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Vitoria y su contribución al
Derecho Internacional Público”
La Guerra justa
En el siglo XVI surge el primer debate filosófico sobre la conquista
española y la subordinación de las poblaciones aborígenes, que se
caracterizó por la oposición de ideas entre los sacerdotes Juan Ginés
de Sepúlveda y Bartolomé de Las Casas.
El primero fue un sacerdote católico que se destacó por defender la
conquista de la colonización y evangelización de la población
autóctona de América, justifico el abuso de poder por parte de los
españoles a los indígenas, puesto que los consideraba como
“bárbaros” y “paganos”, además de justo y conforme al derecho
natural que tales gentes sean sometidas “al imperio de príncipes y
naciones más cultas y humanas” así como a la “religión verdadera”
(la católica), incluso “por medio de las armas”. Las Casas, en cambio,
a pesar de haber sido encomendero, consideró muy humanos a los
indios, “infinitas gentes que a todo género crio Dios las más simples,
sin maldades ni dobleces, sin rencillas ni bollicios que hay en el
mundo”, además de señalar como “injusto y tiránico” todo lo que se
cometía contra ellos. Gines defendió la conquista y justificó la guerra
incluso con el argumento de salvar la vida de quienes eran sometidos
a los sacrificios humanos para los dioses, que fuera un ritual entre los
aztecas. Por otro lado, Bartolomé de las Casas condenó el
sometimiento brutal y denunció “la más dura, horrible y áspera
servidumbre en que jamás hombres ni bestias pudieron ser puestos”;
pero, además, sostuvo que ningún gobernante podía mandar sin
consentimiento del pueblo; que nadie puede inferir perjuicio alguno
a la libertad; y que hay una “justa guerra” al levantarse contra tales
opresiones, con lo cual Las Casas se adelantó dos siglos al
pensamiento ilustrado.
Tomando en cuenta ambas posturas es imposible no hacernos las
siguientes preguntas: ¿Es la guerra justa licita para los cristianos?,
¿En quién reside la autoridad para declarar y realizarla?, ¿Cuáles
son sus fundamentos o causas? Y por último ¿qué cosas se pueden
hacer contra los enemigos de una guerra justa?
Para responder a la primera pregunta es necesario mencionar a San
Agustín, este santo, padre y doctor de la iglesia católica, concluye en
base a las palabras de Juan Bautista que, si la religión cristiana
proscribiera totalmente las guerras, se les hubiera aconsejado en el
Evangelio, a aquellos que pedían la salvación, que abandonasen sus
armas y se abstuvieran completamente a la milicia. Sin embargo,
esto no se les menciona, en cambio se les dice que no maltratéis a
nadie y contentaos con nuestras pagas.
Además, esta conclusión es respaldada por las razones entregadas
por Santo Thomas, pues para él es licito empuñar la espada y usar
armas contra los malhechores del país y los ciudadanos sediciosos,
por consiguiente, también seria licito usar la espada y las armas
contra los enemigos exteriores.
Otro argumento que apoya esta conclusión es que la guerra fue licita
en la ley natural, aquella ley emana de la razón y de los derechos que
se fundan en la propia naturaleza humana, y también en la ley
escrita, por otra parte, la misma ley evangélica nos señala que no
está prohibido nada que sea licito en la ley natural, por lo que lo que
era licito en las layes naturales y escritas no deja de serlo en la ley
evangélica.
No esta demás señalar que esto no puede ser puesto en duda dado
que, tratándose de la guerra defensiva, ya que no es ilícito repeler la
fuerza con la fuerza.
Ahora respecto a la guerra ofensiva, también es útil para probar la
licitud de la guerra justa, debido a que en estas no solo se defienden
o reclama las cosas, sino que además se pide satisfacción de una
injuria recibida. Si nos ponemos a analizar la definición entregada por
el canon Dominus nos señala que la guerra justa es aquellas que se
hacen para vengar las injurias, cuando hay que luchar contra un
pueblo o ciudad que omitió el castigar lo que injustamente hicieron
sus súbditos o el devolver lo que se quitó injustamente. Por lo que
podemos observar que en la misma definición nos estarían aclarando
la licitud de la guerra justa cuando estas sean ofensivas.
Y en relación con ambos tipos de guerra podemos concluir que no se
podría hacer cumplidamente la guerra defensiva si no se pudiera
realizar la vindicta en los enemigos que hicieron la injuria o
intentaron hacerlo; pues de lo contrario, tales enemigos se harían
más audaces para repetir sus invasiones, ya que el miedo del castigo
no les retraería de repetir la injuria.
Se puede probar además la licitud, si consideramos que el fin de la
guerra es la paz y la seguridad de la republica como nos dice San
Agustín en el libro Deverbis Domini, no podría haber esta seguridad
sin el temor de la guerra, pues esta contiene a los enemigos de
realizar injurias, esta provoca una conveniencia para el fin y el bien
del orbe, porque sin la guerra este no gozaría de felicidad y se vería
sumido en condiciones degradantes, ya que la impunidad de los mal
encaminados les permitiría realizar toda clases de actos de injuria,
sin que fuese licito a estos últimos concentrarse para repeler sus
agresiones.
