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PRIMER BORRADOR

LA POLITICA EDUCATIVA DE LA REVOLUCION ARGENTINA

Lic. María Susana Puebla


Lic. María Gabriela Benetti

Los procesos políticos y económicos

Interesa, al intentar comprender los motivos que llevaron a la creación de la


Universidad Nacional de Rosario, prestar atención al marco político que otorgaba la
llamada “Revolución Argentina”, en especial en su primer momento durante el gobierno
del General Onganía en que se articuló una alianza, no exenta de contradicciones, entre
los sectores económicos de la gran burguesía -impulsores de una política económica
ultra liberal1- y los sectores políticos más tradicionales del Ejército y la Iglesia.
Para el grupo que constituía el círculo más cercano al Presidente “la política era
conflicto de facciones, expresión de intereses parcializados, confusión, desorden y, en
definitiva, un atentado contra la integración y armonía sociales”.2 De allí que el
gobierno se autoimpusiera la construcción de un nuevo orden en tres tiempos: el
económico, el social, y el político. Para el primero, las tareas serían lograr la estabilidad
y modernización económica del país y hacer más eficientes la administración pública
central y las provinciales. Para el segundo, distribuir los beneficios del desarrollo y del
ordenamiento obtenidos en la primera, creando una “comunidad espiritual y físicamente
integrada en la que cada ciudadano participe en los beneficios mediante la justa

1
Krieger Vasena, ministro de economía de Onganía, era un hombre con fluidas relaciones con
organismos y financistas internacionales y con miembros de la gran burguesía local. Al momento de su
designación se había reordenado la estructura burocrática del Estado y los Ministerios se habían reducido
a cinco, por lo que quedaban bajo su órbita no sólo las funciones económicas y financieras sino también
las correspondientes al otrora Ministerio de Trabajo. Con excepción del Ministerio del Interior y de la
Secretaria General de la Presidencia, en manos de los “paternalistas" afines a Onganía, la mayor parte del
aparato estatal estaba ocupada por sectores de la misma extracción que el Ministro de Economía.
2
O´DONNELL, Guillermo, El Estado burocrático-autoritario. Triunfos, derrotas y crisis, Buenos
Aires, Ed. de Belgrano, 1996, 2da. ed., p. 124.
1
distribución de los frutos del esfuerzo colectivo”3. Y para el tercero –a cuyo término
terminaría la revolución con el traspaso del poder a un nuevo gobierno-, la orgánica
unión entre Estado y comunidad organizada. Para ello era menester terminar con la
actividad disociadora de los partidos políticos que fueron inmediatamente disueltos por
el gobierno militar, no así los organismos representativos de los intereses corporativos
de la comunidad a quienes se pensaba dotar de un protagonismo central en la nueva
arquitectura política. Un obstáculo, en este sentido, era la excesiva politización de los
sindicatos obreros que insistían en prácticas de presión sectorial obstaculizando las
medidas necesarias de reordenamiento del “tiempo económico”. Por ello, la
construcción de este nuevo “orden” estuvo acompañada por la implantación de un
modelo represivo que ejerció severos controles sobre los sectores populares
políticamente más activos y sus organizaciones, en pos de su disciplinamiento que, se
consideraría concluido, una vez lograda su exclusión política: supresión de la
ciudadanía y de la democracia política.
Si en un primer momento, la clase política toleró el cierre de las legislaturas
provinciales, del Congreso Nacional y la disolución de los partidos políticos fue con el
ingenuo convencimiento que el golpe generaría un cambio hacia una situación más
favorable. El pasado “azul” de Onganía, su adscripción al grupo “constitucionalista”
dentro del Ejército, alimentó esas falsas expectativas respecto de los pasos que daría el
nuevo gobierno para resolver la doble crisis de estancamiento político y económico. La
cuestión irresuelta de la exclusión del peronismo generaba constantes clivajes en el
sistema político que repercutían en el proceso de acumulación capitalista,
fundamentalmente porque el formidable poder de veto que conservaba el poder sindical
– “columna vertebral” del peronismo- se mantenía incólume a pesar de estar su líder en
el exilio.
El modelo económico impulsado en el período de Onganía por el Ministro
Krieger Vasena –representativo de los intereses económicos de la gran burguesía- no
necesariamente conformaba a los sectores paternalistas del Ejército. Sin embargo, como
bien señala O´Donnell “debido a su arcaica ideología y a que flotan enquistados en el
aparato estatal sin verdaderos soportes en la sociedad, los paternalistas no tienen otra

