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MÓDULO 5 | Radiología torácica

PRO-RADIO Año 2.
Experto en Radiología
Cardiotorácica

5.1
y Radiología Vascular
e Intervencionista Técnicas de imagen y
anatomía radiológica

B. Cabeza

CONTENIDOS

TÉCNICAS DE IMAGEN
• Radiografía de tórax
• Tomografía computarizada
• Resonancia magnética
• Tomografía por emisión de positrones
• Ecografía

ANATOMÍA RADIOLÓGICA
• Tráquea y árbol bronquial
• Vasos pulmonares
• Hilios pulmonares
• Parénquima pulmonar
• Mediastino
• Pleura
• Diafragma
• Pared torácica

CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA

OBJETIVOS DE APRENDIZAJE

El objetivo de esta unidad es resumir las bases y principales indicaciones de las técnicas de ima-
gen utilizadas para estudiar el tórax y mostrar la anatomía radiológica normal, cuyo conocimiento
es fundamental para detectar la patología.

TÉCNICAS DE IMAGEN
Radiografía de tórax

La radiografía de tórax (RT) es la primera técnica de imagen que se debe realizar en pacientes con
sintomatología torácica. También se utiliza de forma rutinaria en la valoración preoperatoria de pacientes
asintomáticos, aunque debería restringirse su uso a aquellos de edad avanzada, con antecedentes
cardiopulmonares o en cirugías de alto riesgo.

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Tema 1:  Técnicas de imagen y anatomía radiológica

La exploración estándar incluye una proyección posteroanterior (PA) y una lateral izquierda (Fig.  5.1‑1),
esta última es importante porque hasta un 25 % del parénquima pulmonar queda oculto en la PA por el
mediastino y el diafragma.

A B

Figura 5.1-1. (A) Radiografía de tórax. Proyección PA. Se identifican la columna aérea traqueal (t) y los bronquios prin-
cipales derecho (d) e izquierdo (i), así como el bronquio intermediario (it), medial a la arteria interlobar (flecha grue-
sa blanca). Se delimita la banda paratraqueal derecha (flecha larga negra), que caudalmente acaba en la opacidad
ovalada correspondiente a la ácigos (cabeza de flecha blanca). El borde derecho de la silueta cardiaca corresponde a
la aurícula derecha (flecha gruesa negra). En el contorno mediastínico izquierdo se identifican, de craneal a caudal, la
línea de la arteria subclavia izquierda (flecha blanca hueca), el botón aórtico (flecha curva blanca), la arteria pulmo-
nar principal (flecha blanca larga) y el ventrículo izquierdo (punta de flecha blanca). La flecha blanca corta señala la
ventana aortopulmonar. Se visualizan el receso pleuroacigoesofágico (flechas negras cortas) y la interfase de la aor-
ta torácica descendente (puntas de flecha negras). La flecha curva negra señala el «signo del gemelo», formado por
un bronquio y la arteria acompañante cortados de través, con calibre similar. El hemidiafragma derecho (HD) es más
alto que el izquierdo (hi) en la mayoría de los sujetos. La línea del músculo esternocleidomastoideo (ECM) se funde con
la sombra que acompaña a la clavícula. Pliegue axilar (ax). (B) Proyección lateral. Columna aérea traqueal (t), y círcu-
los radiotransparentes correspondientes al bronquio del lóbulo superior derecho (flecha negra gruesa) y el del bron-
quio principal izquierdo-lóbulo superior izquierdo (flecha negra fina). Se identifica la línea vertical fina correspondien-
te a la pared posterior del bronquio intermediario (flecha blanca). Arteria pulmonar derecha (d) y arteria pulmonar
izquierda (i) con forma de arco sobre el bronquio principal izquierdo. Ventana aortopulmonar (asterisco negro). El bor-
de posterior de la silueta cardiaca corresponde al ventrículo izquierdo (flecha blanca gruesa). Línea de la cava inferior
(puntas de flecha blancas). Línea retroesternal (puntas de flecha negras). El asterisco blanco indica el espacio claro
retroesternal. Líneas de las escápulas (e).

Se obtienen en bipedestación, bien centradas (equidistancia de los extremos de las clavículas a las
apófisis espinosas) y en máxima inspiración suspendida (en la PA deben verse al menos seis arcos costales
anteriores por encima del diafragma), a una distancia foco-película de 2 metros. Se realizan con alto
kilovoltaje (120-140 KvP), con una rejilla para reducir la radiación dispersa. Con esos kilovoltajes se
logra que el hueso no se vea muy denso, penetrar bien el mediastino y valorar el pulmón retrocardíaco
y subdiafragmático, a expensas de detectar peor el calcio de las lesiones y las estructuras óseas. Si no es
posible la bipedestación, se obtiene la RT en supino, anteroposterior, en la que el corazón y las estructuras
anteriores aparecen magnificadas.
La proyección lordótica es anteroposterior, se realiza angulando el tubo hacia arriba 30°, o colocando
al paciente hacia atrás con la columna hiperextendida, con lo que las estructuras anteriores, como las
clavículas, se proyectan más altas que los arcos costales posteriores; está indicada para aclarar dudas
sobre las lesiones de los vértices pulmonares (porque evita la superposición de las clavículas) (Fig. 5.1-2)
o la patología del lóbulo medio o la língula. Las RT en espiración facilitan la detección de neumotórax
pequeños y de atrapamiento aéreo.
Otras proyecciones, como las oblicuas o los decúbitos laterales para ver pequeños derrames
pleurales, se realizan cada vez menos, son sustituidas por la tomografía computarizada (TC) o la ecografía,
respectivamente.

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A B C

Figura 5.1-2. Utilidad de la proyección lordótica. (A) En la radiografía de tórax PA se observa una opacidad nodular super-
puesta al arco anterior de la primera costilla. (B) En la proyección lordótica la primera costilla se desplaza cranealmente y
se confirma que hay un nódulo pulmonar en el lóbulo superior derecho. (C) Corte de TC a la altura de los lóbulos superio-
res que muestra un nódulo espiculado correspondiente a una neoplasia primaria de pulmón.

