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UN CANTO DE FRONTERA:

•LA GESTA DE MIO CID EL DE BIV AR»

Brinda, poeta, un canto de frontera ...


Antonio Machado

Las bodastlt las hijas tltl Cid ton losinfantesdt Camón, tn Valenciala
""'Y"",st alebrarontan tsplbulidamentt,tn un salón «tan bitn encorti-
""'1011,,adiantt tk «tantap6,polae tdntoxamtd t tantopañop,tciatlo»,
qw ti juglar no resistela ttntacióndt ponnles los dienteslargosa quienes
lt tstAnesa,dumdo:

¡Saborabriedesde ser e de comer en el palacio!

LJ obsavaci6n,pocomenosque impertinentesi dirigidaa gentesde alta


condici6n,sin dauldraultana ap,opiatlammtt sugativa para el audito-
rio dt menosptlo -«civibus laborantibuset mediocribus»--queJuan
u Grouchyp,eftrla para '4s gestas. En cualquiercaso,ti verso(2208)
tquivalt a UM invitdci6na que los oytntes se sitúen con lafantas{a tn
ti antro mismo de la accióny compartanrntsa y mantelescon los p,o-
u,go,,istas.
En exactdcorrrspondtntiay a la va en sintomáticac.ontrapartitla,el
Cantar lu,b{o tvoa1tloanta (w. 1 J 70 y ss.) el cuadrodramáticode una
Valmtid ia,gammteasediada,tlo,uk losalimentosse agotany no hay de
dó,uk edu,r mano,a quitn rta1rrir:

¡Mala cueta es, señores, aver mingua de pan,


fijos e mugieres verlos murir de f.mbre!

A nosotrosti pasajt sigut conmoviéndonos,


en especialcuandocaemostn
1kque lossufrimimtosque han arrancado
1', CUfflt4 esa re.fltxióntransida
tk pied4d son los del enemigo,y adonásinfiel. Perolos espeaadoresdel
sigloXII hubieronde estremecerse más y sentirsemás en la piel de los si-
tüulos,porquesainan tambitn más dt cercalo que era morir de hambre,
comiéndostno ya la tierrao las culebras,sino incluso(lo cuentaRaúl el
Glabro)«virorum ac mulieruminfantumquecama». El poeta no prettn-
dú, dacubrirla ruidanuevo,antesbienqutrlaponerlosa ellosmismospor
tatigos, inducirlosa contrasta,el rtlatotn su propiaexperiencia,a reco-
nocmem él.

XI

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XII FRANCISCO RICO

Digamosya, a reservade ir ilustrándololuegoen algunospuntos, q,.,e


quizá no hay rasgoque marqueel Cantar de Mio Cid más honday ex-
tensamenteque la actitudque suponenesosdos momentossimétricos,con
el dobledesigniode hacerentrara la audienciaen el temay, por otrolado,
de aproximarel tema a la audiencia.Predsemosenseguidaque es deddi-
damenteese último movimiento,la aproximacióna las coordenadasdel
público,a su ámbitode vivenciasy referencias, el que marcala orientación
dominanteen el poema, en tanto a ellase plieganlosprincipales factores
del argumento,la estructurao la ideolog{a,desdelos recursosmenudosde
la técnicanarrativaa la.sgrandeslineasen la seleccióny disposiciónde la
materia,pasandopor losperfilesy maticesen el retratode lospersonajes
o por la imagende la sodedadque les sin,e defondo. Añadamos todavía
que tal orientaciónes indisodablede las drcunstanciasde lugar,tiempo y
perspectivahistóricaen que se concibióla versiónoriginaldel Cantar,
cuandomediabael siglo XII, en lafrontera castellanaenmarcadapor las
cumcasalttu del Duno, el Henaresy elJalón, y, en fin, que está ani-
mada por un deseode innovarprofandamenttla tradiciónde la poesla
tpica.
Una parte de todo ello, sin maba,go,estabaen la naturalezadelgé-
nero. Una cancióndegestapont a un juglarfrente a un público,sin ape-
nas distancias,sin mediaciones,para rtcorrerjuntos durantevariashoras
los derroteros
de una narraciónheroica.El juglar no es comoel escritorque
publicauna novelay st esfumaparasiempretrasel volumenimpreso:está
en mtdio del corro,el desam,llode la narraciónes también una acción
suya, un comportamiento suyo ~on11l, que ademástiene que vercon la
relaciónque establececon los oyentes, cuyas circunstancias y rtaaiones
pueden llevarloa mudaren más de un aspectolafisonom{adelpoema, a
aceleraro retardarti tempo, alterarel papel de un personaje,omitirunos
elementos,atenuaro subrayarotros.En cualquiercaso,el espectáculo sólo
llegaa buenpuertosi se estableceun vlnculosólidoy continuado,si el}14-
glar 5t gana la complicidaddel públicoy de una o de otra maneralogra
implicarloen la "ª"ación.
Dt ahl, por ejemplo,la.frecuenciaconqut la aparicióndt un pe,sona-
jt o la introducciónde un parlamentose realzancon un ademánmostra-
tivo o con una llamadade atendón que equivalena otrastantasexhorta-
donesa rtprr5tntarsela e5cenaconplena inmediatez,a wrla, a o(rlacomo
si todoocurriera en la mismaplaza, en la mismaestanda,dondesutna el
Cantar:

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ESTUDIO PRELIMINAR XIII

Afoos doña Ximena con sus fijas dó va llegando,


señas dueñas las ttaen e adúzenlas adelant. .. (vv. 262-26 3)

Fabló Martín Antolinez, lo que á dicho ... (v. 70)


odredt.S

a loscambiosde mmbo de la narración


En atUilogosentido,las referencias
postulan más de una vez que la construcción
del relatono es únicamente
cosadtl juglar, sino asimismodelpúblico:

Dabnosnos de pleitos de i&ntes de Carrión ... ,


foblanos nós d'aqucste que en buena ora nació... (vv. 3708 y ss.)

Y dt ambosson igualmenteeljuicio moralo la toma de partidoque ah{


van implltitosperoque en otrasocasionase manffiestancontodala vehe-
ntmda tk quien st ha metidoen la historiahastalos codos:

¡Cuál ventura serié esta, sí ploguiessc al Criador.


que assomme essora el Cid Campeador! (vv. 2741-2742)

Totlo ao, dtdd, atd en pdttt tn 1'Jtuitilralezamisma de lasgatas, se-


gúl'I st ~IN, al vtrlo conattddog,acidsa losproadimitntos exp,e-
m,os q~ el Cantar ha heredadode la épicafranasa, origende la q,o-
pqa románica.(Que tala procedimientosno se limiten al calcode unas
fónriuw ni suelan recurrira las adaptaciontSlitaalts, no signgicaque
Id tkuda ~da ponmt en duda. As{, los dos últimos vasos copiados,
por no ir más kjos, son una afortunalÚI vmi6n del mismo arquetipoque
L, Chanson de Roland, al referircómose apostael ejbcito pagano,
mdiza con bim divmo tenor literal:«Deus,quel dulur que li Franais
~'l stvtnt!».) Ptro, anno tambihs apuntdba,la nota dt verasptcUlia,
di tato castellmtoes la predil«dón por la segundadt las dos direaio-
na aniba stñalddas:sin rmunciaren absolutoa hacer entrara la au-
ditncia tn el tmui, a procura,que se sitnttl vlvidamtnte transportadaal
"""'°dt la rumaci6n,el Cantar del Cid se singularizapor el arte de
llpffXtimarel tan4 a la audiencia,dt ajustarlos ingredientesdel poema
al tdLmte, los inttrtsts, la realidaddel públicoa quitn se destina. 1A
lfldd na ~ el Cid la pareciera a los oyentestan vecinocomoel mis-
"'°jt,glM.
SoBRE HÉROES y HOMBRES. Aristótelesy Valk-lnclán (basta-
n§ dtllr a don RmnónMana) proclamaban que «hay trts modosdt verel
"'"""º artlstiaJo atttialmmte: de rodillas,en pie o levantddoen ti airt.

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XIV FRANCISCO RICO

Cuando se mira de rodillas... , st da a los personajes,a los héroes,una


condiciónsuperiora la condiciónhumana... As{ Homeroatribuyea sus
héroescondiciones qut en modoalgunotienenloshombres.Se crean... se-
ressuperioresa la naturalezahumana... Hay una segundamanera,que
es mirara losprotagonistasnovelescoscomode nuestrapropia naturale-
za», tal en Shakespeare.« Y hay otratercermanera,que es miraral mun-
do desdeun plano superior.. . y considerara los personajesde la trama
comoseresinferioresal autor, con un punto de ironla.»No renunciael
Cantar a ese irónicogranodt sal, y no simplementeparafantochescomo
los infantesde Camón, ni, desdeluego,le regateaa Rodrigoel resplan-
dor de una indiscutiblepreeminencia.Perocon todoy coneso la perspec-
tiva que mejordefine los hábitosy los logrosdeljuglar consisteen con-
templara los héroespuestoen pie,frente afrente, a rasde la mismatierra
quepisan él y los espectadores.
No hay que pasarde los primerosversospara advertirque los rasgos
más notoriosdel Campeador,apenassalea escena,no son el lmpetu y la
extremosidaddistintivamenteépicos,sinoactitudesy sentimientosqueper-
~ al anchomarcode las experiencias posiblesen todoslos hombres.
En Le charroi de Nimes, cuandoel rey Luis se muestrainjustocon él,
Guillermode Orangese echaa dargritos,«asa voiz clertconmmfaa hu-
chitr», intrtpaal sobaano,pierdelos estribos,pretendeª"ancarlela coro-
na de la cabeza... L.asituaciónes comparable a la del Cantar: la ingrati-
tud dt Luis empujaal caballero a irseaganarlosdurosfeudos de lafrontera
de España, aumentandola pan,a mesnadacon que ha entradoen Parls
-«m sa compaigne quarantebachelers»--conla multituddegumerosque
enseguidase le unen y a quienespromete«denierset heritez, chasteauset
nuuches».Pero,ahí, Guillermoes soloexterioridadaparatosay vociferan-
te. En el ponna español,en cambio,trasel regiomandatode destierro,lo
impo,141ak estQen el trance{ntimo delpersonaje,en el doloridosentirque
au,ja tn lágrimassamamentecalladas.

De los sos ojos tan fuertemientrc llorando,


tomava la cabc~a e cstávalos catando ...

Lo que vt el proscritoson «palascios


desertdadose sin gente», «puertas
abiertase UfOS sin cañados,alcándarasvazias»:visionesde una normali-
dad brutalmenteinterrumpida,imágenesdel despojoque Rodrigosufre
tambiénpor dentro.En lasgestasfrancesas,en el mismoCharroi de Ni-
mes, nofalta el hboe que vuelvela cabeza,suspirando,hacialos lugares
queridosde dondeha de alejarse:lo queJaba por completoes el tono de

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ESTUDIO PRELIMINAR XV

cotitlumi"'2d,ti mcuadramitntode la pena tn un pano,affldde cosasdo-


mhtiau, 14 tnuluai6n dtl dranuJa términosde vida privada que todos
pwdm asumircomopropios.
Tan cinto es q~ desdeel mismoarranqueti poetabuscacondelibera-
ciónsubrayaren ti protagonistala dimmsi6n no espeáficamtntehm,ica,
sino ampliamentehumana, y por ahl condivisible.Al punto comproba-
MO.S, m efttto, que todaslasgtnks de buenavoluntad, toda la ciudadde
Btngos,lu,an suyos los «grandescuidados»del Campeador.

Exiénlo ver mugieres e varones,


burgescs e burgesas por las finicstras son,
plorando de los ojos, tanto avién el dolor.

De nuno, la situación tiene en la epopeyafrancesaparaleloscon los


nuiks, como dt costumbre,el Cantar se enlaza a travésde anteceden-
in cornu~s; pero no hay alll ni rastrode esa vasta sympátheia, de esa
ccmrspondenciade ánimos, con que todos los moradoresde la villa en-
timdm y compartenla afliccióndel apatriado. Nada que conozcamos
m ts'2 tradiciónequivalea la inolvidable«niña de nuef años»que, por-
que los bu,galtseshan smtido comoRodrigo,exhortaa Rodrigoa stntir
'°""' ellos:
Cid, en el nuestro mal vós non ganades nada,
mas el Criador vos vala con todas sus vcrtudes santas.

