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Ensayo

La Geopolítica de Venezuela
Francisco Natera
3er año “A”

Profesor:

Ricardo Castillo.

Materia:

G.H.C

San Carlos, 13 de junio de 2023


Geopolítica como ciencia
La geopolítica es el estudio de los efectos de la geografía humana y la geografía física sobre
la política y las relaciones internacionales. La geopolítica es un método de estudio de la
política exterior para entender, explicar y predecir el comportamiento político internacional
a través de variables geográficas.
Es la ciencia que pretende fundar la política nacional o internacional en el estudio
sistemático de los factores geográficos económicos y raciales en formula que combiné el
nacionalismo en sus fundamentos territoriales, proteccionistas autóctonos. La Geopolítica
es una de las ciencias que más ha evolucionado desde su nacimiento a principios de siglo,
la cual se ha ido consolidando a través del tiempo cómo un conocimiento científico teórico
y pragmático que se inspira en la íntima relación entre el Estado y el espacio donde aquel
tiene un interés político que satisfacer. Un conocimiento que dispone de un campo de
investigación propio: el espacio geopolítico; una metodología propia de razonamiento y una
terminología exclusiva, única y diferenciada.
Consideraciones generales sobre la
Geopolítica de Venezuela
En los últimos años Venezuela ha evolucionado de forma eficaz y mantenida en el
acatamiento de los objetivos del Equilibrio Internacional anunciados en las líneas generales
del Plan de Desarrollo Económico y social 2001-2007, se fortaleció la soberanía Nacional y
se progresó en la construcción de un mundo multipolar, la integración Latinoamericana y
Caribeña y la transformación de las relaciones internacionales de nuestra política exterior,
esto ha dado como resultado que Venezuela haya tenido un importante aumento en su
posicionamiento en escenario internacional. En este sentido en los últimos años de la
Revolución Bolivariana ha implementado una intensa política exterior, rompiendo con la
pasividad histórica que caracterizo la relación de Venezuela con el mundo, en la cual el
elemento fundamental fue la reflexión y subordinación a los intereses geopolíticos del
imperialismo norteamericano.
En principio, una política exterior debe reflejar el interés nacional del país y debe procurar
un criterio de seguridad y de proyección mundial que sea aceptado por una mayoría que
aspira a la paz y a la estabilidad en su nación. En el caso que nos ocupa, nos encontramos
ante un modelo político que se sustenta en la construcción de una visión del mundo en
donde el enfoque “amigo-enemigo” de la política, el uso indiscriminado de la tesis sobre la
“voluntad de la mayoría” y el afán de promocionar un “paquete ideológico” radical, se han
mezclado con tradiciones nacionales como el activismo internacional y el presidencialismo,
en una oferta que ha contado con un poderoso verbo y una capacidad de gasto público que
contempla importantes programas sociales.
El petróleo ha sido el principal vehículo para la inserción de Venezuela en las relaciones
internacionales contemporáneas. Este factor ha promovido a su vez una cultura política
considerada como reguladora de la actividad privada, promotora de la dependencia de la
sociedad del Estado y vulnerable ante las oscilaciones de los precios del barril del petróleo.
La llegada de un gobierno de izquierda al poder en Venezuela en 1999, que ha mantenido el
activismo internacional de los gobiernos anteriores, profundizando su presencia mundial y
apoyándose en las corrientes radicales de izquierda, marxistas y no marxistas que como un
todo se han presentado como un pensamiento diferente a las ideas liberales. Por ello, la
consolidación de la experiencia chavista ha originado una política exterior bifrontal, basada
en su poder económico y en su compromiso revolucionario. Ahora bien, el papel que
Venezuela ha tratado de jugar en el ámbito global no puede ser separado del propio espacio
que han tenido la política exterior y en general, las relaciones internacionales del país en el
ámbito interno. Las alusiones al “imperio” y las alianzas con Cuba e Irán, más otras
conductas ideológicas venezolanas en el exterior no son sino el reflejo actual de un proceso
paulatino de posicionamiento de la política exterior en la agenda doméstica y viceversa.
Dada la importancia que la política exterior ha adquirido en la Venezuela actual, se debe
prestar una especial atención a las respuestas internacionales del Gobierno a una situación
