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LOS NOVELISTAS COMO CRITICOS

Compilacién de
NoRMA KLAHN y WILFRIDO H. CORRAL

ed

TOMBO. 473%

Dk
SBD-FFELGH-USP

DEDALUS - Acervo - FFLCH-LE


868 .909 Los Novelistas Como Criticos.

KT
N
vd

2130008811

EDIG ; T g FONDO DE CULTURA


pin GONES d FCONOMICA

MÊXICO
LEES
630 JULIO CORTAZAR JULIO GORTAZAR. 631:

—me€jor: aprehensible— la situaciën; el resto es formulaciën poëtica in-' Para llegar a Lezama Lima
cEsante.
(1967)
Sélo el genio puede fusionar hasta tal punto sustancias tradicionalmente
alêgenas por falsa y parcelada visiën de la realidad. De ahi gue la tra-
gedia y toda poesfa dramatica declinen con la apariciën de la novela gue Despuës gue en las arenas, sedosas pausas intermedias,
Opera una cémoda particiën de las aguas, entrega el material esencjal- entre lo irreal sumergido y el denso, irrechazable aparecido,,
mente poëtico al lirico y se reserva la visién enunciativa del mundo. El se hizo el acuerdo métrico, y el ombligo terrenal
nuevo avance del daimêén poëtico cumplido en nuestro siglo no debe ser superé el vicjoso horizonte gue confundfia al hombre con la.
entendido sin embargo como un retorno a la indiferenciaciën entre neve- reproduccién de los Arboles.
lesco y poëtico gue se daba en la tragedia y la narraciën épica. Aun enton-
ces, y sin dlaridad preceptiva suficiente, el escritor advertia las diferencias José Lezama Lima, Para llegar a la Montego Bay
entre la enuncjaciën discursiva y racionalizada, y la expresiën poëtica
dramatica o lirica. En nuestro tiempo se concibe la obra como una mani- “Est-ce gue ce monsieur est fou?”, me dit-elle.
festaciën poëtica total, gue abraza simultineamente formas aparentes Je fis un signe affirmatif.
como el poema, el teatro, la narraciën, Hay un estado de intuiciën para “Et il vous emmêne avec lui?”
el cual la realidad, sea cual fuere, sélo puede formularse poëticamente Même affirmation.

AT,
dentro de modos poemêticos, narrativos, dramêticos: y €so porgue la “On cela?”, dit-elle.

EE
realidad, sea cual fuere, sélo se revela poëticamente. Pindiguai du doigt le centre de la terre.
Abolida la frontera preceptiva de lo poemêtico y lo novelesco, sélo un
Pprejuicio gue no es ni serd fécil superar (mixime cuando las corrientes JUutEs VERNE, Voyage au centre de la terre
genéricas tradicionales contintan imperturbables y se cumplen én mani-
fiesta mayoria) impide reunir en una sola concepciën espiritual y verbal
EmMPpresas én apariencia tan disimiles como The Waves, Duineser Elegien EsTas piginas acerca de Paradiso, novela de José Lezama Lima (Edicio-

EE
Sobre nes Uimuëén, La Habana, 1966) no son un estudio sobre ia novelistica de
los Angeles, Nadja, Der Prozess, Residencia en la Tierra Ulysses Iezama, gue exigiria el andlisis riguroso de toda su obra de poeta y de en-
y Der Tod des Vergil. ” sayista a la Juz de los mis fecundos avances en el campo antropolêgico
(Bachelard, Eliade, Gilbert Durand...), sino la aproximaciën por via

REEKS
Realidad, m/2, 8, mayo-abril, 1948, pp. 240-246,
simp&tica ague elige todo cronopio para entablar comercio con otro. :Por
aué lezama Lima? Por lo aue él mismo dice al retratar a uno de sus
personajes: 'Me gusta de él, le respondié Cemi, esa manera de situarse
en el centro umbilical de las cuestiones. Me causa la impresiën de gue en
cada uno de los momentos de su integraciën lo visité la gracia. Tiene lo
gue los chinos llaman H, es decir, conducta de orientaciën césmica, la con-
figuracién, la forma perfecta gue se adopta frente a un hecho, tal vez lo
gue dentro de la tradiciën clisica nuestra se pueda llamar belleza dentro
de un estilo. Es como un estratega gue siempre ofrece a la ofensiva um
flanco muy cuidado. No puede ser sorprendido. Avanzando parece dué
revisa los centinelas de la retaguardia. Sabe lo gue le falta y lo busca con
af&n. 'Tiene una madurez due no se esclaviza al crecimiento y una sabi-
duria gue no prescinde del suceso inmediato, pero tampoco le rinde una
aduloneria beata. Su sabiduria tiene una excelente fortuna. Es un estu-
diante due sabe siempre la bola ague le sale; pero claro, el azar actia sobre
un continuo, donde la respuesta salta como una chispa. Comienza por es-
tudiarse los cien interrogatorios de tal manera gue no puede perder, pero
la pregunta gue trae en su pico el pêjaro del azar, es precisamente la fruta
gue le gusta, gue es mejor y due merece mis la pena de bruiiirla y repa-
sarla.” (Paradiso, 874-875).
632
JULIO CORTAZAR
JULIO CORTAZAR 633
Entonces, sestamos los dos locos? 5 i
; s ? ePor dénde saco la cabeza ara res Paz para el solitario de Nantes y sus espeleëlogos, pero antes le tome
eise de de Ao, Es de esta profunda nataciën de SEE rd ' por mi cuenta otro pasaje tan significativo como
Sinas, ;Y por gué de gol les V id. si lo hubiera extraido
donde nada parece Paradiso?
evocarlo) pl. golpe Jules Verne en un libro el mismo Lezama y lo sitio, para gue nos sirva de laser, a la cabeza de
' ) “ Fero si, claro gue sf gue lo evoca- oe , todo lo gue sigue:
Pronto, ano habla el mismo Lezama de vivencias oblicuas, no EE
eel ig wl “ goe j . En diez dias, interrumpiéndome para respirar y darle su leche a mi
si un hombre, sin saberlo desde luego
` i utador
. de ' su cuarto inaugurase una Casc
, al darle gato 'Teodoro W. Adorno, he leido Paradiso, cerrando (cerrando?) el
Ee Ee, he ada en el On- #tinerario gue hace muchos afios iniciara con la lectura de algunos de
si las hay? No nos inicia en esa
ae ED reCu
se erda due en el momento
Ed sus capitulos caidos en la revista Origenes como otros tantos objetos
€n gue San Jorge clava de 'Tléên o de Uabar. No soy un critjco; algin dia, gue sospecho lejano,
: 8On, el primero
es el rayo baja Por un tron en caer muerto es su caballo, c esta suma prodigiosa encontraré su Maurice Blanchot, porgue de esa
co de encina y recorre nolensha mede
€. SEmIMaristas entregados al gruy raza deber4 ser el hombre gue se adentre en su larvario fabuloso. Me pro-
ëre y al elogio del trébol antes de pongo .solamente sefialar una ignorancia vergonzosa y romper por ade-
lantado una lanza contra los malentendidos gue la -s€guirAn cuando La-
tinoam€rica oiga por fin la voz de José Lezama Lima. De la ignorancia
ciert
1 o sino liter' al, y agui estê la prue no me asombro; también yo desconocia a Lezama doce aflos atrês, y fue
ba: £ Lector contadis
isiimo de P
EE , un club very exclusive, el de los Ppocos gue EeiD
1 preciso gue Ricardo Vigén, en Paris, me hablara de Ofppiano Licario gue
EE Oo Der Mann ohne Eigenschaften, Der O Nvei acababa de publicarse en Origenes y due ahora cierra (si es gue algo
Ted des Vergils y Paradiso:
€SO —me refiero al club— me parezco a Phileas Fogg), puede cerrarlo) Paradiso. Dudo de gue en esos doce afios la obra de Leza-
&se dio ma haya alcanzado la presencia activa gue en un plazo eguivalente fueron
logrando la de un Jorge Luis Borges o la de un Octavio Paz, a cuya altura
a la gue algunosC investig$ado
ad res estA sin la mas minima duda. Razones de dificultad instrumental y esen-
empiezan
j a revelar
padre et er El remero Leregas de pridpicas prudentemente cial son una primera causa de esa ignorancia; leer a Lezama es una de
re F E hasta Entonces insospechado atlet dispensas, va a ae
las tareas ms arduas y con frecuencia mas irritantes gue puedan darse. La
1ende a los infiernos de un gimnasio a Baena Albornoz, gue
habanero para recibir, Adonis perseverancia gue exigen escritores de frontera como Raymond Roussel,
Hermann Broch o el maestro cubano es infrecuente incluso entre “espe-
cialistas”, y de ahi gue en el club sobren tos sillones. Borges y Paz (vuelvo
a citarlos para colgar el blanco en lo mas alto del &rbol de nuestras
en la rueca mujeril de su verd tierras) le llevan a lezama la ventaja de aue son escritores meridianos,
adera condiciën. `Y entonces,
ee s nEnde del cr&ter de Yoculo pasé en esa espera casi diriamos apolineos desde el punto de vista del perfecto ajuste expre-
- Mi al sétano, por all legaban
de ie Ee, La sombra -anillada de Scar sivo, del sistema coherente de su espiritu. Sus dificultades y aun sus oscuri-
Er taris sobre dades (Apolo puede ser también nocturno, bajar al abismo para matar
i fi abêlicamente, la resonancja de
orografia islandesa se vuelve la i a la serpiënte Pitén) responden a la dialéctica gue evoca Le cimetiëre
una lasciva circunstancia er6ti
ca, y d EE maTin:
-..Mais rendre la lumiëre
Ee - oie de jJuillet, voyageur audacieux, et tu parviendras au Suppose dombre une morne moitié.

