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LEYENDA DE LA CHHIJCHHIPA  

 
 

I
Como todas las leyendas nativas, ésta ocurrió en época remota, de
la cual no se tiene ni vaga idea. El lagarto que en Aymara
se llama
Jararankhu
, todos los días recibía la visita de una bella Imillita
(jovenzuela), que llevaba su rebaño a pastorear en esas alturas.
Cada vez que la Imillita
jugaba con los corderitos recién nacidos o
los llamaba remedando su balido, el pequeño animalito, de ágiles
movimientos y huraño como ningún otro, sentía latir con fuerza su
corazón. Se había enamorado Jararankhu
.
Un día de primavera, Jararankhu
, no pudiendo reprimir más su
amor, se disfrazó de Yuqalla
(joven) y fue al encuentro de su
pastorcita.
-Lulu
(cariño) -le dijo- eres bella como una Wara Wara
(estrella). Yo
te conozco hace mucho tiempo y desde entonces vivo prendado de
tu belleza. Acepta ser mi esposa.
La Imillita
observó que el Yuqalla
al hablar hacía nerviosos
movimientos y prefería permanecer al lado de los grandes pedrones
que en campo raso; pero como era menudito y condescendiente,
presumió que resultaría un magnífico marido. Habló con su madre, le
convenció que era un buen muchacho y lo aceptaron. Y no faltó
durante la primera visita el Tari
(mantel pequeño) con coca
que
Jararankhu
obsequió a sus futuros suegros; ni el robo del Awayu
(mantel grande) que el novio hizo a la novia, simbolizando sus
antiguas costumbres.

II
Llegó el día del matrimonio. En la comunidad, desde el amanecer,
hubo mucho movimiento. Todas las gentes se acicalaban para asistir
a la boda. La Imillita
se vistió con su mejor pollera y cubrió sus
hombros con un lujoso rebozo. El novio llegó a la casa del convite
arreando un rebaño de ovejas lanudas y una piara de cerdos gordos,
como presente a sus suegros; vestía poncho rojo nuevo, pantalón
blanco de cordellate, ojotas
(sandalias) adornadas y un sombrero
lleno do banderitas de colores.
Cuando todos estuvieron reunidos, en corporación se dirigieron hacia
la capilla del pueblo, donde el Tata
Kura
esperaba para bendecir el
casorio. En el trayecto, novios e invitados avanzaban cantando y
bailando Wayñus
nativos al son de Zampoñas
y tamboriles.
En el momento de efectuarse el matrimonio, todos los asistentes
callaron respetuosos. Sólo se escuchaba la voz del cura y el instante
que iba a declararlos marido y mujer, por entre las columnas del altar
apareció un gato maullando. El novio lo miró aterrado, rápidamente
se desprendió de su pareja y tornando a su naturaleza real partió a
correr por él atrio buscando un agujero donde ocultarse del gato, que
furioso y dando saltos, trataba de cogerlo, Jararankhu
se descuidó
en su huida y Misi
(gato) lo cogió y sin dar tiempo a los invitados que
trataban de rescatarlo, de un golpe se lo tragó.

Los padres y los invitados a la boda corrieron tras del gato asesino,
pero éste huyó ágilmente dejando a la novia desconsolada, quien
desde ese momento no q uiso estar con otra persona ni ir a parte
alguna, sino al lugar donde había conocido a su amado Jararankhu
y llorar allí.
De su llanto, que fue copioso, creció en esas alturas una pequeña
flor blanca, que los Aymaras utilizaban en infusión para curar la
melancolía de amor y la llaman Chhijchhipa .

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