Está en la página 1de 28

La pastoral social y la solidaridad

1
Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17

Oración para la V Conferencia General


del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.

Señor Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, rostro humano de Dios


y rostro divino del hombre, enciende en nuestros corazones
el amor al Padre que está en el cielo y la alegría de ser cristianos.
Ven a nuestro encuentro y guía nuestros pasos para seguirte
y amarte en la comunión de tu Iglesia, celebrando y viviendo
el don de la Eucaristía, cargando con nuestra cruz,
y urgidos por tu envío.
Danos siempre el fuego de tu Santo Espíritu, que ilumine nuestras
mentes y despierte entre nosotros el deseo de contemplarte,
el amor a los hermanos, sobre todo a los afligidos,
y el ardor por anunciarte al inicio de este siglo.
Discípulos y misioneros tuyos, queremos remar mar adentro,
para que nuestros pueblos tengan en Ti vida abundante,
y con solidaridad construyan la fraternidad y la paz.
Señor Jesús, ¡Ven y envíanos!
María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros. Amén.

2
La pastoral social y la solidaridad

LA PASTORAL SOCIAL
Y LA SOLIDARIDAD

APARECIDA
DISCÍPULOS MISIONEROS
AL SERVICIO DE LA VIDA
17
1
Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17

© Instituto Pastoral Apóstol Santiago (INPAS)


Arzobispado de Santiago
San Isidro 560
Santiago

Estos libros son una producción conjunta del INPAS, la Vicaría General de Pastoral
y Editorial Tiberíades.
Agradecemos especialmente la colaboración de Vicaria Pastoral Social y de los Tra-
bajadores y Cristián Precht B. en la realización de este número.

Colección Aparecida: 978-956-8188-66-5

ISBN: 978-956-8188-78-8
Derechos de Autor: 166.802

Diseño portada e interiores: Gráficanueva Ltda.

Impreso en Chile, Octubre de 2007.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en


manera alguna para fines comerciales, por ningún medio ya sea electrónico, químico,
mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo y por escrito.

2
La pastoral social y la solidaridad

1. Introducción
La solidaridad tiene mucha historia en nuestra Iglesia. Hay rostros de pastores
solidarios simbolizados en San Alberto Hurtado ícono de la solidaridad. Hay
también diversidad de obras, unas más asistenciales y otras más promocionales,
que también destacan en este campo como son el Hogar de Cristo, la Fundación
las Rosas, el Hogar para enfermos terminales de Sida, INCAMI, y tantas otras
creaciones realizadas a favor de los más pobres. Por esa razón estamos muy
disponibles para hacer de la solidaridad un rasgo distintivo de una Iglesia más
1
samaritana, como nos lo pide la Conferencia de Aparecida .

“En la caridad que anima por doquier gestos, obras y caminos de solidaridad
con los más necesitados y desamparados” (7) el DA reconoce la presencia de
la fe y da gracias a Dios “por la fe, la solidaridad y la alegría, características
de nuestros pueblos trasmitidas a lo largo del tiempo por las abuelas y los
abuelos, las madres y los padres, los catequistas, los rezadores y tantas per-
sonas anónimas cuya caridad ha mantenido viva la esperanza en medio de las
injusticias y adversidades” (26). Así también, en la misma inauguración de esta
V Conferencia, el Papa Benedicto había introducido el tema de la solidaridad
relacionándolo con la Eucaristía, como antes lo había hecho en su Carta “Deus
Caritas Est”: “el encuentro con Cristo en la Eucaristía suscita el compromiso
2
de la evangelización y el impulso a la solidaridad” .

Ahora bien, la solidaridad no es sólo un conjunto de actividades meritorias y


aisladas. Estas se dan y deben darse como expresión de una evangelización

1 Documento conclusivo de la V Conferencia de Aparecida (DA), 31 de mayo de 2007, que será


citado entre paréntesis a lo largo del texto.
2 Benedicto XVI, Discurso inaugural 4.

3
Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17

integral y en un contexto pastoral en que cada Iglesia puede acogerlas como


don de Dios y organizarlas de la mejor manera posible. Es decir, deben inscribe
en el contexto de una “renovada Pastoral Social para la promoción humana
integral” (cap. 8.4).

Sólo es posible una verdadera evangelización cuando existe un auténtico


interés por las personas, su situación vital y la manera como desarrollan su
vida. Por eso, el trabajo, la solidaridad y la promoción de la dignidad de las
3
personas son temas que han estado siempre presentes en el magisterio de la
Iglesia y en su práctica pastoral. Hoy lo están en instituciones como la Vicaría
de la Pastoral Social y sus antecedentes como son la Vicaría de la Solidaridad,
la Vicaría de Pastoral Obrera y de los Trabajadores así como en el Instituto de
Difusión de la Doctrina Social (INDISO).

En la tercera parte del DA es posible encontrar en cada uno de sus capítulos


el desafío de construir una cultura de la solidaridad y de animarla con el
fortalecimiento de “una Pastoral Social estructurada, orgánica e integral
que, con la asistencia, la promoción humana, se haga presente en las nuevas
realidades de exclusión y marginación que viven los grupos más vulnerables,
donde la vida está más amenazada” (401). En esta parte del Documento, y
específicamente en el capítulo VIII, se reasume con nuevas fuerzas la opción
preferencial por los pobres, subrayando algunos rostros concretos a los que
nuestros Pastores nos invitan a dedicar especiales energías.

