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GURZA >- ESPERANZA
LECTURA EXISTENCIALISTA DE LA
CELESTINA
PQ 6428 G87
LECTURA EXISTENCIALISTA
DE «LA CELESTINA»
BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA
Dirigida por DÁMASO ALONSO
LECTURA
EXISTENCIA LISTA DE
"LA CELESTINA”
&
BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA
EDITORIAL GREDOS
MADRID
*1
/
w S 0 55 8
Wilfrid Laurier University
© ESPERANZA GURZA, 1977.
EDITORIAL GREDOS, S. A.
LECTURA EXISTENCIALISTA. —2
18 «La Celestina»
dio forma concreta a esa crisis que fue ocasionada por la nueva
conciencia del pasado como pasado, por la nueva visión de la
realidad como algo terreno y por el nuevo intento de explicar
la historia como la anécdota de los hombres 41.
44 ibid.
45 Ver: Castro, Aspectos, pág. 136.
46 Igual Übeda, El Imperio español, pág. 101.
Dos épocas de crisis 27
LECTURA EXISTENCIALISTA. — 3
34 «La Celestina»
bien hijos de los que afectaron a los hombres del xix, o con¬
secuencias de las soluciones que ellos creyeron encontrar en¬
tonces.
La ciencia pura continúa su desarrollo a pasos agigantados,
en grado tal que cada disciplina se divide y subdivide en un
sinnúmero de especializaciones. Los descubrimientos de las
ciencias proporcionan nuevas técnicas que se aprovechan en
el nuevo industrialismo, donde se introducen los métodos de
producción en masa. Nuevas formas de energía facilitan la
producción y lo que antes fueron productos de la naturaleza,
ahora son substancias creadas artificialmente por la química.
Industrias gigantescas compiten con la industria textil y con
otros gigantes nacidos antes. Se crean organizaciones de nego¬
cios aún más grandes, algunas de las cuales se convierten en
corporaciones capitalizadas a más de un billón de dólares, con
ventas anuales que arrojan en total otro tanto. Crece la pro¬
ductividad industrial enormemente y trae la necesidad de
nuevos mercados y fuentes de materia prima, creando una
interdependencia económica mundial hasta entonces desco¬
nocida.
Aunque las condiciones del gremio obrero en general ha¬
bían ido prosperando, la condición del hombre trabajador
en particular continúa hundiéndose más y más en el proceso
de la deshumanización. La maquinaria se hace más compli¬
cada y automática en su operación y, en algunos casos, subs¬
tituye a legiones enteras de trabajadores y suprime ocupa¬
ciones antes existentes, obligando al individuo a un continuo
cambio de residencia o a la adquisición de otro tipo de des¬
treza manual.
En el terreno internacional, la combinación del sistema
de estado-nación y política del poder, el militarismo, el siste¬
ma de alianzas rivales, la diplomacia secreta, el imperialis¬
mo económico y el excesivo sentimiento nacionalista, así
Dos épocas de crisis 39
EL EXISTENCIALISMO
LECTURA EXISTENCIALISTA. — 4
50 «La Celestina»
LECTURA EXISTENCIALISTA. — 5
66 «La Celestina»
EN ESCRITORES EXISTENCIALISTAS
A través del amor llegamos a las cosas con nuestro ser pro¬
pio, no con la mente tan sólo, las hacemos prójimo. No es sólo
el hambre —afirma nuestro pensador prosiguiendo y discutien¬
do a Turró— lo que nos revela el mundo, es también el amor7.
EN «LA CELESTINA»38
LECTURA EXISTENCIALISTA, — 6
82 «La Celestina»
Mujer que tiene que resolver como todos nosotros, «el pro¬
blema de vivir»73, que para ella consiste, como acertada¬
mente lo hacen ver María Rosa Lida de Malkiel y Salvador
de Madariaga, no en una lucha entre la inocencia y el deseo,
sino entre «el amor total al que se somete» y la «conciencia
de su deber social»74, ya que «el ámbito de su angustia de
Señor, por Dios, pues ya todo queda por ti, pues ya soy
tu dueña, pues ya no puedes negar mi amor, no me niegues tu
vista de día, passando por mi puerta; de noche donde tú or¬
denares. Sea tu venida por este secreto lugar a la mesma ora,
porque siempre te espere apercebida del gozo con que quedo,
esperando las venideras noches. (II, XIV, 120).
