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Los tres evangelios sinópticos 

—es decir el de Mateo, Lucas y Marcos—


nos narran que Jesús, una vez que fue bautizado por Juan en el Río
Jordán, fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el
demonio

Mateo
Tentaciones en el desierto
Mt 4, 1 – 11
Después de 40 días desde que el Espíritu llevó
a Jesús al desierto (vv. 1 – 2).
Jesús es llevado por el Espíritu al desierto y
tras 40 días tuvo hambre (vv. 1 – 2).
La primera tentación versa sobre la invitación de convertir las piedras en
pan. El sentido de esta tentación puede radicar en varias vertientes. La
primera de ellas es la ruptura de un ayuno perdiendo todo sentido
religioso de aquellos cuarenta días.
La segunda vertiente radica en el uso de las propias facultades para
provecho personal. Jesús era poderoso pero ese poder no era para
ocuparlo en sí mismo sino para realizar signos de la cercanía del Reino de
Dios. La segunda tentación mira a poner a prueba a Dios. Jesús gozó toda
su existencia de la protección divina, pero de ninguna manera lo
autorizaba a cometer imprudencias como la que le proponía el maligno.
Muchas ocasiones a lo largo de su ministerio en Galilea y su subida a
Jerusalén hubo ocasiones de actuar o hablar imprudentemente, pero el
Señor siempre resistió poner a prueba a Dios. La tercera tentación es la
idolatría, que contradice directamente el primer mandamiento, Jesús
expresa la frase definitiva solamente a Dios se le debe adorar, solo a Él
amarlo con todo el corazón y con toda el alma y al maligno le toca
retirarse a su sitio.
Marcos
Tentaciones en el desierto
Mc 1, 12 – 13
“A continuación” (v. 12). Acto seguido
después del bautismo.
Desierto (v. 12).
Tras el bautismo, Jesús es llevado por el
Espíritu hacia el desierto donde es tentado
por Satanás quien lo puso a prueba durante
40 días. Allí estaba con las fieras y con los
ángeles, quienes le servían (vv. 12 – 13).
Lucas
Tentaciones de Jesús
Lc 4, 1 – 13
Tras los 40 días en el desierto (v. 2).
Desierto (v. 1).

Tras regresar del Jordán, el Espíritu lo llevó al


desierto donde el diablo lo puso a prueba
durante 40 días. A los 40 días tuvo hambre y el
diablo lo tentó (vv. 1 – 2).
En la primera tentación, le dijo que convirtiera
las piedras en pan y Jesús contestó que no sólo
de pan vive el hombre (vv. 3 – 4).
En la segunda tentación, el diablo lo llevó a lo
alto de un monte y le mostró los reinos que
serían suyos si se postraba ante él. Jesús
respondió que sólo al Señor darás culto (vv. 5 –
8).
En la tercera tentación, el diablo lo llevó al alero
del templo de Jerusalén, y le dijo que si era Hijo
de Dios, se tirara abajo que los ángeles lo
recogerían pero Jesús le contestó que no ha de
tentar al Señor, tu Dios (vv. 9 – 12).
Finalmente, cuando terminó, el diablo se
marchó hasta el siguiente momento oportuno (v.
13).

Diferencias
Las tres tentaciones en el fondo se pueden resumir en una, la tentación de
renunciar a la condición de ser Hijo de Dios.
Mc no relata las tentaciones en sí mismas.
Lc cambia el orden de las tentaciones frente a Mt haciendo pues que
concluyan en Jerusalén, ciudad de suma importancia para Lc.
 Lc es el único que muestra o dice que tras las tentaciones el diablo
desapareció hasta el momento oportuno, que será en el momento de
Getsemaní, donde volverá a aparecer.
Lc es el único evangelista que no utiliza el término Satanás para dirigirse
al diablo.
En Mc y Lc el tentador le tienta durante los 40 días. En Mt, sólo cuando
tras los 40 días sin comer ni beber, Jesús sintió hambre.
La versión más larga es la de Lc seguida de Mt y de Mc.
El significado de las tentaciones son: la primera (en Mt y Lc es la misma)
representa la condición humana, el hambre; la segunda (en Lc es la
segunda y en Mt es la tercera)
representa el poder; la tercera (en Lc es la tercera y en Mt es la segunda)
representa la condición de ser Hijo de Dios, la “inmortalidad”.
¿Qué podemos aprender de las tentaciones de Jesús?
Al leer las tentaciones del diablo a Jesús en el desierto nos preguntamos
si solamente en esta ocasión Jesús fue tentado o tienen un valor simbólico
estas tentaciones.
Mateo (4,1-11) dice que las tentaciones se presentaron una vez que Jesús
había cumplido cuarenta días de ayuno y tenía hambre. Debido a que se
trata de un acontecimiento previo al llamado de los primeros discípulos
podría parecernos una elaboración simbólica, que coloca a Nuestro Señor
Jesucristo recorriendo el mismo camino que el pueblo recorrió en
cuarenta años por el desierto, guiado por Moisés.
También nos recuerda la travesía de Elías, el profeta, desde Palestina al
monte Horeb. Es algo normal en la vida de todo ser humano el estar
sujeto a tentaciones a lo largo de toda la vida. Por tanto, el pasaje de las
tentaciones de Jesús en el desierto, pueden servirnos como una muestra
de aquello que debió superar el Señor a lo largo de toda su vida.
El episodio de las tentaciones en el desierto, puesto que nos es reportado
por tres de los cuatro evangelistas, tiene fuerte probabilidad de haber
ocurrido, pero también tiene un valor simbólico y representa la constante
victoria de Jesús contra el maligno.

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