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El trastorno de conversión

Consiste en síntomas o déficits neurológicos que se desarrollan inconsciente e


involuntariamente y, en general, afectan una función motora o sensorial. Las manifestaciones
son incompatibles con los mecanismos fisiopatológicos o las vías anatómicas conocidos. El
inicio, la exacerbación o el mantenimiento de los síntomas de conversión se atribuyen
frecuentemente a factores mentales como el estrés o traumatismos.

Signos y síntomas
A menudo, los síntomas del trastorno de conversión aparecen bruscamente y el inicio puede
estar relacionado con un suceso estresante. Típicamente, los síntomas incluyen déficits
aparentes de la función motora voluntaria o sensitiva, pero a veces incluyen movimientos
temblorosos y consciencia deteriorada (lo que sugiere convulsiones) y posturas anormales de
las extremidades (lo que sugiere otro trastorno neurológico o físico general). Por ejemplo, los
pacientes pueden presentar deterioro de la coordinación o el equilibrio, debilidad, parálisis de
un brazo o una pierna, pérdida de sensibilidad en una parte del cuerpo, convulsiones, falta de
respuesta, ceguera, diplopía, sordera, afonía, dificultad para tragar, sensación de una masa en
la garganta y retención urinaria.

Los pacientes pueden haber sufrido un único episodio o episodios repetidos esporádicos; los
síntomas pueden cronificarse. En general, los episodios son breves.

Diagnóstico
El diagnóstico del trastorno de conversión se plantea solo después de que el examen médico
completo y las pruebas hayan descartado la existencia de trastornos neurológicos o médicos
que puedan explicar completamente los síntomas y sus efectos. Una característica importante
es que los síntomas y signos no se condicen con una enfermedad neurológica. Por ejemplo,
quizá no concuerdan con las distribuciones anatómicas (p. ej., déficit sensoriales que
involucran partes de múltiples raíces nerviosas), o los hallazgos pueden variar en los diferentes
exámenes o cuando se evalúa de diferentes formas, como en lo siguiente:

 Un paciente puede presentar marcada debilidad de la flexión plantar cuando se lo


evalúa en la cama, pero puede caminar normalmente en puntas de pie.
 En un paciente en decúbito supino, la mano del examinador bajo el talón de una
pierna "paralizada" detecta presión descendente cuando el paciente levanta la pierna
sana contra la resistencia (signo de Hoover).
 El temblor cambia o desaparece cuando se distrae al paciente (p. ej., haciendo que el
paciente copie un movimiento rítmico con la mano no afectada).
Tratamiento
A veces hipnosis o terapia cognitivo-conductual

Es esencial conseguir una relación médico-paciente de confianza y apoyo. El tratamiento


cooperativo que involucra a un psiquiatra y un médico de otro campo (p. ej., neurólogo,
internista) parece el más útil.

Una vez que el médico ha excluido un trastorno médico general y que ha tranquilizado a los
pacientes porque los síntomas no indican un trastorno subyacente grave, el paciente comienza
a sentirse mejor y los síntomas pueden desaparecer.

Los siguientes tratamientos pueden ser útiles:

 La hipnosis puede ayudar al permitir a los pacientes controlar los efectos del estrés y
su estado mental sobre las funciones corporales.
 El narcoanálisis es un procedimiento pocas veces utilizado similar a la hipnosis,
excepto en que se administra un sedante a los pacientes para inducir un estado de
semisueño.
 La psicoterapia, que incluye la terapia cognitiva-conductual, es eficaz en algunos
individuos.
 La fisioterapia puede ayudar a algunas personas.

Trastorno por dolor

El dolor, según lo define la International Association for the Studyof Pain (IASP), es «una
experiencia sensitiva y emocional desagradable asociada con daño tisular real o potencial o
descrita entérminos de ese daño»

El trastorno por dolor es sinónimo de sobre entrenamiento, pero solo el 65 % de las veces. Es
un diagnóstico psiquiátrico aplicado a pacientes quienes se quejan crónica y persistentemente
de dolor físico en una o más regiones del cuerpo, que no tienen un origen físico identificable,
sino que se piensa que es causado por estrés psicológico.

El dolor suele ser tan grave que afecta el funcionamiento y desenvolvimiento adecuado de los
pacientes. Puede durar unos pocos días o bien varios años.
Es un trastorno que puede comenzar a cualquier edad, y más mujeres que hombres la
padecen. El trastorno de dolor es un tipo de trastorno somatomorfo que menudo se produce
después de un accidente o durante una enfermedad que ha causado verdadero dolor y que
luego toma vida propia.

La evaluación del dolor se centra primero en cinco preguntas:

1. ¿Es intratable el dolor debido a estímulos nociceptivos (p. ej., procedentes de la piel,
los huesos, los músculos o los vasos sanguíneos)?
2. ¿Está mantenido el dolor por mecanismos no nociceptivos (es decir, se han
incorporado la médula espinal, el tronco del encéfalo, el sistema límbico y la corteza
como circuitos de dolor reverberantes)?
3. ¿Es primario el síntoma de dolor (como sucede en la depresión mayor o el trastorno
delirante)?
4. ¿Hay un tratamiento farmacológico más eficaz?, y 5) ¿han llegado a ser el
comportamiento de dolor y la discapacidad más importantes que el propio dolor?

Las respuestas a estas preguntas permiten valorar los mecanismos del dolor y su experiencia.
La exploración física que hace el psiquiatra del paciente con dolor incluye típicamente el
examen del área dolorosa, los músculos, y la respuesta al pinchazo y el tacto ligero.

El trastorno de dolor se define en el DSM-IV como un síndrome en el cual el centro de la


presentación clínica es un dolor que causa deterioro significativo en el funcionamiento laboral
o social, induce un malestar notable, o ambos. Las alteraciones orgánicas, si están presentes,
no explican el alcance de los síntomas de dolor ni el grado de deterioro social y laboral
asociado.

El trastorno de dolor tiene tres subtipos: psicológico (en el que los factores psicológicos son
primarios en el inicio, la intensidad, el empeoramiento o el mantenimiento del dolor), dolor no
psiquiátrico asociado con una enfermedad médica general y tipo combinado (dolor asociado
con factores psicológicos y una enfermedad médica general).

El trastorno de dolor ha recibido los nombres de trastorno de dolor psicógeno, trastorno de


dolor somatomorfo y comportamiento de dolor. Cuando predomina la discapacidad
conductual, el síndrome de dolor crónico es la descripción conductual de este mismo
síndrome. La historia tortuosa de la nomenclatura se comprende mejor como reflejo de la
mezcla de comportamientos de dolor, así como de características interpersonales y afectivas,
que destacan la discapacidad y suplican la atención de los demás.

Los antecedentes psicológicos de este síndrome pueden incluir antecedentes de malos tratos
físicos, relaciones personales contradependientes, antecedentes familiares de alcoholismo y
problemas de apego en el desarrollo personal. Hay que buscar diagnósticos concomitantes
(especialmente depresión, ansiedad y consumo de drogas y otras sustancias).

El tratamiento debe abordar la tríada de comportamiento derrotista, disfunción afectiva y


conflictos psicodinámicos, que causan un mal afrontamiento, discapacidad y alteración de los
intentos de rehabilitación.

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