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EL AHÍ EN LA DISPOSICIÓN ANÍMICA DE HEIDEGGER

Jorge Castro Norman

201127299

¿Qué quiere decir que el Ser-ahí es su Ahí? Posiblemente esto quiera decir que
el Ser-ahí no “está dentro”, es decir que no es un sujeto. En segundo lugar, puede querer
decir que el ser del Ser-ahí no es algo que se domine a voluntad, como podría ocurrir,
quizás, con el auto-dominio del Aquí. En tercer lugar, el Ahí es espacial y no está en la
inmediatez del Aquí; en consecuencia presupone la distancia y el movimiento del
acercamiento. Así pues, al definir Heidegger al Ser-ahí como aquel ser que le va su ser,
en este sentido el Ahí se aproxima, el Ahí choca con uno. En cuarto lugar, el Ahí es
fáctico: está afuera, en un mundo. En quinto lugar, el Ahí es algo de lo cual uno se
apercibe, no es algo que uno ve surgir. En el Aquí quizás se pueda observar, en el
interior, cómo se originan las cosas y de dónde vienen; en el Ahí las cosas se
sobreponen o están antes de que uno pose su mirada en ellas. Ahora bien, que el Ahí sea
el ser del Ser-ahí sólo se puede comprender si primero se comprende, en la medida de lo
posible, el fenómeno de la disposición anímica.

¿Qué es la disposición anímica para Heidegger? Tampoco es una cuestión


sencilla. Para empezar hay que decir que para Heidegger la disposición anímica es todo
lo que tiene que ver con “sentimientos” y “afecciones” ¿Qué sentimientos y qué
afecciones? Todos y cada uno, posiblemente (aunque según el parágrafo 40 se puede
creer que la angustia es la disposición anímica más fundamental del Ser-ahí). Por otra
parte uno siempre se encuentra sintiendo algo. Así pues, la disposición anímica es el
estado más cotidiano y familiar del Ser-ahí, y en éste él se encuentra arrojado desde
siempre. Además de esto, los estados de ánimo revelan algo, abren algo. Sin embargo,
para Heidegger lo que la disposición anímica abre no puede ser aprehendido por el
conocimiento. En consecuencia tampoco es posible entender este fenómeno mediante la
causalidad. Entonces ¿Por qué ocurre la disposición afectiva? “No se sabe. El Dasein no
puede saber tales cosas, porque las posibilidades de apertura del conocimiento quedan
demasiado cortas frente al originario abrir de los estados de ánimo…” (1341).

Ahora bien ¿Qué es lo que abre la disposición anímica? La primera pista que da
Heidegger sobre este asunto es que la disposición anímica abre el Ahí en cuanto carga.
La carga tiene dos significados. Por un lado, significa el hecho de que el Ser-ahí está
arrojado en la existencia, sin saber de dónde ni por qué (la condición de arrojado del
Ser-ahí se explicará más adelante). Por el otro lado, la carga tiene el sentido de aquello
de lo que uno se hace cargo. Aquello de lo que el ser ahí se hace cargo es de sí mismo,
pero no desde la “auto-consciencia”, sino del hecho de que lo que la disposición
anímica abre tiene que ser asumido (191a). De aquí se intuye la primera definición del
Ahí: el Ser-ahí es el Ahí porque no gobierna su ser como si éste estuviera Aquí, sino
que lo asume.

Ahora bien ¿De qué modo abre la disposición anímica? Los estados de ánimo
abren el Ahí en la forma de “lo que es y lo que tiene que ser”, del factum. En este fatum
el ahí se muestra como el qué, sin embargo se desconoce su origen y su devenir (135).
Aun si fuera posible sacar a la luz mediante la introspección el de-dónde de los estados
de ánimo, no importaría; el factum que abre la disposición anímica es vital, y no
cambia ni pierde su fuerza porque se establezcan sus causas ni sus intenciones (136).
Ahora, el factum no es un dato positivo. Que “sea y que tenga que ser” no se reduce a
una evidencia apodíctica. Pero tampoco es irracional por oposición a la racionalidad de
lo que meramente esta-ahí (ibíd.). No es preciso analizar este fenómeno desde una
perspectiva reificante. Por otra parte, hay que mencionar que la actitud que el Ser-ahí
adopta necesariamente frente este factum es la aversión, el evitar lo que
irremediablemente es. Esto no contradice el hecho de que el Ser-ahí vive siempre
inmerso en la disposición anímica, sino que esta actitud pertenece a la forma misma de
la disposición anímica. Es en esta actitud de aversión donde el Ser-ahí se encuentra a sí
mismo o, si se prefiere, donde es encontrado. El Ser-ahí asume su Ahí pero no
apropiándoselo como algo que uno desea, sino acaeciéndole a uno como un fatum que
uno quiere rechazar.

