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MISIONERAS CATEQUISTAS DE LOS POBRES

Cristo te llama hoy

A ti, joven, que estás atenta a escuchar la Voz del Señor en las grandes
interrogantes de la humanidad…
A ti, que vives inquieta y cuestionada por lo que acontece en torno tuyo y en el
mundo entero…
A ti, joven que te sientes amada por Cristo, elegida por Él para servir amando a los
más necesitados…
A ti, que te sientes atraída por la Vida Religiosa Misionera, para que todos
conozcan a nuestro Padre Dios y a su Enviado, Jesucristo…
A ti, joven de corazón noble y audaz, dispuesta a aceptar y vivir la misión que
Cristo Jesús quiere de ti…
A ti, dedicamos este folleto como una propuesta de vida al estilo de Jesucristo
Redentor; desde la vivencia como Misionera Catequista de los Pobres.

“En virtud de su vocación al amor, la mujer no puede encontrarse a sí misma si no


es dando amor a los demás” (San Juan Pablo II)

La fuerza moral y espiritual de la mujer unida a la conciencia de que Dios le confía


de un modo especial al ser humano, no puede estar tranquila y satisfecha ante la
realidad desconcertante que vivimos.

En nuestra tierra la realidad de violencia, injusticia y extrema pobreza generalizada


adquiere en la vida real rostros muy concretos, en los que deberíamos reconocer
los rasgos sufrientes de Cristo, el Señor que nos cuestiona e interpela:

¡UNA REALIDAD DOLOROSA QUE NOS GRITA!

¡UNA REALIDAD ESTRUJANTE QUE NOS INTERPELA!

¡UNA REALIDAD QUE NOS SACUDE Y NOS LANZA AL COMPROMISO CON


LOS MAS POBRES!

¡¡ESTE ES TU HERMANO QUE CLAMA A TI!!

¿PUEDES PERMANECER INDIFERENTE?

¡¡TÚ ERES IMPORTANTE PARA HACER QUE ESTA REALIDAD CAMBIE!!

¡CRISTO TE NECESITA AHORA!

Qué maravilloso seria escuchar a Cristo que te dice:


Ven bendito de mi Padre porque estuve desnudo y el frio del abandono y el
desamor helaba mi alma y tú me vestiste; haciéndome sentir con tu amor y tus
cuidados el amor de mi Padre Dios. Despojado de mis derechos y dignidad y tú te
levantaste a defender mi causa.

Sediento de verdad, envuelto en ideologías d una cultura de muerte y me diste de


beber a Cristo Verdad y Vida.

Encarcelado en mis pecados y mis vicios y tú me indicaste a Cristo Camino de


liberación total. Hambriento de amor, justicia y paz, y tú me entregaste con tu vida
y tu palabra a Jesús Vida en abundancia.

Enfermo y hastiado por una vida consumista, de placeres… cansado de correr


tras falsos idolitos de barro que se desmoronan y tú me llevaste a Cristo la roca
firme, el Buen Pastor que acogiéndome ha curado mis dolores y vendado mis
heridas.

Porque era forastero en mi propia tierra y tú alentaste mi esperanza para luchar


por la justicia y así, hacer presente el Reino de Dios; viviendo en comunión y
participación con todos mis hermanos.

JOVEN, ¿PARA QUÉ SIRVE LA VIDA SI NO LA NTREGAS A CRISTO TU


HERMANO HAMBRIENTO, DESNUDO, SEDIENTO, ENCARCELADO,
FORASTERO Y ENFERMO?

MISIONERAS CATEQUISTAS DE LOS POBRES

Una pequeña luz en la oscuridad

En este mundo tan necesitado de salvación y vida, las Misioneras Catequistas de


los Pobres queremos ser una pequeña luz en la oscuridad, compartiendo la vida
con nuestros hermanos, transformando sus penas y dolores en gozos y
esperanzas por el anuncio de Cristo Salvador.