3
Discurso del Presidente de la Nación en la Comida de Camaradería de las Fuerzas Armadas, 5 de
julio de 1968, Secretaría de Difusión y Turismo, Bs. As., 1968, p. 15.
2
posibilidad que hacer –mal y despertando recelos- la política económica del gran capital
(...). Previamente a los golpes que han inaugurado este tipo de estado se había alcanzado
una crisis que hacía inviables las políticas populistas, económicas expansionistas,
parcialmente redistributivas e ideológicamente nacionalistas que fueron posibles antes
de la ola de inversiones extranjeras y de la transnacionalización y concentración de la
estructura productiva que precedió al surgimiento del burocrático-autoritario4.”5 Es
claro que esa crisis previa fue percibida como lo suficientemente amenazante para las
clases dominantes como para justificar la reimplantación del orden lo más rápidamente
posible, eslabonando los temores de la burguesía con los de las clases medias entorno a
una aspiración de “orden” y “autoridad” que sólo un “Estado fuerte” podría imponer.”6
A poco andar el gobierno militar, la ilusión inicial se hizo añicos. Onganía dejó
en claro tempranamente que la autodenominada “Revolución Argentina” no tenía plazos
sino objetivos, y que nada estaba más ajeno a los objetivos del gobierno que favorecer
una apertura política. Tempranamente también se evaporaron las promesas de “orden”
pomposamente anunciadas: a la Noche de los Bastones Largos en julio del ´66, le
sucedió dos meses después la muerte del estudiante Santiago Pampillón como
consecuencia de las heridas sufridas por la represión policial durante una manifestación
estudiantil en Córdoba, otro estudiante en Corrientes poco tiempo después, para coronar
con la gran movilización obrero-estudiantil de mayo del ´69 conocida como el
“Cordobazo”.
Otra prioridad del gobierno fue la cuestión del reordenamiento del Estado:
redimensionarlo y racionalizarlo para un funcionamiento más eficaz -con el oportuno y
orientado apoyo de la iniciativa privada-.

4
Estado burocrático-autoritario es la categoría analítico con la que define el autor a un tipo particular
de Estado en una sociedad capitalista. “La especificidad del burocrático-autoritario (BA) respecto a otros
Estados autoritarios de América Latina pasada y presente es que aquél surge como crispada reacción de
las clases dominantes y sus aliados ante una crisis que tiene en su tejido histórico un actor fundamental.
Esto es, un sector popular (incluyendo la clase obrera de esos capitalismos extensamente industrializados)
políticamente activado y relativa, pero crecientemente, autonomizado respecto de las clases dominantes.
Así, lo que da al BA su especificidad histórica es que quienes llevan a cabo y apoyan su implantación,
coinciden en que el requisito principal para extirpar la crisis es subordinar y controlar estrictamente al
sector popular, revertir la tendencia autonomizante de sus organizaciones de clase y eliminar sus
expresiones en la arena política”, en O´DONNELL, G., op. cit., p. 59.
5
O´DONNELL, G., op. cit., p.128.
6
Ibidem, p. 59.
3
Esta política económica afectó en forma desigual a las clases trabajadoras y a
las clases medias. Para las primeras significó congelamiento de salarios y la
introducción de ciertos mecanismos de flexibilidad laboral. Para las segundas, el
impacto se centró fundamentalmente en los empleados públicos que se vieron afectados
por el proceso de racionalización del Estado, pero al mantenerse controlada la inflación
–por debajo del 10%- los costos económicos fueron “tolerables” para un sector cuya
preocupación central siempre fue ésta. Sin embargo, serían los costos políticos del
modelo de Onganía los que llevarían a algunos sectores de las clases medias a
radicalizar sus posturas políticas. “Para la clase media, el golpe de Onganía supuso más
que una pérdida de representación política. Significó un violento ataque a lo que sus
componentes habían considerado tradicionalmente como su coto privado, incluso
durante la década infame de los años treinta: las universidades y el mundo de la
cultura en general. Las ocho universidades nacionales fueron intervenidas, al tiempo
que se anulaba su autonomía. El violento ataque de Onganía –en teoría una redada
contra la “infiltración comunista” y, en la práctica, un asalto a la libertad académica y
un intento de reformar la educación superior en interés de los grupos económicos
dominantes- contribuyó muchísimo a empujar a la juventud de la clase media hacia el
campo de la oposición nacional-popular ”.7

Las propuestas políticas para el sistema educativo

La Revolución Argentina planteó un proyecto de organización para la sociedad


en el que la educación fue pensada como instrumento de desarrollo y de ordenamiento
social. Esta última función la compartía junto a otros instrumentos de coacción.

Es preciso destacar que a la educación, en este momento político, se le otorgó


una atención especial, por su aporte para el desarrollo de la economía nacional. Se
continuó con la concepción de la educación que planteó el desarrollismo en el marco de
la teoría del capital humano, donde la educación era un campo de inversión cuyos

7
GILLISPIE, Richard, Soldados de Perón, Bs. As., Grijalbo, 1997, 4ta. reed. argentina, p.90.
4
efectos incrementarían la tasa de ganancia y permitirían el desarrollo de la economía
nacional.

Si bien, en términos generales desde los discursos y en el análisis que surge de la


consideración del presupuesto dedicado a Educación, podría afirmarse lo anteriormente
dicho, sin embargo, es preciso reconocer que probablemente no coincidían en la misma
propuesta otros sectores que participaban en el Gobierno de la Revolución Argentina.

