celestial, cuando uno lo ve en persona. Dios conoce todo lo
que hablamos y sabe quién se comporta mal. Como vive en el último y
decimosegundo cielo, necesita empero de seres que le informen sobre lo que
acontece en el mundo.
Lo que don Elías cuenta sobre la figura y la vestimenta de los dioses
celestiales puede que sea sólo de su propio conocimiento. Según el profeta,
dios es tan viejo que le cuelga la piel debajo de la quijada. Esta característica de
la vejez se observa en la realidad más en blancos que en los Mapuche. El
cuerpo de los dioses de arriba es tan peludo como el de los animales. Parece
que los pelos al igual que las vestimentas indican una estrecha relación con la
naturaleza, ya que taitita lleva una chiripa de hojas verdes. Tal chiripa era el
pantalón de los gauchos de los países platenses, que los Mapuche adoptaron
en el siglo diecinueve. Luego de la conquista de la región Mapuche de Chile
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por los militares, esta prenda dejó de utilizarse; los chilenos se habían mofado
de que los nativos, en lugar de pantalones, llevaban pañales (Schindler 1990:
135). Los otros miembros de la familia de taitita también son peludos y llevan
igualmente vestimenta de hojas, según don Elías.
Con taitita dios viven muchos Mapuche fallecidos. Sus piernas están
arqueadas, tanto las de los dioses como las de los antepasados. Don Elías no
supo dar una explicación para este rasgo físico. Posiblemente sea una
reminiscencia de las piernas de jinetes de los Mapuche del siglo 19. Las
personas de arriba festejan continuamente un kamarikun. Tal vez pueda
imaginárselo de la siguiente manera: todos están reunidos en un lugar del
campo, el sol brilla, hay abundancia de bebida y comida, sobre todo carne de
caballo - que en esta tierra se consume casi sólo durante un ngillatun; se brinda
con muday, una bebida de granos; se baila y canta; y se galopa a caballo
alrededor del lugar ritual dando gritos.
Según el profeta y otros videntes de los Mapuche, dios tiene un gran número
de ayudantes y mensajeros, llamados werken. Don Elías afirma que entre ellos
están los dos animales que le llevaron hacia arriba, el cóndor y el caballo alado;
las dos mujeres jóvenes que le acompañaron en estos viajes; al igual que las
machis que le familiarizaron con el arte de la curación. También los hijos de la
pareja divina son werken. Estos pueden tomar la forma de pájaros, nubes o
vientos y ellos informan a los dioses sobre lo que ocurre en toda la tierra. Por
eso se debe rezar una oración al divisar un pájaro. Dios sabe todo lo que
ocurre y los creyentes están conscientes de su continua vigilancia.
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males giran hacia arriba, como suelen volar los pájaros en ascenso, hasta desa-
parecer de la vista.
En sus viajes hacia arriba, don Elías estaba acompañado, además, por dos
mujeres jóvenes vestidas, según las costumbres antiguas, con chamall, es decir,
con un paño para envolver el cuerpo. Las dos estaban adornadas con joyas de
plata, que llevaban no sólo en sus cabezas y pechos, sino también en sus
brazos – hoy en día poco usual – y además, en sus piernas, lo que hace tiempo
pasó de moda. Joyas para los tobillos se observan en las obras pictóricas que
muestran a los araucanos del siglo 19, por ejemplo en los dibujos de Mauricio
Rugendas (Diener 1992; 1998; Schindler 1990; 1992)
Durante sus vuelos, don Elías visitó, entre otros, numerosos sitios
ceremoniales destinados, en su mayoría, a los rituales del ngillatun o kamarikun.
Da la impresión de que, en sus descripciones de estos lugares, se ponen de
manifiesto sus vivencias como migrante estacional. Así, por ejemplo, sabe que
en algunas regiones hay sólo un rewe o poste ritual en el campo ceremonial,
mientras que en su propio valle se colocan dos postes tallados con rasgos
humanos. En otras regiones, como en el valle central de Chile, cruces de
madera señalan a menudo los sitios de culto, mientras que en Argentina,
donde escasea la madera, se clavan en la tierra ramas de colihue, una planta
parecida al bambú. Según don Elías, en otras partes incluso se construyeron
monumentos de tierra. En este caso, cabe preguntarse si vió alguna vez fotos
de templos de países lejanos.
Otros machis mencionan también que disponen de caballos con alas o de
caballos que vuelan para arriba. Existen mitos de los Mapuche que hablan
igualmente de caballos con estas capacidades extraordinarias (Mehringer 2003:
390). Armando Marileo - un experto de la religión Mapuche, residente en
Cañete, como mencionado - cuenta sobre un dios del mar llamado llullul:
"Mucho antes de que llegaron los blancos ya existían los caballos. Pero eran
caballos del mar. Esos caballos eran alados." "Como ellos [los Mapuche] ya
sabían usar los caballos no les hizo dificil de amansarlos y usarlos. " "Al
hacerse dueños de los caballos de los blancos entonces se olvidaron de los
caballos del mar." La cosmología de muchos pueblos informa de caballos con
alas (Mehringer 2003: 97-100).
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culto. Estas palabras no son secretas, ya que don Elías mostró interés en
instruirnos sobre ellas.
Se plantea la interrogante si estos neologismos son una creación personal,
es decir, si se encuentran sólo en las revelaciones de don Elías, o si neologis-
mos semejantes suelen revelarse a otros dirigentes del culto. Si este último fue-
ra el caso y la mayoría de las machis aprendieran tales neologismos en sus vi-
siones y estudios, sería difícil, cuando no imposible, traducir sus oraciones.
Sólo en colaboración con la propia machi se podría entender el contenido de
sus rezos rituales.
¿De qué manera se producen estos neologismos? Basado en sus
revelaciones, don Elías utiliza el término ürkütuwe para referirse a un sillón
tejido de mimbre. La primera parte de la palabra se compone del verbo
ürkütun, es decir 'descansar'. La palabra –we significa 'lugar'. "Los nombres de
cosas terminados en –we se refieren al lugar donde hay dichas cosas (Augusta
1916)". Es decir, ürkütuwe es el lugar para descansar. Augusta y otros autores
de diccionarios no ofrecen una entrada en sus diccionarios para ürkütuwe. Por
su parte, M. Loncomil encontró la expresión ürkütuwe en un cuento de un
Mapuche de otra región y la tradujo como 'bastón', lo que en ese caso es
apropiado, ya que un bastón, al igual que un sillón, es un objeto que sirve para
el descanso (Salas 1984: 27).
Para kultrung, el timbal-sonaja ritual, don Elías aprendió la palabra awkinko,
que los Mapuche entienden como 'eco'. La expresión para trueno ya no es
tralka, sino lululwenu según él; la primera parte significa, según Augusta, 'tropel,
movimiento acelerado' y la segunda, wenu, 'arriba' o 'cielo' como mencionado.
Esta denominación para el trueno se conoce también entre los Mapuche del
este de los Andes, al menos en el lenguaje ritual. Así, en las ceremonias hay un
lululwenu tayül, una canción del trueno (Barreto 1992: 57). Don Elías debe
haber escuchado esta expresión en uno de sus viajes a Argentina. Así pues, no
todas las expresiones nuevas son de veras neologismos absolutos.