Ee, sond
revelaelên. Yoeulo, sofubrsPaM enes una bres
y Jas imfge Extremos puntos de tensién de un arco de raiz mediterrinea, ceden lo

ser, Bee nale Jen, Gend reiendese n oo Baena 'Albortes)


sekeres, 3 RA me de descenso al
mejor de su fuerza sin los tres enigmas previos gue harAn
Lezama un Edipo perpetuo. Y si digo due ello constituye una ventaja
de aguéllos sobre éste, me refiero casi éticamente a los lectores gue detes-
del lector de

crêter de ear Ee ee tan los trabajos de Edipo, gue optan por la mxima cosecha con el mi-
do de vuestro padre? s8. oh profesor Lidenbroek, dué estamos hacien- nimo de riesgo. En la Argentina, €n todo caso, se tiende a hurtarle el
cuerpo al hermetismo, y Lezama no sélo es hermético en sentido literal
634. JULIO GORTAZAR JULIO CORTAZAR 635

por cuanto lo mejor de su obra propone una aprehensiën de esencias por Si la dificultad instrumental es la primera razén de due se ignore tanto
via de lo mitico y lo esotérico en todas sus formas histêricas, psiguicas y a Lezama, las circunstancias de nuestro subdesarrollo politico e bistêrico
literarias vertiginosamente combinadas dentro de un sistema poëtico en son la segunda. Desde 1960 el miedo, la hipocresia y la mala conciëncia
el gue con frecuencia un sillén Luis XV sirve de asiento al dios Anubis, se aliaron para separar a Cuba y a sus intelectuales y artistas del resto
sino gue ademis es formalmente hermético, tanto por un candor gue lo de Latinoamérica. Los ya conocidos, Guillén, Carpentier, Wilfredo Lam,
lleva a suponer gue la mis hêterêclita de sus series metaf6ricas serd per- salvaron y salvan la barrera por la via de un prestigio internacional an-
fectamente entendida por los demis, como porgue su expresiën es de un terior a la revoluciën cubana, gue obliga a ocuparse de ellos cuando llega
barroguismo original (de origen, por oposicién a un barroduismo l&cida- el momento. Lezama, ya €Entonces inexcusablemente al margen de las
mente mis en Page como el de un Alejo Carpentier). Se ve, pues, lo difi- tablas valorativas de los magisters peruanos o mexicanos o argentinos, ha
cil gue resulta entrar en el dlub cuando tantas dificultades se van sumando auedado del otro lado de la barrera hasta un punto en gue incluso aguellos
para trabar el goce de una lectura, salvo si el goce comienza con las difi- gue han ofdo su nombre y duisieran leer Tratados en La Habana, Ana-
Cultades mismas, puesto gu€e yo empecé por leer a Lezama cOmo dguien lecta del reloj, La fijeza, La expresién americana o Paradiso, no pueden
trata de resolver la cifra de messunka-Sebrd.icefdok. segnittamurbn, etc., ni podrén conseguir ejemplares. Tanto él como muchos otros poetas Y
gue finalmente se aclara en: Descends dans le cratéêre du Yocul de Snef- artistas cubanos se ven forzados a vivir y a trabajar en un aislamiento
fels...; se diria gue la prisa y el sentimiento de culpa gue suscita la del gue lo rhenos gue puede decirse es gue da asco y vergiienza. Desde
proliferaciën bibliogréfica llevan al lector contemporêneo a descartar, luego, lo gue importa es cerrar el paso al comunismo totalitario. dPara-
muchas veces irénicamente, todo #rovar clus. A ello se suman los falsos diso? Nada gue merezca ese nombre puede venir de semejante infierno.
ascetismos y las solemnes anteojeras de la especializaciën mal entendida, Duerma usted tranguilo, la OEA vela su sueiio.
contra la gue se alza hoy 'en buena hora una actitud como la estructura- Oueda, duizé, una tercera y mis agazapada razén del torvo silencio
lista. Todavfia un Goethe alcanzaba a fundir al filésofo y al poeta, ya gue envuelve la obra de Lezama; voy a hablar de ella sin pudor alguno
guerellados en su siglo, por obra de una avasalladora intuiciën unitiva; precisamente pordue las escasas criticas cubanas due conozco de esa obra
hasta Thomas Mann (hablo ahora de novelistas) parecié gue esa co€xis- no han aguerido mencionarla, y €n €ambio conozco su fuerza negativa en
tencia se mantenia viva en autor y lectores, pero es un hecho gue ya la manos de tantos fariseos de nuestras letras. Me refiero a las incorreccio-
obra de un Robert Musil, para cefiirme al campo de expresiën germAnica, nes formales gue abundan en su prosa y gue, por contraste con la sutileza
se vio privada del eco universal gue hubiera debido encontrar. Aungue se y la hondura del contenido, suscitan en el lector superficialmente refinado
trate de un mismo lector, éste tiende hoy a adoptar una actitud especia- un movimiento de escéindalo e impaciencja aue casi nunca es capaz de
lizada segim lo gue esté leyendo, resistiëndose a veces de manera sub- superar. Si a eso se suma gue las ediciones de los libros de Lezama suelen
consciente a toda obra gue le proponga aguas mezdladas, novelas.dgue estar muy mal cuidadas tpogrificamente, y gue Paradiso dista de ser
entran en el poema o metaffsicas gue nacen con el codo apoyado en un una excepcién, no puede extrafiar gue a las perplejidades de fondo se
mostrador de bar o en una almohada de guehacer amoroso. Acepta mo- sume la impaciencia gue producen las extravagancias ortogrificas o gra-
deradamente la carga extraliteraria de cualguier novela, pero siempre maticales donde trastabillan los ojos del démine gue casi todos llevamos
gue el género conserve sus prerrogativas bisicas (gue nadie conoce bien, dentro. Cuando hace afios comencé a mostrar o a leer pasajes de Lezama.
dicho sea de paso, pero €sta es otra cuestiën). Paradiso, novela due es a personas gue no lo conocian, el asombro gue provocaba su visiën de la
también un tratado hermético, una poëtica y la poesia ague de ella re- realidad y la osadia de las imêgenes gue la comunicaban, se vefa Casi
sulta, encontrar4 dificultosamente a sus lectores: idénde empieza la no- siempre mitigado por una amable ironia, por una sonrisa de perdonavidas.
vela, dénde cesa el poema, gué significa esa antropologia imbricada en No tardé en darme cuenta de gue entraba alli en acciën un rApido me-
una mêntica gue es también un folklore tropical gue es tambiën una cré- canismo de defensa, y ague los amenazados de absoluto se apresuraban
nica de familia? Se habla mucho en nuestros dias de ciencias diagonales, a magnificar las tachas formales como un pretexto acaso inconsciente para
pero el lector diagonal se tomar4 su tiempo en aparecer y Paradiso, tajo gucdarse de este lado de Lezama, para no seguirlo én su jmplacable su-
1 al $esgo en esencias y presencias, conocerê la resistencia ague le opone el mersiën €n aguas profundas. El hecho incontrovertible de gue Lezama
j
haz de las ideas recibidas. Pero el tajo ya est& dado; como en la historia parezca decidido a no escribir jami#s correctamente un nombre propio
|
| china del perfecto verdugo, el decapitado sigue en pie sin saber gue ape- inglés, francés o ruso, y de due sus citas en idiomas €xtranjeros estén
I
'
nas €stornude su cabeza rodar4 por el suelo. consteladas de fantasias ortograficas, induciria a un intelectual rioplaten-
EE

