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TPA - Luis Camnitzer - El arte sucede en el espectador

Para mí el arte no sucede en el objeto, sino en el observador.

El objeto es un pasillo que determina el recorrido entre el artista y el que observa o recibe la obra.
Históricamente, el objeto artístico sufrió un proceso de fetichización comercial que nos obliga a
mirar y a adorar a la “obra de arte”. Pero ese mismo proceso actúa como un obstáculo para la
verdadera comunicación y hace que el artista en lugar de ser un trabajador cultural sea un
fabricante de mercancías. Por suerte una buena obra obliga a un proceso de inmersión que distrae
un poco del objeto y favorece la experiencia por encima de la apariencia.

Fue para minimizar estos problemas que hace más de tres décadas vengo favoreciendo la
instalación como formato de exposición. Aunque la instalación tiene el peligro de caer en la
espectacularidad (otra forma de mercancía), las cosas parecen más controlables y el lograr la
inmersión del espectador parece más fácil. Con el espectador inmerso, la presentación de
estímulos y la transmisión de datos se hacen más fáciles. Los datos generalmente son registrados
como información. Quedan ajenos y no afectan al observador a menos que se conviertan en
estímulos. De ahí que prefiera utilizar estímulos directamente y cuando uso datos trato de que no
se limiten a ser información. Me interesa evocar las cosas, más que narrarlas o explicarlas. Es en el
proceso de evocación en el que el observador se ve obligado a organizarse, a dar sentido a la obra,
a completarla. Es en la determinación de los parámetros dentro de los cuales ocurre la evocación
en donde el artista define su misión.

La función de los parámetros de la evocación es doble: una de atisbar mis propias conclusiones
dentro de una temática que me interesa; la otra, de habilitar al espectador en la búsqueda de
conclusiones propias. En ese sentido mis propias conclusiones son solamente incidentales y
anecdóticas, con un interés puramente autobiográfico. Son parte de una ideología, sí, pero epi-
dérmica. La habilitación del espectador, su pasaje de consumidor a agente activo, eso es parte de
una ideología más profunda. Es de allí de donde sale mi necesidad de crear catalizadores que
generen libertad.

Todas estas cosas no tienen nada que ver con los temas de la belleza o del buen gusto. Son cosas
que solamente se refieren al espacio que se puede rescatar de la cantidad enorme que nos
robaron.

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