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Oseas

Selección pastoral

http://www.mercaba.org/FICHAS/BIBLIA/AT.htm

Os/02/04-24

Una primera parte en que es acusada la esposa infiel (vv 4-17) y una
segunda parte (18-24) en que se habla de reconciliación nos dan la versión
de una actitud profética idéntica: la encarnación del pecado y del castigo y
la reconciliación como momento final. El profeta vive en su propio tejido
existencial el simbolismo de la acción. Las imágenes vienen a significar que
después de algún tiempo de matrimonio, la esposa de Oseas, Gomer, se ha
entregado de nuevo a la prostitución. Pero el drama del profeta cede
plenamente el lugar al drama de Dios ante la infidelidad repetida de Israel,
con quien está unido con un vínculo tanto o más íntimo que el vínculo
matrimonial, cual es el vínculo de la alianza. El profeta al que Dios revela
su amor, un amor escarnecido por la infidelidad, pero un amor sin
retroceso, no recibe esta verdad como un concepto abstracto y frío. A pesar
de la infidelidad de su esposa, Oseas sigue amándola. ¿Qué ha de hacer? El
profeta se fija cómo Dios trata a Israel y así aprende cómo debe tratar a
Gomer. Conoce la pena de Dios por la propia pena y aprende a perdonar
porque Dios perdona.
Todos estos versículos quieren destacar la lucha iniciada por Dios para
sustraer a su pueblo de la acción de los cultos cananeos, la tentación más
grave para la fe de Israel, ya que suponía la divinización de la naturaleza y
la destrucción del sentido histórico de la salvación. Es la vida agrícola la que
ha abierto las puertas a los cultos cananeos, a los falsos dioses, a los
baales. Su culto tendía a controlar las fuerzas de la naturaleza por medio
del ritual mágico a fin de producir la deseada fertilidad de los campos y del
ganado. Oseas replica que esto tendrá efectos contrarios a los esperados:
en lugar de la humedad, la sequía; en lugar de la cosecha, el hambre. Pero
el castigo se convierte paradójicamente en el primer acto de la gracia. Dios
ama entrañablemente a Israel, está enamorado de él. Por esto lo conduce
al desierto, al lugar del primer desposorio de la alianza, al lugar del retorno
del Señor. Es en el desierto, lugar sin baales, en donde se juega el futuro
de Israel, invitado a responder a un Dios que no le habla "al corazón", sino
«sobre el corazón», tierra virgen de toda mezcla extraña a la lucha
esencial. Pero la salvación no es fruto de un esfuerzo ético del hombre, sino
de un acto gratuito de la voluntad amorosa y fiel de Dios: su hesed.
F. RAURELL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 740 s.
Os 2, 14. 15-16. 19-20

Es en su propia vida conyugal, terriblemente desgraciada donde Oseas


encontró los acentos más maravillosos para hablar del amor de Dios hacia
su pueblo infiel.
-Mi esposa infiel...
El capítulo I de Oseas nos relata la sombría historia de un marido
engañado. Gómer, su mujer, era una prostituta.
Sin duda una de esas cortesanas sagradas que ofrecían sus cuerpos a
las liturgias sexuales de Baal. Para comprender el drama de ese profeta,
hay que escuchar los nombres que osa dar a los hijos que Gómer le aporta
de su vida disoluta. Al primero le llama Yizreel: nombre del palacio donde el
general Jehú mandó degollar a toda la familia de su predecesor para
apoderarse del trono... algo así como si a un niño se le pusiera hoy el
nombre de "Buchenwald». A la segunda, una niña, la llama Lo-Ruhama:
"La-no-amada", a un tercer hijo le llama Lo-Amni: "No-mi-pueblo". Todo
parece acabado, desesperado. Pero el verdadero amor ¿ha dicho jamás la
última palabra?
-Mi esposa infiel, yo voy a seducirla: la llevaré al desierto y le hablaré
de corazón a corazón.
La historia de Oseas es la historia de Dios con su pueblo.
¡Es nuestra propia historia! La historia de una humanidad siempre
tentada a ser infiel, y a la que Dios no se cansa de perseguir con su
ternura.
«¡Fue preciso que yo pasara por esto, dice Oseas, para comprender
cuánto nos ama Dios!» Es emocionante oír a ese hombre decidido a volver
a dar todas las posibilidades a su esposa infiel... y hablando de ella con
tanto afecto: «le hablaré de corazón a corazón.»
Y responderá ella, allí, como en los días de su juventud. En aquel día
me llamará "esposo mío", y no me llamará más «Baal mío». Yo te
desposaré conmigo para siempre.
Ciertamente es uno de los pasajes cimeros de la revelación bíblica.
Después de la infidelidad de nuestros pecados, Dios sigue amándonos y
sigue proponiéndonos su amor, con la misma ternura de siempre.
Es como el canto primaveral y fresco de los primeros esponsales, en la
ilusión del primer amor. Pero la pareja ha pasado ya la prueba: ha sido
purificada por el sufrimiento y tendrá en adelante una solidez
inquebrantable: «¡será para siempre!»
¡Todo el evangelio de la «misericordia» está ya aquí! Hay que
detenerse a contemplar ese Corazón de Dios, capaz de amar de modo
totalmente gratuito, infinitamente desinteresado. Dios ama a los pecadores.
Dios me ama a mí que soy pecador. En todo momento me da facilidades.
-Te desposaré conmigo en justicia y en derecho, en amor y en
ternura... Te desposaré conmigo en fidelidad y tú conocerás al Señor.
La palabra «amor» traduce aquí un término hebreo importante:
«hésed».
Ese término expresa la idea de un «lazo profundo, apasionado,
visceral», una especie de solidaridad vital, un compromiso, una inclinación
afectiva. Se ve que se trata de algo que es mucho más que un sentimiento,
que un amorío.
Oseas añade la idea de «conocimiento»: tú conocerás al Señor.
NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 154 s.

