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Al hacer referencia a la ESI con perspectiva de género, estamos indicando que el trabajo
escolar (institucional y pedagógico-didáctico) debe contemplar una lectura y un
análisis crítico que desnaturalice, historice, visibilice y reformule las desigualdades
jerárquicas que se producen entre los géneros y, en definitiva, entre todas las relaciones de
desigualdad que provocan situaciones de dominación, sometimiento e inequidad. Así,
por ejemplo, pensar la ESI con perspectiva de género nos invita a entender que las mujeres
han padecido relaciones de sometimiento en todos los ámbitos de la cultura, la historia y la
sociedad, pero que, a su vez, algunas mujeres han sido más castigadas por este
sometimiento y desigualdad, ya que además de las relaciones de género, las personas
nos definimos por otro conjunto de entramados, como los de clase social, nivel
educativo, capacidades y condiciones, entre otros.
ESI COMO PEDAGOGÍA CRÍTICA
INTEGRALIDAD, DIVERSIDAD
MODELOS HEGEMÓNICOS:
DERECHOS DE LOS SUJETOS (ESTUDIANTES Y
DOCENTES, FAMILIAS)
1. TRADICIONAL-MORALISTA
2. MÉDICO-BIOLIGICISTA MODELOS EMERGENTES:
1. SEXOLOGÍA
2. ENFOQUE JUDICIAL
3. ENFOQUE DE GÉNERO
EDUCACIÓN SEXUAL
❖ TRADICIONAL-MORALISTA (EL DEBER SER, ORDEN NATURAL, NORMAL O ANORMAL). GENITALIDAD,
PEDAGOGÍA MECANICISTA: SUPUESTO PEDAGÓGICO INTERVENCIÓN SOBRE MORAL DE NIÑEZ Y
ADOLESCENCIAS. FUNCIÓN REPRODUCTIVA DEJA POR FUERA EL DISFRUTE DEL CUERPO.
- Problematiza las relaciones de poder y reflexiona acerca de las desigualdades de género que se
producen en el marco de esas relaciones.
- Se valora las dimensiones de la afectividad y la corporalidad y, por ende, va más allá de las medidas de
prevención de la sexualidad.
PROMOCIÓN:
EJEMPLOS:
Visión de la sexualidad como una construcción presente a lo largo de toda la vida, que se relaciona
con cómo percibimos nuestro propio cuerpo sexuado, y que está fuertemente vinculada a la
dimensión subjetiva y del disfrute.
Regula la sexualidad desde el derecho para generar mecanismos de protección, respeto y valoración de los sujetos. Así, se
incluye la formación en derechos humanos y se valora la enseñanza de habilidades vinculadas con el autocuidado y con la
posibilidad de identificar situaciones abusivas por parte de las adultas y los adultos en el ámbito familiar o escolar.
Frente a situaciones de vulneración de derechos: Instituciones/protocolos para la actuación, y también, para la formación
docente y el manejo de información sobre cómo proceder y a qué otras instancias institucionales recurrir (servicios,
organismos, líneas telefónicas, centros de salud, etc.) ante la presencia de situaciones de violencia.
Si bien este modelo implica un gran aporte en el avance hacia la justicia de los sujetos, las leyes y los derechos deben ser
abordados desde un marco más amplio, que exceda la enseñanza de normas judiciales que refuerza la idea de una
sexualidad entendida como amenaza o peligro. La información y las leyes son herramientas clave, pero para trabajar con
una concepción integral de la sexualidad, tenemos que avanzar hacia una idea de derechos más compleja.
Enfoque de género
El desarrollo de esta perspectiva teórica se vincula a las demandas de los movimientos de mujeres y de las
disidencias sexuales.
Se trata de un enfoque que nos permite entender que los cuerpos humanos están condicionados
históricamente. Esto significa que los sentidos y las prácticas que los atraviesan se configuran a partir de la
trama social, económica, educativa, de género, etc., en la cual esos cuerpos se encuentran inmersos. Así, al
hacer posible el reconocimiento de los condicionantes sociales y culturales de la construcción de los cuerpos, el
enfoque de género nos permite reconocer y cuestionar las relaciones de poder desiguales que allí se fundan.
En el ámbito de la escuela, esto implicaría proyectar la mirada hacia nuestras prácticas cotidianas,
especialmente, sobre aquellas que promueven la desigualdad y la vulneración de derechos, y desnaturalizarlas
con el objetivo de fundar prácticas pedagógicas más justas e igualitarias.
Mitos en la implementación de la ESI
Primer mito: “La ESI es una imposición y les quita a las familias el ‘derecho natural’ de educar a sus hijas e hijos”.
Segundo mito: “Yo no trabajo con ESI porque las familias me pueden denunciar por imponer cosas que ellas no
quieren enseñar a sus hijos e hijas”.
Tercer mito: “Para poder enseñar ESI se necesita el consentimiento de las familias”.
Cuarto mito: “Si implementamos ESI en la escuela, adelantamos los procesos madurativos de las y los estudiantes y
les enseñamos cosas que ellos no entienden, obligándolos a hacer cosas para las que no están preparados”.
REFLEXIÓN para despedirnos: Pensar y construir una escuela más justa implica partir del reconocimiento,
la valoración y el trabajo con el derecho a aprender; puntualmente, a aprender ESI con perspectiva de
género.