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Evangelio Según

San Marcos
Estudio Bíblico
S. Fausti

Marcos semanas seguido 2


1. VIENE DETRÁS DE MÍ AQUEL QUE ES MÁS FUERTE QUE
YO (1,1-8)
Después del título, v. 1, antes de mostrarnos quién es Dios
para el hombre, Marcos nos enseña cómo tiene que ser el
hombre para Dios, con dos citas bíblicas vv. 2-3, y 4-8. El
conjunto es una síntesis de la revelación a Israel, un breve
resumen del camino del Antiguo Testamento que cada uno ha
de recorrer.
YHWH ha empleado dos milenios para conducir a un pueblo a
descubrir dos verdades: Primera que el hombre es deseo de
Dios, porque, está hecho a su imagen y semejanza, y
encuentra en él, su realidad. Segunda que el mismo Dios es
deseo de darse a, porque, más allá de todos sus regalos, Él
quiere hacer el regalo de sí mismo
La primera condición para acoger al Señor que viene, es la sed
de justicia.
La segunda condición es la sed de libertad.
En otro lugar que no sea ese, el hombre está en destierro.
Juan es el profeta que, denunciando el pecado y anunciando el
perdón, dispone al hombre para convertirse a la justicia de
Dios. Su primera característica es vivir lo que anuncia. En

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efecto está en el desierto, ya fuera de la injusticia y en marcha
hacia la libertad. Insatisfecho de todo lo que es viejo, está en
espera de lo nuevo. El hombre se califica por lo que espera.
En síntesis, el v. 1 nos dice las características, el contenido y
la división general del evangelio, que es Jesús Cristo, Hijo de
Dios; los vv. 2-3 evidencia en resumen la espera fundamental
de Israel - la llegada de Dios y el fin de nuestra esclavitud; los
vv. 4-8 nos presenta el Bautista como encarnación de la
espera, que desemboca ya en el cumplimiento.
2. TÚ ERES MI HIJO, EL AMADO (1,9- 11) Mt 3 13-17; Lc
3 21-22; Sal 2 7; Mc 9 7; 15 39.
Le dice el Padre a Jesús, que se ha hundido en el Jordán,
ahogado en el pecado de las muchedumbres Dios para
presentarse. No ha encontrado otro modo mejor que este tan
escandaloso: ponerse en la fila con los pecadores.
Jesús se revela el Hijo yendo con los hermanos más
necesitados; y el Padre lo aprueba solemnemente. El bautismo
representa la elección fundamental de Jesús: la solidaridad.
Si los vv. 2-8 nos dicen como es el hombre delante del Señor
que viene, los vv. 9-11 nos hacen ver como es Dios delante del
hombre. El bautismo es la puerta de entrada en el evangelio.
Quien no pasa por ella, queda atrapado en las esperas
religiosas y no conoce a Dios y su don.
El Bautista nos ha hablado del que bautizará en Espíritu Santo.
Pero este, sorprendiendo a todos, se hace bautizar por él en el
agua, y justo así nos dará su Espíritu. Nadie habría pensado
nunca que Dios se hundiría hasta el fondo en nuestra
humanidad, y nos daría su vida tomando a cambio nuestra
muerte. La escena del bautismo describe el misterio de la
encarnación: él se ha hecho hombre, solidario con nosotros en
todo, para que nosotros nos convirtamos en Dios, solidarios en
todo con él. Su humanidad es el principio de nuestra
divinización.
Aquí le vemos en fila con los pecadores, en (15,27-39): le
veremos en cruz entre ellos; aquí inicia su servicio real, allá lo
veremos definitivamente sobre el trono; aquí se hunde en el
agua de la que todos nosotros nacemos, allí se ahogará en la
muerte de malhechor de la que todo morimos; aquí se
desgarran los cielos, allá el velo del templo; aquí baja el
Espíritu, allí se "exhala el Espíritu"; aquí una voz del cielo lo
proclama Hijo, allá una voz de la tierra le reconoce como tal.

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En la narración se presentan los dos títulos de Jesús que
corresponden a los dos partes del evangelio: él es el Cristo,
porque está lleno de Espíritu Santo, v. 10, y es el Hijo de Dios,
porque es el siervo que da la vida para los hermanos, v. 11.
3. EL ESPÍRITU LO IMPULSA AL DESIERTO (1,12-13)
Mt4 1-11;Lc 4 1-13 12
Su bautismo como el paso del mar Rojo, significa el fin de la
esclavitud. Ahora tiene que atravesar el desierto, acechado por
el enemigo que quiere perderle, parándole o haciéndole volver
atrás, ahí encuentra a todos sus hermanos, y los reconduce al
paraíso perdido.
Antes de la actividad apostólica, Jesús realiza el reino del
Padre de modo eficaz y sencillo. En los otros sinópticos las
tentaciones se introducen con el "hambre", Mt 4,2; Lc 4,2, con
la necesidad que tiene de cosas, personas, o de Dios. Es
constante el peligro de satisfacer esta hambre con la posesión
en lugar de con el regalo - única comida que sacia - Mateo y
Lucas dicen expresamente que es tentado, en cuanto Hijo de
Dios, a usar: el tener, el poder y el prestigio religioso. Pero
esto significaría desdecirse de la solidaridad con los hermanos
- única elección del Hijo, aprobada por el Padre
El texto, se articula en dos partes: la primera nos presenta a
Jesús victorioso de la tentación, como el Cristo, el hombre
nuevo, reconciliado con la naturaleza y en condición
paradisíaca; la segunda lo presenta como Hijo de Dios, servido
por los ángeles.
4. "EL PLAZO SE HA CUMPLIDO (1,14-15) Mt 4 12-17; Lc
4 14-15; Mc 6 17-18; Mt 3 2; Gal 4 4
Son las primeras palabras que salen de la boca de Jesús. Con
cuatro breves palabras Marcos presenta el compendio de toda
su predicación como anuncio del Reino y llamada a él. Estas
cuatro palabras sirven de "clave de lectura." Cada narración
del evangelio se hace para mí, aquí y ahora, en la medida en
que entiendo que ha llegado el momento de acoger lo que se
dice, porque el reino de Dios está "aquí" para mí, si me
"convierto" y "creo" en el evangelio. La Palabra está viva.
Quien la escucha experimenta que obra cuánto dice; quién la
rechaza experimenta el vacío de lo que promete. El no sentido
y el silencio de Dios son más elocuentes que cualquier discurso
sobre el mal.

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5. VENÍOS DETRÁS DE MI Mt 4 18-22; Lc 5 1-11; Jn 1
35-51; Mc 8 31-38
Le dice Jesús al discípulo. Es la llamada al Reino, apenas
anunciado. En todas las religiones el hombre busca Dios; en
cambio en el cristianismo es Dios quien busca al hombre. Su
propuesta es directa y personal: él mismo, por iniciativa de su
amor, me pide que vaya detrás de Él. Lo "siguieron" es la
respuesta, también directa y personal, que el evangelio
desarrollará como un camino tras él.
Su pregunta y nuestra respuesta son los dos elementos
constitutivos de la fe. Él se empeña en estar conmigo, y yo me
empeño en estar con él. Todo lo demás puede ser ayuda o
mediación previa, útil y hasta necesaria; pero la fe se juega
sin intermediarios, en la relación directa entre él y yo.
Esta llamada y esta respuesta que llevan al encuentro con
Jesús es a lo que Marcos quiere llevar a su lector, y enseña lo
que significa en concreta "creer" en el evangelio.
En este texto se ven los elementos de la fe. Él "pasa" en busca
de nosotros, nos "ve" y nos "llama"; nosotros vemos,
escuchamos, comprendemos, somos conquistados y
respondemos "dejando todo", "siguiéndole" y "yendo detrás de
él." El móvil no puede ser otro que "la gran alegría" de quien
encuentra "el tesoro", Mt 13,44 ss. cf 10, 17.21.
6. CALLATE (1,21-28) En la sinagoga Lc 4 31-37; Mc 6 2;
Lc 4 16; Mt 7 28-29; 8 29; 4 24.
Dice al espíritu inmundo. Su palabra, tiene el poder de
llamarnos a seguirle, y también de derrotar al espíritu del mal
que está en nosotros.
Marcos inicia con este exorcismo el primer día "mesiánico."
Después de habernos dicho quiénes son los que Jesús ha
invitado a ir detrás de él, nos dice ahora en síntesis lo que hace
por nosotros: nos libera del mal con la fuerza de su palabra,
vv. 21-28, nos hace libres para el bien, vv. 29-31ss; su acción
no será apagada, sino multiplicada por las tinieblas que bajan,
vv. 32-34, y, en la inacción de la noche, sacará de la comunión
con el Padre la fuerza para ir a otros lugares, vv. 35-39.
¡Es la actividad de un día de sábado - para quien le encuentra
y le sigue se inicia el sábado sin final! Párate, hoy lo
encontramos por la palabra en el relato evangélico. Ella tiene
el poder de movernos a seguirle, como ha hecho con los

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primeros cuatro discípulos, y a los que le seguimos, nos libera
del espíritu del mal.
Poner al principio, el exorcismo tiene un valor programático:
toda la actividad de Jesús tiene como fin liberar al hombre del
espíritu del mal, que lo tiene esclavo. Por esto los exorcismos
son el signo de la llegada del Reino, el fin de la esclavitud del
hombre. Marcos cuenta tres exorcismos, este, 5,1-10 y 9,14-
29. A diferencia de los milagros, ocurren entre dificultad y
convulsiones siempre crecientes. La lucha, iniciada después del
bautismo, dura toda la vida, y tendrá su cumbre en la cruz. En
su muerte derrotado por el amor de quién le mata, él será el
exorcismo definitivo: revelando quién es Dios para el hombre,
vencerá definitivamente la mentira de Satanás.
7. Y LES SIRVIÓ (1,29-31) Mt 8 14-17; Lc 4 38-41; Mc 3
10-12; Mt 4 24
Dice Marcos de la suegra de Pedro curada. Es el primer
milagro, el más insignificante, pero esto es significativo. Los
milagros de Jesús no son espectáculos de potencia. Son signos,
que revelan de una parte su misericordia y de la otra lo que
tiene que cumplirse en nosotros para ser hombres nuevos, a
su imagen, y semejanza. Las dos primeras curaciones - la
suegra y el leproso - son globales, que indica el espíritu nuevo
y la vida nueva que se nos da. Las otras ilustran las diferentes
curaciones específicas de nuestras capacidades: los pies para
caminar detrás de él, las manos para recibir y dar como él, el
oído para escuchar la verdad, la lengua para comunicarla
nosotros mismos y el ojo para ver la realidad delante de la que
somos, lo que somos. En el centro está el milagro de la fe, un
tocar que sana la vida y libera de la muerte, la hemorroisa y la
hija de Jairo, 5,21-45. Los milagros están todos en la primera
parte del evangelio, y culminan en el ciego de Betsaida, que
será iluminado dos veces, como tendrá que también serlo
Pedro para ver en Jesús más allá del Cristo al Hijo de Dios. En
la segunda parte sólo hay la curación del ciego de Jericó, antes
de la entrada en Jerusalén.
En este milagro la pequeñez del signo ayuda a captar el
sentido. Aquí se nos da el sentido de "todos" los milagros. Las
curaciones que Jesús obra son para devolver a cada uno de
nosotros la capacidad de servir, que es nuestra semejanza con
Dios.
Este milagro sintetiza lo que hasta ahora se nos ha contado,
dando un paso más. El tiempo se ha cumplido, v. 15, lo que

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significa seguir a Jesús, vv. 16-20, la escucha de su palabra,
vv. 21 s; que nos da la liberación del mal, vv. 23-28 y la
libertad para el bien, que es el servicio.
8. AL ATARDECER (1,32-34)
Se acaba el primer día de Jesús, con su fatiga mesiánica. Se
retira el sol y viene la oscuridad. Aquí Dios nos espera, porque
ésta es la hora de la verdad, en la que experimentamos que
nosotros somos hombres mortales, y él es Dios. En este punto
paramos toda nuestra actividad, y por fin le dejamos el espacio
para intervenir. Dios da a los suyos sus donas cuando
"duermen", Sal 127,2.
Por esto la tarde de Jesús es el momento culminante de la
acción divina, antelación de lo que será su muerte. Durante el
día sólo hizo un exorcismo y un milagro; en cambio la tarde es
iluminada por un fuego de artificio de prodigios. Su acción en
efecto fue limitada, parcial, y sólo con valor de signo; en
cambio su pasión será ilimitada, universal y realmente salvará
todo. Su noche cura todas nuestras noches. Además es nuestra
noche el lugar donde experimentamos la luz de su noche.
Este texto no es una narración. Es un resumen de varios
hechos. Aquí, el autor, ofrece una amplia panorámica
teológica, interpretando Marcos los hechos. Por esto hay que
leer con atención. En concreto Marcos aquí quiere adelantar el
sentido de la muerte de Jesús, que será para toda la salvación
de los males y del mal. Pero hasta entonces su identidad no
puede ser proclamada. ¡Sería malentendida!
9. VAMOS A OTRA PARTE (1.35-39) Lc 4 42-44 Mt 14 23;
Lc 3 21; 5 16; 6 12; Mt 4 23; 9 35
Les dice a los discípulos que lo buscan para recoger el éxito de
lo que Jesús ha sembrado durante el día.
Por segunda vez se aparta en oración al desierto. De la boca
de Pedro, portavoz de los otros, recibe también la primera
tentación: "Todos te buscan." Esta se esconde en el pronombre
personal "tú", y consiste en buscar al propio yo en lugar de a
Dios, poniéndolo en el centro de todo. Es el egoísmo, principio
de todos los males. Pero Jesús no quiere el éxito personal,
tampoco "por el bien." Es la primera incomprensión entre él y
los suyos, el primer choque entre el pensamiento del hombre
y el de Dios. El día tipo de Jesús se concluye con la oración
nocturna, que da principio a la nueva actividad. La oración es
estar ante Dios. Hechos a su imagen y semejanza, ante él, el

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hombre es él mismo; lejos de él, está también lejos de si y de
su realidad, hasta convertirse en vacio de si.
Por eso al fin de cada ministerio hay que enseñar a quién y
como orar, para entrar en comunión con Dios, y encontrar así
la relación verdadera consigo mismo y con los otros. El diálogo
con Dios es el arte supremo que hace ser al hombre aquél que
es, en su dignidad de pareja de Dios.
10. ¡QUIERO, SE LIMPIO! (1,40-45) Mt 8 2-4; Lc 5 12-16
Lv 14 2-32
Para esto ha venido: para limpiar al hombre de su lepra. El
leproso, es un muerto civil y religioso, fuera de la sociedad y
del culto. Expulsado al desierto, es el hombre arrojado vivo al
infierno de la soledad. La única ley que tiene que observar, es
la de autoexcluirse gritando a quien inadvertidamente se
acercara él, Lv 13,45. La vida no tiene que acercarse a la
muerte; su presencia la contamina.
Curar a un leproso es como resucitar a un muerto: sólo Dios
puede hacerlo, 2 Reyes 5,7. La lepra, con su deshacerse la
carne, representa lo que visiblemente cada uno teme y conoce
cómo su futuro; es espejo de toda vida, infectada de muerte.
Jesús es la "buena noticia" que toca al leproso, curándole;
perdona el mal sanándole, absuelve al pecador justificándole
(texto siguiente).
Este milagro introduce una sección de cinco controversias
sobre la diferencia entre la ley y el evangelio. Al fin se
decretará la muerte de Jesús (2,1-3,6). El ex-leproso es el
primer apóstol de hecho, que el propio Jesús manda al templo,
anuncio viviente del evangelio. El segundo apóstol será él ex-
endemoniado, enviado a los paganos (5,19).
Este leproso, con otros, 5,25-34; 7,26 ss; 10,46-51, pide un
milagro: sabe lo que quiere, y lo pide. Los otros no saben lo
que quieren o no pueden o no se atreven a pedir. Lo que Jesús
hace es una enseñanza para nosotros, para que sepamos lo
que queremos y lo pidamos. Las palabras breves que Jesús
añade a los milagros son una educación de estos deseos:
explican lo que él quiere darme más allá de mis propios deseos,
que quedan siempre ambiguos movidos más por mis miedos
que por sus promesas hasta que él actúa. Sólo así puedo
responder correctamente a su pregunta: "Qué quieres que
haga por ti?" (10,36.51), y pedir lo que quiero.