que definen sus propios dirigentes como favorable al impulso de la revolución mundial. La
oposición, tanto mediática como partidista también utiliza el tema internacional para influir
en el debate público y sostener una actitud permanente de denuncia sobre lo que se percibe
como una diplomacia parcializada y errada en sus planteamientos y objetivos.
La política exterior de Venezuela se ha orientado hacia una dirección radical en el marco de
la promoción del socialismo del siglo XXI, cuestión que se ha acrecentado con más ahínco
desde el año 2007. Ese año se conoció un documento del gobierno del presidente Chávez
titulado “Las líneas generales del Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación
2007- 2013”. Según el Plan, se pretende "neutralizar la acción del imperio fortaleciendo la
solidaridad y la opinión pública de los movimientos sociales organizados" y como un
objetivo más general, se establece la creación de una estrategia mundial "para la
movilización de masas en apoyo al proceso revolucionario” De acuerdo con ese Plan, el
Gobierno se plantea "una conducción multipolar de la política mundial" que se basa en "la
creación de nuevos bloques de poder".
Ideas generales sobre nuestra política exterior con Colombia
Las relaciones entre Venezuela y Colombia. Venezuela ha tenido una política exterior con
Colombia concentrada en las reservas que tiene el gobierno de Chávez sobre la así llamada
orientación pro-estadounidense del gobierno del presidente Uribe. Para Caracas, el apoyo
colombiano al ALCA y los TLC, las consecuencias para las relaciones entre los dos países
de la eventual firma del tratado bilateral de libre comercio entre Colombia y Estados
Unidos, la salida de Venezuela de la Comunidad Andina de Naciones, las diferencias entre
los dos gobiernos sobre la violencia en Colombia y el proceso de pacificación en ese país
no ayudan a establecer una relación estable y basada en la confianza bilateral. Del mismo
modo, la cooperación militar entre Bogotá y Washington; asunto éste que ha tenido su más
estrecho y polémico momento por la reacción de sus vecinos fronterizos a la decisión
colombiana de permitir que EEUU utilice siete instalaciones militares de los granadinos
para remplazar las operaciones que realizaba en la base ecuatoriana de Manta, llevó a la
protesta venezolana. Esto llegó al punto de considerar las actividades de militares
estadounidenses en aquel país como una amenaza grave para su seguridad y estabilidad del
gobierno bolivariano. Colombia ha tratado de concentrar las relaciones en el plano
económico-comercial, al procurar de venderle a Venezuela sus bienes y servicios y aspira a
resolver el diferendo colombo-.venezolano sobre la delimitación de áreas marinas y
submarinas por una vía pacífica. Pero, a pesar de la ventaja comparativa del mercado
venezolano y la importancia que tienen para Colombia las relaciones comerciales con
Venezuela, al gobierno de Uribe le preocupa la intención de Caracas de reducir ese
intercambio por razones políticas y las ambigüedades de Venezuela con la guerrilla y con la
izquierda legal de ese país. (Romero 2009b) El hecho que al presidente Chávez se le pidiera
en el 2007 que interviniera como mediador en las negociaciones entre el Gobierno de Uribe
y las FARC se vio con buenos ojos en Colombia. Dada la situación de estancamiento de las
negociaciones, se apoyó la gestión del presidente Chávez, dentro de las dudas de Caracas
sobre que el gobierno de Uribe cambiaría de posición (enfrentar militarmente a las FARC y
no permitir una zona de distensión), al igual que sobre la conducta de la FARC (pedir un
zona de distensión y liberar a dirigentes y miembros de las FARC presos). Esta iniciativa
no prosperó y más bien contribuyó, (junto con la crisis bilateral de marzo de 2008 a raíz de
la incursión colombiana a territorio ecuatoriano y la firma del tratado de cooperación
militar entre Colombia y Estados Unidos en 2009), a que las relaciones entre los dos países
se encuentren en una situación bastante precaria.
Después del triunfo de Petro en Colombia, el matiz de las relaciones entre ambos países ha
mejorado notablemente, se restableció el comercio exterior, se abrieron las fronteras entre
ambos países, se recibió la visita del presidente de Colombia después de muchos años que
esto no pasaba.
Relaciones de Venezuela con el caribe
Venezuela ha obtenido resultados positivos, en sus negociaciones en el Caribe, logrando
soluciones amigables, equilibradas y razonables, que reflejan sus intereses vitales y
cumplen con una condición fundamental: acercar a los pueblos. En tal sentido esto se