Os 06, 03b-06
1.
Con imágenes muy bellas (la lluvia, la nube mañanera, el rocío de
madrugada...) el profeta toca el nudo de una constante bíblica:
La acción de Dios que hace fecunda la actividad humana. El hombre
solo, con sus solos recursos, se evapora, se desvanece y se empobrece.
Este empobrecimiento se manifiesta en holocaustos y sacrificios, es decir,
en una piedad tapadera de una idolatría (ver Os. 5, 11). Su punto álgido es
la opresión, la aflicción propia y ajena, la muerte. Así es como el hombre
siente la ausencia de Dios. En cambio, la búsqueda de Dios y su amor para
con el hombre (conocimiento de Dios, v.6b) se traslucen en amor hacia el
otro, es decir, en vida (lo contrario de la piedad cúltica, que en hebreo es la
misma palabra para dos realidades tan opuestas como aquí).
Finalmente, llama la atención en el texto la profunda humanidad de
Dios: "¿Qué haré de ti, Efraím? ¿Qué haré de ti, Judá? Y su dominio
soberano sobre la historia (v. 5).
DABAR 1978/35

2.
El profeta escribe probablemente a la vista de uno de aquellos días de
penitencia nacional que tanto se prodigaban en Israel en los tiempos
difíciles, sobre todo ante el inminente peligro de la invasión de los asirios
(cfr. 1 Re 8, 31ss; Jer 3, 21ss; Jl 1s). Y es muy probable que se trate
incluso de una composición pensada como "liturgia profética" para uno de
esos días de penitencia.
El texto se divide en dos partes, en las que el pueblo y el Señor toman
la palabra sucesivamente. Las palabras del pueblo reflejan ciertamente una
actitud propicia a la conversión. Todos se animan a ella y se emulan en la
búsqueda del Señor, en su conocimiento.
Les mueve la confianza de que el Señor vendrá con toda seguridad,
como viene la aurora, y dictará su sentencia. Amanecerá la luz y la verdad,
y la suerte del pueblo cambiará pronto como hace cambiar la lluvia el
aspecto de los campos agostados. La lluvia temprana es la de otoño, que
permite la siembra; la tardía es la que cae en primavera, y lleva a sazón lo
que ha crecido. Así espera el pueblo que suceda con el adviento del Señor;
todo nacerá y granará, y triunfará la vida donde ahora campea la
desolación.
Sin embargo, muy distinto es lo que piensa el Señor. con su pregunta
aprueba ciertamente los sentimientos del pueblo, pero no se contenta con
ellos. El pueblo ha captado con realismo la peligrosa situación en la que se
halla, y esto ha sido suficiente para despertar los ánimos a la penitencia.
Pero todo es muy superficial. El pueblo no vive con la misma intensidad la
presencia de Dios que juzga; está más impresionado por los asirios que por
el mismo Dios. El estado del pueblo permite el culto penitencial y hasta la
misericordia, que es lo verdaderamente importante; pero ésta es pasajera,
como rocío de la mañana y como nube de verano que no resiste el sol de
mediodía. Una penitencia predominantemente cultual y ocasional, cuando
llega el peligro, no puede salvar al pueblo ni agradar a Dios. ¿Qué significa
un año santo de reconciliación si no cambiamos la vida y la convivencia?
Reconciliarse, hacer penitencia, no es un sentimiento, sino una acción
revolucionaria. Un rito de reconciliación no es la reconciliación; un gesto
conciliador y de misericordia superficial deja las cosas como están.
Nada hay tan peligroso como un culto vacío que no responde a la vida,
que no tiene sus consecuencias prácticas en la vida. Dios abomina ese culto
y todas nuestras prácticas de penitencia cuando sirven solamente para
evadirnos del amor al prójimo y de la justicia. Nuestros rezos penitenciales
no detendrán la catástrofe y el juicio de Dios, pues Dios quiere misericordia
y no sacrificios.
EUCARISTÍA 1975/35

3.A/CULTO:
La presente lectura podríamos recordarla como la profecía de la
conversión superficial. Las anteriores palabras condenatorias del profeta y
las amargas circunstancias por que está pasando el pueblo han hecho nacer
en ellos un buen deseo: "vamos a volver al Señor". (...).
Las apariencias engañan, parece responder Yahveh a estos poéticos
propósitos. Conocedor del corazón humano, sabe que su piedad es "como
nube mañanera, como rocío de madrugada". "¿Qué haré de ti?" Y en vez de
responderles lo que piensa hacer, les manifiesta sencillamente lo que
quiere. Ya se lo ha dicho por boca de los profetas con palabras hirientes y
condenatorias. Pero no han hecho caso. Se lo repetirá una vez más.
"Quiero misericordia y no sacrificios. Conocimiento de Dios más que
holocaustos". La contraposición no puede ser más enfática y absoluta. Es el
típico estilo semita utilizado para realzar unos valores en contraposición con
otros. No es una condenación incondicional de los sacrificios y holocaustos,
sino del modo cómo se realizaban, coincidiendo en ello con Amós, Isaías y
Miqueas. Es la condena radical de la religión exterior cuando está vacía de
interioridad. La repulsa a las manifestaciones de una fe cuando dichas
manifestaciones se convierten en sustitutivo de la misma.
Por eso Dios exige conocimiento y amor, y en amor a Dios y al prójimo
resumirá Jesucristo su evangelio. Por eso Mateo pone dos veces en su boca
esta frase de Oseas: "yo deseo amor y no sacrificio" (Mt 9, 13; Mt/12/7). El
mismo Señor la explicará en el sermón montano cuando nos dice que si al
ir a ofrecer nuestra ofrenda en el altar, recordamos que nuestro hermano
tiene algo contra nosotros... primero el hermano y luego la ofrenda.
Primero el amor y luego el sacrificio. Primero la fe y luego sus
manifestaciones.
COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA AT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 810 ss.
4.
Ante las incesantes invectivas del profeta Oseas, el pueblo, sin una
conversión auténtica, organiza una ceremonia de expiación. Pero lo que
Dios quiere es el cambio del corazón y de las actitudes hacia los demás.
MISA DOMINICAL 1990/06