LECTURA EXISTENCIALISTA. —7
98 «La Celestina»
tu Citado por June Hall Martin, Love’s Fools, pág. 104, nota 53.
U4 Ibid., págs. 106 y 109.
108 «La Celestina»
con una adoración retórica excesiva. Pero las palabras son vacías,
sin peso; el fiel de la balanza nunca está en su centro.» (Martin,
Ibid., pág. 103.)
No estoy aquí en desacuerdo básico con Lida de Malkiel, quien
encuentra «amor de alma» en Calisto (Ver: La originalidad, pág. 326).
No niego que haya en Calisto tal amor, pero sí asevero que, para mí,
como para Martin, la balanza se inclina más al aspecto carnal. Pre¬
cisamente, el último ejemplo que da Lida de Malkiel en la página
citada, comienza con «Vencido me tiene el dulzor de tu suaue canto;
no puedo más suffrir tu penado esperar» refiriéndose a la copla que
acaba de cantar Melibea en la cual se queja de su espera, pidiendo
a los pájaros que le informen «si ay otra amada que lo detiene.»
Y Calisto termina: «¿E cómo no podiste más tiempo sufrir sin in-
terrumper tu gozo e complir el desseo de entrambos?» (el énfasis
es mío), deseo que se hace evidente en el siguiente intercambio dia¬
lógico con Melibea, cuando ésta le dice: «Y pues tú, señor, eres el
dechado de cortesía e buena crianga, ¿cómo mandas a mi lengua
hablar e no a tus manos que estén quedas? ¿Por qué no oluidas estas
mañas? Mándalas estar sossegadas e dexar su enojoso vso e conuer-
sación incomportable.» (II, XX, 179-181).
118 Martin, Love’s Fools, pág. 127.
119 Dice Esperanza Figueroa de Amaral, «Conflicto racial»: «Calisto
es el animal que persigue su satisfacción hedonista a cualquier pre¬
cio, su pasión de mero engranaje fisiológico, pero sin embargo sus
mismos actos animales están restringidos por la falta de coordina¬
ción muscular, que en un joven cazador debió haber funcionado con
más agilidad instantánea.» (Págs. 61-62.)
120 Martin, Love’s Fools, pág. 112. También: «Calisto muere por la
deficiencia de sus elementales funciones corporales, en la falla del
El amor y la expresión sexual 111
Jane Hawking 130 dice que ese «aunque era niño» sugiere que
el comportamiento de Celestina con el niño no era el de
una madrastra. Pero Pármeno, con estas dos insinuaciones,
ya se ha dado a conocer y Celestina, que trata de ganárselo
para que les ayude a ella y a Sempronio en el negocio de
los amores de Calisto y Melibea, sabe ahora exactamente
qué camino seguir. Después de un intercambio dialéctico
en que le propone la amistad de Sempronio, su igual, lo
tienta nuevamente ofreciéndole a Areúsa. Ha plantado la
semilla; ahora hay que dejarla germinar, regándola de vez
en cuando, pues Pármeno, sirviente fiel de Calisto, no es tan
fácil de convencer ya que su conciencia y su agudeza lo ha¬
cen vacilar todavía varias veces.
De nuevo tenemos en Pármeno lo que creo es una cons¬
tante de la técnica de Rojas: la distancia que hay entre lo
que se aparenta (o se quiere aparentar) ser y lo que verda¬
deramente se es. Pármeno critica y reprocha a Sempronio
su lujuria y avaricia (I, I, 106), él es quien más se ensaña
contra Celestina y sus ocupaciones (I, I, 67 y siguientes),
quien aconseja a su señor que gane a Melibea con «franque¬
zas é seruicios», es decir, como caballero cortés y no a tra¬
vés de la medianera. Sin embargo, Pármeno va a obrar en
forma diametralmente opuesta a sus propios consejos, va
a actuar con más sensualidad que todos. A él se deben las
exclamaciones de tono más obsceno, como la arriba mencio¬
nada y la referente al caballo (I, II, 124) que discutimos en
la parte relacionada con Calisto. Al contrario que Sempro¬
nio, no idealiza ni cela a su meretriz, tal vez porque parece
aceptar la realidad y saber a qué atenerse en cuanto a las
prostitutas, dándose cuenta de que él es uno de tantos. Lo
¿Por qué lo hago? ¿Por qué soy loca? ¿Por qué tengo fe con
este couarde? ¿Por qué creo sus mentiras? ¿Por qué le consiento
entrar por mis puertas? ¿Qué tiene bueno? (II, XV, 135.)