636
TE

JULIO CORTAZAR
JULIO CGORTAZAR 637
se tHpico a ver en él un no menos
ED EE

Hpico autodidacto de pais subdesar


Hado, lo gue es muy exacto, y a encontrar en eso una ro- ciencia es palingenesia, lo sabido es original, jubiloso, nace como el agua
EE

justificacién para con “Tales y el fuego con Empédocles. Entre el saber de Lezama y el de
un éuropeo (o sus homêlogos rioplatenses, mucho menos americanos en el
ER

€ribir como en el vestir es s1€mpre sentido al gue apunto) hay la diferencia gue va de la, inocencia a la
due anuncie gue la tierra es redondauna garantia de seriedad, y Cualguiera Culpa. 'Todo escritor europeo es “esclavo de su bautismo , si cabe para-
con un “estilo” aceptable merecerd
mas respeto gue un CrONOpio con Una frasear a Rimbaud; lo guiera o no, su decisiën de escribir comporta
due decir atrês de la papa. Si hablo papa en la boca pero con mucho
de cargar con una inmensa y casi pavorosa tradiciën; la acepte o luche contra
UA POCO, pero también cuando estuv la Argentina es porgue la conozeo ella, esa tradiciën lo habita, es su familiar o su incubo. zPor gué eseribir,
e cn
intelectuales gue se sonreian irénicamente Cuba me Encontré con jévenes si de alguna manera ya todo ha sido escrito? Gide observé sardénicamente
Ppronunciar caprichosamente el nombre al recordar cémo Lezama suele
de algiin poeta extranjero; la di- gue como nadie escucha, hay gue volver a decirlo todo, pero una sOS-
ferencia empezaba en el momento en pecha de culpa y de superfluidad mueven al intelectual européo a la mis
gue esos jévenes, puestos a decir
algo sobre el poeta' en Cuestiën, se extrema vigilancja de su oficio y de sus medios, Ginica manera de no re-
guedaban en ja buena fonética mien-
tras gue Lezama, en cinco minutos hacer caminos demasiado andados. De ahi el entusiasmo gue producen
de hablar de él, los dejaba a todos
mirando para el techo. El subdesarroll las novedades, el asalto en masa a la nueva rebanada de lo invisible gue
guisguillosos gue somos para todo lo o tiene uno de sus indices en lo alguien ha conseguido corporizar en un libro: basta. pensar en el simbo-
gue toca la corteza Cultural, las
apariencias y chapa en la puerta de la lismo, el surrealismo, el “nouveau roman": por fin algo verdaderamente
dice Dilan y no D&ilan como lo dijimos cultura. Sabemos gue Dylan se nuevo gue no se habian sospechado ni Ronsard, ni Stendhal, ni sovele
irénicos o mos corrigieron o nos
Ja primera vez (y nos miraron
olimos gue algo andaba mal); sabe Por un tiëmpo se puede dejar dormir el sentimiento de culpa; Ee OS
€xactamente cémo hay gue mos epigonos legan a creer gue estAn haciendo algo nuevo. Despuës,
pronunciar Caen Y Laon y Sean O'Ca pe
Gloucester. Estê muy bien, lo mismo sey Y cio, se vuelve a ser europeo y cada escritor amanece con su albatros col-
1
desodorantes. Lo otro empieza después, gue tener las uiias limpias y usar ado del pescuezo. ,
o no empieza. Para muchos de .
l
1 los gue con una sonrisa le perdonan * od EE Lezama en su isla amanece con una alegria de preadamita
la vida a Lezama, no empieza ni
antes ni después, pero las ufias, se lo sin corbata de pêjaro, y no se siente culpable de ninguna tradiciën directa.
juro,
A la ironia defensiva due se apoya en perfectas, Las asume todas, desde los higados etruscos hasta Leopold Bloom senén-
falencias de superficie se suma
la gue ha de provocar en muchos la insélita dose en un pafiuelo sucio, pero sin compromiso histêrico, Sin ser un eseri-
tantos momentos de la narrativa de ingenuidad gue aflora en
Lezama. En el fondo es por amor
tor francés o austriaco; él es un cubano con un mero puiiado de cultura
a esa ingenuidad gue hablo agui de él; mas all& de todo propia a la espalda y el resto es conocimiento puro y libre, no respon-
sé de su penetrante, eficacja; canon escolar, sabilidad de carrera. Puede escribir lo gue le dé
mientras tantos buscan, Parsifal encu la gana sin decirse gue
mientras tantos hablan, Mishkin sabe. entra, ya Rabelais gue ya Marcial... No es un eslabêén de
El1 barroguismo de complejas rai- la cadena, no est
CES due va dando en nuestra Amér obligado a hacer mês o mejor o diferente, no necesita justificarse como
ica productos tan disimiles y tan
hermanos a la vez como la expresiën de escritor. 'Tanto su increible sobreabundancia como sus Carencias proceden
Vallejo, Neruda, Asturias y Gar-
pentier (no hagamos cuestiën de géne de esa inocente libertad, de esa libre inocencia. Por momentos, leyendo
ros sino de fondos), en el caso espe-
cialisimo de Lezama se tife de un aura Paradiso, se tiene una impresiën extraplanetaria; dcémo es posible ignorar
palabra aproximadora: ingenuidad. para la gue sélo encuentro esa o desafiar a tal punto los tabies del saber, los no escribirds ast de nues-
Una ingenuidad americana, insular
€n sentido directo y lato, una inocencia tros mandamientos profesionales vergonzantes? Cuando asoma el inocente
americana. Una ingenua inocen- americano,
Cia americana abriendo eleëticament el buen salvaje gue atesora los dijes sin sospechar due no
e, 6rficamente los ojos en el comienzo
mismo de la creacién, Lezama Adin valen nada o gue ya no se estilan, entonces pueden ocurrir dos Cosas con
previo a la culpa, Lezama Noë
idéntjco al gue en los cuadros flamenco Lezama. Una, la gue cuenta: lo genial irrumpe sin los complejos de in-
de los animales:
s asiste aplicadamente al desfile ferioridad gue tanto nos agobian en Latinoamérica, con la fuerza pri-
dos mariposas, dos caballos, dos
gas, dos delfines... Un primitivo leopardos, dos hormi- mordial del robador del fuego. La otra, gue hace sonreir a los acomple-
gue todo lo sabe, un sorbonnard
Plido pero americano en la medida en gue los cum- jados, a los impecablemente cultos, es el lado aduanero Rousseau, el lado
del Eclesiastés no lo han vuelto a wiser albatros disecados del saber papelên a lo Mishkin, el hombre gue en Paradiso, después de un pasaje
and a sadder man, sino gue su
€xtraordinario, pone punto y aparte y dice con la tranguilidad mêés abso-
638 JULIO CORTAZAR JULIO CORTFAZAR 639

