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INDICADORES RELEVANTES
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Glejberman, D., Indicadores para la gestión de políticas sociales, CLAEH.
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atributo de ser un conjunto completo, es decir, que contemple adecuadamente
los diferentes aspectos de una realidad social compleja.
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intrafamiliar del ingreso, dado que no consideran si el ingreso efectivamente
se destina a la satisfacción de necesidades básicas o a otro tipo de consumo.
Una línea de pobreza se define como el valor monetario del ingreso que
permite clasificar a las familias u hogares como pobres o no pobres, según se
ubiquen por debajo o por encima de ese valor.
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ingresos. Mientras un hogar promedio está compuesto por tres personas, de
las cuales una es un niño o adolescente, los hogares indigentes están
compuestos, promedialmente, por más de cinco personas, de las cuales tres
son menores de 18 años. Esto explica el fenómeno de la infantilización de la
pobreza.
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pobreza o la reducción de la desigualdad es el principal objetivo. Hay políticas
preocupadas por el alivio de la pobreza, pero no con la reducción de la
desigualdad.
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d) estabilidad: los indicadores se seleccionan por representar carencias
relativamente permanentes de los hogares;
Para el Uruguay, los técnicos de la CEPAL han construido y relevado, con datos
censales, los siguientes indicados de satisfacción de necesidades básicas:
a) Calidad del agua que se utiliza para beber y cocinar. La evaluación del
grado de privación de cada hogar en esta área analiza dos dimensiones:
origen del agua (red pública o privada, pozo surgente, aljibe o
cachimba) y forma en que el hogar se abastece de la misma (lo que
permite evaluar la calidad el agua en el momento en que es utilizada
por los miembros del hogar). Aquellos hogares que acceden a agua de
red, pero que no tienen cañería dentro de la vivienda, exhiben tasas de
mortalidad infantil que duplican aquellas de los hogares con agua del
mismo origen pero que sí tienen cañería dentro de la vivienda. La
disponibilidad del agua dentro de la vivienda se asocia a mejores
condiciones de higiene.
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f) Capacidad de subsistencia de los hogares. Se considera hogares con
carencias críticas aquellos con una alta proporción de no activos y no
perceptores de ingresos, y con jefes/as con un nivel de educación lo
suficientemente bajo como para constituir una clara desventaja en
cuanto a las posibilidades de insertarse en el mercado laboral. En los
jefes menores de 45 años el no haber finalizado el ciclo de educación
primaria está fuertemente asociado a ingresos personales por debajo de
la línea de pobreza. La razón de incluir este límite de edad es que
buena parte de los mayores de 45 años se incorporaron al mercado
laboral cuando saber leer y escribir era condición suficiente para
ingresar. El indicador seleccionado para esta dimensión clasifica como
hogares con carencias críticas a aquellos con jefes de 44 años y menos
con primaria incompleta, o de 45 años y más con 0 a 2 años de
educación formal, en hogares con más de 3 personas por ocupados.
b) la alfabetización de adultos
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matriculados en cada nivel escolar por el número de niños del grupo de
edad correspondiente a ese nivel escolar.
Para el cálculo del índice se han establecido valores mínimos y máximos fijos
respecto de cada uno de los indicadores:
90-0/100-0 = 0,9
El cálculo del indice del ingreso es algo más complejo. Se utiliza el logaritmo
del ingreso, según la siguiente fórmula:
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V.5. Capital humano y capital social. Vulnerabilidad, exclusión y
marginalidad.
Noción de activos.
Hasta ahora hemos analizado las situaciones sociales críticas utilizando,
como indicadores, la medición del ingreso, y la satisfacción de necesidades
básicas. Pero tan importante como conocer la situación de pobreza, y detectar
sus carencias, es conocer con qué herramientas cuentan las personas para
salir de esa situación.
