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El niño o niña va adquiriendo una mayor comprensión del mundo a través del ensayo y el
error, por medio de sus sentidos y sus acciones. A principios de la etapa los bebés se
caracterizan por mostrar egocentrismo extremo, es decir, no tienen ninguna comprensión
del mundo aparte de su propio punto de vista actual. Por decirlo de una forma, es como si
no supieran a dónde va el mundo cuando cierran los ojos.
El principal logro de esta etapa planteada por Piaget es romper con este egocentrismo,
comprendiendo que los objetos y eventos existen independientemente de si se perciben o
no. A esto se le conoce como la permanencia del objeto, es decir, saber que un objeto
sigue existiendo por muy oculto que esté. Para conseguir este logro, es necesario que el
infante tenga la capacidad de formar una representación o esquema mental de dicho
objeto o suceso.
Subetapas de la etapa sensoriomotora
Jean Piaget fue elaborando su conocida teoría del desarrollo cognitivo a partir de sus
hallazgos observando cuidadosamente el comportamiento de sus propios hijos Jacqueline,
Lucienne y Laurent. En 1952 empezaría a sentar las bases de la teoría, aunque sus
investigaciones de los años sesenta acabaría de darle forma. En base a lo observado,
Piaget subdividió la etapa sensoriomotora en 6 subetapas.
Una vez los ha descubierto, los vuelve a repetir, porque descubre que algunos le dan
placer, como chuparse los pulgares, patear con sus piernas o mover los dedos. Los va
repitiendo una y otra vez, buscando generar una estimulación agradable y poniéndolos en
práctica.
Si bien ya era una capacidad que empezaba a asentarse a los 8 meses, a finales de la
subetapa de reacciones circulares secundarias, es en esta en la que los bebés son capaces
de tener representaciones mentales de objetos completas. Pueden hasta suponer dónde
ha ido a parar un objeto sin tener que verlo, solo suponiendo aspectos como su
trayectoria, comportamiento o lugar alternativo donde buscar.