'luta: “:Oué hacia, mientras transcurria el relato de sus ancestros famii- iUna novela,. Paradiso? Si, en cuanto hay un hilo semiconductor —la
liares, el joven Ricardo Fronesis?” vida de José Cemi— al gue van o del gue salen los mltiples episodios
Si estoy escribiendo estas piginas es porgue s gue pêrrafos como el y relatos conexos o inconexos. Pero ya de entrada ese “argumento” tiene
citado pesar&n mas en la ponderaciën de los démines .gue la prodigiosa caracteristicas curiosas. No sé si Lezama vio gue el desarrollo inicial del
invenciën con gue Paradiso vuelve a proponerse el mundo. Y si cito la tema llevaria a pensar con gran regocijo en 7TTistram Shandy, pues si
frase sobre el joven Fronesis es porgue también me molestan esa y mu- bien José Cemi ya est& vivo al comienzo del relato y en cambio 'Tristram,
Chisimas otras cursilerias, pero sélo en la medida en gue puede moles- due cuenta su propia vida, ni siguiera ha nacido a mitad del libro, es
j
tarme una mosca posada en un Picasso o un maullido de mi gato 'Teo-
doro mientras estoy escuchando misica de Xenakis. La impotencia frente
evidente gue el protagonista en torno al cual se organiza Paradiso gueda
en la penumbra mientras el libro avanza tomêndose todo el tiempo nece-
!
a lo intrincado de una obra disfraza su retirada con los pretextos mis sario para narrar la vida de los abuelos, los padres y los tos de José CGemi.
superficiales —puesto gue de la superficie no ha pasado—. Asf, conod Mas importante es observar gue falta en Paradiso lo gue yo lamaria el
a un sefior gue jamAs escuchaba discos de miisica clêsica porgue, segin rEverso continuo, la urdimbre gue “hace” una novela por mis fragmen-
tarios gue pucdan parecer sus episodios. No es un reparo, puesto gue lo
|
él, el chirrido de la pta le impedia gozar de la obra en su total perfec-
cién; sentado tan exigente criterio, se pasaba el dia escuchando una de esencial del libro no depende para nada de gue sea o no s€a una novela
tangos y boleros gue daba miedo. Cada vez gue cito un pasaje de Lezama como la due podria esperarse; mi propia lectura de Paradiso, como de
y cosecho una sonrisa y un cambio de tema, pienso €n ese sefior; los todo lo gue conozco de Lezama, partië de no csperar algo determinado,
incapaces de acceder a Paradiso se defenderin siempre asf, y para ellos de no exigir novela, y entonces la adhesiën a su contenido se fue dando
todo serê ruido de ptia, mosca y maullido. En Rayueda defini y atagu€é sin tensiones inutiles, sin esa protesta petulante gue nace de abrir un
al lector-hembra, al incapaz de la verdadera batalla amorosa con una armario para sacar la mermelada y €ncontrarse en cambijo con tres cha-
obra gue sea como el &ngel para Jacob. Si se dudara de la legitimidad” lecos de fantasia. A Lezama hay gue leerlo con una e€ntrega previa al
de mi ofensiva, baste este ejemplo: criticos reputados con sede en Buenos jfatum, asi como subimos al aviën sin preguntar por el color de los ojos
Aires €mpezaron por no entender el doble sistema posible de lectura de o el estado del higado del piloto; lo gue irrita a la inteligencia critica
la novela, y de ahi pasaron al follice verso despuëés de asegurar patética- en su sala de pesas y medidas es connatural a toda critica inteligente en
mente gue la habfan leido “de las dos maneras gue indica el autor”, su caverna de Ali Babê. '
cuando lo gue proponfa el pobre autor era una opcién y jamis hubiera Paradiso podria no ser una novela, tanto por la falta de una trama due
tenido la vanidad de pretender gue en nuestros tiempos se leyera dos dé cohesiën narrativa a la vertiginosa multiplicidad de su contenido,
veces un mismo libro. :Oué esperar entonces del lector-hembra frente a cComo por otras razones. Hacia el final, por €jemplo, Lezama intercala
Paradiso ague, como decia el personaje de Lewis Carroll, seria capaz de un extenso relato due llena todo el capitulo xz y gue no tiene nada gue
poner a prueba la paciencia de una ostra? Pero no hay paciencia alH ver con el tuerpo de la novela aungue su atmésfera y potencias sean las
donde empieza por no haber humildad y esperanza, donde una cultura mismas. Tncluso los dos capitulos finales, en los gue domina la figura
condicionada, prefabricada, adulada por los escritores gue cabria lamar hasta entonces apenas entrevista de Oppiano Licario, mientras la de José
funcionales, con rebeliones y heterodoxias cuidadosamente delimitadas por Cemi parece mas y mas fantasmal después de la desaparicién de Fronesis
los margueses de Oueensberry de la profesiën, rechaza toda obra gue va y de Fociën, tienen algo de apfndices, de surplus. No son sin embargo
verdaderamente a contrapelo. Capaz de hacer frente a cualguier dificul- -estos desajustes en el montaje narrativo los gue mas le aguitan caricter
tad literaria en el plano intelectual o sentimental siempre ague se ajuste novelesco al libro; Paradiso se aparta del concepto usual de novela en
a las leyes del juego de Occidente, dispuesta a jugar los mis arduos aje- gue su acontecer no se'sitia en una fluencia tempoespacial y psicolêgica
dreces proustianos o joycjanos gue comporten piezas conocidas y estra- viables (de “vida”); de alguna manera todos y cada uno de los persona-
tegias adivinables, retroccde indignada e irénica apenas se la invita a jes estAn vistos en esencia mucho mis gue en preséncia, son arguetipos
cCONOCEr Un territorio extragenérico, batirse con una lengua y una acciën antes gue tipos. La primera consecuencia (gue desencadena no pocas
due responden a un sistema narrativo gue no nace de los libros sino de reacciones irénicas) es gue mientras la novela cuenta la historia de algu-
largas Jecciones de abismo; y he agui gue por fin he podido colocar la nas familias cubanas a fines del siglo pasado y principios del actual, con
razén de mi epigrafe, y es tiempo de seguir a otra Cosa. los mas prolijos detalles de época, geografia, mobiliario, gastronomia e in-
dumentaria, los personajes en si mismos parecen moverse en un continuo
absoluto, ajenos a toda historicidad, entendi€ndose entre ellos por encima
640 JULIO GORTAZAR
JULIO CORTAZAR. 641
del lector y de las circunstancjas inmediatas
due es siempre el mismo lenguaje y due toda del relato, con un lenguaje comendado caldo de pichén
ich6 de zopilote
j para Ccurar e 1 asma,
ma, para ) no
psicolégica y cultural vuelve inmediat
referencja a la verosimilitud decir el feo nombre de ese avechucho entre nosotros, pero prefiero morirme
amente inconcebible. a tomar ese petréleo. Ese caldo debe ser como la leche de la cochina gue
Sin embargo, nada me parece menos incon
apenas se prescinde de la pertinaz nocië
cebible gue ese lenguaje G antiguos producia la lepra. s
n realista de la novela, gue pre- El een Ene EE realidad el origen de esa enfermedad, dijo aeakes,
domina incluso én sus formas fantésticas . gue como médico no sentia la impropiedad de hablar de cualguier enfer-
gue un lenguaje gue informa raices, orige o poëticas. Nada mas natura d a la hora de la comida. -
de camino entre el ordcu
nes, gue esta siempre a mitad
lo y el ensalmo, gue es sombra de mitos, are Ke mejor del ruisefior de Me N EusEa, moe
mullo del inconsciente colectivo; nada mis humano, mur- el giro de la conversaciën. Ia alusiën de Cemi a la leche de
MO, en su sentido extre- habia sdo graciosa por lo inesperada, pero el desarrollo de ss veeA en
due un lengu
aje poëtico como éste, desdefioso de la infor
Prosaica y pragmêtica, rabdomancia verba maciën esa oportunidad por el doctor Santurce, era tan temible como la posi
l due catea y hace brotar las dad del ras de mar gue comenzaban a vocear los periëdicos nocturnos. '
mas profundas aguas. A nadie le extrafia
el lenguaje de los héroes de Tliën —Las manchas rojas del mantel deben haber favorecido el tema de os
o de las sagas nérdicas tan pronto acEpta gue estê leyendo vultiridos, pero recuerde también, madre, gue el ruiseiior de He Eie ie
los parlamentos del coro griego apenas se sabe una epopeya,
en la dimensiën de la tra. para un e€mperador moribundo, expresê Alberto, comenzando a rep
gedia (y esto vale incluso para un Paul Claud 6n vi almendrado. . ,
dPor gué no ha de aceptar gue los personajes el o un Christopher Fry). d Po sê Alberto gue toda comida atraviesa su remolino sombrio, pues
pre desde
de Paradiso hablen siem-
la imagen, puesto gue Lezama los proye
cta a partir de un una reuniën de alegria familiar no estaria resuelta si la muerte no ad
sistema. poëtico gue ha explicado en milti zase a guerer abrir las ventanas, pero las humaredas gue depide el pave -
ples textos Y gue tiene su clave
en la potencia de la imagen como secreciën Supr puede ser un conjuro para ahuyentar a Hera, la horrible. (pp. 245.
no en busca' de la realidad del mundo invisible? ema del espiritu huma-
)
|
) Entonces sucede gue dos nifios van a la escue n a Hera, cualguier criada se acordar& de Hermes
la y traban relaciën, y se o RR POE A Deens lo tiene totalmente sin ended
j hablan asf estos dos nifios cubanos:
gue sus personajes hablen o no de acuerdo a su condiciën, o ae n
—Desde el primer dia de clase, le decia Fibo segtin las circunstancias o los interlocutores; y el milagro de ge no a
gue ti eras hijo de espafiol. No hacias ningua José Eugenio, me di cuenta ocurre lo mismo, porgue a medida gue se avanza en la RE, Os Pa ”
asombrado, no parecfas darte cuenta de las na maldad, no estabas mus sonajes se diferencian, se definen, Bier Fronesis Erge; n Ed. mes s
maldades gue hacian los de.
mas. Sin embargo, después de fijarnos en ta, Focién se sitiia frente a él como una , omE
los
fijaba era en U. 'Tienes la base como una rafz. pupitres, en lo gue uno se m on veeeeto al vang, José Cemi y Alberto Olalla, Oppiano os
gue estês creciendo, pero hacia adentro, hacia Cuando estés parado parece Dofia Augusta, José Eugenio y Rialta, cada uno de ellos es se. se Ee
Cuenta de ese crecimiento. el suefio. Nadie se puede dar
como en su territorio trigico lo son Andrémaca y EE X ik ss ss
—Ouando entré en la Clase, le contesté
hasta el humo, parecié gue llovia. Tocaba José Eugenio, me sentf turbado cumple la proëza de lograr antigoethianamente lo individual p mde
mar. De tal manera gue tu punto hiriente niebla , pellizcaba tinta de cala-
[Fibo se divierte en clavar una
de lo universal, rehuyendo casi desdefiosamente los oe vo

