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Homilía III Domingo de Cuaresma Ciclo C

Nos adentramos ahora en la tercer semana de cuaresma y la liturgia nos presenta un evangelio con un llamado a la
conversión directo, fuerte y personal. Un grupo de personas le llevan a Jesús un problema de tipo político, es que Pilato
había mandado a matar un grupo de galileos en medio de un celebración en el templo, por eso dice “le comentaron a
Jesús caso de los Galileos que Pilato mesclo con la sangre de los Sacrificios”. Jesús no se detiene a decir, que terrible, que
injusticia, eso les habrá pasado por tal o cual cosa. Jesús lleva ese comentario sobre otros, a un llamado personal directo
“si ustedes no se convierten, acabaran de la misma manera”, y les pone un ejemplo de una desgracia en la cual murieron
18 personas tras desplomarse la torre de Siloé, y vuelve a decirles “si no se convierten, acabaran de la misma manera”.

El evangelio de Jesús es una llamado a no comentar tanto la situaciones de los demás, de cómo les va en la vida, si bien o
mal, tampoco a especular demasiado sobre las tragedias, las desgracias o las injusticias que son parte de esta vida, Jesús
quiere desterrar esa mentalidad que vinculaba directamente un mal concreto con un pecado personal o de los
antepasados. Jesús, dice: Conviértanse ustedes, vuelvan a Dios, piensen en cómo están viviendo, dejen de ser esclavos
de los pecados porque eso termina siempre mal… Cuantas veces nos preocupamos más de la vida de los demás,
miramos lo que a otro le sucede y no nos hacemos tiempo para pensar en nuestra vida, nuestras acciones, nuestras
palabras.

Hoy Jesús te invita a entrar dentro tuyo descubrir si el deseo de convertirte a Dios está realmente encendido.

En segundo lugar Jesús presenta una parábola que ilumina ese llamado a la conversión anterior porque por ahí podemos
pensar “yo no robo”, “no mato”, “no miento”, etc. Al menos no de manera grave. Pero el llamado a la conversión no es
solo dejar de hacer el mal, sino pasar a hacer el bien que pudiendo hacerlo no lo hago. Por eso es fuerte la imagen de la
higuera. Esa higuera no hace nada malo, no mata, no roba, no miente… pero no da frutos, hace el bien que debería. Y
esa es la perspectiva cristiana de la vida, no se trata solo de no hacer el mal, de trata de hacer el bien y el mayor bien
posible. No hay que pensar solamente en “dar cosas materiales”, muchas veces escuchar a quien lo necesita, comentar
algo bueno del otro en vez de algo malo, alentar a una mirada de fe, contagiar la alegría, cultivar la amistad, la formación
personal, la profundidad en la oración, son formar de dar fruto.

En la parábola aparece también el tema de la paciencia y del amor, porque la higuera no se corta por la Paciencia del
Viñador, y por el amor de ese hombre que intercede ante el Viñador y le pide un poco más de tiempo… Ese hombre es
fundamentalmente Cristo, pero también en el la Santísima Virgen, los santos, nuestros seres queridos que interceden
ante el Padre para que nos dé un poco más de tiempo, que ya vamos a cambiar. Es más ese amor es tan grande que no
solo pide tiempo sino que remueve la tierra y abona la tierra… Cuantas personas en nuesta

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