Las .,,,ugierrs e VanmtS» de Burgosse amducenjustamenk comoelju-


gl4r qunla delpúblicoque lt rodeaba.
Nadit ha dejadojamás de apreciarla densidaddel rttrato del Cid
q,u dibuja el Cantar, ni a nadie se le ha escapadoque todas las cuali-
"4des heroicasestán en ti matizadaspor una infaliblehumanidad: los
visajesépicoscedtn el putsto a '4 sonrisa(ningunode sus pares la tiene
las ttlas del cortJfÓn»
111nfácil) o a la anociónviril que llegaa «dtscubrirle
(v. 326o). Inútil, pua, insistirtn que la stmblanza del protagonistaes
u, maniftsttldónprimariade la voluntadde arrimarel mundo de la ges-
,. di mundo del auditorio.Pero no a otra querenciartspondt asimismo
Id disposicióndt la matma, la estructuradel mato, y no en otraparte
ts1'i1" clavede las suputstM anomallasal respeaoque a vecesse han in-
sinuado.
La altiai no ha tenido empachoen opinar,por ejemplo,que el Can-
tar lu,brú, multado más acordecon los hábitos de la tpoptya románica

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XVI FRANCISCO RICO

si concluyeracon la C0"4Uistade Valencia,sin extendersea lo largode


una segunda mitad centradaen la af,tnta de Corpes y la consiguimte
venganza, es decir, en un asunto con notablesrq,ercusiontssocialesy
hasta pollticas,pero en definitiva de lndoleprivada. Todavla másfr~-
cuente ha sido y es la desazón de quienes observany aun lamentan la
falta de correspondencia entre el relieveque el texto otorgaa dettnnina-
dos hechosy la importanciaque tales hechospudieran revestiren la Es-
paña definales del siglo XI. Para no lucha, en demasiadosfrtntes,con-
tentbnonos con echa, un vistazo a un factor que sale a reluciren una y
otrapostura. A muchosha desconcertado, en efecto,que el sometimien-
to de Valencia,la hazaña en que culmina la carrerade Rodrigo Díaz,
se liquide en unos cuantosversos(tressólo, 1167-1169,se dedicana los
«tresaños» centralesde la campaña),mientrasa la ocupaciónde dospo-
blachonescomo Castejón de Henares y Alcoctr se le reservamedio mi-
llar cumplido.
Dejemosde uidoque t:llrteaÚJ de sentidoexigiraljuglar quepintara el
asediode Valenciaen tbminos análogosa los empleadospara Casttjón y
Alcoca. Las cualidadesdel Cid comocaballeroy estrategaquedansobra-
dtunmte clarasen la primeraocasiónen que ha de exhibirlas,cuando,des-
tarado y en apuros,todo debefiarlo en ellas. Al presentarlasof,tce ade-
más el pomu, un espléndidorepertoriode los procedimientosru2wativos
propios o mostrencos- capacesde dar una imagen vivadsima de la
guerra. L:a hoja de servidosmilitaresdel Campeadorpuede llenarseco-
piosamenteconesasdos batallas:las restanteses obligadosuponbselas,
comoaljuglar las dotespara contarlas.En el planteamientodel Cantar,
por otro lado, Alcoca está sujeta «al rey de Valencia»,quien, pe,fecta-
mmte al tanto de que no haarlosuponefranquearelpaso al enemigo(Ri-
bera de Sal,jn todo irá a mal, / asslferá lo de Siloca, que es del otra
patt»), envla en socom,de la plaza a «aquestosdos reyesque dizen Fá-
riz e Calve» (vv. 627, 634-635,654): al vencerlos,pua, el Cid anticipa
u, conquistade Valencia.En Alcocerestá Valencia,y aU{se despliegan
tan brillantementtlas excelmtiasde Rodrigocomosoldado,que habmas
ilustradotambiéna lti orilladel Turia habr{asidopocomenosqut una m-
teraciónenojosa.
~ todosmodos,¿dever"'2dla conquistade Valenciase rtlatacontan-
ta prisa? Los combatestn el Valle de Henaressin duda estánmás deta-
Utulos,pero no es citrtoque la conquistade Valenciano rtcibael adecua-
do resalte.Porquela conquistaque eljuglar realza es que ti Cid puede
establecerah{ u,uasede tpiscopal(«¡Dios, qué altgrt na todo cristianis-
mo!»), Ju,1,14,dt ti a tú a Alfonso VI (pormuchoque se guardt dt hd-

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ESTUDIO PRELIMINAR XVII

mio) y, por mciffldtle tudlquierotracosa,mandarpor]imena y sus hi-


j.is. Cinto que «alegreerael Campeadorcon todoslos que ha, / cuando
s,, stña aibdal s~diém somo del alaícer»,recibaentradoen 14ciudad(vv.
1219-1220). Pero Valenciano acabade entrtgárstltpor entao hastaque
,-dt abro.zar«a la madree a ll,s fijas• (11.1599)y llevarlasa tomarpo-
saióndt la ria, hatdad desdelo nwalto dt esa misma atalaya,simbo-
lodt n,pmntJCÚ2 y dominio:

Ojos vellidos catan a todas partes,


miran Valcncia cómmo yazc la cibdad,
e del otra parte a ojo han el mar ...

(Titnt razón Azonn: jamlu anteshablanvistoel mar.)

.. .miran 1ahuerta,
cspes.,aes e grand,
al~ las manos por a Dios rogar
d'estaganancia cómmo es buena e grand. (vv. 1612 y ss.)

Pronto,«las tludias» vuelvena subir al alauar para ver con quéjovidl


mojo el Cid defiendeValmciaf,mtt a lds huestesde Marruecos:«¡ajar-
lo Prrán por los ojos cómmose gana ti pan/». El corazónle ata a él
Oldllto"ellas se les achica.¿No hay que irpemando en las bodasde El-
"'° y Sol? Pues de Marruecosla viene la dote: «p<>rauar son vuestras
fijas,adúzenvos axuvar»(w. 1643, 1650). En ese 'ajuar'estála másau-
ltnticaconquistade Valenciaen ti Cantar. Valenciano representaya un
b.utiónaistianofrente a la morena dt 1094, sino un hogary una haden-
"" qw muestra toda la grandeza dtl hérot, mejo, que al lejanorey de
úón, a los 'ojoshmnosos' dt su mujery de sus hijas.
Así, pues, la conquistadt Valau:iaes en el Cantar mtnos la du-
paa,ciónde unos sucesosdefinales del siglo XI, comocomplaar{aa al-
ga,noslectoresmodemos, qut pieza efic«{simade una delicadacons-
truaiónnarrativa,que tienepresentepero no acau,,segúnhoy quisieran
otros,las rutinas de lt1epopeyarománia,.El juglar concedeal episodio
lotla la ,elwancia deseable,pero no la mide en el mapa de la Recon-
fl"Jta o deljuego defuerzas tn los tiemposde Alfonso VI, ni dt acuer-
do con los planteamientosde rigoren las gestas, sino que la acotaen
otrocampo: la vndad familia,, personal, humana de Rodrigo D{az.
Sólosi s~ ptrcibeque ése es prtcis4tnenteel terrenoprivilegiadopor el
dUtor se comprendetambién la estructurade la obra, no gobemadapor
'4s convtndonts de la épicaal uso ni sujeta a lt1Sconstria:iones
de la

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XVIII FRANCISCO RICO

historiograjfu,
sino attnida a u,ui concepción
propiay singularde la ver-
dad poética.
No hay,por supuesto,ningu,uiposibilidadde col'tllrel relatoa la al-
tura de la tomade Valmcia,ni siquieram la viñetAde la subidaal alcá-
zar, sin rompa losfirmes hilos que liganlosfundammtos mismosde la
trama,conla inequlvocaoracióny promesadel Cid («¡... que aún conmis
manoscaseestasmisfijas!», v. 282b),a las dos bodasde doña Elvira y
doña Sol sobrelas cualesgira la segundamitad delpoema, consu acento
en un conflictoprivadoy su airt doméstico.Perosi por purafantaslanos
imagináramosun Cantar del Cid que se cerraracon la entradaen Va-
lmcia, tendrlamos,sl, un texto má.sconformecon la tradidónépica,pero
por esomismomá.sinconciliable conlosdesigniosdelpoeta,segúncuyaje-
rarqulade valorestl protagonistano es tanto el guarero invicto,el con-
quistmlorconaurtolade mito-el únicoMio Cid de quienalcanzarlaal-
gunas noticiasel comúndt los oymta-, cuantoel Ruy Dlaz de Vivar
a quien no restagrandezaestarhechodel mismobarroque quienesescu-
chansus hazañtu.

Ni ~ decirsetieneque la ideade la sociedad,los idealesy, si se qui~,


la idtolog{aque respiraest Rodrigono podlan ser tampocootrosque los
deljuglar y su público.Don Quijotese echóal caminosin dineros,«por-
que ti nunca habla leidoen las historiasde los caballerosandantesque
ningunolos hubiesetraldo,.(1, 3). Inútilmentelos buscarlamos nosotros
en lasgestasj,anasas: ni por excepciónse trataah{ de pagarsoldadasni
hay hbot que ande en apuroscmnatlsticos.Al Cid, por el contrario,el
primerproblemaque le sale al paso es conseguir fondos para atenderlas
neasidadesde su mesnaday de sufamilia; y la soluciónque le encuentra
no tieneparangónen los analesde la epopeya:pedir un préstamoa unos
usum-os,en un episodioadertzadonovelescamtnte, pero en última ins-
tllnda dt tan nulo alitnto épicocomolo serlahoy empeñaruM joya (fal-
sa) o hipotecaruna casa(ajena).
Una vez financiadoel comienzodt la campaña,las dificultadespe-
cuniariasdesaparecen para sinnprt, porquela actividadmilitary la ac-
tividadeconómicasonpara ti Cid una solacosay sus triunfosen la una
no st distinguende sus logrosm la otra. Gumm,s de profesiónti y los
suyos, hasta apoderarsedt Valenciano tienen más ingresosque el bo-
tln del combate(«Si con morosnon lidiáremos,no nos darándel pan»,
v. 673),porqueno les interesa,digamos,la posesiónde Alcocer,sino los
tresmil marcosque la morerlapagapor la plaza y ÚJsdemásprtSasqu~
pueden lltwir consigo:•escudos»,«armas»,«cav"llos»,«oroe plata»,

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ESTUDIO PRELIMINAR XIX

«estosdinerose tstos avaes largos»... (vv. 795 y ss.). Es esa «ganan-


cia• inrnedi4ta,en bienes muebles, la que a cortoplazo les otorgapres-
tigio y mcumb,amiento: gradas a ella, los caballerosinfanzones («que
todos ciñm espadas», v. 917) se elevan en la escalanobiliariaa cuyos
~daños inferiorespertenecen,y «los quefanon de pie caballerossefa-
zm» (v. 1213), es decir,los peones se tom4n librese ingresanen la ca-
""1lnla, siquierasea por la puertade stnriciode la caballerlavillana. En
au111toal propio Rodrigo, que estamentalmenteno pasa de infanz6n, de
simple hidalgo, los rendimientosde la guerra le devuelven y le aumen-
"'11 la estimaci6nde Alfonso VI (y eso na de ~cho y derechoun asan-
so tú categoria),la conquistade Valencialo convierteen señorde timas
y hombres(y hasúi le dtpara la regiaprmogativa de designarobispo),y,
por mdt, comoél hablaprometido (•si les yo visquin, serán dumas ri-
CJJS•, v. 825), ~ a sus hijas casadoscon «ricosomnes», miembrosde la
nobleza inmnnorial, laflor y nata del poder y la in.fluencia,y luegoal-
z""'1.sal est4tuto que nunca se habrúrnatrevidoa soñar, a la esfna de
14IIIÍsmarealeza.
Cuando se reamdan esasgrandesllneasdefuerza, cobraplenitud de
smtúlo la incontrovertibleobsen,adónde don Ramón Mtnmdez Pidal
sobrrel caráan localdel Cantar, donde los itinerariosse cruzan una y
otrd wz, con precisionesy apostillastopon{miauins6litaspara cualquin
oaa comarca,en losparajesque se extiendendesdeel enlomo de San Es-
td,an de Gonnaz al de Calatayud. Es esa, a todasluces,la regiónque el
juglar conocede cercay cuyos moradortS,en prima términolos de Go,-
111412', «siempremtSIINdos», «muy pros» y «coñoscedores» (w. 2820 y
ss.), constituyenel públicode eleccióna quien tienepresente.Perolafiso-
"°"'ía del taritorio no es mmos n{tida. Estamos en uno de los centros
na,rálgicosde lafrontera de Castilla, en la extremaduradel Duero, qut
tlade el bastiónde la Mtdinaceli rtt0nquistadapor Alfonso VI y nunca
vudta a pnder, desdela «peñamuy fatrt» de 14viejaAtienza (v. 2691),
m los tiemposde Alfonso Vil y Alfonso VIII puja por consolidarlas ba-
KS d~ la ofensivacristiana.
La ftonttra, sobrt tododesdelos dlasdel «buenEmperador»(v. 3003),
a """ sociedadm amras,pmnanmtemmtedispuata para el ataqut y el
JIM/WO· ús pobladom se han asentadoalll atraldospor apetitosasexen-
dona e inmunidades, confavorablesexpectativasde medro, a costa,eso
si, tk una vida reciacomoninguna. En las dudadesfronterizas y en sus
"'foces,se vive para laguerray de laguerra.No se buscanlas tierras,sino
l.s rÍ4UUdS tk los moros,el botln queproporcionanlas cabalgadasy cuyo
,q,«to se 11oaa caboatmditndo tsaUpulosamentea la aportaci6neco-