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11. EL HIJO DEL HOMBRE TIENE PODER PARA
PERDONAR LOS PECADOS SOBRE LA TIERRA (2,1-12) El
perdón que cura Mt 9 1-8; Lc 5 17-26 Lc 7 48; Sal 103 3;
Is 43 25; 1 Jn 1 9; Mt 9 33 2
Dice Jesús mientras perdona al paralítico y lo hace caminar.
Sólo Dios, puede curar la lepra, 2Re 5,7; sólo él puede
perdonar los pecados. Si la lepra es la enfermedad mortal que
destruye el exterior, el pecado es la enfermedad mortal que
destruye el interior del hombre: es una parálisis, que le impide
moverse y alcanzar a Dios. Jesús purifica nuestra vida de la
muerte justo perdonando el pecado
Con esta narración se inicia una serie de cinco discusiones
entre ley y evangelio, 2,1-3,6, entre carne que mata y Espíritu
que da la vida, 2Cor 3,6. También al final de su actividad,
habrá otras cinco discusiones (11,27-12,37), en los que
precisará "el" poder, de que habla aquí.
Trata sobre todo de reconocer el "poder" de Jesús, lo que ha
venido a hacer a la tierra: él ha venido a darnos aquellos
regalos que la ley no pudo darnos. Ninguna ley puede hacer
amar. Y el mandato de Dios es amarle, Dt 6,4 ss. Sólo en el
perdón, descubriendo y acogiendo su amor gratuito, nos
volvemos capaces de amar como somos amados. Por esto el
poder de Jesús, su único poder, es el de Dios: perdonar.
El centro del texto es el perdón del pecado, que ninguna ley y
ninguna conciencia puede conceder. En esta narración está en
juego tanto la verdadera imagen de Dios, que es misericordia
y perdón, como la divinidad de Jesús, que tiene el poder de
perdonar los pecados, como la salvación del hombre, que sabe
por fin que es amado sin condiciones.
12. NO VINE A. LLAMAR LOS JUSTOS, SINO A LOS
PECADORES (2,13-17) Mt 9 9-13; Lc 5 27-32 Mt 4 19; 19
21; 11 19; Lc 6 32-34
En la tierra no hay ningún justo, ni uno", Rm 3,10 = Sal 14,1
ss, porque "todos han pecado y están privados de la gloria de
Dios", Rm 3,23. Dios por tanto ha venido para todos; es el
médico, el Salvador de todos. Pero sólo le acogen los que
saben que están enfermos y perdidos. Los justos siempre
quedan en la lista de espera de la salvación, hasta que no se
reconozcan pecadores. Antes no pueden ser salvados.
Como los pescadores (1,16-20), también los pecadores son
llamados a la fe. El perdón, del texto anterior, se convierte en

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vocación a una vida nueva. El paralítico curado camina; el
pecador perdonado sigue a Jesús. También Leví, paralítico del
impuesto, resucita y le sigue. Tenemos aquí dos escenas
estrechamente unidas: la llamada a Leví, vv. 13 s y la comida
con los pecadores, vv. 15-17. La primera subraya que nuestro
pecado no impide la llamada de Jesús: su comida con los
pecadores enseña la paciencia que él tiene con quien le sigue,
pero no ha roto todavía completamente con el mal. La
eucaristía, de la que la comida es imagen, no es sólo el
alimento de los perfectos. También es medicina para las
debilidades, viático de todos los que están desalentados
13. EL ESPOSO ESTÁ CON ELLOS (2,18-22) Mt 9 14-17;
Lc 5 33-39; 2 Cor 5 17; Gal 1 6
Por eso no ayunan. El banquete del texto anterior vuelve a
llamar por contraste al ayuno. Los pecadores, con el perdón
comen y gozan; los justos, cerrados en la defensa de su
justicia, ayunan y están tristes, v. 18.
Comer significa vivir - y la vida del hombre es corresponder al
amor gratuito de Dios. Éste es su mandamiento, que da la vida,
12,30; cf Dt 6,5; Lc 10,25.28. Pero amar Dios sólo es posible
porque él primero nos ha amado, 1 Jn 4,19,: me ha amado "y
se ha entregado por mí", Gal 2,20, cuando todavía era
pecador, cf Rm 5,8. Por eso los pecadores banquetean. En
cambio los justos ayunan porque ignoran este amor. Todos
intentan merecerlo, pero no se percatan que el amor merecido
no es ni gratuito ni amor; se anula con el esfuerzo de
conquistarlo. Nuestro comer de pecadores perdonados con el
Señor no es un banquete cualquiera. Es un banquete nupcial,
v. 19.
Pero en los días de apuro, cuando el esposo beba la copa de la
muerte ayunará v. 20 En el v. 21 se subraya la novedad
absoluta que Jesús trae. En su banquete no se puede participar
con el vestido viejo de la ley, zurcido con parches nuevos: no,
se entra sólo con el vestido nuevo de su misericordia. Quien
busca todavía la justificación en la ley, ya no tiene nada que
hacer con Cristo Gal 5,4. 2Cor 5,17.
14 EL HIJO DEL HOMBRE TAMBIÉN ES SEÑOR DEL
SÁBADO (2,23-28) Mt 12 1-8; Lc 6 1-5 Dt 23 26; 1 Sm
21 2-7; 2 Sm 15 35; Ex 20 8-10 23
El c. 2, comienza con el Hijo del hombre que tiene poder de
perdonar los pecados, y acaba con el Hijo del hombre que es

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también Señor del sábado. Todo el capítulo es una revelación
progresiva de la identidad del que ha "tocado" al leproso: cura
el cuerpo y el espíritu, restaura la vida y ofrece la comunión
con Dios, come con los pecadores y empieza el banquete
nupcial.
Esta imagen – que sigue a la del perdón, ala llamada al
banquete nupcial, del vestido y del vino nuevo - es una alusión
a la eucaristía, en la que los discípulos comen y viven del Señor
que se ha hecho pan. El signo se refuerza por la alusión a
David, figura del Mesías, y de lo que hace en la "casa": "come"
"los panes" de la proposición y los "da" a sus compañeros que
están "con" él, cf 6,41 s; 14,22.17.
15. EXTIENDE LA MANO (3,1-6) Mt 12 9-14; Lc 6 6-11;
Lc 14 33; Mt 22 15-16
Aquí apunta toda la acción de Jesús a curarnos la mano,
cerrada por la posesión y seca por la muerte, para que acoja
el regalo del sábado. Este milagro, dice Jesús, es cuestión de
vida o muerte. Si se hace, nos salva; si no se hace, nos
quedamos en nuestra muerte. No basta que nos haga regalos;
nos tiene que liberar las manos para poder cogerlos. Hasta
ahora todo lo que ha hecho, y que culmina en la comida
sabática, imagen de la vida divina, Jesús quiere dármelo
personalmente, libera mi deseo, para que me abra a su regalo.
"Abre la boca y te la llenaré", Sal 81,11.
Es el milagro más difícil de Jesús: le costará la vida. Pero su
cruz será el mayor bien: desenmascarará a Satanás y el mal
que nos hace impidiéndonos este deseo, y a la vez revelará a
Dios y lo mucho que nos ama. Sus manos clavadas desatarán
nuestras manos rígidas.
Jesús completa su revelación: el que quiere limpiarnos de
la lepra es el Hijo del hombre que perdona y da pies para
seguirlo, come con los pecadores y se proclama médico y
esposo, hace el regalo del sábado y cura la mano para recibirlo.
16. UNA BARCA, PARA QUE NO LO ESTRUJARAN. (3,7-
12) 2. Revelación de Jesús e incomprensión de sus
parientes y paisanos Mt 4 23-25; Lc 6 17-19; Mc 1 25.34
Es la petición de Jesús a sus discípulos. Nace así una distinción
entre la muchedumbre que lo pisa y los que lo tocan y son
curados. ¡Se trata de un espacio bien preciso - y pequeño! -
pero abierto a todos. Es la institución de la Iglesia, la
comunidad de quién le sigue para estar con él y formar su

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nueva familia. Al interior de ésta serán elegidos los Doce como
columnas del nuevo edificio (texto siguiente).
A su retirarse corresponde un éxodo de masas atraído por él
al desierto; allí hablará a su corazón y hará de ellos su pueblo,
cf Os 2,16. Con su actividad se limitó a los alrededores de
Cafarnaúm; ahora, con su retirada, alcanza todos los puntos
cardinales. También cambia de actividad. Antes anunció el
Reino en obras y palabras. Ahora insiste en una enseñanza a
quien ya ha escuchado, para que quién tiene oídos para
entender entienda (4,23). El Señor encamina su Iglesia,
educándola a la escucha de la Palabra que la une e introduce
en su familia, c. 3.
17. DESIGNÓ DOCE, PARA QUE LO ACOMPAÑARAN Y
PARA ENVIARLOS PREDICAR (3,13-19) Mt 10 1-4; Lc 6
12-16; Hch 1 13-14
Los Doce son el "pequeño barco" dónde el Señor es tocado y
no pisado, vv. 8-11; son su verdadera familia, que se sienta
en círculo alrededor de él para escuchar la palabra, vv. 32-35,
y recibir la revelación del misterio del Reino (4) 10.
Ellos son elegidos expresamente para "estar con él", el Hijo.
Ésta es la realización del hombre. Sólo así es vencida aquella
soledad abismal que le es constitutiva: hecho por Dios, sólo
"con" él llena su necesidad esencial de relación y compañía. De
aquí mana la misión. En efecto quién está unido a Él aprende
a conocer el corazón del Padre, y se ofrece con alegría a ir
cerca de los que no le conocen, para que su casa esté llena, Lc
14,23, y no lo está mientras falte un hermano.
Ya ha habido una primera llamada (1,16-20). Esta segunda es
más profunda, y explica para que se le sigue. Ahora el
seguimiento se vuelve unión e intimidad con él, y se alcanza la
misma identidad de hijos. El discípulo la conoce, y no puede
no llevarla a todos los hermanos. Esta segunda llamada nos
hace ver la esencia de la Iglesia. Llamados para estar con Jesús
y ser enviados a los hermanos, le tienen como único centro.
18. ¿QUIÉNES SON MI MADRE Y MIS HERMANOS? (3,20-
35) Jn 10 20 Mt 12 24-32; Lc 11 15-23; 12 10 Mt 9 34; Is 49
24-25; 1 Jn 5 16; Jn 7 20; 8 48

El problema del texto es el discernir si estamos "con" él o


"contra" él. ¿Somos realmente "suyos" o extraños a él,
estamos "dentro" o "fuera", escuchamos su llamada o le
mandamos a llamar, le seguimos o queremos que él nos siga,

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El texto se inicia diciendo que no pudieran comer pan y acaba
con las palabras de Jesús acerca de quien está alrededor
sentado a escucharlo: "He aquí mi madre y mis hermanos:
quién hace la voluntad de Dios." La verdadera comida del
hombre es la palabra que sale de la boca de Dios, Dt 8,3, que
expresa su voluntad. Ésta se cumple plenamente por los que
hacen círculo alrededor de él para escucharlo. Todo el capítulo
siguiente será sobre la eficacia de su palabra, semilla que crece
en los hijos de Dios.
El texto anterior acabó con Judas que lo traicionó. Ahora vemos
que le traicionamos cuando a su llamada se opone en nosotros
una doble contra-llamada. La primera es la de los "suyos",
inspirados por el sentido común y los buenos sentimientos, que
le quieren secuestrar porque está loco. Lo otra es la de los
"escribas", que, en lugar de convertirse, usan su sabiduría para
defenderse.
19 ENSEÑANZA EN PARÁBOLAS Mt 13 1-3; Lc 8 4
"Creció, se desarrolló y dio fruto" dice Jesús de la semilla que
está sembrando entre muchas dificultades. El escenario de su
enseñanza es solemne y evocador: las muchedumbres, el mar,
el barco. La parábola comienza y acaba respectivamente con
la invitación: "Escuchad", "quién tenga oídos para escuchar,
que escuche." Su palabra es la semilla inmortal, que nos
reengendra, 1Pt 1,23, a su imagen, y nos hace entrar en su
familia. ¡Pero parece que nadie le presta atención! Lo que hace
gusta pero lo que dice no. Los fariseos y los herodianos le
quieren matar, los suyos y los escribas le creen endemoniado
y loco. En lugar de éxito recoge tergiversaciones,
incomprensiones y muerte. Jesús conoce bien esta tentación,
que es la primera que otros le presentan. Por esta parábola ya
confirma su elección, y explica el misterio de su vida, que será
también el de la nuestra, el misterio del Reino de Dios: de su
muerte y resurrección.
El Reino es comparado constantemente con la semilla, cuya
fuerza se prueba y activa en su muerte. Esta, lejos de
destruirla, es la condición para que brote y crezca en toda su
fuerza.
Las parábolas nos dan el criterio de discernimiento para estar
entre los suyos y pertenecer a su reino. No tenemos que buscar
el éxito, vv. 3-9, la fama y la relevancia, vv. 21-25, el
protagonismo y la grandeza, vv. 26-32. La obra de Dios pasa
por las dificultades, el fracaso, el escondimiento, la
irrelevancia, la espera paciente y la pequeñez, como así ha

Marcos semanas seguido 14


sido. Éstas son las cualidades de la semilla de la que nace el
árbol del Reino. El es como una semilla, que lleva fruto
abundante no "a pesar de", sino "porque" muere, Jn 12,24.
20. TODO" EN PARÁBOLAS (4,10-12) Mt 13 10-17; Lc 8 9-
10 Is 6 9-10; Jn 12 40; Hch 28 26-

También nuestra vida es una parábola desde el nacimiento a


la muerte, en busca de la palabra que le dé sentido. De lo
invisible no podemos hablar más que por lo visible. Si toda la
creación lleva una huella del rostro de Dios, Jesús es su icono
perfecto. Toda su vida es como una única parábola, que nos
habla del Otro.
Jesús nos dice que, si queremos conocer el secreto de Dios y
su reino, tenemos que olvidar nuestras respuestas ya
prefabricadas y fijarnos en él, contemplándole,
acompañándole dejando de interrogarnos sobre qué quiere
decirnos. Sólo encontraremos la respuesta en la relación
personal con él, en una constante comparación, que exige
implicación y disponibilidad para cambiar. Sólo así podemos
vivir de su don: el perdón de Dios, que nos renueva la vida.
En este texto se explican mejor los criterios de quien está
dentro y quien fuera de la verdadera familia de Jesús, cf 3,31
ss
21. ¿NO ENTENDÉIS ESTA PARÁBOLA: ¿Y COMO
ENTENDERÉIS TODAS LAS DEMÁS? (4,13-20) Mt 13 18-23;
Lc 8 11-15; Mc 6 52; 7 18; 8 17.18:2l; Mt 19 23-24
Aquí se explican las reacciones negativas que surgen al
escuchar el evangelio. La semilla que fructifica en la dificultad,
crisis y muerte (vv. 1-9) ilustra la suerte de su palabra en
nosotros. Somos llamados a confiar en ella, porque es la fuerza
de Dios: es su semilla, que germina por su propia fuerza y
produce vida divina. Pero es indispensable que sepamos
desenmascarar al enemigo que trata de impedirlo ayudado
por: nuestro sentido común, que, nos centra en nuestros
intereses materiales, nuestra fragilidad, por la desconfianza.
Que no deja que se arraigue en nosotros la verdad, nuestro
deseo de placer, que nos anestesia, ahogando en nosotros la
capacidad de entender.
La Palabra, nos ayuda a afrontarlas y superarlas, por medio de
la fe, la esperanza y el amor. La fe vence la mentira que nos
hacía sentirnos lejos de Dios; la esperanza cultiva nuestro
corazón seco por el miedo; el amor la hace vivir, superando

Marcos semanas seguido 15


toda idolatría que la mata. Así la semilla germina en nosotros
y da su fruto, que es la vida de los hijos de Dios.
22. PRESTAD ATENCIÓN A LO QUE ESCUCHÁIS (4,21-
25) Mt 5 15; Lc 8 16-18; Lc 11 33; 12 2; Mt 7 2; 13
Tomando a la letra estas palabras de Jesús, nos dicen que
miremos lo que escuchamos. ¿cómo se puede mirar una
palabra? Sí, somos llamados a verlo, Verbo del Padre, plena
identidad entre lo que es y lo que dice. En esta contemplación
de él a través de su palabra y de su palabra por él
comprendemos el misterio del Reino.
Ahora habla de luz. Él es luz, y en él no hay tinieblas, 1Jn 1,5,;
su palabra es lámpara para nuestros pasos, Sal 119,105. El
propio Jesús se proclama luz verdadera del mundo venida para
iluminar a cada hombre, Jn 8,12; 1,9.
Con estas parábolas Jesús explica por qué el reino de Dios no
se impone con evidencia prepotente, sino se propone con
discreción y modestia. En efecto la luz de Dios es una nube
oscura a nuestros ojos. Su palabra ilumina, pero siempre
confundiéndonos y revelando nuestras opacidades. Jesús se
muestra al mundo no de modo espectacular - como los suyos
querrían, Jn 7,4, sino en tono humilde y modesto.
En su vida existe una tensión que nos resulta incomprensible:
es luz, pero está bajo el celemín; es revelación, pero está
oculta; es manifestación, pero escondida. Es un contraste
divino, en el que el Señor se deja ver, pero siempre bajo el
signo opuesto al que nosotros estamos acostumbrados.
23. Y DUERMA o VELE, DE NOCHE O DE DÍA, LA SEMILLA
GERMINA Y CRECE (4,26-29) Sant 5 7; J1 4 13; Ap 14 15
No es la acción del hombre la que produce el Reino sino la
fuerza misma de Dios, escondida en la semilla. Nuestras
ansiedades por el bien son inútiles, y dañinas. Como el mal
tiene en sí mismo la muerte y mata, así el bien tiene en sí
mismo la vida y crece por si, de modo incesante.
Con estas palabras Jesús subraya el contraste entre nuestra
inactividad y la acción de Dios. La eficacia evangélica es lo
opuesto a la eficiencia mundana.
El reino de Dios es de Dios. Por tanto, el hombre no puede ni
hacerlo ni impedirlo. Sólo puede retardarlo un poco - como un
dique sobre el río.
Nuestra salvación es dirigirnos a Dios; nuestra fuerza el
abandono confiado en él, Is 30,5. Nuestra actividad nos ahoga.

Marcos semanas seguido 16


El único que nos salva él, el Señor de todo y de todos. El
creyente lo sabe y está tranquilo. Todas nuestras inquietudes
por el bien no vienen de Dios, sino del enemigo: son signo de
desconfianza y causa de perdición.
Ésta es la parábola de la fe absoluta - la que les faltará a los
discípulos la noche de aquel mismo día, cuando él "duerma" y
ellos velen consternados (vv. 35-41).
24. "MÁS PEQUEÑO QUE TODAS LAS SEMILLAS DE LA
TIERRA (4,30-34) Mt 13 31-32; Lc 13 18-19 Ez 17 23; 31 6
Con estas palabras Jesús describe la naturaleza del Reino. Es
una síntesis de las otras. La primera era la del fracaso, por el
que llega el éxito; la segunda la del anonadamiento, por el que
llega la revelación de Dios, vv. 21-25,; la tercera la de la
ineficacia humana, a través de la cual actúa su fuerza (vv. 26-
29). Esta es la cuarta, la pequeñez, en la que se manifiesta la
grandeza.
La historia de Jesús en su carne (= debilidad) nos hace ver el
modo con el que Dios actúa, y nos da el criterio de
discernimiento para leer, valorar y elegir según su Espíritu. Por
él tenemos esperanza en las contradicciones, confianza en el
anonadamiento, fuerza en la ineficiencia, y ánimo en la
pequeñez.
¡El Reino no deja de venir por la maldad de los hombres, las
persecuciones lo aceleran! es la estupidez de los buenos, la
que lo frustra. Nuestra inexperiencia espiritual es la mayor
aliada del enemigo, inclinándonos a usar el éxito, la publicidad,
la eficiencia y la grandeza, instrumentos que el Señor descartó
como tentaciones -
25. -¿POR QUÉ SOIS TAN COBARDES? ¿TODAVÍA NO
TENÉIS FE? (4,35-41) Mt 8 23-27; Lc 8 22-25 Sal 89 10; 107
23-30

Pregunta Jesús a los suyos. Han escuchado su palabra. ¿Pero


la han recibido realmente como es ella, como palabra de Dios,
que obra, lo que dice en el que cree (1Ts 2,13)?
Es noche, sobre el mar en tempestad Jesús duerme tranquilo.
Los suyos, que están con él, en sus mismas dificultades, gritan
de angustia. No entienden este sueño, imagen del sueño del
siervo en su muerte. Durmiendo, él expresa la confianza en las
manos de Dios de que habla en las parábolas. Los discípulos,
por el contrario, al no confiar se desesperan.