LECTURA EXISTENCIALISTA. —9
130 «La Celestina»
170 Stephen Gilman se expresa así: «Pero cuando todo queda dicho
y hecho, las dos supuestas clases son iguales. Los modales y el di¬
nero son realidades que encauzan las relaciones humanas de forma
especial... Todos —salvo Celestina— escogen invariablemente la sali¬
da más fácil. En cuanto al amor, a pesar del lenguaje elevado y la
especial conciencia mutua de Calisto y Melibea, su necesidad y su
práctica son tan desvergonzadamente físicas para ellos como para
sus sirvientes. Las matemáticas sociales de Rojas siempre retornan
a la misma ecuación negativa: no hay una diferencia esencial entre
las categorías sociales.» (Stephen Gilman, «Rebirth of a Classic: Ce¬
lestina» [«El renacimiento de un clásico: Celestina»], Varieties of
Literary Experience, ed. Stanley Burnshaw. [New York, 1962], 283-
305.)
171 Mi empleo de las palabras «pecado» y «castigo» parecerá colo¬
carme entre quienes interpretan La Celestina desde el punto de vista
de su didacticismo. Quiero aclarar que no estoy de acuerdo con los
que ven en dicho didacticismo la única clave para su interpretación,
tales como Marcel Bataillon. Sin embargo, tampoco estoy de acuer¬
do con quienes se expresan como lo hace, por ejemplo, Stephen
Gilman en su artículo citado en la nota 170: «Pero en la Celestina no
hay sugerencia alguna de retribución moral o incluso de fatalidad
maliciosa. El hombre vive en una coordenada espacial... El hombre
es propenso a accidentes. Nada más. Un paso casual en falso en una
escalera, o un mal cálculo de la altura en la oscuridad y su cerebro
salpica el empedrado.» (Pág. 298.) Creo ver que, cuando menos los
personajes que son «castigados» con la muerte, mueren no por mera
casualidad; mueren por una falta de cálculo, sí, pero no físico, sino
metafísico; mueren por una causalidad, cuyo origen está en una
132 «La Celestina»
EN «LA CELESTINA»
is Ver también II, XIX, 178, donde Melibea hace suya la canción
de Lucrecia que termina con «Nunca fué más desseado / amado de
su amiga, / ni huerto más visitado, / ni noche más sin fatiga».
144 La Celestina»
LECTURA EXISTENCIALISTA. — 10
146 «La Celestina»
Para la muerte que á Dios deuo, mas quisiera vna gran bofe¬
tada en mitad de mi cara. Paresce que ayer nascí, según tu
encubrimiento. Por hazerte á tí honesta, me hazes á mí necia
é vergonzosa é de poco secreto é sin esperiencia ó me amen¬
guas en mi officio por alzar a tí en el tuyo. (I, VII, 259-260.)
LECTURA EXISTENCIALISTA. — 11
162 «La Celestina»
75 ibid.
Trascendencia horizontal y vertical 169
LECTURA EXISTENCIALISTA. — 12
178 «La Celestina»
EN «LA CELESTINA»
LECTURA EXISTENCIALISTA. — 13
194 «La Celestina»
Señor, por Dios, pues ya todo queda por ti, pues ya soy tu
dueña, pues ya no puedes negar mi amor, no me niegues tu
vista de día passando por mi puerta; de noche donde tú or¬
denares. (II, XIV, 120.)
LECTURA EXISTENCIALISTA. — 14
210 «La Celestina»
EN «LA CELESTINA»
LECTURA EXISTENCIALISTA. — 15
226 «La Celestina»
"*,.í
Otras categorías existenciales 231
.i,
Otras categorías existenciales 233
tas. ‘Pues, desconsolado viejo, qué solo estoy!’», dice Rosa Lida de
Malkiel (La originalidad, pág. 474, nota 3). No estoy de acuerdo con
lo de la impertinencia o contradicción, como puede verse por la in¬
terpretación que acabo de dar. El mismo Pleberio confirma mi idea
con las palabras que siguen a su dolorosa exclamación, en las que,
como veremos, repasa la historia sin hallar consuelo, por no haber
ygual compañero.