Las Misioneras Catequistas de los Pobres, felices de haber sido llamadas por el
Señor Dios para vivir en unión con Cristo Víctima, ante esta situación de pecado
personal, social y estructural; ofrecemos nuestra vida en oblación al Padre por la
redención del mundo e impulsadas por el Espíritu Santo, proclamamos el Mensaje
de Salvación a todos los hermanos, preferentemente a los más pobres y
abandonados.

“Ustedes son la luz del mundo. Brille así su luz para que viendo sus buenas obras
den gloria al Padre” (Mt. 5,16)

“La misión encomendada por Cristo a su Iglesia está aún lejos de completarse,
más bien apenas comienza” (San Juan Pablo II)
EVANGELIZAR: UNA MISIÓN DE AMOR

Cristo nos envía como misioneras de Vida


Como nuevas y generosas misioneras anunciamos por todas partes a Jesús,
Evangelio del Padre.

Nos unimos a la obra redentora de Cristo en el diario vivir y somos enviadas a


evangelizar a todas las gentes, especialmente a los más pobres y abandonados.

Las Misioneras Catequistas de los Pobres que durante casi noventa años hemos
acompañado el caminar de nuestro pueblo, renovamos día con día nuestro anhelo
de servir a la gran causa de nuestros hermanos, a la edificación de la civilización
del amor, que haga posible una sociedad más justa y fraterna para todos.

“A los sencillos de corazón quiso Dios manifestar las riquezas de su Reino” (Mt.
11, 25)

“El Espíritu del Señor está sobre mí porque me consagro para llevar la Buena
Noticia a los pobres” (Lc 4,18)

La misionera va en nombre de Jesucristo pobre y humilde a anunciar un mensaje


de esperanza, solidaridad y amor.

Al evangelizar, damos importancia a una verdadera incersión apostólica, que por


sí misma ya es anuncio, un signo de Cristo encarnado, que toma sobre sí las
dolencias de sus hermanos (Const. 52)

En comunión y participación con nuestros hermanos, nos esforzamos por construir


una sociedad nueva según el Proyecto de Dios.

Las Misioneras acompañamos al pueblo en la celebración de su fe, en la


promoción humana, en la afirmación de su identidad cultural y en la defensa de
sus derechos humanos y cristianos.

Trabajamos junto a nuestros hermanos más pobres procurando conservar su


identidad cultural, respetando y promoviendo sus valores propios de: solidaridad,
unidad familiar, hospitalidad, cercanía a la tierra, sentido de la contemplación y
amor a la libertad; valores que son una aportación de nuestros antepasados.

“Que hermosos sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que
trae buenas noticias, que anuncia la salvación” (Is. 52,7)

A la luz de la fe en Cristo buscamos que fieles a sus legítimas tradiciones, crezcan


y progresen, tanto en el orden material como espiritual, difundiendo así los dones
que Dios les ha otorgado.
Las Misioneras estamos presentes predicando la Buena Nueva del Resucitado en
las grandes urbes, en las colonias marginadas, en los rincones más remotos de
las sierras, en zonas campesinas…en cualquier lugar en donde los hermanos
necesiten quien los acompañe en su desarrollo humano y espiritual.
“Deberán entregarse con todo su ser al trabajo apostólico sin detenerse ante las
privaciones, sacrificios, dificultades, cansancio…en disponibilidad total” (Fundador)

La Misionera no se detiene ante las limitaciones físicas o de edad, con tal de


predicar la Buena Nueva de Jesús:

¡Ay, de mí si no evangelizara! (1 Cor. 9,16)

“Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia, a la


fracción del pan y a las oraciones” (Hch. 2, 42)

¿CÓMO NOS PREPARAMOS?

Por la urgente y noble tarea de la Nueva Evangelización, las Misioneras


Catequistas de los Pobres, nos preparamos con seis años de estudios que
comprenden una formación filosófica, bíblica, teológica, espiritual y pastoral, a fin
de dar una respuesta eficaz a los retos y exigencias de la humanidad y en función
de un anuncio explícito y actual del Mensaje de Salvación.

