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PRIMERA PERSONA: CÓMO ROMPER LA MURALLA

DIANA P. MORALES

A lo largo de los más de 25 años que llevo impartiendo cursos he visto que, aunque apa-
rentemente es un narrador sencillo, en realidad tiene sus complicaciones, sobre todo si
queremos conseguir una voz narradora rica, personal y verosímil. Con este extenso ar-
tículo pretendo entrar a fondo en este tipo de narrador, ver cuáles son sus dificultades (y
cómo superarlas) y dar algunos consejos para sacarle más partido.
Vamos a empezar por recordar, brevemente, qué es el narrador en 1ª persona.

QUÉ ES EL NARRADOR EN PRIMERA PERSONA


Básicamente, escribir en primera persona es hacerlo desde el punto de vista de un perso-
naje, utilizando la primera persona verbal, es decir, escribir «desde el yo». Al escribir en
primera persona la voz narradora se identifica con el propio personaje, a diferencia de
cuando escribimos en 3ª persona, en que ambas son entidades diferentes.
Esta sería la definición básica pero, lógicamente, hay mucho más. En este artículo voy a
hablar de cómo sacarle partido a la voz en primera persona o, como me gusta decir a mí,
«cómo romper la muralla».

Consejo express:
Es importante dejar claro desde la primera o la segunda frase que estamos narrando en
1ª persona.
Si comienzas con una descripción o hablando de otro personaje (“Edward esperaba toda-
vía que llegase su madre”) puede resultar chocante, ya que quizá la persona que lee se
imagina en las primeras líneas que estamos en tercera persona y de repente se hace un
cambio a primera.
Recordemos que, cuando escribimos con un narrador equisciente, es decir, desde el punto
de vista de un personaje, la voz narradora en tercera persona diría algo como:
“Esther se sorprende cuando escucha unos pasos que la siguen mientras camina por la calle.
Siente el corazón golpeándole en el pecho. Se pregunta si van a atacarla y piensa: debo
darme prisa. Así que, al ver el semáforo en verde, echa a correr para cruzarlo”
Y en primera persona, técnicamente, sería algo tan simple como:
“Me sorprendo cuando escucho unos pasos que me siguen mientras camino por la calle.
Siento el corazón golpeándome en el pecho. Me pregunto si van a atacarme y pienso: debo
darme prisa. Así que, al ver el semáforo en verde, echo a correr para cruzarlo”

ROMPER LA MURALLA
Comienzo con una apreciación sobre la escritura en primera persona que, aunque es muy
sutil, cuando se aprende a manejar bien puede ayudar a darle naturalidad y riqueza a
nuestro narrador, emocionando mucho más a nuestros lectores.
Cuando escribimos en tercera persona lo tenemos muy claro: tú (el autor/a, que escribe
la historia) eres quien narra. Usas tu voz y tu estilo, y vas mostrando cómo tu personaje
protagonista hace cosas, siente cosas, reflexiona, etc. Hay una diferencia muy clara, una
muralla que te separa a ti (que escribes) del personaje (a quien estás viendo hacer cosas,
desde fuera, y nos lo cuentas).
Cuando escribimos en primera persona tenemos tendencia a hacer lo mismo: a separar
la voz narradora del personaje, de forma que esa voz también nos dice que el personaje
hace cosas, siente cosas, que el personaje reflexiona, etc. Como si lo estuviera viendo
desde fuera. Pero… en primera persona es el propio cerebro del personaje el que dicta la
historia, desde dentro. Y eso se tiene que notar.

Como es una distinción muy sutil, vamos a ver unos ejemplos y se explica mucho más
claro.
Vamos a coger el mismo ejemplo de antes:
“Me sorprendo cuando escucho unos pasos que me siguen mientras camino por la calle.
Siento el corazón golpeándome en el pecho. Me pregunto si van a atacarme y pienso: debo
darme prisa. Así que, al ver el semáforo en verde, echo a correr para cruzarlo”
Como viste, este texto es una transcripción directa a primera persona de un texto en ter-
cera, sin cambiar más que la persona verbal. Por lo tanto, la muralla de la tercera persona
está ahí. Vamos a derribarla.

1. NO HACE FALTA ESPECIFICAR QUE EL NARRADOR “VE” U “OYE”


Compara nuestro texto, trasladado directamente desde la tercera persona, con este otro:
“Me sorprendo: cuando escucho unos pasos que me siguen mientras camino por la calle.
Siento el corazón golpeándome en el pecho. Me pregunto si van a atacarme y pienso: debo
darme prisa. Así que, al ver Como el semáforo está en verde, echo a correr para cruzarlo”
¿Veis lo que hemos hecho? No hace falta decir “escuché unos pasos” porque si dices “unos
pasos me siguen” ya se sabe que los ha escuchado: ¡es la propia protagonista quien habla!
Del mismo modo, si dices “el semáforo está en verde” ya sabemos que lo ha visto. No hace
falta decirlo.
Estamos en su cerebro, estamos en sus ojos y en sus oídos.