240 «La Celestina»
LECTURA EXISTENCIALISTA. — 16
242 La Celestina
que como Green sostiene, Pleberio se quejara del mundo como natura
naturata por haberlo sostenido, la conclusión no cambia, ya que el
sufrimiento es el mismo, la angustia no se acaba y este mundo, aquí
abajo, el mundo de los fenómenos, es un mundo sujeto a la casua¬
lidad, caprichos y contradicciones de la fortuna y de cualquier otro
poder que lo rija.
Otras categorías existenciales 249
EL MANTO
LA MIRADA Y EL OJO
LECTURA EXISTENCIALISTA. — 17
258 «La Celestina»
Señor, por Dios, pues ya todo queda por tí, pues ya soy tu
dueña, pues ya no puedes negar mi amor, no me niegues tu
vista de día, passando por mi puerta; de noche donde tú orde¬
nares. (II, XIV, 120.)
EL RECINTO
LECTURA EXISTENCIALISTA. — 18
274 «La Celestina»
existe entre ella y su madre se ahonda más aún, cuando
Melibea le miente acerca del propósito de la venida de Celes¬
tina (II, X, 65).
Es característico de la ironía de Rojas que cuando final¬
mente nos presenta a Pleberio, el personaje a quien todos
temen como dispensador de castigos y muerte, a quien ima¬
ginamos terrible, lo haga mostrándolo lleno de zozobra e
inquietud, recluido en sus habitaciones. Como ya se ha vis¬
to anteriormente, Pleberio ama tiernamente a su hija Meli¬
bea, para quien desea proporcionar toda clase de felicidad
y satisfacción material. Al padre todopoderoso, que quiere
estar en todo lugar y en todos los negocios de su hija a fin
de lograr su propósito de velar por ella, lo vemos simple¬
mente apartado de la vida, ya sea en su cuarto o en la sala
de su casa donde se da, en su imaginación, a la tarea de
velar por el futuro de Melibea quien, entre tanto, se ocupa
de vivir activamente la pasión que ha aceptado como su des¬
tino y razón de ser. Pleberio, por lo tanto, no llega a unirse
nunca a la corriente vital de la obra. Está aislado del mundo
y de su mujer, aunque ésta se halla con él tres veces dentro
de las cuatro paredes de una habitación de su casa. Aislado
de su esposa, con quien no logra una comunicación verda¬
dera en las pocas ocasiones en que hablan. Aislado del mun¬
do, pues en la única ocasión en que «sale» al mismo, des¬
pués de la muerte de Melibea, pronuncia solitario su planto,
aunque por las palabras del mismo nos damos cuenta de
que a su alrededor hay amigos y curiosos que han venido a
presenciar la tragedia. En su camara vive sus inquietudes
por la seguridad de su hija (II, XII, 92 y II, XX, 188 y si¬
guientes), y en la sala de su casa vive las esperanzas de un
futuro feliz para ella (II, XVI, 144 y sigs.). En las tres oca¬
siones, es la vida la que penetra en el recinto de Pleberio.
La primera vez el personaje percibe el ruido de pasos en la
Imágenes, símbolos y mitos 275
EL MURO, LA CAÍDA
LECTURA EXISTENCIALISTA. — 19
290 «La Celestina»
LA PARADOJA
19 Flightner, «Pleberio».
LA AMBIGÜEDAD
los cuales tienen que ver con «cualquier matiz, por muy
ligero que sea, que da lugar a reacciones alternas hacia una
misma unidad lingüística»2S. Es decir, que la ambivalencia
estéticamente valiosa es la que busca intencionadamente
una plurivalía del lenguaje, una anfibología o un significado
múltiple del vocablo, sintagma, poema u obra literaria. Esta
plurivalía puede ser de ampliación del significado o idea,
o bien, puede implicar contradicción. Si hay contradicción,
necesariamente implica tensión. Mientras más prominente
sea la contradicción, más grande será la tensión y ésta debe
ser transmitida, sostenida, por otros medios además de la
contradicción. La ambigüedad debe salir naturalmente de
las necesidades particulares de la situación29. Los escrito¬
res de la existencia se han dado plena cuenta de las ventajas
filosóficas y estéticas que ofrece la ambigüedad y la emplean
con conciencia de su arte30. También Fernando de Rojas y
el otro autor o autores de la Tragicomedia lo hicieron así,
por idénticas razones.
