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Homilía Domingo de Ramos Ciclo A

Comenzamos esta misa bendiciendo los ramos que tengamos en nuestras casas, algunos tendrán
olivos, otros un laurel, o cualquier otra rama verde, o quizás muchos no consiguieron nada. Lo más
importante es lo que significa ese ramo, que no es un amuleto mágico, ni un elemento de la
suerte, los ramos son expresión de que estamos entrando en la semana más importante para la
vida de un cristiano, la Semana Santa y cuando Jesús comienza la semana entra en Jerusalén
montado en un burro y el pueblo con ramos y palmas lo recibe como Rey, lo reconoce como el que
viene a cumplir las promesas de Dios, lo reconoce como Mesías.

Lo primero que tenemos que pensar es que nos pasa a nosotros con esta semana, ciertamente
que las circunstancias no ayudan, los templos cerrados, no podemos acercarnos a confesarnos, a
comulgar, a adorar a Jesús en la Eucaristía, pero eso no nos puede ganar. Es el momento oportuno
para vivir la Semana Santa en profundidad y reconocer que el que va a sufrir la pasión es mi Señor,
es el Rey de Reyes, es mi Dios, a quien quiero seguir toda la vida. Pero para seguirlo al Señor y
ponerlo en el centro de nuestra vida, es necesario mirar una y otra vez su mayor gesto de amor, su
obra de la redención, pasión en la cruz.

Por eso en este día se lee la pasión del Señor según San Mateo (leímos la versión más breve), en la
cual aparecen múltiples personajes, Judas que traiciona al Señor, Pedro que lo niega al Señor,
Pilato que se lava la manos, el pueblo que hasta hacía un rato levantaba las manos no quiere saber
nada con Jesús, y prefieren a barrabas. Cuantas veces nos podemos identificar con algunos
algunos de estos personajes, cuantas veces como Iglesia somos como Judas o como Pedro o como
Poncio Pilato. Esto es importante rezarlo durante la semana…

Pero también hay un personaje que no suele ser tan famoso en el imaginario popular, que es
“Simón de Sirene” es alguien que ayuda a llevar la Cruz de Jesús. Es cierto, medio que los obligan,
lo presionan los soldados. Pero este hombre, con su nombre, quedó grabado en la historia. Él
ayudo a Jesús a llevar la cruz… y con él podemos preguntarnos ¿Qué cruz Jesús me está invitando
a llevar? ¿Qué cruz lleva Jesús y me invita a cargarla juntos? Ese familiar enfermo o anciano, ese
trabajo que me complica tanto, esa realidad familiar o matrimonial que se me vuelve muy
pesada… Es cierto a veces no nos queda otra, a Simón de Sirene posiblemente no le quedó otra.
Pero el cambio es interior, podemos elegir llevarla con el Señor que también lleva la cruz por
nosotros.

Y por último mirar al Señor, su silencio en más de una circunstancia, no dice nada, todo lo calla por
amor, la sufre por amor, lo entrega por amor, sus palabras más fuertes son las palabras finales
¿Dios mío por qué me has abandonado? Sintió en su humanidad el abandono del Padre… hasta en
eso se acerca a nuestra humanidad. No lo abandonemos al Señor en esta semana, estemos con él
en el corazón porque necesitamos sentirnos amados, necesitamos experimentar un poco de su
amor crucificado, necesitamos que la fuerza de la Pascua nos levante el corazón.

Ave María Purísima.

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