El llamado “enfoque de activos y vulnerabilidad” (assets vulnerability
approach), desarrollado por Caroline Moser, se basa en las investigaciones
empíricas sobre las respuestas de los hogares y las personas, en situaciones
de pobreza, y examina el desarrollo de las múltiples estrategias que éstos
ponen en funcionamiento ante situaciones de crisis.
En este enfoque, los activos sociales de un hogar son el conjunto de
recursos que en una instancia dada pueden ser movilizados en busca de
mejoras en el bienestar o de evitar caídas en el bienestar de un hogar. Estos
activos pueden ser de los más variados, como propiedades, ahorros, créditos,
pertenencia a organizaciones de ayuda mutua, hasta elementos tales como el
tiempo, o la capacidad de movilidad geográfica. Este enfoque es relevante
para el diseño de políticas sociales, porque es tan importante observar, no
sólo las carencias, sino también los activos que poseen las personas en
situación de pobreza, de forma de desarrollar herramientas de análisis que
mejoren la capacidad de intervención, promoviendo las oportunidades y
removiendo obstáculos a las rutas de salida de la pobreza.
Una clasificación simple propondría tres tipos de activos básicos:
i) Capital físico y financiero.
ii) Capital humano. Su uso fundamental se encuentra en el acceso al empleo o
autoempleo remunerado, lo cual constituye una fuente adicional de múltiples
tipos de activos.
iii) Capital social (redes de reciprocidad, confianza, contactos y acceso a
información). Permiten acceder a mejores empleos, a ayuda en situaciones de
emergencia, al crédito, al uso de otra vivienda cuando se carece de la propia,
etc.
El capital social.
Robert Putman, precursor de los análisis del capital social, lo define
como aquellos “rasgos de la organización social como confianza, normas y
redes que pueden mejorar la eficiencia de la sociedad facilitando acciones
coordinadas”. En su estudio sobre las disimilitudes entre Italia del Norte e
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Italia del Sur concluye que, fundamentalmente, están conformadas por el
grado de confianza existente entre los actores sociales, las normas de
comportamiento cívico practicadas y el nivel de asociatividad. Estos
elementos evidencian la riqueza y la fortaleza del tejido social interno. La
confianza, por ejemplo, actúa como “ahorrador de conflictos potenciales”,
favoreciendo la cooperación y el intercambio. Las actitudes positivas en
materia de comportamiento cívico, que van desde cuidar los espacios públicos
hasta el pago de los impuestos, contribuyen al bienestar general. La
existencia de altos niveles de asociacionismo indica que es una sociedad con
capacidades para actuar cooperativamente, armar redes, sinergias de todo
orden. Este conjunto de factores tendría, según las observaciones de Putnam,
mayor presencia y profundidad en Italia del Norte en relación con Italia del
Sur y habría desempeñado un papel definitorio en el desarrollo económico, la
calidad del gobierno, la estabilidad política y otras áreas2.
Para otro de los precursores del concepto, James Coleman, el capital
social se presenta tanto en el plano individual como en el colectivo. En el
primero, tiene que ver con el grado de integración social de un individuo y su
red de contactos sociales; implica relaciones, expectativas de reciprocidad y
comportamientos confiables; mejora la efectividad privada, pero también es
un bien colectivo3. Para Kenneth Newton, el capital social puede ser visto
como un fenómeno subjetivo, compuesto de valores y actitudes que influyen
en el tipo de relaciones entre las personas. Incluye confianza, normas de
reciprocidad, actitudes y valores que ayudan a las personas a trascender
relaciones conflictivas y competitivas para conformar relaciones de
cooperación y ayuda mutua.
El capital social puede ser reducido o destruido. Moser advierte sobre la
vulnerabilidad de la población pobre, en este aspecto, frente a las crisis
económicas. En cuanto a ellas, resalta: “Mientras que los hogares con
suficientes recursos mantienen relaciones recíprocas, aquellos que enfrentan
la crisis se retiran de tales relaciones ante su imposibilidad de cumplir con sus
obligaciones”4.