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XX FRANCISCO RICO

nómicay pmonal dt cadauno. Lu miliciasconcejilesy las huates ams-


tituidasexpresamenkpara las razuu no tspaan que el rey '4s movilice(a
mtnudo, ni siquierarq,arantn las convmimciasy los compromisosdel
monarca):toman la iniciativapor su cuentay ritsgo, con enteraautono-
m{a, y no st limitan a incursionesde cortoradio,sino que a vtas st in-
tmum hasui Sevilla, hasta Córdoba.Los llmites dt las clasesse difumi-
nan: al insidiarsetn la frontera, los infanzona con.frtcuencialuin de
maunciara sus privilegiosjisCJJltsy judiciales,pero ttunbiénst les abrt la
puma a ola,nzar la condiciónde señoresadquiriendoti dominiosobrete-
nitoriosymnos; los CJJballeros villanos, vale decir,quima rttibm de un
stñor o logranpor s{ mismoscahalloy pntrechos, tienen a su ~z tx~-
lmtes oportunidadesde hacafortuna y en su momentodistribuirsecon los
hidalgosel pode, municipal.
Es comprensibleque para esasgentes el Cid fuera el héroepor ex-
celencia.En definitiva, lo que cuenta la primera miuid del Cantar es
una 14,gaincursiónguiada por un adalid con todas las virtudes que
para ti puesto se requerlany apreciaban,desdt intt,prttar el vuelo de
las aves hasta cuidarcadadetalledel combate,y rrmatadapor unos be-
neficiostspmaculartSpara todos: «a cavallerost a ptonts ftchos los ha
ricos»(v. 848), «el oro e la plata ¿quién vos lo podrlacontar?»(v. 1214).
Una incursión,por otro l4do, coronadapor una conquistacomomuchas
en las que intervinieronlas miliciasconcejilesy proseguidahasta Ulld.S
timas no más distantes qut las que algunas asolaban. Los enemigos
del Cid tmr{an que cualquiernotM se plantara «allá dentro tn Ma-
rruecos»a darles«salto»,a pasar el pa{s a saco,pero ti no pmsaba em-
barcarseen operacionestan insensatas (vv. 2499 y ss.). En 1172, ni
a,mbio, un grupo de caballerosde Ávila no sólo se proponía txpulsar
de España a los sarracenos,sino acosarloshasta Marruecosy continua,
daputs hastaJmualba... El Campeadorde la ficción dtjaba vol4r la
f antasla menos que algunosgumradores enardecidospor la rtalidad de
lafrontera.
En tal atmósfera,puts, el Cantar narrabauna historiaque no sólose
sentidsustancial~ llfflladtraanno cosadelpasado,sino comomodelo
viablepara el porvenir.La elevacióndtl Cid y los suyos era un proaso
que caballerosy aun peoMs de la extmnadura de Soria y Stgoviapod{an
unaginarcomopropio, en tanto acordecon sus mejoresesperanzaseconó-
micasy sociales.A la postre, luchabanbajo las mismas divisas(«¡Firid-
los,cavalltros,todossiMs dubda~! / ¡Con la merceddel Criador,n~-
tra ts la g¡,rumcial»,vv. 598-599), t inclusoel singuuirten con tffl de
Rodrigoconel rey condtdacon su propid actitud, en la cualla ltaltdd al

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ESTUDIO PRELIMINAR XXI

sobnanoibdde la fflllnD conla confo,nzatn s{ mismosy am la smsación


tk indq,oultnda que una vtz, en la q>«4de Alfonso VII, se txpresal,d
por bocade las miliciasde Salamanca:«Omnessumusprindpts et duces
a,pitum nostnmun•, 'somostodospnndpes y caudillosde nuestraspro-
püu pnsoruu'.
Por otrolado, ni siquierala intrigaprivada,familiar,que nutre la se-
g,,,u'4 mitad del poana cartda de unas dimensionessocialespe,fecta-
"'entt asumiblespor los hombresde las ciudadesfronterizas. Los infan-
~ de Cam6n, que poseen «villas»y «heredades»(vv. 3220 y ss.), se
lu,n u,sado con doña Elvira y doña Sol movidospor la codiciadelgbte-
,o tk riquezas que a ellosltsfaltan, el dinero,las cabalgaduras,los oh-
fetos preciososqsu las victoriashan reportadopr6digamenttal Campea-
do, («marcosdt plata», «mu'4.se pala.frés»,«vestiduras>>,«espadas»,vv.
1570 y ss.); y han ultrajadoy repudiadoa sus mujeresen venganza dt
ldsburlasdesdeñosasconque la mesnadadel Cid ha acogidosu cobard{a
y.flojedadm ti combatt, excusandoy racionalizando su despechoam un
tltcldradoorgullode clase:«canon [nos]pattntcién fijas de ifanfOntS•
(v. 3298).
Obviatnmte, la afrtnt4 de Corpeses sólo la antcdotaromancesca en
qw aistaliza una querelladt intaests de más alcanceque ti dramade
dos muchachasmaltratadas.Los infanta no acabande tener entidad
propia, de pasonajes enterizos,sino que como«el condedon GotlflJlo»,
su pdÓ~, o como «Gómtz Ptláytt», se diluyen en buena medidaen el
bandoenca~zado por un viejo tntmigo del Cid, el conde Carda Or-
tlóñu, «el cmpo de Grañ6n» (v. 3112), privadode Alfonso VI, y en
'4sfilas del estamentoque con ellosintegran:los «ricosomnts•, la alt4
r,oblna, la vieja oligarqula,tn suma, afincadaen vastasposesionesal
norte dtl Duero y monopolizadora,al arrimodel rey, de las clavesma-
yoresdtl poda. Ninguna duda cabe,y con razón lo subrayaDiego Ca-
talán,solnr «el despreciodel poeta por los ricos-hombresde solaresco-
nocidos,con propiedadesen la Tima de Campos y en La Rioja,
c.atg4dosde 'onort.s' (11.2565) perofaltos de 'averesmonedados' (v.
3236),poderososen la cortey en el interiorde Castillay uón, pao aje-
nosa las exigenciasde una vida de acciónen lafronteray opuestosa un
sistana de derecho»comoel rtivindicadopor Rodrigocuandoconjlala
rrsttiuraciónde su honra a un duelojudicial. Ni puede dudarseque
exactammk tst na el desprtcioo el rencorde los caballerosde la extre-
nuuluraautellana,cuyosojosestaban11Utltos a un reajustede prestigios
t influenciasque les reconociese
el importantepapel que en la práaica
tltsempdú,banen la nueva dinámicade la sociedad.A esasaspiraciones,

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XXII FRANCISCO RICO

los infantes, «los de Vanigómez» (v. 3443), los Ansúrez y toda su pa-
rentelarepresentabanun obstáculotan palpablecomo el infanzón Ro-
drigoDlaz un acicateideal.
No es esteel lugardeperseguirlas implicaciones socialesy pollticasdel
Cantar. lAs sumariasconsideraciones que antecedendebieranservirúni-
camentepara devolvemosa nuestropunto de partida. Como rasgoprinci-
pal delpoema, señalaba,en efeao,«laaproximacióna lascoordenadas del
público,a su ámbito de vivenciasy referencias». Era una manerade de-
cirlo,a bultoy en abstracto.Cuando comprobamos que la concordancia dt
paisajegeográfico y paisajeanlmiconos llevaderechosa un públicoen con-
creto,al Far East, al mundo de lafronteradel sigloXII, entendemoshas-
ta quégradoel destinat4riodeterminala singularidaddel Cantar tambitn
en aspectostalescomoel retratode lospersonajesy el airede interior,fa-
miliar o de corte,no bélico,de la segundamitad.
En ese ambientedel alto Duero,lasgestasal modoconvencional,con
sus paladinesagigantadoscomopor quien los mira de rodillas,con sus
prodigiosy sw desafueros,podlan sin duda o{rsecongusto, comodiver-
sión y alimentode los sueños heroicos,porque escuchándolas a aquellos
hombres«lts aecién los cortJfOnes e esforfávanse
faziendo bien e querien-
do llegara lo que otrosfazieran o pasaran,,(Partidas, 11,XXI, 20). Pero
u,ui canciónsobreel Cid necesariamente hablade ir por otrocamino,por-
que el Cid eramenosatradivocomofigura de retabloquecomoespejo.El
Cid de la historiay la leyendaque sobrevivlanestabademasiadocercano,
su carreratenla demasiadoque ver con la realidadcontemporánea,con la
mmt4lidad de las milicias,con lasambicionessocialesde loscaballeros,su
sombraerademasiadocontemporánea, para echarpor la vla de lafabula-
cióna riendasuelta. Porel contrario,el infanzón Ruy Dlaz de Vivarre-
sultabafascinantejustamentepor lo muchoque se paredaa los esptctado-
rrs: pintarlo igual que ellosen los momentosbajos,en la adversidad,en
la vida menuda, significabaincitarlosa identificarsecon él en las horasde
triunfoy esplendor.Asl habla encontradosus huellaseljuglar, entre las
gentes de la extremadura,y ese modo de captarla historiahabladetermi-
nado toda la poesl11 del Cantar.

GEOGRAFÍA Al poyo «quees sobreMont Real» (v.


E HISTORIA.
863), dominandoel valle delJiloca (no en baldelos romanoshablan al-
zado allí una imponentefortaleza), donde RodrigoDlaz ha aaunpado
unos mesesy desdedondeha sorMtidoa pariasa Daroca,Molina de Ara-
.~ón,Teruel,

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ESTUDIO PRELIMINAR XXIII

mientras que sea el pueblo de moros e de la yente cristiana


ccl Poyo de Mio Cid» así-1'dirán por carta. (vv. 901-902)

l\Jopuede tonuirseen cuentala ocurrenciade quienesadivinan en esos


llaSOS utuJ refertneiaal Fuerode Molina, perdidaentrecuyaspáginas,en
una trivial relaciónde lindes,se hallala más antiguaconfirmación aae.si-
1,lt de que en el siglo XII el cerroen cuestión(hoy «de San Esteban»)se
llanUJba eféctivamtnte«Poyode Mio Cid». Lo que elpasajenos revelaes
queel juglar sabiao crdasaberde a(eún documentoen que el Poyo apa-
rtefu deforma destaaula,o cuandomenosque consideraba la plaza digna
tú t4' distinción;y, todavlacon más certeza,quepara él no eracosaco-
nitntt hallarconsignados«porcarta>>los nombresni de los lugartsni del
háoe que celebraba.
Según nufitrojuglar, la «carta»,el pergamino,la escritura,se reserva-
baJNUªamedrentadorasórdenesreales«fuertemientreselladas>> (v. 24),
parati sacrosantorepartodel botín (v. .s11),para tratadosentresoberanos
(v. 527), no para divulga,noticiase.amolasque elaboraba él en su canción.
F1tono de entusiasmo,reverencia y, sobretodo, excepcionalidad con que
mmcionala «carta»en quefigurabao merecerla figurarel Poyo nosgaran-
tiza que si en otrosca.sos hubierapodidoautorizarsecon textosescritos,se
luiln{a apresuradoa hacerloconsatisfechaostentación.(Como a la menor
oportunidadlo h«lan, duranteel primersiglode la literaturaespañola,
hastael Poema de Bencvivcre, hastaLa vida de San Millán de la
Cogolla, todoslos versificadores de asuntoshistóricos;
comosepirrabanpor
"'1st tono inventándosetal o cualdocumentotant.aschansons de geste.)
Notemos, por otraparte,que no hay ningunagarantlade que el poyo
tk numas hubierasido ocupadoni fortificadopor el Campeado,, ni si-
fUÍna de que.fuese RodrigoDlaz el «Mio Cid» que lo bautizó. Tam-
poconos constaen absoluto,antes bien existen motivospara no creerlo,
qut Da,oc.a,
, Molina o Teruel, y no digamoslas tres,fueran tributarias
suyas. Unicamenk podemos tener por seguroque el Cid hablapasado
porla región,y no soloen 10891 y que en el siglosiguienteel poyo se re-
l«ionaba con él. Pero esa relaciónentre un cerroamuralladoy unas
victoriasde Ruy D{az en el valle delJiloca no pod{a irse a buscaren
ningún libro (la Historia Roderici, al referirla estanciaen Calamo-
cha,habla sólo dt una entrevistacon el rey de Alba"ac{npara renovar
su pactoconAlfonso VI), y tanto menossi no se habla dado en la rea-
lidad,ni podlaforjarla 4uiensólose hubieratropezadocon el poyo en-
trt los rmglonesde un documento.Es el tipo de noticiaque únicamente

