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Verdades y mentiras del más famoso poema

contra el peligro de la indiferencia: ¿quién lo


escribió?

Por Alfredo Serra,


28 de Enero de 2019
Especial para Infobae

La batalla se libra entre un pastor alemán, un compatriota


comunista, y algún oportunista que lo copia y firma “Anónimo”

"Lo único necesario para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan
nada".
(Edmund Burke –1729-1797–, escritor, filósofo, político irlandés, padre del
liberalismo conservador británico)

Ese breve axioma tiene un profundo sentido universal: las terribles consecuencias de


la indiferencia humana.

No por nada Dante Alighieri, en el tercer canto de la Divina comedia, le pregunta a


Virgilio, su guía hacia el Infierno, "¿Qué son esos suspiros, gritos y llantos que
retumban el en aire sin estrellas?", y éste le responde que "vienen del Antiinfierno,
donde son castigadas las tristes almas que vivieron sin infamia y sin honor. Son los
ignavos, almas que en vida no hicieron ni el bien ni el mal, por su elección de
cobardía".

Pero la indiferencia, los indiferentes, no están rodeados de esos únicos ejemplos y


condenas.
En el Museo Memorial del Holocausto de los Estados Unidos está grabado este
poema:

"Primero vinieron por los socialistas,


y yo no dije nada, porque yo no era socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas,
y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los judíos,
y yo no dije nada, porque yo no era judío.
Luego vinieron por mí,
y no quedó nadie para hablar por mí"

El autor fue el pastor luterano alemán Martin Niemöller (1892-1984), y fue dirigido


como una flecha al corazón de los intelectuales alemanes, cuya cobardía –entre otros
factores– permitió la llegada de los nazis al poder y sus pavorosas consecuencias.

Pero Niemöller no se limitó a esas únicas palabras: con la misma cadencia sumó a los
comunistas, a los pacientes incurables, a los Testigos de Jehová, y a los civiles de los
países ocupados por el nazismo que nada hicieron por impedirlo, salvo el honroso y
sacrificado rol de los movimientos de resistencia.

En otra variante del poema, también sumó a los católicos, a las escuelas, a la
prensa…, y en 1968, un congresista de los Estados Unidos le agregó: "los industriales
que no fueron perseguidos por los nazis y aceptaron vivir bajo esa tiranía".

No es un dato menor que Niemöller, en 1937, fuera arrestado y confinado a los


campos de Schsenhausen y Dachau hasta 1945, cuando lo liberaron las tropas
aliadas.

Pero el célebre poema, cuyo noble espíritu sólo puede ser despreciado por la
mediocridad y la estupidez, es también protagonista de una polémica por su
autoría.

Según la otra mitad del diccionario, el autor fue el gran dramaturgo y poeta
alemán Bertolt Brecht (1898-1956), que legó obras maestras como La ópera de tres
centavos, Madre Coraje y sus hijos, El alma buena de Szechwan, El círculo de tiza
caucasiano…, y ensayos y poemas quemados por los nazis.
Sin embargo, se trata de un malentendido que empezó en los años 70, y no cesa…

El poema, repetido hasta el agotamiento en forma escrita y oral, y en ocasiones


titulado "Los indiferentes" (un agregado al original, que no tenía nombre), cambió
de mano, por así decir, por ignorancia: el pastor Niemöller era mucho menos (o
apenas) conocido, mientras que Brecht y sus obras teatrales se multiplicaban
como los panes y los peces bíblicos.

Esa grieta inspiró a algunos admiradores del autor, convencidos de que el poema y su
mensaje coincidían con el estilo y la línea política de Brecht, comunista –¡Niemölller
no lo era!– , para atribuírselo con peso de dogma…, y exprimido hasta la última gota
por los revolucionarios y los artistas setentistas, del mismo modo en que urdieron la
apócrifa "biblia latinoamericana".

Entre nosotros, la sacerdotisa del equívoco fue la actriz Cipe Lincovsky (1933-2015),


amiga de la viuda de Brecht, Helene Weigel (1900-1971), que juró que el poema fue
totalmente brechtiano y escrito en Berlín 1933 luego del triunfo de Hitler en las
elecciones.

Cipe lo recitó setenta veces siete, pero su texto difiere del original:

"Primero se llevaron a los judíos,


pero a mí no me importó porque yo no lo era.
Luego arrestaron a los comunistas,
pero como yo no era comunista, tampoco me importó.
Más adelante detuvieron a los obreros,
pero como no era obrero, tampoco me importó.
Luego detuvieron a los estudiantes, 
pero como yo no era estudiante, tampoco me importó.
Finalmente detuvieron a los curas,
pero como yo no era religioso, tampoco me importó.
Ahora me llevan a mí, pero ya es tarde"

Por cierto, cada tanto aparece como "de autor anónimo", y con agregados: uno de
ellos, los homosexuales…

Con todo, su mensaje y su vigencia permanecen más allá de la polémica. Lo que


importa es recordar, como Edmond Burke, que la indiferencia es una definitiva
puerta abiertas hacia el Mal.

En todo caso, sucede lo de Niemöller-Brecht lo mismo que con el espantoso


poema "Instantes" endilgado a Borges, con grotescas alusiones a helados y
calesitas… Los tres, a pesar de esas traiciones, y cada uno en lo suyo, siguen en el
Parnaso.

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