Os/08/01-14

El profeta, centinela de Dios, interpreta en este texto el sentido


teológico de los grandes acontecimientos que afectan interna y
externamente a la vida del pequeño reino de Israel.
Sus palabras explican la inminente llegada del ejército de Tiglat-
Pileser, que desde hacía tiempo presionaba irresistiblemente hacia el oeste,
como un juicio de Dios sobre Israel. En un momento en el cual se juega
una política mundial de gran envergadura, el profeta interpreta la política
de Dios. Vuelve a aparecer el binomio pecado-destrucción. El castigo es
presentado como consecuencia natural del pecado, no como resultado de
un juicio externo y arbitrario. Israel rechaza al Señor porque rechaza el
bien. La contradicción que denuncia enérgicamente el profeta es que a
pesar de este rechazo el pueblo sigue invocándolo en el culto y
proclamando que es su Dios: «Me gritan: 'Te conocemos, Dios de Israel'.
Pero Israel rechazó el bien» (v 2).
La réplica de Oseas es enérgica: el culto es una parodia de fe si no va
acompañado por la práctica del bien. Las discrepancias entre el culto y la
moral son provocativas, de aquí el juicio fuertemente sarcástico del
profeta: «Efraín multiplicó sus altares para pecar, sólo para pecar le han
servido... Inmolan y ofrecen víctimas y comen sus carnes, pero Yahvé no
se complace en ellas» (11.13). Por tanto, no sirve decir: "¡Eres mi Dios!".
Las palabras de religiosidad no pueden ser aceptadas en lugar de las obras,
pero sí que las obras pueden ocupar el lugar de las palabras.
Es la misma denuncia de Jesús: «No todo el que dice: ¡Señor, Señor!,
entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre,
que está en los cielos» (Mt 7,21). He aquí la última gran recriminación:
llegado el momento de peligro, Israel ha buscado su seguridad y su apoyo
fuera de Dios: en Egipto, lugar de su esclavitud. Ahora bien, la fe significa
precisamente apoyarse en el Dios experimentado en la liberación de Egipto.
Rehusar el avance con Dios en un movimiento hacia un futuro todavía
abierto, para volver a la existencia materialmente asegurada en la
esclavitud de Egipto es el pecado constante de lsrael.
F. RAURELL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 743 s.
Os 10, 1-3.7-8.12

2-1.
Israel era una vid frondosa que producía mucho fruto.
Por primera vez el pueblo elegido es comparado a una "viña" que ha
de dar mucho fruto.
Ese tema será desarrollado en (Salmo 79, 9, Isaías 5, 1, Jeremías 2,
21; 11-17; Ezequiel 17, 6) Jesús utilizará esa imagen tradicional. (Mateo
21, 33; 20, 1; Juan 15, 1) ¿Soy yo una buena viña para Dios?
-Pero, cuanto más aumentaba su fruto, más aumentaba los altares.
Cuanto mejor era su país, mejores y más lujosos hacían los ídolos.
Era Dios quien daba la prosperidad y la felicidad.
Pero ellos iban a dar gracias a los Baales.
¿No hacemos también esto nosotros cuando sacamos un mal provecho
de nuestros éxitos? ¿Sabemos ser agradecidos por nuestros éxitos y
nuestras expansiones?
-Su corazón es doble.
Fingen permanecer fieles al verdadero Dios, pero de hecho su corazón
está en los cultos sensuales de los Baales.
En verdad, Señor, mi corazón es también doble. Me atrae el bien, pero
mi corazón va hacia los materialismos fáciles. San Pablo confesará que hay
«dos hombres en él, uno que se complace en la ley de Dios, otro que le
empuja al pecado.» (Romanos 7, 14-25)
-Mas ahora van a expiar. El Señor demolerá sus altares, romperá sus
ídolos. Dirán: No tenemos rey porque no hemos temido al Señor...
¡Samaria se ha acabado! Su rey es como espuma sobre el agua...
El castigo toma la forma de un final de civilización: el poder político
pierde toda su fuerza en la relajación general y la sociedad se destruye a sí
misma antes de perecer por los golpes de los vecinos. Oseas pudo haber
constatado ya los primeros síntomas de ello en la inestabilidad del poder. A
la muerte de Joroboam comienza la carrera por el poder.
Zacarías, su hijo, es asesinado a los seis meses de reinado. Shalum ha
de pedir ayuda a Asiria para asentar su autoridad. Pequahya cae bajo los
golpes de uno de sus oficiales después de sólo un año de reinado. Crece la
anarquía. La nación se disgrega. Pronto morirá Samaria bajo los golpes de
Asiria, en 722. Y el profeta interpreta toda esa historia:
"¡Se ha acabado Samaria! su rey no es más que espuma..."
-Espinas y cardos crecerán sobre los altares. Dirán entonces a los
montes: «Cubridnos» y a las colinas: "Caed sobre nosotros".
Cuán emocionante es ver a Jesús citar ese pasaje de Oseas (Lucas 23,
30) para decir, él también, que los hombres, ante la amplitud de la
catástrofe, no tendrán ninguna «razón de vivir» y desearán la muerte. En
esto para, finalmente, el «furor de vivir» sin freno ni ley. De hecho, en las
civilizaciones llamadas «avanzadas» es donde progresa el número de
suicidios.
-Sembraos simiente de justicia, recoged cosecha de amor, entonces
será el tiempo de buscar al Señor, hasta que venga a lloveros justicia.
Las amenazas de los profetas, nunca son solamente amenazas.
Siempre se abre una esperanza de conversión, en un futuro mucho mejor,
si los hombres quieren colaborar en ello...
Gracias, Señor. ¡Danos la valentía de "sembrar la justicia", para que
Tú, por tu parte. «lluevas justicia»!
NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 168 s.