El principal avance en las últimas décadas ha sido el desarrollo de la radiografía digital, con imágenes
de calidad comparable o superior a las de la radiografía convencional, transferibles a estaciones de
PACS (del inglés Picture archiving and computer storage, archivo de imágenes y almacenamiento en
ordenadores) donde se pueden modificar (zoom, contraste…). Hay dos tipos de radiografía digital:
indirecta (CR o computed radiography) y directa (DR o direct radiography). En la CR se utilizan chasis
con placas de fósforo fotoestimulable reutilizables, con un intervalo de exposiciones más amplio que
la radiografía convencional, lo que reduce la necesidad de repeticiones por fallo en la exposición
(especialmente útil en radiografías portátiles). En la radiografía digital directa se usan detectores de panel
plano (flat panel) que, al ser expuestos a los rayos X, los convierten directamente en señal eléctrica,
obteniéndose la imagen digital en segundos. Los programas como los de detección asistida por ordenador
(CAD) o de eliminación de estructuras óseas pueden aplicarse a la radiología digital para facilitar la
detección de lesiones.

Tomografía computarizada

La introducción en 1989 de la técnica de la tomografía computarizada (TC) helicoidal, en la que las


imágenes se adquieren durante la rotación continua del tubo mientras se desplaza la mesa con el paciente,
permitió acortar el tiempo de exploración comparado con los primeros equipos de TC de adquisición
secuencial. En la siguiente década aparecieron los equipos de TC multicorte, con un número creciente de
filas de detectores (desde las 4 iniciales a las 16 y 64 de los equipos más extendidos o los últimos modelos
con 320 filas de detectores), que permiten adquirir simultáneamente gran número de secciones con un
tiempo de rotación del tubo inferior muy inferior a 1 s.

Gracias a la importante reducción del tiempo de adquisición es posible estudiar el tórax en una apnea de
pocos segundos, sin artefactos respiratorios y con cortes submilimétricos sin espacios entre ellos, con lo
que se consigue una alta resolución espacial en el plano axial y en las reconstrucciones multiplanares y 3D,
y estudios vasculares de calidad tras la administración de contraste intravenoso. A ello hay que añadir la
elevada resolución de contraste de la técnica.

Otro avance disponible en la última década es la tomografía computarizada de energía dual, que se basa
en la diferente atenuación de algunos elementos, por ejemplo el yodo o el calcio, a 80 kV a 140 kV. Con los
algoritmos de posproceso se pueden obtener imágenes con vóxeles que solo contengan los materiales que
nos interesan. Una posible aplicación es generar un mapa de yodo para después sustraerlo de las imágenes,
obteniendo un estudio sin contraste a partir de uno con contraste sin necesidad de hacer dos adquisiciones,
con la consiguiente reducción de la dosis de radiación. Se puede aplicar en el estudio de nódulo pulmonar,
para detectar con una sola adquisición la captación de contraste yodado y la presencia de calcio.

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Para reducir la dosis de radiación en la TC multicorte es importante seleccionar protocolos adecuados


de adquisición (ajuste del kilovoltaje, el espesor de corte, el pitch) y utilizar modulación automática de la
corriente del tubo. Las técnicas de reconstrucción iterativa permiten reducir la dosis que recibe el paciente
y el ruido de las imágenes.
Las imágenes de la TC se reconstruyen con ventana de mediastino (nivel en torno a +40 UH, ancho de
ventana 350 UH) (Fig. 5.1-3) y pulmón (nivel -600 UH, ancho de ventana 1000-1600 UH), con algoritmo
estándar para el mediastino y de alta resolución espacial para el pulmón. Se pueden aplicar distintas
técnicas de posprocesado de las imágenes: reconstrucciones multiplanares, de máxima intensidad (MIP), de
mínima intensidad (minIP), reconstrucciones 3D, imágenes de endoscopia virtual (Fig. 5.1-4). Hay métodos
de TC cuantitativos, como el análisis densitométrico, que permiten obtener histogramas de la atenuación
y calcular áreas del pulmón con píxeles con un valor de atenuación predeterminado (por ejemplo umbral
de -950 o -900 UH para la detección de enfisema). Se pueden utilizar programas de detección automática,
por ejemplo en la detección de nódulos pulmonares.

A B C

D E F

G H I

Figura 5.1-3. Anatomía normal en cortes axiales de TC con ventana de mediastino. T, tráquea ; E, esófago; VSD, vena sub-
clavia derecha; VSI, vena subclavia izquierda; ASD, arteria subclavia derecha; ASI, arteria subclavia izquierda ; ACD, arte-
ria carótida derecha; ACI, arteria carótida izquierda; VBD, vena braquiocefálica derecha; VBI, vena braquiocefálica izquier-
da; VCS, vena cava superior; Az, ácigos; Ao, aorta; APP, arteria pulmonar principal; APD, arteria pulmonar derecha; API,
arteria pulmonar izquierda; BPI, bronquio principal izquierdo; BI, bronquio intermediario; BLSI, bronquio del lóbulo supe-
rior izquierdo; AII, arteria interlobar izquierda; VPSI, vena pulmonar superior izquierda; VPSD, vena pulmonar superior de-
recha; OAD, orejuela auricular derecha; OAI, orejuela auricular izquierda; VPSI, vena pulmonar superior izquierda; AID, ar-
teria interlobar derecha; BLID, bronquio del lóbulo inferior derecho; BLII, bronquio del lóbulo inferior izquierdo; AI,
aurícula izquierda; AD, aurícula derecha, VD, ventrículo derecho; VI, ventrículo izquierdo; VPID, vena pulmonar inferior de-
recha, VPII, vena pulmonar inferior izquierda; VCI, vena cava inferior; SC, seno coronario; H, hígado; Es, estómago; B, bazo;
d, diafragma. El asterisco en E señala un receso pericárdico, que no debe confundirse con una adenopatía. Se señalan los
principales músculos de la pared torácica: RM, redondo mayor; SE, subescapular: ie, infraespinoso; PM, pectoral mayor;
pm, pectoral menor; t, trapecio; sa, serrato anterior; da, dorsal ancho; RM, romboides mayor.