Estructuras de oportunidades
Las estructuras de oportunidades se definen como probabilidades de
acceso a bienes, a servicios, o al desempeño de actividades. El término
“estructura” alude al hecho de que las rutas al bienestar están estrechamente
vinculadas entre sí, de modo que el acceso a determinados bienes, servicios o
2
Putnam, R., Para hacer que la democracia funcione, Caracas, 1994.
3
Coleman, J., Foundations of social theory, Harvard University, 1990.
4
Moser, C., The asset vulnerability framework: reassessing urban poverty reduction strategies, en World
Development, vol 26, n. 1, pp. 1-19.
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actividades provee recursos que facilitan a su vez el acceso a otras
oportunidades.
La vulnerabilidad es la incapacidad de las personas o los hogares de
aprovechar las oportunidades, disponibles en distintos ámbitos
socioeconómicos, para mejorar su situación de bienestar o impedir su
deterioro. Las personas o los hogares que tienen mayor capacidad para
aprovechar sus oportunidades son menos vulnerables frente a los riesgos. En
caso de enfrentar crisis o problemas, tienen mayores posibilidades de pasar
por ellas sin que su situación social se vuelva más frágil.
Desde el punto de vista de las políticas, las estructuras de
oportunidades que importan son aquellas que permiten establecer o
restablecer la autoestima, la confianza en las propias capacidades, una mínima
esperanza en el progreso y sobre esa base, el fortalecimiento de las
instituciones primarias como la familia, y las instituciones sociales. La
marginalidad o exclusión es resistente a la acción de las políticas sociales,
porque quienes se encuentran en tal situación han desistido de invertir en los
esfuerzos que demanda la incorporación a las vías sociales para el
mejoramiento del nivel de vida. Las iniciativas de asistencia social, chocan
con la consolidación de ciertos contenidos mentales: una visión
desesperanzada, la ausencia de la asociación de esfuerzos con logros y el
convencimiento que con los activos que poseen no hay posible integración a la
sociedad.
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enfoque destaca que es importante observar el complejo y diversificado
conjunto de activos que se ponen en funcionamiento, mejorando la
intervención mediante el aprovechamiento de dichos activos, con políticas que
hagan posible extraer sus capacidades, y que remuevan obstáculos. Es mejor
estimular las estrategias y soluciones con que los individuos y grupos
responden a las condiciones de privación, que hacerlo mediante instrumentos
que responden a lógicas técnicas pero que minimizan, erosionan o bloquean
los mecanismos que operan naturalmente en la trama social.
Por otra parte, la política social tiene un mayor efecto cuando es capaz de
afectar positivamente en el largo plazo la generación de activos de individuos
y familias, cuando estimula el encadenamiento positivo entre activos y en
definitiva, cuando contribuye a disminuir la vulnerabilidad social, quebrando
los círculos viciosos de la pobreza.
Por ej., la creación de nuevos barrios, para proporcionar vivienda a las familias
de los asentamientos irregulares, puede obstaculizar o destruir fuentes de
recursos que éstas tenían en su localización original. Antes de proceder a la
relocalización, es necesario evaluar los activos que las familias pobres
movilizan en su ubicación actual.
3) Cuanto más sólida sea la familia como capital social básico y unidad de
referencia de los individuos, mejores serían los resultados de cualquier
estrategia de intervención. Son indispensables objetivos de promoción social
y empoderamiento en los programas sociales enfocados a la familia.
4) La importancia dada a la noción de capital social lleva a valorizar las
dinámicas sociales específicas en diferentes niveles y a identificar cómo los
programas sociales pueden contribuir para fomentarlas.
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marginalización requiere abordajes integrales en su definición, y horizontales o
transversales en su gestión.