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XXIV FRANCISCO RICO

se deja entendercomollegadade la tradiciónlocal,naciday bebidasobre


el terrtno.
Supongamosque la tradiciónno es exacta.En tal caso,para hacerla
brotarbastarlansimplementedosfactores:uno, estaral tanto de las pro-
piedadesestrattgicasdel poyo -por el momento,sigamossuponiendo,
todavlainnominado--, tanto más palmariaspor cuantoa los rtstos ro-
manosse sumabaun baluarteconstruido,y no por capricho,en tomo al
año 1100; otro, recordar que el batallador
jamás vencidoquefue Rodri-
go D{az hablaestadoen la zona. No se necesitabamás, en verdad,para
hablardel ,,Poyo de Mio Cid» y hacersela cuentade que desdeél hab(a
obtenidoel conquistador de Valencialos triunfosque la posicióndelpoyo
facilitabay sus celebérrimas cualidadesguerrerasinvitabana presumir.
Desde luego,si el cerroera llamadoya «de Mio Cid», fuera quienfue-
se el epónimo,el procesohabíade ser, no más sencillo,sinoprácticamen-
te inevitable.
De una canteraanáloga,opino, debende procederla inspiracióndel
juglar, esencialmente,y una buenaparte de los materialesque pont a
contribuciónen el Cantar del Cid. El .florecimiento de los estudiosso-
bre la tradicióny la historiaoral,perfilandoen los últimos años losfe-
cundosplanteamientosde Ménendez Pidal, nos proporcionaahorauna
inmmsa base de comparación para entendermejoraspectosimportantes
en la géntsis y en la configuraciónde nuestropoema:por qué el resptto
de una gesta a detenninadospormenoreshistóricosarguyeproximidad
ttmporal, ptro la deformaciónno implica lejanla;cómo se conciliala
exactitudde muchosdatoscon la inexaaitud del conjunto;en qut senti-
do la perspectivalocaltimde afavorecerciertasarticulacionesdel relato...
Tal vez en primertérmino,losparalelosde diversasépocasy culturasnos
aseguranhastaqué punto el modode procederdel Cantar es característi-
co de quien se abrevaenfuentes no escritas,y en particularen hontana-
reslocales.
En tal sentido,es biensugestivoque sucesosy personajesproblemáti-
cos se expliquen con nitidez por la toponimia.Probablementenuestro
potta sabla bastantemás y mejorfundado, pero, en rigor,erasuficiente
conocerel poyo y tener la más elementalde las informaciones sobreti
Campeador,no ignorarque hablatomado Valenciay vencidoa un con-
de de Barcelona(«domuitMauros,comittsdomuit quoquenostros»,in-
dica,sin más, el Poema de Almería), para concebirsegún la presmta
el Cantar la campañapor el]iloca,en el caminohada Levante.A(fo se-
mejan~pudo ocurrirconcuantoatañea Abengalvón,«alcáyaz»de Mo-
lina, donde acogesiemprecon cariñoa losfamiliares y compañerosdel

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XXVI FRANCISCO RICO

jano y todaviadeterminantedt mil manerashadan surgirla sombradel


Camptado, literalmentede las piedras («Cid» y ,,Mio Cid» compare-
cen a mtnudo en la toponimiadesdeÁvila a Castellón,por Atienza,
Teruelo Montalbán)y dtspertabanla curiosidady lasganas de atar los
muchos cabossutltos que dtjaban los recuerdosvagos, las tradiciones
parcialtsy los contadosdatos autlnticos. Por eso es tan sintomáticala
rtcienteidentificacióndt Alcoctry ti vecino«oterobien ctrcadel agua»
(v. 560), por mbito, en tsptcial, dt José Luis Co"al y FranciscoJ.
Martlnez. En última instancia,importapoco que Ruy Dlaz st insta-
lara o no en el actualcerrode Torrecidy tomarao no el desaparecido
castillode Alcocer.Si en el relatodel Cantar hay una baseexacta, no
pareceaceptableque el poeta puditra alcanzarlasino porfamtts orales,
cuandotanto y tan en vano se han escudriñadolas escritas,sitmprt mu-
das al respecto.Si no la hay, la posicióndel otero,sobretodo si se lla-
maba comoaún en nuestrosdlas, bastabapara suponerlonúcleode las
brillantesaccionesque el Cid, sitmprt en idas y venidasentre Castilla
y ZAragoza, a travésde Gormaz y Calatayud, porfuerza tenla que
haberrealizadoa su pasopor la comarca.En cualquierade las dos even-
tualidades,el episodiode Alcoceren el potma sólo es inteligibleen tan-
to conocidoo concebidopor quien andabaal pit de los lugaresy lo per-
cibla-dan ganas de deci~ como un elementodel paisaje, como un
componentedel universode vivtncias y saberesque tenla por suyo. El
oterode Alcoceres a la vegadelJalón comoel Poyo de Monrealal va-
lle dtl Jiloca, inmtdiatamente después. Pero urge menos constatarla
continuidadtemáticay la reiteracióndtl patrón militarque descubriren
ambos casosun mismo mecanismode adquisicióny elaboraciónde los
materialesrecreados tn el Cantar.

LA historiaconfirmaresueltamenteel fancionamientode tst mecanismo


insinuadopor la geog,afta.A quien lo analiza con la perspicacia dt Ju-
les Horrent,el poemase le ofrececomo«una mezclainextricablede erro-
res y verdadeshistóricas,unos al lado de las otras, encadenándose entre
si». Es ciertala cabalgadaa lo largodel Henares,ptro no al salirpara el
exilio, sino comocausadel primerode los dos destimos que en el Can-
tar son uno solo. Es ciertoque Álva, Fáñez, «que <;oritamandó»
(v. 735), representóen Valenciaa Alfonso VI, en 1085, y erasobrinode
Rodrigo,pero no que lo acompañarasiempre,«que no· s' lt parte de so
br(Jfo»(v. 1244), ni le sinrierade constanteembajadorante el moru,rca.
Es rimo que un Tamln se cruzó en la vida del Cid, pero no el supues-
to rey dt Valenciaque soco"ea sus súbditosde Alcoctr, sino el Muta-

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ESTUDIO PRELIMINAR XXV

Cid, tk quien ts «amigosinfalld» (v. 1528). Está atestiguadoun ho-


lllÓnilflO que tn 1 1ao luchócon los almorávidtstn ú, batdllddt Cutan-
"41,m las cacanw del Poyo, pao no cabeofinnarqut fuera alcaidede
11,vil"2 que se le adjutliai, ni aun contemporáneode Rodrigo.En aun-
bio, UJUJ legua al nmu dt Molina (y no lejos dt utuJ «Cabeza del
Cid»), sobmrivr cintd Torrrde Miguel Bon, qut m ti Seiscientoslo o-a
•* Migalbón• y m el sigloXll, comocertificanotrostopónimosafina,
•de Abingalbón». Unafortaleza de nuevo estratégicamente situadaen la
ndd mtrr Castilla y Valau:ia,en la .fronteraentre morosy cristianos,
¿noad tWJSO una incitacióna imaginaral Abtngalvónque le habladado
noml,,r comoti «amigonatural»(v. 1479) que en esa árra tanto con~-
nú, • los mwimimtos tk lasgentes del Cid y a un bum eq,,ilibrioar-
gu,,,mtal y pollticol
No quiero decirq~ eljuglar supina exdusivamenu lo que le dedan
losl~, sino que los lugares,para commzar, no estabdncallt,dospara
ti. ComoJo,geGuillha, anno todopoeta, nuestrojugltu

empieza a ver. ¿Qué? Nombres.


Están sobre la pátina
de las cosas...

Losnolflbrrs de "2extmnadura, tantasvtets ligadosy tan ostensibkmen-


k sujnos a 1'uvitisitauksde 1"repoblacióny la rtt0"4Uistd,llevabanuna
píti,u, de manorias,erancrónicab~ de muchosacontecimientos y con-
llÜldban a reconstruirotrospor largo.No se mentaba «la Torre de don
UrracJJ» (v. 2812), "Navas de Palos»(v. 401), «rlod'Amor• (v. 2872) o
•&do de Rty• (v. 2876) conla asepsiaconque nosotrosdecimosL,a To-
rrr, Navapalos, Riodamoro Vadoney:laspalabrasarrastraban a menu-
do ra""4ncias de h«hos y personas,y la costumbrede mcontrarlasem-
P"iabaa buscarlas(no hay más que hojearla Crónica de la población
de Ávila). Los versosmás misteriososdel Cantar (vv. 2694-2695)son
jusl"1nfflte testimoniodt atmción haciaese nimbo de evoc«ionesy lt-
ymdds que orldbdlos topónimos:

A siniestro dexan a Griz.a, que Alamos pobló,


allí son caños do a Elpha encerró ...

T""'P«" pmmdo geno-alizar indebidamentelos ejemplos aducidos,


sino a¡nmta, que u, historiaempapabainclusola geograjla,como di-
fflfflSiónviva y pran,tt de la realidad.Lu hutllas de un pasadono le-

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ESTUDIO PRELIMINAR XXVII

min dt Zaragoza, vadadao stñor delJalón y por cuyos intat.sts Ruy


Dúu vrló lealmente duranteaños... Los ejemplosse dejan multiplú:4,
luut4 ti cansancio.Es cinta la existenciade la mayorlade los persona-
.fes, la ~alidad de abundantessuasos, la adtcu«ión topog,lefica de los lu-
gares a las ptripeciasqut en tilos se sitúan. Pero a cadapaso se com-
prutba asimismoqiu lospmonajts no pudieron estarm los lugares,los
lugarrs conttmpla, los sucesos,los sucesoscorresponder a los personajts
qw ti Cantar afimu,.
En especial,el poema se trabucaen la cronolog{a,en el ordendt loshe-
dtos. He aludido a la algarapor ti Henares, a la intavención de Álvar
FáMz m Valmcia, a las relacione5 con Tamln; y cabriaalegarmuchos
otros momentos:pocos aparecenen la secuenciaque realmentelos eslabo-
nó en la vida del Campeador.El juglar ha pisado los escenarios que pin-
td, está minado dt cuálesson losgrandesjalones en la trayectoria de Ro-
drigo, y es llamativa, quizá por encimade todo, la agilidadcon que se
•11t11t mtrt los contemporáneos del héroe. (El bando de los infantes de
G,nión, a.sl,e.stácapitaneadomoralmentepor Gama Ordóñez -repo-
b'4do,, no lo olvidemos, de la extremaduraorientaldel alto Dutro-- y
constituidopor ricoshombresquefanon en efectoparientesy aliados,pero
el Cantar no especificaqué vinculolos une para que actúencomoactúan,
y sólo las laboriosasinvestigaciones de Menéndez Pidal han conseguido
tkstntrañarlo.) Sin embargo,el hilo na"ativo que enhebratodosesosek-
,nmtos, si bien titne una pasmosafuerza poética,no obtdecea la secuen-
eúJaonológicade la verdaderabiog,ciflaadiana.
Tal falta dt adecuaciónnos ilustrasingulannentesobreel origeny losfi-
na del poema, en tanto nos autoriza, por ejemplo, a negarcon rotun-
didad que el juglar hubiera manejado la Historia Roderici. Este o
aq~l detalle en última instanciaprocedentede ella s{ pudo quizá lle-
garlepor vla indireaa, pero el conjuntode la obrano lo conocióde nin-
ga,nadt 14.smannas, porque la aónica le habrlasuministradoprecisa-
mmtt lo que no tenla y con el Cantar qutria conseguir,lo que el
vmsmo y la verosimilitudcon que trabaja los materialesnos certifica
COfflO uno dt sus objetivosprimarios:unas lineas defuerza que le per-

,nitinan articularmás cabalmentelos datossueltosde que disponlay que


"""4S vecessituó donde no hubieradebido; una armazón o cañamazo
para dar mtjo, forma y sentido a las noticiasfragmentariassobrt hechos
y pasonas, los retazos ltgtndarios, las sugerenciasde la toponimia,que
constituíanel aiudal dt 'documentos'que hablansuscitadosu interh por
ti Cid y qiu continuamentecombinóy revolviósin atinar a ponerlosen
su sitio.