representa en los Tratados de delimitación de áreas marinas y submarinas con los Países
Bajos (31-03-1978); Estados Unidos (28-05-78); República Dominicana (03-03-1979);
Francia (1807 1980); y Trinidad y Tobago (6-11-1990).
Venezuela es uno de los principales actores económicos de América Latina, de allí la
importancia de conocer las características de su política exterior. Los desarreglos de la política
exterior hacia el caribe pueden ser resueltos si se les comprende en su dimensión local y global.
En este sentido es necesario avanzar del espacio "Inter-social" de la preocupación estrictamente
comercial a los espacios culturales y de cooperación técnica. La visión de la política exterior
venezolana ha complementado la visión geopolítica con la visión geoeconómica en escenarios
como el acuerdo de San José con México, el G3 con México y Colombia, el SIECA y con el
CARICOM hasta la creación de la AEC en 1994. Sin embargo, Venezuela ha oscilado en su
incorporación en concordancia con la situación de crisis interna. La agenda Venezuela de 1996
considera el proceso de acercamiento a diversos escenarios, en consonancia con la negociación
hemisférica de libre comercio. En este contexto, la política exterior de Venezuela ha reflejado
actitudes de participación, tolerancia y competencia cívica.
Relaciones de Venezuela con Brasil y Guayana
Con Brasil
Entre Venezuela y Brasil quedan algunos temas por resolver. Hay algunas diferencias en
cuanto a cómo llevar las relaciones hemisféricas, sobre las relaciones bilaterales y
regionales con Estados Unidos, sobre el rumbo de MERCOSUR y de UNASUR y en cómo
complementar, diseñar y aprobar la pretensión de cada país de crear la “Organización del
Tratado del Atlántico Sur (OTAS)”, el “Consejo de Defensa Regional”, desde la
perspectiva brasileña y/o las “Fuerzas Armadas de la ALBA”. En realidad, ninguno de los
dos gobiernos habla ya de la OTAS, especialmente Brasil. El Consejo de Defensa
Suramericano ya se creó y está funcionando y en la ALBA se ha constituido el Comité
Permanente de Soberanía y Defensa de la ALBA-TCP. También prevalece la idea de
resolver los problemas fronterizos en la región, aumentar la vigilancia y la prevención de
conflictos y de luchar contra el crimen organizado. Del mismo modo, se trata de analizar
las dificultades encontradas para debatir los temas de los modelos de desarrollo, el papel
regional de Brasil y su proyección mundial, las dificultades de la entrada de Venezuela a
MERCOSUR y su relación con el proyecto de la ALBA. A esto se le agregan las
diferencias políticas entre ambos gobiernos con respecto al tema de Bolivia, el tratamiento
del conflicto colombiano y la deuda cambiaria que Venezuela sostiene con empresas
brasileñas por un monto de 15.000 millones de dólares americanos. (Rojas Penso 2007)
3.1.2.- El caso de MERCOSUR. En cuanto a la decisión de Venezuela de entrar en el
MERCOSUR, lo que salta a la vista son al menos cuatro consecuencias: 1) la decisión
estuvo relacionada con la salida de Venezuela de la Comunidad Andina de Naciones; 2) se
entiende que la entrada de Venezuela en MERCOSUR impulsará la diversificación de la
economía venezolana y el rol del sector energético venezolano más una diversificación de
los socios comerciales; 3) la decisión fortalece, más bien, el control estatal de la economía,
al no consultarse al sector privado sobre la entrada del país al mecanismo; 4) se fortalece el
carácter importador de la economía venezolana y una balanza comercial desfavorable para
Venezuela. (Rojas Penso 2007). En síntesis, las relaciones entre Venezuela y Brasil han
oscilado entre la cooperación y la competencia “sutil” en América Latina y en el mundo.
Brasil se proyecta como una potencia mundial, mantiene buenas relaciones con Estados
Unidos, fomenta la colaboración y la coordinación entre los países “BRIC (Brasil, Rusia,
India y China) y mantiene una posición negociadora y de poder “suave” ante la agenda
mundial. Venezuela va por otro camino.
Con Guayana
La política exterior guyanesa hacia nuestro país ha estado signada por la desconfianza que
crea la Reclamación venezolana sobre el territorio Esequibo, pero debido a la vecindad,
esto no ha sido impedimento, en especial luego de la muerte de Burnham, para la
cooperación en diversas áreas, sobre todo de nuestra parte, a pesar de que ha habido
momentos de gran tensión, habiéndose utilizado la controversia en el pasado como arma
política de ambos países en momentos de campañas políticas con vista a ganar votos en
procesos electorales.