2-2. /Os/10/01-15
Las imágenes del dolor vivido por el profeta a causa del alejamiento
adúltero de la esposa son insuficientes para describir el drama del
alejamiento de Israel respecto a Dios: «Tienen el corazón dividido, y ahora
pagarán sus culpas... Dicen: 'No respetamos a Yahvé'» (vv 2-3). El profeta
recrimina nuevamente la idolatría, denuncia una honra puramente verbal,
ve a Israel pecador, desde tiempo antiguo, desde los tiempos de Gueda, en
la época de los patriarcas. Ahora, como antes, se ha comportado de
manera insensata.
Pero la misión del profeta no consiste únicamente en poner en
evidencia los pecados de Israel y en mostrar su gravedad. Consiste también
en revelar la actitud adoptada por Dios ante la infidelidad de aquellos a
quienes ama: «Se dará la alarma en todas tus ciudades y todas tus
fortalezas serán arrasadas. Como destruyó Salmán a Bet-Arbel en el día del
combate, siendo aplastada la madre con sus hijos. Así harán con vosotros,
Betel, por vuestra maldad consumada. De amanecida desaparecerá el rey
de Israel» (14-15).
CR/BUSCADOR: El pecado más grave de Israel es haber depositado su
confianza fuera de Dios, despreciando las cláusulas y el espíritu de la
alianza. La confianza, en su más antigua manifestación, es la fe en la
marcha de Dios cerca del hombre, con el hombre. Para expresar la
profundidad de la relación con Dios los profetas emplean el verbo «creer».
En él está incluido el riesgo de cada individuo y de cada pueblo, que son
continua y repetidamente llamados por Dios a salir de las seguridades
humanas y a fundamentar su situación en el conocimiento vivo de Dios. En
medio de esta panorámica acusatoria Oseas aparece como el profeta de la
esperanza. De aquí su invitación a la conversión: "Sembrad según justicia,
cosechad el fruto de vuestra lealtad, roturad el barbecho del conocimiento
para buscar a Yahvé mientras viene él y os da la lluvia conveniente" (12).
Bella invitación a redescubrir el sentido del primer mandamiento: buscad al
Señor. El hombre de la alianza, como un beduino en el desierto, es por
definición «buscador de Dios», mendigo de la luz que le haga posible
caminar hacia las fronteras de la tierra prometida.
F. RAURELL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 745 s.
Os 11. 1b.3-4.8c-9

1.
Es tal la sencillez de esta lectura, tal su dramatismo interno, tan
acusados y manifiestos los sentimientos paternales de Dios, que debería
constituir la reflexión callada y reconocida su mejor comentario.
Perdónesemos si, al pretender encuadrarla en su contexto histórico,
aminoramos en lo más mínimo el delicado sentido de su interioridad.
Esta lectura es única, no ya en el libro de Oseas sino en todo el
Antiguo Testamento. Es, permítasenos la comparación, la perla preciosa
escondida en el campo por la que hemos de venderlo todo para adquirirla;
es una de las más altas cumbres de la revelación sobre la naturaleza de
Dios en todo el Antiguo Testamento. Y, aunque parezca paradójico, el
profeta llegó a ella a través de la sencilla vulgaridad de su vida
matrimonial. Ni revelaciones especiales ni visiones ni éxtasis ni arrebatos.
Esposo y padre cariñoso, le bastó tener un hijo entre sus brazos para
comprender el amor de Dios.
En su transición del amor humano al divino y en su comprensión de lo
divino por lo humano, Oseas recuerda los primeros días de la existencia de
Israel con la ternura y romance de aquellos momentos. Entonces había
muchos pueblos, pueblos fuertes y poderosos, pueblos de historia y
raigambre. Y Yahveh fue a fijarse en quien no era pueblo todavía, en un
grupo de esclavos y emigrantes por tierras de Egipto, sin historia, sin
tierra, sin civilización. Era la creación de algo de la nada. A esa nada Dios la
amó y comenzó a existir, a ser hija predilecta suya; y su hija, libre. Y de
Egipto Dios la sacó.
Cada vez que Dios "le llamaba" e intentaba realizar en él y por él sus
planes, Israel, voluble e incomprensivo, "se alejaba"; lo posponía a sus
ídolos y baales, se prostituía y divorciaba de él rompiendo la Alianza que
habían sellado en el Sinaí. Yahveh, su padre, no se rindió.
Fue El y no los baales quien "le enseño a andar", quien siguió sus
pasos con firmeza por la tierra de promisión hasta el esplendor de los
tiempos davídicos; él le "alzaba en brazos", gozoso y salvífico a la vez,
mostrándole todo su amor hacia él.
Sin embargo, "él no comprendía que Yo le curaba". Quizás sea
necesario ser padre para comprender el dolor por la incomprensión de un
hijo a quien se mima con toda clase de ternuras.
Podía, sin duda, forzarla. Era Dios. Pero prefiere respetar aquello que
él ha dado al hombre como esencia de su ser, su libertad. ¡Ay de aquel que
osare violar aquello que el mismo Dios respeta! Por eso se acercó a él, se
inclinó hacia él para alimentarlo, intentó atraerlo hacia sí -sublime ejemplo
de condescendencia divina-... pero "con cuerdas humanas". Es la más
preciosa descripción del misterio de la libertad y la gracia. Nada consiguió y
se vio forzado a castigarlo. Era justo. Pero nuestra lectura bíblica se salta el
castigo, porque el castigo nunca es la última palabra de Dios, para tratar de
explicar sicológica y humanamente el incomprensible y deconcertante
misterio del amor de Dios. Se le "revuelven las entrañas" al tener que
castigar. Es Dios y no hombre. Es santo y no enemigo al acecho. Por eso,
"ni cederá a la cólera... ni volverá a destruir a Efraím". Ha querido
corregirlo, no aniquilarlo. Es la misma enseñanza que se encierra en el
término profético "Resto". La testimoniada por Cristo en la Cruz por amor.
Quien tenga oídos para oir que oiga.
Y como prueba, entonces imprecisa y hoy constatable históricamente,
se les promete la vuelta del exilio con la misma seguridad que el rugido del
león produce el pánico en quien lo escucha. Cuando Yahveh "ruja", eficaz
imagen de la eficacia de su palabra, Israel volverá con la docilidad de un
pájaro y la obediencia de la paloma a la voz de su amo. Así es Dios cuando
castiga y corrige para poder salvar.
COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA AT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 815 ss.

