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Tres pastores, dos santos

El papa Francisco presidirá la ceremonia de canonización de dos de los pastores que


afirmaron ver a la virgen: Francisco Marto y su hermana pequeña, Jacinta, que murieron de
gripe española en 1919 y 1920, a los diez y nueve años, respectivamente.

Los dos niños fueron beatificados por Juan Pablo II en Fátima el 13 de mayo de 2000.

Su prima, Lucia dos Santos, la mayor de los tres pastorcillos, que se hizo monja, vivió hasta
los 97 años. El Vaticano se plantea beatificarla desde 2008, tres años después de que
falleciera.

Los restos de los tres videntes descansan dentro de la basílica de Nuestra Señora del
Rosario de Fátima, que domina sobre la explanada del santuario erigido en Cova da Iria.

Un mensaje en tres secretos

Según la versión de la hermana Lucía, la Virgen les dio un mensaje que debían guardar en
secreto, pero del que el papa Pío XII desveló públicamente dos partes en 1942.

El primer secreto se refería a una "visión del infierno" para denunciar el ateísmo y las
persecuciones contra la Iglesia.

El segundo, evocaba "una guerra todavía peor" a la que estaba teniendo lugar en 1917, y
pedía la penitencia de los cristianos y la "conversión de Rusia", en aquel momento sacudida
por la revolución bolchevique.

El tercer secreto, revelado por El Vaticano en 2000, contenía una visión, juzgada profética,
el del atentado perpetrado contra Juan Pablo II en la plaza de San Pedro de Roma, el 13 de
mayo de 1981.

En una visita a Portugal en 2010, su sucesor, Benedicto XVI, aportó una interpretación
actualizada, afirmando que la Virgen anunció el "sufrimiento" de la Iglesia, que en aquel
entonces se vio salpicada por escándalos de pedofilia.

En la Primavera de 1916, cuando el Ángel apareció por primera vez, para preparar los
pastorcitos, vino sobre los árboles. Fue después de una lluvia ligera. Y aparece como un
joven de cerca de 15 años; fue así que él les apareció. Tenía una fuerza tremenda, y
apareció a la frente de ellos y dijo: ¡“No temais! Soy el Ángel de la Paz. Rezad conmigo”.
Y entonces se prostró en el suelo y enseñó los pastorcitos a hacer lo mismo. “Rezad así”,
dijo. Y los pastorcitos se prostraron en el suelo, con la testa tocando el suelo, y él recitó esta
oración, que ellos después repitieron:

“Dios mío! Yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no
adoran, no esperan y no os aman”.
El Ángel dijo esta oración tres veces y recomendó a los pastorcitos que continuasen a rezar
así; después, desapareció. Durante todo el día, ellos rezaron con la testa tocando el suelo,
adorando a Dios y pidiendo misericordia para los pecadores. Fue para ellos un
acontecimiento muy impresionante, y no hablaron de esto a nadie; pero, pasado algún
tiempo, su fervor disminuía. En el verano, cuando estaba más calor al medio-día, habían
puesto las ovejas en el estabulo y fueron a jugar a un pozo cerca de 50 metros de la casa de
Lucía. Y el Ángel vino por segunda vez y les dijo: “Qué hacéis? Rezad, rezad mucho.
Ofreced constantemente al Altísimo, oraciones y sacrificios”. Fue entonces que, por
primera vez, Lucía habló con él y preguntó: ¿“Cómo nos hemos de sacrificar”? Y el Ángel
respondió: “En todo lo que podáis, ofreced a Dios un sacrifico…Sobre todo, aceptad y
soportad, con sumisión, el sufrimiento que el Señor os envíe”. Y así, los pastorcitos
renovaron su fervor y rezaban como el Ángel les había enseñado. En otoño de 1916 el
Ángel vino por tercera vez, y ahora trayendo el Santísimo Sacramento, con la Hostia en una
mano y un cáliz con el Preciosísimo Sangre en la otra mano. Vino ante ellos en el lugar del
Cabeço donde en la Primavera había rezado con ellos por primera vez.

Les mandó nuevamente que se prostrasen, con la frente tocando el suelo, y rezar esta
oración de adoración ante el Santísimo Sacramento. Ellos repitieron tres veces la oración
después de él:

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo, Espíritu Santo, yo Os adoro profundamente y Os


ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor
Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes,
sacrilegios e indiferencias con que El mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de
su Santísimo Corazón y del Inmaculado Corazón de María, Os pido la conversión de
los pobres pecadores”.

PRIMER MENSAJE: El infierno.

Nuestra Señora nos mostró un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra.
Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, como si fuesen brasas transparentes y
negras o bronceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas por las
llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo que caían hacia todos los
lados, parecidas al caer de las pavesas en los grandes incendios, sin equilibrio ni peso, entre
gritos de dolor y gemidos de desesperación que horrorizaba y hacía estremecer de pavor.
Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos
y desconocidos, pero transparentes y negros.

Esta visión fue durante un momento, y ¡gracias a nuestra Buena Madre del Cielo, que antes
nos había prevenido con la promesa de llevarnos al Cielo! (en la primera aparición). De no
haber sido así, creo que hubiésemos muerto de susto y pavor.

A) Una indicación para la interpretación de la tercera parte del « secreto » la había ya


insinuado Sor Lucía en una carta al Santo Padre del 12 de mayo de 1982. En ella se
dice:
« La tercera parte del secreto se refiere a las palabras de Nuestra Señora: “Si no [Rusia]
diseminará sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia.
Los buenos serán martirizados, el Santo Padre sufrirá mucho, varias naciones serán
destruidas” (13-VII-1917).