La TC se realiza en muchos casos para completar el estudio de anomalías detectadas en la RT, aunque
en otras ocasiones se busca patología no visible en la placa simple. Sus principales indicaciones se recogen
en la tabla 5.1-1.

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A B C

Figura 5.1-4. Reconstrucciones de proyección de la mínima intensidad (minIP) (A), representación del volumen (volume ren-
dering) (B) y de broncoscopia virtual (C). Se aprecia como variante anatómica un bronquio traqueal, que nace de la parte
distal de la tráquea y se dirige al LSD.

TABLA 5.1-1.  Indicaciones de la TC torácica


•  aracterización y seguimiento de nódulo pulmonar
C
• Cribado y estadificación de cáncer de pulmón
• Estudio de extensión de neoplasias extratorácicas
• Síndrome paraneoplásico
• Hemoptisis
• Ensanchamiento mediastínico o aumento hiliar en la Rx de tórax
• Enfermedades pulmonares intersticiales
• Fiebre en paciente inmunodeprimido con Rx de tórax normal
• Síndrome aórtico agudo
• Sospecha de tromboembolia pulmonar
• Traumatismo torácico
• Enfermedades de la vía aérea
• Lesiones de la pleura y la pared torácica
• Miastenia gravis

Resonancia magnética

La resonancia magnética (RM) es útil para valorar patología mediastínica, cardiovascular y de la pared torácica.

Sus puntos fuertes son la alta resolución de contraste entre tejidos blandos, su sensibilidad al flujo
sanguíneo, su capacidad multiplanar, la ausencia de radiación ionizante y el poder utilizarse en pacientes
con alergia a los contrastes yodados. Aunque tradicionalmente se ha considerado una técnica limitada para
el estudio de la patología pulmonar, por la baja densidad protónica del pulmón normal y los artefactos de
susceptibilidad magnética causados por las interfases entre el aire (90 %) y los tejidos, los avances técnicos
con gradientes más potentes y el desarrollo de secuencias más rápidas han ampliado sus indicaciones en
ese campo, incluyendo la estadificación de neoplasias pulmonares.
Los estudios suelen realizarse con antena de cuerpo e incluyen secuencias rápidas (eco de gradiente
EG, turbo spin echo) potenciadas en T1 y T2. Estas secuencias rápidas, las técnicas de adquisición en
paralelo y el ajuste del tamaño de la matriz son estrategias para permitir una adquisición rápida, mejor en
una apnea, con el fin de minimizar los artefactos por movimiento. Las secuencias STIR (short tau inversión
recovery) son útiles para valorar la pared torácica y detectar adenopatías mediastínicas. Las secuencias
potenciadas en difusión se añaden cuando se emplea la RM en la estadificación del cáncer de pulmón,
y pueden ayudar a delimitar una masa en el seno de una atelectasia. Las secuencias angiográficas eco
de gradiente 3D T1 con gadolinio se utilizan para valorar la patología vascular del mediastino. Se han
desarrollado secuencias de muy alta resolución temporal (time-resolved MR angiography), como TRICKS o

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TWIST, que permiten obtener imágenes de alta resolución espacial a medida que pasa el bolo de contraste,
y pueden ser de utilidad, por ejemplo, para el diagnóstico de tromboembolia pulmonar. Las secuencias
EG con precesión libre del estado estacionario (SSFP) ofrecen imágenes del árbol vascular sin necesidad
de contraste intravenoso.
En la tabla 5.1-2 se recogen las principales indicaciones de la RM torácica (excluyendo las cardíacas)
(Fig. 5.1-5).

TABLA 5.1-2.  Indicaciones de la RM torácica


• Tumor de Pancoast
• Masas del mediastino posterior
• Quistes mediastínicos (diferenciación con lesiones sólidas)
• Lesiones de la pared torácica, columna vertebral y plexo braquial
• Patología aórtica y de grandes vasos mediastínicos (especialmente si hay contraindicación a contraste yodado)
• Patología del diafragma

A B

Figura 5.1-5. RM de quiste broncogénico. (A) Imagen axial potenciada en T1 en la que se ve una lesión mediastínica paraaór-
tica izquierda, hiperintensa con respecto al músculo y al líquido cefalorraquídeo. (B) En la imagen potenciada en T2 la le-
sión es homogéneamente hiperintensa. En la cirugía correspondió a un quiste broncogénico. Es frecuente la hiperintensi-
dad de señal en T1 por contenido mucoide o proteináceo.

Tomografía por emisión de positrones

La tomografía por emisión de positrones (PET) con 2-[18F]-fluorodeoxiglucosa (F18-FDG) se basa en el


incremento del metabolismo en las células neoplásicas, con lo que aumenta su consumo de FDG, análogo
de la glucosa que no puede seguir la vía metabólica de esta y se acumula en el interior celular. La actividad
metabólica puede valorarse cualitativamente o semicuantitativamente, mediante el SUV (standard uptake
value), que refleja la avidez del tejido por FDG. La relativamente baja resolución espacial del PET puede
superarse con la fusión con imágenes de TC, que se utilizan para corrección de la atenuación y que, gracias
a su mayor resolución espacial, permiten localizar mejor las captaciones patológicas en el PET. Los equipos
duales de PET-TC ofrecen imágenes fusionadas, eliminando las diferencias en la posición del paciente y
limitando los problemas de desalineación debidos a movimientos.