Marcos semanas seguido 17


La Palabra, ha caído "en el camino", no ha arraigado. Ha
entrado superficialmente; pero hay piedras en su corazón, que
les impide fiarse de Dios. Esta desconfianza puede desaparecer
sólo cuándo se responde a la pregunta: "Quién es ése?." La
aparente inacción de su sueño es la máxima acción en nuestro
favor: duerme para también estar con nosotros en el valle de
tinieblas. Y precisamente aquí se levanta con toda la potencia
de JHWH, calmando toda tempestad, también la de nuestro
corazón.
26. SAL, ESPÍRITU INMUNDO, DE ESTE HOMBRE (5,1-
20) Mt 8 28-34; Lc 8 26-39; Mc 1 23-27; 11 14-26
Inmundo es el espíritu de muerte que devasta y tiene atado al
hombre a través del miedo a la muerte. Es el mismo que
obstaculiza la fe de los discípulos, azuzando las tempestades e
impidiendo encomendarse a Jesús que duerme. Para llegar a
creer, se necesita ante todo que la Palabra ejerza su autoridad
contra Satanás, que tienta para que la palabra se pierda antes
de que arraigue.
Aquí somete al mal, y, en el texto siguiente, la enfermedad y
la muerte.
El encuentro entre Jesús y el endemoniado hace ver las
resistencias y nuestras convulsiones ante su palabra. En efecto
nos identificamos con nuestra esclavitud, y preferimos el mal
"nuestro" a "su" bien (vv. 1-11).
El episodio de los cerdos enseña pintorescamente la gran
victoria de Cristo (vv. 12 s). La narración y la constatación del
hecho suscita en los auditorios asustados las mismas
reacciones de los demonios, que no quieren tener que ver con
Jesús (vv. 14-17). También ellos como nosotros, somos
invitados a reconocernos en el endemoniado, de modo que
seamos liberados y nos volvamos como él, "sentados, vestidos
y sanos de mente" (v. 15).
Al deseo del endemoniado de "quedarse" con Jesús, éste
responde enviándolo a la misión (vv. 18-20). Ya es apóstol,
porque es capaz de contar a los otros lo que el Señor le ha
hecho. Con el ex-endemoniado se inicia la misión entre los
paganos, que son llamados a hacer en primera persona su
propia experiencia de encuentro liberador con el Señor.

Marcos semanas seguido 18


27. TU FE TE HA SALVADO (5,21-43) Mt 9 18-26; Lc 8 40-56;
1 Sm 1 17; 20 42; 2 Sm 15 9; 2 Re 5 19; Hch 16 36; Sant 2 16
Dice Jesús a la mujer y al padre de la niña muerta: Basta con
que tengas fe. Los dos episodios, juntos subrayan las palabras
"salvar", "creer" y "tocar" ("tomar la mano") se completan
recíprocamente e ilustran lo que es la fe y cuál es su fuerza.
La fe es "tocar" a Jesús, su fuerza salva de la muerte.
Los cc. 4-5 dibujan el itinerario bautismal: puesto en marcha
por la Palabra, y obstaculizado por nuestros miedos, c. 4,; pasa
por el exorcismo que nos libera, y nos lleva aquí a "tocar" a
Jesús. La comunión con él vence nuestra enfermedad mortal y
la misma muerte.
La mujer y la joven son figura de todos nosotros. Como la
primera (12 años enferma) = siempre, perdemos la vida, lejos
del Señor. Sólo si le tocamos somos salvos, porque es él
nuestra vida. Como la segunda, en edad casadera, morimos
enfermos de amor, Ct 5,8, si no llega el Esposo que nos toma
de la mano. Nuestra vida en efecto es amarle como somos
amados por él.
El tema central es por lo tanto la fe, el "tocar" que salva. Tocar
supone cercanía. El contacto con el otro, es una forma primera
y fundamental de conocimiento. En él el propio límite se
convierte en lugar de comunión, además tocar es siempre
recíproco: quién toca, es tocado.
En la mujer vemos el dinamismo de la fe, que necesita lo
primero saber que tenemos un mal no aceptado, y luego el
reconocimiento de la incapacidad para liberarnos de él. Esta
conciencia parte de la escucha de Jesús, que la pone de relieve
y lleva, de la desesperación de la propia impotencia, a la
confianza en su potencia
En Jairo, vemos las calidades de esta fe: es una fuerza mayor
que cualquier miedo, y consiste en fiarse totalmente de Jesús
y de su palabra incluso ante la muerte. La eficacia de tal fe es:
la resurrección, la victoria sobre el último enemigo del hombre
1Cor 15,26.
28. Y SE ASOMBRÓ DE SU FALTA DE FE (6,1-6a) Mt 13 53-
58; Lc 4 16-30 Jn.7 15; 6 42; Mc 3 31; Jn 4 44

Los suyos se asombran y escandalizan de que la sabiduría y la


acción de Dios esté en "este" hombre, que conocen bien. ¡Él,
se asombra: de no ser acogido por los suyos! Con Jesús nos
encontramos ante el escándalo de un "Dios hecho carne",

Marcos semanas seguido 19


sujeto a la ley humana, lo querríamos diferente. Nos gusta
compartir sus prerrogativas; pero no que él comparta las
nuestras, de las que querríamos que prescindiera.
Pero su "carne" es el centro de la fe cristiana: reconocerla
equivale a reconocer a Dios, 1Jn 4,2s. Nosotros decimos: "¡Si
le viera, si le tocara, creería!" ¡Nada más falso! Los suyos le
han rechazado justo porque le han visto y tocado. ¡La fe no es
aceptar que Jesús es Dios - el Señor que nosotros pensamos!
- sino aceptar que Dios, el Señor que nosotros no pensamos,
es este hombre Jesús. En el capítulo anterior hemos visto que
la fe es "tocar." Ahora vemos "a quien" tocamos. Tocamos a
Jesús, el carpintero que acabará en el madero de la cruz, señal
de contradicción para todos, Lc 2,34, pero fuerza y sabiduría
de Dios que salva a todos. La fe es aceptarle como mi Dios y
mi Señor.
29. LLAMÓ A LOS DOCE Y EMPEZÓ A. ENVIARLOS DE DOS
EN DOS (6,6b-13) Mt 10 1.5-15-15; Lc 9 1-6 Lc 10 1.4-11;Hch
13 51;Mt 8 4; 10 18; Lc 5 14; Mt 3 2;Sant 5 14
Los Doce fueron llamados primero cada uno a seguirlo, cf 1,16-
20; 2,14. Luego constituidos en comunidad para "estar con él",
3,14. Ahora son enviados de dos en dos a los hermanos. Son
los tres niveles de una idéntica vocación, con sus tres
llamadas, que señalan el paso de la lejanía al seguimiento, del
seguimiento a la comunión, de la comunión a la misión hacia
todos.
El texto es un "breviario de viaje", para que los enviados no
olviden reproducir el rostro de quién les envió. Es el carné de
identidad de la Iglesia apostólica, - cuya misión fue en pobreza,
y pasó por el fracaso, el anonadamiento, la impotencia y la
pequeñez (cf c. 4). El anuncio del evangelio siempre se da en
pobreza, porque proclama la cruz que ha salvado el mundo.
Los Doce y lo que vienen después de ellos, tienen que tener
gran cuidado en vivir los valores del Reino que Jesús ha
expuesto en las parábolas del c. 4, después de experimentarlos
en primera persona. También para nosotros la pobreza es la
condición para amar. En efecto cuando tienes cosas, das cosas;
cuando no tienes nada, das de ti mismo. Sólo entonces puedes
compartir. Además lo que tienes, te separa del otro; lo que le
das, te une, y te hace solidaria con él. Hasta que no eres pobre
lo que das sólo es ejercicio del poder.

Marcos semanas seguido 20


30. FUERON A RECOGER EL CADÁVER Y LE DIERON
SEPULTURA. (6,14-29) Mt 14 1-12; Lc 9 7-9 Mt 16 14; Lc 3
19-20; Lv 18 16; Est 5 3.6.

Juan, del que se dice que ha muerto y resucitado, es el


preanuncio de la suerte de Jesús, y el de sus apóstoles. La
narración surge del tema de quien es Jesús. El envío a misionar
ha suscitado el tema de su identidad, central en Marcos, que
dará una primera respuesta al final de la sección de los panes.
Acá se nos dice que Herodes no puede entender la Palabra,
porque ha apagado la voz que la proclama. La muerte del
Bautista es la consumación del pecado. Se denuncia el
adulterio del pueblo - personificado por su rey que no ama al
Señor, su esposo. y en lugar de convertirse a su palabra, hacer
callar a la voz. Quien no practica la justicia, y no está dispuesto
a cambiar vida, no puede buscar al Señor ni pretender
encontrarlo... Es el terrible silencio de Dios (cf Am 8,11 s). que
es el anuncio más fuerte de nuestro pecado y su misericordia.
El banquete de Herodes en su palacio hace de contrapunto al
de Cristo en el desierto.
31. VENID VOSOTROS SOLOS A UN LUGAR SOLITARIO
(6,30-33) Mt 14 13-21; Lc 9.10-17; Jn 6 1-14 Lc 10 17; Mc 3
20; Mt 9 36; 15 32-38; Mc 8 1-9

Dice Jesús a los suyos que regresan de la primera siembra,


para conducirlos al sitio donde les dará el pan. En la sinagoga
(= "reunión") en el centro está la Palabra; aquí en el centro
está el que los ha enviado, y ahora los invita a la soledad, en
el desierto. Será la nueva sinagoga, pueblo convocado para
escuchar su palabra y recibir su comida.
Este texto da la clave interpretativa a la multiplicación de los
panes. Nos dice las características de la Iglesia, que está en
estrecha conexión con la eucaristía. La eucaristía hace la
Iglesia, y la Iglesia hace la eucaristía. Ante todo, la comunidad
de los discípulos se constituye alrededor de Jesús, único
referente de todos y cada uno. La misión, es parte de él, puerta
a él, no aparta de él, más bien conduce a los otros.
En esta reunión o "sinagoga" lo que se hace y se dice está en
relación con cuánto él, medida En este diálogo con la Palabra
sentimos la invitación al desierto, o sea al éxodo, para
encontrar el verdadero descanso, en intimidad con él, que nos
comunica su secreto. Será la eucaristía, dónde comemos y
vivimos con él y de él, junto a todos los que lo quieran seguir.

Marcos semanas seguido 21


32. LEVANTÓ LOS OJOS AL CIELO, PRO-NUNCIO LA
BENDICIÓN, PARTIÓ LOS PANES Y SE LOS FUE DANDO
A LOS DISCÍPULOS (6,34-44)
Son las palabras del memorial eucarístico (14,22s), a la llegada
de cada misión, recibimos el pan que es el Hijo y nos hace
hijos. Esta sección de Marcos quiere conducirnos a superar la
sordera y ceguera, para reconocer el Señor en la eucaristía.
La continuación del evangelio será toda una comparación entre
la Iglesia y este pan, y tendrá como cumbre la contemplación
de un Dios crucificado. El manantial del don del Señor es: su
compasión, que lo llevará a dar la vida por nosotros. La escena
se desarrolla en el desierto, dónde el pueblo recibió los diez
mandamientos, el maná, las perdices y el agua. Ahora el nuevo
pueblo recibe la Palabra misma que se hace su alimento y vida.
Se contraponen, dos maneras de vivir. La del hombre, que vive
de lo que tiene o compra y la de Dios, que vive y hace vivir de
lo que da, en perfecta gratuidad. Hay un pan - los discípulos lo
tienen y no lo saben - que se multiplica repartiéndolo y puede
saciar a las multitudes.
33. ¡ÁNIMO, ¡YO SOY, NO TEMÁIS! (6,45-56) Mt 14 22-33;
Jn 6 15-21 ; Lc 3 21; 24 37; Ex 3 14; Dt 32 39; Is 41 4; Mc 4 39
Les dice Jesús a los discípulos que le creen una fantasma. No
han entendido el hecho de los panes, porque tienen el corazón
embotado, comenta el evangelista. Por eso no saben reconocer
en el que camina sobre el mar al mismo Jesús que se "ha
dormido" en él (4,38).
Él se manifiesta diciendo el Nombre revelado a Moisés: "Yo
Soy", Ex 3,14. Ellos ven la gloria de JHWH sobre las aguas.
Ahora, después de la comida del desierto, les pone otra prueba
para averiguar si han entendido lo que es el Pan Pero los
discípulos no saben discernir el cuerpo de "Cristo", 1Cor 11,29.
¡La eucaristía no es un simple compartir - un amor vago e
indefinido, un fantasma que recuerda al querido muerto! El
pan, por su palabra en la última cena, es Él mismo, el Señor
que se consagra totalmente en su amor. Por la fe le
reconocemos en toda su potencia salvadora. Este regalo y esta
respuesta de amor no son una ilusión. Es "Yo Soy", JHWH. En
efecto "Dios es amor, y quién está en el amor, mora en Dios y
Dios mora en él", 1Jn 4,16. Entender el pan significa
alimentarse de Cristo, ser asimilados al, Hijo del Padre y
hermano de todos. Quien come este pan "vive en mí y yo en

Marcos semanas seguido 22


él", dice Jesús, Jn 6,56. Nosotros estamos en él y él en
nosotros, en una idéntica vida y en un único Espíritu, que nos
pone a servicio los unos de los otros, lavándonos
recíprocamente los pies y amándonos como el nos ha amado.
34. SU CORAZÓN ESTÁ LEJOS DE MÍ (7,1-23) Mt 15 1-11;
Lc 11 38-39; Mt 23 25; Is 29 13; Ex 20 12; 21 17
Dice el Señor. Por eso no entienden lo el pan. Las palabras de
Isaías, que Jesús dirige a los fariseos, las dirige Marcos a la
Iglesia. Lo que hace a Dios lejano a las personas buenas son
las "tradiciones religiosas" no enraizadas en el amor, que es su
manantial. En Israel la médula de la tradición es la ley, dada
por Dios como camino para la vida. Ella se sintetiza en el
mandamiento del amor a él y los hermanos (12,29-31). Es
buena, pero nadie es capaz de observarla.
Este largo discurso se articula en cuatro partes: En 1-7 se
denuncia una religiosidad exterior en la que la ley, se reduce a
palabras y tradiciones humanas que anulan la palabra de Dios.
En. 8-13 se da un ejemplo evidente, de una tradición religiosa,
que hace eludir el mandamiento del amor a los padres. En 14-
19 se declara buena toda la creación. Son abolidos por lo tanto
todos los tabúes y las distinciones entre el bien y el mal que
se apoyan solo en lo exterior En 20-23 se señala el mal: no
usar las criaturas para amar a los hermanos.
¿Qué tiene que ver esto con el "pan" de Jesús? La discusión se
centra en las leyes y tradiciones alimenticias que impiden
"comer". En ellas se expresa la dureza de corazón que nos
impide vivir la eucaristía, él en persona que se da para que
vivamos de él. Pero nosotros reducimos la realidad de este
regalo a un fantasma, porque nos quedamos en una
religiosidad formal, que observa todas las leyes, salvo la
fundamental la del amor.
35. NO ESTÁ BIEN TOMAR EL PAN DE LOS HIJOS Y
ECHÁRSELO A LOS PERRILLOS. (7,24-30) Mt 15 21-28 Mt
9 18; Mc 5 23; 8 23
La mujer responde que es bueno para los perrillos tomar al
menos las migajas del pan de los hijos.
Esta actitud libera la fuerza del Señor: "Por esta palabra, ya:
el demonio ha salido de tu hija." Esta narración es toda sobre
el pan de los hijos. Despreciado por estos, es recogido por los
perrillos. El pan (= la vida) del hijo es el amor gratuito del
Padre. Quien, como Israel, viejo o nuevo, piense que le

Marcos semanas seguido 23


correspondes por derecho o por deber, no lo encontrará nunca.
El pagano en cambio, que se cree excluido, es capaz de
entender que es un regalo.
El pan de los hijos es el Hijo que nos da su vida. Si los
discípulos lo confunden con un fantasma, esta mujer sabe que
bastan unas migajas para salvar a su hija.
Es interesante notar que el exorcismo se cumple en ausencia
de Jesús. Refleja la situación de la Iglesia después de pascua,
en la que se reconoce, ya su presencia, por la fe en el pan.
36. ¡EFFTHA, ÁBRETE! (7,31-37) Mc 1 44-45; Is 35 5-6

Y el oído cerrado se abre a la escucha de su voz, la lengua


atada se suelta para decir la palabra que salva. Dios es
invisible. Cada imagen que nos hacemos es un ídolo. Su único
rostro verdadero es el del Hijo que le escucha. La escucha
determina en lo que el hombre se convierte. No es lo que es,
por su naturaleza, sino por lo que se vuelve; y se vuelve, y
transforma por la palabra que escucha y a la que responde.
Dios es palabra, comunicación y regalo de sí. El hombre es
ante todo oído, y luego lengua. Escuchando es capaz de
responder: entra en diálogo con él y se convierte en su pareja,
unida a él y semejante a él. Nuestra religión es de palabra y
escucha, es decir de comunión con el que habla. Por esto ser
sordomudo es el mal mayor.
En el texto anterior la mujer ha "escuchado" sobre Jesús, y ha
"dicho" la palabra que salva. En cambio, los discípulos tienen
oídos y aún no entienden (vv. 16-18; 8,18). Tienen el corazón
duro incapaz de entender el pan y de confesar: "Es el Señor."
Marcos presenta primero el milagro de la escucha, luego podrá
venir la iluminación de la fe. El que está sordo, no puede ver.
Sólo el corazón puede oír la verdad de lo que ve. Este milagro
expresa lo que el Señor quiere obrar en cada oyente. Todo
nosotros somos sordos a su palabra.
En esta narración también vemos las etapas de nuestro
itinerario de fe. Cada uno es llamado a recorrer personalmente
con Jesús el mismo camino del pueblo de Israel, representado
en este sordo balbuciente.
37. TENGO COMPASIÓN (8,1-10) Mt 15 32-39; Mc 6 35-44;
Mt 14 14-21
Para ver si los suyos han entendido el pan, les pregunta:
"Cuantos panes tenéis?." Todo el c. 8 es de nuevo una
repetición del Maestro, para que los discípulos entiendan la