Este proyecto lo sostuvo el Sector Paternalista8 que tuvo a su cargo la Secretaría


de Estado de Cultura y Educación, para quienes la propuesta de ampliación e impulso
de la educación les resultaba funcional en dos instancias 1) al reordenamiento de la
sociedad por fuera de la política, la sociedad imaginada era aquella que conservara
relaciones solidarias y actuara de acuerdo al bien común, aproximándose a la idea de
comunidad organizada y 2) al desarrollo del proyecto económico que impulsaba la
industria nacional, para el que se necesitaba continuar con la formación de mano de
obra calificada y el desarrollo científico tecnológico, aunque en este último aspecto
tuvo serias dificultades para llevarlo adelante a través de la Universidad.

En una mirada más amplia, puede inferirse que no todos los sectores que
participaban o apoyaban la gestión del gobierno de la Revolución Argentina (militares
y civiles), acordaban con el modelo de desarrollo industrialista, por el contrario, el
sector liberal – según O’Donnell – intentaba liberalizar la economía, disciplinar la mano
de obra, detener las exigencias del sector obrero e impulsar la transnacionalización del
capital apoyando a los sectores más dinámicos.

La mayor redistribución de las riquezas en general es un factor de incidencia


favorable en la extensión de la cobertura de educación y en el incremento de la
matrícula, desde luego al contraerse el poder adquisitivo de los sectores sociales en
relación de dependencia o propietarios que participaban de la industria nacional, en
definitiva la gran clase media argentina, era poco probable que se profundizara el
proyecto educativo. Es conocido y ampliamente demostrado que la pobreza o la

8
Se considera aquí la clasificación y análisis de Guillermo O’Donnell en el estudio de este período. Ver:
de O’Donnell Guillermo, op. cit.
5
carencia de recursos económicos incide desfavorablemente en los logros educativos de
la población y en la calidad de los mismos.

Por esto, es posible sostener que en el largo plazo, el sector liberal no tenía las
mismas expectativas en la educación que el sector paternalista y ello se tradujo en
algunas contradicciones e incoherencias en la orientación y ciertas decisiones de la
política educativa implementada.

Como se ha dicho anteriormente, la Secretaría de Cultura y Educación quedó en


manos del sector paternalista, el que sostenía fuertes vinculaciones con la Iglesia
Católica, en particular con el movimiento de cursillos de cristiandad. Estas relaciones
tal vez pueden explicar la importante participación otorgada a la Iglesia Católica en la
Secretaría de Cultura y Educación de la Nación y en las jurisdicciones Provinciales.

Los intereses del sector privado estuvieron fuertemente representados en el


sistema educativo y en los espacios de gobierno, siendo el SNEP (Servicio Nacional de
Enseñanza Privado) una de las instancias que gozó de poder y cierta autonomía relativa
para la toma de decisiones.

El gobierno de la Revolución Argentina, de alguna manera, continúa en ciertos


aspectos con la política educativa del primer desarrollismo constitucional, durante el
gobierno del Dr. Arturo Frondizi, siendo nuevamente, el sector privado, el más
favorecido por las decisiones políticas adoptada desde el Ministerio de Educación. En
una época de importantes cambios en los enfoques teóricos para abordar los aspectos
pedagógicos, organizacionales y administrativos, es esa capacidad decisoria que se
mencionaba, la que otorgaba ventajas al sector privado, el que podía plantear, en un
tiempo relativamente breve, innovaciones en sus planes de estudios, adecuaciones a las
nuevas propuestas metodológicas y considerar posibles cambios en la estructura
administrativa. Mientras que el sector público, para adoptar modificaciones similares,
debía seguir las instancias burocráticas que aún permanecían enquistadas en las
estructuras del gobierno de la educación.

La conducción política del gobierno de la Revolución Argentina parecía


debatirse entre dos tendencias, una progresista y otra conservadora. En el primer caso,
6
continuaría promoviendo la renovación en las competencias específicas de los
egresados, en los abordajes metodológicos y en los contenidos seleccionados, tendiendo
a la formación de técnicos ligados al rol que cumplirían en la sociedad y a su inserción
en la estructura social. En el segundo, si bien se intentó superar la escuela tradicional,
los cambios propuestos, se pretendió imponerlos verticalmente, sin participación de los
docentes9 homogeneizando así también los nuevos enfoques metodológicos. 10

En realidad, parecería que el objetivo consistía en mejorar la producción de un


egresado en su formación específica científica y técnica, dejando fuera del debate el
orden para el que se socializaba desde la institución escolar. El modelo tecnocrático
pedagógico, en general, sostuvo un trasfondo autoritario, coincidente con el modelo de
sociedad que el gobierno de la Revolución Argentina planteaba y que de alguna manera
era funcional a los fines evangelizadores reformulados o remozados por estos sectores
de la Iglesia Católica que participaban en la conducción del sistema educativo11.

La política educativa implementada por el desarrollismo autoritario, continuó


con las ideas planificadoras propias de la época y apoyando sus propuestas en la
investigación educativa correspondiente.

Las tres líneas de trabajo para la reforma educativa consistieron en la


modificación de la organización y administración del sistema educativo, la renovación
curricular y cambios mínimos en la estructura académica del nivel medio.