Don Elías entiende por pillan el cuchillo ritual, que se presiona contra el
cuerpo de las machis para fortalecerlo después del trance. Esta traducción me
asombró. Durante la grabación tuve por un momento la idea descabellada de
que el profeta me estaba tomando el pelo. Hacía poco yo había presentado
una ponencia sobre el término pillan, mencionando en la introducción que,
durante un ngillatun cerca de Mininco, en el extremo norte de la Araucania, el
cuchillo ritual de la machi también había sido llamado pillan. El pueblo
Mininco se halla a 200 kilómetros de distancia en línea recta del valle con la
casa de don Elías. Es muy poco probable que entre la machi de Mininco y
don Elías exista un contacto personal. De ahí mi sorpresa. O bien se trata de
una convergencia o existe una jerga secreta de las machis, con expresiones en
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Don Elías asegura, además, que antes de salir de viaje, se debe rezar a dios
para que todo salga bien, ya que taitita se preocupa por el bienestar de los
hombres. Si el viajero no hace una oración, puede ser víctima de un accidente
causado por mapurey. Hay que aclarar, que todos los Mapuche creyentes pro-
nuncian un rezo al iniciar una tarea importante. Este rito se conoce como pe-
queño ngillatun y por lo general se celebra dentro del círculo familiar. Muy po-
cos extranjeros han presenciado estas ceremonias íntimas.
Al igual que otros videntes entre los Mapuche, don Elías recibió la orden de
tomar mayor distancia de los blancos. La aversión de los dioses celestiales ha-
cia los blancos se reveló con creciente nitidez durante el relato. Primero, el
profeta explica que dios se queja que ya no puede distinguir a sus hijos de los
blancos. La separación cultural y racial se pide en muchos mensajes divinos,
precisamente porque la adaptación de los Mapuche a la sociedad imperante
está bastante avanzada. Más adelante en el relato, el profeta afirma que sólo las
peticiones de los Mapuche llegan a los oídos de taitita, agregando además, que
dios escucha también algunos rezos de los católicos, pero no los de los evangé-
licos. Don Elías comentó que él no sabía la causa de esto. Hacia el final del re-
lato, el profeta confiesa que dios aborrece a todos los blancos, tanto católicos
como evangélicos. Cuando don Elías escuchó esto en sus visiones, hizo pre-
sente a dios que los blancos, al igual que los Mapuche, se arrodillan para sus
oraciones.
Prosiguiendo con el relato, el profeta afirmó que dios valora mucho más a
los Mapuche que a los otros hombres. Esta aversión de los númina celestiales
contra los blancos, explicó don Elías, se debe al hecho que los Mapuche ya no
celebran sus ceremonias religiosas. Se podría decir, se culpa a los blancos de
las omisiones de los Mapuche. Después, don Elías repite que taitita está
enojado porque se borraron las diferencias entre blancos y Mapuche y ahora él
ya no sabe a dónde mirar, cómo distinguir a quiénes son sus hijos, a quién
defender. Son fáciles de comprender las dificultades de dios para separar unos
de otros, ya que el etnógrafo a veces también tiene dificultades de esta índole y
pasa por los mismos apuros (Rhee-Yang 1995). Es reconfortante saber que
incluso los dioses celestiales se enfrentan a veces con este problema.
5. El infierno
Antiguamente los Mapuche no conocían la idea de que, después de su muerte,
los seres humanos deben pagar por faltas cometidas durante su trayectoria en
la tierra. A mediados del siglo 20, Cooper (1946: 736) saca con razón la si-
guiente conclusión, luego de estudiar la literatura sobre los Mapuche: "según
nuestras fuentes, las más antiguas así como las más recientes, la felicidad o la
infelicidad en la vida futura no depende de la conducta moral observada en
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esta vida...". Entre otras fuentes, un cuento recogido posteriormente por Salas
(1984: 19; 42-46) confirma la aseveración anterior (véase Montecino 1997).
Debido al prolongado contacto con ideas cristianas acerca del más allá, las cre-
encias sobre un infierno se han difundido entre los Mapuche. La idea del in-
fierno es un patrimonio cristiano que en el Nuevo Mundo era desconocida en-
tre los pueblos originarios (Cipolletti 1983; 1987; 1990; 1991; 1996;
Cipolletti/Langdon 1992; Perrin 1976).
La configuración del infierno en el relato de don Elías lleva al parecer su
impronta personal, es producto de sus propias revelaciones. Según ellas, el in-
fierno consiste en una montaña inmensa con la forma de un volcán. Sin em-
bargo, el paisaje no es blanco sino negro, muy frío y lleno de piedras. Un sen-
dero asciende dando repetidas vueltas, como una espiral, como una concha de
caracol. En este sendero hay que avanzar y avanzar con grandes esfuerzos, en
medio de un paisaje gélido y atezado; el sendero es la meta en sí mismo, ya
que no lleva a ningún lugar final.
A don Elías se le había olvidado la expresión en mapudungun para infierno,
por lo que tuvo que recurrir de nuevo a la ayuda de su esposa, a pesar de que
se tratara de una palabra fácil, incluso para una persona con pocos
conocimientos de mapudungun: kurümapu, ‘tierra negra’. En sus visiones, don
Elías tuvo que visitar el infierno, no sólo para su instrucción sino también
como advertencia. Tal como lo mencionó doña Francisca, él mismo puede
terminar allá si no atiende a las amonestaciones de los dioses celestiales.
Durante su primera visita al infierno, en cierto momento no pudo avanzar
más, ya que una pareja de vigilantes vestidos de negro le cerró el paso y le
obligó a devolverse. Como el sendero de regreso era difícil de encontrar, ellos
lo acompañaron unas 50 a 60 vueltas hacia abajo y le advirtieron que no
mirase hacia atrás, aunque no se menciona qué desgracia le habría ocurrido si
desobedeciese. Hasta ahí, había ascendido ya casi hasta la mitad de la montaña
negra. Es palmario que don Elías no tuvo presente que un sendero sin fin no
puede tener una mitad. Al llegar abajo, se encontró otra vez con los familiares
campos verdes. No se sabe si ambos vigilantes actuaron por iniciativa propia o
por encargo ajeno; en todo caso, don Elías no define el infierno como esfera
de la familia mapurey.
Para el paisaje negro del infierno hay un modelo natural en las cercanías de
la casa del profeta; la idea no proviene sólo de su fantasía. Durante la erupción
del volcán Llaima en el siglo 19, bajó una corriente de lava que se solidificó
cubriendo todo un valle con una masa de ceniza negra, convirtiéndolo en un
erial negrusco. Un camino de tierra atraviesa esta escoria volcánica.
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6. Mapurey
Según don Elías, mapurey es uno de los antagonistas del dios del cielo, porque
trata de causar daño a los hombres. La expresión mapurey contiene la palabra
mapu, 'tierra'; el sentido de la segunda parte, rey, en el idioma Mapuche de
Sahuelhue y otras regiones, significa 'deidad', como ya se mencionó. Al igual
que taitita dios, la deidad mapurey tiene una familia de doce hijos y doce hijas.
