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COMUNICACIÓN Y LENGUAJES DOMINGO SAVIO

RAZONAMIENTO VERBAL #4

Análisis de la estructura y contenido del texto

Seguimos los pasos que se describen a continuación:


1.- Leemos atentos cada uno de los textos que se encuentran en esta ficha, a medida que
los leemos, identificamos los sustantivos, verbos y adjetivos presentes en las historias.
Comiendo estrellas (Gigia Talarico)
A veces, en las noches, Esteban y Olivia miran juntos el cielo antes de irse a dormir. Ese
manto de estrellas lejanas e intocables. Cuando hay un buen tiempo y las estrellas brillan
mucho, Esteban se imagina navegando en ese mar brillante. Tiene un globo transparente
como nave, y desde allí contempla el firmamento. Varias veces le comentó a Olivia que
sentía no poder tomar una estrella con la mano, sacarle un pedacito, y metérselo en la
boca como si fuese chocolate. Una vez, Olivia le respondió que para comerlas, solo se
necesitaban alcanzarlas con las manos y ponérselas en la boca. Según Esteban, Olivia es
muy chica y hay que explicarle todo.
Eso fue lo que le comentó al gato Lucero, quien no pareció nada de acuerdo con él, tal
como se lo demostró, negándole con la cabeza mientras se rascaba el bigote.
Hace unos días, Olivia estaba sentada cerca de la verja con los codos apoyados en las
rodillas y el gato sentado en sus pies. Esteban se acordó y le preguntó:
— ¿Qué estás haciendo Olivia?
Ella siguió mirando en la misma dirección y respondió:
—Estoy comiendo estrellas.
El día anterior había pasado exactamente lo mismo, y Esteban había tratado de explicarle
que las estrellas no se comen en la realidad, que solo en sueños, pero ella ni siquiera le
había escuchado. Durante dos días la observó; apenas el sol empezaba a esconderse,
Olivia se sentaba en el mismo lugar seguida de Lucero su gato. El, discretamente y a
distancia, seguía sus movimientos, Olivia tenía la absoluta complicidad de Lucero. Esto lo
intrigaba y le daba un malestar extraño. Lucero, de costumbre, repartía muy bien su
compañía con él y con su hermana, pero esta vez las cosas estaban demasiado oscuras.
Al tercer día, estaba muy preocupado. Ahora sí estaba convencido de que su hermana
realmente comía estrellas, y le preguntó a su mamá si no podía darle un empacho. La
mamá lo miró, primero con sorpresa y después sonriendo, le dijo que no se preocupara.
Esteban sintió que su mamá le respondía como cuando le hablaba a Lucero, risueña y
amable, pero sin darle importancia. Decidió no insistir, tal como hacía el gato. No entendió
su madre que cuatro días comiendo estrellas podría ser algo importante, ¿acaso peligroso?
Secretamente, tenía unas ganas enormes de participar con su hermana del banquete.
Decidió sentarse junto a ella a esperar que algo pasara y así lo hizo. Vio pasar un camión,
varios autos, un vendedor de escobas, uno de empanadas, algunas personas adultas y
muchos niños.
También pasaron dos vacas, cinco caballos en tropa, por lo menos tres lagartijas, varios
perros y todos los gatos del barrio. Lucero no movía ni la cola, seguía ahí, tirado. También
pasó un carretón vendiendo plátanos. El carretón avanzaba despacio, haciendo un ruido
especial con las ruedas. Esteban olvidó a su hermana, subió al carretón y, tirado encima de
los plátanos que quedaban, empezó a disfrutar del viaje.
La noche caía, y los bueyes, que tenían un color platinado bajo la luna, avanzaban lentos
en el estrecho camino. Los árboles ofrecían extrañas sombras dibujando formas increíbles.