9
Aguerrondo, Inés, Re-visión de la escuela actual, Centro Editor de América Latina S.A., Buenos
Aires, 1987.
10
De acuerdo a la estructura orgánica del período analizado, el nivel primario dependía del Consejo
Nacional de Educación, el que dejó de ser un cuerpo colegiado para concentrarse en un presidente
ejecutivo, asistido por tres asesores. Documento de la Secretaría de Estado de Cultura y Educación:
Astigueta, J, M, 1968 Año del Cambio en Educación, Bs. As. 1968.
11
En el mensaje del Secretario de Estado de Cultura y Educación Doctor José Mariano Astigueta, dirigido
al país por la cadena nacional de radiodifusión el 23 de mayo de 1968 cita el discurso del Presidente de
facto Onganía y dice: “En agosto de 1966 el Excelentísimo señor Presidente de la nación se dirigió al país
y al ofrecer un panorama de la situación general se referió a las anomalías existentes, destacando que
adquiría particular significación la “formación moral, cultural, científica, técnica y artística sin una
orientación definida y desvinculada del acervo religioso e histórico de la Nación de las verdaderas
necesidades del momento y del desarrollo del potencial humano”, Ello impide”, agregó, “satisfacer
legítimos requerimientos de bienestar del pueblo”. Como puede leerse se hace mención explícita a la
formación religiosa que debe dar la educación en general, sin discriminar en escuelas laicas y religiosas.
Astigueta, J. Mariano, 1968 Año del cambio en Educación. Secretaría de Estado de Cultura y
Educación. Bs. As. 1968
7
La primera y en nuestro criterio la que caracteriza la política educativa, es la
reorganización de la administración del sistema, aplicando los criterios de eficacia y
eficiencia. En este momento, con la intención explícita en sus discursos de lograr la
organización racional del sistema, se da una nueva orgánica para la Secretaría de
Cultura y Educación donde se concentra el poder de decisión en instancias
unipersonales y se retoma la propuesta de descentralización iniciada en 1961 –1962.

La transferencia a las Provincias de las escuelas nacionales creadas por Ley Nº


4874, se concretó solamente para las Provincias de Buenos Aires, Río Negro y la
Rioja, por la oposición, según H. F. Bravo a “...la oposición de las autoridades locales y
de los docentes nacionales fundamentada en una edificación ruinosa, un equipamiento
deficitario, estructuras inadecuadas, diferencias en la remuneración del personal
enseñante, regímenes previsionales y asistenciales no unificados y diferencias de
estatutos docentes.” 12

Aquí procede consignar, que la propuesta de descentralización, más allá de las


enunciaciones discursivas de realizar una acción racional con mayor eficiencia, deja
dudas sobre las reales motivaciones, ya que o se desconocían las situaciones de las
jurisdicciones provinciales o no se disponía del presupuesto adecuado para solucionar
los problemas generados.

También es interesante considerar en el análisis de este proyecto, que es posible


que otra concepción sobre el rol del Estado Nacional en educación puede haber
interferido su concreción. En este sentido, resulta significativo lo expresado por el Dr.
Astigueta al referirse a la educación primaria: “ La comprensión encontrada a nivel de
autoridades provinciales, municipales y padres de alumnos es prueba elocuente del
deseo de dichas entidades intermedias de continuar asumiendo en grado creciente, la
responsabilidad de la educación de sus hijos y pobladores. Sólo así, con una acción
mancomunada de Cooperadoras, municipios y Provincias; donde la Nación concurra
supletoriamente, podrá ser resuelta la caótica situación de la escuela pública rural con
5.000 locales cubriendo el amplio territorio argentino, muchas veces en la soledad y el

12
Bravo, H, F, La descentralización educacional. Sobre la transferencia de establecimientos. Centro
Editor de América Latina, S.A. 1994
8
desamparo”. Si a estas declaraciones se agrega la participación importante otorgada al
servicio privado, podría comprenderse que se iniciaba una desconcentración con
posibles salidas privatizadoras en el largo plazo.

La llamada descentralización de la educación en el proyecto Astigueta puede


entenderse como una desconcentración administrativa, donde las provincias se
desempeñan como unidades ejecutoras. Constituyendo entonces una desconcentración a
nivel nacional con centralización provincial.

La segunda línea de trabajo intentó una reforma curricular que como se señaló
anteriormente tuvo alcances parciales en el nivel primario en el aspecto metodológico,
así como en la cobertura de educación con las escuelas de jornadas completas,
alcanzando para agosto de 1968 un número de 122 en la Capital Federal y 52 en el
interior del país.13

Las apuestas de mayor relevancia se realizaron en el nivel medio, sobre todo en


los cambios de modalidades y adecuación de los currículos a la producción industrial
vigente en la Argentina. Se intentó una mayor articulación entre educación de nivel
medio y la estructura productiva, formando mano de obra altamente capacitada,
promoviendo la enseñanza de los contenidos científicos y técnicos.