3 Ambos temas son profundizados en los cuadernos de esta colección: “La Buena Nueva del trabajo”
N. 19, y “Reino de Dios y promoción de la dignidad humana” N. 16.

4
La pastoral social y la solidaridad

2. El evangelio de la solidaridad

2.1. Vida de fe y solidaridad

La solidaridad es un tema muy presente en el DA ya que su mención aparece


no menos de 44 veces y en distintos contextos. Por una parte, ya lo indicá-
bamos, los obispos dan gracias a Dios por la solidaridad que es expresión de
nuestra fe en Dios y la tradición católica (7). Por otra parte, iluminados por
Cristo, el sufrimiento y la cruz nos interpelan a vivir como Iglesia samaritana,
recordando que la evangelización va unida a la promoción humana y a la au-
téntica liberación cristiana, mientras agradecen “por la fe, la solidaridad y la
alegría características de nuestros pueblos transmitidas a lo largo del tiempo
por las abuelas y los abuelos…”, profundizada por los catequistas y animados
por tantos testigos de la caridad (26). Reconoce con semejante gratitud la
solidaridad presente en la vida de los mismos pobres y la considera signo de
una auténtica evangelización (398).

Por otra parte, en varias citas, se nota la influencia del Sínodo de América,
cuyo lema fue “Encuentro con Jesucristo, fuente de conversión, de comunión
4
y solidaridad” , y por lo tanto, la solidaridad aparece como signo del encuentro
verdadero con el Señor y, por ende, de una Iglesia auténtica, llamada a ser en
el mundo un “sacramento de amor, solidaridad y justicia” (396).

“La fe en Dios amor y la tradición católica en la vida y cultura de nuestros


pueblos son sus mayores riquezas. Se manifiesta en la fe madura de muchos
bautizados y en la piedad popular que expresa ‘el amor a Cristo sufriente, el
Dios de la compasión, del perdón y la reconciliación (…), - el amor al Señor
presente en la Eucaristía (…), - el Dios cercano a los pobres y a los que sufren,

4 Exhortación Apostólica “Ecclesia in America”, Ciudad de México, Enero de 1999.

5
Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17

- la profunda devoción a la Santísima Virgen de Guadalupe, de Aparecida o


de las diversas advocaciones nacionales y locales’. Se expresa también en la
caridad que anima por doquier gestos, obras y caminos de solidaridad con los
más necesitados y desamparados” (7).

“Iluminados por Cristo, el sufrimiento, la injusticia y la cruz nos interpelan a


vivir como Iglesia samaritana (cf. Lc 10,25-37), recordando que ‘la evangeli-
zación ha ido unida siempre a la promoción humana y a la auténtica liberación
cristiana’. Damos gracias a Dios y nos alegramos por la fe, la solidaridad y la
alegría, características de nuestros pueblos trasmitidas a lo largo del tiempo
por las abuelas y los abuelos, las madres y los padres, los catequistas, los reza-
dores y tantas personas anónimas cuya caridad ha mantenido viva la esperanza
en medio de las injusticias y adversidades” (26).

“Día a día, los pobres se hacen sujetos de la evangelización y de la promoción


humana integral: educan a sus hijos en la fe, viven una constante solidaridad
entre parientes y vecinos, buscan constantemente a Dios y dan vida al pere-
grinar de la Iglesia. A la luz del Evangelio reconocemos su inmensa dignidad y
su valor sagrado a los ojos de Cristo, pobre como ellos y excluido entre ellos”
(398).

“Hoy queremos ratificar y potenciar la opción del amor preferencial por los
pobres hecha en las Conferencias anteriores. Que sea preferencial implica que
debe atravesar todas nuestras estructuras y prioridades pastorales. La Iglesia
latinoamericana está llamada a ser sacramento de amor, solidaridad y justicia
entre nuestros pueblos” (396).

2.2. La solidaridad como tarea

La solidaridad se considera también una tarea. Por esta razón estamos lla-
mados a promover una globalización diferente, marcada por la solidaridad
(64); a realizar una promoción humana que incluye la liberación integral y la

6
La pastoral social y la solidaridad

solidaridad (550); a impulsar con fuerza el evangelio de la vida y de la soli-


daridad (400); a ser misioneros de la Buena Nueva que incluye la solidaridad
con la creación (103). Para lograr estos objetivos hay que enseñar, practicar y
promover la solidaridad en la escuela católica (337), necesitamos “presbíte-
ros-servidores de la vida que estén atentos a las necesidades de los pobres…y
promotores de la cultura de la solidaridad” (199), y tener un laicado capaz de
desarrollar un modelo alternativo integral y solidario (474a) que sea más justo
y equitativo que el actual, oponiendo a la anticultura de muerte, la cultura
de la solidaridad (474c).

“Por ello, frente a esta forma de globalización, sentimos un fuerte llamado


para promover una globalización diferente que esté marcada por la solidaridad,
por la justicia y por el respeto a los derechos humanos, haciendo de América
Latina y El Caribe no sólo el Continente de la esperanza, sino también el Con-
tinente del amor, como lo propuso SS. Benedicto XVI en el Discurso Inaugural
de esta Conferencia” (64).

