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DINASTÍA TRASTÁMARA

Fue una familia de la nobleza castellana que reinó en Castilla entre 1369
- 1504 y en Aragón desde 1412 - 1516.
El fundador de la dinastía fue Enrique II a quien su padre, el rey Alfonso
XI de Castilla, le concedido el condado de Trastámara en Galicia.
Enrique II, nació en Sevilla en 1333, fruto de las relaciones de Alfonso XI
con su favorita Leonor de Guzmán. Se convirtió en rey de Castilla y de
León al vencer a su hermanastro Pedro I en 1369 y fue rey hasta 1379.
Su reinado se caracterizó por los privilegios que le concedió a la nobleza
terrateniente, en la cual se había apoyado para subir al trono.

CASTILLA
A Enrique II le sucedió en el trono castellano su hijo Juan I (1379-1390),
que intentó sin éxito someter a Portugal, reclamando los derechos al
trono de su segunda esposa Beatriz de Portugal, pero fue vencido en la
batalla de Aljubarrota (1385).
Juan I fue sucedido por su hijo Enrique III (1390-1406), casado con
Catalina de Lancaster, hija de Juan de Gante y de Constanza, hija de
Pedro I el Cruel.
A Enrique III le sucedió, siendo niño, Juan II (1405 - 1454), quien fue
padre de Enrique IV, Alfonso y de la reina Isabel, la Católica.
El sucesor de Juan II fue Enrique IV (1454-1474), pero un importante
sector de la nobleza intentó poner en el trono a su hermano el infante D.
Alfonso, que falleció en Ávila en 1465. Enrique IV fue sucedido por su
hermana Isabel I (1474-1504).
Aunque siempre se ha considerado que los últimos Trastámara fueron los
Reyes Católicos, Isabel y Fernando, la última Trastámara realmente fue la
Reina Juana I de Castilla, aunque nunca ejerció el poder.
Enrique II
Juan I
Enrique III
Juan II
Enrique IV
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MARÍA TERESA GARCÍA PARDO JUAN I DE CASTILLA
Isabel I, la Católica (1474-1504)
Juana I

ARAGÓN
La Corona de Aragón quedó vacante al morir Martín el Humano,
reclamándolo Fernando I, hermano de Enrique III de Castilla, que
accedió a la Corona de Aragón en 1412 por el Compromiso de Caspe,
localidad de Zaragoza, limítrofe con Huesca y Teruel.
En 1410 murió el rey de Aragón Martín I, conocido como “El Humano”. Al
carecer de descendientes legítimos, había demasiados candidatos que
reclamaban sus derechos y el riesgo de una guerra civil, desórdenes y
pillaje era muy habitual en la época.
Nueve hombres de leyes, tres por cada uno de los principales brazos del
Reino: Aragón, Valencia y los Condados Catalanes, se reunieron para
decidir con el diálogo y no con la fuerza quien de los candidatos debía
ocupar legítimamente el trono.
El elegido fue un infante castellano de la Casa de los Trastámara con
ascendencia aragonesa: Fernando I de Aragón, abuelo de Fernando el
Católico.
Fue sucedido por su hijo Alfonso V (1416-1458) y éste a su vez fue
sucedido por su hermano Juan II (1458-1479).
El hijo de Juan II, Fernando II "el Católico" (1479-1516) accedió al trono
al morir su padre.
Fernando I
Alfonso V
Juan II
Fernando II, el Católico (1479-1516)

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MARÍA TERESA GARCÍA PARDO JUAN I DE CASTILLA
LOS TRASTÁMARA

CASTILLA ARAGÓN

ENRIQUE II, INICIADOR DE LA


DINASTÍA TRASTÁMARA

JUAN I DE CASTILLA

ENRIQUE III DE CASTILLA FERNANDO I. EL DE


ANTEQUERA

JUAN II ALFONSO V

ENRIQUE IV JUAN II

ISABEL I. LA CATÓLICA FERNANDO II. EL CATÓLICO

JUAN I DE CASTILLA (1358 - 1390)


Épila (Zaragoza), 24.VIII.1358 – Alcalá de Henares, 9.X.1390.
Rey de Castilla y León.
Juan I de Castilla era hijo de Enrique II y de doña Juana Manuel. Nació
en Aragón, donde sus padres estaban exiliados, y se educó en la Corte
de Pedro IV, contando con la estrecha amistad de los hijos de éste, Juan,
Martín y Leonor, con la que acabaría contrayendo matrimonio.
Al ser reconocido Enrique II como rey, se convirtió en heredero. En 1370,
muerto el conde don Tello, recibió el señorío de Vizcaya, que desde
entonces quedó incorporado al patrimonio real. En condición de tal, juró
los Fueros de Vizcaya y otorgó también Fuero a Bilbao.
El 18 de junio de 1375 contrajo matrimonio con Leonor de Aragón y
ninguno de los dos renunció a los derechos que, como infantes, podían
corresponderles.