La tercera línea de trabajo refería a cambios en el nivel medio, consistentes en


modificaciones académicas que se implementaron a modo de programas pilotos, los
llamados “Proyectos 13”, creados por Ley 19.514 de 1972. Los mismos consistían en
otorgar a la Institución la capacidad de definir su proyecto anualmente, variando
estrategias para la formación del alumnado así como el perfeccionamiento de los
docentes. A la escuela se le otorgaba una planta funcional con cargos docentes
específica para cubrir el plan de estudio permanente y otra cantidad de horas que se
destinaban a pequeños proyectos cuatrimestrales o anuales, organización de talleres,
cursos, que permitían implementar estrategias para mejorar el rendimiento de los
alumnos, profundizando el aprendizaje en algunas áreas o implementar actividades que
facilitaran el análisis de situaciones problemáticas consideradas importantes para el

13
Idem, pág. 21
9
proyecto institucional. Los cargos para los docentes estables comprendían horas frente a
curso y extra -clase destinadas “a la recuperación de y a la formación integral del
educando y para perfeccionamiento del docente en servicio.”14 Los establecimientos
que se encuadraban en este régimen contaban con cargos para las figuras de Asesor
Pedagógico, Tutores o Consejeros de curso, Psicopedagogo, el Ayudante del
Departamento de Orientación y el Auxiliar Docente.

De las reformas educativas implementadas, se considera que fue una de las más
importantes y serias académicamente por la posibilidad de integración de los equipos
docentes con una dedicación semi completa o completa para el establecimiento y por la
cuota de poder otorgada a la dirección para disponer en algunos cargos de su planta
funcional, de acuerdo a las modificaciones, reformulaciones y nuevos proyectos.

Política y Universidad

La Universidad Argentina a partir de la Reforma Universitaria se caracteriza por


su intensa participación en los procesos políticos del país. Desde luego, analizar las
políticas universitarias implementadas por la Revolución Argentina, implica considerar
a los actores universitarios como activos protagonistas de los procesos políticos que se
desencadenaron durante la última etapa del segundo gobierno peronista, los que
desembocaron en la denominada Revolución Libertadora.

La política universitaria del gobierno peronista y la Ley Nº 13.031 para las


universidades nacionales, significaron una limitación a la vida política de la
universidad, a la autonomía y al cogobierno dando por tierra con el modelo de
universidad reformista. La permanente relación conflictiva que sostuvieron el
peronismo gobernante del 46 al 55 y los universitarios, sin poder encontrar intereses
comunes o un espacio en el esquema de desarrollo socio-político propuesto por el
peronismo, que tuviera algunos aspectos atractivos para los reformistas, creó un
ambiente propicio para que éstos se sumaran a la alianza para derrocar a Perón.

14
Decreto 665 del Poder Ejecutivo Nacional, Buenos Aires, 27 de marzo de 1981.
10
A partir de este momento la Universidad inaugura un período que se caracteriza
por la importancia de la producción científica, de las publicaciones, el alto nivel
académico de los docentes, la disponibilidad presupuestaria para sostener la
infraestructura adecuada, no solamente en las ciencias duras sino también en las
ciencias sociales y en las artes.

A contrapelo del empate político que impidió avanzar en la concreción de los


proyectos de desarrollo, la Universidad se mantuvo como espacio de progreso científico
y de debate. Las vanguardias encontraron en esta isla democrática el ambiente propicio
para formular sus propuestas y especialmente para mantener la postura crítica – propia
de la Universidad - frente a lo establecido.

Sin embargo, a pesar de los logros alcanzados y fundamentalmente de la


recuperación de la democracia para la Universidad, parecería que los actores
institucionales no visualizaron la gravedad de los hechos producidos y sus posibles
consecuencia en el largo plazo, ni la significación de la ruptura del orden institucional
para el resguardo de las libertades individuales. La Universidad vivía aparentemente
aislada15, en una relación contradictoria con el afuera de la Institución, por un lado,
sostenía cierto distanciamiento de las decisiones que implicaban la exclusión de la
actividad política para amplios sectores sociales y por el otro generaba acciones de
extensión hacia la sociedad dando muestras de su preocupación por la transformación de
la misma.

Más allá de la posible justificación en la relación conflictiva que sostuvo con el


primero y segundo gobierno peronista, lo que se pretende marcar es la falta de previsión
de las graves consecuencias que provocarían las interrupciones del orden constitucional
en el futuro próximo.

15
En su análisis histórico sobre la Argentina, Luis Alberto Romero entiende que: “...gracias a su
autonomía, la Universidad se convirtió en una “isla democrática” en un país que lo era cada vez menos y
– lo que es peor – que creía cada vez menos en la democracia, de modo que la defensa misma de la “isla”
contribuyó a consolidar las solidaridades internas.
No se trataba, sin embargo, de una isla con voluntad de encierro. Mientras germinaban en ella multitud de
propuestas políticas que luego se transferían al debate de la sociedad, la Universidad se preocupó
intensamente, aunque con éxito desigual, por la extensión de sus actividades a la sociedad toda.”
ROMERO, Luis Alberto, Breve Historia Contemporánea de Argentina, Fondo de Cultura Económica.
S.A., 1º Edición Bs.As. 1994.
11
La oposición de la Universidad al peronismo, como hecho político no pasó
desapercibida para el partido militar, sobretodo para el sector integrista que junto a la
Iglesia se hizo cargo de la Secretaría de Estado, Cultura y Educación. No sólo ese
hecho fue llamativo, sino también la vigencia, en esta institución durante un período
relativamente importante, de un orden interno de características democráticas.