“Es el mismo Papa Benedicto XVI quien nos ha invitado a ‘una misión evange-
lizadora que convoque todas las fuerzas vivas de este inmenso rebaño’ que es
pueblo de Dios en América Latina y El Caribe: ‘Sacerdotes, religiosos, religiosas
y laicos que se prodigan, muchas veces con inmensas dificultades, para la difu-
sión de la verdad evangélica’. Es un afán y anuncio misioneros que tiene que
pasar de persona a persona, de casa en casa, de comunidad a comunidad. ‘En
este esfuerzo evangelizador –prosigue el Santo Padre–, la comunidad eclesial
se destaca por las iniciativas pastorales, al enviar, sobre todo entre las casas
de las periferias urbanas y del interior, sus misioneros, laicos o religiosos, bus-
cando dialogar con todos en espíritu de comprensión y de delicada caridad’.
Esa misión evangelizadora abraza con el amor de Dios a todos y especialmente
a los pobres y los que sufren. Por eso, no puede separarse de la solidaridad
con los necesitados y de su promoción humana integral: ‘Pero si las personas
encontradas están en una situación de pobreza –nos dice aún el Papa–, es nece-
sario ayudarlas, como hacían las primeras comunidades cristianas, practicando

7
Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17

la solidaridad, para que se sientan amadas de verdad. El pueblo pobre de las


periferias urbanas o del campo necesita sentir la proximidad de la Iglesia, sea
en el socorro de sus necesidades más urgentes, como también en la defensa
de sus derechos y en la promoción común de una sociedad fundamentada
en la justicia y en la paz. Los pobres son los destinatarios privilegiados del
Evangelio y un Obispo, modelado según la imagen del Buen Pastor, debe estar
particularmente atento en ofrecer el divino bálsamo de la fe, sin descuidar
el ‘pan material’” (550).

“Queremos, por tanto, desde nuestra condición de discípulos y misioneros,


impulsar en nuestros planes pastorales, a la luz de la Doctrina Social de la
Iglesia, el Evangelio de la vida y la solidaridad. Además, promover caminos
eclesiales más efectivos, con la preparación y compromiso de los laicos para
intervenir en los asuntos sociales. Es esperanzador lo que decía Juan Pablo II:
‘Aunque imperfecto y provisional, nada de lo que se pueda realizar mediante
el esfuerzo solidario de todos y la gracia divina en un momento dado de la
historia, para hacer más humana la vida de los hombres, se habrá perdido ni
habrá sido vano’” (400).

“Evangelizar a nuestros pueblos para descubrir el don de la creación, sabién-


dola contemplar y cuidar como casa de todos los seres vivos y matriz de la
vida del planeta, a fin de ejercitar responsablemente el señorío humano sobre
la tierra y los recursos, para que pueda rendir todos sus frutos en su desti-
nación universal, educando para un estilo de vida de sobriedad y austeridad
solidarias” (474a).
5
“Buscar un modelo de desarrollo alternativo , integral y solidario, basado en
una ética que incluya la responsabilidad por una auténtica ecología natural y
humana, que se fundamenta en el evangelio de la justicia, la solidaridad y el

5 PAULO VI. Populorum Progressio, 20. El paso, para cada uno y para todos, de condiciones de vida
menos humanas a condiciones más humanas.

8
La pastoral social y la solidaridad

destino universal de los bienes, y que supere la lógica utilitarista e individua-


lista, que no somete a criterios éticos los poderes económicos y tecnológicos”
(474c).

“El Pueblo de Dios siente la necesidad de presbíteros-discípulos: que tengan


una profunda experiencia de Dios…; de presbíteros-misioneros: movidos por la
caridad pastoral…; de presbíteros-servidores de la vida: que estén atentos a las
necesidades de los más pobres, comprometidos en la defensa de los derechos
de los más débiles y promotores de la cultura de la solidaridad. También de
presbíteros llenos de misericordia, disponibles para administrar el sacramento
de la reconciliación” (199).

Para la reflexión comunitaria:


Ver:
- ¿Qué tareas solidarias realiza nuestra comunidad?
- ¿A qué le damos preferencia?
- ¿Quiénes son los que las realizan?

Juzgar:
- ¿Trabajamos de manera asistencial, dando directamente lo que
se pide, o trabajamos de manera promocional, ayudando a la
gente a organizarse para obtener lo que requieren?
- ¿Qué haría Jesús en nuestro lugar? ¿Cómo lo haría el Padre
Hurtado?

Actuar:
- ¿Qué nuevas iniciativas tendríamos que asumir?
- ¿Con quiénes estamos dispuestos a asumirlas?

9
Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17

2.3. La solidaridad en la pastoral de la Iglesia

La caridad de Dios debe expresarse en la solidaridad reclamada con urgencia


ante los rostros de los más pobres y excluidos que para nosotros son expresión
del rostro de Cristo. Esta debe ser una actitud permanente y transversal de la
Iglesia (394) que refuerza la opción preferencial por los más pobres (396). El
desarrollo de la opción preferencial por los pobres vinculado a la promoción,
como parte integrante de la evangelización, lo hemos desarrollado en otro
6
folleto de esta misma colección y por eso no nos alargamos al respecto . En
todo caso es un elemento decisivo en nuestro estilo eclesial y nuestra pro-
gramación pastoral (394).