Hay falsos negativos del PET debidos a lesiones neoplásicas de pequeño tamaño (<  1  cm) o bajo grado
de malignidad, y falsos positivos por captaciones en lesiones inflamatorias o infecciosas, por lo que si
los resultados positivos van a conllevar un cambio en la estadificación de una neoplasia hay que obtener
confirmación anatomopatológica.

Las principales indicaciones de esta técnica son: estudio de nódulo pulmonar > 1 cm, estadificación
de neoplasias pulmonares y hematológicas, búsqueda de neoplasia de origen desconocido, planificación

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de la radioterapia, monitorización de tratamiento de quimioterapia y radioterapia y detección de recidivas


(Fig. 5.1-6). Además de las indicaciones oncológicas, se está utilizando de forma creciente en el estudio de
procesos inflamatorios e infecciosos, como el diagnóstico y seguimiento de aortitis y endocarditis sobre
válvulas protésicas.
Los avances técnicos en los últimos años han hecho posible también fusionar el PET con las imágenes
de RM, y hay ya disponibles equipos híbridos de PET/RM. Algunos estudios muestran un rendimiento
comparable del PET/RM y el PET/TC en la estadificación del cáncer de pulmón, pero su utilización no está
generalizada en la práctica clínica.

A B C

Figura 5.1-6. (A) Imagen axial de TC con contraste de un estudio de PET-TC que muestra una masa en la pared torácica en
un paciente con antecedentes de carcinoma epidermoide de pulmón intervenido 6 meses antes. (B) En la imagen de fusión
del PET-TC se aprecia captación de FDG en la masa. (C) Se realizó ecografía de la pared torácica para guiar la biopsia de la
masa, con el diagnóstico de recidiva del carcinoma epidermoide. Las flechas blancas señalan los arcos costales.

Ecografía

Las estructuras óseas de la caja torácica y el aire del pulmón constituyen barreras para el estudio ecográfico.
No obstante, en los últimos años se ha asistido a un incremento en el empleo de esta técnica, favorecido
por la ausencia de radiaciones ionizantes, la adquisición de imágenes en tiempo real y la disponibilidad
de equipos portátiles.

Se utiliza para el diagnóstico de patología de la pared torácica, de la pleura (confirmación y caracterización


de derrames pleurales) e incluso de la periferia del parénquima pulmonar, del mediastino superior y de la
movilidad diafragmática, y como guía de procedimientos intervencionistas (Fig. 5.1-6C). Tiene un papel cada
vez mayor en el diagnóstico y seguimiento de las neumonías, no solo en la población pediátrica, sino también
en adultos, y en las unidades de cuidados intensivos para diagnóstico y seguimiento de neumotórax y del
edema intersticial/distrés respiratorio.

Se utilizan sondas convexas de 2-5 MHz y transductores lineales de alta resolución, y 7,5-10 MHz para
valorar las estructuras más superficiales. El Doppler puede ayudar a distinguir engrosamientos pleurales de
derrames pleurales pequeños y para evitar lesionar vasos en el curso de procedimientos intervencionistas.

ANATOMÍA RADIOLÓGICA

Tráquea y árbol bronquial

La tráquea es la parte de la vía aérea comprendida entre el cartílago cricoides y la carina, de 10-12 cm
de longitud, con un segmento cervical de unos 2-4 cm y otro más largo intratorácico, situado en la línea
media del mediastino, por delante del esófago. Es una estructura tubular, con un diámetro transversal
de 21-25 mm y anteroposterior de 21-23 mm (límite inferior de 10-13 mm), y sus dos tercios anteriores

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están constituidos por cartílagos, mientras que la parte posterior es membranosa. Su morfología varía
con la respiración, es más redondeada en inspiración, mientras que en espiración disminuye su diámetro
anteroposterior. Se bifurca en dos bronquios principales, derecho e izquierdo (bronquios de 1ª generación),
a la altura de la carina, con un ángulo variable, habitualmente de 60-70°.
Los bronquios principales se dividen en ramas lobares (de 2ª generación), para los diferentes lóbulos en
que se dividen los pulmones. El bronquio principal derecho da un bronquio lobar superior, del que nacen
las ramas segmentarias apical (1), posterior (2) y anterior (3), y se continúa con el bronquio intermediario.
De este salen el bronquio del lóbulo medio, que da las ramas segmentarias lateral (4) y medial (5), y el
del lóbulo inferior, que da en primer lugar la rama para el segmento apical (6) y luego los bronquios
segmentarios de la pirámide basal: medial (7), anterior (8), lateral (9) y posterior (10). El bronquio principal
izquierdo se divide en dos bronquios lobares, superior e inferior. El primero suele bifurcarse en una rama
superior, de la que nacen los bronquios segmentarios apicoposterior (1+2) y anterior (3); y otra inferior o
lingular, con las divisiones superior (4) e inferior (5). El bronquio lobar inferior izquierdo da las mismas
ramas segmentarias que el derecho, con la salvedad de que suele haber un bronquio común anteromedial
(7+8).
Los bronquios segmentarios (de 3ª generación) se dividen en subsegmentarios (4ª generación), de
los que nacen los bronquiolos (ya sin cartílago en su pared), que se ramifican dicotómicamente en otros
progresivamente más delgados. Los bronquiolos terminales son la última división (16ª generación) que
participa en la conducción aérea. La siguiente generación son los bronquiolos respiratorios, que constituyen
la transición con la vía aérea de intercambio gaseoso, constituida por los conductos alveolares, sacos
alveolares y alvéolos (23ª generación, la última).
En la radiografía de tórax PA (Fig. 5.1-1A) se identifican la columna aérea traqueal, la carina, los
bronquios principales y, a menudo, el bronquio intermediario, medial a la arteria interlobar. En la
proyección lateral, también se ve la columna área traqueal, delimitada por la banda traqueal posterior
o la traqueoesofágica. Otros bronquios que pueden identificarse en la proyección lateral son el lobar
superior, el principal izquierdo y la pared posterior del bronquio intermediario (véase más adelante, Hilios
pulmonares). Los bronquios intrapulmonares no se ven en la radiografía de tórax por contener aire, estar
rodeados del aire pulmonar y tener una pared fina.
La anatomía de la vía aérea y su relación con las estructuras mediastínicas e hiliares se delimitan mejor
con la TC (también con RM), que permite hacer reconstrucciones multiplanares, las cuales muestran la
tráquea y los bronquios en toda su longitud, y tridimensionales (volumétricas y de endoscopia virtual). En
la TC se pueden identificar generaciones bronquiales con un calibre de hasta 1,5 mm, correspondientes a
bronquiolos de 8ª generación.