Las relaciones establecidas a partir de estas prácticas políticas, de alguna


manera, marcaban la confrontación con la idea de sociedad organizada a través de la
articulación corporativa que proponía el sector militar paternalista, entre otros. Buscar
en la acción política los motivos desencadenante de los conflictos que impedían la
concreción de un nivel de desarrollo similar al obtenido por los países centrales, era un
punto de coincidencia de diferentes sectores sociales, militares, organizaciones
tradicionales de la Iglesia y la burguesía industrial más dinámica que pretendía
disciplinar a los obreros, jaqueando de esta forma a las poderosas organizaciones
gremiales.

Los partidos políticos abonaban la proliferación de estas ideas adversas a la


política a veces por omisión, otras, porque parecería que los intereses de los liberales
estaban puestos en el desarrollo, sin detenerse a considerar las consecuencias de utilizar
medios poco democráticos y la izquierda porque descreía de la “democracia liberal”.

En este contexto sumamente complejo, donde cada sector pretendía imponer sus
intereses por sobre los demás, el ambiente democrático de la Universidad mencionado
anteriormente, la reacción de oposición planteada al gobierno de Frondizi por el art. 28
del decreto-ley 6403/55 que formalizó la ley 14.557, trasladada a la movilización en
calles y establecimientos educativos, la presencia de la Revolución Cubana en el debate
universitario como ejemplo de la capacidad de concreción de la transformación social
imaginada, la significación del triunfo de un país dependiente sobre el imperialismo con
métodos violentos por afuera de la discusión política, el surgimiento de las nuevas
izquierdas que comprendían un amplio abanico de tendencias derivadas del pensamiento
marxiano, por cierto, este dinamismo de la Universidad se visualizaba como una

12
amenaza para la gobernabilidad del país y para la concreción del proyecto del
desarrollismo autoritario.16

El 28 de julio de 1966 las FFAA derrocaban al gobierno constitucional del Dr.


Illia y al día siguiente ante la oposición planteada por la Universidad con la toma de
Facultades en la UBA, el Gobierno de Facto del General Onganía inmediatamente
provocaba la primera represión de su régimen encarcelando y golpeando a docentes y
estudiantes. Este hecho, que se conoce como “la noche de los bastones largos”, pone fin
a la llamada “década de oro”17 de la Universidad.

El golpe militar que depone al presidente Illia profundiza en un marco


autoritario el modelo de desarrollo hacia fuera, el Estado adopta un fuerte rol
regimentador y los principales lugares de gobierno son ocupados por miembros del
establishment y del integralismo católico. El shock autoritario toma al movimiento
estudiantil en pleno auge combativo pero estremecido por sus contradicciones internas.
La dicotomía entre militancia-alumnado sin encuadramiento se profundiza como
fenómeno.

A partir de ese momento se produce también una escisión en la comunidad


académica, importantes grupos de intelectuales decidieron optar por el camino del exilio
con la expectativa de continuar las actividades de investigación en el exterior,
entendiendo que en un ambiente oscurantista era poco probable que se diera la
producción científica con la libertad requerida por esta tarea. Mientras que otro sector
entendió que era posible convivir con el régimen autoritario de Onganía, protegiendo a

16
En este sentido también Daniel Cano interpreta que “La vigencia de la autonomía institucional de las
universidades nacionales y la aparición de nuevos agentes educativos en el nivel superior (privados y
provinciales), en una situación de aumento considerable del número de instituciones, fragmentan la
conducción del sistema universitario. Esta situación, junto con el temor ante la creciente politización y
radicalización del estudiantado y del cuerpo docente de las universidades nacionales (radicalización que
se enmarca en el clima latinoamericano e internacional gestado a partir del proceso revolucionario en
Cuba), serán dos preocupaciones centrales del golpe militar que derrocará al gobierno del Dr. Illia en
1966. Cano Daniel, La Educación Superior en La Argentina, FLACSO.CRESALC/UNESCO. Grupo
editor latinoamericano. Bs.As. 1985
17
En palabras de un protagonista central del período, José Luis Romero: “Pronto se hizo sentir el carácter
autoritario del gobierno: Un Estatuto de la Revolución condicionó la vigencia de la Constitución, se
suspendieron las actividades políticas, se ejerció una severa tutela sobre periódicos y libros y, en el
episodio más criticado de su gobierno, se acabó mediante un acto policial con la autonomía de las
universidades. Pareció entonces que, más que contener los desbordes estudiantiles, se buscaba destruir la
fecunda y creativa experiencia universitaria iniciada en 1955”, citado por Romero, Luis Alberto, Breve
Historia de la Argentina, Fondo de Cultura Económica de Argentina S.A., 1996.
13
la institución de la intromisión de personas ajenas al ámbito universitario y
simultáneamente promoviendo el desarrollo científico de acuerdo a las exigencias del
capitalismo avanzado.