Marcos semanas seguido 24


compasión del Señor, capaz de saciar el hambre de cada
hombre. Es una variación sobre los temas de los cc. 6-7: sobre
incomprensión, del pan, cuyas causas relativas son: la sordera,
ceguera y dureza de corazón.
La solución será la doble curación del ciego y la doble
confesión: la de Pedro sobre Jesús y la de Jesús sobre si
mismo.
La eucaristía es el gran misterio de un Dios que nos salva
muriendo por nosotros pecadores. Gran maravilla que nos
resulta incomprensible. Pero el volver cada día a esta memoria,
al reconocerla cada día en nuestro corazón, se convierte en
medicina para nuestra sordera y ceguera.
Este texto, es una repetición del primero (6, 34-44). Repetir
es muy importante crecemos sedimentando lentamente en el
corazón lo que vivimos día tras día. La iluminación viene de la
escucha prolongada, y es progresiva, por etapas como la
curación del sordomudo y el ciego. Por eso seguimos
celebrando continuamente la eucaristía y consagrando cada
día. Mientras tanto caen de la mesa las migajas del pan de los
hijos, que sacian a los perrillos; y, con ellos, a todos aquéllos
que, con humildad y fe, las recogen, casi robándolas.
Esta segunda narración evidencia la compasión de Jesús y la
incomprensión de los discípulos.
Al Separar la distribución del pan de la de los peces, subraya
más el aspecto eucarístico. Los panes son siete y siete las
cestas sobrantes - número perfecto. Las personas que vienen
de lejos son una alusión a los paganos. También para ellos es
el pan. Y aún más, como la sirofenicia, son los primeros en
nutrirse de él.
38. NO SE LE DARÁ NINGUNA SEÑAL (8,11-13) Mt 16 1-
12; Is 7 10-14; Mt 11 38-39; Jn 6 30; 1 Cor 1 22; Lc 11 16.29; 12
1; Jr 5 21; Ez 12 2; Mc 4 12

Dice Jesús después de la multiplicación de los panes. Sus


palabras valen para "esta" generación, o sea por cada
generación. También Israel en el desierto pretende una señal:
"Está Dios entre nosotros, sí o no?" , Ex 17,7. Pero el que pide
pruebas sin fiarse nunca, hace un chantaje que le aleja cada
vez más del amor.
Jesús nos ha dado en su pan la señal máxima: se ha hecho
nuestra vida, dando la vida por nosotros. ¿Qué otro signo
queremos? No lo hay más alto que este en los cielos, ni más
profundo en los abismos. El problema no es que él nos dé otras

Marcos semanas seguido 25


señales, sino que nos curemos de nuestra ceguera. Los
discípulos tienen siempre el corazón duro. No entienden el pan,
y lo confunden (a Jesús) con un fantasma. Jesús nos señala la
misericordia de Dios, más aún es la misma misericordia hecha
por nosotros pan. Más allá no hay nada más: sino el propio
Dios, todo para nosotros. Nos toca reconocer, adorar, gustar y
vivir de ello. La señal ha cedido totalmente el sitio a la realidad
significada.
39. GUÁRDENSE DE LA LEVADURA DE LOS FARISEOS Y
DE LOS HERODIANOS (8,14-21)
Dice Jesús a los suyos. El texto es un reproche a los discípulos,
siete preguntas, que culminan en el doble recuerdo del pan y
la puesta en guardia contra la "levadura" y la constatación
amarga: "no entendéis todavía?" Se nombra seis veces el pan
y dos sus fragmentos. Los discípulos discuten porque no tienen
pan; el evangelista dice que solo tienen uno; Jesús a su vez
habla de la levadura de los fariseos y de Herodes que
constantemente los acecha.
Es la tercera lección en la barca. En la primera tienen miedo
de hundirse, y son llamados a tener fe en él que duerme:
bautismo. En la segunda lo creen un fantasma mientras camina
sobre el agua, y son llamados a reconocerlo en el pan apenas
recibido como "Yo Soy" Eucaristía. En la tercera, como en 7,1-
23, vemos que el único pan se estrella con la sordera, la
ceguera de nuestra incomprensión. Vivimos no de su pan, sino
de la levadura de los fariseos y Herodes. Esta terrible levadura
lo matará, cf 3,6. Pero así se confeccionará el pan.
En las otras dos escenas las borrascas vinieron del mar o del
viento; aquí él es el que provoca la tempestad. No para
desanimar, sino para convencer de la ceguera, y saber lo qué
tienen que pedir cuando escuchen: "Qué quieres que te haga?"
(10,36.51). El que no sabe, no desea; si no desea, no pide; y
si no pide, no consigue. Saber que estamos ciegos es necesario
para desear y pedir la curación.
40. ¿VES ALGO? (8,22-26) Mc 7 32-33; Jn 9 6

Pregunta Jesús al ciego, para que los discípulos entiendan. En


el texto anterior les ha persuadido de su ceguera. Saber que
no ven es ya media curación. Tiene que suscitar nuestro deseo
de ver (Jn 9,41).
La primera parte del milagro sirve para hacer sentir la
necesidad de la segunda. Es largo curar nuestra ceguera: dos

Marcos semanas seguido 26


multiplicaciones de panes, dos viajes en barco - dos curaciones
de sordos y ahora dos ciegos. ha logrado algo: dentro de poco
le reconoceremos como el Cristo, pero será una comprensión
muy imperfecta, que desconoce el misterio profundo del pan.
La curación del ciego de Betsaida concluye la sección de los
panes. Enseguida Pedro reconocerá a Jesús como el Cristo.
Marcos ha querido conducirnos a esto, paso a paso, en esta
primera parte de su narración; en la segunda nos guiará hasta
la fe del centurión.
Las dos etapas de este último milagro representan las dos
etapas de nuestro camino de iluminación: la primera nos lleva
reconocer a Cristo, nuestra esperanza; la segunda nos hace
reconocer, más allá de nuestra esperanza - más bien en la
muerte misma de toda nuestra esperanza - al Hijo de Dios que
nos ama y da la vida por nosotros.
41. ¿Y VOSOTROS QUIEN DECIS QUE SOY YO? (8,27-30)
Mt 16 13-20; Lc 9 18-21 Mc 6 14-15; Lc 9 7-8; Jn 6 69
Pregunta Jesús a los discípulos y a nosotros, que hasta aquí
hemos caminado con él. "Tú" eres el Cristo, responde. Pedro
Antes todos se preguntaron: "Quién es ése?" Ahora él es el que
pregunta: "Quién soy yo por ti?" Solo entenderemos algo
cuando nos dejemos poner en cuestión. Somos nosotros los
que tenemos que aclararnos. Hasta ahora nos ha hecho su
propuesta; ahora pide nuestra respuesta:
Su provocación es también un examen de la vista, para
comprobar que necesitamos unos ojos nuevos. Acaba así la
primera parte del evangelio.
Marcos presenta la confesión de Pedro seguida de la auto
confesión de Jesús, v. 31 (anuncio de la pasión). Las dos
confesiones son las dos caras de la moneda, señalan el paso
de una comprensión de Jesús como Cristo a una comprensión
espiritual de él como Dios. Este reconocimiento concluye la
sección de los panes, iniciada con el envío de los Doce (6,6b).
A Jesús en efecto se le reconoce en el pan, en el que actúa
nuestra salvación.
Su pregunta es doble, porque doble es la respuesta: la de la
gente, según la carne y la del discípulo, según el Espíritu. Pero
ésta convive con aquella y, necesita como veremos, una
continua confrontación con la "Palabra" para purificarse.

Marcos semanas seguido 27


42. EL HIJO DEL HOMBRE TIENE QUE SUFRIR MUCHO
(8,31-33) Mt 16 21-23; Lc9 22 Mt 17 12.22; Mc9 9-10.31-32; 10
32-34

Jesús después de haber expuesto su enseñanza en parábolas,


c. 4, ahora empieza con franqueza a decir la "Palabra." Es la
palabra de la cruz - estupidez y debilidad para el hombre, pero
sabiduría y fuerza de Dios, cf 1Cor 1,18-25.
Después de haber atraído a si al discípulo, para que reconozca
a Cristo como salvador (mesias), Jesús comienza a explicarle
que significa ser el Cristo y como viene la salvación. Aquí
comienza la segunda parte del evangelio, que es toda una
instrucción reservada a los suyos, subrayada por las tres
predicciones de su muerte / resurrección. Es la sección eclesial,
en la que la comunidad se enfrenta con el misterio del pan.
El v. 31 dice la "Palabra" que aclara el enigma de todas las
parábolas y desvela el misterio de Jesús muerto y resucitado,
ya profetizado en los cantos del Siervo, en los salmos y en la
historia de los justos. Todo el evangelio es una confrontación
constante con esta Palabra, que da la clave de lectura de toda
la historia.
El discípulo es llamado ahora enfrentarse con la
"Palabra" Tiene que acoger a Jesús en la barca tal como es,
durmiendo y despertando (4,36). Pedro después de haberle
reconocido como Mesías, es llamado a hacerle frente y negarle
en la cruz, de modo que permita desmentirle y salvarle. En la
segunda parte del evangelio la Palabra tiene que cumplir en él
las dos obras más difíciles: echar el demonio sordomudo (9,14-
29) e iluminar al ciego de Jericó (10,45-52).
43. SI UNO QUIERE (8,34-38) Mt 16 24-28; Lc 9 23-21; Mt
10 38-39; Lc 14 27; Jn 12 25; Mt 10 33; 2 Tim 2 12;Mc 13 30
Después de declarar su identidad v. 31, Jesús declara la
identidad del discípulo, y lo llama definitivamente a ir detrás
de él.
Ya hubo una primera llamada a seguirle, 1,16-20, una segunda
a "estar con él", 3,14 y una tercera a ser enviado, 6,6b ss. La
llamada a seguirle, se convierte en llamada a la comunión, y
esta comunión es la fuente del envío a anunciarle. Ahora nos
explica lo que es ir detrás de El, que es asociado por el pan en
su misma suerte: renunciar a si mismo, y cargar con la cruz la
misión se hace cruz y resurrección, para la salvación propia y
ajena. Así el discípulo encarna la misma "Palabra" de su Dios.

Marcos semanas seguido 28


El v. 34 “si alguno quiere” define al cristiano, que es el que
quiere seguir a Jesús crucificado, y por lo tanto se niega a si
mismo, toma su cruz, y va detrás de él - pobre, humilde y
despreciado. El v. 35 explica que es eso de salvar y perder la
vida. El que busca salvarla se hace egoísta, y se destruye a si
mismo y a los otros. Quien sabe perderla por amor de Jesús,
la salva. El v. 36 desenmascara el engaño de quererse salvarla
a través del afán de poseer. Y el v. 37 presenta el problema de
la perdida de la existencia, en la pérdida del sentido. El sentido
es el que le permite al hombre ser hombre. Le da la posibilidad
de un progreso y la libertad de realizarse.
El v. 38 expresa el sentido del tiempo presente que es el
momento de vivir la obediencia a su palabra. De esto depende
nuestra vida verdadera, que es eterna.
Todas estas afirmaciones serán vividas después de ser
confirmadas por la voz del Padre, que dirá: "Escuchadle" (9,7).
44. ¡ESTE ES MI HIJO, EL AMADO: ESCUCHÁDLE! (9,1-
10)
Es la segunda y última vez que el Padre habla. En la primera
aprobó a Jesús como Hijo, cuando se puso en fila con los
pecadores, 1,11, ahora lo confirma para nosotros como tal,
apenas dicha la palabra de la cruz. Después de la
transfiguración del Hijo, irradiación de su gloria, Hb 1,3, el
Padre ya no dirá nada. Jesús que va a la cruz y resucita es la
Palabra en la que se expresa totalmente y se revela
definitivamente. Por esto dice: "Escuchadle!" Su carne es el
criterio último de discernimiento espiritual.
Marcos, no cuenta las apariciones del Resucitado. La
transfiguración, narrada en el centro de la vida terrenal de
Jesús, es figura de la resurrección que su palabra ya obra en
el corazón de nuestra vida cotidiana, en espera de la definitiva.
Ella tiene su principio en la escucha que nos cura, se cumple
en el bautismo que nos une a él, se nutre con su pan que nos
hace caminar detrás de él, y se consuma en la visión de su
rostro, que se refleja en el nuestro. "Cuando él se haya
manifestado, nosotros seremos parecidas a él, porque lo
veremos tal como él es", 1Jn 3,2.

Marcos semanas seguido 29


45. ¿POR QUÉ ESTÁ ESCRITO DEL HIJO DEL HOMBRE
QUE TIENE QUE PADECER MUCHO? (9,11-13)
Con esta cita de la pasión, Jesús les responde a los discípulos
que no entienden que es la resurrección. Saben que ella es el
cumplimiento de toda promesa de Dios, Ez 37,1-14, y que,
según Ml 3,23 s, tiene que venir antes Elías para convertir el
corazón de los padres hacia los hijos, para que les transmitan
la Palabra, y de los hijos hacia los padres, para que la
escuchen. Jesús dice que Elíass ya ha venido en la figura del
Bautista, cuya vida es la profecía de la del Hijo del hombre.
Quien quiera entender su resurrección, tiene que entrar antes
en el misterio de su pasión.
Este diálogo contiene la semilla de una teología de la historia,
cuyo punto de llegada es la resurrección y cuyo enigma
fundamental es el sufrimiento del justo perseguido. Lo que a
nosotros nos causa problema, para Jesús es la solución: el mal
lo vence quien no lo hace e injustamente lo lleva sobre si, como
él.
46. ESTA CLASE DE DEMONIOS NO PUEDE SER
EXPULSADA SINO CON LA ORACIÓN (9,14-29) Mt 17 14-
21; Lc9 37-42 Mt 12 39; 21 21; Lc 17 5-6; Mc 1 26.31; 5 41

Dice Jesús del demonio que sus discípulos no lograron echar


en su ausencia. Se trata del espíritu mudo y sordo, que nos
cierra el oído a la palabra de Dios, impidiendo el diálogo con
él. El primer enemigo del hombre es el último en ser vencido.
Este exorcismo, el único de la segunda parte del evangelio, es
el más duro de todos. Es el definitivo. El tema vuelve a ser la
curación de un sordo mudo, como en 7,31 ss, Allá hay una
madre y una hija, aquí un padre y un hijo; allá hay fe, aquí el
camino (oración y ayuno) para llegar a esa fe, de modo que la
acción de Jesús continúe en su ausencia. La victoria sobre esta
especie de demonios es el regalo de la fe. Cuando estamos
libres de la sumisión a la mentira de Satanás somos capaces
de escuchar al Señor y responderle. La fe no puede ser
producida por nosotros, generación incrédula. Es regalo que
Dios ofrece a todos. La única condición para recibirla es pedirla.
Es fundamental el deseo, o al menos el deseo de desearla
Este exorcismo ocurre entre, convulsiones, hasta la muerte,
pero el Señor tiene el poder de reponer la vida. Jesús
resucitado, definitivamente ya junto al Padre, sólo está
presente en su fuerza para quien acoge la voz que dice:

Marcos semanas seguido 30


"Escuchadlo." Nuestro problema es creer en su palabra,
delante de la cual nos mantenemos tercamente sordos (8,31s)
y mudos (vv. 32-34). Somos realmente ciegos delante de la
gloria del Hijo del hombre, cf 10,32 ss.
47. EL HIJO DEL HOMBRE VA A SER ENTREGADO EN
MANOS DE LOS HOMBRES (9,30-32) Mt 17 22-23;Lc 9 43b-
45; Mt 16 21; 20 18-19; Lc18 32-33

Si no se cuenta 9,12, es el segundo anuncio de la muerte /


resurrección, el más breve de todos. Es la Palabra, central de
nuestra fe, que expresa a la vez todo nuestro pecado y todo el
amor de Dios por nosotros. La sordera que nos impide
acogerla, será causa de su muerte. Pero esta a su vez será la
medicina. En efecto, muriendo en cruz por nosotros pecadores,
nos revelará de modo indudable su amor. La entrega del Hijo
del hombre es el misterio que celebramos en la eucaristía. La
Palabra, que se hace nuestro pan y vida, es un exorcismo
continuo que nos cura del espíritu sordo y mudo.
48. ¿DE QUÉ DISCUTISTEIS A LO LARGO DE EL CAMINO?
(9,33-37) Mt 18 1-4; Lc9 46-48 Le 22 24; Mt 10 40-Jn 13 20
Jesús quiere desenmascarar al demonio sordo y mudo, que
cierra a los discípulos a la Palabra, poniendo en su corazón otra
palabra. Mientras la suya es amor y humildad, la otra es
egoísmo y protagonismo. Quien busca su yo, se pierde a si
mismo, a los otros y a Dios. Después del primer anuncio de la
Pasión, Jesús invitó a cada discípulo a llevar "su" cruz. Esta
cruz es la negación de nuestro yo falso (8,34), la lucha contra
la estupidez y el orgullo, que llevan a la autoafirmación.
Jesús sabe que todos tenemos que realizarnos. Quien se
renunciara se equivocaría, porque el hombre es lo que llega a
ser. Por eso da los verdaderos criterios para esa realización.
¡Al afán de descollar en el tener, en el poder y en el aparecer
él trae el deseo de servir y acoger lo pequeño! Ésta es la
grandeza de Dios. Siendo amor, no se afirma a si mismo a
costa del otro, sino que lo promueve a su costa; no se vale del
otro, sino que lo sirve; no le arrebata lo que tiene, sino que
se despoja, a su favor, de todo, también de si. En el centro de
la nueva comunidad Jesús se pone a si mismo y a un niño con
el que se identifica. La competencia para ser más grande, se
sustituye por el competir en la pequeñez, cf Rm 12,10; Fil 2,3,
y en la acogida de lo pequeño.

