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Procesos y Transformaciones Socioculturales, Territoriales y


Reconstrucción de la Identidad en el corregimiento de Salaminita

Valentina Pérez, Jean Carlos Medina Machado & Valentina Zapata


Facultad de Humanidades, Universidad del Magdalena

Laboratorio Subdisciplinar
Soraya María Duarte Reyes, Juan Carlos Vargas y Edixon Quiñones

3 de diciembre de 2020
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Procesos y transformaciones socioculturales, territoriales y reconstrucción de la


identidad en el corregimiento de Salaminita

Contexto histórico

Entre la década de los 50´s y 70´s, Salaminita estaba constituido por 70 familias del
corregimiento de Pivijay. Tras luchas por lograr tener sus predios, el INCORA les adjudicó
a los campesinos algunas tierras de la zona rural constituido por la vereda El Jardín y La
Suiza. En palabras de Verdad abierta, (2017) la composición de las veredas partiendo de la
Comisión Colombiana de Juristas documentó que la historia de violencia de Salaminita se
remonta a los años setenta. En 1977, Laureano Peláez contrató a 23 campesinos para que se
instalarán en los predios de La Suiza, de propiedad de Aura de Polo y María Teresa de
Polo, para hacerles creer que los campesinos querían invadirles las tierras y que lo mejor
era que le vendieran el predio a él.
Durante estos periodos, sus métodos de subsistencia era el cultivo de yuca, maíz,
ajonjolí y plátano. Más tarde en 1986, Salaminita fue reconocido como corregimiento de
Pivijay, Magdalena, y para 1990 el corregimiento contaba con un puesto de salud, un centro
educativo, además tenía un puesto de votación. Posteriormente en 1999, paramilitares del
frente Pivijay cometen la atroz masacre, lo que llevo al desplazamiento de los habitantes y
derribamiento del centro poblado del corregimiento.

Problemática y formulación del problema


Hoy día se insiste corrientemente en la diferenciación entre violencia política, que se
asigna a la guerrilla, y la “común”, que suele referirse e incluir fenómenos tan diferentes
como el narcoterrorismo, el asalto bancario, las matanzas o la violencia doméstica y barrial
(Camacho, 1991). Esa diferenciación espacial y temporal de las violencias, en suma, la
presencia diferenciada del Estado en las regiones, obedece a que las violencias colombianas
no giran en torno a una sola polarización alrededor de un eje específico de conflictos
(económico, étnico, político, nacional, etc.) sino que sus contradicciones se producen en
torno a varias dinámicas y procesos históricos diferentes, que se reflejan en identidades más
cambiantes y en la lucha por en el control de los territorios, (Gonzales, 2004).
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En este sentido, nos enfocaremos precisamente en el conflicto perpetuado en el


corregimiento de Salaminita, que con base en la información anterior es posible diferenciar
y clasificar dentro de una violencia política bajo las dinámicas históricas de la lucha por el
territorio que han sido configuradas por los campos sociales y escenarios dentro de los
cuales se ha desarrollado. Según información publicada por la Comisión Colombiana de
Juristas (CCJ) en el 2018, el hecho que se presentó hace aproximadamente 21 años, en el
corregimiento de Salaminita, municipio de Pivijay, Magdalena, transformó por completo
las vidas de los pobladores del corregimiento. Desde entonces, la lucha por el territorio,
principalmente, ha sido el causante de los actos atroces que se han presentado en esa
región. Además, la comunidad se encuentra hoy en una etapa de reparación de víctimas,
restitución de tierras y en la lucha por ejercer su derecho a la propiedad.
Particularmente, consideramos importante entender los campos sociales del conflicto
como los conjuntos, diferenciados, pero en estrecha conexión, de relaciones e instituciones
económicas, políticas y sociales con principios simbólicos a partir de los cuales cobran
sentido las acciones violentas, y por escenario “los complejos de acción en los que se
plantea o resuelve una relación violenta.” (Camacho, 1991; 23). De allí, surge la pregunta
que guía nuestra propuesta de investigación:

¿Cómo ha sido el proceso de reparación de víctimas y restitución de tierras de los


pobladores de Salaminita y su posterior reconstrucción de la identidad y patrimonio
luego de haber sido golpeado por el conflicto armado?

