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Área: Teología e Historia

LA DOCTRINA
DE CRISTO Y
LA SALVACIÓN
LA DOCTRINA DE CRISTO
Y LA SALVACIÓN
La Doctrina de Cristo y la Salvación
Esta es una Obra Colectiva
© Editado por: Seminario Bíblico Elim
Av. Mariano Cornejo 1009, Pueblo Libre
Lima - Perú
Primera edición digital - Julio 2021
Libro digital disponible en www.sbelim.org
ISBN: 978-612-5046-11-6

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2021-07343


Contenido

05 Lección 1
LA DOCTRINA DE CRISTO
74 Lección 7
LA OBRA DE
CRISTO

16 Lección 2
LAS NATURALEZAS
DE CRISTO parte I 90 Lección 8
LA DOCTRINA DE LA
SALVACIÓN

26 100
Lección 3 Lección 9
LAS NATURALEZAS LA APLICACIÓN PARA LA
DE CRISTO parte 2 SALVACIÓN

38 111
Lección 4 Lección 10
LOS ESTADOS RESULTADOS DE
DE CRISTO LA SALVACIÓN

50 127
Lección 5 Lección 11
LOS OFICIOS LA FINALIZACIÓN DE
DE CRISTO LA SALVACIÓN

62 Lección 6
CONTROVERSIAS
CRISTOLÓGICAS
Lección 1
LA DOCTRINA DE CRISTO

Contenido
I. Introducción a la Cristología
II. Nombres y Títulos de Cristo
III. Cristo en la Biblia

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L01 La doctrina de Cristo 1


“Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos,
diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos
dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de
los profetas. Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente”.
Mateo 16:13-16

I. INTRODUCCIÓN A LA CRISTOLOGÍA
En el curso anterior terminamos hallando al hombre envuelto en el pecado,
sin Dios. Pero, con esperanza de un Salvador que vendría para destruir,
definitivamente el pecado, al Diablo, dándonos vida y vida en abundancia a
través del sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo.
Por esto, ahora estudiaremos la Doctrina de Cristo y la Doctrina de
Salvación.
La Doctrina de Cristo, llamada también Cristología, es la rama de la Teología
que trata lo concerniente a la persona y obra de Cristo. Se trata del estudio
de la naturaleza de Jesucristo, y en particular la relación entre lo divino y
humano en él. Este Jesús es también la Palabra de Dios encarnada.
Asimismo, afirmamos el señorío universal de Jesucristo.
A. CRISTO ES EL EJE DE TODA LA TEOLOGÍA CRISTIANA.
a. Cristo es el eje de la Doctrina de Dios, pues revela a Dios mejor que
nadie. (Jn. 1:18)
b. Cristo es el eje de la Doctrina del Hombre, ya que explica como ninguno
la doctrina del hombre dentro del perfecto propósito de Dios. Él es el
segundo Adán: perfecto, santo y victorioso sobre el pecado, obediente al
Padre hasta el fin, por lo cual ha sido exaltado, sobre todo. (1 Co. 15:21-22).
También que resuelve el problema del pecado del ser humano.
c. Cristo es el eje de la Doctrina de la Salvación. Solo Él Salva. (Hch. 4: 12;
Ef. 2.13-16).
d. Cristo es el eje de la Doctrina de la Iglesia, pues solo Él es la Roca y
fundamento de la iglesia. (Mt. 16:18; Ef. 2.20; 1 Co. 3:11).
e. Cristo es el eje de la Doctrina de las cosas del fin, porque es el Rey que
triunfó, viene pronto y su reino no tendrá fin. (Dn. 2.44; Ap. 11:15).

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L01 La doctrina de Cristo 2


B. SIN CRISTO NO HAY CRISTIANISMO.
La Doctrina de Cristo ocupa un lugar central en la teología y en la historia
del cristianismo, ya que sin Cristo no habría cristianismo.
“El cristianismo es la única religión del mundo que se basa en la
persona de su Fundador. Uno puede ser un fiel mahometano sin que
tenga nada que ver con la persona de Mahoma. Igualmente puede
ser un verdadero y fiel budista, aunque no sepa de Buda
absolutamente nada. Con el cristianismo pasa algo totalmente
diferente. El cristianismo está ligado de un modo tan indisoluble, a la
Persona de Cristo que determina nuestra visión del cristianismo”.
(Lacueva)
Colosenses 1:15-17 dice:
“Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos
y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean
dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por
medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas
en él subsisten”.
C. CRISTO ES EL CENTRO DE LA CREACIÓN.
Marcos 1:15 y Gálatas 4:4 dicen que con el nacimiento de Cristo se llegó a
la plenitud de los tiempos en la agenda salvífica de Dios. Cuando Cristo fue
crucificado en el calvario, orientó la Historia de la Salvación desde el Paraíso
Perdido (Gn. 3) hasta la cruz, y de allí nuevamente en sentido retrospectivo,
de la cruz al Paraíso Recuperado (Ap. 22.1).
D. CRISTO ES EL CENTRO DE LA HISTORIA.
“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo,
nacido de mujer y nacido bajo la ley”. Gálatas 4:4
Su vida terrenal es indiscutible en la Historia Humana.
E. CRISTO ES EL CENTRO DE NUESTRA VIDA CRISTIANA.
En nuestra conversión somos incorporados a la iglesia que es el “cuerpo de
Cristo” (1 Co. 12.13) del cual Cristo mismo es cabeza y guía (Ef. 1.22-23;
4:12-16; 5.23-32). Por nuestra unión con Cristo participamos en: Su muerte
(Ro. 6.1-11); Su sepultura (Ro. 6:4); Su resurrección (Col. 3.1); Su ascensión
a los cielos (Ef. 2:6); Su reinado (2 Ti. 2.12); Su gloria (Ro. 8:17).

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Por nuestra unión con Cristo, además, podemos vencer cualquier
adversidad o imperfección en camino a nuestro perfeccionamiento y
santificación.
F. CRISTO ES EL CENTRO DE LAS ESCRITURAS.
Así lo atestigua el evangelio de Lucas (24:25-27; 44-46). Profetas, reyes,
poetas, todos habían anunciado Su venida. El Mesías, que significa “el
ungido de Dios”, era el centro de la teología y la esperanza judía, pero
cuando llegó no lo reconocieron. Por ello, de camino a Emaús, el mismo
Jesucristo resucitado apeló a las Escrituras del Antiguo Testamento como
prueba fehaciente de lo que en él se había cumplido.
“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas
tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”.
Juan 5:39
G. LA DOCTRINA DE CRISTO PREVIENE DE LAS HEREJÍAS.
En la historia de la iglesia, los debates más acalorados se han dado
alrededor del entendimiento de la persona de Jesucristo. Desde muy
temprano en la historia surgieron personajes que confundieron la
verdadera naturaleza de Cristo. Hubo quienes dijeron que era imposible
que Cristo fuera hombre y al mismo tiempo Dios, otros admitieron su
humanidad y rechazaron su divinidad, y otros aún creyeron que era
únicamente un impostor. Todos estos errores y algunos otros que
conoceremos después, llevaron a formular los dogmas cristológicos, los
cuales son expresiones de la fe de la iglesia desde sus momentos
fundacionales.
H. CONCLUSIÓN
Por todo lo dicho hasta aquí, afirmamos categóricamente la centralidad que
la Escritura le asigna a la persona de Cristo cuando dice que “nadie puede
poner otro fundamento que el que está puesto, Jesucristo” (1 Co. 3:11). De
esta manera tenemos que, al comienzo, al centro y al final de la fe cristiana
no hay un ídolo, o un principio filosófico que nos una, sino una persona viva
Jesucristo (Mt. 16:18). Por ello, es correcto decir que todo lo cristiano es
inseparable de la persona de Jesucristo. Su vida, obra y enseñanzas dan
forma a nuestra fe.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L01 La doctrina de Cristo 4


II. NOMBRES Y TÍTULOS DE CRISTO
A. IMPORTANCIA DEL NOMBRE
Los nombres de Jesucristo, que incluyen, su nombre personal, sus títulos y
sus nombres metafóricos, le atribuyen aspectos de su naturaleza, carácter,
misión y roles.
La Escritura se refiere a Jesucristo utilizando diversos nombres:
• Un nombre personal (Jesús)
• Diversos títulos (Cristo, Hijo de Dios, Hijo del hombre y otros).
• Nombres metafóricos (La Vid, la Puerta, el Camino y otros).
Estudiar los nombres de Jesús es igual que estudiar los nombres de Dios,
proporciona información importante acerca de Su naturaleza, carácter,
misión y roles. Especialmente en el mundo antiguo, el nombre y los títulos
de una persona revelaban su herencia, autoridad y estatus.
Muchas doctrinas cristológicas se resumen y atestiguan en los nombres de
Jesús.
• La naturaleza de Cristo como plenamente Dios y plenamente hombre
se defiende en los títulos “Hijo de Dios”, “Hijo del hombre” e “hijo de
José”.
• El carácter y la misión de Cristo se desentrañan cuando afirma ser el
“Buen Pastor”, el “Pan de vida”, etc.
• Los roles de Jesús el Hijo como Segunda Persona en la Trinidad están
encapsulados en títulos como “Cristo”, “Emanuel”,” el Verbo”, etc.
Los nombres de Jesús son un recurso muy rico para la adoración cristiana.
Al proclamar, orar o cantar los nombres de Jesús, los fieles contemplan y
celebran la belleza polifacética de la persona y el significado de Cristo.
“Torre fuerte es el nombre de Jehová; a él correrá el justo, y será
levantado”. Proverbios 18:10
B. UN NOMBRE PERSONAL: JESÚS
1. Es su nombre personal.
El nombre Jesús, que le fue anunciado a María y José a través de los ángeles,
significa ‘Yahvé salva’ y es la forma principal que se emplea en el Nuevo
Testamento para hacer referencia al Hijo de Dios encarnado.
A José le fue dicho: “Llamarás su nombre Jesús”, porque tal había de ser su
designación personal (Mt. 1:21). Los autores sagrados emplean “Cristo” y
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no “Jesús” o “Jesucristo” en textos como Efesios 2:12 y Hebreos 11:26,
donde la referencia es al Mesías según se presentaba en la antigua
dispensación. Jesús es sencillamente el nombre personal del Señor, que le
corresponde también de forma especial en el periodo de su humillación,
indicando además su obra como Salvador.
2. Es su nombre en su humillación.
Hasta tal punto se halla el nombre Jesús vinculado con la época de la
humillación del Señor, que lo encontramos como designación de otras
personas, como Josué hijo de Nun, sucesor de Moisés (He. 4:8); Josué el
gran sacerdote (Zac. 3:1); Jesús el Justo (Col. 4:11) y aun el del padre del
mago arábigo-judío, Bar-Jesús, “hijo de Jesús” (Hch. 13:6).
3. Es su nombre como Salvador.
En la Biblia Hebrea, Yeshua (o Yehoshua) a menudo se traduce como
“Josué”, como en el caso del protegido de Moisés (Josué hijo de Nun). El
nombre es una combinación de Ja o Ya, abreviatura de Yahvé (el nombre
del Dios de Israel; Ex. 3:14), y el verbo hebreo yasha, que significa ‘salvar’ o
‘ayudar’. De ahí que Yeshua signifique ‘Yahvé salva’. Él era, desde cierto
punto de vista, “tan solo otro Josué” y, sin embargo, en otro sentido, era el
verdadero Josué, el que estaría a la altura del significado de este nombre
en formas que ningún otro podría estarlo.
El sentido más profundo del nombre Jesús se encierra en la etimología; que
en su forma completa Jehoshua, significa ‘el Señor es salvación’. Por ser el
niño el Redentor del mundo, José había de darle el nombre de Jesús:
“porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mat. 1:21).
El nombre Jesús era uno de los más corrientes en Palestina, puede
transliterarse como Yeshua tanto a partir del hebreo como del arameo, y
en el Nuevo Testamento griego se escribe Iesous.
Muy a menudo, se le llama “Jesús de Nazaret” por el lugar en que se crio,
el pueblo galileo de Nazaret (Mt. 21:11, Mr. 1:24, Lc. 4:16, Jn. 1:45).
C. DIVERSOS TÍTULOS DE JESÚS
Los títulos de Jesús son denominaciones que resumen su papel distintivo
dentro de la economía divina, revelan su identidad como aquel que cumple
las promesas de Dios y le atribuyen preeminencia y honor.
Los títulos de Jesús condensan una gran cantidad de contenido doctrinal en
cada una de las denominaciones que se usan para proclamar su relevancia

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L01 La doctrina de Cristo 6


y lo glorioso de su persona. Los títulos de Jesús revelan su estatus, esfera
de autoridad y misión.
Los siete títulos cristológicos que se presentan a continuación se basan en
conceptos y promesas contenidos en la Biblia Hebrea, aunque a menudo
tomaron significados adicionales durante la vida de Cristo y la época de la
iglesia primitiva.
1. Cristo / Mesías / Ungido
La unción era un signo visible de:
a) una designación para el oficio;
b) el establecimiento de una relación sagrada y la consiguiente santidad de
la persona ungida (1 Sa. 26: 6; 26: 9; 2 Sa. 1: 14); y
c) una comunicación del Espíritu para el que había sido ungido (1 Sa. 16: 13,
compárese también 2 Co. 1: 21; 1 Sa. 11: 2; 42).
Cristo fue establecido o designado para sus oficios desde la eternidad. Pero,
especialmente Él fue Ungido para ser el Salvador del mundo.
“y en ningún otro hay Salvación, porque no hay otro Nombre bajo el
cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Hechos 4:12
Es el título más familiar para Jesús (aparece casi 350 veces en el Nuevo
Testamento).
El Señor revela el glorioso contenido de su título como el Cristo a través de
tres grandes etapas:
✔ El Profeta. Primeramente, se manifiesta como Profeta, o sea como el Hijo
en quien Dios habló en estos postreros días (Dt. 18:15-19; He. 1:1-2).
✔ El Sacerdote. Luego este Profeta camina hacia la cruz, y al permitir que
sean cargados sobre Sí los pecados del mundo, se convierte a la vez en el
cordero del sacrificio y en el sacerdote que presenta la ofrenda, efectuando
por su propia obra la purificación de los pecados (Jn 1:29; 1 Jn 2:2; He. 9:12,
14, 25, 26; He. 1:3).
✔ El Rey. Finalmente, el Cristo es exaltado, sentándose a la diestra de la
Majestad en las Alturas (He. 1:3), coronado como Rey.
Así es que su título de “Cristo”, el Ungido, al abarcar estos tres aspectos de
la salvación, llega a ser la revelación y la explicación de su nombre “Jesús”,
el Salvador.

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2. Hijo de Dios
Jesús es designado con el título “Hijo de Dios” veintiséis veces en los
Evangelios; tanto por demonios, como por discípulos, así como por el
mismo Jesús (Jn. 3:18; Mt. 8:29; 14:23).
El título se usa a menudo para enfatizar la autoridad espiritual de Jesús. Este
es el título de Gloria y Deidad personal del Señor.
Un cristiano es un hijo de Dios. El Señor Jesús es el Hijo de Dios por relación
y naturaleza; el cristiano es un hijo de Dios por regeneración y adopción.
Se utiliza incluso más habitualmente en las epístolas para subrayar los
diversos atributos de Cristo, incluyendo Su preexistencia y estatus divino.
3. Hijo de Hombre
De todos sus títulos, el de “Hijo del Hombre” es el que Jesús prefería
emplear al hablar de sí mismo. Los escritores de los evangelios sinópticos lo
usaron sesenta y nueve veces. La expresión “Hijo del hombre” puede tener
dos significados principales. El primer significado es el de que es un ser
humano. En ese sentido, todos somos hijos del hombre.
También es utilizado este término para referirse a la figura profetizada en
Daniel y en la literatura apocalíptica judía posterior. Esta persona aparece
al final de los tiempos para intervenir drásticamente y traer a este mundo
la justicia, el reino y el juicio de Dios. Daniel 7:13–14 es la fuente de este
concepto apocalíptico.
4. Señor
El vocablo Señor en el idioma griego (Kurios) fue el equivalente de Jehová
en la traducción griega del Antiguo Testamento; por lo tanto, para los
judíos, el “Señor Jesús” era una atribución clara de la Deidad. Cuando el
emperador romano se refirió a sí mismo como “Señor Cesar”, y les requirió
a sus súbditos que dijeran “Cesar es Señor”, los gentiles entendieron que el
emperador reclamaba para sí la divinidad. Los creyentes entendieron de esa
manera el vocablo, y escogieron el sufrir la persecución, que asignar a un
hombre el título que pertenece solamente a uno verdaderamente divino:
Jesucristo. Solo a Él, a quien Dios había exaltado, le atribuirían señorío y le
adorarían.
Se ganó el título de “Señor” muriendo y resucitando por la salvación de los
hombres (Hch. 2:36; 10:36; Ro. 14:9). Comprados por precio, no se
pertenecen para sí mismos (1 Co. 6:20), sino que pertenecen a aquel que
murió y resucitó por ellos (2 Corintios 5:15). Por lo tanto el título “Señor”
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aplicado a Jesús por sus seguidores, significa lo siguiente: “Aquel que por su
muerte se ha ganado un lugar de soberanía en mi corazón, y a quien me
siento impelido a adorar y servir con todas mis fuerzas”.
5. El Verbo
Juan 1:1 es famoso por denominar al Hijo “la Palabra” (griego: logos),
diciendo que “el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”. Juan continúa
diciendo que Jesús es el mismo Hijo que “se hizo carne y habitó entre
nosotros”. El Dios eterno se expresa a sí mismo por medio de Su Hijo, que
es la “misma imagen de su sustancia” He. 1:3. Cristo es la Palabra de Dios
porque demuestra a Dios en persona. No solamente trae el mensaje de
Dios, sino que es el mensaje de Dios.
“Dios, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras en otro
tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha
hablado por el Hijo”. Hebreos1:1-2
Por lo tanto, a la pregunta “¿Cómo es Dios?”, el creyente responde: Dios es
como Cristo, pues Cristo es la Palabra, la idea que Dios tiene de sí mismo.
Esto es, él es la misma imagen de su sustancia (He. 1:3), “imagen del Dios
invisible” (Col. 1:15).
6. Emanuel
En Mateo 1:23, Mateo escribe que el nacimiento de Cristo cumple la
profecía de Isaías de que una virgen daría a luz un hijo y que éste se llamaría
“Emanuel”, que en hebreo significa literalmente “Dios con nosotros”. Este
título resalta la realidad de que Jesucristo fue la presencia misma de Dios
en la tierra, un papel que se contempla en el resto del Nuevo Testamento.
Proclamar las implicaciones de Jesús como “Dios con nosotros” puede
considerarse perfectamente como el objetivo central de los escritos del
Nuevo Testamento.
7. Primogénito
El título “primogénito” (He. 1:6; Col 1:15, 18; Ro. 8:29; Ap 1:5) tiene dos
significados en relación con Jesucristo:
• Primero, en línea con la cultura hebrea, significa que Jesús es el
heredero, el Hijo que heredará el reino de Dios y supervisará la
familia de Dios.
• En segundo lugar, significa que Jesús fue el primero en resucitar de
entre los muertos y pasar a la inmortalidad. La resurrección de todos

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L01 La doctrina de Cristo 9


los cristianos se producirá en Cristo porque Su resurrección conquistó
la muerte por todos.
D. NOMBRES METAFÓRICOS DE JESÚS
Además de su nombre personal y los diversos títulos que se le atribuyen, a
Jesús también se le describe en las Escrituras de acuerdo con una gran
cantidad de ricas metáforas, como el Cordero de Dios, el Pan de Vida y la
Luz del Mundo.
Las Escrituras a menudo describen la persona y la obra de Cristo mediante
metáforas, es decir, por medio de figuras literarias que comparan a Cristo
con diversas características de su creación a fin de arrojar luz sobre su
identidad y misión. Una lista exhaustiva y una descripción de estas
metáforas sin duda podrían llenar volúmenes. Aquí solo se resaltará
algunos de los símbolos cristológicos más destacados que se utilizan en las
Sagradas Escrituras.
Algunas metáforas del Antiguo Testamento para el Mesías venidero son:
• Siervo del Señor (Is. 42), que simboliza su obra expiatoria vicaria.
• Renuevo Justo (Jer. 23:5)
• Raíz de Isaí (Is.11:10; Ro.15:12), que enfatizan la forma en que
recapitulará (y superará) el papel de David como rey.
Los Evangelios sinópticos presentan a Jesús como:
• El Sembrador de la Palabra de Dios (Mat 13:3)
• El Esposo que regresará para redimir a su esposa (Mat 9:15; 25:1)
En Juan se presenta a Jesús como
• La Palabra de Dios (Jn. 1:1)
• La Luz de los hombres (Jn. 1:4)
• El Cordero de Dios (Jn. 1:29)
Los siete “Yo soy” del Cuarto Evangelio también son ricos en contenido
metafórico:
• El Pan de Vida (6:35);
• La Luz del mundo (8:12);
• La Puerta de las ovejas (10:2);
• El Buen Pastor (10:11);
• La Resurrección y la Vida (11:25);
• El Camino, la Verdad y la Vida (14:6); y
• La Vid Verdadera (15:1).

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Otras imágenes bíblicas también describen a Jesús como:
• La Roca (1 Co. 10:4),
• La piedra angular del plan de salvación de Dios (Mt 21:42), y
• La fuente de liberación y alimento espiritual para el pueblo de Dios (1
Co. 10:4).
Pablo describe a Jesús como:
• El Postrer Adán (1 Co. 15:45),
• La Imagen del Dios invisible (Col 1:15) y
• El Primogénito sobre toda la creación (Col 1:14).
En Apocalipsis, Jesús es presentado como:
• El Alfa y la Omega que resume todas las cosas en sí mismo,
• El Cordero sacrificado por el pecado humano,
• El León de la Tribu de Judá que gobierna como un rey poderoso,
• El Jinete sobre un Caballo Blanco que viene para traer juicio, y
• La Estrella Resplandeciente de la Mañana que señala el amanecer de
la nueva creación y de la luz eterna de Dios.
En conjunto, estas metáforas dibujan un retrato complejo de Cristo no
meramente en forma de proposiciones (aunque ciertamente contienen
proposiciones) sino mediante símbolos sumamente evocadores que
exaltan las glorias de su persona y obra.

III. CRISTO EN LA BIBLIA


A. CRISTO ES REVELADO EN LA LEY DE MOISÉS
• En Génesis, Cristo es “la Simiente de la Mujer”
Génesis 3:15
• En Éxodo, Él es “El Cordero Pascual”
Éxodo 12:1-28
• En Levítico, Él es nuestro “Sumo Sacerdote”
Levítico 21:10
• En Números, Él es “La Columna de nube de día, y la Columna de
fuego de noche”
Números 14:14
• En Deuteronomio, Él es “El Profeta mayor que Moisés”
Deuteronomio 18:15
• En Josué, Él es “El Capitán de nuestra Salvación”
Josué 6:25

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B. CRISTO ES REVELADO EN LOS PROFETAS
• En Jueces, Él es “Nuestro juez y dador de la ley”
Jueces 2:18, 11:27
• En 1 y 2 de Samuel, Él es “Nuestro Profeta Fiel”
1 Samuel 2:35; 3:20
• En Reyes, Él es “Nuestro Rey que gobierna”
1 Reyes 1:13
• En Isaías, Él es “El Príncipe de Paz”
Isaías 9:6,7
• En Jeremías, Él es “Nuestro Profeta que gime”
Jeremías 42:2
• En Ezequiel, Él es la maravillosa “Figura de Cuatro Seres Vivientes”
Ezequiel 1:4-5
• En Oseas, Él es “El Esposo eterno”
Oseas 2:19,20
• En Joel, Él es “El Bautizador en el Espíritu Santo”
Joel 2:28,29
• En Amós, Él es “El que lleva nuestras cargas”
Amós 9:11,12 (ver Hechos 15;16-18)
• En Abdías, Él es “Nuestro Salvador”
Abdías 17
• En Jonás, Él es “El gran Misionero foráneo”
Jonás 1:2,17 (ver Mateo 12;40)
• En Miqueas, Él es el Rey “que será Señor en Israel” y que será
“nuestra Paz”
Miqueas 5:2,5
• En Nahum, Él es “El Mensajero de hermosos pies” “Nuestro
Vengador”
Nahum 1:2, 15
• En Habacuc, Él es “El Evangelista que clama por arrepentimiento”
Habacuc 1:12; 3:3-15
• En Sofonías, Él es “El Señor Poderoso para Salvar”
Sofonías 3:17
• En Hageo, Él es “El Restaurador de la herencia perdida”
Hageo 2:7
• En Zacarías, Él es “El futuro Rey de Sion “El Manantial abierto de la
Casa de David”
Zacarías 9:9; 13:1
• En Malaquías, él es “El Sol de Justicia”
Malaquías 4:2

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• En Ruth, Él es “Nuestro Pariente Redentor”
Rut 2:1, 2:20, 4:14,15
C. CRISTO REVELADO EN LOS ESCRITOS.
• En Crónicas, Él es “Nuestro Rey que gobierna”
• En Esdras, Él es “Nuestro escriba Fiel”
Esdras 7:12, 7:21
• En Nehemías, Él es “El Constructor de los muros derribados”
Nehemías 2:13,17
• En Job, Él es “Nuestro redentor que vive”
Job 19:25
• En Los Salmos, Él es “Jehová nuestro Pastor”
Salmos 23:1; 80:1
• En Proverbios, Él es “Nuestra Sabiduría”
Proverbios 1:2,7
• En Eclesiastés, Él es “Nuestra Sabiduría”
Eclesiastés 12;9,13.
• En Esther, Él es “Nuestro Mardoqueo”
Esther 2:11, 3;5,6
• En Lamentaciones, Él es “Nuestro Profeta que gime”
Lamentaciones 2:19
• En Cantares, Él es “Nuestro Amado y nuestro Esposo”
Cantares 1:16; 2:8; 4:8-12; 8:5
• En Daniel, Él es el “Cuarto Hombre en el horno de fuego”
Daniel 3:25.
D. CRISTO REVELADO EN EL NUEVO TESTAMENTO
• En Mateo, Él es “El Mesías”
Mateo 11.2–5; 2:4
• En Marcos, Él es “El Obrador de Milagros”
Marcos 1:32–34; 3:7–12; 6:55,56.
• En Lucas, Él es “El Hijo del Hombre”
Lucas 9:22; 18:31–33; 19:10; 24:7
• En Juan, Él es “El Hijo de Dios”
Juan 10:36; 1:44,49; 3:18; 11:4; 5:25; 9:33;20:31
• En Hechos, Él es “El Salvador del mundo”
Hechos 4:12; 16:31
• En Romanos, Él es “El Justificador”
Romanos 3:24-26; 5:1,9
• En 1 y 2 de Corintios, Él es “El Santificador”
1 Corintios 1:2,10; 2 Corintios 5:17:7:1

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L01 La doctrina de Cristo 13


• En Gálatas, Él es “El Redentor de la maldición de la ley”
Gálatas 3:13; 4:4,5
• En Efesios, Él es “El Esposo de la Iglesia”
Efesios 5:21-28 (Compare con Isaías 62:5)
• En Filipenses, Él es “El Gozo de nuestro Corazón”
Filipenses 4:1,4
• En Colosenses, Él es “En quien habita corporalmente la plenitud de
la Deidad”
Colosenses 2:9
• En 1 y 2 a los Tesalonicenses, Él es “Nuestro inminente Rey
Venidero”
1 Tesalonicenses 4:13-18; 5:2
• En 1 y 2 a Timoteo, Él es “El Mediador entre Dios y los hombres”
1 Timoteo 2:5
• En Tito, Él es “El Pastor Fiel.” El que organiza y administra fiel la
iglesia
Tito 3:8; 2:7,8
• En Filemón, Él es “El Amigo de los oprimidos”
Filemón 16,17
• En Hebreos, Él es “Nuestro Sumo Sacerdote”
Hebreos 3:1; 7:26; 9:11
• En Santiago, Él es “El Sanador de los enfermos”
Santiago 5:15
• En 1 y 2 de Pedro, Él es “El Príncipe de los Pastores”
1 Pedro 5:4
• En 1 y 2 y 3 de Juan, Él es “El Amor de Dios derramado en nuestros
corazones”
1 Juan 4:7-9; 2 Juan 3,6; 3 Juan 5-7 (ver Romanos 5:5)
• En Judas, Él es “El Señor que viene con sus millares de Santos”.
Judas 14
• En Apocalipsis, Él es “El Rey de Reyes y Señor de Señores”
Apocalipsis 19:16; 17:14

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L01 La doctrina de Cristo 14


BIBLIOGRAFÍA
Duffield, G. P., & Van Cleave, N. M. (2006). Fundamentos de Teología
Pentecostal. San Dimas, CA: Foursquare Media.
Grudem, Wayne (2007) Teología Sistemática. Editorial Vida. Miami. Florida.
Horton, Stanley m. (1996) Teología Sistemática Pentecostal. Editado.
Editorial vida.
Lacueva, F. (1989). La Persona y obra de Jesucristo. Terrassa, Clie.
Mayhue, R., Mc Arthur, J. (2018). Teología Sistemática. Editorial Portavoz.
Pearlman, Myer. (1990). Teología Bíblica y Sistemática. Editorial Vida.
Miami. Florida.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L01 La doctrina de Cristo 15


Lección 2
LAS NATURALEZAS DE CRISTO
parte I

Contenido
I. Las naturalezas en la persona de Cristo
II. La naturaleza divina de Cristo
III. La kenosis de Jesús
IV. La unión hipostática

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L02 Las naturalezas de Cristo - parte I 16


“Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”
Colosenses 2: 9

I. LAS NATURALEZAS EN LA PERSONA DE CRISTO


El término “naturaleza” denota la sumatoria de todas las cualidades
esenciales de algo, aquello que hace que sea lo que es. Una naturaleza es
una sustancia poseída en común, con todas las cualidades esenciales de
dicha sustancia. Por ejemplo: Todos los seres humanos tienen una misma
naturaleza con tendencia al pecado. Son naturalmente pecadores.
El término “persona” denota una sustancia completa dotada de razón,
emociones y voluntad, en consecuencia, un sujeto responsable de sus
propias acciones. La personalidad no es una parte esencial ni integral de
una naturaleza, pero tiende a desarrollar su personalidad en base a su
naturaleza. Una persona es una naturaleza sin nada añadido,
independiente, individual que va desarrollando su propia personalidad. Por
ejemplo: Aunque todos los hombres son pecadores, cada ser humano tiene
distinta personalidad.
Ahora bien, primero, la naturaleza humana del Señor no estaba
contaminada del pecado como es con todos los seres humanos. Segundo,
el Señor entró con su naturaleza Divina en la persona de Jesús. Tercero,
tanto la naturaleza humana como la naturaleza Divina sin mezclarse
estuvieron en la persona de Jesús.
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era
Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros…”
Juan 1:1,14
“Un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de
David, no temas recibir a María, tu mujer, porque lo que en ella es
engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su
nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.
Mateo 1:20-21
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el a poder del Altísimo te cubrirá
con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que va a nacer será
llamado Hijo de Dios”. Lucas 1:35
¿Cómo es que Jesús es completamente Dios y completamente hombre y,
no obstante, es una sola persona?

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L02 Las naturalezas de Cristo - parte I 17


La enseñanza bíblica acerca de la plena deidad y plena humanidad de Cristo
es tan amplia que ambas han sido creídas desde los primeros tiempos en la
historia de la iglesia. Pero el concepto preciso de cómo la plena deidad y
plena humanidad pueden estar combinadas juntas en una persona se fue
formulando gradualmente en la iglesia y no se llegó a su forma final hasta
la definición del Concilio de Calcedonia en el 451 d. C.
La declaración sobre la persona del Cristo encarnado formulada en el
Concilio de Calcedonia (451 d. C.) ha sido considerada la definitiva por la
cristiandad ortodoxa.
“Siguiendo a los Santos Padres, enseñamos que, de común consentimiento,
todos debemos confesar al Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como Uno,
perfecto en deidad y perfecto en humanidad; verdaderamente Dios y
verdaderamente hombre, que consta de un alma racional y un cuerpo; de
una sustancia con el Padre según la deidad, de una sustancia con nosotros
según la humanidad; como nosotros en todo, con la excepción del pecado;
engendrado antes del tiempo del Padre según la deidad, al final de los
tiempos, para nosotros y nuestra salvación, nacido de María la Virgen, la
que llevó en su seno a Dios; según la humanidad, uno y el mismo Cristo,
Hijo, Señor, Primogénito, para ser reconocido en dos naturalezas,
inconfundibles, incambiables, indivisibles, inseparables, de manera que la
unidad no elimina en ningún sentido la distinción de naturalezas, sino que
más bien preserva la propiedad de cada naturaleza, aun cuando concurren
en una persona e hipóstasis, no divididas en dos personas, sino uno y el
mismo Hijo y Primogénito, que es Dios el Logos y el Señor Jesucristo; como
desde el principio, los profetas y el mismo Jesucristo nos han enseñado y la
confesión de fe de los Padres nos ha transmitido”.
En forma más concisa uno puede describir la persona de Cristo encarnado
como completa Deidad y perfecta humanidad unidas sin mezcla, cambio,
división, ni separación en una Persona para siempre.
Los componentes claves de la descripción incluyen:
• Completa Deidad (ninguna disminución de algún atributo de la
Deidad),
• Perfecta humanidad (“perfecta” en vez de “plena” para enfatizar Su
impecabilidad),
• Una Persona (no dos), y para siempre (porque retiene un cuerpo,
aunque resurrecto, Hechos 1:11; Apocalipsis 5:6).