Marcos semanas seguido 31


49. NO SE LO IMPIDÁIS (9,38-40) Lc 9 49-50 Mt 12 30;
Lc11 23; Mt 10 42
Dice Jesús a los suyos, celosos de uno que echa los demonios
en su nombre, pero sin ser del grupo. En el texto anterior los
discípulos se pelearon por quien era el más grande. Aquí por
qué grupo es el mas importante. Egoísmo, envidia y orgullo
pueden estar en forma tanto personal como colectiva. Esta
última, es mucho más dañina. Los discípulos son un "nosotros"
que en lugar de tener en Jesús su centro, lo tiene en ellos. ¡Los
discípulos pretenden ser seguidos! La Iglesia no está formada
por quien nos sigue, sino por los que escuchan y siguen a
Jesús.
El criterio de pertenencia al único rebaño es nuestra unión con
él, sin el que no podemos hacer nada, Jn 15,5. Muchos de los
que forman parte de la Iglesia visible no forman parte de la
invisible, porque no siguen el Señor Jesús sino a si mismos, a
sus ideas y sus deseos.
50. EN EL NOMBRE (9,41-50) Mt 18 6-9; Lc 17 1-2 Mt 5 29-
30; Is 66 24
42

El discípulo encuentra en el nombre de Jesús el manantial, el


fin y el medio de toda su acción. Obrar en nombre propio
significa esclavizar. Hacer el bien en su nombre significa ser
filántropo, ¿todavía para honrar el propio nombre?. Hacer el
bien en el "Nombre" significa amar al otro en su verdadera
dignidad de hijo de Dios con el mismo amor del Padre. Quien
así hace se convierte a su vez él mismo en su hijo.
El v. 41 dice que hasta el mínimo servicio hecho en el Nombre
está revestido de valor salvador. Nuestra realidad cotidiana
engendra el futuro definitivo. Los vv. 42-48 presentan una
decisión radical: hay que cortar todo lo que es tropiezo a otros
y a mí para seguir a Jesús. Ir detrás de él, es elegir la vida.
Perder la vida por él, es salvarla; tratar de salvarla por si, es
perderla. En los vv 49-50 se nombra la "sal", conectada con el
sacrificio, la sabiduría y la paz. Se declara la necesidad del
sacrificio y el peligro de perder la sabiduría de Cristo,
exhortando a conservarla como principio de paz. Así se cierra
la instrucción dada "en casa", en privado.

Marcos semanas seguido 32


51 YA NO SON DOS, SINO UNA SOLA CARNE (10,1-12)
Mt 19 1-12 ; Mt 16 1; Mc 8 11;Dt 24 13; Gn 1 27; 2 24; Mt 5 32;
Lc16 18; 1 Cor 7 10-11
Jesús subraya que el hombre y la mujer son creados por Dios
a su imagen y semejanza. Como varón y hembra, los dos están
relación el uno al otro, son regalo y acogida recíproca, y forman
juntos una sola vida en un único amor. En este sentido el
matrimonio es imagen de la Trinidad, compañía perfecta,
victoria sobre toda soledad. La relación además hombre /
mujer es figura de la relación Dios / hombre. Dios es el esposo
del hombre, su esposa, a la que ama con amor eterno (Jer
31,3). Nuestra dignidad es ser sus interlocutores y parejas,
semejantes a él. El amor en efecto o encuentra o hace iguales.
Nuestro destino es unirnos a él, en reciprocidad de amor, en la
carne del Hijo. (Ef 5,32). Dios nos ha sido revelado en Jesús,
en el que Él se ha unido a nuestra humanidad y a cada uno de
nosotros.
El sentido del matrimonio no se agota por lo tanto en la
conservación de la especie (generación de la prole) o en la
simple satisfacción de diferentes necesidades (necesidad de
ayuda); no es tampoco un modo cualquiera de vencer la
imperfección y superar la soledad (necesidad de compañía),
puesto que no es bueno para el hombre, que es relación, el
estar solo (Gn 2,18). Es un misterio que encuentra su
expresión plena en el amor absoluto a Dios, donde el hombre
se realiza a si mismo. En las catequesis familiares, Ef 5,22-6,4;
1Tm 2,8-13; 5,1-6,2; Tt 1,5-9; 2,2-10; 1Pt 2,13-3,7; 5,1-5,
el modelo de la relación esposo /esposa siempre es el de Cristo
con su Iglesia.
52. "DE QUIÉN ES COMO ELLOS ES EL REINO DE DIOS"
(10,13-16) Mt 19 13-15; Lc18 15-17 Mt l8 3
Dice Jesús de los niños que acuden a Él. Hay un acuerdo
profundo con ellos, en contraposición a los discípulos: los
abraza, desea que vengan a él, los bendice y les impone las
manos.
En el texto anterior se habla de la relación "con el otro",
arruinada por el pecado y restaurada por Jesús. Ahora se habla
de la relacion "con uno mismo" de la nueva relación, necesario
para entrar en el Reino. Adán, que puso su yo en el centro de
todo, y huye de Dios, porque tiene miedo de él. El niño es
pobre y lo recibe todo. Nada tiene de si, es lo que los demás

Marcos semanas seguido 33


hacen de él. Y vive todo esto con espontaneidad. Acudiendo
con confianza a quién le acoge. El hombre es esencialmente
hijo, que recibe como regalo de amor todo lo que tiene y es,
comprendido el propio yo. De otra manera no existe. Nadie da
lo que no tiene, y nadie tiene lo que no ha recibido. El orgullo,
que es en realidad miedo de no ser amado, al impedir recibir,
hace imposible el ser amado y el amar.
El texto se inicia con Jesús que toca, y acaba con que abraza,
bendice e impone las manos. Todas estas expresiones de
contacto expresan la fe como comunión física con él, el Hijo.

53. "TODO ES POSIBLE PARA DIOS (10,17-31) Mt 19 16-


30; Lc18 18-30 . ,Ex20 12-16; Dt 5 16-20; Mt 6 20; Lc12 33; Mc4
19; Gn 18 14; Job 42 2; Mt 19 30; 20 16

Responde Jesús a los discípulos, cuando por fin entienden que


nadie puede salvarse. En efecto somos todos ricos, carentes
de la pobreza del niño, indispensable para recibir el Reino.
El reconocer esta imposibilidad es principio ya de salvación.
Comprobar la propia perdición significa ser reducido a gran
pobreza, condición necesaria para aceptar a Dios que salva.
Después de haber visto nuestra relación con el otro y con
nosotros mismos, vv. 1-12; 13-16, ahora vemos nuestra
relación con las cosas en orden a nuestro destino. Todo ha sido
creado para nosotros, para que usemos todo y nos sirva para
amar a Dios y a los hermanos. Amamos Dios reconociendo sus
dones y alabándolo; amamos a los hermanos dando y
compartiendo. Pero el pecado ha puesto en nosotros el afán de
posesión, y las cosas han tomado el lugar de Dios.
El texto continúa el tema anterior, entrar en el Reino, heredar
la vida eterna, salvarse. En vv 17-22, nos presenta a un rico,
que parece tener todos los requisitos para entrar en el Reino,
excepto el fundamental, que es amar Dios y a los hermanos
sobre todo. ¿El encuentro con Jesús hará posible lo imposible,
haciéndole reconocer al Señor liberándole del ídolo que lo
esclaviza? Jesús trata de ponerlo en este camino, diciéndole
que solo Dios es bueno, y qué ahora puede dejar todo y
decidirse a seguirle. Pero el apego a sus bienes le hace ciego.
En vv. 23-27, presenta las declaraciones de Jesús sobre la
imposibilidad de la salvación y el estupor de los discípulos.
Todo somos demasiado adultos para entrar en el Reino de los
niños: Reconocer esta imposibilidad nos hace ya pequeños. En

Marcos semanas seguido 34


vv. 28-31, nos presenta la constatación maravillada de Pedro:
los discípulos han seguido al Señor, cumpliendo esta condición
del Reino Su llamada y su palabra les ha hecho pobres y
pequeños.
54. HE AQUÍ, SUBIMOS A. JERUSALÉN (10,32-34) Mt20
17-19; Lc18 31-34 Mt 16 21; 17 22-23; Mc8 31; 9 31; Lc24 7

Lo que allí va a vivir, manifestará el amor que hace posible


cumplir lo que le ha pedido al joven rico. Es el último de los
tres anuncios de la Pasión que son el sentido de esta segunda
parte del evangelio, este es el más detallado, casi un índice
puntual de lo que va a ocurrir. Al principio del texto se presenta
un cortejo silencioso que va subiendo: delante Jesús, tras Él
todos los demás, asombrados y asustados. Él toma "de nuevo"
a los Doce aparte - ya lo hizo otras veces – para que escuchen
solos exactamente lo que solo podrán comprender después y
luego anunciarán. Es el misterio de la fe, ante el que por ahora
están cada vez más ciegos
Se describen toda una serie de verbos: condenar, entregar,
escarnecer, escupir, flagelar, matar. Es como la suma de todo
el mal, que alcanza su consumación en la matanza del mismo
Dios. Pero la palabra definitiva no nos corresponde a nosotros,
sino a él: después de tres días resucitará. Viendo la reacción
de los discípulos, cf texto siguiente, podemos preguntarnos si
toda la enseñanza de Jesús no ha sido inútil. Al crecer la luz,
también crece la ceguera. En realidad no es así. Primero,
porque ya vemos claramente nuestro mal. Segundo, porque
sabemos que estamos ciegos, respecto a la palabra de la cruz.
Tercero, porque quién sabe que no ve puede pedir la
iluminación al que ha venido a dar la vista. Cuarto, porque la
curación es obra de la misma palabra, que nos revela su amor
por nosotros.
55. ¿QUÉ QUIEREN QUE YO HAGA POR USTEDES?
(10,35-45) Mt 20 20-28; Mt 20 32; 19 28; Lc22 30; Jn 18 11;
Lc12 50; Hch 12 2; Lc22 25-26; Mt 20 26; 23 11; Is 51 17-22; 1
Tim 2 5-6
Les pregunta Jesús a Santiago y Juan. Ellos no saben todavía
que pedir. Ciegos como son, le piden lo contrario de lo que les
quiere dar. Es un dialogo de sordos.
Jesús no es el Cristo de sus deseos sino el de la promesa de
Dios. Le quieren; pero a su modo, sin conocerlo. Es un
desconocido, en el que reflejan su deseo de poder. En cambio

Marcos semanas seguido 35


el criterio divino de salvación es la "carne" de Jesús, 1Jn 4,2,
es decir su debilidad hasta la cruz, que decepciona las ilusiones
del hombre, religioso (cf 15,29-32).
La reacción de los discípulos a esta predicción de la pasión es
peor que las anteriores. Después de la primera hubo la disputa
con Pedro, 8,32 s. Después de la segunda la incomprensión y
el mutismo de parte de todos, y el intento de pelear por quien
era el mayor, (9,32 s). Ahora es como si Jesús no hubiera dicho
nada. ¡Los dos predilectos, en lugar de escucharle y hacer su
voluntad, quieren que él haga la suya! quieren que él sea
garante en cielo de sus delirios de omnipotencia en tierra. Los
discípulos tienen el mismo pecado que el mundo. ¡Esto no es
grave, porque todo pecador puede ser salvado! Lo que si es
grave es no reconocerlo, porque el que no lo reconoce, no
puede ser salvado
56. ¿QUÉ QUIERES QUE YO HAGA POR TI? (10,46-52) Mt
20 29-34; Lc18 35-43 Mt 11; 9 27; Mc5 34; Lc7 50; 17 19.
Es la misma pregunta que hizo en el texto anterior y que nos
hace a cada uno de nosotros, que, como ellos, estamos ciegos,
sentados y fuera del camino. Y nosotros respondamos ten
piedad de mí. Qué yo vea." Sólo así conseguimos la vista:
recibimos la fe que salva, y le seguimos en su camino (v. 52).
Esta es la finalidad de toda la catequesis de Jesús a sus
discípulos y de Marcos a su lector traer aquí, dónde se realiza
el último milagro, el definitivo: la curación de la ceguera.
El camino del evangelio, es una educación del deseo, para
saber que pedir. Santiago y Juan, identificados por fin con este
ciego, saben que pedir y querer. Dónde no se da esta
identificación con el ciego que cura, hay la identificación con la
higuera que descubre su estéril desnudez (11,12-14.20).
¡En el evangelio de Marcos este ciego es el único - después de
los demonios, que llama a Jesús por nombre!. Tiene con él una
relación personal de conocimiento y familiaridad. Llamar a
Jesús es pronunciar el único Nombre, en el que hay salvación
(Hech 4,12).
Este ciego es espejo de cada uno de nosotros. Por la escucha
ha sentido la presencia de Dios, y puede desear y pedirle lo
que Él quiere darnos. La invocación del nombre de Jesús
encuentra respuesta en su llamada, que le hace brincar,
arrojar la capa, ir a él, pedirle y conseguir la vista, de modo
que pueda seguirle en su camino. Ésta es la salvación
concedida a quienquiera que invoca su nombre (Hech 2,21).

Marcos semanas seguido 36


En esta narración la fe es oídos para escuchar, boca para gritar,
pies para acudir, manos para arrojar la capa y ojos para verle
y seguirle. Su principio es la miseria reconocida, su medio es
la invocación de la misericordia, su cumplimiento es la
iluminación que hace ver al Señor.
57. EL SEÑOR LO NECESITA (11,1-11) Mt 21 1-11; Lc19 28-
40; Jn 12 12-19 Zac 9 9; 11 9; Sal 118 25-26; Lc1 32-33; Hch 2
29 11

Aquí es la única vez que se llama a si mismo "el Señor", y es


la única cosa de la que Jesús dice tener necesidad. Inicia con
esta narración el primero de los seis días en Jerusalén. Apenas
ha curado al ciego, manifiesta ahora la luz, principio de la
creación con su amor humilde y servicial - representado en el
pollino –. Este episodio sintetiza cuánto ha hecho hasta ahora
y lo que hará después, iluminando su modo de realizar el
Reino. Se esperaba que el Señor viniera con gloria y potencia,
asumiendo el dominio de todo. Y efectivamente viene; pero su
gloria es la humildad, su potencia es el amor, su dominio es el
servicio. Zc 9,9.
Las características del pollino, verdadero protagonista de la
narración, son las mismas de su mesianismo: él es el primero
en cuanto que es el último y el siervo (9,35), que da la vida en
rescate por todos (10,45). Su título real aparecerá claramente
sobre la cruz (15,26), y justo en su muerte se comprenderá
quien es el Señor (15,39).
El burro, que lleva la carga de los otros, es imagen de Jesús,
que primero ha hecho lo que nos ha dicho. "Llevad las cargas
los unos de los otros, así cumpliréis la ley de Cristo", dice
Pablo, Gal 6,2. Este ser esclavos por amor es la verdadera
libertad, Gal 5,13s, el cumplimiento de la ley, realización en la
tierra del reino de los cielos.
Sobre este pollino "nadie" ha montado nunca; y nadie desea
montar. Además está "atado." Jesús. que es el primero en
montarlo, ha venido a liberarlo, a "desatarlo." Nuestra
capacidad de servir es nuestra semejanza con Dios. Está atada
y el Señor ha venido a desatarla.
Esta narración nos abre la inteligencia para discernir el Reino.
Viene y vendrá como ha venido. El fin del tiempo será cuando
esta llegada suya humilde sea acogida por todos. Él no tiene
otro modo de venir, ni en el presente ni en el futuro, que la
que nos presenta en esta subida a Jerusalén.

Marcos semanas seguido 37


58. QUE NUNCA JAMÁS COMA NADIE FRUTO DE TI
(11,12-14) Mt 2l ; Lc 13 6; 11 20
Ella como la viña, es imagen del pueblo que Dios se ha
cultivado.. Su dulzura es comparada con la de la ley, que se
sintetiza en el amor a Dios y al prójimo, 12,28 ss. De este tiene
hambre el Señor. Pero a su llegada, cf el episodio siguiente,
encuentra sólo hojas. La higuera tenía el atenuante de que no
era su estación, para nosotros no hay excusa "El tiempo se ha
acabado" (1,15), es hora de dar frutos. Su llegada necesita del
pollino, de la capacidad de servir y amar. Ésta es su hambre.
Pero no encuentra comida por nuestro parte, solo hojarasca.
Delante del Jesús pobre y humilde, se descubre la esterilidad
de quien no le acoge tal como es.
En realidad este árbol, que lleva sobre si nuestra maldición, es
imagen de la cruz. De ella colgará el dulce fruto, en el que
nuestra esterilidad se volverá fecunda. El Crucifijo es el sí pleno
de Dios al hombre, y del hombre a Dios. El episodio de la
higuera sin frutos, que deja caer las hojas, enmarca el del
templo, que será destruido. El viejo templo, hecho por manos
de hombre, dejará el sitio a uno nuevo, no hecho por manos
de hombre (14,58), que será casa de oración para todas las
gentes.
59. MI CASA SERÁ CASA DE ORACIÓN PARA TODOS LOS
PUEBLOS? VOSOTROS, SIN EMBARGO, LA HABÉIS
CONVERTIDO EN UNA CUEVA DE LADRONES (11,15-19)
Mt 21 12-17; Lc19 45-48; Jn 2 13-22 Is 567; Jr 7 11; Mt 12 14;
Mc14 1
Estas palabras indican para lo que se hizo el templo y en lo que
nosotros lo hemos convertido, dando a su gesto de
"purificación" el sentido de anuncio de la pasión.
La escena se incluye entre la maldición de la higuera y la
instrucción sobre la oración y la fe. Como la higuera, el templo
no produce fruto, porque ya no es el lugar de la fe y la oración.
La llegada del Señor evidencia su esterilidad y realiza el juicio.
Para todos los pueblos el templo es "santo", es decir separado
del resto. Con Jesús crucificado acaba el mundo viejo y nace
el nuevo, en el que ya no hay templo, "porque el Señor Dios,
el omnipotente, y el cordero son su templo", Ap 21,22,;
desaparece la función del templo, porque todo se convierte en
morada de Dios. El viejo mundo trató de tener Dios en su
centro, sin lograrlo por su impiedad. En el nuevo mundo el

Marcos semanas seguido 38


propio Dios ha puesto su centro en el hombre, metiéndose con
su cruz en el corazón de toda impiedad.
La destrucción del templo será motivo de acusación en su
proceso, 14,58 y motivo de escarnio a los pies de la cruz
(15,29). Sin embargo justo a su muerte se desgarrará al velo
del santo de los santos y el centurión prototipo de "todas las
gentes" - reconocerá la Gloria, 15,38 s.
60. TENGAN FE EN DIOS (11,20-26) Mt2l 20-22 Mt 17 20;
Lc17 6; 1 Cor 13 2; Mt 6 14; Ef 4 32; Col 3 13
La higuera se ha secado para instruir a los discípulos sobre la
fe; el templo ha sido purificado para convertirse en casa de
oración. A la esterilidad de la primera, rica sólo en hojas,
corresponde la multitud de negocios en la segunda.
Esterilidades en el bien y fecundidad en el mal van juntas.
En este texto se habla de la fe y de la oración, raíz de la que
viene el fruto del Espíritu, que es esencialmente amor y
perdón. Jesús ve la fe de quien se le acerca a pedir (2,5), y
pregunta a los discípulos si la tienen, 4,40, y dice a la
hemorroisa y al ciego: tu fe te "ha salvado", 5,35; 10,52. La
incredulidad impide su acción (6,6), y es curada por la
invocación: "Ayuda mi no-fe" (9,24). Sus primeras palabras
son: "Tengan fe en el evangelio" (1,15). A Jairo le dice: "no
temas, ten fe" (5,36), y al padre del sordomudo: "Todo es
posible para quien tiene fe" (9,23). A los discípulos los llama
"estos pequeños que tienen fe en mí", 9,42. Todas estas
palabras de Jesús ilustran lo que es la fe en él, vuelven visible
al Señor invisible.
La fe se expresa como oración hacia arriba y como perdón a
quien está a nuestro lado. La primera nos pone en diálogo con
el Padre, cf 1,35-38; 6,46; 14,3 ss, el segundo con los
hermanos. No puede haber la una sin el otro y viceversa. Los
dos son precisamente posibles en Jesús, Hijo de Dios y
hermano de todos.
61. TAMBIÉN YO OS VOY A HACER UNA PREGUNTA. SI
ME CONTESTÁIS OS DIRÉ CON QUÉ AUTORIDAD HAGO
YO ESTO (11,27-33) Mt 21 23-27; Lc20 1-8 Mt 16 21; Lc9 23;
Jn 1 33; Mt 21 32; Lc7 30
Es la respuesta de Jesús a quien le interroga. En el patio del
templo inicia una serie de cinco disputas, en las que manifiesta
que su poder: es el de la fidelidad y libertad de Dios, 12,1-
12.13-17, que es vida y amor (12,18-27.28-34). La revelación