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MARÍA TERESA GARCÍA PARDO JUAN I DE CASTILLA
Al morir Enrique II, el 29 de mayo de 1379, le sucedió en el trono, y
acompañó a su padre hasta darle sepultura en la capilla de los Reyes de
la catedral de Toledo.
Alterando las costumbres castellanas, no se conformó con la
proclamación y el 25 de julio, día de Santiago, se hizo coronar en Las
Huelgas (Burgos).
Juan I y Leonor de Aragón tuvieron tres hijos: Enrique, Fernando y
Leonor.
Frente a Juan I se alzó Juan de Gante, duque de Lancaster, hijo de
Eduardo III de Inglaterra que, al contraer matrimonio con Constanza, hija
de Pedro I El Cruel, comenzó a titularse también rey de Castilla,
coincidiendo el nombre y el número.
Esto obligó al castellano a estrechar su alianza con Francia
proporcionando flotas para combatir a los ingleses. Pero este
acercamiento le obligaba también a aceptar al candidato francés,
Clemente VII, frente a Urbano VI, en el Cisma de Occidente.
El 13 de septiembre de 1382 murió la reina Leonor y Juan I se casó con
Beatriz de Portugal, llegando a ser Rey de Portugal, pero manteniendo
las dos coronas separadas.
Las bodas se celebraron con gran pompa en Badajoz los días 13 y 14 de
mayo. La novia tenía sólo diez años y tres meses. Pero se levantó acta,
que estaba capacitada para consumar matrimonio. Juan demostró gran
afecto por Beatriz y ella, cuando su marido falleció, se retiró a una vida
privada diciendo que, habiendo perdido esposo de tanta calidad, no
quería volver a casarse. La joven no tuvo hijos. Murió en Toro y allí
continúa.
El año de 1383 fue el momento culminante del reinado. Se aseguró el
comercio exterior en toda la costa hasta Flandes y la paz en el mar. En
las Cortes se comenzó a tratar de un programa de reformas que
abarcaba tres aspectos fundamentales:
 el religioso, con la disciplina del clero,
 el institucional, para mejorar las leyes y la justicia,
 el social, poniendo límite a los excesos de la nobleza.
Las protestas armadas del reino de Murcia sirvieron para que el rey
depusiera al adelantado, pasando el oficio a un miembro de la segunda
nobleza, Alfonso Yáñez Fajardo, que hizo una buena labor de gobierno.
Así se demostraron tres hechos: que el reino prefería la administración

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MARÍA TERESA GARCÍA PARDO JUAN I DE CASTILLA
por los oficiales de la Corona, que se fortalecía el poder real y que la
mediana y baja nobleza tenía, iniciaba su ascenso.
Juan I pidió a su suegro, Pedro IV El Ceremonioso de Aragón, un
ejemplar de su Ordenamiento de Casa y Corte para emplearlo como guía
en su proyecto. De ahí partía la separación del poder real en tres
sectores:
 legislativo (Cortes),
 ejecutivo (Consejo)
 judicial (Audiencia), que anuncian la tendencia del Estado moderno
y que culminarán durante la Revolución Francesa de 1789.
La noche del 22 al 23 de octubre de 1383, murió Fernando de Portugal.
Beatriz de Portugal, esposa de Juan I, se hizo cargo de la regencia. La
nobleza la odiaba y pidió a Juan I de Castilla que tomara posesión del
trono y éste, contra la opinión de sus colaboradores, se dispuso a
hacerlo. Pero Lisboa y Oporto se alzaron en armas, y proclamaron al
maestre de Juan Avis, bastardo real, como su jefe. Juan I, obligó a
Leonor a trasladarse a Castilla y trató de apoderarse de Lisboa.
Pero se declaró la peste en el campamento castellano y el monarca Juan
I, el 3 de septiembre de 1384, dio orden de retirada. Los portugueses
decidieron convocar Cortes en Coimbra y allí declarar despojados de sus
derechos por tiranía a Beatriz, eligiendo una nueva dinastía a partir de
Juan de Avis, el 6 de abril de 1385.
El nuevo rey reconoció a Urbano VI como Papa, rompiendo la unidad
hispánica, y solicitó de los ingleses el envío de fuerzas. Cuando Juan I
intentó una nueva acción fue derrotado el 15 de agosto de 1385 por los
portugueses y por los arqueros británicos.
Juan I reunió Cortes en Valladolid, reconociendo el error cometido, y
obtuvo el apoyo de su reino, entendiendo la Monarquía como una
relación estrecha entre el rey y sus súbditos.
Cuando el duque de Gerona sucedió a su padre Pedro IV en Aragón,
también subió al Trono con el nombre de Juan I. Enrique, heredero de
Castilla, contrajo matrimonio con Catalina de Lancaster, nieta de Pedro I.
Juan I decidió reformar el reino creando el Principado de Asturias para los
jóvenes esposos. Fue establecido así en las Cortes de Briviesca (Burgos)
de 1387. De este modo, el poder real se ordenaba en dos escalones, la
Corona, correspondiente al rey, y la sucesión reconocida al heredero que
iniciaba como Príncipe de Asturias su formación. Príncipe, será el título