La tercera parte es una revelación simbólica, que se refiere a esta parte del Mensaje,
condicionado al hecho de que aceptemos o no lo que el mismo Mensaje pide: “si aceptaren
mis peticiones, la Rusia se convertirá y tendrán paz; si no, diseminará sus errores por el
mundo, etc.”.

Desde el momento en que no hemos tenido en cuenta este llamamiento del Mensaje,
constatamos que se ha cumplido, Rusia ha invadido el mundo con sus errores. Y, aunque
no constatamos aún la consumación completa del final de esta profecía, vemos que nos
encaminamos poco a poco hacia ella a grandes pasos. Si no renunciamos al camino del
pecado, del odio, de la venganza, de la injusticia violando los derechos de la persona
humana, de inmoralidad y de violencia, etc.

Y no digamos que de este modo es Dios que nos castiga; al contrario, son los hombres
que por sí mismos se preparan el castigo. Dios nos advierte con premura y nos llama al
buen camino, respetando la libertad que nos ha dado; por eso los hombres son
responsables»1.

B) La acción de Dios, Señor de la Historia, y la corresponsabilidad del hombre en su


dramática y fecunda libertad, son los dos goznes sobre los que se construye la
historia de la humanidad2.
C) La Virgen que se apareció en Fátima nos llama la atención sobre estos dos valores
olvidados, sobre este porvenir del hombre en Dios, del que somos parte activa y
responsable3.
D) Quisiera al final volver aún sobre otra palabra clave del « secreto », que con razón
se ha hecho famosa: « mi Corazón Inmaculado triunfará ». ¿Qué quiere decir esto?
Que el corazón abierto a Dios, purificado por la contemplación de Dios, es más
fuerte que los fusiles y que cualquier tipo de arma. El fiat de María, la palabra de su
corazón, ha cambiado la historia del mundo, porque ella ha introducido en el mundo
al Salvador, porque gracias a este « sí » Dios pudo hacerse hombre en nuestro
mundo y así permanece ahora y para siempre. El maligno tiene poder en este
mundo, lo vemos y lo experimentamos continuamente; él tiene poder porque nuestra
libertad se deja alejar continuamente de Dios.Pero desde que Dios mismo tiene un
corazón humano y de ese modo ha dirigido la libertad del hombre hacia el bien,
hacia Dios, la libertad hacia el mal ya no tiene la última palabra. Desde aquel
momento cobran todo su valor las palabras de Jesús: « padeceréis tribulaciones en el
mundo, pero tened confianza; yo he vencido al mundo » (Jn 16,33). El mensaje de
Fátima nos invita a confiar en esta promesa4.
1
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, EL MENSAJE DE FÁTIMA, PRESENTACIÓN, Tarcisio Bertone,
SDB, Arzobispo emérito de Vercelli, Secretario de la Congregación, para la Doctrina de la Fe.
2
Ibidem.
3
Ibidem.
4
COMENTARIO TEOLÓGICO, Joseph Card. Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
E) Nos pide en las seis visiones a los pastorcitos y las veces que se apatreció a sor
Lucía, la conversión de nuestra vida y la transformación de nuestro mundo a la
espera de la venida final del Señor para inaugurar el cielo nuevo y la tierra nueva.
F) Hay dos controversias que han distraído del mensaje de Fátima: La conversión de
Rusia y el Tercer secreto. Digo distraer, porque muchos, atrapados en este debate
han perdido de vista el mensaje maternal de Nuestra Señora. Tal distracción es
grave, porque muchos han perdido interés en el Mensaje de la Madre de Dios a los
tres videntes5.
G) La Virgen nos llama a cuidar la vigilancia interior del corazón, que se queda
atrapado en las cosas externas y las preocupaciones que nos llenan el alma6.
H) En estas cosas no hay medio camino. O somos por Dios o somos contra Él. Y, como
el Papa Juan Pablo II dijo en Fátima, la sociedad ha evolucionado en contra del
Mensaje de Fátima. Sor Lucía nos dijo en 1957 que Nuestra Señora está triste. ¿Y
por qué está triste? Sor Lucía dijo muy simplemente al Padre Fuentes: “La
Santísima Virgen está muy triste, porque nadie hace caso a su Mensaje, ni los
buenos ni los malos”. Se comprende que los malos no presten atención al Mensaje.
Después de todo, son malos. Pero Lucía incluye las personas buenas en esta
censura: “La Santísima Virgen está muy triste, porque nadie hace caso a su
Mensaje, ni los buenos ni los malos”. Es por eso que Ella está triste7.

I) Mi inmaculado corazón triunfará y al mundo se le concederá la paz. La paz no


significa aquella tranquilidad en el alma del ser humano, tranquilidad que nace de
tener uno su vida en orden, la paz es la tranquilidad verdadera que nace del orden,
de tener uno en orden, su cuerpo sus emociones sus pasiones bajo el intelecto que
Dios ha dado, y el intelecto iluminado por la gracia de Dios, y no llamarle bueno a
lo malo y malo a lo bueno… y si la familia está en manos de María Santísima y en
manos de Dios, porque está reconciliada con El Señor, y rezan en familia el santo
rosario, entonces hay paz.

5
Card. Raymond Leo Burke, 2010.
6
Padre Andrew Apostoli, Fátima hoy, Editorial Desclée De Brouwer, SA, Bilbao 2001. Prólogo de Burke,
Cardenal, que a su vez cita a Benedicto XVI (entonces Ratzinger), Prefecto de la Congregación de la doctrina
de la fe, en su Comentario teológico.
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