Vera (2015), permite adentrarnos en los conflictos que se gestan por la tierra,
especialmente en los lugares donde los campesinos son quienes dependen de ellas. Sobre la
distribución de la tierra en Colombia señala las siguientes como las características más
representativas de la década comprendida entre 1984 y mediados de los 90’s: “el aumento
de las grandes propiedades de tierra y la acumulación de ésta en pocas manos, el detrimento
de la propiedad a mediana escala y la continua fragmentación de la pequeña propiedad.”
Este a su vez, se apoya sobre el trabajo de Fajardo (2004) quien hace un estudio de la
tenencia de la tierra en Colombia, la desigualdad rural, la crisis de la agricultura y el
impacto de la violencia en dichos contextos. Concreta que, si a lo anterior se le suman la
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violencia, el desplazamiento y las continuas masacres, queda configurado un escenario en


el que, a punta de sangre y fuego, la violencia ha moldeado el territorio.
Si esta es una forma particular de interacción entre grupos y personas en entornos
específicos, determinada por una intención de herir al otro, es posible que dicha interacción
está relacionada con ciertos elementos de índole cultural y la organización social de una
sociedad, (Jimeno, 1998). Además, se adoptará la categoría de “víctima”, categoría que
según Jimeno se ha gestado en los últimos años como eje central de un movimiento
nacional de reclamo de verdad y justicia (Jimeno et. al., 2012).
Teniendo en cuenta a Giraldo et al., (2018) en su informe de seguimientos de cuentas,
las víctimas del conflicto acompañadas por El Tribunal de Restitución de Tierras de
Antioquia, La Comisión Colombiana de Juristas y las múltiples organizaciones creadas
(ASORENACER) y las demás a las cuales se les pidió la ayuda; se tuvo en cuenta las
reparaciones del tejido social, restitución de tierras, reparación individual (proyectos
productivos de estabilización socioeconómica, infraestructura del SENA y exoneración de
impuestos), para la reparación integral (construcción de un monumento conmemorativo,
centro que promueva la memoria y su reconstrucción social y cultural).

Además, trataremos de relacionar las categorías de memoria y conflicto expuestas en el


texto “Experiencias de violencia y recomposición social en Colombia” Jimeno (2014), con
el tema de investigación en Salaminita; en el texto, la etnografía se utiliza como método
para la conexión entre lo racional y subjetivo, iniciando una reconstrucción del tejido
social a partir de las acciones realizadas a comunidades subalternas que han sido expuestas
a escenarios de violencia, acarreando procesos como el desplazamiento forzado,
invisibilización de elementos identitarios, entre otros.

Reparación de víctimas y proceso de restitución

Luego del retorno de algunas víctimas de la masacre a Salaminita, cobijadas por la ley
1448 del 2011 que explora el cumplimiento para que las personas puedan recuperar sus
tierras y reconstruir su identidad. Desde el año 2015, cada 7 de junio las víctimas se reúnen
para conmemorar este hecho, con pancartas, fotos de las personas que perdieron y con
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mensajes alusivos a este episodio, buscando recordar, evocar y homenajear a las personas
fallecidas como también un autorreconocimiento personal y colectivo a los miembros de
esta comunidad que se encuentran reestructurando la memoria para obtener justicia y
verdad sobre los actos vividos, las conmemoraciones son realizadas sobre los escombros y
las ruinas de lo que antes eran viviendas, colegios y tierras.
La comunidad de Salaminita de la mano de la Comisión Colombiana de Juristas, cada
año busca cumplimiento y celeridad en su totalidad de las sentencias de 2016 y 2018.
Además, han creado asociaciones como ASORENACER (asociación de víctimas de
Salaminita), creada en 2014, quienes representan las voces de las víctimas de Salaminita.
No obstante, la reivindicación de las comunidades en nuevas tierras, propicia elementos
como: reforzar sus tradiciones, costumbres, derecho al territorio, afianzar las relaciones de
organización que tuvieron estos grupos antes, durante y después del conflicto. Algunos de
los avances que ha tenido Salaminita son:
1. La entrega de materiales y predios para la reconstrucción del centro poblado,
voluntariamente por parte de los opositores del proceso que anteriormente
manifestaron que los campesinos habían accedido a vender sus tierras sin presiones.
La entrega de predios se realizó con el apoyo de la Comisión Colombiana de
Juristas en 2017.
2. Instalación de la mesa interinstitucional de seguimiento a la sentencia con el fin de
lograr que las instituciones que tengan relación con el cumplimiento de la sentencia
cumplan de manera integral las órdenes.