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L02 Las naturalezas de Cristo - parte I 18


II. LA NATURALEZA DIVINA DE CRISTO
La evidencia de su deidad:
• En el Antiguo Testamento, los profetas profetizan su venida, y le dan
nombres divinos: Isaías lo llama “Dios fuerte, Padre Eterno” (Is. 9:6), y
“Emanuel”, que significa “Dios con nosotros” (7:14). Jeremías lo llama
“Jehová, justicia nuestra [Jehová-Tsidkenu]” (Jer. 23:6). David habla de Él
como “Mi Señor” (Sal. 110:1–7).
• Jesús es llamado “Dios”, y “Señor” en el Nuevo Testamento: “Entonces
Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!” (Jn. 20:28); “Pero
sabemos que el Hijo de Dios ha venido … Este es el verdadero Dios, y la vida
eterna” (1 Jn. 5:20); “…vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas,
bendito por los siglos. Amén” (Ro. 9:5); “… Y el Verbo era Dios” (Jn. 1:1);
“…la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tit.
2:13); “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo” (Heb. 1:8, citado del Sal.
45:6).
• Es llamado el “único” Hijo de Dios. El término “unigénito” (gr.,
monogenes) significa “único, del mismo tipo”. Jesús no fue creado como el
Hijo de Dios, Él fue eternamente el Hijo. “De cierto, de cierto os digo: viene
la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los
que la oyeren vivirán” (Jn. 5:25); “Porque lo que era imposible para la ley,
por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de
carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne” (Ro.
8:3); “Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega
al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene al Padre” (1 Jn.
2:22b, 23).
• Jesús declara ser uno con el Padre: “Yo y el Padre uno somos” (Jn. 10:30);
“El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn. 14:9). (También Jn. 14:7–
11).
• Jesús tenía preexistencia: “Antes que Abraham fuese, Yo soy” (Jn. 8:58);
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios…
y aquel Verbo fue hecho carne” (Jn. 1:1–5, 14); “Ahora pues, Padre,
glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el
mundo fuese” (Jn. 17:5). (Ver también Fil. 2:5–11; Jn. 1:15; He. 1:1–3).
• Atributos divinos fueron adjudicados a Jesús:
(1) Omnipotencia: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mt.
28:18); “Y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Jn. 1:3); “Porque
en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay
LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L02 Las naturalezas de Cristo - parte I 19
en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean
principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y
él es antes de todas las cosas y todas las cosas en él subsisten” (Col. 1:16,
17). (Ver también Jn. 1:14; 11:25, 26; 20:30, 31; Col. 2:9).
(2) Omnisciencia: “Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a
todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre,
pues él sabía lo que había en el hombre” (Jn. 2:24, 25). (Ver también Jn.
1:48–51; 16:30; 21:17; Col. 2:3).
(3) Omnipresencia: “…He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el
fin del mundo” (Mt. 28:20); “Nadie subió al cielo, sino el que descendió del
cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo” (Jn. 3:13).
(4) Eternidad: “Y él es antes de todas las cosas” (Col. 1:17); “Jesucristo es el
mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (He. 13:8). (Ver también Jn. 1:1–3; 8:58;
Mi. 5:2; Ap. 1:17; He. 1:8)
(5) Inmutabilidad: Ver He. 13:8.
(6) Creación: Ver Jn. 1:3–10; Col. 1:16; He. 1:10; Ef. 3:9; Jn. 1:10.
(7) Santidad: “Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no
hay pecado en él” (1 Jn. 3:5). (Ver también I P. 2:22; He. 7:26).
(8) Perdón de pecados: “Hijo, tus pecados te son perdonados” (Mr. 2:5).
(Ver también Lc. 7:48).
(9) Todo juicio le es dado: “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el
juicio le dio al Hijo” (Jn. 5:22). (Ver también Hch. 17:31; Ap. 22:12; Ro. 2:16;
Mt. 16:27; 25: 31–33; 2 Co. 5:10).
• Jesús hizo declaraciones de sí mismo que serían absurdamente graciosas
si Él no fuera divino: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí,
aunque esté muerto vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá
eternamente” (Jn. 11:25, 26). (Ver también Jn. 4:14, 26; 5:20; 6:33–35; 6:40,
50, 51, 53, 54, 63; 8:12, 23, 24; 8:56, 58; 9:35–39; 10:7–9).
• Jesús estaba consciente de la relación que tenía con el Padre y con el
Espíritu Santo como el Hijo de Dios. Esto se evidencia en sus declaraciones:
“Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el
Espíritu Santo de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio
acerca de mí… Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuere, el
Consolador no vendrá a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré” (Jn. 15:26;
16:7). (Ver también Jn. 6:20–27; 7:38, 39).

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L02 Las naturalezas de Cristo - parte I 20


• Se rindió adoración a Jesús. Éxodo 34:14 estipula: “Porque no te has de
inclinar a ningún otro Dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios
celoso es”. La adoración pertenece solo al Dios todopoderoso; sin embargo,
Cristo recibió genuina alabanza sin objeción ni protesta: “Entonces los que
estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres
Hijo de Dios” (Mt. 14:33). En el nacimiento de Jesús los sabios o magos de
oriente vinieron a rendirle homenaje “…su estrella hemos visto en el
oriente, y venimos a adorarle… y al entrar en la casa, vieron al niño con su
madre María, y postrándose, lo adoraron…” (Mt. 2:2, 11). Dios ordenó con
respecto a su Hijo “Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo
dice: Adórenle todos los ángeles de Dios” (He. 1:6). A quien sea que se le
rinda adoración, el mismo es el verdadero Dios. Jesús es verdadero Dios,
segunda persona de la deidad, co-igual y co-eterno con el Padre. Amén.

III. LA KENOSIS DE JESÚS


“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo
Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios
como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando
forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la
condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente
hasta la muerte, y muerte de cruz”. Filipenses 2:6
Apoyándose en el término griego para “despojó de sí mismo”, kenóo, los
teólogos han elegido referirse a este concepto como la “kénosis” o el
“vaciado”. El apóstol Pablo dice que el Hijo de Dios adoptó la forma de un
esclavo (gr. doulos). La cláusula “siendo en forma de Dios” (Fil. 2:6) habla
de este estado preexistente de Cristo, así como de su humillación.
La declaración de que Cristo tenía la “forma (morfé) de Dios” debe
entenderse como una referencia a la realidad de la deidad de Cristo, así
como “tomando forma (morfé) de siervo” habla sobre la realidad de su
esclavitud.
¿De qué se despojó (Kenosis) el Hijo preencarnado en su encarnación?
Los teólogos kenóticos han malentendido este concepto y han indicado que
Cristo se vació de algún aspecto de su deidad durante su encarnación. Esta
enseñanza errónea afirma que Cristo retuvo lo que ellos llaman sus
atributos esenciales de deidad (p. ej., santidad, gracia), pero que rindió lo
que ellos denominan sus atributos relativos (p. ej., omnisciencia,
inmutabilidad).

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L02 Las naturalezas de Cristo - parte I 21


Sin embargo, por definición es imposible que el Dios eterno, inmutable cese
de existir como Dios. Este hecho respecto al Señor Jesús se confirma por
todo el Nuevo Testamento. Incluso en su estado de humillación, el Señor
Jesús pudo afirmar: “Yo y el Padre uno somos” (Jn. 10:30). Lejos de ser una
expresión metafórica de unidad de propósito o plan, esta era una
declaración metafísica de que el Hijo compartía esencia con el Padre. Los
judíos entendieron esto claramente, porque su reacción fue apedrear a
Jesús por blasfemia: “porque tú, siendo hombre, te haces Dios” (Jn. 10:33).
Incluso como hombre, Jesús podía legítimamente afirmar que verle a Él era
ver al Padre (Jn. 14:9), declarar que tenía autoridad sobre toda carne (Jn.
17:2), y recibir adoración de sus discípulos (Jn. 20:28).
En el monte de la Transfiguración, la deidad encarnada del Hijo fue revelada
de forma visible cuando, por así decirlo, retiró el velo de su humanidad, y
permitió que la expresión de su propia esencia divina resplandeciera (Mt.
17:2. Queda, pues, claro que el Hijo no se despojó de su deidad ni de sus
atributos divinos en su encarnación.
La pregunta sigue siendo, por tanto, ¿de qué se despojó? A pesar de ello,
esta pregunta misma parece malinterpretar el lenguaje de Pablo en
Filipenses 2. Aunque el verbo kenóo sí significa “vaciarse”, se usa de manera
exclusiva en un sentido metafórico en el Nuevo Testamento. Nunca significa
“derramar”, como si Jesús estuviera vertiendo sus atributos divinos fuera
de sí mismo. De haber sido esta la intención de Pablo, habría empleado la
palabra ekjéo (p. ej., Lc. 22:20; Jn. 2:15; Tito. 3:6). En su lugar, kenóo
significa “anular”, “invalidar” o “dejar sin efecto”. Pablo emplea el término
en este sentido en Romanos 4:14, donde dice: “Porque si los que son de la
ley son los herederos, vana [kekenótai] resulta la fe, y anulada la promesa”.
Con todo, no se pregunta de qué ha sido vaciada la fe, sino que Pablo
pretende afirmar que, si la justicia pudiera venir por la ley, la fe quedaría
anulada; se malograría.
De un modo similar, preguntar de qué se despojó Cristo a sí mismo es la
pregunta errónea. Cristo mismo es el objeto de este vaciado; se anuló a sí
mismo. Como lo traduce alguna versión en lengua inglesa, Él “renunció a su
reputación” (Fil. 2:7).
El resto del versículo indica cómo Cristo se anuló a sí mismo en su
encarnación: “tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres”
(Fil. 2:7). Cristo renunció a su reputación, precisamente adoptando la
naturaleza humana. Se vació, pero no derramó porciones de su deidad, sino
que añadió a sí mismo la humanidad completa y verdadera. El suyo fue un

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L02 Las naturalezas de Cristo - parte I 22


despojamiento por adición y no por sustracción. Si en verdad renunció o
abandonó sus atributos divinos, esto podría sugerir que dejó de ser Dios;
pero esto resultaría en algo que no concuerda con la forma en que la Biblia
lo identifica como plena y verdaderamente Dios.
A pesar de ello, al adoptar la naturaleza humana, el Hijo de Dios poseía por
completo su naturaleza divina, sus atributos y sus prerrogativas.
¿Cuál fue, pues, su humillación? Para convertirse en un sumo sacerdote
misericordioso y fiel, tuvo que rebajarse a ser como sus hermanos en todo
(He. 2:17). Por tanto, aunque el Hijo de Dios poseía totalmente su
naturaleza, sus atributos y sus prerrogativas divinos, no los expresó del
todo. Estaban velados. En ocasiones los expresó, como cuando leía la mente
de las personas (Mt. 9:4) e hizo milagros divinos (p. ej., Lc. 5:3-10). Sin
embargo, el Amo se sometió de buen grado a la vida de un esclavo (Fil. 2:7;
cf. 2 Co. 8:9).
Renunció a las glorias preencarnadas de las que venía. Abandonó la
adoración de los santos y los ángeles para ser despreciado y rechazado por
los hombres (Is. 53:3), se sometió al malentendido, las negaciones, la
incredulidad, las falsas acusaciones y a todo tipo de insultos y persecución.
Como Dios el Hijo, tenía todo el derecho a ejercer a voluntad sus
prerrogativas divinas. A pesar de ello, como siervo sufriente de Jehová, se
rindió a la voluntad del Padre en todo (Jn. 5:19, 30). Así, aunque conocía a
Natanael sin haberse encontrado con él (Jn. 1:47) y, en realidad, conocía a
todos los hombres (Jn. 2:25), en la humildad de su encarnación desconocía
la hora de su regreso (Mt. 24:36). Su gloria divina interna seguía estando
presente, aunque velada de manera temporal por haberse hecho Él como
siervo. Aunque era verdaderamente humano, también seguía siendo
plenamente divino.
Es importante recordar que la doctrina de la kenosis tiene que ver con la
asunción por parte del Señor de un estado inferior en la encarnación y no
con ninguna disminución de su naturaleza divina. En el acto kenótico, el
Señor sigue siendo aquel en quien “habita corporalmente toda la plenitud
de la Deidad” (Col 2:9). Cualquier interpretación de la kenosis en la que
Cristo sea menos que completamente Dios hace que nuestra salvación sea
nula y sin efecto.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L02 Las naturalezas de Cristo - parte I 23


IV. LA UNIÓN HIPOSTÁTICA
El adjetivo hipostático se deriva del sustantivo hipóstasis, palabra
procedente del griego que significa en castellano: “El ser o la sustancia de
la cual los fenómenos son una manifestación”. De esto se deduce que la
unión de carácter hipostático es una unión de naturalezas que, en sí mismas
son independientes y distintas. La expresión unión hipostática le
corresponde a la teología, y solo es aplicable a Cristo en Quien, como en
ningún otro, se unen dos naturalezas distintas y disímiles. En la historia no
se encuentra ningún ejemplo de otro ser como Cristo en este respecto, ni
aparecerá ningún otro. Él es el Dios Hombre incomparable, el Mediador, el
Arbitro (comp. Job 9:32,33). No puede haber otro, pues toda demanda, ya
sea de satisfacción divina o de necesidad humana, queda completamente
satisfecha en Cristo. Esta única Persona que tiene dos naturalezas, que es a
la vez la Revelación de Dios para los hombres y la Manifestación de la
humanidad ideal y perfecta.
LA ESTRUCTURA DE ESTA DOCTRINA
a. Primero, Cristo no es solo un Miembro de la Divinidad coigual con el
Padre y el Espíritu antes de su encarnación, sino que Él retuvo esa realidad
“en los días de su carne”. Solo el Hijo tomó para Sí la forma humana, y Él es,
por tanto, glorificado como Pariente de la familia humana.
b. Segundo, Cristo asumió una humanidad completa y perfecta. Él no poseía
antes esta humanidad, y al agregarla a su eterna Deidad dio como resultado
el Dios Hombre que es Cristo. Aunque su Divinidad es eterna, su humanidad
la obtuvo en el tiempo.
c. Tercero, Sobre estas dos naturalezas se puede afirmar, según las
evidencias que ofrecen las Escrituras, que están unidas en una sola Persona,
y no en dos; que en esta unión, lo divino no se degrada de ninguna manera
por causa de su amalgamación con lo humano; y de la misma manera y con
la misma plenitud, lo humano no se exalta de ninguna manera ni se eleva
por encima de lo que es la humanidad no caída.
Cristo tomó para Sí un cuerpo verdadero y un alma racional, y los retuvo, y
todavía los retiene en toda su integridad y con todas sus cualidades
esenciales. Él fue concebido mediante el poder del Espíritu Santo, en el
vientre de la virgen María, “de la sustancia de ella”. Él tomó también para
Sí un alma racional, dotada de todas las facultades ordinarias y de las
capacidades de las almas de los hombres, incluyendo la facultad volitiva,
pero sin la naturaleza pecaminosa de todos los hombres.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L02 Las naturalezas de Cristo - parte I 24


DECLARACIÓN DE FE
“El Hijo de Dios, la segunda Persona de la Trinidad, que es el mismo Dios
eterno, de una misma sustancia e igual con el Padre, tomó sobre Sí la
naturaleza del hombre cuando vino el cumplimiento del tiempo, con todas
sus propiedades esenciales y comunes enfermedades; sin embargo, Él fue
sin pecado; fue concebido por el poder del Espíritu Santo, en el vientre de
la virgen María, de la sustancia de ella. Así que, dos naturalezas completas,
perfectas y distintas –la Divinidad y la humanidad– se unieron
inseparablemente en una Persona, sin conversión, ni composición, ni
confusión. Esa Persona es verdadero Dios y verdadero Hombre, y sin
embargo es un Cristo, el único Mediador entre Dios y el hombre”.

BIBLIOGRAFÍA
Chafer, Lewis Sperry (2009) Teología Sistemática Tomo I. Editorial Clie.
Duffield, G. P., & Van Cleave, N. M. (2006). Fundamentos de Teología
Pentecostal. San Dimas, CA: Foursquare Media.
Grudem, Wayne (2007) Teología Sistemática. Editorial Vida. Miami. Florida.
Hodge, Charles, (1991) Teología Sistemática Volumen II. Terrassa, Editorial
Clie.
Horton, Stanley m. (1996) Teología Sistemática Pentecostal. Editado.
Editorial vida.
Lacueva, F. (1989). La Persona y obra de Jesucristo. Terrassa, Clie.
Mayhue, R., Mc Arthur, J. (2018). Teología Sistemática. Editorial Portavoz.
Pearlman, Myer. (1990). Teología Bíblica y Sistemática. Editorial Vida.
Miami. Florida.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L02 Las naturalezas de Cristo - parte I 25


Lección 3
LAS NATURALEZAS DE CRISTO
parte 2

Contenido
I. La encarnación del Verbo
II. El nacimiento virginal
III. La naturaleza humana de Cristo
IV. La impecabilidad de Cristo

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L03 Las naturalezas de Cristo - parte 2 26


“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y
a salvar lo que se había perdido.”
Lucas 19:10

I. LA ENCARNACIÓN DEL VERBO


A. ¿QUIÉN SE ENCARNÓ?
La Biblia declara que Uno de la Deidad llegó a ser Dios-Hombre por la
encarnación.
“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen
concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”.
Isaías 7:14
Este verso afirma que Uno ha de nacer de una mujer, y llegar a ser un ser
humano. Sin embargo, Este que ha de nacer es Emanuel, que significa “Dios
con nosotros”. Es decir, Jesús el Cristo llegó a ser uno de nosotros. Mt. 1:21-
23.
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre
su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios
fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y la
paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino,
disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y
para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto”.
Isaías 9:6,7
Aquí se dice: “un niño nos es nacido, hijo nos es dado”. Estas declaraciones
se refieren a las naturalezas humana y divina respectivamente. El Hijo que
nos es nacido se sentará en el trono de David; pero el Hijo que nos es dado
lleva los títulos de Deidad, y tiene las responsabilidades del gobierno y de
la autoridad del universo sobre sus hombros.
“Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá,
de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el
principio, desde los días de la eternidad”. Miqueas 5:2
Aquí se ve que Uno ha de venir a una localidad geográfica en la tierra
(Belén), lo cual constituye su identificación humana; sin embargo, sus
salidas son desde los días de la eternidad.
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era
Dios. Este era en el principio con Dios ... Y aquel Verbo fue hecho

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L03 Las naturalezas de Cristo - parte 2 27


carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del
unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”. Juan 1:1,2,14
Aquí se declara que el eterno Dios, el Logos, se hizo carne, para poder vivir
entre los hombres.
“El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al
reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre,
el perdón de pecados. Él es la imagen del Dios invisible, el
primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las
cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e
invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean
potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes
de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”.
Colosenses 1:13-17
“E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue
manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles,
Creído en el mundo, Recibido en gloria”. 1 Timoteo 3:16
En este punto se halla frente a frente con una afirmación directa: “Dios fue
manifestado en carne”.
B. ¿CON QUÉ PROPÓSITO SE ENCARNÓ EL HIJO DE DIOS?
Por lo menos se nos revelan siete razones principales de la encarnación:
1. Para que Él pudiera manifestar lo de Dios al hombre.
Está escrito:
“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno
del Padre, él le ha dado a conocer”. Juan 1: 18
Dios, en estos últimos días, nos ha hablado por el Hijo (He. 1: 2).
2. Para que Él pudiera manifestar lo del hombre a Dios.
El mismo Padre celestial dijo con respecto a Él: “Este es mi Hijo
amado, en quien tengo complacencia; a él oíd”. Esta voz del cielo se
oyó en el bautismo (Mt.3: 17). También, en la transfiguración, tiempo
en que fue reconocido su ministerio profético (Mt. 17: 5), y volverá a
oírse otra vez, según Salmos 2: 7, cuando Él asuma el trono davídico
para cumplir su oficio de Rey.
3. Para que Él pudiera ser misericordioso y fiel Sumo Sacerdote.
Es función del sacerdote la de presentar ofrendas por el pecado.
Cristo, como Sacerdote, se ofreció a Sí mismo sin mancha a Dios
(He.9: 14; comp. 1 Pe. 1: 19). Él sirvió tanto de Sacrificio como de
Sacerdote oferente. Esa “sangre preciosa” que Cristo derramó llegó

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L03 Las naturalezas de Cristo - parte 2 28


a ser la base sobre la cual actúa Dios para poder perdonar los pecados
humanos (1 Jn. 1: 7). Como Sacerdote misericordioso y fiel, el Señor
de la gloria vive “siempre para interceder” por los que se acercan a
Dios por medio de Él (He. 7: 25).
4. Para que Él pudiera destruir las obras del diablo.
Recordemos que se dice de la muerte de Cristo que es el juicio contra
el “príncipe de este mundo” y el despojo de los principados y las
potestades (Jn. 12:31; 16:11; Col. 2:15). Si el Cristo de Dios había de
morir para someter a juicio las obras de Satanás, de ello se deduce
que Él tenía que encarnarse.
5. Para que Él pudiera ser Cabeza de su Cuerpo que es la Iglesia.
La Nueva Creación es una compañía de seres humanos que se unen
a Cristo, los cuales son salvos individualmente por medio de la gracia
redentora y están destinados a aparecer en gloria en conformidad
con su Cabeza que es el Cristo resucitado (Ro. 8:29; 1 Jn. 3: 2).
6. Para que Él pudiera sentarse sobre el trono de David.
“Entonces el ángel le dijo: María … concebirás en tu vientre, y
darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será
grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará
el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob
para siempre, y su reino no tendrá fin”. Lucas 1:30-33
7. Para que Él pudiera ser el Redentor del género humano.
La Redención la realizó Dios por medio de Cristo, mediante la sangre
del Hijo de Dios, y logró la liberación de la esclavitud del pecado por
el poder del Espíritu Santo.

II. EL NACIMIENTO VIRGINAL


Las Escrituras claramente afirman que Jesús fue concebido en el vientre de
su madre María, a pesar de ser una joven virgen, mediante la acción
milagrosa del poder del Espíritu Santo y sin intervención de un padre
humano.
“El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando María, su madre,
desposada con José, antes que se juntasen, se halló que había
concebido del Espíritu Santo”. Mateo 1:18
Poco después de eso un ángel del Señor le dijo a José que estaba desposado
con María:
“José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que
en ella es engendrado del Espíritu Santo es”. Mateo 1:20

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L03 Las naturalezas de Cristo - parte 2 29


Luego leemos que José…
“hizo como el ángel del Señor le había mandado y recibió a su mujer.
Pero no la conoció hasta que dio a luz un hijo primogénito y le puso
por nombre Jesús”. Mateo 1:24-25
La importancia doctrinal del nacimiento virginal la podemos ver al menos
en tres cosas:
1. Muestra que la salvación debe venir en última instancia de parte
del Señor.
Como Dios había prometido que la “simiente” de la mujer (Gn 3:15)
destruiría al final a la serpiente, hizo que esto sucediera mediante su
poder, no por medio del esfuerzo humano. El nacimiento virginal de
Cristo es un recordatorio inconfundible de que la salvación nunca
llega mediante el esfuerzo humano, sino que es obra de Dios mismo.
Nuestra salvación solo se produce a través de la obra sobrenatural de
Dios.
2. El nacimiento virginal hizo posible que se pudiera unir en una sola
persona la deidad en su plenitud y la humanidad en su plenitud.
Este fue el medio que Dios usó para enviar a su Hijo (Jn. 3:16; Gá. 4:4)
al mundo como hombre. Dios, en su sabiduría, ordenó una
combinación de influencias humanas y divinas en el nacimiento de
Cristo, de manera que toda su humanidad fuera evidente para
nosotros en razón del hecho de su nacimiento humano normal de
una madre humana, y su plena deidad fuera evidente en el hecho de
la concepción en el vientre de María mediante la obra poderosa del
Espíritu Santo.
3. El nacimiento virginal hizo también posible que Jesús fuera
completamente humano, pero sin la herencia de pecado.
Todos los seres humanos hemos heredado la culpa legal y la
naturaleza moral corrompida de nuestro primer padre, Adán. Jesús
no descendía de Adán exactamente en la misma manera que los
demás seres humanos han descendido de Adán. Y esto nos ayuda a
comprender por qué la culpa legal y la corrupción moral que cargan
los demás seres humanos no la encontramos en Cristo. Jesús no era
un descendiente de Adán, y que esa interrupción de la línea de
descendencia fue el método que Dios usó para hacer que Jesús fuera
completamente humano sin que heredara el pecado de Adán.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L03 Las naturalezas de Cristo - parte 2 30


“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te
cubrirá con su sombra; por lo cual el santo ser que nacerá, será
llamado Hijo de Dios”. Lucas 1:35

III. LA NATURALEZA HUMANA DE CRISTO


A. JESÚS TUVO UN CUERPO HUMANO.
El hecho de que Jesús tuviera un cuerpo humano como nosotros lo
podemos ver en muchos pasajes de las Escrituras. Nació de la misma
manera que nacen todos los demás seres humanos (Lc. 2:7). Creció como
niño hasta llegar a la edad adulta como todos los niños lo hacen:
“Y el niño crecía, y se fortalecía y se llenaba de sabiduría; y la gracia
de Dios era sobre él”. Lucas 2:40
Además, Lucas nos dice que:
“Jesús crecía en sabiduría, y en estatura y en gracia para con Dios y
los hombres”. Lucas 2:52
Jesús se cansaba como todos nosotros, porque leemos que, en Samaria:
“Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo”. Juan 4:6
Sintió sed, porque cuando estaba en la cruz dijo:
“Tengo sed”. Juan 19:28
Después de haber ayunado durante cuarenta días en el desierto, leemos
que “tuvo hambre” (Mt. 4:2). A veces se sintió físicamente débil, porque
durante el tiempo de sus tentaciones en el desierto ayunó por cuarenta
días. En ese tiempo “unos ángeles acudieron a servirle” (Mt. 4:11), y
cuidaron de él y le proveyeron de sustento hasta que recuperó sus energías
para salir del desierto. La culminación de las limitaciones de Jesús en
términos de su cuerpo físico la vemos cuando murió en la cruz (Lc. 23:46).
Su cuerpo humano cesó de tener vida y cesaron sus funciones, lo mismo
que en nuestros cuerpos cuando morimos.
Jesús también resucitó de entre los muertos en un cuerpo físico, humano,
aunque uno que era perfecto y ya no estaba sujeto a las limitaciones de la
debilidad, la enfermedad o la muerte. Les demostró repetidas veces a sus
discípulos que tenía un cuerpo físico auténtico: él dijo: “Mirad mis manos y
mis pies, que yo mismo soy; Palpad y ved; porque un espíritu no tiene carne
ni huesos, como veis que yo tengo”. (Lc. 24:39). Les mostró y les enseñó
que tenía “carne y huesos” y que no era solo un “espíritu” sin cuerpo. Otra

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L03 Las naturalezas de Cristo - parte 2 31


evidencia de esto lo vemos en que ellos “le dieron un pedazo de pescado
asado, así que lo tomó y se lo comió delante de ellos” (Lc. 24:42; cf. v.30;
Jn. 20:17, 20, 27; 21:9,13).
B. JESÚS TUVO UNA MENTE HUMANA.
El hecho de que Jesús “crecía en sabiduría” (Lc. 2:52) nos dice que pasó por
un proceso de aprendizaje como lo hacen todos los niños. Aprendió a
comer, a hablar, a leer y escribir, y cómo ser obediente a sus padres (vea
Hebreos 5:8). Este proceso de aprendizaje común a todos fue parte de la
auténtica humanidad de Cristo.
También podemos ver que Jesús tuvo una mente como la nuestra cuando
habla del día en que regresará a la tierra:
“Pero en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles
en el cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre”. Marcos 13:32
C. JESÚS TUVO UN ALMA HUMANA.
Vemos varias indicaciones de que Jesús tuvo alma humana (o espíritu). Poco
antes de su crucifixión, Jesús dijo: “Ahora está turbada mi alma” (Jn. 12:27).
Juan nos dice un poco después: “Habiendo Jesús dicho esto, se conmovió
en espíritu” (Jn. 13:21). En ambos versículos, la palabra turbar representa
al término griego tarasso, una palabra que se usa con frecuencia para
referirse a personas con ansiedad o sorprendidos repentinamente por un
peligro. Además, antes de la crucifixión de Jesús, al darse cuenta del
sufrimiento que iba a enfrentar, dijo: “mi alma está muy triste, hasta la
muerte” (Mt. 26:38). Tan grande era la tristeza, que sentía morir.
D. JESÚS EXPERIMENTÓ UNA GAMA COMPLETA DE EMOCIONES.
Se “asombró” de la fe del centurión (Mt 8: 10). Lloró con tristeza por causa
de la muerte de Lázaro Gn 11 :35) y oró con un corazón lleno de emoción,
porque en “los días de su carne, Jesús ofreciendo ruegos y súplicas con gran
clamor y lágrimas al que le podía salvar de la muerte, fue oído a causa de
su temor reverente” (He 5:7).
La ausencia completa de pecado en la vida de Jesús es muy notable a causa
de las severas pruebas que enfrentó, no solo en el desierto, sino a lo largo
de su vida. El autor de hebreos afirma que Jesús fue “probado en todo
según nuestra semejanza, pero sin pecado” (He 4: 15). El hecho de que
enfrentara pruebas significa que tenía una naturaleza humana auténtica
que podía ser probada.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L03 Las naturalezas de Cristo - parte 2 32


E. LAS PERSONAS CERCANAS A JESÚS LE VIERON SÓLO COMO UN
HOMBRE.
Mateo nos informa de un incidente asombroso en medio del ministerio de
Jesús. Aunque Jesús había recorrido toda Galilea “enseñando en las
sinagogas, anunciando las buenas nuevas del reino y sanando toda
enfermedad y dolencia entre la gente, de manera que le “seguían grandes
multitudes” (Mt. 4:23-25), cuando llegó a Nazaret, el pueblo donde se había
criado, sus vecinos que le habían conocido por tantos años no le recibieron,
porque, cuando comenzó a enseñar a la gente en la sinagoga, se
preguntaban maravillados:
“¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? ¿No es éste el
hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María; y sus hermanos,
Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con
nosotros? ¿De dónde, pues tiene éste todas estas cosas? Y se
escandalizaban de él. Y no hizo allí muchos milagros a causa de la
incredulidad de ellos”. Mateo 13:53-58
Este pasaje nos indica que las personas que le conocieron mejor, los vecinos
que habían vivido y trabajado durante treinta años, solo le vieron como un
hombre común y corriente, un buen hombre, sin duda, justo, amable y
sincero, pero ciertamente no un profeta de Dios que pudiera hacer
milagros, y desde luego no Dios mismo en la carne. Durante los primeros
treinta años de su vida Jesús vivió una vida humana que era tan común y
corriente que las personas de Nazaret que le conocían mejor se quedaron
asombradas de que él pudiera enseñar con autoridad y obrar milagros. Ellos
le conocían. Era uno de ellos. Era el hijo del carpintero. Y Juan nos dice que
“ni siquiera sus hermanos creían en él” (Jn. 7:5).
¿Fue Jesús completamente humano? Era tan humano que los que vivieron
y trabajaron con él durante treinta años, y sus hermanos que crecieron
juntos bajo el mismo techo, no lo vieron más que como un buen ser
humano. No tenían ni idea de que Dios se hubiera encarnado y viviera entre
ellos.