La formación humana, teológica y espiritual es para nosotras el cimiento sólido


sobre el que se apoya nuestra vida consagrada y apostólica.

“Tengo muchas cosas que decirles, pero cuando venga el espíritu de la Verdad,
los conducirá a la verdad total” (Jn. 16, 12-13)

FORMACIÓN PERMANENTE

Conscientes de que vivimos en un mundo que experimenta una profunda y


continua transformación, las Misioneras Catequistas de los Pobres, vivimos la
urgencia de capacitarnos continuamente tanto espiritual, como doctrinal y
pastoralmente; para vivir con responsabilidad nuestra Vida Consagrada, dando
una respuesta desde el Evangelio, a los temores y esperanzas del hombre actual.

 Cursos de Actualización Teológica


 Curso de Pastoral Social, Juvenil, Familiar, Indígenas, etc.
 Cursos de comunidades Eclesiales de Base
 Cursos de Espiritualidad

“Señor, enséñanos a orar” (Mt 6,6)


VIDA ESPIRITUAL

Nuestra misión evangelizadora exige una sólida vida interior. La intimidad con Dios
ocupa un lugar preferente en nuestra vida, gustando plenamente de la oración, el
reo de la Liturgia de las Horas, la Celebración Eucarística, la recitación del
Rosario, la participación en el Sacramento de la Reconciliación, la asesoría
espiritual, etc.
Buscamos en la Palabra de Dios la interpretación de los acontecimientos
cotidianos, tratando de confrontar a la Luz del Evangelio la realidad, a fin de
descubrir la huella misteriosa de la Presencia de Dios en la historia humana.

La Virgen de Guadalupe, primera evangelizadora de las Américas y patrona de


nuestra congregación, es nuestra Madre y modelo de mujer consagrada y
misionera.

De Ella aprendemos a amar a Cristo y a nuestros hermanos más pobres.

“Qué todos sean uno como tú, Padre, estás en Mí y Yo en Ti. Así el mundo creerá
que Tú me has enviado” (Jn 17, 21)

LA VIDA FRATERNA EN COMÚN

Conscientes de que hemos sido llamadas a vivir en comunión con Cristo y


nuestras hermanas y que la fecundidad de la Vida Religiosa depende de la calidad
de vida fraterna propiciamos el dialogo, creando relaciones de hermandad,
amistad, aceptación y respeto.

Para favorecer la comunión de espíritus y corazones, quienes hemos sido


llamadas a vivir juntas en comunidad nos esforzamos por vivir el Evangelio y
cultivar las cualidades requeridas para toda relación humana: educación,
amabilidad, sinceridad, control de sí, delicadeza, sentido del humor y espíritu de
participación.

La Comunidad la construimos día a día viviendo el perdón y el amor. El amor de


Cristo derramado en nuestros corazones, nos impulsa a amar más a nuestras
hermanas hasta asumir sus debilidades, sus problemas, sus dificultades, a hacer
nuestras sus penas y alegrías (cf. Gal 6,2).

Vivimos una alegría honda y contagiosa, fruto de la acción del Espíritu Santo y del
gozo que nos da el servicio a los demás.

“El Amor de Cristo nos ha reunido para llegar a ser una sola familia, a fin de que
en el Espíritu, como el Espíritu y gracias a Él, podamos responder al amor del
Padre; amándolo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas y
amando al prójimo como a nosotras mismas” (Dt 6,5; Mt 22,39)
Este testimonio de alegría suscita enorme atractivo hacia nuestra Vida
consagrada, es una fuente de nuevas vocaciones y un apoyo para la
perseverancia.

Ponemos al servicio de los demás nuestras capacidades enriqueciéndonos


mutuamente.