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MARÍA TERESA GARCÍA PARDO JUAN I DE CASTILLA
máximo en la jerarquía nobiliaria, no habría en adelante más que uno, el
heredero.
Durante algunos años hubo una suspensión de hostilidades y una
situación general de paz en Occidente, permitiendo a los caballeros
trasladarse a Oriente para intentar con Segismundo, rey de Hungría,
frenar el avance turco, aunque no lo consiguieron.
Esta situación permitió un desarrollo del comercio castellano, que
comenzó a remontar las adversidades, alzándose a un primer nivel en la
economía europea. Sobre todo, hizo posible retornar al programa de
reformas iniciado en 1383.
En Briviesca (Burgos), las funciones reales quedaron definidas como un
deber hacia el reino, al que los súbditos responden con obediencia,
guardando uno y otros las “leyes, fueros, cartas, privilegios y buenos usos
y costumbres”.
Quedó reorganizada la Audiencia o Chancillería, que tendría su asiento
permanente en Valladolid, ciudad que contaba con la segunda de las
universidades del reino.
La Cancillería fue concebida como una oficina de emisión y sellado de
documentos reales y de recepción de cuantos se generan en el reino
destinados al rey, así como de su registro y conservación.
La Audiencia sólo se ocupaba de pleitos civiles, pasando los criminales y
las apelaciones al Consejo, que de este modo se escindía en dos
funciones:
 El gobierno del territorio y la administración de la justicia en nombre
del rey.
 La Mesta, organización de ganaderos, y uno de los principales
sustentos de la economía castellana, también obtuvo entonces su
regulación.
Tanto en las Cortes de Segovia de 1386, como en las de Briviesca de
1387, se afirmó el principio de la unidad religiosa en el catolicismo.
Aunque nunca quiso prescindir de sus colaboradores judíos, entre los que
se contaban médicos y escribanos de gran talla, comenzaron a
establecerse entonces algunas restricciones en la protección de que
gozaban.
Una oleada antisemita se extendió por el reino, que comenzó a preparar
grupos violentos para llevar a cabo el asalto a las juderías en 1391
aprovechando la muerte del obispo y del propio rey. Este odio, visible ya
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MARÍA TERESA GARCÍA PARDO JUAN I DE CASTILLA
en las Cortes de Palencia de 1388, no se extendía a los musulmanes,
mucho menores en número.
Tras la clausura de las Cortes, se acordó uno de los gestos más
importantes, plasmado en las instrucciones que se enviaron a la
Audiencia el 5 de marzo de 1390: se debía proceder a la restitución de
bienes a todas aquellas personas que hubieran sido privadas de ellos por
ser partidarios de Pedro I El Cruel.
Juan I fue hombre muy piadoso. El clero y las órdenes religiosas se
habían visto afectadas por la gran depresión, que redujo drásticamente el
poder adquisitivo de las rentas eclesiásticas.
El clero se vio sumido en la pobreza y coincidiendo con las Cortes de
Palencia, en octubre de 1388, se celebró una Asamblea del clero que el
cardenal legado presidió. En ella se adoptaron cuatro resoluciones:
 perseguir el concubinato, tanto de clérigos como de laicos;
 obligar a los eclesiásticos a vestir ropa adecuada;
 cuidar de que los bienes de la Iglesia no fuesen enajenados, pues
de ellos dependía su independencia,
 asegurar el aislamiento de juderías y morerías porque se
consideraba su influencia sobre los cristianos perjudicial.
Sin embargo, la labor más importante es la que se refiere a las nuevas
órdenes religiosas. Desde 1374, los Jerónimos habían comenzado su
tarea y se habían instalado en Ávila y en Toledo.
En 1389 Juan I les hizo un espléndido regalo, Guadalupe, con sus rentas
jurisdiccionales, lo que iba a permitir grandes instalaciones, incluyendo la
medicina.
En 1390, los cartujos de Scala Dei de Valencia aceptaron instalarse en
Castilla, recibiendo, una amplia chopera que se llamaría Santa María del
Paular.
En 1390 los benedictinos recibieron el castillo y los baños de Valladolid
para iniciar una reforma de la Orden llevándola a la “observancia”.
Las Cortes de Guadalajara de 1390 supusieron el balance final del
reinado. Preparando un viaje a Andalucía, Juan I se detuvo en Alcalá de
Henares para recibir la visita de unos caballeros rescatados en África,
quienes le regalaron muchas cosas.
El domingo 9 de octubre de 1390, después de misa, Juan I cabalgó hacia
su campamento por campos recién arados. Su caballo tropezó arrojando
al jinete con tal violencia que murió en el acto.
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MARÍA TERESA GARCÍA PARDO JUAN I DE CASTILLA
Le sucedió en el trono su hijo Enrique III (1390-1406), casado con
Catalina de Lancaster, hija de Juan de Gante y de Constanza de Castilla,
hija de Pedro I el Cruel.