Todos viven debajo de la tierra, en una especie de túnel, en una casa de oro. -
No sólo en la región andina sino en muchas partes del mundo, cuevas y
vertientes son consideradas como acceso al inframundo y sus numina. - Los
mapurey llevan vestidos hechos de hojas de colores más oscuros que los que
usan los dioses del cielo y se divierten bailando en su domicilio.
Todos los Mapuche del valle conocen la expresión mapurey, de manera que
en este caso don Elías no aprendió una expresión nueva en sus visiones como
en el caso de taitita. Cuando otros Mapuche del lugar me explicaban la
naturaleza de mapurey, lo comparaban con satanás o el diablo. El término
Mapuche wekufü, de amplia difusión en la Araucanía, que en varios contextos
tiene un sentido parecido a mapurey, casi nunca se usa en este valle (véase
Schindler 1989; Waag 1982).
Cabe destacar, que mapurey no seduce a los humanos a acciones antisociales
y nefastas, a diferencia del diablo cristiano. Más bien procura ocasionarles
daños físicos e incluso la muerte. En nuestras conversaciones, don Elías se
refería al mapurey como un numen exclusivamente negativo, con lo cual seguía
la polarización cristiana del bien y del mal - que a menudo es interpretada por
los Mapuche y otros pueblos como una oposición entre lo ventajoso y lo
dañino. Hay indicios de que una relación con el mapurey también puede traer
ventajas. Así, don Elías afirma que, a través de las informaciones de mapurey, él
puede predecir el día de la muerte de otras personas.
Durante el viaje a Temuco, don Elías mencionó que mapurey es más
poderoso que taitita dios, pero más tarde, durante la grabación en su patio, no
quiso corroborar esta información. Probablemente no se debe dar demasiada
importancia a una frase sobre el mayor poder de una u otra deidad, ya que la
respuesta puede variar según el contexto de la charla. Tal vez don Elías quiso
subrayar en el viaje, que mapurey trae desgracias a los hombres sin que taitita
siempre pueda impedirlo.
Tanto al norte como al sur del valle donde vive don Elías, se han llevado a
cabo estudios sobre la cosmología Mapuche, pero en ninguna de las dos
regiones se habla de la figura de mapurey. Es decir, ni Y. Kuramochi y R.
Huisca ni T. Yanai encontraron referencias sobre este numen al sur del lago
Villarica, como tampoco G. Sánchez en Río Queuco, en el extremo noreste de
la Araucanía chilena; según el argentino Antonio Díaz-Fernández A., en
cambio, los Mapuche del Chubut en Argentina sí hablan de un mapurey (todas
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7. Ngünechen
Al preguntársele sobre ngünechen, don Elías relató que anteriormente solía rezar
a esta deidad al igual que otros Mapuche, ya que en ese entonces no tenía los
conocimientos que recibió con las revelaciones. Este punto precisa una
explicación: según la gran mayoría de los Mapuche, ngünechen es el nombre de
un dios celestial. En conversaciones con blancos, los Mapuche identifican
muchas veces a ngünechen con el Dios cristiano. Por esta razón, el profeta dice
que él mismo solía orar antes a ngünechen. Sin embargo, en los sueños y las
visiones, taitita dios le explicó que ngünechen no vive en el cielo sino en la tierra,
en las montañas y los volcanes. Este númen también tiene una familia con
doce hijos y doce hijas. Y los ngünechen son idénticos a los cherufe o cherüfwe,
quienes aparecen en forma de bola de fuego o cometa. Los ngünechen, igual que
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los mapurey, pertenecen a los diablos, aseguró don Elías. Según el parecer del
profeta, los ngünechen son familiares de los mapurey, sobre todo en el sentido de
que unos y otros tratan de causar daño a la humanidad.
Cabe destacar, una vez más, que esta caracterización de ngünechen
corresponde exclusivamente a las revelaciones personales de don Elías y es
rechazada por completo por otros Mapuche. Al parecer, la única razón para
esta nueva clasificación por parte del profeta se debe al hecho de que taitita
dios le enseñó la denominación correcta para sí mismo y, por lo tanto, había
que poner ngünechen en otra categoría o esfera.
Durante las últimas décadas del siglo 20, tanto los propios Mapuche como
los misioneros y etnólogos afirmaron que el término ngünechen se refiere al
'Hochgott', al dios celestial principal. Sin embargo, a inicios de ese mismo siglo
no existía todavía esta opinión unánime. Así por ejemplo, Augusta (1916;
1966) se refiere a ngünechen con las siguientes palabras: "dominador de los
hombres, cualquier ser sobrenatural (imaginario); Dios". La expresión
ngünechen se encuentra documentada sólo desde fines del siglo 19. A mediados
del siglo 20 incluso deidades locales como formaciones rocosas milagrosas se
podían calificar con este término (Faron 1964). En los últimos decenios, sobre
todo en sus encuentros supraregionales, los Mapuche a veces utilizan ngünechen
para referirse a poderes mayores en general (vease Schindler 1999), así como
los japoneses usan el término kami. Pero no quiero dejar de anotar que otros
autores expresan una opinión diferente a la aquí expuesta, entre ellos E.
Böning, Y. Kuramochi y G. Sánchez. Un aporte a esta discusión se encuentra,
por ejemplo, en una nota al final de un ensayo de Sánchez (2002: 161), que
dice entre otro: "La base del nombre Ngünechen – que seguramente es de
antigua data – es el verbo ngünen y su variante ngünekan, el cual significaba,
es cierto, gobernar, regir, mandar, pero también instruir, proveer de algo,
cuidar de algo o de alguien, preocuparse de, dedicarse a, observar con
circunspección (atentamente). Por consiguiente, Ngünechen no sólo ejerce un
poder sobre sus hijos, sino que se preocupa de ellos como un padre, vela por
su bienestar , etc. Por eso se dirigen a él sabiendo, de alguna manera, que
prestará atención a sus peticiones."
8. La polarización
Todo el relato de don Elías presenta una polarización influenciada, con mucha
probabilidad, por el cristianismo, a saber, por la doctrina maniquea del bien y
el mal. En opinión de algunos investigadores, esta polarización en la cosmolo-
gía de los Mapuche es antigua y tradicional y no se deja explicar por influen-
cias mediterráneas (Faron 1964; 1993; Foerster 1988).
115
El profeta Elías
Por lo expuesto hasta ahora, no es preciso detallar más las oposiciones de este
cuadro, con excepción, tal vez, del último renglón: en esta tabla se asocia la
plata a dios porque las werken femeninas de taitita llevan un valioso atuendo de
joyas de plata. En cambio, los mapurey suelen bailar en una casa de oro.
La polarización de la plata y el oro no es necesariamente válida para todos
los Mapuche. El oro puede tener un valor positivo entre los autóctonos de la
Araucanía. Un ejemplo es la mencionada Piedra Santa de Lumaco, donde los
Mapuche celebran ceremonias religiosas con la participación de muchos pere-
grinos. Para enfatizar la importancia de este sitio, se relata, entre otros, que de-
bajo de la piedra yace un tesoro áureo. Durante los rituales que ahí se cele-
bran, se reza a la piedra y a los dioses del cielo por el bienestar. De manera
que en este caso no existe contradicción ninguna entre la piedra asociada con
el oro y los dioses de arriba.
