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Prehistoria Antigua de la Península Ibérica Helena Guardo Molina

Grado en Geografía e Historia Curso 2020/2021

2ª PEC. BLOQUE TEMÁTICO B


1. Realizar un resumen comparativo entre el arte rupestre y mobiliar del Paleolítico y el
Epi/Mesolítico (pospaleolítico), atendiendo a sus características generales y al reparto de
ambos en la geografía peninsular. Formular algunas hipótesis o propuestas sobre las
razones del cambio de modelos.

Con respecto a las teorías sobre el cambio del modelo del arte rupestre del Paleolítico al del
Mesolítico lo que se puede apreciar es una continuidad y transformación progresiva del arte del
Paleolítico, con más dinamismo, un mayor naturalismo y figuras más estilizadas. Se aprecia un
sentido narrativo de las composiciones y muchas veces las pinturas y el lugar en el que se ubican
tienen un cierto carácter religioso, como una especie de santuarios. No son aleatorias. El arte de
algunas zonas como el levante se ha visto como el producto de grupos de población en proceso
de aculturación.

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Prehistoria Antigua de la Península Ibérica Helena Guardo Molina
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En cuanto al arte mobiliar, es más complicado de interpretar puesto que salvo en los últimos años,
y la clasificación de estilos de Leroi Gourhan lo que suele hacerse es aplicar las mismas teorías
explicativas al arte mueble y al arte parietal como la teoría del arte por el arte, el totemismo, la
magia simpatética, el modelo dual del arte levantino, el chamanismo, las teorías estructuralistas
o el arte como medio de comunicación (Montes Gutiérrez, R. 2013: 49-55).
Los cambios que se dieron en el arte mueble están intrínsicamente relacionados con su cambio de
mentalidad. Existe un desarrollo de las escenas y las representaciones más complejas, es decir, no
hay una sustitución o un cambio drástico entre un periodo u otro, sino que lo que se produce es
una progresiva transformación1 del mismo. Cambios en la territorialidad o un sentimiento de
grupo más fuerte pudieron llevar a estas transformaciones en los temas del arte. Sobre las teorías
que conciernen a la magia o la religión, por desgracia nunca podremos estar seguros de que a
estos objetos se les atribuyeran funciones apotropaicas, mágicas o religiosas, si bien la teoría del
arte por el placer estético no es suficiente para explicar el esfuerzo, la ubicación de las
representaciones artísticas o el uso de determinados soportes.

1
El término “transformación” aquí no es sinónimo de “evolución”, puesto que un arte fuera más sencillo o anterior que otro no
significa que fuera peor, más primitivo o elemental. Ambos son interesantes y aportan mucha información sobre las poblaciones que
lo realizaron.