REAL MONASTERIO DE GUADALUPE


El Real Monasterio de Santa María de Guadalupe es Patrimonio de la
Humanidad, en 1993.
Está regentada por una Comunidad de la Orden Franciscana.
El Santuario se inició a finales del siglo XIII, siendo una pequeña ermita,
pobre y humilde, custodiada en sus primeros años por el sacerdote Pedro
García (1330), a la que sustituyó la denominada segunda iglesia a finales
del siglo XIV. Alfonso XI, que cazaba por estas sierras, visitó Guadalupe
en el año 1335, contemplando el estado ruinoso de la primitiva ermita y
comenzando las gestiones para proceder a su restauración.
Se designó al cardenal Pedro Gómez Barroso como custodio,
ocupándose de tal cometido desde 1335 hasta 1341. En este tiempo se
fundó en 1337 la Puebla y por orden de Alfonso XI comenzó a construirse
el Monasterio (1340) solicitando y obteniendo para este lugar la creación
de un priorato secular y lo declaró de su real patronato.
El priorato secular, dotado con el señorío civil del prior sobre la Puebla,
estuvo dirigido por cuatro priores entre los años 1341 y 1389, finalizando
con la entrega del santuario a la Orden de San Jerónimo, que se
mantuvieron en este lugar cuatro siglos, hasta que la desamortización de
1835 puso fin a este periplo, pasando a ser parroquia secular de la
archidiócesis de Toledo, que regentaban sacerdotes diocesano hasta la
llegada de la Orden Franciscana en 1908, que es quien rige desde
entonces y hasta la actualidad el Monasterio y Santuario.
Como distinciones destacables:
 el distintivo “Real” por concesión de Alfonso XI en 1340,
 “Pontificio” por concesión de Pío XII en 1955,
 “Monumento Nacional” en 1879 y
 “Patrimonio de la Humanidad” por la UNESCO en 1993.
 la imagen de Santa María de Guadalupe ostenta el título de “Reina
de las Españas o de la Hispanidad” otorgado por Alfonso XIII en
1928 y Patrona de Extremadura” en 1907.

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MARÍA TERESA GARCÍA PARDO JUAN I DE CASTILLA
En sus siete siglos destaca su majestuosa biblioteca, sus capillas
musicales, su Scriptorium o Escribanía de libros miniados o “iluminados”,
sus talleres de bordados, de orfebrería, en sus reales hospitales, farmacia
y en todas sus obras artísticas.
El Monasterio de Guadalupe fue el principal Monasterio de la Orden
Jerónima y posee una excepcional arquitectura por su variedad de
estilos, destacando el Templo, el Claustro Mudéjar y su templete, único
en el mundo, vinculado a la historia media y moderna de España, por su
relación con los reyes Católicos.