2. Os/11/01-09
El profeta, sirviéndose aún del procedimiento acusatorio, presenta una
de las más bellas y profundas síntesis del amor de Dios, negativamente
más destacado aún por la ingratitud de Israel: «Cuando Israel era niño, lo
amé; y desde Egipto llamé a mi hijo. Pero cuanto más los llamaba, más se
alejaban de mí: ofrecían sacrificios a los baales...» (vv 1 2). El amor es
presentado como la causa del nacimiento de Israel, la clave de la elección.
Todo el amor tierno, pero educador, de Dios se resume en la imagen del
padre que levanta a su hijo hasta sus mejillas y le ayuda a comer. Todas
estas imágenes intentan traducir la realidad vital del compromiso de Dios a
favor del hombre. Pero Israel ha despreciado el don del amor. Pecar, opción
de esclavitud, de retorno a Egipto, es para Oseas obligar a Dios, el más
amoroso de los padres, a castigar. Sin embargo, el castigo no es la última
palabra del Señor. En el corazón de Dios hay una especie de «conversión».
Oseas la describe con una afirmación única en toda la literatura profética:
"No desencadenaré todo el furor de mi ira, no destruiré del todo a Efraín,
que soy Dios y no hombre, el Santo en medio de ti" (9).
No, el estilo de Dios no es el estilo vengativo del hombre. La apelación
sorprendente a su santidad, a su radical distinción de todo y de todos es la
más fuerte garantía de un amor sin retroceso. Toda la predicación de Oseas
prepara esta afirmación, que hallará eco en otros profetas: «¿Puede la
mujer olvidarse del fruto de su vientre, no compadecerse del fruto de sus
entrañas? Pues aunque ella se olvidara yo no te olvidaría» (Is 49, 15) La
proclamación de Oseas sobre el amor de Dios que sale al encuentro del
hombre en la doble relación de matrimonio y filiación, de un Dios que ama
simplemente porque es Dios, constituye uno de los capítulos más ricos de
la teologia veterotestamentaria. Es una anticipación de aquella doctrina
joánica que considera el amor como la esencia y realidad de Dios. Sólo
quien tiene experiencia de amor puede tener experiencia de este Dios que
es el primero en amar. Amar creadoramente significa estar presente a favor
de los hombres. Dios es amor, se compromete personalmente en favor de
los hombres, pero, como el amor, jamás es del todo asequible, sino que
siempre precede al hombre. En la medida en que el amor nunca está
plenamente realizado, abre siempre un futuro nuevo. Amor es camino hacia
Dios y camino hacia la propia realización.
f. RAURELL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 746 s.