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XXVIII FRANCISCO RICO

Los rtcuados dt Ruy Dúu de Vivar, precisose imprecisos,persis-


tíanjunto a u,uaeficazprestnciadel héroecomopunto de refertnad en
el vivir de lasgenia de la txtremadu,a castellana,en la raya de A,a-
gón.A la llamadade esosrtcundos y de esaprestnciarespondecrtado-
ramenteti juglar. El Cantar de Mio Cid naa comoun intento de a-
plica,, de explicarseel poeta y quienes con ti compartenel mismo
tspado geográficoy mental, lafigura, las hazañas y el ttmple de Ro-
drigoD{az. Para lograrlono habla otro camino que procurarir hilva-
nando orgánicamentelos elementosdejuicio que o.fredala tradici6noral
de la región:elementosparcialesy dispersos,como imponla el carácter
de esa tradición(coninfinidad de análogosen otrasedadesy culturas),
y, por ah{,ptnosos de restituiral ignoradoordeny conciertoque hubiera
reflqadolasrealidade.s históricasque con.frecuencia
lessubyadan.Ese 'en-
sayo de comprmsióne interpretación',amén de no poderdarse,por prin-
cipio,sino segúnel sistemade valoresy los modosde paapcióncomuMS
al juglar y al público,no era tampocoposiblemás que con el auxilio de
unos esquemasaceptadospara exp,tsar la realidad,de un génerode dis-
cursoque ayudaraa descifrary estructurarlos materiale.s: y el únicomo-
delo vi4bleestabaen el diseñopoéticode las cancionesde gesta.
No dudemostn llamar historia, sin mengua de saludarlotambiba
comogran poesla, al resultadode tal impulsoy de tal proceso.1A histo-
ritidaddel Cantar no debeconfandirsecon la verdad-como Dios la ~,
si Él la ve-, con la exactitudobjetivade las informaciones que rtcogeo
proporciona,sino que consistetn el significadoque asum{anpara el ju-
gü,, y su auditorio.Diftcilmentetendrlanuncael poeta el sentimientode
tslllr mintiendo. El tratamientorealistaa qut somete multitud de por-
mmorts sin duda algunaimaginadosapunta a que aplicabaidénticapau-
ta a los ingredientesde mayor alcance.Él atla saber sólidamenteun
bum número de cosassobre el Camptador, y para conjugarunas con
otraslt eraforzoso llena, las lagunasconhipótesisqut le resultaranplou-
sibla. (A la postre, no procedlande distintafonna los compiladortSal-
fons{es que prosificaronel Cantar otorgándolevalorde crónica.)Tenla,
por otrolado, una nltida imagende Rodrigoy de muchosotrosho,nbtts
tk su tiempo, y para comuniaJrlanecesitabaconctttarlatn acaeceresy
conductas.Como en Homero,comoen la esenciade la poes{aépica,fida
mmos categoriasabstractasque accionesque las volvlan tangible.s(ni si-
quieradistingu{ademasiadoentre el honor como 'patrimoniodel alnui'
y como 'patrimonio'a secas);y si todaviaen el otoño del Renacimimto
no simtprese discmalala rtalidadde laficdón {tn 14posibiliddddt equi-
vocose apoyaronel Lazarillo de T onncs y los tatos fandadonaks dt

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ESTUDIO PRELIMINAR XXIX

'" nowla modnna), a él no le serlasencilloestablecerconfinesentresu-


posiaOMSy fonnulacionts.

No ts cuestiónde pndme, no obstante,en los laberintosque rodeanla


noción,ni.mu, dt mito. La historicidadprofundadel Cantar puede aqui-
latars~m camposmás modestos.En la escenade la demandacontralos
i'!ftltlt~ dt Camón, m un golpe de tftdo,

ale dos cavalleros, entraron por la cort,


al uno dizen Ojarra e al otro Yéñego Simenoz,
el uno es del ifante de Navarra e el otro del infante de Aragón,
besan las manos al rey don Alfonso,
piden sus fijas a Mio Cid el Campeador,
por ser reínas de Navarra e de Aragón ... (vv. 3393 y ss.)

¡Ved cuál ondra crece al que en buen ora nació,


cuando señoras son sus fijas de Navarra e de Aragón!
(vv. 3722-3723)

Oduma, probablemente, y concertezaÍñigoXiménez no son entesdefic-


cicSn,pno si postaioresa RodrigoDlaz. Con todo, el punto que ha ocu-
pdo tenazmente a partidariose impugnadoresde la veraddaddel Can-
tar ts más bien ti matrimoniode las hijasdel Cid, porque,naturalmente,
Mana (¿Sol?) casócon un condede Barcelona,y Cristina(¿Elvira?),con
un «i'!_(ante» navarroquejamás empuñóel cetro,el bastardoRamiro,pa-
drt tlt Gama R.amlrtz ti Restaurador.
Sin embargo,¿habrtmosde pensar que el verso3723, porque no se
ajustaa lo que nos mseñan analesy documentos,contieneunafalsedad?
¿Crtemnos qut eljuglar estádeformandodeliberadamente unos datosque
k constan?Según todas las señas, ni lo uno ni lo otro. l.A conjeturaera
muchas veces la sola historiaposible. El juglar tiene entendido que la
cumbrt de la butna fortuna de Rodrigofue ver a sus hijas desposadas
con novios dt sangrertal, o tal vez alcanzasimplementeque entrequie-
MS la llevan en sus propiosd{as hay descendientes del Cid. Pero esa
vaga noticia, que as{ rtducidaa una quintaesenciaa nosotrosno nos
duele dar por auténtica, ¿cómopodrla plasmarseen una epopeyasino
con una estampa y m unos términossemejantesa los del Cantar, con
un coloridoanecdóticoque a nosotrospasa ya a antojársenosengañoso?
J.\lo,el juglar no miente. <<Señoras son susfijas de Nava"ª e dt Ara-
gón... • ts una de las manerasen que una gesta puede decirlo que ha
corridocornoambiciónde infanzonts y chismede comadres:'¡Que bue-

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XXX FRANCISCO RICO

nas bodashicieronlas chicasde Ruy Dlaz ! Ni siquieracon ricoshom-


bres:con infantes,qué sé yo, conprlncipes... Hoy en España hay reyes
que son parientessuyos'.
As{ debieronde ir cobrandocarne,huesosy poes{alasmemoriasy las
leyendasdel Campeadorquepervivlanen la extremadura.Notemosade-
más que el ÍñigoXiménez que se le ocurrealjuglar comooportunomm-
sajao «del infantede Aragón,,ha de ser casiirremediablemenk el pode-
rososeñorde Stgovia, de Medinaali, de Sepúlveda,de Calatayud,que
se documentaentre1115y1130, en a(gúncasom compañiade un Dcha-
"ª y bien relacionadocon Alfonso el Batallador.Por má.sque todo el
Cantar desemboca en sus bodas,el poetaconfundelos nombresde lashi-
jas y lascircunstancias de los yernosdel Cid, no se atrevea ponercuerpo
a los «infankS»que nos dirlanqué «reyesd'España... sosparientesson»
(v. 3724). En cambio,le esfamilia, un personajede meno, rango,pno
que a principiosde siglose ha movidopor el mundo de lasciudades.fron-
terizas. Es, todo lo indica,que time los ojosvueltosa un pasadoheroico
y los o{dosa unas tradiciones fundamentalmentelocales.(¿Habráescu-
chadoconespecialatencióna los «cavalleros buenose ancianos»,«queal-
""'f'l'On más lascosasd'aquel tiempo,,y «cuentande lo muy anciano»,
menciotUJdos en las Partidas y en la Primera crónica general?) No tie-
M erudiciónni querencias de «entendidode letras»(v. 1290),que enton-
ca marcabantanto y tantogustabaostentar;no mientaa nadieposterior
a Alfonso Vil, «el buen Emperador»(v. 3003), y sóloporqueasoma«el
condedon Remond», su padre,el repoblador de Segoviay Ávila; poco o
ruulasabe de pleitos dinásticosy cambiosde alianzas. Los suyos, en
suffld,son unos horizontesque no van más alláde lastierrasde.frontera,
de los intereses,los idealesy los mitosde quienesbajoesecielollevanuna
vidd demasiadoásperay volcadaen otrosproblemasmás inmediatoscomo
parapreocuparse siquierade la gran políticade los ltjanos «reyesde Es-
paña»: unos hombresa quienesimportabamuchoque el Cid hubierahu-
milladoa Garda Ordóñez, perocuyastragaderas admitúinque «don El-
virae doña Sol» (anónimashastael verso2075)se sentaranen los tronos
de Nava"ª y Aragón.
Esa limitaciónde perspectivasse co"obora,por ejmaplo,consólo un
rápidovistazo al único texto romancedel sigloXII que, por cuantopa-
rece,hacesonarlos ecosde un Cantar del Cid sustancialmenteen coin-
cidenciaconel conservado.Aludo al breveLinaje de Rodrigo Díaz ...
que decían Mio Cid el Campeador, que circulóacopladoa unasg~-
Maloglasde los reyes de España instrtas en la versiónprimitiva d~I
Liber Regum, compuestoen tiemposde Sanchoel Sabio de Navarra

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ESTUDIO PRELIMINAR XXXI

(u 50- J J 94), pno cuyaprimerarefundiciónconservada se copi6en Cas-


ti&i, po,a uso ü leguleyos,tn ti siglosiguientt.La piececilla,totlavlapt-
simammte tditada, peroahoraestudiadaconaciertopor Ditgo Catalány
Qo,gfi Martín, se apartamediadocenadt veas dt su laconismohabi-
tlldl para engalanarse confrastolog{adt raigambreépicat inclusocon re-
tazos cercanlsimosa la dt nuestropoema: «fu mtsturadocon el rey tt
yssiósde su tierra»,pongamos,a un pasode «pormalosmesturm,sde tit-
"ª sodesechado»(v. 267), o bim «secombatióen Téva, conti contt dt
&r,p,lona, que avlagrandespoderes>>, tan próximo (y no s6loen lafor-
11111)a «grandesson lospoderest apriessallegándosevan... , / altanraron
a Mio Cid en Tlvar e el Pinar»(w. 967, 971). La.filtracióndt tal lm-
g,u,je en tan sucintaobritaa duraspenaspuedesignificarsino que a su re-
tl«to, le bailabanen la cabezalas tiradasdel Cantar del Cid.
Comofuera, el designiodel Linaje estádeclarado conpelosy señales.
•Rodric Dlaz ... ~, d,eytamentdel linagede Layn Calbo, qui.fue co-
pqnao de Numo &nuera, e.fueronanvosiúditts dt Castieylla»,mien-
tras «del li~ de Numo Rasueravino 'l Emptrador».De suem qut
Grma Ramlrez y Sanchoel Sabio,graciasa la sangredel Campeador
qw habla aportadoCristinaal ooar am el bastardoRamiro, purgaban
una estirpemaculaday heredabanla legitimidadde los quiméricos jueas
tk Castilla,que echabanbomSny cuentanuevaen las dinastlasde Espa-
ñd. El Linaje, as{,a mayorlustrede la impuracasade Nava"a, ornaba
con tonostpicosuruileyendacidianade lndolt más bien curialesca.
Pues bien: la letraconcuerdatn más de un caso,pero en el esp{rituno
UIMmayor contradicción conel Cantar, desdeel principiohastaelfinal.
Dtsde el principio,dertamente,Rodrigoy Jimena se pintan en el poema
comomodestos«ifaHfOnts», «jjosdalgos» de medianoestado,cuyoencum-
bramientosólose consolidaal enlazarcon «losrtyts d 'España•. Ese ca-
mino de perfeaión,ya no moraly material,sino nobiliaria,y por esomis-
""' supmnammte atractivaen la q,oca, es dt suyo uno de losfactores
tsmaaks en la conctpci6ny composid6nde la gesta. Nos hallamosante
un arqwtipo estruauralen abiertadiscrepancia conel trazadodel Linaje.
Si m el Cantar el parentescoregioes punto de llegaday proporciona al
Cid lo únicoque lefalta, en el Linaje Rodrigose equiparaen alcurniaal
E,npnador, «donaXemena»se dice ,,nietadel rey don Alfonso» (como
IISÚnismo s* la Historia Roderici), y es una hija del hboe quien trae
a los sobnanosde Nava"ª patentesde noblezaque compensanla iltgiti-
"'"'4d de Carda Ramlrez. Hasta tifinal, dtda, cuando,f,tnte al silen-
cio (y tenninus ad quem) del Cantar, el Linaje no descuidaseñalarque
1'umanadas d~l Campeadorlo llevaron«a sotma, a Sanct Per de Ca-