La Celestina abunda en expresiones verbales de dos o
más significados que enriquecen los conceptos y los temas.
LA IRONÍA
LECTURA EXISTENCIALISTA. — 20
306 La Celestina»
« Ibid., capítulo V.
312 «La Celestina
hace heroico en forma totalmente diferente. El personaje
moderno se encuentra, como Pleberio, abrumado por un
mundo que está más allá de su comprensión. Esta ironía se
hace trágica cuando, como en el caso de este mismo per¬
sonaje, se trata de dar expresión al descubrimiento traumá¬
tico de que el universo no tiene interés alguno en el des¬
tino del hombre. El mundo es absurdo y, por lo tanto, trá¬
gico. Habiendo descargado el absoluto, el ironista vive en
ese universo relativizado que carece de consideración hacia
sus aspiraciones y esfuerzos. Sigue adelante, a pesar de que
no sabe si en realidad va hacia atrás o hacia adelante. Su
jornada, sus esperanzas, nunca se verán cumplidas. La ra¬
zón no le sirve de guía. El tema central de la literatura mo¬
derna es, pues, la ironía como una forma expresiva de la
visión metafísica, fruto de una creciente sospecha de que
la vida carece de significado. La mente es su propio cielo
y su propio infierno. El mundo puede ser visto desde múl¬
tiples perspectivas que no pueden armonizarse en una uni¬
dad. Los conflictos entre el instinto y la razón, la carne y
el espíritu, la búsqueda de significado en un mundo que pa¬
rece carecer de el, llevan a un intenso sentido de ironía.
No hay esperanza de salvación. Criatura del relativismo, el
moderno ironista se da cuenta de la imposibilidad de llegar
a la verdad o a la salvación a través de los sistemas racio¬
nales del pensamiento. Él no escoge la ironía; ésta lo escoge
a él. La ironía, en el siglo veinte, se convierte en una acti¬
tud pronunciada e identificable: es una posición desilusio¬
nada que la mente adopta al interpretar el papel del hom¬
bre en el universo. Ya no existen absolutos morales; la exis¬
tencia deja de ser idealizada. La naturaleza continúa usando
del hombre para lograr sus propios propósitos incomprensi¬
bles. La forma de lo trágico y de lo cómico están hoy estre¬
chamente relacionadas y dependen una de la otra. La iro-
Dos retóricas paralelas 313
LA TENSIÓN
LECTURA EXISTENCIALISTA. — 21
322 La Celestina
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Serrano Poncela, Segundo, El secreto de Melibea. Madrid, Taurus, 1959.
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en «La Celestina.»] London, Tamesis Books Ltd., 1970.
Sharpe, Robert Boies, Irony in the Drama: an Essay on Impersona-
tion, Shock, and Catharsis. [La ironía en el drama: un ensayo
sobre la personificación, el choque y la catarsis.'] Chapel Hill,
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Bibliografía 341
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INDICE DE NOMBRES PROPIOS
Frye, Northrop, 301, 305, 332. Hartsock, Mildred, 140, 285, 335.
Fuller, B. A. B„ 23, 25, 27, 30, 35, Hawking, Jane, 115, 117, 126, 200,
36, 37, 41, 42, 333. 318, 335.
Hebbel, Friedrich, 310.
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich,
Galileo Galilei, 35.
42, 45.
Gannon, Edward, S. J., 73, 74, 75,
Heidegger, Martin, 49, 50, 51, 52,
333.
53, 55, 56, 60, 62, 82, 141, 183,
García Bacca, Juan David, 82, 214,
219, 288.
215, 216, 219, 220, 221, 333.
Heinemann, F. H., 42, 43, 335.
Garin, Eugenio, 23, 24, 28, 333.
Heiney, Donald W., 80, 335.
Garro, J. Eugenio, 87, 88, 187, 191, Herrero-García, Miguel, 160, 167,
333. 170, 171, 335.
Gerday, Jacqueline, 120, 122, 123, Hesse, Everett W., 166, 167, 168,
124, 126, 127, 145, 205, 301, 333. 307, 335.
Gericke, Philip O., 9. Heugas, Pierre, 120, 335.
Gide, André, 65, 67, 75, 77, 173, 177, Huizinga, Johan, 16, 17, 19, 20, 22,
178. 65, 66, 68, 335.
Gilman, Stephen, 82, 83, 89, 101, Husserl, Edmund, 41, 46.