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El profeta Elías
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El profeta Elías
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El profeta Elías
deres y le pediré me otorgue doce caballos con los cuales pueda ser efectivo."
- Lástima, que no disponemos de la traducción original de M. Alonqueo al es-
pañol.
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El profeta Elías
en su enojo. Este fue un juicio riguroso emitido contra su propio padre, con
quien nosotros teníamos buenas relaciones, como ella bien lo sabía.
Luego de este altercado con los caciques en su propia casa, a don Elías le
fue revelado que ambos hermanos no irían al cielo. Además, murieron varias
personas de la familia de los caciques, lo que don Elías interpretó como un
castigo. Doña Francisca fue la primera que dijo que la situación cambiaría a su
favor después de la muerte de los dos caciques. Taitita dios nombraría a dos
nuevos caciques que reemplazarían a los actuales. Durante la grabación del
relato en su casa, don Elías insinuó lo que ya había dicho abiertamente
durante el viaje a Temuco: uno de los elegidos como sucesor sería él mismo;
pero no quiso revelar el nombre del segundo sucesor.
La situación llegó después a su clímax en el propio campo del culto,
durante un encuentro de la comunidad para preparar el próximo kamarikun.
Ahí, don Elías comunicó públicamente sus revelaciones y los mensajes divinos
y exigió cambios en el ritual. En consequencia, el cacique se sintió justificado
para calificar a don Elías de apóstata y brujo, que vivía en contubernio con los
poderes de la oscuridad. Finalmente, lo obligó a retirarse del campo ritual, lo
excluyó de las ceremonias del kamarikun y por tanto, de la comunidad ritual.
Para don Elías esto fue un duro golpe, una ofensa grave, como quedó en
evidencia durante su relato, cuando informó orgullosamente de invitaciones
oficiales a las celebraciones del kamarikun en otras comunidades. Don Elías se
mostraba seguro de que volvería a ser parte de la comunidad ritual, una vez
que muriesen los caciques actuales. Su seguridad en este sentido se debía, al
parecer, a diálogos con taitita dios, si bien no lo mencionó expresamente. Hasta
donde se podía observar, su exclusión del ritual no tuvo consecuencias en la
esfera económica y social. Hay que agregar aquí que varios vecinos, por
decisión propia, jamás participaban en ceremonias religiosas al estilo tradi-
cional Mapuche.
Se puede suponer que antes del siglo 20, en una situación como ésta, se ma-
taba a personas como don Elías bajo la acusación de brujería, - siempre que
no huyeran a tiempo a otro sitio. De todos modos, en épocas anteriores, tarde
o temprano la disputa habría provocado una salida por las armas, para decidir
a quién los dioses apoyaban de verdad. Los Mapuche suelen evaluar a sus vi-
dentes según su éxito personal en la realidad, en la cotidianidad de la vida dia-
ria.
120
El profeta Elías
eso había aceptado solamente no-Mapuche como padres de sus hijos. Parece
que ella luchó por un acercamiento a la sociedad dominante, ya que su
marginación tenía tres vertientes: ser mujer, ser Mapuche y ser miembro de
una familia de poco prestigio entre los Mapuche. Es posible que por esta
razón no haya enseñado a sus hijos la lengua Mapuche sino el español. Las
canciones del joven Elías para burlarse de la machi local también pueden ser
entendidas mejor desde esta perspectiva. No obstante, como don Elías creció
en una reducción Mapuche, adquirió algunos conocimientos del mapudungun.
Mientras otros Mapuche emigraban del valle durante decenios o para
siempre, don Elías se ocupaba como trabajador migrante estacional, al tiempo
que mantenía su vivienda en la comunidad y, de esta manera, el derecho a un
pedazo de tierra. Además, se casó con una mujer emparentada con una familia
bastante tradicional, la familia del cacique, y participaba en el kamarikun
teniendo su lugar fijo en el semicírculo de las ramadas.
Finalmente, don Elías llegó a la edad en que la mayoría de los hombres de-
jan el trabajo estacional, cuando sus hijos ya han crecido y empiezan a ganar
su propio dinero. Hasta aquí nada en su vida era extraordinario. Su caso era
sólo uno entre miles. Fue entonces cuando se produjo un giro completo. De
un día a otro, don Elías empezó a ser acosado por visiones. Este giro en su
vida se debió, por una parte, a su propio carácter y por otra, don Elías asumió
un papel bien conocido dentro de la cultura Mapuche, esto es, el rol del viden-
te. Usando una metáfora puede decirse que, a pesar de toda su resistencia, fue
devuelto por la fuerza a su cultura originaria, de la que había procurado huir
durante toda su vida.
Así, don Elías se vio obligado a aceptar su misión. Si hubiera emigrado de
su valle con anterioridad y hubiese abandonado su parcela para establecerse en
una ciudad, tal vez esto no habría sucedido. Aunque durante los primeros de-
cenios de su vida don Elías se veía más como blanco que como Mapuche, si-
guió teniendo fuertes influencias de su medio, es decir, influencias de la cultu-
ra Mapuche. Dominado por las visiones, los dioses limitaron mucho el espacio
de acción de su elegido, le prohibieron la huída de la sociedad Mapuche a la
sociedad dominante y le obligaron a asumir su identidad como Mapuche. Se-
gún su propio entendimiento, él había sido llamado por poderes benignos. Se-
gún sus adversarios, él había caído no sólo en la red de poderes nefastos sino
que él mismo se había entregado a ellos.
Su vocación le vino precisamente en un período de vida en que otros
hombres Mapuche igualmente suelen retirarse del trabajo estacional. Con-
cuerda también con esta tentativa de explicación el hecho de que una de las
palabras nuevas que taitita dios comunicó a don Elías fue el término para
referirse a un cómodo sillón. Éste representa un objeto simbólico que encaja
muy bien con su situación biográfica de ese momento.
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El profeta Elías
3. El fin de un sueño
De acuerdo con lo expuesto, el dios celestial designó a don Elías como
próximo dirigente del ngillatun. Como se comprenderá, yo estaba interesado en
saber si este pronóstico se materializaría o no. Me preguntaba qué sucesos
dramáticos tendrían que ocurrir después de la muerte del actual cacique para
que don Elías pudiera asumir el cargo que dios le había señalado. Desde
nuestros primeros encuentros, don Elías y su esposa me resultaron simpáticos,
ya que son una pareja amable. Sin embargo, por lo visto, don Elías no parecía
contar ni con el carisma ni con el espíritu de lucha necesario para este cargo.
Me preguntaba, también, de dónde él podía sacar la fuerza para convencer a
los demás miembros de la comunidad que le eligieran como nuevo líder
religioso.
No se puede decir que todos los líderes de un ngillatun o kamarikun posean
una fuerte personalidad, ya que los sucesores de un líder carismático y
dominante son a menudo sus hijos o parientes cercanos, que no heredaron su
fuerza personal. Para asumir el cargo de cacique, don Elías tendría que
combatir y romper la acostumbrada sucesión patrilineal, o sea, hacer un
esfuerzo desmesurado para luchar contra la fuerte resistencia y convencer a la
comunidad de sus cualidades. Pero no parecía que él se preparara para tal
contienda; más bien daba la impresión de esperar hasta que el cargo le cayera
del cielo. Pero no resultó así.