IV. LA IMPECABILIDAD DE CRISTO


El Nuevo Testamento afirma con claridad que Jesús era completamente
humano como nosotros. También afirma que Jesús era diferente en un
aspecto importante: Era sin pecado. La palabra impecable significa que “no
puede pecar”.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L03 Las naturalezas de Cristo - parte 2 33


A. ARGUMENTOS A FAVOR DE LA IMPECABILIDAD DE CRISTO
1. La deidad de Cristo: Por el hecho de la unidad de su Persona, su
humanidad no hubiera podido pecar, sin que Dios también pecara. Y de una
conclusión de esta naturaleza, todas las personas devotas tienen que
retroceder con temor santo. En Dios no hay ninguna clase de tinieblas (1 Jn.
1 :5), ni siquiera hay en Dios alguna sombra de variación (Stg. 1: 17).
Si aislamos la humanidad de Cristo y la dejamos aparte, se afirma que, no
teniendo ningún apoyo, pudo haberse revelado contra Dios como lo hizo
Adán. En Adán no había sino una naturaleza, la cual no podía estar de otro
modo que no fuera sin el apoyo y sola. La humanidad de Cristo no estuvo
nunca divorciada de su Deidad, ni podía estarlo, ni podía tampoco estar en
alguna posición de responsabilidad indirecta en el pecado. Dado que Cristo
es Dios y que Dios no puede pecar (Stg. 1:13), resulta que Cristo tampoco
podría pecar. Dado que “la paga del pecado es la muerte” (Ro. 6:23), Dios
tendría que morir si pecar; pero Dios no puede morir y, por implicación,
tampoco puede pecar.
2. Jesús no heredó el pecado de Adán. El pecado, como algo inherente en
la naturaleza humana, fue extraño a la persona de Cristo. Lucas registra que
el ángel le dijo a María “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del
Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que
nacerá será llamado Hijo de Dios”. (Lc. 1: 35). La naturaleza de pecado
hereditaria que María tenía, que había recibido de Adán por intermedio de
sus progenitores, no se la transmitió a Cristo, por el hecho de su concepción
milagrosa, la cual se realizó por operación del Santo Espíritu de Dios. Todos
los seres humanos tienen la naturaleza pecaminosa, pero Jesús nació sin
pecado.
3. El Plan de Dios. Dado que Dios había definido el plan de redención que
debía llevarse a cabo por medio de Jesucristo, resulta que Cristo no podía
haber pecado porque, de haberlo hecho, el plan de redención habría
fracasado.
4. Jesús no fue tentado sino probado.
(a) En el idioma griego, peirasmos o peirazo es la palabra para “tentación,
examen, prueba”. Esta palabra se traduce tentación o prueba según el
contexto del pasaje de la Biblia que uno quiere estudiar.
(b) Hay muchas versiones de la Biblia que traducen prueba, otras tentación
en un mismo pasaje de la Biblia.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L03 Las naturalezas de Cristo - parte 2 34


(c) La palabra tentación significa ‘inducir a una persona a hacer o tomar algo
muy atrayente’.
(d) Santiago 1:14 dice: “sino que cada uno es tentado, cuando de su propia
concupiscencia es atraído y seducido”. La palabra concupiscencia =
epitumia, según los diccionarios griego – español Vine y Vox, tiene un
significado malo: “codicioso, malos deseos, pasiones desordenadas y
pecaminosas”. Esto quiere decir que cuando alguien está en esta condición
de concupiscencia es tentado, de hecho, por el Diablo (Tentador), para que
caiga en el pecado.
(e) Concluimos, que de ninguna manera puede atribuirse a nuestro Señor
Jesús una condición de concupiscencia. De hecho, fue probado, examinado.
Es como cuando uno va a dar un examen en el colegio. Si hemos estudiado
y hemos asistido a clases atendiendo diligentemente, seguro tu apruebas,
pero si haces lo opuesto desapruebas. En el sentido espiritual, todo ser
humano y aún en muchos cristianos son tentados porque hay
concupiscencia, pero el Señor es imposible que haya tenido concupiscencia.
Él fue probado en todo, pero para gloria, bendición de su pueblo, para
avergonzar al diablo, para ser exaltado hasta lo sumo.
B. LA INFLUENCIA DEL DIOS ESPÍRITU SANTO SOBRE CRISTO DESDE SU
CONCEPCIÓN HASTA SU GLORIFICACIÓN.
Es indudable que fue por el Espíritu Santo en su vida que fue imposible que
Cristo pecara. Varias profecías del Antiguo Testamento predecían que el
Mesías dependería del Espíritu Santo:
“Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de
inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento
y de temor de Jehová. Y le hará entender diligente en el temor de
Jehová”. Isaías 11:2-3
“He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma
tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá
justicia a las naciones”. Isaías 42:1
“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió
Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a
vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los
cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la
buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a
consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion
se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto,

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L03 Las naturalezas de Cristo - parte 2 35


manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados
árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya“. Isaías 61:1-3
La dependencia de Cristo del Espíritu Santo puede verse en su concepción
(Mt. 1:20), su bautismo (Mt. 3:16-17), y su gran prueba en el desierto (Mt.
4:1). Juan escribe que Cristo “las palabras de Dios habla; pues Dios no da el
Espíritu por medida” (Jn. 3:34). En todo esto nunca pecó.
En realidad, Cristo se apoyaba en el Espíritu para tener poder en su
ministerio (Lc. 4:14) y, en especial, en su predicación (Lc. 4:17-22). “Por el
Espíritu”, Cristo dio mandamientos a sus apóstoles escogidos (Hch. 1:2), y
expulsó “demonios” (Mt. 12:28). Cuando Jesús sanó, lo hizo por el poder
del Espíritu (Hch. 10:38). En todo esto nunca pecó.
Al final de su estancia terrenal, Jesús se ofreció a sí mismo como un
sacrificio sobre la cruz a través del Espíritu: “¿Cuánto más la sangre de
Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha
a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al
Dios vivo?” (He. 9:14). El Espíritu Santo capacitó a Jesús para que soportara
las horas de prueba antes y durante la crucifixión: las agonías internas de
Getsemaní, la humillación ante Pilato y Herodes, los azotes y la corona de
espinas, el camino al Gólgota y la crucifixión. El Espíritu protegió a Jesús
físicamente y, además, lo ayudó a mantener su propósito de ofrecerse en
la cruz como sacrificio sustitutivo por los pecadores, en sumisión a la
voluntad del Padre. La decisión de Cristo, aunque empoderada por el
Espíritu, era algo que Él tenía que hacer: “Por eso me ama el Padre, porque
yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de
mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla
a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre” (Jn. 10:17-18). En todo esto
nunca pecó.
Pablo enseñó: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús
mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará
también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”
(Ro. 8:11). Este pasaje no nos habla en verdad de resurrección, por el
contexto entendemos que somos vivificados para vencer la carne por el
poder resucitador del Espíritu. “Pero si por el Espíritu hacéis morir las obras
de la carne, viviréis”. “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me
ha librado de la ley del pecado y de la muerte”. Ro. 8:2,13.
Desde la concepción, pasando por la resurrección y, por inferencia, incluso
por medio de la glorificación, el Espíritu Santo siempre sostuvo a Jesús. Esto
no admite debilidad alguna, sino que en el estado de sumisión de Cristo al

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L03 Las naturalezas de Cristo - parte 2 36


Padre (en especial en su encarnación), el Espíritu capacitó su naturaleza
humana para que llevara a cabo por completo la redención y todos los
demás aspectos de su misión en la tierra. En todo esto nunca pecó.
BIBLIOGRAFÍA
Berkhof, Louis (2002) Teología Sistemática. Libros Desafío Grand Rapids,
Michigan.
Chafer, Lewis Sperry (2009) Teología Sistemática Tomo I. Editorial Clie.
Duffield, G. P., & Van Cleave, N. M. (2006). Fundamentos de Teología
Pentecostal. San Dimas, CA: Foursquare Media.
Grudem, Wayne (2007) Teología Sistemática. Editorial Vida. Miami. Florida.
Hodge, Charles, (1991) Teología Sistemática Volumen II. Terrassa, Editorial
Clie.
Horton, Stanley m. (1996) Teología Sistemática Pentecostal. Editado.
Editorial vida.
Lacueva, F. (1989). La Persona y obra de Jesucristo. Terrassa, Clie.
Mayhue, R., Mc Arthur, J. (2018). Teología Sistemática. Editorial Portavoz.
Pearlman, Myer. (1990). Teología Bíblica y Sistemática. Editorial Vida.
Miami. Florida.
Vine, W.E. Diccionario Expositivo de palabras del A.T. y del N.T. Grupo
Nelson.
Vox Diccionario griego – español.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L03 Las naturalezas de Cristo - parte 2 37


Lección 4
LOS ESTADOS DE CRISTO

Contenido
I. El Estado de humillación de Cristo
I. El Estado de exaltación de Cristo

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L04 Los estados de Cristo 38


“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el
cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a
que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo,
hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se
humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de
cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre
que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda
rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y
toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios
Padre”.
Filipenses 2:5–11

INTRODUCCIÓN
Al hablar de la vida, muerte y resurrección de Cristo, los teólogos han
hablado acerca de los “Estados de Cristo Jesús”. El Señor Jesús experimentó
primero, un estado de humillación; y después, un estado de exaltación.
Por lo tanto, la doctrina del estado doble de Cristo es la enseñanza de que
Cristo experimentó primero el estado de humillación y luego el estado de
exaltación.
Su estado de humillación comienza con la encarnación cuando asume la
naturaleza humana a través de la virgen María (kenosis) y se extiende hasta
la cruz y su muerte y sepultura.
El estado de exaltación de Cristo comienza con su reivindicación en la
mañana de la Pascua con la resurrección. Tras sus apariciones, asciende al
cielo, donde está sentado a la diestra de Dios y donde intercede para
siempre por su pueblo, y quien al final de los tiempos, regresará envuelto
en su gloria y exaltación.

II. EL ESTADO DE HUMILLACIÓN DE CRISTO


“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo
Jesús. Él cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios
como cosa a que aferrarse. Sino que se despojó a sí mismo, tomando
forma de siervo, hecho semejante a los hombres”. Filipenses 2.5-7
El Apóstol nos dice que Cristo se humilló a Sí mismo. La humillación de Cristo
consistió en nacer, en una condición humilde, en ser hecho bajo la ley, en
sufrir las miserias de esta vida, la ira de Dios y la muerte maldita de la cruz;
en ser sepultado, y en estar bajo el poder de la muerte por un tiempo.
LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L04 Los estados de Cristo 39
A. LA ENCARNACIÓN
La encarnación del Hijo de Dios, una naturaleza infinitamente inferior que
la Suya, fue un acto de indecible condescendencia, y por ello queda
apropiadamente incluido en los puntos particulares en los que Él se humilló
a Sí mismo.
La Biblia enseña en todo lugar que Dios envió a Su Hijo al mundo para salvar
a los pecadores; que nació de mujer y que fue hecho bajo la ley para nuestra
redención; que se hizo hombre para poder morir, y para mediante la
muerte destruir el poder de Satanás. Aquellos para los que la Palabra de
Dios es la norma de la fe no pueden permitir como cierta ninguna
especulación inconsecuente con estas descripciones prevalentes esta
Palabra.
Ser siervo; nacer en un establo y tener un pesebre como cuna; ser tan pobre
como para no tener lugar donde reposar la cabeza; aparecer sin apariencia
ni hermosura, para ser despreciado y desechado de los hombres, hace que
la condescendencia de nuestro Señor sobrepase toda comprensión. Hay,
desde luego, una maravillosa sublimidad en todo esto. Muestra la total
carencia de valor de la pompa y del esplendor terrenos a los ojos de Dios.
La encarnación fue un paso de la humillación. Cristo, al tomar para sí una
naturaleza humana, abandonó el honor y la gloria que le pertenecían en el
cielo (Juan 17:5). También renunció a su derecho a ejercer la autoridad
divina para su propio beneficio y el derecho a disfrutar de Su Señorío sobre
todas las cosas en el cielo y en la tierra (2Co. 8:9; Fil. 2:6-7; He. 2:9).
Fue una verdadera naturaleza humana que el Hijo de Dios tomó para sí
mismo. No era solo un cuerpo humano, sino también una mente humana
(que aprendemos, Lc. 2:52), y un alma humana (Jn. 12:27; 13:21). Así, Jesús
era plenamente hombre, hecho como nosotros “en todos los sentidos” (He.
2:17).
Tenía que ser plenamente hombre para convertirse en el sacrificio que se
ofreció por los pecados del hombre: si no era plenamente hombre, no
podrían haberse salvado. Sin embargo, la naturaleza humana de Cristo no
estaba sujeta al pecado (Ro. 8:3; He. 4:15; 1 Jn. 3:5).
El hecho de que Aquel que era el Señor del universo tenía que ocupar una
posición baja, incluso la posición de un sirviente o esclavo, y teniendo el
derecho inherente de ordenar, se puso en deber obligatorio de obedecer.
Por tanto, que Cristo asumiera la obligación de cumplir las condiciones del
pacto establecido con Adán, de observar todas las instrucciones de la ley de

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L04 Los estados de Cristo 40


Moisés, y de someterse a la ley moral con sus promesas y penas, fue un acto
de humillación voluntaria.
B. LOS SUFRIMIENTOS DE CRISTO
Los sufrimientos de Cristo, y especialmente su ignominiosa muerte en la
cruz, constituyen un importante elemento de Su humillación. Estos
padecimientos persistieron desde el comienzo hasta el final de Su Vida
terrenal. Surgieron en parte de las debilidades y sensibilidades naturales de
la naturaleza que Él asumió; en parte por la condición de pobreza en que
vivió; en parte por el constante contacto con los pecadores, lo cual era un
constante dolor para Su santa alma, y que le hacía exclamar: “¿Hasta
cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros?”; en
parte por los insultos, menosprecios y oposición a que se vio enfrentado;
en parte por los crueles abofetamientos y escarnio a que se sometió, y
especialmente por las agonías de la crucifixión, el modo más penoso de
infligir la pena de muerte; en parte por la angustia causada por prever la
terrible condenación que esperaba a toda la nación Judía; y especialmente,
sin duda alguna, por el misterioso dolor surgiendo de la carga de los
pecados de Su pueblo y por la ocultación del rostro de Su Padre, que le llevó
a sudar sangre en el huerto, y que hizo brotar de sus labios el clamor de
angustia que lanzó desde la cruz. Estas son maravillas no solo del amor, sino
de la abnegación y de la humillación, que los ángeles tratan de comprender,
pero que ninguna mente humana puede sondear ni estimar. Jamás hubo
dolor como el dolor Suyo.
Varias causas produjeron los sufrimientos de Cristo.
1. El hecho que el Señor del universo haya tenido que ocupar la posición
de siervo, y es más, la posición de un cautivo o esclavo, y que aquel
que tenía derecho hereditario de mando estuvo sujeto a obedecer.
2. El hecho de que aquel que era puro y santo tuviera que haber vivido
en una atmósfera pecaminosa y corrompida, en asociación diaria con
pecadores, recordando constantemente la grandeza de la culpa con
Ia que estaban cargados por causa de los pecados de sus
contemporáneos.
3. Su perfecto conocimiento y clara anticipación, desde el mero
principio de su vida, de los extremos sufrimientos que habían de
desarrollarse sobre Él en el término de ella estaba muy lejos de ser
agradable.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L04 Los estados de Cristo 41


4. Por último, también las privaciones de la vida, las pruebas del diablo,
el odio y rechazo de su pueblo, y los sufrimientos de Cristo fueron
únicos.
Fueron las pruebas parte integral de los sufrimientos de Cristo (Mt. 4: 1-11;
Lc. 22: 28; Jn. 2: 27; He. 4: 15; 5: 7, 8). Su ministerio público comenzó con
un periodo de pruebas, en intervalos, hasta llegar al oscuro Getsemaní.
Únicamente por haber entrado a pruebas idénticas a las de los hombres,
pudo Jesús convertirse en el sumo sacerdote profundamente compasivo, y
alcanzar las alturas de una perfección probada y triunfante (He. 4: 15; 5:7-
9).
C. LA MUERTE DEL SALVADOR
Los sufrimientos del Salvador culminaron, finalmente, en su muerte. Hay
que considerar la muerte de Cristo desde este punto de vista judicial. Dios
impuso el castigo de la muerte sobre el Mediador, judicialmente, puesto
que este emprendió por su voluntad el pago de la pena por el pecado de la
raza humana. Habiéndose apropiado Cristo la naturaleza humana, con
todas sus debilidades, tal como existía después de la caída, y habiéndose
hecho, de esta manera, semejante a nosotros en todas las cosas, con
excepción única del pecado, se sigue que la muerte operó en Él desde el
mero principio judicial y se manifestó en muchos de los sufrimientos a los
cuales Él se sometió. Fue un varón de dolores y experimentado en
quebranto. Correctamente se dice que “durante el tiempo que vivió en la
tierra, pero especialmente en el final de su vida, llevó en su alma la ira de
Dios en contra del pecado de toda la raza humana”. Estos sufrimientos
fueron seguidos por su muerte en la cruz. Él estuvo sometido solo a la
muerte física.
El carácter judicial de su muerte era fundamental para traer la paz de Dios
a nosotros. Era del todo esencial que Cristo no muriera de muerte natural
ni de muerte accidental; y que no muriera por la mano de un asesino, sino
bajo sentencia judicial. Tenía que ser contado con los transgresores, tenía
que ser condenado como un criminal. Además, por arreglo providencial de
Dios, tenía que ser procesado y sentenciado por un juez romano. Los
romanos tenían el genio de la ley y la justicia, y representaban el más alto
poder judicial del mundo. Se podía esperar que un proceso delante de un
juez romano serviría para probar nítidamente la inocencia de Jesús, y así
sucedió, de tal manera que quedó perfectamente claro que no fue
condenado porque hubiera cometido crimen alguno. Fue un testimonio al
hecho de que, como lo dice el Señor: “Fue cortado de la tierra de los

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L04 Los estados de Cristo 42


vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido”. Y cuando, a pesar de
todo, el juez romano condenó al inocente, también verdaderamente se
condenó él y condenó a la justicia humana, tal como la aplicó; pero al mismo
tiempo, como representante del poder judicial más alto en el mundo, que
por la gracia de Dios funcionaba y dispensaba justicia en el nombre de Dios,
impuso sentencia sobre Jesús. La sentencia de Pilato fue también la
sentencia de Dios, aunque sobre bases enteramente diferentes. Fue
también significativo que Cristo no haya sido decapitado o apedreado para
morir. La crucifixión no era una forma judía de castigo, sino romana. Se
consideraba tan infame e ignominiosa que no se aplicaba a los ciudadanos
romanos sino solamente a la escoria de la humanidad, a los más viles
criminales y a los esclavos. Muriendo de esa muerte, Jesús cumplió las
demandas extremas de la ley. Al mismo tiempo, murió de muerte maldita y
dio de este modo la evidencia del hecho que se había convertido en
maldición por causa nuestra (Dt. 21: 23; Gá. 3: 13).
En consecuencia, también el entierro de Jesús forma parte de su
humillación. Su entierro, además, no solo sirvió para probar que Jesús
verdaderamente había muerto, sino también para quitar de los redimidos
los terrores de la tumba y para santificar la de ellos.
D. DESCENDIÓ A LAS PARTES MÁS BAJAS DE LA TIERRA
En el Salmo 16: 10, “Porque no dejarás mi alma en el Seol ni permitirás que
tu santo vea corrupción”, se expresa sencillamente la confianza de quien
habla de que Dios no lo dejaría bajo el poder de la muerte. Este es
precisamente el sentido que San Pedro atribuye a este pasaje en Hechos
2:27-31, y por San Pablo en Hechos 13:34,35. En ambos casos el salmo es
citado para demostrar la resurrección de Cristo. David fue dejado en el
estado de los muertos; su cuerpo vio corrupción. Cristo fue liberado del
sepulcro antes que la corrupción tuviera tiempo de afectar a Su sagrada
persona.

II. EL ESTADO DE EXALTACIÓN DE CRISTO


La exaltación describe el estado o condición de Cristo que comienza con su
resurrección y que progresa hasta su ascensión, su establecimiento a la
diestra de Dios, su regreso, su juicio final de todas las cosas, y su dominio
eterno.
“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que
es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L04 Los estados de Cristo 43


de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda
lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”.
Hay una relación estrecha entre los dos estados. El estado de exaltación
debe considerarse como el resultado judicial del estado de humillación. En
su capacidad de Mediador, Cristo cumplió las demandas de la ley en sus
aspectos representativo y penal, pagando el castigo del pecado y
mereciendo la vida eterna. Por lo tanto, tenían que seguirle su justificación,
y el acto de entrar en posesión de la recompensa. Puesto que Él era una
persona pública y había cumplido su obra públicamente, la justicia requería
que la exaltación fuera también asunto público.
A. LA RESURRECCIÓN DE CRISTO SE PRESENTA COMO DE EVIDENTE
VALOR.
Fue la prueba más importante de que Cristo era un maestro enviado de Dios
(la señal de Jonás), y de que Él era el verdadero Hijo de Dios, Ro. 1: 4. Fue
también la prueba suprema del hecho de la inmortalidad. Y lo que todavía
es más importante, la resurrección entra como elemento constitutivo en la
esencia íntima de la obra de redención, y por tanto del evangelio. Es una de
las grandes piedras fundamentales de la Iglesia de Dios. Si la obra expiatoria
de Cristo había de ser por completo efectiva, tema que terminar, no en
muerte, sino en vida.
B. LA ASCENSIÓN DE CRISTO
La ascensión puede describirse como el ascenso visible, de la tierra al cielo,
de la persona del Mediador, según su naturaleza humana. Fue una
transición local, un ir de aquí hacia allá. De consiguiente, esto implica que
el cielo es un lugar de la misma manera que la tierra lo es. Pero la ascensión
de Jesús no fue meramente la transición de un lugar a otro; también incluyó
un cambio posterior en la naturaleza humana de Cristo. Esa naturaleza pasó
ahora a la plenitud de la gloria celestial y se adaptó en forma perfecta a la
vida del cielo.
La idea de localidad está favorecida por las siguientes consideraciones:
1. El cielo está representado en la Biblia como el lugar de habitación de
seres creados (ángeles, santos, la naturaleza humana de Cristo).
2. La Biblia nos enseña a pensar en el cielo como de un lugar. Varios
pasajes dirigen nuestro pensamiento hacia arriba al cielo, y hacia
abajo al infierno (Dt. 30: 12; Josué 2: 11; Sal. 39: 8; Ro. 10: 6, 7). Esto
no tendría significado alguno si los dos, en algún sentido de la
palabra, estuvieran colocados en el mismo lugar.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L04 Los estados de Cristo 44


3. La entrada del Salvador al cielo se describe como un ascenso. Los
discípulos ven a Jesús ascendiendo hasta que una nube lo intercepta
escondiéndose de la mirada de ellos. El mismo color local está
presente en la mente del escritor de Hebreos en 4: 14.
C. CRISTO ESTÁ SENTADO A LA DIESTRA DE DIOS.
Cuando Cristo se presentó delante del sumo sacerdote predijo que se
sentaría a la diestra del poder (Mt. 26:64). Pedro menciona esto en sus
sermones (Hch. 2: 33-36; S. 31). El Salmo 110 dice: “El Señor le dice a mi
Señor: siéntate a mi diestra”. El Nuevo Testamento muestra que esta es una
profecía acerca del Señor Jesús (por ejemplo, Mateo 26:64). En realidad, es
el verso del Antiguo Testamento citado con mayor frecuencia en el Nuevo
Testamento. Entonces, sentado a la diestra de Dios dice algo de gran
significado acerca de Jesús.
1. Jesús conquistó la muerte.
Primero, que Jesús esté sentado a la diestra de Dios significa que Él
conquistó la muerte. Hebreos 1: 3 dice: “habiendo efectuado la purificación
de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la
Majestad en las alturas”. Jesús limpió nuestros pecados en la cruz a través
de su muerte. Después de eso, el autor de Hebreos continúa
inmediatamente hacia la ascensión de Jesús al cielo, donde se sienta a la
diestra de Dios. De modo que Jesús está sentado a la diestra de Dios,
muestra que la muerte no pudo retenerlo. ¡Conquistó la muerte!
2. Jesús tiene el lugar más alto.
En segundo lugar, que Jesús esté sentado a la diestra de Dios significa que
Él tiene el lugar más alto. En la Biblia, la mano derecha, y especialmente la
mano derecha de Dios, es la mano de la fuerza (por ejemplo, Éx. 15: 6), la
autoridad (por ejemplo, Ap. 5: 1) y la bendición (Gn. 48:14). De modo que
estar sentado a la diestra de Dios significa que Él comparte la fortaleza, la
autoridad y la bendición de Dios. Es el lugar más alto y el mayor honor
posible. Que Jesús esté sentado a la diestra de Dios, significa que todas las
demás cosas y otros seres están debajo de Él. Leemos esto en 1 Pedro 3:22:
“[Jesús,]quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están
sujetos ángeles, autoridades y potestades.”.
3. Jesús es el sacerdote que intercede por nosotros.
En tercer lugar, que Jesús esté sentado a la diestra de Dios significa que Él
es un sacerdote. Esto es lo que nos dice el Salmos 110, porque acerca de la

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L04 Los estados de Cristo 45


misma persona que recibe la invitación para sentarse a la diestra de Dios,
se dice:
“Juró Jehová, y no se arrepentirá:
Tú eres sacerdote para siempre
Según el orden de Melquisedec”
Salmos 110: 4
La tarea principal de un sacerdote es traer sacrificios a Dios para quitar los
pecados e interceder ante el Padre a favor nuestro. Los sacerdotes tenían
que hacer eso diariamente (He. 10:11). Pero Jesús es diferente. Ofreció su
propio cuerpo como sacrificio, de una vez por todas, y todos los que creen
en él reciben el perdón.
“En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de
Jesucristo hecha una vez para siempre. […] pero Cristo, habiendo
ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha
sentado a la diestra de Dios” Hebreos 10: 10,12
4. Jesús es el rey que gobernará la tierra.
Cuarto, que Jesús esté sentado a la diestra de Dios significa que Él es un rey.
Una vez más, lo sabemos porque el Salmo 110 nos lo dice:
“Jehová enviará desde Sion la vara de tu poder; Domina en medio de
tus enemigos” Salmos 110: 2
Un cetro es el instrumento de un rey. Gobernar es el trabajo de un rey. El
resto de la Biblia nos dice claramente que Jesús gobernará toda la tierra
cuando regrese. Por ejemplo, se le llama Rey de reyes y Señor de señores,
que gobernará a las naciones con una vara de hierro (Apocalipsis 19: 15-
16).
D. LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO
La segunda venida de Cristo, con el reino que lo sigue, es el corazón mismo
del progreso de las Escrituras y es el tema más importante de la profecía
del Antiguo Testamento. Los grandes pactos de la Escritura se relacionan
con el programa de Dios, especialmente los pactos con Abraham, Israel,
David y el nuevo pacto. Gran parte de la revelación de los Salmos y de los
profetas mayores y menores giran en torno a este gran tema. Los grandes
libros proféticos como Daniel, Zacarías y Apocalipsis centran su atención en
el tema de la segunda venida de Cristo y la consumación de la historia y el
reino. Por esta razón, la doctrina de la segunda venida en gran medida
determina el total de la teología del intérprete de la Biblia y justifica el

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L04 Los estados de Cristo 46


intento de ordenar detalladamente los sucesos proféticos que aún están
por cumplirse a fin de ser fiel a toda la revelación bíblica.
El propósito de su regreso. La segunda venida de Jesucristo será con el
propósito de juzgar al mundo y de perfeccionar la salvación de su pueblo.
Los hombres y los ángeles, los vivos y los muertos se presentarán delante
de Él para ser juzgados según los registros que se guardan de ellos (Mt. 24:
30, 31; 25: 31, 32). Será una venida con juicios terribles sobre los malvados.
Pero también con bendiciones de gloria eterna para los santos (Mt. 25: 33-
46). Aunque sentenciará a los malvados a castigo eterno, en cambio
justificará públicamente a los suyos y los conducirá al goce eterno de su
reino celestial. Esto indicará la victoria completa de Jesucristo.
E. LA GLORIA DE CRISTO EN LA ETERNIDAD
En el nuevo cielo y la nueva tierra que Él creará (Ap. 21:1-5), el nuevo estado
eterno será totalmente unificado bajo Cristo:
“Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice
que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa
aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero luego que todas las cosas
le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que
le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos”.
1 Corintios 15:27-28
El paraíso de eternidad se revela, pues, como un reino magnífico donde el
cielo y la tierra se unen en una gloria que supera los límites de la
imaginación humana y las fronteras de las dimensiones terrenales. Sin
embargo, la verdadera gloria de la eternidad futura se basa en el hecho de
que todos los creyentes morarán en la presencia del Señor Jesucristo.
Tendrán comunión con el Señor mismo en el cielo, una gloriosa comunión
con Dios en Cristo, que es la perfección de la felicidad. Como los creyentes
derivan su gracia del Cordero, así también derivarán su gloria. El hombre
Jesucristo será el centro de la gloria divina en el cielo, desde donde se
difunde a todos los santos.
Las Escrituras expresan la felicidad del cielo al estar con Cristo:
“De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Lucas 23:43
Este gozo parecer ser aquello que Cristo mismo desea y experimentará:
“Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy,
también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L04 Los estados de Cristo 47


dado; porque me has amado desde antes de la fundación del
mundo”. Juan 17:24
El apóstol Pablo, al hablar del inminente arrebatamiento de la iglesia,
resume la relevancia del acontecimiento con estas palabras:
“Y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a
los otros con estas palabras”. 1 Tesalonicenses 4:17-18
De hecho, esta comunicación con Cristo parece ser el significado de las
Escrituras cuando hablan conjuntamente de Dios y del Cordero (el Salvador
inmolado), y revelan la felicidad de los santos en el cielo:
“Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los
guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los
ojos de ellos”. Apocalipsis 7:17
Asimismo:
“Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios
con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios
mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de
los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor,
ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Ap. 21:3-4).
La palabra vertida “tabernáculo” aquí es el mismo término que a veces se
traduce “habitó” (Jn. 1:14) para indicar la carne de Cristo. Finalmente, el
apóstol Juan declara:
“Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el
templo de ella, y el Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni
de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el
Cordero es su lumbrera” (Ap. 21:22-23).

BIBLIOGRAFÍA
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Michigan.
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Horton, Stanley m. (1996) Teología Sistemática Pentecostal. Editado.
Editorial vida.
Lacueva, F. (1989). La Persona y obra de Jesucristo. Terrassa, Clie.
Mayhue, R., Mc Arthur, J. (2018). Teología Sistemática. Editorial Portavoz.
Pearlman, Myer. (1990). Teología Bíblica y Sistemática. Editorial Vida.
Miami. Florida.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L04 Los estados de Cristo 49


Lección 5
LOS OFICIOS DE CRISTO

Contenido
I. El Oficio de Profeta
II. El Oficio de Sacerdote
III. El Oficio de Rey

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L05 Los oficios de Cristo 50


“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo
montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos
eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía
un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de
una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los
ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían
en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella
a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino
del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su
muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.”
Apocalipsis 19:11-16

INTRODUCCIÓN
Había tres oficios principales en el pueblo de Israel en el Antiguo
Testamento: El de profeta (como Natán, 2 S 7:2); el de sacerdote (como
Abiatar, 1 S 30:7), y el de rey (como el rey David, 2 S 5:3). Estos tres oficios
eran distintos. El profeta comunicaba el mensaje del Dios al pueblo; el
sacerdote ofrecía los sacrificios, las oraciones y alabanzas a Dios en nombre
del pueblo; el rey gobernaba al pueblo como representante de Dios. Estos
tres oficios anticipaban la obra de Cristo en maneras diferentes.
Por tanto, ahora podemos examinar de nuevo la obra de Cristo pensando
en el significado de estos tres oficios o categorías. Cristo cumplió estos tres
oficios en las siguientes formas: Como profeta nos revela a Dios y da a
conocer las palabras de Dios; como sacerdote ofrece un sacrificio a Dios a
nuestro favor y él mismo es el sacrificio; y como rey él gobierna sobre la
iglesia y también sobre el universo.

OFICIO ANTIGUO TESTAMENTO CRISTO


Comunicaba el mensaje Nos revela a Dios y
Profeta
de Dios al pueblo enseña sus palabras
Ofrecía sacrificios,
Se ofrece a sí mismo
oraciones y alabanzas a
Sacerdote como sacrificio a Dios a
Dios en nombre del
nuestro favor
pueblo
Gobernaba al pueblo
Gobierna la iglesia y el
Rey como representante de
universo
Dios

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L05 Los oficios de Cristo 51


Vayamos ahora al estudio de cada uno de ellos en detalle.

I. EL OFICIO DE PROFETA
A. Los profetas del Antiguo Testamento le comunicaban al pueblo las
palabras de Dios.
Moisés fue el primer gran profeta, y escribió los primeros cinco libros de la
Biblia, el Pentateuco. Después de Moisés hubo una sucesión de otros
profetas que hablaron y escribieron las palabras de Dios. Pero Moisés
predijo que en el futuro vendría otro profeta como él.
“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará
Jehová tu Dios. A él oiréis. Conforme a todo lo que le pediste a Jehová
tu Dios […] y Jehová me dijo: […] Profeta les levantaré de en medio
de sus hermanos […] pondré mis palabras en su boca, y él les hablará
todo lo que yo le mandare”. Deuteronomio 18:15-18
Sin embargo, cuando estudiamos los evangelios vemos que a Jesús no se le
ve primariamente como profeta ni como el profeta como Moisés, aunque
hay referencias ocasionales a este efecto. Con frecuencia los que llaman a
Jesús un “profeta” conocen muy poco acerca de él. Por ejemplo, varias
opiniones estaban circulando acerca de Jesús: “Unos dicen que eres Juan el
Bautista, otros que Elías, y otros que Jeremías o uno de los profetas” (Mt
16: 14; cf. Lc 9:8).
Cuando Jesús resucitó al hijo de la viuda de Naín, las personas estaban
atemorizadas y dijeron: “Un gran profeta se ha levantado entre nosotros”
(Lc 7: 16). Cuando Jesús le habló a la mujer samaritana junto al pozo algo
acerca de su vida pasada, la mujer inmediatamente respondió: “Señor, me
parece que tú eres profeta” (Jn 4: 19). Pero en ese momento ella no conocía
mucho acerca de él.
La reacción del hombre que había nacido ciego cuando lo sanó en el templo
fue similar: “Yo digo que es “profeta” Jn 9:17; (notemos que su creencia en
Jesús como Mesías y divino no viene hasta los versículos 37-38, después de
la subsiguiente conversación con Jesús). Por tanto, “profeta” no es una
designación primaria de Jesús ni una que se use con frecuencia acerca de
él.
De todos modos, había la expectativa de que el profeta semejante a Moisés
vendría (Dt 18:15,18). Por ejemplo, después que Jesús multiplicó los panes
y los peces, algunas personas exclamaron: “Este verdaderamente es el
profeta que había de venir al mundo” (Jn 6: 14; d. 7:40). Pedro también
LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L05 Los oficios de Cristo 52
identificó a Cristo como el profeta que Moisés predijo (vea Hechos 3:22-24,
citando Dt 18:15). Así que Jesús es el profeta que Moisés predijo.
Sin embargo, es significativo que en las epístolas nunca se habla de Jesús
como profeta ni como el profeta. Esto es especialmente significativo en los
primeros capítulos de Hebreos, porque allí había una oportunidad clara de
identificar a Jesús como profeta si el autor hubiera querido hacerlo.
Empieza diciendo: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas
maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros
días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por
quien asimismo hizo el universo” (He 1: 1-2).
Entonces después de hablar de la grandeza del Hijo en los capítulos 1-2, el
autor no concluye esta sección diciendo: “Por tanto, consideren a Jesús, el
más grande de los profetas”, o algo parecido a eso, sino que más bien dice:
“Por lo tanto, hermanos, consideren a Jesús, apóstol y sumo sacerdote de
la fe que profesamos” (He 3:1).
B. Jesús es el profeta que Moisés anticipó, es mucho más grande que
cualquiera de los otros profetas del Antiguo Testamento, en dos maneras:
1. Él es aquel acerca de quien se hablaba en las profecías del Antiguo
Testamento.
Cuando Jesús habló con los dos discípulos en el camino a Emaús, él los
llevó por todo el Antiguo Testamento, y les mostró que las profecías
apuntaban hacia él: “y comenzando desde Moisés y siguiendo por todos
los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lc
24:27).
Les dijo a estos discípulos: “i oh insensatos, y tardos de corazón para
creer todo lo que han dicho los profetas!”, y les señaló: “¿no era
necesario que el Cristo padeciera estas cosas y que entrara en su gloria?”
(Lc 24:25-26; cf. 1 P 1:11, donde se dice que los profetas del Antiguo
Testamento testificaron “el cual anunciaba de antemano los
sufrimientos de Cristo y las glorias que vendrían tras ellos”). Así que los
profetas del Antiguo Testamento apuntaban al futuro hacia Cristo en
que escribieron, y los apóstoles del Nuevo Testamento miraban hacia
atrás a Cristo e interpretaban su vida para beneficio de la iglesia.
2. Jesús no fue simplemente un mensajero de revelación de Dios
(como fueron todos los otros profetas), sino que él mismo era la
fuente de la revelación de Dios.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L05 Los oficios de Cristo 53


Como solían hacer todos los profetas del Antiguo Testamento “Así dice
el Señor”, Jesús podía empezar su enseñanza con autoridad divina con
la asombrosa declaración: “Pero yo os digo...” (Mt 5:22; et al.). La
palabra del Señor venía a los profetas del Antiguo Testamento, pero
Jesús habló en base a su propia autoridad como el Verbo eterno de Dios
(Jn 1: 1) que nos revelaba perfectamente al Padre (Jn 14:9; He 1:1-2).
En el sentido más amplio de profeta, refiriéndonos solo a alguien que
nos revela a Dios y nos habla las palabras de Dios, Cristo, por supuesto,
es verdadera y completamente un profeta. De hecho, él es aquel a quien
los profetas del Antiguo Testamento prefiguraban en sus discursos y en
sus acciones. Jesús era el Profeta por excelencia.
C. Jesús hacía milagros como un profeta del Antiguo Testamento
Una frecuente señal de un profeta era que su ministerio era acompañado
por lo sobrenatural. Los hechos maravillosos de Moisés van desde las plagas
de Egipto y la división del Mar Rojo hasta hacer brotar agua de la roca. Elías
hizo descender fuego del cielo, multiplicó el grano y el aceite de la viuda,
levantó al hijo de ella de entre los muertos, y finalmente, fue llevado al cielo
en un torbellino. Eliseo trajo sanidad al leproso Naamán, levantó al hijo de
la sunamita, y numerosos otros milagros. Isaías trajo sanidad al rey
Ezequías. Daniel cerró la boca de los leones e interpretó sueños imposibles.
Es natural, entonces, que el ministerio de Jesús fuera caracterizado por lo
milagroso. No era solo un obrador de milagros, Él era la fuente principal de
lo sobrenatural.
Él demostró ser profeta a través de milagros, tales como caminar sobre el
agua, calmar la tormenta, convertir el agua en vino, y multiplicar el pan y
los peces; estos eran milagros sobre la naturaleza, forjados por el creador
de todas las cosas. Con todo, la gran mayoría de sus señales y prodigios
fueron milagros de compasión sobre los enfermos, los afligidos y los
poseídos por demonios.