127, 131, 132, 141, 145, 161, 183,
184, 187, 200, 201, 204, 211, 213,
228, 230, 244, 246, 269, 271, 272, Ibsen, Henrik, 314.
277, 278, 280, 281, 283, 301, 309, Igual übeda, Antonio, 23, 26, 29,
316, 320, 321, 333. 30, 335.
Gille, Pierre, 137, 333. Ionesco, Eugene, 65, 285.
Giraudoux, Jean, 173, 175.
Glicksberg, Charles I., 138, 306, James, William, 45.
307, 313, 314, 322, 323, 334. Jaspers, Karl, 46, 49, 51, 52, 54,
Gogol, Nikolai, 252. 55, 58, 59, 60, 62.
Gravau, Richard F., 60, 334. Jiménez, María del Carmen, 9.
Green, Julien, 65, 75, 76, 279, 281, Jiménez-Placer y Suárez de Lezo,
285, 286. Femando, 22, 335.
Green, Otis H., 89, 230, 246, 247, Joyce, James, 64.
248, 334.
Greene, Graham, 64, 75, 76, 286.
Kafka, Franz, 64.
Grieve, James A., 75, 334.
Kant, Emmanuel, 35, 46, 288.
Kierkegaard, Soren, 46, 51, 52,
Hanna, Thomas, 174, 334. 54, 55, 56, 58, 60, 61, 77, 134, 141,
Harries, Karsten, 62, 335. 288, 305.
346 «La Celestina»
Knox, Norman, 306, 307, 336. Malraux, Andró, 64, 73, 74, 81, 134,
Kulin, Katalin, 142, 159, 197, 336. 137, 138, 173, 178, 220.
Mandel, Adrienne Schizzano, 11,
68, 69, 337.
Larroyo, Francisco, 48, 49, 50, 51, Maravall, José A., 112, 123, 125,
54, 62, 336. 146, 147, 148, 159, 198, 204, 337.
Lewis, C. S., 17, 18, 20, 336. Martin, June Hall, 101, 102, 103,
Lewis, R. W. B., 74, 76, 79, 138, 107, 109, 110, 277, 280, 337.
Lida de Malkiel, María Rosa, 12, Mazzeo, Joseph A., 25, 26, 337.
13, 15, 83, 89, 91, 92, 99, 100, McBride, William León, 153, 337.
101, 104, 107, 109, 110, 113, 114, McElroy, Davis Dunbar, 218, 337.
118, 119, 120, 122, 123, 126, 128, McLeod, Norman, 177, 338.
129, 130, 133, 144, 145, 146, 155, McPheeters, D. W., 281, 338.
160, 161, 166, 170, 180, 183, 185, McSween, R. J., 75, 76, 338.
186, 187, 194, 197, 203, 207, 208, Mendeloff, Henry, 246, 338.
209, 212, 222, 229, 230, 232, 239, Mercader Riba, Juan, 32, 33, 338.
241, 246, 254, 285, 286, 299, 301, Merleau-Ponty, Maurice, 289.
308, 317, 318, 319, 320, 321, 336. Meyer, Franqois, 72, 73, 338.
Lilar, Suzanne, 78, 79, 336. Moore, John A., 299, 303, 304, 314,
Orozco Díaz, Emilio, 130, 273, 276, Sartre, Jean-Paul, 50, 51, 52, 53, 54,
300, 338. 55, 56, 57, 58, 59, 60, 61, 64, 65,
Ortega y Gasset, José, 39, 40, 55, 77, 78, 79, 134, 140, 142, 151, 152,
338. 153, 163, 166, 168, 173, 175, 176,
Ovidio, 89. 177, 183, 199, 256, 267, 279, 285,
289, 291, 304, 339.
Scott, Nathan A., 63, 64, 65, 67,
París, Carlos, 73, 135, 136, 338.
339.
Pascal, Blaise, 45, 53, 139, 315.
Scheler, Max, 46, 59.
Pater, Walter, 16, 23, 338.
Schelling, Friedrich Wilhelm Jo-
Petit, Juan, 18, 330.
seph von, 46.
Petrarca, Francesco, 27, 89, 221,
Schiel, Nicholas Edward, 87, 166,
222, 241.
187, 191, 294, 339.
Petriconi, H., 161, 338.
Schneider, Jane, 69.
Pico de la Mirándola, Juan, 28.