Pocos años después de nuestra conversación con don Elías, murió el
primer cacique, quien hasta el final de su vida no desarrolló clemencia alguna y
siguió siendo un personaje dominante. Antes de su fallecimiento dió
instrucciones a sus hijos para el futuro. Viejo y enfermo como estaba, les
advirtió que bajo ningún concepto permitieran a don Elías entrar en el grupo
de los participantes del kamarikun, ya que eso acarrearía grandes infortunios
para todos. Por esta razón, sus sucesores hicieron la paz con todas las demás
personas que habían sido objeto del enojo de su anciano padre, excepto con
don Elías.
Al propio don Elías le sobrevino una desgracia, según me contó a inicios
del año 1997. Durante la celebración de la noche del Año Nuevo con su
familia, exageró con la bebida. A la mañana siguiente intentó rezar sus
oraciones, como se acostumbra en el valle; pero el vino había sido excesivo y
la oración no resultó buena. En consecuencia taitita le informó que por ese
motivo no iba a asumir la posición de cacique.
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El profeta Elías
4. Postscriptum
A finales del 2004 visité por unos pocos días la región al Sur del volcán Llai-
ma. Allí me enteré que don Elías había abandonado el valle de Sahuelhue y se
había radicado cerca del pueblo Melipeuco. Mi conjetura (Schindler 2003: 96),
de que en tiempos antiguos, una persona en una situación semejante a la de
don Elías habría sido expulsado del valle por la fuerza, resultó una pronóstico
casi correcto, válido incluso para nuestros días, aunque en el caso actual no
hubo una persecución con armas, ni de madera ni hierro.
"¡Me hicieron un daño!", me contó don Elías en su nueva casa. Ya no expe-
rimentaba sueños como antes; y cuando soñaba por la noche, a la mañana si-
guiente no se acordaba más del contenido. Durante el año 1999 fue persegui-
do por la desgracia y el infortunio. Se enfermó de apendicitis, enfermedad de
muerte en otros tiempos, como agregó, pero a él lo operaron en el hospital de
Temuco. En ese entonces también su señora, doña Francisca, sufría de dolo-
res a la columna. Mientras don Elías estaba en el hospital, en la ciudad, un
hombre atropelló con su vehículo a su hija Dina Blanca y la mató. "¿No ha
visto la cruz al lado del camino?" Era difícil no ver la cruz, con una altura de
unos dos metros por lo menos y pintada de blanco. Por estar recién operado,
él no pudo ocuparse del asunto. El conductor estuvo una semana en la cárcel
de Melipeuco y después lo sacó un abogado de Temuco, según don Elías.
Le pregunté a don Elías a quién tenía por responsable del 'daño', de la he-
chizería que le trajo tantas desgracias a él y a los suyos y que entre otras cosas
le quitó sus visiones nocturnas. No quiso mencionar ningún nombre, tal vez
porque entretanto había fallecido la mujer que él culpaba. Pero, Anais Treca-
man, una Mapuche de unos treinta años, ya me había dado el nombre de la
persona a quien don Elías tenía por responsable. Como pasa tantas veces en
denuncias de hechicería, él acusó a un familiar cercano, a su propia hermana
adoptiva Inés Troncoso, la mujer del segundo cacique don Manuel. Dirigién-
dose a mí, Anais agregó: "¡No lo puedo creer; seguro Ud. tampoco lo cree!?”
Suponer, sin embargo, que mi reencuentro con don Elías a finales de 2004
se desarrolló en una atmósfera sombría, es una imagen equivocada; no fue así.
Don Elías parecía bastante contento con su nueva situación. Vivía como
mediero en un campo de 40 hectáreas, y para echarle "tienen un año de aviso"
– de acuerdo con sus palabras -, es decir, sólo pueden despedirlo un año des-
pués de ponerle en conocimiento. En el valle de Sahuelhue, a don Elías le per-
tenecen todavía 4 hectáreas. Había vendido sus ocho vacas y con ese dinero
había adquirido una hectárea y tres cuartos (1¾) de tierra cerca de su nuevo
domicilio. Ahora es propietario de dos vacas, su esposa de otra, y en mediería
tienen 5 vacas, un toro, una yunta de bueyes, además, doce ovejas y un carne-
ro reproductor. Visitamos juntos su campo de una hectárea de trigo, en esa
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El profeta Elías
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Shumpall
Introducción
Los Mapuche de Chile y Argentina cuentan desde hace siglos sobre una gran
variedad de dioses locales, o sea númina del entorno y de la naturaleza en ge-
neral. Dentro de ese marco, el presente ensayo sobre la espiritualidad Mapu-
che trata de transformaciones de deidades acuáticas de este pueblo, en el tiem-
po y en el espacio. Los Mapuche vivenciaron, en las distintas áreas y épocas, a
los seres divinos del agua bajo diversas formas y figuras, con caracteres y cua-
lidades distintos, y les dieron diferentes nombres, títulos y denominaciones.
Este ensayo se dedica en primera instancia a la figura llamada shumpall o shom-
pallwe, la que a principios del siglo 20 se conocía, a lo más, en la región del lago
Panguipulli y que al final de ese siglo experimentaba una notable difusión en
casi toda la Araucanía, o sea el territorio tradicional de los Mapuche en Chile.
Por tanto, el siguiente discurso se inscribe en las discusiones sobre hibridación
o creolización y llama la atención hacia un cambio cultural de pequeña tras-
cendencia, introducido, según mi sospecha, por la literatura etnográfica mis-
ma. Así, el título de este ensayo podría haber sido también 'La Mapuchología y
sus Consecuencias' y por eso se puede leer también como un ejercicio en la
crítica de las fuentes, tarea indispensable en los estudios culturales.
Al revisar cronológicamente los textos sobre dioses o numina calificados
como shumpall o shompallwe por los Mapuche, se observa un desarrollo notable
de esta expresión durante el último siglo. Este ensayo tiene como fin esbozar
el curso de este desarrollo. Como las grafías para la expresión shumpall(we) etc.
difieren de autor a autor, en este ensayo se respetará siempre la grafía de la
fuente en discusión.
En los años 90, Elías Troncoso, un Mapuche chileno de los alrededores de
Melipeuco al este de Temuco, me contó las visiones que tuvo en su juventud.
Preguntado sobre shumpall, relató el siguiente acontecimiento: tenía unos diez
años cuando él cabalgaba en la grupa del caballo, detrás de su madre, a lo lar-
go de la orilla de un río. De repente, ambos vieron una persona sumergida en
el agua hasta el ombligo, cuyos cabellos tenían casi el color del oro. El niño y
su madre pasaron sin que la persona se escondiera, ya que no se dió cuenta de
la presencia de ambos. De lo contrario, insinuó don Elías, la experiencia po-
dría haber tenido consecuencias desagradables ya que se trató de un numen
acuático.