“Nuestra fe proclama que ‘Jesucristo es el rostro humano de Dios y el rostro


divino del hombre’. Por eso “la opción preferencial por los pobres está implícita
en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para
enriquecernos con su pobreza’. Esta opción nace de nuestra fe en Jesucristo,
el Dios hecho hombre, que se ha hecho nuestro hermano (cf. Hb 2,11-12). Ella,
sin embargo, no es ni exclusiva, ni excluyente” (392).

“Si esta opción está implícita en la fe cristológica, los cristianos, como dis-
cípulos y misioneros, estamos llamados a contemplar, en los rostros sufrientes
de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos:
‘Los rostros sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo’. Ellos
interpelan el núcleo del obrar de la Iglesia, de la pastoral y de nuestras acti-
tudes cristianas. Todo lo que tenga que ver con Cristo, tiene que ver con los
pobres y todo lo relacionado con los pobres reclama a Jesucristo: “Cuanto lo
hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron”
(Mt 25,40). Juan Pablo II destacó que este texto bíblico ‘ilumina el misterio de

6 Ver “Reino de Dios y promoción de la dignidad humana” N. 16.

10
La pastoral social y la solidaridad

Cristo’. Porque en Cristo el grande se hizo pequeño, el fuerte se hizo frágil,


el rico se hizo pobre” (393).

“De nuestra fe en Cristo, brota también la solidaridad como actitud permanen-


te de encuentro, hermandad y servicio, que ha de manifestarse en opciones
y gestos visibles, principalmente en la defensa de la vida y de los derechos
de los más vulnerables y excluidos, y en el permanente acompañamiento en
sus esfuerzos por ser sujetos de cambio y transformación de su situación. El
servicio de caridad de la Iglesia entre los pobres ‘es un ámbito que caracte-
riza de manera decisiva la vida cristiana, el estilo eclesial y la programación
pastoral’” (394).

“El Santo Padre nos ha recordado que la Iglesia está convocada a ser ‘aboga-
da de la justicia y defensora de los pobres’ ante ‘intolerables desigualdades
sociales y económicas’, que ‘claman al cielo’. Tenemos mucho que ofrecer,
ya que ‘no cabe duda de que la Doctrina Social de la Iglesia es capaz de
suscitar esperanza en medio de las situaciones más difíciles, porque, si no
hay esperanza para los pobres, no la habrá para nadie, ni siquiera para los
llamados ricos’. La opción preferencial por los pobres exige que prestemos
especial atención a aquellos profesionales católicos que son responsables de
las finanzas de las naciones, a quienes fomentan el empleo, los políticos que
deben crear las condiciones para el desarrollo económico de los países, a fin
de darles orientaciones éticas coherentes con su fe” (395).

“La fuerza de este anuncio de vida será fecunda si lo hacemos con el estilo
adecuado, con las actitudes del Maestro, teniendo siempre a la Eucaristía
como fuente y cumbre de toda actividad misionera. Invocamos al Espíritu Santo
para poder dar un testimonio de proximidad que entraña cercanía afectuosa,
escucha, humildad, solidaridad, compasión, diálogo, reconciliación, compro-
miso con la justicia social y capacidad de compartir, como Jesús lo hizo. Él

11
Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17

sigue convocando, sigue invitando, sigue ofreciendo incesantemente una vida


digna y plena para todos. Nosotros somos ahora, en América Latina y El Caribe,
sus discípulos y discípulas, llamados a navegar mar adentro para una pesca
abundante. Se trata de salir de nuestra conciencia aislada y de lanzarnos, con
valentía y confianza (parresía), a la misión de toda la Iglesia” (363).

Para la reflexión comunitaria:

Ver:
- ¿Consideramos la opción por los pobres sólo como una tarea o
también como un rasgo constitutivo de nuestra fe?
- ¿Qué lugar ocupa la opción preferencial por los pobres en nues-
tra planificación pastoral?

Juzgar:
- ¿Qué nos enseña Aparecida sobre la solidaridad al estilo de
Jesús?
- ¿Por qué la promoción humana, la opción preferencial por los
pobres y la solidaridad es parte integrante de la evangeliza-
ción?

Actuar:
- ¿Estamos dispuestos a trabajar con otras Iglesias o comunida-
des cristianas (no católicas) y con organizaciones sociales para
llevar adelante la solidaridad?
- Se sugiere hacer un proyecto solidario para este año en mi
parroquia / colegio / movimiento / comunidad…

12
La pastoral social y la solidaridad

3. Una renovada Pastoral Social

3.1. Pastoral Social estructurada, orgánica e integral

La pregunta obligada es ¿cómo se realiza en la Iglesia este trabajo solidario


que incluye los derechos humanos y la opción preferencial por los pobres? Evi-
dentemente, no puede tratarse de un hecho aislado. Se trata más bien de un
trabajo que forma parte de una “renovada pastoral social” (cap. 8.4) que, a
su vez, se inscribe dentro de un proceso evangelizador que incluye el anuncio
de la palabra, la celebración de los sacramentos y el servicio de la caridad,
tres dimensiones irrenunciables de la esencia de la Iglesia (399). Estas tres
dimensiones –Palabra, sacramentos, caridad– no pueden faltar en la Iglesia de
Jesucristo.

