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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17
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La pastoral social y la solidaridad
LA PASTORAL SOCIAL
Y LA SOLIDARIDAD
APARECIDA
DISCÍPULOS MISIONEROS
AL SERVICIO DE LA VIDA
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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17
Estos libros son una producción conjunta del INPAS, la Vicaría General de Pastoral
y Editorial Tiberíades.
Agradecemos especialmente la colaboración de Vicaria Pastoral Social y de los Tra-
bajadores y Cristián Precht B. en la realización de este número.
ISBN: 978-956-8188-78-8
Derechos de Autor: 166.802
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La pastoral social y la solidaridad
1. Introducción
La solidaridad tiene mucha historia en nuestra Iglesia. Hay rostros de pastores
solidarios simbolizados en San Alberto Hurtado ícono de la solidaridad. Hay
también diversidad de obras, unas más asistenciales y otras más promocionales,
que también destacan en este campo como son el Hogar de Cristo, la Fundación
las Rosas, el Hogar para enfermos terminales de Sida, INCAMI, y tantas otras
creaciones realizadas a favor de los más pobres. Por esa razón estamos muy
disponibles para hacer de la solidaridad un rasgo distintivo de una Iglesia más
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samaritana, como nos lo pide la Conferencia de Aparecida .
“En la caridad que anima por doquier gestos, obras y caminos de solidaridad
con los más necesitados y desamparados” (7) el DA reconoce la presencia de
la fe y da gracias a Dios “por la fe, la solidaridad y la alegría, características
de nuestros pueblos trasmitidas a lo largo del tiempo por las abuelas y los
abuelos, las madres y los padres, los catequistas, los rezadores y tantas per-
sonas anónimas cuya caridad ha mantenido viva la esperanza en medio de las
injusticias y adversidades” (26). Así también, en la misma inauguración de esta
V Conferencia, el Papa Benedicto había introducido el tema de la solidaridad
relacionándolo con la Eucaristía, como antes lo había hecho en su Carta “Deus
Caritas Est”: “el encuentro con Cristo en la Eucaristía suscita el compromiso
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de la evangelización y el impulso a la solidaridad” .
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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17
3 Ambos temas son profundizados en los cuadernos de esta colección: “La Buena Nueva del trabajo”
N. 19, y “Reino de Dios y promoción de la dignidad humana” N. 16.
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La pastoral social y la solidaridad
2. El evangelio de la solidaridad
Por otra parte, en varias citas, se nota la influencia del Sínodo de América,
cuyo lema fue “Encuentro con Jesucristo, fuente de conversión, de comunión
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y solidaridad” , y por lo tanto, la solidaridad aparece como signo del encuentro
verdadero con el Señor y, por ende, de una Iglesia auténtica, llamada a ser en
el mundo un “sacramento de amor, solidaridad y justicia” (396).
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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17
“Hoy queremos ratificar y potenciar la opción del amor preferencial por los
pobres hecha en las Conferencias anteriores. Que sea preferencial implica que
debe atravesar todas nuestras estructuras y prioridades pastorales. La Iglesia
latinoamericana está llamada a ser sacramento de amor, solidaridad y justicia
entre nuestros pueblos” (396).
La solidaridad se considera también una tarea. Por esta razón estamos lla-
mados a promover una globalización diferente, marcada por la solidaridad
(64); a realizar una promoción humana que incluye la liberación integral y la
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La pastoral social y la solidaridad
“Es el mismo Papa Benedicto XVI quien nos ha invitado a ‘una misión evange-
lizadora que convoque todas las fuerzas vivas de este inmenso rebaño’ que es
pueblo de Dios en América Latina y El Caribe: ‘Sacerdotes, religiosos, religiosas
y laicos que se prodigan, muchas veces con inmensas dificultades, para la difu-
sión de la verdad evangélica’. Es un afán y anuncio misioneros que tiene que
pasar de persona a persona, de casa en casa, de comunidad a comunidad. ‘En
este esfuerzo evangelizador –prosigue el Santo Padre–, la comunidad eclesial
se destaca por las iniciativas pastorales, al enviar, sobre todo entre las casas
de las periferias urbanas y del interior, sus misioneros, laicos o religiosos, bus-
cando dialogar con todos en espíritu de comprensión y de delicada caridad’.