Schopenhauer, Arthur, 296.
Pinter, Harold, 267, 268. Schrader, Alfred George, Jr., 46,
Platón, 45. 51, 134, 135, 153, 174, 339.
Poulet, Georges, 69, 70, 338. Schwartz, Leslie, 9.
Proust, Marcel, 265. Serrano Poncela, Segundo, 195,
340.
Quiles, Ismael, S. I., 177, 338. Severin, Dorothy Sherman, 146,
309, 321, 340.
Sharpe, Robert Boies, 307, 313,
Rebay, Luciano, 79, 80, 339. 340.
Renouvier, Charles, 45. Simons, Madeleine, 265, 340.
Ricard, Robert, 160, 161, 339. Smith, Bradley, 22, 340.
Ripoll, Carlos, 144, 160, 164, 202, Snow, Joseph, 69.
339. Sócrates, 45.
Rivers, Elias L., 9. Sófocles, 306.
Rocchi, Michel, 268, 339. Spalek, John M., 181.
Rubio García, Luis, 92, 100, 125, Spanos, William V., 68, 340.
163, 339. Spencer, Herbert, 36.
Rumeau, A., 90, 101, 275, 339. Spitzer, Leo, 282, 283.
Russell, P. E., 161, 283, 284, 299, Spurlock, Judith C., 180, 340.
301, 339. States, Bert O., 305, 306, 310, 311,
313, 314, 340.
Salutati, Coluccio, 28.
Sánchez-Albornoz, Claudio, 19, 21,
339. Tate, Alien, 316.
348 «La Celestina»
Wahl, Jean, 45, 46, 48, 49, 51, 52, Zárate, Armando, 257, 263, 264,
53, 54, 55, 56, 58, 60, 61, 62, 287, 341.
288, 289, 340.
INDICE GENERAL
Págs.
Agradecimiento . 9
Introducción . 11
II. El existencialismo. 45
Origen, antecedentes inmediatos, definición, 45. —
Categorías, temas y actitudes existenciales, 48: [Pri¬
mera tríada] a) Existencia, 48. — b) Ser, 50. — c)
Trascendencia, 51. —[Segunda tríada] a) Posibili¬
dad y proyecto, 52. — b) Origen o fuente, 52.—
c) Ahora, situación, instante, 53. — [Tercera tríada]
a) Elección y libertad, 54. — b) Nada y temor, 55.—
c) Autenticidad, 56. — [Cuarta tríada] a) El único,
58. — b) El otro, 58. — c) La comunicación, 60.—
.
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BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA
Dirigida por: Dámaso Alonso
I. TRATADOS Y MONOGRAFIAS
LECTURA EXISTENCIALISTA. — 23
7. Carlos Bousoño: Teoría de la expresión poética. Premio «Fasten-
rath». Sexta edición aumentada. Versión definitiva. 2 vols.
9. Ramón Menéndez Pidal: Toponimia prerrománica hispana. Reim¬
presión. 314 págs. 3 mapas.
10. Carlos Clavería: Temas de Unamuno. Segunda edición. 168 págs.
11. Luis Alberto Sánchez: Proceso y contenido de la novela hispano¬
americana. Tercera edición. 630 págs.
12. Amado Alonso: Estudios lingüísticos (Temas hispanoamericanos).
Tercera edición. Reimpresión. 360 págs.
16. Helmut Hatzfeld: Estudios literarios sobre mística española. Se¬
gunda edición corregida y aumentada. 424 págs.
17. Amado Alonso: Materia y forma en poesía. Tercera edición. Reim¬
presión. 402 págs.
18. Dámaso Alonso: Estudios y ensayos gongorinos. Tercera edición,
602 págs. 15 láminas.
19. Leo Spitzer: Lingüística e historia literaria. Segunda edición.
Reimpresión. 308 págs.
20. Alonso Zamora Vicente: Las sonatas de Valle Inclán. Segunda
edición. Reimpresión. 190 págs.
21. Ramón de Zubiría: La poesía de Antonio Machado. Tercera edi¬
ción. Reimpresión. 268 págs.
24. Vicente Gaos: La poética de Campoamor. Segunda edición corre¬
gida y aumentada, con un apéndice sobre la poesía de Cam¬
poamor. 234 págs.
27. Carlos Bousoño: La poesía de Vicente Aleixandre. Segunda edi¬
ción corregida y aumentada. 486 págs.