El signo por excelencia, dejado por el Señor, es el de la fraternidad autentica: “en


esto conocerán todos que son mis discípulos, en que se aman los unos a los
otros” (Jn 13,35)

Las Misioneras Catequistas de los Pobres, consagradas por el mismo “SI” y


unidas en el Espíritu Santo descubrimos cada día que nuestro seguimiento de
Cristo obediente, pobre y casto se vive en fraternidad; como los primeros
discípulos que seguían a Jesús en su ministerio: unidos a Cristo y unidos entre sí
para la misión.

Las Hermanas ancianas con su testimonio de amor, alegría, sabiduría y oración


son un testimonio permanente, para nuestra vida espiritual y apostólica.

NUESTRA FORMACIÓN

EL ACOMPAÑAMIENTO VOCACIONAL

La joven que manifiesta interés por la Vida Religiosa, es orientada, durante un año
o más, por la Hermana Animadora Vocacional, para que se conozca más a sí
misma, tenga una vivencia profunda de vida cristiana, se comprometa en su
contexto histórico y llegue a una opción especifica vocacional, como respuesta a la
fe, libre consciente y responsable al llamado de Dios y las necesidades de los
hermanos.

Con el fin de ayudar a las Aspirantes en la búsqueda de la voluntad de Dios, las


invitamos a participar en:

 Retiro Vocacional Mensual


 Entrevistas Personales
 Jornadas Vocacionales de tres día
 Convivencias con las Hermanas
 Misión de Semana Santa
 Apostolado Catequístico
 Hora Santa Vocacional
 Grupo Vocacional

“Señor, ¿Qué quieres de mí?” (Hch 22,10)


POSTULANTADO

Durante el año de Postulantado la joven aspirante, se da cuenta si la forma


concreta de vivir el seguimiento de Cristo y nuestro estilo de Vida Consagrada
responde a sus ideales de entrega a Dios y servicio a los hermanos y, por otra
parte la Congregación observa si su vocación es la de Misioneras Catequistas de
los Pobres.

Poco a poco, por medio de la oración, el estudio, la formación humana-cristiana y


la orientación de la formadora y del director espiritual, la joven aspirante discierne,
con mayor claridad, sobre sus motivaciones vocacionales y, con libertad y
responsabilidad, decide su ingreso al Noviciado.

 Estudio
 Vida Fraterna
 Convivencias
 Retiros
 Oración
 Apostolado

“Maestro, ¿Dónde vives? Vengan y vean2 Jn 1,35)

“Haz la prueba y verás que bueno es el Señor” (Sal 33,9)

NOVICIADO

Con el Noviciado, que dura dos años, da principio la Vida Religiosa.

Las Novicias al emprender el seguimiento radical del Señor en la Congregación,


van paso a paso conociendo a Cristo Redentor, casto, pobre, obediente, orante y
evangelizador. Esta vivencia del Señor en comunidad, las capacita para hacer con
mayor claridad y libertad su consagración a Dios.

“Debemos alegrarnos de que nos haya elegido y rogarle que nos enseñe a
corresponder a su Amor” (Fundador)

La finalidad del Noviciado es que la Novicia conozca plenamente el llamado de


Dios en la Congregación a través de: la convivencia fraterna, la oración, el trabajo,
el estudio, el servicio a los demás y la experiencia apostólica; preparándose aso, a
hacer sus primeros votos de castidad, pobreza y obediencia por un año.

JUNIORADO

En esta etapa que comprende de la Primera Profesión a la Profesión Perpetua, es


el tiempo en el que las jóvenes Religiosas avanzan hacia un amor cada vez mayor
a Dios y a los hermanos, por medio de una entrega más consciente y
comprometida, en el seguimiento de Cristo casto y pobre, que redimió y santifico a
la humanidad con su obediencia llevada hasta la muerte de cruz.

Durante tres años continúa la formación teológica, doctrinal, espiritual y apostólica.


Terminando este período somos enviadas a una Comunidad Local o Casa de
Misión.