3.
-Palabra del Señor. Cuando Israel era niño, yo le amé. Y de Egipto
llamé a mi hijo. No, Dios no se resigna a castigar.
A pesar de que, desde hace tres días, hemos oído cuán deplorable e
infiel ha sido el pueblo de Israel.
Pero, qué queréis, cuando se es padre o madre los fracasos aparentes
no pueden apagar el amor, la «hesed», el afecto visceral a los que se ha
puesto en el mundo.
-Yo enseñé a mi hijo a caminar, tomándole por los brazos. Y ellos no
comprendieron que yo les ayudaba.
Ni en el mismo evangelio se encuentran acentos tan concretos para
revelar la paternidad de Dios. Aquí el profeta encuentra, en su propia
experiencia de padre, unas imágenes inolvidables.
Evoco a unos padres jóvenes tratando de suscitar los primeros pasos
de su pequeñín, sosteniéndole justo lo suficiente para salvar una caída, y
animándole para que se lance solo a dar unos pasos.
Así es Dios con nosotros.
-Le atraía benévolamente con lazos de ternura.
Otra imagen: el niño delicadamente sujeto a unas bandas de tela
suave y resistente, para que empiece a hacer sus propias experiencias, sin
riesgo de hacerse demasiado daño.
-Como los que levantan a un niño contra su mejilla, así era yo para él.
Me inclinaba hacia él y le daba de comer.
Otras dos imágenes.
Cuando contemplo escenas semejantes en familia, veo una imagen de
Dios.
Cuando acaricio a un pequeño, le estoy revelando el amor mismo de
Dios. Y la primera catequesis es ésta: en nuestros gestos de amor, hacer
entrever al Amor.
Ruego por los padres y madres de la tierra, por tantos hombres y
mujeres a quienes esos gestos "divinos" son tan naturales... a fin de que
descubran algo de Ti, Señor, en las realidades de su vida familiar.
-Pero han rehusado volver a mí...: ¿les voy a castigar?
Cuán conmovedor es el dolor de ese padre que tanto ha hecho por sus
hijos, y los ve alejarse de él.
¡Cuántos padres, HoY, reviven ese drama de Dios, en las
preocupaciones que les dan sus hijos adolescentes!
Ruego por esos padres de corazón destrozado. Trato de imaginar que
también yo puedo "hacer sufrir" a Dios de ese modo, por mis infidelidades.
-¡No! Mi corazón está trastornado y se estremecen mis entrañas. No
obraré según el ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Israel, porque
soy Dios, no hombre; en medio de vosotros soy el Dios santo, y no vengo
para exterminar.
A varios siglos de distancia, es éste el mismo mensaje ardiente de
Jesús «Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para
salvarlo.» (Juan 3, 17)
La transcendencia de Dios, su Santidad, se expresa no en lo absoluto
de la justicia aterradora, sino en lo absoluto de la misericordia. Mientras
que el hombre tiene tendencia a dejarse llevar por la venganza, por la
cólera, Dios, afirma: «¡Yo soy Dios, no un hombre!» Es mejor que nosotros.
NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 170 s.

Os 14, 2-10

1.
Oseas termina su libro con ese canto a la conversión al Dios del amor.
Es esta la expiación que Él quiere: la del corazón contrito y obediente que
se deja conducir y moldear por Dios, y que reconoce que sólo en Él se
encuentra la Vida y la felicidad (expresadas paradisíacamente por un
pueblo agrícola).
MISA DOMINICAL 1990/06

2.
El texto que hoy meditamos son las palabras finales de su mensaje
profético. En realidad son las únicas palabras de consuelo y esperanza que
aparecen en sus largos catorce capítulos. Pero no creáis que Oseas es un
profeta melancólico. Es mucho más profundo el mensaje que nos transmite
en su libro. En general, todos los profetas han hecho gestos que eran
signos a través de los cuales trataban luego de explicar al pueblo sencillo el
mensaje del Señor.
También el profeta Oseas se ofrece a sí mismo como símbolo y
materia de enseñanza. Es su misma vida la que tiene valor de signo en
medio de un terrible drama, el más lastimoso de todos los dramas: la
traición de su mujer.
Oseas se ha casado con una mujer a la que ama. Pero ésta le es infiel
y le engaña yéndose con otro. Oseas la sigue amando y, tras someterla a
prueba, la vuelve a tomar como esposa.
Este episodio doloroso del profeta, con el que comienza su mensaje, se
convierte en el símbolo del amor que Dios tiene a su pueblo. Israel, con
quien Dios se ha desposado, se ha conducido como una mujer infiel, como
una prostituta, y ha provocado el furor y los celos de su esposo divino. Este
sigue queriéndola, y si la castiga, es para atraerla hacia sí y devolverle la
alegría del primer amor.
Con una audacia que sorprende y una pasión que impresiona, el alma
tierna y violenta de Oseas expresa por vez primera las relaciones de Dios
con Israel mediante la imagen y terminología del matrimonio. Todo su
mensaje tiene como tema fundamental el amor de Dios despreciado por su
Pueblo.
Oseas arremete con furia mal contenida contra todo cuanto en la
historia de Israel ha sido desprecio para el Señor. Sus críticas a las clases
dirigentes, a los sacerdotes y a los explotadores son duras. Habla desde su
propia rabia convertida ahora en símbolo: la Palabra de Dios adquiere
ahora en su lengua todo el fuego pasional de un marido engañado.
El libro de Oseas conmovió profundamente a los hombres del AT. No
es de extrañar que los evangelistas se inspiren en él y lo citen con alguna
frecuencia. La comunidad cristiana vio en sus páginas la imagen del amor
que Cristo tiene a su Iglesia; y los místicos cristianos como Teresa de Ávila
y Juan de la Cruz la extendieron a todas las almas fieles, esposas amadas
de Cristo.
En este contexto es donde tenemos que situar las palabras que hoy
meditamos. El corazón de Oseas se ha ido vaciando poco a poco, a lo largo
de trece capítulos, de toda la ira y amargura que se almacenaron en su
alma. Han sido palabras en las que se mezclaron el símbolo y la realidad de
su dolor. Pero no son la palabra última de su corazón creyente.
El Dios de Oseas, tan herido, tan maltratado por su pueblo, no se
consume en lamentos estériles y rencorosos, sino que al final de tanto
desprecio, queda brillando en este último capítulo la esperanza de que el
pueblo se volverá al Señor al cabo de una larga experiencia.
Pero el retorno a Dios no puede lograrse sin esta confesión humilde de
los equivocados caminos que se han seguido. "Israel, conviértete al Señor
Dios tuyo porque tropezaste con tu pecado. Preparad vuestro discurso,
volved al Señor y decidle: perdona del todo la iniquidad". Lo mismo que el
menor de la parábola, debemos preparar nuestras palabras: "Me levantaré,
iré a mi Padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y contra ti; ya no
merezco ser llamado hijo tuyo".
-La mayor falta de todas es la resistencia a encontrar a Dios en la vida
diaria. El pecado es negarse a ver a Dios en la historia.
Por eso la conversión esencial no consiste en hacer cosas sino que
vivamos cada acontecimiento de cada día como iniciativa de Dios.
"Rectos son los caminos del Señor: los justos andan por ellos; los
pecadores tropiezan en ellos". Os/14/10.
El camino del Señor es su Palabra viniendo a nosotros los hombres,
para que el hombre pueda por ella volver a Dios.
-"No nos salvará Asiria, no montaremos a caballo, no volveremos a
llamar dios a la obra de nuestras manos".
No nos salvará Asiria, es decir, no queremos depender del poder del
mundo que trata de imponerse.
No montaremos a caballo (los carros de combate eran los más
poderosos medios militares para lograr el poder), quiere decir, no
queremos confiar en los propios medios para conseguir el poder.
-No volveremos a llamar dios a la obra de nuestras manos.
Unos siguen creyendo en los poderes del mundo, como pilares de la
Iglesia de Cristo; otros creemos en nosotros mismos y en nuestras teorías
como salvación de la comunidad cristiana.