Esa misión evangelizadora abraza con el amor de Dios a todos y especialmente
a los pobres y los que sufren. Por eso, no puede separarse de la solidaridad
con los necesitados y de su promoción humana integral: ‘Pero si las personas
encontradas están en una situación de pobreza –nos dice aún el Papa–, es nece-
sario ayudarlas, como hacían las primeras comunidades cristianas, practicando
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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17
5 PAULO VI. Populorum Progressio, 20. El paso, para cada uno y para todos, de condiciones de vida
menos humanas a condiciones más humanas.
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La pastoral social y la solidaridad
Juzgar:
- ¿Trabajamos de manera asistencial, dando directamente lo que
se pide, o trabajamos de manera promocional, ayudando a la
gente a organizarse para obtener lo que requieren?
- ¿Qué haría Jesús en nuestro lugar? ¿Cómo lo haría el Padre
Hurtado?
Actuar:
- ¿Qué nuevas iniciativas tendríamos que asumir?
- ¿Con quiénes estamos dispuestos a asumirlas?
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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17
“Si esta opción está implícita en la fe cristológica, los cristianos, como dis-
cípulos y misioneros, estamos llamados a contemplar, en los rostros sufrientes
de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos:
‘Los rostros sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo’. Ellos
interpelan el núcleo del obrar de la Iglesia, de la pastoral y de nuestras acti-
tudes cristianas. Todo lo que tenga que ver con Cristo, tiene que ver con los
pobres y todo lo relacionado con los pobres reclama a Jesucristo: “Cuanto lo
hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron”
(Mt 25,40). Juan Pablo II destacó que este texto bíblico ‘ilumina el misterio de
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La pastoral social y la solidaridad
“El Santo Padre nos ha recordado que la Iglesia está convocada a ser ‘aboga-
da de la justicia y defensora de los pobres’ ante ‘intolerables desigualdades
sociales y económicas’, que ‘claman al cielo’. Tenemos mucho que ofrecer,
ya que ‘no cabe duda de que la Doctrina Social de la Iglesia es capaz de
suscitar esperanza en medio de las situaciones más difíciles, porque, si no
hay esperanza para los pobres, no la habrá para nadie, ni siquiera para los
llamados ricos’. La opción preferencial por los pobres exige que prestemos
especial atención a aquellos profesionales católicos que son responsables de
las finanzas de las naciones, a quienes fomentan el empleo, los políticos que
deben crear las condiciones para el desarrollo económico de los países, a fin
de darles orientaciones éticas coherentes con su fe” (395).
“La fuerza de este anuncio de vida será fecunda si lo hacemos con el estilo
adecuado, con las actitudes del Maestro, teniendo siempre a la Eucaristía
como fuente y cumbre de toda actividad misionera. Invocamos al Espíritu Santo
para poder dar un testimonio de proximidad que entraña cercanía afectuosa,
escucha, humildad, solidaridad, compasión, diálogo, reconciliación, compro-
miso con la justicia social y capacidad de compartir, como Jesús lo hizo. Él
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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17
Ver:
- ¿Consideramos la opción por los pobres sólo como una tarea o
también como un rasgo constitutivo de nuestra fe?
- ¿Qué lugar ocupa la opción preferencial por los pobres en nues-
tra planificación pastoral?
Juzgar:
- ¿Qué nos enseña Aparecida sobre la solidaridad al estilo de
Jesús?
- ¿Por qué la promoción humana, la opción preferencial por los
pobres y la solidaridad es parte integrante de la evangeliza-
ción?
Actuar:
- ¿Estamos dispuestos a trabajar con otras Iglesias o comunida-
des cristianas (no católicas) y con organizaciones sociales para
llevar adelante la solidaridad?
- Se sugiere hacer un proyecto solidario para este año en mi
parroquia / colegio / movimiento / comunidad…
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La pastoral social y la solidaridad
Por eso, como discípulos misioneros del Señor queremos impulsar el Evangelio
de la vida y de la solidaridad dentro de los planes pastorales de las Iglesias
Particulares. Esto implica promover caminos eclesiales más efectivos con la
preparación y compromiso de los laicos para intervenir en asuntos sociales
(400). Y, muy en concreto, “promover renovados esfuerzos para fortalecer
una Pastoral social estructurada, orgánica e integral que, con la asistencia,
la promoción humana, se haga presente en las nuevas realidades de exclusión
y marginación que viven los grupos más vulnerables donde la vida está más
amenazada” (401).