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Shumpall
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Shumpall
puche, del mapudungun. La segunda parte de esta palabra, es decir ko, significa
'agua'; la primera parte, ngen, 'dueño'. Según los Mapuche existen muchos ngen
en el mundo y un ngen puede ser, según la clasificación o terminología occi-
dental, tanto una persona humana como un animal, o un fenómeno del medio
ambiente como, por ejemplo, un viento o una roca (véase Caniullan 2000;
Grebe 1994).
2) En ambas ediciones de 'Lecturas Araucanas' se escribe Shompallwe con
mayúscula, es decir como nombre propio.
3) Además, en la nota explicativa al pie de página, se califica esta clase de
numen como 'sirena', introduciendo así la expresion 'sirena' por primera vez
en la literatura etnográfica sobre los Mapuche.
4) El sufijo –we se entiende como 'lugar donde hay algo', por lo tanto shom-
pallwe como 'lugar del shompall'. Por qué Augusta y Fraunhäusl, competentes
en mapudungun, no mencionaron este detalle, es una incógnita. En todo caso, el
sufijo –we se perdió posteriormente y shompallwe quedó como shompall o shum-
pall.
En el Diccionario Araucano-Español (DAE) de Augusta, publicado en
1916, se lee en pág. 223: "shompallwe*, s., ser fabuloso que domina en el agua
(ngen ko), p. e. en un lago, tal vez de figura humana." El signo * indica que ese
vocablo proviene de la región de Panguipulli y es una contribución de Fraun-
häusl, al igual que toda la oración en las 'Lecturas Araucanas'. Dicho en forma
inversa, esta expresión no se usaba en la zona donde trabajó Augusta, la costa
alrededor del lago Budi. Los datos sobre ngen ko en el DAE en pág. 59 dicen:
"seres animales o humanos bajo cuya protección están las aguas, v.g. un pozo,
lago, según la mitología antigua. V. arümko, ñullñull, shompallwe." La expresión
arümko se encuentra registrada también en el DAE, pág. 12, no así la palabra
ñullñull.
Latcham (1924) y Moesbach (1944; 1976) también se refieren a este
dueño/a y protector/a de las aguas: Latcham aborda el tema en tres párrafos
en su capítulo sobre 'Mitología Araucana':
"El sompalhué o thompualhué - el diablo crespo o ánima crespa - era un
ente que vivía en los lagos del interior o región subandina. Asumía a veces la
forma de un hombre diminuto, de color moreno o negro, y de pelo corto y
crespo (1924: 569). "
Es decir, Latcham escribe en 1924 la expresión sompalhué con una sola l y
hace una descripción de su aspecto físico que recién se pudo comprender 20
años más tarde, al consultarse el diccionario de Moesbach, publicado en 1944.
Por lo demás, Latcham escribe "era un ente que vivía" en vez de "es un ente
que vive" y sigue, así, después, escribiendo en el pretérito imperfecto. Es
probable que Latcham al preguntar por shompallwe no haya recibido de los
Mapuche una respuesta clara, de lo cual dedujo que el concepto ya no existía
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ces hablaban de una buena pesca como una retribución por la desaparición de
una persona en el agua. Comentarios en este sentido se escucha también en el
siglo 21 (Course 2005: 268).
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Shumpall
ca de Temuco: "...una sumpall, una dueña de las aguas que han visto por el
Huichahue varios hombres que luego fallecen porque ella los llama, se los lle-
va…" Hay que subrayar que en todos estos casos de la vida real no se mencio-
na ni complacencia ni consentimiento de los Mapuche con respecto al sacrifi-
cio humano.
En los años 1979/80 se recogieron relatos míticos en muchos lugares de la
Araucanía; H. Carrasco usó parte de este material para su tesis ya mencionada
del año 1981, en la cual se transcriben 21 mitos, con indicación del informante
y de su lugar de residencia. El resultado fué: 1. en 1979/80 muchos Mapuche
conocen la expresión shumpall; 2. muchos de ellos conocen, además, la historia
del pago por la novia; 3. muchos conocen la expresión 'sirena', incluso algunos
que no utilizan la expresión shumpall; 4. Algunas personas describen a los
dueños del agua como mujeres con pelo rubio.
Acerca del punto 1.: en el material de Carrasco casi siempre se habla de
shumpall sin –we final. Únicamente Sergio Quintrecura, de Mallohue, cerca de
Freire, no sólo se refirió a chompalhue sino que lo tradujo como 'alma crespa',
ubicándolo en el lago Budi, mientras que él mismo vive en el valle central. Al
mismo tiempo, menciona al ñul-ñul, calificándole como rey de las rocas (Carra-
sco 1981: 134). Aquí debiéramos preguntarnos, qué biblioteca estuvo a dispo-
sición de don Sergio? Es evidente que él no transmite la tradición oral de sus
antepasados, sino informaciones de la literatura etnográfica.
Este ejemplo de Sergio Quintrecura hace evidente que sería de gran utilidad
elaborar una lista con los nombres y biografías de los Mapuche en estrecha
relación con el mundo académico de los etnólogos, lingüistas, historiadores y
otros científicos. Esta lista no sólo sería hoy en día de importancia para inves-
tigadores fuera de Chile, sino también para los futuros investigadores del país
mismo. Los escritos de Foerster (1983) y Foerster y Montecino (1988) signifi-
can un comienzo en esta dirección.
Acerca del punto 2.: el relato del pago por la novia, tantas veces repetido en
el material de Carrasco, nos narra cómo una joven bonita desaparece en el
agua. Poco después, ella visita por corto tiempo a sus padres y les asegura que
se encuentra bien. Además, promete a los suyos un pago por la novia si van a
la orilla del agua. Allí una ola, o algo semejante, arroja muchos pescados y/o
mariscos a la playa como recompensa por la joven.
Carrasco (1981:58) caracteriza como zona de difusión de esta historia edifi-
cante toda la provincia de Cautín, distribuída en diversas áreas: las principales
de éstas serían Chol-Chol, Temuco, Imperial, Pitrufquén, Villarica, Cunco y la
zona cordillerana y Loncoche. Agrega la acertada observación, de que estas
áreas parecen estar unidas entre sí.
En los tratados etnográficos sobre la espiritualidad andina se conjura mu-
chas veces el credo acerca de la reciprocidad andina. El relato de los pescados
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Shumpall
como la machi Marcelina de Cholchol, en 1980 (Carrasco 1981: 128; 133; 134;
Foerster/Montecino 1990: 116-117) y Elicura Chihuailaf (1999: 176), hablan
del pelo rubio de las mujeres acuáticas shumpall. Dioses de cabello rubio no
son precisamente usuales en la mitología Mapuche, de modo que podemos su-
poner que la fuente común contenía un dibujo de una mujer con pelo de color
muy claro.
Sin embargo, Latcham y Moesbach describieron a shompalwe como un hom-
bre pequeño con tez morena y pelo crespo. En los decenios que siguen, esas
características no se mencionan más en las descripciones de los númina acuáti-
cos, con la unica excepción del señor Sergio Quintrecura de los alrededores de
Freire, que ya se mencionó más arriba. El cabello dorado se describe en la lite-
ratura etnográfica por primera vez en una obra de Bertha Koessler-Ilg. Ella
vivió con su marido médico, alemanes los dos, desde 1920 hasta la muerte de
ella en 1965, en San Martín de los Andes, a orilla del lago Lacar en Argentina.