Por eso, como discípulos misioneros del Señor queremos impulsar el Evangelio
de la vida y de la solidaridad dentro de los planes pastorales de las Iglesias
Particulares. Esto implica promover caminos eclesiales más efectivos con la
preparación y compromiso de los laicos para intervenir en asuntos sociales
(400). Y, muy en concreto, “promover renovados esfuerzos para fortalecer
una Pastoral social estructurada, orgánica e integral que, con la asistencia,
la promoción humana, se haga presente en las nuevas realidades de exclusión
y marginación que viven los grupos más vulnerables donde la vida está más
amenazada” (401).

Por otra parte, “con la ayuda de distintas instancias y organizaciones, la Iglesia


puede hacer una permanente lectura cristiana y una aproximación pastoral a la
realidad de nuestro continente, aprovechando el rico patrimonio de la Doctrina
Social de la Iglesia… para exigir que aquellos que tienen la responsabilidad de

13
Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17

diseñar y aprobar las políticas que afectan a nuestros pueblos, lo hagan desde
una perspectiva ética, solidaria y auténticamente humanista” (403).

En fin, no todo es pedir, denunciar y exigir: también hay que alentar a los em-
presarios y agentes económicos cuando se esfuerzan en generar empleo digno,
en promover la aspiración a una sociedad justa y una convivencia ciudadana
con paz y bienestar (404). Alentar también a los que, en vez de invertir sus
capitales en acciones especulativas, prefieren crear nuevas fuentes de traba-
jo, considerando a los trabajadores y sus familias como la mayor riqueza de
la empresa. Y alentar a aquellos empresarios cristianos que hayan hecho de
la austeridad un valor inestimable, que se prodigan en obras de solidaridad
y de misericordia, y colaboran con los gobiernos en el logro del bien común
(404).

“Asumiendo con nueva fuerza esta opción por los pobres, ponemos de manifiesto
que todo proceso evangelizador implica la promoción humana y la auténtica
liberación ‘sin la cual no es posible un orden justo en la sociedad’. Entendemos,
además, que la verdadera promoción humana no puede reducirse a aspectos
particulares: ‘Debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a
todo el hombre’, desde la vida nueva en Cristo que transforma a la persona
de tal manera que ‘la hace sujeto de su propio desarrollo’. Para la Iglesia, el
servicio de la caridad, igual que el anuncio de la Palabra y la celebración de
los Sacramentos, ‘es expresión irrenunciable de la propia esencia’” (399).

“Las Conferencias Episcopales y las Iglesias locales tienen la misión de promover


renovados esfuerzos para fortalecer una Pastoral Social estructurada, orgánica
e integral que, con la asistencia, la promoción humana, se haga presente en
las nuevas realidades de exclusión y marginación que viven los grupos más
vulnerables, donde la vida está más amenazada. En el centro de esta acción

14
La pastoral social y la solidaridad

está cada persona, que es acogida y servida con calidez cristiana. En esta
actividad a favor de la vida de nuestros pueblos, la Iglesia católica apoya la
colaboración mutua con otras comunidades cristianas” (401).

“En esta tarea y con creatividad pastoral, se deben diseñar acciones concretas
que tengan incidencia en los Estados para la aprobación de políticas sociales
y económicas que atiendan las variadas necesidades de la población y que
conduzcan hacia un desarrollo sostenible. Con la ayuda de distintas instancias
y organizaciones, la Iglesia puede hacer una permanente lectura cristiana y
una aproximación pastoral a la realidad de nuestro continente, aprovechando
el rico patrimonio de la Doctrina Social de la Iglesia. De esta manera, tendrá
elementos concretos para exigir que aquellos que tienen la responsabilidad de
diseñar y aprobar las políticas que afectan a nuestros pueblos, lo hagan desde
una perspectiva ética, solidaria y auténticamente humanista. En ello juegan
un papel fundamental los laicos y las laicas, asumiendo tareas pertinentes en
la sociedad” (403).

“Alentamos a los empresarios que dirigen las grandes y medianas empresas y


a los microempresarios, a los agentes económicos de la gestión productiva y
comercial, tanto del orden privado como comunitario, por ser creadores de
riqueza en nuestras naciones, cuando se esfuerzan en generar empleo digno,
en facilitar la democracia, y en promover la aspiración a una sociedad justa y
a una convivencia ciudadana con bienestar y en paz. Igualmente, a los que no
invierten su capital en acciones especulativas sino en crear fuentes de trabajo
preocupándose de los trabajadores, considerándolos ‘a ellos y a sus familias’
la mayor riqueza de la empresa, que viven modestamente por haber hecho,
como cristianos, de la austeridad un valor inestimable, que colaboran con los
gobiernos en la preocupación y el logro del bien común y se prodigan en obras
de solidaridad y misericordia” (404).

15
Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17

Para la reflexión comunitaria:


Ver:
- Mirando lo que hacemos en ayuda fraterna y solidaridad: ¿cómo
están relacionadas nuestras tareas? ¿hay alguna coordina-
ción?
- Comparada con la Liturgia y la Catequesis, ¿a qué le dedicamos
un mayor esfuerzo?

Juzgar:
- ¿Por qué es necesario una “pastoral social” y no basta con hacer
acciones generosas y espontáneas?
- ¿Qué sabemos de la “Pastoral Social” en nuestra Diócesis o Zona
Pastoral?