En condiciones normales, no deben identificarse bronquios a menos de 2 cm de la pleura, por su pared fina
y su reducido calibre.

Vasos pulmonares
La arteria pulmonar principal nace del ventrículo derecho a la altura de la válvula pulmonar y se dirige
craneal, posterior y hacia la izquierda dentro del mediastino. Su diámetro máximo en cortes axiales de TC
es de 29 mm. Se divide intrapericárdicamente en las ramas derecha e izquierda. La derecha, más larga,
pasa por detrás de la aorta ascendente y de la vena cava superior y por delante del bronquio principal
derecho, y da una rama superior (tronco anterior) y otra interlobar, anterolateral al bronquio intermediario,
de la que nacen después las ramas arteriales para el lóbulo medio y el lóbulo inferior. La arteria pulmonar
izquierda es craneal al bronquio principal izquierdo, da ramas variables para el lóbulo superior, y se
continúa caudalmente con una arteria interlobar o descendente posterior, que da ramas a la língula y el
lóbulo inferior. Las ramificaciones de las arterias lobares siguen a las de los bronquios correspondientes,
aunque hay muchas variantes.

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La relación entre el diámetro de los bronquios y las ramas arteriales pulmonares acompañantes (índice
broncoarterial) es de alrededor de 1 (por encima de 1,5 se considera dilatación bronquial).

Con TC de alta resolución, las ramas arteriales más pequeñas que se identifican son las que acompañan a
los bronquiolos de 16ª generación, en el centro del lobulillo pulmonar secundario (véase más adelante).
Las venas pulmonares tienen una distribución más variable que las arterias. Las venas pulmonares
superiores derecha e izquierda recogen la sangre de los lóbulos superiores y tienen un trayecto oblicuo
hacia el mediastino, con drenaje en la parte alta de la aurícula izquierda por debajo y delante de las
arterias. Las venas pulmonares inferiores derecha e izquierda drenan los lóbulos inferiores y tienen un
trayecto más horizontal que las superiores hacia la aurícula izquierda.

En la radiografía de tórax, los vasos pulmonares arteriales y venosos son imágenes tubulares ramificadas de
densidad agua, que disminuyen de calibre desde los hilios hacia la periferia, y desde las bases a los vértices
pulmonares en las radiografías en bipedestación, por efecto de la gravedad.

Las venas pulmonares son más anchas que las arterias y en los lóbulos inferiores se distinguen por su
trayecto más horizontal.

Hilios pulmonares

Los hilios pulmonares se sitúan en la cara mediastínica de los pulmones, y en ellos se localizan los bronquios,
vasos sistémicos y pulmonares, linfáticos y nervios que pasan entre los pulmones y el mediastino.

En la radiografía de tórax PA son estructuras de densidad agua a ambos lados de la silueta cardíaca, que
deben tener un tamaño y densidad similares (Fig. 5.1-1A). En el 90 % de los casos, el hilio izquierdo es más
alto que el derecho, y en el 10 % restante están a la misma altura. Ello se debe a que la arteria pulmonar
izquierda pasa por encima del bronquio del lóbulo superior izquierdo (es epibronquial), mientras que la
derecha se coloca por debajo del bronquio del lóbulo superior derecho.

La parte craneal del hilio derecho está formada por la vena pulmonar superior derecha y la caudal,
por la arteria interlobar, lateral al bronquio intermediario, y con un diámetro inferior a 16 mm en hombres
y 15 mm en mujeres. La parte craneal del hilio izquierdo la forman la parte distal de la arteria pulmonar
principal y la vena pulmonar superior izquierda y la caudal a la arteria interlobar.
En la radiografía de tórax lateral (Fig. 5.1-1B) se identifica la columna aérea traqueal que caudalmente
acaba en una imagen redondeada de densidad aire que corresponde al bronquio principal izquierdo visto
de frente (a veces al bronquio del lóbulo superior izquierdo). En un 50 % de los casos, por encima de él
se identifica el bronquio del lóbulo superior derecho visto de frente, y conectando a ambos una línea fina
(menor de 3 mm) que corresponde a la pared posterior del bronquio intermediario. Por debajo del bronquio
principal izquierdo se sitúa la llamada ventana hiliar inferior, que debe ser radiotransparente. En alrededor
del 80 % de los sujetos normales puede verse la pared anterior del bronquio lobar inferior izquierdo,
cóncava anteriormente y que se continúa con la imagen redondeada del bronquio del LSI visto de frente.

El engrosamiento de la pared posterior del bronquio intermediario o la ocupación de la ventana hiliar inferior
deben hacer sospechar la existencia de adenopatías.

Por delante de la imagen del bronquio principal izquierdo visto de frente se ve una opacidad ovalada
que corresponde a la arteria pulmonar derecha, mientras que la izquierda es una opacidad en forma de

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arco por detrás de dicho bronquio y por debajo de la aorta torácica descendente. Habitualmente, los
márgenes de la arteria pulmonar derecha se definen peor que los de la izquierda, porque a diferencia de
esta se divide en ramas dentro del mediastino y no en el pulmón.

Entre la arteria pulmonar izquierda y el arco aórtico debe verse una zona radiotransparente con morfología
semilunar que corresponde a la ventana aortopulmonar, en la que se localizan el nervio laríngeo recurrente,
ganglios, el ligamento del ductus y arterias bronquiales.