Allá recopiló numerosos datos etnográficos, entre ellos un extenso número de
cuentos Mapuche, sólo publicados en parte hasta ahora.
Uno de esos cuentos trata de una sirena que provocó la derrota del antaño
famoso cacique Chokorí: "Un día, Chocorí supo de una bellísima sirena, cuya
dulce voz solía oírse en el lago. A Koñilafkeñ, o hija del lago, como la llama-
ban los araucanos, la habían visto sentada sobre una roca que se asoma sobre
el lago Lácar,…"
"Nadie había podido observar de cerca a la hermosísima joven, que según
decían era blanca y de cabellos de oro, y se peinaba lentamente, lentamente,
mientra cantaba, cantaba… Parecía llanto y risa su voz."
"Chihuai Llanka, perla de la neblina, dieron en llamarla los mozos del lugar,
muchos de los cuales perdieron la vida contra las traicioneras rocas ocultas
por las oscuras aguas existentes al pie del cerro, donde sus wampus se estrella-
ban cuando sus tripulantes, hechizados, escuchaban a la preciosa joven, a la si-
rena del hoy renombrado lago Lácar" (Koessler-Ilg 1954: 107; 1996: 86).
El motivo de la joven sentada encima de una peña y cantando con voz dul-
ce mientras se arregla con un peine su cabello dorado y así trae desgracias a
los varones, es de orígen europeo. Así se cuenta por ejemplo de una mujer se-
ductora llamada Loreley que se divisa en una roca del río Rhin. En el año
1800, el poeta romántico C. Brentano introdujo este motivo folclórico por
primera vez en la literatura. El poeta H. Heine publicó en 1824 un poema her-
moso sobre la Loreley. El componista F. Silcher le agregó, en 1837, una melo-
día dulzona y medio triste, - llena de Weltschmerz, de dolor existencial. La
canción se hizo muy popular en las regiones de habla alemana y al cantarla en
coro, se pueden llenar de lágrimas los ojos de los cantantes y los de todo el
auditorio. Es fácil imaginar que los Mapuche escucharon este canto en fundos
de alemanes durante las fiestas de los dueños y no faltaron personas que, con
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Shumpall
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castigarla con un pelo corto", si ésta no se deja seducir por los hombres sum-
pall (H. Carrasco 1981: 130)
Algunos relatores Mapuche califican a los dueños del agua como 'encanto',
así por ejemplo Antonio Paichil en Bahía Mansa, cerca de Osorno, además
Luisa Pichunlao en Coihueco, cerca de Lautaro (Carrasco 1981: 136) y tam-
bién Elicura Chihuailaf (1999: 177) de Quechuregua, al sur de Cunco. Es de-
cir, se trata de personas de diferentes zonas de la Araucanía. La expresión 'en-
canto' se utiliza además en muchas partes de la región andina, fuera de Chile,
para referirse a númina locales.
Según las citas anteriores, los Mapuche describen a los númina del agua a
veces con aspecto humano y otras veces en forma de animales salvajes. En al-
gunos lugares se los imagina incluso como animales domésticos, por ejemplo
como toros, perros u ovejas (Carrasco 1998: 111-114; Kuramochi 1992: 37-39;
113-115; Kuramochi/Huisca 1992: 22-25; Kuramochi/Nass 1991: 62-68;). En
los alrededores de Melipeuco se hace referencia a estos numina como mulas y
cerdos, como me consta por mi trabajo de campo en esta zona (vea también
Kuramochi 1994: 107; 1996). En un laguito de los alrededores de Lumaco, se
observa a veces un toro con cuernos de oro, conocido por los Mapuche luga-
reños como weküfü kullin. Un informe de los alrededores de Cholchol habla de
un buey de agua (Citarella et al. 1995: 165).
Con todo esto, las transformaciones no se han terminado todavía, ya que
los shumpall se incorporaron al área de la poesía. En una oda, la poetisa Jacque-
line Caniguán (en Huenún 2003: 48) se dirige al Pacífico con los siguientes
versos: "…eres fuerte y poderoso, / con razón las chumpal / duermen en tus
brazos, / Mankian se fue contigo / y tantas kvmei malen de ti se han enamo-
rado." ¿Por qué se menciona en esta oda a mangkian, un ngenko en forma de
piedra, junto a shumpall? La razón puede residir en el simple hecho de que tan-
to H. Carrasco (1988) como Foerster (1993: 84-86) se refieren en el mismo
contexto a ambas numina.
El poeta Leonel Lienlaf retomó el cuento del shumpall y lo siguió desarrol-
lando. Según él, shumpall no es ningún dueño del agua, sino al contrario "un
espiritu del agua que se rebeló contra Ngenko, que es el dueño de las aguas"
(Sierra 1992:81). En un discurso largo sobre el tema, Lienlaf dice entre otros:
"Chumpall, hoy día, es el sistema… La parte negativa, aquella de las pasiones
humanas, es el cerebro" (Sierra 1992: 83).
En el sitio Mono Paine en los alrededores de Temuco, en el valle central de
Chile, los Mapuche del lugar incorporaron a shumpall incluso a las ceremonias
comunitarias, conocidas como ngillatun. Durante esta celebración se realizan
una y otra vez galopes rituales alrededor del campo del culto. Estos galopes,
llamados awün, son encabezados por hombres jóvenes, que en algunos lugares
van acompañados de una doncella. En las comunidades Mapuche cerca del
135
Shumpall
laga Panguipulli, de donde viene la primera noticia sobre una figura divina lla-
mado shompallwe, esta joven se denomina kallfümalen, es decir niña azul, igual
que en varios valles de la región montañosa de Chile y Argentina.
Sin embargo, en el sitio Mono Paine, se llama chumpal a esta niña en ese rol
ritual, cuando se está rogando por lluvia: "El jinete gu#ia sostiene una bandera
blanca en sus manos, mientras una virgen descalza cabalga a su lado. Se la de-
nomina chumpall y está vestida con una manta azul-oscura y un género blanco.
En su cabeza lleva un cintillo azul. El primer longko Juan Epuleo Levio explica
que chumpal significa una sirena del mar. Ella simboliza el mar y el agua, ya que
en ese ngillatun se ruega sobre todo por lluvia" (Mehringer 2003: 233, traduci-
do del alemán). Esta denominación para la muchacha se introdujo con mucha
probabilidad recién durante los últimos decenios, es decir después de la difu-
sión de la palabra shumpall en la Araucanía.
Más referencias a shumpall, ngenko y/o otros númina del agua se encuentra
en las obras siguientes: Alvarado 1988: 153; Chihuailaf 1999: 177; Kuramochi
1992: 37-39; 61; 113-115; 153-155; 1996; Kuramochi/ Huisca 1992: 62-66;
Kuramochi/Nass 1991: 226-233; Montecino 1986: 93-100; Morales 1998:149.
En Montecino 2003 se describe deidades del agua bajo rótulos como 'joven
azul', 'sirena', 'sumpall' y 'toro'.