Para terminar con las razones de porque la guerra es lícita, tenemos
un argumento moral, donde la autoridad y el ejemplo de los santos y
de los varones justos, puesto que son muchos los que no solo
defendieron sus patrias y sus haciendas con guerras defensivas, sino
que también se vengaron con las guerras ofensivas cuando existieron
injurias provocadas por los enemigos.
En respuesta de la segunda pregunta que nos hacemos, podemos
responder a ella que, cualquiera puede tomar a su cargo y hacer la
guerra defensiva, independiente si se tratarse de un simple
particular. Resulta bastante evidente, si recordamos lo que dijimos
con anterioridad, es licito repeler la fuerza con la fuerza, por lo que
cualquiera puede hacer una guerra tratándose de una defensiva,
siempre y cuando sea para proteger el bienestar e incluso el
patrimonio.
Como hemos podido apreciar el autor de una guerra puede ser un
ser particular, pero ¿es posible que el autor de una guerra sea una
república? Para responder a esto es necesario hacer una distinción
entre una persona privada y una república.
Una persona privada tiene el derecho de defenderse a sí mismo y a
sus cosas, pero no tiene el derecho de poder vengarse de las injurias
dirigidas hacia él, deduciendo así que, solo puede ser autor de una
guerra defensiva, mas no de una ofensiva. De hecho, este derecho
de defensa no es inmune, ya que para que pueda ejercerse la
persona debe verificarse en el momento del peligro, esto es
conocido por los jurisconsultos como incontinenti. Así es como al
pasar la necesidad de defensa, cesa la licencia para guerrear.
En cambio, la república, si tiene la autoridad, no solo para guerrear
en caso de defensa, sino que también para vengar las injurias
recibidas y para perseguirlas después del momento de inferidas, por
lo que su derecho goza de una característica de persecución, ya que
esta no deja de ejercerse por el lapso del tiempo. Esto se debe a que
la republica debe cuidar a sus habitantes, no tan solo físicamente,
sino que también espiritualmente, debe velar por su honra.
Aristóteles señala en su libro tercero de la Política que la republica
debe basarse en sí misma y no podría conservar suficientemente el
bien público y su propio estado, si no pudiese vengar las injurias e
infundir respeto a sus enemigos; ya que, sin esto, se tornaría los
malvados más pronto y audaces para realizar nuevas injurias, viendo
que podían hacerlo impunemente. Por esto es necesario, que se
reconozca la autoridad a la república.
Otros historiadores creen que la autoridad de una guerra no recae en
la república, sino que recae en el príncipe de esta, es decir, el
príncipe es quien tiene la verdadera autoridad de una guerra, pero es
la misma autoridad que posee la republica que el mismo príncipe
representa y dirige. San Agustín opina en base a esto que el orden
natural acomodado a la paz de los mortales, exige que la autoridad
de poder emprender la guerra debe residir en el príncipe.
Lo cual se prueba si recordamos que el príncipe recibe sus poderes
por la elección de la república, por lo tanto, si existe un príncipe
legítimo en esta, toda la autoridad residirá en él.
La tercera pregunta a resolver consistía en saber cuál puede ser la
razón y la causa de la guerra justa, una disyuntiva que sin duda es
importante para entender el enfrentamiento de ideas generada por
el trato a los aborígenes.
Primero que nada, debemos resaltar que la diversidad de religión no
es una causa justa para la guerra, ya que tener creencias distintas no
es una injuria y no se puede alegar la posesión de los indígenas, por
simplemente rehusarse a pertenecer a la fe cristiana.
Tampoco es una causa justa de una guerra el deseo de ensanchar el
imperio, porque en ese caso podría haber causa justa para ambas
partes beligerantes, y la muerte de los enemigos no sería licita, por lo
que habría una guerra en donde no se podría dar muerte a los
enemigos, generando así una contradicción.
No es causa justa de guerra la gloria o cualquier otra ventaja del
príncipe, porque este debe ordenar tanto la paz como la guerra al
bien común de la república, y así como no puede intervenir en la
gloria o provecho suyo las rentas públicas, mucho menos podrá
exponer a sus súbditos en peligro, una diferencia destacable entre un
príncipe y un tirano ya que este siempre deberá velar por el
bienestar de sus habitantes, en cambio el tirano es individualista y no
se preocupa por ellos.
Al parecer la única justa causa para hacer la guerra es la injuria
recibida, pues como se ha mencionado anteriormente, la guerra
ofensiva se inicia por el deseo de venganza en contra los enemigos y
con el objeto de escarmentarlo. Pero como no puede existir una
venganza sin que alguien haya hecho un daño primero, entonces
podemos concluir que una injuria es una justa causa para la guerra.