Arquitectura. Templo gótico (Siglos XIV y XV)


La iglesia de Guadalupe ha sido edificada tres veces a lo largo de su
historia. La primitiva iglesia (extinguida en su totalidad) se hizo a finales
del siglo XIII. La segunda de estilo mudéjar fue edificada a principios del
XIV (subsiste un ábside) y la última (la actual) fue finalizada en torno a
1403.
Posee planta de cruz latina con tres naves, crucero y ábside poligonal.
Destacan sus bóvedas de crucería. La nave central se ilumina por
grandes ventanales góticos con bellas lacerías.
El Retablo mayor del templo es una obra trazada por Juan Gómez de
Mora y ejecutada por Juan Bautista Montenegro, con esculturas
de Giraldo de Merlo, Jorge Manuel Theotocópuli y Juan Muñoz. Los
lienzos son de Vicente Carducho y Eugenio Cajés, con dorados
de Gaspar Cerezo y Gonzalo Marín.
El sagrario, situado en la parte inferior del retablo, fue escritorio del rey
Felipe II, realizado en madera de cedro con aplicaciones de bronce.

Coro
El Coro alto de la iglesia dispuesto a los pies destaca por su sillería de
estilo barroco con 96 relieves. En el mismo coro se destaca la existencia
de un gran atril o facistol barroco, labrado en bronce, dos retablos
adosados a los pilares inmediatos al templo con dos lienzos grandes
atribuidos a Zurbarán y otros más pequeños de autor desconocido.

Claustro mudéjar y templete


El Claustro mudéjar de Guadalupe es uno de los mejores de su estilo,
construido entre 1389 y 1405.
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MARÍA TERESA GARCÍA PARDO JUAN I DE CASTILLA
Se compone de dos plantas de forma rectangular, con unos 40 metros de
lado, y doble número de arcos en el cuerpo alto con respecto al bajo.
Destaca en el claustro el templete realizado con barro cocido y ladrillo,
decorado con azulejos y yeserías. Corona su arquitectura una aguja con
cerámica blanca y verde, que termina en una cruz de hierro. Su autoría es
de Fray Juan de Sevilla, que probablemente fuera también del propio
claustro.
Otro templete, más recoleto se localiza frente a la puerta que conecta la
actual Hospedería con el claustro, el que existe una réplica de la fuente
del lavabo o Lavatorium, realizada en 1402 por Juan Francés y que en la
actualidad se sitúa en la Capilla de Santa Ana. Este templete es de planta
cuadrada con cuatro arcos de herradura.

Claustro mudéjar y templete


En este claustro hay lienzos de gran tamaño que nos muestran los
numerosos milagros en los que ha intervenido la Virgen, de ahí que a
este claustro también se le llama “de los milagros”. Son obra de fray Juan
de Santa María, que los pintó entre 1621 y 1623.
En este espacio se encuentran también un buen número de sepulcros,
donde destaca el realizado entre 1458 y 1460 para fray Gonzalo de

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Illescas, Obispo de Córdoba y Prior del Monasterio; también el del último
Prior secular, Don Juan Serrano.

Claustro Gótico
Denominado también claustro de la enfermería o de la botica,
actualmente utilizado dentro de las instalaciones de la Hospedería del
Monasterio, es una obra mixta, mudéjar, gótica y clásica.
Posee planta rectangular y fábrica de ladrillo, con seis arcos en los lados
este y oeste, y cinco en el lado norte. Posee tres pisos.
Los arcos son de medio punto (piso bajo), apuntados de tracería gótica
de ladrillo aplantillado y calado con rosetones y nervaturas (segunda
planta) y arcos escarzanos sobre pilares octogonales en la tercera
planta.
El claustro está coronado en los ángulos por torreones cilíndricos
rematados por chapiteles con tejas policromas de cerámica vidriada.
Destacándose cuatro ventanales con motivos mudéjares y elementos
decorativos de influjo islámico y gótico.

Claustro Gótico, Hospedería cedida por Jaime Cerezo

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Capillas del monasterio

Capilla de Santa Ana


Es la capilla que se encuentra a la entrada del templo, construida en los
primeros años del siglo XV, adornada con pinturas murales gótica-
flamencas de la misma época. Destaca el Sepulcro de los Velasco de
estilo gótico realizada por el escultor Egas Cueman.
Desde esta capilla, en el cuerpo inferior de la torre existe una fuente de
bronce o lavatorio de 1402. En esta misma capilla sorprende un relieve
gótico de la Anunciación tallado en alabastro y atribuido al mismo autor
Egas Cueman. El retablo existente posee un retablo barroco con lienzos
de Pablo de Céspedes.

Nave de Santa Paula


Es la nave que comunica la Basílica con el templo, donde destacan en su
parte superior unas pinturas murales de estilo mudéjar y una inscripción
latina en letras góticas. Destacan dos lienzos: “La Aparición de Nuestra
Señora al Pastor Gil Cordero”, barroco de Pedro José de Uceda (1737)
y “Aparición de fray Fernando Yáñez a fray Juan de Carrión”, del pintor
fray Juan de Santa María.