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XXXII FRANCISCO RICO

deyna,prob de Burgos»y, por supuesto,se detieneen prolongarla gme-


alog{ade Rodrigoy ]imena hasta ,,don Sanchode Nava"a, a qui Dios
dé vida et hondra»,no sin registra,comocumpleel matrimoniode «dona
Mariacon el contt de Ba,ralona».
Un abismode diferencias,en información,en óptica,en énfasis,sepa-
ra el Cantar de Mio Cid y el Linaje de Rodrigo Díaz, que sin em-
bargolo tiene en cuenta. Son las diferenciasque median entre los am-
bientescancillerescos
y clericales,
en las cortesy losgrandesmonasterios,y
el panoramaque abarcaun juglar de la.frontera,que tiene el punto d~
miraa rasde tierray sóloen la lejaníaentrevé,tan remotose inasequibb!s
comoel propioAlfonso VI, a ,,losreyesde España».

UNA EPOPEYA NUEVA.Hacia 1148, el Poema de Almeria abre


un paréntesisen el catálogode las huestesde Alfonso VII, para remon-
tarsedosgeneracionesatrásy celebrarlasgloriasde <<una fardida lanp2»
(v. 489), Alvar Fáñez, abuelode uno de los capitanesdel «buenEm~-
rador»:

Tempore Roldani si tertius Alvarus esset


Post Oliverum, fateor sine crimine verum,
Sub iuga Francorum fuerat gens Agarenorum
Nec socii cari iacuissent morte perempti.
Nullaque sub celo melior fuit hasta sereno.
Ipse Rodericus, Meo Cidi sepe vocatus,
De quo cantatur quod ab hostibus haud superatur,
Qui domuit Mauros, convites domuit quoque nostros,
Hunc extollebat, se laude minore ferebat.
Sed fateor verum, quod tollet milla dierum:
Meo Cidi primw fuit, Aluarus atque secundus.

'Si tn tiempode Roldán Álvar viniera


a zaga de Oliveros,estoy derto
que al yugo de losfrancosse plegaran
los moros,y los buenoscompañeros
no cayeranvenadospor la muerte:
lanza mejorno ha habidobajoel delo.
Rodrigo,aquela quitn llamanMio Cid,
de quien cantanque nuncalo vencitron,
él qut al morohumilló, y a nuestroscondes,
se ttnía a su ladopor pequeño;
mas yo os confiesola verdadptrtnnt:
Álvar segundofae, Mio Cid primero.'

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ESTUDIO PRELIMINAR XXXIII

A un doctop«ttJ y aonistd IJJtino,asl, ti Cid y Álvar Fáñez st lt ve-


,,¡.,. • las mimta luJciaJ 148comonunai los habíavisto la realidad:con-
'1atÜlosen compañaos, al igudl qut Roldón y Oliva-os,con idénticajt-
rarquia, y al arrimo, pun, dt un aml4r de la misma estirpe qut la
Chanson de Roland.
Es un oportunorecordatorio dt qut la historiadt la épicarománicats
m l,,,ma medida historiade la épialfrancesay que u"" y otra marchan
lm4Zm~ntt traslas huellasde la Chanson de Roland. Pocascertezas
"'4S t~nemos al propósito.Con los datosa mano, no podtmos demostrar
ningu,u, dt las teonassobreel origeny la evolucióndt lasgestas:es en los
plankamimtos de principio,y en particMlar en los cnttriosde verosimili-
tud y tconomía dt intap,rtación, as( como en ti m:ursoa la analog{a,
donde mcontramoslas razonespara inclinamospor uru, determinadaex-
plia,ción.
Po, ah/, 1'ihipótesis,conmucho, mejorconstruida,porquecon menos
dnnmtos da cutnta o,gániaunenttdt más indicios,"l'Untda la existen-
cú, dt """ actividadpoéticaoral en torno a la muerte de Roldán desde
los mismos días de la batallade Ronasvallts (778) o pocomás acá. Tal
actividadpoéticaaclara,por ejemplo, el htcho tn otro casoincomprensi-
ble dt que ni tl personajeni el sucesoquedaranpronto olvidados,sino,
por el contrario,que según avanzaban los tiempos estuvierancada vtz
nuís promttJ m la memoria de Francia. En los alrededoresdel año
, ooo, y probablemmtea mediddosya del sigloX, esa actividaddebióde
conoar utui importante renovaciónpor obra de un canta, que ató un
,au,,o estilo dt q,opeya (y, tn un orden dt cosasmás anecdótico,dejó
tksde el alto Loira hasta Barcdonay Sicilia una estelade Oliverosem-
pa,rjados con Roldanes en la onomásticacomún). En los últimos dece-
nios d~Isiglo XI, el cantaren cuestiónfue objetode una refundiciónex-
cq,cionalmmte valiosa y afortunada,que está tn la ,alz de todas las
vmioMs hoy conocidas,y en especial,entre 1087 y 1095, de la versión
tltl manuscritode Oxford, para la que arbitrariamente suele resm,arseen
adusi11a el título de Chanson de Roland. No hay medio de resolver
si fue más dtcisivala renovaciónde haciael año 1 ooo o bitn la refundi-
ción un siglopostnior, cuyassingularidadesquizá tienm que ver, como
sin dut:14su éxito, con la posibilidadde quefuera la primeravez que la
tralliaónp«tial rolandianase elaborabaenfonna de canta, de gesta con
,,,.. intnvenaón prominmte de la escritura.En cualquiercaso, ni si-
f'M'a tn los siglos XII y XlU, CJUJntlo son muchoslos poemasque nos
anut'2n a,mo difundidos tambiénpor esaito, újó la épicade ser un gé-
nm, p,rdonaitu,ntm,mte oral.

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XXXIV FRANCISCO RICO

Stgún un modo de vida tradicionalcon numerososparalelosen espt-


ciespoéticasde otrostiemposy palses, cadagesta exist{am un prototipo
lo suficientementeestablecomopara no cambiarde sustanciaal concrt-
tarseen una ejecuciónnormal,rutinaria,pero a la vez lo bastantefluido
y maleablecomopara aceptaren todas ellas abundantesvariacionesde
mayor o menor entidad. Son las divergenciasentre los diversosmanus-
critosde una misma canción,siemprede envergaduraincomparablmim-
te mayorque las habitualesen otrosgénerosmedievales,las que nos per-
miten entreverel alaJncede tales variaciones,pero no nos obligan, no
obstante,a conjeturarque cadatexto reflejeuna efectivaejecuciónpúbli-
ca. Que en generalesasdivergencias constituyenel trasuntoo equivalm-
te escritode una ejecuciónposible,no lafiel reproducción de ninguna, nos
lo indialn otros rasgosde los poemas conservados,comenzandopor la
propiaChanson de Roland.
As{, los códices,sean ricaspiezas de bibliotecao humild{simoscarta-
paciosdejuglar, nos remitena cadapaso a las incidenciasde la ejecución,
c.onalusionesa los oyentes,al cansanciodel cantory a la recompensaque
espera,a las interrupciones del espectáculo... Sin embargo,comocon CtJ-
racttristicaagudezaobsen,óMartin de Riquer, sólopor excepcióncabeto-
mar a la letratalesalusiones.Cuando en el Huon de Bordeaux se dice
que es horade acabar,porquese hacede noche,y se convocaa la audien-
ciapara el d{a siguiente«apresdisner,>,¿habremosde entenderque ali{,
m aquellaprecisapuesta de sol, estabapresenteun estenógrafo que copia-
bapunto porpunto laspalabrasdel rapsoda?ÚJspasajessimilaresson de-
masiadofrecuentesen las epopeyasfrancesaspara admitirque un azar de
ese tipo se repitiótantasvecescomoseríanecesario postular.
LAs indicaciones de esa índolenos dicenniás bien que, inclusocuando
se ponlanpor escrito,lasgestasse ateníanal modelode una epopeyaoral,
y no simplemente,desdeluego, en cuantoa las circunstancias previsibl~s
tn la ejecución,sino, sobretodo, en el estiloy en la disposición.(Es un
procederregulary no puede desconcertamos en absoluto.Hasta descubrir
y explotarsu propiaespecifiddad,las técnicasnuevasse iniciana menu-
do reiterando,n,ás o menosduraderamente,lospatronesde las viejas: el
katro calcalas celebraciones religiosaso las diversionescortesanasq~ lo
vm nacer,el dne tempranodescorretelonesy utiliza decoradosde teatro,
la televisiónpersisteal principioen los enfoquesde la cámarade cine... )
Porahí, pues, es llcitopetisarque las diferenciasentrelos varioscódicesde
una misma canción,inclusocuandose producenen el plano de la trans-
misión esaihl, estánfundamentalmenteconcebidassegún losparadigmas
l,ralesde una épicdtradicional.Sólo en un pniodo posterior,en el otoño

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ESTUDIO PRELIMINAR XXXV

1k Id Edad Media, impuso la escrituraun dominiomásenérgico en todos


los tamaos dt la vida y dt la literatura:y entonceslasgtstasperdieronsu
razón de ser y desaparecieron absorbidas por los otrosgb,e,os, dt la aóni-
"' a lt, ~Id, que ahoracurnpllan1Mfondones qut durantetdntossiglos
la ltabúrnanrtspondidoa tlltu.

Por rápidost incompktosque sean, lospárrafosprtttdtntes bastarán,ts-


pao, para satisfaar ti rrquisitom{nimode quien tiene que ,eftrirst a la
ddtaciónde un cantardt gesta:dtjar daro que asignartal o cual texto a
..,. dttmninado año no time sentidosi no se sustentaen una visi6nglo-
bal del nacimientoy modo de vida de la epopeyarománica.La resumida
líneasarribasuponeque un cantarerabásicamtntt«un complejode esta-
dios¡>Otticos unificadospor un conjuntocomúnde datosna"ativosfijados
tn una snit de constantes:lospersonajes,los nombresde los lugaresy las
«ci~ subyacentesa las distintasvmiones» (adaptouna definidónde
Josq,hJ. Duggan), de sume que losjuglares, que lo aprend{andt me-
""1ria, vaso por vmo, gozabanno obstantede unagran libertadpara re-
fonnularlo dentrode los márgenesdtl estilotradicionale insertarunoselt-
fflffltos o pttscindirde otros. Una cosa,pua, a lafecha dtl prototipo,y
oaa, lafecha de cadauna dt talesversiones.
El romana de la «Muertt delpr{ndpedonJuan», tal comoen mayo
.Je1900 se recogió por primeravtz en la tpot4modemay tal comoluego
1w,ro.parecido tn doanas dt variantes,quizá no contengani un octtulla-
bo igtu,l a los dt la balmlaque sobrela agonladel herederodt los Reyes
O:,tólicosse compusom 1497, peroposee un núcleoconstitutivo-la
prinasa manta, «aqueldoctorde la Pan-a»,una dtrta concatenación--
~ dd,e datarstforzosamentt cuatrocientos años atrás:las versiones,los
tatos que nos brindala recolección fold6rica,son todasde nuestrosiglo,
pao el prototipo, 'el romance',es del sigloXV. Sin neasidad de equipa-
nmtua los casosextmnos del romancero,lasgestas,en las redacciones ja-
más coinadmtes en que nos las han transmitidolos trtsdentosdoa ma-
muaitos quefonnan el corpusépicode la Romanía, son asimismoel
productode unjuego parejode diaaonlay sincron{a, de materiay Jomu,,
1 no thbtrá sorprendemosque los difertntesfactoresde aula versióndel
"""'2r patenezcan a estratosaonológicos también difermtes:stgún de
OltÍl de esosfactoteJestemoshablando--elfondo histórico,los varioslan-
ca q.« trenzan el hilo a,gummtdl, la dicciónet cetera-, lafecha de la
tMtCión podrásn uru, u otra.
En esa direaüm nos Utw justtnnenteel Cantar de Mio Cid. En al-
gunosaspectos del knguajt y la ambientación,el nuanusaitode 1207 co-