3. IDOLOS
Con demasiada frecuencia los hijos de Abrahán llevaban de la ciudad
conquistada los pequeños ídolos que han escondido bajo sus mantos o en
las alforjas.
Hay que hacer un alto en el camino -la cuaresma- y registrar todos los
equipajes de los que vamos a la tierra prometida siguiendo la voz del
Padre. Tenemos que desnudarnos con humildad y quemar los ídolos que
hay en el corazón de muchos de nosotros.

4.
En el evangelio de hoy, Jesús resume toda la ley en el amor
-Vuelve, Israel, al Señor, tu Dios.
Oseas, en el Antiguo Testamento, era también el profeta y el poeta del
amor.
Ese amor es aún más hermoso.
No es sólo un amor que promete la felicidad, si se es fiel.
Es un amor que perdona y que pide «Volver».
-Has tropezado a causa de tu pecado... Pero ¡vuelve al Señor!
El profeta Oseas vivió esa experiencia en su propio hogar.
El mismo narra en su libro que su propia mujer lo había abandonado. Y
cuenta cómo vio en ello una parábola del sufrimiento de Dios, abandonado
por nosotros frecuentemente. Dios le pidió que aceptase de nuevo a esa
mujer a pesar de haberle traicionado... para simbolizar con ello lo que El
mismo está haciendo sin parar.
Después de cada una de nuestras faltas, Dios es capaz de volver de
nuevo a amarnos.
Nos dice: «¡Vuelve!».
Como dos esposos que se perdonan. Como dos amigos que
reemprenden su amistad después de una temporada de frialdad.
-Queremos reparar... No montaremos ya caballos de guerra...
Eres Tú quien se apiada de nosotros.
El hombre tiende siempre a querer contar con sus propias fuerzas, con
«sus caballos de guerra». Pero, quebrantado, reconoce a veces, como
Israel, que el único salvador es Dios.
-Entonces sanaré sus infidelidades; les amaré generosamente.
Dios, amor decepcionado, es quien dice esas cosas.
He de escuchar esas palabras de ternura.
-Seré como rocío para Israel que florecerá como el lirio. Hundirá sus
raíces como el cedro del Líbano, cuyas ramas se desplegarán. Su belleza
será la del olivo: su fragancia, la del Líbano. Volverán a sentarse a su
sombra. Florecerán como la vid; su renombre será como el del vino del
Líbano.
Sorprendente acumulación de imágenes de prosperidad y de felicidad.
Frescor. Fecundidad. Belleza. Fragancia. Flores. Solidez.
Hay que "saborear" cada una de las imágenes: el rocío... el lirio... el
árbol frondoso... el vino... los perfumes... las frutas... Y estamos en plena
cuaresma, en medio de la cuaresma.
¡Y Dios nos promete todas esas cosas!
Con demasiada frecuencia Israel ha caído en una religión
«interesada»: doy para que mes des... Si Israel volvía a su Dios, era en
búsqueda, a menudo apasionada, de dicha y de abundancia. Sabemos que
no debemos caer en esa especie de cálculo.
Pero siempre será verdad que Dios quiere nuestro crecimiento y
expansión. Si lo hubiésemos olvidado, los textos de la Escritura nos lo
repiten casi diariamente.
-Que el sabio entienda esas palabras. Porque los caminos del Señor
son rectos. Los justos caminan por ellos; pero los pecadores en ellos
tropiezan.
«Caminar»... "Tropezar"...
Ayúdanos a caminar. Ayúdanos a no tropezar.
NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 3
PRIMERAS LECTURAS PARA ADVIENTO - NAVIDAD
CUARESMA Y TIEMPO PASCUAL
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 134 s.
5.
La predicación del profeta Oseas, menor por la extensión de la obra
literaria, no por la cualidad de su mensaje, termina con una especie de
liturgia penitencial. En los vv 2-4 tenemos la invitación a la conversión y la
bella plegaria del Israel convertido. En los vv 5-10 se ofrece la respuesta de
Yahvé. Es el doble retorno que acaba en aquella intimidad de amor, que a
lo largo de toda la obra ha sido figurada por el simbolismo del amor
conyugal, simbolismo que describe no simplemente la alianza, la unión
entre dos seres, sino también su auténtica dialéctica.
La conversión, el arrepentimiento es un presupuesto para que el
hombre pueda ser salvado, presupuesto que muy bien recoge el dicho
agustiniano: «Quien te creó sin contar contigo, no te salvará sin ti». Los
judíos han hecho una dramática experiencia de la lejanía de Dios. Pero
ahora Yahvé no espera que Israel ofrezca dones, sino que se dé él mismo:
"Ya se te ha explicado lo que es bueno y lo que de ti pide Yahvé: que
defiendas el derecho y ames la libertad, y que seas humilde en la presencia
de tu Dios" (/Mi/06/08). La fe en el Dios Salvador significa orientar toda la
vida hacia él. Israel ha de estar dispuesto a asignar un nuevo fin a su vida
volviendo de nuevo a Dios y abandonando lo que antes centraba su
existencia: "Perdona del todo nuestra culpa; acepta el don que te
ofrecemos, el fruto de nuestros labios. Nuestra salvación no está en Asiria
ni en montar a caballo, no volveremos a llamar dios nuestro a las obras de
nuestras manos" (vv 3-4). Las armas, las alianzas, los ídolos, los tres
elementos en los cuales se había apoyado, no serán ya su fuerza.
/Os/TEOLOGO-A: La respuesta del Señor representa el triunfo del
amor, del cual Oseas era el gran teólogo y poeta. Este amor gratuito de
Dios será como el beso del rocío que devuelve el frescor y la vida. La más
bella glosa a la teología del amor, de la conversión y del perdón, según
Oseas, podría ser la parábola del padre misericordioso, que no habla
solamente de la mutación de sentimientos, sino que expone además la
respuesta de Dios a la conversión. El padre, lleno de gozo, acoge a aquel
hijo perdido que rehace el camino: «Estaba muerto y ha vuelto a la vida se
había perdido y se le ha encontrado» (Lc 15,32).
Quien no encuentra el camino de Dios, quien no se deja hallar como
oveja perdida, pierde el sentido de la vida.
F. RAURELL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 748 s.