MEE
pluma de acero en las nalgas de los condi del novelista, la tipificaciën por el carêcter o las tendencias, os Re,
dêénde estaba, me rectificaba, me tocaba Y scipulos] me hacia comprender Porgue a Lezama no le importan los caracteres, le pe Ee
no era ya un rbol... (p. 117). total del ser humano, la. esistencia dé na médula universal gue je as
También suceder4 due en el curso de una series y las excepciones (p. *59). De ahi gue los gesossies. E me
comida familiar se dialogue el autor esté mis comprometido vivan, actden, piensen y ha Ee
RE

en la forma siguiente:
formidad con una. poëtica total gue se insinia en los passie ses )
EED

E1 friecito de noviembre, cortado Por rafagazos Otros tantos umbrales para accedar al. universo verbal de Paradiso:
la copa de los &lamos del Prado, justificaba nortefios, gue hacfan sonar
dorado, suavizada por la manteguilla las la legada del pavén sobre- i lo istêri
histêrico, mi i la futuridad,
i ni i la. tradiciën,
iciën, despiertan
a el ejercicio,
e )
asperezas de sus extremidades, ed del hombre, y eso ha sido ere el ME mele Y ig
Ppero con una pechuga capaz de cefir todo
darlo abrigado como en un arca de la el apetito de la familia y guar- fundamente lo ha visto. Pero el deseo, el deseo gue se Er RE
alianza
—E! zopilote de México es mucho mis suave,. trar logra, r la superficie del suefio compartido, "
de Santurce. —Zopilote no, guajolote, le rectifi dijo el mayor de los hifos ee MR rare dé ie histérico, eso se le escapê. Dificd dd er
cé Cemi— A mi me han
EE

tra el deseo; lo gue guiere lo compra con el alma, la vieja frase de


642 JULIO CORTAZAR JULIO CORTAZAR 643

to abarca la totalidad de la conducta del hombre. Lo tinico gue logra lo José Cemi dialoga con su abuela:
suprahistérico es el deseo, gue no termina en el diélogo, sino due se vuelve
sobre el espiritu universal, anterior a la misma apariciën de la 'Tierra. Abuela, cada dia siento mas lo gue mam& se va pareciendo a usted. Las
Podemos recoger la impulsiéën de la afirmaciën nietzscheana, de trans- dos tienen lo gue yo llamarfa el mismo ritmoé jinterpretado de la natura-
mutar todos los valores, pero los valores gue hay gue encontrar y funda- leza. En los tltimos tiempos, la mayoria de las personas me causan la im-
mentar son muy Ootros en nuestra época gue los gue él pensé. Una reuniën presiën de gue estin encerradas, $in salida. Pero ustedes dos parecen dic-
de estudiosos gue se acergue a nuevas asignaturas en el futuro, por ejem- tadas, como si continuasen unas letras gue les caen en el oido. Nada mis
plo: Historia del fuego, de la gota de agua, del hilito, de la emanaciën gue tienen gue oir, seguir un sonido... No tienen interrupciones, cuando
Oo aporroia de los griegos. Una historia del fuego due comience por presen- hablan no parecen gue buscan las palabras, sino gue sigui un punto,
tar su lucha con los elementos neptiinicos o #cueos, cCémo se extiende el gue es el gue aclara todo. Es como si obedeciesen, como si hubiesen hecho
fuego, el fuego en el &rbol, colores de la llama, la hoguera y el viento, un juramento para gue la cantidad de luz no disminuya en el mundo, se
la zarza ardida de Moisés, el sol y el gallo blanco, el sol y el gallo colora- sabe gue ustedes han hecho un sacrificio, gue han renunciado a muy
do entre los germanos, en fin, las transmutaciones del fuego en energia, extensas regiones, yo diria gue hasta la vida misma, si una vida maravillosa
todos esos temas gue son los primeros Ggue se me ocurren y due el hombre no apareciera én ustedes, en una fortuna tal gue los demés no sabemos ni
de hoy necesita para adentrarse en nuevas regiones de profundidad... para gué existimos, ni cémo llevamos nuestros dias, pues sêélo me parece
(pp. 408-409.) gue nos hemos desprendido de la esfera alta de aue hablan los misticos,
sin haber encontrado todavia Ja isla donde los cervatos y los sentidos saltan.
Acerca del amor homosexual de Focién por Fronesis: —Pero, mi guerido nieto Cemi, ti observas todo €so en tu madre y en
mi porgue lo propio tuyo es captar @se ritmo de crecimiento para la na-
El error aportado por los sentidos de Focién al acercarse a Fronesis, con- turaleza. Una lentitud muy poco frecuente, la lentitud de la naturaleza,
sistia en gue aaguella imagen era la forma gue addguiria para él lo insacia- frente a la cual t& colocas una lentitud de observaciën gue es también la
ble. Pero asi como intuia gue jamis podria saciarse con el cuerpo de naturaleza. Gracias a Dios gue esa lentitud para llevar la observaciën a una
Fronesis, pues hacia tiempo gue estaba convencido de due, sin siguiera extensiën fabulosa, esté acompafiada de una memoria hiperbélica. Entre

EET EE
proponérselo, Fronesis jugaba con él, adaguiriendo una perspectiva donde muchos gestos, muchas palabras, muchos sonidos, despuës gue los has ob-
al final era siempre grotescamente derribado del caballo, no obstante, ha- servado entre el suefjo y la vigilia, saber el gue va a acompafiar a la me-
bia hecho una transposiciën, en el gue su verbo de energia sexual ya ne morja secularmente. Ia visita de nuestras impresiones es de una rapidez
solicitaba el otro cuerpo, es decir, ya no buscaba su encarnaciën, ir del inasible, pero tu don de observaciën espera como en un teatro donde tiene
hecho al cuerpo, sino, por el contrario, partiendo de su cuerpo, lograba gue pasar, reaparecer, dejarse acariciar o mostrarse esdguivas, esas impre-
la aireacidn, la sutilizaciën, el neuma absoluto del otro cuerpo. Volatiza- siones gue luego son ligeras como larvas, pero entonces tu memoria le da

SERE
ba la figura de Fronesis, pero ahi estaba su insaciable reconstruir los afiicos una sustancja como el limo de los comienzos, como una piedra gue reco-
para lograr siguiera la posibilidad de su imagen, donde sus sentidos volvian giese la imagen de la sombra del pez. T& hablas del ritmo de creci-
a sentirse estremecidos por un fervor sin apoyo, se diria un halcén persi- miento de la naturaleza, pero hay gue tener mucha humildad para poder
guiendo un neuma, el propio espiritu de vuelo. (pp. 485-486.) observarlo, seguirlo y reverenciarlo. En eso yo también observo gue ti eres
. de nuestra familia, la mavorjia de las personas interrumpen, favorecen el
Visién del mundo de Fronesis, Cemi y Focién: vacio, hacen exclamaciones, torpes exigencias o declaman airas fantasma-
les, pero ti observas ese ritmo gue hace del cumplimiento, del cumpli-
Cuando el resto de los estudiantes se mostraba desdefioso y burlên, la ma- miento de lo gue desconocemos, pero gue como ti dices, nos ha sido
yoria de los profesores sin poder vencer sus afasias o sus letargirias, Fro- dictado, el signo principal de nuestro vivir. Hemos sido dictados, es deeir,
neis, Cemi y Focién escandalizaban trayendo los dioses nuevos, la palabra éramos necesarios para Gue el cumplimiento de una voz superior tocase
sin Cascar, en su puro amarillo yeminal, y las combinatorias y las propor- orilla, se sintiese en terreno seguro. Ia ritmica interpretaciën de la voz
ciones gue podian trazar nuevos juegos y nuevas ironfias. Sabian gue el superior, sin intervenciën de la voluntad casi, es decir, una voluntad gue
Conformismo en la expresiën y en las ideas, tomaba en el mundo contem- ya venia envuelta por un destino superior, nos hacia disfrutar de un im-
porêneo innumerables variantes y disfraces, pues esxigian del intelectual Ja pulso gue era al mismo tiempo una aclaraciën... (pp. 498-494.)
servidumbre, el mecanismo de un absoluto causal, para gue abandonase
su posiciën verdaderamente heroica de ser como en las grandes épocas, Aungue la sintesis sea casi imposible, he agui una secuencia gue puede
Creador de valores, de formas, el saludador de lo viviente creador y el dar una idea de los ritmos ocultos gue mueven la narrativa de Lezama:
acusador de lo amortajado en blogues de hielo gue todavia osa fluir en
el rio de lo temporal. (p. 439.)
644 JULIO CORTAZAR TULIO GORTAZAR 645