Esteban estaba asombrado en esa fi esta de quietud ruidosa y solitaria; solo un
puercoespín lo miraba callado y cómplice, y una niña con traje verde, que cruzó el camino,
le tiró una flor. Se alejó dejando lucecitas verdes esparcidas, Esteban hubiera querido
tomarlas con la mano pero eran luciérnagas que se alejaban fugaces. Una de ellas se le
posó en el pecho. Tres luciérnagas siguieron su camino. El sombrero del carretero brillaba
aún más cuando decía “soh-soh” a los bueyes. Las ruedas se hundían en la arena y Esteban
pensó: “Ahora vamos a cruzar el río”. El escuchaba satisfecho el chirriar de las ruedas, el
torrente del agua, y tenía ganas de cantar, el corazón le latía con fuerza, pensaba en su
hermana, en Lucero, en la cabellera tejida de luciérnagas. La tibieza de la noche lo hacía
feliz y las estrellas se le ofrecían generosas y cerca, bastaba con levantar la mano…
De pronto, escuchó la voz de Olivia que le decía:
—Ya está oscuro, tenemos que entrar. ¿En qué piensas?
Esteban se sobresaltó. Seguía sentado al lado de su hermana y Lucero, y de la llave de
agua caían gotitas. Esteban respondió, mirando la luciérnaga pegada a su pecho y la flor
que sostenía en la mano:
—Hermanita... ¡¡Qué lindo es comer estrellas!!
Olivia sonrió y Lucero se rascó los bigotes satisfecho.
La Flauta (Gigia Talarico)
David descubrió la trompeta desde su cama. ¿Qué podría ser? –se preguntó–. La lluvia caía
torrencialmente golpeando sobre techos y baldosas; eso lo había despertado. Pero cosa
extraña, a sus oídos también llegaba una melodía discorde mezclada con el ruido de la
lluvia. Se levantó de la cama y abrió la ventana para escuchar mejor. Sonaban la lluvia, los
truenos y ese ruido, que quizás era música, ¿de dónde podría venir?
Tenía ganas de salir corriendo a jugar, pero, ¿qué pasaría si se enteraba su mamá? Ella
siempre dice que puede resfriarse, que le puede dar neumonía, que se puede caer del
árbol, que se puede quebrar algo y que patatín y que patatán.
Llovía tanto, que el agua alcanzaba el marco de la ventana y le mojaba los codos. Estiró los
brazos para mojarlos a gusto. Así se quedó, con los brazos extendidos, pensando en lo
bonito que sería salir a jugar con Andrea. ¡Tiene unos ojos tan lindos...! ¿Por qué le gustará
tanto tocar la fl auta? ¿Por qué siempre la lleva en la mano...? Ese ruido entremezclado
con la lluvia... ¿No parecía el de su fl auta…? Todo esto le pasaba por la cabeza cuando...
¡zas...! Un fuerte pinchazo en una mano lo sacó de sus pensamientos y rápidamente la
retiró de la ventana. Entonces vio que en ella, tenía clavada una nota musical.
Llovía con menos intensidad y David miraba emocionado. Con cuidado se sacó la nota y la
apretó en la mano. Tenía que descubrir de dónde había caído. Si se la quedaba, ¿no
rompería acaso alguna melodía? ¿Si se lo contaba a su profesor de música, le diría que lo
estaba inventando...?
Podría llevarle la nota como prueba... No, lo mejor era salir por la ventana y buscar a su
dueño. Así lo hizo. El gato, desde el marco, parecía dudoso de acompañarlo. David saltó,
dio la vuelta al jardín y por la parte más baja subió al techo mientras el perro le movía la
cola.
Todo el techo estaba regado de notas musicales que brillaban en la oscuridad sobre las
tejas húmedas. David caminaba despacio, estaba resbaloso y no quería pisar las notas ni
romper las tejas.
¿De dónde vendrían tantas? –pensó – ¿Y por qué?
De pronto, en el techo de al lado vio a alguien tratando de trepar por la chimenea. Se