Conclusión
Basándose en un ejemplo concreto, este ensayo analiza una de las reper-
cusiónes que la etnografía ha tenido dentro de la cultura Mapuche misma. La
expresión shompallwe se mencionó por primera vez en el rezo de un pescador
Mapuche de la región del lago Panguipulli, oración anotada a comienzos del
siglo 20 por un misionero capuchino. Esta expresión era el nombre propio o
local de un dueño del agua, o sea un dios acuático. Dicho de otra manera, la
expresión era un término conocido sólo en una región muy limitada en ese en-
tonces. En los escritos capuchinos del principio del siglo 20, la expresión
shompallwe se menciona, junto con otras expresiones de los Mapuche de otras
regiones, para designar a dueños del agua. Esta es la situación hasta mediados
del siglo 20.
Sin embargo, en la segunda mitad del siglo 20, la palabra shumpall, una ver-
sión abreviada de shompallwe, es conocida de pronto en varios lugares del ámbi-
to Mapuche, como un término para dioses acuáticos, sean masculinos o feme-
ninos. Así, la expresión se ha convertido de un nombre propio y local en un
nombre genérico, o sea en un término clasificatorio. En varios mitos recogi-
dos en la segunda mitad del siglo 20, un numen del agua se encuentra asociado
a un relato sobre el pago de la novia, mencionado por primera vez por el ca-
puchino Moesbach, un cuarto de siglo antes. Junto a esto, la palabra griega 'si-
136
Shumpall
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Pillan
EL TÉRMINO 'PILLAN'
139
Pillan
éste Böning concluye que pillan se refiere a una cualidad o capacidad y que este
término es, en primer lugar, un adjetivo y no un substantivo.
Según Böning, el término pillan se refiere a una cualidad o capacidad y por
eso propone varias traducciones que apuntan en la misma dirección:
'vigoroso', 'extraordinario', 'poderoso', 'inquietante', 'especial' y 'sagrado' (Bö-
ning 1974: 175; 1995: 193). Me permito sugerir también acepciones como 'su-
blime' y 'ritual'. Al traducir el término pillan, en algunos casos se puede utilizar
hasta dos de estos conceptos al mismo tiempo, ya que se trata de un término
muy abstracto y tales son difíciles de traducir en todos los idiomas. En resu-
men, se puede decir que todas estas posibles traducciones son sólo aproxima-
ciones que aluden a una cualidad que es 'extraordinaria, poderosa y efectiva'.
Así podemos entender por qué objetos y sujetos tan distintos como un gue-
rrero, cuchillo o volcán, sean calificados, en ciertos contextos, como pillan. La
razón es que sujetos y objetos también se pueden denominar por sus cualida-
des, así como a Pepe se le puede llamar 'el Gordo' o 'el Flaco' o 'el Sabio'. Esto
lo demuestra el ejemplo de Tadashi Yanai (1998: 158): "Según los mapuches
de la zona [del lago Calafquén], dentro de este volcán [Villarica] hay una casa
[...] donde viven los espíritus de pillañ llamados, ellos mismos, <Pillañ> (o, en
su forma completa, Pillañ fücha Pillañ kushe Pillañ weche Pillañ üllcha).” En este
caso se denominan a todos los númina vigorosos o santos en la forma abre-
viada como pillan pero, adicionalmente, se les llama en su forma completa fü-
cha, kushe, weche, üllcha, lo que se puede traducir por ejemplo con 'venerable (o
vigoroso o santo) señor mayor', 'venerable señora', 'venerable joven', 'venera-
ble jovencita'.
Si aplicamos la tesis de Böning al ejemplo del cuchillo ritual, se llega a la
conclusión que, en tiempos anteriores, la expresión para este instrumento era
pillan kuchillo. En algún momento de la historia esta expresión se abrevió a pi-
llan. En otras palabras, el nombre del objeto se eliminó y algunos machis utili-
zan hoy en día nada más que el adjetivo, o sea el atributo o la cualidad para
nombrar el cuchillo ritual.
Siguiendo a Böning, en otros casos debe haber habido el mismo desarrollo:
el adjetivo, es decir pillan pasó a ser el nombre completo del sujeto u objeto,
eliminándose el substantivo. De la expresión pillan tralka, es decir trueno pillan,
resultó, en cierto momento dado, sólo pillan, ya que el auditorio o sea los
oyentes de la expresión sabían que con esto el hablante se refiere al tralka, al
trueno. En la expresión pillan degiñ, es decir volcán pillan, o sea volcán sublime
o amenazante, se suprimió a lo largo del tiempo el objeto o sea volcán y así re-
sultó la expresión pillan para el volcán en el SE de la región Mapuche
Quiero ilustrar el argumento de Böning con un ejemplo sencillo: supon-
gamos que un extranjero que está aprendiendo español no sabe todavía qué
quiere decir la palabra 'lindo'. Entonces podría preguntar a una mujer que en-
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Pillan
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Pillan
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Pillan
ginas, Böning (1974: 97-109; 1995: 109-123) plantea la idea que pillan deviene
de una contracción de las palabras püllü y am, dos términos que se refieren a
cualidades psíquicas o conceptos del alma en el idioma Mapuche. Esta idea so-
bre la contracción de püllü y am fascinó a varios estudiosos de origen Mapuche
y no-Mapuche, mientras que yo no la encuentro fascinante. Al revés, yo la
tomo por equivocada, ya que no me parece que esta contracción esté de
acuerdo con las reglas linguísticas del mapudungun. Yanai (1989) también enu-
meró argumentos en contra de esto (vea también Casamiquela 1964: 168). Sin
embargo, esta idea de la contracción se está difundiendo en la literatura perti-
nente sin mayor discusión (Barreto 1992: 16; Chihuailaf 1999: 32-33).
El estudio del parentesco semántico, o sea de los 'desvíos linguísticos', no
es una tarea fácil. Esta dificultad se puede ilustrar con unos ejemplos simples
del español. No cabe duda que palabras con un sonido similar pueden tener
un sentido similar, como lo comprueban las palabras 'madre' y 'maternal'; lo
mismo ocurre en miles de otros ejemplos en muchos idiomas del mundo. Sin
embargo, tampoco cabe duda alguna que un sonido similar o parecido no in-
dica necesariamente un sentido similar o sea un parentesco semántico: así, la
palabra 'mar-ido' en el sentido de 'esposo' no tiene ni la mínima relación con
el sentido de la palabra 'mar' en el sentido de 'océano'. La palabra 'mar-ido' no
significa 'que se fué el mar'. O para proseguir con el ejemplo, la herramienta
'mar-tillo' no tiene nada que ver con un 'mar', ni con el Pacífico ni con el At-
lántico ni con cualquier otro mar. Las palabras 'mar' y 'martillo' no están em-
parentadas en absoluto, ni tampoco las palabras 'com-er' y 'com-un'. Así un
parentesco semántico entre pillan y püllü/am falta por comprobar. Sin embar-
go, no existe la mínima duda sobre el hecho que ambas expresiones se refieren
a la esfera religiosa o cosmológica.
Espero que el presente ensayo describa en la forma más accesible mi posi-
ción ante la tesis de Böning sobre el término pillan.
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