Que con pareja cotidianidad el Dasein no “ceda” a tales estados de ánimo, es decir que
no se dócil a su abrir y que no se deje llevar ante lo abierto, no es una prueba en contra del dato

1
Para la citación se utilizan los números pequeños que están al margen de la edición de Trotta
fenoménico de la aperturidad afectiva del ser del Ahí en su “que” [es], sino una confirmación del
mismo. Por lo regular, el Dasein esquiva, de un modo óntico-existentivo, el ser que ha sido
abierto en el estado de ánimo; desde un punto de vista ontológico-existencial esto significa: en
eso mismo a lo que semejante estado de ánimo no se vuelve, se desvela el Dasein en su estar
entregado al Ahí. En el mismo esquivar, está abierto el Ahí. (135)

En este punto Heidegger introduce el concepto de la condición de arrojado. Por


condición de arrojado Heidegger entiende el estar siempre inmerso en la apertureidad de
la disposición anímica “Este carácter de ser del Dasein, oculto en su de-dónde y adónde,
pero claramente abierto en sí mismo, es decir, en el “que es”, es lo que llamamos la
condición de arrojado [Geworfenheit] en el Ahí” (ibíd.). Aquí además se da la noción
que el Ser-ahí en cuanto ser-en-el-mundo es el Ahí. Y esto implica que el Ser-ahí es
siempre el Ahí, pues su ser sólo es concebible estando inmerso en el mundo ¿Cómo
entender esto en el contexto de la disposición anímica? ¿No están los estados de ánimo
de alguna forma en el interior? No para Heidegger, pues afirma que la “condición de
arrojado” mienta la facticidad de la entrega a sí mismo (ibíd.). Así pues, lo que se abre
con los estados de ánimo lo hace estando entreverado al mundo. Pero ¿cómo se debe
entender esto? ¿En qué sentido los estados de ánimo traen consigo la mundicidad del
mundo? ¿Es el Ahí fundamentalmente el mundo? Una forma de aproximarse a este
fenómeno es el hecho de que la disposición anímica es condición de posibilidad del ver
en torno. En efecto, para Heidegger ningún útil puede comparecer en el mundo sin que
el Ser-ahí se sienta concernido por una determinada tarea.

El dejar comparecer de la ocupación circunspectiva tiene el carácter de un ser


concernido… Desde un punto de vista ontológico, la inservilidad, resistencia y amenaza de lo a
la mano sólo nos pueden concernir porque el estar-en en cuanto tal se halla de tal manera
determinado previamente en su estructura existencial que puede ser afectado en esta forma por
lo que comparece dentro del mundo… El temple de la disposición afectiva es el constitutivo
existencial de la apertura del Dasein al mundo. (137)

Otra forma de aproximarse al fenómeno de la facticidad de la disposición


anímica es en el sentimiento de la angustia. En la angustia el Ser-ahí se aísla de los otros
y del mundo, y ellos y éste pasan a ser insignificantes. Sin embargo en la angustia no
se destruye el mundo. La angustia consiste precisamente en que el mundo se muestra a
sí mismo como ante lo cual el Ser-ahí se angustia

La completa falta de significatividad… no significa una ausencia de mundo, sino que,


por el contrario, quiere decir que el ente intramundano es en sí mismo tan enteramente
insignificante que, en virtud de esta falta de significatividad de lo intramundano, sólo sigue
imponiéndose todavía el mundo en su mundaneidad… La nada del estar a la mano se funda en el
más originario algo: el mundo. Sin embargo, por esencia éste pertenece ontológicamente al ser
del Dasein en cuanto estar-en-el-mundo. Si, por consiguiente, la nada, es decir, el mundo en
cuanto tal, se ha mostrado como el ante-qué de la angustia, esto significa que aquello ante lo cual
la angustia se angustia es el estar-en-el-mundo mismo (187).