Actuar:
- ¿Qué pasos tenemos que dar para pasar de nuestras acciones
solidarias o de ayuda fraterna, a una auténtica pastoral social
en red, reflexiva e integral?

3.2. Pastoral Social y globalización de la solidaridad

Nuestra acción pastoral no sólo se da en el ámbito de una Iglesia Particular y


ni siquiera de un país.

“La Iglesia en América Latina y en El Caribe siente que tiene una responsabilidad
en formar a los cristianos y sensibilizarlos respecto a grandes cuestiones de la
justicia internacional. Por ello, tanto los pastores como los constructores de

16
La pastoral social y la solidaridad

la sociedad tienen que estar atentos a los debates y normas internacionales


sobre la materia. Esto es especialmente importante para los laicos que asu-
men responsabilidades públicas, solidarios con la vida de los pueblos. Por ello,
proponemos lo siguiente:
7
a) Apoyar la participación de la sociedad civil para la reorientación y consi-
guiente rehabilitación ética de la política…

b) Formar en la ética cristiana que pone como desafío el logro del bien común,
la creación de oportunidades para todos, la lucha contra la corrupción, la
vigencia de los derechos laborales y sindicales… Por ello, hay que trabajar
por una cultura de la responsabilidad a todo nivel que involucre a personas,
empresas, gobiernos y al mismo sistema internacional.

c) Trabajar por el bien común global es promover una justa regulación de la


economía, finanzas y comercio mundial. Es urgente proseguir en el des-
endeudamiento externo para favorecer las inversiones en desarrollo y gasto
8
social …

d) Examinar atentamente los Tratados intergubernamentales y otras negocia-


ciones respecto del libre comercio… para alertar a los responsables políticos
y a la opinión pública acerca de las eventuales consecuencias negativas que
pueden afectar a los sectores más desprotegidos y vulnerables de la pobla-
ción.

e) Llamar a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a poner en prácti-


ca principios fundamentales como el bien común (la casa es de todos), la
subsidiaridad, la solidaridad intergeneracional e intrageneracional” (406).

7 Las negritas de este número son nuestras.


8 TMA 51, SD 197.

17
Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17

3.3. Rostros prioritarios de una pastoral social

La Pastoral Social tiene “en el centro de esta acción a cada persona, que es
acogida y servida con calidez cristiana” (401), especialmente, a quienes son
los rostros sufrientes que nos interpelan y a los cuales ya nos hemos referido.
Entre ellos, debe responder a los rostros que más nos duelen: las personas que
viven en la calle, los migrantes, los enfermos, los adictos dependientes y los
encarcelados (cap. 8.6).

Ahora bien, para asumir estos desafíos, la Pastoral Social, con creatividad pas-
toral, debe diseñar “acciones concretas que tengan incidencia en los Estados
para la aprobación de políticas sociales y económicas que atiendan las variadas
necesidades de la población y conduzcan a un desarrollo sostenible” (403).

En este sentido, los rostros que en este momento causan especial dolor, y por
lo tanto de quienes la pastoral social tendría que preocuparse prioritariamente,
son los siguientes:

a. Las personas que viven en la calle en las grandes urbes

“En las grandes urbes, es cada vez mayor el número de las personas que viven
en la calle. Requieren especial cuidado, atención y trabajo promocional por
parte de la Iglesia, de modo tal que, mientras se les proporciona ayuda en lo
necesario para la vida, se los incluya en proyectos de participación y promoción
en los que ellos mismos sean sujetos de su reinserción social” (407).

“Queremos llamar la atención de los gobiernos locales y nacionales para que


diseñen políticas que favorezcan la atención de estos seres humanos, al igual
que atiendan las causas que producen este flagelo que afecta a millones de
personas en toda nuestra América Latina y el Caribe” (408).

18
La pastoral social y la solidaridad

b. Los migrantes

“Es expresión de caridad, también eclesial, el acompañamiento pastoral de


los migrantes. Hay millones de personas concretas que, por distintos motivos,
están en constante movilidad. En América Latina y El Caribe constituyen un
hecho nuevo y dramático los emigrantes, desplazados y refugiados sobre todo
por causas económicas, políticas y de violencia” (411).

“La Iglesia, como Madre, debe sentirse a sí misma como Iglesia sin fronteras,
Iglesia familiar, atenta al fenómeno creciente de la movilidad humana en sus
diversos sectores. Considera indispensable el desarrollo de una mentalidad y una
espiritualidad al servicio pastoral de los hermanos en movilidad, estableciendo
estructuras nacionales y diocesanas apropiadas, que faciliten el encuentro del
extranjero con la Iglesia particular de acogida” (412).

“Creemos que la realidad de las migraciones no se ha de ver nunca sólo como


un problema, sino también y sobre todo, como un gran recurso para el camino
de la humanidad” (413).

“Los migrantes deben ser acompañados pastoralmente por sus Iglesias de origen
y estimulados a hacerse discípulos y misioneros en las tierras y comunidades que
los acogen, compartiendo con ellos las riquezas de su fe y de sus tradiciones
religiosas. Los migrantes que parten de nuestras comunidades pueden ofrecer
un valioso aporte misionero a las comunidades que los acogen” (415).

c. Los enfermos

“Cristo envió a sus apóstoles a predicar el Reino de Dios y a curar a los enfer-
mos, verdaderas catedrales del encuentro con el Señor Jesús” (417).