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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17
diseñar y aprobar las políticas que afectan a nuestros pueblos, lo hagan desde
una perspectiva ética, solidaria y auténticamente humanista” (403).
En fin, no todo es pedir, denunciar y exigir: también hay que alentar a los em-
presarios y agentes económicos cuando se esfuerzan en generar empleo digno,
en promover la aspiración a una sociedad justa y una convivencia ciudadana
con paz y bienestar (404). Alentar también a los que, en vez de invertir sus
capitales en acciones especulativas, prefieren crear nuevas fuentes de traba-
jo, considerando a los trabajadores y sus familias como la mayor riqueza de
la empresa. Y alentar a aquellos empresarios cristianos que hayan hecho de
la austeridad un valor inestimable, que se prodigan en obras de solidaridad
y de misericordia, y colaboran con los gobiernos en el logro del bien común
(404).
“Asumiendo con nueva fuerza esta opción por los pobres, ponemos de manifiesto
que todo proceso evangelizador implica la promoción humana y la auténtica
liberación ‘sin la cual no es posible un orden justo en la sociedad’. Entendemos,
además, que la verdadera promoción humana no puede reducirse a aspectos
particulares: ‘Debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a
todo el hombre’, desde la vida nueva en Cristo que transforma a la persona
de tal manera que ‘la hace sujeto de su propio desarrollo’. Para la Iglesia, el
servicio de la caridad, igual que el anuncio de la Palabra y la celebración de
los Sacramentos, ‘es expresión irrenunciable de la propia esencia’” (399).
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La pastoral social y la solidaridad
está cada persona, que es acogida y servida con calidez cristiana. En esta
actividad a favor de la vida de nuestros pueblos, la Iglesia católica apoya la
colaboración mutua con otras comunidades cristianas” (401).
“En esta tarea y con creatividad pastoral, se deben diseñar acciones concretas
que tengan incidencia en los Estados para la aprobación de políticas sociales
y económicas que atiendan las variadas necesidades de la población y que
conduzcan hacia un desarrollo sostenible. Con la ayuda de distintas instancias
y organizaciones, la Iglesia puede hacer una permanente lectura cristiana y
una aproximación pastoral a la realidad de nuestro continente, aprovechando
el rico patrimonio de la Doctrina Social de la Iglesia. De esta manera, tendrá
elementos concretos para exigir que aquellos que tienen la responsabilidad de
diseñar y aprobar las políticas que afectan a nuestros pueblos, lo hagan desde
una perspectiva ética, solidaria y auténticamente humanista. En ello juegan
un papel fundamental los laicos y las laicas, asumiendo tareas pertinentes en
la sociedad” (403).
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Juzgar:
- ¿Por qué es necesario una “pastoral social” y no basta con hacer
acciones generosas y espontáneas?
- ¿Qué sabemos de la “Pastoral Social” en nuestra Diócesis o Zona
Pastoral?
Actuar:
- ¿Qué pasos tenemos que dar para pasar de nuestras acciones
solidarias o de ayuda fraterna, a una auténtica pastoral social
en red, reflexiva e integral?
“La Iglesia en América Latina y en El Caribe siente que tiene una responsabilidad
en formar a los cristianos y sensibilizarlos respecto a grandes cuestiones de la
justicia internacional. Por ello, tanto los pastores como los constructores de
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La pastoral social y la solidaridad
b) Formar en la ética cristiana que pone como desafío el logro del bien común,
la creación de oportunidades para todos, la lucha contra la corrupción, la
vigencia de los derechos laborales y sindicales… Por ello, hay que trabajar
por una cultura de la responsabilidad a todo nivel que involucre a personas,
empresas, gobiernos y al mismo sistema internacional.
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La Pastoral Social tiene “en el centro de esta acción a cada persona, que es
acogida y servida con calidez cristiana” (401), especialmente, a quienes son
los rostros sufrientes que nos interpelan y a los cuales ya nos hemos referido.
Entre ellos, debe responder a los rostros que más nos duelen: las personas que
viven en la calle, los migrantes, los enfermos, los adictos dependientes y los
encarcelados (cap. 8.6).