Las venas pulmonares derechas e izquierdas se localizan por debajo de las arterias pulmonares
correspondientes y, en ocasiones, simulan masas.
La tomografía computarizada es el método de elección para evaluar los hilios (Fig. 5.1-3), porque
evita la superposición de estructuras que dificulta su valoración en la radiografía de tórax y permite las
reconstrucciones multiplanares. El empleo de contrate yodado intravenoso es recomendable porque ayuda
a diferenciar los vasos hiliares de los ganglios. Se utiliza la ventana de pulmón para analizar el árbol
bronquial y la de partes blandas para ver los vasos y las partes blandas.
La resonancia magnética permite distinguir los vasos de los ganglios gracias al vacío de señal de los
primeros, pero tiene peor resolución espacial que la TC, y las partes blandas del hilio (grasa, pequeños
ganglios) pueden confundirse con lesiones.

Parénquima pulmonar

El ácino pulmonar se define como la parte del pulmón distal al bronquiolo terminal, y contiene bronquiolos
respiratorios, conductos alveolares, sacos alveolares y alvéolos. Es la unidad anatómica y funcional del parénquima
pulmonar, en la que tiene lugar el intercambio gaseoso, pero no se individualiza en las pruebas de imagen.

El lobulillo pulmonar secundario es la parte más pequeña del pulmón delimitada por tabiques de tejido
conectivo (septos interlobulillares) y puede identificarse solo en la TC de alta resolución.

Tiene morfología de polígono, de 1 a 2,5 cm, y están más desarrollados en las bases pulmonares. En su
centro se sitúan las arterias y bronquiolos centrolobulillares: las primeras son visibles como un punto o una
ramificación en forma de Y, mientras que los bronquiolos quedan por debajo de la resolución espacial. En
los septos interlobulillares se sitúan linfáticos y venas.

Mediastino

El mediastino es el espacio extrapleural comprendido entre los dos pulmones, limitado lateralmente por
las pleuras parietales, caudalmente por el diafragma, anteriormente por el esternón y posteriormente por
la cara anterior de las vértebras dorsales.
Las estructuras que forman el borde mediastínico derecho en una radiografía PA son, de arriba abajo:
la vena braquiocefálica derecha o la arteria subclavia derecha, la vena cava superior, la aorta ascendente
(ocasionalmente) y la aurícula derecha. En ocasiones se ve la vena cava inferior en el ángulo cardiofrénico
El borde mediastínico izquierdo lo forman, en sentido craneocaudal, la arteria subclavia, que forma una
línea cóncava hacia el pulmón, la parte distal del arco aórtico, la arteria pulmonar principal, la orejuela
auricular izquierda y el ventrículo izquierdo (Fig. 5.1-1A). La silueta cardíaca en una radiografía de tórax
PA en bipedestación tiene un diámetro inferior a 16 cm y el índice cardiotorácico (relación entre diámetro
transverso máximo del corazón y diámetro torácico interno máximo) no debe superar el 50 %.
En la lectura sistemática de las radiografías de tórax hay que incluir una serie de líneas, bandas e
interfases mediastínicas que nos ayudan a detectar la patología en caso de su desviación o engrosamiento

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(véase la presentación): a) línea de unión anterior: interfase que se produce por la unión de ambos
pulmones por detrás del esternón. Suele ser oblicua hacia la izquierda; b) línea de unión posterior: se debe
a la unión de ambos pulmones por detrás del tercio superior del esófago; c) línea o banda paratraqueal
derecha: producida por el contacto entre el pulmón y la pared lateral derecha de la tráquea. Su grosor
es menor de 3 mm y caudalmente acaba en una densidad ovalada correspondiente al cayado de la vena
ácigos (< 1 cm en bipedestación); d) banda traqueal posterior: en la proyección lateral, delimitada por
el contacto entre el pulmón y la pared posterior de la tráquea (en ocasiones por el aire esofágico y se
habla de banda traqueoesofágica), no debe superar los 2,5 mm; e) interfase pleuro-ácigo-esofágica: línea
generalmente convexa hacia la izquierda, que se extiende desde el cayado de la ácigos hasta el diafragma.
Se debe al contacto del lóbulo inferior derecho con el borde derecho de la ácigos, el esófago o ambos;
f) línea paraaórtica izquierda, por el contacto entre el pulmón y la aorta torácica descendente, y g) líneas
paraespinales: por la reflexión de las pleuras sobre los bordes laterales de la columna.
Con el fin de facilitar el diagnóstico diferencial de las lesiones, diversos autores (Felson, Fraser, Heitzman,
Zylak, Pedrosa…) propusieron diferentes clasificaciones anatomorradiológicas de los compartimentos
mediastínicos en la radiografía de tórax. La comprensión de la anatomía mediastínica se ha visto enormemente
facilitada gracias a la TC y la RM, que permiten detectar lesiones aun cuando no alteren los contornos
mediastínicos, requisito para poder identificarlas en la radiografía de tórax. Además, la posibilidad de
caracterización tisular, basada en las diferentes atenuaciones en la TC y las intensidades de señal en la RM,
facilita el diagnóstico diferencial, combinando esa información con la de la localización compartimental.
La clasificación más reciente de la anatomía del mediastino en cortes axiales de TC es la del ITMIG
(Grupo Internacional de Interés en las Neoplasias Tímicas), que pretende evitar los problemas de clasificación
de las lesiones derivados de diferencias en la terminología y criterios de división del mediastino. Es un
modelo anatómico que distingue tres compartimentos mediastínicos (véase la presentación):
a) Prevascular: limitado cranealmente por el estrecho torácico superior, caudalmente por el diafragma,
lateralmente por las pleuras mediastínicas y posteriormente por el pericardio. Contiene el timo, ganglios
linfáticos, grasa y el tronco venoso braquiocefálico. El aspecto del timo varía con la edad: en niños tiene
morfología triangular y una densidad similar a la del músculo, pero a partir de la pubertad experimenta
una involución grasa y va disminuyendo de tamaño. Pueden persistir restos tímicos nodulares en el seno
de la grasa hasta en un 30 % de los sujetos mayores de 50 años.
b) Visceral: su límite anterior es el posterior del prevascular. Posteriormente limitado por una línea vertical
que pasa 1 cm por detrás de la pared anterior de los cuerpos vertebrales. Contiene la tráquea, la carina,
el esófago, ganglios linfáticos, corazón y grandes vasos y el conducto torácico.
c) Paravertebral: su límite anterior es el posterior del visceral. El límite posterolateral es una línea que pasa por
el borde lateral de las apófisis transversas. Contiene la columna vertebral y las partes blandas paraespinales.
En todos los compartimentos mediastínicos se pueden encontrar ganglios linfáticos, a los que drenan
los vasos linfáticos de la red superficial (pleural) y profunda (la que sigue al árbol bronquial y los troncos
arteriovenosos). En la práctica habitual se acepta como límite de tamaño normal ganglionar un diámetro
de hasta 10 mm en el eje corto, pero en regiones como las cadenas mamarias o diafragmáticas los ganglios
menores son sospechosos. Hay que evitar confundir con ganglios linfáticos, variantes anatómicas vasculares
(arteria subclavia aberrante, vena cava superior izquierda persistente) o recesos pericárdicos (por ejemplo,
el receso pericárdico superior puede simular adenopatías paratraqueales bajas). La clasificación
más reciente del mapa ganglionar mediastínico es la IASLC (International Association for Study of Lung
Cancer) que distingue 14 estaciones ganglionares, agrupadas en 7 zonas (véase la presentación). No
incluye los ganglios de las cadenas mamarias internas, los intercostales (en la región paraespinal), los
axilares ni los diafragmáticos anteriores y posteriores (retrocrurales).

