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TEMA 2.

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LA VESTIMENTA Y EL ADORNO PERSONAL: de las pieles a la
toga.
ESQUEMA-RESUMEN
2. La vestimenta.
2.1.- Los inicios de la costura.
2.2.- La vestimenta y adorno de los cazadores-recolectores.

2. LA VESTIMENTA
Cuando el fuego está encendido, el hombre está caliente, pero éste no
se quedaría sentado todo el día al lado del fuego, ya que al final se moriría de
hambre. Había que salir a cazar, seguir rastros, perseguir animales, tareas que
podían durar varios días, o bien buscar madera para alimentar los fuegos o
para fabricar útiles. El hombre estaba obligado a realizar diversas actividades
no sólo en verano sino también en invierno que durante la última glaciación era
duro y largo. Estas gentes vivían en la Europa del este en amplias llanuras
barridas por ventiscas glaciales y cazaban en valles nevados. En otras zonas
del continente, también estaban sometidos a condiciones rigurosas, pero no tan
extremas. Esta imagen nos recuerda a los esquimales cubiertos enteramente
con pieles aislantes del frío. Nadie puede pensar que los cazadores-
recolectores paleolíticos vivían desnudos en unas condiciones climáticas tan
adversas, por el simple hecho de que no se ha encontrado ningún vestido de
esta época. Sin embargo a pesar de carecer de pruebas concretas, poseemos
una serie de indicios indirectos que nos permiten aventurar algunas hipótesis.
Creemos que desde siempre el hombre estuvo preocupado por la parte
funcional del vestido, pero también por el aspecto y apariencia del mismo.
Desde esta remota época glacial se debía de distinguir entre la vestimenta de
trabajo o de diario, de aquellos trajes que se usaban en las grandes ocasiones
o festejos en los que se reunía toda la tribu o el clan para las celebraciones.

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Figura 1.- Reconstrucción de P. Dvorski de cómo pudieron haberse vestido los
cazadores del Paleolítico Superior.

No todo el mundo tenía derecho a vestirse con esos trajes elaborados,


sino que debían de estar reservados para personajes de alta alcurnia. Cuando
uno de estos personajes moría, se le enterraba con sus mejores galas y
actualmente, cuando la piel ha desaparecido y se ha convertido en polvo, todos
los elementos decorativos realizados con materiales más duros, prueban la
existencia de dicha vestimenta y se puede reconstruir con bastante precisión la
apariencia que tenía.

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Actualmente aquella afirmación de que el hombre cuento más peludo
más hermoso, no se puede aplicar a nuestros antepasados más próximos
como los Neandertales y los Cromañones. Hasta hace unas décadas se nos
presentaba a los neandertales como unos seres primitivos cubiertos por
abundante y espeso pelo, pero ni siquiera esta abundante pilosidad les hubiese
librado del frío. Las nuevas investigaciones sobre estas gentes hacen pensar
que su aspecto era bastante similar al nuestro, quizás más bajos y robustos,
pero en líneas generales hoy en día un neandertal pasaría desapercibido si nos
cruzáramos con él por la calle. Esto nos hace pensar que siendo esta especie
los primeros que se enfrentaron al frío glaciar, debieron de adoptar algunas
medidas respecto a su vestimenta.

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Figura 2.- Para protegerse del frío, el hombre supo aprovechar las pieles de los
distintos animales para abrigarse durante los períodos glaciares. Dibujo de
P. Dvorski.