Ahora bien, para asumir estos desafíos, la Pastoral Social, con creatividad pas-
toral, debe diseñar “acciones concretas que tengan incidencia en los Estados
para la aprobación de políticas sociales y económicas que atiendan las variadas
necesidades de la población y conduzcan a un desarrollo sostenible” (403).
En este sentido, los rostros que en este momento causan especial dolor, y por
lo tanto de quienes la pastoral social tendría que preocuparse prioritariamente,
son los siguientes:
“En las grandes urbes, es cada vez mayor el número de las personas que viven
en la calle. Requieren especial cuidado, atención y trabajo promocional por
parte de la Iglesia, de modo tal que, mientras se les proporciona ayuda en lo
necesario para la vida, se los incluya en proyectos de participación y promoción
en los que ellos mismos sean sujetos de su reinserción social” (407).
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La pastoral social y la solidaridad
b. Los migrantes
“La Iglesia, como Madre, debe sentirse a sí misma como Iglesia sin fronteras,
Iglesia familiar, atenta al fenómeno creciente de la movilidad humana en sus
diversos sectores. Considera indispensable el desarrollo de una mentalidad y una
espiritualidad al servicio pastoral de los hermanos en movilidad, estableciendo
estructuras nacionales y diocesanas apropiadas, que faciliten el encuentro del
extranjero con la Iglesia particular de acogida” (412).
“Los migrantes deben ser acompañados pastoralmente por sus Iglesias de origen
y estimulados a hacerse discípulos y misioneros en las tierras y comunidades que
los acogen, compartiendo con ellos las riquezas de su fe y de sus tradiciones
religiosas. Los migrantes que parten de nuestras comunidades pueden ofrecer
un valioso aporte misionero a las comunidades que los acogen” (415).
c. Los enfermos
“Cristo envió a sus apóstoles a predicar el Reino de Dios y a curar a los enfer-
mos, verdaderas catedrales del encuentro con el Señor Jesús” (417).
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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17
“En las visitas a los enfermos en los centros de salud, en la compañía silenciosa
al enfermo, en el cariñoso trato, en la delicada atención a los requerimientos
de la enfermedad, se manifiesta, a través de los profesionales y voluntarios
discípulos del Señor, la maternidad de la Iglesia que arropa con su ternura,
fortalece el corazón y, en el caso del moribundo, lo acompaña en el tránsito
definitivo. El enfermo recibe con amor la Palabra, el perdón, el Sacramento
de la Unción y los gestos de caridad de los hermanos. El sufrimiento humano
es una experiencia especial de la cruz y de la resurrección del Señor” (420).
“Se debe, por tanto, alentar en las Iglesias particulares la Pastoral de la Salud
que incluya distintos campos de atención. Consideramos de gran prioridad
fomentar una pastoral con personas que viven con el VIH Sida, en su amplio
contexto y en sus significaciones pastorales: que promueva el acompañamien-
to comprensivo, misericordioso y la defensa de los derechos de las personas
infectadas; que implemente la información, promueva la educación y la pre-
vención, con criterios éticos, principalmente entre las nuevas generaciones
para que despierte la conciencia de todos a contener esta pandemia. Desde
esta V Conferencia, pedimos a los gobiernos el acceso gratuito y universal de
los medicamentos para el Sida y las dosis oportunas” (421).
“El problema de la droga es como una mancha de aceite que invade todo. No
reconoce fronteras, ni geográficas ni humanas. Ataca por igual a países ricos y
pobres, a niños, jóvenes, adultos y ancianos, a hombres y mujeres. La Iglesia
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La pastoral social y la solidaridad
“En América Latina y El Caribe, la Iglesia debe promover una lucha frontal
contra el consumo y tráfico de drogas, insistiendo en el valor de la acción pre-
ventiva y reeducativa, así como apoyando a los gobiernos y entidades civiles que
trabajan en este sentido, urgiendo al Estado en su responsabilidad de combatir
el narcotráfico y prevenir el uso de todo tipo de droga. La ciencia ha indicado
la religiosidad como un factor de protección y recuperación importante para
el usuario de drogas” (423).