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2. Comentario de una lámina: correspondiente a una azagaya. Para ello se propone seguir
el siguiente esquema que aparece desglosado en la primera PEC: qué es, como se ha hecho
y para qué sirve (encuadre cronológico, cadena operativa, función). Al final realizar un
breve comentario sobre la evolución del utillaje cinegético de este homínido a partir de estos
tres útiles.
PIEZA 1. AZAGAYA
La primera pieza que tenemos que comentar es una azagaya, realizada sobre hueso o
asta de cérvido, aunque también las hay de marfil que, una vez enmangadas podrían
usarse como flechas o jabalinas. Sabemos que ya estaban documentados en el
Solutrense, aunque también podría pertenecer al Magdaleniense, donde además eran
más frecuentes las que presentan acanaladura.
Según su base parece ser una azagaya monobiselada y apuntada, ya que no presenta
hendidura. Es bicónica, ambos extremos son apuntados, siendo la zona mesial la que
presenta mayor grosor. El fuste es de sección circular. Tiene una acanaladura que
recorre la pieza de la parte distal a la proximal. Esta pieza se encajaría en un vástago
perforado, dando lugar a útiles compuestos y en la acanaladura longitudinal se podrían
insertar una laminita de dorso, adherida con resina (como la que tenemos en la figura 3, dando
como resultado un útil similar a la figura 2). Nuestra pieza no presenta decoración, sin embargo,
en el fuste, en la zona próxima a la base encontramos una serie de ranuras, trazos cortos y parece
que paralelos entre ellos, trasversales a la pieza y generalmente en la zona mesial. Estas ranuras
en otras piezas como la azagaya de Altamira (del Magdaleniense) con número de inventario en
CERES 1880/3/247 se piensa que pudieron servir para encrestar pequeños microlitos de sílex o
incluso veneno, haciendo que esta arma fuera todavía más eficaz2.
La cadena operativa de las azagayas comenzaba con la selección de la materia prima, en la mayor
parte de los casos se utilizaba asta de cérvido. Además de conseguir este material cazando los
ciervos, una vez al año estos animales mudan la cuerna (desmogue3), así que era un material de
fácil acceso. Se intentaba que el hueso o asta en cuestión tuviera una morfología lo más adecuada
posible. Para trabajar el hueso, la asta se sumergía en agua para rehidratarla y que no fuera tan
dura. Después con un buril de sílex se irían haciendo líneas longitudinales hasta conseguir extraer
una varilla. Después mediante abrasión (para desgastar la pieza) y pulido con arenisca (para darle
forma), la azagaya iba tomando forma. Finalmente se extraía la varilla (ranurado) y mediante el
enmangado se unía la azagaya al astil de madera con resina.
Si bien esta pieza no está decorada, en caso de estarlo, la técnica usada solía ser el grabado y los
motivos que se suelen encontrar en piezas como ésta son sencillos, como trazos geométricos o
signos. No tenía mucho sentido invertir tiempo en una decoración más compleja (quizás con
motivos zoomorfos) si su durabilidad era corta.
La función de la azagaya es de tipo cinegético, para la caza, por eso se engloba como útil o arma
de uso precario. Solían lanzarse con el brazo, como jabalinas o con la ayuda de un propulsor.
Algunos investigadores han relacionado la decoración de estas piezas (sobre todo las que se datan
en el Magdaleniense) con una mejor adhesión de estas al astil o como signo de propiedad y no
tanto por una cuestión de simbolismo. Por desgracia, ni los materiales del enmangado ni los astiles
de madera suelen conservarse al ser materiales perecederos, pero en muchas ocasiones con la
azagaya y las marcas de uso podemos reconstruir la cadena operativa.
Si bien existían diferentes tipos de azagayas, todas tienen unas dimensiones muy similares, los
materiales casi siempre son hueso y asta y la técnica es también prácticamente igual, como se
puede ver en la página web de Ceres (Red Digital de Colecciones de Museos de España), donde
pueden apreciarse las similitudes entre todas las azagayas del repositorio.

2
http://ceres.mcu.es/pages/Main?idt=249397&inventary=1880/3/247&table=FMUS&museum=MAN
3
http://www.centrotitobustillo.com/es/agenda/310/herramientas-de-la-prehistoria-las-azagayas-para-la-caza.html