“Estoy desposada con el Hijo del Eterno Padre, con el Hijo de la Virgen Madre,
con el Salvador del mundo” (Ritual de Profesión)

CONSAGRACIÓN

Después de un mínimo de cinco años de votos temporales, de conocimiento claro


y vivencia del compromiso que implica la Vida Religiosa Misionera, solicitamos ser
admitidas a la Profesión Perpetua de los votos de Castidad, Pobreza y
Obediencia; realizando así, nuestros anhelos de pertenencia total a Dios y a la
Congregación, por la Consagración.

¡No más Jesús te encontrarás tan solo!


¡No más ingratitud!
¡Ya estoy aquí!
Vivir, amar y padecer Contigo, los pecados del mundo reparar.
¡No he conocido gloria más excelsa ni me la puedes dar! (M. Angelina)

“Antes de formarte en el seno de tu Madre, ya te conocía; antes que tu nacieras te


consagre. Para ser mi profeta Yo te escogí” (Jer 1,5)

NUESTROS VOTOS

¿POR QUÉ HACEMOS VOTOS?

Porque Dios nos ha llamado a seguir a Cristo que entregó su vida por la salvación
de todos, viviendo en pobreza, castidad y obediencia.

¿QUÉ ANUNCIAMOS AL MUNDO POR MEDIO DE NUESTROS VOTOS?

En un mundo en donde se tienen el placer, el tener y el poder como valores


absolutos, nuestros votos son la vivencia radical de los valores que propone Cristo
en el Evangelio.

Frente al placer el amor incondicional


Frente al tener el desprendimiento de los bienes
Frente al poder la libertad de vivir en disponibilidad total a Dios y a los
hermanos
“Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra”
(Jer 4,34)

VOTO DE CASTIDAD

Por el Voto de Castidad consagramos a Dios todas energías de nuestro cuerpo,


mente y corazón, para amarlo a Él sobre todas las cosas y entregarnos con plena
libertad y por toda la vida al servicio del Evangelio.

En el corazón de la Misioneras Catequistas de los Pobres caben todos los


pueblos, todas las culturas, todos los hombres y mujeres; principalmente los más
pobres y abandonados de nuestra sociedad.

VOTO DE POBREZA

A imitación de Cristo que se hizo pobre por amor a nosotros, por el Voto de
Pobreza nos comprometemos a vivir una vida pobre de espíritu y de hecho.

Austera y desprendida de las riquezas terrenas, humilde y sencilla, reconociendo


los dones de las demás y poniendo a su servicio nuestras cualidades.

Apreciando las realidades evangélicas, como la estima por el sacrificio oculto, la


dedicación a tareas no gratas ni reconocidas, al ceder nuestros criterios y puntos
de vista, etc.

Con gozo y alegría asumimos las carencias, incomodidades, pobrezas y


privaciones que lleva consigo nuestra vida misionera.

VOTO DE OBEDIENCIA

A ejemplo de Cristo que durante su vida realizó hasta las últimas consecuencias la
voluntad del Padre, por el Voto de Obediencia nos comprometemos libremente a
colaborar activamente en el proyecto de Dios, como aparece en la vida diaria, en
los signos de los tiempos, en nuestras Constituciones, en los acuerdos de
comunidad y en nuestras superioras.

Sabiendo que en ningún lugar somos indispensables, las misioneras estamos


siempre dispuestas a ser enviadas a donde la obediencia nos destine a anunciar
la Buena Nueva de Jesús.

Por la oración avivamos nuestra fe y estamos atentas a la voz del Espíritu Santo,
que nos ayuda a descubrir la huella misteriosa de Dios en nuestro diario caminar.
Los Votos más que una renuncia son una elección de amor por el DIOS- AMOR y
para amar en Él a todas las personas.

JOVEN:

Espero que llegues a encontrar aquello que le dé un significado profundo a tu vida.