II. EL OFICIO DE SACERDOTE


Mientras que el profeta representa a Dios delante de los hombres, el
sacerdote representa al hombre delante de Dios. Hay tres cosas que
caracterizan la obra del sacerdote:
1. Jesús es uno con los hombres, y es tomado de entre ellos para
representarlos delante de Dios.
(Ex. 28:1; He. 5:1, 2)

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L05 Los oficios de Cristo 54


Jesús se despojó de la manifestación exterior de igualdad con Dios, y
tomó a sí mismo la forma de un siervo, hecho en la semejanza de los
hombres (Fil. 2:5–8). Esto lo hizo para identificarse completamente con
aquellos por los cuales haría expiación. Él va a Dios el Padre en nuestro
favor, porque Él se hizo uno con nosotros. He aquí la importancia de la
naturaleza humana de Jesús: “Por lo cual debía ser en todo semejante a
sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en
lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. Pues en
cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a
los que son tentados” (He. 2:17, 18).
2. Jesús ofrece a Dios sacrificios para la expiación de pecados.
(Lv. 4:13–21; He. 10:11, 12)
Existe la circunstancia notable de que Jesús era sacerdote y sacrificio en
una persona: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y
los hombres, Jesucristo hombre…” (1Ti. 2:5).
Jesús fue anunciado por Juan el Bautista, su precursor, como “el Cordero
de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn. 1:29).
Pedro habla de Jesús como el sacrificio:
“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana forma de vivir, la
cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como
oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero
sin mancha y sin contaminación…” 1Pedro 1:18, 19
En el drama final, se busca a uno que pueda tomar el título de propiedad
del reino, de la mano de aquel que ocupa el trono del cielo. Ninguno fue
encontrado, solo uno llamado “El León de la Tribu de Judá” y “La Raíz de
David.” Cuando Él se acercó al trono a tomar el documento, fue visto
como un cordero inmolado. Todo el cielo cantó cántico nuevo:
“Digno eres… porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has
redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación…”
Apocalipsis 5:1–9 (Ver Ro. 8:6–10)
3. Jesús es un mediador que intercede por el pueblo.
(Is. 53:12; He. 7:25; 1 Ti. 2:5)
Jesús no solo murió para expiación de nuestros pecados; Él nos
representa perpetuamente a la diestra del Padre como nuestro
intercesor. En Hebreos 10:12 se nos dice:

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L05 Los oficios de Cristo 55


“Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez y para siempre un solo
sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios…”
Nuestro sumo sacerdote no solo nos salva de la culpabilidad del pecado,
Él intercede eternamente por nosotros, salvándonos del poder y la
presencia del pecado:
“Más éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio
inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los
que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por
ellos”. Hebreos 7:24, 25
San Pablo explica claramente la obra intercesora de Cristo en su epístola
a los Romanos:
“¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún el que
también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que
también intercede por nosotros”. Romanos 8:34
En resumen: Jesús es nuestro sumo sacerdote quien, habiéndose
identificado con nosotros, nos representa ante el Padre; a través de Él
tenemos acceso al trono de gracia. Él es también el sacrificio perfecto por
el pecado, a través de cuya sangre hemos sido reconciliados con Dios.
Finalmente, Él es el abogado que intercede por nosotros:
“habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los
transgresores” Isaías 53:12b
Es importante mencionar que el orden sacerdotal de Jesús era el de
Melquisedec.
Melquisedec es mencionado once veces en la Escritura, nueve en el libro de
Hebreos (5:6, 10; 6:20; 7:1, 10, 11, 15, 17, 21). El relato histórico de este
celebrado sacerdote se encuentra en Génesis 14:18–20, y está resumido en
tres cortos versículos. Para algunos puede ser dudosa la manera en que el
escritor de Hebreos hace una completa tipología de Cristo con Melquisedec.
Las dudas se disipan fácilmente cuando se estudia la notable referencia a
Melquisedec en el Salmo 110:4: “Juró Jehová, y no se arrepentirá: tú eres
sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.” El capítulo 110
de Salmos es mesiánico, comenzando con la bien conocida referencia a
Cristo:

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L05 Los oficios de Cristo 56


“Jehová dijo a mi Señor [Adonai]:
Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”.
Salmos 110:1
Esta profecía es citada por Jesús mismo, registrado por Lucas en Hechos
2:34, 35, y por el escritor de Hebreos en 1:13. Salmos 110:4 es una profecía
del sacerdocio de Cristo, del cual Melquisedec es el perfecto tipo.
En el capítulo siete de Hebreos podemos ver cómo este sacerdote del Dios
altísimo [El Elyon], el Dios de Abraham, tipifica el perfecto sacerdocio de
Cristo. Su nombre, Melquisedec, significa “Rey de justicia”, y como era rey
de Salem (Jerusalén), su título significa “Rey de paz”. La combinación ideal
de “justicia” y “paz” es lograda en Jesucristo, quien es el “Rey de Justicia”
(Is. 32:1), y el “Príncipe de Paz” (Is. 9:6); y solo en Jesús el Salvador podemos
estar seguros: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por
medio de nuestro Señor Jesucristo…” (Ver Is. 32:17).
Melquisedec fue más que un sacerdote, también fue rey. Aunque Jesús
cumplía un número de aspectos del sacerdocio levítico (cruzar el velo), Leví
no podía ser su tipo porque los sacerdotes venían solamente de la tribu de
Leví; Jesús era “El Hijo de David”, “El León de la Tribu de Judá” (He. 7:14),
“El Rey Venidero”. El sacerdocio de Melquisedec era superior al levítico por
las siguientes razones dadas en el capítulo siete de Hebreos:
• Abraham, el tatarabuelo de Leví, pagó diezmos a Melquisedec, su
superior (v. 4).
• Abraham fue bendecido por él, “el menor es bendecido por el mayor”
(vv. 6, 7).
• Los sacerdotes levíticos deben poder trazar su genealogía; no se
reconoce ningún parentesco o genealogía para Melquisedec, aunque
el libro de Génesis está lleno de genealogías (v. 3).
• Las muertes de Leví, Aarón y Eleazar están registradas. No hay
ninguna mención del nacimiento o la muerte de Melquisedec; su
sacerdocio fue por directo designio divino, sin depender de posición
en la tribu o de parentesco; por lo tanto, en su tipo, el sacerdocio de
Melquisedec es perpetuo (vv. 15–17).
• La obra sacerdotal del sacerdocio levítico tenía virtud solo porque, en
la “consumación de los siglos”, el sacerdote perfecto vendría y
ofrecería el sacrificio perfecto (Heb. 10: 1–12).

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L05 Los oficios de Cristo 57


El sacerdote perfecto profetizado por el salmista en Salmos 110:4 sería un
sacerdote real: “Jehová enviará desde Sión la vara de su poder; domina en
medio de tus enemigos” (Sal. 110:2).
La especulación sobre la identidad de Melquisedec no ha tenido fin; algunos
han pensado que él era una “cristofanía”, una apariencia pre-encamada de
Cristo, o un ángel. La Biblia no dice que Jesús era Melquisedec, pero que su
sacerdocio era “a semejanza de [u orden de] Melquisedec” (He. 7:15–17).
Si Melquisedec hubiera sido un ser sobrenatural, y no un hombre, no
hubiera tipificado a Jesús en su naturaleza humana que era esencial:
“Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres…” (He. 5:1).
Melquisedec fue un rey terrenal de Salem, pero él había sido designado al
sacerdocio del Dios altísimo por revelación directa, su oficio no dependía
de una dinastía sacerdotal. Aunque era humano, su sacerdocio era divino e
interminable en naturaleza. Ya que el sacerdocio de Leví (y Aarón) no podía
quitar el pecado con sacrificios animales (He. 10:4), tenía que venir un sumo
sacerdote de una orden perpetua que pudiera, por su soberanía, ser rey y
destruir el reino de Satanás. El sacerdocio levítico estaba bajo la antigua ley
que estaba destinada a ser anulada (He. 10:18).
El sacerdocio de Jesús está bajo el nuevo pacto de gracia: “por lo cual puede
también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo
siempre para interceder por ellos” (He. 7:25).

III. EL OFICIO DE REY


Hemos elegido estudiar las obras de Cristo bajo las categorías de profeta,
sacerdote y rey. Como profeta, Él es el portador de mensajes; como
sacerdote, Él es el que hizo expiación por los pecados; como rey, Él es el
poseedor del cetro. Moisés profetizó su venida como un profeta; Isaías
predijo su venida como el sacerdote que cargó en sí mismo el pecado del
mundo; y Daniel lo vio como el Mesías y rey venidero: “Sabe, pues, y
entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a
Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y setenta y dos
semanas…” (Dn. 9:25). El ángel anunció el nacimiento de Jesús a María
como una proclamación real:
“Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su
nombre Jesús. Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y el
Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa
de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”. Lucas 1:31–33
Examinemos la obra real de Cristo bajo cuatro encabezamientos:
LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L05 Los oficios de Cristo 58
1. Cristo vino como un rey.
“¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Mateo 2:2
Él estaba consciente de su misión real como fue anunciado por Juan el
Bautista, “El reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 3:2). Él se presentó
en Jerusalén como su rey profetizado en Zacarías 9:9: “…He aquí tu rey
vendrá a ti, justo y salvador…” (Ver Mr. 11:1–11). Cuando Pilato le
preguntó si Él era un rey, Jesús le contestó afirmativamente, pero
agregó: “Mi reino no es de este mundo…” (Jn. 18:36). La cruz en que
Jesús murió llevó el título: “Jesús nazareno, Rey de los judíos” (Jn. 19:19).
Después de la resurrección, durante los últimos cuarenta días de Jesús
sobre la tierra, Él estuvo ocupado en su reino; como informa Lucas:
“apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino
de Dios” (Hch. 13).
2. Cristo representó su reino tanto presente como futuro.
“Jesús vino a Galilea predicando el reino de Dios, diciendo: El tiempo
se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado”. Marcos 1:14, 15
Jesús dijo acerca de su reino, “porque he aquí el reino de Dios está entre
vosotros” (Mr. 17:21). Algunos eruditos insisten en que el reino de Dios
es enteramente futuro, un reino escatológico. Ellos pasan por alto dos
cosas:
• Primero, la palabra griega para “reino” (basileia) no significa la
esfera sobre la cual Cristo gobierna, pero sí el reinado mismo.
Dondequiera que Cristo está soberano, allí está su reinado (reino).
Dondequiera que Cristo es Señor, allí está presente su reino.
• Segundo, cuando los hombres vienen a Cristo, están siendo
liberados del reino de Satanás al reino de Cristo (Col. 1:13).
Durante el ministerio terrenal de Jesús, culminado por la cruz y la
resurrección, Él estaba trastornando el reino de Satanás:
“Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente
el reino de Dios ha llegado a vosotros”. Lucas 11:20
Mayor que lo anterior es el hecho de que Jesús, en conexión a la
fundación de la iglesia, dijo a los discípulos:
“Y a ti daré las llaves del reino de los cielos: y todo lo que atares en la
tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra
será desatado en los cielos”. Mateo 16:19

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L05 Los oficios de Cristo 59


El reino ha venido en que los poderes del reino futuro ya han entrado a
la historia y a la experiencia humana a través del ministerio sobrenatural
del Mesías que ha efectuado la derrota de Satanás. Los hombres pueden
ahora experimentar la realidad del reinado de Dios. La presencia de
Cristo en la tierra tenía como su propósito la derrota de Satanás, su
atadura, para que el poder de Dios pueda ser una realidad vital en la
experiencia de aquellos que ceden al reinado de Dios convirtiéndose en
discípulos de Jesús. En Cristo, el reino en la forma de su poder, ha venido
entre los hombres.
3. Como culminación de la obra de Cristo sobre la tierra, Él vendrá otra
vez para reinar sobre su reino escatológico como Rey de Reyes y
Señor de Señores (Ap. 19:16; 20:6; 22:5, 16).
Juan engrandece hermosamente a Cristo en su obra real:
“Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el
soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó y nos lavó de
nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para
Dios, su Padre, a él sea la gloria e imperio por los siglos de los siglos.
Amén”. Apocalipsis 1:5, 6
Jesús cumplió las profecías del Mesías venidero. Su reino no era un reino
visible con trono y capitolio; pero durante su ministerio terrenal, derrotó
a Satanás e inició un reino de justicia. Sus súbditos, dotados de poder,
están por la predicación del evangelio del reino (Hch. 28:22, 31)
rescatando a hombres del reino de Satanás, y guiándoles al reino de
Cristo (Col. 1:13). En la culminación de esta era, Cristo el Rey vendrá y
establecerá su reino en la tierra como en el cielo y reinaremos
juntamente con Él. El requisito para ser parte del reino futuro de Cristo
está estipulado en la parábola de los talentos: “Bien, buen siervo y fiel,
sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré…” (Mt. 25:21).
“Fidelidad” no significa solamente “sumisión”, sino también “lleno de
fe”.
4. Las Escrituras enseñan que cuando Cristo vuelva, recogerá a Su
pueblo en el reino preparado para ellos desde la fundación del
mundo.
Acerca de este reino se enseña:
• Que consistirá solo de los redimidos. Nadie sino los regenerados
o convertidos puede entrar en este reino. La cizaña será separada
del trigo. Los malos, se nos dice (Gá 5:21), “no heredarán el reino

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L05 Los oficios de Cristo 60


de Dios”. Nada que contamine o que sea mentiroso puede entrar
allá.
• Los considerados dignos de este reino no solo serán exaltados a la
perfección de sus naturalezas, sino que serán exaltados a gran
dignidad, poder y gloria. Serán reyes y sacerdotes para Dios. Se
sentarán en tronos. Juzgarán ángeles. Reinarán con Cristo,
compartiendo Su dominio y gloria.
• Este reino será eterno.
• Los cuerpos de los santos, ahora naturales, serán hechos
espirituales. Esto mortal tiene que revestirse de inmortalidad, y
esto corruptible tiene que vestirse de incorrupción; porque “la
carne y la sangre” (el cuerpo tal como está ahora organizado) “no
pueden heredar el reino de Dios” (1 Co 15:50).
• La sede de este reino será en el Cielo Nuevo y Tierra Nueva. La
Nueva Jerusalén descenderá del cielo a la Nueva Tierra, y
comenzará el Reino de Cristo eternamente y para siempre. Ap.
21:1,2.
• Este Reino será inaugurado inmediatamente después del Juicio
del Gran Trono Blanco (Ap. 21-22).

BIBLIOGRAFÍA
Berkhof, Louis (2002) Teología Sistemática. Libros Desafío Grand Rapids,
Michigan.
Chafer, Lewis Sperry (2009) Teología Sistemática Tomo I. Editorial Clie.
Duffield, G. P., & Van Cleave, N. M. (2006). Fundamentos de Teología
Pentecostal. San Dimas, CA: Foursquare Media.
Grudem, Wayne (2007) Teología Sistemática. Editorial Vida. Miami. Florida.
Hodge, Charles, (1991) Teología Sistemática Volumen II. Terrassa, Editorial
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Horton, Stanley m. (1996) Teología Sistemática Pentecostal. Editado.
Editorial vida.
Lacueva, F. (1989). La Persona y obra de Jesucristo. Terrassa, Clie.
Mayhue, R., Mc Arthur, J. (2018). Teología Sistemática. Editorial Portavoz.
Pearlman, Myer. (1990). Teología Bíblica y Sistemática. Editorial Vida.
Miami. Florida.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L05 Los oficios de Cristo 61


Lección 6
CONTROVERSIAS CRISTOLÓGICAS

Contenido
I. Herejías antes del Concilio de Nicea
II. Herejías después del Concilio de Nicea
III. Herejías en la Edad Media
IV. Herejías después de la Reforma

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L06 Controversias cristológicas 62


“Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre
vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías
destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí
mismos destrucción repentina”.
2 Pedro 2:1

I. HEREJÍAS ANTES DEL CONCILIO DE NICEA (siglos I – IV d. C.)


Introducción
Las herejías respecto a la persona de Cristo empezaron muy temprano en
la Iglesia, estando aún en vida los apóstoles del Señor. Pablo y Juan
escribieron en muchas partes de sus cartas para refutar herejías como: el
gnosticismo primitivo, el ebionismo y el docetismo. Posteriormente, al
universalizarse el Evangelio, las personas de origen griego, romano, iraní,
persa, etcétera, condicionados con su pasado o por sus formas de
pensamiento, asimilaron la fe bajo categorías propias a su pasado filosófico
y religioso. Muchos de ellos procedían de religiones politeístas y otros
tantos de confesiones monoteístas (como el judaísmo); es en esta variedad
de formas de pensamientos que surgen distorsiones de la Cristología
original, tal cual fue testimoniada por la tradición apostólica y los escritos
del Nuevo Testamento. Pronto, el cristianismo empezó a ser plural en su
cristología, por lo que los padres de la Iglesia entre los siglos I al siglo V
(según la época en que vivieron) se levantaron para condenar las herejías.
Llegando el siglo IV, se hizo necesario uniformizar el dogma sobre la
Cristología y otras cuestiones importantes, razón por la que se convocó (en
distintos momentos) a los concilios universales, reuniones donde se
condensaron las grandes doctrinas de la fe cristiana, procurando en todo
remitirse a la fe primigenia de las comunidades cristianas fundacionales.
1. EL EBIONISMO (siglo I d.C.)
El nombre ebionita, derivado de una palabra hebrea que significa “pobre”,
se aplicó originalmente a todos los cristianos; más tarde solo a los cristianos
judíos; y después, a un sector particular de cristianos judíos herejes (los
judaizantes).
Era natural que el judaísmo con su firme énfasis sobre el monoteísmo
ejerciera considerable influencia sobre los primitivos cristianos de
extracción judía. Los ebionitas (o al menos una parte de ellos) se sintieron
constreñidos a negar la deidad de Cristo para sostener el monoteísmo.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L06 Controversias cristológicas 63


Consideraron a Cristo como un mero hombre, hijo de José y de María;
rechazaban el nacimiento virginal.
Según los ebionitas, Jesús era un hombre ordinario que poseía dones de
rectitud y sabiduría, pero no sobrehumanos o sobrenaturales. Era el Mesías
predestinado, pero en un sentido bastante natural o humano. En el
bautismo, el Cristo descendió sobre Jesús en forma de paloma. Esto se
entendió más como la presencia del poder de Dios y su influencia en el
hombre Jesús. Hacia el final de la vida de Jesús, el Cristo se retiró de él. Los
ebionitas mantuvieron su posición de ignorar o negar una gran parte del
material de las Escrituras: todas las referencias a la preexistencia, el
nacimiento virginal y el estatus y la función cualitativamente especial de
Jesús.
Cerinto, su defensor, mantenía que Jesús y Cristo eran distintos. Jesús era
un hombre ordinario hijo de José y de María. Cristo era un espíritu o poder
que descendió sobre Jesús en el momento de Su bautismo, deviniendo Su
guía y guardián, y capacitándole para obrar milagrosamente. En el
momento de Su pasión, el Cristo se marchó, volviendo al cielo, dejando al
hombre Jesús para que sufriera solo.
Ireneo, Hipólito y Orígenes fueron los que combatieron esta herejía.
Refutación bíblica
La Iglesia adoraba a Cristo como a Dios mismo. Solo un Cristo Divino es
digno de adoración (Jn. 1:1; 20:28; He. 13:8).
2. EL DOCETISMO (siglo I d. C.)
El docetismo viene del término griego dokein, ‘parecer’, ‘aparentar’. Con
orígenes helenísticos y orientales, el docetismo sostiene que Jesús no era
real como ser humano, sino que parecía serlo.
Para los docetistas, la existencia material es inherentemente mala; es la
opinión propuesta por Platón. Por consiguiente, era imposible que el puro
y santo Hijo de Dios asumiera carne pecaminosa. Ellos creían que el Hijo de
Dios apareció en la tierra como una ilusión, una especie de teofanía. Jesús
no tuvo cuerpo humano alguno ni pudo sufrir o experimentar una muerte
real.
Valentino (136–165 d. C.) se convirtió en una destacada personalidad de
este movimiento herético. Ireneo (120–122 d. C.) se opuso a Valentino y
escribió una obra en cinco volúmenes contra los errores de los docetistas.
Marción (85–160 d. C.) fue otro miembro célebre de la secta docetista, y

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L06 Controversias cristológicas 64


Tertuliano (160–220 d. C.) tomó la pluma para librar batalla contra las
enseñanzas de Marción (207–208 d. C.).
Ignacio, padre de la iglesia (50–110 d.C.), obispo de Antioquía, insistió en el
uso de “realmente” y “verdaderamente” como descripciones de las
naturalezas divinas y humanas de Cristo, a diferencia del uso docetista de
“aparentemente” para aludir a la humanidad de Cristo.
Refutación bíblica
Si Cristo no fuera humano, no habría podido redimir a la humanidad (He.
2:14; 1 Jn. 4:1-3). No existen dudas acerca de la genuina humanidad de
Cristo.
3. EL GNOSTICISMO (siglos II-IV d. C.)
Término que viene del griego gnosis, significa ‘conocimiento’. El
Gnosticismo enseñaba que Dios es la única fuente de bien. Como el mal
existe, tiene que tener su origen no solo fuera de Él, sino
independientemente de Él. Pero Él es la fuente de todas las existencias
espirituales. Por emanación de Su sustancia se producen seres espirituales.
De ellos proceden otras emanaciones, y de estas aún otras, en un deterioro
siempre en aumento, en base de su distancia de la fuente primordial. El mal
surge de la materia. El mundo no fue creado por Dios, sino por un espíritu
inferior a Él, el Demiurgo, a quien algunas de las sectas gnósticas
consideraban como el Dios de los judíos. El hombre consiste de un espíritu
derivado de Dios combinado con un cuerpo material y un alma animal.
Debido a esta unión de lo espiritual con lo material, el espíritu queda
contaminado y esclavizado. Su redención consiste en su emancipación del
cuerpo, a fin de capacitarlo para volver a entrar en la esfera de los espíritus
puros, o perderse en Dios. Para llevar a cabo esta redención, Cristo, una de
las más elevadas emanaciones de Dios (o Eones), vino al mundo. Era
necesario que apareciera “en semejanza de hombre”, pero era imposible
que pudiera hacerse hombre sin sujetarse a la contaminación y
servidumbre de la que vino a liberar a los hombres. Mantenían que Cristo
tenía un cuerpo real, pero negaban que fuera material. Enseñaban que
estaba formado de alguna sustancia etérea o celestial; y que había sido
traído por Cristo al mundo. Aunque nacido de la virgen María, no era de la
sustancia de ella, sino que solo fue a través de ella como molde que fue
conformada su sustancia etérea. Fue también en oposición a esta herejía
gnóstica que los antiguos credos enfatizaron la declaración de que, en
cuanto a Su naturaleza humana, Cristo es consustancial con nosotros.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L06 Controversias cristológicas 65


Ireneo de Lyon refutó esta herejía.
Refutación bíblica
La Biblia enseña categóricamente que en Cristo habita corporalmente toda
la plenitud de la Deidad (Col. 2:9); además, Juan dice: “el Verbo fue hecho
carne” (Jn. 1:14).
4. EL ADOPCIONISMO (siglo III d. C.)
Teódoto el Curtidor (190 d. C.) enseñó que Jesús fue un hombre común
nacido de una virgen por la operación del Espíritu Santo, de acuerdo a un
especial decreto de Dios; pero no recibió esencia divina específicamente
hasta que, tras una vida de perfecta pureza, el Espíritu Santo descendió
sobre él en el bautismo, haciéndole Cristo y recibiendo el poder para su
misión y la justicia que le hizo preeminente sobre toda la humanidad. Sin
embargo, incluso el descenso del Espíritu no capacitó a Jesús para ser
considerado Dios. Algunos de los seguidores de Teodoto afirmaban que
Jesús llegó a ser Dios por su resurrección, pero otros lo negaban.
La enseñanza de Pablo de Samosata (siglo III d. C.) dice que Dios envió al
Logos de sí mismo desde la eternidad e incluso lo engendró, por lo cual el
Logos obró en el Hijo de David nacido del Espíritu Santo y de la Virgen María.
El Redentor es, por tanto, humano en esencia y procede “de aquí”, mientras
que el Logos obra en él “desde arriba”. La unión del Logos con el hombre
Jesús ha de considerarse lo que el apóstol llamó “hombre interior” en el
cristiano. El hombre, no el Logos, fue ungido con el Espíritu en el bautismo.
A consecuencia de su capacitación mental y su voluntad, Jesús fue como
Dios y uno con él, no solo siendo sin pecado, sino también venciendo por
su lucha y sufrimiento del pecado de Adán en su vida.
El Verbo de Dios habitó en Moisés y los profetas, así como en Jesús. La unión
entre Jesús y el Verbo no es más que una unión moral, de tal modo que el
Verbo habita en Jesús “como en un templo”.
Ireneo y Atanasio fueron los que refutaron esta herejía.
Refutación bíblica
Solo un Jesús completamente Divino y completamente Humano puede ser
un Mediador (1Ti. 2:5), un gran Sumo Sacerdote (He. 4:14), “Emanuel” (Mt.
1:23), “el Verbo hecho carne” (Jn. 1:14), “un Gran Dios y Salvador” (Tit. 2:5).
5. EL MONARQUIANISMO MODALISTA (siglos II-III d. C.)

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L06 Controversias cristológicas 66


Este movimiento enfatizaba la unicidad de Dios, una visión unitarista. Sus
partidarios entendían que las tres personas de la Deidad eran, meramente,
tres modos distintos de una existencia y una obra únicas de Dios. Como no
creían que el Padre y el Hijo fueran personas distintas, hablaban de
patripasianismo, la noción de que Dios el Padre murió en la cruz del
Calvario. Sabelio se convirtió en el defensor del movimiento modalista a
principios del tercer siglo y, aunque fue excomulgado en el 217 d. C., el
movimiento que surgió de su liderazgo se llegó a conocer como
sabelianismo.
Tertuliano refutó esta herejía.
Refutación bíblica
La Biblia enseña que Dios es uno en esencia, pero distingue las personas en
la Deidad. El Nuevo Testamento, muy temprano destaca la presencia del
Padre, Hijo y Espíritu Santo simultáneamente. (Mt. 3:16-17; 28:19; Jn.
14:26).
6. EL ARRIANISMO (siglo IV d. C.)
Solo Dios (que para Arrio es el Padre) es no creado y eterno. Sin embargo,
el Padre, aunque creó todo lo que es, no creó directamente la tierra. Esta
no podía soportar su contacto directo. Más bien, el Padre obró a través del
Verbo, el agente de su creación y obra continua en el mundo. El Verbo
también es un ser creado, aunque el primero y el más alto de los seres. No
es una emanación del Padre, sino una creación ordenada por él de la nada.
Aunque el Verbo es una criatura perfecta, no de la misma clase que las
demás criaturas, no existe por sí misma.
Siendo totalmente diferente en esencia del Padre, el Hijo es capaz de
cambiar e incluso de pecar. Al referirse al Verbo como Dios o Hijo de Dios,
ellos son mero asunto de cortesía.
Alejandro y Atanasio fueron los que refutaron esta herejía.
Refutación bíblica
Solo un Cristo divino es digno de adoración. Un Cristo que no es plenamente
Dios no puede salvar al hombre. El Padre y el Hijo son de la misma
“sustancia” = homoousios. (He. 1:3; Fil. 2:6).
CONCLUSIÓN
Si bien muchas de las herejías no fueron condenadas oficialmente en su
momento, sí fueron desmentidas y refutadas por los Padres de la Iglesia en

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L06 Controversias cristológicas 67


su momento, anteriores al primer Concilio Universal de Nicea, celebrado el
año 325 d. C. Aunque se reunieron para debatir la propuesta del arrianismo,
a la vez que con sus conclusiones, condenaron el arrianismo, condenaron
también las Herejías surgidas en los tres siglos anteriores.
DEFINICIÓN DEL CONCILIO DE NICEA
Creemos en un solo Dios, Padre Todopoderoso, creador de Cielo y Tierra,
de todo lo visible e invisible. Creemos en un solo Señor, Jesucristo, Hijo
único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz
de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no creado, de la
misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho. Que por nosotros y
por nuestra salvación bajó del cielo: por obra del Espíritu Santo se encarnó
de María, la Virgen y se hizo hombre. Por nuestra causa fue crucificado en
tiempos de Poncio Pilato: padeció y fue sepultado. Resucitó al tercer día,
según las Escrituras, subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre. De
nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su Reino no tendrá
fin. Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del
Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe en una misma adoración
y gloria, y que habló por los profetas. Creemos en la Iglesia, que es una,
santa, universal y apostólica. Reconocemos un solo bautismo para el
perdón de los pecados. Esperamos la resurrección de los muertos y la vida
del mundo futuro. Amén.