Es importante resaltar que muchas de las órdenes emitidas en la sentencia no se han


cumplido, el estado y las entidades responsables de adelantar estos procesos como el de
restitución de tierras y reparación integral de víctimas no han cumplido o por lo menos no
en su totalidad. Las víctimas manifiestan ausencia del estado y algunas inconsistencias en
las sentencias que no permiten que las órdenes se cumplan. Los obstáculos o retrocesos que
ha tenido el proceso son los siguientes:
1. Solo se beneficiaron 37 familias de las 49 que reclamaron el centro poblado.
2. La sentencia ordena al Banco Agrario la tarea de la construcción de las viviendas,
pero al reconocer a Salaminita como zona urbana, dicha tarea recae sobre el
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ministerio de vivienda lo que hace que este proceso se dilate y haya un


incumplimiento en esta medida. Lo mismo sucede con las medidas de estabilidad
socioeconómica que está a cargo de la Unidad de Restitución de Tierras y que no
pueden llevarse a cabo porque los predios están en zona urbana.
3. El acompañamiento psicosocial a la población y la sisbenización que le competen a
la alcaldía de Pivijay no se han llevado a cabo en la población, la presencia de
psicólogos y trabajadores sociales en Salaminita es nula, en el artículo Salaminita:
Voces de un renacer (2018) Erika Rangel, habitante de El Jardín manifiesta que
nada de esto se ha hecho.
4. El SENA no ha cumplido con la inclusión de las personas que quieran hacer parte
de los diversos programas y capacitaciones que ofrece, limitando tanto a hombres
como a mujeres a formarse en agroindustria.
5. En Salaminita la policía brilla por su ausencia, solo van cuando hay algún acto y la
mayoría del tiempo Salaminita no cuenta con policías que garanticen la seguridad a
la población.
Los salaminiteros son conscientes del incumplimiento de las sentencias y la
irresponsabilidad por parte de las entidades que están a cargo de los distintos procesos de
reestructuración, reconstrucción de la identidad, restablecimiento de sus derechos y retorno
de las víctimas a Salaminita y piden al estado celeridad y cumplimiento de las órdenes en
su totalidad. “El incumplimiento de la sentencia es el resultado de la poca gestión de las
instituciones responsables del resarcimiento de los derechos humanos a la población de
Salaminita, lo que representa la realidad dramática que viven las víctimas en el
departamento del Magdalena, que a pesar de que existe la emisión de un juez, su
incumplimiento desemboca en desacato, no se ha realizado o implementado un 95% de sus
ordenanzas.” Salaminita: Voces de un renacer, (2018).
Desde el componente forense pudimos evidenciar que, la lucha insurgente,
contrainsurgente, contra el narcotráfico y el terrorismo ha creado los marcos para que los
diferentes actores contribuyan con la destrucción del tejido social, al atentar física y
psicológicamente contra los pobladores (Casallas A. & Padilla J, 2004).
Cabe mencionar, que la necesidad de conocer la verdad, de lograr justicia y reparación
para las víctimas (inclúyase aquí a los familiares de los asesinados) y la sociedad en
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general, lleva a la búsqueda de herramientas metodológicas que contribuyan a la


consecución de esos elementos de reparación. Según (Morales, 2009) una de esas
herramientas la constituye la antropología forense, que, por medio de la aplicación de la
antropología social y la arqueología, aporta elementos para entender, esclarecer y reparar
hechos de violencia en donde la principal fuente de información son en ocasiones los restos
óseos de las víctimas de acciones violenta, y que en muchos casos son los mismos
pobladores por medio de relatos quienes aportan al esclarecimiento.
La antropología forense participa además como una herramienta que busca garantizar la
reparación de la memoria histórica, propiciando a la no repetición de estos altercados
violentos con intervención de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario.
Teniendo en cuenta el capítulo 5 del acuerdo de paz del 2016 “5. Acuerdo sobre las Víctimas
del Conflicto: “Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición”, incluyendo la
Jurisdicción Especial para la Paz; y Compromiso sobre Derechos Humanos” con la terminación
del conflicto, se busca garantizar que cesen las violaciones e infracciones y el respeto a los
derechos de las víctimas, reconociéndolos como sujetos de derecho esto originando a
expresar sin miedo y reciban el reconocimiento que corresponde; responsabilizando a los
victimarios de los actos para que haya un cumplimiento de la verdad, la justicia, reparación
y no repetición. El papel que juega la antropología social dentro del contexto antropológico
forense va mediatizado en tener una mejor comprensión de los hechos a través de los
relatos vividos en tiempos de guerra por la comunidad de Salaminita como principal
receptor de la lucha entre grupos armados ilegales.