6.
He aquí la ultima página del maravilloso libro de Oseas: a través de su
amor nupcial doloroso, a través de su sufrimiento de padre humillado por
sus hijos... ha leído en su propia vida que el Amor de Dios era mayor que
todo.
Evidentemente, como en todos los profetas, hemos encontrado en él la
lúcida intransigencia que diagnostica la corrupción de una sociedad. No hay
que temer al escalpelo: abre las llagas para sanarlas. ¡Que surjan profetas
en nuestra época, y que nos digan la verdad! ¡Que nos revelen los síntomas
de las gangrenas que se están infiltrando en nuestra sociedad!
Pero las amenazas no son la última palabra del profeta Oseas.
-Vuelve Israel al Señor, tu Dios, porque has tropezado por tus culpas.
Llevad con vosotros palabras sinceras... Quita toda culpa... Acepta lo que
es bueno...
"Convertíos y creed en la buena nueva". (Marcos 1, 15) Nunca se
repetirá bastante que la Fe en Dios, la Alianza con el Señor implica
actitudes morales, sociales, políticas. Y ya hemos empezado a ver que los
profetas intervienen en esos dominios temporales que comprometen las
relaciones sociales, el comercio, los procedimientos jurídicos, los
acontecimientos internacionales, la vida sexual, la vida familiar, etc...
Sin embargo, habitualmente, los profetas no son jefes de partido, ni
líderes sociales o políticos. Son conscientes de que no basta con cambiar
las estructuras. La alienación, la opresión, la injusticia existen en formas
nuevas en todos los sistemas y bajo todos los cielos.
«Cambiar la sociedad», como decimos hoy puede ser una auténtica
gestión profética. Pero puede ser también, por desgracia, una coartada
fácil: ¡porque la sociedad son los demás! Se pide que cambien los demás.
No, no basta con "cambiar las estructuras", hay que "cambiar los
corazones". Y a esta conversión radical nos invitan los profetas
-Asiria no puede salvarnos, no montaremos ya a Caballo, y no diremos
más "Dios nuestro" a la obra de nuestras manos.
Es la desmitificación radical de todos los sistemas humanos. Cuando el
poder de Samaria flaquea, cuando el régimen social vacila apenas sirve
fiarse del poder de Asiria, que tiene también muchos puntos débiles. Sólo
Dios es capaz de relativizarlo todo.
Es ridículo fiarse sólo de la fuerza de los "caballos" o de la precisión de
nuestros aparatos, "obras de nuestras manos", tan frágiles como esas
manos humanas que los han construido.
-¿Quién es sabio para entender estas cosas, inteligente para
conocerlas? Sí, los caminos del Señor son rectos y los justos caminan por
ellos, mas los rebeldes tropiezan en ellos. Apoyarse en Dios. Cambiar el
corazón. Crecer en amor.
¡He ahí la sabiduría! ¡He ahí la verdadera inteligencia!
Yo sanaré su infidelidad... les amaré gratuitamente...
Seré como rocío para Israel... florecerá como el lirio... hundirá sus
raíces como el Líbano... sus retoños crecerán... Su esplendor será como el
del olivo... Su perfume como el del Líbano... Harán crecer el trigo...
florecerán como la vid... Su renombre será como el del vino del Líbano...
Dejo resonar en mí cada una de esas imágenes.
Los cultos naturistas de la fertilidad no son más que una caricatura. La
verdadera fertilidad, el profundo dinamismo vital, la vida fecunda, es Dios.
NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 3
PRIMERAS LECTURAS PARA ADVIENTO - NAVIDAD
CUARESMA Y TIEMPO PASCUAL
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 172 s.

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