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Karla Andrea Terán Machicado

Javier Murillo de la Rocha


Módulo Política Exterior e hitos fundamentales de la gestión internacional de
Bolivia

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Relaciones internacionales de Bolivia

Introducción

Desde que el actual presidente Evo Morales entró al gobierno el año 2006, Bolivia ha
tomado rumbos nuevos en algunos casos conflictivos, en su política exterior que ha
mantenido como temas de agenda ciertos ejes que podrían considerarse históricos. No
obstante, la política exterior ha atravesado transformaciones significativas, ya que ha sido
rediseñada en cuanto a los principios y objetivos que la sustentan. A menudo sus posiciones
dejan al país aislado y poniéndolo en situaciones difíciles.

A continuación, se presentan tipos de relaciones bilaterales que Bolivia tiene ya sea por
extrema cercanía o por extrema confrontación. En primer lugar, aquellos países que
distinguen una relación bastante fuerte, Venezuela y Cuba; en segundo lugar, los que
demuestran claros signos de conflictividad, tales como Estados Unidos y Chile, y los que
representan los "nuevos socios" en la agenda de política exterior, China e Irán y;
finalmente,

a) Cuba y Venezuela

La lealtad con el régimen venezolano es llamativa porque Bolivia es el único país en


Sudamérica que se mantiene junto al Gobierno de Maduro. También con Cuba las
relaciones exteriores son sumamente estrechas. Dentro de las decisiones tomadas en
organismos multilaterales, Bolivia vota siempre al unísono con estos dos países, hechos que
para los principales diplomáticos bolivianos, representan “excelentes relaciones”, mediadas
por un evidente tinte político partidista.

Ambos Estados profundizaron la amistad a partir de 2006 con el Gobierno de Evo Morales.
Hay cifras que demuestran esa estrecha relación, por ejemplo: en diez años, médicos
cubanos en Bolivia atendieron a 63 mil pacientes bolivianos. Más de 5.000 médicos
bolivianos se están formando en Cuba. Aunque no hay cifras exactas del gasto efectuado
por el gobierno boliviano por cada médico (éstas varían entre 3.000– 8.000 euros al mes).
Los tres países son parte del bloque alternativo ALBA (Alianza Bolivariana para América)

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y de CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). Cuba y Venezuela
apoyan la demanda marítima boliviana en todos los foros internacionales.

b) Chile y EE UU

Con Chile la relación históricamente ha sido tensa, principalmente porque la misma


encuentra su punto conflictivo en el tema de una salida al mar para Bolivia. Cabe recordar
que con el país transandino no hay relaciones diplomáticas desde 1978. En cambio, en
materia migratoria los flujos son dinámicos y carecen de políticas que regulen las mismas
en beneficio de ambas naciones.

El problema marítimo ha llegado hasta la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en La Haya,


que ha integrado la política interna de Bolivia, generando una sola visión y misión nacional
frente a este asunto. La reivindicación marítima es de las pocas problemáticas que cuenta
con el apoyo de todos los bolivianos.

Por otro lado, la relación con Estados Unidos fue tradicionalmente muy estrecha y en
distintas dimensiones. Sin embargo, con la entrada en el Gobierno de Evo Morales, se
generaron una serie de rupturas que el gobierno estadounidense asoció a la simpatía de
dicho gobierno con Venezuela. Este distanciamiento se expresó en 2008 cuando Estados
Unidos y Bolivia rompieron relaciones consulares que se tradujeron por ejemplo en la
expulsión de la DEA (Drug Enforcement Agency) y USAID (cooperación para el
desarrollo), que devino en diferencias acerca del tema de la lucha contra el narcotráfico.

c) China e Irán

China e Irán ingresaron en el último tiempo en los lineamientos de política exterior


boliviana. La explicación general se basa en la voluntad del gobierno boliviano de
diversificar el abanico de relaciones bilaterales, de acuerdo a las oportunidades que ofrece
el entorno internacional. Sin embargo, comparando el caso chino y el iraní, se pueden
evidenciar diferencias entre las respectivas agendas bilaterales.

Recordando que China, es uno de los principales consumidores de alimentos y recursos


energéticos en el mundo, debido a su acelerado y constante ritmo de crecimiento
económico y demográfico. En este sentido, ambos países han establecido una serie de
acuerdos estratégicos en materia comercial que han fortalecido las relaciones bilaterales.