Indudablemente el caso de Salaminita, se encuentra hoy en avance en cuanto a la


restitución de tierra, hecho que sin duda aporta a las categorías de memoria y conflicto.
Según Verdad abierta (2015), la noticia Salaminita, un pueblo que desapareció en
Magdalena, nos deja ver que hace 21 años ya, los paramilitares del Bloque Norte bajo las
órdenes del paramilitar alias “Esteban”, arrasaron con el corregimiento de Salaminita en el
municipio de Pivijay, Magdalena. Toda su población fue desplazada tras el asesinato de
varios miembros de la comunidad, sus casas fueron destruidas y sus calles desaparecidas
para favorecer a los terratenientes locales quienes se apoderaron de los predios.
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El comunicado emitido por la Comisión Colombia de Juristas (CCJ) en 2017 permite


identificar cuál ha sido el avance en materia de restitución. Después de dos décadas, 36
familias del corregimiento de Salaminita recibieron el predio que corresponde a las calles y
casas del pueblo del que un día fueron forzados a salir. El 1 de agosto las víctimas
recibieron los títulos de propiedad de sus casas, y el 29 de agosto, las autoridades con el
acompañamiento de la CCJ les hicieron la entrega material. Posteriormente en 2019 se hizo
entrega de los predios a dos familias más. Sin embargo, dos años después, el Ministerio de
Vivienda sigue sin cumplir la orden de construcción de las casas. Tampoco se ha cumplido
por parte de las instituciones en la construcción del centro educativo y el puesto de salud,
ordenados en la sentencia, así como las demás órdenes tendientes a la reconstrucción del
centro poblado que fue arrasado. Un pueblo que no existe todavía más que en la memoria
de sus pobladores. Por eso la comunidad de Salaminita espera que las órdenes del fallo de
restitución se cumplan.
Por otra parte, tejer lazos sociales bajo un contexto histórico, nos permitió identificar
algunos ejes temáticos (construcción del corregimiento, presencia de actores armados,
desplazamientos, y destrucción total y parcial de la comunidad) y los aspectos judiciales
llevados a cabo para su reparación individual e integral, lo cual evidencia gran
colaboración, precisamente desde los componentes social y forense en la construcción y
reclamación de los Derechos Humanos (DH) y el Derecho Internacional Humanitario
(DIH) garantizando a la no repetición de los hechos vividos.

Identidad y Territorio
Abordar la identidad y el territorio, supone no solo contextualizar la violencia, sino
destacar bajo qué ideales y concepciones se dio la lucha entre las partes. En este orden de
ideas, volcaremos nuestras miradas a las formas en que el espacio, y especialmente a los
lugares que cobran sentido en la formación y reproducción de la identidad; tal como figura
en uno de nuestros principales objetivos, ya que son elementos ideales para controvertir e
interpretar los significados de una violencia que, además de arrasar con la población de
Salaminita, significó el inició de la apertura y conformación de grupos que hoy luchan por
el territorio.
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Por otro lado, mantener puesta nuestra visión en la configuración y formación de un


paisaje geográfico, nos permitirá crear las relaciones de una especificidad histórica, que en
términos de Gordillo (2014) supone un conjunto de relaciones entre sujetos y lugares que
proporciona el contexto para la vida diaria, creando así una entidad relacional constituida
por las personas en su compromiso con el mundo. No solo se hace visible aquí la
construcción de un paisaje natural como objeto, sino un paisaje social configurado desde
la multilocalidad de la población, que supone una representación. Esto pone en marcha
nuestra habilidad para visualizar dichas relaciones.
Siguiendo el tema de patrimonio (monumentos conmemorativos), desde la perspectiva
de los enfoques paisajísticos; se busca destacar el uso de la cultura material, relaciones de
poder y la aclaración de lo que puede ser un territorio para la población de Salaminita antes,
durante y después del conflicto armado por el que pasó. La arqueología patrimonial por su
parte, nos concede la posibilidad de evidenciar los múltiples significados de lugares
simbólicos y presentar el contexto de donde extraen su poder. Por ello, llama la atención las
formas en que los monumentos legitiman una interpretación particular de los
comportamientos asociados a los lugares. Cabe mencionar, que para el caso de Salaminita,
luego de arrasar total y parcialmente a la población, la importancia simbólica que recae en
algunos espacios se hace notoria. 