Pleura
Es una membrana serosa que consta de una capa visceral que reviste el pulmón y, a la altura del hilio, se
refleja y continúa con la capa externa o parietal, que tapiza el mediastino, la caja torácica y el diafragma.

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Entre ambas capas queda la cavidad pleural, que, en condiciones normales, es un espacio virtual. Debido
a su reducido grosor la pleura normal no se ve en las radiografías de tórax. En la TC, la pleura se identifica
como una línea de 1-2 mm que constituye la suma de la pleura parietal, la visceral, la grasa extrapleural,
la fascia endotorácica (que recubre la superficie interna de los músculos intercostales, esternón y costillas)
y el músculo intercostal interno (o el músculo transverso torácico, en la parte anterior, y el subcostal, en
la posterior).
Las invaginaciones de la pleura visceral entre los lóbulos pulmonares constituyen las cisuras:
en el pulmón derecho, la menor separa el lóbulo superior derecho del lóbulo medio y tiene un
trayecto horizontal, mientras que la mayor separa el lóbulo inferior del superior y medio; en el pulmón
izquierdo, la cisura mayor separa el lóbulo inferior del superior. Las cisuras mayores normales no
suelen verse en la radiografía de tórax PA porque no son tangenciales al haz de rayos X, pero sí en la
proyección lateral, con una disposición oblicua desde arriba y atrás hacia abajo y delante, hasta llegar
al diafragma a unos 2-3 cm de la pared torácica anterior. La izquierda suele ser más vertical, llega
más superiormente y es algo más posterior. La cisura menor normal se puede ver en la proyección PA
como una línea horizontal que se extiende hasta el hilio, y en la proyección lateral es algo convexa
hacia arriba (Fig. 5.1-7A).
Puede haber otras cisuras, llamadas accesorias, a menudo incompletas. Las principales son: a) cisura
para la vena ácigos: opacidad curvilínea que se extiende desde el ápex pulmonar y acaba caudalmente
en una opacidad ovalada correspondiente a la vena ácigos, por encima del hilio derecho (Fig. 5.1-7B y
5.1-7C); b) cisura accesoria superior, que separa el segmento apical del resto de segmentos de los lóbulos
inferiores. En la Rx lateral es una línea horizontal que va desde la zona media hasta la región vertebral y
puede confundirse con la cisura menor, que a veces se extiende por detrás de la cisura mayor; c) cisura
accesoria inferior, entre el segmento medial basal y el resto de segmentos del lóbulo inferior. Se dirige
desde la parte más medial del hemidiafragma hacia el hilio, oblicuamente, y d) cisura menor izquierda,
separa la língula del resto del lóbulo superior izquierdo.
En la TC convencional con cortes gruesos, las cisuras no se ven por su reducido grosor, pero su
disposición se reconoce indirectamente por la zona relativamente avascular del pulmón adyacente.
Con cortes finos y reconstrucciones multiplanares es posible ver las cisuras como líneas finas
(Fig. 5.1-7D).

A B

C D
Figura 5.1-7. (A) Cisura menor (flecha corta) y
cisuras mayores (flechas largas) en la proyec-
ción lateral. (B) Cisura de la ácigos en Rx PA,
visible como una línea curva fina que acaba en
la opacidad ovalada de la ácigos (flecha).
(C) Lóbulo de la ácigos en TC (flecha). (D) Las
cisuras mayores (flechas largas) se ven como
líneas finas en los cortes axiales de TC, la ci-
sura menor tiene forma curva (flecha corta).

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Los ligamentos pulmonares inferiores son reflexiones de la pleura parietal que anclan el pulmón y se
extienden desde el diafragma hasta el mediastino, cerca del esófago. Se pueden ver en la TC, y no hay que
confundirlos con las reflexiones de la pleura visceral sobre los nervios frénicos, que son más anteriores
(adyacentes a la vena cava inferior en el lado derecho y a la aurícula en el izquierdo). En la radiografía
lateral puede verse una opacidad triangular que borra el tercio medio del hemidiafragma, correspondiente
a tejido areolar en la base del ligamento pulmonar inferior, y que no debe confundirse con patología.