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Discípulos misioneros al servicio de la vida - APARECIDA Nº 17
“Una realidad que golpea a todos los sectores de la población, pero principal-
mente al más pobre, es la violencia, producto de las injusticias y otros males,
que durante largos años se ha sembrado en las comunidades. Esto induce a una
mayor criminalidad y, por ende, a que sean muchas las personas que tienen
que cumplir penas en recintos penitenciarios inhumanos, caracterizados por
el comercio de armas, drogas, hacinamiento, torturas, ausencia de programas
de rehabilitación, crimen organizado que impide un proceso de reeducación
y de inserción en la vida productiva de la sociedad. Hoy por hoy, las cárceles
son, con frecuencia, lamentablemente, escuelas para aprender a delinquir”
(427).
“Es necesario que los Estados se planteen con seriedad y verdad la situación del
sistema de justicia y la realidad carcelaria. Se necesita una mayor agilidad en
los procedimientos judiciales, una atención personalizada del personal civil y
militar que, en condiciones muy difíciles, labora en los recintos penitenciarios,
y el reforzamiento de la formación ética y de los valores correspondientes”
(428).
“La Iglesia agradece a los capellanes y voluntarios que, con gran entrega
pastoral, trabajan en los recintos carcelarios. Con todo, se debe fortalecer
la pastoral penitenciaria, donde se incluyan la labor evangelizadora y de
promoción humana por parte de los capellanes y del voluntariado carcelario.
Prioridad tienen los equipos o Vicarías de Derechos Humanos que garanticen
el debido proceso a los privados de libertad y una atención muy cercana a la
familia de los mismos” (429).
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La pastoral social y la solidaridad
Ver:
- ¿Cuáles de estos grupos de personas existen en el territorio de
nuestra parroquia o en nuestro sector pastoral?
- ¿Por cuáles de ellos estamos trabajando?
Juzgar:
- ¿Qué nos enseña Aparecida al respecto de los grupos que esta-
mos apoyando?
- ¿Cómo podríamos mejorar nuestro servicio pastoral a esos
grupos?
- ¿Cómo vemos en ellos el rostro del Señor Jesús?
Actuar:
- Tomar decisiones concretas para servir mejor e incorporar a
otras personas al trabajo solidario a favor de los grupos ele-
gidos.
4. Orar y celebrar
Vivir la solidaridad es hacer nuestro el estilo de vivir y de servir de Jesús,
nuestro Señor. Es Él quien se retrata como un Buen Samaritano que, por los
caminos del mundo, va dando vida a los moribundos que quedan botados a la
vera del camino. Por esa razón, proponemos realizar la lectura orante de esta
hermosa parábola, que nos muestra al mismo Dios haciéndose prójimo de la
humanidad y nos invita a hacer otro tanto:
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Quédate, Señor
Oración de Benedicto XVI en Aparecida, Brasil.
Quédate con nosotros, Señor, acompáñanos aunque no siempre hayamos sabido
reconocerte. Quédate con nosotros, porque en torno a nosotros se van haciendo
más densas las sombras, y tú eres la Luz; en nuestros corazones se insinúa la de-
sesperanza, y tú los haces arder con la certeza de la Pascua. Estamos cansados
del camino, pero tú nos confortas en la fracción del pan para anunciar a nuestros
hermanos que en verdad tú has resucitado y que nos has dado la misión de ser
testigos de tu resurrección.
Quédate con nosotros, Señor, cuando en torno a nuestra fe católica surgen las nieb-
las de la duda, del cansancio o de la dificultad: tú, que eres la Verdad misma como
revelador del Padre, ilumina nuestras mentes con tu Palabra; ayúdanos a sentir la
belleza de creer en ti.
Quédate, Señor, con aquéllos que en nuestras sociedades son más vulnerables;
quédate con los pobres y humildes, con los indígenas y afroamericanos, que no
siempre han encontrado espacios y apoyo para expresar la riqueza de su cul-
tura y la sabiduría de su identidad. Quédate, Señor, con nuestros niños y con
nuestros jóvenes, que son la esperanza y la riqueza de nuestro Continente, pro-
tégelos de tantas insidias que atentan contra su inocencia y contra sus legítimas
esperanzas. ¡Oh buen Pastor, quédate con nuestros ancianos y con nuestros en-
fermos. ¡Fortalece a todos en su fe para que sean tus discípulos y misioneros!
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