Por otra parte, el mundo aquí no se revela únicamente como aquello ante lo cual
el Ser-ahí se angustia sino además por lo que él se angustia.

La angustia no es sólo angustia ante…, sino que, como disposición afectiva es angustia
por… Aquello por lo que la angustia se angustia no es un determinado modo de ser ni una
posibilidad del Dasein. En efecto, la amenaza misma es indeterminada y, por consiguiente, no
puede penetrar amenazadoramente hacia este o aquel poder-ser concreto fáctico. Aquello por lo
que la angustia se angustia es el estar-en-el-mundo mismo. (ibíd.)

Como se ve aquí la angustia es fundamentalmente una disposición por y ante el


mundo. Ahora bien, ¿cabe extrapolar esto a todos los demás estados de ánimo? ¿Acaso
todo lo que revela la disposición afectiva —y con ella toda comprensión que el hombre
tiene de sí mismo— está referido de alguna forma (o más bien fundamentalmente) al
mundo? ¿Cualquier comprensión que tenga el hombre de sí es ya fáctica? De ser así el
trasfondo del Ahí se perfilaría más nítidamente. Cabe preguntar sí el Ahí es también el
Ser… en cuyo caso se tronaría aún más enigmático el concepto (ya de sí oscuro) de Da-
sein.

Después de tratar la cuestión de la facticidad de los estados de ánimo Heidegger


pasa a analizar el hecho de que el Ser-ahí se encuentra permanentemente a sí mismo en
su condición de arrojado. En la disposición anímica el Ser ahí se encuentra siempre a sí
mismo o, mejor dicho, encuentra siempre al Ahí que constituye su propio ser (pues el
Ser ahí es el ser que le va en sí mismo su propio ser). Sin embargo, él no llega a sí
mismo desde la auto-consciencia. El Ser-ahí se encuentra a sí mismo en la forma del
intentar evitarse de la aversión.

En la disposición afectiva, el Dasein ya está siempre puesto ante sí mismo, ya siempre


se ha encontrado, no en la forma de una auto-percepción, sino en la de un encontrarse
afectivamente dispuesto. Como ente que está entregado a su ser, el Dasein queda entregado
también al factum de que ya siempre ha debido encontrarse —pero en un encontrarse que, más
que un directo buscar, se origina en un huir. (135)
En consecuencia, el Ser ahí no es encontrado por la disposición anímica en un
movimiento reflexivo. Ella no surge tampoco de un estado mental o psíquico. La
disposición anímica, en cuanto que es fáctica, emerge del ser-en-el-mundo (del Ahí).

Tan poco refleja es la disposición afectiva, que sobreviene al Dasein precisamente


cuando este irreflexivamente se abandona y entrega por entero al “mundo” de la ocupación. El
estado de ánimo nos sobreviene. No viene ni de “fuera” ni de “dentro”, sino que, como forma del
estar-en-el-mundo, emerge de éste mismo. (136)

Ahora bien, que los estados de ánimo emerjan del mundo no quiere decir que lo
hagan a modo de causa-efecto. Más bien se refiere a que ellos le sobrevienen a uno en
los cuidados de la cotidianidad.

⃰⃰⃰

Con este trabajo no se pretendía dar una interpretación definitiva sobre los temas
aquí abordados. El autor confiesa su limitación a la hora de comprender a cabalidad los
planteamientos de “Ser y Tiempo” que se trataron. Más bien debe ser considerado
justamente como un intento personal de entender el difícil concepto del Ahí abierto por
la disposición anímica, a fin de que, si la fortuna le es favorable al autor, pueda
desasirse un poco de sí mismo.

 BIBLIOGRAFÍA

Heidegger, Martin. Ser y Tiempo. Editorial Trotta. Traducción Jorge Eduardo Ribera.

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