E] ejercicio de Ja poesia, la bisgueda verbal de finalidad desconocida” le” Ë-TE


s olland
iba desarr nd o una extrafia percepcién teristico, cuando se acercaba a la copa de plata, con su temor ancestral,
i6 por las palabras gue ad i cosmolêgico, a la hora de abrevar, después de haber recorrido la regién
un relieve animista en los agrupamientos arpeeinlek. geprarlak com. sibilas
en una asamblea de espiritus. Cuando su visiën de los pastos. El gamo asustado porgue veia levantarse un improvisado
Cualguier relaciën gue pudiera tener con la le entregaba una palabra en aire de tormenta, ya no mostraba al lado de la copa su habitual posicién
realid
cia gue pasaba a sus manos, Y aungue la palabra ad, esa palabra le pare-' placentera, la piel le temblaba, como cuando intuia el paso del soplo sobre
liberada de la visiën de donde habia parudo le permaneciese invisi la yerba, el vaho de la. serpiente sobre la capa defensiva del rocio.
donde giraba incesantemente la modulacién , ibasoas Iere Gan EE Para la tranguilidad del gamo de madera, habfa no sélo gue alejar la
pable, luego entre una modulaciën intangibleinvisible y la modelaciën pal- Copa, sino también gue apagar el ventilador. Cemi llevé la copa poblana
ble, pues parecia gue llegaba a tocar sus formas y una modulaciën casi visi- a la parte superior del peguefio estante, entre el angel y la bacante. Enton-
,
Asi fue adauiriendo la ambjivalencia entre el cerrando un poco los-ojos ces comprendié gue la desazén ca6tica gue mostraba la vitrina de la calle
espacio gnéstico,. el gue de Obispo, se remansaba en la caoba pulimentada due cerraba por arriba
E

Expresa, el gue conoce, el de la diferencia de densid


parir, y la cantidad, gue en unidad de tiempo, ad gue se contrae para el estante, al situarse la copa entre las dos estatuillas de bronce. Parecia
reavjva la mirada, el carde- gue el dngel corria y saltaba sin marearse por el circulo de los bordes de
ter sagrado de lo gue en un instante pasa de
la visiën gue. ondula a la copa, y gue la bacante, fatigada del golpear de sus cimbalos y de sus
Ee Te hie pere akokAre; &rbol, hombre, ciudad, agrupamien la aparatosos saltos, se hundia hasta el pie de la copa, donde el &ngel inten-
-
reer

een es yd donde hr
el hombre es el punto medioi entre naturaleza y sobre- taba fecuperarse para los juegos de la luz redonda por los bordes de la
copa. (p. 476.) *
Meditando en. eso, José Cemi se acerca a la vitrina de un anticuario
donde una El Gltimo paso serê metafisico, serê el eje en torno al cual cristaliza el
serie de estatuillas y objetos heterêclitos parecen
falta de armonia, por el rechazo reciproco de sus sufrir por sistema gue hace posible Paradiso, al volver visible por la imagen el uni-
vanamente coimcidencias, articulaciones, ritmos fratern fuerzas gue biiscan verso esencial del gue sélo vivimos usualmente instancias aisladas. Pero
cada vez gue elige y compra un objeto, su os. Cemi sabe gue -entonces Cemi advierte gue la serena alegria gue suscitan en él esos
mirada lo distingufa y aislaba del resto de los eleccië n se debe a Gue “su
objetos,
.agrupamientos “donde una corriente de fuerza lograba detenerse en. el
una pieza de ajedrez gue penetraba en un mundo lo adelantaba como centro de una composiciën”, provoca en los demês “una reaccién arisca
gue
nstante recomponer todos sus cristales”, proceso. intuiti lograba. en. un y a veces destemplada, como de suprema desconfianza”. Las ciudades
de Paradiso verê cuajar en cada episodio, en vo gue el lector imaginarias gue ha visto alzarse en la conciliacién y la armonia de los
cada encrucijada decisiva ritmos, provocan gestos de célera en los due moran al margen de esa
del relato.. Cemi sabe gue “esa pieza gue se adelantaba
lograba una infinita corriente de analogfa”; no se era un punto gue arduitectura a la vez intuida y operada por el espiritu. En un pasaje due
puede decir mejor ed tiene la “oscura claridad” del famoso verso corneliano, LezZama corona
mecanismo due pone en tamultuoso movimiento, fijfndo
el Achille tmmobile & grands pas de Valéry, las las a la vez come su visi6n:
innumerables Criaturas
animadas e inanimadas gue pueblan cada pigina
del libro. Eso lo Hevé a meditar cémo se producian en él esas recomposiciones espa-
Fiëndose de esa infalible decisiën de la mirada interior
estatuillas, una bacante “mecida suavemente por , Cemi elige dos ciales, ese ordenamiento de lo invisible, ese sentido de las estalactitas. Pudo
za”, y un Cupido al gue le falta el arco y
los némeros de la dan- precisar due e€sos agrupamientos eran de rafiz temporal, due no tenian
gue asemeja, asi desarm nada due ver con los agrupamientos espaciales, due son siempre una na-
un &ngel, “un doncel persa en una miniatura”, con algo tambië ado turaleza muerta; para. el espectador, la fluencia del tiempo convertia esas
atleta BT1€go o de inca en el séguito del prodigi n “de Ciudades espaciales en figuras, por las gue el tiempo al pasar y repasar,
oso Veracocho”.. Los:Ileva
a su estudio y lo gue ocurre alfa la meditaciën inicial como los trabajos de las mareas en las plataformas coralinas, formaba como
vueltas objetos a lo gue va a suceder con cstos sobre las palabras un eterno retorno de las figuras gue por estar situadas en la lejania eran
Objetos gue se conducen un permanente embriën. La esencia del tiempo, gue es lo inasible, por su
como pa palab
se ge en el enlace sutili de las simili
indi tudes amieEs,
j para Citar
j otra PTOpio movimiento, gue expresa toda distancia, logra reconstruir esas Ciu-
dades tibetanas, gue gozan de todos los mirajes, la gama de cuarzo de la
Dias antes, , en su mismio via contemplativa, pero en las gue no logramos penetrar, pues no le ha
n 1
Cuarto de estudio,
pe, mMaciza gue habia traido de Puebla, al habiai observado ) una copa
i d sido otorgado al hombre un tiempo en el gue todos los animales comiencen
lado de un gamo di ea” a hablar, todo lo exterior a producir una irradiaciën gue lo reduzca a un
ora. o en madera. de una sola pieza. A su
lado, solo en otra mesa, un ente diamante sin murallas. El hombre sabe gue no puede penetrar en esas
tilador gue venfa a inguietar el gamo, mas
de lo gue en él es carac- €iudades, pero hay en é1 la inguietante fascinaciën de esas imigenes, due
646 JULIO OORTAZAR JULIO CORTAZAR 647