La exclusión puede ser analizada en distintos ámbitos, y relacionarse con
los factores de la exclusión:
- Exclusión económica: causada o intensificada por la pobreza y la
dependencia crónica de prestaciones asistenciales;
- Exclusión laboral: causada o intensificada por el desempleo, el
subempleo o la inestabilidad ocupacional;
- Exclusión formativa: causada o intensificada por la no escolarización, el
fracaso escolar y el abandono, el analfabetismo o escaso capital
formativo, o el analfabetismo digital;
- Exclusión socio-sanitaria: causada o intensificada por discapacidades o
dependencias, vicios o enfermedades generadoras de exclusión;
- Exclusión urbano-territorial: falta de vivienda, vivienda precaria,
hacinamiento, espacio urbano degradado.
- Exclusión relacional: desestructuración e inestabilidad familiar,
monoparentalidad, violencia doméstica, escasez de redes sociales.
- Exclusión política o de ciudadanía: falta de acceso o insuficiencia de la
protección social, falta de acceso al ejercicio de los derechos políticos.
La exclusión de las relaciones sociales puede conducir a otras privaciones,
como la exclusión de la posibilidad de acceder a un empleo o recibir crédito, lo
que a su vez, puede conducir a la desnutrición o la carencia de vivienda. La
exclusión social puede ser, tanto una parte constitutiva de la privación de
capacidades como una causa instrumental de otras diversas privaciones.
A. Sen, al analizar el concepto de exclusión, señala que la real importancia
de esta idea radica en el énfasis sobre el rol de las características relacionales
en la privación de capacidades y en la experiencia de la pobreza. En qué
medida un proceso denominado “exclusión” juega un papel significativo en la
generación de otras privaciones.
Ser excluido puede ser, algunas veces, una privación en sí misma. Por
ejemplo, no poder relacionarse con otros y tomar parte en la vida de la
comunidad puede empobrecer directamente la vida de una persona.
Por otro lado, hay privaciones relacionales que no afectan la vida en sí misma,
sino en cuando conducen a resultados desfavorables. Por ejemplo, no acceder
al crédito no empobrece la vida en sí misma, pero puede conducir a otras
privaciones graves, como la imposibilidad de generar ingresos.
El caso más notorio de exclusión social que tiene efectos prolongados,
es el del desempleo estructural. Los efectos perversos del desempleo no se
limitan a la pérdida de ingresos, hay otras pérdidas que pueden ser mejor
comprendidas con el enfoque de la exclusión. Algunos de los efectos del
desempleo son:
a) pérdida de productividad;
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b) pérdida de habilidades;
c) pérdida de oportunidades de participar en la vida de la comunidad;
d) daño psicológico;
e) pérdida de vinculaciones sociales;
f) pérdida de motivación;
g) debilitamiento de los valores sociales.
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Kaztman, R. – Retamoso, A., Efectos de la segregación urbana sobre la educación en Montevideo, en
Revista de la CEPAL, N° 91, abril 2007.
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a) La eficacia normativa. Hay expectativas recíprocas, entre los miembros de
una comunidad, que regulan y controlan las conductas que podrían poner en
riesgo la convivencia civilizada. El resultado es la confianza y la solidaridad
entre los vecinos. La ineficacia normativa genera desconfianzas e
inseguridades que bloquean el capital social. Activa mecanismos de deserción
de quienes cuentan con recursos hacia barrios más seguros.
b) La composición social del vecindario y la exposición a modelos de conducta.
Las posibilidades de éxito de una microempresa familiar está asociada con la
capacidad de consumo de los vecinos. Los servicios tendrán más
probabilidades de prosperar en un barrio rico que en uno pobre. Pero hay
también un aspecto más sutil, y es el contacto con personas que por haber
alcanzado logros sociales significativos, proveen modelos de comportamiento.
Alientan la creencia de que efectivamente hay una estructura de
oportunidades abierta a todos aquellos que están dispuestos a hacer el
esfuerzo para transitar las vías institucionalizadas de la educación, el trabajo,
etc.
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