28. Gonzalo Sobejano: El epíteto en la lírica española. Segunda edi¬
ción revisada. 452 págs.
31. Graciela Palau de Nemes: Vida y obra de Juan Ramón Jiménez
(La poesía desnuda). Segunda edición completamente reno¬
vada. 2 vols.
34. Eugenio Asensio: Poética y realidad en el cancionero peninsular
de la Edad Media. Segunda edición aumentada. 308 págs.
39. José Pedro Díaz: Gustavo Adolfo Becquer (Vida y poesía). Ter¬
cera edición corregida y aumentada. 514 págs.
40. Emilio Carilla: El Romanticismo en la América hispánica. Ter¬
cera edición revisada y ampliada. 2 vols.
41. Eugenio G. de Nora: La novela española contemporánea (1898-
1967). Premio de la Crítica. Segunda edición. 3 vols.
42. Christoph Eich. Federico García Lorca, poeta de la intensidad.
Segunda edición revisada. Reimpresión. 206 págs.
43. Oreste Macrí: Fernando de Herrera. Segunda edición corregida
y aumentada. 696 págs.
44. Marcial José Bayo: Virgilio y la pastoral española del Renaci¬
miento (1480-1550). Segunda edición. 290 págs.
45. Dámaso Alonso: Dos españoles del Siglo de Oro. Reimpresión.
258 págs.
46. Manuel Criado de Val: Teoría de Castilla la Nueva (La dualidad
castellana en la lengua, la literatura y la historia). Segunda
edición ampliada. 400 págs. 8 mapas.
47. Ivan A. Schulman: Símbolo y color en la obra de José Martí.
Segunda edición. 498 págs.
49. Joaquín Casalduero: Espronceda. Segunda edición. 280 págs.
51. Frank Pierce: La poesía épica del Siglo de Oro. Segunda edición
revisada y aumentada. 396 págs.
52. E. Correa Calderón: Baltasar Gracián (Su vida y su obra). Se¬
gunda edición aumentada. 426 págs.
53. Sofía Martín-Gamero: La enseñanza del inglés en España (Desde
la Edad Media hasta el siglo XIX). 274 págs.
54. Joaquín Casalduero: Estudios sobre el teatro español. Tercera
edición aumentada. 324 págs.
57. Joaquín Casalduero: Sentido y forma de las «Novelas ejempla¬
res». Segunda edición corregida. Reimpresión. 272 págs.
58. Sanford Shepard: El Pinciano y las teorías literarias del Siglo
de Oro. Segunda edición aumentada. 210 págs.
60. Joaquín Casalduero: Estudios de literatura española. Tercera
edición aumentada. 478 págs.
61. Eugenio Coseriu: Teoría del lenguaje y lingüística general (Cinco
estudios). Tercera edición revisada y corregida. 330 págs.
62. Aurelio Miró Quesada S.: El primer virrey-poeta en América (Don
Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros). 274 págs.
63. Gustavo Correa: El simbolismo religioso en las novelas de Pérez
Galdós. Reimpresión. 278 págs.
64. Rafael de Balbín: Sistema de rítmica castellana. Premio «Fran¬
cisco Franco» del CSIC. Tercera edición aumentada. 422 págs.
65. Paul Ilie: La novelística de Camilo José Cela. Con un prólogo
de Julián Marías: Segunda edición. 242 págs.
67. Juan Cano Ballesta: La poesía de Miguel Hernández. Segunda
edición aumentada. 356 págs.
69. Gloria Videla: El ultraísmo. Segunda edición. 246 págs.
70. Hans Hinterháuser: Los «Episodios Nacionales» de Benito Pérez
Galdós. 398 págs.
71. Javier Herrero: Fernán Caballero: un nuevo planteamiento. 346
páginas.
72. Werner Beinhauer: El español coloquial. Con un prólogo de Dá¬
maso Alonso. Segunda edición corregida, aumentada y actua¬
lizada. Reimpresión. 460 págs.
73. Helmut Hatzfeld: Estudios sobre el barroco. Tercera edición
aumentada. 562 págs.
74. Vicente Ramos: El mundo de Gabriel Miró. Segunda edición
corregida y aumentada. 526 págs.
III. MANUALES
IV. TEXTOS
V. DICCIONARIOS
VIII. DOCUMENTOS
IX. FACSÍMILES