Todos los Presidentes y la mayoría de los Cancilleres tanto de Venezuela como de Guyana
han realizado visitas oficiales o de trabajo durante el periodo de sus mandatos, quedando
demostrado la importancia que para ambos países revisten las relaciones bilaterales.

En julio de 1998, durante la Visita Oficial a Venezuela de la entonces Presidenta Janeth


Jagan a Venezuela, podríamos decir que la relación entre los dos países se “desequibisó”
con la creación de la Comisión Binacional de Alto Nivel COBAN y comenzó una nueva
era, signada más por la cooperación que por el enfrentamiento, con muy pocos incidentes
que hayan puesto en juego la armonía de esta nueva etapa. La cuestión esequiba ha pasado
a manos del Secretario General de Naciones Unidas y el Proceso de Buenos Oficios, que si
bien es cierto que no ha dado hasta los momentos solución a la controversia, ha
coadyuvado a crear un ambiente de mayor confianza mutua.

Las relaciones entre ambos países incluyen interacciones diplomáticas, económicas y de


otros tipos. Actualmente ambos países tienen una disputa territorial en la zona conocida
como la Guayana Esequiba, la cual está bajo la administración de Guyana, siendo
reclamada por Venezuela.
El diferendo sobre el territorio al oeste del río Esequibo, que es el asunto que más nos
separa, consiste en un reclamo histórico que la República de Venezuela hizo al Reino de la
Gran Bretaña, porque en su pasado colonial ese imperio tomó un espacio que no le
pertenecía. Desde el descubrimiento, esa zona formaba parte de las colonias españolas que
componían a la Capitanía General de Venezuela. A partir del año 1835, los ingleses por
medio del explorador Robert Schomburgk levantaron mapas del área, y trazaron unas líneas
limítrofes que le adjudicaban unilateralmente a la Gran Bretaña una parte del suelo
venezolano. En el año 1899, las grandes potencias firmaron en París un acuerdo limítrofe,
tomando como referencia líneas trazadas por Schomburgk. Un tribunal formado por
norteamericanos, rusos e ingleses, produjo un laudo que enseguida el gobierno venezolano
de ese entonces denunció como nulo e irrito
Esa posición se mantuvo persistentemente y en el año 1962 Venezuela denunció ante la
ONU el problema limítrofe, logrando que cuatro años después, justo antes de otorgarle la
independencia a su colonia, la Gran Bretaña aceptara firmar con nuestro país un acuerdo en
la ciudad de Ginebra por medio del cual reconoció el reclamo y accedió a buscar soluciones
a la controversia.
Este asunto, que pareciera menor, resulta vital para Venezuela porque si accediera a las
aspiraciones guyanesas perdería su fachada atlántica, y por tanto, la salida marítima del río
Orinoco. Ojalá que estas nuevas conversaciones ayuden a encontrar caminos, para lograr
una salida satisfactoria para ambas partes.
Cierre
Desde que el petróleo venezolano comenzó a ser explotado a gran escala en la década de
los 1920 el país sudamericano se convirtió en una pieza clave de las relaciones
internacionales. Durante la Guerra Fría, Venezuela redobló una importancia geopolítica que
la desaparición de la Unión Soviética no ha atenuado. Sigue tratándose, no en vano, de una
de las grandes fuentes de reposición energética de Estados Unidos (es el cuarto exportador
a dicho país).
Actualmente, Caracas, pregonará el socialismo del siglo XXI pero sus hidrocarburos siguen
alimentando, en los hechos, la bulímica locomotora de la primera economía capitalista
mundial (29% del PIB global). Su actual Presidente se habrá convertido, por otra parte, en
una estrella mediática pero el desconocimiento – político y académico – que sigue
existiendo en el mundo en torno al país sudamericano es grande, sobre todo, en términos
comparados.
Venezuela siempre ha sido víctima de su riqueza petrolera. Históricamente, su explotación
no sólo dificultó el aprovechamiento de otros recursos naturales sino que, además, propició
una sumisión política hacia el exterior que tiene escasos parangones, incluso, en el marco
latinoamericano. El momento álgido de dicha realidad se vivió cuando, durante las décadas
de los 1980 y los 1990, PDVSA desactivó, despolitizándola, la acción exterior del país.
La llegada de Hugo Chávez al poder, sin embargo, cambió las cosas. La petrolera nacional
volvió a someterse a las directrices de un Gobierno que, no sólo retomó el control de la
acción exterior, sino que la re politizó volviendo a colocar al país en el mapa. Pese a ello,
fuera de Venezuela, los estereotipos se dispararon. Contribuyeron a ello, sin duda, las
dificultades de Caracas para romper el cerco informativo al que fue sometida,
prácticamente desde 2001.

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