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XXXVI FRANCISCO RICO

piado en el apógrafode la BibliotecaNacionalmuestraseriosindiciosde


respondera una versiónpageñadaen la segundamitad del sigloXII, pao
la armazón de la gesta, la gran tramade personajes,lugaresy acciones,
debeponerseen la primeramitad, antesde 1148. Paraeseaño, en efeao,
el Poema de Almeria nos exigesuponerla existenciade un cantarsobre
Ruy Dlaz ningunode cuyos ingredientespresumiblesdifieresignificati-
vamentedel que conocemos ni descubrecoincidencias
mayoresconotrasre-
aeacionespoéticasde lafigura del Cid, del Carmen Campidoctoris a
las Mocedades de Rodrigo. Una elementaleconomlaexplicativa,de
acuerdocon el sabiocriteriode non multiplicanda enria praeter ne-
cessitatem, nos recomienda, por ende, entenderque se tratade una ver-
siónprimitiva del Cantar conservado.
Éste, por otraparte, según el testimoniode las prosificaciones,sólo
se alejadel Cantar que corrióen el sigloXI en unos cuantospuntos sin
excesivarelevanciaen la conformacióntotal del poema (as{, Búca,, en
vez de morira manosdel Cid, lograbarefugiarseen una barca).Podrla-
mos pensarque la persistenciade la tramacentralen las prosificacioru!S
se debe a que para ellasse emplearonmerascopiasdel códicede 1207,
peroesa eventualidadserlatan insólita,que hemosde descartarla sin re-
paros: en todo el aludido corpus tpico de la Romanía, no se conoce
ningún casoen que un manuscritoderivede otro;en cambio,las prosi-
ficacionesintroducennuevos episodiosy personajesllegadosclaramente
de refundicionesdel Cantar, que, por tanto, aun acicalándolos y ~-
centándolos,respetabanlos grandes datos argumentalesdel prototipo.
As{ las cosas,y habidacuentade que en el itinerariode una gesta las
etapas tardlascomo las corrtspondientesa las prosificaciones son tam-
bién las más proclivesa las refandidonts,la analog{anos induceahora
a sospecharque en los tres o cuatrodeceniosque, cuandomás, pueden
separarel Poema de Almeria y el texto transcritopor Per Abad tam-
poco debieronde insertarsenovedadesde muchasustancia,sino, aparte
los retoquesde menorcuant{a,adicioneso supresionesrelativamenteli-
geras. (En cualquiercaso,serlaespecialmente peligrosoconjeturarque la
unidad estruduralque hoy apreciamosimplicaunidad de composición
originaria,porqueson numerososlos ejemplosfrancesesen que la incor-
poraci6nde extensostpisodios,de hasta centenaresde versos,multarla
muramente imperceptible si no pudiéramoscotejarentres{ los distintos
remaniements de una c4nción.Como sin semejanteposibilidadtam-
pocopercibirlamos que La Celestina en veintiún actosprovienede u,w
Celestina tn dieciséis,y nos equivocar{amos al asig,uira la totalidad
de la obra, incluidaslas muchaspáginas del «antiguoauctor»y dr la

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ESTUDIO PRELIMINAR XXXVII

Comedia, laftcht1 qut dedujbarnosde los actosXI-XVIII de la Tra-


gicomedia.) N11tur11lmente, tanto antes comodespuésde 1148, la ejt-
cuciónpública supondrla multitud de mod!ficacionesde detalle y fre-
n,mtts remozamientos lingülstícos;pero el núcleofundamental dtl
Cantar debi6 dt perdurarcon nottiblefirmeza igual en el siglo XII qut
m ti siguiente.
Má.s allá de tsas conclusiones,inevitablementevagas,opino quepoco
s~puede conjeturarsobre la génesis y el des""º"º de nuestropoema.
Entrr , 148 y la muerte de Rodrigoen 1099 media un Úlpsodemasiado
cortopara prtknder que los elementoshist6ricos,inclusomenudos, que
sobmriven en el códicede la BibliotecaNacional nos conduzcana 1120
mejor que a 1140 (tn cuantoa losficticios, los modernosestudiossobre
la tradición oral nos garantizan que pueden aparece,en cualquiermo-
mmto). Entre 1207 y 1148, a su vez, tampocoes tanta la distancia
comoPª'"juzgar que la actualizaciónen materiade lenguajeo costum-
brn tuviert1que afectargravtmmte a lafisonom{aprimigeniadel Can-
tar. No hay portillopor dondediscernirel contenidode las distintasver-
siOMsque por fuerza están al fondo de nuestro manuscrito,ni menos
por donde sondearlos márgenesde innovaciónque pennítlan las reali-
zacionesoralts del prototipo.

En urui amplia persptctivade la epopeya,sin embargo,la vida tradido-


,,.¡ del Cantar del Cid, aun si nos limitamosal periodoatestiguadopor
las pros!fic«iones, llama la atend6n por la estabilidad.Es, también,
porquenos las habtmos con una gesta tard{ay anómala. Ruy Dlaz de
Viva, es ti héroemás rezagadoen la senda dt la épicaromance:ningún
otroprotagonüta de una canci6ndista tan pocodel texto que hoy sobre-
viw. Esa cncanla y las implicacionesde actualidadque ayudaba a in-
svffe,,en ti relatode sus hazañas contribuyeronsin duda a que ti poe-
ma st INneficiarade una peculiarpatente de veracidady durante largo
tiempodisuadierade alterarloconpostizos y ornamentosdemasiadofan-
tlisticos.Pero, por otro lado, la patentt en cuestiónno era mera ilusi6n
óptica:los caracteresde historicidady verismoentrabandecisivamenteen
ti designiocon que lo concibióeljuglar, no s6loporquecon ellosse le ha-
bía ofrecidola estampa del Campeadoren las timas de la extremadura,
sino igualmenteporqut al mantenerlosen la ralz del Cantar se propo-
n/a componer una epopeya nueva, mudar audazmente los patrones
11S1U1ltsdt la épiai.
P"'" 1148, los cantaresde gtsta hablanandadoen España un cami-
no nwqut s«u1',r. Dtbieron de llegamosen las inmediacionesdel año

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XXXVIII FRANCISCO RICO

1000, al calordelfldnumtt estilo épicopropagadopor la Chanson de


Roland que entoncestriunfaba,cuyo rastrose pncibt tn el menos irui-
ftrrable de los poanas castellanossurgidosde tal coyuntura,Los siete
infantes de Lara. Entre 1054 y 1076, la Nota Emiliancnsc pnttba
que los españolesestabantanfamiliarizadoscon el Cantar de Rodia-
ne comocon los del ciclode Guillenno,justamentepor los dlas m que
la más influyenterefundiciónde la gestacarolingiaabrlao estabaa pun-
to de abrir,con la renovacióndelgénero, la épocade apabulúJnttluge-
monla rolandianade qut todav{aun siglo despuéslas mozas de Ávila
se restntlanen los cowos,dtplorandoqut por todaspartessonarantdn-
to los paresde Franciay tan escasamente los bravosguerreadortsde la
.frontaa:
Cantan de Roldán,
cantan de Oliveros,
e non de <;ornquín,
que fue buen cavallero...

El juglar del Cid no era ajenoa ese talante. Tambiénél hablade aw,
un pococansadode uantasa,ncionesy paladinesde Pirineosallmde, o,
comoquieraquefuese, cavilarque vaUala pena introducirnovedadesque
quebraranlas rutinasde la epopeya.Todo en nuestroCantar marchapor
ah{, desde la matizada utilizaciónde lasfórmulas y motivosfranases
hasuael espfrituprofundoque lo anima. He notadoque lascircunstan-
ciastn que el juglar hablahechosuyos los recuerdosdel Campeadoren
el alto Duerolo llevabanpor la vla de un singularrealismo.Hay qut su-
brayarahora,por otro lado, que el propósitode innovaciónde lasguw
no le venia sólo de tales circunstancias(ni, por supuesto, de un smti-
mimto 'nocional'que no podfa tener),sino que sefundaba asimismoas
razOntSinternasde la propiatradiciónépica,contemplada,ruituralmffl-
tt, con una resueltavoluntadde originalidad.
Bn la prolongadaandadurade las canciones francesas,no faltó uru,
etapa de revisióny autocrltica.Le pelerinage de Charlcmagne, por
ejemplo,pinta al Emperadory a los doceparescomounos botaratesdel
montón, qut se enfadanpor niñerías,se enzarzan m estúpidasdisl"'tas
consu mujero se embowachanridículamente.La prise d'Orange saai a
esmu, a un Guillmno tan atra{do por las batallasde amorcomopor lds
de espaday aplicadoa ganárselasa la moraOrablecon todaslas argucias
de un avezadocortesanoy a defender frente al reysuspropiosinteresescon
un egoísmoque no le conodamos.Ah{, los diosessepaseantn Zapdtillds.
Losg,andts espaciosse truea,npor el salóny la alcoba,y los móvilesy las

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..
ESTUDIO PRELIMINAR XXXIX

conduaasst adaptanasimismoa los dtcoradosde interior.Es ti momen-


to tk la humanización.
El Pclerinagc y la Prise, comootrospotmas, no atinan a expresar
at crq,úsculode los mitossino conlasfácilts armasdt la parodiay 11,sus-
titwi6n dt un arquetipopor otro, de la epopeyaal roman courtois.
Tmnpoconuestrojuglar ignoralasmañasanálogas,si bien lasempleacon
tkgancia harto mayo,. La comicidadtime en el Cantar un papel magis-
tralmmte analizadopor DámasoAlonso en lascaricaturas del Conde dt
Baralonti o dt los infantes de Carri6n:la sal gorda apenassi asomaal
pdSO, «no hay monstruosidad alguna,no hay nada burdamentegrotescoy
qw no pueda darseen la realidadpsicol6gicanonnal». La ironlatiñe los
wbios del mismo RodrigocuandoanunciaaJimtna la llegadadel ejbdto
nua,oqu( («por casarson vuestrasfijas, adúzenvos axuvar», v. 1650),
CUdlldolt grita al ~igo qut sale huyendo: «¡Aaí toma, Bllt4r!... /
¡S.ludamos hemos amos e tajamnos amistad!» (w. 2409 y ss.) Sin ra-
yarm petimetrt, comoel Guillermode la Prise, el Cid st conducecon los
suyoscon sobriagentileza, trataa las damascon los miramientosy laga-
lantnla de un cumplido caballero(«A vós me omillo, dueñds.. . », vv.
1748 y ss.) y ni siquierale son extrañoslos efectosdtl 'amor-virtud'que
tJ. corajepara la lucha: •Créctm' el cort1f6n»,le diceaJimtn4, •porque
awtks de"1nt»(v. 1654).
Pero el humor y ti amor, que el Cid exhibe con tonalidadtspropias,
agotantn la aludidattapa de lascanciones ftanasas los rasgosque los ht-
mts de anüiño acabanpor compartircon el común de los mortales.En
í4fflbio, el Cantar, comoquedaapuntado, dibuja a todoslospersonajes,
r ankS que a ninguno al protagonista,con las más variastintas de una
mfalible humanidad. Podtmos celebrarlo,sin entra, m averiguaciones,
por las muchaspáginasdt gustosalecturaque as{nosproporciona; perolo
akbramnos todavía más si no descuidamosque tal procederequivalede
suyoa una posiciónpolémicafrente a lasgestasconsideradas en tanto poe-
sid. U,ui posiciónqut eljuglar, desdeluego,no tenla necesidadni posibi-
lul"'1de dedararen términostxplú:itos,ptro qut no putde serm4isdiáfa-
na cuando se adviertecómopmistt en volverdel revts las convenciones
Mdscmas a la epopeya.
Es bim sabido, m particular,que si una cualidadtime derechoa ser
contmrpladacomopunto tn que conve,genlos múltiplestrazos del retra-
to dt Ruy Dlaz, esa es indudablemmtela mesura,peroesa es igualmen-
~ la au,lidad que más escaseaen la épica. «Roland, héroem{tico,tkja
desbordarla damesura de su orgullosopundonor, ntgándou a pedir au-
xilio a CmlotPU1gno y sacrificandola vida dt veinte milfranceses;el Cid,

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XL FRANCISCO RICO

háot humano, aparecesiempredueño de sus más pungentespasiones.