II. HEREJÍAS DESPUÉS DEL CONCILIO DE NICEA (siglos IV – V d. C.)


Definido y cerrado el problema con el arrianismo, la Iglesia tuvo que
enfrentar posteriormente otros dilemas filosóficos, principalmente en lo
referente a la Doctrina de la Trinidad; asunto que fue definido en el Concilio
de Constantinopla, el año 381 d. C. En realidad, no se hicieron aportes
significativos al Credo, más allá de alguna cláusula para condenar el
monarquianismo modalista (sabelianismo), y el apolinarismo.
Posteriormente surgieron la herejía Nestoriana y la de los Eutiquianos.
Todas estas herejías, si en principio afirmaban la realidad de la naturaleza
humana y divina de Cristo, no lograron comprender bien la forma en cómo
ambas naturalezas podían existir en una misma persona, llegando en
algunos casos, como el eutiquianismo, incluso a afirmar la “disolución”.
1. EL APOLINARISMO (siglo IV d. C.)
Los apolinarianos, que tomaban su nombre de Apolinar (315 - 392 d. C.),
obispo de Laodicea, adoptaron la distinción platónica entre söma, psuchë y
pneuma como tres sujetos o principios distintos en la constitución del
LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L06 Controversias cristológicas 68
hombre, y admitieron que Cristo tenía un verdadero cuerpo (söma) y alma
animal (psuchë), pero no un espíritu racional o mente (pneuma o nous). En
él, el hijo Eterno, o Logos, suplió la parte correspondiente a la inteligencia
humana. Según sus enseñanzas, la mente de Jesús era la mente divina, y no
una mente humana.
Fueron condenados por los concilios de Constantinopla (381 d. C.) y
Calcedonia (451 d. C.).
Refutación bíblica
Si Cristo no tuvo mente humana, no sería verdaderamente humano (He.
2:14; 1 Jn. 4:1-3.).
2. EL NESTORIANISMO (siglo V d. C.)
El nestorianismo es la doctrina de que había dos personas separadas en
Cristo, una persona humana y otra divina; una enseñanza que es distinta
del punto de vista bíblico que ve a Jesús como una persona. Nestorio fue un
predicador popular en Antioquía, y desde el año 428 d. C. fue obispo de
Constantinopla. Nestorio enseñó que el Logos, la Deidad completa,
habitaba en el Jesús humano, de una forma similar a como habita el Espíritu
Santo en el creyente. De esta manera, Nestorio mantenía a la humanidad y
la divinidad a cierta distancia lógica la una de la otra. Lo que las mantenía
juntas era una unión moral proporcionada por la perfección de Jesús.
Las enseñanzas de Nestorio fueron examinadas y rechazadas por el Concilio
de Éfeso, que se reunió en el año 431. El Concilio consideró que la
enseñanza de un hombre portador de Dios abría una separación entre la
naturaleza divina y la humana y que el vínculo moral no era suficiente para
salvar.
Refutación bíblica
La persona de Jesús era completamente humana y completamente divina,
consistiendo en ello el misterio de la Encarnación (1 Ti. 3:16.).
3. EL EUTIQUIANISMO (siglo V d. C.)
Eutiques (c. 378-454 d. C.) era el líder de un monasterio en Constantinopla.
El eutiquianismo comenzó con la afirmación de que el cuerpo de Jesús no
era idéntico al nuestro, sino que era un cuerpo especial formado para la
condición mesiánica de Jesús.
Según Eutiques, esto creaba la posibilidad de que lo divino y lo humano se
hubiesen mezclado para crear una sola naturaleza, en lugar de dos. Por

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L06 Controversias cristológicas 69


consiguiente, en la encarnación, Jesús era una persona con una naturaleza,
una humanidad divinizada, distinta a toda otra humanidad.
Esta enseñanza fue examinada por el Concilio de Calcedonia (año 451).
Prontamente se reconoció que el tema principal de la enseñanza era la
naturaleza humana de Cristo. De manera creativa, el Concilio usó la
terminología fijada en Nicea, de que Cristo era homoúsia (de la misma
sustancia) con el Padre, para rechazar la enseñanza de Eutiques. El Concilio
afirmó que Jesús es homoúsia hemín (de la misma sustancia humana), lo
cual significa que tenía en su humanidad el mismo ser o esencia que
nosotros.
Refutación bíblica
Si Cristo no era ni hombre ni Dios, no podría redimir como hombre o como
Dios (Fil. 2:6.).
LA DEFINICIÓN DEL CONCILIO DE CALCEDONIA
Con el fin de establecer una fórmula de fe cristológica que condensase la
doctrina ortodoxa acerca de la persona de Jesucristo, huyendo a la vez del
nestorianismo y del monofisismo, fue convocado en Calcedonia, el año 451,
un Concilio General, al que envió sus delegados el obispo de Roma, León I.
La fórmula de Calcedonia, aceptada hasta hoy por todas las
denominaciones cristianas, dice así:
Siguiendo, pues, a los Santos Padres, todos a una voz enseñamos a
confesar un solo y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo
perfecto en divinidad, así como en humanidad; verdaderamente Dios
y verdaderamente hombre, con alma racional y cuerpo;
consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad, y consustancial
con nosotros en cuanto a la humanidad, “hecho en todo semejante a
nosotros, pero sin pecado” (V. Heb. 4:15); engendrado del Padre
antes de todos los siglos en cuanto a la deidad; y en estos últimos
días, por nosotros y por nuestra salvación, nacido de la Virgen María,
Madre de Dios, en cuanto a la humanidad;
Que uno y el mismo Cristo, Hijo, Señor, Unigénito, ha de ser
reconocido en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división,
sin separación; sin que en manera alguna sea suprimida la diferencia
de las naturalezas a causa de la unión, sino quedando más bien a
salvo la propiedad de cada naturaleza, y concurriendo ambas en una
sola persona y subsistencia, no partido ni dividido en dos personas,
sino uno y el mismo Hijo, el Unigénito, Dios el Verbo, el Señor

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L06 Controversias cristológicas 70


Jesucristo; como desde el principio han declarado los profetas acerca
de él, y el mismo Señor Jesucristo nos ha enseñado, y el Credo de los
Padres nos lo ha transmitido.

III. HEREJÍAS EN LA EDAD MEDIA (siglos VI – VIII d. C.)


El inicio de la Edad Media está delimitado, en la opinión de muchos, por la
caída del Imperio romano de occidente, ocurrido el año 476 d. C.,
iniciándose con ello una nueva etapa en la vida social, política, pero también
dogmática dentro de la Iglesia. Si bien, ya los padres de la Iglesia hasta el
siglo V habían definido los fundamentos doctrinales más importantes, en
esta etapa posterior, tales doctrinas serían sistematizadas y desarrolladas
por eminentes teólogos como Anselmo, Pedro Abelardo, Tomás de Aquino
y otros. Con todo, aún quedaron algunas secuelas después de Calcedonia,
las cuales se manifestaron en los siglos VI y VII, las mismas que fueron
difundidas por disgustados seguidores de las herejías condenadas. Entre
estos grupos destacan tres movimientos: dos en oriente y uno en occidente.
En oriente: los Monofisistas y Monotelistas. En occidente: un renacer del
adopcionismo del siglo II d. C.
1. EL MONOFISISMO (siglo VI d. C.)
Severo de Antioquía (465- 538), patriarca de la misma ciudad en 512, quien
afirmaba que la unión de las dos naturalezas en Cristo era semejante a la
del alma y el cuerpo en el compuesto humano. Todas las formas de
monofisismo estaban de acuerdo en que se trataba de la unión de dos
naturalezas, pero no en dos naturalezas. En otras palabras, admitían que de
dos naturalezas resultó una, pero no que estas dos naturalezas
permaneciesen íntegras (sin mezclarse) después de la unión.
Fue condenada esta herejía por el Concilio de Constantinopla (553 d. C.)
2. EL MONOTELISMO (siglo VII d. C.)
Sergio, patriarca de Constantinopla desde el año 610 hasta el 638, enseñaba
que en Cristo había una sola voluntad decisoria y una sola energía o agencia
operativa principal (divinas), de las que la naturaleza humana era un mero
instrumento de ejecución. Por eso se llamó a esta herejía monotelismo (de
monos = ‘único’, y thélesis = ‘voluntad’). Negó la iniciativa de la voluntad
humana para ponerse en acción por sí misma, necesitando de la divina
como de la chispa o encendido que pone en marcha un motor.
El monotelismo ponía en peligro la declaración de Calcedonia, puesto que
afectaba a la integridad de la naturaleza humana de Cristo, la cual, de no
LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L06 Controversias cristológicas 71
haber dispuesto de una voluntad libre, enteramente como la nuestra, no
habría sido perfecta. Por eso fue condenado en el tercer Concilio de
Constantinopla, en el año 680 y terminado el 681.
3. EL ADOPCIONISMO - La herejía española (siglo VIII d. C.)
Los obispos españoles Félix de Urgel (t 800) y Elipando de Toledo (t 808)
sostuvieron tenazmente que Jesucristo fue siempre Hijo propio de Dios, por
su generación eterna del Padre; pero que, en cuanto hombre, como
descendiente de David, fue también hijo adoptivo espiritual de Dios, a partir
de su Bautismo en el Jordán hasta la Resurrección. Parece ser que lo que les
movió a opinar así, junto con cierta confusión doctrinal, fue su anhelo
pastoral de evangelizar con más eficacia a los invasores musulmanes,
quienes también creían en Jesús como gran Profeta e hijo adoptivo de Dios.
Estos herejes no tenían en cuenta que la adopción es algo estrictamente
personal; es decir, no se adopta a una naturaleza, sino a una persona, ya
que esta es el sujeto propio de filiación. Los adopcionistas fueron
condenados en el Sínodo de Fráncfort (año 794).

IV. HEREJÍAS DESPUÉS DE LA REFORMA


La Edad Media se caracterizó por ser un periodo sin controversias notables
sobre la cristología, hasta los días de la reforma protestante del siglo XVI,
donde los reformadores Lutero y Calvino mostraron ciertas diferencias que,
finalmente fueron intrascendentes. Con todo, surgieron dos personajes con
una visión herética sobre la trinidad y en consecuencia también sobre la
cristología.
1. MIGUEL SERVET
Nacido el año 1511, sostuvo una cristología parecida a la herejía eutiquiana,
negando la verdadera humanidad y divinidad de Cristo. Servet terminó
siendo quemado por cargos de herejía en Suiza el año 1553.
2. SOCINOCISMO
Fausto Socino fue un personaje sin alguna instrucción académica más que
la empírica, planteó una cristología antitrinitaria. Nacido en Siena, Italia, el
año 1539, Socino adoptó las creencias antitrinitarias de la influencia de dos
tíos suyos. Se instaló en Polonia en 1578, donde ya existía una nutrida
colonia antitrinitaria anabaptista; pasando el tiempo consiguieron
persuadirlo de su pensamiento. Respecto a la cristología, Socino rechazaba
la plena humanidad y deidad de Cristo. Enseñó que Jesús fue un simple

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L06 Controversias cristológicas 72


mortal, que no preexistía antes de su nacimiento, y que solo fue elevado a
la categoría de Dios después de su resurrección. El pensamiento teológico
de Socino, más que partir de un celo por el monoteísmo del pensamiento
hebreo, buscó aceptar como doctrina de fe únicamente aquellas
enseñanzas que pudieran ser verificadas y admitidas por la razón y el
pensamiento lógico. Posteriormente su cristología influenció en teológos y
pensadores racionalistas sentando bases para el Deísmo. Las modernas
especulaciones cristológicas están basadas sobre tres postulados: que hay
tan solo una naturaleza en Cristo, y que la naturaleza humana es capaz de
ser hecha divina y que lo divino es capaz de hacerse humano.
La refutación de ambas herejías proviene de las mismas bases escriturales
que se emplean para desechar el arrianismo, adopcionismo y
eutiquianismo, y todas las corrientes unitarias antitrinitarias.

BIBLIOGRAFÍA
Berkhof, Louis (2002) Teología Sistemática. Libros Desafío Grand Rapids,
Michigan.
Gonzales, Justo L. (2002) Historia del Pensamiento Cristiano tomo II.
Editorial Caribe.
Grudem, Wayne (2007) Teología Sistemática. Editorial Vida. Miami. Florida.
Hodge, Charles, (1991) Teología Sistemática Volumen II. Terrassa, Editorial
Clie.
Horton, Stanley m. (1996) Teología Sistemática Pentecostal. Editado.
Editorial vida.
Lacueva, F. (1989). La Persona y obra de Jesucristo. Terrassa, Clie.
Mayhue, R., Mc Arthur, J. (2018). Teología Sistemática. Editorial Portavoz.
Taller de Controversias Cristológicas del Sbelim, 2019.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L06 Controversias cristológicas 73


Lección 7
LA OBRA DE CRISTO

Contenido
I. La Muerte Expiatoria
II. La Resurrección
III. La Ascensión
IV. La Glorificación

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L07 La obra de Cristo 74


“Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo
murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue
sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras”.
1 Corintios 15:3-4

I. LA MUERTE EXPIATORIA
A. SIGNIFICADO DE LA MUERTE EXPIATORIA
El significado de la expiación por sustitución o vicaria es simplemente que
Cristo sufrió como un sustituto, es decir, en vez de nosotros, lo que redundó
en nuestro beneficio al proveer el pago por nuestros pecados. Dios
intervino en una situación irremediable y nos dio un vicario en Jesucristo,
quien sí proveyó una satisfacción eterna por nuestro pecado.
“Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que
Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que
fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras”.
1 Corintios 15:3-4
Expiación significa reparación de culpas. Vicario, significa sustituto. La
expiación vicaria hace que el Cristo inocente sufra por los malvados (1
Pedro 3:18).
Los arreglos del sistema sacrificial del Antiguo Testamento incluían la
necesidad de que el ofrecedor impusiera sus manos sobre el animal que se
sacrificaba. Esto significaba transmisión y delegación. Si el sacrificio era
traído por más de uno, cada uno tenía que imponerle las manos. Se debía
hacer “con toda la fuerza de uno, como si fuese poner todo el peso de uno
sobre el sustituto”. El versículo crucial es Marcos 10:45: “Porque el Hijo del
Hombre … vino … para dar su vida en rescate por muchos”. Otros textos
bíblicos: 1 Juan 1:7, 1 Juan 2:2.
B. LA EXPIACIÓN DE CRISTO
1. La revelación del Antiguo Testamento sobre el sacrificio
Dios preparó a la humanidad para la expiación, el sacrificio sustitutivo de
Cristo, proporcionando una temprana enseñanza sobre el sacrificio. El
Antiguo Testamento presenta doce principios básicos respecto a los
sacrificios de animales:
1) Solo los creyentes deberían ofrecer sacrificios; los creyentes
deberían ser adoctrinados y obedientes (es decir, exhibir la
enseñanza y la conducta correctas). Levítico 1:2-3 y 2:1 hablan de

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L07 La obra de Cristo 75


creyentes israelitas, mientras que Levítico 17:8 y 22:18, 25 lo hacen
de creyentes extranjeros (comp. Nm. 15:14-16; Is. 56:6-8).
2) Los sacrificios A.T. deberían ser la demostración externa de una fe
vital. Sin fe, los sacrificios son inútiles (He. 11:4; comp. 1 S. 15:22-23;
Sal. 51:15-19; Is. 1:11-15; Mi. 6:6-8).
3) Los sacrificios A.T. no salvan del pecado ni lo perdonan. Los
sacrificios levíticos no incluyen provisión para eliminar o acabar con
la naturaleza pecaminosa de ningún individuo. Los sacrificios de
animales son insuficientes para expiar de un modo completo y
definitivo los pecados de los seres humanos; solo una vida humana
puede expiar del todo una vida humana (comp. Lv. 1:3 con Sal. 49:5-
9; comp. Gá. 3:10-14; He. 10:1-18; 1 P. 1:18-19).
4) Los sacrificios A.T. no eliminan el castigo temporal por el pecado,
en especial el pecado voluntario y desafiante. Muchos pecados
exigen el castigo capital: ningún sacrificio animal vale de nada ante
tal pecado (Lv. 24:10-23; Nm. 15:30). El pecado premeditado,
deliberado, exige la muerte del pecador. Por consiguiente, debido al
patrón de pecado voluntario y deliberado, cada individuo se halla
bajo sentencia de muerte, y dada la universalidad del pecado, la
muerte reina como se demuestran las genealogías que recogen
dichas muertes (Gn. 5:5, 8, 11, 14, 17, 20, 27, 31). “Murió”, como
término repetitivo, proporciona el epitafio para una persona tras otra
(comp. Gn. 11:32; 23:2; 35:19; 50:26).
5) Los sacrificios A.T. tienen por objeto principal la comunión con Dios.
En lo exterior, simbolizan el perdón por los pecados, que trajo una
reconciliación mesurada con el Dios que cumple el pacto con Israel
(Éx. 29:42-43; 30:36). Aunque el castigo temporal por el pecado es
grave y no debería desestimarse, no es en modo alguno tan grave
como el castigo espiritual: la separación de Dios. De esto trata todo
el sistema sacrificial: hacer posible que los seres humanos
pecaminosos tengan comunión con un Dios santo. Los sacrificios
tratan las verdades que el alma que peca debe morir (y no solo
físicamente; Ez. 18:4, 20), y que no hay perdón para el pecado aparte
del derramamiento de sangre (Lv. 17:11; He. 9:22).
6) Los sacrificios A.T. declaran, enfatizan y magnifican el pecado y sus
consecuencias (Ro. 3:19-20; 5:20; 7:5-11; Gá. 3:21-22).
7) Los sacrificios A.T. declaran, enfatizan y magnifican la santidad, la
justicia, el amor, la gracia, la misericordia y la soberanía de Dios (Sal.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L07 La obra de Cristo 76


119:62; Neh. 9:13; Mt. 23:23; Ro. 7:12). El pecado básicamente
aparta a la humanidad de Dios. Por otra parte, el sacrificio, que por
su derramamiento de sangre manifiesta la terrible naturaleza y las
consecuencias del pecado, es teocéntrico, es decir vuelve la atención
de los pecadores hacia Dios.
8) Los sacrificios A.T. demuestran que la legislación mosaica no le
ofrece al creyente un acceso independiente a Dios (He. 9:8-10).
9) Los sacrificios A.T. demuestran que el deseo de Dios, con respecto
a las ofrendas de su pueblo (el dar), no excede su capacidad normal.
Los objetos sacrificiales (ganado, ovejas, cabras, palomas; harina,
aceite, vino e incienso) están inmediatamente a disposición del
israelita individual. Dios no exige que su pueblo presente algo exótico
ni fuera de sus medios normales. No les pide que se estiren hasta el
punto de la incomodidad financiera o el desastre (cf. 1 Co. 16:2; 2 Co.
8–9).
10) Los sacrificios A.T. enfatizan el ministerio del sacerdocio (Lv. 1:9;
2:8; 4:20; 6:6; He. 5–10; 1 P. 2:5).
11) Los sacrificios A.T. implican el reconocimiento del pacto de Dios con
su pueblo (Lv. 2:13; Sal. 50:5, 16).
12) Dios ordena los sacrificios A.T., en parte para sustentar el
sacerdocio. El pacto de la comunidad provee para aquellos que
ministran (Lv. 7:34-35; Neh. 13:5; Mal. 3:8-10).
En resumen, estos doce principios proporcionan pruebas de que los
sacrificios se ocupan principalmente de la adoración corporativa. Esta
demostración externa debería ser el resultado de la fe verdadera. Sin
embargo, cuando esa fe de iniciación está ausente, el sacrificio es inútil; es
un simple gesto desprovisto de cualquier valor espiritual (esto es, una falsa
confesión). Dios aborrece el falso sacrificio y no puede aceptarlo como
adoración verdadera (Comp. 1 S. 15:22; Sal. 50:7-15; Is. 1:13-15).
El carnero proporcionado por el “ángel (mensajero) del Señor” como
sustituto para Isaac en Génesis 22:1-14 ilustra la dación de vida como
sustituto. La propia muerte de Isaac “se efectuó a través de un sustituto, un
animal cuya muerte literal proporcionó plena satisfacción a las exigencias
de Dios”.
2. La revelación A.T. sobre el sacrificio sustitutivo de Cristo
Los distintos sacrificios descritos y ordenados en el libro de Levítico
proporcionaron a Israel las instrucciones de Dios respecto a la naturaleza

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L07 La obra de Cristo 77


del sacrificio, y los ayudó a prepararse para la necesidad del sacrificio
sustitutivo del Mesías por el pecado.
Para entender la relación del sistema A.T. sacrificial con la persona del
Mesías es necesario examinar con mayor detenimiento los textos claves.
Los textos más relevantes son: Éxodo 12 (la fiesta de la Pascua), Levítico 16
(el día de la expiación) y, quizá el más importante de todos, Isaías 52:13–
53:12. La Pascua y el día de la expiación representan dos de las principales
festividades religiosas del calendario de Israel, que presentan conceptos
implicados en la persona y la obra del Mesías.
a) Éxodo 12: La Pascua
Al concluir las plagas, justo antes del éxodo de Israel al salir de Egipto, Dios
instituyó la observancia de la Pascua en la que el cordero pascual servía de
sacrificio sustitutivo para los hijos primogénitos israelitas. En Éxodo 12:3, el
Señor instruye a Moisés respecto al sacrificio del cordero de la Pascua: “En
el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los
padres, un cordero por familia”. La frase “según las familias” implicaba
sustitución. De hecho, el sacrificio impedía la pena de muerte para los que
están dentro de la familia, en especial los hijos primogénitos. Aunque el
cordero indica sustitución, el texto no declara que la sangre compensa o
expía el pecado; solo protege y preserva a la familia del juicio temporal.
En Éxodo 12:12, el Señor afirma que ejecutará sus juicios al pasar por la
tierra de Egipto. Los israelitas que siguen las instrucciones y aplican la
sangre del cordero sacrificado a los dinteles de la puerta de su casa
escaparán a ese juicio (Éx. 12:13, 23, 27). Y los israelitas obedientes escapan
efectivamente a la muerte (Éx. 12:30). ¿Qué han hecho los israelitas que
merezca la muerte? ¿Por qué estarían sujetos a la muerte y el juicio como
los egipcios? Dos textos ayudan a explicar la cuestión. Ezequiel 20:4-10
revela que los israelitas adoraron a los ídolos mientras estuvieron en Egipto
(Ez. 20:7-8), una realidad que confirma Josué 24:14: “Ahora, pues, temed a
Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los
dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto;
y servid a Jehová”. En realidad, la idolatría de los israelitas en Egipto hace
que el Señor responda con ira y derrame juicio sobre ellos (Ez. 20:8). Como
los egipcios, los israelitas pasan a estar bajo sentencia de muerte. Por tanto,
en la décima plaga Dios revela los pecados de su pueblo, así como su
provisión para la salvación de ellos. Los juicios de Jehová sobre los dioses
de Egipto demuestran que solo Él puede liberarlo a uno de la pena de
muerte por el pecado. El Salmo 49 enseña la misma verdad, pero se centra
en que la humanidad es incapaz de conseguir semejante liberación: solo
LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L07 La obra de Cristo 78
Dios puede proveer el pago del “rescate” que Él exige (Sal. 49:7-9, 15). Al
proveer el sacrificio de la Pascua, el Señor perdonó por gracia a los israelitas
culpables, por medio de la sangre sacrificial de los animales y preserva su
propia santidad, mediante el cumplimiento de sus promesas para liberar a
su pueblo de Egipto (Éx. 12:12-13; Lv. 22:32-33).
El Nuevo Testamento confirma la naturaleza sustitutiva del sacrificio de la
Pascua. En 1 Corintios 5:7, Pablo establece, como mínimo, una analogía
entre la naturaleza sustitutiva del cordero de la Pascua y la muerte
sacrificial de Cristo en la cruz. Por tanto, no es de sorprender que Jesús
fuera crucificado durante la Pascua (Mt. 26:2).
b) Levítico 16: El día de la expiación
Describe cómo pueden entrar las personas pecaminosas en la presencia del
Dios santo. Levítico se ocupa de la relación espiritual de la humanidad con
Dios, por medio de los rituales sacrificiales que prefiguran la muerte
expiatoria de Cristo.
De todos los sacrificios y las festividades, el día de la expiación supera a
todos los demás en su relevancia para la relación de Israel con Jehová. El
entorno histórico de Levítico se encuentra en el juicio de Dios sobre los
sacerdotes Nadab y Abiú (Lv. 10:1-20), un duro recordatorio de la santidad
de Dios y su incompatibilidad con la pecaminosidad humana. El énfasis
recae, por tanto, en la necesidad de expiación incluso para los pecados de
los sacerdotes. Si estos se contaminan, no pueden mediar entre el pueblo y
Dios. Sin mediadores, los pecaminosos israelitas no pueden acercarse a la
presencia de Dios, y esta no puede seguir morando en medio de ellos.
El “chivo expiatorio” o macho cabrío (Lv. 16:8-10) simboliza la eliminación
del pecado de la presencia de la gloria de Dios en medio de su pueblo
(Comp. Sal. 103:12; Mi. 7:19). “Chivo expiatorio” (en hebreo azazél) no se
menciona de nuevo en el Antiguo Testamento ni en el Nuevo Testamento.
En el día de la expiación, tanto el macho cabrío que llevaba los pecados
como el otro bastaban como ofrenda por el pecado (Lv. 16:5). Lo más
probable es que azazél sea una referencia general al desierto al que se
desterraba el cabrito. Cualquiera que sea el significado, no altera
materialmente la naturaleza básica del ritual.
La descripción de imponer manos sobre la cabeza del macho cabrío (Lv.
16:21-22) representa el traslado de los pecados de Israel al macho cabrío
vivo. Sirve de sustituto, condenado a morir en el desierto, aislado de Israel.
El chivo expiatorio lleva sobre él “todas las iniquidades” de los israelitas

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L07 La obra de Cristo 79


(Lv.16:22). Además, Levítico 16:24, 29-34 indica que todo el ritual provee
expiación para los pecados de los sacerdotes, así como de las personas.
Pablo escribió que Dios manifestó a Jesucristo “como propiciación por
medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber
pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados” (Ro. 3:25). El día de
la expiación anticipaba el sacrificio propiciatorio del Mesías por su sangre.
En consecuencia, habiéndolo planeado exactamente así ( He. 9:26; 1 P.
1:18-21; Ap. 13:8), Dios podía suspender el castigo a la luz de su eliminación
suprema y completa por medio de la expiación perfecta y completa de
Cristo. La suspensión del castigo temporal se aplica de igual manera a
creyentes e incrédulos dentro de Israel.
El término hebreo para “rescate” (kófer) representa el concepto de
“sustituto”, porque describe ese medio por el cual se transfiere el mal o la
culpa y, de ese modo, lo elimina. El término conlleva este significado en las
situaciones siguientes:
• La ley del censo en el cual el rescate evita el castigo de mortandad
cuando se viola la ley (Éx. 30:12-16)
• Las leyes respecto al homicidio en el que la muerte es el castigo por
el delito (Nm. 35:31-33; Dt. 21:1-9)
• El asunto de los levitas que guardaban la santidad del santuario para
evitar la ira, la plaga y la muerte sobre la congregación (Nm. 1:53;
8:19; 18:22-23; compárese esto con el caso de Finees en Nm. 25:11;
Sal. 106:30-31)
• La incapacidad de Babilonia de rescatarse a sí misma del juicio divino
(Is. 47:11; cf. Sal. 49:7-9)
• La relevancia expiatoria de la sangre del sacrificio (Lv. 17:11)
Así, el uso del término kófer como “rescate” se relaciona de forma explícita
tanto con la sustitución como con el castigo. Para Israel, el día de la
expiación proveía la limpieza o purificación, para que pudieran tener acceso
a la adoración de Jehová. Por tanto, el día de la expiación proporciona un
símbolo de la expiación real por medio del Señor Jesús (He. 8–10).
c) Isaías 52:13–53:12
El sacrificio del siervo sufriente. Este es, en realidad, el primer Evangelio,
seguido por los otros cuatro, en el Nuevo Testamento.
Revela, setecientos años antes de su venida, la vida y la obra del único
Sacrificio verdadero y perfecto, que quitó realmente el pecado.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L07 La obra de Cristo 80


Isaías describe, en primer lugar, los sufrimientos del siervo de Jehová, cuyos
sufrimientos y aflicciones no son suyos. Ese hecho identifica los
sufrimientos del siervo como sustitutivos: “Ciertamente llevó él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores” (Is. 53:4). El simbolismo
sustitutivo de Isaías 53:6 (“Mas Jehová cargó en él el pecado de todos
nosotros”) está sacado de Levítico 16. Los elementos vicarios de los
sufrimientos de Cristo en su muerte están relacionados, de una forma
bastante estrecha, con los elementos sustitutivos de Isaías 52:13–53:12.
En segundo lugar, el lenguaje de Isaías 53 incluye, con toda claridad, el
aspecto penal (cf. 53:5: “herido… molido… castigo… llaga”).
En tercer lugar, las referencias neotestamentarias claves incluyen un
aparente eco de Isaías 53, como en Mateo 26:28: “esto es mi sangre del
nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”
(cf. Ro. 8:3; Gá. 1:4; He. 5:3; 10:8, 18, 26; 13:11; 1 P. 3:18; 1 Jn. 2:2; 4:10).
Él siervo de Jehová llevó, voluntariamente, el castigo por las iniquidades de
“muchos”. Su muerte sacrificial no sucedió por algún tipo de abuso o acción
forzada, sino que más bien Él decidió de forma deliberada, aceptó y se
sometió a su sufrimiento. Isaías 53:10 (“cuando haya puesto su vida en
expiación por el pecado”) y 53:12 (“derramó su vida hasta la muerte”),
justificará a los pecadores como el Siervo sustituto (v. 11b). Luego, en el
tiempo de Dios, Él reinará triunfante, una vez lograda la victoria sobre el
pecado y la muerte (v. 12).
En realidad, el siervo de Jehová cumple todos los requisitos para ser el
sacrificio sustitutivo:
1) identificarse con los pecadores condenados (“por la rebelión de mi
pueblo fue herido”, Is. 53:8),
2) ser impecable y sin mancha ni arruga que estropeara su sacrificio
(“nunca hizo maldad, ni hubo engaño”, 53:9; “justo”, 53:11), y
3) ser aceptable a Jehová (“Jehová quiso quebrantarlo”, 53:10).
En el ritual del día de la expiación, el chivo expiatorio no podía ser
sacrificado como ofrenda, porque llevaba los pecados de Israel y esto lo
hacía inmundo. Si el siervo del Señor hubiera sido un mero ser humano (el
profeta mismo o incluso la nación de Israel), surgiría el mismo problema.
Esta es una de las razones por las que las personas pecaminosas no pueden
servir como rescate o precio expiatorio por nadie (cf. Sal. 49:7-9).
Semejantes verdades reveladas hacen necesario que el siervo de Jehová de
Isaías 53 sea alguien sin mancilla, aunque sea por llevar o cargar con los

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L07 La obra de Cristo 81


pecados de muchos; en otras palabras, debe ser una persona de la Deidad.
La muerte de Cristo corresponde al ritual del chivo expiatorio, porque Jesús
(1) llevó los pecados de las personas (2 Co. 5:21; cf. Gá. 3:13; He. 9:28; 1 P.
2:24), y (2) murió fuera del campamento (He. 13:12; cf. Mt. 21:39; Lc. 20:15;
Jn. 19:17).
Se debe observar, asimismo, que la frase “por cárcel y por juicio” (o
“justicia”, Is. 53:8) alude al aspecto judicial del castigo que el siervo llevó.
Las traducciones varían en la línea “cuando haya puesto su vida en
expiación por el pecado” (53:10). La ofrenda por el pecado presenta la
propiciación, la ofrenda por la culpa exhibe la satisfacción. La satisfacción
alude a que Cristo pagó, en representación de los elegidos, toda la deuda
de pecado que estos tenían con Dios.
La ofrenda de la culpa involucra tanto el pecado no intencional (Lv. 5:15-19)
como el intencional (como el robo o el fraude, Lv. 6:1-5; 19:20-22).
Isaías 53:11 es una de las declaraciones más completas de la teología de la
expiación que jamás se hayan escrito:
i) El Siervo conoce las necesidades que se han de satisfacer y sabe lo
que se debe hacer.
ii) Como “mi siervo justo” es plenamente aceptable para el Dios al
que nuestros pecados han ofendido y ha sido señalado por Él para
esta tarea.
iii) Como justo, Él está libre de toda contaminación por nuestro
pecado.
iv) Se identificó de manera personal con nuestro pecado y nuestra
necesidad.
v) El pronombre enfático “Él” subraya su compromiso personal con
su función.
vi) Él lleva a cabo su tarea por completo. En lo negativo, porque lleva
sobre sí la iniquidad; en lo positivo, en la provisión de justicia.
La obra expiatoria de Cristo logró la salvación para los elegidos. Jesucristo
es Salvador: “En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo
el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hch. 4:12; cf. 2
Ti. 1:10; Tit. 2:13). Su sangre limpia del pecado (He. 13:12; 1 Jn. 1:7). Él es
el Mediador del nuevo pacto (He. 12:24). Como Salvador, Cristo da vida a
los creyentes en el presente (2 Co. 4:10; 2 Ti. 1:1) y es Él mismo el patrón
para la resurrección futura de los creyentes (2 Co. 4:14; 1 Ts. 4:14). Por su

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L07 La obra de Cristo 82


obra expiatoria, Cristo es el Pastor que posibilita que los creyentes hagan
buenas obras (He. 13:20-21). Él es Aquel en quien está situada y es
bendecida la iglesia (Ef. 2:13).