Transformaciones que han afectado al territorio y la identidad de Salaminita

Según la línea de tiempo publicada por el Centro de Investigación y Educación Popular


(Cinep) /Programa por la Paz (Cinep/PPP) en el 2017, se puede identificar que la lucha por
el territorio tiene sus orígenes a mediados de 1970 y 1986, cuando aproximadamente 44
parceleros y campesinos accedieron a cultivar y trabajar en estas tierras bajo acuerdos con
los terratenientes de la época. Cabe mencionar, que la mayoría de estas tierras fueron
utilizadas para llevar a cabo actividades agrícolas. Posteriormente, los campesinos fueron
expulsados de estas tierras, trayendo como consecuencia la participación institucional del
INCORA, la cual realizó una distribución de la tierra adjudicando a cada parcelero 10
hectáreas (Ha), regresando gran parte a sus antiguos dueños.
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El proceso de restitución que se ha venido gestando tras una larga lucha por parte de los
habitantes de Salaminita, deja ver una serie de hechos que han configurado el territorio, a lo
cual se puede atribuir modificaciones del espacio. En este sentido, Nielsen (2009)
argumenta que la agencia, y especialmente aquella donde la intencionalidad es una variable
explícita de la violencia, — en la que, más que buscar las causas y consecuencias— es
donde se reflejan los modos en que los intereses y las percepciones del conflicto se
constituyen de manera particular en cada caso. Cabe mencionar que esto ha llevado a una
resignificación del corregimiento de Salaminita; pues, la forma en la que se nutre su
identidad, sus aspiraciones e incluso sus proyectos de vida han estado condicionados bajo la
forma en que la violencia los golpeó, y no nos referimos con esto meramente a la masacre
provocada en 1.999, sino a la lucha por el territorio que se ha venido gestando, lo que nos
lleva a una aproximación de lo que podría ser, la reconstrucción patrimonial de su
identidad.
La importancia de mencionar lo anterior, recae en que, 20 años después de ocurrida la
masacre que dio lugar al desplazamiento masivo de toda la comunidad, el arrasamiento del
caserío, el posterior despojo y la concentración de las tierras de la zona por parte de dos
familias ganaderas, el territorio sufrió una gran transformación, ya que fueron destinadas
para tales fines. Aprovechando dicho contexto de violencia y vulnerabilidad varias de estas
familias decidieron comprarle los predios por precios bajos a la mayoría de las familias
campesinas. Los predios que no fueron vendidos fueron invadidos indebidamente por
terratenientes. El territorio y espacio del centro poblado y zona rural de Salaminita
disminuyó considerablemente, dejando como resultado la pérdida de la tierra y el
debilitamiento de la identidad de sus habitantes.

Lugares conmemorados

Uno de los lugares a los que más se le ha dado importancia, por su ubicación y por lo
que representó en su momento, son los restos de lo que queda de un colegio (Imagen 1). No
solo se convirtió en el referente para situar a la población, sino que en el marco de las
conmemoraciones anuales a las personas que perdieron sus vidas, es el lugar donde se
reúnen para recordar y hacer público lo que allí sucedió. 
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Atendiendo a lo que expone Branton (2009), parte de la importancia de este lugar es la


manera en que facilita la narración, especialmente la narración instructiva sobre el
comportamiento de las personas de Salaminita, destinada a transferir y potenciar la lucha y
la resistencia por el territorio de las generaciones futuras (Imagen 2). Ya no solo podemos
hablar de un espacio geográficamente importante, sino de un espacio social, un espacio
convertido en representación, en un archivo simbólico de las relaciones sociales del pasado.
Por eso, tomaremos como principal lugar de apoyo para nuestra investigación dicho
espacio.
El patrimonio además, aporta al proceso de reestructuración de paz y reconocimiento de
la identidad ya que permite reconocer cuáles son esos elementos materiales significativos
de una sociedad y establecer qué representa para ellos, asimismo, el patrimonio es “aquello
que queremos conservar y transmitir a las futuras generaciones” (Hall, 1993; 23) esto se
puede transmitir a través de la cultura material y la oralidad, tratando de que las crisis, en
este caso la violencia, no afecte a la memoria colectiva e individual de un paisaje cultural.
No obstante, permite la existencia de una cohesión entre diferentes saberes manteniendo el
patrimonio inmaterial en cada comunidad.