Cuandose ve agobiadode doloral abandonarsus pal«ios de Vivarpara
saliral dtstim'o, p,onumpt tn una simpleqwja contrasus tnanigos, no
contrael rey: Jablómio Cid bien t tan mesurado:/ esto mt han ~lto
miostntmigos malos' (vv. 7 y ss.) . . . LA cólaano tst"1lajamás en su ~-
cho.Al rteibiren Valenciaa .fushijas ultrajadasy heridas,'btsándolasa
tlfflllS, tomós' de sonrisa,' (v. 2889); el gozo de verlastomar con vida a
su hogarquiereel háot que anule todasu tristeza;pide a Diosfavor y,
sin más, pasa a prepararel castigode los culpables.»Día perfectamente
Mtnffldez Pidal. Peroaqu{convienerealzarque tse tanple mesuradono
ts sólounfactorargumentalpositivo, unaf aata en la airacterizaci6n del
protagonista,sino que, elevadoal puato centralque ocupaen el marrode
un cantardegesta, se convierteineludiblementeen una actitud~tiva,
en la altica (en definitiva, 'literaria')de todoun gbaero.
En el mismosentidohablanotrosnumerososaspectosdel Cantar, mí-
nimosy máximos. Entre los últimosse cuentanlas relaciones de Rodrigo
conel rey, siemprebajoel signode la paradoja:al condenarlo,Alfonso le
abrela punta de todoslos triunfos;cuandoquieremostrarleafectocasan-
do a doña Elvira y doña Sol con los infantesde Camón, lo abocaa la
mayor de lasdesgracias. A tutrtas o a derechas,no obst4nte,el Cid man-
titnt h«ia su «señornatural»una lealtadpor encimainclusode ÚJ q~
exig{anlas leyts y la prudmciaaconsejaba.Tal posturatstaba en park
f avoreddapor la pmptctiva dtsde la cuallos hombresde laftonttra divi-
sabanal monarca.Peroquienesla olan exaltaruna y otra vez, con tdn
conattospormenoresy tantaprominenciaa lo largode la acción,malpo-
dúm no compararla conla sostenidapor los héroesque otroscantorrsno se
lu,búincansadode ensalzar,quizá en la mismaplaza: cuandoel rey los
destima o les niegajusticia, Femán González, Reinaldosde Montal-
bán, Ogitr de Dinamara,no replicancon ademanesde acatamientoy el
quinto del botín, sino combatiéndolo a sangreyfuego. El CampeadorR-
damabaa voas la etiquetade vasallorebeldeque lasgestastenlansiem-
prt a punto, y si nuestrojuglar no se la colgó,hubo de serpor meridiano
afán dt contradecirlas y porquecont4bacon que los tspectadores st sin~-
rancontinuamentetentadosa ponérselay, as(,forzadosa confrontar el tipo
y el personaje,la espedey ti individuo,elgéntro y la variación,aprtcia-
ran más la imparfigura de Ruy Díaz y los rnhitosdelpoema. Tt111 irrr-
sistibleeraesa tentación,sin tmba,go, que lospoetasde mmos genio ai-
yaon luegode hoz y coz en el clichéque el Cantar habladtsechadocon
plma deliberación y transformaron al Cid en el revoltoso,tododaplantes
y bravatas,quegalka hastamás allá del ronuinaro.

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ESTUDIO PRELIMINAR XLI

Como~, no son pocoslos casosen que la posteridaddevowi6a Ro-


drigoa los arrabalestk la trivialidadépicaorilladaen ~, Cantar. Una an-
tigua nowlería, admirablementeescrutadapor Samuel G. Armistead, lo
h«úJ hijo de una villana a quien Diego Laínezforzó cuando«llevavade
comn a su maridoal tra». Paradar a la paráboladel hboe una trayecto-
ria de ascmso más deslumbrante,losfabuladoru recuman,pues, a una
sobddatacha que la epopeyano perdonóa Roldón ni al mismísimoC111-
lornagno:la bastardía.Pero,por otrolado, tampocorenunciabanal dettr-
•inismo más primariamenteestamentaly le m:onodanla ilustreparente-
laf anweadti por la leymda de losjueces de Castilla. Entre uno y otro
tJct1ffllO, mtrt lasfolletinescasinvencionesde los coplerosal uso y las su-
pnr:hmasintnesadasde los leguleyos,nuestropoeta habladestacadoen el
Cid las sm4S del modestoinfanzón, del soldadoque st labralafortuna
con su brazo y m cuya talla extraordinariahay sitio para las emociones
cotidiaruu,para las penas y las alegríasdel padre, el maridoy el amigo.
Eran las señas que más lo aproximabanal mundo de realidadese idealts
m que eljuglar se movía, peroeranal mismo tiempolasbasesde un ma-
nifiestode vangw,rdia,enJavo, de una poes{ade la expniencia y la na-
11aalidad.
Por todaspartes volvanos a la observacióndt que partiamos:la potti-
C4J dd Cantar de Mio Cid está presididapor un propósitode aarca-
mimto al ámbito de vivenciasy referencias que a su vez iluminabanla
imagen de Rodrigoque percib{aeljuglar. Frenteal vetusto espejismode
Josq,h Bédier, que imaginabala epopeyafrancesaacunadaen las leyen-
das dtricalts del camino de Santiago (<,Aucommencementétait la rou-
u ... »), Albtrto Vawa,o ha apostilladosagazmenteque las chansons de
geste son más bien¡,«Sía de la.fronterade España: lafrontera bárbaray
fffllOta dt un país enteramentequimérico,a cuyos habitantes,ninguno
cristiano,les tocasólo elegirentrela conversióny la mutrtt. Para un ju-
.~ de la autbtticafrontera de Castilla, esoschateaux en Espagne eran
una provocación,no patriótica,desde luego, sino artística,un desafioa
arar una q,opeya nueva:unagesta cnr.ana,un estilode cantaren que el
fulgor de la t,adidón épicano cegaralos ojospara apreciarlos claroscuros
dt la realidad.
A un tral4mimto 'realista'de la gesta dtl Cid, invitabanal autor,
pua, no sólolas coordenadas de espacioy tiempoque lo acoglan,sino ade-
más un impulso de innovaciónpo~tica.As{, la historicidaddel Cantar
su,gt también de un estriao deseode patsla. Una concepciónnofabulosa
dtl rtlato,.frmte a las líbhrimasficcionesdel rtpertorioépico,obligabaa
completmlo que el pottlJ crda sabermedianteel recunoa explicaciones

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XLII FRANCISCO RICO

quefueran generalmenteaceptables, fundadas en patronesque, si no era


posiblede otro modo, los espectadores pudierancorrobora,en si mismos,
m las cosas,personase ideasque les resultaban familiares.
De ah{, entre tantas consecuencias, la aimbianteestraugiadeljuglar
para enfrmtarsecon elementosqut se le ofrecencon distintogrado de cer-
tidumbre.He esbozadoantesalgunasde las razonesque reducenla toma
militarde Valenciaa unos cuantosversosm tanto la capturade Alcocn
se extiendepor centtnares.Cabriaañadiralgunasmás que replantearan
el asuntoen nuestrocontextode ahora.Paraacaba,conotroenfoque,darr
mtjor un ejemplode la última parte del Cantar. Tras el auel ultraje a
que los infantesde Camón sometm a lashijasdel Cid, Félez Muñoz las
encumtra <<sangrientas en las camisas»,«amortecidas)>, m el robledode
Co,pes. Las reanimadándolesagua «conun sombrero... nuevoe.fresco»,
las deja a resguardoen la torrede doña Urraca,y él marchaen buscade
auxiüo a San Estebande Gonnaz, dondese tropiezacon Diego Tlllez,
«el que de Álba, Fáñez~». Diego recogea doña Elvira y doña Sol, las
alojaen Gonnaz, y alll todoslas cuidany honran «Jataque sanasson•
(vv. 2763 y ss.)
Despreocupémonos m este momento de la afrentade Corpes, los in-
fantes de Camón y las hijasdel Cid, pararepararsóloen los doscompar-
sas mencionados.Ni los archivosni lasbibliotecasmuestranrastrode nin-
gún Félez Muñoz entrelosparientesy compañerosde RodrigoDlaz: si
no ts pura invencióndeljuglar, debetratarsede alguientan insignifican-
k, que contadlsimos podríanconocerlo.Por el contrario,Diego Téllez sí
está documentadoy sí era un sujeto de importancia:gobernadorde Se-
púlveda, en cuya repoblaciónen efectointenrinoÁlvar Fáñez, debla de
tener interesesy relacionesen San Esteban, de donde el Cantar parece
hacerlooriundo. Que no se nos escapeel contraste:el personajeficticio o
desconocido de los más está bosquejadocon una exquisita verosimilitud,
mientrasel personajerealcomparece sóloal paso de una narraciónsustan-
cialmenteimaginaria,comoha de ser la afrentade Corpes.Peroesasfor-
mas deprocedera primeravista tan opuestasson de hechomanifestaciones
complementarias de una mismapoética.
Félez Muñoz se nos vuelve inolvidablegraciasa ese sombrero«nue-
vo ... e.fresco,que de Valencia·l'sac.ó»(v. 2800). Nos hacemosUM perfec-
ta composiciónde lugar.El viaje al Camón de los infanteses una visita
tk cumplido,que aconsejaestrenarprendasde calidad,y Félez Muñoz
puedepermitírselas,porqueno en baldeaumentadía a día la riqueza de
la mesnadadel Cid. Ni un instantede indecisiónhay en su gesto de lle-
na, de aguael sombrtro,peroeljuglar está al tanto de qlll el públicosi se

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PRÓLOGO

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ESTUDIO PRELIMINAR XLIII

drrá: «¡Y para colmode desastm, un buen sombreronuevoechadoa per-

~,~o
der!,.; y esa ,eflexi6n tragicómiaJfanciona,á
comoun agüerooptimista.
hay cabossueltos:la situaciónimaginariaestá delineadacon ingre-
dientes defino realismo.Diego Téllez, en cambio,carecede unafisono-
mía INculiary de cualquierdetalleque lo individualice:es sóloel nombre
que resume la verdady la sensatezde todos«losde Gonnaz». El juglar
quizá, lo eligióllevadopor la impresiónde que un hombrecon ligámenes
conAlvar Fáñez tendrlaque estarvinculadoal Cid de una o de otrama-
nna. Pero renuncióa prestarlerasgosmás espedficos,porqueestimóque
bastabacon quefuera un magnaterecordado en San Estebanpara asegu-
ra, la coloraciónveristade la escena.
Ftlez iWuñoz, de quiennadieo sóloun puñadodeb{ahabero{do,exi-
gía una elaboración poltiaJ que lo hicieraveros{mil.Diego Ttllez no la
neusitaba, porquela mua presenciade un personajecon relievehistórico
erasuficientepara reforzarartlsticammtela aparienciade verdadde la in-
trigafingida. En amboscasos,no obstante,el objetivoerael mismo:acer-
carsea la.spnspedivas delpúblico,a su mundo de realidadese ilusiones.
La historicidaddeljuglar, as{,a menudoes tambitn una técnicapoética,
un rrcursomás al serviciode un nuevo modelode epopeya.Tan nuevo,
l4n diferente, que bastarlaa aclara,que el Mio Cid sea el únicocanta,
españolque se nos ha conservado sustancialmentecompletoy en un ma-
nuscritopara él solo.•

FRANCISCO Rico

• Las presentes páginas aprovechan materiales de un libro en preparación,


El pn,nnsaglod~ l11liu,a111,atspañol4,del que hay también adelantos, entre otros
lu.gue1. en •Del Canta, dtl Cid a la E~ida: tradiciones épicas en tomo al Poema
't .-ilmma-. &lmn tk L, Real Aaidffllid Español4, LXV ( I 98 s), pp. 197-2 II, y
en •u ponu de la historiv, Brrw bibliotffil dt autom tspañolts, Barcelona, 1991 1•
pp. I .S-.28.

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