En el caso de Irán, la vinculación de Bolivia se inserta en un contexto completamente


diferente al caso anterior. Según Fernández (2009) este acercamiento ha sido definido como
una "anomalía", ya que carece de antecedentes históricos, culturales o políticos, que en el

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plano económico-comercial no tiene relevancia, ni ha sufrido cambio alguno desde el
establecimiento de relaciones diplomáticas en 2007.

El devenir de una política exterior contradictoria

En el marco de la categorización de las relaciones internacionales (descriptiva, explicativa,


preventiva, predictiva y prescriptiva), una de las explicaciones para entender la política
exterior contemporánea del país está asociada a un conjunto de contradicciones que
trascienden cada una de las relaciones bilaterales ya señaladas, puesto que desde la arista
predictiva no se efectúa una lectura que haga frente a los aspectos negativos de la “mal
entendida” política de protección del Estado. Esto se vincula directamente con el
aislamiento del país en el concierto internacional, que ha tenido como consecuencia la
pérdida de oportunidades y credibilidad, no solamente al interior, tomando en cuenta las
constantes críticas de la población hacia la política exterior del gobierno actual, sino con
mayor preocupación frente a instancias internacionales regionales en el contexto
latinoamericano.

Un caso reciente ocurrido en una reunión del MERCOSUR en Argentina, supuso un


retroceso crítico en la postura del gobierno boliviano que no firmó la carta conjunta de
repudio a la violencia en Venezuela, que desde el punto de vista preventivo no le hace bien
a Bolivia, sobre todo si consideramos que el país se encuentra en la fase final del proceso
de adhesión al MERCOSUR como miembro de este organismo.

Esta acción es contradictoria a todos los avances que se han suscitado en el contexto
latinoamericano en materia de integración, principalmente en vistas a una sola visión
regional frente a una serie de conflictos y problemáticas propias de Latinoamérica, que en
su momento ha tenido como protagonista a Bolivia a través de una serie de encuentros
multilaterales e institucionales que han trabajado sobre la defensa de derechos humanos y
de repudio a cualquier atentado contra los mismos, lo cual solamente puede generar el
retiro de apoyo de muchos países sudamericanos hacia el país, que incluso puede
fragmentar las relaciones bilaterales con algunos de estos.

En la otra vereda, las relaciones bilaterales con Chile siempre fueron conflictivas, pero
Bolivia tuvo a lo largo de muchos años la postura clara frente a la reivindicación marítima.
Sin embargo, si bien Bolivia ha establecido un equipo bien conformado de especialistas que
han llevado este asunto a tribunales internacionales, carece aún de la capacidad de generar
una estrategia preventiva y prescriptiva una vez que se conozca el fallo del CIJ de la Haya y
las respuestas de Bolivia y Chile para un futuro proceso de negociación.

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La actual estrategia boliviana tiene el desafío de establecer los mecanismos necesarios para
hacer frente a una potencial negativa chilena de aceptar el fallo a favor de Bolivia o por
ejemplo, en un eventual proceso de negociación determinar los términos de arreglo ante una
propuesta de salida marítima a cambio de un territorio y sus recursos, como podrían ser las
aguas del Silala que también se encuentran en el foco del debate bilateral entre ambos
países.

Se ha elaborado una campaña mediática que ha desviado la atención hacia esta


problemática pero con un enfoque contradictorio porque por un lado se antepone criterios
antinacionales respecto a Chile que no son la mejor manera de generar una respuesta
positiva en este país, pero por el otro, descuida la problemática migratoria entre ambos
países puesto que en los últimos años un importante contingente de bolivianos ha migrado
por razones de trabajo y estudio a Chile y Bolivia no ha desarrollado políticas específicas
para proteger a estos ciudadanos de los constantes actos discriminatorios y en detrimento de
los derechos laborales de sus connacionales en territorio transandino.

En el caso de las relaciones con EE. UU., bajo un discurso de “lucha” contra el
antiimperialismo que en los hechos no cambia la dependencia ideológica y política del
modelo neoliberal global impuesto por el país del norte, es que desde la categoría
explicativa de las relaciones internacionales, no se comprende cómo el Estado no ha
manifestado una postura crítica que se traduzca en demandas ante cortes internacionales por
concepto de daños económicos al país por parte de empresas transnacionales que por años
han trabajado en Bolivia en situaciones irregulares que hasta ahora no han seguido un
proceso judicial regular.

