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Técnicas de Actuación

Trabajo Práctico N°1

Materia: Técnicas de Actuación.

Día y hora de cursada: martes de 08.15 a 12:15.

Docentes:
Pilar Ruiz
Juana Solsona

Estudiante: Ornella Santilli


Valeria Radioactiva.

Luego de ver la obra “Valeria Radioactiva”, pude realizar un análisis a partir de los contenidos vistos
durante la primera parte de este año.

Primeramente, si hablamos de su estructura, se puede decir que la obra está dividida en tres partes:
comienzo de obra, salto temporal/espacial a la novela y vuelta a la realidad de los personajes. Para hacer
notorio este cambio de sección, están las luces, marcando también a través de un apagón el paso del tempo
entre cada parte de la obra (En la tercera parte, ya pasaron meses desde que se enteraron de la enfermedad).

Esta pieza siempre mantiene la misma escenografía, ya sea para la parte en la que cobra vida la
novela que la protagonista escribe como en su realidad. Las entradas y salidas de los personajes siempre se
respetan, ya que es clara cuál es la entrada desde la calle, cuál es la entrada trasera que tiene acceso a la
oficina, cuál es el pasillo que dirige a los cuartos o al baño y por donde se pasa si se quiere ir al jardín.
Igualmente, el espacio donde transcurre toda la obra es la oficina, y esta no sufre cambios muy abruptos en
cuanto a su organización.

Hablando sobre la música, esta no es utilizada demasiado. Mas que nada, los mismos personajes la
utilizan para terminar de armar y significar lo que están por decir, generalmente cuando están redactando la
novela. Igualmente, se usa al principio o cierre de escena acompañando lo que va a suceder o lo que ya
sucedió en la escena anterior.

Enfocándose en los personajes, se puede decir que hay tan elevado nivel de fidelidad por parte de los
actores, que su complicidad con el engaño permite que se encuentre en la experiencia teatral la verdad.
Tienen tal nivel de compromiso con el juego y sus reglas que vuelven a la historia totalmente creíble. Se
puede ver que, como dijo Diana Szeinblum, “No es una idea sino una verdad”, ya que cuando esos actores
pisaron ese escenario, pasaron a ser esos personajes con una entrega completa. Ya no eran ellos mismos,
eran la esencia misma de sus personajes. Además, en todo momento es notable que cada actor hace lo que
está dispuesto a hacer, como indicaba Gustavo Tarrío. Por ejemplo, cuando el guionista se desnuda
completamente, nunca se sintió una sensación de incomodidad de su parte respecto al público y a sus
compañeros de escena. Vale agregar, que fue un trabajo doble el realizado. Cada actor tenía dos personajes,
que a la vez eran el mismo, pero dentro de un entorno diferente.

A lo largo de la obra, se puede ver al igual que dijo Diana Szeinblum, que se comienza con una
pregunta grande y se van trabajando las respuestas. Al principio la protagonista solo es una escritora
anónima reconocida que descubre que va a morir y piensa como llegar a terminar su gran novela a tiempo. Y
finalmente, se puede ver como su novela termina siendo otro foco de percepción que la protagonista tiene de
su propia vida y de las personas a su alrededor (También ayuda a enfatizar esto el tener la misma
escenografía siempre).

Finalmente, y para cerrar este análisis, cito por última vez a Diana Szeinblum, cuando dice que se
aprende a convivir con el problema, porque la obra nunca tiene una solución al conflicto planteado de la
obra, sino que se deja abierto a connotación del espectador.
La vida extraordinaria.

El análisis fue un tanto más complejo que el de la anterior, pero esto es lo que pude encontrar.

Primeramente, la estructura de la obra la considero bastante polémica. Por un lado, se puede decir
que no tiene el típico formato de introducción, conflicto y desenlace ya que no se ve un orden cronológico
de la historia. Son un conjunto de escenas donde se describen situaciones de la vida de las dos protagonistas
en diferentes edades o etapas de sus vidas. Generalmente es narrado a modo de monólogo, y muy pocas
veces las actrices interactúan entre sí. Sin embargo, en cada escena se encuentra este formato tradicional
nombrado anteriormente, y llegando al final de la obra se encuentra cierto orden y cierta división de partes
marcada por los apagones. Esto quiere decir, que dentro de ese desorden, hay cierto orden, porque luego de
varias escenas sueltas, aparece la segunda parte donde individualmente relatan lo que les sucede en su
adultez hasta llegar a la tercera parte que sería, la actualidad.

A todo esto, se lo acompaña con la música en vivo, que permite terminar de darle la intencionalidad a
lo que dice el personaje. Incluso en algunas escenas, interactúan los músicos con las protagonistas, que en un
principio parecían invisibles a ellas. Sin embargo, lo que mejor permite destacar y entender lo que se relata
son las luces. El cambio de foco en cada personaje marca el cambio de monólogo o de punto de vista (en el
caso de estar ambas en escena). Cuando al comienzo o durante el transcurso de la escena aparece la luz roja
que luego se matiza con la luz natural, implica que lo que se va a decir tiene enojo, furia o rabia. En el caso
de que ocurra con la luz azul, significa tristeza, decepción o angustia. Finalmente, los apagones marcan el
cambio de fase o acto de la obra, por eso no son repetitivos. Vale agregar, que el vestuario es cambiante y
ayuda a describir las personalidades de las protagonistas, como así también describir su edad o ámbito
espacial en el que se encuentren.

Focalizándose en la escenografía, se puede decir que no es la ambientación de un solo espacio, sino


de muchos y que pueden tener varios sentidos. Además, no sufre demasiados cambios, generalmente los
personajes alteran posiciones de los elementos para poder contar su monólogo de manera más eficaz. Sin
embargo, dentro de esos múltiples espacios había secciones marcadas para cada anécdota que se deseaba
contar. Por ejemplo, al costado izquierdo estaba el atril y un banquito para cada vez que leían los poemas
que escribían.

La fidelidad al procedimiento en que está marcado el orden de las escenas desordenadas, más la
constante conexión entre las actrices, permite ver la enorme verdad a partir de esa complicidad con el
engaño que tiene cada actriz con su personaje, a pesar de que a veces una se encuentre congelada
escuchando el monólogo de la otra. Hay tal nivel de naturalidad al escucharlas que parece que no siguieran
el libreto. Esto quiere decir, que nunca se pierde al personaje, aunque no esté accionando o diciendo nada,
permitiendo así la plena credibilidad de la obra.
Terminando con este análisis, vale la pena destacar la honestidad de las actrices con sus personajes,
permitiéndonos ver que no hay especulación y que cada una tiene conciencia de sus propias limitaciones.
Como dijo Gustavo Tarrío “cada uno hace lo que esté dispuesto a hacer”.

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