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La etnografía comparada nos lleva hasta el extremo meridional del
continente americano, en la Patagonia austral, donde a finales del siglo XIX y
principios del XX numerosos investigaciones llevadas a cabo sobre tribus de
esta zona -indios Ona, Yahgan y Fueginos- cambiaron algunas de las ideas
preconcebidas sobre los pobladores prehistóricos del continente europeo.
Estas tribus de la Tierra del Fuego, incluso en los períodos más fríos, iban
desnudos y únicamente se cubrían con capas de pieles que llevaban anudadas
al cuello y que adaptaban a su anatomía dependiendo de donde soplase el
viento. Incluso Ch. Darwin en su viaje a bordo del Beagle en 1832 se maravilló
de las condiciones de vida primitivas de los aborígenes. Vio a hombres
desnudos surcando mares turbulentos en canoas y con temperaturas de 2º a 7º
en verano. Por la noche dormían sobre un suelo húmedo y casi congelado.
¿Cómo podían sobrevivir a los elementos? Darwin concluyo que la naturaleza,
haciendo omnipotente a la costumbre y hereditarios a sus efectos ha adaptado
a los indígenas al clima y a la producción de ese mísero país. Estudios
posteriores han revelado que el metabolismo de estos seres, era más elevado
que el del resto del género humano. En esta zona el hombre se ha adaptado de
un modo especial a un medio especial. Además al tratarse de poblaciones
asiáticas carecían de pelo corporal, con lo cual la teoría pilosa de los
neandertales se venía abajo.
Por el contrario, en el extremo opuesto del continente, las ingentes
investigaciones sobre los esquimales –fundamentalmente de los Inuit-
mostraban como se podían adaptar unas poblaciones a unas condiciones
extremas. Nuestros antepasados paleolíticos supieron adaptarse
perfectamente a las condiciones medioambientales que les tocaron vivir. Por
otra parte los numerosos indicios de costura que tenemos nos hace pensar en
unas vestimentas realmente elaboradas y apropiadas para el frío.
Es difícil precisar cuando el hombre cubrió su desnudez por primera vez.
En algún momento entre el Homo erectus y el Homo sapiens, apareció sin
duda la primera vestimenta, que seguramente surgió debido a la necesidad de
abrigarse y se inició la evolución de la moda. En este punto se plantea el
dilema sobre si los hombres inventaron la vestimenta por necesidad ya que
eran menos peludos y tenían frío o bien si fue al vestirse cuándo se produjo la
pérdida de dicha pilosidad. Por desgracia estas cuestiones nunca obtendrán
una respuesta.

2.1.- Los inicios de la costura.


La prueba palpable de la costura la hallamos en las numerosas agujas
de hueso y marfil que se han hallado en diversos yacimientos europeos y
sorprendentemente son idénticas a las que nosotros utilizamos en la
actualidad. Ha cambiado el material, ahora son de acero o de hierro, pero su
forma es la misma: una extremidad distal apuntada y en la opuesta un agujero
u ojal para pasar el hilo, fibra o tripa que se usa para unir las distintas partes de
la vestimenta.
Si bien las agujas más antiguas conocidas proceden de estaciones del
sudoeste de Francia, datadas del final del Paleolítico Superior, estos útiles se
encuentran en toda Europa. El proceso de fabricación es muy simple; sobre un
hueso largo o sobre un asta se hacían sendas estrías paralelas posiblemente
con un buril o con una lasca afilada, hasta extraer una varilla de la longitud
deseada. Después de rasparla con un raspador u hoja afilada para darle una

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forma preliminar, se pulían sobre piedra arenisca y por último se hacía el ojal
en la base. Este era el momento más crítico ya que la aguja podía romperse,
en tal caso se cortaba un poco y se volvía a hacer el agujero un poco más
abajo.

Figura 3.- En el yacimiento magdaleniense de Matutano (Villafamés, Castellón),


se han encontrado varias agujas de hueso, totalmente iguales a las que
nosotros usamos.

La aguja es un útil extraordinario ya que efectúa dos operaciones al


mismo tiempo; por un lado perfora la piel y por otro hace pasar por ese
pequeño agujero el elemento de sujeción. Por supuesto, los cazadores
paleolíticos no conocían la tela como tal –la más antigua que se conoce es del
VIIº milenio antes de Cristo- pero sí tenían un perfecto conocimiento de las
distintas posibilidades que brindaban las diferentes pieles de los animales. Por
un lado podían usar la piel curtida sin pelo y por otro las pieles con pelo, que
abrigaban mucho más. Pero la piel sin un tratamiento previo se pudría y era
maloliente. Para ello a lo largo del Paleolítico Medio y Superior se inventaron
toda una gama de instrumentos destinados al curtido de las pieles, como
pueden ser las raederas, raspadores, perforadores, cuchillos, etc., y se las
untaba con ocre para hacerlas dúctiles y resistentes.

Figura 4.- Las agujas fueron un gran invento ya que permite realizar dos
acciones a la vez: primero perforar y a continuación pasar el hilo o la fibra.
Dibujo de P. Dvorski.

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2.2.- La vestimenta y adorno de los cazadores-recolectores.
Cómo hemos visto existen pruebas materiales que servían para la
costura, ¿pero es esta una prueba fehaciente de que el hombre se vestía? ¿Y
si se vestía, que tipo de vestimenta llevaba? ¿Si no se han conservado las
pieles de los trajes, cómo podemos probar su existencia?