Marcos semanas seguido 39


culmina en una larga pregunta, cuya respuesta, nos deja, claro
todo: él es el Señor (12,35-37).
Su actividad se inició con cinco polémicas sobre la ley, que
determinaron la decisión de matarlo (2,1-3,6); ahora acaba
con estas cinco sobre el poder, que acaban en su condena a
muerte. ¡Pero justo esta lo manifestará como el Hijo de Dios!
¿Esta pregunta sobre toda su actividad, expresada en este
momento, en la "purificación" del templo: nos va a revelar por
que hace lo que y hace, cuál es su poder, y de dónde le viene?
Es la pregunta fundamental sobre él. Él responde, pero con
una condición: que nosotros estemos dispuestos a responder
a su pregunta acerca del Bautista, que ha predicado "un
bautismo de conversión para el perdón de los pecados", 1,4.
¿Aceptamos su "bautismo" como de Dios, estamos dispuestos
a convertirnos, reconociendo nuestro pecado y su perdón? Sólo
así podemos conocer al más fuerte" que viene después de él y
recibir el bautismo en el Espíritu Santo, 1,7 s.
62. LA PIEDRA QUE RECHAZARON LOS CONSTRUCTORES
SE HA CONVERTIDO EN PIEDRA ANGULAR (12,1-12) Mt
21 33-46; Lc20 9-19; Is 5 1-2; Gn 22 2; Mc1 11; 2 Pe 1 17,Sal
118 22-23; Hch 4 11; 1 Pe 2 7.
Dice a los que le interrogan y no se dejan interrogar. También
con ellos, mantiene el diálogo. ¡bajo el velo de las parábolas,
cf 4,10, declara de qué tipo es su poder y de dónde le viene:
es el del "Hijo", y le viene de su ser rechazado, y muerto. Con
esta parábola alegórica Jesús da la clave de lectura de la
historia de Israel y de la nuestra – y la presenta como choque
sin encuentro entre la fidelidad de Dios y nuestra infidelidad,
pero nuestra maldad no frustra su plan. Hech 4,27 s.
Todo nuestro mal y el de nuestra historia, lejos del ser la
quiebra del designio de Dios, no hace mas qué cumplirlo,
mostrando su poder, que está solo en su misericordia.
63. DAD AL CESAR LO QUÉ ES DEL CESAR Y A DIOS LO
QUE ES DE DIOS (12,13-17) Mt 22 15-22; Lc20 20-26 Mc3 6;
Hch 13 10; 16 17; Rm 13 7
Su trampa es perfecta. Si dice que no paguen, es eliminado
por los romanos; si dice que lo paguen, se enemista con el
pueblo. La respuesta de Jesús no es una simple astucia, no,
dice sencillamente: Da a cada uno lo que le "corresponde", sin
determinar lo que le corresponde a cada uno.

Marcos semanas seguido 40


Es obvio que dónde circula la moneda del César, se está bajo
su dominio, y hay que respetar sus reglas de juego, entre ellas
la de pagarle el tributo, cf Rm 13,1-7; 1Pt 2,13 ss. Pero para
Jesús el problema es otro: darle a Dios lo que es de Dios.
Como la moneda lleva la imagen del César y le pertenece a
César, así el hombre es imagen de Dios y le pertenece a Dios.
El tributo que hay que pagarle es darse a Él, amándole de todo
corazón, y al prójimo como si mismo, v. 30 s. Este mandato,
imposible por el pecado, ahora es posible con Jesús. La
autoridad civil aunque sus formas son históricamente más o
menos imperfectas, es legítima y positivamente querida por
Dios, cf Rm 13,14. El modo en que se ejerce, normalmente, es
el de los jefes de las naciones, cf 10,42, - común a todos los
hombres, incluidos los discípulos - que desean el tener, el
poder y el aparecer. Este modo no es querido por Dios. Es fruto
del pecado Este texto ayuda a entender el "poder" del Hijo del
hombre, que pone siempre en crisis el del hombre. Es en efecto
amor, servicio y humildad. Esto significa darle a Dios lo que es
de Dios. Y ser semejantes a él, del que somos imagen.
64. NO ES UN DIOS DE MUERTOS SINO DE VIVOS (12,18-
27) Mt 22 23-33; Lc20 27-40 Hch 23 8; Gn 38 8; Dt 25 5; Ex 3
6.15-10
Jesús responde a los saduceos y a quién, como ellos, no creen
en la resurrección de los muertos. Estas discusiones, que
concluyen su enseñanza, parten de la pregunta: "Con que
poder haces estas cosas?."
Él responde que su poder sólo es comprensible a quien se
convierte, 11,27 ss, porque es el de la piedra desechada, vv.
1-12, - bien diferente del, del César, que oprime y da la
muerte, vv. 13-17. Ahora afirma que es, el del Señor de los
vivos, que da vida a los muertos.
Nuestra resurrección, de la que habla esta discusión, es el
centro de la fe cristiana. Sin ella "es vana nuestra predicación
y es vana también vuestra fe", escribe Pablo a los de Corinto,
1Cor 15,14. Aquí La resurrección de que se habla es el paso a
otra vida, no como la anterior, sino una vida, nueva diferente,
en comunión con Dios, en la plenitud de su gloria, en la que
participa también el cuerpo, 1Cor 15,35-58. El propio Dios en
efecto es nuestra vida, Dt 30,20, - como el amado es la vida
del que le ama.

Marcos semanas seguido 41


65. NO ESTÁS LEJOS DEL REINO DE DIOS (12,28-34) Mt
22 34-40; Lc10 25-28 Dt 6 4-5; Lv 19 18; Is 4 21; Jos 22 5
Responde al escriba que ha entendido el mandamiento
principal de la ley. No está lejos, pero, para entrar, le falta una
cosa: amar a Jesús, el Señor que se ha hecho su semejante.
El texto concluye diciendo que nadie más osó interrogarle.
Nuestro silencio le obliga a provocarnos para que le
preguntemos, para que entendamos quién es él: es el Señor
(texto siguiente). Sólo después de la cruz habrá uno - José de
Arimatea - que esperaba "el Reino" y "osó" "preguntar."
Recibió como regalo el cuerpo de Jesús, 15,43 ss. En efecto
sólo allí sabemos quien es el Señor: el que nos ha amado
primero.
Nuestra vida es amar a Dios y unirnos a él, cf Dt 30,20,
volviéndonos por gracia lo que él es por naturaleza. El amor es
fuerza de divinización: uno se convierte en lo que ama.
Dios no sólo es madre y padre, amor necesario que da la vida
y libertad que no la ahoga; sino que también es esposo, al que
adherirnos incluso formando con él una unidad en la distinción.
Nuestro pecado fue ignorar este amor, volviéndole la espalda.
Jesús ha venido a traérnoslo, para que cada uno pueda verlo y
conocer así las Escrituras y la potencia del Señor de los vivos,
cf pieza anterior. Quien responde a este amor pasa de la
muerte a la vida; quién no ama, queda en la muerte, 1Jn 3,
14.
66. SI EL MISMO DAVID LO LLAMA SEÑOR, ¿CÓMO ES
POSIBLE QUE EL MESÍAS SEA HIJO SUYO? (12,35-37) Mt
22 41-46; Lc20 41-44 Sal 110 1; Hch 2 34-35; 1 Cor 15 25; Heb
1 13
Pregunta Jesús a los que le preguntan, por su identidad. La
primera parte del evangelio culminó con la pregunta: "Pero
vosotros quién decís que soy yo?." Y Pedro lo reconoció como
el Cristo, el hijo de David (8,29). La segunda culmina en este
texto, en el que él sugiere que es, no sólo el Cristo el hijo
prometido, sino el Señor. Lo dirá claramente ante el sanedrín,
14,61 s, y el centurión lo entenderá a los pies de la cruz, 15,39.
Este texto es la pregunta de Jesús, que acaba con todas las
discusiones. No hay más que una respuesta posible, que se
puede dar o rechazar: la de la viuda, que da toda su vida (texto
siguiente). Es lo que le falta al escriba para entrar en el Reino,
del que según el texto anterior no está lejos. Seguirá la palabra

Marcos semanas seguido 42


sobre el fin del mundo viejo y el principio del nuevo, c.13, y la
Palabra por excelencia, la narración de su pasión /
resurrección, cc. 14-16, que legítima y provoca tal respuesta.
67. HA ECHADO DE LO QUE NECESITABA, TODO LO QUE
TENÍA PARA VIVIR. (12,38-44) Mt 23 1-36; Lc 20 45-47
El texto es un contrapunto: hay que guardarse de los escribas,
los falsos maestros que tanto amamos, y fijarse en la viuda,
verdadera maestra que preferimos ignorar. Los primeros
tienen el culto a su imagen: se quieren a si mismos, y se sirven
de todo y de todos, también del Señor y de su palabra para
descollar. La pobre viuda, en cambio, sola, pobre y humilde,
"echa" toda su vida: es como Jesús, que se ha hecho el último
de todos, y ha puesto su vida al servicio de todos. Tiene su
mismo Espíritu, es el evangelio vivo, en el que siempre
podemos ver el rostro de nuestro maestro.
La primera acción prodigiosa de Jesús fue la curación de la
suegra de Pedro, para que pudiera servir, 1,29-31. La última
antes del discurso escatológico, casi su testamento, es
mostrarnos a esta viuda. Jesús la pone en la cátedra en su
sitio, para que alargue en el tiempo su presencia.
Ella da todo por el templo, que será destruido pronto (c. 13).
En realidad el templo es el propio Jesús, que interpreta su
gesto como respuesta concreta a su última pregunta. Él es el
Señor; la fe es reconocerle como tal, amándolo con toda la
vida, v. 30, porque él antes me ha querido con toda su vida.
Pero tal respuesta sólo puede madurar sobre el árbol de la
cruz. Esta viuda es como su fruto anticipado. La higuera estéril
y seca empieza a dar sus primicias.
68. NO QUEDARÁ PIEDRA SOBRE PIEDRA (13,1-2) Mt 24
1-3; Lc21 5-7 Lc 19 44

El fin del templo significa el fin del mundo, figura de la muerte


y resurrección de Jesús (cc. 14-16).
El hombre es el único animal que sabe que tiene un fin. Trata
de saber cuando será para controlarlo. Pero así, en lugar de
apartarlo, cae bajo su dominio subyugado por el miedo.
El evangelio no satisface nuestra curiosidad acerca del futuro.
No quiere alimentar nuestra ansiedad, sino vencerla con la
confianza. Con la cruz ya ha venido el fin del mundo viejo y el
principio del nuevo. Lo que le ha ocurrido al Señor, es lo que
ocurre y ocurrirá a cada uno de nosotros y a toda la historia.

Marcos semanas seguido 43


El c. 13 no quiere hacer previsiones catastróficas. A la luz de
la historia de Jesús, quiere hacer leer el presente para vivirlo
con responsabilidad y determinar así nuestro futuro, que
depende de lo que ahora hacemos.
En la primera comunidad estuvo muy vivo el deseo de su vuelta
gloriosa. Es el anhelo de cada creyente, como es el gemido de
toda la creación, Rm 8,22. Pero hubo el peligro de engaños, y
la tentación de olvidar las responsabilidades del presente.
69. MIRAD QUE NADIE OS ENGAÑE (13,3-23) Mt 24 4-28;
Lc21 8-24; Mt 10 17-23; Lc12 11-12; Miq 7 6; Jn 15 18-21; Dn 9
27; 12 1; 1 Mac 1 54

Dice Jesús acerca del cuando y de las señales del fin del
mundo. Tanto para la primera generación cristiana, que vio la
guerra judía, como para la segunda, que vio la persecución de
los discípulos en Roma, y para todas las siguientes, es fácil
caer en la tentación de leer los propios males como señal de la
catástrofe pendiente. Los discípulos piensan que también es el
fin del mundo, y preguntan "cuando" y "cuál es la señal" del
"cumplimiento de todo." Jesús les exhorta a reemplazar el
alarmismo por el discernimiento. En lugar de preocuparse del
futuro, tienen que ocuparse del presente, en fidelidad laboriosa
a su palabra. El fin del mundo no es previsible por ninguna
señal; no está en continuidad con los acontecimientos
históricos, porque constituye una rotura definitiva. Los males
que ocurren, y que nosotros mismos hacemos, forman parte
de nuestra historia después del pecado. Pero este se puede ver
como lugar de salvación, a la luz del Señor muerto y
resucitado.
Jesús quiere expulsar todas nuestras aprensiones,
infundiéndonos confianza y ánimo. La estructura del texto
evidencia este intento, al estar encerrada entre dos puestas en
guardia contra engañadores y alarmistas (vv. 5-6.21-23). En
efecto el miedo des-responsabiliza y busca sus confirmaciones
en charlatanes y falsos profetas que dan respuestas
inmediatas a los que se hacen preguntas ansiosas.
Viene luego la descripción de los ingredientes normales de la
historia: guerras, terremotos y carestías (vv.7-8).
¡Consecuencia del pecado y presagios de muerte, son la señal
que el mundo acaba; pero no son el fin sino el principio de los
dolores de parto del mundo nuevo!
En el centro está la descripción del discípulo (vv. 9-13). Su
persecución, es la verdadera señal del fin del mal. Él,

Marcos semanas seguido 44


testimoniando todo el evangelio, es la criatura nueva, que vive
lo que anuncia, participando de la lucha y de la victoria de su
Dios.
Sigue la descripción misteriosa de un mal abominable (vv). 14-
20, que parece anunciar la vuelta del Señor. Es la gran aflicción
que hay que atravesar, pero no es todavía el fin. Acaba
poniendo en guardia contra los falsos Cristos (= salvadores y
profetas, vv. 21-23). El único salvador es el Señor Jesús, que
ha "predicho también todo", v. 23, lo que nos hace falta saber
es que Jesús ha venido, viene y vendrá; fue, es y será.
70. ENTONCES VERÁN AL HIJO DEL HOMBRE VENIR EN
LAS NUBES (13,24-27) Mt 24 29-31; Lc21 25-28 Is 13 10; 34
4; Ez 32 7-8; Jl 2 10.31; Dn 7 13-14; Dt 30 4

Es la gran promesa de Jesús. Toda la historia es conducida por


la mano sabia y paciente de Dios a este encuentro con él. La
creación está en camino hacia la revelación del Hijo del
hombre, en el que cada hombre es hijo en comunión con el
Padre.
El fin del mundo no es el desaparecer de todo en la nada, sino
el cumplimiento más allá de toda esperanza y por encima de
toda esperanza, de una plenitud que nadie puede imaginar.
La invocación del creyente: "Maranà thà: ven, Señor", 1Cor
16,22, presta su voz al clamor de toda la creación, Rm 8,19-
23, Col 1,15s. Él en efecto es la vida de todo lo que existe, Jn
1,3b-4.
El fin del mundo no es algo terrible. Es la meta anhelada. Pablo
espera que ocurra mientras él aún vive, 2Cor 5,1-5. Es en
efecto el encuentro entre la novia, que clama en el Espíritu:
"Ven", y el novio que garantiza: "Sì, voy pronto", Ap 22,17ss.
Estas palabras de Jesús se dicen cuando está tan cerca su
crucifixión,. Ella es su entronización, su llegada en potencia y
gloria para cumplir el juicio de Dios y la salvación. Su cruz es
la clave de lectura de toda la historia.
El misterio de Jesús muerto y resucitado constituye su primera
venida. Se continúa en la vida cotidiana del discípulo, que es
como su segunda venida, antelación o garantía de la tercera,
la final. Esta no será más que la revelación de lo que ya hay
ahora de modo escondido; porque no hay nada escondido que
no tenga que salir a la luz, 4,22.

Marcos semanas seguido 45


71. APRENDED DE LA PARÁBOLA DE LA HIGUERA
(13,28-32) Mt 24 32-44; Lc 21 29-33 Mt 5 18; Lc 16 17; Hch 1
7; Mt 25 13-14; Lc 12 36-38

Cuando la higuera brota, es señal que se acerca el verano. Pero


la higuera, estéril y maldita (11,12), está a punto de brotar
ahora mismo. Dentro de tres días veremos colgar del árbol un
fruto, primicia de una estación fecunda. Se han acabado las
parábolas; con la cruz de Jesús se ha acabado el mundo viejo
e iniciado el nuevo. Ya vivimos en el tiempo definitivo de la
salvación; cada momento es por lo tanto la hora de los frutos
(11,13), porque el tiempo ha terminado y el reino de Dios está
aquí, 1,15.
El texto se articula en cuatro partes. Los vv. 28-29 presentan
una parábola de discernimiento: todos los males descritos son
como el brotar de la higuera, señal evidente de la estación de
los frutos. El v. 30 dice "cuándo" ocurre esto: en la generación
de los oyentes de Jesús, que dentro de tres días, viéndole en
la cruz, será llamada a dar frutos dignos de conversión. Igual
que entonces, ahora y siempre cada generación es llamada a
contemplarlo y a convertirse. El v. 31 asegura la certeza del
acontecimiento: todo pasa, pero su palabra no. el v. 32 afirma
que la hora es incierta: el acontecimiento es seguro, pero se
desconoce el día y la hora. El que sabe discernir la señal de la
higuera y se convierte, vive cada instante en vigilancia y
fidelidad (texto siguiente).
72. CUIDADO ESTAD ALERTA (13,33-37)
Así concluye Jesús su último discurso. El texto es toda una
variación sobre el tema de la vigilancia. Se inicia con las
palabras "cuidado, vigilad", en medio se encomienda dos veces
velar, y al final se extiende la exhortación a todos: "Velad." La
historia es un camino en seguimiento de él. Su venir está ya
en nuestro ir hacia Él.
La historia es el lugar del discernimiento (texto anterior), que
tiene como condición la espera vigilante y como resultado la
laboriosidad fiel. La vigilancia, es el ojo del corazón abierto
sobre el Señor para verlo mientras viene en cada presente; la
laboriosidad es la mano para cumplir con responsabilidad el
encargo recibido. El Señor ya ha llegado a la meta. La distancia
de su ausencia nos toca llenarla a nosotros, recorriendo su
camino, hasta estar con él.