2. NO HACE FALTA ESPECIFICAR QUE EL NARRADOR “PIENSA”: INTRODUCE LOS


PENSAMIENTOS DIRECTAMENTE, INCLUSO LAS PREGUNTAS
Ya hemos visto que podemos romper la muralla entre voz narradora en primera persona
y personaje eliminando los verbos de vista y oído, pero es que también podemos eliminar
los relativos a pensar, reflexionar o preguntarse. Como ya estamos en su cerebro, cual-
quier frase que escribamos ya la está pensando ese personaje (no hace falta decir que
“pensaba”), cualquier pregunta que hagamos ya se la está preguntando a sí mismo (sin
necesidad de decir “me pregunté” o “me pregunto”).
Así, podemos hacer más cambios en nuestro texto. Aquí tenemos la versión actual:
“Me sorprendo: unos pasos me siguen mientras camino por la calle. Siento el corazón gol-
peándome en el pecho. Me pregunto si van a atacarme y pienso: debo darme prisa. Como el
semáforo está en verde, echo a correr para cruzarlo”
Y ahora vamos a cambiarlo, así:
“Me sorprendo: unos pasos me siguen mientras camino por la calle. Siento el corazón gol-
peándome en el pecho. Me preguntosi ¿Van a atacarme? y pienso:Debo darme prisa. Como
el semáforo está en verde, echo a correr para cruzarlo”

3. NO NARRES LAS ACCIONES (O NO SIEMPRE): MÉTETE EN LA ACCIÓN.


Vamos con un siguiente paso en la eliminación de nuestra muralla. Tampoco hace falta
que “veamos” al personaje “haciendo” algo: basta con que lo haga, directamente. Por
ejemplo, en lugar de decir «Mientras intentaba abrir la puerta, que estaba atascada, al-
guien me llamó por mi nombre», podemos escribir: «El picaporte de la puerta no cedía.
«¡Esther!», gritó alguien»
Pero sigamos con nuestro mismo ejemplo:
“Me sorprendo: unos pasos me siguen mientras camino por la calle. Siento el corazón gol-
peándome en el pecho. ¿Van a atacarme? Debo darme prisa. Como el semáforo está en
verde, echo a correr para cruzarlo”

“Me sorprendo: unos pasos me siguen mientras camino por la calle. Siento el corazón gol-
peándome en el pecho. ¿Van a atacarme? Debo darme prisa. Como el semáforo está en
verde, echo a correr: para tengo que cruzarlo”

4. NO HACE FALTA ESPECIFICAR QUE EL NARRADOR “SIENTE” O “DUDA”: INTRO-


DUCE LOS SENTIMIENTOS Y LAS EMOCIONES.
De nuevo, cualquier sensación que el personaje sienta en su cuerpo, o cualquier emoción
que exprese, ya entendemos que la está sintiendo, no es necesario añadir que la «siente».
Así:
“Me sorprendo: unos pasos me siguen por la calle. Siento el corazón golpeándome en el pe-
cho. ¿Van a atacarme? Debo darme prisa. Como el semáforo está en verde, echo a correr:
tengo que cruzarlo”
“Me sorprendo: unos pasos me siguen por la calle. Siento El corazón empieza a golpearme
en el pecho. ¿Van a atacarme? Debo darme prisa. Como el semáforo está en verde, echo a
correr: tengo que cruzarlo”

5. MUESTRA LA SORPRESA, NO LA REFLEXIÓN SOBRE LA SORPRESA.


Por último, para romper la muralla entre narrador y personaje, no tenemos que “explicar”
que el personaje se sorprende, sino solo… mostrar su sorpresa. Recuerda que para eso se
inventaron los signos de exclamación.
Es la diferencia entre: “Lo que más me llamó la atención fue que no tenía ventanas” y
“Pero… ¡no tenía ventanas!”
Además, para expresar tanto sorpresa como malestar, podemos añadir palabrotas direc-
tamente a la narración: eso va a añadir emoción a nuestro narrador en primera persona.
Vamos a ver cómo lo adaptamos a nuestro texto. Lo teníamos así:
“Me sorprendo: unos pasos me siguen por la calle. El corazón empieza a golpearme en el pe-
cho. ¿Van a atacarme? Debo darme prisa. Como el semáforo está en verde, echo a correr:
tengo que cruzarlo”
Y ahora vamos a cambiarlo, así:
“Me sorprendo: ¡Unos pasos me siguen! El corazón empieza a golpearme en el pecho. ¿Van a
atacarme? Mierda, debo darme prisa. Como el semáforo está en verde, echo a correr: tengo
que cruzarlo”

¿ES NECESARIO ROMPER SIEMPRE LA MURALLA EN TODOS ESTOS ASPECTOS?


Una vez que seamos conscientes de que esa muralla existe y de cómo eliminarla, pode-
mos elegir en qué momento hacerlo y en cuál no; aunque, eso sí, idealmente debería ser
la mayoría de ellos.
Sabemos que, cuando elijamos hacerlo, vamos a conseguir:
-Más emoción (el primer texto resulta mucho más frío, ya que está separado por la ba-
rrera que hemos puesto entre nuestra voz narradora y el personaje).
–Un texto más ágil y directo (en el primer texto es todo más lento, puesto que es muy
explicativo; aunque, si queremos imprimir un ritmo más lento al segundo, también es po-
sible. Pero el primero siempre va a ser más lento).
-Más empatía (al estar directamente dentro del personaje y no en una narración que nos
dice cómo se siente al estar dentro de él).
Yo voy a elegir dejar esa muralla en un par momento del inicio y dejaría nuestro texto así
(con la muralla bajada al 90%).
“Al entrar en la calle escucho algo detrás de mí. ¡Unos pasos me siguen! El corazón empieza a
golpearmeconfuerzaenel pecho. ¿Acasovanaatacarme?Mierda,debodarmeprisa. Como
el semáforo está en verde, echo a correr. Tengo que cruzarlo”
Compara con la primera versión, calcada de la tercera persona:
“Me sorprendo cuando escucho unos pasos que me siguen mientras camino por la calle.
Siento el corazón golpeándome en el pecho. Me pregunto si van a atacarme y pienso: debo
darme prisa. Así que, al ver el semáforo en verde, echo a correr para cruzarlo”
Aunque sutil, cuando se trabaja en eliminar esta barrera a lo largo de todo un relato o
novela, se nota muchísimo. Vamos a estar mucho más cerca del personaje, y la narración
resultará más natural y emocionante.

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