Cuando hablamos de la salud mental, estamos en presencia de un concepto
complejo, que abarca varias áreas de nuestra vida cotidiana y de nuestro cuerpo, así como el bienestar y equilibrio que debe tener una persona en su aspecto psíquico, emocional y social. Tiene que ver directamente en como una persona determina cómo manejar el estrés del día a día, como se relaciona con las personas de su alrededor y cuáles son las decisiones que toma cuando se le presentan adversidades. La salud mental y emocional radica en el equilibrio que posee una persona con el entorno que lo rodea, sus relaciones interpersonales, las capacidades comunicativas y expresivas, los métodos aplicados para la resolución de problemas, entre otros. Una persona que goza de salud mental se dice que tiene las siguientes características fundamentales: está satisfecho consigo mismo, se acepta tal y como es, con sus virtudes y defectos; se siente bien con los demás, es decir, es capaz de relacionarse, comprender, entender y valorar a los que tiene a su alrededor y, por último, es capaz de satisfacer las demandas que la vida le presenta, porque las personas enfrentan los retos y deben tratar de salir vencedores de ellos, pero aunque fallen se logran reivindicar y seguir adelante. La salud física consiste en el bienestar del cuerpo y el óptimo funcionamiento del organismo de los individuos, es decir, es una condición general de las personas que se encuentran en buen estado físico, mental, emocional y que no padecen ningún tipo de enfermedad. La salud física también se refiere a los análisis o estudios relacionados con la alimentación y la nutrición, las enfermedades o afecciones que pueden preexistir y las que se pueden prevenir, la actividad física a realizar, e incluso, se refiere a la educación acerca de cómo mantener un estado de vida saludable. Estar sano para el ser humano, no solo significa cuidar de aspectos físicos, sino que también es igual de importante el bienestar y salud mental. Si se posee una salud psicológica apropiada, se pude desarrollar el potencial para afrontar positivamente las situaciones estresantes que se presentan en la vida, como la pérdida de un ser querido. A su vez, se podrá pasar y compartir el tiempo con la familia, amigos y la comunidad que le rodea. Valorarse y aceptarse a sí mismo es un aspecto clave para mantener la salud psicológica, lo que permitirá disfrutar de la vida por completo. Sin embargo, si esto se convierte en una lucha, la habilidad de sentir, expresar y manejar las emociones positivas y negativas (especialmente la rabia) se verán afectadas. Por ejemplo, si se tiene una enfermedad física permanente, se ha jubilado o le han despedido, es posible que se sienta bajo de ánimo y estresado, estos sentimientos suelen pasar, pero en ocasiones desarrollan otros problemas más serios, como la depresión o la ansiedad. Por lo tanto, tener una buena salud mental nos protegerá de desarrollar estos trastornos. La salud física se relaciona con los estados mentales y emocionales de cada individuo. Por ello, se suele decir que cuerpo y mente se relacionan. Al contar con una salud física en buen estado, se obtendrá también una salud mental y emocional sana y viceversa. Cuando un individuo goza de un buen estado de salud física su cuerpo goza de solidez y carece de enfermedades, por tanto su salud mental y emocional también se encuentran en buen estado. La salud mental y emocional deben estar en armonía con la salud física, porque en gran medida el hecho de que una persona se sienta bien y lo demuestre es sinónimo de que es consciente de que está en buen estado, y en caso de sobrellevar alguna enfermedad o problema de salud, el tener pensamiento positivos y ser optimistas ayuda de forma increíble al estado físico. La creatividad, espontaneidad, disciplina, autoestima y seguridad personal dependen en un porcentaje del estado mental y emocional de cada individuo. Mientras el estado mental y sentimental de la persona sea estable y equilibrada, mejor será su desempeño en las actividades de la vida cotidiana.