En este polo de modernidad concentrado en la Universidad empezaron a


manifestarse tensiones crecientes, en la forma de un cuestionamiento de los
paradigmas científicos mismos, postulando una manera “nacional” de hacer ciencia,
en oposición al paradigma cientificista al que se identificaba con los centros
internacionales de dominación. Entroncaba ésto con la cuestión del compromiso de los
intelectuales con su realidad, con el carácter valorativo de la ciencia -en oposición a
la supuesta neutralidad defendida por los cientificistas- y con el financiamiento de
muchos grupos de científicos por fundaciones internacionales –como la Fundación
Ford-. (Romero, L.A.:1994)

Es significativo el recuerdo del Arquitecto César Benetti Aprosio cuando evoca


los primeros días de la intervención en las Univesidades: “Cuando ya estaba la
intervención en el ´66 se hizo una Asamblea en la Facultad nuestra. Entonces se
dijo: - Procuremos que sea alguien de la Facultad quien se haga cargo del
Decanato”. Esa misma tarde le hicieron el ofrecimiento del Decanato de la Facultad de
Ciencias Matemáticas, Físico-químicas y Naturales aplicadas a la Industria que aceptó y
ejerció durante el período 1966-1970. En el mismo sentido, Ana María Lorandi –
administrativa de carrera y en ese momento secretaria privada del Rector de la
Universidad Nacional de Rosario Dr. De Juano- nos aporta el recuerdo de lo dicho por
él acerca de su designación: “En la vida vos hacés opciones. Yo tenía dos opciones: o
aquí venía un militar o yo dejaba de lado mis pruritos y le hacía mucho más favor a
la Universidad ocupando este lugar y poniéndome a su servicio y de alguna manera
es un lugar menos que ellos ocupan. Eso tuvo un efecto multiplicador. Mucha gente
lo hizo.” 18

Esta actitud, de protección hacia un ámbito de producción científica podría dar


cuenta del pensamiento desarrollista. Los intelectuales que se enrolaban en este modelo,
ilusionaban con la ciencia y la potencialidad de la misma para promover el desarrollo,

18
Ver Anexo nº Entrevista al Arquitecto Cesar Benetti y a la Sra. Ana María Lorandi, pág. 12.
14
parecería con cierta independencia de los procesos socio-políticos, también puede
comprenderse como estrategia de resistencia frente a situaciones violentas, a veces
promovidas y otras aceptadas por acción u omisión en el contexto internacional, por
algunos sectores gremiales, políticos, económicos, medios de comunicación y amplios
sectores sociales de la Argentina.

La atracción ejercida por los países centrales y su nivel de vida, los avances
logrados en la producción científica y en la masa crítica universitaria eran elementos
que tal vez podrían haber estado presentes en la decisión de mantener el camino iniciado
con el Gobierno de Frondizi, a pesar de la convivencia con el autoritarismo y con la
fuerte presencia en Educación del pensamiento más conservador de la Iglesia Católica.

También, es pertinente señalar que los organismos internacionales, continuando


con el programa de la Alianza para el Progreso, otorgaban financiamiento para
proyectos de las Universidades y oportunidades para la formación profesional. En un
país en vías de desarrollo, con escasos o al menos cierta restricción en los recursos
presupuestarios para educación, evidentemente estos aportes resultaban muy tentadores
para el ambiente científico.19

El modelo tecnocrático vigente en ese período pretendía alcanzar el desarrollo a


partir de un trabajo sostenido en tres pilares: ciencia, razón y eficacia. En realidad lo
que se intentaba aplicar en el sistema educativo y la Universidad, era el modelo de
organización y administración de las empresas junto a una lógica eficientista, donde los
resultados constituían el referente para la evaluación de instituciones, proyectos,
acciones pedagógicas, estrategias metodológicas, sin establecer diferencias según el
objeto de análisis.

La planificación fue otro de los instrumentos que ingresó en el campo de la


Política Educacional por medio del que se obtuvieron importantes relevamientos del
sistema y a partir de los mismos se formularon proyectos y objetivos a cumplimentar

19
Ver: Solari, A, Desarrollo y Política social en América Latina. En: Revista de la
CEPAL, 1er Semestre de 1997.

15
para la extensión del sistema, incrementar los niveles educativos de la población,
disminuir la deserción. Con este instrumento, aporte de la estadística y de la economía
se proponían racionalizar y redimensionar las estructuras administrativas del sistema
educativo, sus instituciones escolares, universidades y de los proyectos formulados en la
búsqueda de la mayor eficacia.