Figura 5.- En uno de los enterramientos de Sungir (Rusia), el esqueleto iba


cubierto por más de 3.500 perlas de marfil. El gran número de cuentas ha
permitido reconstruir la vestimenta de este individuo. Dibujo de P. Dvorski.

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Sin embargo, todas estas preguntas se pueden responder más o menos
gracias a los avances en la investigación prehistórica y en la aplicación del
método arqueológico. Cuando no se tiene una prueba directa se puede
reinterpretar por analogía o por deducción. Será difícil que alguna vez
tengamos un conocimiento completo de la vestimenta de los primeros
homínidos e incluso de los neandertales, de los que si bien contamos con
algunos restos materiales, difícilmente nos pueden dibujar con mayor exactitud
como era alguna de sus vestimentas. Pero durante el Paleolítico Superior, con
el Homo sapiens, la situación es bastante distinta. Estas gentes tenían la
costumbre de enterrar a sus congéneres con sus mejores galas, que a su vez
estaban adornados por elementos artísticos.
En el yacimiento de Sungir, en la población de Vladimir al este de
Moscú, se hallaron varias sepulturas entre las que destacan dos, cuya
descripción aparece en otro apartado de este tema. Aquí nos interesa
principalmente el ajuar que acompañaba a uno de los muertos. Se trataba de
un hombre adulto dispuesto en posición horizontal y con los brazos en los
costados. Alrededor del esqueleto los investigadores hallaron más de 3.500
perlas o cuentas de marfil de mamut. Estas cuentas por sí mismas no tienen
una importancia relevante pero asociadas al esqueleto cobran un gran interés
ya que dibujan bastante bien el vestido que llevaba el difunto. Una parte de
estas cuentas estaba dispuesta en bandas que rodeaban todo el cuerpo, una
de ellas por encima del pecho, otras tres a la altura del tórax y otras tres en la
cintura. Esto significa que este personaje llevaba una especie de túnica y dado
que no existe una interrupción en las bandas de perlas, cabe suponer que se
introduciría por la cabeza ya que no hay ninguna evidencia de cierre frontal o
posterior. Otras bandas se situaban a la altura de las caderas y en la zona de
los tobillos, como si llevase un pantalón con dos perneras. No se ha
conservado el calzado pero podemos pensar que lo debía de llevar. Pero
además en la cabeza se hallaron otras 500 cuentas de marfil dispuestas
alrededor del cráneo que debían de estar cosidas a una especie de gorro o
banda de piel que en la parte posterior, además llevaba cosidos25 incisivos de
zorro con perforación en la zona de la raíz. Por último en cada uno de los
antebrazos se hallaron 25 brazaletes de marfil de mamut.
Sin duda se trata de un traje excepcional, y más si tenemos en cuenta
que para tallar cada una de las cuentas de marfil se necesitaba casi una hora.
Otra de las conclusiones que se puede extraer del minucioso estudio del
yacimiento de Sungir, es que todas las cuentas estaban desgastadas por el
uso, es decir que posiblemente estarían cosidas en un traje anterior y
posteriormente se volvieron a coser sobre la vestimenta que llevaba este
importante personaje, que debía de ser muy querido por sus compañeros para
ser enterrado con este tesoro.
El oro, la plata y las piedras preciosas no son necesariamente los
mayores tesoros de la arqueología tal como se podría pensar, sino que los
descubrimientos más importantes son aquellos que aportan una nueva luz a la
historia de la humanidad, y sin duda la tumba de Sungir es uno de estos
hallazgos de capital importancia.
Este enterramiento ruso es una excepción respecto a lo que
normalmente se encuentra, pero también citaremos por su excepcionalidad los
hallados en la Grotta dell Caviglione en Balzi Rossi (Italia) o en la Madeleine
(Francia) que llevaba una cofia o gorra realizada con más de 200 conchas de

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gasterópodos y 22 caninos atrofiados de ciervo; cerca de la cara tenía colocada
una gran azagaya de hueso y desde la frente partía una amplia banda de 18
cm. de longitud de ocre rojo.

Figura 6.- Los cazadores paleolíticos Kostienki en las estepas de Ucrania nos
legaron esta pequeña figura femenina esculpida en marfil. A la altura del
pecho tiene una banda a modo de ornamento o detalle de la vestimenta.