notaba que le costaba mucho esfuerzo, pasó al otro techo y se dio cuenta que era una niña
en camisa de dormir; se tropezó con un piano minúsculo y con un inmenso ratón blanco. Ya
no llovía y el gato avanzaba detrás de él; estaba asustado, solo escuchaba el pum pum de
su corazón como un tambor. ¡Pero si aquella niña era Andrea! Ahora, unida al miedo, tenía
esa gran ansiedad que le producía estar cerca de ella.
— ¿Qué estás haciendo? –le preguntó.
—Tratando de recuperar mi flauta –respondió Andrea–. Un trueno la recogió de mi mesa
de noche y no para de esparcir las notas; la cosa es que no sé cómo alcanzarla. De aquí a
unas horas, la casa estará hundida en una inmensa montaña de notas y lo que es peor, me
quitarán mi flauta.
—No te preocupes –dijo David tratando de disimular su propio temor–, te ayudaré y entre
los dos la alcanzaremos.
El viento, ahora que ya no llovía, silbaba frío, y el trueno burlesco dio un fuerte rugido. Al
gato se le paró la cola, David temblaba y sentía sus pies resbalarse en las tejas, pero
estaba decidido. ¿Cómo podría Andrea pasar las tardes sin su flauta? Tratando
de no pensar en el inmenso ratón en el techo, en los ojos redondos
de Andrea, ni en lo resbaloso del suelo, sugirió con coraje...
—Súbete a mis espaldas y la recoges.
—Ya probé con el piano y no alcanzo, –dijo Andrea casi gimiendo–.
¿Tú crees que podrías sostenerme en tus hombros?
David no sabía si podría resistir el peso de Andrea. ¡Debía tener dos kilos solo de cabellos
crespos! Aun así, dijo que sí. Seguramente ella estaba tan asustada como él –pensaba–,
pero no se le notaba. Los dos trabajaban silenciosamente. El gato se lamía la pata sobre el
piano y el ratón blanco lo miraba con curiosidad, a David le sonaban los dientes. Cuando
Andrea alcanzó la flauta, el trueno rugió cariñoso, pero David casi se cae.
—No te preocupes –dijo ella–, parece que él está más bien contento.
Bajó con cuidado. Tan feliz, se sentía Andrea, que casi saltaba.
—Ten cuidado Andrea, que te puedes caer al suelo –dijo y tomando aire serio, siguió: –Me
gustaría que me digas qué haces tú, en la noche, con un piano de juguete, un ratón de
peluche y una flauta, subida en el techo.
—Pues ya vez; lo mismo que tú –le respondió burlona Andrea.
—Yo vine porque escuché la flauta, y ahora me dices que te la robó el trueno... después de
todo, qué más da, seguramente es verdad… con todas esas notas regadas por el techo...
—Gracias por tu ayuda David. Ahora será mejor que vuelvas rápidamente a tu cama, está
por amanecer, no vaya a ser que te despiertes. Dicen que despertar de los sueños sobre los
tejados puede quebrarlos.
2.- De cada cuento leído sacamos 6 oraciones completas y analizamos por qué tipo de
palabras están compuestas.
3.- En el siguiente cuadro identificamos el inicio, desarrollo y conclusión de cada una de
las historias que leímos:
Cuento Inicio Desarrollo Conclusión
Comiendo estrellas

La flauta

4.- También debes identificar el tipo de narrador de las historias y el tiempo en las que
están siendo contadas, explicando brevemente el por qué:
Cuento Tipo de narrador Tiempo de la narración
Comiendo estrellas

La flauta
5.- Escribe una opinión crítica sobre el lenguaje que se utiliza en ambos cuentos,
tomando en cuenta las siguientes pautas:
- ¿Es fácil de entender?
- ¿Conozco el significado de todas las palabras?
- ¿Sera necesario leer los textos más de una vez? ¿Por qué?
6.- Realiza un dibujo de cada una de las historias leídas, mostrando así lo que entendiste
de cada una.

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