II. LA RESURRECCIÓN
C. IMPORTANCIA DE LA RESURRECCIÓN
La resurrección de Jesús fue el evento más importante en la teología y la
cultura cristiana. Proporciona las bases para su fe y creencia.
La resurrección de Jesucristo es de central importancia en el N.T. Afirma la
divinidad de Jesucristo, marca las palabras y obras de su ministerio con el
sello de la aprobación de Dios y abre la puerta para la futura resurrección
de los creyentes.
“Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en
tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”.
Romanos 10:9
“Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó.
Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es
también vuestra fe”. 1 Corintios 15:13-14
La primera en el orden de las resurrecciones fue la resurrección de Cristo.
Aunque otros habían sido resucitados de los muertos antes que Cristo, Él
fue el primero en salir de la tumba con un cuerpo que ya no estaba sujeto
a la muerte (Romanos 6:9; Apocalipsis 1:18). Por esto Pablo le llama el
primogénito de los muertos (Colosenses 1:18). Su resurrección es la primera
de otras por venir (1 Corintios 15:23)
La responsabilidad principal de los apóstoles era el presentar evidencia que
comprobaba que Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios “Vosotros sois testigos
de estas cosas” (Lucas 24:46-48). Fueron capacitados para hacer esto por el
Espíritu Santo. Jesús dijo: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre
vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos…” (Hechos 1:8). Pablo
implica que la resurrección fue la prueba suprema de su identidad. Dice de
Jesús: “Fue declarado Hijo de Dios con poder… por la resurrección de entre
los muertos” (Romanos 1:4)
B. EL SIGNIFICADO DE LA RESURRECCIÓN
Hay muchas razones por las que la resurrección de Jesús es el
acontecimiento clave en su exaltación, y es vital para nuestra fe cristiana.
No solamente el sufrimiento y la muerte de Jesús, sino también, su

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L07 La obra de Cristo 83


resurrección cumplió las Escrituras del Antiguo Testamento (Hechos 2:25–
31)
La resurrección de Jesús prueba más allá de toda duda que él es Dios y que
su mensaje es la verdad. Los milagros que Jesús realizó durante su
ministerio terrenal fueron ciertamente suficientes para establecer esa
verdad. Pero los judíos se negaron a creer los milagros, exigiendo más
señales. Finalmente, Jesús les prometió “la señal del profeta Jonás” (Mateo
12:39).
La resurrección de Jesús es la garantía de que su obra está completa, y que
Dios lo ha declarado a todo el mundo perdonado y justificado en Cristo.
El hecho de que Jesús resucitó es evidencia concluyente que el Padre ha
aceptado el sacrificio del Hijo. “(Jesús) fue entregado por nuestras
transgresiones”, Pablo escribe en Romanos 4:25, “y resucitado para nuestra
justificación”. Mediante la resurrección de Cristo de entre los muertos, el
Padre declaró que suficiente pago se había hecho por los pecados de toda
la humanidad.
“El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para
nuestra justificación” (Romanos 4:25). “Cristo fue declarado Hijo de Dios
con poder, según el Espíritu de Santidad, por la resurrección de entre los
muertos” (Romanos 1:4).
C. RESURRECCIÓN EN EL A.T. Y N.T.
1. Resurrección en el Antiguo Testamento
Pedro usa Salmos 16:8–11 y lo cita en Hechos 2:25–28 y explica que David
no está hablando de sí mismo, porque David había muerto y su tumba
todavía estaba allí en Jerusalén (Hechos 2:29) lo que hace es una predicción
clara de la resurrección de Jesús. David profetizó que el alma de Jesús no
sería dejada en el Seol, la morada de los muertos, ni vería corrupción, que
significa que el alma y el cuerpo de Jesús serían resucitados (Salmos 16:8–
11).
2. Resurrección en el Nuevo Testamento
La resurrección de Cristo estaba verificada por las apariciones del Señor
después de la resurrección ante muchos grupos diferentes.
La resurrección de Cristo era el primer paso en el establecimiento del reino
de Dios y la destrucción de la muerte.
La resurrección de Cristo daba a los creyentes un estímulo para el trabajo
incesante para la gloria de Dios.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L07 La obra de Cristo 84


3. Evidencias de la resurrección de Cristo
Lucas dice: “(Jesús) después de haber padecido, se presentó vivo con
muchas pruebas indubitables (pruebas convincentes)” (Hechos 1:3).
a) La tumba vacía
Tiene gran significado tanto como para la identidad de Jesucristo como para
la esperanza futura de los creyentes.
Este hecho fue confirmado por:
• María Magdalena, quien fue la primera en visitar la tumba (Juan
20:2,11–13).
• Las mujeres, quienes trajeron especias (Lucas 23:55–56; 24:1–3).
• Pedro y Juan (Juan 20:3–9).
• El ángel en la tumba (Lucas 24:4–9; Mateo 28:5–7).
b) Los lienzos estaban sin alterar
Los mismos evangelios que nos dicen que no estaba el cuerpo de Cristo nos
dicen que los lienzos no habían desaparecido. El evangelio de Juan enfatiza
esto.
“Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al
sepulcro; y vio y creyó”. Juan 20:8
“Y vio los lienzos puestos allí, y el sudario, que había estado sobre la cabeza
de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte”.
Juan 20:6–7
c) Las Apariciones
“A éste levantó Dios al tercer día, e hizo que se manifestase”.
Hechos 10:40
• A María Magdalena, Juan 20:14; Marcos 16:9
• A las mujeres, regresando del sepulcro, Mateo 28:9
• A Pedro, Lucas 24:34; 1 Corintios 15:5
• A dos discípulos en el camino a Emaús, Lucas 24:13–33
• A diez apóstoles, Tomás ausente, Lucas 24:36–43; Juan 20:19–24
• A once apóstoles, Tomás presente, Juan 20:26–29
• A siete apóstoles junto al mar de Galilea, Juan 21:1–23
• A más de quinientos, 1 Corintios 15:6
• A Jacobo, 1 Corintios 15:7
• A los once apóstoles en Galilea, Mateo 28:16–20
• A los apóstoles en la ascensión, Hechos 1:3–12
• A Pablo, Hechos 9:3–6; 1 Corintios 15:8.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L07 La obra de Cristo 85


III. LA ASCENSIÓN
A. SIGNIFICADO DE LA ASCENSIÓN
La ascensión es la elevación o subida al cielo. Fue el día en que Cristo,
después de haber cumplido su ministerio terrenal, subió al cielo, siendo
recibido por el Padre (Hechos 1:9).
Fue un hecho presenciado por más de quinientos hermanos, la mayoría de
los cuales existía en la época de Pablo (1 Corintios 15:6).
La ascensión de Cristo marca el inicio del ministerio del Espíritu Santo que,
diez días después, sería derramado sobre los ciento veinte en el Aposento
Alto (Hechos 2:1–4).
La ascensión cuarenta días después de su resurrección marcó el fin del
periodo de la humillación de Cristo y Su entrada en el estado de exaltación.
La partida de Jesús al mundo eterno, cuyo símbolo es la ascensión, está
ligada a la obra de Jesús por los seres humanos:
La ascensión de Jesús al Padre es la señal de que su misión redentora en la
tierra fue totalmente cumplida. Está a la diestra de Dios, donde asume el
papel del Rey en su trono y victorioso (He. 1:3; 10:12–14), cuyo triunfo final
está asegurado (Ef. 1:20; Fil. 2:9–11; 1 P. 3:22).
Cristo ocupa el trono no solamente como Rey sino como Sacerdote-Rey (He.
10:11), en virtud de lo cual ejerce un ministerio continuo de intercesión a
favor de los hombres.
De la misma manera, la ascensión está relacionada con la obra de Cristo
como precursor (Jn. 14:3; He. 6:20). Su entrada al cielo es la garantía de
nuestro propio ingreso, demostrando que la humanidad transformada en
un cuerpo espiritualizado puede habitar la esfera eterna (Ef. 2:6).
La ascensión fue también la precondición para que el Espíritu Santo fuese
enviado, y su tarea es continuar el trabajo antes realizado por Jesús en su
Ministerio terrenal (Jn. 14:16–18; 15:26–27; 16:13–14; Hch. 2:32–33).
La ascensión fue la ocasión cuando los ángeles aseguraron que Cristo
vendría por segunda vez, al decir: “Este mismo Jesús, que ha sido tomado
de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hch. 1:11).
B. LOS MINISTERIOS DE CRISTO POSTERIOR A SU ASCENSIÓN
Antes de Su muerte, nuestro Señor prometió que no dejaría a los discípulos
huérfanos, sino que mandaría otro paracleto (Juan 14:16–18, 26; 15:26;
16:7). Ese último versículo claramente dice que la llegada del Espíritu
dependería de que Cristo fuera al Padre.
LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L07 La obra de Cristo 86
La resurrección y ascensión de nuestro Señor le proveyeron Su entrada al
cielo y el comienzo de ministerios adicionales.
a) Como sacerdote fiel, nuestro Señor ascendido se compadece, ayuda, y
le da gracia a Su pueblo (He. 2:18; 4:14–16). En este último pasaje el
escritor basa este ministerio en la ascensión: El “traspasó los cielos”. Como
sumo sacerdote nuestro Señor también sirve como el precursor, que nos
asegura que nosotros finalmente tendremos la entrada en el cielo como Él
ya la ha tenido (He. 6:19–20). La palabra precursor se aplica a un explorador
que reconoce el terreno por donde otros van a transitar, o a un heraldo que
anuncia la venida de un rey; en otras palabras, implica que otros seguirán.
b) El prepararía un lugar para nosotros. Un poco antes de Su muerte, el
Señor informó a los discípulos que pronto iría a preparar un lugar para ellos;
después de lo cual Él regresaría para llevarlos allá (Juan 14:1–3). La “casa
del Padre” se refiere al cielo, y en el cielo muchas moradas hay. Parte de Su
obra actual es preparar estas residencias para los Suyos. Para poder
comenzar esto, Él tenía que ir al Padre por la vía de la muerte y la
resurrección.
c) Él resucitará a los muertos. En el futuro todos oirán la voz de Cristo que
los levantará de entre los muertos. Algunos resucitarán para vida eterna y
otros para condenación. Aunque sabemos por otras Escrituras que ambos
grupos no serán resucitados a la vez, la causa de la resurrección de todos
será Su voz que los llamará. Los creyentes de la edad de la Iglesia serán
levantados en el arrebatamiento de la Iglesia (1 Tesalonicenses 4:13–18).
d) Él juzgará a toda persona. Aunque la persona promedio piensa en Dios
(el Padre) como el Juez de todos, el Señor dijo que todo juicio se le había
dado a Él (Juan 5:22, 27). Como en la resurrección, el juicio para todos no
se efectuará al mismo tiempo, pero Cristo juzgará a todos.
e) Los creyentes serán juzgados por Él en el Tribunal de Cristo (1 Corintios
3:11–15; 2 Corintios 5:10) después del arrebatamiento de la Iglesia. El
resultado de este juicio será el cielo para todos, aunque con una cantidad
variada de recompensas. Los no creyentes serán juzgados en el Gran Trono
Blanco al concluir el reino milenial (Apocalipsis 20:11–15).

IV. LA GLORIFICACIÓN
A. EL SIGNIFICADO DE “GLORIA”
Para entender la doctrina de la glorificación, primero tenemos que saber el
significado del término gloria, que traduce varias palabras bíblicas. Una de
ellas es el hebreo kabod, que hace referencia a un atributo de un individuo,
LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L07 La obra de Cristo 87
a una demostración de la dignidad, riqueza y grandeza. Cuando se utiliza
con respecto a Dios, no señala a ningún atributo en particular, sino a la
grandeza de toda su naturaleza. Salmos 24:7-10 habla de Dios como Rey de
gloria. Como Rey es atendido por sus ejércitos y le caracterizan la belleza y
el esplendor infinitos.
En el Nuevo Testamento, la palabra griego doxa significa brillo, esplendor,
magnificencia y fama. Aquí encontramos una gloria atribuida a Jesucristo,
tal como se le atribuía a Dios en el Antiguo Testamento. Jesús oró que el
Padre le glorificara a él como él había glorificado al Padre (Jn. 17:1-5).
B. ES ESPECIALMENTE EN LA RESURRECCIÓN DE CRISTO CUANDO VEMOS
SU GLORIA.
Pedro proclamó que, al resucitar Jesús de la muerte, Dios había glorificado
a aquel al que los judíos habían rechazado (Hch. 3:13-15). De forma similar,
Pedro escribió en su primera carta: “Por medio de él creéis en Dios, quien
lo resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y
esperanza sean en Dios” (1 P. 1:21). Pablo afirmó que: “Porque somos
sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que
como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos en vida nueva” (Ro. 6:4); también habló de la
resurrección gloriosa del cuerpo de Cristo (Fil. 3:21). Pablo vio la
glorificación de Cristo también en la ascensión: fue “recibido arriba en
gloria” (1 Ti. 3:16). Además, los apóstoles predicaron que Cristo se
encuentra a la diestra de Dios (Hch. 2:33; 5:31).
C. LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO TAMBIÉN ES UNA OCASIÓN PARA SU
GLORIA.
Jesús mismo ha ofrecido una imagen vívida de la gloriosa naturaleza de su
regreso:
“todas las tribus de la tierra harán lamentación cuando vean al Hijo
del hombre venir sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”.
Mateo 24:30
“Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria y todos los santos
ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria”.
Mateo 25:31
Una petición que Jesús hizo en su oración sumo sacerdotal fue que sus
discípulos pudieran ver su gloria:
“que vean mi gloria que me has dado, pues me has amado desde
antes de la fundación del mundo”. Juan 17:24

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L07 La obra de Cristo 88


Pablo habló de:
“la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro
gran Dios y Salvador Jesucristo”. Tito 2:13
D. FINALMENTE, EL ESTADO ETERNO SERÁ LO MÁS GLORIOSO.
Con el Cielo Nuevo y Tierra Nueva creados (Ap. 21:1-5), el nuevo estado
eterno será totalmente unificado bajo Cristo:
“Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice
que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa
aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero luego que todas las cosas
le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que
le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos”.
1 Corintios 15:27-28
El paraíso de eternidad se revela, pues, como un reino magnífico donde el
cielo y la tierra se unen en una gloria que supera los límites de la
imaginación humana y las fronteras de las dimensiones terrenales. Sin
embargo, la verdadera gloria de la eternidad futura se basa en el hecho de
que todos los creyentes morarán en la presencia del Señor Jesucristo.
Tendrán comunión con el Señor mismo en el cielo, una gloriosa comunión
con Dios en Cristo, que es la perfección de la felicidad.

BIBLIOGRAFÍA
Berkhof, Louis (2002) Teología Sistemática. Libros Desafío Grand Rapids,
Michigan.
Chafer, Lewis Sperry (2009) Teología Sistemática Tomo I. Editorial Clie.
Duffield, G. P., & Van Cleave, N. M. (2006). Fundamentos de Teología
Pentecostal. San Dimas, CA: Foursquare Media.
Grudem, Wayne (2007) Teología Sistemática. Editorial Vida. Miami. Florida.
Hodge, Charles, (1991) Teología Sistemática Volumen II. Terrassa, Editorial
Clie.
Horton, Stanley m. (1996) Teología Sistemática Pentecostal. Editado.
Editorial vida.
Lacueva, F. (1989). La Persona y obra de Jesucristo. Terrassa, Clie.
Mayhue, R., Mc Arthur, J. (2018). Teología Sistemática. Editorial Portavoz.
Pearlman, Myer. (1990). Teología Bíblica y Sistemática. Editorial Vida.
Miami. Florida.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L07 La obra de Cristo 89


Lección 8
LA DOCTRINA DE LA SALVACIÓN

Contenido
I. La Doctrina de la Salvación
II. La Salvación en el Antiguo Testamento
III. La Salvación en el Nuevo Testamento
IV. La Salvación por la Gracia de Dios

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L08 La doctrina de la salvación 90


“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar
y a salvar lo que se había perdido.”
Lucas 19:10

I. LA DOCTRINA DE LA SALVACIÓN
La Doctrina de la Salvación, también llamada Soteriología, es el tema mayor
de las Escrituras, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo
Testamento, y se centra en el personaje más importante de la Biblia:
¡Nuestro Señor Jesucristo!
Incluye la obra completa de la redención divina para el hombre pecador y
alejado de Dios. Es sumamente importante entender correctamente la
Doctrina de la Salvación, proviene del griego sotería (‘salvación’) y logos
(‘tratado, ciencia, estudio’).
El verbo griego sozein es utilizado indistintamente para referirse a salvar,
sanar, preservar, liberar, integrar o completar. En el Nuevo Testamento,
este término preserva los significados clásicos en el Antiguo Testamento de
“salvación de los enemigos” (Lc. 1:69, 71; Hch. 7:25; Jud. 24) y de “seguridad
y salud corporal” (Hch. 27:20, 34; He. 11:7). Pero el uso del vocablo en el
Nuevo Testamento va más allá del significado tradicional.
Sotería es también:
• Salvación de una enfermedad física (Mt. 9:21; Lc. 8:36).
• Salvación de un peligro (Mt. 8:25; 14:30).
• Salvación de la perversión imperante en el mundo (Hch. 2:40).
• Salvación de la condición de perdido (Mt. 18:11; Lc. 19:10).
• Salvación del pecado (Mt. 1:21).
• Salvación del castigo de Dios (Ro. 5:9).
El concepto de salvación como totalidad es mucho más amplio que
simplemente el perdón de pecados. La idea incluye la sanidad del cuerpo,
la restauración de la autoestima, la liberación de espíritus inmundos, la
satisfacción de las necesidades ordinarias, el restablecimiento de nuevas y
fructíferas relaciones con otros, y la liberación de la condenación eterna.
A. LA FUENTE DE LA SALVACIÓN
La fuente e iniciativa de la salvación está en Dios (Jn 3:16). Se puede afirmar
que, en lo que toca a la salvación divina, ningún hecho mayor cabe que el
que se nos declara en Jonás 2:9 y en Salmos 3:8, “La salvación es de Jehová”.
Es testimonio constante de las Escrituras que cada rasgo de la salvación del
hombre, desde su comienzo hasta su consumación final en los Cielos, es una

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L08 La doctrina de la salvación 91


obra de Dios en favor del hombre y no una obra del hombre en servicio de
Dios. También, el carácter sobrenatural de cada paso en esta magna
empresa hace percatarse de que el hombre no puede contribuir en
absoluto a su realización. Es totalmente necesario que cada paso haya de
darse por fe, puesto que, no poseyendo el hombre poder para producir un
efecto sobrenatural, no tiene más remedio que arrojarse desarmado, por
fe, en brazos de otro que puede hacerlo, Dios.
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas
obras las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos
en ellas”. Efesios 2:8-10
B. EL ALCANCE DE LA SALVACIÓN
Este tema se divide naturalmente en tres tiempos:
• El cristiano fue salvo al momento que creyó (Lc.7:50: Hch. 16:30-31;
1 Co. 1:18; 2 Co. 2:15; Ef. 2:8; 2 Ti. 1:9). En el momento de creer, el
que es salvo queda completamente liberado de su estado de
perdición, purificado, perdonado, justificado, nacido de Dios,
revestido de los méritos de Cristo, libre del justo juicio de Dios de
toda condenación.
• El creyente está siendo salvo del dominio del pecado (Ro. 6: 14; 8:2;
2 Co. 3: 18; Gá. 2:20; 4:19; Fil. 1:19; 2:12; 2 Ts. 2:13). En este segundo
tiempo de la salvación, el creyente está siendo preservado y
santificado por Dios.
• El creyente es salvado de la presencia del pecado cuando sea
introducido en la gloria, ya sin tacha (He. 9:28; 1 Pe. 1:3-5; 1 Jn. 3:1-
3). A estos podrían añadirse otros pasajes que, a su vez, presentan
todos estos tres tiempos o aspectos de la salvación: 1 Co. 1:30; Fil.
1:6: Ef. 5:25-27; 1 Ts. 1:9-10; Tit. 2:11-13.
C. EL ORDEN DE LA SALVACIÓN
El pensamiento de la aplicación de la obra de Cristo a nosotros nos lleva a
la consideración de lo que ha sido llamado el “orden de la salvación”,
expresión que data de alrededor del año 1737, y es atribuida al teólogo
luterano Jakob Karpov, aunque la idea es anterior a él. Parte de una
pregunta: ¿Cuál es el orden lógico (no cronológico) en el que
experimentamos el proceso de pasar de un estado de pecado a otro de
salvación plena? La Biblia no indica orden alguno, aunque se puede hallar
el embrión en Efesios 1:11–14 y en Romanos 8:28–30, donde Pablo

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L08 La doctrina de la salvación 92


menciona elección, predestinación, llamado, justificación y glorificación,
cada una de estas ideas apoyándose en la anterior.
El catolicismo romano ha relacionado este orden con los sacramentos; esto
es, el bautismo, en el cual se experimenta la regeneración; la confirmación,
en la que se recibe al Espíritu Santo; la eucaristía, una participación en la
presencia física de Cristo; la penitencia, el perdón de los pecados, y la
extremaunción, cuando se recibe seguridad de que se entrará en el reino
eterno de Dios.
Entre los protestantes, la diferencia yace principalmente en los enfoques
reformados y arminianos. El punto de vista reformado pone demasiado
énfasis en la acción de Dios para la salvación humana, y el arminianismo
pone demasiado énfasis en la acción humana para la salvación.
Nosotros creemos que Dios es la fuente de nuestra salvación, pero que el
hombre tiene responsabilidad en su salvación. Esto lo desarrollaremos en
las siguientes lecciones bajo este orden: elección, llamado,
arrepentimiento, fe, regeneración, adopción, justificación, santificación y
glorificación.

II. LA SALVACIÓN EN EL ANTIGUO TESTAMENTO


El apóstol Pablo se tuvo que enfrentar con aquellos que creían que los
judíos eran salvos por nacimiento, cumpliendo la ley, y observando los
sacrificios, o bien por alguna combinación de estos tres elementos.
La persona que vivió antes del tiempo de Cristo era salvada por la gracia
mediante la fe en un Redentor que habría de venir, del mismo modo que
en la actualidad una persona es salva por la gracia mediante la fe en el
Redentor que ya vino. Los hombres y las mujeres del Antiguo Testamento
miraban hacia el futuro, hacia Cristo. Nosotros miramos hacia el pasado.
Fuera de esta diferencia, la base de la salvación es idéntica. Los sacrificios
del Antiguo Testamento apuntaban hacia el futuro, hacia Jesús.
Errores en cuanto a la salvación en el Antiguo Testamento:
• Algunos creen que las grandes figuras del Antiguo Testamento se
salvaban por ser judíos. Este punto de vista se basa en el
entendimiento de que las promesas de Dios a Israel fueron dadas a
Israel de forma colectiva; es decir, incluyendo a todos y cada uno de
los descendientes de Abraham.
• Otro punto de vista erróneo, pero quizá más extendido, es que las
figuras del Antiguo Testamento fueron salvas porque fueron fieles

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L08 La doctrina de la salvación 93


a la Ley. Por supuesto este punto de vista no explica cómo Adán y Eva
(o Abraham y Sara, o muchos otros que vivieron antes de que la Ley
fuera entregada) fueron salvos, pero sí se acomoda al deseo
fundamental y tan humano de lograr la propia salvación. Los
hombres y las mujeres fervientemente desean ser salvos haciendo
algo por sí mismos. En realidad, la propia Ley los está condenando.
• Por último, algunos podrían decir que las figuras del Antiguo
Testamento fueron salvas por cumplir con los sacramentos; es decir,
por cumplir con los sacrificios y otros ritos especificados en el código
levítico, pero, la salvación no provenía de los sacrificios, como
tampoco proviene del bautismo ni de la Cena del Señor.
En Romanos 4, Pablo dedica un capítulo entero para mostrar cómo
Abraham, el padre de la nación judía, había sido salvado por la fe, sin la Ley.
Por lo tanto, los judíos se salvaban en el periodo del Antiguo Testamento y
se salvan hoy de la misma manera que los gentiles; es decir, por fe en la
gracia de Dios concentrada en la obra de Cristo en el Calvario.

III. LA SALVACIÓN EN EL NUEVO TESTAMENTO


En el Nuevo Testamento, la salvación de Dios se expresa en un sentido con
énfasis espiritual. Esa salvación espiritual tiene una importancia que
sobrepasa la de la salvación física.
La Salvación ahora es del corazón, es subjetivo (interno). Es solo por fe en
nuestro Señor Jesucristo. El hombre está, por naturaleza, apartado de Dios
y es, a la vez, judicialmente responsable ante Él; es incapaz de disfrutar de
la comunión con Dios para la que fue creado.
También se le exige que pague la pena por quebrantar las leyes de Dios y
menospreciar su gloria: es decir, la muerte. Su plan de redención comenzó
en la eternidad pasada, cuando Dios Padre puso su amor elector en los
pecadores que no lo merecían, y determinó rescatarlos de la caída y de las
merecidas consecuencias de su desobediencia. Designó al Señor Jesucristo,
Dios Hijo, para que llevara a cabo la salvación a todo aquel que crea en Él.
La salvación en el Nuevo Testamento se puede ver a través de tres palabras
griegas: redención, reconciliación y propiciación. Veamos cada una de ellas.
A. REDENCIÓN
Primer Significado: “Pagar el precio del rescate” (2 P. 2:1)
Rescate (Gr. Agorazo ‘Adquirir en compra’). La palabra significa “pagar el
precio de rescate por algo o alguien”; “Redimir o rescatar”.
LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L08 La doctrina de la salvación 94
El pecado exige una expiación, un precio que hay que pagar a causa de la
pena de la muerte que pesa sobre nosotros. La paga del pecado es muerte,
Jesús pagó la deuda. Jesucristo nos regaló un rescate universal de
naturaleza vicaria ("en lugar de").
Concluyendo: Jesús pagó el precio que nuestro pecado exigía para que
pudiéramos ser redimidos.
Segundo Significado: “Sacar fuera” lo comprado en el mercado o sacar de
la plaza del mercado de esclavos. (Gá.3:13).
Redención (Gr. Apolutrosis), que significa “quitar un esclavo del mercado”.
La muerte de Jesucristo no solo pagó el precio por el pecado, sino que
también nos sacó del mercado de esclavos del pecado.
La palabra apolutrosis, en el griego secular, describía a un conquistador
soltando a los prisioneros o a un amo redimiendo a un esclavo (dejándolo
en libertad).
Tercer Significado: “Soltar, aflojar, efectuar una liberación completa” (Mt.
20:28)
Gr. Lutron ‘Desatar’. Una liberación de la esclavitud o la cautividad por
medio del pago de un determinado precio. La persona comprada ha
quedado también suelta y puesta en libertad en el sentido más pleno.
¡Ahora somos libres plenamente!
La redención en Jesucristo significa, por tanto, ¡que los creyentes han sido
comprados con sangre de la esclavitud del pecado, de la muerte y de
Satanás, sacados de ese lugar de esclavitud y han sido desatados para ser
puestos en libertad!
B. RECONCILIACIÓN
Reconciliar (Gr. Katallasso) significa “efectuar un cambio”, “Cambiar,
restablecer, restaurar una relación rota, enderezar las cosas, quitar una
enemistad”, “Cambiar de enemistad en amistad”. Katalasso describe el
restablecimiento de una relación íntima y amorosa, la cual había sido rota
e interrumpida.
La reconciliación mediante la muerte de Jesucristo significa que el estado
de enemistad en que el hombre se encontraba con Dios por causa del
pecado, se cambia de modo que ahora puede ser salvo. Al creer en
Jesucristo, nuestro estado de enemistad con Dios cambia a un estado de
paz y de pertenencia a la familia de Dios. (Ro. 5:10; 2 Co. 5:18,19).
C. PROPICIACIÓN

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L08 La doctrina de la salvación 95


El término propiciación del griego hislasmos significa: “volver favorable,
satisfacer, aplacar”; y se relaciona con hileos: “misericordioso o actuar con
gracia”, y con hilasterion “propiciatorio” como la tapa que cubría el Arca del
Pacto y el lugar en el cual se efectuaba la expiación “el asiento de la Justicia,
perdón, Misericordia y Gracia de Dios”.
Cristo, en Hebreos 9:5, es descrito como el “lugar de propiciación”, donde
las Santas demandas de Dios quedaban satisfechas (Lev. 16:14). La muerte
de Jesucristo pagó completamente por los pecados cometidos antes de que
Él muriese (He. 2:17 “…para expiar los pecados del pueblo” o para hacer
propiciación).
La propiciación se refiere a que la ira de Dios ha quedado satisfecha por la
muerte de Cristo (Ro. 3:25). Dios ha absuelto Su castigo por el pecado,
gracias al sacrificio perfecto de Jesucristo.
Hilasmos se usa en el Nuevo Testamento, solo en 1 Juan 2:2 y 4:10, y
describe a Jesucristo como apaciguando, con su muerte sacrificial y
sustitutoria, la ira de Dios por razón del pecado de los seres humanos...
También presenta Su muerte como un acto expiatorio (o propiciatorio) por
el pecado a través de la muerte expiatoria de Cristo (“el Cordero de Dios
que quita el pecado del mundo”).
Concluyendo: La obra de Jesucristo abarca al mundo entero (1 Jn. 2:2), y la
base de dicha propiciación es el derramamiento de Su sangre (Ro. 3:25). Por
tanto, las exigencias de la Justicia de Dios quedaron satisfechas con la
muerte de Su Hijo. ¡Ya nadie, de nuevo, puede tratar de aplacar a Alguien
que ya está aplacado, porque es innecesario! (El sacrificio único de
Jesucristo dejó completamente satisfecha la Justicia de Dios y Su ira ha sido
aplacada).

IV. LA SALVACIÓN POR LA GRACIA DE DIOS


A. EL CONCEPTO DE GRACIA
La palabra gracia no siempre se usa en la Escritura con el mismo sentido,
sino con una variedad de significados. En el Antiguo Testamento tenemos
la palabra chen (adjetivo de chanun), de la raíz chanan. El nombre puede
denotar plenitud de gracia o de belleza (Pr. 22:11; 31:30); pero, por lo
general, las más de las veces significa “favor o buena voluntad”. El Antiguo
Testamento habla repetidas veces de hallar favor en los ojos de Dios o del
hombre. La benevolencia así encontrada lleva consigo la concesión de
gracias y bendiciones. Esto significa que Ia gracia no es una cualidad
abstracta, sino más bien una activa, un principio operante, que se

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L08 La doctrina de la salvación 96


manifiesta en actos de benevolencia (Gn. 6:8; 19:19; Ex. 33:12; 34:9; 1 Sam.
1:18; Ester 2:7).
La idea fundamental es que las bendiciones concedidas por gracia son las
que se proporcionan en forma gratuita, y no en consideración a algún
derecho o mérito. La palabra del Nuevo Testamento charis, de chairein,
‘regocijarse’, denota ante todo una agradable apariencia externa,
“amabilidad”, “agrado”, “aceptación”, y ese significado tiene en Lucas 4:22
y en Colosenses 4:6. No obstante, un significado más notable de la palabra
es el de favor o buena voluntad (Lc. 1:30; 2:40, 52; Hch. 2:47; 7:46; 24: 7;
25:9). Puede denotar la bondad o benevolencia de nuestro Señor (2 Co. 8:9)
o el favor manifestado o proporcionado por Dios (2Cor. 9: 8) (refiriéndose
a bendiciones materiales, 1Pe. 5:10).
Además, la palabra expresa la emoción despertada en el corazón de aquel
que recibe un favor tan grande, y de esta manera adquiere el significado de
“gratitud” o “agradecimiento” (Lc. 4:22; 1Co. 10:30; 15:57; 2 Co. 2:14; 8:16;
1Ti. 1:12). No obstante, en la mayor parte de los pasajes en los que la
palabra charis se usa en el Nuevo Testamento significa la operación
inmerecida de Dios en el corazón del hombre, efectuada mediante el
Espíritu Santo.
B. LA GRACIA COMO DON INMERECIDO
Para penetrar debidamente en el sentido del término gracia, conforme el
Nuevo Testamento nos lo ofrece, hemos de percatamos del contraste
bíblico entre “gracia” por parte de Dios, y “mérito”, “esfuerzo”, “obra” por
parte del hombre. En este sentido podemos definir concisamente la gracia
como “todo don inmerecido de Dios a los hombres”, y, más en concreto, “el
don inefable de Dios, en Jesucristo, a los pecadores”. Véanse Lc. 2:52; Hch.
2:47; Ro. 5:15, 17,20; 11:6; 1 Co. 15:10; 2 Ti. 2:1; Tito 2:11.
Esta gracia, llamada “gracia de Dios”, “gracia en Cristo”, “gracia del Señor
Jesucristo”, está revestida de los siguientes caracteres:
1. Es revelada por Cristo (Jn. 1:17; Ro. 1:5).
2. Es dada en atención a los méritos, obediencia y acción redentora de
Jesucristo (Ro. 3: 24; 5: 21).
3. Es en Cristo en quien somos agraciados (ekharítosen, Ef. 1: 6-7).
4. Así que viene a ser un estado del creyente (Ro. 5:2).
5. Sus frutos han de verse (1 Co. 7:19; 2 Co. 5:17; Ga. 6:15), pues el favor
y el poder de Dios han de manifestarse, en el creyente, en una
conducta digna de Dios (2 Pedro 1: 4).

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L08 La doctrina de la salvación 97


6. Ante ella, no permanecemos pasivos (1 Co. 10:12; 15:10; 2 Co. 6:1; 2
Ts. 2:15), lo cual no disminuye la fuerza de la gracia ni la seguridad
del creyente.
7. La gracia, en fin, es el Evangelio o Buena Noticia de salvación (Hch.
14:3; 20:24,32).
C. LA GRACIA DE DIOS EN LA OBRA DE SALVACIÓN
Consideremos varias distinciones:
• En primer lugar, la gracia es un atributo de Dios, una de sus
perfecciones divinas. Es el inmerecido favor o amor de Dios, amor
gratuito y soberano para el hombre en su estado de pecado y culpa,
que se manifiesta en el perdón del pecado y en la liberación de la
pena merecida.
• En segundo lugar, el término gracia se usa como una designación
de la provisión objetiva que Dios hizo en Cristo para la salvación del
hombre. Cristo como el Mediador es el receptáculo viviente de la
gracia de Dios. “El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros ...
lleno de gracia y de verdad” (Juan 1: 14). Pablo recuerda la aparición
de Cristo, cuando dice: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado
trayendo salvación para todos los hombres” (Tito 2: 11).
• En tercer lugar, la palabra gracia se usa para designar el favor de
Dios tal como se manifestó en la aplicación de la obra de redención
por medio del Espíritu Santo. La palabra gracia se aplica al perdón
que recibimos en la justificación, un perdón dado por Dios como
regalo (Ro. 3:24; 5:2, 21; Tito 3:15). Pero en adición a eso, es también
un nombre comprensivo para todos los dones de la gracia de Dios,
las bendiciones de la salvación y las gracias espirituales que son
producidas en los corazones y en las vidas de los creyentes por medio
de la operación del Espíritu Santo (Hch. 11:23; 18:27; Ro. 5:17; 1 Co.
15:10; 2 Co. 9:14; Ef. 4:7; Stg. 4:5, 6; 1 Pe. 3:7).
D. LA DOCTRINA DE LA GRACIA EN LA IGLESIA
Las enseñanzas de la Escritura respecto a la gracia de Dios acentúan el
hecho de que Dios distribuye sus bendiciones a los hombres de una manera
gratuita y soberana y no en consideración hacia algún mérito inherente de
los hombres; que los hombres deben todas las bendiciones de la vida a un
Dios benévolo, paciente y magnánimo; y especialmente que todas las
bendiciones de la operación de salvación son dadas por Dios como regalo y
en ningún sentido quedan determinadas por supuestos méritos del
hombre. Esto lo expresa con claridad San Pablo en las siguientes palabras:

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L08 La doctrina de la salvación 98


“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros mismos pues es don de Dios; no por obras para que nadie
se gloríe”. Efesios 2: 8, 9
Con firmeza acentúa el hecho de que la salvación no se consigue por medio
de obras (Ro. 3: 20-28; 4: 16; Gá. 2: 16).