19
Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17

“La Pastoral de la Salud es la respuesta a los grandes interrogantes de la vida,


como son el sufrimiento y la muerte, a la luz de la muerte y resurrección del
Señor” (418).

“En las visitas a los enfermos en los centros de salud, en la compañía silenciosa
al enfermo, en el cariñoso trato, en la delicada atención a los requerimientos
de la enfermedad, se manifiesta, a través de los profesionales y voluntarios
discípulos del Señor, la maternidad de la Iglesia que arropa con su ternura,
fortalece el corazón y, en el caso del moribundo, lo acompaña en el tránsito
definitivo. El enfermo recibe con amor la Palabra, el perdón, el Sacramento
de la Unción y los gestos de caridad de los hermanos. El sufrimiento humano
es una experiencia especial de la cruz y de la resurrección del Señor” (420).

“Se debe, por tanto, alentar en las Iglesias particulares la Pastoral de la Salud
que incluya distintos campos de atención. Consideramos de gran prioridad
fomentar una pastoral con personas que viven con el VIH Sida, en su amplio
contexto y en sus significaciones pastorales: que promueva el acompañamien-
to comprensivo, misericordioso y la defensa de los derechos de las personas
infectadas; que implemente la información, promueva la educación y la pre-
vención, con criterios éticos, principalmente entre las nuevas generaciones
para que despierte la conciencia de todos a contener esta pandemia. Desde
esta V Conferencia, pedimos a los gobiernos el acceso gratuito y universal de
los medicamentos para el Sida y las dosis oportunas” (421).

d. Los adictos dependientes

“El problema de la droga es como una mancha de aceite que invade todo. No
reconoce fronteras, ni geográficas ni humanas. Ataca por igual a países ricos y
pobres, a niños, jóvenes, adultos y ancianos, a hombres y mujeres. La Iglesia

20
La pastoral social y la solidaridad

no puede permanecer indiferente ante este flagelo que está destruyendo a


la humanidad, especialmente a las nuevas generaciones. Su labor se dirige
especialmente en tres direcciones: prevención, acompañamiento y sostén de
las políticas gubernamentales para reprimir esta pandemia. En la prevención,
insiste en la educación en los valores que deben conducir a las nuevas genera-
ciones, especialmente el valor de la vida y del amor, la propia responsabilidad
y la dignidad humana de los hijos de Dios. En el acompañamiento, la Iglesia
está al lado del drogadicto para ayudarle a recuperar su dignidad y vencer esta
enfermedad. En el apoyo a la erradicación de la droga, no deja de denunciar
la criminalidad sin nombre de los narcotraficantes que comercian con tantas
vidas humanas, teniendo como meta el lucro y la fuerza en sus más bajas
expresiones” (422).

“En América Latina y El Caribe, la Iglesia debe promover una lucha frontal
contra el consumo y tráfico de drogas, insistiendo en el valor de la acción pre-
ventiva y reeducativa, así como apoyando a los gobiernos y entidades civiles que
trabajan en este sentido, urgiendo al Estado en su responsabilidad de combatir
el narcotráfico y prevenir el uso de todo tipo de droga. La ciencia ha indicado
la religiosidad como un factor de protección y recuperación importante para
el usuario de drogas” (423).

“Alentamos todos los esfuerzos que se realizan desde el Estado, la sociedad


civil y las Iglesias por acompañar a estas personas. La Iglesia Católica tiene
muchas obras que responden a esta problemática desde nuestro ser discípulos
y misioneros de Jesús, aunque todavía no de manera suficiente ante la magni-
tud del problema; son experiencias que reconcilian a los adictos con la tierra,
el trabajo, la familia y con Dios. Merecen especial mención, en este sentido,
las Comunidades Terapéuticas, por su visión humanística y trascendente de la
persona” (426).

21
Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17

e. Los detenidos en cárceles

“Una realidad que golpea a todos los sectores de la población, pero principal-
mente al más pobre, es la violencia, producto de las injusticias y otros males,
que durante largos años se ha sembrado en las comunidades. Esto induce a una
mayor criminalidad y, por ende, a que sean muchas las personas que tienen
que cumplir penas en recintos penitenciarios inhumanos, caracterizados por
el comercio de armas, drogas, hacinamiento, torturas, ausencia de programas
de rehabilitación, crimen organizado que impide un proceso de reeducación
y de inserción en la vida productiva de la sociedad. Hoy por hoy, las cárceles
son, con frecuencia, lamentablemente, escuelas para aprender a delinquir”
(427).

“Es necesario que los Estados se planteen con seriedad y verdad la situación del
sistema de justicia y la realidad carcelaria. Se necesita una mayor agilidad en
los procedimientos judiciales, una atención personalizada del personal civil y
militar que, en condiciones muy difíciles, labora en los recintos penitenciarios,
y el reforzamiento de la formación ética y de los valores correspondientes”
(428).

“La Iglesia agradece a los capellanes y voluntarios que, con gran entrega
pastoral, trabajan en los recintos carcelarios. Con todo, se debe fortalecer
la pastoral penitenciaria, donde se incluyan la labor evangelizadora y de
promoción humana por parte de los capellanes y del voluntariado carcelario.
Prioridad tienen los equipos o Vicarías de Derechos Humanos que garanticen
el debido proceso a los privados de libertad y una atención muy cercana a la
familia de los mismos” (429).