Este año, EE. UU. y Bolivia celebraron un acuerdo marco para restablecer relaciones
diplomáticas, con representación de los embajadores. La actual política exterior boliviana
puede ser descrita como consistente, pero no siempre como pragmática, pues en los últimos
años el distanciamiento ha provocado que diversas ONG’s que trabajaban en el país, retiren
su ayuda e incluso dejen inconclusos proyectos que de alguna manera beneficiaban a
ciertos sectores de la sociedad boliviana, y que bajo esta mirada otras ONG’s de otros
países y locales sean cuestionadas sean cuestionadas y criminalizadas, ocasionando que
muchas personas pierdan sus fuentes de trabajo.

En cuanto al vínculo entre China y Bolivia, el intercambio comercial pone en evidencia la


clara complementariedad de ambas economías, pero mantiene la misma lógica vertical que
hace que Bolivia continúe siendo un país primario exportador (principalmente plata, estaño,
zinc, antimonio, etc.), y China se convierta en el nuevo “imperio” asiático que vende al país
más de 4.000 productos manufacturados (IBCE, 2013). Esta balanza comercial
absolutamente deficitaria para Bolivia se mantuvo entre 2007 y 2012. Ambos países

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fortalecieron el vínculo bilateral firmando seis acuerdos de cooperación para el
emprendimiento de proyectos conjuntos en materia de agricultura, minería,
comunicaciones, energía, incentivos a las inversiones y seguridad alimentaria (Bolpress,
2011).

Contradictoriamente, el país se ha visto envuelto nuevamente en un proceso de


endeudamiento externo que parecía ser superado paulatinamente. Esto debido al crédito
chino (300 millones de dólares) para el desarrollo de proyectos productivos y de
explotación de recursos naturales. En este sentido, el gobierno tiene la responsabilidad de
evitar mayores consecuencias catastróficas para la economía nacional y frente a la
depredación del medio ambiente sin políticas que regulen y establezcan sanciones a las más
de mil empresas chinas que actualmente se adjudicaron y ejecuta diversos proyectos del
país, que también atentan contra los derechos laborales de muchos trabajadores bolivianos
y chinos.

En el último caso de las relaciones bolivianas e iraníes, el comercio es prácticamente


insignificante en volúmenes y no representa un mercado importante para los productos del
país. Entonces, desde el punto de vista explicativo, esta situación entre ambos países
responde a lo ocurrido en las relaciones Irán-Venezuela. La ideología antiestadounidense de
las administraciones de Chávez y Ahmadinejad, y las posibilidades de negocios conjuntos
en materia petrolera, se hicieron influyentes en el esquema del ALBA para replicar esta
dinámica en la región.

Además, los gobiernos de Bolivia e Irán se han brindado apoyo en las demandas
presentadas ante los organismos internacionales. Por ejemplo, Irán ha respaldado la defensa
de la hoja de coca "como un derecho inalienable del pueblo boliviano" y como
contrapartida, Bolivia defiende el programa nuclear iraní para fines pacíficos. Este caso
particular responde solamente a intereses mediáticos de abrir las relaciones internacionales
de Bolivia, pero sin una mirada predictiva que genere mayores y mejores beneficios para el
país.

A manera de conclusión, vemos que las relaciones internacionales de Bolivia han


experimentado algunos cambios de consideración que necesariamente deben llamar la
atención de la sociedad en su conjunto, toda vez que se desarrollen mecanismos a través de
las organizaciones de la sociedad civil para incidir en la reformulación de la política
exterior nacional, a fin de evitar que decisiones poco acertadas, terminen generando
consecuencias contra la economía del país y la imagen pública de Bolivia en el plano
internacional.

Bibliografía

5
Fernández, Gustavo. 2009. La política exterior boliviana. En: Primer Encuentro
Internacional del Observatorio Andino de Política Exterior OBANPEX. Quito - Ecuador.

IBCE. Cifras del comercio exterior boliviano gestión 2013. 2014. Año 22. Número 220.
Santa Cruz Bolivia. 2014

Páginas web

https://www.esglobal.org/la-actual-politica-exterior-bolivia/

Bolpress. (10 de septiembre de 2008). Evo declara persona no grata al Embajador de


EE.UU. y le pide que se vaya del país. 

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