Real Capilla de Santa Catalina


Construcción de mediados del siglo XV, de planta cuadrada cubierta con
bóveda de crucería en la que se ubican dos retablos barrocos de Santa
Catalina y Santa Paula, de Giraldo de Merlo (Siglo XVII), además de otras
esculturas y una rica colección de siete lienzos, de tamaño mediano,
barrocas de la escuela sevillana atribuidas a fray Juan de Santa María,
pintor jerónimo del siglo XVII.

Capilla de San Gregorio


Ocupa la parte baja de la Torre del mismo nombre y en el pasadizo que
comunica el claustro mudéjar con la Capilla de Santa Catalina, después
de la Capilla de Santa Cecilia.
Destaca en este espacio el sepulcro del Prior Juan Serrano y el retablo
en honor a San Gregorio que es un conjunto de clasicismo barroco, con
dos lienzos de Pedro de Villafranca, San Gregorio Magno y Inmaculada
Concepción de María.
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Relicario o Capilla de San José
Es una de las construcciones más importantes de fines del siglo XVI.
Concebida para albergar las numerosas reliquias que el monasterio
poseía, este espacio se compone de una planta octogonal, cubierta con
cúpula iluminada con linterna y ornamentación a base de flores, ángeles
e hipogrifos al temple, de estilo barroco y escuela sevillana.
En cada casquete hay cuatro escenas de la vida de San José, que
alternan con cuatro escudos. En las ocho ventanas hay ángeles de autor
desconocido.

Bóveda del Relicario


Actualmente alberga una de las estancias museísticas del monasterio, en
la que se exponen joyas, orfebrería de mucha calidad y valor, como
la Arqueta de los Esmaltes de Juan de Segovia “El Platero” de segunda
mitad del siglo XV y la Cruz relicario atribuida al mismo autor, entre otros.

Bóveda del Relicario

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Camarín de la Virgen
Construcción barroca, denominada por algunos como “la antesala del
cielo” este espacio se configura como un espacio íntimo de estilo rococó,
de planta octogonal con dos cuerpos: el camarín propiamente dicho, de
planta central de líneas mixtas, con cúpula semiesférica abierta con
linterna y cupulín superior; y una estancia inferior denominada “Panteón”
o “Capilla de los Siete Altares” del siglo XVII.
El Camarín fue obra del maestro Francisco Rodríguez Romero, finalizado
en 1696.
Pinturas murales, esculturas y lienzos de una gran calidad y valor artístico
se dan cita en este espacio. Destacan los lienzos de Luca Giordano, las
pinturas murales de Francesco Leonardoni, las pinturas al temple de
Pedro José de Uceda, las esculturas de las ocho mujeres fuertes de la
Biblia, atribuidas a Marcelino Roldán.

Detalle del Camarín de la Virgen

La imagen de Santa María de Guadalupe y su devoción son la razón de


ser de este monasterio y santuario. Se trata de una imagen protogótica,

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fechada en el siglo XII, que sigue el tipo mariano de “Kiriotisa”, es decir
Virgen como trono del Señor.
Realizada en madera de cedro, ennegrecida. Se sienta en posición frontal
y sirve de trono al Niño, también en actitud hierática, ligeramente
inclinado.
El concepto hierático plasma algo rígido y carece de expresividad, es
señal de solemnidad y de majestuosidad.

Pabellón del capítulo y antigua librería


Se trata de dos elementos constructivos del siglo XV ubicados en el lado
suroeste del monasterio, a los pies del templo. La primera planta fue sala
capitular, dedicándose actualmente a sala de congresos y seminarios.
El piso superior, con bóvedas de crucería fue la antigua librería. El
acceso a la sala capitular se realiza por un patio pequeño (desde donde
se comienza la visita al monasterio) que se llama de la mayordomía
De la sala capitular destaca la pintura al fresco gótica, con una excelente
conservación, especialmente en la bóveda de crucería, con motivos
florales y el emblema del monasterio (el jarrón de azucenas).

Iglesia de la Santísima Trinidad


Actualmente llamada Auditorio o “iglesia Nueva”, es una construcción de
influencia americana, levantada por un descendiente directo de Colón, el
duque de Veragua y almirante de las Indias, Don Pedro Nuño Florentín
Colón, que finalizó la obra en 1736, según planos de Manuel Lara y
Churriguera.
De planta rectangular, con tres naves (la central como siempre más
elevada). En la intersección del crucero se alza una cúpula, mientras el
resto es de medio cañón con lunetos, y los laterales de aristas. En la
actualidad se usa como espacio cultural.