La noción de moda (que no tenía el mismo significado en el Paleolítico)


ha estado ligado desde siempre a la mujer. Vamos a detenernos sobre cómo
se vestían las mujeres paleolíticas. Si nos guiamos por las estatuillas
esculpidas en piedra o hueso que conocemos bajo el nombre genérico de
venus (aunque no poseen el canon de belleza de la antigüedad clásica),
podemos afirmar que las féminas prehistóricas iban siempre desnudas. Estas
figuritas representan casi siempre a la mujer desnuda, y para ciertos
investigadores, éste es el argumento en contra de la existencia de vestimenta
en el Paleolítico. Pero en realidad es un argumento falso ya que por una parte
el artista no tenía intención de guardar para la posterioridad una imagen
etnográfica de las mujeres de la época. En realidad creemos que estas
esculturas se utilizaban como elementos cultuales en ceremonias de las que
carecemos el ritual.
Por otra parte, si las examinamos detenidamente, podemos comprobar
que a pesar de la parquedad de elementos figurativos, se pueden apreciar
ciertos detalles de vestimenta.

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Figura 7.- En Malt’a se encontro esta pequeña estatuilla cubierta de incisiones
que parecen querer representar una vestimenta que cubre desde la cabeza
hasta los pies.

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Figura 8.- Detalle del rostro de la figura de Malt’a tallada sobre marfil de mamut
y que se conserva en el Museo del Hermitage de San Petersburgo (Foto A.
Marshac).

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Empecemos por la cintura, que a veces está rodeada por una cinta
ancha o por una minifalda. Esta vestimenta está representa en bastante venus
halladas en Kostienki (Rusia) o en la llamada venus de Laussel (Francia).
Posiblemente las bandas de caracoles de mar perforados descubiertos en uno
de los esqueletos infantiles de La Grotta dei Facciuli (Italia) se corresponda con
este mismo concepto de ocultación del sexo femenino.

Figura 9.- El la Grotte du Gabillou se identificó esta figura antropomorfa que


parece ir vestida con un “anorak”.

Un rasgo que aparece con más frecuencia es la presencia de algún tipo


de tocado o gorro simple en la cabeza como en los casos de las venus de
Brassempouy (Francia) o la Willendorf (Austria) que claramente tienen
representado un adorno de este tipo.
Podemos pensar que en cabañas de reducido tamaño, con un hogar
desprendiendo calor, estas gentes se quitaran toda la ropa para tener una
mayor movilidad y evitar un gran contraste cuando saliesen al exterior.
Etnográficamente esto sucede con los esquimales que dentro de sus iglúes,
están prácticamente desnudos. La existencia de esta banda púbica nos
evidencia la existencia de un concepto abstracto como es el pudor.

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Figura 10.- Venus de Dolni Vestoniçe. Esta estatuilla, modelada en arcilla y
posteriormente cocida presenta una mujer obesa. Algunos investigadores
han querido ver en la línea horizontal de la cintura unos pantalones o
medias. Se encontró fracturada entre los restos de un hogar Pavloviense.

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Algunas estatuillas tienen todo el cuerpo cubierto por pequeños trazos o
incisiones, cuyo significado sobre si se trata de tatuajes o de una vestimenta,
todavía levanta una agria polémica. Pero el descubrimiento en los yacimientos
de Buret y Maltà, cerca del lago Baikal en Siberia, de una figura de unos 12 cm.
de longitud con todo el cuerpo, incluso la cabeza, cubierto de incisiones, hace
pensar que pueda tratarse de un vestido confeccionado a base de pieles
compuesto por un pantalón y un anorak con capucha. En ambas figuras todo el
cuerpo, salvo la cara, que aparece claramente delimitada, están cubiertos por
incisiones que no siguen las formas corporales, sino que descienden desde la
cabeza en líneas paralelas queriendo representar un abrigo de pelo largo.
Las estatuillas paleolíticas únicamente reproducen parcialmente la
apariencia de las gentes del Paleolítico, ya que su función no era realizar un
retrato fidedigno, sino como objetos rituales o mágicos. Las de la zona
siberiana y rusa son de capital importancia para conocer los inicios culturales,
sociales y la forma de vestirse de estos cazadores-recolectores.
Por otra parte las representaciones humanas del arte paleolítico no nos
aportan muchos datos sobre la vestimenta de nuestros antepasados.

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