Esto puede ser probado ya que San pablo en su pasaje nos menciona
que, el príncipe no eleva su espada, ya que es ministro de Dios, para
ejercer su justicia, castigando a todo el que obre mal. En otras
palabras, es ilícito castigar a aquellos no han hecho daño a nadie,
ósea, a los inocentes porque esto está prohibido por las leyes
naturales. La única excepción que vendría a esto sería cuando sea
Dios quien mandase otra cosa, por ser el dueño de la vida y la
muerte y podría con su voluntad disponer de otro modo.
Habiendo identificado cual era la causa de la guerra, ahora nos
queda analizar si cualquier injuria sirve para ser una causa justa, esto
pareciera ser que no, ya que es poco proporcionar que, por una
injuria leve, el castigo sea la guerra o cualquier sanción grave. Por lo
que todas las injurias cometidas deben de una gran magnitud de
gravedad, pues es ilícito acudir a guerras por injurias breves, por
todas las consecuencias negativas que conlleva una guerra.
Por último, nos queda la cuarta pregunta, esta se refiere al derecho
de la guerra y versa sobre las cosas que están permitidas en una
guerra justa.
Para ello es necesario enumerar las cosas permitidas. Primero es
licito hacer en la guerra todo lo que se necesario para la defensa del
bien público, puesto que el fin esta es el defender. En segundo lugar,
será licito recuperar las cosas perdidas o el precio de las mismas. En
tercer lugar, es licito resarcirse con los bienes del enemigo de los
gastos de la guerra y de todos los daños causados por él
injustamente. En cuarto lugar, el príncipe que hace una guerra justa
puede pasar aún más adelante, esto es, a hacer cuanto sea necesario
para asegurar la paz y la seguridad por parte de sus enemigos; por
ejemplo, demoliendo sus fortalezas y levantando fortificaciones en el
territorio enemigo, si ello fuere indispensable para evitar peligros
ocasionados por sus adversarios. Esto se refiere a que está permitido
atacar los terrenos de los enemigos, ya que el fin de la guerra es la
paz y la seguridad; por consiguiente, será licito cualquier medida
para proteger el bienestar de los súbditos.
Y por último en quinto lugar, después de obtenida la victoria,
recobrada las cosas y asegurada la paz y la tranquilidad, se puede
proceder lícitamente a la vindicta de las injurias recibidas de los
enemigos, y escarmentarlos, castigándolos por las ofensas que
infligieron. Es preciso hacerlo así, pues no se borrará la ignominia y
el deshonor de la republica con solo poner en fuga a los enemigos,
sino castigándolos y afligiéndolos con la veracidad de las penas, ya
que el príncipe no solo tiene la obligación de velar por el bienestar,
sino que también debe velar el honor y la autoridad de la república.
De todo lo expuesto, podemos concluir que la guerra justa es
totalmente licita, siempre que cuente con lo anteriormente
mencionado, pero hay que entender también que no por tener la
calidad de licito signifique que este bien, por lo que es lógico que
hayan existido disputas, ya que, en el caso de la conquista al nuevo
mundo, ¿podemos realmente decir que se contó con todas aquellas
características que contempla una justa guerra? Es por esto que
analizaremos esta disyuntiva en el siguiente tema a abordar,
respecto del respeto la persona humana y los derechos humanos.
Conclusión
En conclusión, pese a los evidentes abusos de la iglesia, aunque para
ellos estuvieran justificados, la verdad es que debemos tener en
claro que todos somos personas y poseemos los mismos deberes y
derechos, no importa ser de religiones, culturas o etnias distintas,
todos merecemos el mismo respeto.
Por lo que es necesario que existan en cada época de la sociedad,
mentes como la de Francisco de Vitoria o Bartolomé de las Casas,
ambas figuras expandieron sus mentes, criticaron a la sociedad y
consiguieron generar un cambio profundo en esta, logrando avanzar
un paso en el reconocimiento de los derechos de los aborígenes y
aunque estos nos fueron tan completos como los que existen
actualmente, si fue un gran avance para el mundo.
Pese a eso, creo que la colonización fue un hecho importante que
debía ocurrir para la evolución de la sociedad, como bien dice Vitoria
somo seres sociables, por lo que es imposible que el descubrimiento
de nuevos mundos no hubiera ocurrido, sin embargo, es importante
la creación de reglas y derechos que permitan la coexistencia de las
personas entre distintos Estados, es por ello que encontramos la
existencia del derecho internacional.
Biografía
http://www.enciclonet.com/articulo/guerra-justa/#:~:text=Guerra%20Justa
%20(1511%2D1575).,los%20conquistadores%20del%20Nuevo%20Mundo.&text=Al
%20mismo%20tiempo%2C%20en%20Am%C3%A9rica,esclavizados%20por%20una
%20guerra%20justa.
http://www.philosophica.info/voces/vitoria/Vitoria.html#toc4
http://www.historiaypresente.com/la-guerra-justa-los-indios/
https://www.uv.es/correa/troncal/resources/Relectio-prior-de-indis-recenter-inventis-
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Bretón Mora Hernández, Carlos. (2013). Los derechos humanos en Francisco de Vitoria. En-claves del
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G., 2020. Guerra Justa (1511-1575). » Enciclonet.Com. [online] Enciclonet.com. Available at:
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