son la tnica realidad gue viene hacia nosotros, gue nos muerde, sanguijuela naba sobre si era una esencja sabia, gue podia participar en la mezcla de
gue muerde sin boca, gue por una manera completjiva gue soporta la ima- un dulce de su elaboraciën, o tiraba el frasguito abierto entre la yerba
gen, Como gran parte de la pintura egipcia, nos hiere precisamente con del jardin, declarAndolo tosco e inservible. Creo due al lanzar el frasco
aguello de gue carece. (pp. 477-478.) destapado obedecja a su secreto principio de gue lo deficiente e incum-
plido debia de destruirse, para gue los gue se contentan con poco no
En este arrimo a Lezama he dado por supuesto gue el lector no conoce volvieran sobre lo deleznable y se lo incrustaran. Se volvfa con un imperio
Paradiso, cuya. recentisima edicién espera con tantos otros libros cubanos Carlfioso, nota cuya fineza Gltima parecia ser su acorde mis manifestado,
y con toda (Cuba gue el resto de Latinoam€rica se decida a mirar de y le decia al Goronel: “Prepara las planchas para dguemar el merengue,
frente su destino legitimo. Me apresuro entonces a disipar el posible gue ya falta poco para pintarle bigotes al Mont Blanc”, decia riéndose casi
invistiblemente, pero entreabriendo gue hacer un dulce era levar la casa
malentendido gue naceria de suponer gue todo el libro responde al tono hacia la suprema esencia. —No vayan a batir los huevos mezclados con
de los pasajes gue he citado. Los pasajes proponen algunas de las claves la leche, sino aparte, hay gue unirlos los dos batidos por separado, para
de acceso al sistema por el gue se rige el relato, pero ste se desenvuelve gue Crezcan cada uno por su parte, y después unir eso gue de los dos ha
en una serie de planos gue van de la Hana y casi hogareiia evocaciën Crecido. Despuéës se sometfia Ja suma de tantas delicias al fuego, viendo
biografica a la invenciën de situaciones extremas en el campo de lo erêti- la seffjora Augusta cémo comenzaban a hervir, cémo se iba empastando
co, lo m4gico y lo imaginario. Imposible resumir la multiplicidad de epi- hasta formar las piezas amarillas de cer&mica, gue se servian en platos de
sodios encadenados o libres, las secuencias acumulativas o irradiantes, la un fondo rojo, oscuro, rojo surgido de noche. La abuela pasaba entonces
inagotable fantasia de un hombre para duien el régimen de la imagen de sus nerviosas brdenes a una indiferencia inalterable. No valfan elogios,
es una fabulosa cetreria en la gue el halconero, el halcén y la presa hipérboles, palmadas de carifio apetitosas, frecuencias pedigiefias en la
triangulan una primera serie de reacciones capaces de multiplicarse hasta reiteraciéën de la dulzura, ya nada parecia importarle y volvia a hablar
Ccuajar en un gigantesco cristal gue contiene un mundo, “da ciudad tibe- con su hija. Una parecia gue dormia; la otra a su lado contaba. Por los
rincones, una cosia las medias; la otra hablaba. Cambiaban de pieza, una
tana” de la maravilla total. Agregaré agui algiin ejemplo de esto porgue Como si fuese a buscar algo en ese momento recordado, llevaba de la mano
duisiera gue se sienta la sangre viva gue corre por Paradise, una presen- a la otra gue iba hablando, riéndose, secreteando. (pp. 18-20.) '
cia humana gue refleja lo cubano y lo americano con un reflejo gue es
casi siempre una hipostasis, ardua proposiciéën de potenciarse en alto y en
Asi se sabrê de la muerte de Andresito y de Elofsa, y de las bodas de
ancho, en arriba y abajo, en mito y en f&bula, y gue a la vez llana-
José Eugenio, con el delicioso episodio de las botitas de su novia Rialta,
mente abre la puerta de los juegos y las historias de sobremesa, la nos-
madre de José Cemi y la figura femenina mis encantadora del libro; la
talgia de los amores extenuantes y las salas de épera vacias y el malecën
desapariciën de José Eugenio traer& a primer plano la vida de su hijo,
de La Habana en un amanecer de interminable caminata. Entonces:
y desde él y con él conoceremos a Demetrio y a Blanguita, y asistiremos
a la maravillosa partida de ajedrez en la gue el Ho Alberto lee mis-
José Cemi recordaba como dias aladinescos cuando al levantarse la abuela teriosos mensajes
decia: “Hoy tengo ganas de hacer una natilla, no como las due se comen encerrados en el interior de las piezas de jade, creando
hoy, gue parecen de fonda, sino las due tienen algo de flan, algo de una atmêsfera mAgica, hasta gue José Cemi descubre sigilosamente gue
pudin”. Entonces la casa entera se ponia a disposiciën de la anciana, aun los papelitos estaban en blanco y gue la magia habia sido afin mis densa
el Coronel la obedecia y obligaba a la religiosa sumisiën, Como esas reinas por imaginaria y poëtica. Los rituales félicos de Lerega y Farralugue tie-
gue antafio fueron regentes, pero gue mucho mis tarde, por tener el rey nen algo de parodia simiesca gue preludia el extraordinario debate sobre
gue visitar las armerias de Amsterdam o de Liverpool, volvian a ocupar la homosexualidad en el gue al mismo tiempo se definen las bases de una
sus antiguas prerrogativas y a oir de nuevo el susurro halagador de sus antropologia de raiz mitica y poëtica y los caracteres de Fronesis y Fociën.
servidores retirados. Preguntaba gué barco habfa traido la canela, la suspen- Los capitulos gue encaminan hacia el cierre de la obra son los mis nove-
dia largo tiempo delante de su nariz, recorria con la yema de los dedos lescos en un sentido narrativo y personal: el drama de Fociën frente a
su superficie, como guien comprueba la antigtiedad de un pergamino, no Fronesis, la sardénica historia del padre de este “ltimo y Serge Diaghilev,
por la fecha de la obra gue ocultaba, sino por su anchura, por el atrevi- para culminar con el episodio alucinante de la locura de Fociën. Pobre
miento del diente de jabali gue habia laminado adguella superficie. Oon la resumen de un libro gue no los tolera, gue reclama una lectura lI#eral;
vainilla se demoraba atim ms, no la abria directamente en el frasco, sino
la dejaba gotear én su pafiuelo, y despuës por ciclos irreversibles de tiempo pero a la espera de esa lectura seria egoista resistir al deseo de citar ma-
due ella media iba oliendo de nuevo, hasta gue los envios de aguella neras, giros, humores como Éstos:
esencia mareante se fueran extinguiendo, y era entonces cuando dictami-
648
JULIO GORTAZAR
JULIO CORTAZAR 649
Paradiso es como el mar, y las citas gue anteceden correrên la opaca
suerte de toda medusa arrancada a su verde vientre. Sorprendido en un
Andresito, el primer hijo de la comienzo, comprendo el gesto de mi mano Cuando toma el grueso volu-
sefiora Augusta, antes de sacudir men para hojearlo una vez mis; esto no es un libro para
veces el agua de su arco de violin
, varjag leer COMO se
partitura, y en ese silencio de como comenzaba a cuadrar la pêgina de su leen los libros, es un objeto con anverso y reverso, peso y densidad, olor
compases... doro obeso gue antecede a los Primeros Y gusto, un centro de vibraciën gue no se deja alcanzar en su coto mis
(p. 54.)
€ntrafiable si no se va a él con algo gue participe del tacto, due busgue
E1 Presidente atravesaba la sala de el ingreso por 6smosis y magia simpêtica, Oué admirable cosa es gue Cuba
gentil en el ornamento de una caja baile con la lentitud de una reverencia
nos haya dado al mismo tempo a dos grandes escritores gue defienden
de tabaco. (p. 140.)
CGuando despertaba tenfia la sensaciën lo barroco como cifra y signo vital de Latinoamérica, Yy gue tanta sea su
C10S, COMO esas Cacerias consistent
de una colecciën indefinida de silen- rigueza gue Alejo Carpentier y José Lezama Lima pueden ser los om
es en no alterar la gama de silencios gue polos de esa visién y manifestacién de lo barroco.
rodean a un tigre. (P. 3809.) Carpentier el impecab e
d ' novelista de técnica y lucidez europeas, autor de productos literarios a
Causaba la sensaciën de ser el fran
smutador de las horas, tenfa el secret salvo de toda inocencia, hacedor de libros para leer, de productos refina-
de las metamorfosis del tiempo, las o damente instrumentados para la aprehensiën de ese especialista occidental
horas habitadas Por un lirén o por 'una
Emys Rugosa las trocaba en horas gue es el consumidor de novelas; y Lezama Lima, intercesor de oscuras
del halcén o en las de un gato de elec-
trizado bigote. (p. 487.) operaciones de ese espiritu gue antecede al intelecto, de esas Zonas gue
'
1a considerarin una victima
gozZan sin comprender, del tacto gue oye, del labio gue.ve, de la piel gue
de la alta cultura, como existen sabe de las flautas a la hora pênica y del terroren las encrucijadas con
de las novelas policiales, esas victimas
gue prefieren entrar en sus Casas Juna Hena. En sus instantes mas altos Paradiso es una ceremonia, algo gue.