Algo por lo que valga la pena vivir y… ¡aún morir!
Algo que te vitalice, te entusiasme y te capacite para entregarlo todo y seguir
siempre adelante.
No te podemos decir lo que será…eso te toca a ti buscar, encontrar, escoger y
amar por encima de todo.
Sólo podemos animarte a que empieces a ver, a abrirte a la acción del Espíritu
Santo y acompañarte en tu búsqueda con nuestra amistad, nuestra oración y
nuestra vida.
Si el Señor nos ha concedido ser felices sirviendo a nuestros hermanos, ¿Tú, por
qué no?
Joven, ¿para qué sirve la vida si no la gastas por Cristo?

NUESTROS ORIGENES

Las Misioneras Catequistas de los Pobres nacimos en Monterrey, N.L., México el


día 21 de abril de 1926.
Fuimos fundadas por el Excmo. Sr. José Juan de Jesús Herrera y Piña, V
Arzobispo de Monterrey y la Rda. Madre angelina Rusconi Rolleri, Religiosa
Salesiana.

NUESTRO FUNDADOR

El Señor Herrera y Piña, fue obispo audaz, pastor infatigable, emprendedor que
amaba a sus gentes, capaz de los más grandes sacrificios con tal de hacer
presente el Reino de Dios, en los lugares más remotos y pobres de su Diócesis.
Así peregrinó por todos los rincones de Tulancingo, la Huasteca Hidalguense y el
Estado de Nuevo León, siendo portador de la Buena Nueva de Salvación.

Fue un autentico apóstol, que a ejemplo de Cristo recorrió sierras, valles y


caseríos. Los sacrificios que tuvo que pasar y los peligros que recorrió fueron
enormes; salvando abismos en las huastecas, trepando abruptas peñas, cruzando
caudalosos ríos y soportando diversidad de climas; de día y de noche se le veía
recorriendo sus comunidades. ¡Nada lo acobardaba! De día predicaba, confesaba,
administraba los Sacramentos y de noche contestaba correspondencia.

Su contacto con la pobreza y miseria de nuestros hermanos le dio una exquisita


sensibilidad social. Salió en defensa de los pobres, fundo escuelas, implanto
varias obras de trabajo social- católica, una cooperativa para obreros y la Revista
“Democracia Cristiana”.
A un apóstol así, pocos años antes de morir, Dios le inspiro fundar una
Congragación Religiosa que atendiera el inmenso campo tan abandonado por falta
de sacerdotes.

Religiosas misioneras con gran espíritu de sacrificio y abnegación que fueran a


evangelizar hasta los rincones más apartados y desprovistos de todo. Donde
Cristo no ha sido anunciado o tienen tan sólo una fe de tradición sin fundamentos.

NUESTRA FUNDADORA

En la fundación también intervino una gran mujer, la Rda. Madre Angelina Rusconi
Rolleri, Religiosa Salesiana, italiana, que fuera misionera en México y que entrego
su vida con gran fe, alegría, humildad y sencillez a la construcción del Reino de
Dios.

La Madre Angelina fue una Religiosa, toda de Dios, siempre dócil a sus
inspiraciones y fiel cumplidora de su divina voluntad.

Ella, al sentir en carne propia la situación de pecado en que vivía nuestro mundo,
especialmente nuestra patria y que, ello se debía, más que a la maldad del ser
humano, a la ignorancia religiosa, al desconocimiento del Mensaje Salvífico de
Cristo, quiso fundar la Congregación, para que con espíritu de reparación
ofrezcamos nuestra vida con Cristo en expiación de los pecados de la humanidad
y seamos misioneras capaces de ir a los lugares más abandonados a anunciar el
Evangelio.

La Madre Angelina fue la primera y ejemplar misionera de esta naciente


Congregación.

En una ocasión escribió:


“Siento profundamente en mi alma un ardiente y continuo impulso de amar tanto,
tanto al Señor, de trabajar, de sacrificarme, de humillarme por su gloria”.

Y Dios quiso llevarla por el camino de dolor, de las incomprensiones, del


abandono, de la soledad, de la absoluta pobreza y, como el grano de trigo,
sepultada en la oscuridad murió para dar fruto abundante.

El mundo es grande y los Misioneros son pocos, envía, Señor, mensajeros de tu


Buena Nueva.

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