Museo de bordados
Se ubica en el antiguo refectorio del monasterio, frente al templete del
lavatorium y ha sido recientemente reformado para mostrar al visitante la
gran calidad de sus bordados, realizados en el taller del monasterio que
comienza su andadura a partir del año 1415.

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MARÍA TERESA GARCÍA PARDO JUAN I DE CASTILLA
Capas, tocas, mantos y un buen número de objetos estrechamente con la
liturgia o los oficios propios del monasterio, realizadas por artesanos en
los talleres del monasterio, confeccionados con telas ricas y variadas, y
con las técnicas más depuradas de la época, diversidad y estilo, además
de la inclusión de metales preciosos en su realización, destacan las
piezas de este museo.

Museo de libros miniados


Se sitúa en el claustro mudéjar, y alberga una de las mejores colecciones
de libros miniados o iluminados realizados en el scriptorium del
monasterio durante más de 300 años.
En los manuscritos ilustrados de la Edad Media, las miniaturas o
iluminaciones eran pinturas o dibujos que representaban temas de
religiosos.
Al inicio del Renacimiento, los manuscritos se ilustraron con temas civiles
y galantes. Alcanzaron gran apogeo y difusión internacional,
principalmente a través de las cortes de la nobleza europea.
A partir del siglo XVI, el auge de la imprenta resta protagonismo a este
tipo de costosas creaciones. La invención de la imprenta se atribuye al
alemán, Johannes Gutenberg en el año 1440. El último gran maestro
iluminador fue Giulio Clovio, a mediados del siglo XVI.
En los márgenes de las páginas de los manuscritos era frecuente que se
incluyeran distintos motivos ornamentales. Los más conocidos son los
dibujos que realzan las letras capitales o los que separan las columnas
de texto mediante motivos que representan arquitecturas fingidas y tallos
y hojas que se enroscan por los márgenes de las páginas.
La colección de miniados de Guadalupe consta de 107 códices, de los
cuales 97 son cantorales de gran tamaño, destacándose por su calidad
artística los realizados en la segunda mitad del siglo XV y primer tercio
del siglo XVI.
Un Cantoral o libro del coro es un manuscrito musical de gran formato
utilizado en iglesias y catedrales durante la Edad Media y el
Renacimiento. El tamaño del pergamino es muy grande para que el coro
completo pueda leer las notas musicales a distancia.
Los cantorales se situaban generalmente en los facistoles, en medio del
coro. Los niños sopranos se situaban delante y los hombres detrás. El
facistol es un atril grande donde se ponían los cantorales.

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MARÍA TERESA GARCÍA PARDO JUAN I DE CASTILLA
Su utilización empezó a decaer a partir del siglo XVI cuando la impresión
de libros fue más barata y los libros más pequeños y más fáciles de
manejar.
Un cantoral medieval era muy caro por la utilización del pergamino. Sólo
en los principales monasterios o catedrales se podían contemplar
cantorales con bellos decorados e iluminaciones.
En España destacan los Cantorales de la Catedral de Salamanca,
Catedral de Granada y Catedral de Sevilla.

Museo de pinturas y esculturas


Se sitúa también en uno de los laterales del claustro del monasterio.
Consta de un interesante fondo de pinturas y esculturas donde destacan
lienzos de El Greco, Zurbarán, Goya o Juan de Flandes.

Sacristía
Es una de las joyas arquitectónicas y artísticas del monasterio. Fue
construida entre 1638 y 1647, probablemente por el arquitecto fray
Alonso de San José, con planta rectangular de 17,65 metros de longitud
por 7,70 metros de anchura. Está cubierta con una bóveda de cañón,
dividida en cinco tramos por arcos fajones.
El conjunto de la sacristía se divide a su vez en tres elementos:
1. El pórtico, de estilo gótico del siglo XV con bóvedas de crucería,
donde se ubica una bella fuente de mármol que sirve de aguamanil
y suministro de aguas para la basílica;
2. La nave de la sacristía se concibe como una iglesia con bóvedas de
cañón y ornamentación pictórica al temple en muros y bóvedas, con
la presencia de los ocho afamados lienzos del extremeño
Francisco de Zurbarán;
3. Cierra el conjunto la capilla de San Jerónimo que se compone de
dos tramos, uno cuadrado con bóveda semiesférica y otro cubierto
por una pequeña bóveda de cañón. En ella existe un hermoso
retablo en honor al santo que le da nombre, con interesantes
pinturas al temple y otros 3 cuadros del pintor de Fuente de Cantos,
entre los cuales se encuentra el denominado “La Perla de Zurbarán”
que se refiere al lienzo “La Apoteosis de San Jerónimo” que corona
el retablo.