Marcos semanas seguido 46


73. ¿A QUÉ ESTE DERROCHE? (14,1-11) Mt 26 1-5; Lc 22
1-2; Jn 11 45-53 Ex 12 1-20; Mc 11 18

¿Expresan estas palabras sobre la mujer nuestro sentimiento


ante de la pasión del Señor: por qué este derroche de amor?
¿No pudo ahorrarse un poco? Quien comprende este exceso
entra en el misterio de Dios. Con esta escena delicada Marcos
toca la narración central de nuestra fe. En todo el evangelio, el
gesto de la mujer es el único que Jesús agradece y aprueba sin
reservas. Sólo él la entiende y sólo ella le entiende. Lo que ella
hace es llamado "obra bella", "evangelio."
Jesús fue proclamado Mesías en el bautismo, 1,9 s, y
reconocido como tal por Pedro después del pan (8,29). Ahora,
cuando va a la cruz, es consagrado por una mujer. Lo que ella
hace es la realización plena del evangelio: La unción de la
mujer es la consagración de Jesús como Mesías, profeta,
sacerdote, altar y víctima. Y también nos revela lo que es la
fe: reconocer a Jesús pobre y moribundo como Salvador y
Dios, amándole de todo corazón.
Cuánto hace esta mujer es figura de lo que hará Jesús en la
cruz: el frasco de su cuerpo será roto, y se extenderá por toda
la tierra el perfume de Dios. El protagonista del texto es el
perfume, que emana del encuentro de los dos, impregnando y
envolviéndolo todo. Como el amor, el perfume por su
naturaleza no puede no notarse. Invisible a todos es
perceptible por todos, se advierte también en la oscuridad.
La narración gira sobre dos grupos de personas. De una parte
los sumos sacerdotes, los escribas, Judas y todos los otros; de
la otro Jesús solo con la mujer y la mujer en silencio y sola con
él. En paralelo hay dos grupos de palabras. De una parte:
apoderarse, engaño, matar, vender, dinero, comprar; de la
otra alabastro, perfume, romper, derramar, desperdiciar, dar,
socorrer, obra buena, evangelio. Con el primer grupo se puede
escribir toda la historia humana, con el segundo la de Dios en
Jesús. Los dos grupos de personas y palabras expresan dos
economías opuestas. De una parte la del egoísmo, que se
apodera, compra, vende con dinero, mata, irritándose y
molestando. Es la economía del hombre. De la otra la del amor
que da en gratuidad y desperdicia locamente. Es la economía
de Dios.

Marcos semanas seguido 47


74. EL OS MOSTRARÁ EN EL PISO DE ARRIBA UNA SALA
GRANDE, ALFOMBRADA Y DISPUESTA (14,12-16) Mt 26
17-19; Lc 22 7-13 Ex 12 6.14-20

Les dice a los discípulos Jesús, indicando cómo encontrar el


lugar del banquete. Es jueves, víspera de Pascua. Cuatro veces
sale el verbo "preparar"; por eso hay que entender lo que el
Maestro llama "mi lugar de descanso, dónde yo pueda comer
la pascua con mis discípulos." Todo el evangelio de Marcos es
una larga introducción a la narración de la muerte y
resurrección de Jesús, y quiere conducirnos a este lugar, en
que se celebra la eucaristía, nuestra pascua.
El texto sugiere los pasos necesarios para prepararnos a la
cena del Señor
1. Hay que conocer lo que es la pascua hebrea, porque sólo a
su luz se comprende la eucaristía cristiana, cumplimiento de
aquella liberación de la que el éxodo es promesa.
2. Se habla de inmolar la pascua, es decir el cordero. También
hace falta ser conscientes que esta liberación ocurre a un
precio: cuesta la sangre del cordero inmolado, que es Cristo,
1Cor 6,20; 7,23; 5,7.
3. Jesús además prevé lo que ocurre y lo afronta. su muerte
no es un accidente sino el coste presupuestado – su vida por
la nuestra
4. Jesús no sólo sabe, sino que libremente quiere, dispone
todo, como en la entrada a Jerusalén Su muerte no es algo
padecido, sino el fruto de toda su vida de Hijo que ama al Padre
y a los hermanos.
5. El discípulo ha de buscar la habitación superior: es el tema
central del texto. El hombre con el jarro de agua, figura del
bautismo, indicará cómo encontrar este lugar dónde se come,
y se vive con el Señor su misma pascua.
75. UNO DE VOSOTROS ME VA A ENTREGAR (14,17-21)
Mt 26 20-25; Lc 22 14.21-23; Jn 13 21-30 Sal 41 10
Dice Jesús la última tarde que pasa con los suyos. Luego viene
la noche.
Puesto que para los judíos el ocaso del sol señala el cambio de
fecha, estamos en Jerusalén al principio del viernes, su sexto
día. En la narración del Génesis en este día Dios creó al
hombre, que se alejó enseguida de él. Desde entonces empezó
a buscarlo. En la cruz, que ya es inminente lo encontrará. Es
el momento más importante de toda la creación, en el que Dios

Marcos semanas seguido 48


corona su deseo tan esperado: abrazar al que ama. Marcos,
tan parco en sus indicaciones de tiempo, recalca aquí cada
hora de este día. Es un día de tiniebla, una única noche de
principio a fin, en la que el Señor entra en todas nuestras
noches. De ahora en adelante la narración es una lucha entre
la pasión infinita de Dios por el hombre y la indiferencia mortal
de este. Recostado a la mesa con los suyos, el Señor de la vida
anuncia su muerte por nosotros, y se ofrece como comida y
bebida a nosotros que le matamos. Ante él que se entrega, se
evidencia nuestro pecado. "A qué todo esto derroche?" (v. 4).
Cada discípulo, que está con él alrededor de la misma mesa,
se pregunta: "Soy quizás yo el que le traiciona y le entrega a
la cruz?." La respuesta es fácil. Si no estoy de parte de Jesús
y la mujer, estoy entre los que lo venden, lo compran, lo
entregan, lo cogen y lo matan.
En la última cena, delante del amor de Jesús que se da, nuestra
ceguera se hace evidente: somos diferentes de él. Judas no es
un monstruo, es "uno" de los Doce, "que moja conmigo en el
plato", dice Jesús. Su pecado es mi pecado, por el que el Señor
muere.
76. ESTO ES MI CUERPO ESTA ES MI SANGRE, LA
SANGRE DE LA ALIANZA (14,22-26) Mt 26 26-29; Le 22 15-
20; 1 Cor 11 23-25 Mc 6 41; 1 Cor 10 16; Ex 24 8; Zac 9 11;
Heb 9 20
Dice Jesús sobre el pan y sobre el vino en la última comida con
los suyos.
Presenta la institución de la eucaristía. La última pascua de
Jesús se convierte en la cena del cordero, en el banquete en
que nos alimentamos de él, hacemos memoria de su pasión,
nos saciamos con su Espíritu y recibimos la prenda de la gloria
futura. "Cumbre y manantial de toda la vida cristiana", Lumen
Gentium, 11, la eucaristía realmente es todo y nos da "todo":
es toda la creación que se hace cuerpo del Hijo, es la
humanidad entera asumida en su carne, es Dios que se entrega
al hombre.
Todo el evangelio lleva a ella y parte de ella. El anuncio en
efecto tiene como fin el introducirnos en la habitación superior,
para que podemos vivir de él que ha muerto por nosotros, y
tiene como comienzo la vida nueva que mana de él. Palabra y
Pan no están sólo íntimamente unidos: la Palabra se hace Pan.
Los evangelios han nacido para comprender el misterio que se
celebra en la eucaristía, síntesis y cumplimiento, de todas las

Marcos semanas seguido 49


Escrituras. En efecto, si éstas son memoria de lo que Dios ha
hecho por nosotros, la eucaristía celebra lo que él se ha hecho
por nosotros, haciéndonos el regalo de los regalos: donándose
a si mismo. Las predicciones de la traición y la negación, que
encierra la narración, evidencian el sentido profundo de la
eucaristía: es un amor total y absolutamente gratuito, que se
entrega a quien la traiciona y le desconoce.
En la eucaristía está la fuerza divinizadora en que "re-
cordamos", o sea llevamos al corazón, al centro de nuestra
persona, el regalo que Él nos hace de si, para asumirlo y
asimilarnos a él. Ella es el "sí" recíproco y total entre el Creador
y su criatura. Por ella somos incorporados plenamente a Cristo,
en el que somos lo que verdaderamente somos según Dios.
Ésta es la vida eterna saboreada y anticipada, semilla que
crece hasta su medida plena y se multiplica hasta alcanzar a
todos los hombres.
77. TRES VECES ME NEGARÁS 14,27-31
Así se inicia el bautismo de Pedro, al que Jesús hace tomar
conciencia de dos verdades fundamentales de la fe: el pecado
del hombre y el perdón de Dios.
No sólo es inevitable, sino que es un bien que Pedro caiga. Así,
en lugar de presumir y luego desesperar de si, se confiará en
él, con una esperanza que no decepciona más. El derrumbe de
todos sus buenos deseos dejará emerger de las ruinas la roca
firme que no se derrumba: la fidelidad del Señor. Esta es la
base de la fe cristiana. El discípulo no es mejor que los otros.
Pecador como todos, tiene la alegría de conocer al Señor
muerto por él, pecador. Éste es el nuevo principio de vida, que
tiene el poder de curarle de su mal radical.
"El justo vivirá de la fe", Rm 1,17 = Hb 2,4, dice Pablo, o sea:
el justo vivirá de la fidelidad del Señor con él. Nada en efecto
puede separarlo del amor que Dios tiene por él en Cristo Jesús,
Rm 8,35.39. Esta fe es inquebrantable, porque no se apoya
sobre mi fidelidad a Dios, sino sobre su fidelidad a mí. Tampoco
el pecado y la muerte me separan de él, porque él se ha hecho
por mí pecado y muerte, para ser mi justicia y mi vida nueva.
Además es muy importante que el pecado de Pedro sea
previsto y anunciado. Jesús muere por él no porque lo cree
bueno, sino sabiendo que le niega. La diferencia entre Judas y
Pedro no está en el pecado sino en aceptar o no su perdón.

Marcos semanas seguido 50


78. QUEDAOS AQUÍ Y VELAD (14,32-42) Mt 26 36-46; Lc
22 39-46 Jn 18 1; Sal 42 6.2; Rom 8 15; Gal 4 6; Mt 6 13; Lc
11 4
Velad y orad dice Jesús a Pedro, Santiago y Juan. Son los tres
testigos elegidos, para contemplar el sufrimiento de Dios por
el mal del mundo.
La Biblia nos refiere tres noches importantes, de las que nacen
los tres días fundamentales de la historia de la salvación. La
primera es la del caos primordial, cuando Dios creó el mundo,
que se alejó luego de él. La segunda es la de la lucha con Jacob,
Gn 32,23 ss, cuando creó su pueblo, dándole el nombre de
Israel. La tercera es esta, cuando el nuevo Israel le da a Dios
su verdadero nombre: "Abbà."
En la transfiguración el Padre lo llamó: "Hijo"; ahora, en la
desfiguración, el Hijo le llama: "Abbà, Padre." En el Tabor la
humanidad de Jesús dejó traslucir su divinidad; aquí, en el
huerto, la divinidad deja traslucir toda su humanidad - que,
revistiéndose de nuestra inhumanidad, manifiesta la Gloria.
Los discípulos se obstinan tres veces en cerrar los ojos. Pero la
escena quedó impresa en su memoria como revelación
suprema del Hijo y de nuestra salvación. El evangelio de
Marcos no relata el Padre Nuestro, no porque lo ignore, sino
porque se dirige al catecúmeno, que sólo en el bautismo
conoce a Dios como Padre. Ahora nos hace ver al Hijo que se
entrega con fe a él, y le llama por su nombre. Abbà, Padre
hágase tu voluntad, que no caigamos en la tentación. Las
palabras sobre el perdón se han dicho antes en 11,25.
La narración es un contrapunto discípulo / Jesús. Los
discípulos, sentados, duermen en la debilidad de la carne,
encerrados en su voluntad; Jesús, postrado, vela y ruega en la
fuerza del Espíritu, viviendo el paso de la voluntad propia a la
del Padre.
La fe es el trabajoso paso de mi voluntad a la suya, en la
rendición a su amor en el que creo más allá de todos mis
miedos.
79. ES PRECISO QUE SE CUMPLAN LAS ESCRITURAS
(14,43-52) Mt 26 47-56; Lc 22 47-53; Jn 18 2-12 Mt 16 21; Mc
11 27; Jn 18 20; Zac 13 7
Lo que está ocurriendo es el cumplimiento de las promesas de
Dios. Cuando fue libre, de su capa manó la vida; a su contacto
y a su palabra los cojos saltaron, los sordos oyeron, los ciegos

Marcos semanas seguido 51


vieron y los muertos se despertaron; de sus manos floreció la
fragancia del pan. De ahora en adelante ya no hace nada sino
lo que los otros hacen con él. Aquí terminan la acción de Jesús
e inicia su pasión.
Su acción fue particular y limitada. Al poco tiempo, los ex-
ciegos volvieron a no ver, e igual los ex-cojos; en el abrazo de
la muerte se encontraron con los ex-resucitados. Lo que hizo
sólo fue eficaz provisionalmente. Lo que tiene eficacia
universal y eterna es lo que le hemos hecho. Específicamente
hablando, Jesús no nos ha salvado con su acción, sino con su
pasión. La palabra clave del texto es prenderle (apoderarse)
(cf v. 1). En este gesto se expresa el pecado del hombre que,
en lugar de acoger como regalo, el don y al que lo da
bendiciendo y repartiéndolo con el pobre, lo toma como
posesión, ignorando y cerrándose al hermano.
Los instrumentos para apoderarse son denarios, espadas,
palos y besos. A nosotros que nos apoderamos, él nos
responde permaneciendo lo que es: entregándose y
abandonándose en nuestras manos, que hacen de él lo que
quieren. Mientras lo cogemos, él se deja "prender", (v. 48)
manteniéndose en su esencia de regalo absoluto, que no se
sustrae ante ningún mal. En el Hijo del hombre que se entrega
en nuestras manos, el pecado alcanza el perdón, las tinieblas
la luz, la muerte la vida. La victoria del mal se vuelve su derrota
definitiva.
80. YO SOY (14,53-65) Mt 26 57-68; Lc 22 54-55.63-71; Jn 18
13,14.19-24 Mc 15 29; Jn 2 19; Hch 6 14; Is 53 7; Sal 110 l;
Dn7 13; Ap 1 7; Lv 24 16; Jn 19 7
Dice Jesús confirmando por primera vez su identidad de Cristo
e Hijo de Dios. El evangelio nos presenta su autotestimonio,
que desvela el misterio y será causa de su condena. Pero su
muerte será el sello de la autenticidad de su revelación. A los
pies de la cruz cada hombre exclamará con el centurión:
"Realmente este hombre era el Hijo de Dios" (15,39).
Todo el evangelio de Marcos está traspasado por la pregunta:
"Quién es Jesús?." En la primera parte, después de cada
milagro, siempre surgía la pregunta, en la muchedumbre y en
los discípulos: "Quién es éste?." A mitad evangelio él es que
pregunta: "Pero vosotros quién decís que soy yo?" (8,29).
Ahora él mismo contesta directamente, revelando su
identidad. Después de estas palabras ya no dirá nada. Sólo

Marcos semanas seguido 52


escucharemos la breve respuesta a Pilatos y al doble grito en
la cruz (15,2.34.37).
Un silencio absoluto de estupor y adoración envuelve la
Palabra. Dios no tiene nada más de decir. La comparación del
“Yo soy” con la cruz hará todo evidente. El problema de la fe
cristiana es no ponerse ante la cruz, que es precisamente la
distancia infinita que Dios ha puesto entre si y nuestras
fantasías sobre él. En ella Jesús revela por primera vez quien
es Dios y se revela Dios. Para nosotros cristianos la cruz es
demasiado obvia, es a menudo reducida a adorno, a amuleto
religioso. En realidad un Dios que es hombre, y además
crucificado, suena a blasfemia para todas las religiones y para
todos los ateísmos. Esta blasfemia, que critica cada religión y
ateísmo, es la esencia de la fe cristiana: es la necedad y
debilidad a las que viene la sabiduría y potencia de un Dios que
es solo y todo amor para el hombre.
El sumo sacerdote lo acusa de blasfemia, todos lo declaran
culpable de muerte, los siervos lo escarnecen, y Pedro, en
representación de los discípulos, también de los que vendrán
después, profesa no conocerlo. Jesús no será condenado por
los testimonios ajenos, sino por "su revelación”. Por esta
revelación.
81 YO NO CONOZCO A ESE HOMBRE (14,66-72) Mt 26 69-
75; Lc 22 56-62; Jn 18 15-18.25-27 Mc 14 30; Jn 13 38

Dice Pedro de Jesús, de este Jesús del rostro velado. Tres son
los modos en que el Señor manifiesta su rostro y está presente.
El primero es el doliente y glorioso, con el que estuvo entre
nosotros hace dos mil años. Está presente en la palabra que le
recuerda y narra, para que ahora podamos reconocerle y
esperarle en el futuro.
El segundo es el glorioso, con el que se revelará al final de
los tiempos. Es su rostro futuro, su humanidad exaltada,
principio de nuestra esperanza. Está presente en la oración y
en la eucaristía-
El tercero es el del crucificado, con el que se ofrece a nuestros
ojos cada día. Es su rostro velado, presente en el rostro de
todo los sin rostro, principio de nuestra caridad. Nuestra
salvación depende de la toma de posición ante la cruz
Este texto es el punto de llegada de la experiencia de Pedro,
ejemplo para cada discípulo. Sólo después de ella uno está
habilitado para anunciar lo que el Señor le ha hecho y la
misericordia que ha tenido con él (5,19).