Entre las prioridades fijadas por el gobierno de facto para superar el


“desgobierno”, “la lentitud” y “la ineficacia” atribuidas al gobierno constitucional
depuesto, figuraba la optimización del funcionamiento del aparato del Estado. Este
imperativo se trasladó a las distintas áreas de gobierno decidiendo el Secretario de
Cultura y Estado y Educación la creación de una Comisión de Racionalización en junio
de 1967, con la finalidad de agrupar los diferentes organismos según su función. Aquí,
estaba la intención especial de desvincular las tareas administrativas de los procesos
estrictamente pedagógicos y académicos. Al respecto expresaba el Secretario José
Mariano Astigueta “No tendrán menos eficacia los Consejos porque en ellos dejen de
existir organismos administrativos que se triplicaban con los de la Secretaría. Por el
contrario, se logrará una unidad de criterio en lo unificable que es requerida con
angustiosa realidad.” 20

Con similar criterio para el ámbito universitario ilustraba la situación el Dr.


Cantini21 al describir el proceso de reconversión administrativa de la UNL, orientado a
liberar de funciones administrativas a las unidades académicas para concentrarlas en dos
grandes administraciones regionales – localizadas en Santa Fe y Rosario – permitiendo
de este modo la centralización de la toma de decisiones. En un mismo movimiento
alcanzaban el doble objetivo de desconcentrar la ejecución y centralizar el poder de
decisión. Siguiendo a Pérez Lindo: “ La restricción de las autonomías permitió imponer
una planificación nacional, para lo que se creó un Consejo de Rectores (CRUN) y
oficinas de estadística y planeamiento. Los recursos financieros fueron manejados en
función de prioridades que se establecían de manera centralizada”.22

20
Astigueta, op. cit, pp 13
21
El Dr. Cantini fue rector de la Universidad Nacional del Litoral en el período 67-68 para pasar a
desempeñarse en igual cargo a partir de esa fecha en la recién creada Universidad Nacional de Rosario.
22
Pérez Lindo, Augusto, Universidad, Política y Sociedad, Buenos Aires EUDEBA, 1985, pág. 151
16
El modelo de universidad norteamericano -de estructura departamentalizada-
ejerció fuerte atractivo para aquellos sectores universitarios vinculados al diseño de
nuevas universidades (es el caso de la Universidad Nacional del Sur, y del fallido
Proyecto “Ciudad Universitaria” en la Universidad Nacional de Rosario). Este modelo
era más factible aplicarlo a esta situación de fundación o refundación, mientras que se
dificultaba en el caso de las universidades más antiguas del sistema.

Esta forma de organización cumplió dos funciones, por un lado permitía una
optimización de los recursos financieros, en este caso es ilustrativo lo expresado por el
Arquitecto Benetti Aprosio: “Todo el Sistema Universitario estaba pensado no por
Facultades sino por Departamentos. Por ello los edificios preveían espacios comunes –
los pasillos- donde los estudiantes de las distintas disciplinas se juntaban, aulas en
subsuelo tipo SUM y arriba todos los departamentos (se actuaba con) el
convencimiento de que la Universidad no podía dispersar esfuerzos, debía
departamentalizarse (...) No había un modelo específico a seguir. No te olvides que en
esa misma época se hicieron los primeros pabellones de Ciudad Universitaria de
Buenos Aires y se hicieron como Facultades y nosotros estábamos en contra de eso,
porque creíamos que era un derroche de esfuerzo. Vos tenías que tener Matemática en
Filosofía, en Ingeniería, en Arquitectura, en Cs. Económicas, entonces lo que existiría
era un Departamento de Matemática y desde allí cada carrera tomaba el curso que
necesitaba”.23 Por el otro, la departamentalización dificultaba la posibilidad de
organización del claustro estudiantil para actividades extracurriculares y participación
política, por las escasas oportunidades que permite dicha organización, para establecer
relaciones de comunicación entre alumnos de una misma carrera.

El proyecto del Dr. Taquini (h) que se propuso en Alta Gracia Córdoba para
1968, promoviendo la organización de las universidades por departamentos, el
redimensionamiento a través de su escisión como en el caso de la Universidad Nacional
del Litoral o con la creación de nuevas instituciones universitarias cubriendo zonas de
influencia más reducidas, no sólo cumplía con el interés de reducir gastos sino también
posibilitaba la reconstrucción del sistema universitario con unidades académicas más

23
Benetti Aprosio cit
17
pequeñas y por la misma razón, controlables. La dimensión de la Universidad ideal
debía contener una matrícula entre 12.000 y 15.000 estudiantes, que para el caso
Argentino se aceptaba entre 20.000 y 6.000.

Estas reformas, aparentemente posibilitarían el cumplimiento de la tarea de


desepolitización de las universidades, pretendida por el gobierno de facto y
significativamente es el período de mayor creación de universidades nacionales.

El caso de la Universidad de Rosario que surge a partir de la división de la


Universidad Nacional del Litoral, tal vez, inicialmente responda a estas nuevas
propuestas ya que en los primeros análisis de radicación de Facultades siete funcionaban
en la ciudad de Rosario y una en la ciudad cabecera de la Provincia, así también el
73,1% de la matrícula correspondía a la primera y el 26,9 % a la segunda.

Sin embargo, la creación de una Institución Universitaria es posible que no


responda solamente a los intereses explicitados en la política que implementa el Estado,
generalmente se vincula a otros motivos que este estudio pretende, a través de su
avance, desentrañar.

18
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