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Elementos exteriores
Además de las estancias interiores, el Monasterio de Guadalupe cuenta
con otros elementos arquitectónicos de gran valor artístico en los que el
mudéjar, el gótico, el renacimiento o el barroco conforman formas y
elementos característicos propios de este lugar. Destacamos las
siguientes:

Fachada principal del Santuario


Se sitúa en la zona sur del monasterio, frente a la principal de la Puebla,
la plaza de Santa María de Guadalupe, protegida por un atrio de granito.
Se extiende entre el espacio ocupado por las torres de Santa Ana y de la
Portería, construcciones góticas del siglo XV.

Detalle Portada del Monasterio de Guadalupe


De estilo gótico español, con materiales y elementos mudéjares. Fue
construido por el primer prior del monasterio fray Fernando Yáñez de
Figueroa, muerto en 1412, aunque sufrió posteriormente muchas
incorporaciones poco estéticas, hasta que finalmente, D. Luis Menéndez
Pidal, entre 1951 y 1963, le otorgó la grandiosidad, tal y como hoy la
contemplamos.

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Consta de dos cuerpos: la doble entrada del templo con réplica de las
puertas de bronce originales (éstas se encuentran en el Auditorio)
que Pablo de Colonia repujase en el siglo XIV sobre las que se elevan
dos arcos adornados con elementos góticos.
El segundo cuerpo posee dos grandes ventanales góticos con arcos
apuntados y vidrieras sobre un zócalo adornado con arquería que recorre
toda la fachada con un friso.
El rosetón gótico-mudéjar enmarcado en un cuadrado con las armas
reales de Castilla y de León, está flanqueado por dos pilastras-
contrafuertes.

Detalle Rosetón Gótico-Mudéjar

Torre de Santa Ana


Esta torre presenta en su frente dos vanos con arcos góticos apuntados.
Está rematado con una serie de almenas por sus cuatro lados que le
imprimen un recio carácter de fortaleza.

Sobre esta torre se encuentra “La Campana del rey Don Pedro” fabricada
hacia 1364 por los maestros broncistas Bernal Pérez y Alfonso

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Domínguez de Sevilla. También aloja la capilla de Santa Ana y el reloj
actual. La torre está coronada por almenas.

Torre de las campanas


Levantada en 1363, consta de cuatro cuerpos de mampostería con
sillares en las esquinas. El cuerpo que aloja el campanario tiene tres
ventanas con arco apuntado encuadradas en alfiz de ladrillo en cada
lado. En el cuerpo superior se aloja el reloj. La rematan unas almenas y
una pequeña espadaña. Se ubica en la zona este del monasterio.

Torre de las campanas

Torre de San Gregorio


Cerca de la torre de las campanas con la que se conecta mediante un
arco puente. En la primera planta se aloja la capilla de San Gregorio
próxima al claustro mudéjar; el segundo cuerpo forma parte del claustro
alto.

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Otras torres
Construidas en los Siglos XIV-XV son torres que se sitúan en los lados
norte y oeste. Una de ellas, llamada del “Chapitel bonito” está en el
ángulo noreste del claustro mudéjar; la de “Las Palomas” se sitúa en el
ángulo noroeste y hay dos torreones semicirculares, el del Norte y el del
Poniente.

BIBLIOGRAFÍA:
M. A. Ladero Quesada, Hacienda real castellana en el siglo XV, La
Laguna, Universidad, 1973;
C. Álvarez, El condado de Luna en la Baja Edad Media, León,
Universidad, 1982;
C. Olivera Serrano, Las Cortes de Castilla y León y las crisis del Reino,
1445-1474. El Registro de Cortes, Burgos, Instituto de Estudios
Castellanos, Cortes de Castilla y León, 1986;
M. D. C. Morales Muñiz, Alfonso de Ávila, rey de Castilla, Ávila, Institución
Gran Duque de Alba, 1988;
B. Netanyahu, Los orígenes de la Inquisición, Barcelona, Crítica, 1999; L.
Suárez Fernández, Enrique IV, Barcelona, Ariel, 2001.
Real Academia de la Historia
monasterioguadalupe.com

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