22
La pastoral social y la solidaridad

Para la reflexión comunitaria:

Ver:
- ¿Cuáles de estos grupos de personas existen en el territorio de
nuestra parroquia o en nuestro sector pastoral?
- ¿Por cuáles de ellos estamos trabajando?

Juzgar:
- ¿Qué nos enseña Aparecida al respecto de los grupos que esta-
mos apoyando?
- ¿Cómo podríamos mejorar nuestro servicio pastoral a esos
grupos?
- ¿Cómo vemos en ellos el rostro del Señor Jesús?

Actuar:
- Tomar decisiones concretas para servir mejor e incorporar a
otras personas al trabajo solidario a favor de los grupos ele-
gidos.

4. Orar y celebrar
Vivir la solidaridad es hacer nuestro el estilo de vivir y de servir de Jesús,
nuestro Señor. Es Él quien se retrata como un Buen Samaritano que, por los
caminos del mundo, va dando vida a los moribundos que quedan botados a la
vera del camino. Por esa razón, proponemos realizar la lectura orante de esta
hermosa parábola, que nos muestra al mismo Dios haciéndose prójimo de la
humanidad y nos invita a hacer otro tanto:

23
Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17

“Entonces, un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba:


“Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?”. Jesús le preguntó
a su vez: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?”. Él le respondió:
“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas
tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo”.

“Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida”.

Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta:


“¿Y quién es mi prójimo?”. Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: “Un
hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos bandidos, que
lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Ca-
sualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo.
También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano
que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se
acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso
sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al
día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole:
“Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver”. ¿Cuál de los tres te
parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?”.
“El que tuvo compasión de él”, le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: “Ve, y
procede tú de la misma manera”. (Lc 10,25-37)

- ¿Qué le dice Jesús al Doctor de la Ley?


- ¿Qué te dice a ti Jesús por medio de esta parábola?
- ¿Qué oración te surge para decirle al Señor?
- ¿A qué acciones te invita el texto?

24
La pastoral social y la solidaridad
Quédate, Señor
Oración de Benedicto XVI en Aparecida, Brasil.
Quédate con nosotros, Señor, acompáñanos aunque no siempre hayamos sabido
reconocerte. Quédate con nosotros, porque en torno a nosotros se van haciendo
más densas las sombras, y tú eres la Luz; en nuestros corazones se insinúa la de-
sesperanza, y tú los haces arder con la certeza de la Pascua. Estamos cansados
del camino, pero tú nos confortas en la fracción del pan para anunciar a nuestros
hermanos que en verdad tú has resucitado y que nos has dado la misión de ser
testigos de tu resurrección.

Quédate con nosotros, Señor, cuando en torno a nuestra fe católica surgen las nieb-
las de la duda, del cansancio o de la dificultad: tú, que eres la Verdad misma como
revelador del Padre, ilumina nuestras mentes con tu Palabra; ayúdanos a sentir la
belleza de creer en ti.

Quédate en nuestras familias, ilumínalas en sus dudas, sostenlas en sus dificul-


tades, consuélalas en sus sufrimientos y en la fatiga de cada día, cuando en torno a
ellas se acumulan sombras que amenazan su unidad y su naturaleza. Tú que eres
la Vida, quédate en nuestros hogares, para que sigan siendo nidos donde nazca la
vida humana abundante y generosamente, donde se acoja, se ame, se respete la
vida desde su concepción hasta su término natural.

Quédate, Señor, con aquéllos que en nuestras sociedades son más vulnerables;
quédate con los pobres y humildes, con los indígenas y afroamericanos, que no
siempre han encontrado espacios y apoyo para expresar la riqueza de su cul-
tura y la sabiduría de su identidad. Quédate, Señor, con nuestros niños y con
nuestros jóvenes, que son la esperanza y la riqueza de nuestro Continente, pro-
tégelos de tantas insidias que atentan contra su inocencia y contra sus legítimas
esperanzas. ¡Oh buen Pastor, quédate con nuestros ancianos y con nuestros en-
fermos. ¡Fortalece a todos en su fe para que sean tus discípulos y misioneros!

25
Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17

Índice de temas

1 Discurso Inaugural del Papa Benedicto XVI.


2 Mirada creyente de la realidad.
3 La vocación de los discípulos misioneros.
4 La espiritualidad de los discípulos y discípulas misioneros.
5 La parroquia: comunidad misionera.
6 CEB y pequeñas comunidades.
7 Ministerios y servicios en la Iglesia y en el mundo.
8 El laicado al servicio de la vida.
9 La Palabra, alimento de la vida.
10 Creer, celebrar y vivir el misterio de Jesucristo.
11 La religiosidad popular.
12 El proceso de formación de los discípulos misioneros.
13 La iniciación a la vida cristiana y la catequesis.
14 La educación católica.
15 La misión de los discípulos al servicio de la vida.
16 Reino de Dios y promoción de la dignidad humana.
17 La Pastoral Social y la solidaridad.
18 Desafíos de la movilidad humana
19 La buena nueva del trabajo.
20 La buena nueva de la familia.
21 Jóvenes al servicio de la vida.
22 La cultura de la vida.
23 La cultura y su evangelización.

26

También podría gustarte