A través de esto, en el proceso se hará una transición de lo vivido con una elaboración
de imaginarios, maneras de relacionarse y valores que favorecen la pertenencia a lugares,
espacios, personas, actividades, actos en la vida civil y modos de participación.
Volviendo al caso de la población de Salaminita, es posible evidenciar cómo el
patrimonio ha influido en el proceso identitario debido a que estos paisajes tales como el
colegio, les permiten a esta población tener presente la memoria histórica y con ayuda del
acompañamiento psicosocial la garantía del perdón pero no olvido, la reparación del tejido
social y de esta manera transmitir a las futuras generaciones la historia sucedida que
intervino en las costumbres, tradiciones y la vida en general de Salaminita y cómo la
cambió por completo.
Siguiendo lo expuesto por Beltrán, L. (2011), dentro del marco judicial, especialmente la
Ley de Víctimas que se estableció para las comunidades que han sido afectadas por el
conflicto armado; el patrimonio material e inmaterial debe ser tratado como un derecho
fundamental que aporte a la integridad, reconocimiento de la diversidad cultural y una
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reparación integral en aspectos sociales y económicos garantizando la no repetición de


actos violentos.

Discusión y conclusión

La discusión resulta más difícil de desarrollar que las demás secciones de este trabajo.
Es decir, ¿Las transformaciones sociales, territoriales y la reconstrucción de identidad de
Salaminita luego de haber sido golpeada por la violencia son realmente las encontradas en
la revisión de información? La respuesta es sí. Para el componente social, la interpretación
dada para este caso en particular (Ver Llináz et. al, 2018) se constituye en un recorrido por
los grupos que asechaban este lugar, la clase de violencia ejercida, y los actos que
reivindican al conflicto (amenazas, masacres, desplazamiento forzoso, destrucción parcial y
total de la comunidad) lo que deja al descubierto los cambios del tejido social, pero sobre
todo, la perdida de gran parte de esta. Dadas las circunstancias y la imposibilidad de ir hasta
el lugar – Covid -19 – y corroborar lo expuesto, montamos las relaciones metodológicas
planteadas por Jimeno et. al (2012; 2007), de allí que, consideramos: 1) una etnografía
capaz de reconstruir a los individuos de una comunidad individual y colectivamente y; 2) la
visión de una antropología activista en el movimiento social campesino, interesada en
contribuir a solucionar los problemas sociales.
Para el componente arqueológico, logramos hacer visible una línea de tiempo, que sirvió
como punto de referencia para observar las transformaciones del paisaje y el territorio. Con
base en lo anterior, se logró identificar uno de los lugares a los que atribuimos la categoría
de monumento conmemorativo y la importancia que recae en este. Si bien no existe trabajo
alguno de este tipo en el lugar, nuestra propuesta toma importancia para la reconstrucción
de identidad de la comunidad. Por último, la reparación de víctimas y la restitución de tierra
que se ha venido gestando en el marco de la ley 1448 del 2011, permite crear lazos de
acompañamiento según lo estipulado en capítulo 5 y 6 del acuerdo final para la paz, dentro
de los cuales se tienen en cuenta los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial
(PDET), contemplando así, mecanismos que contribuyan al mantenimiento y
fortalecimiento de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario.
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Para terminar, el proceso de reconstrucción y reparación integral de la comunidad de


Salaminita, ha llevado un desarrollo lento ya que se ha visto afectado por errores emitidos
en la sentencia de restitución de tierras dadas por El Tribunal de Restitución de Tierras de
Antioquia; en la cual al nombrar a Salaminita como un área urbana, los entes encargados
como el Banco Agrario de llevar su reconocimiento y reparación no pudieron cumplir sus
funciones estipuladas ya que esas compensaciones le corresponden al Ministerio de
Vivienda para así llegar a tener un enfoque integral para restaurar material y
simbólicamente a la comunidad que fue arrasada; acompañándolos en el restablecimiento
del tejido social y recuperación de la identidad que se ha invisibilizado por el conflicto
armado colombiano.
En aspectos arqueológicos, se espera la resignificación de este lugar con la construcción
de un monumento conmemorativo que evidencie este hecho y un nuevo renacer en la
comunidad de Salaminita. Por otro lado, el acompañamiento psicosocial a la población no
ha sido frecuente, según el informe Salaminita, voces de un renacer (2018) los
salaminiteros manifiestan no tener ayudas psicológicas y estos daños al pasar del tiempo se
han intensificado en sus memorias, salud y modos de vida en el territorio.
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Anexos:

Mapa de Salaminita. Fuente: CINEP/PPP, 2017

Imagen 2 y 3. Restos del colegio (Archivo propio, 2019).

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