BIBLIOGRAFÍA
Berkhof, Louis (2002) Teología Sistemática. Libros Desafío Grand Rapids,
Michigan.
Chafer, Lewis Sperry (2009) Teología Sistemática Tomo I-III. Editorial Clie.
Grudem, Wayne (2007) Teología Sistemática. Editorial Vida. Miami. Florida.
Hodge, Charles, (1991) Teología Sistemática Volumen II. Terrassa, Editorial
Clie.
Horton, Stanley m. (1996) Teología Sistemática Pentecostal. Editado.
Editorial vida.
Lacueva, F. (1989). Las Doctrinas de la gracia. Terrassa, Clie.
Mayhue, R., Mc Arthur, J. (2018). Teología Sistemática. Editorial Portavoz.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L08 La doctrina de la salvación 99


Lección 9
LA APLICACIÓN PARA
LA SALVACIÓN

Contenido
I. Elección para Salvación
II. El Llamado para Salvación
III. Arrepentimiento para Salvación
IV. Fe para Salvación

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L09 La aplicación para la salvación 100


Elegidos según la presciencia de Dios el Padre mediante la santificación del
Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y
paz os sean multiplicadas.
1 Pedro 1:2

I. ELECCIÓN PARA SALVACIÓN


A. EL PLAN DE SALVACIÓN DESDE LA ETERNIDAD
En la eternidad pasada Dios tenía Sus propósitos, como leemos en Efesios
3:11:
“Conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro
Señor”.
Antes de la creación del mundo mismo, la gracia redentora de Dios tiene
su origen en la eternidad pasada, en el consejo soberano de la voluntad del
Dios trino. Como le escribió Pablo a Timoteo, Dios salva a su pueblo
conforme a su propio propósito eterno, y los ha colmado de gracia “en
Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” (2 Ti. 1:9). Por consiguiente,
tanto el cumplimiento de la redención por parte del Hijo y la aplicación de
la redención por el Espíritu se llevan a cabo según el plan eterno de
redención del Padre (Ef. 3:11). Las Escrituras emplean diversos términos
para identificar el Plan de Dios, incluido su propósito eterno (Ef. 3:11; Is.
46:10; Ro. 8:28; 9:11; Ef. 1:9; 2 Ti. 1:9; He. 6:17), su plan definitivo (Hch.
2:23; 4:28), su consejo (Sal. 33:11; Is. 5:19; 46:10), el consejo de su voluntad
(Ef. 1:11), el propósito de su voluntad (Ef. 1:5), su beneplácito (Lc. 12:32; Fil.
2:13), y su voluntad (Ro. 9:19).
Definimos que el Plan de Dios es eterno, incondicional, inmutable, eficaz, y
total.
B. EL PLAN DE DIOS INCLUYÓ LA CAÍDA EN EL PECADO DE ADÁN Y EVA.
La Biblia enseña acerca de los Atributos de Dios. Hay que entender los
propósitos de Dios en base a sus Atributos. Sabemos por la Escritura que
Dios es omnisciente, lo que literalmente significa “todo-conocimiento”. Job
37:16, Salmos 139:2-4, 147:5; Proverbios 5:21, Isaías 46:9-10, y 1 Juan 3:19-
20.
El conocimiento de Dios es infinito y Él sabe todo lo que ha sucedido en el
pasado, lo que está sucediendo ahora, y lo que sucederá en el futuro. ¿Sabía
Dios que Adán y Eva iban a pecar? ¡Sí! ¡Absolutamente! Y, ¿por qué los
creó? Por su Justicia y para su Gloria. Un Dios justo hizo al hombre con libre
voluntad para decidir, no lo hizo un robot. Si un ser humano quiere tomar

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L09 La aplicación para la salvación 101


sus propias decisiones, las toma en base al estado de su corazón. Porque
del corazón mana o sale la vida (las decisiones) Prov. 4: 23. ¿Tenían Adán y
Eva un corazón malo? No. ¿Tenían un corazón bueno? No. Tenían un
corazón limpio, en el sentido que recién iban a almacenar en su corazón las
cosas buenas o malas que iban a ver, oír, palpar, oler, gustar. Y almacenaron
lo de Dios y lo del diablo y escogieron la sugerencia del diablo y pecaron.
Gn. 3: 1-24. Y con Adán pecó toda su descendencia. Ro. 5:12.
C. EL PLAN DE DIOS INCLUYÓ LA SALVACIÓN DE LA HUMANIDAD A TRAVÉS
DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.
El Dios trino ideó un plan eterno en base a su Amor, Gracia y Misericordia
para la salvación del hombre que se llevaría a cabo para satisfacer y cumplir
su Justicia, mediante la obra redentora de Dios Hijo, y en la que los
beneficios salvadores asegurados por dicha obra redentora serían aplicados
por Dios Espíritu. El segundo miembro de la Trinidad llevaría sobre sí toda
la debilidad y la enfermedad y el pecado de la naturaleza humana, y
aseguraría para su pueblo la justicia, el perdón y la purificación que ellos no
podrían obtener nunca por sí mismos. Pablo habla de ello como el
“propósito eterno (del Padre) que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor” (Ef.
3:11). De manera similar, cuando Jesús predijo su traición en la Última Cena,
declaró: “A la verdad el Hijo del Hombre va, según lo que está determinado”
(Lc. 22:22). Aunque sería traicionado por Judas, la muerte del Mesías había
sido definida en la eternidad pasada. Por esta razón, se dice que Jesús fue
“destinado desde antes de la fundación del mundo” (1 P. 1:20).
D. DIOS, QUE CONOCE LOS CORAZONES, ELIGE AL DE BUEN CORAZÓN.
Solo Dios conoce el corazón. Ningún hombre conoce su propio corazón. Jer.
17:9-10. Pero a pesar de tener todo ser viviente un corazón malo, Dios en
su perfecto conocimiento ve quién es capaz de humillarse, y recibir los
beneficios de su Salvación. Tenemos el ejemplo del Rey David, Dios testificó
de él que era un hombre conforme al corazón de Dios, pero vemos que él,
siendo ya Rey y creyente en Dios, pecó gravemente, más grave que el
pecado de Saúl el primer Rey de Israel. Sin embargo, Saúl fue desechado y
David perdonado. ¿Por qué fue esto así? Porque el corazón de David era
distinto que el de Saúl. El corazón de Saúl nunca se humilló como el corazón
de David. 1Sa. 15.
Tenemos también el testimonio de Jeremías cap. 1:5, Dios le dijo: “antes
que te formase en el vientre de tu madre te conocí”, ¿qué conoció Dios de
él? su corazón. ¿desde cuándo lo conoció? Desde la eternidad. La
Omnisciencia de Dios Conoce lo profundo del corazón de todo ser viviente.
Y lo predestinó para que sea su Profeta a las Naciones.
LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L09 La aplicación para la salvación 102
Todos nosotros somos pecadores, pero Dios que conoce los corazones,
salvará a quien Él entiende que tiene un corazón que puede salvar.

II. LLAMAMIENTO PARA SALVACIÓN


A. LLAMADO UNIVERSAL PARA QUE RECIBAN EL EVANGELIO
Este llamamiento es un acto de Dios para todo ser humano. “y les dijo: Id
por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y
fuere bautizado será salvo, más el que no creyere será condenado”. Mr.
16:15-16. Cuando Dios llama a las personas en esta forma poderosa, las
llama “de las tinieblas a su luz admirable” (1 P 2:9); los llama a “tener
comunión con su Hijo Jesucristo” (1 Co 1:9; Hch 2:39) y a “su reino y a su
gloria” (1 Ts 2:12; 1P 5:10; 2 P 1:3). Las personas que Dios ha llamado son
“llamados a ser de Jesucristo” (Ro 1:6). Han sido “llamados a ser santos” (Ro
1:7; 1 Co 1:2), y los que aceptan esta invitación entran en un reino de paz
(1 Co. 7:15), libertad (Gá 5:13), esperanza (Ef. 1:18; 4:4), santidad (1 Ts 4:7),
sufrimiento paciente (1 P 2:20-21; 3:9), y vida eterna (1 Ti. 6:12).
Podemos definir el llamamiento de la siguiente manera: El llamamiento es
un acto de Dios el Padre, por medio de la proclamación humana del
evangelio, en el que convoca a Todas las personas a que acudan a él de
manera tal que unos responden en fe salvadora y otros no responden y
siguen en su pecado.
Es importante que no demos la impresión de que las personas serán salvas
por el poder de este llamamiento sino por una respuesta voluntaria de ellas
al evangelio. Aunque es cierto que el llamamiento eficaz despierta y genera
una respuesta en nosotros, debemos insistir siempre en que esta respuesta
tiene que ser una respuesta voluntaria, espontánea, en la que la persona
individualmente pone su confianza en Cristo. Hch. 16:31-34.
A menos que Dios obre en el corazón de las personas para hacer eficaz la
proclamación del evangelio, no habrá una respuesta salvadora genuina.
Jesús dijo: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere
y yo lo resucitaré en el día postrero” (Jn 6:44).
Un ejemplo del llamamiento del evangelio eficaz lo vemos en la primera
visita de Pablo a Filipos. Mientras Lidia escuchaba el mensaje del evangelio
“el Señor abrió el corazón de ella para que estuviera atenta a lo que Pablo
decía” (Hch 16:14).

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L09 La aplicación para la salvación 103


B. LA IMPORTANCIA DEL LLAMAMIENTO DEL EVANGELIO
La doctrina del llamamiento del evangelio es importante porque si no
hubiera ese llamamiento del evangelio nadie podría ser salvo:
“¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído?” (Ro 10:14).
El llamamiento del evangelio es importante también porque por medio de
él Dios se dirige a nosotros en la plenitud de nuestra humanidad. Él no nos
salva “automáticamente” sin buscar una respuesta de todo nuestro
corazón. Más bien, dirige el llamamiento del evangelio a nuestro intelecto,
nuestras emociones y nuestra voluntad. Habla a nuestro intelecto
explicando los hechos de la salvación en su Palabra. Habla a nuestras
emociones dirigiéndonos una sentida invitación personal para que
respondamos. Habla a nuestra voluntad pidiéndonos que oigamos su
invitación y respondamos voluntaria y espontáneamente en
arrepentimiento y fe, a que nos decidamos a volvernos de nuestros pecados
y recibir a Cristo como Salvador y descansar nuestros corazones en él para
salvación. Hch. 13:48
C. LOS ELEMENTOS DEL LLAMAMIENTO DEL EVANGELIO
En la predicación humana del evangelio deben aparecer tres elementos
importantes:
1. Una explicación de los hechos concernientes a la salvación. Todo el que
acude a Cristo para obtener salvación debe tener al menos un
entendimiento básico de quién es Cristo y de cómo satisface nuestras
necesidades de Salvación. Por tanto, una explicación de los hechos
concernientes a la salvación debe incluir al menos lo siguiente:
• Todos los seres humanos son pecadores (Ro 3:23).
• La paga por el pecado es la muerte (Ro 6:23).
• Jesucristo murió para pagar el castigo por nuestros pecados (Ro 5:8)
2. Una invitación para responder a Cristo de forma personal en
arrepentimiento y fe. Cuando el Nuevo Testamento habla de personas que
alcanzan la salvación lo hace en términos de una respuesta personal a una
invitación de Cristo mismo. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y
cargados, y yo os haré descansar”. Mt. 11:28. Cristo Jesús es un Salvador
que está ahora vivo en el cielo, y cada persona que no es cristiana debiera
pensar que Jesús le está hablando, y diciéndole:
“Vengan a mí todos ustedes ... y yo les daré descanso”.
También a recibir a Cristo como Salvador.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L09 La aplicación para la salvación 104


“Más a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio
el derecho de ser hijos de Dios”. Juan 1:11-12
3. Una promesa de perdón y de vida eterna. Aunque las palabras de
invitación personal que pronunció Cristo contienen una promesa de
descanso y de poder para llegar a ser hijos de Dios, y de participación en el
agua de la vida, es bueno hacer bien claro que Jesús promete a los que
acuden a él en arrepentimiento y fe, la Salvación completa de su cuerpo,
alma, y espíritu. Lo primero que encontramos prometido en el mensaje del
evangelio es la promesa de perdón de pecados y de vida eterna con Dios.
Hch. 26:18.
Junto con la promesa del perdón y de la vida eterna está la seguridad de
que Cristo aceptará a todos los que acuden a él en arrepentimiento y fe
sinceras buscando salvación: “... y al que a mí viene, no le echo fuera” Jn
6:37).

III. ARREPENTIMIENTO PARA SALVACIÓN


A. DEFINICIÓN
El arrepentimiento comprende un apartarse de algo, y un volverse hacia
algo, esto es, la fe. Las palabras primarias del Antiguo Testamento con
respecto a la idea de arrepentimiento son shub, ‘volverse’, ‘regresar’, y
najam, ‘sentirlo’, ‘consolar’. Shub aparece más de cien veces con un sentido
teológico, o bien de apartarse de Dios (1 Samuel 15:11; Jeremías 3:19), o de
regresar a Dios (Jeremías 3:7; Oseas 6:1). También es posible apartarse del
bien (Ezequiel 18:24, 26) o apartarse del mal (Isaías 59:20; Ezequiel 3:19),
esto es, arrepentirse. El verbo najam tiene un aspecto emocional que no es
evidente en shub, pero ambos contienen la idea del arrepentimiento.
El Nuevo Testamento usa epistréfo con el sentido de “volverse” hacia Dios
(Hechos 15:19; 2 Corintios 3:16) y metanoéo/metánoia con la idea de
“arrepentirse” (Hechos 2:38; 17:30; 20:21; Romanos 2:4). El Nuevo
Testamento usa metanéo para expresar la fuerza de shub, indicando una
insistencia en la mente y la voluntad. Sin embargo, también es cierto que
en el Nuevo Testamento, metánoia va más allá de un cambio intelectual de
opinión. Destaca el hecho de que toda la persona se da vuelta y tiene un
cambio fundamental en sus actitudes básicas.
Aunque el arrepentimiento no salve en sí mismo, no se puede leer el Nuevo
Testamento sin darse cuenta de lo mucho que insiste en él. Dios “manda a
todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30). El
mensaje inicial de Juan el Bautista (Mateo 3:2), de Jesús (Mateo 4:17) y de

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L09 La aplicación para la salvación 105


los apóstoles (Hechos 2:38) era “¡Arrepentíos!”. Todos deben arrepentirse,
puesto que todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios
(Romanos 3:23).
El significado raíz de “arrepentimiento” es un cambio de mentalidad o
propósito. Involucra todo el corazón del ser humano. Un cambio de
perspectiva, un cambio de sentimiento, y un cambio de propósito. De aquí
podemos decir que contiene tres áreas del corazón: el intelectual, el
emocional y el voluntario.
a) El área intelectual. Es un cambio de perspectiva en cuanto al pecado, a
Dios, y a uno mismo. El pecado viene a ser reconocido no meramente como
una debilidad, un acontecimiento desafortunado, o un error, sino como una
culpa personal: “Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está
siempre delante de mí” (Sal. 51:3); “porque por medio de la ley es el
conocimiento del pecado” (Ro. 3:20).
Además, el pecado es reconocido como una transgresión contra Dios.
Desde un punto de vista humano, el pecado de David fue contra Betsabé y
Urías su marido. Pero David se dio cuenta que también fue contra las leyes
de Dios. Él exclamó: “Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo
delante de tus ojos” (Sal. 51:4).
El pecado también es reconocido en su relación con uno mismo. No sólo es
visto como una culpa ante Dios, sino como aquello que viola y contamina la
persona. Reconociendo esto, David ora: “Purifícame con hisopo, y seré
limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve” (Sal. 51:7). Al recibir una
nueva visión de Dios, Job dijo: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos
te ven. Por tanto, me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job
42:5, 6).
b) El área emocional. El arrepentimiento a menudo ha sido definido como
“una angustia según Dios por el pecado”. Escribiendo su segunda carta a los
Corintios Pablo dijo: “Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados,
sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido
contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra
parte. Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para
salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo
produce muerte” (2 Co. 7:9, 10).
En Lucas 18:13 Jesús pintó al publicano golpeándose sobre su pecho: “Mas
el publicano, estando lejos, no quería ni aún alzar los ojos al cielo, sino que
se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.”

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L09 La aplicación para la salvación 106


c) El área volitiva. Una de las palabras utilizadas para “arrepentimiento”
significa “cambiar de dirección” Esto está ilustrado en la historia del Pródigo
que dijo, “Me levantaré e iré a mi padre … y levantándose, vino a su padre”
(Lc. 15:18, 20). Al tocar el arrepentimiento a la voluntad, resultará en:
confesión de pecado “Por tanto confesaré mi maldad, y me contristaré por
mi pecado” (Sal. 38:18). “He pecado contra el cielo” (Lc. 15:21). Separación
del pecado “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los
confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Pr. 28:13). Volver a Dios “Deje
el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Dios”
(Is. 55:7). Debemos no sólo volvernos del pecado, sino hacia Dios (1 Tes.
1:9; Hch. 26:18).
d) Conclusión, estas tres áreas tienen que ser satisfechas para que haya un
verdadero arrepentimiento, pero, no debe ser nunca concebido como algo
meritorio, una “obra” a ser hecha a fin que Dios otorgue salvación. Toda
Salvación de Dios es gratis.
B. FRUTOS DEL ARREPENTIMIENTO.
Una última palabra debería decirse en cuanto a los resultados del
arrepentimiento. Definitivamente llevará a:
a) Una confesión del pecado. “Más el publicano, estando lejos, no quería
ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios,
sé propicio a mí, pecador.” (Lc. 18:13).
b) Un verdadero arrepentimiento llevará a hacer restitución por lo mal
hecho tanto en cuanto sea posible. “Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo
al Señor: He aquí Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo
he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado” (Lc. 19:8).

IV. FE PARA SALVACIÓN


La verdadera fe que salva es una que tiene su asiento en el corazón y está
enraizada en la vida regenerada. La fe salvadora puede definirse como una
convicción segura, operada en el corazón mediante el Espíritu Santo,
respecto a la verdad del evangelio, y una confianza sincera (fe) en las
promesas de Dios en Cristo.
A. LA FE SALVADORA VERDADERA INCLUYE CONOCIMIENTO,
APROBACIÓN Y CONFIANZA PERSONAL.
a) El conocimiento solo no es suficiente. La fe salvadora personal, en la
forma en que las Escrituras lo entienden, involucra más que el simple
conocimiento. Por supuesto, es necesario que tengamos cierto

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L09 La aplicación para la salvación 107


conocimiento de quién es Cristo y de lo que él ha hecho, porque “¿cómo
creerán en aquel de quien no han oído?” (Ro 10:14). Pero el conocimiento
acerca de los hechos de la vida, muerte y resurrección de Cristo por
nosotros no es suficiente, porque las personas pueden conocer los hechos,
pero rebelarse en contra de ellos o no gustarles. Por ejemplo, Pablo nos
dice que muchas personas conocen las leyes de Dios, pero, no quieren creer
(Ro 1:32). Incluso los demonios saben quién es Dios y conocen los hechos
acerca de la vida de Jesús y de su obra salvadora, porque Santiago dice: “¿Tú
crees que hay un solo Dios? Bien haces, pero, también los demonios creen
y tiemblan”. (Stg 2: 19). Pero ciertamente ese conocimiento no quiere decir
que los demonios se vayan a salvar.
b) El conocimiento y la aprobación no son suficientes. Además, conocer
simplemente los hechos y aprobarlos o estar de acuerdo en que son
verdaderos no es suficiente.
Nicodemo sabía que Jesús había venido de Dios, porque él dijo: “Rabí,
sabemos que eres un maestro que ha venido de parte de Dios, porque nadie
podría hacer las señales que tú haces si Dios no estuviera con él” (Jn 3:2).
Nicodemo había evaluado la situación, incluyendo las enseñanzas de Jesús
y sus extraordinarios milagros, y había sacado una conclusión correcta de
esos hechos: Jesús era un maestro que había venido de Dios.
Pero eso solo no significaba que Nicodemo tuviera una fe salvadora, porque
todavía tenía que poner su confianza en Cristo como salvador; todavía tenía
que “creer en él”.
c) Yo debo decidir y depender de Jesús para salvarme personalmente.
Además del conocimiento de los hechos del evangelio y de la aprobación
de esos hechos, a fin de ser salvo, yo debo decidir depender de Jesús para
salvarme. Al hacerlo paso de ser un observador interesado de los hechos de
la salvación y de las enseñanzas de la Biblia a ser alguien que entra en una
nueva relación con Cristo Jesús como una persona viviente. Podemos, por
tanto, definir, la gracia salvadora de la siguiente manera: La fe salvadora es
confianza en Cristo Jesús como una persona viviente para el perdón de los
pecados y la vida eterna con Dios. Esta definición hace hincapié en que la fe
salvadora no es solo una creencia en ciertos datos, sino la confianza
personal en Jesús como salvador.
A. LA FUENTE DE LA FE SALVADORA
Esta fe no es ante todo una actividad del hombre, sino una potencia latente
producida por Dios en el corazón del pecador. Sólo después de que Dios ha
implantado la semilla de la fe en el corazón puede el hombre ejercitar la fe.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L09 La aplicación para la salvación 108


Cuando la Biblia habla de fe se refiere, por lo general, a la fe como actividad
del hombre, aunque nazca de la obra del Espíritu Santo.
Si una persona está tratando de creer en su fe, o en algo que está haciendo,
es difícil, porque ni su fe ni sus obras son suficientes. La fe está basada en
Dios y en lo que Dios ha hecho y ha prometido, en nada en el hombre. La fe
es simplemente creer de todo corazón en la palabra de Dios. Está basada
enteramente sobre la obra finalizada de Cristo en la Cruz del Calvario.
“La fe es por el oír, y el oír, por la palabra (rhema) de Dios” (Ro. 10:17). Otra
versión lo traduce: “Consecuentemente, la fe viene de oír el mensaje, y el
mensaje es oído mediante la palabra de Cristo.” Por lo tanto, la fe viene
mediante el oír la palabra de Cristo. Pero que yo oiga con el corazón y crea
es por revelación del Espíritu Santo al oír la palabra (griego rhema =
diciendo la palabra). “Pero muchos de los que habían oído la palabra,
creyeron” (Hch. 4:4).
Nada producirá más fe que el leer y estudiar la Biblia, la palabra de Dios, y
de ahí llegar a conocer lo que Dios ha prometido. La fe es simplemente creer
en lo que Dios ha dicho. Es tomarlo por su palabra. “Cerca de ti está la
palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:
que, si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu
corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Ro. 10:8, 9).
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió,
tiene vida eterna” (Jn. 5:24). “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú
y tu casa” (Hch. 16:31).
Concedido, el evangelio de la gracia de Dios al hombre pecador suena
demasiado bueno para ser cierto. Pero cuando uno tiene un corazón bueno
y considera que esta Salvación es planeada por Dios, y llevado a cabo por
Él, no será difícil tomarlo como su palabra. ¡Esto es fe!, (Lc. 8.15).

BIBLIOGRAFÍA
Duffield, G. P., & Van Cleave, N. M. (2006). Fundamentos de Teología
Pentecostal. San Dimas, CA: Foursquare Media.
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Grudem, Wayne (2007) Teología Sistemática. Editorial Vida. Miami. Florida.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L09 La aplicación para la salvación 109


Horton, Stanley m. (1996) Teología Sistemática Pentecostal. Editado.
Editorial vida.
Chafer, Lewis Sperry (2009) Teología Sistemática Tomo I. Editorial Clie.
Hodge, Charles, (1991) Teología Sistemática Volumen II. Terrassa, Editorial
Clie.
Berkhof, Louis (2002) Teología Sistemática. Libros Desafío Grand Rapids,
Michigan.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN - L09 La aplicación para la salvación 110


Lección 10
RESULTADOS DE LA SALVACIÓN

Contenido
I. La regeneración
II. La adopción
III. La justificación
IV. La santificación

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L10 Resultados de la salvación 111


“De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.
2 Corintios 5: 17

I. LA REGENERACIÓN
A. USOS DEL TÉRMINO REGENERACIÓN
La palabra griega regeneración (palingenesia) se encuentra solamente en
Mateo 19:28 y Tito 3:5, y solo en este último pasaje se refiere al principio
de la vida nueva en el cristiano.
La idea de este principio se expresa de manera más común por medio del
verbo gennao (con anothen en Juan 3: 3), o su compuesto anagenao que
significan, bien, ‘engendrar de nuevo’ o, ‘concebir o nacer’ (Juan 1:13; 3:3,
4, 5, 6, 7, 8; 1 Pe. 1:23; 1 Juan 2:29; 3:9; 4:7; 5:1, 4, 18).
En Santiago 1:18, la palabra apokueo, ‘concebir o hacer nacer’, es la que se
emplea para los creyentes. Pero, el pensamiento de la producción de una
nueva vida está expresado por la palabra ktizo, ‘crear’ (Ef. 2:10), y el
producto de esta creación se llama una kaine ktisis, ‘nueva criatura’ (2 Co.
5:17; Gá. 6:1 S), o un kainos anthropos, ‘nuevo hombre’ (Ef. 4:24).
Por último, el término suzoopoieo, ‘hacer vivir’ o ‘vivificador con’, se usa
también en un par de pasajes (Ef. 2: S; Col. 2:13).
B. CONSIDERACIONES DE LA REGENERACIÓN
1. Lo que no es regeneración
a) No es reformación
Una persona, en general, inmediatamente piensa que la regeneración dicta
que debe reformarse, debe enmendar sus caminos, sus costumbres y su
conducta.
La reformación es de origen humano y solo afecta el exterior. El problema
está adentro, en el corazón:
“Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios,
los adulterios, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias”.
Mateo 15:19
El hombre tiene un corazón que es “engañoso… más que todas las cosas, y
perverso” (Jer. 17:9), que necesita una transformación vital dentro de su
persona.
b) No es religión.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L10 Resultados de la salvación 112


El pertenecer a una iglesia y contribuir regularmente a su sostenimiento,
quizá hasta leer su Biblia todos los días y orar todas las noches, y hasta tratar
a su vecino como a sí mismo, no garantiza que eres regenerado.
Jesús mencionó la necesidad del nuevo nacimiento a un fariseo sincero ultra
religioso, Nicodemo, pero a él el Señor le dijo: “El que no naciere de nuevo
no puede ver el Reino de Dios”. De ese modo le dejó en claro que a menos
que naciera de nuevo no entraría al cielo.
c) No es un cambio de corazón.
Aunque a menudo se usa esta expresión, no es bíblica.
La Regeneración no es el cambio de algo en el hombre, ni remover algo del
hombre; sino es comunicar algo al hombre, algo que nunca ha poseído.
La Regeneración es literalmente la impartición de la naturaleza divina al
corazón y a la vida del pecador, haciéndolo una nueva creación. Se lleva a
cabo mediante la unión personal con Jesucristo.
“El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no
tiene la vida”. 1 Juan 5:12
Cuando yo nací por primera vez, recibí de mis padres su naturaleza; cuando
nací la segunda vez, recibí de Dios Su naturaleza.
2. Lo que es regeneración
a) Un nacimiento
El Señor dijo:
“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu,
espíritu es”. Juan 3:6
Hemos nacido de nuestros padres terrenales, con una naturaleza
pecaminosa, y éramos carnales, esclavos al pecado. Dios nos hizo nacer por
la Palabra y el Espíritu Santo, impartiendo en nuestro espíritu una vida (zoe,
‘vida espiritual’).
Ahora somos Espirituales:
“Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios”.
1 Juan 5:1
Juan 3:8 habla del cristiano como “nacido del Espíritu”:
“Mas a todos los que le recibieron… les dio potestad de ser hechos
hijos de Dios… los cuales… son engendrado … de Dios”. Juan 1:12, 13

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L10 Resultados de la salvación 113


b) Una creación
“De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es [(ktisis
Kaine ‘creación nueva’)]; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son
hechas nuevas”. 2 Corintios 5:17
“Porque somos hechura suya, creados [(ktisis, ‘una nueva especie’)]”.
Efesios 2:10; 4:24; Gálatas 6:15
Somos una nueva creación o una nueva especie. Esto nos indica que Dios
impartió una nueva naturaleza a nuestro ser, conforme la imagen de Cristo.
“No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo
hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la
imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento
pleno”. Colosenses 3:9-10
En el creyente sigue el viejo hombre (naturaleza pecaminosa), y el nuevo
hombre (la naturaleza santa) impartido a mi espíritu por Dios:
“Despojaos del viejo hombre… y vestíos del Nuevo hombre, Creado
según Dios…” Efesios 4:22,24
c) Una resurrección
Los creyentes han sido crucificados con Cristo y también han sido
resucitados con Él.
Pablo lo dice:
“Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el
bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la
gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva”.
Romanos 6:4
A los efesios, les escribió:
“Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente
con Cristo… y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo
sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”. Efesios 2:5, 6
¿Qué resucitó? Mi espíritu (que hace contacto con Dios), que estaba
muerto, es decir anulado por el alma corrompida.
El alma, aunque muerta (en cuanto a Dios) en su delito y pecado, era usada
por la naturaleza pecaminosa, hasta que vino la resurrección de mi espíritu
y la limpieza de mi alma, por la sangre de Cristo.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L10 Resultados de la salvación 114


C. CÓMO SE RECIBE EL NUEVO NACIMIENTO
1. Es un don de Dios sin el esfuerzo humano.
El hombre no puede de ninguna forma, ni por virtud o esfuerzo propio,
llegar a la posición de filiación divina.
Al igual que no hay nada que haga que el niño recién nacido pueda llevar a
cabo su nacimiento natural, tampoco no hay nada que pueda hacer que el
no regenerado lleve a cabo su nacimiento espiritual. La vida eterna es el
don de Dios:
“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho,
sino por su misericordia”. Tito 1:5
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se
gloríe”. Efesios 2:8, 9
2. El Espíritu Santo es el agente.
“…la renovación en el Espíritu Santo” Tito 3:5
Jesús, en Juan 15:8, se refiere a nuestro ser “nacidos del Espíritu”. El Espíritu
Santo, al venir al corazón del creyente, trae la vida de Dios, capacitándolo
así para ser un participante de la naturaleza divina.
3. Por la Palabra de Dios.
Verdaderamente el Espíritu Santo da testimonio de la palabra en llevar a
cabo el nuevo nacimiento.
“Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que
seamos primicias de sus criaturas” (Stg. 1:18).
“Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible,
por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” 1 Pedro
1:23
La primera creación fue llevada a cabo por la operación de la Palabra de
Dios y el Espíritu:
“Y dijo Dios… Y el Espíritu de Dios se movía” Génesis 1:3, 2
Igualmente, la creación de nueva criatura en Cristo Jesús acontece por la
Palabra y el Espíritu.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L10 Resultados de la salvación 115


4. Por creer y aceptar a Jesucristo como Salvador.
La salvación es una experiencia intensamente personal. Es nuestra
responsabilidad aceptar por fe lo que Jesús es y ha hecho por nosotros,
recibiéndolo como nuestro Salvador.
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les
dio potestad de ser hechos hijos de Dios” Juan 1:12
“Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús”. Gálatas 3:26
5. Es un misterio de Dios para nosotros, pero Él es Justo.
Solo Dios conoce el estado del corazón y Él salvará al que tiene un corazón
que va a ceder a los requerimientos de Dios para su Salvación. Es un milagro
de Dios que no podemos entender exactamente cómo ocurre.
Concerniendo exactamente esta pregunta, Jesús dijo a Nicodemo:
“El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; más ni sabes de dónde
viene ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”. Juan 3:8
Nadie ve la regeneración de un alma humana, pero fácilmente podemos dar
testimonio de los resultados de la acción divina.

II. LA ADOPCIÓN
A. DEFINICIÓN
La adopción divina es un acto del favor de Dios, por el cual un cristiano (es
decir, un creyente justificado), habiendo nacido de nuevo por el Espíritu, al
ser engendrado de Dios, es colocado en la gloriosa posición de hijo y hecho
heredero de las promesas celestiales.
El griego del Nuevo Testamento usa dos palabras diferentes para designar
esta filiación de los creyentes: téknon y hyiós. Los dos significan ‘hijo’ en
castellano.
El primer término proviene del verbo tíkto, ‘dar a luz’. En este sentido, el
creyente es hecho hijo al ser nacido de Dios (Jn. 1: 12-13).
El segundo término no implica un cambio de naturaleza como el primero,
sino un cambio de posición: adquirir la hyiothesía o adopción, pues
hyiothesía significa ‘posición de hijos’, que es como una mayoría de edad.
Así como somos engendrados en el Hijo, hechos conformes a la imagen del
Primogénito (Ro. 8:29), así también somos adoptados en Él y hechos con Él
coherederos del Cielo (Ro. 8:17).

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L10 Resultados de la salvación 116


Todo esto implica que Dios Padre, el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo
(Ro. 15:6; 2 Co. 1:3; 11:31; Ef. 1:3; 1 Pe. 1:3), es también nuestro Padre.
B. LOS RESULTADOS DE LA ADOPCIÓN
1. El Espíritu Santo en nuestro corazón
“Para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que
recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió
a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba,
Padre!”. Gálatas 4:5, 6
El Espíritu Santo da testimonio de nuestra filiación:
“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos
hijos de Dios”. Romanos 8:16
Esto llevará a la comunión de gracia con nuestro Padre celestial.
2. Liberación del temor
“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez
en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción”.
Romanos 8:15
Ya no estaremos más en esclavitud a la ley. Es el Espíritu Santo, morando
en nuestro espíritu, el que hace tan real la conciencia de aceptación divina
que todo temor es echado fuera.
3. Hechos herederos y coherederos con Cristo
“Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente
con él seamos glorificados”. Romanos 8:17
Un hijo puede ser heredero de sus padres, pero hasta que no llegue a la
mayoría de edad no puede poseer su herencia. Cuando llega a la mayoría
de edad la herencia es suya:
“Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada
difiere del esclavo, aunque es Señor de todo; sino que está bajo tutores
y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. Así también
nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los
rudimentos del mundo. Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo,
Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que
redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la
adopción de hijos … Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo,
también heredero de Dios por medio de Cristo”. Gálatas 4:1–7

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L10 Resultados de la salvación 117


¡Comencemos a tomar de nuestra herencia en Cristo Jesús ahora!