tana. (p. 569.) por la ven-
preexiste a toda lectura con fines y modos literarios; tiene csa. acuciosa
La casa encandilada en sus faroles, presencia tipica de lo gue fue la visiën primordial de Jos elfatas, amal-
Preparando desde ahora las luciérnaga parecia extremar sus metales como gama de lo gue mês tarde se llamêé poema y filosoffa, desnuda confron-
s del recuerdo. (p. 158)
El Ho Alberto cuando discutia Con
taciën del rostro del hombre con un cielo de zarpas de estrellas. Una obra
Una motera de Sêvres con escenas su madre, la sefiora Augusta, rompia asi no se lee; se la consulta, se avanza por ella jinea a linea, jugo a juge,
pastoriles, guedando las cabras con €n una participaciën intelectual y sensible tan tensa y vehemente como la
sélo un maxilar, o un pantalên corto
na de matinales ejercicios para las gued aba sin prolongarse en una pier: gue desde esas lineas y esos jugos nos busca y. nos revela. Pobre de
danzas cortesanas. 1a sefiora Augusta aguel gue guiera viajar por Paradiso como viajaria por
Continuaba sus imprecaciones de contr “'el libro del
acciones de la Western Union gue alto, negéndose a vender las Gltimas mes”, por esa apremiante televisiën en la pantalla de papel de las see,
le guedaban, cuando en ese moment
el cenicero de cristal francés tallado,
saltando como una mina de CUarzo
las usuales. Desde un primer encuentro con la poesia de Lezama he
bajo el soplete y las enloguecidas
carre sabido lo gue Paradiso: propone ahora en la coronacién de una obra im-
fragmentos en el cesto de mimbre trenz ras de los SNOMOS, recostaba sus perial. Y asi, como para legar a la Montego Bay,
ado. (pp. 104-105.)
Su propietario era el coronel de
la independencia Castillo Dimdas, despuës gue en las arenas, sedosas
pasaba tres meses en el ingenio en gue
la época de la molienda, tres meses pausas intermedias,
UNOS Cayos gue tenia por Cabafias, en
COMO UNA gaviota, se comia como un sitio todo edénico, donde se dormia entre lo irreal sumergido y el denso,
ta en el paranirvana. (p. 287.) cazén y se aburria como una marmo- irrechazable aparecido, .
se hizo el acuario métrico, y el ombligo
Entonces le eché mano a una antig terrenal
ua
dica y escamoteadora belleza Prusiana, maitresse, Hortensia Schneider, isêl- superê el vicioso horizonte gue confundia al
jados, pero con ojeras Yy labios comunica ahora en sus cuarenta afios reba- hombre con la reproducciën de los &rboles,
envejecer tan wagnerianamente, habia ntes como los pinos del Rhin. Al
Cepto de la grandeza, de Continente cambiado, en su desmesurado com. hay gue recordar
, y ahora en la China Seguia en el mito de los idumeos gue se reproducian Como los
papel iséldico, limiténdose a ser la su vegetales
sin
, “ombligo terrenal”, sin tiempo, “acuario métrico”, de esa
guerida del Emperador. (p. 585.)
misma manera cada pêgina oscura y riesgosa de Paradiso, cada imagen
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desarraigante o enajenante, reguiere un humilde pero profundo amor de sarme por los trabajos criticos gue buscaron explicarlo después de su
primer recorrido matinal por el jardin del Edén, un descifrar de helechos, muerte; incluso ignoro su biografia en detalle, salvo las sintesis en las sola-
de esguinas y de comportamientos, una cadencia de ritual gue por la pas de los libros y en algunas pêginas de Mirta Arlt y de Raal Larra.
hipnosis y el encantamiento abra las puertas de tanto misterio resolvién- No se busgue agui un “estudio” sino, como prefiero, el juego de vasos
dose en la gran luz de esa suma. Gracias a Paradiso, como en su dia a comunicantes entre autor y lector, un lector gue tambiën llegé a ser
Locus Solus o a La muerte de Virgilio, vuelvo a la palabra escrita con autor y gue cuenta entre sus nostalgias la de no haber tenido la suerte
la actitud del nifio gue lentamente viajaba con un dedo por los mapas de gue Arlt lo leyera, incluso con el riesgo de gue le repitiera su famoso
de los atlas, por el contorno de las imêgenes, gue paladeaba el sabor y terrible “raj&, turrito, raja”.
embriagante de lo incomprensible, de las palabras gue eran ensalmos, rit- Cualguiera sabe de esas esperanzadas exhumaciones gue llegado el dia
mos y ritos de pasaje: Antes de las calendas de juko... Ouimce hombres practicamos con ciertos libros, ciertas peliculas, ciertas miisicas, y de sus
sobre el cofre del muerto... Fueron a conguistar el vellocino de oro..- resultados casi siempre decepcionantes; a veces la razén estê en las obras,
Sédsamo dbrete... Los monzones y los alisios... No olvides gue debemos a veces en guienes buscan repetir lo irrepetible, recobrar por un momento
un gallo a Esculapio... Ahora se suma el peso del albatros muerto, ahora la juventud gue mordia a ojos cerrados los frutos del tiempo. De tanto
somos sabios; pero la actitud central sigue la misma puesto gue es la de en tanto, sin embargo, salimos de un cine, de un capitulo o de un con-
todo poeta gue busca o cede una participaciën. Paradiso pide ser leido cierto con la plenjtud del reencuentro sin pêrdidas, de la casi indecible
como los himnos 6rficos, como los bestiarios, como j! Mikone del vene- aboliciën de la edad gue nos devuelve a los primeros deslumbramientos,
ciano, como Paracelso, como Sir John Mandeville, ya en esa cadenciosa todavia mês asombrosos ahora puesto gue ya no tiënen por apoyo la jno-
consulta oracular en la gue late una certidumbre gue trasciende los enig- cencia, o la ignotancia. Me ocurre éso cuando vuelvo a ver Vampyr, Les
mas y los absurdos y la incredulidad de la vigilia Intelectiva, el lector pasa enfanis du paradis o King Kong, cuando reescucho le sacre du prin-
en el verbo y por el verbo a un contacto trascendente, est& frente a las temps o Makogany Hall Stomp, y en estos dias en dgue retorno a las
entrafias gue interroga el ariispice, las tabletas mAnticas, los rumbos gue novelas y a los cuentos de Roberto Arlt (conozco mal su teatro) casi
sefialan el / King y los libris fulguralis. Leer asi Paradiso es como mirar cuarenta affos después de la primera lectura, descubro con ese asombro
el fuego del hogar e ir entrando en su torbellino de constrmcciën y ani- gue tanto se parece a la maravilla hasta gué punto sigo siendo el mismo
duilamiento, su momento clêsico en gue es la hoguera sacrificial, su hora lector de la primera vez.
romAantica de chispas y explosiones inesperadas, su barroco de humos azu- Si, pero para eso es necesario gue Arlt sea el mismo escritor, gue en
les y verdes gue multiplican las estatuas fugaces y las cormmucopias, su ins sus libros no st haya operado la casi inevitable degradaciën o deslei-
tante Aura Mazda, su instante Brunilda, el signo césmico de Empêédocles, miento gue este siglo vertiginoso ha impuesto a tantas de sus criaturas.
la espiral deé Isadora Duncan, el signo analitico de Bachelard, y por de- Ahora gue salgo de su relectura como de una mêdguina del tempo due
bajo, siempre, las viejas mujeres de Jas costas hiperbêreas gue leen en las me hubiera devuelto a mi Buenos Aires de los afios cuarenta, me doy
Hamas'la suerte de los gue en alta mar enfrentan al kraken y al leviatAn cuenta de cémo muchos escritores argentinos due en ese entonces me
desatados. El hombre esté Ilegando a la luna, pero hace mis dé veinte parecian a la altura de Arlt, Giiraldes, Girondo, Borges y Macedonio
siglos due un poeta supo de los ensalmos capaces de hacer bajar la Tuna Fernindez (después vendria leopoldo Marechal, pero #sa es otra his-
hasta la 'Tierra. sCual es, en el fondo, la diferencia? toria) se me habfian ido esfumando en la memoria como otros tantos
La vuelta al dia én ochenta mundos. m, Siglo XXI, México, 1979, pp. #1-81.
cigarrillos. la espor&dica relectura de algunos de ellos por nostalgicas
razones de distancia y tiempo me dejé vacio y triste, sin ganas de reinci-
dir, y tal vez por eso Arlt se me fue guedando también atris sin due yo
me animara a entrarle de nuevo, acordindome de flaguezas y de inca-
pacidades due, vistas por este Viejo Marinero “mis sabio y mis triste”,
Apuntes de relectura podian ahogar definitivamente lo due tanto me habia conmovido y en-
(1980) sefiado en mi mocedad de grumete portefio.
Pero ocurre gue a veces los editores son Gtiles, y cuando el gue lanza
EscRrBo lejos de toda referencia, Arlt y yo solos en un rincén perdido esta reediciën de Arlt me propuso un prefacio, senti gue ya no podia
de la costa pacifica. De alguna manera siempre estuvimos solos uno y seguir siendo cobarde frente a un escritor tan guerido, y due a riesgo de
otro, uno con otro; en mi juventud lo lef apasionadamente pero sin intere- romperme los dientes gue me guedan tenia gue hincarlos de una vez por

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