Marcos semanas seguido 53


Pedro, no reconociendo y negando a su Maestro tres veces, no
miente, como a primera vista puede parecer. Confiesa su
verdad: no está "con él", no es "de los que son sus discípulos",
"no conoce a este hombre." El llanto desgarra este velo y Pedro
descubre junto con su verdad de hombre que no conoce al
Señor, la verdad de Dios que muere por él que le niega.
La escena es todo un juego de miradas. Uno se ve como es
juzgado por el otro. Pedro verá su realidad reflejada
sucesivamente, y de modo diferente, en los ojos de la gente y
en los de Jesús, Lc 22,62. ..Y depende de él decidir con qué
mirada se va a identificar: es la elección entre la muerte y la
vida.
Es importante que Jesús le haya predicho a Pedro la negación,
y que Pedro lo recuerde. Sólo así ve que no le ama porque esté
dispuesto a morir con él; le ama porque muere por él pecador.
82. CRUCIFÍCALO (15,1-15) Mt 27 1-2.11-26; Le 23 1-5.13-25;
Jn 18 28-19 16 Lc 22 66; Mt 2 2; Is 53 7; Hch 3 13-14; 13 28
Grita la muchedumbre de su rey, que no le ha hecho mal
alguno sino servirle en lugar de dominarle. En la cruz piden la
liberación del delincuente. La libertad de Barrabás vale la
condena de Cristo. Es el gran trueque que nos salva: la muerte
del justo por la vida del injusto.
El proceso ante el sanedrín ha puesto de relieve "la blasfemia":
Jesús es Mesías, Dios y Juez de la historia. El proceso ante
Pilatos trata de la salvación: él es el Salvador prometido
¡Condenado como Hijo de Dios, revela quien es Dios y cuál es
su juicio; puesto sobre el cadalso del esclavo es rey - modo
divino de reinar! –
Dios prometió a Israel liberarlo, enviando a un rey que le
representaría de verdad, más aún, sería él mismo reinando. El
reino de Dios, cumbre de la predicación de Jesús, es la gran
espera de sus contemporáneos.
Esta promesa se realiza ahora: Jesús es el auténtico rey, libre
de todo poder, capaz de testimoniar la verdad de Dios. Se hace
esclavo de todos, dando todo, hasta el don de si.
La continuación de la narración procede como un solemne
ceremonial de corte: el edicto que le proclama rey es la
condena a muerte, su coronación es el escarnio de los
soldados, su cortejo triunfal el via crucis, su entronización la
crucifixión. Desde lo alto de su trono, finalmente, practica su
poder: en lugar de matar a los enemigos, muere por ellos,
matando a la muerte, último enemigo de todos.

Marcos semanas seguido 54


Jesús ahora aparece en soledad absoluta. Él, que se ha
entregado en las manos de todos para que nadie se sienta sólo,
experimenta el abandono de todos, también del Padre. Esta
soledad es la fuerza divina de una solidaridad extrema con
todos.
83. SALVE REY DE LOS JUDÍOS (15,16-20) Mt 27 27-31; Jn
19 2-3 Lc 23 11; Sal 22 8; 44 14
Según el ceremonial de corte para el nuevo rey, ésta es la
coronación, que sigue a la proclamación real.
Ya Jesús no es llamado más por su nombre. ¡Objeto
innominado! doce veces se habla de él usando el pronombre
"él", término pasivo de la acción ajena. Ya no es nadie, porque
es todo, con el nombre de todos los sin nombre. Saldrá con su
nombre único cuando es conducido al Calvario para la
crucifixión, v. 22, y en el doble grito de abandono y muerte
(vv. 34-37).
Jesús es presentado como el hombre negativo, cargado con el
mal que nadie quiere para si y que cada uno descarga sobre
los otros: Is 53,3-5.
La contemplación de esta escena tiene el poder de liberarnos
del afán de tener, de poder y de aparecer - de la estupidez y
vanidad que nos destruye del todo.
84. LE OBLIGARON A LLEVAR LA CRUZ DE JESÚS.
(15,21) Mt 27 32-38; Lc 23 26-34; Jn 19 17-24 Sal 2219; 69 22;
Is 53 12
“Tome su cruz”, dice Jesús a quien quiera ser su discípulo
(8,34): Cada uno tiene que cargar y llevar la que es suya y de
ningún otro. ¿Pero quién será este cirineo que lleva no la suya
sino la misma de Jesús? El desarrollo de la narración es
interrumpido para introducir esta extraña figura. En la
contemplación de la pasión hay como una pausa para
considerar nuestra relación con la cruz de Jesús.
Después del Ecce homo “He aquí al Hombre”, viene el "Ecce
homines": he aquí a los hombres, en los que se perpetúa la
pasión del Señor.
Discípulo es el que se mide con la cruz, Simón Pedro lo supo
y lo quiso (14,29.31). Pero la suerte le toca a otro Simón, que
no sabe y no quiere, más bien es obligado por la violencia
ajena. Sin embargo le está reservada la dignidad más alta que
le ha sido concedida nunca a un hombre. El Señor está
cumpliendo "su" obra más importante, y se le pide que ayude

Marcos semanas seguido 55


a llevar "su" gloria, el peso de su amor por el mundo. Sólo más
tarde entenderá. Por ahora solo maldice, refunfuña y se rebela,
y con razón.
Este texto nos hace reflexionar a fondo sobre nuestra vocación
de discípulos: como es, y a quien le toca. Ser discípulos no es
elección nuestra sino don de Dios. La cruz siempre le toca al
último, al más pobre, al que no puede rebelarse –porque si no
es peor para él! En otras palabras: la cruz la provoca el fuerte
y la lleva el débil. El Señor fue crucificado por su debilidad,
2Cor 13,4. Jesús se ha hecho por amor el último y el Siervo de
todos, el último es obligado a servir a todos. Es como él,
aunque no lo quiere. Su cruz es por lo tanto la de los otros, la
misma del Señor, que se identifica con él y lo asocia a si.
85. LO CRUCIFICARON (15,22-28)
Con esta palabra cruda se indica lo que los hombres le hacen
al Hijo del hombre. Entregado en sus manos, su servicio a
quien ha venido a servirlos, es clavarle las manos a la cruz. El
cadalso del esclavo se convierte en su trono real. Aquí, último
y siervo de todos, expresa plenamente la majestad de Dios.
"Lleven las cargas unos de otros, y así cumplirán la ley de
Cristo.", Gal 6,2, que consiste en el amor por el que nos
hacemos esclavos unos de otros, de Gal 5,13. Es la ley de
libertad, Santiago 2,12, que Jesús ahora cumple, cumpliendo
el, el primero lo que nos manda a nosotros. En él vemos la
soberanía universal de Dios: reina sobre todos, porque carga
el peso de todos.
Fue crucificado por su debilidad, 2Cor 13,4. Es la debilidad del
que, amando, hace suyo todo el mal del amado. El amor es
una enfermedad mortal, soportable sólo por Dios, plenitud de
la vida.
Pablo dijo: "decidí no conocer más que a Jesús, el Mesías, y un
Mesías crucificado.", 1Cor 2,2. Escándalo para la religión y
estupidez para la razón, es fuerza y sabiduría de Dios, del
Señor amor. La carne de Jesús en cruz es la exhibición total de
esto.
La sabiduría del hombre es afirmarse a si mismo, valiéndose
de los otros; su potencia es poseer, dominar y exaltarse. En
cambio La sabiduría de Dios es afirmar al amado sirviéndole;
su potencia es desprenderse de todo, incluso del propio yo,
humillándose hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por ésto
es Dios y no hombre. Y por esto nos salva.

Marcos semanas seguido 56


La cruz es su juicio, con el que convence de necedad a nuestra
sabiduría y de impotencia a nuestra potencia. Egoísmo y
muerte son vencidas definitivamente.
86. SALVATE A TI MISMO (15,29-32) Mt 27 39-44; Lc 23
35-37 Sal 22 109 25; Lam 2 15

Este estribillo, repetido como insulto por los transeúntes, con


ironía por quienes gozan al fin con lo que pasa, es gritado con
rabia por el que se ve clavado con él en la horca.
Salvarse es el resorte profundo de cada actividad del hombre.
Su interruptor es el miedo a la muerte, que, disfrazado de
ansiedad por la vida, sugiere a cada instante el lema oculto:
"Sálvate tú mismo, piensa en ti, en tus intereses, en lo que te
garantiza sobrevivir." El amor propio, que es en realidad odio
de si y de los otros, está en todas nuestras intenciones,
acciones y operaciones, y es padre de todos los males.
Quien quiere salvar su vida, la pierde, víctima del egoísmo que
le destruye como imagen de Dios. Quien sabe en cambio
perderla, la salva (8,35b). Se vuelve como Dios, amor que da
todo, y justo así es él mismo.
A los pies de la cruz sale al estado puro nuestro pecado:
ignoramos a Dios, y querríamos que fuera como nosotros, en
lugar de ser nosotros como él.
¿Se repiten con escarnio las dos acusaciones, que hemos oído
ya en el sanedrín y en el pretorio: uno que no sabe salvarse a
si mismo, como puede pretender destruir y reedificar el
templo, ser rey y salvador de otros?
También el falso ideal de la salvación del hombre es destruido.
El rey, el hombre libre, es el que sabe querer en pobreza,
servicio y humildad hasta la muerte.
Realmente la cruz es "la crisis", el juicio de Dios que liquida
todos los otros valores religiosos y mundanos, haciendo
justicia de los varios ídolos que nos tienen esclavos.
87. VERDADERAMENTE ESTE HOMBRE ERA HIJO DE
DIOS (15,33-39) Mt 27 45-56; Lc 23 44-49; Jn 19 28-30 Am 8
9; Sal 22 2; 69 22; Ex 26 31-35; Heb 10 19-20

Dice el centurión de Jesús al que ve exhalar, después de haber


gritado: "Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?."
Las primeras palabras del Sal 22, invocación del justo doliente,
son las últimas palabras que resuenan en lo alto de la cruz.

Marcos semanas seguido 57


Este grito es el de la suma desesperación de toda la
humanidad. El abandono de Dios es "el" mal, el hundimiento
completo en el abismo de la nada.
Él, sobre la cruz, lleva el mal de cada pecado: el abandono
mismo de Dios. Así, solidario en todo, nos garantiza en todo
lugar y siempre su estar con nosotros. En el amor lo que se
tiene se intercambia y se da. Aquí el intercambio es perfecto:
Dios nos da su bien y nosotros le damos nuestro mal.
Sólo viéndole morir así, entiende el centurión quien es Jesús y
quién es Dios; y exclama, en nombre de todos los hombres:
"¡Realmente este hombre era Hijo de Dios!"
Todas las promesas no son más el recuerdo de un pasado o el
deseo de un futuro. Sobre la cruz son cumplimiento. En Jesús
crucificado se realiza cada figura del AT: él es el nuevo Adán,
el cordero pascual, el siervo/hijo obediente, el justo doliente,
el mesías salvador, el juez que salva a los pobres, el médico
que cura los males, el novio que harta todo deseo. En efecto
es el Hijo de Dios, el propio Dios, principio y fin de todo.
La cruz es la clave con la que el Resucitado les abre a los
discípulos la mente para que entiendan las Escrituras cf Lc
24,25-27.45-46. ¡Por fin vemos quienes somos nosotros y
quién es Dios: nosotros somos amados infinitamente, más que
a si mismo - ha dado por nosotros al Hijo! - y él es amor
infinito, que nos ama más allá de cualquier medida.
La cruz es la señal definitiva que escudriñar, más bien la
realidad última en la que entrar, para comprender con todos
los santos cuáles es la amplitud, la anchura, la altura y la
profundidad y conocer el amor de Cristo que supera cada
conocimiento, Ef 3,18 s.
Sólo sigue el silencio de la majestad de Dios, cuya respuesta
es el estupor de nuestra adoración.
88. ALGUNAS MUJERES CONTEMPLABAN LA ESCENA
DESDE LEJOS. (15,40-41)
El hecho de Jesús no acaba con la muerte. Continua, más bien
empieza su nuevo curso con estas mujeres que observan la
cruz. Con ellas el evangelio alcanza su objetivo: llevar al
conocimiento de Jesús muerto, enterrado y resucitado. Ellas
no hacen nada. Sencillamente miran, hundiéndose en la
realidad que tienen enfrente. Como antes el Cirineo, ahora
estas mujeres representan el evangelio vivo. Recogen la
herencia del Señor, que continúa su historia de salvación.

Marcos semanas seguido 58


Los cuatro los evangelios ven aquí el lugar del origen de la
Iglesia. Del costado abierto de Adán es formada Eva, su esposa
y madre de los vivientes; del pecho desgarrado de Cristo es
formada la esposa, madre de los creyentes, Gn 2,18 ss; Jn
19,25 ss. A los pies de la cruz nace el pueblo sacerdotal, hecho
de hijos que tienen libre acceso al Padre; nace el pueblo real,
hecho de hermanos que se quieren recíprocamente como son
queridos; nace el pueblo profético, hecho de personas
responsables, que recuerdan y cuentan la gloria de Dios.
Los discípulos masculinos, se han eclipsado. El hombre queda
hasta que tiene algo que dar o que hacer. Después sólo queda
quien ama. Cesada la acción, se inicia la compasión, que pone
en juego a la persona misma. Aquí, y no antes, comienza el
amor. La compasión es la fuerza más grande que existe, lo
única capaz de superar el umbral intransitable de la soledad
extrema: no abandona al amado tampoco en la impotencia de
la muerte. Más fuerte que cualquier acción, llega a donde ésta
ha perdido su eficacia. Si ponemos atención, la acción que no
es movida por la compasión no es amor al otro sino afirmación
de sí.
La compasión usa como medio el ojo. Es la puerta del corazón,
que, en lugar de cerrarse, queda abierta sobre el objeto de su
deseo. La mirada de las mujeres al Crucificado corresponde a
su mirada sobre el mundo, lleno del mismo "amor cruzado"
que lo ha llevado hasta aquí.
89. LO PUSO EN UN SEPULCRO (15,42-47) :Mt 27 57-61;
Lc 23 50-55; Jn 19 38-42 Hch 13 29
Adoramos en el sepulcro la humildad del Señor. Él es en todo
semejante al hombre. Jesús, según la tradición, nace en una
gruta y en una gruta concluye su vida terrenal. Dios, salido de
si a la búsqueda del hombre huido, recorre todo lugar, y al final
del sexto día lo encuentra en la cruz. Ahora baja con él a los
avernos. Es sábado. Acabada toda fatiga, por fin también él
descansa. Descansa en nuestro sueño. Su sueño con nosotros
es nuestro descanso en él.
Su descenso a los avernos es el misterio más grande de la fe,
límite último posible de la kénosis. ¿Pero qué hace allí? Anuncia
el evangelio, 1Pt 3,19. La buena noticia es justo el hecho por
el que él está allí. Ahora encuentra a quienes son tan
importantes para Él, Is 43,4, que da su vida por ellos. El Señor
no me libera de la muerte, sino en la muerte. También está
conmigo en el valle oscuro, Sal 23,4, para liberarme con su

Marcos semanas seguido 59


muerte del miedo a mi muerte, que me tiene esclavo toda la
vida, Hb 2,14.
Tras la piedra está todo lo que temo y de lo que huyo. Ahora
sé que allí está el Señor que me quiere. El verdadero sepulcro
está acá no, en el de la piedra. Es mi corazón, que vive todavía
en la mentira.
90. JESÚS EL NAZARENO, EL CRUCIFICADO, HA
RESUCITADO" (16,1-8) Mt 28 1-8; Lc 24 1-12; Jn.20 1-10 Mc
14 8;Jn 11 38-39; Ap 7 9.13; Jos 1 9;Is 41 10; Jr 1 8; Ap 1 17
Es el grito pascual de victoria sobre la muerte, que resuena por
el mundo entero desde el sepulcro. El anuncio increíble del
Crucificado resucitado es el principio del "evangelio" de Jesús
Cristo Hijo de Dios (1,1). Las mujeres son las primeras en
escucharlo y en recibir la misión de contarlo.
La prueba negativa está allá la ausencia de su cuerpo dónde
debería estar presente: "no está aquí, he aquí el lugar dónde
fue puesto!." El sepulcro está vacío. Entonces como ahora,
quienquiera puede comprobarlo.
La prueba positiva es la promesa recibida por las mujeres y
transmitida a los apóstoles, que llega hasta nosotros: "Os
precederá a Galilea; allí lo veréis, como os ha dicho."
Los cuatro evangelistas se diversifican mucho en esta parte
final. Marcos, es el evangelio del catecúmeno, quiere llevar a
la fe en la fuerza de la Palabra. En ella encontramos al Dios
vivo y operante entre nosotros, de modo que le confiamos
nuestra vida en el Bautismo e, introducidos en la habitación
superior, comemos con él.
En todo caso todos concuerdan en el hecho de que la Palabra
y el Pan son el lugar del pleno reconocimiento.
Marcos no cuenta las apariciones. Incluso conociéndolas,
acaba el evangelio con un "en efecto": dejándolo claramente
en suspenso. En lugar de concluir, lo abre con la invitación a
volver a Galilea, lugar en el que empieza la narración. El
desenlace por lo tanto vuelve al principio, dónde Jesús anuncia
que el tiempo ha acabado y el reino de Dios está aquí para
quien se convierte y le sigue, 1,14 s. No queda más que
averiguarlo.
La transfiguración en Marcos reemplaza la narración de la
resurrección. El discípulo, curado paso a paso, ve el rostro del
Hijo justo en el del hermano, y experimenta su fuerza de
resucitado en la misma vida renovada. La transfiguración

Marcos semanas seguido 60


revela no sólo la divinidad de Jesús, sino también la gloria que
él nos da.
91. ID A TODO EL MUNDO Y PREDICAD EL EVANGELIO
A TODA CRIATURA (16,9-20 Mt 28 9-10.16-20; Lc 24 13-49;
Jn 20 11-23; Hch 1 6-8 Hch 2 38; 16 18.31; 16 33; 19 6; 1 Cor
14 2-40
Resucitado por la mañana en el primer día después del sábado,
se apareció primero a Maria de Magdala, de la que expulsó
siete demònios. Ésta fue a anunciarlo a sus seguidores, pero
ellos, no quisieron creer. Después se, apareció a dos bajo otro
aspecto, mientras que iban de camino hacia el campo. También
ellos volvieron a anunciarlo a los otros; pero tampoco a ellos
quisieron creer. Este desenlace, incluso siendo canónico, no es
de Marco

Marcos semanas seguido 61

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