Diafragma

Es una lámina musculofibrosa que separa la cavidad torácica de la abdominal, con una parte periférica
formada por fibras musculares y una central aponeurótica. Consta de fibras que se originan en el apéndice
xifoides (porción esternal), en las costillas 7ª a 12ª (porción costal) y en la parte anterior de las tres primeras
vértebras lumbares a través de los pilares (cruras) diafragmáticos internos, que lateralmente se continúan
con fibras originadas en los ligamentos arcuatos medial y lateral, que cubren el psoas mayor y el cuadrado
lumbar respectivamente (porción lumbar). Presenta tres orificios: el hiato aórtico, para el paso de la aorta,
conducto torácico y venas ácigos y hemiácigos; el hiato esofágico, por donde pasan el esófago, el nervio
vago y los vasos gástricos izquierdos, y el orificio de la vena cava inferior, en la parte tendinosa. En la
radiografía de tórax PA tienen forma de cúpula de convexidad superior, en ocasiones con lobulaciones, y
el hemidiafragma derecho suele ser más alto. En la placa lateral, el hemidiafragma derecho suele verse en
toda su longitud, mientras que el izquierdo «se borra» en la parte anterior, donde contacta con el corazón.
La burbuja gástrica está por debajo del hemidiafragma izquierdo (a menos de 1 cm), mientras que la vena
cava inferior llega al derecho. Los ángulos formados entre el diafragma y las costillas en las radiografías PA
y lateral (senos costofrénicos laterales y posteriores, respectivamente) deben ser agudos.
La tomografía computarizada y la resonancia magnética, gracias a las reconstrucciones multiplanares,
son los métodos idóneos para valorar la continuidad diafragmática. Con la edad, no es infrecuente la
aparición de defectos diafragmáticos, sobre todo en la parte posterior. En la TC, el diafragma se ve como
una estructura de densidad de tejidos blandos, que se delimita mejor cuando hay grasa a ambos lados,
como en su parte anterior y posteromedial, mientras que por encima del bazo y del hígado no se delimita
por tener la misma atenuación. Tanto las inserciones diafragmáticas anteriores como los pilares posteriores
pueden tener un aspecto nodular que no debe confundirse con patología.

Pared torácica

a) Partes blandas. Incluyen la piel, la grasa y los músculos. En la radiografía PA de tórax se identifica
la sombra debida a los músculos esternocleidomastoideos a ambos lados de la columna cervical y
los pliegues axilares formados por los músculos pectorales que, en caso de estar muy desarrollados,
producen un aumento de densidad en la periferia de los pulmones. La sombra de las mamas contribuye
también a la mayor densidad de las bases pulmonares. En sujetos muy delgados y en placas en supino,
los pliegues cutáneos dan lugar a unas líneas densas que no deben confundirse con neumotórax. Los
músculos de la pared torácica se pueden individualizar en la TC y la RM (Fig. 5.1-3).
b) Esqueleto. Las costillas aparecen en la radiografía de tórax PA como arcos simétricos con una parte
posterior horizontal y otra anterior de orientación oblicua, con un borde superior más nítido que el
inferior, sobre todo en la parte media e inferior del tórax. Se puede identificar una línea de densidad
agua de 1-2 mm adyacente al borde inferior de las dos primeras costillas debida a las partes blandas de
la pared torácica adyacente. Con la edad se puede ver calcificación de los cartílagos costales.
Las escápulas se superponen parcialmente a la periferia de los campos pulmonares, más en las placas
en supino.
El esternón se valora mejor en la proyección lateral, donde se visualizan tanto el manubrio, como
el cuerpo y el apéndice xifoides, mientras que en la proyección PA solo se ve la parte del manubrio y el
resto queda oculto por la silueta cardíaca. En la proyección lateral puede verse la banda retroesternal,

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lisa y de 1-3  mm, entre el cuerpo del esternón y el aire del pulmón, debida a grasa extrapleural. En
ocasiones, la interfase entre el esternón y el pulmón tiene un aspecto ondulado debido a las articulaciones
condroesternales, que pueden confundirse con adenopatías en las cadenas mamarias, localizadas en la
grasa extrapleural a ambos lados del esternón. La TC es superior a la Rx de tórax para valorar el esternón y
sus articulaciones con las clavículas y las primeras costillas. En la radiografía de tórax lateral, la columna
dorsal normal presenta una leve cifosis, con una densidad decreciente de los cuerpos vertebrales, mientras
que es recta en la PA. La TC y la RM son superiores a la radiografía para valorar la columna vertebral y la
última técnica es de elección para estudiar el canal medular.

CONCLUSIÓN

La radiografía de tórax sigue siendo la técnica de imagen inicial ante la sospecha de


patología torácica. La superposición de estructuras es una dificultad inherente a la
técnica, y el conocimiento de la anatomía radiológica y la lectura sistemática de las
radiografías son fundamentales para detectar la patología.
La TC y la RM ofrecen imágenes multiplanares, que facilitan el estudio anatómico al
evitar la superposición de estructuras. Además, la información acerca de los valores de
atenuación (TC) o intensidades de señal (RM) es clave para el diagnóstico de las lesiones.
La PET aporta información sobre el metabolismo tisular, y el problema de su reducida
resolución espacial se supera mediante la fusión con TC. El PET-TC es una herramienta
fundamental en oncología, y se han ampliado sus indicaciones a patología inflamatoria
e infecciosa.
La ecografía ha experimentado un auge en los últimos años en el campo de la patología
torácica, gracias a su disponibilidad, ausencia de radiaciones ionizantes, adquisición de
imágenes en tiempo real y a la posibilidad de hacer estudios con equipos portátiles en
pacientes críticos.

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