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(Scarborough, 2001)
¿Cómo lo hacen?
Coordinan de manera fluida muchas habilidades. Cada habilidad es un componente
que se ha refinado a través de la instrucción y la experiencia a lo largo de muchos años.
Estos componentes se grafican a continuación (Figure 1.) como hilos que se
juntan o entretejen. Se representan de manera separada aquellos involucrados en el
reconocimiento de palabras impresas individuales vs. aquellos involucrados en la
comprensión, si bien ambos procesos operan intelectivamente.
Traducción:
Comprensión
Si bien la mayoría de discapacidades de lectura se relacionan con déficits en las
habilidades que componen el reconocimiento de palabras, debilidades en la parte de
comprensión también puede impedir la habilidad de lectura.
(Bryant, Maclean, & Bradley, 1990; Bryant, Maclean, Bradley & Crossland, 1990; Maclean,
Bryant & Bradley, 1987; Molfese, 1999; Shapiro et al., 1990; Walker, Greenwood, Hart, &
Carta, 1994; Whitehurst, 1999).
Estos estudios no seleccionan muestras de grupos con algún factor de riesgo, sino que
eligen grupos enteros de niños de un mismo preescolar o cohorte de nacimiento.
Igual que los estudios antes mencionados, los hállanos apuntan a asociaciones
confiables entre las habilidades tempranas y posteriores habilidades de ore-lectura y/o
logros de lectura.
Hallazgos en común
El autor revisa los hallazgos que comparten estos tres tipos de estudios: en general
apuntan a que las relaciones entre el desarrollo temprano de lenguaje y literacidad y
logros de lectura posteriores parecen ser similares en muchos aspectos, y no
contradictorios de ninguna manera mayor, a pesar de sus diferencias en metodología y
objetivos.
5. Se observa que los perfiles de déficit cambian a lo largo del tiempo a nivel
individual en los años preescolares (Bishop & Edmundson, 1987; Scarborough & Dobrich,
1990).
La relación entre dos variables no significa necesariamente que una cause la otra. Para
establecer causación se requieren datos experimentales con manipulación de la variable
que se considera causante de la otra. Aun así, estos datos no descartan la posibilidad de
causación recíproca, en vez de unidireccional.
Defensa de la hipótesis del déficit fonológico: sus propulsores argumentan que los
déficits en otros aspectos del desarrollo lingüístico siempre provienen de debilidades
más fundamentales en el dominio fonológico. Para ellos, la capacidad de estos déficits
para predecir futuras discapacidades de lectura sería entonces solo fruto de una
correlación, y no de verdadera causación (Shankweiler y Crain, 1986). Sin embargo, los
patrones de desarrollo y fuerzas relativas de estas correlaciones no concuerdan con
esta explicación. Además, los resultados de análisis genéticos sobre la heredabilidad
de la consciencia fonológicas, habilidades lingüísticas generales y habilidades de
lecturas también son inconsistentes con esta explicación (Hohnen y Stevenson, 1999).
No todos los desordenes progresan de esta manera. Para una cadena causal, el
tratamiento sucesivo de cualquier síntoma podrá prevenir la emergencia de todas las
etapas sucesivas. Por el contrario, para desórdenes de causación no en cadena, el
tratamiento efectivo de un síntoma no necesariamente detendrá el progreso del
desorden; en cambio, es necesario identificar y tratar la condición subyacente.
Para explicar por qué los perfiles déficit de preescolares son cambiantes, es necesario
pensar en formas no lineares sobre los desórdenes de lectura. Está bien establecido
que el crecimiento en algunos (quizás todos) componentes del lenguaje consiste en
alzas y mecetas en momentos particulares, más que en avances incrementales
estables. De ser así, entonces una demora en adquisición significaría que estas alzas
y mecetas se darían en edades mayor de los normal. En tal caso, podría haber edades
en que los niveles de los niños atrasados y no-atrasados sean virtualmente idénticos,
fenómenos que Dobrich y Scarborough (1990) han llamando “recuperación ilusoria”.
Esto podría ser una explicación simple para la problemática de los niños que parecen
recuperarse de sus impedimentos lingüísticos preescolares pero luego vuelven a tener
dificultades.
Según esto, si una habilidad tiene un crecimiento no linear, sus déficits serían más
identificables en los períodos en que, en el desarrollo normal, se da un alza. Las alzas
en habilidades lingüísticas particulares se dan en edades promedio distintas (por
ejemplo, el alza de vocabulario, que ocurre típicamente a los 18 meses, precede al
período de adquisición rápida de morfología y sintaxis entre los 2 y 4 años). Así, los
mejores momentos para diagnosticar el desarrollo de una habilidad son cuando esa
habilidad debiera estar en un período de “ascenso”.
En relación con el diagnóstico, los factores de riesgo que se han identificado a partir de
investigaciones correlaciones con niños de preescolar y kindergarten proveen las mejores
guías para diseñar mecanismos de identificación de aquellos niños con mayor riesgo
de desarrollar discapacidades de lectura. Tales métodos han tenido bastante éxito en
identificar puntajes de lectura a partir de las variables revisadas en niños de kindergarten,
con un 89% de exactitud en muestras de unos 200 niños. No obstante, debe destacarse
que casi todos estos estudios han obtenido pocos “errores” (niños no identificados
como de riesgo, que luego sí desarrollaron discapacidades), pero una mayor cantidad
de “falsas alarmas” (niños identificados como de riesgo, que luego tuvieron niveles
adecuados de lectura). Esto quiere decir que utilizando estos filtros para identificar
niños que necesitarían intervención, aproximadamente la mitad podría no necesitarlo
realmente. Esta es la mayor preocupación en torno al uso de estos métodos de
identificación de niños con riesgo de desarrollar discapacidades de lectura, la cual
tendría asociada costos innecesarios y, posiblemente, consecuencias educativas y
psicológicas.