III. JUSTIFICACIÓN
A. DEFINICIÓN
Desde el mismo comienzo, es necesario entender que la salvación es una
cuestión de justicia.
Las personas están condenadas a la muerte espiritual eterna porque
carecen de la justicia que un Dios perfectamente santo posee y exige para
la comunión con Él. Y la única forma en que los pecadores se reconcilien
con Dios es que reciban la justicia que le pertenece a Dios mismo.
El evangelio es “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree”
precisamente porque “en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y
para fe” (Ro. 1:16-17). “la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo,
para todos los que creen en él” (Ro. 3:22; cf. 3:20-26).
Que Israel no alcanzara la salvación surgió por ignorar “la justicia de Dios, y
procurar establecer la suya propia” (Ro. 10:3).
A Cristo mismo se le describe como “el fin de la ley… para justicia a todo
aquel que cree” (Ro. 10:4).
La Justificación es el acto de Dios por el cual declara justo a aquel que cree
en el sacrificio del Señor Jesucristo en la cruz del Calvario cargando sobre sí
el pecado de toda la humanidad.
“Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia” Romanos 4:3
La justificación libera al pecador de la ira, como también lo acepta como
justo ante los ojos de Dios. Al justificar al pecador, Dios lo pone en la
posición de un hombre justo. Es como si nunca hubiera pecado.
“Este es el pacto que haré con ellos… Y nunca más me acordaré de
sus pecados y transgresiones” Hebreos 10:16, 17
B. TERMINOLOGÍA BÍBLICA
El Antiguo Testamento nos ofrece los vocablos
• tsadeq (ser justo),
• tsideq (hacer justo, declarar inocente),
• hitsdiq (declarar justo, absolver),
• tsedeq (justicia),
• tsadoq (justo).

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L10 Resultados de la salvación 118


La raíz tsdq implica siempre que existe una declaración judicial de que la
posición de una persona está en armonía con las demandas de la Ley (Ex.
23: 7; Dt. 25:1; Is. 5:23; Prov. 17:15).
En el Nuevo Testamento encontramos los vocablos:
• dikaió (justificar)
• dikáioma y dikáiosis (justificación).
Estos términos griegos comportan el mismo sentido legal o judicial que los
vocablos hebreos antes citados. Con ellos está relacionado el vocablo griego
dikaiosyne, ‘justicia’.
Veamos la diferencia entre dikáioma y dikáiosis:
• Dikáioma: indica el proceso en marcha de declarar a alguien justo.
• Dikáiosis: indica el acto de declarar a alguien justo, cuando el proceso
está ya terminado.
(Mt. 12:37; Lc. 1:6; 7:29; 10:29; 16:15; 18:13-14; Ro. 4:6,8,25; 5:16,18,19;
6:7; 8:10).
C. RESULTADOS DE LA JUSTIFICACIÓN
1. Perdón de los pecados
Los pecados del creyente han sido imputados y castigados en Cristo, ya no
se le tienen en cuenta.
Pablo cita las palabras de David encontradas en el Salmo 32:
“Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y
cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el
Señor no inculpa de pecado”. Romanos 4:7-8
Al haberle sido contados, o imputados, los pecados del creyente a Cristo, ya
no se le imputan ni se cuentan contra él. Están perdonados y cubiertos. Por
tanto, el creyente justificado no se enfrenta a la condenación (Ro. 8:1, 33-
34), sino que disfruta de la paz con Dios (Ro. 5:1), y la esperanza cierta de
la vida eterna (Ro. 8:30; Tit. 3:7).
2. Paz con Dios
El pecador no ha incurrido solo en una pena; también ha perdido el favor
de Dios y está por eso sujeto a su ira.
“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en
el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”. Juan 3:36
“Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad
e injusticia de los hombres”. Romanos 1:18
LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L10 Resultados de la salvación 119
Por medio de la justificación hay un cambio.
“Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él
seremos salvos de la ira”. Romanos 5:9
“Justificados, por la fe, tenemos paz para con Dios, por medio de
nuestro Señor Jesucristo”. Romanos 5:1
D. LOS MEDIOS DE LA JUSTIFICACIÓN
Es muy importante que entendamos los medios por los cuales Dios justifica
al pecador.
La justificación es la base de nuestra posición delante de Dios. Dios no
puede pasar por alto el pecado por la grandeza de su corazón; debe
preservar su propia santidad y justicia; debe ser “el justo, y el que justifica
al que es de la fe de Jesús” (Ro. 3:26).
1. Por el don de la gracia de Dios.
No se puede obrar para justificación, ni puede ser merecida. Sólo es recibida
por la gracia de Dios.
“Siendo justificados gratuitamente por su gracia mediante la
redención que es en Cristo Jesús” Romanos 3:24
“Para que, justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos
conforme a la esperanza de la vida eterna” Tito 3:7
¿Qué es la “gracia”? La palabra gracia (griego charis), originalmente
significaba ‘belleza’ o ‘conducta hermosa’. Después se usó para cualquier
favor otorgado a otro, aún al que no merecía tal favor.
2. Por medio del sacrificio sustituto de Jesucristo.
Dios no puede perdonar nuestros pecados solamente porque está lleno de
gracia. Dios es justo, no puede sobrepasar nuestro pecado. Su perdón se
basa sobre los términos estrictos de la justicia. La pena de nuestro pecado
ha sido pagada por el Señor Jesucristo. Los pecados del creyente fueron
puestos a cuenta de Cristo.
“Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el
madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos
a la justicia”. 1 Pedro 2:24
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que
nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”. 2 Corintios 5:21

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L10 Resultados de la salvación 120


3. Por medio de la fe.
“Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la fe en
su sangre, para manifestar su justicia, a fin de que él sea el justo, y el
que justifica al que es de la fe de Jesús”. Romanos 3:24, 26
“Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le
es contada por justicia”. Romanos 4:5
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio
de nuestro Señor Jesucristo”. Romanos 5:1
“Porque con el corazón se cree para justicia”. Romanos 10:10
Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino
por la fe de Jesucristo”. Gálatas 2:16
Si bien es cierto que Dios da la fe, es solo cuando encuentra un corazón al
cual Dios puede impartir la fe. No es algo arbitrario de parte de Dios.

IV. LA SANTIFICACIÓN
A. DEFINICIÓN
La santificación puede definirse como aquella operación bondadosa y
continua del Espíritu Santo en el corazón del creyente mediante la cual lo
liberta de la corrupción del pecado, renueva toda su naturaleza a la imagen
de Dios y lo capacita para hacer buenas obras.
B. TERMINOLOGÍA BÍBLICA
El hebreo del Antiguo Testamento usa la raíz qdsh para expresar el concepto
de santidad.
Así tenemos:
• el verbo qadash (santificar),
• el nombre qodesh, y
• el adjetivo qadosh (santo).
La etimología más probable es la raíz qad, que significa ‘cortar’. Por eso, la
significación primordial del término santo es “cortado, segregado, del
mundo y de lo profano, para ser consagrado a Dios”.
El Nuevo Testamento emplea el adjetivo hágios (santo), y el verbo hagiázo
(santificar). Por tanto, también expresan primordialmente la idea de
separación.
Sinónimos de hágios son:

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L10 Resultados de la salvación 121


• hierós (sagrado), que se aplica principalmente a cosas (1 Co. 9: 13; 2
Ti. 3: 15);
• hósios (santo), aplicado a personas o cosas libres de iniquidad (Hch.
2:27; 13:34,35; 1 Ti. 2:8; Tito 1:8; He. 7:26; Ap. 15:4; 16:5);
• hágnos (libre de impureza en sentido ético).
C. NOCIÓN DE SANTIFICACIÓN
La santificación es un proceso continuo de docilidad al Espíritu Santo, quien,
habiendo regenerado nuestro interior, mantiene y fortalece esta interna
disposición de santidad inicial.
Pero a pesar que hemos sido regenerados todavía hay tendencias malas
que deben ser sometidas:
“Y yo sé que, en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien, porque el
querer el bien está en mí, pero no el hacerlo”. Romanos 7:18
“Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora
en mí”. Romanos 7:20
“Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero
veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi
mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis
miembros”. Romanos 7:22,23
El pecado ya no reina en el creyente, pero todavía habita en él.
Por tanto, el creyente justificado alberga dentro de sí dos tendencias
contrarias o dos centros de gravitación; en una palabra, dos naturalezas:
• la del viejo Adán, la vieja criatura, el viejo hombre, el hombre
exterior, la carne (el pecado o la tendencia pecaminosa), por lo cual
se siente inclinado al egocentrismo, o sea, al pecado;
• y la del postrer Adán, la nueva criatura, el nuevo hombre, el hombre
interior, el espiritual (el nacido de nuevo, dominado por el Espíritu
Santo), creado según Cristo en justicia y santidad (Ef. 4:24), por la cual
se siente inclinado hacia Dios y hacia el bien.
La coexistencia de estas dos naturalezas en el creyente provoca un conflicto
constante de por vida.
D. LOS TRES ASPECTOS DE LA SANTIFICACIÓN
1. El acto inicial de la Santificación: Posicional.
El momento en que una persona nace de nuevo es “santificada
completamente”.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L10 Resultados de la salvación 122


“Y éstos erais algunos; más ya habéis sido lavados, ya habéis sido
santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús,
y por el Espíritu de nuestro Dios”. 1 Corintios 6:11
Hay un grave error al pensar que por que este inicio de mi vida cristiana es
solo posicional, creen que no somos santos verdaderamente en nuestra
vida diaria. Recuerde que el mal está en la vieja criatura no en la nueva.
Si un creyente desde el inicio de su vida cristiana está lleno del Espíritu, de
ninguna forma puede pecar. Pero, si desde el principio enseñamos que es
natural tener ciertos pecados no graves, estamos induciendo
automáticamente al pecado.
“Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en
él? Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado
juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin
de que no sirvamos más al pecado”. Romanos 6:2,5
“Porque [Cristo] con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a
los santificados”. Hebreos 10:14
2. El proceso de la Santificación: Práctico
El apóstol Pablo, en Colosenses 3:8–12, dice que los cristianos se han
“despojado del viejo hombre con sus hechos” y se han “revestido del nuevo,
el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el
conocimiento pleno” (vv. 9, 10).
Pero en el mismo pasaje son amonestados: “Pero ahora dejad también
vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia… Vestíos, pues como
escogidos de Dios, santos y amados…” (vv. 8, 12). Lo que tenían
posicionalmente, debían buscarlo experimentalmente.
No hay ninguna promesa en la Escritura de que un cristiano, en esta vida,
llegará al lugar donde no pecará más.
“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros
mismos, y la verdad no está en nosotros”. 1 Juan 1:8
La carne nunca llega a ser santificada. No espere que lo sea. La carne dentro
de la persona más santa es la misma carne que está en el peor de los
pecadores. Es cierto que mientras esté la carne en nosotros es posible
ceder, pero, “los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones
y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gá.
5:24-25).

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L10 Resultados de la salvación 123


3. La santificación completa y final
Perfección sin pecado y el ser completamente santificado aguardan la
venida del Señor Jesús. En ese tiempo seremos librados “del cuerpo de esta
carne”.
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también
esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el
cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo
de la gloria suya”. Filipenses 3:20, 21
E. LOS MEDIOS DE LA SANTIFICACIÓN
1. El Dios Trino
Pablo oró al Padre:
“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro
ser, espíritu, alma y cuerpo sea guardado irreprensible para la
venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual
también lo hará”. 1 Tesalonicenses 5:23, 24
El Padre reconoce la santidad de Jesús a favor de los creyentes:
“Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho
por Dios sabiduría, justificación, santificación…” 1 Corintios 1:30
Cristo, mediante el derramamiento de su propia sangre preciosa.
“En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo
de Jesucristo hecha una vez para siempre”. Hebreos 10:10
El poder y la unción moradora del Espíritu Santo en el creyente es el agente
más grande para darnos victoria sobre la carne.
“Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu
hacéis morir las obras de la carne, viviréis”. Romanos 8:13
“Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es
contra la carne”. Gálatas 5:17
Las obras de la carne están enumeradas en Gálatas 5:19–21: “Adulterio,
fornicación… cosas semejantes a éstas”. Pero el fruto del Espíritu
producidos en el creyente: “Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza” son la ley de Dios.
2. El lado Humano
Un cristiano verdadero va a ceder su mente, sus emociones y su voluntad a
Dios Espíritu. No es que él va a obedecer a Dios de sí mismo, sino que, por

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L10 Resultados de la salvación 124


fe en las promesas de Dios, sabiendo que lo respalda Dios y su Palabra,
actúa según su corazón santificado, y así obedece todo mandato de Dios.
3. Por Fe
“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el
que se acerca a Dios crea que le hay y que es galardonador de los que
le buscan”. Hebreos 11:6
Nadie va a recibir algo de Dios sin fe. El creyente vive por fe en Cristo y su
Palabra.
“Para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y
herencia entre los santificados”. Hechos 26:18
Es por fe que el creyente se apodera de la sangre santificadora de
Jesucristo, anteriormente referida.
4. Obediencia a la Palabra
Se dice que la Palabra de Dios es un gran medio de santificación:
“Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”.
Juan 15:3
“Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”. Juan 17:17
“Para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua
por la palabra”. Efesios 5:26
La única manera en que la palabra de Dios puede ser un agente limpiador
en nuestras vidas es mediante la obediencia. Esto nosotros debemos
proveerlo.
5. Cediendo al Espíritu Santo
El Espíritu Santo nunca obliga a nadie. Debe haber una rendición y un ceder
de nuestros miembros a su unción.
¡Con qué gracia Él toma la palabra y hace claro su mensaje, dando al
creyente el deseo y el poder de obedecerlo!
“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la
verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará
todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir”.
Juan 16:13

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L10 Resultados de la salvación 125


BIBLIOGRAFÍA
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Pentecostal. San Dimas, CA: Foursquare Media.
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Mayhue, R., Mc Arthur, J. (2018). Teología Sistemática. Editorial Portavoz.
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Miami. Florida.
Grudem, Wayne (2007) Teología Sistemática. Editorial Vida. Miami. Florida.
Horton, Stanley m. (1996) Teología Sistemática Pentecostal. Editado.
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Chafer, Lewis Sperry (2009) Teología Sistemática Tomo I. Editorial Clie.
Hodge, Charles, (1991) Teología Sistemática Volumen II. Terrassa, Editorial
Clie.
Berkhof, Louis (2002) Teología Sistemática. Libros Desafío Grand Rapids,
Michigan.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L10 Resultados de la salvación 126


Lección 11
LA FINALIZACIÓN DE
LA SALVACIÓN

Contenido
I. La fe del creyente
II. La seguridad del creyente
III. La glorificación del creyente

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L11 La finalización de la salvación 127


“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera,
la convicción de lo que no se ve”.
Hebreos 11:1.

I. LA FE DEL CREYENTE
En el Nuevo Testamento, la palabra fe viene del griego pistis. El término
pistis denota una creencia determinada por confianza (o seguridad)
predominante, ya sea en Dios o en Jesucristo, pero esa fe surge de Dios o
Jesucristo que lo da al creyente. Fe significa confianza, seguridad, certeza, y
convicción.
En Marcos 11:22 en el original griego, dice: “Respondiendo Jesús dijo:
Tened fe de Dios”.
En Hebreos 11:1, la Biblia define esta palabra de la siguiente manera:
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que
no se ve”.
Entonces, la fe es la certidumbre, la seguridad que vamos a recibir sí o sí
algo que esperamos. En cierta manera, la fe (seguridad, convicción,
confianza) nos da evidencia, en nuestro corazón, que recibiremos aquello
que Dios ha prometido, aunque, por un tiempo no lo veamos.
“Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo
recibiréis, y os vendrá”. Marcos 11:24
A. CONSIDERACIONES RESPECTO A LA FE
1. Es imposible agradar a Dios sin fe.
“Pero sin Fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el
que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los
que le buscan”. Hebreos 11:6
A Dios solo se le agrada cuando alguien le cree de todo corazón. Esto
significa que cada vez que usted se acerca a Dios, debe estar seguro que Él
se acerca a usted, y debe estar seguro que él responderá a los que le buscan.
Esto es básico a todo creyente verdadero.
“Y si alguno de vosotros tiene falta de Sabiduría, pídala a Dios, el cual
da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida
con fe, no dudando nada; porque el que duda… no piense, pues,
quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor”. Santiago 1:5-7

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L11 La finalización de la salvación 128


2. Dios ha determinado para todo creyente que viva por fe.
“Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe;
como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”. Romanos 1:17
La forma de vida que Dios ha dado a todos los creyentes es una vida de fe,
es decir, una dependencia absoluta de Dios, creyendo en la bondad y en el
Poder de Dios en todas las circunstancias de la vida.
3. Todos los creyentes tienen fe de Dios.
“…sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que
Dios repartió a cada uno”. Romanos 12:3c
Esto quiere decir, que:
1) la fe del creyente viene de Dios,
2) Dios nos ha dado una medida de fe. No todos tenemos la misma
medida de fe,
3) Dios repartió fe a cada creyente.
4. La fe en el creyente debe crecer.
La fe es comparada con una semilla:
“Y Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo que, si
tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate
de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible”. Mateo 17:20
Jesús al decirles que tenían poca fe, (1) tenían fe, (2) pero era insuficiente
en este caso de echar fuera un demonio. Por otro lado, el Señor, al
comparar la fe con un grano de mostaza, la puso como ejemplo de algo muy
pequeño, pero que en contacto con la tierra y tomando de ella los
nutrientes necesarios desarrolla una planta grande (Mt. 13:31-32). Así el
creyente que tiene la fe de Dios debe humillarse y depender de Dios
permitiendo que el Espíritu Santo controle su vida completa, para realizar
cualquier obra por grande que sea (Mt. 17:21).
La forma de crecer en fe es:
a) Por la Palabra.
“Así que la Fe es por el oír, y el oír por la Palabra de Dios”.
Romanos 10:17
La fe viene al corazón por oír la Palabra de Dios, pero que alguien tenga oído
para oír la Palabra de Dios, es cuando Dios obra en un corazón dispuesto y
preparado para oír con eficacia a Dios, y se encienda la fe de Dios en Él.

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L11 La finalización de la salvación 129


b) Por ayunar y orar.
“Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué
nosotros no pudimos echar fuera ese demonio? Jesús les dijo: Por vuestra
poca fe… Pero este género de Demonio no sale sino con ayuno y oración.
Mt. 17:19-21
Esto quiere decir que:
1) hay clases de demonios que no salen de alguna persona
endemoniada, a menos que el creyente tenga fe desarrollada.
2) Es evidente que por tener algo de fe no es suficiente, sin embargo, la
oración y el ayuno levanta la fe.
Usted necesita buscar de Dios, depender de Él, obedeciendo por fe su
Palabra y el poder de Dios se manifestará.
c) Por actuar en la Palabra de Dios.
“Porque Jehová, Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no
escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que
Jehová haga llover sobre la faz de la tierra. Entonces ella fue e hizo
como le dijo Elías; y comieron él, y ella y su casa, muchos días”.
1 Reyes 17:14,15
Ella hizo lo que el profeta Elías le dijo de parte de Jehová y se hizo el milagro
desarrollando su fe.
“Pero sed hacedores de la Palabra y no tan solamente oidores,
engañándoos a vosotros mismos”. Santiago 1:22
B. LOS RESULTADOS DE LA FE
1. La fe del creyente para protección personal
“Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel y le echaron en el foso de los
leones. Y habló el rey y le dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú
continuamente sirves, él te libre… El rey, por tanto, se levantó muy de
mañana y fue apresuradamente al foso de los leones. Y acercándose al foso,
llamó a voces a Daniel con voz triste; habló el rey y le dijo a Daniel: Daniel,
siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te
ha podido librar de los leones? Entonces Daniel respondió al rey: ¡Oh rey,
vive para siempre! Mi Dios envió a su ángel, el cual cerró la boca de los
leones … y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque
había confiado en su Dios”. Daniel 6:16,19-23

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L11 La finalización de la salvación 130


A través de la historia, muchos otros habían sido echados a los leones y
fueron muertos. ¿Por qué esos leones no dañaron a Daniel? Porque Daniel
confió plenamente en el Señor.
2. La fe del creyente para el sustento en tiempo difícil
“Y vino a él la palabra de Jehová, diciendo: Apártate de aquí, y vuelve
al oriente y escóndete en el arroyo Querit, que está a frente al Jordán.
Y sucederá que beberás del arroyo, y yo he mandado a los cuervos
que te den allí de comer. Y él fue e hizo conforme a la palabra de
Jehová, pues se fue y habitó junto al arroyo Querit, que está frente al
Jordán. Y los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y
carne al atardecer, y bebía del arroyo”. 1 Reyes 17: 2-6
La fe de Elías fue usada para el sustento sobrenatural en tiempo de gran
hambre, asimismo nos sustentará Dios si confiamos en él y su Palabra.
3. La fe del creyente para echar fuera a los demonios
“Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán
fuera demonios”. Marcos 16:17
“Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se
volvió y dijo al espíritu: Te mando en el Nombre de Jesucristo, que
salgas de ella. Y salió en aquella misma hora”. Hechos 16:18
La fe está disponible para todo aquél que cree. Ese mismo poder está en
todo creyente verdadero.
4. La fe del creyente para ser sanados de toda dolencia
“Y estas señales seguirán a los que creen: En mi Nombre pondrán las
manos sobre los enfermos y sanarán”. Marcos 16:18
“Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy: En
el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”. Hechos 3:6
“Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha
confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta
completa sanidad en presencia de todos vosotros” Hechos 3:16
Por la fe en el nombre de Jesús los creyentes tienen la promesa que toda
dolencia puede ser desarraigada de los cuerpos de los creyentes o de
cualquiera que crea en Dios.

II. LA SEGURIDAD DEL CREYENTE


En esta Doctrina hay dos enfoques que son peligrosos: (1) que la seguridad
del creyente, está basado en la preservación soberana (determinación) de
LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L11 La finalización de la salvación 131
Dios, (2) que la seguridad del creyente está basada en el esfuerzo humano.
Nosotros entendemos que es Dios el que nos asegura la Salvación, pero no
basado en su Soberanía. Nunca Dios va a hacer algo sin tomar en cuenta sus
atributos. Dios es Soberano, pero no va a sobrepasar su justicia o su
Santidad en ningún caso. Por otro lado, el esfuerzo de un creyente jamás
podrá sostenerse debido a su carnalidad y el pecado que está en su ser por
el pecado de su padre Adán. Entonces, sostenemos que debe haber una
salida fusionando ambos conforme a lo que nos enseña las Sagradas
Escrituras. Desarrollamos estos enfoques:
Enfoque 1: La seguridad del creyente está basada en la preservación
soberana (determinación) de Dios.
Aunque hay pasajes que mencionan la preservación de Dios para tener
seguridad de Salvación, no significa necesariamente la determinación de
Dios sin entender su justicia y Santidad.
Jesús dice: “Porque he descendido del cielo no para hacer mi voluntad sino
la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre el que me
envió: que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite
en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado, que todo
aquél que ve al Hijo y crea en él, tenga vida eterna, y yo le resucitaré en el
día postrero. (Jn 6:38-40).
Con este versículo, se apoyan los calvinistas para decir que los que el Padre
le ha dado al Hijo no se perderán. Pero, haciendo una exégesis (analizando
el vs.) Dios no está determinando nada: (1) El Padre da al Hijo a los
creyentes, porque como hemos dicho, Dios que conoce los corazones, sabe
quiénes están dispuestos para recibir su Palabra. (2) el dicho de “Todo
Aquél”, está hablando de la decisión de alguien para ver y creer.
Otro pasaje es Juan 10:27-29, en el que Jesús dice: “Mis ovejas oyen mi voz;
yo las conozco y me siguen, y Yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás,
ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las dio, es mayor que
todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
Dado que Dios conoce el corazón, sabe que es segura la fidelidad de ellos,
por tanto, con toda seguridad dice: “nunca perecerán” (v. 28). Aquí
tampoco hay determinación.
Enfoque 2: La seguridad el creyente está basada en el esfuerzo humano.
En Juan 8:31-32: “Jesús dijo entonces a los judíos que habían creído en él:
Si vosotros permaneciereis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. “El que

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L11 La finalización de la salvación 132


persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mt 10:22). Los arminianos, se
apoyan en estos versículos para decir que el esfuerzo humano salva, que
hay que esforzarse a orar más, a ayunar más, para consagrarnos a Dios,
todo esto, muy loable, pero, no es bíblico. (1) El esfuerzo humano, por sí
mismo, nunca puede consagrar a nadie delante de Dios. Eso hicieron los
judíos no salvos del Antiguo Testamento. “Porque ignorando la justicia de
Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia
de Dios. Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree”.
Ro. 10:3-4. “Mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó ¿Por
qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues
tropezaron en la piedra de tropiezo”. Ro. 9:31-32. Cuando uno quiere
agradar a Dios haciendo obras (esfuerzo humano) y no humillándose (es
decir, entendiendo que yo no puedo agradar a Dios por mí mismo y
poniéndome bajo su poder, para obedecer), entonces, soy como los judíos
negando a Cristo y su poder y en soberbia quiero establecer la mía. Esto es
fracaso y frustración.
La Seguridad del creyente según la Biblia
En primer lugar, la seguridad del creyente se basa en el amor, en el poder
y en la voluntad salvadora de Dios. Pablo expresa su confianza de que “el
que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de
Jesucristo” (Fil. 1:6).
Debemos estar seguros (1) que Dios no falla porque no puede mentir, “Por
lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la
promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento, para que,
por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta,
tengamos un fortísimo consuelo, los que hemos acudido para asirnos de la
esperanza puesta delante de nosotros”, He. 6:17-18. (2) sus promesas son
fieles y verdaderas “Porque todas las promesas de Dios son en él SÍ, y en él
Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios”. “Bendice, alma mía,
a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios: Él es quien perdona todas
tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias, y rescata del hoyo tu vida,
el que te corona de favores y misericordias, el que sacia de bien tu boca”.
Sal. 103:2-5. De parte de Dios, no hay duda, él ha hecho todo para salvarnos,
ayudarnos, bendecirnos. Nunca en él hay falla, la falla siempre está en el
ser humano, (creyente o inconverso).
En segundo lugar, la seguridad del creyente está basada en los méritos de
la obra salvadora de Cristo y en la eficacia de su intercesión presente. Por
esta razón, Pablo escribe: “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es
el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más
LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L11 La finalización de la salvación 133
aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que
también intercede por nosotros” (Ro. 8:33-34). Cristo no solo ha ofrecido
un sacrificio infinitamente digno a favor de su pueblo, sino que también
intercede continuamente por su pueblo ante el Padre, en el tiempo
presente (Ro. 8:34). “Por lo cual, puede también salvar perpetuamente a
los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”.
(He. 7:25). Es claro que él intercede a los que se acercan a Dios, a los que le
buscan, a los que creen en Jesucristo, no es a los que Dios se le ocurre salvar,
bendecir, ayudar.
En tercer lugar, la seguridad del creyente está basada en un corazón dócil
al Espíritu Santo. Hemos dicho que Dios conoce el corazón desde antes de
la fundación del mundo. Que él conozca el corazón de todo ser vivo es algo
de su propia naturaleza. Él es perfectísimo en todos sus atributos. ¿Qué
Dios sería ese que no conociese todas las cosas desde el principio hasta el
fin? “¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó
los confines de la tierra? no desfallece ni se fatiga con cansancio y su
entendimiento no hay quien lo alcance”, Is. 40:28. “¿Quién hizo y realizó
esto?, ¿Quién llama a las generaciones desde el principio? Yo Jehová, el
primero, y yo mismo con los postreros”. Is. 41:4. Para nosotros Dios nos ha
dejado su Palabra. “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios,
mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre,
para que cumplamos todas las palabras de esta ley” Dt. 29:29.
Dios no nos hizo robots, nos ha fijado una manera de estar seguros para
siempre, y esta es ejercer fe en Jesucristo para Salvación. Es nuestra
responsabilidad obedecer toda Palabra de Dios, sabemos que nosotros por
nosotros mismos no podemos obedecer, pero ahí aparece Cristo con sus
promesas. Él es el único que puede desde nuestro corazón, vivificar nuestra
mente, sentimientos y voluntad para capacitarnos a obedecer. Nosotros
por la fe en Cristo, confiadamente debemos actuar en obediencia a Dios y
su Palabra y conoceremos la verdad y esa verdad que experimentamos será
para nosotros total libertad.
“Y el Dios de paz que resucitó de entre los muertos a nuestro Señor
Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno,
os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad,
haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por
Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén”.
Hebreos 13:20-21
Está en el corazón de cada creyente el seguir fiel y consagrado a Cristo o
hundirse en el pecado y perderse para siempre. Recuerde que:
LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L11 La finalización de la salvación 134
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la
puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo”. Apocalipsis 3:20

III. LA GLORIFICACIÓN DEL CREYENTE


La glorificación es la transformación radical, completa y final de la persona
en su totalidad, cuando el pueblo de Dios sea transformado, en la integridad
del cuerpo, alma y espíritu, según la imagen del Redentor resucitado,
exaltado y glorificado, “El cual transformará el cuerpo de la humillación
nuestra al cuerpo de la gloria de Cristo” (Fil. 3:21).
A. Es importante darse cuenta de que no sólo Cristo, también todos los
creyentes auténticos serán glorificados. El Nuevo Testamento contiene
varias caracterizaciones de esta futura dimensión de la salvación cristiana.
Pablo dice:
“Nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros
también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la
adopción, la redención de nuestro cuerpo”. Romanos 8:23
Esta es la etapa final en el proceso de la salvación, es una herencia
garantizada por el Espíritu Santo:
“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el
evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis
sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de
nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para
alabanza de su gloria”. Efesios 1:13-14
B. Pedro también habla de una herencia:
“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su
gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la
resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia
incorruptible, incontaminada e inmarchitable, reservada en los cielos
para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios, mediante la
fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser
manifestada en el último tiempo”. 1 Pedro 1:3-5
Es más, el Nuevo Testamento promete que nos salvaremos de la ira de Dios
en el momento del juicio:
“Con mucha más razón, habiendo sido ya justificados en su sangre,
por él seremos salvos de la ira, porque, si siendo enemigos, fuimos
reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando
reconciliados, seremos salvos por su vida”. Romanos 5:9-10
LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L11 La finalización de la salvación 135
En resumen, el creyente puede tener esperanza de una experiencia mucho
más grande, que se describe como la adopción por Dios, la redención del
cuerpo, una herencia no contaminada garantizada por el Espíritu Santo y el
salvarse de la ira de Dios.
C. La glorificación futura también traerá el conocimiento completo. En 1
Corintios 13:12, Pablo contrasta el conocimiento imperfecto que tenemos
ahora con el conocimiento perfecto que vamos a tener: “Ahora vemos por
espejo, oscuramente; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco
en parte, pero entonces conoceré como fui conocido”.
Nuestro conocimiento incompleto será reemplazado por una comprensión
mucho más completa. Nuestro conocimiento se incrementará porque
veremos al Señor; no tendremos que conformarnos simplemente con leer
relatos escritos por los que le conocieron durante su ministerio en la tierra.
Como dice Juan:
“Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo
que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste,
seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es”.
1 Juan 3:2
D. También habrá una glorificación del cuerpo (el aspecto físico), en
conexión con la resurrección del creyente. En la segunda venida de Cristo,
todos los que murieron en el Señor resucitarán; y ellos, junto con los
creyentes supervivientes, serán transformados.
Tres pasajes en particular resaltan el cambio que se va a producir en el
cuerpo del creyente.
En Filipenses 3:20-21 Pablo dice: “Pero nuestra ciudadanía está en los
cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo. El cual
transformará nuestro cuerpo mortal en un cuerpo glorioso semejante al
suyo, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las
cosas. (summorphon—“como”) indica que nuestros cuerpos serán
“similares en forma” al de Cristo.
En 2 Corintios 5:1-5, Pablo visualiza el cuerpo que tendremos, un cuerpo
eterno en naturaleza, no hecho por manos humanas, sino procedente de
Dios. Será nuestra habitación celestial. Lo que es mortal quedará absorbido
por la vida (v. 4).
El tercer pasaje es 1 Corintios 15:38-50. Pablo compara el cuerpo que
tendremos con el que tenemos actualmente:

LA DOCTRINA DE CRISTO Y LA SALVACIÓN – L11 La finalización de la salvación 136


1) El cuerpo presente es mortal, sujeto a enfermedades y a la muerte;
el cuerpo de la resurrección será incorruptible, inmune a la
enfermedad y a la decadencia.
2) El cuerpo actual está sembrado en deshonra; el cuerpo de la
resurrección será glorioso.
3) El cuerpo actual es débil; el cuerpo de la resurrección será poderoso.
4) El cuerpo actual es físico (psuchikon); el cuerpo de la resurrección
será espiritual.
Pablo señala que el gran cambio que sucederá en el momento de la llegada
de Cristo será instantáneo: “Os digo un misterio: No todos moriremos; pero
todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos,
a la final trompeta, porque se tocará la trompeta, y los muertos serán
resucitados incorruptibles y nosotros seremos transformados” (vv. 51-52).
E. Finalmente deberíamos señalar la relación entre la glorificación del
creyente y la renovación de la creación. La creación en la actualidad está
sujeta a vanidad (Ro. 8:18-25). Sin embargo, Pablo nos dice que “la creación
misma será libertada de la esclavitud de corrupción a la libertad gloriosa de
los hijos de Dios” (v. 21). La naturaleza de la transformación que se va a
producir se explica de forma más específica en Apocalipsis 21:1-2:
“Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la
primera tierra habían pasado y el mar ya no existía más. Y yo, Juan, vi la
santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de parte de Dios,
ataviada como una esposa hermoseada para su esposo.” En ese momento
Dios declarará: “Yo hago nuevas todas las cosas” (v. 5). La humanidad vivía
originalmente en el lugar paradisiaco llamado el jardín del Edén; su
residencia final será también un lugar perfecto: la nueva Jerusalén. Parte de
la glorificación del hombre será la provisión de un ambiente perfecto en
donde viviremos. Será perfecto porque la gloria de Dios estará presente.
En esta vida los creyentes a veces lloran y sufren porque se sienten
incompletos. Sin embargo, tienen una esperanza segura.

BIBLIOGRAFÍA
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Pentecostal. San Dimas, CA: Foursquare Media.
Lacueva, F. (1989). La Persona y obra de Jesucristo. Terrassa, Clie.
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Editorial vida.
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Clie.
Berkhof, Louis (2002) Teología Sistemática. Libros Desafío Grand Rapids,
Michigan.

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“Derramar lágrimas sin
sembrar la semilla, nada
se logra. Estar llorando
sin estar andando, a
ninguna parte se llega”
Rev. Luis M. Ortiz

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