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PIEZA 2. AZAGAYA CON HOJITAS DE DORSO INSERTADAS


En la segunda pieza lo que vemos es un fragmento de una pieza mucho más
grande (si nos fijamos en la escala), otra azagaya, como la de la pieza anterior,
pero la parte que nos interesa es la que está junto a la punta, unas hojitas
insertadas y pegadas con resina. Según la tipología de la hojita de dorso
podemos decir que es del Magdaleniense o incluso más tardía.
A diferencia de los arpones, que suelen ser por completo de un mismo material
y los dientes son por extracción o limados del mismo fuste, en nuestra pieza
podemos distinguir perfectamente entre el fuste y las hojitas. Son de materiales diferentes y las
hojitas fueron insertadas con resina en la acanaladura de la azagaya, al final del proceso de
elaboración de la pieza (el cual hemos comentado en la pieza anterior).
La hojita insertada en la azagaya está compuesta de tres fragmentos y parecen de tipo geométrico,
de segmento de círculo (recordando a la aleta dorsal de un pez). Tiene un perfil ondulado. La
función de estas hojitas era la de aumentar la letalidad del arma, en este caso, la azagaya. Ésta se
podía lanzar con la mano, como si fuera una jabalina o con un propulsor, que ayudaba a dar
potencia al lanzamiento.
Este tipo de útiles compuestos para la caza están documentadas en el Solutrense final y a
principios del Magdaleniense, siendo más común en el Magdaleniense, cuando incluso empiezan
a aparecer las azagayas con decoración.
PIEZA 3. HOJITA DE DORSO
Hojita de dorso4, posiblemente realizada en sílex. Esta pieza está íntimamente
relacionada con las otras dos, ya que esta hojita, insertada en una azagaya con
acanaladura, como la de la imagen primera darían como resultado un útil
compuesto, una flecha o una jabalina perfecta para cazar o pescar, como la pieza
segunda. En cuanto a la cronología, podría enmarcarse entre el Gravetiense hasta el
Magdaleniense.
El soporte del microlito es una hojita, de sílex y presumiblemente se ha realizado
mediante percusión directa con un percutor duro hasta conseguir la forma laminar
(aunque también podía realizarse mediante presión). Después, mediante retoque se
han truncado tanto la base como la punta, es decir, los dos extremos de la pieza.
Según la posición de la truncadura, ésta parece ser doble. También se ha realizado
un filo trasversal a lo largo de la pieza mediante retoque.
Estas laminillas, como ya hemos dicho antes, debido a su tamaño extremadamente pequeño
debían ser insertadas en las azagayas para poder ser usadas, ya que por separado resulta muy
difícil su uso. Su tamaño pequeño también favorecía la inserción en las acanaladuras de las
azagayas. Se adherían a las azagayas con resina, dando como resultado, útiles compuestos Una
vez insertadas, tenían una función cinegética, tanto para cazar como para pescar. Eran
considerados útiles o armas de uso precario, es decir que su vida era corta, lo que explica que
generalmente no estén decoradas.
CONCLUSIÓN
Estas piezas están presentes desde el Auriñaciense y el Solutrense hasta el Magdaleniense, e
incluso más tarde, pero se puede establecer una evolución formal de las piezas a lo largo del
tiempo. Los microlitos laminares (como nuestra pieza tercera) son más frecuentes desde el
Gravetiense hasta el Magdaleniense, mientras que los geométricos (como la hojita de dorso de la
pieza segunda) son más tardíos, apareciendo casi en el Neolítico.
En cuanto a las azagayas, podemos encontrarlas desde el Auriñaciense hasta el Magdaleniense
(40000-10000BP5). En el Auriñaciense lo que más se suele encontrar son las de base hendida y

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Clasificación por comparativa según la clasificación de Aura et al., y 2009: 351.
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http://ceres.mcu.es/pages/Main?idt=249397&inventary=1880/3/247&table=FMUS&museum=MAN

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azagayas losángicas, mientras que en el Gravetiense la base cambia a biselada y se encuentran las
de forma fusiforme. Durante el Solutrense las azagayas más comunes son las biseladas, fusiformes
y las que tienen la zona mesial aplanada. Finalmente, en el Magdaleniense lo que aparecen son
las azagayas con acanaladura (como nuestras piezas 1 y 2) para poder insertar microlitos (como
el de la Pieza 3) y las de base bifurcada. Las azagayas del Magdaleniense también suelen presentar
decoración.
BIBLIOGRAFÍA Y RECURSOS WEB
- Gutiérrez, R. M. (2013). Teorías interpretativas del arte mueble paleolítico. Tiempo y
sociedad, (11), 5-61.
- Tortosa, J. E. A., Pardo, J. F. J., Ripoll, M. P., Pérez, J. V. M., Puchol, O. G., Sastre, F.
J. G. T., & Avezuela, B. (2009). Epipaleolítico y Mesolítico en Andalucía Oriental
primeras notas a partir de los datos de la Cueva de Nerja (Málaga, España). In El
Mesolítico Geométrico en la Península Ibérica (pp. 343-360). Departamento de Ciencias
de la Antigüedad.
- Página Web del Centro Tito Bustillo. Acceso el 14/01 y disponible en:
http://www.centrotitobustillo.com/es/agenda/310/herramientas-de-la-prehistoria-las-
azagayas-para-la-caza.html.
- Página web de Ceres (Red Digital de Colecciones de Museos de España). Acceso el 14/01
y disponible en: http://ceres.mcu.es/pages/Main. Se han consultado los inventarios tanto
de azagayas como de hojitas de dorso.

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